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V VIII
Este mundo es el camino Ved de cuán poco valor
para el otro, que es morada son las cosas tras que andamos
sin pesar; y corremos,
mas cumple tener buen tino que, en este mundo traidor,
para andar esta jornada aun primero que muramos
sin errar. las perdemos.
Partimos cuando nacemos, De ellas deshace la edad,
andamos mientras vivimos, dellas casos desastrados
y llegamos que acaecen,
al tiempo que feneçemos; dellas, por su calidad,
así que cuando morimos, en los más altos estados
descansamos. desfallecen.
VI IX
Este mundo bueno fue Decidme: La hermosura
si bien usásemos de él la gentil frescura y tez
de la cara, con su dueño:
la color y la blancura, por eso no nos engañen,
cuando viene la vejez, pues se va la vida apriesa
¿cuál se para? como sueño.
Las mañas e ligereza y los deleites de acá
y la fuerza corporal son, en que nos deleitamos,
de juventud, temporales,
todo se torna graveza y los tormentos de allá,
cuando llega el arrabal que por ellos esperamos,
de senectud. eternales.
X XIII
Pues la sangre de los godos Los placeres y dulzores
y el linaje y la nobleza de esta vida trabajada
tan crecida, que tenemos,
¡por cuántas vías e modos no son sino corredores,
se pierde su gran alteza y la muerte, la celada
en esta vida! en que caemos.
Unos, por poco valer, No mirando a nuestro daño,
por cuán bajos y abatidos corremos a rienda suelta
que los tienen; sin parar;
otros que, por no tener, desque vemos el engaño
con oficios no debidos y queremos dar la vuelta
se mantienen. no hay lugar.
XI XIV
Los estados y riqueza, Esos reyes poderosos
que nos dejan a deshora que vemos por escrituras
¿quién lo duda?, ya pasadas
no les pidamos firmeza, con casos tristes, llorosos,
pues que son de una señora; fueron sus buenas venturas
que se muda, trastornadas;
que bienes son de Fortuna así, que no hay cosa fuerte,
que revuelven con su rueda que a papas y emperadores
presurosa, y prelados,
la cual no puede ser una así los trata la muerte
ni estar estable ni queda como a los pobres pastores
en una cosa. de ganados.
XII XV
Pero digo c'acompañen Dejemos a los troyanos,
y lleguen fasta la fuessa que sus males non los vimos,
ni sus glorias; alcanzaba!
dejemos a los romanos, ¡Cuán blando, cuán halaguero
aunque oímos e leímos el mundo con sus placeres
sus historias; se le daba!
non curemos de saber Mas verás cuán enemigo,
lo de aquel siglo pasado cuán contrario, cuán cruel
qué fue de ello; se le mostró;
vengamos a lo de ayer, habiéndole sido amigo,
que también es olvidado ¡cuán poco duró con él
como aquello. lo que le dio!
XVI XIX
¿Qué se hizo el rey don Juan? Las dádivas desmedidas,
Los Infantes de Aragón los edificios reales
¿qué se hicieron? llenos de oro,
¿Qué fue de tanto galán, las vajillas tan fabridas
¿qué de tanta invención los enroques e reales
que trajeron? del tesoro,
¿Fueron sino devaneos, los jaeces, los caballos
qué fueron sino verduras de sus gentes e atavíos
de las eras, tan sobrados
las justas y los torneos, ¿dónde iremos a buscallos?;
paramentos, bordaduras ¿qué fueron sino rocíos
e cimeras? de los prados?
XVII XX
¿Qué se hicieron las damas, Pues su hermano el inocente
sus tocados y vestidos que en su vida sucesor
sus olores? se llamó
¿Qué se hicieron las llamas ¡qué corte tan excelente
de los fuegos encendidos tuvo, e cuánto gran señor
de amadores le siguió!
¿Qué se hizo aquel trovar, Mas, como fuese mortal,
las músicas acordadas metióle la Muerte luego
que tañían? en su fragua.
¿Qué se hizo aquel danzar, ¡Oh jüicio divinal!,
aquellas ropas chapadas cuando más ardía el fuego,
que traían? echaste agua.
