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EL GÉNERO NEGRO

DE LA MARGINALIDAD A LA NORMALIZACIÓN

ÀLEX MARTÍN ESCRIBÀ y JAVIER SÁNCHEZ ZAPATERO


(eds.)
Santiago de Compostela, 2015

© De la edición: Àlex Martín Escribà y Javier Sánchez Zapatero


© De los artículos: sus autores

Diseño de cubierta y maquetación: Digital 21, S. L.

Depósito legal: C 223-2016


ISBN: 978-84-8408-905-6

Esta publicación se inscribe en las actividades del proyecto de investigación Y104/463AC06 (“Teoría e historia
de la novela policíaca española”) de la Universidad de Salamanca (Fundación S. Solórzano).

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ÍNDICE DE CONTENIDOS

INTRODUCCIÓN, Àlex Martín escribÀ y Javier sánchez zapatero ........... 11

1. LITERATURAS HISPÁNICAS
RECURSOS NOVELESCOS EN LA CRÓNICA DE SUCESOS: “EL CRIMEN
DE LA CALLE FUENCARRAL” EN LOS DIARIOS LA CORRESPONDENCIA
Y EL PAÍS, adolfo carratalá .............................................................................. 15
ENTRE LA NOVELA POLICÍACA Y EL GÉNERO NEGRO: BELTENEBROS
DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA, andrés sánchez Martínez ........................ 25
COMPROMISO LITERARIO Y MELANCOLÍA EN LA NEONOVELA NEGRA
DE BENJAMIN PRADO, carole viñals ............................................................. 33
LAS NUEVAS DIMENSIONES DEL PROTOTIPO DEL INVESTIGADOR EN
TU ROSTRO MAÑANA DE JAVIER MARÍAS, carolina sanabria................... 41
LA FENOMENOLOGÍA DE LA NOVELA HARD-BOILED EN YO FUI JOHNNY
THUNDERS DE CARLOS ZANÓN, GreGory c. stallinGs ............................... 49
LA FUERzA DE LA SANgRE DE MIGUEL DE CERVANTES… ¿NOVELA
POLICÍACA?, héctor brioso santos ................................................................. 57
ARTURO INTUYÓ UN NUEVO GIRO DEL AZAR: EN LA BATALLA DE
BERLÍN HAY LUGAR PARA LA NOVELA NEGRA, Jesús GúzMan Mora ..... 65
PERIFERIAS DE LA NOVELA POLICÍACA ESPAÑOLA: EL HUMOR Y
OTRAS SUBVERSIONES EN LA NARRATIVA DE PGARCÍA, José isMael
Gutiérrez ................................................................................................................ 71
MEMORIA Y TRAUMA DEL POLICÍA FRANQUISTA: EL ARTE DE MATAR
DRAgONES (2003) DE IGNACIO DEL VALLE, José Manuel reyes ............... 79
gLOCALIzACIÓN EN LA TRILOGÍA DEL BAZTÁN: ELEMENTOS LOCALES
Y GLOBALES EN EL UNIVERSO DE DOLORES REDONDO, José antonio
Martín Matos ......................................................................................................... 87
NUEVA NOVELA NEGRA VALENCIANA (EN CATALÁN), Josep lluis roiG
sala .......................................................................................................................... 97

5
FICCION VERSUS REALIDAD: NOVELA POLICÍACA Y CORRUPCIÓN
POLÍTICA EN LA ESPAÑA ACTUAL, M.ª de los ánGeles rodríGuez
sánchez ................................................................................................................... 105
EL HUMOR NEGRO EN LA NOVELA NEGRA, MaGdalena tosik................. 111
UNA INSÓLITA NOVELA NEGRA SOBRE LA GUERRA CIVIL: CIELOS DE
BARRO, María José GiMénez Micó ...................................................................... 119
ALEXIS RAVELO Y LA CONQUISTA DEL CAMPO LITERARIO ESPAÑOL,
Javier rivero Grandoso ....................................................................................... 127
TRIÁNGULO DE LA NOVELA NEGRA EN CANARIAS, sinesio doMínGuez
suria......................................................................................................................... 141
LA IRONÍA EN EL BALNEARIO, DE MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN,
solivia Márquez sánchez.................................................................................... 151
LOS MISTERIOS DE EL JOvEN MORIARTY: LA INCIPIENTE SOMBRA DEL
NAPOLEÓN DEL CRIMEN, ánGela palacios Martín ..................................... 159

