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Grandes imperios euroasiáticos medievales

(siglos VI-XV)

PEC 1

La génesis de los grandes imperios euroasiáticos:


¿algunas similitudes?
Profesor: Frederic Aparisi Romero

Alumno: Fernando Roselló Cebrián

Fecha de entrega: 01/11/2023


Fernando Roselló Cebrián La génesis de los grandes imperios euroasiáticos

PEC 1: Reto 1. La génesis de los grandes imperios euroasiáticos: ¿algunas


similitudes?

Introducción

A lo largo de la historia, las narrativas de imperios como las dinastías chinas, los Califatos
Omeya y Abasí, y el Imperio Mongol resaltan debido a su extenso dominio y el impacto
duradero que tuvieron en las civilizaciones que conquistaron. Estos imperios no solo se
extendieron geográficamente, sino que también influyeron profundamente en diversas
culturas. Factores como motivaciones trascendentales, ya sean religiosas o políticas, junto
con la técnica militar y la propaganda, fueron cruciales para su expansión y consolidación.
Además de conquistar, una cuestión esencial era cómo administraban la diversidad de
culturas y creencias en sus vastos territorios. Este ensayo busca entender cómo estos
imperios gobernaban, si respetaban la identidad local o imponían la suya, y explorar las
complejidades que caracterizaron sus periodos más prósperos.

1. Dinastías Chinas: Unificación y Expansión

La historia política y cultural de China ha sido marcada por sus dinastías, particularmente
las Sui, Tang, Song y Ming, reconocidas por su duración e influencia. Todas compartieron
un objetivo: la unificación y expansión territorial. Según Burbank & Cooper, esta
tendencia expansiva ha sido históricamente constante (Burbank & Cooper, 2011a). Ya en
el periodo de los Reinos Combatientes, la dinastía Qin enfatizó en la unificación de China,
un esfuerzo destacado por Folch (Folch, 2000a). Sin embargo, no se trata solamente de
una lucha por poder, sino también por control económico. Folch (Folch, 2000a) señala
cómo la dinastía Qin anhelaba controlar regiones como Sichuan, una ambición que
recuerda a las acciones coloniales del imperio británico en el siglo XIX, buscando nuevas
tierras y mercados, como mencionan Burbank & Cooper (Burbank & Cooper, 2011b).

Un pilar en la estabilidad de estas dinastías fue la ideología. La noción del "Mandato del
Cielo", por ejemplo, servía como justificación divina del gobierno imperial, estableciendo
un vínculo entre la tierra y lo trascendental (Folch, 2000b). El legismo y el confucianismo,
por otro lado, no solo promovían un sistema de valores, sino que también respaldaban
estructuras políticas y culturales.

La administración de estos vastos territorios requería de sistemas robustos y leales. El


precedente establecido por Qin, con su gobierno centralizado (Folch, 2000a), se

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fortalecería con prácticas burocráticas basadas en méritos, donde los funcionarios eran
seleccionados mediante exámenes rigurosos (Burbank y Cooper, 2011b).

No obstante, la relación entre gobernantes y gobernados nunca fue unidireccional.


Aunque hubo intentos de imponer normas, como la estandarización realizada por Qin, las
dinastías también demostraron flexibilidad. La dinastía Tang es un claro ejemplo, en la
que se observó un florecimiento cultural diverso (Burbank y Cooper, 2011b). Esta
interacción entre uniformidad y diversidad refuerza la idea de Burbank y Cooper (2011a)
de que los imperios históricos "valoraron y se beneficiaron de la diversidad de sus
súbditos".

En la posterior evolución, mientras que la dinastía Song se enfocó más en avances


culturales y tecnológicos, la dinastía Ming priorizó consolidar su dominio tras la
dominación mongola. A nivel administrativo, todas estas dinastías entendieron la
importancia de la lealtad y la promoción de la cultura china, pero también supieron ser
flexibles y respetuosas con las prácticas y tradiciones locales (Burbank y Cooper, 2011b).

2. Califato Omeya: Religión y Expansión

El Islam, que nace con el profeta Mahoma, no fue solo una fe religiosa; su nacimiento
sentó las bases para la eventual expansión de un imperio que abarcaría vastas regiones.
Segura i Mas (2002) refleja cómo la península arábiga, ya antes del Islam, era una zona
de vital importancia, especialmente la Meca, que funcionaba como centro de comercio y
peregrinación. La revelación monoteísta de Mahoma propició una cohesión entre las
tribus dispares, generando una unificación bajo un estandarte religioso.

