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Antología poética – Mientras por competir

–De un caminante enfermo que se enamoró


ÍNDICE donde fue hospedado
Romances Anónimos –La dulce boca
– Romance del cautivo Lope de Vega (1562-1635)
– Romance del conde Arnaldos – Desmayarse, atreverse
– Romance de Abenámar –Rimas humanas CXCI
– Rey don Sancho... –¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
Marqués de Santillana –Pastor que con tus silvos amorosos
Iñigo López de Mendoza (1398-1458) –A una calavera.
– Serranilla VI (La vaquera de la Finojosa) –Dulce desdén
Juan del Encina (¿1469?-¿1529?) –Un soneto me manda hacer Violante.
–No te tardes –Soledades
–Las cosas que deseamos Anónimo
Jorge Manrique (1440-1479) – Soneto a Cristo crucificado
– Coplas a la muerte de su padre: Calderón de la Barca (1600-1681)
Parte I (I-XIV) Reflexiones sobre la vida – Cuentan de un sabio, que un día
Parte II (XV-XXIV) Ubi sunt? –Monólogo de Segismundo (La vida es sueño)
Parte III (XXV-XL) Elogio a su padre y Francisco de Quevedo (1580-1645)
diálogo con la Muerte – Don Dinero
Garcilaso de la Vega (1501-1536) –A una nariz
– Soneto X ¡Oh dulces prendas, por mi mal –Amor constante más allá de la muerte
halladas! –Miré los muros de la patria mía
–Soneto XXIII En tanto que de rosa y azucena –Conoce la diligencia con que se acerca la
–Soneto XI Hermosas ninfas que, en el río muerte
metidas –Ah de la vida, ¿nadie me responde?
–A Dafne ya los brazos le crecían –Fue sueño ayer; mañana será tierra
–Estoy continuo en lágrimas bañado. –Al mosquito de la trompetilla.
Santa Teresa de Jesús (1515-1582) Tomás de Iriarte
– Nada te turbe – La ignorancia es atrevida
–Vivo sin vivir en mí Espronceda (1808-1842)
Fray Luis de León (1527-1591) – Canción del pirata
– Al salir de la cárcel –Canto a Teresa
–Oda a la vida retirada Bécquer (1836-1870)
–Noche serena – ¿Qué es poesía?
–Oda a Francisco Salinas –Volverán las oscuras golondrinas
San Juan de la Cruz (1542-1591) –¡Los suspiros son aire y van al aire!
– La noche oscura –Del salón en el ángulo oscuro,
–Llama de amor viva –Por una mirada, un mundo,
–Cántico espiritual –Yo soy ardiente, yo soy morena
–Coplas a lo divino –Al brillar un relámpago nacemos
Luis de Góngora y Argote (1561-1627) –Hoy la tierra y los cielos me sonríen
–No digáis que agotado su tesoro – Negra sombra
–Porque son, niña, tus ojos – Adiós ríos, adiós fontes
–Yo me he asomado a las profundas simas León Felipe
–Por una mirada – ¡Qué lástima!
Pablo Neruda Miguel D'Ors
– Poema 20. Puedo escribir los versos más – Es una cosa extraña
tristes esta noche. – Es doloroso estar tras el poema...
Pedro Salinas – Por una muerte
–Perdóname por ir así buscándote – Las tres cantigas
–Como me vas a explicar – Ciudad en mí (Santiago)
–Si me llamaras, sí – Se está apagando el fuego
–Para vivir no quiero – Cerca del fuego
Gerardo Diego – The end
–Brindis – Donde el poeta se despide definitivamente
–Romance del Duero del cotarro
–El ciprés de Silos – Raro asunto
Miguel Hernández – Alalá
– Elegía a Ramón Sijé – Lecciones de historia (La larga marcha hacia
Rafael Alberti ninguna parte)
–El mar, la mar – Toda la verdad sobre Juan Pablo II
–Si mi voz muriera en tierra Carmelo Guillén
–Se equivocó la paloma - De amigos ando bien
–Elegía
Antonio Machado subir
–A un olmo seco. Romances anónimos
–Retrato – Romance del cautivo
–Yo voy soñando caminos – Romance del conde Arnaldos
–Caminante son tus huellas – Romance de Abenámar
Federico García Lorca – Rey don Sancho...
–Romance sonámbulo
–Romance de la luna, luna 1. Romance del cautivo
Juan Ramón Jiménez Que por mayo era por mayo,
–El viaje definitivo cuando hace la calor,
–La carbonerilla quemada cuando los trigos encañan
–El mar lejano y están los campos en flor,
–Poesía pura cuando canta la calandria
–Intelijencia y responde el ruiseñor,
Rubén Darío cuando los enamorados
– Sonatina van a servir al amor.
– A Margarita Debayle sino yo, triste, cuitado,
Rosalía de Castro que vivo en esta prisión,
– Dicen que no hablan que ni sé cuando es de día
ni cuando las noches son, no debe decir mentira.
sino por una avecilla Allí respondiera el moro,
que me cantaba al albor. bien oiréis lo que decía:
Matómela un ballestero, - No te la diré, señor,
dele Dios mal galardón. aunque me cueste la vida,
porque soy hijo de un moro
2. Romance del conde Arnaldos y de una cristiana cautiva,
¡Quién hubiese tal ventura siendo yo niño y muchacho
sobre las aguas del mar, mi madre me lo decía:
como hubo el conde Arnaldos que mentira no dijese,
la mañana de San Juan! que era grande villanía:
Con un falcón en la mano por tanto, pregunta, rey,
la caza iba a cazar; que la verdad te diría.
vio venir una galera - Yo te agradezco, Abenámar,
que a tierra quiere llegar. aquesa tu cortesía.
Las velas traía de seda, ¿Qué castillos son aquellos?
la ejarcia de un cendal, ¡Altos son y relucían!
marinero que la manda - El Alhambra era, señor,
diciendo viene un cantar y la otra la mezquita;
que la mar facía en calma, los otros los Alixares,
los vientos hace amainar; labrados a maravilla.
los peces que andan nel hondo, El moro que los labraba
arriba los hace andar; cien doblas ganaba al día,
las aves que van volando, y el día que no los labra,
nel mástel las faz posar. otras tantas se perdía.
Allí fabló el conde Arnaldos, El otro es Generalife,
bien oiréis lo que dirá: huerta que par no tenía;
- Por Dios teruego, marinero, el otro Torres Bermejas,
dígasme ora ese cantar. castillo de gran valía.
Respondióle el marinero, Allí habló el rey don Juan,
tal respuesta le fue a dar: bien oiréis lo que decía;
- Yo no digo mi canción - Si tú quisieses, Granada,
sino a quien conmigo va contigo me casaría,
daréte en arras y dote
3. Romance de Abenámar a Córdoba y a Sevilla.
- ¡Abenámar, Abenámar, - Casada soy, rey don Juan,
moro de la morería, casada soy, que no viuda;
el día que tú naciste, el moro que a mí me tiene,
grandes señales había! muy grande bien me quería.
Estaba la mar en calma,
la luna estaba crecida; 4. Rey don Sancho,...
moro que en tal signo nace - ¡Rey don Sancho, rey don Sancho!,
no digas que no te aviso, guardando ganado
que de dentro de Zamora con otros pastores,
un alevoso a salido; la vi tan graciosa
llámase Vellido Dolfos, que apenas creyera
hijo de Dolfos Vellido; que fuese vaquera
cuatro traiciones ha hecho, de la Finojosa.
y con esta serán cinco.
Si gran traidor fue su padre, No creo las rosas
mayor traidor es el hijo. de la primavera
Gritos dan en el real. sean tan fermosas
- ¡A don Sancho han malherido! ni de tal manera,
Muerto le ha Vellido Dolfos, fablando sin glosa,
¡gran traición ha cometido! si antes supiera
Desque le tuviera muerto, de aquella vaquera
metiose por un postigo; de la Finojosa.
por las calles de Zamora
va dando voces y gritos: No tanto mirara
- ¡ Tiempo era, doña Urraca, su mucha beldad,
de cumplir lo prometido! porque me dejara
en mi libertad.
Mas dije: «Donosa
El Marqués de Santillana (por saber quién era),
Iñigo López de Mendoza (1398-1458) ¿dónde es la vaquera
- La vaquera de la Finojosa de la Finojosa?»

Serranilla VI. La vaquera de la Finojosa Bien como riendo,


Moza tan fermosa dijo: «Bien vengades;
non vi en la frontera, que ya bien entiendo
como una vaquera lo que demandades:
de la Finojosa. non es deseosa
de amar, nin lo espera,
Faciendo la vía aquesa vaquera
del Calatraveño de la Finojosa.»
a Santa María,
vencido del sueño,
por tierra fragosa Juan del Encina
perdí la carrera, (¿1469?-¿1529?)
do vi la vaquera – No te tardes
de la Finojosa. – Las cosas que deseamos

En un verde prado 1. No te tardes


de rosas y flores, ¡No te tardes que me muero
carcelero,
no te tardes que me muero! Jorge Manrique
(1440-1479)
Apresura tu venida – Coplas a la muerte de su padre
porque no pierda la vida Parte I (I-XIV) Reflexiones sobre la vida
que la fe no está perdida: Parte II (XV-XXIV) Ubi sunt?
carcelero, Parte III (XXV-XL) Elogio a su padre y
¡no te tardes que me muero! diálogo con la Muerte

Sácame de esta cadena, Coplas a la muerte de su padre


que recibo muy gran pena I
pues tu tardar me condena, Recuerde el alma dormida,
carcelero, avive el seso y despierte,
¡no te tardes que me muero! contemplando
cómo se pasa la vida;
La primera vez que me viste, cómo se viene la muerte
sin lo sentir me venciste; tan callando;
suéltame pues me prendiste, cuán presto se va el placer;
carcelero, cómo, después de acordado,
¡no te tardes que me muero! da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
La llave para soltarme cualquiera tiempo pasado
he de ser galardonarme, fue mejor.
prometiendo no olvidarme,
carcelero, II
¡no te tardes que me muero! Pues si vemos lo presente,
cómo en un punto se es ido
2. Las cosas que deseamos y acabado,
Las cosas que deseamos si juzgamos sabiamente,
tarda o nunca las habemos, daremos lo no venido
y las que menos queremos por pasado.
más presto las alcanzamos. No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
Porque fortuna desvía lo que espera
aquello que nos aplace, más que duró lo que vio,
mas lo que pesar nos hace pues que todo ha de pasar
ella mesma nos lo guía: por tal manera.
así por lo que penamos
alcanzar no lo podemos, III
y lo que menos queremos Nuestras vidas son los ríos
muy más presto lo alcanzamos. que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos como debemos,
derechos a se acabar porque, según nuestra fe,
y consumir; es para ganar aquél
allí los ríos caudales, que atendemos.
allí los otros medianos Aun aquel Hijo de Dios
y más chicos, para subirnos al Cielo
allegados, son iguales descendió
los que viven por sus manos a nacer acá entre nos,
y los ricos. y a vivir en este suelo
do murió.
INVOCACIÓN
IV VII
Dejo las invocaciones Si fuese en nuestro poder
de los famosos poetas hacer la cara hermosa
y oradores; corporal,
nón curo de sus ficciones, como podemos hacer
que traen yerbas secretas el alma tan glorïosa
sus sabores. angelical,
Aquél sólo me encomiendo, ¡que diligencia tan viva
Aquél sólo invoco yo tuviéramos toda hora,
de verdad, y tan presta,
que en este mundo viviendo, en componer la cativa
el mundo no conoció dejándonos la señora
su deidad. descompuesta!

V VIII
Este mundo es el camino Ved de cuán poco valor
para el otro, que es morada son las cosas tras que andamos
sin pesar; y corremos,
mas cumple tener buen tino que, en este mundo traidor,
para andar esta jornada aun primero que muramos
sin errar. las perdemos.
Partimos cuando nacemos, De ellas deshace la edad,
andamos mientras vivimos, dellas casos desastrados
y llegamos que acaecen,
al tiempo que feneçemos; dellas, por su calidad,
así que cuando morimos, en los más altos estados
descansamos. desfallecen.

VI IX
Este mundo bueno fue Decidme: La hermosura
si bien usásemos de él la gentil frescura y tez
de la cara, con su dueño:
la color y la blancura, por eso no nos engañen,
cuando viene la vejez, pues se va la vida apriesa
¿cuál se para? como sueño.
Las mañas e ligereza y los deleites de acá
y la fuerza corporal son, en que nos deleitamos,
de juventud, temporales,
todo se torna graveza y los tormentos de allá,
cuando llega el arrabal que por ellos esperamos,
de senectud. eternales.

X XIII
Pues la sangre de los godos Los placeres y dulzores
y el linaje y la nobleza de esta vida trabajada
tan crecida, que tenemos,
¡por cuántas vías e modos no son sino corredores,
se pierde su gran alteza y la muerte, la celada
en esta vida! en que caemos.
Unos, por poco valer, No mirando a nuestro daño,
por cuán bajos y abatidos corremos a rienda suelta
que los tienen; sin parar;
otros que, por no tener, desque vemos el engaño
con oficios no debidos y queremos dar la vuelta
se mantienen. no hay lugar.

XI XIV
Los estados y riqueza, Esos reyes poderosos
que nos dejan a deshora que vemos por escrituras
¿quién lo duda?, ya pasadas
no les pidamos firmeza, con casos tristes, llorosos,
pues que son de una señora; fueron sus buenas venturas
que se muda, trastornadas;
que bienes son de Fortuna así, que no hay cosa fuerte,
que revuelven con su rueda que a papas y emperadores
presurosa, y prelados,
la cual no puede ser una así los trata la muerte
ni estar estable ni queda como a los pobres pastores
en una cosa. de ganados.

XII XV
Pero digo c'acompañen Dejemos a los troyanos,
y lleguen fasta la fuessa que sus males non los vimos,
ni sus glorias; alcanzaba!
dejemos a los romanos, ¡Cuán blando, cuán halaguero
aunque oímos e leímos el mundo con sus placeres
sus historias; se le daba!
non curemos de saber Mas verás cuán enemigo,
lo de aquel siglo pasado cuán contrario, cuán cruel
qué fue de ello; se le mostró;
vengamos a lo de ayer, habiéndole sido amigo,
que también es olvidado ¡cuán poco duró con él
como aquello. lo que le dio!

XVI XIX
¿Qué se hizo el rey don Juan? Las dádivas desmedidas,
Los Infantes de Aragón los edificios reales
¿qué se hicieron? llenos de oro,
¿Qué fue de tanto galán, las vajillas tan fabridas
¿qué de tanta invención los enroques e reales
que trajeron? del tesoro,
¿Fueron sino devaneos, los jaeces, los caballos
qué fueron sino verduras de sus gentes e atavíos
de las eras, tan sobrados
las justas y los torneos, ¿dónde iremos a buscallos?;
paramentos, bordaduras ¿qué fueron sino rocíos
e cimeras? de los prados?

XVII XX
¿Qué se hicieron las damas, Pues su hermano el inocente
sus tocados y vestidos que en su vida sucesor
sus olores? se llamó
¿Qué se hicieron las llamas ¡qué corte tan excelente
de los fuegos encendidos tuvo, e cuánto gran señor
de amadores le siguió!
¿Qué se hizo aquel trovar, Mas, como fuese mortal,
las músicas acordadas metióle la Muerte luego
que tañían? en su fragua.
¿Qué se hizo aquel danzar, ¡Oh jüicio divinal!,
aquellas ropas chapadas cuando más ardía el fuego,
que traían? echaste agua.

XVIII XXI
Pues el otro, su heredero Pues aquel gran Condestable
don Enrique, ¡qué poderes maestre que conocimos
tan privado, y banderas,
non cumple que de él se hable, los castillos impugnables,
mas sólo cómo lo vimos los muros e balüartes
degollado. y barreras,
Sus infinitos tesoros, la cava honda, chapada,
sus villas y sus lugares, o cualquier otro reparo,
su mandar, ¿qué aprovecha?
¿qué le fueron sino lloros?, Cuando tú vienes airada,
¿qué fueron sino pesares todo lo pasas de claro
al dejar? con tu flecha.