2. LITERATURA UNIVERSAL
INTERTEXTUALIDAD, HISTORIA E IMAGINACIÓN EN LAS AvENTURAS
DE ALFRED Y AgATHA, aGustín reyes torres ................................................ 169
FERNANDO PESSOA Y SU INCURSIÓN POR EL GÉNERO POLICÍACO, ana
sofía Marqués viana ferreira ........................................................................... 175
UNA LECTURA DE ÚLTIMO DOMICILIO CONOCIDO DE JOSEPH
HARRINGTON, ánGeles salGado casas .......................................................... 183
EXTERIORIZACIÓN DE LO INTERNO EN OUT DE NATSUO KIRINO, celia
corral cañas ......................................................................................................... 191
LA EDAD DE BRONCE DEL GÉNERO CRIMINAL: DE LOS ORÍGENES
DEL ROMAN POLICIER AL NEO-POLAR FRANCÉS, dieGo ernesto parra
sánchez ................................................................................................................... 199
LA NOVELA NEGRA COMO ESPEJO DE LA SOCIEDAD PORTUGUESA,
María do carMo cardoso Mendes..................................................................... 207
EL ORIGEN DE LA SOSPECHA. UNA COMPARACIÓN DEL MOTIVEMA EN
RELATOS Y NOVELAS POLICIALES, MiGuel Martín echarri ..................... 213
ROSSANA CAMPO Y LA NOVELA NEGRA, pablo García valdés .............. 223
DETERMINISMO, SENSORIALIDAD Y DENUNCIA SOCIAL: gALvESTON,
DE NIC PIZZOLATTO, raquel crespo-vila ...................................................... 229
LA ESCENA DEL CRIMEN EN LAS NOVELAS DE DONNA LEON (I): DE
MUERTE EN LA FENICE A MIENTRAS DORMÍAN, rocío peñalta catalán . 239

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LOS MISTERIOS DE EL JOVEN MORIARTY: LA INCIPIENTE

SOMBRA DEL NAPOLEÓN DEL CRIMEN

Ángela PALACIOS MARTÍN


Universidad de Salamanca

1. INTRODUCCIÓN

El personaje de James Moriarty nació con un único y firme propósito: acabar con la vida de
Sherlock Holmes. Arthur Conan Doyle —el padre literario de ambas criaturas— harto de verse
eclipsado por el detective, cuyo éxito le impedía dedicarse a su ambición literaria de escribir novelas
históricas, fantaseó con la idea de poner fin a su existencia durante varios años, hasta que por fin se
resolvió a hacerlo en el relato “El problema final” (1893). Sin embargo, a pesar de las desavenencias
con su personaje, quiso darle una muerte digna y por ello creó un némesis a su altura, un enemigo
cuya destrucción bien mereciera su propio sacrificio. Surgió así un negativo de Holmes, un cerebro de
primer orden guiado por las más oscuras motivaciones: el criminal consultor, James Moriarty.

Héroe y villano encontrarían sus respectivos finales al despeñarse por las cataratas suizas de
Reichenbach, o al menos uno de ellos lo haría. Años después, la presión social y los incentivos
económicos obligarían a Arthur Conan Doyle a traer a Sherlock Holmes de vuelta al mundo de los
vivos, demostrando que el autor había perdido toda potestad sobre su creación, ya que ésta había
trascendido las barreras de la ficción para internarse en el territorio de los mitos. Moriarty, en cambio,
se vería obligado a permanecer en el abismo, aunque no en el olvido, puesto que el detective se
encargaría de mantenerlo en la memoria del lector a través de varias alusiones póstumas1. Sin
embargo, el hecho de que Sherlock Holmes alcance la categoría de mito favorece a todo su universo
ficcional —compuesto por una variedad de espacios y personajes que se definen por su relación con el
detective a través del que gravita todo (Sánchez Zapatero y Martín Escribà, 2010: 294)—, ya que éste
se ve expandido por la creación de numerosas nuevas ficciones que incentivan la transformación de
personajes originalmente episódicos en seriales, así como de secundarios en protagonistas.