Tras la muerte de Mahoma, emergen luchas de poder, un aspecto que Fierro (2018)
destaca con la mención de la batalla de Siffín. Esta lucha simboliza las tensiones sectarias
iniciales, particularmente entre chiíes y sunitas. Aquí es donde emerge la figura de
Muawiya del clan omeya, cuya habilidad estratégica y diplomática se menciona en las
referencias de Lorenzo Jiménez (2018) y Haug (2018), permitiendo la expansión del
imperio desde Siria hasta el Magreb y lugares tan distantes como Transoxiana.

Un punto crucial para esta expansión fue la adaptabilidad de su ejército, un aspecto que
Nicolle (2018) enfatiza al mencionar cómo el ejército musulmán incorporó y adaptó
técnicas bélicas de imperios previos. Esta adaptabilidad, combinada con una fe sólida y
la solidaridad tribal, permitió una expansión sin precedentes.

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El crecimiento del Califato Omeya planteó desafíos administrativos, pero el imperio


mostró destreza al gobernar territorios adquiridos. Según Lorenzo Jiménez (2018), los
omeyas tenían la habilidad no solo de conquistar, sino también de "integrar a las élites
locales, permitiendo una cohesión y adaptabilidad notables". Además de la expansión
territorial, el Califato también facilitó la unión cultural, combinando tradiciones previas
con la cultura árabe, a pesar de buscar una unificación bajo la Sharia. La expansión de
este Califato es evidencia de la capacidad humana para crear legados a largo plazo
enfrentando la diversidad y los retos.

El Califato Abasí, que emergió tras la caída del Califato Omeya con su sede en Bagdad,
se comprometió a retornar a los valores originales del Islam, según señala Ballestín
(2018). Para expandir su influencia, los abasíes establecieron un ejército en el que
incorporaron a mamluks, esclavos convertidos, una elección que Kennedy (2004)
identifica como eventualmente problemática debido a su creciente poder político.
Bagdad, bajo el Califato Abasí, floreció como un eje de conocimiento islámico, atrayendo
a intelectuales de diversas regiones, como destaca Hitti (1993). Sin embargo, este mismo
autor señala que el poder político y la autoridad religiosa a menudo estaban en
desacuerdo, y la administración del califato se caracterizó por una burocracia extensa,
influenciada por prácticas persas y con una creciente influencia de las élites de origen
persa. Aunque el califato generalmente respetaba las tradiciones de los conquistados,
promovían la conversión al Islam y la adopción de la cultura árabe.

3. Imperio Mongol: Adaptabilidad y Dominio

La formación y expansión del Imperio Mongol, uno de los más vastos de la historia,
permanece como uno de los eventos más significativos y paradigmáticos de la historia
mundial. La confluencia de ambición, estrategia, adaptabilidad y visión en la construcción
de este imperio, en particular bajo el liderazgo de Chinggis Khan, es un testimonio de la
interacción entre fuerzas militares, culturales y geopolíticas.

García Espada (2017) destaca la profundidad de las tensiones geopolíticas entre las
sociedades nómadas y sedentarias, y cómo Chinggis Khan no solo buscó la unificación
de las tribus, sino también dirigir su agresión hacia los pueblos sedentarios. En palabras
de García Espada, "la vastedad de su expansión y las tácticas empleadas abren
interrogantes sobre las verdaderas motivaciones de estas conquistas".

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Por otro lado, Folch y Fornesa (2000c) retratan a los mongoles como una fuerza
adaptativa, no solo preocupada por la conquista, sino también por la integración cultural.
La habilidad mongola para adoptar tecnologías y estrategias militares de aquellos que
sometieron, como se menciona, "demostraron una notable adaptabilidad y respeto por las
culturas de las regiones conquistadas" (Folch, 2000c).

