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en extremidades
Diego A. Valderrama
Alejandro Uribe R.
El trauma relacionado tanto con accidentes de tránsito como con
accidentes deportivos se ha convertido en un problema de salud de
pública, con altos costos para el sistema de salud y económico de los
países, en forma directa e indirecta. Es una causa de muerte importante
en personas con edades comprendidas entre 1 a 44 años y es la quinta
causa de muerte en todas las edades. El sistema musculo esquelético esta
frecuentemente comprometido en estos accidentes y las fracturas en las
extremidades son comúnmente encontradas.
El síndrome compartimental, el embolismo graso y la trombosis
venosa profunda (TVP), son complicaciones de los traumas en
extremidades que requieren un enfoque según ABCDE del trauma para
prevenirlas, hacer diagnóstico y tratamiento temprano y oportuno, así
evitar aumentar la morbimortalidad.
Síndrome compartimental
El síndrome compartimental es una complicación relacionada tanto con
el trauma abierto (fracturas abiertas) como trauma cerrado de las
extremidades (lesión por aplastamiento), es más común en la pierna por
fractura de tibia diafisiaria en el 36%, seguido del antebrazo por fractura
de radio distal con 9,8%.1,2
La importancia de este síndrome se basa en las secuelas de discapacidad
permanente que deja en el paciente. Se considera una incidencia entre 1
y 7 por 1000000 habitantes, es más frecuente en hombres menores de 35
años.1,3
Definición
Es el aumento de la presión dentro de un compartimento
osteomiofascial, dado por el edema o hematoma que se presenta
secundario a la lesión como fracturas, aplastamiento, lesión vascular o
compresión externa; que lleva a una disminución de la presión de
perfusión tisular, causa hipertensión venosa, anoxia tisular, isquemia y
necrosis muscular.2-4
Etiología
La etiología del síndrome compartimental es variada y está relacionada
con varias condiciones médicas y lesiones traumáticas (tabla 5-1),2 se
puede presentar secundario a múltiples eventos como son fracturas,
síndrome de reperfusión secundario a lesión vascular, quemaduras,
aplastamiento de extremidades, sobredosis de drogas intravenosas,
pacientes anticoagulados con formación de hematoma, compresiones
externas y muy raramente en accidentes ofídicos. Todos estos tienen en
común el aumento de la presión de los compartimentos
osteomiofasciales del segmento comprometido y por su poca
distensibilidad y la contención por la fascia muscular se inician los
cambios en las presiones, que afectan la perfusión.3,4 El aumento en la
presión tisular, lleva a un aumento de la presión venosa dentro del
compartimento, al alcanzar la presión arterial disminuye el aporte
sanguíneo al segmento, lleva a isquemia muscular, lisis de miocitos y a
un aumento en permeabilidad capilar con filtración al espacio
extravascular, aumenta así la presión y disminuye el gradiente
arteriovenoso, lo cual genera más edema en los tejidos que aumenta la
presión del compartimiento.5,6
Evaluación clínica
El síndrome compartimental es más común en pacientes con traumas por
aplastamiento o de alta energía. Las facturas corresponden
aproximadamente al 75% de los casos, más comunes las facturas de la
diáfisis de la tibia, seguido por las fracturas del antebrazo y radio distal.
3,4
Tabla5-1. Causas de síndrome compartimental.
Fracturas de huesos largos
Lesiones por aplastamiento
Síndrome de reperfusión
Quemadura circular de 3 grado
Compresiones externas (férulas, yesos, vendajes)
Hematomas intra compartimentales por anticoagu-
lación
Lesión vascular
Iatrogénica
El diagnóstico es clínico, los 5 componentes del examen físico de una
extremidad con o sin sospecha de síndrome compartimental son
inspección, palpación y estiramiento pasivo de los músculos del
compartimento, evaluación de función sensitiva, evaluación motora y
evaluación de la perfusión.3 Los signos y síntomas del síndrome
compartimental agudo se conocen como las “6 P” (tabla 5-2) que ayudan
al enfoque diagnóstico del paciente. De manera práctica los signos se
dividen en tempranos y tardíos (tabla 5-3) el objetivo es realizar el
diagnóstico antes que se presenten los signos tardíos ya que es el
momento donde pueden aparecer secuelas.
Diagnóstico
El síndrome compartimental es una entidad en la cual el diagnóstico se
basa en hallazgos clínicos y ante la sospecha está indicado realizar la
intervención sin otras pruebas diagnósticas.3-5
Cuando los signos no son claros o el paciente presenta alteración del
estado de conciencia y hay disponibilidad de los equipos se realiza una
medición de la presión del compartimiento, hay múltiples dispositivos
que miden la presión de manera invasiva. Se realiza una medición de la
presión proximal y distal al foco de fractura. La presión
intracompartimental normal es menor 10 mm Hg, presiones hasta 20 mm
Hg generalmente son bien toleradas sin isquemia o cambios musculares.
3-5 Las fasciotomías están indicadas cuando la presión del
compartimiento es mayor a 50 mm Hg o si la presión de perfusión tisular
o también conocida como el Delta de Presión (se define como la
diferencia entre la presión arterial diastólica y la presión medida del
compartimento) es menor de 30 mm Hg.
Existen algunos pacientes, como los que presentan trauma
encefalocraneano, trauma raquimedular, intoxicación por alcohol o uso
de sustancias psicoactivas, pacientes hipotensos o en general pacientes
con alteración en estado de conciencia, en quienes la historia y el
examen físico no ayudan para hacer el diagnóstico de síndrome
compartimental. Estos pacientes se consideran como alto riesgo para
desarrollar un síndrome compartimental postraumático o posquirúrgico
en este grupo se debe tener alta sospecha del diagnóstico y ante la
presencia de cualquier signo clínico o medición alterada de los
compartimientos está indicada la fasciotomía.3,4 En estos paciente es
muy importante realizar seguimiento estricto de la clínica y mediciones
de creatinfosfokinasa (CPK) y mioglobinuria, cualquier cambio en la
clínica o elevación de pruebas de laboratorio se debe llevar a cirugía.3,4
Tratamiento
El tratamiento consiste en la liberación del compartimiento de manera
quirúrgica y para esto, se debe contar con las condiciones del medio
hospitalario y los conocimientos del médico que realiza la atención
inicial. La liberación del compartimiento requiere de entrenamiento por
lo cual no es recomendable si no se tiene los conocimientos de anatomía
y de técnica quirúrgica y los medios adecuados para su realización.4-6
Las medidas a tener en cuenta para prevenir y tratar de manera inicial un
síndrome compartimental son:
Introducción
Se conoce como fractura abierta toda aquella fractura cuyo foco se
encuentra en contacto directo con el medio ambiente debido a una lesión
en los tejidos blandos adyacentes. Esta lesión constituye una urgencia
quirúrgica debido a que el retraso en su tratamiento afecta negativamente
los resultados funcionales de la extremidad afectada e incluso se puede
poner en riesgo la vida del paciente.
Historia
Hipócrates reconoció que la guerra era el mejor escenario para el
entrenamiento de los cirujanos; su gran contribución en esta área del
conocimiento consistió en promulgar que los cirujanos solamente podían
facilitar la curación, mas no imponerla.1 Su gran error se resume en la
célebre frase que sostenía que lo que no curara el acero (bisturí) lo
curaría el fuego. Pasan siglos para que se trataran de cambiar los
preceptos de Hipócrates, y Galeno considera al pus como parte esencial
del proceso de curación.
En el siglo XVI Ambrosio Paré hace un fascinante descubrimiento al
aplicar una mezcla de sustancias naturales en una herida de guerra en
lugar de realizar la cauterización con hierro al rojo vivo, el método más
popular de la época para tratar dichas heridas. Paré se sorprendió al
observar la evolución dramática hacia la mejoría de su paciente y de esta
manera cambia el enfoque de tratamiento de esa época. Pero es hasta el
siglo XVIII, cuando un cirujano francés, Desault, introduce el método
del desbridamiento en las heridas de guerra, para tratar de eliminar todo
el tejido desvitalizado y disminuir el riesgo de infección.
Pasan décadas sin grandes avances en el tratamiento de las fracturas
abiertas hasta comienzos del siglo XX cuando el cirujano catalán Joseph
Trueta muestra al mundo el resultado de su método de tratamiento
durante la guerra civil española. El método de Trueta consistía en
desbridamientos seriados y la aplicación de curaciones cerradas con
yeso, solo hubo 6 muertes en 1073 casos. Durante el siglo XX se
realizan los más grandes avances en el tratamiento, gracias al
descubrimiento de los antibióticos, la invención de la máquina de
anestesia y los métodos quirúrgicos en ambientes estériles. Con esto se
logra mejorar los resultados globales del tratamiento de las fracturas
abiertas, hasta la actualidad donde las amputaciones por fracturas
abiertas son cada vez menos.
Epidemiología
Las diferentes estadísticas publicadas en la literatura describen una
incidencia de 23 a 50 casos por 100.000 habitantes, la tibia es el hueso
más frecuentemente expuesto dada su ubicación subcutánea en la pierna.
El mecanismo de trauma más frecuente, 60%-75%, corresponde al
accidente de tránsito. Aproximadamente el 40% de las fracturas abiertas
ocurren en el escenario del politrauma y cerca del 70% de estas lesiones
ocurren en pacientes en edad económicamente activa.1
Clasificación
Ante la gran diversidad de lesiones, se impone la necesidad de realizar
una clasificación de las fracturas abiertas que cumpla un doble objetivo:
establecer una relación entre el grado de lesión y el pronóstico de la
fractura y, por otra parte, permitir llevar a cabo comparaciones entre las
distintas series de diversos autores.2 Además, una clasificación debe
permitirnos preparar un algoritmo de tratamiento; no existe una
clasificación perfecta, algunas son muy completas pero demasiado
complejas, como la de Hannover, otras son demasiado generales y no
permiten planear un esquema de tratamiento bien definido.
Aunque la clasificación de Gustilo-Anderson3 ha sido fuente de
interminables controversias e idealmente debe hacerse en el quirófano
después de finalizar el desbridamiento inicial, esta clasificación es la más
utilizada en la mayoría de centros de trauma y los médicos generales
deben conocerla para hacer una aproximación de la lesión aún si no ha
sido llevada a lavado por el ortopedista, de la misma manera conocer la
clasificación le permitirá seguir un protocolo de tratamiento que se
adapte a las condiciones del medio donde labora. La clasificación puede
verse en detalle en la tabla 6-1.
Enfoque general
Al enfrentarse a un paciente con una fractura abierta se deben tener en
cuenta varios aspectos a saber. En primer lugar, se debe realizar una
evaluación sistemática basada en los principios del Colegio Americano
de Cirujanos y descritos en detalle en el ATLS, la identificación de una
fractura abierta no debe desviar la atención del médico y que ignore
lesiones de órganos vitales que pueden comprometer la vida del
paciente. Después de estabilizar al paciente se procede a la inspección de
la fractura y se debe describir en detalle las características del trauma de
tejidos blandos, hacer énfasis en la contaminación macroscópica y el
estado neurovascular de la extremidad. Después de lo anterior se debe
realizar una historia clínica completa para identificar el mecanismo de
trauma, las lesiones asociadas y comorbilidades que puedan alterar el
resultado final tales como diabetes, HTA y tabaquismo. Todo lo anterior
hace parte de la definición de lo que se conoce como la “personalidad”
de la fractura, la cual ayuda a iniciar el tratamiento y predecir el
pronóstico. Finalmente se debe instaurar el tratamiento de la fractura
basados en un protocolo definido por cada institución.
Tratamiento
Los objetivos del tratamiento de una fractura abierta2 fueron definidos
por Trueta hace casi un siglo y son:
Complicaciones
La complicación más frecuente en las fracturas abiertas es la infección
ósea que tiende a cronificarse debido a las características particulares del
hueso y del trauma. Las fracturas grado I tienen una tasa de infección del
1%-2%, muy similar a la encontrada en las fracturas cerradas tratadas
quirúrgicamente. Siguen las fracturas grado II con una tasa de infección
del 2%-10%, y finalmente las fracturas abiertas grado III con una tasa de
infección que varía entre 10% y 50%, esto depende de la gravedad del
trauma de los tejidos blandos. Un dato llamativo es la tasa de
amputación temprana en fracturas grado IIIC que es cercano al 50%. En
el caso de las fracturas abiertas grado IIIB la tasa de amputación tardía
puede variar entre 20% y 30%. Otras complicaciones son el síndrome
compartimental, en 9% de las fracturas abiertas de la tibia, el retardo en
la consolidación y la no unión.
Resumen
Las fracturas abiertas son un trauma frecuente al que se ve enfrentado el
médico general que trabaja en urgencias, el tratamiento inicial es la
piedra angular del pronóstico, de tal forma que los médicos que trabajan
en el primer nivel de atención deben conocer claramente el tratamiento
de estas lesiones, idealmente poner en práctica protocolos de tratamiento
que deben existir en todas las instituciones que atiendan trauma, para de
esta manera disminuir las complicaciones de estas lesiones, que tienen
gran repercusión en el ámbito social, familiar y económico (ver caso
clínico).
Caso clínico
Masculino 26 años, fractura abierta IIIA, se inician antibióticos, es
llevado a lavado desbridamiento y estabilización de la fractura con
fijador externo y osteosíntesis mínima con clavo de kirschner. Se realiza
en un segundo tiempo injerto de piel de espesor parcial, se retira el
fijador externo a las 8 semanas, se obtiene un resultado funcional
adecuado (imagen 6-1 al 6-4).
Bibliografía
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5. Zalavras CG, Marcus RE, Levin LS, Patzakis MJ. Management of
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Complicaciones asociadas al
7 tratamiento de las fracturas de
extremidades
Luis F. Gutiérrez S.
Introducción
Las fracturas son lesiones comunes, y con el crecimiento exponencial de
los vehículos de motor la morbimortalidad se ha aumentado en forma
alarmante lo que hace que las complicaciones sean cada vez más
comunes, y lleven el paciente a tratamientos prolongados de alto costo
con un obvio impacto en el sistema de salud y por ende en la economía
nacional ya que por lo general se ven involucrados la población joven,
los cuales están en su potencial máximo de fuerza laboral.
Antes de iniciar el desarrollo del tema a tratar debemos recordar algunos
principios básicos:
La curación de las fracturas normalmente tiene 4 estadios:
Osteomielitis
Introducción
El centro de control de enfermedades de Atlanta (CDC) estima que el
22% de todas las atenciones asociadas a infección se debe a Infección
del Sitio Operatorio (ISO), y el Stafilococcus aureus continúa como el
primer patógeno nosocomial en el mundo.1 Las infecciones en ortopedia
se presentan en 1% al 2% de los procedimientos realizados, cifra que
debe mantenerse en el rango porcentual mundial.
Las fracturas abiertas son las que más se infectan y se relaciona con el
grado de la lesión así: las fracturas abiertas grado I se infectan hasta el
2%, las grado II hasta el 10% y las grado III la infección suele oscilar
entre 10% al 50%.1,2
La prevención de la infección se basa en el uso de antibióticos y el
desbridamiento de la lesión y el cubrimiento del hueso con tejidos
estables en forma temprana. Para lograrlo siempre realizar una historia
clínica completa, un examen físico exhaustivo, un estudio imaginológico
adecuado y unos exámenes de laboratorio oportunos.
Etiología
La vía de entrada de los microorganismos para desarrollar una
osteomielitis son por vía hematógena o por inoculación directa, esto
como consecuencia de trauma (fracturas abiertas). Los microorganismos
más involucrados son: Stafilococcus aureus, Enterococos, Pseudomonas
y Estreptococo.
Las infecciones óseas microbianas son causadas por biofilm, el biofilm
es una población de microorganismo que crecen unidas a una superficie
viva o inerte cubiertas de una matriz rica en exopolisacáridos que los
protegen de los antibióticos.1,2
Diagnóstico
Se basa en la clínica al observar heridas húmedas por más de 15 días que
hacen sospechar de infección profunda aún más si hay material de
osteosíntesis que estabiliza la fractura, fístulas activas, malestar general,
eritema en la herida traumática o quirúrgica, edema fiebre.
En los exámenes de laboratorio: leucocitosis, neutrofilia, elevación de la
proteína C reactiva y la sedimentación, en las osteomielitis crónicas
muchos de estos parámetros pueden estar normales o discretamente
alterados. El diagnóstico etiológico se logra con el cultivo óseo, la
biopsia debe ser tomada en cirugía mínimo tres muestras de diferentes
sitios del hueso comprometido.
Los rayos X en fases iniciales son normales, en estadios crónicos
observamos periostitis, aflojamiento del material de osteosíntesis
(osteolisis), también podemos observar secuestros óseos (hueso
necrótico). La tomografía contrastada y la resonancia se usan en
infecciones profundas recurrentes y de difícil diagnóstico.1,2
Clasificación
La más usada es la publicada en 1.985 por Cierny-Mader3 donde articula
la localización anatómica, el estado del huésped (paciente) y el enfoque
terapéutico (tabla 7-1).
Tomado de:3
Tratamiento
El tratamiento de la osteomielitis es quirúrgico, el paciente debe ser
llevado a cirugía, realizar lavados y desbridamientos seriados amplios;
realizar secuestrectomía y resecar hueso no viable, retirar el material de
osteosíntesis en los casos indicados; eliminar el biofilm, dejar
espaciadores o perlas impregnadas con antibióticos, de acuerdo con el
antibiograma; estabilizar las fracturas y los defectos óseos con fijación
según el caso4 (Ilizarov, monorrieles, fijaciones hibridas, técnica de
Masquelet, clavos cementados con antibióticos). También se debe
realizar una cobertura antimicrobiana específica intravenosa, de acuerdo
con los protocolos en el tratamiento de infección osteoarticular y el
germen aislado.2,3
En el caso clínico 1 podemos observar un paciente con osteomielitis con
defecto óseo.
33
1 Diego A. Peñate
Daniela Carmona
Clavícula
La clavícula es uno de los huesos más comúnmente fracturado,
representa del 2,6% al 4% de todas las fracturas y 35% a 44% de las
fracturas de la cintura escapular. En el sexo masculino tiene una
distribución bimodal con el primer pico antes de los 25 años y el
segundo pico entre los 55 y 75 años de edad. En las mujeres la
distribución es simple con la mayor incidencia en la sexta década de la
vida.1
Por su forma irregular de “S” alargada presenta en su tercio medio un
punto donde es susceptible de fracturarse por las fuerzas de tensión al
sufrir impacto indirecto con el hombro en posición neutra, otro
34
Imágenes
Para la clavícula la radiografía convencional es suficiente para definir el
tratamiento definitivo. Consiste en proyección AP y una complementaria
con una angulación cefálica de 20º. Si se desean verdaderas
proyecciones ortogonales se deben tomar una proyección con 45º de
inclinación cefálica y otra con 45º de inclinación caudal, las cuales son
muy útiles para las fracturas del tercio distal, adicionalmente se
recomienda hacer una proyección con estrés mediante un peso de 10 Lb
amarrada a la mano para evaluar la integridad de los ligamentos
coracoclaviculares.
En los casos en los que se realiza osteosíntesis con placa se puede
complementar con una radiografía con abducción del hombro de 135º y
el rayo a 25º cefálico, lo que permite que la clavícula rote en su propio
eje y se pueda ver la diáfisis que esta cubierta por la placa.
35
Clasificación
La clasificación tradicional de la clavícula ha sido en tercios de forma
arbitraria (Allman, Nordqvist y Peterson),3,4 y son más comunes las
fracturas entre el tercio medio con distal.
Otros autores como Robinson en 1998, propuso la clasificación de las
fracturas de clavícula en quintos, con inicio 3/5 en la parte medial y 2/5
restantes en la parte lateral, representan las fracturas del tercio medio y
la porción lateral las más comunes.5
Neer por su parte define las fracturas de la porción lateral de la clavícula
de acuerdo con la parte medial el ligamento trapezoide (ligamentos
coracoclaviculares),4 él determina fracturas de la parte distal de la
clavícula aquellas que no tengan compromiso de los ligamentos
coracoclaviculares (tipo 1) de aquellas con compromiso de los
ligamentos que van a llevar a desplazamiento amplio de los fragmentos
(tipo 2), estas últimas tienen el riesgo de no consolidación por la
inestabilidad.
Tratamiento inicial
En el servicio de urgencias el tratamiento inicial consiste en brindar
analgesia y curación de los traumas de los tejidos blandos. La
inmovilización de las fracturas de clavícula se logra con cabestrillo, el
cual brinda confort al paciente mientras la fractura consolida pero no
evita un mayor desplazamiento de los fragmentos óseos.6
Tratamiento definitivo
36
Complicaciones
Las complicaciones están dadas principalmente por 2 razones, la
primera, en los pacientes que tienen un acortamiento mayor de 3 cm se
presenta una disminución de la fuerza de palanca para elevar el hombro
y dolor para los movimientos de la articulación del hombro. La segunda
es la falta de consolidación, la cual es muy rara en los pacientes con
fracturas poco desplazadas (menos del 3%) pero si representa un
problema para los pacientes con fracturas segmentarias, abiertas,
fumadores o a quienes se les realizó osteosíntesis (5%).8
38
Refracturas
Usualmente ocurren cuando se permite actividad completa temprana del
hombro, en particular en los deportes de contacto, por la rápida respuesta
de la clavícula a la consolidación, el dolor disminuye rápidamente y
permite a los pacientes realizar movimientos activos de forma precoz,
por lo que a los pacientes con deporte de alta competencia se les debe
restringir la actividad al menos los 3 primeros meses, mientras se da la
consolidación completa. La refractar posterior al retiro de material es
rara, especialmente si se hace el retiro luego de 18 meses de la fractura
inicial.8
Lesiones neurovasculares
Se presenta poco frecuente pero se han hecho reportes de casos de
trombosis y pseudoaneurismas de la arteria subclavia o de la arteria
axilar, tiempo después de la fractura, en pacientes que se presenten con
síntomas de atrofia o intolerancia al frío de la extremidad superior
fracturadas, se debe sospechar trombosis secundaria a lesión intimal,
pero también puede deberse a compresión en el espacio costo clavicular.