1
Por lo tanto, no queda del todo claro si Moriarty, en su origen literario, debe considerarse un personaje serial o
episódico. Por un lado, su única aparición en “El problema final” lo situaría dentro de la categoría de episódico. No
obstante, aunque no vuelve a hacer acto de presencia, el hecho de ser mencionado en otras seis aventuras del detective,
podría ayudar a categorizarlo como personaje serial, especialmente si se tiene en cuenta su papel en El valle del terror
(1915). En esta novela, cuya acción transcurre antes de su muerte, se nos revela nueva información sobre el criminal,
al que Holmes acusa de ser el responsable en la sombra de un asesinato.
LOS MISTERIOS DE EL JOVEN MORIARTY: LA INCIPIENTE SOMBRA DEL NAPOLEÓN DEL CRIMEN

La fascinación que despierta el personaje de Moriarty —no solo en el lector, sino en el propio
Holmes: “tuve que confesarme a mí mismo que por fin había dado con un antagonista que era
intelectualmente igual a mí. Mi horror por sus crímenes se perdió en medio de mi admiración por su
habilidad” (Doyle, 2007: 264)— lo convierte en una de esas “figuras malignas con suficiente encanto
como para generar una serialidad propia” (Balló y Pérez, 2005: 171). De hecho, en el terreno de los
textos no canónicos generados en torno al detective y su universo, existe un alto porcentaje de ellos
que incluyen al criminal tanto en roles protagónicos como secundarios, lo que ilustra bastante bien su
trascendencia, sobre todo teniendo en cuenta su escasa presencia en las obras originales de Conan
Doyle. Dentro de esta vertiente, y en el terreno de la literatura española actual, encontramos la saga de
novelas juveniles de Sofía Rhei, El joven Moriarty, que a medio camino entre el spin-off y la precuela,
se centra en la preadolescencia del personaje.

2. EL JOVEN MORIARTY: LOS ORÍGENES DEL GENIO DEL MAL

Existen bastantes precedentes de precuelas —tanto audiovisuales como literarias—


protagonizadas por un joven Sherlock Holmes2. Sin embargo, lo que propone Sofía Rhei es una
novedad: que el protagonista sea en este caso el antagonista por excelencia de las historias originales y
que ocupe, en cierto modo, el papel de Holmes, ya que funciona como el detective en la estructura del
relato.

Según la autora, la motivación para centrarse en el personaje de Moriarty vino dada por las
posibilidades que éste le ofrecía de cara a explorar el interesante proceso que puede llevar a un niño
con una situación privilegiada —tanto familiar, como económica, como cultural— a encaminarse
hacia el lado oscuro y acabar convirtiéndose en un criminal. De hecho, Rhei lo compara con uno de los
grandes iconos de la cultura popular que mejor ejemplifica este aspecto: Anakin Skywalker (Rhei:
2015).

Además, la vida del personaje en sí es un buen terreno sobre el que ficcionalizar, puesto que el
halo de misterio que envuelve al Napoleón del crimen es incluso mayor que el de Sherlock Holmes. Es
mucho lo que se desconoce de él, dada su escasa aparición en el canon holmesiano y el hecho de que
toda la información y visión que se proporciona sobre el personaje viene dada exclusivamente desde la
perspectiva del detective, puesto que es el único que tiene un encuentro cara a cara con él.