XXII XXV
Y los otros dos hermanos, Aquel de buenos abrigo,
maestres tan prosperados amado, por virtuoso,
como reyes, de la gente,
que a los grandes e medianos el maestre don Rodrigo
trajeron tan sojuzgados Manrique, tanto famoso
a sus leyes; y tan valiente;
aquella prosperidad sus hechos grandes y claros
que en tan alto fue subida non cumple que los alabe,
y ensalzada, pues los vieron;
¿qué fue sino claridad ni los quiero hacer caros,
que cuando más encendida pues que el mundo todo sabe
fue amatada? cuáles fueron.

XXIII XXVI
Tantos duques excelentes, Amigo de sus amigos,
tantos marqueses y condes ¡qué señor para criados
y varones y parientes!
como vimos tan potentes, ¡Qué enemigo de enemigos!
di, Muerte, ¿dó los escondes, ¡Qué maestro de esforzados
y traspones? y valientes!
Y las sus claras hazañas ¡Qué seso para discretos!
que hicieron en las guerras ¡Qué gracia para donosos!
y en las paces, ¡Qué razón!
cuando tú, cruda, te ensañas, ¡Qué benigno a los sujetos!
con tu fuerza las atierras ¡A los bravos y dañosos,
e deshaces. qué león!

XXIV XXVII
Las huestes innumerables, En ventura, Octavïano;
los pendones, estandartes Julio César en vencer
y batallar; ¿cómo se hubo?
en la virtud, Africano; Quedando desamparado,
Aníbal en el saber con hermanos y criados
y trabajar; se sostuvo.
en la bondad, un Trajano, Después que fechos famosos
Tito en liberalidad hizo en esta misma guerra
con alegría; que hacía,
en su brazo, Aureliano; hizo tratos tan honrosos
Marco Atilio en la verdad que le dieron aun más tierra
que prometía. que tenía.

XXVIII XXXI
Antoño Pío en clemencia; Estas sus viejas historias
Marco Aurelio en igualdad que con su brazo pintó
del semblante; en juventud,
Adriano en la elocuencia; con otras nuevas victorias
Teodosio en humanidad agora las renovó
y buen talante. en senectud.
Aurelio Alexandre fue Por su gran habilidad,
en disciplina y rigor por méritos y ancianía
de la guerra; bien gastada,
un Constantino en la fe, alcanzó la dignidad
Camilo en el gran amor de la gran Caballería
de su tierra. del Espada.

XXIX XXXII
Non dejó grandes tesoros, Y sus villas y sus tierras,
ni alcanzó muchas riquezas ocupadas de tiranos
ni vajillas; las halló;
mas hizo guerra a los moros mas por cercos y por guerras
ganando sus fortalezas e por fuerza de sus manos
y sus villas; las cobró.
en las lides que venció, Pues nuestro rey natural,
cuántos moros y caballos si de las obras que obró
se perdieron; fue servido,
y en este oficio ganó dígalo el de Portugal,
las rentas e los vasallos y, en Castilla, quien siguió
que le dieron. su partido.

XXX XXXIII
Pues por su honra y estado, Después de puesta la vida
en otros tiempos pasados tantas veces por su ley
al tablero; mundanales,
después de tan bien servida ni con vida deleitable
la corona de su rey donde moran los pecados
verdadero; infernales;
después de tanta hazaña mas los buenos religiosos
a que no puede bastar gánanlo con oraciones
cuenta cierta, y con lloros;
en la su villa de Ocaña los caballeros famosos,
vino la Muerte a llamar con trabajos y aflicciones
a su puerta, contra moros.»

XXXIV XXXVII
diciendo: «Buen caballero, «Y pues vos, claro varón,
dejad el mundo engañoso tanta sangre derramastes
y su halago; de paganos,
vuestro corazón de acero esperad el galardón
muestre su esfuerzo famoso que en este mundo ganastes
en este trago; por las manos;
y pues de vida y salud y con esta confianza
hiciste tan poca cuenta y con la fe tan entera
por la fama; que tenéis,
esfuércese la virtud partid con buena esperanza,
para sufrir esta afrenta que esotra vida tercera
que vos llama.» ganaréis.»

XXXV Responde el Maestre:


«Non se vos haga tan amarga XXXVIII
la batalla temerosa «No tengamos tiempo ya
que esperáis, en esta vida mezquina
pues otra vida más larga por tal modo,
de la fama glorïosa que mi voluntad está
acá dejáis. conforme con la divina
Aunque esta vida de honor para todo;
tampoco no es eternal y consiento en mi morir
ni verdadera; con voluntad placentera,
mas, con todo, es muy mejor clara y pura,
que la otra temporal, que querer hombre vivir
perecedera.» cuando Dios quiere que muera,
es locura.»
XXXVI
«El vivir que es perdurable Del Maestre a Jesús:
no se gana con estados XXXIX
«Tú que, por nuestra maldad, dulces y alegres cuando Dios quería!
tomaste forma servil Juntas estáis en la memoria mía,
y bajo nombre; y con ella en mi muerte conjuradas.
Tú, que a tu divinidad
juntaste cosa tan vil ¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
como es el hombre; horas en tanto bien por vos me vía,
Tú, que tan grandes tormentos que me habíais de ser en algún día
sufriste sin resistencia con tan grave dolor representadas?
en tu persona,
no por mis merecimientos, Pues en un hora junto me llevastes
mas por tu sola clemencia todo el bien que por términos me distes,
me perdona»". llevadme junto el mal que me dejastes.

FIN Si no, sospecharé que me pusistes


XL en tantos bienes porque deseastes
Así, con tal entender, verme morir entre memorias tristes.
todos sentidos humanos
conservados, 2. Soneto XXIII
cercado de su mujer En tanto que de rosa y azucena
y de sus hijos y hermanos se muestra la color en vuestro gesto,
y criados, y que vuestro mirar ardiente, honesto,
dio el alma a quien se la dio enciende al corazón y lo refrena;
(el cual la ponga en el cielo
en su gloria), y en tanto que el cabello, que en la vena
que aunque la vida perdió del oro se escogió, con vuelo presto,
dejónos harto consuelo por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
su memoria. el viento mueve, esparce y desordena:

coged de vuestra alegre primavera


Garcilaso de la Vega el dulce fruto, antes que el tiempo airado
(1501-1536) cubra de nieve la hermosa cumbre;
– Soneto X ¡Oh dulces prendas, por mi mal
halladas! marchitará la rosa el viento helado.
– Soneto XXIII En tanto que de rosa y Todo lo mudará la edad ligera
azucena por no hacer mudanza en su costumbre.
– Soneto XI Hermosas ninfas que, en el río
metidas 3. Soneto XI
– A Dafne ya los brazos le crecían Hermosas ninfas que, en el rio metidas,
– Estoy continuo en lágrimas bañado. contentas habitáis en las moradas
de relucientes piedras fabricadas
1. Soneto X y en columnas de vidrio sostenidas;
¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
agora estéis labrando embebecidas, desmayo viendo atrás lo que he dejado;
o tejiendo las telas delicadas;
agora unas con otras apartadas, si a subir pruebo en la dificil cumbre,
contándoos los amores y las vidas; a cada paso espántanme en la vía,
ejemplos tristes de los que han caído.
dejad un rato la labor, alzando
vuestras rubias cabezas a mirarme, Y sobre todo fáltame la lumbre
y no os detendréis mucho según ando; de la esperanza, con que andar solía
por la oscura región de vuestro olvido.
que o no podréis de lástima escucharme,
o convertido en agua aquí llorando,
podréis allá de espacio consolarme. Santa Teresa de Jesús
(1515-1582)
4. A Dafne ya los brazos le crecían, – Nada te turbe
A Dafne ya los brazos le creían, – Vivo sin vivir en mí
y en luengos ramos vueltos se mostraba;
en verdes hojas vi que se tornaban 1. Nada te turbe
los cabellos que al oro oscurecían. (Letrilla que llevaba por registro en su
breviario)
De áspera corteza se cubrían Nada te turbe;
los tiernos miembros, que aún bullendo nada te espante;
estaban: todo se pasa;
los blandos pies en tierra se hincaban, Dios no se muda,
y en torcidas raíces se volvían. la pacïencia
todo lo alcanza.
Aquel que fue la causa de tal daño, Quien a Dios tiene,
a fuerza de llorar crecer hacía nada le falta.
este árbol que con lágrimas regaba. Solo Dios basta.

¡Oh miserable estado! ¡oh mal tamaño! 2. Vivo sin vivir en mí


¡Que con llorarla crezca cada día Vivo sin vivir en mí,
la causa y la razón porque lloraba! y de tal manera espero,
que muero porque no muero.
5. Soneto
Estoy continuo en lágrimas bañado, Vivo ya fuera de mí
rompiendo el aire siempre con suspiros; después que muero de amor;
y más me duele nunca osar deciros porque vivo en el Señor,
que he llegado por vos a tal estado; que me quiso para sí;
cuando el corazón le di
que viéndome do estoy, y lo que he andado puse en él este letrero:
por el camino estrecho de seguiros, que muero porque no muero.
si me quiero tornar para huiros,
Esta divina prisión hasta que esta vida muera,
del amor con que yo vivo no se goza estando viva.
ha hecho a Dios mi cautivo, Muerte, no me seas esquiva;
y libre mi corazón; viva muriendo primero,
y causa en mí tal pasión que muero porque no muero.
ver a Dios mi prisionero,
que muero porque no muero. Vida, ¿qué puedo yo darle
a mi Dios, que vive en mí,
¡Ay, qué larga es esta vida! si no es el perderte a ti
¡Qué duros estos destierros, para mejor a Él gozarle?
esta cárcel, estos hierros Quiero muriendo alcanzarle,
en que el alma está metida! pues tanto a mi Amado quiero,
Sólo esperar la salida que muero porque no muero.
me causa dolor tan fiero,
que muero porque no muero.
Fray Luis de León
¡Ay, qué vida tan amarga (1527-1591)
do no se goza el Señor! – Al salir de la cárcel
Porque si es dulce el amor, – Oda a la vida retirada
no lo es la esperanza larga. – Noche serena
Quíteme Dios esta carga, – Oda a Francisco Salinas
más pesada que el acero,
que muero porque no muero. 1. Al salir de la cárcel
Aquí la envidia y mentira
Sólo con la confianza me tuvieron encerrado.
vivo de que he de morir, Dichoso el humilde estado
porque muriendo, el vivir del sabio que se retira
me asegura mi esperanza. de aqueste mundo malvado,
Muerte do el vivir se alcanza, y con pobre mesa y casa,
no te tardes, que te espero, en el campo deleitoso
que muero porque no muero. con sólo Dios se compasa,
y a solas su vida pasa,
Mira que el amor es fuerte, ni envidiado ni envidioso.
vida, no me seas molesta;
mira que sólo te resta, 2. Vida retirada
para ganarte, perderte. ¡Qué descansada vida
Venga ya la dulce muerte, la del que huye el mundanal ruïdo
el morir venga ligero, y sigue la escondida
que muero porque no muero. senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
Aquella vida de arriba
es la vida verdadera; Que no le enturbia el pecho
de los soberbios grandes el estado, por mi mano plantado tengo un huerto,
ni del dorado techo que con la primavera
se admira, fabricado de bella flor cubierto,
del sabio moro, en jaspes sustentado. ya muestra en esperanza el fruto cierto.

No cura si la fama Y como codiciosa


canta con voz su nombre pregonera, de ver y acrecentar su hermosura,
ni cura si encarama desde la cumbre airosa
la lengua lisonjera una fontana pura
lo que condena la verdad sincera. hasta llegar corriendo se apresura.

¿Qué presta a mi contento Y luego sosegada


si soy del vano dedo señalado, el paso entre los árboles torciendo,
si en busca de este viento el suelo de pasada
ando desalentado de verdura vistiendo,
con ansias vivas y mortal cuidado? y con diversas flores va esparciendo.

¡Oh campo, oh monte, oh río! El aire el huerto orea,


¡Oh secreto seguro deleitoso! y ofrece mil olores al sentido,
roto casi el navío, los árboles menea
a vuestro almo reposo con un manso ruïdo,
huyo de aqueste mar tempestuoso. que del oro y del cetro pone olvido.

Un no rompido sueño, Ténganse su tesoro


un día puro, alegre, libre quiero; los que de un flaco leño se confían:
no quiero ver el ceño no es mío ver al lloro
vanamente severo de los que desconfían
de quien la sangre ensalza o el dinero. cuando el cierzo y el ábrego porfían.

Despiértenme las aves La combatida antena


con su cantar süave no aprendido, cruje, y en ciega noche el claro día
no los cuidados graves se torna; al cielo suena
de que es siempre seguido confusa vocería,
quien al ajeno abritrio está atenido. y la mar enriquecen a porfía.

Vivir quiero conmigo, A mí una pobrecilla


gozar quiero del bien que debo al cielo mesa, de amable paz bien abastada
a solas, sin testigo, me baste, y la vajilla
libre de amor, de celo, de fino oro labrada,
de odio, de esperanzas, de recelo. sea de quien la mar no teme airada.

Del monte en la ladera Y mientras miserable-


mente se están los otros abrasando «¡Ay!, despertad, mortales!
en sed insacïable Mirad con atención en vuestro daño.
del no durable mando, ¿Las almas inmortales,
tendido yo a la sombra esté cantando. hechas a bien tamaño,
podrán vivir de sombra y sólo engaño?
A la sombra tendido
de yedra y lauro eterno coronado, «¡Ay!, levantad los ojos
puesto el atento oído a aquella celestial eterna esfera:
al son dulce, acordado, burlaréis los antojos
del plectro sabiamente meneado. de aquesta lisonjera
vida, con cuanto teme y cuanto espera.
3. Noche serena
Cuando contemplo el cielo «¿Es más que un breve punto
de innumerables luces adornado, el bajo y torpe suelo, comparado
y miro hacia el suelo, con aquel gran trasunto,
de noche rodeado, do vive mejorado
en sueño y en olvido sepultado, lo que es, lo que será, lo que ha pasado?

el amor y la pena «Quien mira el gran concierto


despiertan en mi pecho un ansia ardiente; de aquellos resplandores eternales,
despiden larga vena su movimiento cierto,
los ojos hechos fuente; sus pasos desiguales,
la lengua dice al fin con voz doliente: y en proporción concorde tan iguales:

«Morada de grandeza, «la luna cómo mueve


templo de claridad y de hermosura: la plateada rueda, y va en pos de ella
mi alma que a tu alteza la luz do el saber llueve,
nació, ¿qué desventura y la graciosa estrella
la tiene en esta cárcel, baja, oscura? de Amor la sigue reluciente y bella;

«¿Qué mortal desatino «y cómo otro camino


de la verdad aleja ansí el sentido, prosigue el sanguinoso Marte airado,
que de tu bien divino y el Júpiter benino,
olvidado, perdido, de bienes mil cercado,
sigue la vana sombra, el bien fingido? serena el cielo con su rayo amado.

«El hombre está entregado «Rodéase en la cumbre


al sueño, de su suerte no cuidando, Saturno, padre de los siglos de oro;
y con paso callado tras él la muchedumbre
el cielo, vueltas dando, del reluciente coro
las horas del vivir le va hurtando. su luz va repartiendo y su tesoro.»
¿Quién es el que esto mira, la belleza caduca, engañadora.
y precia la bajeza de la tierra,
y no gime y suspira Traspasa el aire todo
por romper lo que encierra hasta llegar a la más alta esfera,
el alma, y de estos bienes la destierra? y oye allí otro modo
de no perecedera
Aquí vive el contento, música, que es de todas la primera.
aquí reina la paz; aquí, asentado Ve cómo el gran maestro,
en rico y alto asiento a aquesta inmensa cítara aplicado,
está el Amor sagrado, con movimiento diestro
de glorias y deleites rodeado. produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.
Inmensa hermosura
aquí se muestra toda, y resplandece Y como está compuesta
clarísma luz pura de números concordes, luego envía
que jamás anochece: consonante respuesta;
eterna primavera aquí florece. y entrambas a porfía
mezclan una dulcísima armonía.
¡Oh, campos verdaderos!
¡Oh, prados con verdad frescos y amenos! Aquí la alma navega
¡Riquísimos mineros! por un mar de dulzura, y finalmente
¡Oh, deleitosos senos! en él ansí se anega
¡Repuestos valles, de mil bienes llenos! que ningún accidente
extraño y peregrino oye o siente.
4. Oda a Francisco Salinas (Catedrático de
Música de la Universidad de Salamanca) ¡Oh, desmayo dichoso!
El aire se serena ¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
y viste de hermosura y luz no usada, ¡Durase en tu reposo,
Salinas, cuando suena sin ser restituido
la música extremada, jamás a aqueste bajo y vil sentido!
por vuestra sabia mano gobernada; A aqueste bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
a cuyo son divino amigos a quien amo
mi alma, que en olvido está sumida, sobre todo tesoro;
torna a cobrar el tino que todo lo demás es triste lloro.
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida. ¡Oh! suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
Y como se conoce, por quien al bien divino
en suerte y pensamientos se mejora; despiertan los sentidos
el oro desconoce, quedando a lo demás amortecidos.
que el vulgo ciego adora,
amada en el amado transformada!
San Juan de la Cruz
(1542-1591) El mi pecho florido,
– La noche oscura que entero para él solo se guardaba,
– Llama de amor viva allí quedó dormido,
– Cántico espiritual y yo le regalaba,
– Coplas a lo divino y el ventalle de cedros aire daba.