XVIII XXI
Pues el otro, su heredero Pues aquel gran Condestable
don Enrique, ¡qué poderes maestre que conocimos
tan privado, y banderas,
non cumple que de él se hable, los castillos impugnables,
mas sólo cómo lo vimos los muros e balüartes
degollado. y barreras,
Sus infinitos tesoros, la cava honda, chapada,
sus villas y sus lugares, o cualquier otro reparo,
su mandar, ¿qué aprovecha?
¿qué le fueron sino lloros?, Cuando tú vienes airada,
¿qué fueron sino pesares todo lo pasas de claro
al dejar? con tu flecha.
XXII XXV
Y los otros dos hermanos, Aquel de buenos abrigo,
maestres tan prosperados amado, por virtuoso,
como reyes, de la gente,
que a los grandes e medianos el maestre don Rodrigo
trajeron tan sojuzgados Manrique, tanto famoso
a sus leyes; y tan valiente;
aquella prosperidad sus hechos grandes y claros
que en tan alto fue subida non cumple que los alabe,
y ensalzada, pues los vieron;
¿qué fue sino claridad ni los quiero hacer caros,
que cuando más encendida pues que el mundo todo sabe
fue amatada? cuáles fueron.
XXIII XXVI
Tantos duques excelentes, Amigo de sus amigos,
tantos marqueses y condes ¡qué señor para criados
y varones y parientes!
como vimos tan potentes, ¡Qué enemigo de enemigos!
di, Muerte, ¿dó los escondes, ¡Qué maestro de esforzados
y traspones? y valientes!
Y las sus claras hazañas ¡Qué seso para discretos!
que hicieron en las guerras ¡Qué gracia para donosos!
y en las paces, ¡Qué razón!
cuando tú, cruda, te ensañas, ¡Qué benigno a los sujetos!
con tu fuerza las atierras ¡A los bravos y dañosos,
e deshaces. qué león!
XXIV XXVII
Las huestes innumerables, En ventura, Octavïano;
los pendones, estandartes Julio César en vencer
y batallar; ¿cómo se hubo?
en la virtud, Africano; Quedando desamparado,
Aníbal en el saber con hermanos y criados
y trabajar; se sostuvo.
en la bondad, un Trajano, Después que fechos famosos
Tito en liberalidad hizo en esta misma guerra
con alegría; que hacía,
en su brazo, Aureliano; hizo tratos tan honrosos
Marco Atilio en la verdad que le dieron aun más tierra
que prometía. que tenía.
XXVIII XXXI
Antoño Pío en clemencia; Estas sus viejas historias
Marco Aurelio en igualdad que con su brazo pintó
del semblante; en juventud,
Adriano en la elocuencia; con otras nuevas victorias
Teodosio en humanidad agora las renovó
y buen talante. en senectud.
Aurelio Alexandre fue Por su gran habilidad,
en disciplina y rigor por méritos y ancianía
de la guerra; bien gastada,
un Constantino en la fe, alcanzó la dignidad
Camilo en el gran amor de la gran Caballería
de su tierra. del Espada.
XXIX XXXII
Non dejó grandes tesoros, Y sus villas y sus tierras,
ni alcanzó muchas riquezas ocupadas de tiranos
ni vajillas; las halló;
mas hizo guerra a los moros mas por cercos y por guerras
ganando sus fortalezas e por fuerza de sus manos
y sus villas; las cobró.
en las lides que venció, Pues nuestro rey natural,
cuántos moros y caballos si de las obras que obró
se perdieron; fue servido,
y en este oficio ganó dígalo el de Portugal,
las rentas e los vasallos y, en Castilla, quien siguió
que le dieron. su partido.
XXX XXXIII
Pues por su honra y estado, Después de puesta la vida
en otros tiempos pasados tantas veces por su ley
al tablero; mundanales,
después de tan bien servida ni con vida deleitable
la corona de su rey donde moran los pecados
verdadero; infernales;
después de tanta hazaña mas los buenos religiosos
a que no puede bastar gánanlo con oraciones
cuenta cierta, y con lloros;
en la su villa de Ocaña los caballeros famosos,
vino la Muerte a llamar con trabajos y aflicciones
a su puerta, contra moros.»
XXXIV XXXVII
diciendo: «Buen caballero, «Y pues vos, claro varón,
dejad el mundo engañoso tanta sangre derramastes
y su halago; de paganos,
vuestro corazón de acero esperad el galardón
muestre su esfuerzo famoso que en este mundo ganastes
en este trago; por las manos;
y pues de vida y salud y con esta confianza
hiciste tan poca cuenta y con la fe tan entera
por la fama; que tenéis,
esfuércese la virtud partid con buena esperanza,
para sufrir esta afrenta que esotra vida tercera
que vos llama.» ganaréis.»