7,8
Escápula
Las fracturas de la escápula son lesiones relativamente raras, representan
entre el 3% y el 5% de las fracturas de la cintura escapular y el 1% del
39
Examen clínico
Conocer el mecanismo de trauma nos permite hacer un diagnóstico
adecuado y el subsecuente tratamiento, traumas con el brazo en
extensión o luxación del hombro pueden llevar a fracturas del borde
glenoideo, traumas de alta energía sobre el tronco nos deben llevar a
sospechar fracturas del cuerpo escapular o del cuello glenoideo con
posible extensión a la fosa glenoidea, traumas inferosuperiores directos
pueden llevar a fracturas de la espina escapular o el acromion y traumas
por tracción pueden llevar a fracturas avulsivas o lesiones
neurovasculares con avulsión del plexo braquial.9,10
En el examen físico se debe iniciar con la inspección, allí evaluaremos la
forma del hombro, si se evidencian asimetrías, depresiones o
aplanamiento, lo que es altamente sugestivo de fractura de la espina o el
acromion, abrasiones o edema, además de equimosis, que no siempre se
asocia con la energía del trauma, pero puede retrasar el tratamiento
definitivo si se piensa en tratamiento quirúrgico.9,10,12
A la palpación buscar sensibilidad sobre los tejidos blandos y las
prominencias óseas alrededor de la escápula, además de palpación de
clavícula y articulación acromioclavicular y esternoclavicular ayuda a
definir el sitio probable de fractura o luxaciones asociadas. Los pacientes
con fractura de escápula experimentan limitación o imposibilidad para
realizar arcos de movilidad del hombro tanto activos como pasivos, se
encuentra en muchos de los casos al paciente con el brazo que le cuelga
y en aducción.10
Es importante documentar en la historia clínica deficiencias neurológicas
asociadas, realizar evaluación juiciosa de sensibilidad en el hombro y
movimientos de mano y muñeca para evaluar tanto nervio axilar
mediano, ulnar y radial, además de pulsos, llenado capilar y temperatura
de la extremidad.10
Las lesiones asociadas a fracturas de escápula se presentan entre el
80%-95% de los pacientes,11 las lesiones más comunes en frecuencia
son: lesiones torácicas 80%,12 lesiones de la extremidad contralateral,
trauma craneal, lesiones en columna 15%.11,12 La tasa de mortalidad varía
41
Imágenes
Las imágenes para evaluación de las fracturas de escápula incluyen: una
verdadera anteroposterior (AP) de la articulación gleno humeral,
radiografía axilar y radiografía tangencial de escápula (proyección en
Y). La radiografía AP permite identificar la articulación glenohumeral, el
mal alineamiento a este nivel o angulación del cuello glenoideo, además
de fracturas del cuerpo escapular. La proyección axilar es útil para
evaluar la relación entre la cabeza humeral y la fosa glenoidea, el
acromion y el proceso coracoideo. La proyección tangencial de escápula
muestra el desplazamiento rotaciones de la glenoides y el cuerpo
escapular (figura 11-3).9,10
Tratamiento inicial
El tratamiento inicial de las fracturas de escápula está dado por las
lesiones asociadas y que pueden atentar contra la vida del paciente. Una
vez estas se controlan, depende de la localización dentro de la escápula
para establecer las metas del tratamiento y el pronóstico.9,10
Para las fracturas no desplazadas aisladas el tratamiento es con un
cabestrillo como método analgésico y estimular al paciente incrementar
la actividad del hombro hasta lograrlo sin restricción. El cabestrillo se
debe usar por un máximo de 4 semanas, generalmente se utiliza por 2 a 3
semanas mientras se controla el dolor y se inclina movimientos
pendulares.9,10
Las fracturas del cuerpo escapular rara vez requieren tratamiento
quirúrgico, puesto que las tasas de no consolidación son raras. Solo
aquellas que presenten desplazamiento mayor a 1cm deben ser
consideradas para tratamiento quirúrgico. Se inicia tratamiento con
cabestrillo y luego de 1 semana de inmovilización se debe iniciar
ejercicios pendulares.9,10
Las lesiones del complejo suspensorio superior del húmero a través de
una porción del anillo se pueden tratar de manera conservadora, ya que
se consideran estables, mientras que las que ocurren en 2 sitios del
anillo, o combinaciones entre una porción del anillo y uno o ambas
puntas, se convierten en potencialmente inestables por lo que se debe
pensar en tratamiento quirúrgico, puesto que llevan a alteraciones en la
función y consolidación ósea lo que se traduce en artrosis a largo plazo.9
Las fracturas avulsivas, si se presentan de forma aislada pueden ser
tratadas de forma conservadora, con inmovilización con cabestrillo por 4
a 6 semanas, iniciar las 2 primeras semanas con movimientos de flexo
extensión de codo y muñeca y posteriormente con ejercicios pendulares.
10
46
Tratamiento definitivo
La decisión del tratamiento quirúrgico en las fracturas de escápula está
basado en el grado de desplazamiento y la inclinación caudal del
fragmento glenoideo. Se recomienda tratamiento quirúrgico cuando hay
desplazamiento medial mayor a 1cm o angulación mayor a 40º.9,10
Las fracturas de la fosa glenoidea son de tratamiento quirúrgico si se
presenta un escalón de 5 mm en la superficie articular o una brecha con
desplazamiento inferior que genere subluxación de la cabeza humeral.
Generalmente en las fracturas de cuerpo glenoideo se realiza un abordaje
posterior, y aplicación de placa de reconstrucción pélvica con
orientación horizontal u oblicua o placa de minifragmentos con
múltiples tornillos, para lograr la estabilidad necesaria no se utilizan
tornillos como único método de fijación por no ser suficientes por la
calidad ósea escapular.9,10
Para las fracturas de fosa glenoidea se puede utilizar un abordaje delta
pectoral o posterior, con utilización de tornillos de compresión
interfragmentaria o placa de soporte según patrón de fractura (figura
11-7).
Complicaciones
Uno de las principales complicaciones es pasar por alto el diagnóstico,
como se mencionó previamente, hasta el 90% de las fracturas de
47
Bibliografía
1. Rüedi TP, Murphy WM. AO Principles of fracture management.
GeorgeTieme Verlag; 2001.
48
2 Juan M. Romero A.
Introducción
Las fracturas de húmero proximal representan cerca del 5% de las
fracturas que ocurren en el esqueleto apendicular.1 Son la tercera más
frecuente fractura en los pacientes ancianos después de las fracturas de
cadera y de radio distal.2 Más del 70% de los pacientes que padecen esta
fractura son mayores de 60 años, tres cuartas partes de ellos son mujeres
y se deben en un 87% a caída de baja energía lo cual sugiere que la
osteoporosis desempeña un papel importante en su presentación.3
Factores que incrementan el riesgo o la severidad de una caída y por
tanto la probabilidad de padecer una fractura de este tipo son: un
detrimento reciente en el estado de salud, la diabetes
insulinorrequiriente, los pacientes poco deambuladores o con
enfermedades debilitantes neuromusculares y el antecedente de fractura
de cadera.4
Se sabe que cerca del 75% de las caídas que generan las fracturas de
húmero proximal ocurren desde la posición de bipedestación o incluso a
menos altura (caída de una silla o cama), en pacientes con marcha lenta
o tambaleante y aquellos con pérdida de reflejos (incapaces de estirar su
brazo o mano para evitar o frenar la caída), la caída oblicuamente hacia
adelante es la más común.5 Otros aspectos epidemiológicos propios de
este tipo de fracturas son el hecho que no existe prevalencia en las
lesiones izquierda ni derecha, son más frecuentes en horas de poca
visibilidad (en países donde existe estaciones ocurre en el invierno) en
51
cuanto al lugar donde ocurren, las mujeres las padecen por caídas al
interior de hogar y los hombres fuera del mismo.6
Cabe destacar que esta clase de fracturas del húmero presentan una
distribución bimodal de acuerdo a la edad y al mecanismo de las
mismas, tienen un pico en los hombres entre los 18 y los 45 años donde
los accidentes de trabajo, deportivos y los de tránsito ocurren con trauma
de alta energía, por otra parte las lesiones de baja energía y por caídas
desde la bipedestación son más frecuentes en mujeres mayores de 65
años y con larga expectativa de vida.7
Anatomía
El húmero proximal está conformado por cuatro segmentos que son la
cabeza, la tuberosidad mayor, la menor y la diáfisis. Estos conforman
una sola unidad que se une a través de la superficie articular de la epífisis
con la glenoides de la escápula y conforman la articulación
glenohumeral de gran movilidad y estabilizada por una serie de
músculos que conforman la llamada cintura escapular. Dentro de estos se
encuentran los músculos del manguito rotador que son: el supraespinoso,
infraespinoso y el redondo menor que se insertan en la tuberosidad
mayor y el subescapular que se inserta en la tuberosidad menor.
La inervación del supra e infraespinoso está dada por el nervio
supraescapular mientras que la del subescapular y redondo menor son
por la acción del nervio subescapular y axilar respectivamente, estos
músculos proporcionan movilidad en el plano axial y coronal sino que
además se constituyen en estabilizadores dinámicos de la glenohumeral.
El deltoides es un músculo inervado por el nervio axilar cuyo origen
radica en el tercio lateral de la clavícula y escápula (espina y acromion)
y se inserta en la tuberosidad deltoidea del húmero en su cara lateral
proximal, conformado por 3 cabezas musculares: la anterior responsable
de la flexión anterior y rotación interna, la media por la abducción y la
posterior por la extensión y rotación externa.8
En promedio el ángulo cervicodiafisiario del húmero es 130° y con 19 °
a 22° de retroversión de la cabeza humeral en relación a la diáfisis. El
52
Evaluación clínica
Tras haber obtenido la información inicial del paciente (edad y
circunstancias o mecanismo del trauma), se debe determinar las
condiciones de base o comorbilidades concurrentes. Entre ellos cabe
destacar la diabetes, enfermedad renal, fracturas de cadera o radio
previas, antecedente de cáncer, endocrinopatías, tabaquismo.
En el examen físico podemos encontrar edema, dolor, equimosis en
hombro y en algunos casos deformidad. Debe evaluarse cuidadosamente
las raras pero serias complicaciones en relación al estado de los tejidos
blandos y daño neurovascular. Las fracturas abiertas son infrecuentes
53
Evaluación radiológica
El estudio imaginológico que se requiere en todo paciente que se
presenta con historia clínica compatible con fractura de húmero
54
Tratamiento
El tratamiento de las fracturas de húmero había sido discutido en
antiguos textos desde hace 3 mil años, las técnicas de éste que incluían
la reducción e inmovilización con vendajes y férula permanecieron casi
sin modificaciones hasta finales del siglo 19 cuando la introducción de la
anestesia y los rayos x, permitió proponer métodos más adecuados de
tratamiento. El papiro de Edwin Smith , antiguo texto de origen egipcio
reúne la descripción de 3 casos de fracturas alrededor del hombro y del
tratamiento en ese entonces realizado que incluía la tracción longitudinal
hasta obtener un crépito con recuperación de la longitud de la
extremidad luego de lo cual la misma era inmovilizada con vendajes de
algodón y alumbre (sulfato doble de aluminio y potasio que contiene
propiedades asépticas) con aceite y miel los cuales eran cambiados
diariamente hasta su recuperación.23 Prueba de esto son los bien
conservados restos óseos encontrados en Nubia y Qua en Egipto
correspondientes al periodo de 1539 -1075 a.C (figura 12-6).24
59
dentro del año siguiente al trauma y lesiones del nervio axilar en el 30%
de los casos con casi la mitad de los mismos que se resuelven en las
primeras 12 semanas postrauma.29
Periodos prolongados de inmovilización absoluta no son adecuados y la
fisioterapia debe iniciarse tempranamente entre las 1 y 2 semanas esto ha
mostrado que genera en los pacientes menos dolor, menos limitación,
menor número de sesiones de fisioterapia y mayor arco de movilidad
pasiva y activa de la glenohumeral a 4 - 6 meses. Los movimientos que
se realizan en esta etapa temprana son: movilidad activa de cuello, codo,
muñeca y mano. Con movilización pasiva de hombro con flexión
anterior, abducción, y rotación externa no mayor a 30°- 40 ° en las
primeras 3 semanas para evitar el desplazamiento de la fractura (antes
del formación del callo óseo blando) , solo después de la 3 a 5 semanas
se inicia movilidad activa asistida y los ejercicios isométricos. El
proceso de rehabilitación es progresivo hasta lograr obtener movilidad,
agilidad y fuerza para retorno al trabajo o deporte cerca de las 12
semanas.30
El tratamiento quirúrgico se reserva entonces en términos generales
para:31
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68
Epidemiología
Las fracturas diafisiarias del húmero constituyen aproximadamente del
1% al 3% de todas las fracturas y corresponden al 20% de las fracturas
del húmero.1-3
Su presentación tiene una distribición bimodal; con una prevalencia en
hombres jóvenes por traumas de alta energía y en mujeres de edad
avanzada por caídas desde su altura.3
Anatomía
La diáfisis del húmero se extiende desde la inserción del músculo
pectoral mayor hasta la cresta supracondílea. Comprende los tres quintos
centrales del húmero.
En el plano transverso, su forma varía desde la circular proximal hasta la
triangular en la parte distal de la diáfisis, presenta entonces una
superficie posterior, anteromedial y anterolateral. Proximalmente el
canal medular se abre ampliamente, pero distalmente se estrecha
progresivamente desde 3 cm proximal a la fosa olecraneana.
Los septos faciales dividen al brazo en compartimentos anterior y
posterior; el posterior contiene el tríceps y el anterior los flexores del
codo, bíceps y braquial anterior, y el coracobraquial. La arteria braquial
y los nervios musculocutáneo y mediano están en el compartimento
anterior, y el nervio ulnar se origina en el compartimento anterior pero
pasa al posterior en la parte distal medial del brazo a 8 cm del epicóndilo
medial en la arcada de Struthers.
Dada la proximidad del nervio radial a la anatomía ósea del húmero,
tiene un gran riesgo de lesionarse en las fracturas diafisiarias del húmero
(figura13-1). Comienza anteromedial, en relación con el músculo
subescapular y luego cruza posterior al húmero en el surco espiral o
canal de torsión del radial, aproximadamente a 10 cm del borde lateral
71
Figura 13-1. Anatomía del húmero diafisiario y sus relaciones con los
nervios axilar, radial y ulnar.
Tomado de:1
Evaluación clínica
Los hallazgos clínicos de la fractura diafisiaria del húmero son comunes
a las fracturas de huesos largos; dolor, edema, crepitación, movilidad
anormal e inestabilidad en el segmento de la extremidad comprometido
con deformidad algunas veces grotesca.
Dentro del examen físico debe evaluarse la piel circunferencialmente en
búsqueda de abrasiones o heridas en relación con la deformidad que
puedan comunicar la fractura con el exterior, principalmente aquellas
con sangrado con gotas de grasa.
El estado vascular debe evaluarse con el llenado capilar y palpar los
pulsos distales. La evaluación neurológica, tanto de la parte motora
como de la sensibilidad distal son de suma importancia. Aunque deben
examinarse todos los nervios periféricos, el nervio radial merece
particularmente una evaluación cuidadosa, ya que está especialmente en
73
Diagnóstico radiológico
El examen radiológico incluye radiografías simples con proyecciones
anteroposterior y lateral de la diáfisis, en lo posible sin dispositivos de
inmovilización como férulas u ortesis, así como radiografías de hombro
y codo.
La tomografía puede ser útil en pocos casos muy seleccionados,
principalmente aquellos en los que se sospechen trazos ocultos con
extensión metaepifisiaria proximal o distal. La resonancia nuclear
magnética y los estudios electromiográficos y de conducción nerviosa no
tienen cabida en el trauma agudo.2,5,6
Clasificación
Pueden describirse de manera simple; por la localización anatómica en
la diáfisis (tercio proximal medio y distal), el patrón de fractura
(transversa, espiroidea, oblicua, conminuta, segmentaria, con fragmento
en cuña o mariposa) y por la dirección y el grado de desplazamiento
(figura13-2). Además de anotar si es una fractura cerrada o abierta, para
éstas últimas aplica la clasificación de Gustilo y Anderson, y si está
asociada a una lesión neurovascular.
La clasificación de la AO/ASIF que denomina al húmero como 1 y a su
diáfisis como 2, y estratifica las fracturas en 3 tipos A, B y C: fracturas
simples, en cuña y fracturas complejas respectivamente (figura13-3).2,5,6
Y de allí 3 subgrupos de cada una, nombrados de 1 a 3 con complejidad
creciente, así:
74
Figura 13-2. Fractura diafisiaria de la union del tercio medio y distal del
húmero completa, transversa con desplazamiento y angulación.
Tratamiento
Históricamente el tratamiento no quirúrgico es el de elección para la
mayoría de las fracturas diafisiarias del húmero, apoyados en que es un
segmento óseo que no soporta peso durante la locomoción, que su
cobertura muscular y de tejidos blandos puede encubrir deformidades,
no se produce discapacidad funcional producto de discrepancias de
75
Tratamiento no quirúrgico
La mayoría de las fracturas diafisiarias del húmero pueden tratarse
ortopédicamente, tener en cuenta dos principios; la gravedad ayuda a
alinear la extremidad y la compresión mediante una inmovilización
adecuada que neutralice las fuerzas deformantes.
Tiene las ventajas de evitar la cirugía con riesgos como, infección y de
lesión del nervio radial.
Existen criterios de reducción aceptable en las fracturas diafisiarias del
húmero:
76
Tratamiento quirúrgico
Las indicaciones del tratamiento quirúrgico son:3,5,9
• Fracturas abiertas.
• Fracturas segmentarias.
• Fracturas patológicas.
• Fracturas bilaterales de húmero.
• Fracturas asociadas a lesión vascular.
• Fracturas asociadas a lesión del plexo braquial.
• Fracturas asociadas a fracturas dobles del antebrazo ipsilateral
(codo flotante).
78
Placas
Son el estándar de oro para la fijación interna de las fracturas diafisiarias
de húmero.10 Con alguna modificación en el implante o en el abordaje, la
fijación con placas puede aplicarse casi a cualquier fractura. Sus ventajas
radican en la posibilidad que ofrecen de realizar una reducción abierta
anatómica bajo visión directa, una compresión interfragmentaria y si se
quiere la identificación, exploración y protección del nervio radial. Sus
problemas potenciales son la disección amplia de los tejidos blandos
algunas veces requerida en el abordaje quirúrgico para su colocación y la
posibilidad de lesión iatrogénica del nervio radial.2 Las tasas de
consolidación con placas alcanzan del 94% al 97%, pseudoartrosis con
falla del material del 0% al 7%, infección del 0% al 6%, lesión del
nervio radial del 0% al 5% (figura 13-5).3,5,10
Sus desventajas han motivado el advenimiento de nuevas técnicas
deslizadas de fijación por mínima invasión, diseñadas principalmente
para la fijación por vía anterior para proteger el curso posterior del
nervio radial, con altas tasas de consolidación mayores del 90%.
Clavo intramedular
Los beneficios del enclavijamiento endomedular incluyen que es un
procedimiento menos invasivo, con abordajes más pequeños con mínima
disección de los tejidos y sin desperiostización, el depósito en el foco de
fractura de autoinjerto óseo producto del fresado del canal medular, la
preservación de la circulación perióstica y las propiedades de soporte de
80
Fijación externa
Su indicación como tratamiento definitivo de las fracturas diafisiarias de
húmero es rara, se pueden mencionar alguna como el daño extenso de
tejidos blandos o quemaduras. Como estabilización temporal es un buen
método, como es el caso de pacientes politraumatizados inestables o con
fracturas múltiples de hueso largos y fracturas abiertas asociadas a lesión
vascular.2
Complicaciones
Dentro de las complicaciones tanto de la fractura diafisiaria del húmero,
como de su tratamiento, se cuentan la parálisis del nervio radial, la
infección y la no unión o pseudoartrosis. Merece una consideración
especial la lesión del nervio radial por su frecuencia e impacto funcional,
por lo que nos vamos a detener en ella.
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84
4 Luis F. Estrada A.
Introducción
El codo tiene como función ubicar la mano en el espacio, está
compuesto por el extremo distal del húmero y los extremos proximales
del radio y el cúbito relacionados en 3 articulaciones: radiocapitelar,
cúbito humeral y radio cubital proximal. La armonía de estas estructuras
acompañada de un adecuado funcionamiento músculoligamentario
permite los movimientos de flexo extensión y pronosupinación
utilizados en la cotidianidad.1
Las fracturas alrededor del codo generalmente están asociadas a lesiones
ligamentarias y a veces a daños en estructuras neurovasculares. Su
adecuado diagnóstico y tratamiento puede disminuir la repercusión
funcional que causa este tipo de traumas. El reconocimiento del
mecanismo de trauma y de los diferentes patrones de daño que se
presentan debe ser comprendido para poder realizar un adecuado
tratamiento del paciente. La fuerza agresora puede ser directa (golpe
contuso en el codo) o indirecta (caída sobre la mano con el codo
semiextendido).