2
Dentro de las audiovisuales cabe destacar El secreto de la pirámide (Young Sherlock Holmes, 1985), una película
dirigida por Barry Levinson que sitúa la acción en un internado inglés donde el aspirante a detective conoce a su fiel
amigo Watson. El campo literario resulta ser más prolífico en esta variante, ya que existen varias sagas literarias al
respecto, como las publicadas en los últimos años: The Boy Sherlock Holmes (2007-2012), de Shane Peacock (6
volúmenes); Young Sherlock Holmes (2010-2015), de Andrew Lane (actualmente cuenta con 8 volúmenes) —ambas
han sido publicadas en español con el mismo título: El joven Sherlock Holmes— y la saga Sherlock, Lupin e io
(Sherlock, Lupin y yo, 2011-2015), de Alessandro Gatti bajo el seudónimo de Irene Adler (actualmente se han
publicado 9 volúmenes).
Ángela PALACIOS MARTÍN

La serie El joven Moriarty está compuesta por tres libros3 —El misterio del dodo (2013), La
planta carnívora (2013) y Los misterios de Oxford (2014)— ambientados en la Inglaterra de la época
victoriana e ilustrados por Alfonso Rodríguez Barrera4. En líneas generales, las tres novelas siguen
una estructura similar caracterizada por una primera parte centrada en las aventuras del protagonista
—en la que se realiza una presentación de los personajes y se expone la situación inicial que
desencadena el desarrollo de los acontecimientos, entre los que normalmente se incluyen travesuras
llevadas a cabo por Moriarty y apuestas contra su hermana— y una segunda en la que tendría lugar un
crimen o un misterio que posteriormente es resuelto por el protagonista ante un auditorio de
sospechosos, siguiendo el modelo de las novelas de Agatha Christie.

Todas estas aventuras hacen que el protagonista recorra la geografía inglesa desde su hogar —la
mansión Moriarty, punto de inicio y final de las historias— a ciudades tan emblemáticas como
Londres —escenario significativo teniendo en cuenta la importancia de esta ciudad en las historias
originales de Sherlock Holmes y que en el futuro será el centro del imperio del crimen de Moriarty—
y Oxford, donde los personajes se perderán por la estructura laberíntica del campus de una de las
universidades más famosas del mundo, a la vez que se hacen guiños al futuro del protagonista como
catedrático de matemáticas.

A pesar de contar con la presencia de la versión juvenil de John Watson, es el propio James
Moriarty quien ejerce de narrador, relatando todas sus peripecias de primera mano. En este rol, el
futuro criminal resulta no ser demasiado fiable, ya que a menudo oculta información clave para
resolver el misterio que no revela al lector hasta el último momento 5. Sin embargo, este hecho queda
en parte justificado por el carácter manipulador del personaje.

Dotado de una gran inteligencia y de una ávida curiosidad, James es un niño precoz
ampliamente formado en historias de criminales y libros de táctica militar, cuyos conocimientos pone
en práctica tramando todo tipo de travesuras, de las que gracias a su ingenio suele salir indemne. Se
trata de un joven un tanto solitario que parece no encontrar su sitio ni entre los niños –a los que no
termina de entender– ni, salvo excepciones6, entre los adultos quienes, a pesar de su madurez
intelectual, no le respetan por el hecho de ser un niño, y cuyo cuestionable comportamiento es puesto
constantemente en evidencia por el protagonista.
3
Según ha declarado Sofía Rhei, en principio no hay intención de prolongar la serie, al menos no en el formato de
literatura infantil. De continuarla, sería en un formato dirigido a un público algo más adulto, enlazando la historia con
los acontecimientos del canon holmesiano (Rhei: 2015; Rodríguez Gimeno: 2013).
4
Las ilustraciones homenajean el estilo del artista Edward Gorey, responsable de varios libros infantiles poblados de
inquietantes dibujos de tonos macabros ambientados en contextos victorianos.
5
Por lo tanto, se aprecia aquí otro aspecto en común con las historias de Agatha Christie, quien deja
intencionadamente al lector en la oscuridad hasta que el detective le indica el camino (Alexander, 2009: 14). En ambos
casos, se rompe la primera regla de las veinte que propuso Van Dine para escribir historias policiacas: “The reader
must have equal opportunity with the detective for solving the mystery” (Van Dine: 1928).
6
Por norma general, los adultos con los que congenia el pequeño Moriarty suelen ser personas de alto nivel intelectual,
ya sea en el plano científico —su tío Theodosius, un naturalista— o en el literario —Jules Verne y Lewis Carroll—.
161
LOS MISTERIOS DE EL JOVEN MORIARTY: LA INCIPIENTE SOMBRA DEL NAPOLEÓN DEL CRIMEN