4. Coplas a lo divino
Tras de un amoroso lance Luis de Góngora y Argote
y no de esperanza falto (1561-1627)
volé tan alto, tan alto, – Mientras por competir
que le di a la caza alcance. – De un caminante enfermo que se enamoró
donde fue hospedado
Para que yo alcance diese – La dulce boca
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino 1. Mientras por competir
que de vista me perdiese; Mientras por competir con tu cabello,
y con todo, en este trance, oro bruñido al sol relumbra en vano;
en el vuelo quedé falto; mientras con menosprecio en medio el llano
mas el amor fue tan alto, mira tu blanca frente el lilio bello;
que le di a la caza alcance.
mientras a cada labio, por cogello.
Cuanto más alto subía, siguen más ojos que al clavel temprano;
deslumbróseme la vista, y mientras triunfa con desdén lozano
y la más fuerte conquista del luciente cristal tu gentil cuello:
en escuro se haçia;
mas por ser de amor el lance goza cuello, cabello, labio y frente,
di un ciego e escuro salto, antes que lo que fue en tu edad dorada
y fui tan alto, tan alto, oro, lilio, clavel, cristal luciente,
que le di a la caza alcance.
no sólo en plata o vïola troncada
Cuanto más alto llegaba se vuelva, mas tú y ello juntamente
de este lance tan subido, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en
tanto más bajo y rendido nada.
y abatido me hallaba;
dije: "no habrá quien alcance"; 2. De un caminante enfermo que se enamoró
y abatime tanto, tanto, donde fue hospedado
que fui tan alto, tan alto, Descaminado, enfermo, peregrino,
que le di a la caza alcance. en tenebrosa noche, con pie incierto,
la confusión pisando del desierto,
Por una extraña manera voces en vano dio, pasos sin tino.
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo Repetido latir, si no vecino,
tanto alcanza cuanto espera; distinto oyó de can siempre despierto,
esperé sólo este lance, y en pastoral albergue mal cubierto
y en esperar no fui falto piedad halló, si no halló camino.
áspero, tierno, liberal, esquivo,
Salió el sol, y entre armiños escondida, alentado, mortal, difunto, vivo,
somnolienta beldad con dulce saña leal, traidor, cobarde y animoso:
salteó al no bien sano pasajero:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
pagará el hospedaje con la vida; mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
más le valiera error en la montaña enojado, valiente, fugitivo,
que morir de la suerte que yo muero. satisfecho, ofendido, receloso:
Oye, pastor, pues por amores mueres, Mas ¿cómo me darás el bien que espero?,
no te espante el rigor de mis pecados, si en darme males tan escaso vives
pues tan amigo de rendidos eres. que ¡apenas tengo cuantos males quiero!
¡Oh, bien haya quien los hizo! Muévenme en fin, tu amor, y en tal manera
Porque solamente en ellos que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
de los poderosos grandes y aunque no hubiera infierno, te temiera.
se vengaron los pequeños.
No me tienes que dar porque te quiera,
Fea pintan a la envidia; pues aunque lo que espero no esperara,
yo confieso que la tengo lo mismo que te quiero te quisiera.
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Anónimo
- Soneto a Cristo crucificado (Este es el soliloquio más famoso del drama
español; ocurre al final del primer acto,
Soneto a Cristo crucificado cuando Segismundo piensa en la vida y en su
No me mueve, mi Dios, para quererte suerte.)
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido Sueña el rey que es rey, y vive
para dejar por eso de ofenderte. con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte y este aplauso, que recibe
clavado en una cruz y escarnecido; prestado, en el viento escribe,
muéveme ver tu cuerpo tan herido; y en cenizas le convierte
muévenme tus afrentas y tu muerte. la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
Muévenme en fin, tu amor, y en tal manera viendo que ha de despertar
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, en el sueño de la muerte?