Ante un paciente con trauma de codo se debe evaluar toda la extremidad
en busca de dolor, edema, equimosis y a veces crepitación y deformidad
con inestabilidad según las estructuras comprometidas.1
Fracturas de la coronoides
Es la porción en forma de pico en la parte anterior del cúbito y sirve
como sostén anterior de la fosa sigmoidea. Se inserta en la porción
anterior del ligamento lateral colateral medial y la cápsula anterior.
Es un estabilizador del codo y sus lesiones aisladas son raras.
Generalmente se presentan asociadas a luxación de codo por lo que
luego de reducir el codo se debe evaluar minuciosamente la radiografía
en proyección lateral, la coronoides está comprometida entre el 2% al
10% de los casos y en caso de dudas se realiza una tomografía.
La clasificación de Regan y Morray (basada en la radiografía lateral) las
divide del I al III según sea solo la punta de la coronoides (I) o hasta más
del 50% de la coronoides (III) (figura14- 3).8
En la tomografía axial computarizada se puede evaluar el compromiso
antero medial de esta coronoides (tubérculo sublime) que es donde se
inserta la porción anterior del ligamento lateral colateral medial y si no
se fija puede quedar una inestabilidad residual
90
Conclusión
Cuando se presenta un paciente con trauma de codo siempre se debe
buscar sistemáticamente fracturas o lesiones ligamentarias locales
además de descartar lesiones en las estructuras vecinas, el tratamiento va
encaminado a tener una articulación móvil funcional temprana
(inmovilizaciones menos de 3 semanas) para evitar la rigidez.
Dentro de las complicaciones de estas fracturas además de la rigidez esta
la osificación heterotópica, lesiones neurológicas principalmente nervio
cubital, instabilidad y artrosis postraumáticas.
91
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92
Fracturas de antebrazo
Juan D. Urrego R.
Luis F. Estrada A
Introducción
Las fracturas de antebrazo son lesiones comunes en el adulto en un
contexto de trauma, la evaluación inicial de estos pacientes se debe
centrar en realizar una buena historia clínica con descripción del
mecanismo del trauma, el examen físico completo y un adecuado estudio
de imágenes que permita un acercamiento diagnóstico tanto de la
fractura como de posibles lesiones asociadas y enfocar el tratamiento
inicial en la atención primaria y el proceso de remisión de ser necesario.
Chung et al en 2001 basados en datos del “National Hospital
Ambulatory Medical Care Survey” realiza un estimado de fracturas de
mano y antebrazo de 1.465.874 casos atendidos en salas de urgencias en
los estados unidos, correspondiente aproximadamente al 1,5 de todas las
consultas a urgencias, la mayoría de estas fracturas son de antebrazo
(44%), seguido de falanges, metacarpianos y huesos del carpo.1 Estudios
han reportado 2 picos de incidencia uno en hombres jóvenes entre 10 y
20 años y otro pico en mujeres mayores de 60 años.2
Examen clínico
Los pacientes con fractura de antebrazo tendrán como principal queja el
dolor y el edema en el antebrazo. Se debe interrogar al paciente acerca
del mecanismo del trauma o indagar con testigos detalles importantes
que pueden orientar al clínico en la toma de decisiones como la
necesidad de estudios adicionales.3
El examen se inicia con la inspección visual, evaluar el edema, la
deformidad, el color de la piel distal y la presencia de heridas que
orienten hacia una fractura abierta. Una palpación suave puede ayudar a
ubicar el foco de fractura, encontrar crepitación y evaluar la turgencia de
la piel. Un dolor intenso desproporcionado, edema marcado, parestesias,
cambios en la coloración de la piel y el dolor con la extensión pasiva de
los dedos son signos que deben alertar sobre la presencia de un síndrome
compartimental que requiere tratamiento quirúrgico emergente.4
Realizar un examen clínico vascular de la extremidad que incluya la
palpación de los pulsos radial y cubital, la arteria radial tiene una
localización superficial por lo que es fácilmente palpable en la muñeca
mientras que la arteria cubital puede no ser palpable, si los pulsos no son
palpables se debe examinar con un equipo de doppler portátil disponible
en cualquier unidad de control prenatal, realizar una evaluación
comparativa con el contralateral y ante la asimetría tener sospecha de
una lesión vascular, otros signos que pueden ayudar en la evaluación
vascular son la palidez o cianosis, la frialdad, el llenado capilar lento, la
pérdida de la onda de pulso en el oxímetro que se debe evaluar en varios
dedos y de manera bilateral, esta evaluación se debe realizar seriada para
detectar deterioro con respecto a la evaluación inicial.5
Se debe realizar una evaluación neurológica completa de la extremidad
en todos los pacientes y ante la presencia de cualquier deficiencia se
debe sospechar una lesión nerviosa, sin descartar que cualquier
alteración neurológica puede venir incluso desde la médula espinal,
lesión a tener en cuenta en pacientes con traumas de alta energía.6 Se
debe indagar sobre el tipo de dolor e irradiaciones, parestesias,
94
Imaginología
Las fracturas de antebrazo generalmente son diagnosticadas con
radiografías en las proyecciones anteroposterior (AP) y lateral en
rotación neutra, estas proyecciones deben mostrar el antebrazo desde el
codo hasta la muñeca, dado que en las proyecciones laterales el radio y
la ulna se superponen; las proyecciones oblicuas pueden ser útiles para
el diagnóstico de fracturas, en caso de duda sobre lesiones de las
articulaciones radioulnar distal o proximal se deben tomar proyecciones
ortogonales adicionales del codo y la muñeca, estas proyecciones son de
especial importancia en fracturas aisladas de la ulna o el radio para
descartar luxofracturas de Monteggia y Galeazzi (figura 15-1).
En las radiografías se deben evaluar los tejidos blandos en busca de
cuerpos extraños en fracturas abiertas, la localización de la fractura
(tercio proximal, medio o distal), el tipo de fractura (simple, compleja)
según el trazo, angulaciones, traslaciones, acortamientos, perdida de
relaciones articulares, compromiso del radio, ulna o ambos.
Los signos radiológicos que orientan al médico para sospechar lesiones
que pueden pasar desapercibidas: una línea trazada por el eje
longitudinal del radio y la cabeza radial debe pasar a través de la mitad
del capitellum en cualquier proyección, la pérdida de esta relación se da
por la luxación de la cabeza radial como en la lesión de Monteggia, en la
evaluación de la articulación radioulnar distal las proyecciones lateral y
AP deben mostrar la cabeza de la ulna que se articula con la fosa
sigmoidea del radio, el desplazamiento dorsal de la ulna distal y un
cambio en la relación entre los extremos distales del radio y la ulna
mayor de 5 mm orientan hacia una ruptura de la articulación radioulnar
distal al igual que la fractura de la apófisis estiloides ulnar; las
95
Lesiones asociadas
Luxofracturas de Monteggia o lesión de Monteggia
Consiste en la luxación del radio proximal asociado a fractura de la ulna,
el mecanismo de trauma que pueden causar esta lesión: golpe contuso
directo sobre la cara ulnar del antebrazo y caída con el antebrazo en
hiperpronación o hiperextensión, con la supinación se produce una
fuerte fuerza de tracción del bíceps hacia anterior, luxar la cabeza del
radio y la fractura de la ulna se puede producir por fuerzas de
compresión en la caída (figura 15-1).
96
Luxofractura de Galeazzi
Consiste en la fractura del radio asociado a la inestabilidad de la
articulación radioulnar distal, generalmente se presentan con una
fractura de la mitad distal del radio, en esta lesión se da una perturbación
de la membrana interósea desde el sitio de la fractura hasta la
articulación radioulnar distal, usualmente el mecanismo de trauma es por
una caída con pronación del antebrazo. Se puede presentar además, con
compromiso del fibrocartílago triangular, se debe prestar atención
entonces en las fracturas de radio la posible asociación de esta lesión,
que puede llegar a ser de hasta 1 de cada 4 fracturas de radio diafisiarias
(figura 15-2).10 El tratamiento de esta lesión es quirúrgico con reducción
abierta y fijación interna del radio, al lograr esta fijación la ulna recupera
su posición en la mayoría de los casos.
Fractura abierta
97
Tratamiento
La fractura aislada de la ulna (fractura del bastonazo) (figura15-2), se
pueden tratar de manera conservadora si cumple los siguientes criterios:
Bibliografía
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and forearm fractures in the United States. J Hand Surg Am. 2001
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Laceration. Western Journal of Emergency Medicine. 2015
December; 16(7).
101
Lectura recomendada
• Moss J, Bynum D. Diaphyseal Fractures of the Radius and Ulna in
Adults. Hand Clin; 2007; 23:143-51.
102
Introducción
Las lesiones del extremo distal del radio, han sido unas de las más
analizadas y descritas en los textos de cirugía ortopédica y tratados
afines; en la denominada era moderna de la medicina, aun antes de
disponer de ayudas diagnósticas como los rayos X, Abraham Colles en
1814, según los textos ingleses, hace un análisis de los signos clínicos
presentes en quienes habían sufrido trauma en extensión de la muñeca,
presentaron deformidad en forma de dorso de tenedor y publica una guía
de tratamiento mediante manipulación cerrada e inmovilización, se
disminuyen de manera notoria las secuelas hasta entonces casi
universales que quedaban.
Durante todo el siglo XIX distintos autores hicieron aportes en este
tema, y es así como surgen los epónimos que aun hoy son de uso común:
en 1838 Rhea Barton en Filadelfia describe las lesiones de los rebordes
del radio, como Barton volar y dorsal, según su localización. En Irlanda
hacia 1854, Smith describe un patrón de lesión poco frecuente que
ocurre cuando el trauma se presenta sobre la cara dorsal de la muñeca y
genera un desplazamiento hacia anterior del radio distal, y en adelante se
denominó como Colles invertida o lesión tipo Smith.
Con la invención de los rayos X en 1895, por el físico alemán Conrad
RÖetgen, se facilita la distinción entre luxaciones y fracturas; además de
dar más certeza al análisis de los patrones de fragmentación del radio
distal. Surgen en adelante múltiples sistemas de clasificación, técnicas de
reconstrucción, publicaciones con el análisis de las secuelas y
pronósticos de acuerdo con las lesiones específicas y grupos de
pacientes; con el concebido adelanto en la tecnología asociada para su
tratamiento.
Se presentó un cambio conceptual acerca del tratamiento de estas
fracturas, desde cuando el doctor Colles anotaba que aun ante
deformidades permanentes, la función permanecía casi inalterada; hasta
103
Epidemiologia y fisiopatología
El radio distal es una de las zonas con más frecuencia se fractura de los
huesos largos del ser humano. Con mayor incidencia por encima de los
60 a 70 años, pero puede ocurrir en cualquier grupo de edad. En las
personas mayores casi siempre están en relación con caídas desde su
propia altura, mientras en los más jóvenes con frecuencia están
relacionados causas de más energía como accidentes de tránsito y
actividad deportiva. Representan aproximadamente la sexta parte de las
consultas en un servicio de urgencias ortopédicas. Son más frecuentes en
las mujeres con proporciones tan altas como 2:1 en ancianos; se calcula
que en personas blancas el riesgo de sufrir una fractura de radio distal
durante toda la vida es del 2% para los hombres y del 15% para las
mujeres, esto en relación con la presentación a edades más precoces de
la osteoporosis.2,4
Al analizar el patrón de lesión típico de las fracturas de radio distal, debe
considerarse que como acto reflejo al caerse, el ser humano extiende su
extremidad superior, para proteger el cráneo y el tronco; pone la mano y
muñeca como primera barrera de protección; tiene la mano apoyada
sobre la superficie y comienza la disipación de la energía; la muñeca se
104
Figura 16-4. Altura del radio. Altura del radio, se determina mediante la
medición entre las líneas A y B, indicando la proyección hacia distal de
la estiloides del radio.
Figura 16-7. Vacio articular. La flecha indica una zona de vacío articular
por la conminución y desplazamiento de los fragmentos de la fractura.
Clasificación
Los objetivos de cualquier método de clasificación de fracturas, deben
incluir el unificar los términos usados, permitir establecer un pronóstico
y plantear estrategias de tratamiento. Para las lesiones del radio distal se
han desarrollado múltiples clasificaciones, algunas más complejas que
otras; La de Frykman (1.967) ha sido de amplio uso, incluye la
consideración la lesión de la estiloides ulnar, dándole importancia a la
lesión de las superficies articulares radiocarpiana y radioulnar; pero es
poco práctica para plantear estrategias de tratamiento.2 La clasificación
de Melone (1.984)8 tiene más uso para las lesiones articulares y le da
gran valor a la articulación radioulnar distal, como predictor de
desenlaces, le permite al cirujano establecer el plan de tratamiento
basado en el tipo de fragmentación articular. La clasificación AO
elaborada por Fernández y Geissler (1991) es compleja con más de 25
112
subtipos, puede llegar a ser confusa aun para expertos. Fernández (1991)
publica una clasificación más simplificada, separa las fracturas en
función del mecanismo de lesión y da pautas de selección de
tratamientos, es también muy usada, particularmente en Europa.
Para efectos prácticos, puede ser más útil el uso de la clasificación
universal descrita por Cooney (1990) (figura 16-8),9 que cuenta con
cuatro categorías mayores, basadas en radiografías convencionales. Esos
cuatro tipos principales de fracturas se dividen entre articulares o no
articulares; desplazadas o no desplazadas; surgen así las tipo I no
articular no desplazada; tipo II no articular desplazada; tipo III articular
no desplazada; y tipo IV articular desplazada. Basadas en el grado de
conminación, desplazamiento y angulación. Las tipo II y IV se pueden
considerar reductibles o no e inestables o no. Con base en lo anterior, es
posible definir recomendaciones de tratamiento, por ejemplo para las
lesiones no desplazadas y estables, es poco probable que requieran
cirugía; mientras en las inestables este sería el método de elección.
Características de la fractura
Se analizan los criterios de inestabilidad, estos definen o predicen la
posibilidad de redesplazamiento a futuro o menor posibilidad de buen
resultado en tratamientos no quirúrgicos una vez se hace la reducción
inicial. Luego de la reducción cerrada en lesiones extrarticulares, un
ángulo de inclinación sagital de 5º o máximo neutro; acortamientos
menores a 2 mm; y conminución en menos del 50% del diámetro
transverso de la metáfisis fracturada; son considerados como trazos
estables y se predice buen resultado con tratamiento ortopédico, suelen
ser consecuencia de traumas de baja energía y con poca pérdida ósea por
impactación. Se considera una fractura inestable si la inclinación hacia
dorsal en el plano sagital es de más de 5º, el acortamiento es superior a 2
mm, la conminucion de la metáfisis supera al 50%, el paciente tiene una
edad mayor a 60 años y hay lesión en el cúbito, se considera que con el
tratamiento conservador muy probablemente se van a obtener resultados
malos.
Como ya se anotó en las lesiones intrarticulares, las brechas o escalones
mayores a 2 mm, y los vacíos subcondrales, indican en general
incongruencia y necesidad de soluciones mediante cirugía.10
Lesiones asociadas
Hay una alta incidencia de lesiones ligamentarias que se presentan al
momento de las fracturas de radio distal, que pueden hacer
recomendable la realización de cirugía, son las del ligamento interóseo
escafolunado dorsal la más importante (se manifiesta radiológicamente
como una separación o diástasis entre el semilunar y el escafoides
superior a 5 mm en la proyección anteroposterior); además tener una
114
Tratamiento ortopédico
En términos generales se recomienda el tratamiento no quirúrgico en
aquellos casos de fracturas no desplazadas o en casos que aun con
criterios de tratamiento quirúrgico, las condiciones generales del
115
Tratamiento quirúrgico
La cirugía en el contexto de una fractura de radio distal, se recomienda
en los casos de lesiones inestables o incongruentes, cuando el
tratamiento ortopédico fracasa y de manera tardía para la solución de
maluniones o no uniones (figura 16-11).
La selección del implante y la estrategia de reconstrucción dependerá de
las características propias de cada caso; puede incluir el uso de pines
lisos o roscados, fijación externa como único método o complementada
con pines, placas, fija cada fragmento específico o una sola para toda la
fractura ya sean a través de una vía anterior o lateral o posterior.
Cualquiera sea el método elegido, siempre existen los riesgos propios de
la cirugía, que aunque raros se han de tener en cuenta, entre ellos la
infección (entre 1% y 5%), lesiones del extensor largo del pulgar (menos
del 1%), tenosinovitis de flexores (hasta 2%), síndromes dolorosos,
pérdida de fijación o invasión articular de los tornillos (hasta 8%); por
ello se describen porcentajes de hasta el 5% de pacientes que por
cualquier motivo requieren la extracción total o parcial de los materiales
de fijación interna.
Es de anotar que en la actualidad el desarrollado de implantes y la
depuración de los métodos de reconstrucción, permiten solucionar más
del 90% de las fracturas por la cara palmar del radio y mediante el uso
117
Bibliografía
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Am. 2011 Feb16;93(4):328-35.
119
7 Milena Roca D.
Introducción
Dentro de las lesiones de la mano, las fracturas del carpo son raras,
tienen una prevalencia mundial entre 8% y 19%, un 60% corresponden a
fracturas del escafoides, y del 40% restante, el piramidal es el hueso más
fracturado. Frecuentemente, las fracturas del carpo se acompañan de
lesiones ligamentarias, también pueden asociarse a fracturas del radio
distal con una incidencia reportada alrededor del 7%, cobra importancia
la evaluación radiológica del carpo en este tipo de fracturas. Al tratarse
de fracturas relativamente raras y que requieren de una evaluación
radiológica detallada por la compleja anatomía ósea, la mayoría de las
fracturas del carpo suelen pasar desapercibidas y generar complicaciones
como inestabilidad, mal unión, no unión, necrosis avascular, compresión
nerviosa o rupturas tendinosas, lesiones que llevan al detrimento de la
función de la muñeca. Por tanto, las fracturas del carpo deben tenerse
siempre presentes a la hora de evaluar el trauma de muñeca. En la tabla
17-1 se muestra la prevalencia descrita en la literatura para las fracturas
del carpo.1
Piramidal 4% - 31%
Grande 0.8% - 14%
Lunado 0.5% - 13%
Trapecio 3% - 5%
Ganchoso 1% - 4%
Pisiforme 1% - 2%
Trapezoide < 1%
Anatomía
El carpo está formado por ocho huesos organizados en dos filas, cuatro
en la fila proximal y cuatro en la distal. De radial a ulnar, en la fila
proximal se encuentran el escafoides, semilunar, piramidal y pisiforme;
y en la distal, trapecio, trapezoide, grande y ganchoso. El pisiforme se
articula con la superficie palmar del piramidal, separado del resto de los
huesos del carpo, los cuales se articulan con sus vecinos. Escafoides,
lunado y piramidal forman una superficie convexa articulándose con el
radio distal, y en la superficie cóncava distal se articulan con la fila distal
del carpo. Los huesos del carpo se unen fuertemente entre sí por
ligamentos intrínsecos; y en su conjunto, se unen al radio y ulna distales
por medio de ligamentos extrínsecos. En el plano sagital, el carpo tiene
una conformación cóncava palmar, que da lugar al túnel carpiano,
espacio por el que discurren tendones flexores y el nervio mediano hacia
la mano (imagen 17-1).2
122
Diagnóstico
Además de la anamnesis acerca del mecanismo del trauma, se debe
hacer un examen físico dirigido. Lo más importante a la inspección es el
edema y a la palpación el dolor. Estos son los dos fenómenos principales
que una fractura produce y según el sitio donde se encuentren, apuntarán
a la fractura de dicho hueso. Si se encuentran en la tabaquera anatómica
o hay dolor con la movilización y compresión hacia proximal del pulgar,
se debe pensar en el escafoides o el trapecio; por el contrario, si se
encuentran hacia el lado cubital del carpo, la sospecha debe ser el
piramidal, pisiforme o ganchoso. Generalmente, si no se acompañan de
luxaciones, las fracturas del carpo no producen deformidades, a menos
que se asocien a fracturas desplazadas del radio distal en cuyo caso no se
debe olvidar la evaluación del carpo, ya que la deformidad del radio
suele acaparar toda la atención del médico.3-5
123
Imagen 17-2. Rayos X lateral en los que se observa relación normal del
polo distal del escafoides.
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134
Introducción
Las fracturas de los metacarpianos (MTC) o falanges son comunes,
representan el 40% de las fracturas de las extremidades superiores.1,2
La mayoría ocurren en hombres entre la segunda y tercera décadas de
vida y se da más frecuente en personas que practican actividades
deportivas.3
Las falanges están más sujetas a lesiones que los MTC, porque están
menos protegidas por tejidos blandos y por tanto son más susceptibles a
diferentes fuerzas y mecanismos de lesión. El pulgar y el tercer dedo son
los más frecuentemente lesionados debido a su posición más distal con
el uso de la mano.4
Las estrategias básicas del tratamiento se diseñan para restaurar la
función a la mano, el rango normal de movimiento y la anatomía con un
agarre sin dolor. Es importante reconocer y hacer un adecuado
tratamiento de estas fracturas puesto que el no hacerlo puede dar una
discapacidad funcional de la mano importante.
Anatomía
Las falanges consisten en una base proximal, una diáfisis y una cabeza
distal. La porción distal de la falange distal se conoce como penacho.