1. La noche oscura El aire de la almena,


(Canciones del alma que se goza de haber cuando yo sus cabellos esparcía,
llegado al alto estado de la perfección, que es con su mano serena
la unión con Dios, por el camino de la en mi cuello hería,
negación espiritual). y todos mis sentidos suspendía.

En una noche oscura, Quedeme y olvideme,


con ansias en amores inflamada, el rostro recliné sobre el amado,
(¡oh dichosa ventura!) cesó todo, y dejeme,
salí sin ser notada, dejando mi cuidado
estando ya mi casa sosegada. entre las azucenas olvidado.

A oscuras y segura, 2. Llama de amor viva


por la secreta escala disfrazada, ¡O llama de amor viva
(¡oh dichosa ventura!) que tiernamente hieres
a oscuras y en celada, de mi alma en el más profundo centro!
estando ya mi casa sosegada. Pues ya no eres esquiva
acaba ya si quieres,
En la noche dichosa, ¡rompe la tela de este dulce encuentro!
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa, ¡O cauterio süave!
sin otra luz ni guía ¡O regalada llaga!
sino la que en el corazón ardía. ¡O mano blanda! ¡O toque delicado
que a vida eterna sabe
Aquesta me guïaba y toda deuda paga!
más cierta que la luz del mediodía, Matando, muerte en vida has trocado.
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía, ¡O lámparas de fuego
en parte donde nadie parecía. en cuyos resplandores
las profundas cavernas del sentido,
¡Oh noche que me guiaste!, que estaba oscuro y ciego,
¡oh noche amable más que el alborada!, con estraños primores
¡oh noche que juntaste color y luz dan junto a su querido!
amado con amada,
¡Cuán manso y amoroso Esposa:
recuerdas en mi seno ¡Ay, quién podrá sanarme!
donde secretamente solo moras, Acaba de entregarte ya de vero;
y en tu aspirar sabroso no quieras enviarme
de bien y gloria lleno, de hoy más ya mensajero,
cuán delicadamente me enamoras! que no saben decirme lo que quiero.

3. Cántico espiritual Y todos cantos vagan,


Canciones entre el alma y el esposo de ti me van mil gracias refiriendo.
Esposa: Y todos más me llagan,
¿Adónde te escondiste, y déjame muriendo
amado, y me dejaste con gemido? un no sé qué quedan balbuciendo.
Como el ciervo huiste,
habiéndome herido; Mas ¿cómo perseveras,
salí tras ti, clamando, y eras ido. oh vida, no viviendo donde vives,
y haciendo, porque mueras,
Pastores, los que fuerdes las flechas que recibes,
allá, por las majadas, al otero, de lo que del amado en ti concibes?
si por ventura vierdes
aquél que yo más quiero, ¿Por qué, pues has llagado
decidle que adolezco, peno y muero. aqueste corazón, no le sanaste?
Y pues me le has robado,
Buscando mis amores, ¿por qué así le dejaste,
iré por esos montes y riberas; y no tomas el robo que robaste?
ni cogeré las flores,
ni temeré las fieras, Apaga mis enojos,
y pasaré los fuertes y fronteras. pues que ninguno basta a deshacellos,
y véante mis ojos,
(Pregunta a las Criaturas) pues eres lumbre dellos,
¡Oh bosques y espesuras, y sólo para ti quiero tenellos.
plantadas por la mano del amado!
¡Oh prado de verduras, ¡Oh cristalina fuente,
de flores esmaltado, si en esos tus semblantes plateados,
decid si por vosotros ha pasado! formases de repente
los ojos deseados,
(Respuesta de las Criaturas) que tengo en mis entrañas dibujados!
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura, ¡Apártalos, amado,
y yéndolos mirando, que voy de vuelo!
con sola su figura
vestidos los dejó de hermosura. Esposo:
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado y todo mi caudal, en su servicio;
por el otero asoma, ya no guardo ganado,
al aire de tu vuelo, y fresco toma. ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
Esposa:
¡Mi amado, las montañas, Pues ya si en el ejido
los valles solitarios nemorosos, de hoy más no fuere vista ni hallada,
las ínsulas extrañas, diréis que me he perdido;
los ríos sonorosos, que andando enamorada,
el silbo de los aires amorosos; me hice perdidiza, y fui ganada.

la noche sosegada, De flores y esmeraldas,


en par de los levantes de la aurora, en las frescas mañanas escogidas,
la música callada, haremos las guirnaldas
la soledad sonora, en tu amor florecidas,
la cena que recrea y enamora; y en un cabello mío entretejidas:

nuestro lecho florido, en sólo aquel cabello


de cuevas de leones enlazado, que en mi cuello volar consideraste;
en púrpura tendido, mirástele en mi cuello,
de paz edificado, y en él preso quedaste,
de mil escudos de oro coronado! y en uno de mis ojos te llagaste.

A zaga de tu huella, Cuando tú me mirabas,


las jóvenes discurran al camino; tu gracia en mí tus ojos imprimían;
al toque de centella, por eso me adamabas,
al adobado vino, y en eso merecían
emisiones de bálsamo divino. los míos adorar lo que en ti vían.

En la interior bodega No quieras despreciarme,


de mi amado bebí, y cuando salía, que si color moreno en mí hallaste,
por toda aquesta vega, ya bien puedes mirarme,
ya cosa no sabía después que me miraste,
y el ganado perdí que antes seguía. que gracia y hermosura en mí dejaste.

Allí me dio su pecho, Cogednos las raposas,


allí me enseñó ciencia muy sabrosa, que está ya florecida nuestra viña,
y yo le di de hecho en tanto que de rosas
a mí, sin dejar cosa; hacemos una piña,
allí le prometí de ser su esposa. y no parezca nadie en la montiña.

Mi alma se ha empleado, Deténte, cierzo muerto;


ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto, Esposo:
y corran sus olores, La blanca palomica
y pacerá el amado entre las flores. al arca con el ramo se ha tornado,
y ya la tortolica
Esposo: al socio deseado
Entrado se ha la esposa en las riberas verdes ha hallado.
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa, En soledad vivía,
el cuello reclinado y en soledad he puesto ya su nido,
sobres los dulces brazos del amado. y en soledad la guía
a solas su querido,
Debajo del manzano, también en soledad de amor herido.
allí conmigo fuiste desposada,
allí te di al mano, Esposa:
y fuiste reparada Gocémonos, amado,
donde tu madre fuera violada. y vámonos a ver en tu hermosura
al monte o al collado
O vos, aves ligeras, do mana el agua pura;
leones, ciervos, gamos saltadores, entremos más adentro en la espesura.
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores Y luego a las subidas
y miedos de las noches veladores, cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
por las amenas liras y allí nos entraremos,
y canto de serenas os conjuro y el mosto de granadas gustaremos.
que cesen vuestras iras
y no toquéis al muro, Allí me mostrarías
porque la esposa duerma más seguro. aquello que mi alma pretendía,
y luego me darías
Esposa: allí tú, vida mía,
Oh ninfas de Judea, aquello que me diste el otro día:
en tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea, el aspirar del aire,
morá en los arrabales, el canto de la dulce filomena,
y no queráis tocar nuestros umbrales. el soto y su donaire,
en la noche serena
Escóndete, carillo, con llama que consume y no da pena;
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo; que nadie lo miraba,
mas mira las compañas Aminadab tampoco parecía,
de la que va por ínsulas extrañas. y el cerco sosegaba,
y la caballería pues fui tan alto, tan alto,
a vista de las aguas descendía. que le di a la caza alcance.

4. Coplas a lo divino
Tras de un amoroso lance Luis de Góngora y Argote
y no de esperanza falto (1561-1627)
volé tan alto, tan alto, – Mientras por competir
que le di a la caza alcance. – De un caminante enfermo que se enamoró
donde fue hospedado
Para que yo alcance diese – La dulce boca
a aqueste lance divino,
tanto volar me convino 1. Mientras por competir
que de vista me perdiese; Mientras por competir con tu cabello,
y con todo, en este trance, oro bruñido al sol relumbra en vano;
en el vuelo quedé falto; mientras con menosprecio en medio el llano
mas el amor fue tan alto, mira tu blanca frente el lilio bello;
que le di a la caza alcance.
mientras a cada labio, por cogello.
Cuanto más alto subía, siguen más ojos que al clavel temprano;
deslumbróseme la vista, y mientras triunfa con desdén lozano
y la más fuerte conquista del luciente cristal tu gentil cuello:
en escuro se haçia;
mas por ser de amor el lance goza cuello, cabello, labio y frente,
di un ciego e escuro salto, antes que lo que fue en tu edad dorada
y fui tan alto, tan alto, oro, lilio, clavel, cristal luciente,
que le di a la caza alcance.
no sólo en plata o vïola troncada
Cuanto más alto llegaba se vuelva, mas tú y ello juntamente
de este lance tan subido, en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en
tanto más bajo y rendido nada.
y abatido me hallaba;
dije: "no habrá quien alcance"; 2. De un caminante enfermo que se enamoró
y abatime tanto, tanto, donde fue hospedado
que fui tan alto, tan alto, Descaminado, enfermo, peregrino,
que le di a la caza alcance. en tenebrosa noche, con pie incierto,
la confusión pisando del desierto,
Por una extraña manera voces en vano dio, pasos sin tino.
mil vuelos pasé de un vuelo,
porque esperanza de cielo Repetido latir, si no vecino,
tanto alcanza cuanto espera; distinto oyó de can siempre despierto,
esperé sólo este lance, y en pastoral albergue mal cubierto
y en esperar no fui falto piedad halló, si no halló camino.
áspero, tierno, liberal, esquivo,
Salió el sol, y entre armiños escondida, alentado, mortal, difunto, vivo,
somnolienta beldad con dulce saña leal, traidor, cobarde y animoso:
salteó al no bien sano pasajero:
no hallar fuera del bien centro y reposo,
pagará el hospedaje con la vida; mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
más le valiera error en la montaña enojado, valiente, fugitivo,
que morir de la suerte que yo muero. satisfecho, ofendido, receloso:

3. La dulce boca huir el rostro al claro desengaño,


La dulce boca que a gustar convida beber veneno por licor süave,
un humor entre perlas destilado, olvidar el provecho, amar el daño:
y a no invidiar aquel licor sagrado
que a Júpiter ministra el garzón de Ida, creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡amantes! no toquéis si queréis vida: ¡esto es amor! quien lo probó lo sabe.
porque entre un labio y otro colorado
Amor está de su veneno armado, 2. Rimas humanas CXCI
cual entre flor y flor sierpe escondida. Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
No os engañen las rosas que al Aurora su vida suele ser y su regalo,
diréis que aljofaradas y olorosas su muerte suele ser y su veneno.
se le cayeron del purpúreo seno.
Cielo a los ojos cándido y sereno,
Manzanas son de Tántalo y no rosas, que muchas veces al infierno igualo,
que después huyen dél que incitan ahora por raro al mundo su valor señalo
y sólo del Amor queda el veneno. por falso al hombre su rigor condeno.

Ella nos da su sangre, ella nos cría,


Lope de Vega no ha hecho el cielo cosa más ingrata;
(1562-1635) es un ángel, y a veces una arpía.
– Desmayarse, atreverse
– Rimas humanas CXCI Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
– ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras? y es la mujer, al fin, como sangría,
– Pastor que con tus silvos amorosos que a veces da salud y a veces mata.
– A una calavera.
– Dulce desdén 3. ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
– Un soneto me manda hacer Violante. ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
– Soledades ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío
que a mi puerta, cubierto de rocío,
1. Desmayarse pasas las noches del invierno escuras?
Desmayarse, atreverse, estar furioso,
¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
pues no te abrí! ¡Qué estraño desvarío Aquí la estimativa que tenía
si de mi ingratitud el yelo frío el principio de todo movimiento,
secó las llagas de tus plantas puras! aquí de las potencias la armonía.

¡Cuántas veces el ángel me decía: ¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!


Alma, asómate agora a la ventana, Donde tan alta presunción vivía,
verás con cuánto amor llamar porfía! desprecian los gusanos aposento.

¡Y cuántas, hermosura soberana: 6. Dulce desdén


Mañana le abriremos –respondía–, Dulce desdén, si el daño que me haces
para lo mismo responder mañana! de la suerte que sabes te agradezco,
qué haré si un bien de tu rigor merezco,
4. A Cristo crucificado. pues sólo con el mal me satisfaces.
Pastor que con tus silbos amorosos
me despertaste del profundo sueño; No son mis esperanzas pertinaces
Tú, que hiciste cayado de ese leño por quien los males de tu bien padezco
en que tiendes los brazos poderosos, sino la gloria de saber que ofrezco
alma y amor de tu rigor capaces.
vuelve los ojos a mi fe piadosos,
pues te confieso por mi amor y dueño Dame algún bien, aunque con él me prives
y la palabra de seguirte empeño de padecer por ti, pues por ti muero
tus dulces silbos y tus pies hermosos. si a cuenta dél mis lágrimas recibes.

Oye, pastor, pues por amores mueres, Mas ¿cómo me darás el bien que espero?,
no te espante el rigor de mis pecados, si en darme males tan escaso vives
pues tan amigo de rendidos eres. que ¡apenas tengo cuantos males quiero!