De hecho, el personaje de John Watson, el hijo del jardinero, es lo más parecido que el
protagonista tiene a un amigo, y aún así se resiste a definirlo como tal: “supongo que podría decir que
es mi amigo. Sin embargo, eso de tener amigos no encaja demasiado con mi carácter” (Rhei, 2013a:
13). Al igual que ocurre en las historias originales de Arthur Conan Doyle, Watson funciona como
contrapunto del protagonista, ya que es un niño inocente, glotón y de buen corazón, con una
personalidad opuesta a la de su compañero. La presencia de John resulta en cierto modo una buena
influencia para James, ya que da la sensación de que es en las ocasiones en las que se encuentra
ausente cuando el protagonista se desvía hacia comportamientos moralmente cuestionables:

Por un momento estuve a punto de confesar nuestro pequeño desliz allí mismo (…). Si John
hubiera estado conmigo, seguramente me habría dado un codazo o algo así para obligarme a
hacerlo. Pero como John Watson no estaba conmigo, reprimí mis tentaciones de meterme en
líos y me comporté de la manera más sensata posible: como un niño que nunca jamás ha roto
una valiosa antigüedad (Rhei, 2013b: 102).

Este aspecto se aprecia especialmente en el tercer volumen de la saga, Los misterios de Oxford,
en el que la evolución de los personajes es evidente tanto a nivel psicológico como a nivel físico —
hecho que se percibe en las ilustraciones, que reflejan unas figuras más estilizadas, de acuerdo al
crecimiento experimentado al entrar en la adolescencia—. En esta novela los dos compañeros de
aventuras, marcados por las primeras etapas de la pubertad, comenzarán a distanciarse. Mientras John
experimenta una mayor atracción por el sexo femenino —una conducta que desagrada a James— éste
se inclinará aún más hacia sus actividades criminales. Si en las dos primeras novelas Moriarty hallaba
la solución del misterio exponiendo al culpable a la luz pública, en su último caso manipula los hechos
para encubrir y ayudar a escapar a un asesino. El criminal que queda impune no resulta ser otro que
Sebastian Moran —futura mano derecha de Moriarty según los acontecimientos narrados en el canon
holmesiano— que aquí ya apunta maneras al prometer lealtad eterna a su joven salvador. James
descubre una gran afinidad con Sebastian, a quien a pesar de su diferencia de edad puede manipular
con facilidad. Su carácter oscuro y sus aptitudes criminales hacen que Moriarty se fije en él como
perfecto candidato para sustituir a Watson:

En sus ojos había algo más que consideración, algo más que respeto. Había admiración.
Aquel muchacho había comprendido cuál era el tipo de talento que yo poseía (…) y no le
importaba que solo tuviera catorce años. No me vendría mal alguien que me fuera fiel hasta la
muerte, la verdad. Cada vez estaba menos seguro de que John pudiera cumplir esa tarea (Rhei,
2014: 87).