Las falanges son ligeramente aplanadas en el plano dorsopalmar.4 Las
cabezas de las falanges proximales y media incluyen 2 cóndilos
separados por una muesca que proporciona una cierta estabilidad
inherente debido a su articulación con la cresta mediana en la base de la
falange media y distal, respectivamente.
La articulación interfalángica proximal (IFP) tiene la mayor amplitud de
movimiento en la mano. La estabilidad es proporcionada por la
configuración ósea de las falanges medias y proximales y las estructuras
135
Mecanismo de lesión
La mayoría de estas fracturas resultan de traumas de baja energía como
un golpe directo, caída, o aplastamiento. La torsión, compresión,
136
Evaluación
Se debe realizar un examen cuidadoso del estado de los tejidos blandos y
neurovascular, descartar fracturas abiertas, es fundamental evaluar la
integridad de los mecanismos flexores y extensores de los dedos,
mediante la evaluación activa y pasiva de los movimientos de las
diferentes articulaciones.
Las fracturas de falanges proximales tienen típicamente una deformidad
dorsal con angulación volar debido a la contribución de los lumbricales e
interóseos que flexionan el segmento proximal y la inserción del
extensor de los dedos en la base dorsal de la falange media que desplaza
el fragmento distal en extensión. La evaluación de deformidades
rotacionales es fundamental para el tratamiento y se evalúa mejor al
observar la flexión y extensión activas de los dedos, y no puede ser
sustituido por ninguna imagen. Cuando la flexión completa es posible,
todos los dedos deben apuntar hacia el escafoides. Cuando un paciente
no puede flexionar completamente los dedos se debe comparar la
rotación de los dedos con la mano contralateral a un mismo grado de
flexión.
Imágenes
Las radiografías se usan rutinariamente en la evaluación, diagnóstico y
seguimiento de las lesiones de manos. En caso de sospechar una fractura
se solicitan radiografías anteroposterior y oblicua de mano y si es
necesario caracterizar mejor una lesión se solicita lateral de mano. En
esta última se debe individualizar el dedo para evitar la superposición
ósea. La imagen de la mano contralateral es de ayuda en paciente con
esqueleto inmaduro en la que se tiene dudas.3,6
La tomografía computarizada no es necesaria en la mayoría de los casos
solo se indica para para evaluar fracturas intrarticulares en las que se
requiere tener precisión sobre el desplazamiento y configuración de los
137
Fracturas condilares
El mecanismo de trauma típico es la carga axial. Debido a su
compromiso articular y su tendencia al desplazamiento rotatorio, las
fracturas condilares no tratadas resultan en dolor, deformidad y pérdida
de movimiento. La cirugía está indicada cuando existe desplazamiento,
escalón articular o conminución. El tratamiento conservador requiere
radiografías frecuentes para verificar que no existan desplazamientos
posteriores que indiquen una cirugía. Las fracturas unicondilares
inestables, desplazadas, bicondilares o conminutas deben ser
inmovilizadas y remitidas por urgencias al especialista (figura 18-2).7,8
139
Aunque las fracturas MTCs de la cabeza son raras, estas lesiones son
difíciles de tratar dada la presencia fragmentos pequeños, conminutos,
presencia de cartílago hialino y el riesgo de osteonecrosis.
Para las fracturas que implican menos del 20% de la superficie de la
articulación se puede considerar el tratamiento conservador, las demás
requieren cirugía. Ambas deben ser inmovilizadas en posición funcional
y remitidas por urgencias al ortopedista.11
El pulgar
Debido a la amplia gama de movimiento del pulgar, especialmente en la
articulación CMC, la deformidad angular y rotacional puede tener poco
impacto funcional y generalmente es bien tolerado. Las fracturas extra
articulares a menudo pueden ser tratadas conservadoramente y se puede
tolerar hasta 30° de angulación sin comprometer la función de la mano.
Las fracturas articulares parciales en la base del MTC del pulgar se
denominan fracturas de Bennett, y las fracturas articulares complejas
más conminutas se llaman fracturas de Rolando. La fractura de Bennett
(figura 18-8) es la más común; afecta la articulación CMC. Es una
fractura intrarticular simple de la base MTC del pulgar. Hay un solo
146
Complicaciones
Las complicaciones pueden desarrollarse después del tratamiento
conservador o quirúrgico de las fracturas MTC y falanges. La rigidez,
mala linea-ción, no unión y artrosis son complicaciones que surgen
después de cualquier tratamiento; mientras que la irritación de los
tendones, infección y problemas de heridas son únicos del tratamiento
147
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148
9 Andrés M. Pinilla
Introducción
Las luxaciones del miembro superior son las que se presentan con mayor
frecuencia, se pueden presentar con traumas de alta o baja energía y un
tratamiento inicial adecuado es el primer paso para evitar secuelas
futuras. El objetivo del capítulo es realizar una revisión de los aspectos
mas importantes en las luxaciones de miembros superiores.
Luxación acromioclavicular
La articulación acromioclavicular está involucrada hasta en un 40% de
los traumas del hombro,1 ocurre usualmente en hombres con una edad
promedio de 30 años y generalmente se presentan secundario a traumas
deportivos. El mecanismo de trauma ocurre de forma directa al caer con
el hombro en aducción, golpea la porción supero-lateral y lleva el
acromion a desplazarse inferior y medialmente sobre la clavícula que
permanece estabilizada por los ligamentos esternoclaviculares mediales.
También se presenta de forma indirecta al caer con el codo extendido,
genera una fuerza en dirección superior y lesiona los ligamentos
acromioclaviculares (AC) y coracoclaviculares (CC).2
La clasificación mas utilizada es la de Rockwood (figura 19-1) que
clasifica las lesiones en Grado I cuando hay solo elongación de los
ligamentos AC, no hay deformidad; Grado II existe ruptura de los
ligamentos AC y elongación de los CC, hay inestabilidad anteroposterior
150
Luxación esternoclavicular
Los traumas de la región esternoclavicular (EC) corresponden al 1% de
los traumas en el hombro. Aunque infrecuentes son lesiones que pueden
comprometer la vida del paciente por su proximidad a estructuras
vitales.5
152
Luxación glenohumeral
La articulación glenohumeral es la que mayor rango de movimiento
tiene en el cuerpo, de ahí que es la que tiene el mayor riesgo de luxación.
153
Luxación de codo
Las luxaciones del codo representan hasta un 25% de los traumas del
codo. La mayoría de los casos ocurren al caer con la muñeca y el codo
en extensión y la extremidad en abducción. El 90% de los casos
corresponden a lesiones con desplazamiento posterior o posterolateral.12
Clínicamente encontramos un paciente quien sufrió una caída y presenta
dolor, edema, signo de la cuerda positivo por prominencia del triceps y
deformidad en codo con alteración del triángulo posterior del codo
(formado por la punta del olécranon y los epicóndilos medial y lateral
del húmero) (figura 19-10). Se debe descartar compromiso
neurovascular y lesiones óseas o ligamentarias asociadas en muñeca y
hombro. Además, se debe evaluar la presencia de lesiones asociadas a la
luxación como pueden ser la fractura de la cabeza de radio, coronoides,
olécranon, tróclea o cóndilo lateral del húmero distal que ocurren en un
25% de los casos de luxación.13
Se solicitan radiografías de codo AP y lateral de codo. Si hay dudas
acerca de la presencia de fracturas asociadas de ordenan proyecciones
oblicuas (figura 19-11).
La maniobra de reducción se realiza con el paciente sedado, en supino
del antebrazo, la extremidad en extensión, una mano del médico en la
muñeca del paciente que permanece allí hasta el final del procedimiento
159
Luxación en la mano
Nos referiremos a las luxaciones carpometacarpianas (CM),
metacarpofalángicas (MF) e interfalángicas proximal (IFP) y distal
(IFD).
Es importante conocer el mecanismo y la energía del trauma que pueden
ir desde una hiperextensión con algo de compresión longitudinal como
ocurre cuando el dedo es golpeado contra un balón en el caso de la
luxación interfalángica hasta un trauma de alta energía con lesiones
neurovasculares y tendinosas como en la luxación carpometacarpiana.
En el examen físico podemos ver edema, deformidad, rotación anormal,
limitación para realizar arcos de movimiento, alteración de la relación
normal distal metacarpiana en los casos de luxación CM; se debe
examinar el estado neurovascular de la extremidad y descartar lesiones
más proximales asociadas, ademas es fundamental evaluar la palma de la
mano para evaluar heridas que nos hagan sospechar una luxación abierta
(figura 19-14).
Al paciente se le interroga acerca de deformidades visibles
inmediatamente después de la lesión y si hubo alguna maniobra de
reducción antes de la evaluación médica. Tener en cuenta que puede
ocurrir una reducción espontánea que enmascare el diagnóstico de
luxación.
Es necesario un estudio radiológico adecuado. Se suele recomendar las
proyecciones AP y oblicua en mano, pero la lateral es fundamental para
diagnosticar desplazamientos en el plano sagital (dorsal o volar) tanto en
el dorso de la muñeca como en los dedos de forma individual (figuras
19-14 y 19-15).
165
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9 Andrés M. Pinilla
Introducción
Las luxaciones del miembro superior son las que se presentan con mayor
frecuencia, se pueden presentar con traumas de alta o baja energía y un
tratamiento inicial adecuado es el primer paso para evitar secuelas
futuras. El objetivo del capítulo es realizar una revisión de los aspectos
mas importantes en las luxaciones de miembros superiores.
Luxación acromioclavicular
La articulación acromioclavicular está involucrada hasta en un 40% de
los traumas del hombro,1 ocurre usualmente en hombres con una edad
promedio de 30 años y generalmente se presentan secundario a traumas
deportivos. El mecanismo de trauma ocurre de forma directa al caer con
el hombro en aducción, golpea la porción supero-lateral y lleva el
acromion a desplazarse inferior y medialmente sobre la clavícula que
permanece estabilizada por los ligamentos esternoclaviculares mediales.
También se presenta de forma indirecta al caer con el codo extendido,
genera una fuerza en dirección superior y lesiona los ligamentos
acromioclaviculares (AC) y coracoclaviculares (CC).2
La clasificación mas utilizada es la de Rockwood (figura 19-1) que
clasifica las lesiones en Grado I cuando hay solo elongación de los
ligamentos AC, no hay deformidad; Grado II existe ruptura de los
ligamentos AC y elongación de los CC, hay inestabilidad anteroposterior
150
Luxación esternoclavicular
Los traumas de la región esternoclavicular (EC) corresponden al 1% de
los traumas en el hombro. Aunque infrecuentes son lesiones que pueden
comprometer la vida del paciente por su proximidad a estructuras
vitales.5
152
Luxación glenohumeral
La articulación glenohumeral es la que mayor rango de movimiento
tiene en el cuerpo, de ahí que es la que tiene el mayor riesgo de luxación.
153
Luxación de codo
Las luxaciones del codo representan hasta un 25% de los traumas del
codo. La mayoría de los casos ocurren al caer con la muñeca y el codo
en extensión y la extremidad en abducción. El 90% de los casos
corresponden a lesiones con desplazamiento posterior o posterolateral.12
Clínicamente encontramos un paciente quien sufrió una caída y presenta
dolor, edema, signo de la cuerda positivo por prominencia del triceps y
deformidad en codo con alteración del triángulo posterior del codo
(formado por la punta del olécranon y los epicóndilos medial y lateral
del húmero) (figura 19-10). Se debe descartar compromiso
neurovascular y lesiones óseas o ligamentarias asociadas en muñeca y
hombro. Además, se debe evaluar la presencia de lesiones asociadas a la
luxación como pueden ser la fractura de la cabeza de radio, coronoides,
olécranon, tróclea o cóndilo lateral del húmero distal que ocurren en un
25% de los casos de luxación.13
Se solicitan radiografías de codo AP y lateral de codo. Si hay dudas
acerca de la presencia de fracturas asociadas de ordenan proyecciones
oblicuas (figura 19-11).
La maniobra de reducción se realiza con el paciente sedado, en supino
del antebrazo, la extremidad en extensión, una mano del médico en la
muñeca del paciente que permanece allí hasta el final del procedimiento
159
Luxación en la mano
Nos referiremos a las luxaciones carpometacarpianas (CM),
metacarpofalángicas (MF) e interfalángicas proximal (IFP) y distal
(IFD).
Es importante conocer el mecanismo y la energía del trauma que pueden
ir desde una hiperextensión con algo de compresión longitudinal como
ocurre cuando el dedo es golpeado contra un balón en el caso de la
luxación interfalángica hasta un trauma de alta energía con lesiones
neurovasculares y tendinosas como en la luxación carpometacarpiana.
En el examen físico podemos ver edema, deformidad, rotación anormal,
limitación para realizar arcos de movimiento, alteración de la relación
normal distal metacarpiana en los casos de luxación CM; se debe
examinar el estado neurovascular de la extremidad y descartar lesiones
más proximales asociadas, ademas es fundamental evaluar la palma de la
mano para evaluar heridas que nos hagan sospechar una luxación abierta
(figura 19-14).
Al paciente se le interroga acerca de deformidades visibles
inmediatamente después de la lesión y si hubo alguna maniobra de
reducción antes de la evaluación médica. Tener en cuenta que puede
ocurrir una reducción espontánea que enmascare el diagnóstico de
luxación.
Es necesario un estudio radiológico adecuado. Se suele recomendar las
proyecciones AP y oblicua en mano, pero la lateral es fundamental para
diagnosticar desplazamientos en el plano sagital (dorsal o volar) tanto en
el dorso de la muñeca como en los dedos de forma individual (figuras
19-14 y 19-15).
165
Bibliografía
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169
0 Guillermo Salazar S.
Anatomía
Anillo pélvico
La pelvis es un anillo óseo y ligamentario que sirve para conectar y
transferir cargas entre el esqueleto axial y las extremidades inferiores. Es
una estructura anular formada por tres huesos: el sacro y dos huesos
innominados. El hueso innominado se forma a partir de la fusión de tres
centros de osificación: el ilion, el isquion y el pubis. Estos tres centros se
unen en el cartílago trirradiado del acetábulo y, cuando se funden forman
el hueso innominado completo. Los huesos innominados se unen al
sacro posteriormente en las dos articulaciones sacroilíacas y
anteriormente, se unen entre sí en la sínfisis púbica. La geometría
anatómica de la pelvis ósea es inherentemente inestable, y por lo tanto la
integridad del anillo pélvico depende de la estabilidad ligamentaria.1,2
El piso pélvico, es una estructura músculofascial que también actúa
como un estabilizador del anillo pélvico; dos ligamentos importantes
también forman parte del suelo pélvico: el sacroespinoso y el
sacrotuberoso. El fuerte ligamento sacrospinoso, con fibras que
discurren transversalmente desde el borde lateral del sacro hasta la
espina isquiática, resiste la rotación externa del anillo pélvico.
El complejo ligamento sacrotuberoso surge de la mayor parte del
complejo sacroilíaco posterior y se extiende hasta la tuberosidad
isquiática. Este ligamento fuerte, situado en el plano vertical, resiste las
2
Anatomía radiológica
La radiografía simple y TAC son las imágenes básicas de fracturas
pélvicas y acetabulares. La imagen de base para las fracturas pélvicas
incluye una anteroposterior (AP) de la pelvis y las proyecciones de
entrada y salida (figura 20-3). En las radiografías simples se deben
revisar las siguientes referencias: línea iliopectínea (columna anterior),
línea ilioisquiática (columna posterior), borde anterior, borde posterior y
la lágrima (figura 20-4). En el contexto del paciente politraumatizado, un
TAC de trauma normalmente es la imagen de elección.
El diagnóstico inicial de una fractura acetabular se realiza desde una
vista anteroposterior (AP) de la pelvis. Después de esto, si se aprecia
fractura, se deben obtener radiografías oblicuas ilíaca y obturatriz.
Luego de examinar las radiografías simples, se debe obtener una
tomografía computarizada (TAC) para proporcionar información
adicional sobre la configuración de la fractura y eventualmente para
planeación quirúrgica. La reconstrucción tridimensional de la tomografía
computarizada (TAC 3-D) también puede ser útil para comprender la
configuración y el desplazamiento de la fractura. En la vista AP, la línea
iliopectínea sigue aproximadamente el borde pélvico y representa la
columna anterior. La línea ilioioisquiática representa la columna
posterior. La vista oblicua obturatriz, se toma con el acetábulo fracturado
girado 45° hacia el tubo de rayos X, y nos muestra el agujero obturador
en su dimensión más grande, perfila la columna anterior y el borde
posterior del acetábulo. La vista oblicua ilíaca se toma con el acetábulo
4
Epidemiología
La distribución de las fracturas pélvicas y acetabulares es bimodal: los
pacientes más jóvenes tienden a sufrir traumas de alta energía y
luxofracturas de cadera, mientras que los pacientes mayores más sufren
más frecuentemente fracturas por traumas de baja energía asociada a
osteoporosis. La incidencia de fracturas pélvicas se estima en 23 por
100.000, mientras que la incidencia de fracturas acetabulares aisladas se
estima en 3 por 100.000. Las fracturas de pelvis constituyen 1% a 3%
del total, pero las inestables acarrean una mortalidad que oscila entre el
10% y el 20%, llegan a ser del 30% al 50% en las abiertas.4,5
La magnitud de la fuerza necesaria para alterar el anillo pélvico produce
lesiones abdominales, torácicas y craneoencefálicas significativas. Entre
el 60% y el 80% de los pacientes también tendrá asociada otra lesión
musculoesquelética y el 8% lesiones del plexo lumbosacro. Las fracturas
pélvicas y acetabulares se asocian no solo con hemorragia, sino también
con lesiones de órganos sólidos. En una serie de 1.545 pacientes con
traumatismo con fracturas pélvicas identificaron que el 16,5% también
tenían lesiones abdominales, lesiones hepáticas en el 6,1% y lesiones
uretrales y de vejiga en el 5,8%.5
5
Clasificaciones
Debido a la complejidad anatómica y fisiológica de las fracturas de
pelvis, se han diseñado varios sistemas de clasificación, que tienen en
cuenta criterios como la estabilidad, el mecanismo de lesión, la dirección
de la fuerza, la localización de la fractura y hasta las características
biomecánicas. Las clasificaciones más usadas en todo el mundo son la
de Tile y la de Young-Burgess, desarrolladas para su uso con
radiografías simples.
La clasificación de Tile,6 identifica tres patrones de fractura: tipo A
(lesiones estables), tipo B (rotacionalmente inestable pero verticalmente
estable) y Tipo C (rotacional y verticalmente inestable). El anillo pélvico
6
Tratamiento inicial
Las fracturas pélvicas y acetabulares ocurren a menudo en el contexto de
politrauma en pacientes que sufren un traumatismo de alta energía. El
8
tratamiento inicial de los pacientes con fracturas pélvicas debe seguir los
principios de la ATLS (Advanced Trauma Life Support).9 El tratamiento
de urgencia incluye una evaluación de las vías respiratorias y la
estabilidad hemodinámica. Se debe obtener un acceso venoso de gran
diámetro, y el control inmediato de cualquier fuente de hemorragia
advertida. El esquema inicial de reanimación recomienda un bolo de
cristaloides inicial de 1-2 litros, tener en cuenta que una respuesta
solamente transitoria sugiere una reanimación inadecuada o una pérdida
de sangre continua, y requiere una infusión continua de cristaloides así
como transfusión sanguínea.
La ATLS clasifica la hemorragia en cuatro clases basadas en signos
clínicos, lo que permite estimar la pérdida de sangre (tabla 20-2). La
hemorragia clase I representa hasta un 15% de pérdida de volumen
sanguíneo y los signos clínicos son mínimos. En pacientes sanos esta
cantidad de pérdida de sangre no requiere reemplazo. La hemorragia de
clase II se presenta con taquicardia. Las catecolaminas aumentan el tono
vascular periférico, observándose una disminución de la presión del
pulso y el paciente manifiesta ansiedad. La hemorragia Clase II se
produce después de pérdida de volumen de sangre de 15%-30%, o 750-
1500 mL en una persona de 70 kg, y se puede estabilizar inicialmente
con cristaloide. La hemorragia de clase III se presenta con taquicardia y
caída de la presión arterial sistólica, y representa 30%-40% de volumen
de sangre pérdida. La hemorragia de clase IV se observa cuando la
pérdida de volumen sanguíneo es mayor del 40% y los pacientes
presentan taquicardia grave y una marcada disminución de la presión
arterial sistólica con una presión de pulso muy estrecha.
9
Tratamiento definitivo
Tratamiento no quirúrgico
Los pacientes con fractura de pelvis estables pueden ser manejados de
manera no quirúrgica. En los patrones de fracturas pélvicas estables APC
I, LC o Tile A,19 así como en acetabulares estables con buena
congruencia articular, se pueden tratar con restricción de apoyo con
muletas por 6 a 12 semanas y un seguimiento con repetición de
imágenes a las 3, 6 y 12 semanas. En algunos pacientes, la estabilidad es
incierta y se aconseja un control más estricto con repetición de imágenes
en una o dos semanas.
14
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento conservador de las fracturas pélvicas desplazadas e
inestables tiene malos resultados a largo plazo. El abordaje quirúrgico y
la técnica de fijación dependerá de los factores del paciente (edad,
calidad, estado fisiológico), factores del cirujano (experiencia, técnica
preferida) y el patrón de fractura. Debido a la complejidad anatómica de
la pelvis y de las estructuras internas, la reducción y fijación es
técnicamente exigente. La fijación interna requiere a menudo extensos
abordajes para permitir la reducción y fijación y se han reportado tasas
de complicaciones de hasta el 25%.20,21 La fijación temprana mediante
una combinación de fijación externa e interna se ha convertido en el
estándar, con un enfoque multidisciplinario dentro de las primeras 24 a
72 h. La fijación definitiva está determinada por el grado y el tipo de
Inestabilidad resultante de la fractura del anillo pélvico.