Espera, pues, y escucha mis cuidados; 7. Un soneto me manda hacer Violante,


¿pero cómo te digo que me esperes, Un soneto me manda hacer Violante,
si estás, para esperar, los pies clavados? que en mi vida me he visto en tal aprieto;
catorce versos dicen que es soneto:
5. A una calavera. burla burlando van los tres delante.
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura destos huesos Yo pensé que no hallara consonante
carne y cabellos, por quien fueron presos y estoy a la mitad de otro cuarteto;
los ojos que, mirándola, detuvo. mas si me veo en el primer terceto
no hay cosa en los cuartetos que me espante.
Aquí la rosa de la boca estuvo,
marchita ya con tan helados besos; Por el primer terceto voy entrando
aquí los ojos de esmeralda impresos, y parece que entré con pie derecho,
color que tantas almas entretuvo. pues fin con este verso le voy dando.
más que supo en este tiempo,
Ya estoy en el segundo, y aun sospecho o tantos que nacen sabios
que voy los trece versos acabando; es porque lo dicen ellos,
contad si son catorce, y está hecho.
«Sólo sé que no sé nada»,
8. Soledades dijo un filósofo, haciendo
A mis soledades voy, la cuenta con su humildad,
de mis soledades vengo, adonde lo más es menos.
porque para andar conmigo
me bastan mis pensamientos. No me precio de entendido,
de desdichado me precio;
No sé qué tiene el aldea que los que no son dichosos,
donde vivo y donde muero, ¿cómo pueden ser discretos?
que con venir de mí mismo,
no puedo venir más lejos. No puede durar el mundo,
porque dicen, y lo creo,
Ni estoy bien ni mal conmigo; que suena a vidrio quebrado
mas dice mi entendimiento y que ha de romperse presto.
que un hombre que todo es alma
está cautivo en su cuerpo. Señales son del juicio
ver que todos le perdemos,
Entiendo lo que me basta, unos por carta de más,
y solamente no entiendo otros por carta de menos.
cómo se sufre a sí mismo
un ignorante soberbio. Dijeron que antiguamente
se fue la verdad al cielo;
De cuantas cosas me cansan, tal la pusieron los hombres,
fácilmente me defiendo; que desde entonces no ha vuelto.
pero no puedo guardarme
de los peligros de un necio. En dos edades vivimos
los propios y los ajenos:
Él dirá que yo lo soy, la de plata los estraños,
pero con falso argumento; y la de cobre los nuestros.
que humildad y necedad
no caben en un sujeto. [¿A quién no dará cuidado,
si es español verdadero,
La diferencia conozco, ver los hombres a lo antiguo
porque en él y en mí contemplo y el valor a lo moderno?
su locura en su arrogancia,
mi humildad en mi desprecio. Todos andan bien vestidos,
y quéjanse de los precios,
O sabe naturaleza de medio arriba romanos,
de medio abajo romeros. Sin libros y sin papeles,
sin tratos, cuentas ni cuentos,
Dijo Dios que comería cuando quieren escribir,
su pan el hombre primero piden prestado el tintero.
en el sudor de su cara
por quebrar su mandamiento; Sin ser pobres ni ser ricos,
tienen chimenea y huerto;
y algunos, inobedientes no los despiertan cuidados,
a la vergüenza y al miedo, ni pretensiones ni pleitos;
con las prendas de su honor
han trocado los efectos. ni murmuraron del grande,
ni ofendieron al pequeño;
Virtud y filosofía nunca, como yo, firmaron
peregrinan como ciegos; parabién, ni Pascuas dieron.
el uno se lleva al otro,
llorando van y pidiendo. Con esta envidia que digo,
y lo que paso en silencio,
Dos polos tiene la tierra, a mis soledades voy,
universal movimiento, de mis soledades vengo.]
la mejor vida el favor,
la mejor sangre el dinero. Anónimo
1. A Cristo crucificado
Oigo tañer las campanas, No me mueve, mi Dios, para quererte
y no me espanto, aunque puedo, el cielo que me tienes prometido,
que en lugar de tantas cruces ni me mueve el infierno tan temido
haya tantos hombres muertos. para dejar por eso de ofenderte.

Mirando estoy los sepulcros, ¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte


cuyos mármoles eternos clavado en una cruz y escarnecido;
están diciendo sin lengua muéveme ver tu cuerpo tan herido;
que no lo fueron sus dueños. muévenme tus afrentas y tu muerte.

¡Oh, bien haya quien los hizo! Muévenme en fin, tu amor, y en tal manera
Porque solamente en ellos que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
de los poderosos grandes y aunque no hubiera infierno, te temiera.
se vengaron los pequeños.
No me tienes que dar porque te quiera,
Fea pintan a la envidia; pues aunque lo que espero no esperara,
yo confieso que la tengo lo mismo que te quiero te quisiera.
de unos hombres que no saben
quién vive pared en medio.
Anónimo
- Soneto a Cristo crucificado (Este es el soliloquio más famoso del drama
español; ocurre al final del primer acto,
Soneto a Cristo crucificado cuando Segismundo piensa en la vida y en su
No me mueve, mi Dios, para quererte suerte.)
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido Sueña el rey que es rey, y vive
para dejar por eso de ofenderte. con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte y este aplauso, que recibe
clavado en una cruz y escarnecido; prestado, en el viento escribe,
muéveme ver tu cuerpo tan herido; y en cenizas le convierte
muévenme tus afrentas y tu muerte. la muerte, ¡desdicha fuerte!
¿Que hay quien intente reinar,
Muévenme en fin, tu amor, y en tal manera viendo que ha de despertar
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, en el sueño de la muerte?
y aunque no hubiera infierno, te temiera.
Sueña el rico en su riqueza,
No me tienes que dar porque te quiera, que más cuidados le ofrece;
pues aunque lo que espero no esperara, sueña el pobre que padece
lo mismo que te quiero te quisiera. su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
Pedro Calderón de la Barca sueña el que agravia y ofende,
(1600-1681) y en el mundo, en conclusión,
– Cuentan de un sabio, que un día todos sueñan lo que son,
– Monólogo de Segismundo (La vida es aunque ninguno lo entiende.
sueño)
Yo sueño que estoy aquí
1. Cuentan de un sabio destas prisiones cargado,
Cuentan de un sabio, que un día y soñé que en otro estado
tan pobre y mísero estaba, más lisonjero me vi.
que sólo se sustentaba ¿Qué es la vida? Un frenesí.
de unas yerbas que cogía. ¿Qué es la vida? Una ilusión,
«Habrá otro», entre sí decía, una sombra, una ficción,
«más pobre y triste que yo?» y el mayor bien es pequeño:
Y cuando el rostro volvió, que toda la vida es sueño,
halló la respuesta, viendo y los sueños, sueños son.
que iba otro sabio cogiendo
las hojas que él arrojó.
Francisco de Quevedo
2. Soliloquio de Segismundo (1580-1645)
– Don Dinero
– A una nariz porque en las venas de oriente
– Amor constante más allá de la muerte todas las sangres son reales;
– Miré los muros de la patria mía y pues es quien hace iguales
– Conoce la diligencia con que se acerca la al duque y al ganadero,
muerte poderoso caballero
– Ah de la vida, ¿nadie me responde? es don Dinero.
– Fue sueño ayer; mañana será tierra
– Al mosquito de la trompetilla. Mas ¿a quién no maravilla
ver en su gloria sin tasa
1. Letrilla: Don Dinero que es lo menos de su casa
Poderoso caballero doña Blanca de Castilla?
es don Dinero. Pero pues da al bajo silla,
y al cobarde hace guerrero,
Madre, yo al oro me humillo, poderoso caballero
él es mi amante y mi amado, es don Dinero.
pues de puro enamorado
de continuo anda amarillo; Sus escudos de armas nobles
que pues, doblón o sencillo, son siempre tan principales,
hace todo cuanto quiero, que sin sus escudos reales
poderoso caballero no hay escudos de armas dobles;
es don Dinero. y pues a los mismos robles
da codicia su minero,
Nace en las Indias honrado poderoso caballero
donde el mundo le acompaña; es don Dinero.
viene a morir en España
y es en Génova enterrado; Por importar en los tratos
y pues quien le trae al lado y dar tan buenos consejos,
es hermoso aunque sea fiero, en las casas de los viejos
poderoso caballero gatos le guardan de gatos;
es don Dinero. y pues él rompe recatos
y ablanda al jüez más severo,
Es galán y es como un oro; poderoso caballero
tiene quebrado el color, es don Dinero.
persona de gran valor,
tan cristiano como moro; Y es tanta su majestad,
pues que da y quita el decoro aunque son sus duelos hartos,
y quebranta cualquier fuero, que con haberle hecho cuartos,
poderoso caballero no pierde su autoridad;
es don Dinero. pero, pues da calidad
al noble y al pordiosero,
Son sus padres principales, poderoso caballero
y es de noble descendiente, es don Dinero.
hora a su afán ansioso lisonjera;
Nunca vi damas ingratas
a su gusto y afición, mas no, de esotra parte, en la ribera,
que a las caras de un doblón dejará la memoria, en donde ardía:
hacen sus caras baratas; nadar sabe mi llama la agua fría,
y pues hace las bravatas y perder el respeto a ley severa.
desde una bolsa de cuero,
poderoso caballero Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
es don Dinero. venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:
Más valen en cualquier tierra
mirad si es harto sagaz, su cuerpo dejará no su cuidado;
sus escudos en la paz, serán ceniza, mas tendrá sentido;
que rodelas en la guerra; polvo serán, mas polvo enamorado.
y pues al pobre le entierra
y hace propio al forastero, 4. Miré los muros
poderoso caballero Miré los muros de la patria mía,
es don Dinero. si un tiempo fuertes ya desmoronados
de la carrera de la edad cansados
2. A una nariz por quien caduca ya su valentía.
Erase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa, Salíme al campo: vi que el sol bebía
érase una nariz sayón y escriba, los arroyos del hielo desatados,
érase un peje espada muy barbado. y del monte quejosos los ganados
que con sombras hurtó su luz al día.
Era un reloj de sol mal encarado,
érase una alquitara pensativa, Entré en mi casa: vi que amancillada
érase un elefante boca arriba, de anciana habitación era despojos,
era Ovidio Nasón más narizado. mi báculo más corvo y menos fuerte.

Erase un espolón de una galera, Vencida de la edad sentí mi espada,


érase una pirámide de Egipto, y no hallé cosa en que poner los ojos
las doce Tribus de narices era. que no fuese recuerdo de la muerte.

Erase un naricísimo infinito, 5. Conoce la diligencia con que se acerca la


muchísimo nariz, nariz tan fiera muerte
que en la cara de Anás fuera delito. Ya formidable y espantoso suena
dentro del corazón el postrer día,
3. Amor constante más allá de la muerte y la última hora negra y fría
Cerrar podrá mis ojos la postrera se acerca de temor y sombras llena.
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía Si agradable descanso, paz serena
la muerte en forma de dolor envía, en mi defensa, soy peligro sumo;
señas da su desdén de cortesía: y mientras con mis armas me consumo,
más tiene de caricia que de pena. menos me hospeda el cuerpo que me entierra.

¿Qué pretende el temor desacordado Ya no es ayer; mañana no ha llegado;


de la que a rescatar piadosa viene hoy pasa, y es, y fue, con movimiento
espíritu en miserias anudado? que a la muerte me lleva despeñado.

Llegue rogada, pues mi bien previene Azadas son la hora y el momento


hálleme agradecido, no asustado: que, a jornal de mi pena y mi cuidado,
mi vida acabe y mi vivir ordene. cavan en mi vivir mi monumento.

6. “¡Ah de la vida! ¿Nadie me responde?” 8. Al mosquito de la trompetilla.


Represéntase la brevedad de lo que se vive y Ministril de las ronchas y picadas,
cuán nada parece lo que se vivió. mosquito postillón, mosca barbero,
"¡Ah de la vida!"... ¿Nadie me responde? hecho me tienes el testuz harnero
Aquí de los antaños que he vivido! y deshecha la cara a manotadas.
La Fortuna mis tiempos ha mordido;
las horas mi locura las esconde. Trompetilla que toca a bofetadas,
que vienes con rejón contra mi cuero,
Que sin poder saber cómo ni adónde Cupido pulga, chinche trompetero,
la salud y la edad se hayan huido! que vuelas comezones amoladas,
Falta la vida, asiste lo vivido,
y no hay calamidad que no me ronde. ¿por qué me avisas si picarme quieres?
Que pues que das dolor a los que cantas
Ayer se fue; mañana no ha llegado; de casta y condición de potras eres.
hoy se está yendo sin parar un punto:
soy un fue, y un será, y un es cansado. Tú vuelas, y tú picas, y tú espantas,
y aprendes del cuidado y las mujeres
En el hoy y mañana y ayer, junto a malquistar el sueño con las mantas.
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.
Tomás de Iriarte
7. “Fue sueño ayer; mañana será tierra” (1750-1791)
Signifícase la propia brevedad de la vida, sin - La ignorancia es atrevida
pensar, y con padecer, salteada de la muerte.
¡Fue sueño ayer; mañana será tierra! 1. La ignorancia es atrevida
¡Poco antes, nada; y poco después, humo! Admiróse un portugués
¡Y destino ambiciones, y presumo de ver que en su tierna infancia
apenas punto al cerco que me cierra! todos los muchachos en Francia
supieran hablar francés.
Breve combate de importuna guerra, "Arte diabólica es
-dijo torciendo el mostacho-, y han rendido
pues para hablar en gabacho sus pendones
un hidalgo en Portugal cien naciones
llega a viejo y lo habla mal a mis pies.
y aquí lo parla un muchacho".
Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
José de Espronceda mi ley, la fuerza y el viento,
(1808-1842) mi única patria, la mar.
– Canción del pirata
– Canto a Teresa Allá muevan feroz guerra
ciegos reyes
1. Canción del pirata por un palmo más de tierra;
Con diez cañones por banda, que yo aquí tengo por mío
viento en popa, a toda vela, cuanto abarca el mar bravío,
no corta el mar, sino vuela a quien nadie impuso leyes.
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman, Y no hay playa,
por su bravura, el Temido, sea cualquiera,
en todo mar conocido ni bandera
del uno al otro confín. de esplendor,
que no sienta
La luna en el mar rïela, mi derecho
en la lona gime el viento, y dé pecho
y alza en blando movimiento a mi valor.
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata, Que es mi barco mi tesoro,
cantando alegre en la popa, que es mi dios la libertad,
Asia a un lado, al otro Europa, mi ley, la fuerza y el viento,
y allá a su frente Stambul: mi única patria, la mar.

«Navega, velero mío, A la voz de «¡barco viene!»


sin temor, es de ver
que ni enemigo navío cómo vira y se previene
ni tormenta, ni bonanza a todo trapo a escapar;
tu rumbo a torcer alcanza, que yo soy el rey del mar,
ni a sujetar tu valor. y mi furia es de temer.

Veinte presas En las presas


hemos hecho yo divido
a despecho lo cogido
del inglés, por igual;
sólo quiero yo me duermo
por riqueza sosegado,
la belleza arrullado
sin rival. por el mar.

Que es mi barco mi tesoro, Que es mi barco mi tesoro,


que es mi dios la libertad, que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento, mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar. mi única patria, la mar.»

¡Sentenciado estoy a muerte! 2. Canto a Teresa


Yo me río; ¿Por qué volvéis a la memoria mía,
no me abandone la suerte, Tristes recuerdos del placer perdido,
y al mismo que me condena, A aumentar la ansiedad y la agonía
colgaré de alguna entena, De este desierto corazón herido?
quizá en su propio navío. ¡Ay! que de aquellas horas de alegría,
Le quedó al corazón sólo un gemido
Y si caigo, Y el llanto que al dolor los ojos niegan,
¿qué es la vida? ¡Lágrimas son de hiel que el alma anegan!
Por perdida
ya la di, ¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
cuando el yugo De juventud, de amor y de ventura,
del esclavo, Regaladas de músicas sonoras,
como un bravo, Adornadas de luz y de hermosura?
sacudí. Imágenes de oro bullidoras,
Sus alas de carmín y nieve pura,
Que es mi barco mi tesoro, Al sol de mi esperanza desplegado,
que es mi dios la libertad, Pasaban ¡ay! a mi alrededor cantando.
mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar. Gorjeaban los dulces ruiseñores,
El sol iluminaba mi alegría,
Son mi música mejor El aura susurraba entre las flores,
aquilones, El bosque mansamente respondía,
el estrépito y temblor Las fuentes murmuraban sus amores.
de los cables sacudidos, ¡Ilusiones que llora el alma mía!,
del negro mar los bramidos ¡Oh! ¡cuán süave resonó en mi oído
y el rugir de mis cañones. El bullicio del mundo y su ruïdo! [...]