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
Sueña el rico en su riqueza,
No me tienes que dar porque te quiera, que más cuidados le ofrece;
pues aunque lo que espero no esperara, sueña el pobre que padece
lo mismo que te quiero te quisiera. su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
Pedro Calderón de la Barca sueña el que agravia y ofende,
(1600-1681) y en el mundo, en conclusión,
– Cuentan de un sabio, que un día todos sueñan lo que son,
– Monólogo de Segismundo (La vida es aunque ninguno lo entiende.
sueño)
Yo sueño que estoy aquí
1. Cuentan de un sabio destas prisiones cargado,
Cuentan de un sabio, que un día y soñé que en otro estado
tan pobre y mísero estaba, más lisonjero me vi.
que sólo se sustentaba ¿Qué es la vida? Un frenesí.
de unas yerbas que cogía. ¿Qué es la vida? Una ilusión,
«Habrá otro», entre sí decía, una sombra, una ficción,
«más pobre y triste que yo?» y el mayor bien es pequeño:
Y cuando el rostro volvió, que toda la vida es sueño,
halló la respuesta, viendo y los sueños, sueños son.
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
Francisco de Quevedo
2. Soliloquio de Segismundo (1580-1645)
– Don Dinero
– A una nariz porque en las venas de oriente
– Amor constante más allá de la muerte todas las sangres son reales;
– Miré los muros de la patria mía y pues es quien hace iguales
– Conoce la diligencia con que se acerca la al duque y al ganadero,
muerte poderoso caballero
– Ah de la vida, ¿nadie me responde? es don Dinero.
– Fue sueño ayer; mañana será tierra
– Al mosquito de la trompetilla. Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
1. Letrilla: Don Dinero que es lo menos de su casa
Poderoso caballero doña Blanca de Castilla?
es don Dinero. Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
Madre, yo al oro me humillo, poderoso caballero
él es mi amante y mi amado, es don Dinero.
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo; Sus escudos de armas nobles
que pues, doblón o sencillo, son siempre tan principales,
hace todo cuanto quiero, que sin sus escudos reales
poderoso caballero no hay escudos de armas dobles;
es don Dinero. y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
Nace en las Indias honrado poderoso caballero
donde el mundo le acompaña; es don Dinero.
viene a morir en España
y es en Génova enterrado; Por importar en los tratos
y pues quien le trae al lado y dar tan buenos consejos,
es hermoso aunque sea fiero, en las casas de los viejos
poderoso caballero gatos le guardan de gatos;
es don Dinero. y pues él rompe recatos
y ablanda al jüez más severo,
Es galán y es como un oro; poderoso caballero
tiene quebrado el color, es don Dinero.
persona de gran valor,
tan cristiano como moro; Y es tanta su majestad,
pues que da y quita el decoro aunque son sus duelos hartos,
y quebranta cualquier fuero, que con haberle hecho cuartos,
poderoso caballero no pierde su autoridad;
es don Dinero. pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
Son sus padres principales, poderoso caballero
y es de noble descendiente, es don Dinero.
hora a su afán ansioso lisonjera;
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición, mas no, de esotra parte, en la ribera,
que a las caras de un doblón dejará la memoria, en donde ardía:
hacen sus caras baratas; nadar sabe mi llama la agua fría,
y pues hace las bravatas y perder el respeto a ley severa.
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
es don Dinero. venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:
Más valen en cualquier tierra
mirad si es harto sagaz, su cuerpo dejará no su cuidado;
sus escudos en la paz, serán ceniza, mas tendrá sentido;
que rodelas en la guerra; polvo serán, mas polvo enamorado.
y pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero, 4. Miré los muros
poderoso caballero Miré los muros de la patria mía,
es don Dinero. si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
2. A una nariz por quien caduca ya su valentía.
Erase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa, Salíme al campo: vi que el sol bebía
érase una nariz sayón y escriba, los arroyos del hielo desatados,
érase un peje espada muy barbado. y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa, Entré en mi casa: vi que amancillada
érase un elefante boca arriba, de anciana habitación era despojos,
era Ovidio Nasón más narizado. mi báculo más corvo y menos fuerte.
9. No digáis que agotado su tesoro, 10. Porque son, niña, tus ojos
No digáis que agotado su tesoro, Porque son, niña, tus ojos
de asuntos falta, enmudeció la lira; verdes como el mar te quejas;
podrá no haber poetas; pero siempre verdes los tienen las náyades,
habrá poesía. verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
Mientras las ondas de la luz al beso de las hurís del Profeta.