Sínfisis púbica. Si la lesión es aislada, y tiene menos de 2,5 cm de
separación, puede ser tratada de manera conservadora, pero si es mayor
se recomienda la reducción y estabilización. Se pueden utilizar los
fijadores externos o reducción abierta y fijación interna. Se recomienda
el uso de una sola placa de reconstrucción o DCP de 4 a 6 agujeros en
lesiones aisladas, agregándole una segunda placa en el borde superior
cuando se acompañen de fracturas desplazadas del anillo posterior.
Rama púbica. La fijación no es necesaria para la mayoría de las
fracturas de la rama anterior, a menos que estén muy desplazadas. Estas
fracturas son intrínsecamente estables, debido a los ligamentos y las
amplias inserciones musculares; además tienen un excelente pronóstico
de consolidación, y sin problemas funcionales por mala unión. Las
indicaciones quirúrgicas son diástasis mayor de 1 cm, y desplazamiento
que ponga fuera de contacto los segmentos de la lesión. Para su
estabilización se puede usar placas de reconstrucción o tornillos
intramedulares.
Ilíaco. Cuando son poco desplazadas, estas fracturas se pueden tratar de
manera conservadora, debido a que por ser hueso esponjoso consolidan
rápidamente, y a su estabilidad intrínseca dada por la inserción muscular
y el trazo irregular de las fracturas. Cuando así se requiere, para su
15
Conclusión
El tratamiento del trauma pélvico y acetabular puede ser complejo y
requiere la intervención temprana del especialista. Las prioridades de la
evaluación inicial son la identificación y tratamiento de lesiones y
hemorragias potencialmente mortales.
La inestabilidad hemodinámica contexto de las fracturas pélvicas y
acetabulares puede poner en peligro la vida y debe ser tratado dentro del
equipo multidisciplinario con enfoques basados en la evidencia.
Bibliografía
18
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19
2 Fracturas de cadera
1 Emilio J. Gallego H.
Juan D. Moreno R.
Alejandro Uribe R
Introducción
Las fracturas de cadera principalmente asociadas a osteoporosis, son un
reto constante para los sistemas de salud. Se calcula que en el 2.050 se
presentaran 6,2 millones de fracturas en el mundo, esto es muy delicado
porque se observa que el 30% de los pacientes con esta lesión mueren en
el primer año de la fractura y los que sobreviven presentan
complicaciones que pueden afectar su calidad de vida.
Anatomía
El fémur es el hueso más largo del cuerpo y en su epífisis proximal tiene
ciertas características importantes para entender el trauma y las fracturas
que en él se producen.
La epífisis se cierra aproximadamente a los 16 años, es ya el fémur de un
adulto, la cabeza y el cuello con respecto a la diáfisis forman un ángulo
de 130º +/- 7º lo cual varía poco entre ambos sexos y este cuello es
anteverso aproximadamente 10° +/- 6 con respecto a la diáfisis.
La cápsula articular va desde el acetábulo en la parte anterior hasta la
línea intertrocantérica y en la parte posterior va hasta la unión de los 2/3
internos con el 1/3 externo.1
21
Fracturas extracapsulares
Las fracturas extracapsulares de cadera comprenden las
intertrocantéricas y subtrocantéricas. La fractura intertrocantérica es
aquella que ocurre entre los trocánteres mayor y menor;8 y la fractura
subtrocantérica es aquella que se da desde el trocánter menor hasta 5 cm
distales o hasta el istmo femoral.9
Son de gran interés a nivel mundial, ya que son los tipos de fractura más
frecuentemente operadas, y que tienen la más alta mortalidad
postoperatoria.
como las fracturas de fémur con una férula o tabla lumbopédica o una
férula de Thomas.
Tratamiento definitivo. El tratamiento no quirúrgico es una opción en
muy pocos pacientes, en general se indica tratamiento quirúrgico en la
mayoría de los pacientes para disminuir las complicaciones del reposo
prolongado como son el desacondicionamiento, la trombosis venosa
profunda, el tromboembolia pulmonar y las úlceras por presión.
El tratamiento quirúrgico es el tratamiento definitivo para las fracturas
de cadera extracapsulares, se realiza con una placa tubo (DHS) o un
dispositivo intramedular (clavo cefalomedular) (figura 21-6).2,3
Los objetivos del tratamiento quirúrgico son (a) mantener la
vascularización del sitio de la fractura mientras se restaura la longitud,
alineación y rotación; (b) lograr una estabilidad con la fijación interna
para permitir una movilización temprana; y (c) permitir la curación sin
complicaciones de la fractura.9,11,12
Complicaciones.
Cardíacas y vasculares. La mortalidad a 1 año supera el 20%. La TVP es
una de las principales causas de morbimortalidad perioperatoria. En
ausencia de profilaxis tromboembólica, la TVP ascienden al 27%. TEP
mortal oscila entre el 1,4% y el 7,5% dentro de los primeros 3 meses
poscirugía. La profilaxis reduce la tasa de TVP en aproximadamente el
60%.13
Tracto urinario. Las más frecuentes son la retención urinaria, las
infecciones urinarias y lesiones renales agudas, Las infecciones urinarias
son la principal causa de infección y afectan entre el 12% y el 61% de
todos los pacientes.
Hematológicas. La pérdida de sangre de una fractura de cadera puede
ser de hasta 500 mL y la prevalencia de anemia perioperatoria oscila
entre el 24% y 44%.
Complicaciones cutáneas. Las úlceras por presión resultan de un
desequilibrio entre las fuerzas mecánicas que actúan sobre la piel y los
tejidos blandos, son frecuentes por la inmovilidad prolongada, debido a
esto es necesario la cirugía precoz y la movilización temprana.13
30
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31
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showPage=diagnosis&bone=Femur&segment=Proximal
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showPage=diagnosis&bone=Femur&segment=Shaft
32
Introducción
El fémur es el hueso más fuerte del cuerpo humano, con una capacidad
extraordinaria para el soporte de carga. Casi siempre se necesita un
trauma de alta energía para fracturarlo.
Aunque su lesión produce gran morbimortalidad, con el advenimiento de
nuevas técnicas quirúrgicas y el mejor entendimiento de los procesos
inflamatorios asociados al trauma ha mejorado el pronóstico en el
tratamiento de este tipo de lesiones.1
Epidemiología
33
Anatomía
El fémur es un hueso tubular, con una curvatura anterior en el plano
sagital, se expande virtualmente hasta formar la parte supracondílea. En
la parte posterior se engruesa, debido a las fuerzas que ejercen las
inserciones musculares que forman la línea áspera. Proximalmente están
formados por la cabeza el cuello los trocánteres.
La suplencia vascular de la cabeza femoral proviene de una anillo
vascular anastomótico a lo largo de la base del cuello femoral, la diáfisis
femoral está suplida por un sistema endóstico de alta presión (vasos
nutricios) y un sistema perióstico de baja presión (proveniente de las
inserciones musculares); estas inserciones musculares proveen una gran
circulación en el sitio de la fractura que ayuda a la consolidación.4
34
Clasificación
Los dos sistemas de clasificación más comunes de las fracturas
diafisiarias de fémur son: el sistema AO-OTA (figura 22-1) y la descrita
por Winquist (figura 22-2).5
Cuadro clínico
La historia puede ser evaluada al interrogar el paciente o a los
paramédicos que inicialmente llegaron al sitio del trauma. En situación
de un politraumatismo el paciente debe ser evaluado y tratado
interdisciplinariamente de acuerdo con el protocolo de soporte vital
avanzado (ATLS).
Se tendrá en cuenta el mecanismo del trauma, el daño de tejidos blandos,
evaluar la posibilidad de fracturas abiertas asociadas, las
comorbilidades, antecedentes alérgicos, tiempo de la última bebida o
comida para una adecuada evolución preoperatoria si el estado del
paciente lo permite.
35
Examen físico
El diagnóstico suele ser evidente al identificar marcado dolor, edema y
gran deformidad en el muslo comprometido, con impotencia funcional
de todo el miembro inferior afectado. Es fundamental evaluar en el
examen inicial la rodilla para evaluar si hay derrame articular,
deformidad o dolor, en caso de observa estos síntomas está indicado
realizar estudios radiológicos en dicho nivel.
Es importante evaluar la parte neurológica y vascular, tener en cuenta los
signos blandos y duros de lesión vascular; nos hará pensar en dicha
lesión una fractura a la altura del hiato de los abductores, trauma con
heridas penetrantes, pulsos ausentes, hematoma expansivo y palidez, sin
olvidar la posibilidad de un síndrome compartimental, lo que nos hará
pensar en obligatoriedad de estudios complementarios y en tratamiento
en interdisciplinario de dichas lesiones. En el examen neurológico se
debe evaluar la sensibilidad de la cara anterior del muslo para valorar la
función del nervio femoral y la integridad del nervio ciático, se evalúa la
función del nervio tibial posterior y peroneo común.
Imaginología
Para el diagnóstico la radiografía de fémur anteroposterior y lateral y la
AP de la
pelvis y lateral de la cadera comprometida suelen ser suficientes para el
diagnóstico y el planeamiento quirúrgico en la mayoría de los casos. En
caso de observar edema o dolor en rodilla está indicado la realización de
AP y lateral de la rodilla comprometida. Es mandatorio evaluar la pelvis,
la cadera y la rodilla en busca de lesiones asociadas a dicho nivel.
Se han descrito hasta un 20% de fracturas de pelvis concomitantes a las
fracturas diafisiarias de fémur, combinaciones con fracturas del cuello
femoral con una incidencia reportada en la literatura entre el 3% y 5 %
de las cuales el 31% pasan desapercibidos; el porcentaje de lesiones
olvidadas puede aumentarse a un 20% a 40% cuando hay una lesión de
rodilla relacionada a la fractura ispilateral de fémur, en raras se
presentan luxaciones de cadera ipsilateral asociadas. Por esto es
fundamental realiza una evaluación integral de toda la extremidad y
ordenar un estudio radiológico completo
37
Tratamiento inicial
Primero se debe realizar el tratamiento integral del politrauma con una
reanimación adecuada con líquidos endovenosos y en caso de ser
necesarios hemoderivados, no debemos olvidar que el compartimiento
del muslo puede albergar el 10% al 20% de la volemia total. En caso de
fracturas abiertas se administrarán antibióticos intravenosos, previo a un
lavado y desbridamiento exhaustivo y se realiza el tratamiento integral
de la fractura abierta.
La inmovilización inicial en una tabla o férula con fijación lumbopédica
o una férula de Thomas esta debe ser removida tempranamente para
prevenir el riesgo de ulcera por presión. Al llegar al centro de remisión
donde se cuente con el servicio de ortopedia la tracción esquelética
inicial puede ser usada en pacientes estables, mientras se hace el
tratamiento quirúrgico definitivo.
Se debe usar inicialmente una adecuada analgesia intravenosa (AINE u
opiáceos) depende de la escala del dolor.
Tratamiento definitivo
El tratamiento quirúrgico es la mejor opción para las fracturas
diafisiarias de fémur, ya que garantiza los objetivos de restablecer la
longitud, alineación y rotación.
El tratamiento conservador solo se reserva para paciente con un gran
compromiso del estado general y consiste en una tracción esquelética
tibial o supracondílea, se utiliza el 10% el peso corporal para la tracción
por 8 semanas, tener claro el gran riesgo de alteración rotacional y de la
longitud del fémur comprometido.
El método más común de tratamiento es el enclavijamiento intramedular,
los clavos modernos se originan de el clavo de kuntscher usado por
primera vez en 1.939, la técnica consiste en una tracción longitudinal el
miembro inferior comprometido ya sea en una mesa de tracción o con un
pin en el fémur distal, dicha tracción corrige la rotación y la mala
alineación de varo o valgo se hace un abordaje al canal ya sea de manera
anterógrada( dese la parte proximal el fémur en la cadera) o retrógrado
(a través de la escotadura femoral supracondílea) (figura 22-3)9
39
Complicaciones
Síndrome de embolia graso
40
Infección
La tasa de infección es menor del 1% aun en presencia de fracturas
abiertas, se incrementa algo más aunque no significativamente con el uso
de las placas.
Hay que tener en cuenta que todo trayecto fistuloso con secreción
serohemática o francamente purulenta nos debe hacer sospechar en una
osteomielitis, es mandatorio realizar una radiografía de control y pruebas
de reactantes de fase aguda (hemograma, velocidad de sedimentación
globular y proteína C reactiva) para posteriormente solicitar una
evaluación prioritaria por el especialista, no deben iniciar antibióticos
ante la necesidad de tomar muestras para cultivo y biopsia de hueso , lo
cual alteraría los resultados.13
Síndrome compartimental
41
Lesión vascular
Es importante evaluar esta posible lesión cuando el trazo se da a nivel
del hiato de los abductores porque esta parte anatómica sirve de fulcro
para una tracción brusca de la arteria femoral. En el contexto de una
rodilla flotante (fractura de tibia ipsilateral) se puede presentar la lesión
de la arteria poplítea.
Compromiso nervioso
Una rara complicación incluye la parálisis del nervio pudendo asociado
a un tiempo prolongado en la mesa de tracción al momento de realizar el
enclavijamiento endomedular o la lesion de las ramas del nervio ciático
en el trauma inicial.
Retardo de la consolidación
Esta se presenta cuando han transcurrido entre 3 y 6 meses luego de la
fijación y no hay un avance imaginológico significativo de la
consolidación.
No unión
Al igual que ocurre con la incidencia de las infecciones esta no es mayor
del 1% y consiste en la incapacidad de la consolidación, considerada 9
meses posterior al trauma.
Malaunión
Se consideran que no son aceptables desde el punto de vista funcional
deformidades angulares mayores de 15° ni rotaciones internas o externas
mayores de 10° aun que se ha visto que se tolera menos la rotación
externa al igual que los alargamientos de la extremidad.14
Refractura
Aunque infrecuente también se ha asociado al retiro precoz del material
de osteosíntesis más comúnmente luego del retiro de las placas.
Rehabilitación
Es de suma importancia, busca como objetivos la restauración de los
arcos de movimiento tanto de la cadera como de la rodilla ipsilateral al
igual que el fortalecimiento de todos los grupos musculares sobre todo
del cuádriceps para restablecer la función de soporte de carga de este
importante segmento del cuerpo humano.
Bibliografía
1. Trumpeter A, Newman K. Femoral shaft fractures in adults.
Orthopaed and Trauma. 2013; 27(5): 322-31.
2. McCoy CE, Chakravarthy B, Lotfipour S. Guidelines for Field
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5. Muller MAO. AO/OTA classification of fractures: long bones 2006.
43
3 Julián Naranjo
Epidemiología
Las fracturas distales constituyen el 30% de las fracturas del fémur;
están generadas por traumas de alta energía como los accidentes de
tránsito en pacientes jóvenes, pero también pueden observarse en
traumas de baja energía en pacientes de edad avanzada, con osteoporosis
o con obesidad.1,2
En pacientes jóvenes es común la asociación de estas fracturas con otras
lesiones óseas, trauma de tórax, abdomen o cráneo; además no son poco
comunes las lesiones ligamentarias de la rodilla, que usualmente son
diagnosticadas luego de la estabilización de la fractura hasta en un 20%
de los casos.1,2 Se debe hacer también una evaluación de posibles
lesiones vasculares de la arteria femoral superficial o de la arteria
poplítea. En ocasiones, las fracturas del fémur distal pueden presentarse
al mismo tiempo de fracturas de la tibia proximal; reciben el nombre de
“rodilla flotante”, la cual tiene mayor riesgo de síndrome
compartimental al igual que las luxofracturas de la rodilla.1,2
En la historia clínica debe consignarse la siguiente información acerca
de las fracturas del fémur distal:1
Clasificación
La clasificación más utilizada en ortopedia para las fracturas del fémur
distal es la clasificación de AO/ OTA: (figura 23-2).2
• A Extrarticular.
• B Articular parcial.
• C Articular completa.
A su vez cada letra se divide en 3 según el tipo de trazo de fractura.
Imágenes
48
Inmovilización
La inmovilización debe realizarse con una férula muslopédica de 14 a 16
vueltas de yeso, bien acolchada con algodón laminado; principalmente
en las prominencias óseas, cóndilos femorales y maléolos, tratar de
reducir deformidades grotescas al examen físico. Los dedos deben
quedar descubiertos para evaluar el llenado capilar.1
En ocasiones el ortopedista utilizará una tracción esquelética transtibial,
usa un soporte tipo Braun y un peso aproximado del 10% del peso del
paciente.
El tratamiento definitivo de las fracturas de fémur distal es usualmente
quirúrgico, luego de la inmovilización el paciente debe hospitalizarse
para evaluar los tejidos blandos y el momento adecuado para realizar la
osteosíntesis.1
Fracturas de la rótula
49
Definición y anatomía
La rótula es el hueso sesamoideo más grande del cuerpo; es un
componente muy importante del mecanismo extensor del miembro
inferior junto al tendón y músculo cuádriceps y al tendón rotuliano. El
ser un hueso subcutáneo la predispone a las fracturas abiertas.3
La rótula posee dos facetas principales separadas por un septo; en el 3%
de la población puede presentarse una falla en la osificación de la rótula
que se conoce como rotula bipartita. La localización más común de la
rótula bipartita es en el cuadrante superior externo (75%) y puede
presentarse de forma bilateral hasta en 50% de los individuos; es
importante conocer su presentación en los rayos X, ya que puede
malinterpretarse como un trazo de fractura. El cartílago de la rótula tiene
el mayor espesor de todas las superficies articulares del cuerpo de hasta
1 cm, por lo que además del trazo de fractura se debe tener en cuenta el
posible daño condral.3,4
La función principal de la rótula es permitir la extensión activa de la
rodilla; actúa como una polea ósea en contra de la gravedad y aumenta
en un 30% el momento de palanca del cuádriceps.3,4
La irrigación de la rótula está dada por un anillo de anastomosis
arteriales originadas en las arterias geniculares.
Epidemiología
Las fracturas de la rótula representan cerca del 1% de todas las fracturas;
se presentan generalmente por trauma directo o por una contracción
excéntrica fuerte. El trauma directo puede presentarse en accidentes de
tránsito ya sea por el tablero de instrumentos del automóvil o contra el
pavimento en los accidentes de motocicleta.
Presentación clínica
La historia de trauma directo anterior de rodilla debe hacer sospechar
una fractura de rótula. El estado de los tejidos blandos es crucial; la
evaluación y clasificación de posibles fracturas abiertas, edema,
50
Imágenes
Debe solicitarse proyecciones AP y lateral de rodilla; y ante la sospecha
de fractura de trazo vertical, las proyecciones tangenciales son útiles
para evaluar el desplazamiento.4
El uso de tomografía y resonancia magnética, generalmente no se
consideran como primera línea diagnóstica, y se utiliza en ocasiones
como planeamiento quirúrgico para el ortopedista o para la evaluación
de posibles lesiones osteocondrales asociadas.4,5
Clasificación
Las fracturas de rótula (figura 23-4) se clasifican de forma descriptiva
según el trazo de fractura; las más comunes son las fracturas transversas
con trazos simples, sin embargo, pueden presentarse fracturas
conminutas con trazos verticales.
51
Tratamiento
Para definir el tratamiento de una fractura de rotula es necesario evaluar
la integridad del mecanismo extensor de manera clínica y en los rayos X
la presencia de compromiso articular de la fractura.5 Los criterios para
tratar las fracturas de rótula de forma conservadora incluyen:5 escalón de
menos de 2 mm, desplazamiento menor a 2 mm y mecanismo extensor
intacto.
Si se va a realizar un tratamiento conservador se indica la inmovilización
con una férula muslopédica por 6 semanas y luego iniciar rehabilitación.
En caso de no cumplir los criterios de tratamiento conservador se remite
a ortopedia para tratamiento quirúrgico y la técnica depende del tipo de
fractura, tiempo de evolución, condiciones de los tejidos blandos y del
paciente.5
Epidemiología
Las fracturas de los platillos tibiales representan el 1% de todas las
fracturas y el 8% de las fracturas en la edad avanzada. Tiene una
distribución bimodal, más frecuente en hombres alrededor de los 40 años
(traumas de alta energía) y más frecuente en mujeres alrededor de los 70
52
Examen físico
Las fracturas de los platillos tibiales están asociadas frecuentemente a
lesiones de los tejidos blandos, edema, equimosis, flictenas;
especialmente en los traumas de alta energía. Se debe hacer una
evaluación circunferencial para descartar fracturas abiertas y evaluar el
estado neurovascular de la extremidad, pulsos y perfusión distal,
descartar lesión del nervio fibular común al evaluar dorsiflexión activa
del pie y del hallux.6
Imágenes
Los rayos AP y lateral de rodilla simples deben ser al evaluación inicial,
en caso de no contar con tomografía se pueden solicitar rayos X oblicuos
para aclarar el diagnostico; la tomografía con reconstrucción en 3D
provee excelente información acerca de los trazos de fractura,
hundimientos y es útil para el planeamiento quirúrgico (figura 23-5).6
53
Clasificación
Figura 23-6.