Y del trueno Los años ¡ay! de la ilusión pasaron


al son violento, Las dulces esperanzas que trajeron
y del viento Con sus blancos ensueños se llevaron,
al rebramar, Y el porvenir de oscuridad vistieron.
Las rosas del amor se marchitaron, cuyas gotas mirábamos temblar
Las flores en abrojos convirtieron, y caer, como lágrimas del día...
Y de afán tanto y tan soñada gloria, ésas... ¡no volverán!
Sólo quedó una tumba, una memoria.
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
Gustavo Adolfo Bécquer tu corazón, de su profundo sueño
(1836-1870) tal vez despertará;
– ¿Qué es poesía? pero mudo y absorto y de rodillas,
– Volverán las oscuras golondrinas como se adora a Dios ante su altar,
– ¡Los suspiros son aire y van al aire! como yo te he querido..., desengáñate:
– Del salón en el ángulo oscuro, ¡así no te querrán!
– Por una mirada, un mundo,
– Yo soy ardiente, yo soy morena 3. ¡Los suspiros son aire y van al aire!
– Al brillar un relámpago nacemos ¡Los suspiros son aire y van al aire!
– Hoy la tierra y los cielos me sonríen ¡Las lágrimas son agua y van al mar!
– No digáis que agotado su tesoro Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
– Porque son, niña, tus ojos ¿sabes tú a dónde va?
– Yo me he asomado a las profundas simas
– Por una mirada 4. Del salón en el ángulo oscuro,
Del salón en el ángulo oscuro,
1. ¿Qué es poesía? de su dueña tal vez olvidada,
¿Qué es poesía? –dices mientras clavas silenciosa y cubierta de polvo,
en mi pupila tu pupila azul. veíase el arpa.
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú. ¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
2. Volverán las oscuras golondrinas esperando la mano de nieve
Volverán las oscuras golondrinas que sabe arrancarlas!
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales ¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
jugando llamarán; así duerme en el fondo del alma,
pero aquéllas que el vuelo refrenaban y una voz como Lázaro espera
tu hermosura y mi dicha al contemplar, que le diga «Levántate y anda»!
aquéllas que aprendieron nuestros nombres...
ésas... ¡no volverán! 5. Por una mirada, un mundo,
Por una mirada, un mundo,
Volverán las tupidas madreselvas por una sonrisa, un cielo,
de tu jardín las tapias a escalar, por un beso..., yo no sé
y otra vez a la tarde, aun más hermosas, qué te diera por un beso.
sus flores se abrirán;
pero aquéllas, cuajadas de rocío, 6. Yo soy ardiente, yo soy morena,
– Yo soy ardiente, yo soy morena, de fuego y oro vista,
yo soy el símbolo de la pasión, mientras el aire en su regazo lleve
de ansia de goces mi alma está llena. perfumes y armonías,
¿A mí me buscas? mientras haya en el mundo primavera,
– No es a ti; no. ¡habrá poesía!

– Mi frente es pálida, mis trenzas de oro, Mientras la humana ciencia no descubra


puedo brindarte dichas sin fin. las fuentes de la vida,
Yo de ternura guardo un tesoro. y en el mar o en el cielo haya un abismo
¿A mí me llamas? que al cálculo resista,
– No; no es a ti. mientras la humanidad siempre avanzando
no sepa a do camina,
– Yo soy un sueño, un imposible, mientras haya un misterio para el hombre,
vano fantasma de niebla y luz; ¡habrá poesía!
soy incorpórea, soy intangible:
No puedo amarte. Mientras se sienta que se ríe el alma,
– ¡Oh, ven; ven tú! sin que los labios rían;
mientras se llore, sin que el llanto acuda
7. Al brillar un relámpago nacemos a nublar la pupila;
Al brillar un relámpago nacemos mientras el corazón y la cabeza
y aún dura su fulgor cuando morimos; batallando prosigan,
tan corto es el vivir. mientras haya esperanzas y recuerdos,
¡habrá poesía!
La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos; Mientras haya unos ojos que reflejen
despertar es morir. los ojos que los miran,
mientras responda el labio suspirando
8. Hoy la tierra y los cielos me sonríen, al labio que suspira,
Hoy la tierra y los cielos me sonríen, mientras sentirse puedan en un beso
hoy llega al fondo de mi alma el sol, dos almas confundidas,
hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado.... mientras exista una mujer hermosa,
¡hoy creo en Dios! ¡habrá poesía!

9. No digáis que agotado su tesoro, 10. Porque son, niña, tus ojos
No digáis que agotado su tesoro, Porque son, niña, tus ojos
de asuntos falta, enmudeció la lira; verdes como el mar te quejas;
podrá no haber poetas; pero siempre verdes los tienen las náyades,
habrá poesía. verdes los tuvo Minerva,
y verdes son las pupilas
Mientras las ondas de la luz al beso de las hurís del Profeta.
palpiten encendidas,
mientras el sol las desgarradas nubes El verde es gala y ornato
del bosque en la primavera. porque tus ojos
Entre sus siete colores crees que la afean:
brillante el iris lo ostenta. pues no lo creas.
Las esmeraldas son verdes, Que, entre las rubias pestañas,
verde el color del que espera junto a las sienes, semejan
y las ondas del océano broches de esmeralda y oro
y el laurel de los poetas. que un blanco armiño sujetan.

Es tu mejilla temprana Porque son, niña, tus ojos


rosa de escarcha cubierta, verdes como el mar te quejas;
en que el carmín de los pétalos quizás si negros o azules
se ve al través de las perlas. se tornasen lo sintieras.
Y sin embargo,
sé que te quejas, 11. Yo me he asomado a las profundas simas
porque tus ojos Yo me he asomado a las profundas simas
crees que la afean: de la tierra y del cielo,
pues no lo creas. y les he visto el fin o con los ojos
Que parecen tus pupilas, o con el pensamiento.
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo
que al soplo del aire tiemblan. y me incliné un momento,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
Es tu boca de rubíes ¡Tan hondo era y tan negro!
purpúrea granada abierta
que en el estío convida 12. Por una mirada, un mundo
a apagar la sed con ella. Por una mirada, un mundo,
Y sin embargo, por una sonrisa, un cielo,
sé que te quejas por un beso..., yo no sé
porque tus ojos qué te diera por un beso.
crees que la afean:
pues no lo creas.
Que parecen, si enojada Pablo Neruda
tus pupilas centellean, (1904-1973)
las olas del mar que rompen - Puedo escribir los versos más tristes esta
en las cantábricas peñas. noche

Es tu frente que corona Poema 20


crespo el oro en ancha trenza, Puedo escribir los versos más tristes esta
nevada cumbre en que el día noche
su postrera luz refleja. Puedo escribir los versos más tristes esta
Y sin embargo, noche.
sé que te quejas
Escribir, por ejemplo: "La noche está Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
estrellada, Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos".
De otro. Será de otro. Como antes de mis
El viento de la noche gira en el cielo y canta. besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Puedo escribir los versos más tristes esta
noche. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la
Yo la quise, y a veces ella también me quiso. quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
En las noches como ésta la tuve entre mis
brazos. Porque en noches como ésta la tuve entre mis
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos. Aunque éste sea el último dolor que ella me
causa,
Puedo escribir los versos más tristes esta y éstos sean los últimos versos que yo le
noche. escribo.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he
perdido.
Pedro Salinas
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. (1892-1951)
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. – Perdóname por ir así buscándote
– Como me vas a explicar
Qué importa que mi amor no pudiera – Si me llamaras, sí
guardarla. – Para vivir no quiero
La noche está estrellada y ella no está
conmigo. “La voz a ti debida”
1. Perdóname por ir así buscándote
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo tan torpemente, dentro
lejos. de ti.
Mi alma no se contenta con haberla perdido. Perdóname el dolor, alguna vez.
Es que quiero sacar
Como para acercarla mi mirada la busca. de ti tu mejor tú.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. Ese que no te viste y que yo veo,
nadador por tu fondo, preciosísimo.
La misma noche que hace blanquear los Y cogerlo
mismos árboles. y tenerlo yo en alto como tiene
Nosotros, los de entonces, ya no somos los el árbol la luz última
mismos. que le ha encontrado al sol.
Y entonces tú
en su busca vendrías, a lo alto. ver los cuerpos,
Para llegar a él con las ardorosas palmas.
subida sobre ti, como te quiero, Y de esas nadas se ha ido
tocando ya tan sólo a tu pasado fabricando, indestructible,
con las puntas rosadas de tus pies, nuestra dicha, nuestro amor,
en tensión todo el cuerpo, ya ascendiendo nuestra tarde.
de ti a ti misma. Por eso aunque no fue nada,
se que esta noche reclinas
Y que a mi amor entonces le conteste lo mismo que una mejilla
la nueva criatura que tú eras. sobre ese blandor de plumas
–almohada que ha sido alas-
2. Como me vas a explicar, tu ser, tu memoria, todo,
di, la dicha de esta tarde, y que todo descansa,
si no sabemos por que sobre una tarde de dos,
fue, ni como, ni de que que no es nada, nada, nada.
ha sido,
si es pura dicha de nada? 3. ¡Si me llamaras, sí;
En nuestros ojos visiones, si me llamaras!
visiones y no miradas, Lo dejaría todo,
no percibían tamaños, todo lo tiraría:
datos, colores, distancias. los precios, los catálogos,
Palabras sueltas, palabras, el azul del océano en los mapas,
deleite en incoherencias, los días y sus noches,
no eran ya signo de cosas, los telegramas viejos
eran voces puras, voces y un amor.
de su servir olvidadas. Tú, que no eres mi amor,
!Como vagaron sin rumbo, ¡si me llamaras!
y sin torpeza, caricias! Y aún espero tu voz:
Largos goces iniciados, telescopios abajo,
caricias no terminadas, desde la estrella,
como si aun no se supiera por espejos, por túneles,
en que lugar de los cuerpos el acariciar se por los años bisiestos
acaba, puede venir. No sé por dónde.
y anduviéramos buscándolo, Desde el prodigio, siempre.
en lento encanto, sin ansia. Porque si tú me llamas
Las manos, no eran tocar «¡si me llamaras, sí, si me llamaras!»
lo que hacían en nosotros, será desde un milagro,
era descubrir; los tactos, incógnito, sin verlo.
nuestros cuerpos inventaban, Nunca desde los labios que te beso,
allí en plena luz, tan claros nunca
como en plena niebla, desde la voz que dice: «No te vayas».
en donde solo ellos pueden
4. Para vivir no quiero muchas gracias», y sentarme, pero sin ripios.
islas, palacios, torres. Permitidme que os lo diga en tono lírico,
¡Qué alegría más alta: en verso, sí, pero libre y de capricho.
vivir en los pronombres! Amigos:
dentro de unos días me veré rodeado de
Quítate ya los trajes, chicos,
las señas, los retratos; de chicos torpes y listos,
yo no te quiero así, y dóciles y ariscos,
disfrazada de otra, a muchas leguas de este Santander mío,
hija siempre de algo. en un pueblo antiguo,
Te quiero pura, libre, tranquilo
irreductible: tú. y frío,
Sé que cuando te llame y les hablaré de versos y de hemistiquios,
entre todas las gentes y de Dante, y de Shakespeare, y de Moratín
del mundo, (hijo),
sólo tú serás tú. y de pluscuamperfectos y de participios,
Y cuando me preguntes y el uno bostezará y el otro me hará un guiño.
quién es el que te llama, Y otro, seguramente el más listo,
el que te quiere suya, me pondrá un alias definitivo.
enterraré los nombres, Y así pasarán cursos monótonos y prolijos.
los rótulos, la historia. Pero un día tendré un discípulo,
Iré rompiendo todo un verdadero discípulo,
lo que encima me echaron y moldearé su alma de niño
desde antes de nacer. y le haré hacerse nuevo y distinto,
Y vuelto ya al anónimo distinto de mí y de todos: él mismo.
eterno del desnudo, Y me guardará respeto y cariño.
de la piedra, del mundo, Y ahora os digo:
te diré: amigos,
«Yo te quiero, soy yo». brindemos por ese niño,
por ese predilecto discípulo,
por que mis dedos rígidos
Gerardo Diego acierten a moldear su espíritu,
(1896-1987) y mi llama lírica prenda en su corazón
– Brindis virgíneo,
– Romance del Duero y por que siga su camino
– El ciprés de Silos intacto y limpio,
y porque este mi discípulo,
1. “Brindis” que inmortalice mi nombre y mi apellido,
A mis amigos de Santander que festejaron ... sea el hijo,
mi nombramiento profesional. el hijo
de uno de vosotros, amigos.
Debiera hora deciros: —«Amigos,
2. Romance del Duero Mástil de soledad, prodigio isleño;
Río Duero, río Duero, flecha de fe, saeta de esperanza.
nadie a acompañarte baja; Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
nadie se detiene a oír peregrina al azar, mi alma sin dueño.
tu eterna estrofa de agua.
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
Indiferente o cobarde, qué ansiedades sentí de diluirme
la ciudad vuelve la espalda. y ascender como tú, vuelto en cristales,
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada. como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
Tú, viejo Duero, sonríes mudo ciprés en el fervor de Silos.
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas. Miguel Hernández
(1910-1939)
Y entre los santos de piedra – Elegía a Ramón Sijé
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas Elegía a Ramón Sijé
palabras de amor, palabras. 1
Yo quiero ser llorando el hortelano
Quién pudiera como tú, de la tierra que ocupas y estercolas,
a la vez quieto y en marcha, compañero del alma, tan temprano.
cantar siempre el mismo verso 2
pero con distinta agua. Alimentando lluvias, caracoles
y órganos mi dolor sin instrumento.
Río Duero, río Duero, a las desalentadas amapolas
nadie a estar contigo baja, 3
ya nadie quiere atender daré tu corazón por alimento.
tu eterna estrofa olvidada, Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler me duele hasta el aliento.
sino los enamorados 4
que preguntan por sus almas Un manotazo duro, un golpe helado,
y siembran en tus espumas un hachazo invisible y homicida,
palabras de amor, palabras. un empujón brutal te ha derribado.
5
3. El ciprés de Silos No hay extensión más grande que mi herida,
Enhiesto surtidor de sombra y sueño lloro mi desventura y sus conjuntos
que acongojas el cielo con tu lanza. y siento más tu muerte que mi vida.
Chorro que a las estrellas casi alcanza 6
devanado a sí mismo en loco empeño. Ando sobre rastrojos de difuntos,
y sin calor de nadie y sin consuelo
voy de mi corazón a mis asuntos.
7
Temprano levantó la muerte el vuelo, Rafael Alberti
temprano madrugó la madrugada, (1902-1999)
temprano estás rodando por el suelo. – El mar, la mar
8 – Si mi voz muriera en tierra
No perdono a la muerte enamorada, – Se equivocó la paloma
no perdono a la vida desatenta, – Elegía
no perdono a la tierra ni a la nada.
9 1. El mar, la mar
En mis manos levanto una tormenta El mar. La mar.
de piedras, rayos y hachas estridentes El mar. ¡Sólo la mar!
sedienta dé catástrofes y hambrienta.
10 ¿Por qué me trajiste, padre,
Quiero escarbar la tierra con los dientes, a la ciudad?
quiero apartar la tierra parte a parte
a dentelladas secas y calientes. ¿Por qué me desenterraste
11 del mar?
Quiero minar la tierra hasta encontrarte
y besarte la noble calavera En sueños, la marejada
y desamordazarte y regresarte. me tira del corazón.
12 Se lo quisiera llevar.
Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por, los altos andamios de las flores Padre, ¿por qué me trajiste
pajareará tu alma colmenera acá?
13
de angelicales ceras y labores. 2. Si mi voz muriera en tierra
Volverás al arrullo de las rejas Si mi voz muriera en tierra
de los enamorados labradores. llevadla al nivel del mar
14 y dejadla en la ribera.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado Llevadla al nivel del mar
disputando tu novia y las abejas. y nombradla capitana
15 de un blanco bajel de guerra.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas ¡Oh mi voz condecorada
mi avariciosa voz de enamorado. con la insignia marinera:
16 sobre el corazón un ancla
A las aladas almas de las rosas y sobre el ancla una estrella
del almendro de nata te requiero, y sobre la estrella el viento
que tenemos que hablar de muchas cosas, y sobre el viento la vela!
compañero del alma; compañero.
3. Se equivocó la paloma
Se equivocó la paloma. Por el mar de la tarde
Se equivocaba. van las nubes llorando
Por ir al norte, fue al sur. rojas islas de sangre
Creyó que el trigo era agua.
Se equivocaba.
Antonio Machado
Creyó que el mar era el cielo; (1875-1939)
que la noche, la mañana. – A un olmo seco.
Se equivocaba. – Retrato
– Yo voy soñando caminos
Que las estrellas, rocío; – Caminante son tus huellas
que la calor; la nevada.
Se equivocaba. 1. A un olmo seco
Al olmo viejo, hendido por el rayo
Que tu falda era tu blusa; y en su mitad podrido,
que tu corazón, su casa. con las lluvias de abril y el sol de mayo,
Se equivocaba. algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo centenario en la colina
(Ella se durmió en la orilla. que lame el Duero! Un musgo amarillento
Tú, en la cumbre de una rama.) le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
4. Elegía No será, cual los álamos cantores
La niña rosa, sentada. que guardan el camino y la ribera,
Sobre su falda, habitado de pardos ruiseñores.
como una flor, Ejército de hormigas en hilera
abierto, un atlas. va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
¡Cómo la miraba yo Antes que te derribe, olmo del Duero,
viajar, desde mi balcón! con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
Su dedo –blanco velero–, lanza de carro o yugo de carreta;
desde las islas Canarias antes que rojo en el hogar, mañana,
iba a morir al mar Negro. ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino;
¡Cómo la miraba yo antes que te descuaje un torbellino
morir, desde mi balcón! y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje
La niña –rosa sentada–. por valles y barrancas,
Sobre su falda, olmo, quiero anotar en mi cartera
como una flor, la gracia de tu rama verdecida.
cerrado, un atlas. Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida, —quien habla solo espera hablar a Dios un día
otro milagro de la primavera. —;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
2. Retrato que me enseñó el secreto de la filantropía.
Mi infancia son recuerdos de un patio de
Sevilla, Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he
y un huerto claro donde madura el limonero; escrito.
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla; A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
mi historia, algunos casos que recordar no el traje que me cubre y la mansión que habito,
quiero. el pan que me alimenta y el lecho en donde
yago.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he
sido Y cuando llegue el día del último vïaje,
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
más recibí la flecha que me asignó Cupido, me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
y amé cuanto ellas puedan tener de casi desnudo, como los hijos de la mar.
hospitalario.
3. Yo voy soñando caminos
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina, Yo voy soñando caminos
pero mi verso brota de manantial sereno; de la tarde. ¡Las colinas
y, más que un hombre al uso que sabe su doradas, los verdes pinos,
doctrina, las polvorientas encinas!...
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
¿Adónde el camino irá?
Adoro la hermosura, y en la moderna estética Yo voy cantando, viajero,
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard; a lo largo del sendero...
mas no amo los afeites de la actual cosmética, —La tarde cayendo está—.
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
En el corazón tenía
Desdeño las romanzas de los tenores huecos la espina de una pasión;
y el coro de los grillos que cantan a la luna. logré arrancármela un día;
A distinguir me paro las voces de los ecos, ya no siento el corazón.
y escucho solamente, entre las voces, una.
Y todo el campo un momento
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar se queda, mudo y sombrío,
quisiera meditando. Suena el viento
mi verso, como deja el capitán su espada: en los álamos del río.
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada. La tarde más se oscurece;
y el camino se serpea
Converso con el hombre que siempre va y débilmente blanquea,
conmigo se enturbia y desaparece.
que abre el camino del alba.
Mi cantar vuelve a plañir: La higuera frota su viento
Aguda espina dorada, con la lija de sus ramas,
quién te volviera a sentir y el monte, gato garduño,
en el corazón clavada. eriza sus pitas agrias.
Pero ¿quién vendrá? ¿Y por dónde...?
4. Caminantes, son tus huellas Ella sigue en su baranda,
Caminante, son tus huellas verde carne, pelo verde,
el camino, y nada más; sonando en la mar amarga.
caminante, no hay camino, *
se hace camino al andar. – Compadre, quiero cambiar
Al andar se hace camino, mi caballo por su casa,
y al volver la vista atrás mi montaña por su espejo,
se ve la senda que nunca mi cuchillo por su manta.
se ha de volver a pisar. Compadre, vengo sangrando,
Caminante, no hay camino, desde los puertos de Cabra.
sino estelas en la mar. – Si yo pudiera, mocito,
este trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo
Federico García Lorca ni mi casa es ya mi casa.
(1898-1936) – Compadre, quiero morir
– Romance sonámbulo decentemente en mi cama.
– Romance de la luna, luna De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
1. Romance sonámbulo ¿No ves la herida que tengo
Verde que te quiero verde. desde el pecho a la garganta?
Verde viento. Verdes ramas. – Trescientas rosas morenas
El barco sobre la mar lleva tu pechera blanca.
y el caballo en la montaña. Tu sangre rezuma y huele
Con la sombra en la cintura alrededor de tu faja.
ella sueña en su baranda, Pero yo ya no soy yo,
verde carne, pelo verde, ni mi casa es ya mi casa.
con ojos de fría plata. – Dejadme subir al menos
Verde que te quiero verde. hasta las altas barandas,
¡dejadme subir!, dejadme,
Bajo la luna gitana, hasta las verdes barandas.
las cosas la están mirando Barandales de la luna
y ella no puede mirarlas. por donde retumba el agua.
* *
Verde que te quiero verde. Ya suben los dos compadres
Grandes estrellas de escarcha hacia las altas barandas.
vienen con el pez de sombra Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas. sus senos de duro estaño.
Temblaban en los tejados -Huye luna, luna, luna.
farolillos de hojalata. Si vinieran los gitanos,
Mil panderos de cristal harían con tu corazón
herían la madrugada. collares y anillos blancos.
*
Verde que te quiero verde, – Niño, déjame que baile.
verde viento, verdes ramas. Cuando vengan los gitanos,
Los dos compadres subieron. te encontrarán sobre el yunque
El largo viento dejaba con los ojillos cerrados.
en la boca un raro gusto – Huye luna, luna, luna,
de hiel, de menta y de albahaca. que ya siento sus caballos.
– ¡Compadre! ¿Dónde está, dime, – Niño, déjame, no pises
dónde está tu niña amarga? mi blancor almidonado.
¡Cuántas veces te esperó!. El jinete se acercaba
¡Cuántas veces te esperara, tocando el tambor del llano.
cara fresca, negro pelo, Dentro de la fragua el niño
en esta verde baranda! tiene los ojos cerrados.
Sobre el rostro del aljibe *
se mecía la gitana. Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Verde carne, pelo verde, Las cabezas levantadas
con ojos de fría plata. y los ojos entornados.
Un carámbano de luna Cómo canta la zumaya,
la sostiene sobre el agua. ¡ay, cómo canta en el árbol!
La noche se puso íntima Por el cielo va la luna
como una pequeña plaza. con un niño de la mano.
Guardias civiles borrachos Dentro de la fragua lloran
en la puerta golpeaban. dando gritos, los gitanos.
Verde que te quiero verde. El aire la vela, vela.
Verde viento. Verdes ramas. El aire la está velando.
El barco sobre la mar.
Y el caballo en la montaña.
Juan Ramón Jiménez
2. Romance de la luna, luna (1881-1958)
La luna vino a la fragua – El viaje definitivo
con su polisón de nardos. – La carbonerilla quemada
El niño la mira, mira. – El mar lejano
El niño la está mirando. – Poesía pura
En el aire conmovido – Intelijencia
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura, 1.El viaje definitivo
(Poemas agrestes, libro de su primera época) Ondulaba la yerba. Trotaban los pollinos,
... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros oyendo ya los gritos de los niños del pueblo...
cantando; Dios estaba bañándose en su azul de luceros.
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco. 3. El mar lejano
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido; (de Baladas de la primavera)
y tocarán, como esta tarde están tocando, La fuente trueca su cantata.
las campanas del campanario. Se mueven todos los caminos...
Se morirán aquellos que me amaron; ¡Mar de la aurora, mar de plata,
y el pueblo se hará nuevo cada año; qué nuevo estás entre los pinos!
y en el rincón aquel de mi huerto florido y Viento del sur ¿vienes sonoro
encalado, de granas? Ciegan los caminos...
mi espíritu errará, nostáljico... ¡Mar de la siesta, mar de oro,
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin qué loco estás sobre los pinos!
árbol Dice el verdón no sé qué cosa.
verde, sin pozo blanco, Mi alma se va por los caminos...
sin cielo azul y plácido... ¡Mar de la tarde, mar de rosa,
Y se quedarán los pájaros cantando. qué dulce estás bajo los pinos!

