Está en la página 1de 2

EL VALOR EVOLUTIVO DEL PREJUICIO

¿Siempre es negativo el prejuicio?


Un sesgo cognitivo (o prejuicio) es un efecto psicológico que produce una desviación en el
procesamiento de lo percibido, lo que lleva a una distorsión, juicio inexacto, interpretación ilógica,
o lo que se llama en términos generales irracionalidad, que se da sobre la base de la interpretación
de la información disponible, aunque los datos no sean lógicos o no estén relacionados entre sí.
Los sesgos sociales se denominan generalmente sesgos atribucionales y afectan a nuestras
interacciones sociales de cada día, también están presentes en la probabilidad y toma de
decisiones.

La existencia de sesgos cognitivos surge como necesidad evolutiva para la emisión inmediata de
juicios que utiliza nuestro cerebro para asumir una posición rápida ante ciertos estímulos,
problemas o situaciones, que debido a la incapacidad de procesar toda la información disponible
se filtra de forma selectiva o subjetiva. Si bien nos pueden conducir a errores que pueden ser
graves, en determinados contextos conducen a acciones más eficaces o permiten adoptar
decisiones más rápidas cuando la inmediatez es el mayor valor (heurística).

Con frecuencia se le asocian a la predisposición o prejuicio cognitivo, unas connotaciones éticas


negativas, puesto que todo prejuicio, éticamente hablando, es injusto por definición, sin embargo
la tendencia, o mejor dicho, la manera que tiene la conciencia de procesar la información, no
debería ser catalogada éticamente, si se asume que ésta es el legado natural de la evolución. Así,
la información prejuiciosa, en ciencia, no es éticamente reprobable, ya que es la manifestación
de un modelo de comportamiento o proceso mental beneficioso para el individuo desde el
punto de vista de la evolución. Lo que en ciencia es reprensible es el acto de evitar comprobar el
prejuicio o solución, desde una postura científica, el situarse en una postura cerrada y fija y
aislarse dando por ciertos los datos imaginados. Una postura cerrada y prejuiciosa va en
detrimento de la adaptabilidad de los individuos siempre que no sea necesaria una reacción
inmediata.

Esto es debido a que al no disponer de información contrastada sino solo disponer de los sesgos y
probabilidades (procedentes de los valores adquiridos) o tópicos inciertos (procedentes de vagas
referencias de otros) reduce las posibilidades de usar la lógica para tomar decisiones correctas o
para alcanzar la verdad. El cerebro y en general la evolución premia la supervivencia a corto plazo
que nos permita la reproducción. El humano ha evolucionado en otro tipo de ambiente donde la
mejor estrategia es asegurarse a sobrevivir a corto plazo en lugar de una estrategia a largo plazo
de búsqueda de la verdad.

El conocimiento y manera de pensar tendenciosos deben separarse de los actos prejuiciosos que
son los que producen una ética reprobable. Así, por ejemplo, la ciencia nos dice que existe el
planeta Urano, pero ya desde la infancia y sin comprobarlo porque se ha recibido sin razonarlo a
una edad temprana, se cree de manera preferente en su existencia. El no comprobarlo
científicamente representa, para el individuo, un acto que evita el gasto energético y de tiempo
que significaría el afán de comprobarlo, y que además proporciona estabilidad social.
Hoy en día se vive del prejuicio informativo de muchas fuentes porque el trabajo necesario de
comprobarlo nos impediría vivir en sociedad. Por tanto, se ha hecho inevitable basarse en
suposiciones, prejuicios o probabilidades, que la conciencia decide sesgar de una manera u otra en
función de resultados anteriores, sin embargo, si nadie comprobara de manera regular la
veracidad de la información, cuando la propia vida o una decisión depende de dicha veracidad,
estaríamos hablando de negligencia. Así el acto de evitar la experimentación o no verificar la
información desde una perspectiva informada y protegida, es un acto que en tal caso, sería
reprobable.

También podría gustarte