Tratamiento
Se recomienda la inmovilización con una férula muslopédica bien
acolchada en las prominencias óseas realizar una remisión a ortopedia
que definirá tratamiento a seguir.6,7
La inmovilización se debe realizar con una férula muslopédica bien
acolchada en las prominencias óseas.
Las fracturas de platillos tibiales son usualmente de tratamiento
quirúrgico el tipo de técnica depende del tipo de fractura, condiciones
54
Rodilla flotante
Definición
La rodilla flotante es el resultado de una fractura ipsilateral en el fémur y
en la tibia; aísla la rodilla del resto de la extremidad. Comprende las
fracturas diafisiarias del fémur y la tibia; y las fracturas periarticulares de
ambas (fémur distal y platillos tibiales).8
Epidemiología
Es una lesión principalmente de adultos jóvenes, asociado a traumas de
muy alta energía como en los accidentes de tránsito. Es una condición
grave, que usualmente está asociada a politrauma y puede poner en
riesgo la vida del paciente y la viabilidad de la extremidad. De hecho, la
presencia de una rodilla flotante, implica el diagnóstico de
politraumatismo; ya que este último está definido como la existencia de
dos o más traumatismos serios, en este caso las fracturas de la tibia y el
fémur.8
Lesiones asociadas
La rodilla flotante puede estar asociada a lesiones que amenazan la vida
hasta en un 70% de los casos y tiene una mortalidad del 5% al 15%. Hay
asociación a lesiones en otras extremidades hasta en un 50%, trauma
encefalocraneano en un 26% y trauma de pelvis hasta en un 9%; puede
estar asociada a embolia graso hasta en un 13% de los pacientes.8 Las
lesiones vasculares se han reportado en un 5%-30% de los casos, afectan
principalmente la arteria tibial posterior y la incidencia de síndrome
compartimental tiene una asociación cerca del 2%.8 El nervio más
55
Evaluación
Los pacientes con rodilla flotante requieren medidas de soporte vital,
activación de un protocolo de control de daño, realizar una adecuada
evaluación del estado neurovascular y búsqueda circunferencial de
fracturas abiertas.
56
Imágenes
Como se trata de un paciente politraumatizado, debe incluirse
evaluación radiológica de trauma. Los rayos X de la extremidad deben
incluir la articulación proximal y distal a la fractura, por lo que se
recomienda tomar rayos X de pelvis, fémur, rodilla, tibia y tobillo.
Tratamiento
La rodilla flotante, así como la luxación de rodilla se consideran
emergencias ortopédicas; el paciente debe ser evaluado cuanto antes en
un centro con disponibilidad de estudios vasculares y con especialista en
ortopedia. En nuestro medio, el tratamiento inicial de la rodilla flotante
es la fijación externa transarticular de control de daño.8
Clasificación
Mayer y Mc Keevers describieron la clasificación de este tipo de
fracturas en 1959, la cual hace referencia al grado de desplazamiento del
fragmento avulsionado:10
57
Presentación clínica
59
Imágenes
Las proyecciones de rutina para las fracturas de las espinas tibiales
incluyen los rayos X AP y lateral de rodilla (figura 23-10A y 23-10B).
Usualmente la proyección lateral proporciona mayor información y
permite realizar la clasificación; se debe tener en cuenta que en el
esqueleto inmaduro, el tamaño real del fragmento de fractura puede ser
mayor debido a la presencia de cartílago. La tomografía es útil para una
mejor evaluación de la anatomía del fragmento.9,11
60
Tratamiento
Luego del diagnóstico con imágenes y control del dolor, las fracturas de
las espinas tibiales deben inmovilizarse con una férula muslopédica y se
remite para evaluación por ortopedia. El tratamiento depende de la
clasificación de la fractura y la edad del paciente. El tratamiento
conservador está indicado en pacientes con fracturas tipo I de la espina
tibial anterior el cual se realiza con inmovilización de la fractura por 4 a
6 semanas.9,10
En pacientes que en los que no es posible una inmovilización prolongada
y en fracturas desplazadas de la espina tibial anterior o posterior está
indicado la evaluación por ortopedia para definir el tratamiento el cual
generalmente es quirúrgico, el tipo de técnica depende de la edad del
paciente, tipo de fractura y tamaño del fragmento.9,10
Bibliografía
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Insall JN, Scott WN, editors. Surgery of the knee. Philadelphia:
Churchill Livingstone; 2001.p.1239-64.
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61
4 Francisco J. Monsalve
Introducción
La articulación de la rodilla es una de las articulaciones que con mayor
frecuencia sufre lesión hasta un 45%, más en hombres que en mujeres en
una proporción 4:1, por actividades deportivas en ellos y por caídas en
ellas. Es uno de los motivos de consulta más frecuentes en los servicios
de urgencias y su frecuencia se aumenta si solo se tiene en cuenta el
trauma deportivo hasta en un 79%; la mayor participación de la
población en actividades deportivas de contacto como el fútbol han
aumentado el número de lesiones de la rodilla principalmente de los
tejidos blandos; cada año ocurren de 6 a 10 lesiones ligamentarias por
cada 1000 habitantes. El aumento de vehículos de alta velocidad como
las motos asociada a la irresponsabilidad en su utilización más la ingesta
de licor han contribuido a la aparición de lesiones severas de la rodilla
como son fracturas abiertas, luxo-fracturas y lesiones ligamentarias con
gran compromiso de los tejidos estabilizadores de la rodilla en personas
jóvenes entre 20 a 40 años en etapa productiva que en ocasiones quedan
con severas secuelas.1-4
La complejidad anatómica de la rodilla ofrece un amplio espectro de
posibles lesiones por lo cual el conocimiento de los diferentes tejidos
óseos y de los tejidos blandos de esta articulación es de fundamental
importancia para realizar un adecuado diagnóstico y tratamiento.
63
Anatomía
Ósea
La rodilla es una articulación de tipo sinovial (diartrosis) formada por el
fémur distal, rótula y tibia proximal. El fémur distal está formado por
dos estructuras redondeadas llamadas cóndilos femorales separadas por
el surco intercondíleo; cada cóndilo se articula con el platillo tibial. En la
parte anterior distal del fémur hay un surco de profundidad variable el
cual se articula con la rótula o patela y conforma la articulación
patelofemoral. La rótula es el sesamoideo más grande del organismo de
forma redondeada con un vértice distal la cual se encuentra contenida en
el mecanismo extensor de la rodilla y su cara articular está recubierta por
cartílago hialino tipo dos, la superficie articular es con el mayor espesor
de cartílago hialino del organismo formado por dos facetas medial y
lateral separadas por una cresta; la superficie de la patela está en
contacto con la tróclea femoral la cual varía de acuerdo con el ángulo de
flexión de la rodilla.1,5,6
La tibia proximal está conformada por dos superficies aplanadas
llamadas platillos tibiales, medial y lateral separados por unas
eminencias llamadas espinas tibiales las cuales sirven de inserción a los
ligamentos cruzados; el platillo medial es plano con tendencia a ser
cóncavo y el lateral es convexo y tienen una inclinación posterior de 10°
por lo que anatómicamente la rodilla se puede dividir en tres
compartimentos: lateral, medial y patelofemoral (figura 24-1).5,6
Tejidos blandos
La configuración ósea de la rodilla ofrece muy poca estabilidad
mecánica; ésta está dada por un complejo músculo tendinoso
ligamentario y capsular; éstos estabilizadores de la rodilla pueden
dividirse de acuerdo con su modo de acción en estáticos y dinámicos.2,5,6
Estáticos. Son todas las estructuras ligamentarias intra y extracapsulares
más la cápsula articular.
64
Historia clínica
Esta compleja anatomía puede presentar una gran cantidad de lesiones
tanto óseas como de los tejidos blandos, ya sea en ligamentos o
meniscos, puede ocurrir desde un esguince con la rotura parcial de un
ligamento en forma aislada hasta lesiones severas con lesión de varios
ligamentos o de otras estructuras estabilizadoras de la articulación, con
lesiones asociadas de las estructuras óseas hasta presentar una luxación
de la articulación.3,4
Sintomatología
Se debe interrogar al paciente acerca de algunas situaciones que puedan
ser de gran ayuda para la orientación de la magnitud de la lesión.
Examen físico
Una vez realizamos el interrogatorio y analizamos la sintomatología se
debe evaluar primero la rodilla sana para tener una referencia normal.2,6
Inspección. Se debe realizar una evaluación circunferencial de la rodilla
en busca derrame articular (hemartrosis) evidenciado por el aumento de
67
Ayudas diagnósticas
Examen radiológico
La radiología simple es el examen inicial ante un paciente con trauma de
rodilla. Se deben pedir proyecciones AP, lateral de rodilla y axial o
tangencial de rótula. La proyección AP permite evaluar la congruencia
articular, el espacio articular y descartar la presencia de fractura tibial o
femoral. Se debe buscar la presencia de pequeñas fracturas avulsivas a
nivel de inserciones de ligamentos colaterales o cruzados. La proyección
Lateral ofrece una mejor visualización de la rótula y ayuda a evaluar la
presencia de fracturas de las espinas tibiales, la presencia de derrame
articular y evaluar la presencia de la tibia hacia posterior. La proyección
tangencial o axial de rótula permite la visualización de la congruencia
articular de la articulación patelofemoral y la presencia de fracturas
osteocondrales.2,5,6
Resonancia magnética
Su utilización ha aumentado considerablemente. Tiene la gran ventaja de
visualización de los tejidos blandos intra y extrarticulares. Su utilización
de rutina en el trauma agudo no se justifica y solo se indica en algunos
casos en los cuales el cuadro clínico y los otros exámenes no son
concluyentes.6
Tomografía
Es de utilidad principalmente en las lesiones óseas sobre todo para
visualizar patrones o líneas de fracturas. Actualmente están disponibles
71
Ecografía
Tiene muy pocas indicaciones en el trauma de rodilla. Se utiliza solo
para evaluar diagnóstico de colecciones y el diagnóstico del quiste
poplíteo.
Artroscopia
El examen artroscópico está indicado en algunas situaciones del trauma
agudo de rodilla con la gran ventaja de permitir el examen intrarticular
completo y también permite realizar el tratamiento de lesiones
encontradas. Está indicada en fracturas osteocondrales, cuerpos libres
intrarticulares, avulsión de espinas tibiales, desgarro meniscal que
bloquea la rodilla y fractura de platillos tibiales.5,6
Lesiones específicas
Lesión del Ligamento Colateral Medial: LCM
La lesión del LCM se produce después de un trauma en valgo. La
magnitud del trauma determina la severidad de la lesión ligamentaria y
lesiones asociadas. Existe lesión que va desde un esguince aislado del
LCM con ruptura parcial hasta una ruptura completa con lesión de otros
estabilizadores como la cápsula y los ligamentos cruzados. La
clasificación de la lesión se realiza clínicamente por el grado del bostezo
medial, de uno a tres grados. La presencia de múltiples lesiones
ligamentarias hace sospechar que se está ante una luxación de la rodilla
la cual se redujo espontáneamente en el accidente.6,7
El tratamiento de las lesiones aisladas del LCM es de tipo conservador
con inmovilización por períodos cortos de con una rápida iniciación de
ejercicios enfocados a una rápida recuperación del movimiento y de la
fuerza muscular.7,8
72
Bibliografía
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anterior cruciate ligament reconstruction. Arthroscopy. 2012 Jan;
28(1):123-30.
75
5 Andrés Puerta G.
Introducción
Las fracturas diafisiarias de la pierna constituyen la fractura más
frecuente de los huesos largos. Se ha estimado una incidencia anual entre
8,1 y 37 casos por 100.000 habitantes por año;1 con un primer pico de
incidencia entre los 16 y los 34 años, población laboralmente activa y un
segundo pico por encima de los 70 años.2 Se presentan con mayor
frecuencia en hombres1 y son resultado de traumas de alta energía
asociadas a compromiso de los tejidos blandos con una proporción de
fracturas abiertas del 23,5%.3
Las fracturas diafisiarias de tibia son secundarias a caídas, actividades
deportivas y accidentes de tránsito y se clasifican según la clasificación
AO de huesos largos. Las lesiones de los tejidos blandos asociadas a las
fracturas cerradas de la tibia se pueden clasificar según Tscherne/Oestern
y las fracturas abiertas según Gustilo/Anderson.
Las fracturas diafisiarias de tibia están frecuentemente asociadas a otros
traumas. La decisión de un tratamiento quirúrgico o no quirúrgico en las
fracturas diafisiarias de tibia está relacionada principalmente con
aspectos como la edad del paciente, magnitud del trauma inicial,
estabilidad de la fractura y las lesiones asociadas. La falta de
cubrimiento de tejidos blandos alrededor de la superficie tibial antero
medial y la precaria irrigación sanguínea asociada predisponen esta
fractura a complicaciones como no unión e infección.4
77
Mecanismo de trauma
Las fracturas diafisiarias de tibia ocurren en mayor proporción como
resultado de traumas de alta energía: caídas >6 metros, accidentes de
tránsito con deformación hacia adentro > 30 cm en sitio del ocupante o
mayor de 45 cm en cualquier sitio, eyección del automóvil, muerte en el
mismo compartimento del pasajero, o auto frente a peatón a más de 32
km/hora.5 Las lesiones de alta energía producen un mayor
desplazamiento inicial de la fractura, trazos de fractura inestables y
compromiso grave de tejidos blandos.
El trauma directo sobre su superficie subcutánea suele ser la causa más
común de las fracturas diafisiarias de tibia, frecuentemente asociado a
accidentes de tránsito u otros tipos de trauma de alta energía y suele
presentar trazos de fractura transversos, en cuña o conminutos. El
trauma indirecto ocurre como consecuencia de traumas deportivos o
caídas; se trata de traumas de baja energía y causa fracturas con trazos
simples, oblicuos largos y espiroideos.6
Clasificación
Es recomendable usar una clasificación simple en términos descriptivos
para todo tipo de fracturas, debe incluir localización anatómica: tercio
proximal, medio o distal. Configuración del trazo de fractura: simple, en
cuña o complejo. Luxaciones o lesiones asociadas. Grado de
desplazamiento de el o los trazos de fractura. Estado neurovascular.
Compromiso de los tejidos blandos y definir si es una fractura cerrada o
abierta.
El sistema de clasificación comúnmente usado para las fracturas de tibia
en la actualidad es la clasificación AO/OTA de Muller de las fracturas de
huesos largos (figura 25-1).7
La lesión de tejidos blandos es un factor determinante para decidir el
tratamiento de las fracturas diafisiarias de tibia. La recomendación es
utilizar la clasificación de Tscherne/Oestern8 que determina la gravedad
de la lesión en los tejidos blandos con una concordancia interobservador
adecuada y sustancial intraobservador (tabla 25-1).9
78
Examen clínico
La evaluación inicial del paciente se debe hacer basado en un algoritmo
estandarizado que permita la identificación de prioridades como ha sido
79
Lesiones asociadas
Luego de la estabilización del paciente, la historia y el examen físico se
deben orientar a descartar otras lesiones musculoesqueléticas, las cuales
están presentes en el 15% de los pacientes, mientras que 4% presentan
lesiones asociadas en el mismo segmento corporal.1
Una de las lesiones más graves asociadas a las fracturas diafisiarias de
tibia es el síndrome compartimental, puede presentarse hasta en el 10%
de las fracturas de tibia y fisiopatológicamente se basa en el aumento de
80
Imágenes diagnósticas
Radiografías ortogonales, anteroposterior y lateral, son suficientes para
el diagnóstico y planear el tratamiento quirúrgico o no quirúrgico.
Siempre se deben incluir la rodilla y el tobillo como parte de la
valoración imaginológica, con el objetivo de descartar extensión
articular de la fractura.
La tomografía rara vez es necesaria en fracturas diafisiarias, sin embargo
es de utilidad cuando se desea aclarar extensión articular de la fractura.
La angiotomografía está indicada en sospecha de lesión vascular, o la
81
Tratamiento inicial
La evaluación inicial de las fracturas de tibia requiere:
Tratamiento definitivo
Los objetivos a cumplir en todo paciente con una fractura diafisiaria de
tibia son:
• Factores pronóstico.
• Antecedentes del paciente.
• Lesiones asociadas.
• Criterios de inestabilidad.
Los factores pronóstico, son aquellos factores que influyen tanto positiva
como negativamente en la consolidación de la fractura. Los factores
relacionados con el fallo en la consolidación descritos por Nicoll,14 y
cuya presencia inclina hacia un tratamiento quirúrgico definitivo son:
Tratamiento no quirúrgico
El tratamiento no quirúrgico se reserva para aquellos pacientes:
Tratamiento quirúrgico
El tratamiento quirúrgico se lleva a cabo al utilizar dos principios
básicos de estabilización con varios tipos de implantes disponibles para
lograrlo: los principios de estabilidad relativa y absoluta.
El tratamiento quirúrgico de las fracturas diafisiarias de tibia se puede
lograr con un principio de estabilidad relativa mediante el uso de clavos
endomedulares con una gran ventaja mecánica y abordajes mínimamente
86
Complicaciones y secuelas
Complicaciones agudas pueden ser el síndrome compartimental, la
embolia grasa, la lesión vascular, la lesión de partes blandas y la
infección.
Las complicaciones tardías la no unión, el retardo en la consolidación, la
mala unión, la osteomielitis, la sinostosis, el acortamiento, la rigidez
articular.
Factores de mal pronóstico de consolidación son edad > 60 años,
desplazamiento inicial grave, conminución, lesión de tejidos blandos,
fracturas abiertas, infección del foco, apoyo tardío y peroné integro, aun
cuando es controversial la presencia del peroné no fracturado, dado que
favorece una consolidación más rápida en trazos complejos, pero está
asociado a deformidades angulares y no unión en trazos simples.25,26
Bibliografía
87
6 Juan J. Jaramillo G.
Alejandro Uribe R.
Introducción
Fue el radiólogo francés Etienne Destot quien utilizó por primera vez el
término en 1911, comparó el pilón con un mazo de mortero y
extendiéndose, según su descripción, hasta 5 cm de la superficie articular
del tobillo. Más tarde el francés Bonin utilizó la palabra plafón, que
significa “techo”, para referirse a la superficie articular horizontal de la
tibia distal.1
Epidemiología
Estas lesiones representan aproximadamente del 3% al 10% de todas las
fracturas de la tibia y el 1% de todas las fracturas de la extremidad
inferior. Hay un predominio masculino (57%-65%) para estas fracturas
de distribución bimodal con picos máximos de presentación a los 25 y
50 años. La etiología de estas fracturas se puede dividir en dos grandes
grupos: trauma de alta energía (principalmente accidentes de tránsito y
lesiones deportivas) y traumas de baja energía (frecuentemente mujeres
de mayor edad con osteoporosis preexistente).1,2
La característica definitoria de la fractura del pilón tibial es la afectación
de la superficie articular, por definición portadora de peso, con extensión
a la metáfisis distal de la tibia. Representan una de las lesiones más
graves que afectan a la articulación del tobillo y son un reto terapéutico
89
Anatomía
90
Mecanismo de trauma
Las fracturas de pilón tibial generalmente se presentan dentro del
contexto de un accidente automovilístico, una caída de altura o un
trauma deportivo, donde invariablemente la carga de compresión axial
representa el principal mecanismo de la lesión. Así, los traumas de alta
91
Imaginología
Rayos X
El diagnóstico inicial se realiza con una proyección anteroposterior
(AP), una lateral y una mortaja. Aunque rara vez se requiere, una
proyección a 45º de rotación externa del tobillo puede ser útil para
delinear mejor la tibia antero medial y posterolateral y radiografías
completas de la tibia y el peroné o del pie realizadas para caracterizar la
extensión de la fractura. Las radiografías del tobillo brindan información
sobre el mecanismo de la lesión, la gravedad de la lesión y el tipo de
tratamiento ya sea quirúrgico o no quirúrgico (figura 26-1).2,3
93
Clasificación
Numerosos estudios han demostrado que el resultado después del
tratamiento de una fractura de pilón tibial se correlaciona estrechamente
con el tipo de fractura.5,7
La clasificación más utilizada es la propuesta por Ruëdi y Allgöwer, se
divide las fracturas de pilón tibial en tres tipos en función del tamaño y
desplazamiento de los fragmentos articulares: tipo I sin desplazamiento
de la superficie articular, tipo II con desplazamiento de la superficie
articular, pero sin fragmentación metafisaria, y tipo III que implica tanto
la impactación como la conminución de la superficie articular y la
metáfisis supra-yacente.5
La clasificación actual de AO / OTA aunque es menos utilizado, es el
sistema más descriptivo de la literatura. Las fracturas del extremo distal
de la tibia se dividen en fracturas extrarticulares (tipo A), fracturas
parciales articulares (tipo B) y fracturas articulares completas con
disociación metafisaria-diafisaria (tipo C). Aunque se producen
variaciones, la mayoría de las fracturas de pilón son del tipo C.4
Tratamiento
Los principios básicos para el tratamiento de este tipo de fracturas están
definidos por el adecuado tratamiento de los tejidos blandos, la
reconstrucción de la superficie articular y la restauración de la alineación
tanto en el plano axial como rotacional.5,6
El tratamiento general de estas lesiones puede ser dividido en tres
etapas: el tratamiento inicial en el contexto de la urgencia y la fase aguda
de la lesión, el tratamiento definitivo y el proceso de rehabilitación como
objetivo final, trazado a partir de las expectativas con respecto a la
condición basal y el estado funcional del paciente.6,7
95
Tratamiento inicial
• En caso que se sospeche el diagnóstico por clínica e historia clínica
y no hay disponibilidad de rayos X, debemos evaluar si hay
presencia de deformidad anatómica, se compara la forma del
tobillo con el contralateral, en caso de tenerla se recomienda
realizar una reducción cerrada de la fractura, con analgesia o
sedación, mediante la realización de tracción y angulación al lado
contrario de como se observe la deformidad y luego se realiza
inmovilización con férula muslopédica. El objetivo de la reducción
es disminuir el daño de los tejidos que se presenta por la
deformidad. En caso de no presentarse deformidad clínica se
procede a inmovilizar el paciente y remitir para estudio y
tratamiento.6,7
• Si se cuenta con servicio de rayos X se coloca una férula temporal
de cartón o plástico para inmovilizar la extremidad, ésta debe
retirarse durante el examen radiológico, ya que esta puede evitar
que se observen detalles específicos a la hora del diagnóstico.