2. La carbonerilla quemada 4. Poesía pura


(de Historias para niños sin corazón, 1909–12) (Poema 5, Eternidades)
En la siesta de julio, ascua violenta y ciega, Vino, primero, pura,
prendió el horno las ropas de la niña. La arena vestida de inocencia;
quemaba cual con fiebre; dolían las cigarras; y la amé como un niño.
el cielo era igual que de plata calcinada. Luego se fue vistiendo
...Con la tarde, volvió –¡anda, potro!– la de no sé qué ropajes;
madre. y la fui odiando sin saberlo.
El pinar se reía. El cielo era de esmalte Llegó a ser una reina,
violeta. La brisa renovaba la vida... fastuosa de tesoros...
La niña, rosa y negra, moría en carne viva. ¡Qué iracundia de yel y sin sentido!
Todo le lastimaba. El roce de los besos, ... Mas se fue desnudando.
el roce de los ojos, el aire alegre y bello: Y yo le sonreía.
–“Mare, me jeché arena zobre la quemaúra. Se quedó con la túnica
Te yamé, te yamé dejde er camino ... ¡Nunca de su inocencia antigua.
ejtuvo ejto tan zolo! Laj yama me comían, Creí de nuevo en ella.
mare, yo te yamaba, y tú nunca benía!” Y se quitó la túnica,
Por el camino –¡largo!–, sobre el potrillo y apareció desnuda toda...
rojo, ¡Oh pasión de mi vida, poesía
murió la niña. Abiertos, espantados, sus ojos desnuda, mía para siempre!
eran como raíces secas de las estrellas.
La brisa jugueteaba, ensombrecida y fresca. 5. (Poema 3 de Eternidades)
Corría el agua por el lado del camino. ¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas! o en el dueño orgulloso de las perlas de
... Que mi palabra sea Ormuz?
la cosa misma
creada por mi alma nuevamente. ¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
Que por mí vayan todos quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
los que no las conocen, a las cosas; tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
que por mí vayan todos ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
los que ya las olvidan, a las cosas... saludar a los lirios con los versos de mayo
¡Intelijencia, dame o perderse en el viento sobre el trueno del mar.
el nombre exacto, y tuyo
y suyo, y mío, de las cosas! Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Rubén Darío Y están tristes las flores por la flor de la corte,
(1867-1916) los jazmines de Oriente, los nelumbos del
– Sonatina Norte,
– A Margarita Debayle de Occidente las dalias y las rosas del Sur.

1. Sonatina ¡Pobrecita princesa de los ojos azules!


La princesa está triste... ¿Qué tendrá la Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
princesa? en la jaula de mármol del palacio real;
Los suspiros se escapan de su boca de fresa, el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. que custodian cien negros con sus cien
La princesa está pálida en su silla de oro, alabardas,
está mudo el teclado de su clave sonoro, un lebrel que no duerme y un dragón colosal.
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor.
¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales. crisálida!
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, (La princesa está triste, la princesa está pálida)
y vestido de rojo piruetea el bufón. ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
La princesa no ríe, la princesa no siente; ¡Quién volara a la tierra donde un príncipe
la princesa persigue por el cielo de Oriente existe,
la libélula vaga de una vaga ilusión. —la princesa está pálida, la princesa está triste
—,
¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o más brillante que el alba, más hermoso que
de China, abril!
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz? —«Calla, calla, princesa —dice el hada
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes, madrina—;
o en el que es soberano de los claros en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
diamantes, en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte, que la hacía suspirar.
a encenderte los labios con un beso de amor».
Y siguió camino arriba,
2. A Margarita Debayle por la luna y más allá;
Margarita está linda la mar, más lo malo es que ella iba
y el viento, sin permiso de papá.
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento Cuando estuvo ya de vuelta
en el alma una alondra cantar; de los parques del Señor,
tu acento: se miraba toda envuelta
Margarita, te voy a contar en un dulce resplandor.
un cuento:
Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho?
Esto era un rey que tenía te he buscado y no te hallé;
un palacio de diamantes, y ¿qué tienes en el pecho
una tienda hecha de día que encendido se te ve?».
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita, La princesa no mentía.
un gran manto de tisú, Y así, dijo la verdad:
y una gentil princesita, —«Fui a cortar la estrella mía
tan bonita, a la azul inmensidad».
Margarita,
tan bonita, como tú. Y el rey clama: —«¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
Una tarde, la princesa ¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
vio una estrella aparecer; El Señor se va a enojar».
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger. Y ella dice: —«No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
La quería para hacerla Por las olas por el viento
decorar un prendedor, fui a la estrella y la corté».
con un verso y una perla
y una pluma y una flor. Y el papá dice enojado:
—«Un castigo has de tener:
Las princesas primorosas vuelve al cielo y lo robado
se parecen mucho a ti: vas ahora a devolver».
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así. La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
Pues se fue la niña bella, cuando entonces aparece
bajo el cielo y sobre el mar, sonriendo el Buen Jesús.
a cortar la blanca estrella
Y así dice: —«En mis campiñas De mí murmuran y exclaman:
esa rosa le ofrecí; —Ahí va la loca soñando
son mis flores de las niñas Con la eterna primavera de la vida y de los
que al soñar piensan en mí». campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los
Viste el rey pompas brillantes, cabellos canos,
y luego hace desfilar Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha
cuatrocientos elefantes el prado.
a la orilla de la mar.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados
La princesita está bella, escarcha,
pues ya tiene el prendedor Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable
en que lucen, con la estrella, sonámbula,
verso, perla, pluma y flor. Con la eterna primavera de la vida que se
apaga
*** Y la perenne frescura de los campos y las
Margarita, está linda la mar, almas,
y el viento Aunque los unos se agostan y aunque las otras
lleva esencia sutil de azahar: se abrasan.
tu aliento.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis
Ya que lejos de mí vas a estar, sueños,
guarda, niña, un gentil pensamiento Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin
al que un día te quiso contar ellos?
un cuento.
(Poema en octonarios (8+8) en el que la autora
expresa sus añorantes anhelos de belleza, de
Rosalía de Castro juventud, de paz y de dicha, frenados por el
(1837-1885) presentimiento de la muerte.)
- Dicen que no hablan las plantas
- Negra sombra (gallego) 2. Negra sombra (gallego)
- Negra sombra (castellano) Cando penso que te fuches,
- Adiós ríos, adiós fontes (gallego) negra sombra que me asombras,
- Adiós ríos, adiós fontes (castellano) ó pé dos meus cabezales
tornas facéndome mofa.
1. Dicen que no hablan las plantas...
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, Cando maxino que es ida,
ni los pájaros, no mesmo sol te me amostras,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo i eres a estrela que brila,
los astros, i eres o vento que zoa.
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre
cuando yo paso, Si cantan, es ti que cantas,
si choran, es ti que choras, casiña do meu contento,
i es o marmurio do río
i es a noite i es a aurora. muíño dos castañares,
noites craras de luar,
En todo estás e ti es todo, campaniñas trimbadoras,
pra min i en min mesma moras, da igrexiña do lugar,
nin me abandonarás nunca,
sombra que sempre me asombras amoriñas das silveiras
3. Negra sombra (castellano) que eu lle daba ó meu amor,
Cuando pienso que te fuiste, camiñiños antre o millo,
negra sombra que me asombras, ¡adios, para sempre adios!
a los pies de mis cabezales,
tornas haciéndome mofa. ¡Adios groria! ¡Adios contento!
¡Deixo a casa onde nacín,
Cuando imagino que te has ido, deixo a aldea que conozo
en el mismo sol te me muestras, por un mundo que non vin!
y eres la estrella que brilla,
y eres el viento que zumba. Deixo amigos por estraños,
deixo a veiga polo mar,
Si cantan, eres tú que cantas, deixo, en fin, canto ben quero...
si lloran, eres tú que lloras, ¡Quen pudera non deixar!...
y eres el murmullo del río
y eres la noche y eres la aurora. Mais son probe e, ¡mal pecado!,
a miña terra n'é miña,
En todo estás y tú eres todo, que hastra lle dan de prestado
para mí y en m misma moras, a beira por que camiña
ni me abandonarás nunca, ó que naceu desdichado.
sombra que siempre me asombras.
4. Adiós ríos, adiós fontes (gallego) Téñovos, pois, que deixar,
Adiós, ríos; adios, fontes; hortiña que tanto amei,
adios, regatos pequenos; fogueiriña do meu lar,
adios, vista dos meus ollos: arboriños que prantei,
non sei cando nos veremos. fontiña do cabañar.