En cuanto al entorno familiar del protagonista, es destacable el distanciamiento emocional con


su padre y su hermana. Con el primero, a pesar de respetarlo, parece tener una relación más cordial
que familiar e incluso rechaza llegar a parecerse a él: “me pasé la mano por el cabello, que siempre me
empeñaba en peinar exactamente al contrario que él. Mi padre ordenaba su cabello hacia la derecha, el
lado del orden, y yo forzaba el mío para que se inclinara hacia el lado opuesto” (Rhei, 2014: 21). La
relación con su hermana Arabella, a la que describe como “astuta arpía” (Rhei, 2013a: 18), se basa en
Ángela PALACIOS MARTÍN

una constante rivalidad en la que ambos se esfuerzan por hacerse la vida imposible y cuyo último fin
es demostrar ser el más inteligente y astuto: “a veces no sé si es peor que ella sepa tantas cosas o que
yo sepa que las sabe (…). Si yo no fuera listo, no sufriría tanto porque ella también lo sea” (Rhei,
2013b: 17). No obstante, los hermanos se parecen más de lo que les gustaría, ya que Arabella —aparte
de tener todas las cualidades de una femme fatale en potencia— también posee unas extraordinarias
dotes deductivas, lo que provoca que ella realice sus propias investigaciones sobre los misterios,
paralelas a las de su hermano.

Sin embargo, hay un aspecto en el ámbito familiar que parece ser una marca definitoria en el
carácter del protagonista: la ausencia de una figura materna. La pérdida de su madre —una mujer
dulce y paciente— a una temprana edad provoca que el protagonista crezca sin la buena influencia que
ésta podría haber supuesto y que no pueden paliar las falsas madres que hacen aparición en la serie —
una institutriz alemana estricta y autoritaria, y una madrastra presumida y caprichosa—. A decir
verdad, esta faceta de Moriarty parece ser la base de su odio hacia Sherlock Holmes. La versión
infantil del detective hace su entrada en el segundo volumen de la serie —La planta carnívora— en
una única escena en la que frustra una travesura del protagonista durante un recital de música. A pesar
de admirar la inteligencia de su oponente, a quien le dobla la edad, James enseguida desarrolla una
ciega enemistad hacia él, que parece tener su mayor desencadenante cuando contempla la buena
relación que su futuro enemigo mantiene con su madre, lo que le hace experimentar el sufrimiento por
no tener a la suya. A partir de entonces, y aunque no vuelva a aparecer a lo largo de la saga, el joven
Holmes estará presente en sus pensamientos, con el único objetivo de llegar a ser mejor que él:

Entonces me vino a la cabeza la imagen de un niño de siete años (…). Un niño al que su
madre adoraba. Un niño tan observador y tan listo como yo, y quizás incluso más, a pesar de
ser tan pequeño. Y me hirvió la sangre. Quizá yo no pudiera recuperar a mi madre, pero al
menos podía superar a aquel niño en algo. Ser mejor que él. Y me propuse conseguirlo,
costara lo que costara (Rhei, 2013b: 209-210).

Las novelas de Sofía Rhei también poseen elementos metaficcionales, que alcanzan su momento
cumbre cuando se produce el encuentro entre James Moriarty y la versión infantil de su creador
originario, Arthur Conan Doyle. Éste, en una curiosa confusión de roles —fomentada por el propio
Moriarty— acaba asociando el nombre de James con el de una “persona malvada” (Rhei, 2014: 180),
ya que sabe que ha sido un niño con este nombre quien, gracias a sus deducciones, ayudó a entregar al
padre de Doyle —acusado de asesinato— a la policía. Por lo tanto, cuando conoce cara a cara a la
persona que considera un héroe por haber exculpado a su padre de los cargos, ignora que es la misma
que colaboró en su detención. Ante esta delicada situación, el joven James Moriarty —incapaz de
explicarle al pequeño Arthur que no todo es blanco o negro, y que la bondad y la maldad son dos
aspectos que conviven en cada persona— accede a los deseos del niño y le proporciona “lo que estaba

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LOS MISTERIOS DE EL JOVEN MORIARTY: LA INCIPIENTE SOMBRA DEL NAPOLEÓN DEL CRIMEN

deseando: un nombre de héroe” (Rhei, 2014:181), que no resulta ser otro que el nombre de aquel que
“había aparecido ocasionalmente en algunas de mis pesadillas” (Rhei, 2014: 181): Sherlock Holmes.