• Luego en los rayos X debemos evaluar si hay presencia o no de
luxación o subluxación de tobillo, si ésta se presenta es necesario
realizar una reducción cerrada de la fractura, con analgesia o
sedacion, mediante la realizacion de tracción y angulación al lado
contrario de como se observe la deformidad y luego se realiza
inmovilización con férula muslopédica la cual se coloca en
plantiflexión leve con relación a la pierna.6,7
• Según el tipo de fractura se define el tratamiento específico y la
necesidad de remisión del paciente. Nunca debemos olvidar que
este tipo de fracturas tienen riesgo de síndrome compartimental por
lo que luego de inmovilizar al paciente es fundamental estar
vigilantes ante signos y síntomas de alerta.5,7
• Las opciones de tratamiento definitivo para las fracturas del plafón
tibial se pueden dividir en estrategias terapéuticas no quirúrgicas y
quirúrgicas. En términos generales el tratamiento no quirúrgico se
96
Bibliografía
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B, Jupiter J, Krettek C, Anderson P. Skeletal Trauma. Saunders
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these ankles function over time? J Bone Joint Surg Am. 2003 Feb;85-
A(2):287-95.
99
2 Fracturas de tobillo
7 Manuel A. Giraldo M.
Generalidades
Las fracturas alrededor de esta articulación suelen ser frecuentes en
todas las edades, principalmente en deportistas y adultos mayores con
traumas leves debido a la osteoporosis. Por lo general suelen
comprometerse los tejidos blandos y las estructuras ligamentarias.
Las lesiones que afectan la superficie articular y alteran su función
normal, exigen un tratamiento que sea lo más anatómico posible para
evitar a largo plazo una artrosis postraumática. El objetivo final en el
tratamiento es obtener una posición anatómica del tobillo y una
articulación estable, móvil e indolora.1
Este tipo de lesión constituye el 10,2% de todas las fracturas. Se
presentan como unimaleolares 70%, bimaleolares 20% y trimaleolares
(incluyen el maléolo posterior) hasta en el 10% de los pacientes.2,3
Anatomía
Esta articulación también es llamada talo crural, tiene forma de bisagra,
consta de tres huesos y ligamentos que llevan a que se comporte como
una unidad.4
Se encuentra formada por los extremos distales de la tibia y el peroné,
forman una tróclea donde se articula el talo. El maléolo lateral es más
voluminoso que el medial y se extiende más hacia posterior, con una
ligera oblicuidad de 20º.
100
Clínica
El diagnóstico se establece por la historia clínica, examen físico y los
estudios radiológicos.
La historia clínica proporciona los detalles sobre el mecanismo de
lesión, estado médico preexistente y las demandas funcionales que son
de gran importancia para la toma de decisiones sobre el tratamiento. El
mecanismo de lesión en la mayoría de los casos es por una caída.
El examen físico identifica los casos urgentes; fracturas abiertas,
lesiones neurovasculares y los signos del síndrome compartimental,
hallazgos que pueden comprometer la viabilidad de la extremidad.
Los pacientes con lesiones en el tobillo acuden por dolor y en algunas
ocasiones asociado a deformidad. Cuando presentan una fractura
ingresan con dolor intenso y sin apoyo, mientras que los pacientes con
esguinces o lesiones menores ingresan y apoyan pero con cojera.
101
Radiología
Esta permite valorar por medio de algunas mediciones, la relación
existente entre las estructuras mencionadas, da signos directos e
indirectos de enfermedad ósea, ligamentaria o ambas.
Las luxaciones y luxofracturas son generalmente evidentes y no ofrecen
mucha dificultad diagnóstica en los rayos X; sin embargo existen
algunas lesiones de menor severidad que no son tan evidentes.
Las proyecciones necesarias para la evaluación de la articulación del
tobillo son los rayos X AP, lateral y mortaja. Las mediciones más
frecuentemente utilizadas son :
102
Superposición tibioperonea
La situación posterior del peroné con relación a la tibia determina que al
tomar los rayos x AP se observe sobreposición de los dos huesos, la cual
debe ser > de 10 mm. Cuando la superposición es menor, se debe
sospechar lesión de la sindesmosis lo cual permite que se abra la mortaja
tibioperonea. En la proyección de “mortaja” esta superposición no debe
ser menor de 1 mm (figura 27-2).
Figura 27-3. Medición del espacio claro tibio peroneo, el cual debe ser
< de 5 mm.
Ángulo talocrural
Es el ángulo existente entre una línea paralela a la superficie articular del
“plafón” tibial y otra línea que una los puntos más distales de los dos
maléolos. Este ángulo refleja la diferencia de longitudes del maléolo
externo y medial y su valor oscila entre los 8º y los 15º. Cuando el valor
es menor se debe sospechar acortamiento del peroné por fractura en el
mismo (figura 27-4).
Figura 27-4. Medición del ángulo taloclural, el cual debe ser mayor de
8º.
105
Figura 27-6. Paciente con pérdida del espacio claro medial por una
fractura de peroné transindesmal por un accidente de tránsito.
Clasificación
Existen varias clasificaciones para las lesiones del tobillo de las cuales la
más fácil de usar y frecuentemente utilizada es la de Weber esta tiene en
cuenta el nivel de la fractura del peroné con relación al pilón tibial y
puede identificar si hay lesiones o no la sindesmosis. Esta clasificación
es la más sencilla y no incluye las lesiones de estructuras mediales.5 Se
divide en tres grupos:
Tratamiento
Tratamiento inicial
Una vez realizado el examen físico y con la sospecha diagnóstica, se
pueden presentar dos escenarios:
Tratamiento específico
Fracturas aisladas del maléolo externo. Las fractura Weber A donde
no hay compromiso de las estructuras mediales (maléolo y ligamento
deltoideo) ni lesión sindesmal, pueden ser manejadas con tratamiento
ortopédico que consiste en férula por 7 a 10 días y luego con yeso por
hasta completar 6 a 8 semanas. Es importante que se debe realizar
control radiológico antes y después de colocar el yeso circular para
evaluar que no se pierda reducción.1,5
Fracturas bimaleolares. Estas fracturas son de tratamiento quirúrgico.
Debe realizarse la inmovilización ya descrita y remitir para reducción
abierta y fijación interna al maléolo externo e interno.
Luxofracturas. Este tipo de lesiones constituyen una urgencia y deben
reducirse inmediatamente sean diagnosticadas. La poca distensibilidad
de los tejidos alrededor del tobillo asociado a la compresión del talo
sobre las estructuras blandas adyacentes puede tener consecuencias
graves como lesión neurovascular o necrosis de la piel. Debe realizarse
una reducción con maniobras de tracción longitudinal y sedar el paciente
111
Bibliografía
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2004;18: 232-44.
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5. Yufit P, Seligson D. Malleolar ankle fractures. A guide to evaluation
and treatment , Orthopaedics and trauma. Elsevier. 2010; 24:4.
112
2 Esguince de tobillo
8 Diego A. Valderrama
Jhon F. Ocampo
La articulación del tobillo es una articulación tipo mortaja, la cual
permite una propulsión adecuada durante la marcha. Soporta 1,5 veces el
peso corporal al caminar y hasta 4 veces al correr. Para que esto suceda
requiere articulaciones del pie y tobillo que sean fuertes, firmes y que se
adapten a diferentes superficies con el apoyo y los cambios de dirección.
1
Epidemiología
Tiene una incidencia general de 2,15 por 1000 personas por año. Los
adolescentes o los adultos jóvenes presentan un pico entre los 15 y 19
años con una incidencia a esta edad de 7,2 por 1000 personas por año,
sin diferencia entre hombres y mujeres. El principal factor de riesgo para
un esguince de tobillo es haber tenido uno previo.2,5 Otros factores de
riesgo asociados son el sobre peso IMC >25, alteración en la posición
corporal, pobre balance y deficiencias propioceptivas.
113
Mecanismo de trauma
Por lo general son de baja energía. Lo más frecuente es el esguince de
tobillo lateral, en inversión, ocupan aproximadamente entre el 25% a
50% de las lesiones deportivas, producen lesión y daño del complejo
ligamentario lateral del tobillo, que corresponde al ligamento fibulotalar
anterior, fibulocalcáneo y el ligamento fibulotalar posterior, el fibulotalar
anterior es el más comúnmente lesionado. Los esguinces del lado medial
del tobillo son raros, esto relacionado con la fuerza del ligamento
deltoideo que estabiliza la articulación, se relacionan con un trauma en
rotación externa forzada o eversión del pie.
Clasificación
La clasificación más usada y popular es la de Kaikkonen et al., la cual la
divide en grados del I al III.4
Grado I: esguince leve, se encuentra estiramiento de ligamentos sin
ruptura macroscópica, presentan edema leve o dolor, no hay
inestabilidad mecánica ni pérdida de función.
Grado II: esguince moderado, desgarro parcial macroscópico de los
ligamentos, edema, equimosis y dolor, inestabilidad parcial, en algunos
pacientes perdida de la movilidad y aumento del dolor con el apoyo o la
marcha.
Grado III: esguince grave, ruptura completa de los ligamentos. Marcado
edema, equimosis y dolor. Inestabilidad mecánica importante, perdida de
la movilidad, función e imposibilidad para el apoyo.
Diagnóstico
Una historia clínica y un adecuado examen físico que incluya
inspección, palpación, determinar la habilidad para soportar el peso y las
pruebas diagnósticas específicas de lesión de la articulación del tobillo
son críticas para un adecuado enfoque terapéutico.
La historia clínica debe contener información sobre la actividad que
hacía el paciente durante la lesión, que sintió durante el trauma, la
114
Pruebas clínicas
Las siguientes maniobras se realizan para evaluar el tobillo:5-8
Imágenes
Las radiografías simples de tobillo, son útiles para estudiar y descarta
lesiones asociadas y los diferentes diagnósticos diferenciales. Se tienen
en cuenta las reglas de Ottawa las cuales nos indican en qué paciente es
necesario realizar radiografías. Las proyecciones utilizadas son rayos X
simple AP, lateral y mortaja (proyección con 20º de rotación interna).1,4,6
Diagnósticos diferenciales
Los diagnósticos diferenciales de esguince de tobillo son múltiples, pero
es fundamental realizar una evaluación clínica sistemática para
descartarlos.
Tratamiento
El tratamiento funcional del esguince de tobillo, inicia con el control de
la etapa aguda, la cual se enfoca en disminuir el edema, controlar el
121
Bibliografía
1. Molloy A, Selvan D. Ligamentous Injuries of the Foot and Ankle
[Internet]. 4th Ed. DeLee, Drez, and Miller’s Orthopaedic Sports
Medicine. Elsevier Inc.; 2017. p.1392-407.
123
9 Pascual G. Correa
Consideraciones generales
El pie es una extremidad con una anatomía compleja por la gran
cantidad de huesos, articulaciones, nervios y músculos extrínsecos e
intrínsecos que lo forman, sin embargo, sus lesiones se han considerado
leves y han sido relegadas a una posición secundaria. Dada la
complejidad anatómica del pie, muchas lesiones óseas o de tejidos
blandos pasan desapercibidas en la atención inicial de urgencias, lo cual
conduce a retrasos en el diagnóstico y la toma de conductas adecuadas
que pueden alterar el pronóstico final de recuperación funcional. La
mejor manera de evitarlo es hacer un examen físico sistemático, en
especial, la observación y palpación meticulosas para sospechar esas
lesiones y realizar los exámenes imaginológicos pertinentes.1,2
Un enfoque especial debe tener el tratamiento del trauma en los
pacientes diabéticos por las complicaciones graves asociadas a las
neuroartropatías y las infecciones. De la misma manera es importante el
cuidado de la piel del pie y tobillo ya que es muy propensa a la necrosis,
ya que su perfusión carece de buena circulación colateral; por esta razón
deberán reducirse lo más pronto las deformidades graves causadas por
fracturas o luxaciones.1
Diagnóstico clínico
Para el diagnóstico clínico se deben determinar, de manera especial
aspectos como el mecanismo de la lesión los cuales dirigen la evaluación
125
Diagnóstico imaginológico
Las proyecciones estándar para el diagnóstico imaginológico en el pie
son la anteroposterior (AP), lateral y oblicuas. Se utilizan algunas
proyecciones especiales que se explicaran en el tema respectivo.1,2
Anatomía
126
Mecanismo de trauma
Estas fracturas se producen por traumas de alta energía: caídas de altura
o accidentes de tránsito. En una fractura intrarticular desplazada se
produce pérdida de la altura del hueso, hundimiento e impactación de la
superficie articular de la faceta posterior, explosión de la pared lateral,
mala alineación en varo del talón, atrapamiento de los tendones
fibulares. El ángulo de Bohler disminuye y el de Gisanne puede
aumentar.1-3
Las fracturas extrarticulares (30%) más frecuentes son: la fractura de la
tuberosidad con avulsión de la inserción del tendón de Aquiles, las
fracturas del proceso anterior (pasan a menudo desapercibidas) y la
fractura de la parte plantar de la tuberosidad por golpe directo.1
Evaluación clínica
Se encuentra edema, equimosis, deformidad y pueden producirse
flictenas. Debe tenerse en cuenta que pueden cursar con síndrome
compartimental y fracturas abiertas.1,2
Imaginología
Deberán solicitarse una radiografía AP y lateral del pie, una proyección
axial de calcáneo (Harris) y una mortaja de tobillo. Son opcionales las
proyecciones de Broden. La proyección lateral nos informa sobre el
estado de la faceta posterior, los ángulos de Bohler y Gissane y la
elevación de la tuberosidad. La proyección AP nos muestra el
compromiso de la articulación calcáneo cuboidea. La proyección axial
informa sobre la pérdida de altura, el incremento en amplitud y la
angulación del fragmento tuberositario (casi siempre en varo).1-3 Las
proyecciones de Broden muestran adecuadamente la articulación
subtalar. La tomografía axial computarizada (TAC) está indicada si la
radiografía convencional sugiere compromiso intrarticular. En el corte
coronal más amplio se puede realizar la clasificación de Sanders, la cual
está basada en el número de fracturas de la superficie articular subtalar.
129
Tratamiento
Las fracturas no desplazadas de calcáneo se tratan con vendaje,
restricción del apoyo y elevación de la extremidad. Se pueden realizar
movimientos en forma temprana pero la restricción del apoyo debe ser
por 4 a 8 semanas.1,2
Las fracturas desplazadas intrarticulares requieren tratamiento quirúrgico
con el fin de restaurar la superficie articular, mejorar el varo y la pérdida
de altura del talón. El manejo de los tejidos blandos es fundamental ya
que puede producirse necrosis de la piel, la cual es una complicación
devastadora. Por esta razón, los abordajes extensos están
contraindicados en pacientes con diabetes, fumadores y alteraciones
circulatorias. En estos casos pueden usarse incisiones mínimas con
reducciones indirectas y uso de fluoroscopia.3
Estas fracturas se fijan con placas especiales o tornillos canulados. En
los pacientes sin factores de riesgo puede usarse el clásico abordaje
extendido en L en la cara lateral pero el manejo de los colgajos debe ser
meticuloso lo mismo que el cierre de la herida quirúrgica con puntos de
colgajo.3
Las fracturas del proceso anterior no desplazadas se tratan con una
ortosis de tobillo (Walker) por 8 a 10 semanas, inicia apoyo a las 4
semanas.1,2
Si hay desplazamiento de la fractura con un compromiso mayor del 25%
de la articulación calcáneo cuboidea requiere cirugía. Según el tamaño
del fragmento se hará escisión o fijación de este.1,2
Anatomía
Está formado por una cabeza, un cuello y un cuerpo. Su cara superior se
articula con el plafón tibial, su cara medial y lateral con los maléolos
respectivos, su cara inferior con el calcáneo y su cabeza con el navicular.
El proceso posterior posee dos tuberculos, uno posteromedial y otro
posterolateral entre los cuales hay un surco para el tendón del Flexor
Hallucis Longus (figura 29-4).1
Tratamiento.
• Tipo I. Férula suropédica inicial y luego bota de yeso por 6
semanas y posteriormente ortosis tipo Walker hasta la
consolidación de la fractura valorada en radiografías de control.1,2
• Tipos II, III y IV. Estas requieren TAC previa para descartar
fracturas osteocondrales y definir planeación preoperatoria ya que
todas son quirúrgicas. Las luxaciones con deformidades graves
pueden comprometer la viabilidad de la piel y producir necrosis
por compresión. Por lo tanto, son emergencias quirúrgicas y en
todas se debe intentar reducción cerrada o de no ser posible se hace
reducción abierta. En general, se prefiere diferir la fijación
definitiva hasta que haya disminuido el edema y mejore el estado
de la cubierta de tejidos blandos. Se abordan en general por dos
incisiones: anteromedial y anterolateral. La fijación interna se
realiza con tornillos canulados (se prefieren de titanio por la
posibilidad de realizar resonancia magnética) y puede hacerse a
través del cartílago (tornillos sin cabeza) o por medio de
miniplacas.1,2
133
Mecanismo de trauma
Las fuerzas que producen estas lesiones pueden ser múltiples y de alta o
baja energía. Las fracturas compresivas mediales o laterales combinadas
con distracción del lado opuesto (fuerzas en adducción y abducción)
producen lesiones ligamentarias, avulsiones óseas o fracturas (por
ejemplo: la fractura de cascanueces del cuboides). De esta manera, las
lesiones aisladas son raras. Los aplastamientos y las cargas axiales
generan también lesiones significativas al medio pie. La lesión de tejidos
blandos puede ser grave.1,2,5
Evaluación clínica
Dolor, edema grave y hematoma en medio pie. Pueden presentarse
heridas y deformidades graves que amenacen la viabilidad de la piel. La
equimosis plantar indica ruptura de los ligamentos plantares y es
patognomónica. Muchos pacientes pueden estar politraumatizados por lo
cual se debe estar atento a descartar otras lesiones asociadas.1,2
Imaginología
Solicitar proyecciones AP, lateral y oblicuas del pie. La TAC es útil para
excluir fracturas asociadas y planeamiento preoperatorio adecuado. En
lesiones sutiles se usan las proyecciones con strés en adducción y
abducción de medio pie.1,2
• Transligamentarias.
• Transtalares.
• Transcalcáneas.
• Transnaviculares.
• Transcuboideas.
• Combinaciones de 2 a 5.
Tratamiento
Los esguinces y avulsiones óseas corticales pequeñas se tratan con
ortosis (Walker) por 6 semanas. Las fracturas tarsales (navicular,
cuboides y cuneiformes) no desplazadas se tratan con bota de yeso con
apoyo parcial por 6 semanas. Las fracturas y las luxofracturas con
desplazamiento requieren reducción abierta y fijación interna.
Inicialmente deben reducirse las deformidades graves bajo sedación
profunda en forma cerrada. De no ser posible, se requiere la reducción
abierta con fijación transitoria ya sea con pines o fijación externa,
mantener la longitud de las columnas lateral y medial. La fijación
definitiva exige la restauración de la congruencia articular que incluye la
desimpactación de las fracturas, el uso de injerto óseo y la fijación con
placas y tornillos (2,7 milímetros). En caso de conminución se pueden
usar placas puente entre huesos que estén indemnes.1,2,5
Complicaciones y secuelas
Necrosis de la piel, lesiones nerviosas, síndrome doloroso regional
complejo, mal unión con deformidad y artrosis postraumática.1,2,5
Luxofracturas de lisfranc
Consideraciones generales
El tratamiento de las lesiones del complejo tarso-metatarsiano (TMT) o
articulación de Lisfranc ha tenido mucha controversia en todas las
épocas. Quizás se deba a que estas lesiones tienen un amplio espectro y,
por lo tanto no todas se tratan igual. Si pasan desapercibidas, no tratadas
o subtratadas causan morbilidad y discapacidad.1,2,6 La estabilidad de
este complejo se mantiene por una combinación de la configuración ósea
y los ligamentos de soporte. Estructuralmente, el medio pie puede
dividirse en columnas: medial (primer metatarsiano, primera cuña y
navicular), media (segundo y tercer metatarsianos, segunda y tercera
cuña y navicular) y lateral (cuarto y quinto metatarsianos y cuboides). El
segundo metatarsiano se considera el soporte principal ya que su base
esta empotrada entre la primera y tercera cuña. El ligamento de Lisfranc,
cuya porción más fuerte es plantar, se extiende del primer cuneiforme a
la base del segundo metatarsiano y estabiliza el interespacio entre el
primer y segundo metatarsiano. En la columna medial hay 5 a 10 grados
de movimiento. En la columna media el movimiento es mínimo y en la
lateral, el movimiento es de 10 a 20 grados. La movilidad de esta última,
es muy importante en la acomodación al terreno irregular y su artrodesis
es mal tolerada, por lo que se debe evitar.1,2,6
Mecanismo de lesión
Las lesiones de las articulaciones tarso metatarsianas, pueden ser
causadas por fuerzas directas o indirectas. Las fuerzas directas axiales se
centran en el dorso y pueden ocasionar, según la intensidad y el ángulo,
luxación o luxofractura. Las fuerzas indirectas son más comunes y se
139
Clasificación
Debido a las múltiples variaciones y grados de severidad su clasificación
es difícil. La clasificación de Hardcastle incluye (figura 29-6):6
Evaluación clínica
Lo más importante es mantener un alto grado de sospecha clínica porque
hay gran variabilidad en las lesiones y en especial porque las lesiones
sutiles pasan inicialmente desapercibidas y pueden desplazarse
posteriormente. Se presenta edema, dolor local y el signo de la
equimosis plantar.1,2,6
Imaginología
Solicitar proyecciones AP, lateral y oblicua en lo posible con apoyo.