Miña terra, miña terra, Adios, adios, que me vou,


terra donde me eu criei, herbiñas do camposanto,
hortiña que quero tanto, donde meu pai se enterrou,
figueiriñas que prantei, herbiñas que biquei tanto,
terriña que nos criou.
prados, ríos, arboredas,
pinares que move o vento, Adios Virxe da Asunción,
paxariños piadores, branca como un serafín;
lévovos no corazón: de la iglesita del lugar,
Pedídelle a Dios por min,
miña Virxe da Asunción. zarzamoras de los zarzales
a las que le daba mi amor,
Xa se oien lonxe, moi lonxe, caminitos entre el maíz,
as campanas do Pomar; ¡adiós, para siempre adiós!
para min, ¡ai!, coitadiño,
nunca máis han de tocar. ¡Adiós gloria! ¡Adiós contento!
¡Dejo la casa donde nací,
Xa se oien lonxe, máis lonxe dejo la aldea que conozco
Cada balada é un dolor; por un mundo que no vi!
voume soio, sin arrimo...
¡Miña terra, ¡adios!, ¡adios! ¡Dejo amigos por extraños,
dejo la vega por el mar,
¡Adios tamén, queridiña!... dejo, en fin, cuanto quiero bien…
¡Adios por sempre quizais!... ¡Quien pudiera no dejar!…
Dígoche este adios chorando
desde a beiriña do mar. Mas soy pobre y, ¡mal pecado!
mi tierra no es mía,
Non me olvides, queridiña, que hasta le dan de prestado
si morro de soidás... la orilla por que camina
tantas légoas mar adentro... al que nació desdichado.
¡Miña casiña!,¡meu lar!
5. Adiós ríos, adiós fontes (castellano) Os tengo, pues, que dejar,
Adiós, ríos; adiós, fuentes. huertita que tanto amé,
adiós, riachos pequeños; hoguerita de mi lar,
adiós, vista de mis ojos; arbolitos que planté,
no sé cuando nos veremos. fuentecita del cabañar.

Mi tierra, mi tierra, Adiós, adiós, que me voy,


tierra donde yo me crié, hierbecitas del camposanto,
huertita que quiero tanto, donde mi padre se enterró,
higueritas que planté, hierbecitas que besé tanto,
tierrecita que nos crió.
prados, ríos, arboledas,
pinares que mueve el viento, Adiós Virgen de la Asunción,
pajaritos piadores, blanca como un serafín,
casita de mi contento, os llevo en el corazón:
Pedidle a Dios por mí,
molino de los castañares, mi Virgen de la Asunción.
noches claras de luz de luna,
campanitas timbradoras, Ya se oyen lejos, muy lejos,
las campañas del Pomar, Sé que la historia es la misma, la misma
para mí, ¡ay! desventurado, siempre, que pasa
nunca más han de tocar. desde una tierra a otra tierra, desde una raza
a otra raza,
Ya se oyen lejos, más lejos como pasan
Cada campanada es un dolor; esas tormentas de estío desde ésta a aquella
Me voy solo, sin amparo… comarca.
¡Mi tierra, ¡adiós! ¡adiós!
¡Qué lástima
¡Adiós también, queridita!… que yo no tenga comarca,
¡Adiós por siempre quizás!… patria chica, tierra provinciana!
Te digo este adiós llorando Debí nacer en la entraña
desde la orillita del mar. en la estepa castellana

No me olvides, queridita, Y fui a nacer en un pueblo del que no


si muero de saudade… recuerdo nada:
tantas leguas mar adentro… Pasé los días azules de mi infancia en
¡Mi casita! ¡mi hogar! Salamanca,
Y mi juventud, una juventud sombría, en la
León Felipe montaña.
(-)
– ¡Qué lastima! Después ... ya no he vuelto a echar el ancla
y ninguna de estas tierras me levanta
1. ¡Qué lástima! ni me exalta
Al poeta Alberto López para poder cantar siempre en la misma tonada
Arguello, al mismo río que pasa
tan amigo, tan buen rodando las mismas aguas,
amigo al mismo cielo, al mismo campo y en la
siempre, baje o suba la misma casa.
rueda.
¡Qué lástima! ¡Qué lástima
que yo no pueda cantar a la usanza que yo no tenga una casa!
de este tiempo lo mismo que los poetas que Una casa solariega y blasonada,
hoy cantan! una casa
en que guardara,
¡Qué lástima a más de otras cosas raras,
que yo no pueda entonar con una voz un sillón viejo de cuero, una mesa apolillada
engolada y el retrato de un mi abuelo que ganara
esas brillantes romanzas una batalla.
a las glorias de la patria! ¡Qué lástima
¡Qué lástima que yo no tenga un abuelo que ganara
que yo no tenga una patria! una batalla,
retratado con una mano cruzada Aquí me siento sobre mi silla de paja
en el pecho, y la otra mano en el puño de la y venzo las horas largas
espada! leyendo en mi libro y viendo cómo pasa
Y, ¡qué lástima la gente al través de la ventana.
que yo no tenga siquiera una espada! Cosas de poca importancia
parecen un libro y el cristal de una ventana
Porque .... ¿qué voy a cantar si no tengo ni en un pueblo de la Alcarria,
una patria, y, sin embargo, le basta
ni una tierra provinciana, para sentir todo el ritmo de la vida a mi alma.
ni una casa
solariega y blasonada, Que todo el ritmo del mundo por estos
ni el retrato de un mi abuelo que ganara cristales pasa
una batalla, cuando pasan
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni ese pastor que va detrás de las cabras
una espada? con una enorme cayada,
esa mujer agobiada
¡Qué voy a cantar si soy un paria con una carga
que apenas tiene una capa! de leña en la espalda,
esos mendigos que vienen arrastrando sus
Sin embargo... en esta tierra de España miserias de Pastrana,
y en un pueblo de la Alcarria y esa niña que va a la escuela de tan mala
hay una casa gana.
en la que estoy de posada ¡Oh, esa niña! Hace un alto en mi ventana
y donde tengo, prestadas, siempre y se queda a los cristales pegada
una mesa de pino y una silla de paja. como si fuera una estampa.
Un libro tengo también. Y todo mi ajuar se ¡Qué gracia
halla tiene su cara
en una sala en el cristal aplastada
muy amplia con la barbilla sumida y la naricilla chata!
y muy blanca Yo me río mucho mirándola
que está en la parte más baja y la digo que es una niña muy guapa...
y más fresca de la casa. Ella entonces me llama
Tiene una luz muy clara ¡tonto!, y se marcha.
esta sala ¡Pobre niña! Ya no pasa
tan amplia por esta calle tan ancha
y tan blanca... caminando hacia la escuela de mala gana,
ni se para
Una luz muy clara en mi ventana,
que entra por una ventana ni se queda a los cristales pegada
que da a una calle muy ancha. como si fuera una estampa.
Y a la luz de esta ventana Que un día se puso mala,
vengo todas las mañanas. muy mala,
y otro día doblaron por ella a muerto las - Ciudad en mí (Santiago)
campanas. - Se está apagando el fuego
- Cerca del fuego
Y en una tarde muy clara, - The end
por esta calle tan ancha, - Donde el poeta se despide definitivamente
al través de la ventana, del cotarro
vi cómo se la llevaban - Raro asunto
en una caja muy blanca... - Alalá
En una caja muy blanca - Lecciones de historia
que tenía un cristalito en la tapa. (La larga marcha hacia ninguna parte)
Por aquel cristal se la veía la cara - Toda la verdad sobre Juan Pablo II
lo mismo que cuando estaba
pegadita al cristal de mi ventana ... ES UNA COSA EXTRAÑA
Al cristal de esta ventana Es una cosa extraña ser poeta,
que ahora me recuerda siempre el cristalito de es una cosa extraña sentir la propia vida
aquella caja llena de muchedumbres,
tan blanca. escuchar en el propio canto todos los cantos
Todo el ritmo de la vida pasa y cotidianamente
por este cristal de mi ventana ... morir un poco en todo lo que muere.
¡Y la muerte también pasa!
Es una cosa extraña ser poeta;
¡Qué lástima es sorprender al niño en los ojos del viejo,
que no pudiendo cantar otras hazañas, es oír los clamores del bosque en la semilla,
porque no tengo una patria, adivinar que hay una primavera dormida
ni una tierra provinciana, bajo cada nevada,
ni una casa partir el pan y ver los segadores.
solariega y blasonada,
ni el retrato de un mi abuelo que ganara Es una cosa extraña: ser poeta
una batalla, es convertirse en tierra para entender la lluvia,
ni un sillón viejo de cuero, ni una mesa, ni es convertirse en hoja para saber de otoños,
una espada, es convertirse en muerto para aprender la
y soy un paria ausencia.
que apenas tiene una capa ... 20-I-72
venga, forzado, a cantar cosas de poca
importancia! ES DOLOROSO ESTAR TRAS EL
POEMA...
Es doloroso estar tras el poema,
Miguel D'Ors viendo el verso por dentro,
- Es una cosa extraña estar en el reverso del prodigio
- Es doloroso estar tras el poema... igual que el tejedor al otro lado
- Por una muerte de su tapiz o como el farero en su torre
- Las tres cantigas o el hombre del guiñol entre sus hilos.
Qué música tus manos, fina corza
Es doloroso sostener la magia del mayo más intacto, qué gesto de azucena,
justo por lo que tiene qué iluminada crece la hierba donde pisas.
de mecanismo y de monotonía
y no poder estar entre esas gentes Eres la tesorera del silencio,
cuyo rumor me llega como a través de un el sauce que se inclina a toda pena;
muro. eres la que se queda fuera de las palabras;
7-II-74 sólo un nombre ojival puede nombrarte:
madre del pan de trigo, sí. La sombra
POR UNA MUERTE de una sonrisa tuya iguala a mil cerezos,
Uno se muere así, cuando tenía y es que hasta tu sandalia nazarena,
un cigarro en la mano (que aparece alondra cristalina, arpa de lágrimas.
humeando, después, sobre el asfalto),
cuando había una letra pendiente, un libro Vienen del siglo XIII los mejores
abierto, ruiseñores y minian tu aleluya.
un cuento a medias (que los niños nunca
sabrán cómo termina); También aquí mi boca con sus costras,
uno se muere así, de golpe, abandonando mi voz, acostumbrada a hurgar entre basuras
su ropa en el armario y sus asuntos con hambres vergonzosas,
y su reloj parado en una hora intenta un vuelo azul y esta ramera rancia
—la de la muerte en punto— (o sin pararse también te dice Salve.
y entonces es más triste todavía 15/16-V-75
porque lo ves seguir, infiel al amo),
y a lo mejor aún llega alguna carta II
con las señas del muerto Afuera las cuadrigas, los edictos de mármol,
y hace llorar de puro no saber... los corros de reojo, los vivas insurrectos,
pero dentro la cal resplandeciente, el agua
Después de morir uno, mientras uno justa en el cantarillo, la alacena sumisa
está muriendo, se abre y un silencio mejor que el de los astros.
una ferretería, pintan una fachada
y el muerto ya es ajeno, y todo nos lo aleja. Afuera las palabras profundas, el progreso
sin duda, los debates en torno a los debates
Las yerbas del olvido y la filología con ropas de virtud,
empiezan a crecer sobre su tumba. pero dentro la escoba barriendo unas virutas,
20-III-74 la sonrisa volando sobre el puchero alegre,
la lámpara y su aceite precavido
LAS TRES CANTIGAS y un silencio mejor que el de los astros.
"Reina de los cielos, madre del pan de trigo".
(Gonzalo de Berceo, Milagros de Ntra Señora, Afuera los denarios, la nueva danzarina,
659 a.). el circo clamoroso y los esclavos,
pero dentro el geranio risueño en su maceta,
I el pan y el vino sobre la mesa, las honradas
herramientas, los lienzos en el arca el húmedo reflejo de un farol gemebundo;
con membrillos bien sanos yo no tuve la culpa si invadieron mis sueños
y un silencio mejor que el de los astros. las campanadas grises, el musgo, los paraguas
litúrgicos, aquellas nubes pétreas;
Afuera las posadas, su tráfico políglota, yo no tengo la culpa si esa melancolía
la púrpura y el crimen, los remotos fue mi patria nativa, la costumbre
camellos y las jarcias afanosas; de mis años silvestres; y tampoco si ahora
afuera el mundo entero, pero dentro llevo conmigo, dentro, aquella lluvia y lluvia
una niña con gesto de tórtola asustada y lluvia que ponía
que deja su costura de novia, —...martes, miércoles, jueves...— pensativas
que sonríe, las piedras de Santiago.
que dice inmensamente: Hágase en mí según 28-XI-75
tus palabras y vuelve a su silencio,
mejor, mejor, mejor que el de los astros. SE ESTÁ APAGANDO EL FUEGO
16-V-75 Sólo cerrar los ojos y allí estaban
la “Kon-Tiki”, los sioux, Mowgli, Hillary y
III Tensing,
Eres madre del pan, eres un cuenco sequoias y pirañas... y era como estar lleno
de leche hospitalaria, bien caliente; de un verano de potros y acampadas y playas,
eres humildemente la cerilla como llevar por dentro siempre las vacaciones,
que alumbra un apagón y siempre con buen tiempo y campeonatos.
de cuatro siglos;
eres la venda justa, eres paisana No sé qué sucedió: todo se fue nublando,
de todo lo que amo. y yo también estaba más turbio y más
La caricia silencioso,
candeal de tus manos disuade cada lágrima más preso entre mi nombre y mis semanas,
que congelada baja pecho adentro. y todo tan invierno y tan Pamplona,
y los libros, y el aire, todo gris, todo como
No me niegues a mí tu voz, la chimenea con un olor a gato o seminario.
de todos los viajeros del invierno.
16-V-75 En mí está apagando el fuego. Cualquier día
"El que houiere sseso responda e diga amen" me moriré de asfalto y de bibliografía.
(Libro de Apolunio, explicit) 21/22-XII-77

CIUDAD EN MÍ CERCA DEL FUEGO


(Santiago) A mí dejadme así, cerca del fuego.
«Ciudad extraña, hermosa y fea a un tiempo.» Yo sólo quiero que mi vida sea
(Rosalía de Castro, En las orillas del Sar, como un pueblo humeando pensativo
«Santa Escolástica», III, 1). —la nieve en los tejados—
con su mañana llena de balidos
Yo no pude elegir: abrí los ojos y del olor caliente de la panadería.
y la vida era lluvia y noche y piedra, y sólo
Yo no quiero excelencias, ni mármoles, ni a los sabios consejos sobre las compañías
cifras. que me dio mi papá–).
Los libros no me sirven
si no me dejan contemplar la hierba. Pero todos felices: la Poesía
Con esto me conformo, con el don de los días, y yo tendremos más intimidad,
con los tenues manzanos florecidos, y vosotros qué gozo: en la carpeta
con una voz sencilla que me diga de Félix Grande un poco menos de original
cerca del fuego cosas verdaderas. y un poco más de alfalfa en los amenos prados
14-XII-78 del Parnaso local.
5-IX-82
THE END
Se acabó la película, muchacho. Esto es la RARO ASUNTO
vida. Raro asunto la vida: yo que pude
Ya estás frente al azote feroz de la intemperie, nacer en 1529,
ya estás casado y calvo, ya saliste de aquellos o en Pittsburg o archiduque, yo que pude
años—technicolor. Eso es la vida. Inútil ser Chesterton o un bonzo, haber nacido
que te cuentes mentiras: gallego y d’Ors y todas estas cosas.
no sonará, borrosa, una trompeta Raro asunto
aliada. No llegará John Wayne que entre la muchedumbre de los siglos,
con el Séptimo de Caballería. que existiendo la China innumerable,
11-II-81 y Bosnia, y las cruzadas, y los incas,
fuese a tocarme a mí precisamente
DONDE EL POETA SE DESPIDE este trabajo amargo de ser yo.
DEFINITIVAMENTE DEL COTARRO 13-I-83
A él
Adiós, adiós revistas, premios, antologías, ALALÁ
fulgores de El País y el Segundo Canal, Verás de nuevo el valle melodioso
adiós generación del 70, divino rezumando verdores,
tesoro, te he perdido para nunca jamás. y el antiguo espesor de los carballos;
verás las humaredas familiares
Para ser comunista me falta la langosta subiendo como un rezo hacia la cúpula
(que no es poco faltar) azul del mediodía,
y, como don Antonio, tampoco soy un ave y de nuevo las tardes de campanadas líquidas
de ésas (menudos pájaros) del nuevo gay y dóciles mugidos, y el perfume
trinar, universal del heno ocupando las noches...
y no versificando ni a la izquierda Verás de nuevo aquel
ni debajo de nadie, ustedes me dirán. paisaje cristalino que es tu infancia.

