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Pregunta

Caducidad y prescripción
No entiendo la diferencia entre estos dos conceptos. ¿Me puedes ayudar?

Aprovecho además para aclarar conceptos de desistimiento y


renuncia.

CADUCIDAD y PRESCRIPCIÓN

En el procedimiento administrativo hay que distinguir entre


la CADUCIDAD que afecta al expediente administrativo y
la prescripción que impide el ejercicio de la acción por parte de la
Administración.

La caducidad afecta al expediente administrativo en sí y concurre si la


Administración no resuelve el expediente en el plazo que legalmente tiene
establecido para ello, ya sea tres, seis o doce meses. Si, una vez iniciado el
procedimiento administrativo, éste no se concluye en el plazo
establecido, éste caduca y la Administración debe iniciar uno nuevo. La
caducidad no se puede interrumpir.

La PRESCRIPCIÓN afecta a la acción y si la Administración no la


ejercita en el plazo legalmente establecido para ello, la acción “muere”
y ya nunca se va a poder ejercitar; ahora bien, hay que tener en cuenta
que, si la Administración inicia un expediente para el ejercicio de la acción, el
plazo de prescripción se interrumpe y empieza a contar de nuevo, salvo en
un caso y es que ese expediente caduque.

En el caso de que el expediente administrativo caduque, ni ese expediente,


ni ninguno de los actos que se hayan llevado a cabo en el mismo, serán
eficaces para interrumpir la prescripción de la acción, por lo que será como si
nunca hubiesen existido, y, por lo tanto, ni el plazo se verá interrumpido, ni
éste volverá a comenzar de nuevo.

El artículo 95.3 de la ley 30/2015 de 1 de octubre, del Procedimiento


administrativo común de las Administraciones Públicas, determina:

“La caducidad no producirá por sí sola la prescripción de las acciones del


particular o de la Administración, pero los procedimientos caducados no
interrumpirán el plazo de prescripción.”
¿Cuál es la diferencia entre caducidad y prescripción?

CADUCIDAD. A diferencia de la prescripción, cuando se invoca la figura de


la caducidad nos estamos refiriendo al espacio temporal máximo que puede
durar un procedimiento; esto es: el plazo máximo que puede abarcar el
procedimiento desde su inicio hasta su fin; de manera que, cuando se inicia
un procedimiento sancionador necesariamente debe quedar finalizado dentro
de esos márgenes temporales que para cada supuesto establece la norma
ya que, si tal espacio temporal se sobrepasa o se excede sin justificación,
indefectiblemente debe ponerse fin al procedimiento en el estado en que se
encuentre, declarándose caducado y debiéndose comenzar de nuevo desde
la casilla de salida; claro está, siempre que para entonces la infracción no
hubiera prescrito.

Además “En los procedimientos en que la Administración ejercite


potestades sancionadoras o, en general, de intervención, susceptibles
de producir efectos desfavorables o de gravamen, se producirá la
caducidad. En estos casos, la resolución que declare la caducidad ordenará
el archivo de las actuaciones, con los efectos previstos en el artículo
95.” (artículo 25.1.b LPAP).

La caducidad no produce (por sí sola) la prescripción de las acciones


del particular o de la Administración, pero los procedimientos caducados
no interrumpirán el plazo de prescripción.

En los casos en los que sea posible la iniciación de un nuevo


procedimiento (aunque esté caducado) por no haberse producido la
prescripción, podrán incorporarse a éste los actos y trámites cuyo contenido
se hubiera mantenido igual de no haberse producido la caducidad. En todo
caso, en el nuevo procedimiento deberán cumplimentarse los trámites de
alegaciones, proposición de prueba y audiencia al interesado.

PRESCRIPCIÓN. Decimos que un acto -normalmente objeto de sanción- o


una acción está prescrita cuando ha transcurrido un espacio temporal
contemplado en la norma que impide el inicio del procedimiento bajo un
amparo de la legalidad.

No sería posible pues, legalmente, iniciar un procedimiento sancionador


frente a una infracción cometida en el pasado más allá del límite
temporal que, en cada momento (dependiendo de la infracción), establece la
Norma, de manera tal que, una vez transcurrido dicho plazo, la
Administración pierde la oportunidad de iniciar el procedimiento
sancionador contra el administrado. La infracción ha prescrito y ya no
puede ser sancionada.

Por consiguiente, las consecuencias de la prescripción son indudablemente


determinantes, la extinción de la responsabilidad del infractor o del
sancionado, de manera tal que observada la prescripción de oficio por la
Administración o invocada y probada por el interesado, se extingue
definitivamente la responsabilidad, sin que sea posible, desde ese momento,
iniciar o continuar el procedimiento, pues éste simplemente ya ha fenecido.

Desistimiento y renuncia

El procedimiento administrativo, además de por resolución, puede


finalizar por formas como el desistimiento o la renuncia y por
la declaración de caducidad.

Según el Diccionario del Español Jurídico de la RAE y del CGPJ


el DESISTIMIENTO es la “terminación anormal de un proceso
debida a que el actor manifiesta su voluntad de abandonar su
pretensión, pero sin renunciar al derecho en que la basaba, que
podrá ejercitar en una nueva demanda posterior”.

Por su parte, la definición que ofrece de la RENUNCIA es la


siguiente: “Terminación anormal de un proceso por el que la parte
actora manifiesta su voluntad de abandonar su pretensión,
renunciando al derecho material que la apoya, es decir que
posteriormente no podrá ejercitar en otro proceso. El tribunal
dictará sentencia absolviendo al demandado, salvo que la renuncia
fuera legalmente inadmisible.

Así, y por tanto, mientras que el desistimiento consiste en


"abandonar" la solicitud realizada, o más bien el procedimiento a
que ésta da pie, la renuncia, consiste en abandonar el derecho
que se pretendía hacer valer a través de la misma.

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