No obstante, Arthur Conan Doyle no es el único personaje real que aparece en la serie. De
hecho, uno de los aspectos más característicos de estas novelas es la continua inclusión de figuras
históricas en convivencia con los trasuntos infantiles de los héroes originarios del universo
holmesiano, así como los introducidos de la propia invención de la autora. Estas apariciones —que
engloban en su mayoría escritores (Jules Verne, Bram Stoker, Lewis Carroll), científicos (Charles
Darwin) y artistas (William Morris) de la segunda mitad del S. XIX— funciona como un componente
educativo, ya que “son una manera interesante de introducir infodumps, o cápsulas de información”
(Palacios: 2015) sobre figuras clave de la época.

Entre estos personajes, hay algunos que cobran importancia de un libro a otro, adquiriendo un
carácter serial. Es el caso del reverendo Samuel Dodgson (Lewis Carroll) y la niña Alice Liddle, cuya
amistad propició la creación de la obra más famosa del escritor: Alice’s Adventures in Wonderland
(1865). Estos dos personajes son importantes por dos razones. Por un lado, pertenecen al selecto grupo
de personas con las que Moriarty cultiva una amistad —o al menos algo bastante parecido—.
Dodgson, capaz de ver el potencial del protagonista, lo alienta a que siga el camino de las matemáticas
e incluso accede a hacerle algún que otro favor. Mientras que el espíritu aventurero y la despierta
inteligencia de Alice suponen una interesante distracción para el pequeño James, hasta el punto que,
en un guiño al relato de Sherlock Holmes A Scandal in Bohemia (1891)7, le sustrae una fotografía de
la joven al reverendo para poder atesorarla en su laboratorio: “Tener cerca a Alice mientras trabajara,
poderle hablar de ciencia, aunque ella (…) se limitara a mirarme desde el papel, cristalizada en el
tiempo como uno de mis insectos, me parecía algo muy cercano a la amistad perfecta” (Rhei, 2014:
190). Por otro lado, la relación entre el escritor y la niña nos proporciona un acercamiento a la
creación del mito literario de Alicia —especialmente en Los misterios de Oxford, cuyo trasfondo es la
presentación del libro de Carroll—. De este modo, de forma paralela se presenta al lector la historia —
en un caso real y en otro ficticia— de los orígenes de dos de los personajes más famosos de la
literatura universal: Alicia y Moriarty.

3. CONCLUSIÓN
A pesar de estar englobada dentro de la categoría de literatura infantil y/o juvenil, la saga El
joven Moriarty ofrece un doble nivel de lectura, haciéndola accesible a todo tipo de público ya que,
además de introducir los personajes clásicos de Arthur Conan Doyle a los más jóvenes, proporciona
una interesante visión sobre los orígenes de los mismos para los que ya están familiarizados con ellos.

7
En la conclusión de este relato Sherlock Holmes pide al rey de Bohemia, a modo de compensación por sus servicios,
una fotografía de Irene Adler. Esta mujer, que despierta la más profunda admiración del detective al conseguir
derrotarle intelectualmente, ha sido a menudo considerada como interés amoroso del mismo, hecho sobre el que se ha
especulado en varios pastiches.
Ángela PALACIOS MARTÍN

Se produce, de esta forma, un curioso juego con las expectativas de los lectores ya iniciados en el
universo holmesiano, cuyo interés, más que en las aventuras, se centra sobre todo en los personajes en
sí y en la evolución de los mismos, descubriendo poco a poco los motivos y las acciones que los
impulsan a convertirse en los héroes y villanos concebidos por Doyle e instaurados en nuestro
imaginario colectivo. Además, la obra de Sofía Rhei supone un ejemplo muy interesante de ficción
especulativa, donde se nos ofrece una visión de Moriarty sin etiquetas y un nuevo punto de vista sobre
un personaje, que a pesar de estar condenado a ser el reflejo negativo de Sherlock Holmes, ha
conseguido adquirir identidad propia y hacernos reflexionar sobre la parte oscura inherente a todo ser
humano, ya que, como dice el propio James Moriarty: “a veces los malos son los mismos que los
buenos” (Rhei, 2014: 180).

BIBLIOGRAFÍA

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