Adiós entonces, fama, adiós obras completas, Pero sólo si vuelves –piedras ruinosas, negra
adiós escalinatas hacia Carlos Barral, ceniza despoblada–, pero sólo si vuelves
adiós muchachos, nunca compañeros con los ojos cerrados.
de mi vida (a Dios gracias –y gracias además 15/16-V-83
La segunda mitad del siglo XX
LECCIONES DE HISTORIA era más pertinaz que una sequía
(La larga marcha hacia ninguna parte) de los años 40.

“Tacete unquanco, pallide viole, Tenían -¿cómo no!- las Cinco Vías
e liquidi cristalli e fate senelle: de Tomás, el inmenso aventurero,
ei dice cose, voi dite parole”. tenían los ocasos de Granada, el acorde
(Francesco Berni) de octubre en los hayedos de Zuriza,
tenían a Audrey Hepburn (y a Raquel Welch),
“Una obra de arte que no tenga valor artístico tenían
carecerá de fuerza”. el Cervino, Florencia,
(Mao- Tse- Tung) la Sexta Sinfonía de Beethoven,
el cielo azul -que es cielo y es azul-,
INCIPIT LIBER el silencioso grito de un minuto cualquiera
de la Madre Teresa de Calcuta...
En el nombre de Dios -ojo: no del Gran Todo,
no del Gran Manitú ni el Punto Omega Tropezaban con Dios en cada cosa:
ni del dios (Dios me libre) deseado un niño: Dios; una gaviota: Dios;
y deseante de ciertos camarotes de seda-, una mujer que dice -yo también-:
en el nombre del Padre que fizo toda cosa, Dios; un buen verso: Dios. Pero eran ciegos,
en el nombre del solo sordos, inexplicables,
Dios verdadero, el Dios de los profetas y negaron a Dios como quien niega
hirsutos y los vastos patriarcas, el mar o las manzanas.
el de Inés y Cecilia, 7-X-81
sexo débil más fuerte que todas las legiones,
el Dios que sostenía la sonrisa II
de Tomás Moro bajo el hacha negra, La segunda mitad del siglo XX
el Dios de Louis Pasteur, el de Gaudí, de no tuvo Dios ni dioses, ni siquiera
Chesterton, un poste de colores como Caballo Loco,
de los analfabetos como yo, que ser menos salvaje que hombre blanco.
el Dios de las amebas, de los Tronos
y las Dominaciones, Y vino lo que vino:
del simún y el Museo Británico, comienzo si Dios no existe, el hombre es un fosfato
esta declaración, esta memoria (un fosfato que vota, miren qué delicado).
del desolado tiempo que he vivido.
Si Dios no existe -déjense de bromas-
Que Él ponga en mis palabras una chispa de no existen argumentos contra el horno
Su innombrable fuerza. crematorio, el Gulag, la clínica asesina,
la bomba de neutrones, las Brigadas
5-X-81 Rojas, los Mao-Tse-Tung...
Si Dios no existe ¿quién me dice a mí
I
que no me cague en todos los restantes La segunda mitad del siglo XX
fosfatos? llevó la compasión a un grado alejandrino.
Si Dios no existe, sálvese quien pueda.
Si Dios no existe, el Mandamiento Nuevo Para ayudar al viejo de lentos sufrimientos,
es “jodeos los unos a los otros”. nada tan tierno como asesinarlo.

Considerad, hermanos, con qué fidelidad Para que no haya niños de mirada famélica,
lo cumplió la segunda mitad del siglo XX. eliminar los niños.
6-X-81
Durante la segunda mitad del siglo XX
III el crimen fue la forma más sublime
La segunda mitad del siglo XX de la filantropía.
la humanidad del hombre dimitió. 4-X-81

¿Para qué molestarse en decir no V


con la palabra no? Mejor con metralleta, La segunda mitad del siglo XX
John Kennedy, mejor con rifle, con pistola, proclamó la bandera de la paz y la vida:
con granada de mano. la vida de Mick Jagger,
¿Por qué esperar al punto la vida de Alí Agca, la de Charles
final para acabar la discrepancia, Manson, la de Bokassa,
Bob Kennedy, pudiendo terminarla la de José Rodríguez, son sagradas;
con un tiro? la vida de las focas y la de las sequoias
y hasta la vida de los vietnamitas
¿Por qué pedir justicia son sagradas, etcétera...
con razones, pudiendo, Martin Luther, Muy bien, señores,
pedirla con un kilo pero mientras el Universo se llenaba
de Goma-2? de palomitas rosas, mientras todos ustedes
hacían el amor y no la guerra,
¿Por qué perder el tiempo en cada útero un Auschwitz, un Dachau, un
en ser humanos, Aldo Moro, José María Stalin,
Ryan, Manuel Expósito, almirante Carrero, un Führer, un Vietnam, un Paracuellos,
Anwar El Sadat, por qué, muertos y muertas un negro y fiero y ciego bombardeo.
cuyos nombres se mezclan y confunden Todo legal, no sufra, todo a cargo
en el olvido igual que las mandíbulas, de la Seguridad Social, naturalmente.
los zapatos, los trozos de chatarra, los dedos
en el súbito asfalto ensangrentado, Cinco, veinte, sesenta millones, ochocientos
por qué perder el tiempo en ser humanos millones de personas -Dios lleva cuenta
pudiendo ser un cóctel Molotov, exacta-
un Cetme, una PO-3, un artilugio? asfixiadas, quemadas, trituradas
10-X-81 (con absoluta higiene y música ambiental
para que nadie diga).
IV Yo he escuchado sus llantos diminutos,
he visto sus milímetros de espanto, por el hambre y el no y el parecido
sus deditos de leche desvalida con los lirios del campo;
moviéndose en el cubo funerario. ser -ay- Juan de la Cruz sin noche oscura
ni cadenas voraces ni dolencia de amor;
Yo levanto estos versos como un volcán de ser María Goretti, pero llegando a un trato.
rabia Ver a Dios sin limpiarse el corazón.
y grito a las estrellas
que el mayor genocidio de este planeta fue Para volar tan alto,
la segunda mitad del siglo XX. tan alto, les vendieron un atajo:
9-XI-81 pastillas, sobrecillos, jeringuillas,
perfectos sucedáneos -pensaban- de la
VI ascética.
La segunda mitad del siglo XX Ascética sintética.
fue una escena de cama
de dimensiones cósmicas. Una fumata, tío, y el éxtasis. Un sorbo
de este rollo y las ínsulas extrañas.
El Arte fue la cópula, Un pinchacillo aquí y escuchas en diez pistas
la Cultura la cópula, el hosanna de oro de los coros angélicos.
la Diversión la cópula
y la Revolución también la cópula. Lo malo es que el atajo era mentira.
Lo malo es que aquel cielo era mentira.
Allí todo fue copula-copulae... Todo menos Lo malo es que la puerta que Ferlinghetti &
la cópula, que fue Dylan,
durante la segunda mitad del siglo XX Limited (very limited) cantaban
sodomita, enfundada, interrupta, egocéntrica, los condujo -mentira, “Lasciate ogni
auricular, estéril, solitaria, speranza”-
informática, teledirigida, al Horror infinito.
only for women, multitudinaria, 8-X-81
etcétera, etcétera, etcétera...
De todas las maneras VIII
inferior a los perros. La segunda mitad del siglo XX
4-X-81 fue amiga de los ríos y los quebrantahuesos,
de la ballena azul y los otoños,
VII de la gentiana Clusii y el Yosemite Valley.
La segunda mitad del siglo XX
se propuso llegar al Paraíso Muy bien. Me apunto a todos esos bosques,
ahorrándose el viaje. a las corrientes aguas
puras, al Aconcagua, a las aves ligeras;
Ser Agustín sin recorrer de bruces me apunto a todo locus más o menos amoenus;
todo el dolor que media al lupus homini horno, si esto le hace feliz.
entre el robo de peras y la visión beatífica;
ser Francisco de Asís sin merecerlo A lo que no me apunto es a después
de tanta historia con Mamá Natura X
asesinar 1.000 niños ustedes ya me entienden. La segunda mitad del siglo XX
atinó con la Llave
A lo que no me apunto es a morir, de la Sabiduría: un hombre, un voto.
igual que Jimi Hendrix,
con catorce pinchazos diz que de paraíso El manejo es sencillo:
debajo de la lengua. un drogadicto, un voto; un premio Nobel,
A lo que no me apunto ni borracho un voto; dos maricas, dos votos; un apóstol,
es a clamar por la Naturaleza un voto; un loco, un voto; un cuerdo, un voto;
con un dispositivo en la vagina, William Shakespeare, un voto; Pedro Pérez,
una funda de plástico ya saben, un voto;
un kilo de pastillas en el alma Santa Teresa, un voto; Charles Manson, un
y millones de hermanos que no llegan voto;
a especie protegida. Platón, un voto; Claudia Cardinale,
7-X-81 un voto; usted, un voto.

IX Acto seguido
La segunda mitad del siglo XX una rápida suma, y miren qué sencillo
dijo que la Verdad no era verdad, fue para la segunda mitad del siglo XX
que cada cual con su opinión, y todos el Wahrheitserkenntnisweg.
a ser homini lupus en paz y compañía. 5-X-81

No es verdad que hoy es martes, XI


no es verdad esta lluvia, no es verdad La segunda mitad del siglo XX
Paraguay funcionó por razones
ni mi bigote ni sus estornudas que la Raison jamás conocerá.
ni dos y dos son cuatro: todo son opiniones.
Usted hoy se ha comido un plato de opiniones Pero yo sí conozco algunos casos,
-perdón, una opinión freres humains qui apres nous vivez:
de opiniones (tampoco voy a imponerle el Andrés se hizo fascista por profundos
plato)-; motivos de peinado,
a usted, cuando se sienta, Yvonne marxista porque las milongas
le pica esa opinión que le ha salido de los Quilapayún, Pedro bakuninista
en toda la opinión. por Margarita, Plácido católico
por, afición al órgano (en el mejor sentido),
Pero ¿qué digo usted! Giambattista se hizo socialista
Usted es solamente dicen que por la rima, Doña Pura
una opinión. Yo soy una opinión. testigo de Jehová por una minipimer,
Esto es sencillamente Juan y Pedro mormones por razones
una conversación entre opiniones. de estricta sastrería.
6-X-81
Insondables abismos del organismo humano:
durante la segunda mitad del siglo XX También incompetentes
nadie fue calvinista por Calvino, para el mal. Ni siquiera merecían
ni sartriano por Sartre, ni budista por Buda, el honor de una hoguera.
sino que por, o sea, que sentían 6-X-81
un no sé qué, que quedan balbuciendo
aquellos antropoides. XIII
7-X-81 La segunda mitad del siglo XX
dio pasos de gigante.
XII
La segunda mitad del siglo XX Hubo no obstante algunos reaccionarios,
fue mediocre también en la herejía. gentes que se negaron a avanzar con su tiempo
-una monja ruinosa de Calcuta, unos papas,
Pensemos en los grandes Escrivá, Solzhenitsyn, Lech Walesa,
clásicos del error, profesionales Jérome Lejeune y otros,
como Pelagio, Arrio, sin olvidar los pérez con sus codos gastados
Lutero, Hus, Calvino: arduos años en trato en el amargo roce de los lunes y martes
con la Biblia y los Padres de la Iglesia, y unos pocos millares de silencios postrados
orando en penumbras temblorosas, bajo la lucecita latiente del Sagrario-,
pasando doctorados, sínodos, conclusiones... gentes insolidarias, no cabe duda,
De repente una idea infernal: el filioque, gentes
la sustancia, distingo, de humanitate Christi... reacias a vivir a cuatro patas
Advertencia, Tractatus, advertencia, concilio, y a dar aquellos pasos de gigante
más advertencia, insumisión, condena camino de la nada.
y el final conocido:
pregonero, tambores, las calles agolpadas Nadie lo supo, y ellos sostenían
y una fogata multitudinaria la máquina del mundo.
cuyos fulgores crepitaban años Luminosos rebeldes, ellos fueron
y años en las memorias campesinas el rumbo de la Historia
y se perpetuaban en trovos y consejas. durante la segunda mitad del siglo xx.
5-X-81
Durante la segunda mitad del siglo XX
todo fue más chapuza: el padre Van der Buden SALMO FINAL
a base de ir en cueros entre los tulipanes Grandes son Tus hazañas, Señor, fuerte Tu
dijo no sé qué cosa (ni él tampoco brazo:
debió saberlo mucho). A Don Hans Kraus Tú salvaste a Tu pueblo de la lluvia de
le bastó con algunas mugres tercermundistas napalm,
de Der Spiegel. A Paqui Rodríguez, peluquera de los tanques del Pacto de Varsovia,
de Mula (Murcia, España), se le ocurrió su de Nixon, de Jomeini, de Fernández Ordóñez.
cisma
bajándose el tirante del bikini Señor, Tú nos libraste de los que nos traían
al borde de un cubata perezoso. la libertad en sus cañones, Tú
has sacado a Tu pueblo intacto de las fauces
de Kruschev, de la CIA, de Playboy, de Alí y además no soporto que esté siempre
Agca. viajando de un lado para otro.

Tu fuerza no la vencen los missiles (*)ADVERTENCIA: Este poema está escrito


ni L 'Etre et le Néant en tono irónico y paradógico. Es una sucesión
ni Gaddafi ni la Trilateral. encadenada de los típicos tópicos contra el
Santo Padre, que puestos todos seguidos
Tu amor no tiene fin, Señor: Tu pueblo, resultan contradictorios e inconsistentes.
que atravesó el desierto y el Mar Rojo, 6/7-X-82
también logró pasar -mayor prodigio-
la segunda mitad del siglo xx.
7-X-81 Carmelo Guillén
(-)
TODA LA VERDAD SOBRE JUAN PABLO – De amigos ando bien
II (*)
Qué sabrá él de la vida de la gente diaria 1. De amigos ando bien
siempre retirado allá en lo alto del Vaticano
si apenas conoce nuestro mundo occidental De amigos ando bien y me gusta enseñarlos
y casi nunca está en el Vaticano qué en álbumes de fotos y hacerlos coincidir
irresponsabilidad y que se den sus números de teléfono, que
tanto viajar de un sitio para otro tengan
porque cómo podrá comprender otras culturas entre ellos un trato. De amigos ando bien
si sólo conoce el mundo occidental y hacen lo que quieren de mí, sin
y lo que dice interesa únicamente a cuatro consultármelo,
viejas que vienen a mi vida y me cogen el peine,
pero siempre se pone del lado del capital y se peinan, y me ponen los versos perdidos
y a qué viene todo ese fanatismo masivo de los de afecto, y se resbalan en este corazón
jóvenes que es su casa. De amigos ando bien, si no yo
ni que fuera los Rolling Stones de qué iba a dármelas, de qué, si ellos suelen
qué pesado siempre con los obreros los mostrarme a las visitas y hacerme coincidir
obreros con sus otros amigos, y andan ocupados en mí,
amargándonos la vida en si me peino, en si estoy o no cómodo, si
tan conservador salgo
que hasta se ha empeñado en imponer cambios en mangas de cariño o si llevo o no el cuello
en las costumbres tradicionales de la curia rozado de quererles. De amigos ando bien
siempre tan débil dejándose influir por lo que y me noto importante, tal vez algo más gordo
dice el Opus de ser feliz, por eso me quedan las camisas
que viaje todo lo que le dé la gana a mí me es estrechas y me sale un brillo en la mirada
indiferente sólo porque de amigos ando bien, si no vedme
y es tan autoritario que nunca tiene en cuenta sentado a dos asientos o intentando alcanzarles
lo que le dicen la luna, que me son leales y culpables
de todo: de peinarme así, como más guapo,
y perderme en mis versos e irme de teléfonos
y fotos y visitas y dármelas de qué;
no sé, culpables, ellos, mis amigos. ¡En serio!

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