Sin embargo, si bien este enfoque adaptativo fortaleció su dominio, también planteó retos.
Morgan analiza la administración mongola en China durante la dinastía Yuan y sugiere
que, a pesar de la inclusividad aparente, los mongoles discriminaron a los chinos en altos
cargos. En palabras de Morgan, "una característica sobresaliente del dominio mongol fue
su pragmatismo" (Morgan, 2018). Esta postura pragmática, aunque beneficiosa a corto
plazo, llevó a tensiones internas y eventualmente al declive de la dinastía Yuan.

El Imperio Mongol, en su apogeo, fue una paradoja: un imperio nómada capaz de


centralizar el poder, promover la meritocracia y adaptarse a las tradiciones de los
subyugados. Sin embargo, su legado dual —la devastación causada por sus campañas y
su contribución al mosaico cultural— nos reta a reflexionar sobre la naturaleza misma de
la expansión y la integración imperial. Como concluye García Espada, "el impacto de
Chinggis Khan y el Imperio Mongol en la conformación del mundo medieval es
innegable" (Garcia, 2017).

Similitudes y Divergencias

Dentro de las Similitudes, podemos enunciar las siguientes:

- Expansión Rápida. Todos estos Imperios experimentaron periodos de veloz expansión


territorial. Los Omeyas propagaron el Islam desde la península arábiga hacia partes de
Asia, África y Europa en alrededor de un siglo, mientras que el Imperio Mongol, bajo
Genghis Khan y sus herederos, se extendió por Asia y algunas regiones de Europa en un
corto lapso.

- Administración centralizada. A pesar de sus vastas tierras, optaron por una


administración centralizada con una capital y una dinastía o líder que controlaba de forma
efectiva sus territorios.

Tolerancia religiosa. Mostraron, en cierta medida, tolerancia hacia las religiones de los
territorios conquistados. Los Mongoles eran especialmente tolerantes, mientras que los

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Omeyas y Abasíes permitían prácticas religiosas de no musulmanes a cambio de


impuestos.

- Ruta de la Seda. Valoraron y protegieron rutas comerciales clave, especialmente la Ruta


de la Seda, fomentando el intercambio cultural y comercial entre oriente y occidente.

Dentro de las divergencias, podemos enunciar las siguiente:

- Ideología y justificación del poder. Las dinastías chinas se apoyaban en el "Mandato del
Cielo", mientras que los califatos omeyas y abasíes basaban su legitimidad en su posición
dentro de la comunidad musulmana. Los mongoles, al ser nómadas, justificaban su
dominio a través del derecho de fuerza.

- Enfoque militar. Los mongoles eran famosos por su destreza en la caballería y el uso
del arco compuesto. Las dinastías chinas poseían ejércitos variados con infantería,
caballería y artillería. Los califatos tenían ejércitos adaptativos basados en las regiones
que conquistaban.

- Cultura y educación: El califato abasí destacó por fomentar el aprendizaje y crear la


Casa de la Sabiduría en Bagdad. Las dinastías chinas valoraban la educación y tenían un
sistema burocrático basado en exámenes confucianos. Los mongoles, en cambio, carecían
de un sistema educativo estructurado al principio.

- Interacción con pueblos conquistados: Los mongoles solían asimilarse a las culturas
locales. Las dinastías chinas y los califatos, por otro lado, tenían enfoques más
estructurados, promoviendo ideologías o imponiendo sistemas impositivos específicos a
no musulmanes.

Conclusión

Durante la Edad Media, se formaron imperios que marcaron la historia global con sus
características y objetivos únicos. Aunque enfrentaron conflictos durante su expansión,
también surgieron oportunidades para el intercambio cultural y el desarrollo social. Estos
imperios, con orígenes y culturas variados, compartían metas similares, mostrando la
interconexión de la experiencia humana en ese tiempo. Las lecciones aprendidas de estos
imperios enfatizan la importancia de la adaptabilidad, cohesión, y el respeto por la
diversidad. Además, evidencian que los grandes imperios pueden declinar rápidamente si
no atienden las necesidades de sus ciudadanos. Estudiar estos imperios ofrece

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perspectivas para abordar desafíos modernos como la globalización y la diplomacia


internacional.

Bibliografía

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J; Cooper, F., Imperios. Una nueva visión de la historia universal. (pp. 68-91).
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Folch, D. (2000b)“Modulo didáctico 4, La reunificación imperial: los Sui y los Tang.


En Folch, D., Historia del Asia oriental I: los imperios del Asia oriental. (pp. 7-
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