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera. porque tus ojos
Entre sus siete colores crees que la afean:
brillante el iris lo ostenta. pues no lo creas.
Las esmeraldas son verdes, Que, entre las rubias pestañas,
verde el color del que espera junto a las sienes, semejan
y las ondas del océano broches de esmeralda y oro
y el laurel de los poetas. que un blanco armiño sujetan.
Adiós entonces, fama, adiós obras completas, Pero sólo si vuelves –piedras ruinosas, negra
adiós escalinatas hacia Carlos Barral, ceniza despoblada–, pero sólo si vuelves
adiós muchachos, nunca compañeros con los ojos cerrados.
de mi vida (a Dios gracias –y gracias además 15/16-V-83
La segunda mitad del siglo XX
LECCIONES DE HISTORIA era más pertinaz que una sequía
(La larga marcha hacia ninguna parte) de los años 40.
“Tacete unquanco, pallide viole, Tenían -¿cómo no!- las Cinco Vías
e liquidi cristalli e fate senelle: de Tomás, el inmenso aventurero,
ei dice cose, voi dite parole”. tenían los ocasos de Granada, el acorde
(Francesco Berni) de octubre en los hayedos de Zuriza,
tenían a Audrey Hepburn (y a Raquel Welch),
“Una obra de arte que no tenga valor artístico tenían
carecerá de fuerza”. el Cervino, Florencia,
(Mao- Tse- Tung) la Sexta Sinfonía de Beethoven,
el cielo azul -que es cielo y es azul-,
INCIPIT LIBER el silencioso grito de un minuto cualquiera
de la Madre Teresa de Calcuta...
En el nombre de Dios -ojo: no del Gran Todo,
no del Gran Manitú ni el Punto Omega Tropezaban con Dios en cada cosa:
ni del dios (Dios me libre) deseado un niño: Dios; una gaviota: Dios;
y deseante de ciertos camarotes de seda-, una mujer que dice -yo también-:
en el nombre del Padre que fizo toda cosa, Dios; un buen verso: Dios. Pero eran ciegos,
en el nombre del solo sordos, inexplicables,
Dios verdadero, el Dios de los profetas y negaron a Dios como quien niega
hirsutos y los vastos patriarcas, el mar o las manzanas.
el de Inés y Cecilia, 7-X-81
sexo débil más fuerte que todas las legiones,
el Dios que sostenía la sonrisa II
de Tomás Moro bajo el hacha negra, La segunda mitad del siglo XX
el Dios de Louis Pasteur, el de Gaudí, de no tuvo Dios ni dioses, ni siquiera
Chesterton, un poste de colores como Caballo Loco,
de los analfabetos como yo, que ser menos salvaje que hombre blanco.
el Dios de las amebas, de los Tronos
y las Dominaciones, Y vino lo que vino:
del simún y el Museo Británico, comienzo si Dios no existe, el hombre es un fosfato
esta declaración, esta memoria (un fosfato que vota, miren qué delicado).
del desolado tiempo que he vivido.
Si Dios no existe -déjense de bromas-
Que Él ponga en mis palabras una chispa de no existen argumentos contra el horno
Su innombrable fuerza. crematorio, el Gulag, la clínica asesina,
la bomba de neutrones, las Brigadas
5-X-81 Rojas, los Mao-Tse-Tung...
Si Dios no existe ¿quién me dice a mí
I
que no me cague en todos los restantes La segunda mitad del siglo XX
fosfatos? llevó la compasión a un grado alejandrino.
Si Dios no existe, sálvese quien pueda.
Si Dios no existe, el Mandamiento Nuevo Para ayudar al viejo de lentos sufrimientos,
es “jodeos los unos a los otros”. nada tan tierno como asesinarlo.
Considerad, hermanos, con qué fidelidad Para que no haya niños de mirada famélica,
lo cumplió la segunda mitad del siglo XX. eliminar los niños.
6-X-81
Durante la segunda mitad del siglo XX
III el crimen fue la forma más sublime
La segunda mitad del siglo XX de la filantropía.
la humanidad del hombre dimitió. 4-X-81
IX Acto seguido
La segunda mitad del siglo XX una rápida suma, y miren qué sencillo
dijo que la Verdad no era verdad, fue para la segunda mitad del siglo XX
que cada cual con su opinión, y todos el Wahrheitserkenntnisweg.
a ser homini lupus en paz y compañía. 5-X-81