Buscar fracturas de las bases metatarsianas en especial la segunda y de
la primera cuña (signo de la mancha). Determinar si el interespacio entre
el primer y segundo metatarsiano esta aumentado (tres o más
milímetros). Los bordes de las bases metatarsianas deben coincidir con
los de las cuñas respectivas, lo cual se aprecia mejor en la proyección
oblicua.1,2,6 En caso de duda está indicada la TAC que define mejor el
diagnóstico de las fracturas ocultas.
140
Tratamiento
Las luxofracturas sutiles o los esguinces deben vigilarse porque pueden
desplazarse y predisponer a inestabilidad, deformidad y dolor crónico.
Los pacientes sin diástasis entre el primer y segundo metatarsiano
reciben tratamiento sintomático. Si hay diástasis de 3 a 5 mm pero sin
colapso del arco longitudinal se realiza reducción cerrada más fijación
percutánea con tornillos bajo fluoroscopia. Las luxofracturas
desplazadas requieren reducción abierta y fijación interna con tornillos
no compresivos. Las columnas medial y media se fijan con tornillos y la
lateral con pines. Los tornillos se aplican, según sea la extensión del
compromiso, entre la base de los metatarsianos y su respectiva cuña y en
la columna medial otro tornillo entre la base de 2 metatarsiano y la 1
cuña o viceversa.
Si hay fracturas se prefieren placas que fijan la articulación y las
fracturas (placas puente) las cuales se pueden retirar después de 6 meses.
En caso de conminución grave actualmente se prefiere la artrodesis
141
Complicaciones y secuelas
Artrosis postraumática, deformidad (plano valgo), mala unión y necrosis
de piel. 1,2,6
Mecanismo de trauma
Por fuerzas directas e indirectas. Las directas producen lesiones por
aplastamiento (caídas de objetos pesados en el dorso del pie). Las
fuerzas indirectas son torsionales como cuando se gira el cuerpo con el
pie fijo. La sobrecarga repetitiva que se presenta en soldados, atletas o
bailarines puede conducir a fracturas por estrés.1,2
Evaluación clínica
Se presenta edema, dolor localizado y equimosis dorsal. Puede
presentarse daño a la cubierta de tejidos blandos y síndrome
compartimental en los casos graves cuando se afectan varios MTT. Se
debe hacer una valoración neurovascular cuidadosa.1,2
Imaginología
Se requieren los rayos X convencionales AP, lateral y oblicua de pie. La
TAC para definir compromiso de la articulación de Lisfranc en fracturas
de las bases.1,2
Tratamiento
Fracturas de las bases. Debe descartarse que no hagan parte de una
luxofractura de Lisfranc. Si no están desplazadas, se tratan con un
calzado de suela rígida o un yeso por 6 a 8 semanas. Las fracturas
desplazadas, en especial del primer MTT, requieren reducción abierta y
fijación con miniplacas o minitornillos.1,2
Fracturas del extremo proximal del quinto MTT. Representan una
categoría especial dentro de las fracturas metatarsianas. Se clasifican por
zonas anatómicas:1,2
Consideraciones generales
Son las fracturas más comunes del pie. Las falanges del hallux son más
largas y funcionalmente más importantes que las falanges de los dedos
menores. La falange proximal se fractura más frecuentemente que la
distal, pero cuando esta última se fractura se puede acompañar de
luxación o conminución. La mayoría de las fracturas de los dedos
menores ocurren en la falange proximal puesto que es la más larga y en
general se angulan hacia plantar por la acción tendinosa.1,2
Mecanismo de trauma
Fuerzas directas por aplastamiento, fuerzas axiales o fuerzas en
abducción (por tropezón, llamada la fractura del caminador nocturno).
Evaluación clínica
Dolor local, dedo edematoso, deformidad y crepitación. Se debe
observar el llenado capilar del dedo sobre todo en fracturas abiertas.
Imaginología
Rayos X AP, lateral y oblicua de los dedos del pie.
Tratamiento
Las fracturas abiertas se tratan con antibiótico profiláctico,
desbridamiento, irrigación y pineamiento.
Las fracturas del hallux sin desplazamiento se manejan con calzado de
suela rígida. En fracturas desplazadas se intenta la reducción cerrada con
tracción más pineamiento percutáneo. Si no se logra una adecuada
reducción por este medio, o si hay compromiso articular se prefiere
reducción abierta y fijación con miniplacas o minitornillos.1,2
Las fracturas de los dedos menores se tratan con adhesivo al dedo
adyacente, proteger la maceración interdigital. Es muy raro tener que
realizar reducción abierta, ya que en general, no se producen secuelas
graves o son fácilmente tratadas en forma tardía.1,2
145
Mecanismo de trauma
La mayoría de las luxaciones son dorsales al aplicarse una carga axial
con la articulación en hiperdorsiflexión, se produce lesión en la placa
plantar o los sesamoideos. La placa plantar se desgarra en el
metatarsiano y se va con la falange proximal, puede quedar atrapada en
el cuello dorsal del metatarsiano al luxarse. Puede producirse una
luxación irreductible (tipo I) o una luxación reductible por ruptura del
ligamento interóseo sesamoideo (tipo II A) o fractura del sesamoideo
(tipo II B).1,2
Evaluación clínica
Hay deformidad y edema. La falange proximal esta en dorsiflexion, se
puede palpar la cabeza metatarsiana en la planta. Hay flexión de la
articulación interfalángica. La luxación plantar o lateral es rara.
Imaginología
Se valora con las proyecciones AP, lateral y oblicua de pie. Puede ser útil
la proyección axial de sesamoideos. Es importante valorar la posición de
estos y el aumento de la separación entre ellos.
Tratamiento
146
Luxaciones interfalángicas
Son raras y se asocian frecuentemente a otras lesiones del pie en traumas
de alta energía. Se producen por una fuerza axial con el dedo en
dorsiflexion forzada. La interfalangica del hallux es la más afectada.
Casi todas son dorsales.1,2
Tratamiento
Intentar la reducción cerrada con bloqueo anestésico y la misma
maniobra que se realiza para las luxaciones metatarsofalángicas. Si es
irreductible se requiere reducción abierta vía dorsal, sutura de la cápsula
y pineamiento.1,2
Bibliografía
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171
0 María I. Ospina O.
Damián Martínez S.
Andrés Estrada
Generalidades
Las lesiones del sistema musculoesquelético son las que se presentan
con mayor frecuencia en los accidentes de tránsito y en otros tipos de
accidentes.1 De estas lesiones, las luxaciones corresponden al 10% con
un pico de incidencia entre los 25 y 44 años, es más común en hombres.2
Las luxaciones corresponden a la pérdida de la continuidad de una
articulación caracterizándose por dolor, deformidad e incapacidad
funcional, las cuales pueden o no estar asociadas a fracturas.
Luxación de la cadera
La mayoría de estas ocurren por traumas de alta energía, principalmente
en accidentes de tránsito, puesto que se requiere de un impacto
significativo para desplazar la articulación de su sitio nativo.3 Pueden
dividirse en simples y complejas. Las simples no están asociadas a
fractura y las complejas involucran siempre una fractura.4 El mecanismo
más común de lesión es el choque contra el tablero en un accidente
vehicular. Otros mecanismos incluyen una caída desde una altura,
accidentes automovilísticos, peatonales y lesiones deportivas.3 La
mayoría de éstas, ocurren en hombres entre 10 y 40 años.4
172
Examen clínico
Al tratarse de un trauma de alta energía, el paso inicial de una evaluación
clínica correcta es brindar un adecuado soporte vital avanzado en trauma
(ATLS por sus siglas en inglés).3,4,6 Una vez garantizada la estabilidad
del paciente, depende del estado de conciencia del mismo realizar o no
anamnesis para enfocar la sospecha diagnóstica. Con frecuencia, la
posición de la extremidad indica el tipo de luxación; los pacientes con
luxación posterior se presentan con la cadera en flexión, aducción y
rotación interna, mientras que los pacientes con luxación anterior
generalmente tienen la cadera en flexión, abducción y rotación externa
evidente. Además de la congruencia articular, debe evaluarse
cuidadosamente la integridad vascular y nerviosa de la extremidad antes
de intentar una reducción, ya que frecuentemente hay lesión de estas
estructuras.6 Cuando el mecanismo del trauma es la lesión contra el
tablero del vehículo, es posible que se presente algún trauma en la
rodilla, por lo cual se debe evaluar su estabilidad (figura 30-1).
173
Lesiones asociadas
En el 95% de los casos hay lesiones en otras áreas.4 Se ha descrito que
hasta un 70% están asociadas a fracturas de la cabeza femoral, un 23%
presentan otras fracturas de miembros inferiores, 21% en extremidades
superiores, 24% trauma craneoencefálico, 21% trauma torácico y 15%
trauma abdomina.4
La lesión de la rodilla ipsilateral es extremadamente común, sin
embargo, muchas de las lesiones ligamentarias y condrales de la rodilla
son pasadas por alto.3,4
Las lesiones nerviosas y vasculares son frecuentes. Entre 10% y 15%
están acompañadas de una lesión del nervio ciático, la división peroneal
es más afectada que la rama tibial, requieren una pronta reducción para
disminuir el riesgo de lesión neurológica; en las luxaciones anteriores
son raros los casos de lesión vascular.6
Radiografía simple
En el diagnóstico de la luxación de cadera, la radiografía simple es el
pilar fundamental. Debe contarse con una proyección antero posterior
(AP) de pelvis para iniciar la evaluación.
En una luxación anterior, la cabeza femoral luxada parece más grande
que la contralateral y trocánter menor está en perfil completo. En la
luxación posterior, la cabeza femoral parece más pequeña que la
contralateral y la incongruencia con la fosa acetabular es evidente, con
este tipo de lesión, se nota la rotación interna del fémur debido a la
pobre visualización del trocánter menor (figura 30-2).3,6
174
Tratamiento inicial
Las luxaciones de cadera deben reducirse en el menor tiempo posible
para disminuir el riesgo de complicaciones. Algunos autores
recomiendan, siempre que no existan fracturas asociadas, realizar la
reducción en el servicio de urgencias, garantizar una adecuada sedación.6
Las luxaciones pueden ser anteriores o posteriores, son más comunes las
segundas, y estas a su vez asociarse o no a fractura. Para su tratamiento,
muchas maniobras de han sido descritas. Una de las primeras y más
popular fue la descrita por Allis en 1896 en la cual una persona estabiliza
la pelvis mientras que otra da tracción longitudinal con la rodilla flejada
y hace movimientos de rotación y aducción, otra maniobra denominada
en nuestro servicio como la maniobra de Roldán consiste en llevar la
175
Complicaciones
Posterior a la luxación de cadera se puede presentar artritis
postraumática hasta un 24%, la cual aumenta a 89% cuando hay
176
Luxación de rodilla
La frecuencia de esta lesión es rara, la incidencia oscila entre 0,02% y
0,2% de todas las lesiones ortopédicas y de 0,2% a 0,5% de todas las
luxaciones articulares.7,8 No obstante, esta incidencia puede subestimar
la frecuencia de la lesión, dado que hasta el 50% de las luxaciones se
reducen espontáneamente antes de una evaluación formal. Es de
predominio en hombres con una tasa de 4:1 respecto a las mujeres,9 otros
estudios han reportado entre 65% y 75% de estas lesiones en pacientes
hombres,7,8 la edad de presentación más común va desde los 28 a 34
años.
La causa más común son los traumas de alta energía, principalmente los
accidentes de tránsito; en menor proporción, los traumas de baja energía,
producidos por caídas desde altura, práctica deportiva o tropezones
durante una caminata.9
Las luxaciones de rodilla son de 5 tipos: anterior, posterior, medial,
lateral y rotatoria, el mecanismo del trauma está relacionado con esto, y
se describe según el desplazamiento de la tibia. La luxación anterior es
la más común, seguido de la posterior. Las luxaciones laterales y
mediales ocurren en el 18% y 4% de los casos respectivamente. En las
luxaciones rotatorias, el LCP permanece intacto.9
Examen clínico
Las luxaciones de rodilla son verdaderas emergencias ortopédicas y
requieren una pronta evaluación.10 Algunas luxaciones se reducen antes
de la evaluación por lo cual la clasificación basada en la dirección puede
ser un reto, se ha descrito otra basada en la gravedad de las lesiones
ligamentarias, en la cual no se profundizará.
177
Lesiones asociadas
Existe una incidencia de lesiones vasculares que oscila entre 0% y 40%,
las lesiones nerviosas se presentan en un 16%-43%, es más frecuente el
nervio peroneo común,10 además, se puede encontrar ruptura del tendón
patelar y síndrome compartimental hasta en un 11%.8
Radiografía simple
Previo a la reducción, las radiografías de rodilla AP y lateral de rodilla
ayudan a evaluar si hay fracturas asociadas y la dirección del
desplazamiento, la cual es difícil de determinar en pacientes obesos
(figura 30-5). Posterior a la reducción se toman nuevas radiografías para
verificar alineación, si en éstas se evidencian fracturas peri o
intrarticulares, se recomienda realizar una tomografía para el
planeamiento quirúrgico.8,11
179
Tratamiento
Usualmente se logra la reducción con métodos cerrados, puede ser
imposible cuando la luxación es posterolateral por interposición de la
cápsula, el tendón de la pata de ganso o el ligamento colateral. Se debe
intentar reducir la articulación bajo sedación con una maniobra que sea
opuesta a la fuerza deformante, si no es posible, se debe realizar bajo
anestesia general. Posterior a la reducción se puede aspirar la
hemartrosis bajo las condiciones adecuadas y se debe inmovilizar la
extremidad con una férula de yeso, dar 20º de flexión a la rodilla, y esta
debe tener una ventana que permita evaluar el estado vascular del pie de
forma seriada.
Si no se logra una adecuada posición con la reducción, se recomienda el
uso de un fijador externo.10,11
Los pacientes con un índice tobillo brazo > 0,9 pueden ser observados
durante 24 horas con valoración clínica seriada. Cuando se sospecha
180
Tratamiento definitivo
Se prefiere realizar cirugía para reparación o reconstrucción ligamentaria
en las primeras 3 semanas.10 Se han descrito protocolo de reconstrucción
por etapas con adecuados resultados.11
Complicaciones
Inestabilidad crónica de la rodilla, degeneración de la articulación,
contracturas y disminución de los arcos movimiento.10
Luxación de patela
Aproximadamente el 3% de las lesiones de rodilla son luxaciones de la
patela. Según el mecanismo del trauma, su frecuencia varía respecto a
hombres y mujeres; el trauma deportivo es más frecuente en hombres
mientras que las de otro tipo son más frecuentes en mujeres. En la
población general, presenta una incidencia de 7 por cada 100.000
personas, con un pico en la segunda década de la vida; en paciente entre
los 10 y 17 años, su incidencia es de 29 por cada 100.000 personas.12
La luxación lateral es la más frecuente, la medial es casi exclusivamente
iatrogénica y la posterior extremadamente rara. Típicamente, el
mecanismo de trauma corresponde a una torsión de la rodilla en flexión
y en valgo. Otro mecanismo de trauma puede ser la contusión directa,
con un impacto en la cara medial de la patela que provoca una fuerza
lateral que la luxa, este mecanismo es menos común que el anterior.12
181
Examen clínico
Los pacientes refieren dolor intenso asociado a limitación funcional y
derrame articular (es la segunda causa de hemartrosis), el paciente se
presenta con una rodilla en flexión y deformidad (figura 30-5).12
Lesiones asociadas
Pueden presentar lesiones asociadas del mecanismo extensor o lesiones
osteocondrales hasta un 25%.12
Radiografías
En los pacientes que consultan con la patela luxada, basta con una
proyección AP, en caso que se encuentre reducida, se solicita AP, lateral
y axial de rótula, con esta última se debe tener precaución de no reluxar
la patela.10,12
Tratamiento
La mayoría de las luxaciones de rótula se reducen espontáneamente y
solo 20% requieren maniobras de reducción. Para la reducción se
administra sedoanalgesia y posterior a esto se realiza extensión
progresiva del miembro inferior a la vez que se empuja hacia medial la
rótula. Si hay derrame articular se puede realizar una artrocentésis y si el
líquido tiene contenido graso se debe considerar lesión osteocondral.
Una vez reducida se debe evaluar el mecanismo extensor pidiéndole al
paciente que eleve la extremidad mientras la tiene en hiperextensión. Si
el paciente presenta aprehensión al movilizar la patela se debe
considerar una inestabilidad residual, y si tiene dolor al palpar la zona
ligamentaria se debe considerar lesión del ligamento patelofemoral que
se da en hasta un 98% los pacientes.10,13
182
Tratamiento definitivo
Luego de la reducción se indica inmovilizar al paciente con 20º de
flexión en la rodilla y remitir a ortopedia para evaluación para definir si
requiere tratamiento conservador o quirúrgico. Se indica deambulación
con carga a tolerancia e iniciar ejercicios isométricos. Posterior a la
inmovilización se inicia con terapia para restablecer arcos de
movimientos y fortalecer cuádriceps.
La lesión osteocondral es criterio para cirugía inmediata posterior a una
luxación aguda.12 Se indica reparación directa del ligamento
patelofemoral en lesiones en el origen patear o femoral del ligamento, en
lesiones combinadas no se recomienda, el resultado es satisfactoria si el
ligamento está intacto. No hay evidencia suficiente para indicar cirugía
después del primer evento.10
Complicaciones
Más del 50% presentan síntomas posteriores al primer episodio. A largo
plazo pueden presentar dolor por lesión del cartílago, limitación para la
actividad y luxación recidivante entre un 15% y un 40%.12,13
Examen clínico
Las luxaciones tibio talares son clasificadas de acuerdo con la dirección
anterior, posterior, lateral, medial y vertical del desplazamiento o una
combinación de estas. Las luxaciones mediales y posteromediales son
las variantes más comúnmente encontradas.14 La deformidad, el dolor y
la incapacidad funcional son evidentes al examen clínico, además de
183
Lesiones asociadas
Pueden estar acompañadas de lesiones de la piel, tendones,
neurovasculares y musculares, varios autores han observado las lesiones
del ligamento colateral, medial o de ambos en todos los pacientes con
luxación cerrada del tobillo.15
Radiografía simple
Debe solicitar una radiografía AP y lateral del tobillo donde se evidencia
la incongruencia articular, además deben descartarse fracturas asociadas
(figura 30-7).
184
Tratamiento
Las luxaciones tibiotalares en ausencia de fractura son muy raras, su
tratamiento está basado en consensos de expertos y reportes o series de
casos. Estas, son tratadas generalmente de forma conservadora.
Debe administrarse adecuada relajación muscular y analgesia. La
luxación posterior es la más común, para reducirla se ubica al paciente
en decúbito supino con la rodilla flexionada para relajar el tendón de
Aquiles, posteriormente, se toma el pie con ambas manos, colocar una
mano en el talón y la otra en el antepié, flexionar el pie ligeramente
plantar y aplicar tracción al mismo, un asistente debe aplicar presión
hacia abajo en la tibia distal para estabilizarla, mientras la tibia distal se
estabiliza, el talón debe moverse hacia delante para reducir la
articulación. Muchas de estas articulaciones son inestables después de la
reducción, al inmovilizar se debe sostener el pie en dorsiflexión hasta
que la férula se endurece.16 Se inmoviliza sin apoyo y se remite para
evaluación por ortopedia para evaluación y definir tipo de tratamiento
definitivo.14
185
Complicaciones
Generalmente los resultados a largo plazo de las luxaciones cerradas son
de buenos a excelentes, no obstante, se han presentado casos a largo
plazo de artrosis postraumática e inestabilidad funcional.17
Examen clínico
El paciente consulta generalmente posterior a un trauma con dolor,
inflamación, deformidad y limitación funcional la cual es corroborada
mediante el examen físico. Debe además evaluarse la integridad
neurovascular e inspeccionar la piel en búsqueda de heridas,
especialmente en la zona plantar.
Lesiones asociadas
En una serie de casos se evidenció que las luxaciones aisladas son muy
poco comunes, la mayoría se asocian a fracturas o luxaciones del pie
ipsilateral.18
Radiografía simple
Es suficiente con una proyección AP y lateral simple del dedo o los
dedos comprometidos donde se evidencia la incongruencia articular,
debe además, evaluarse con cuidado la presencia de fracturas asociadas
(figura 30-8).
Tratamiento
El 30% de las LAMM y casi todas las LAIM requieren reducción
abierta, con frecuencia, la placa plantar limita la reducción cerrada de
186
Complicaciones
Si los pacientes se siguen correctamente y tienen una inmovilización
adecuada, las complicaciones son nulas.19
187
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