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Contexto regional
Desde 1980, la Argentina mantenía un saldo deficitario con Brasil. Se adoptaron dos medidas
conducentes a estimular el reducido nivel del intercambio comercial: Una, la reactivación de la
Comisión argentino-brasileña de Coordinación, la otra consistió en la creación de un grupo de
trabajo informal para la negociación de un nuevo acuerdo bilateral de concesiones tarifarias en el
ámbito de la ALADI.
Otro obstáculo para la profundización de los vínculos comerciales bilaterales era la presencia de
barreras arancelarias. Concretamente, en febrero de 1985, Brasil fijó salvaguardias para la
importación de manzanas, ajos frescos y pescados desde Argentina. Ante lo cual, el gobierno
argentino decidió suspender la importación de bananas y café brasileños. Los días 19, 20 y 21 de
mayo de 1985 se reunieron, en Buenos Aires los cancilleres de ambos países. Alí, Brasil anunció la
intención de ampliar las compras de trigo, petróleo y gas, como forma de compensación por las
restricciones en la compra de los otros productos argentinos.
Asimismo, Brasil expresó su "preocupación" por "la militarización de la región de las islas
Malvinas",
1985: Declaración de Iguazú: Tuvo lugar a partir del histórico encuentro, en Foz de Iguazú, a fines
de noviembre de 1985, Alfonsín, y Sarney donde firmó la Declaración de Iguazú. Este explicitaba
las posiciones convergentes de ambos gobiernos respecto de temas tales como el Consenso de
Cartagena, el Grupo de Apoyo a Contadora, la creación de una Zona de Paz y Cooperación en el
Atlántico Sur, y la posición argentina de defensa de sus derechos soberanos sobre las islas
Malvinas en la ONU. Además, ambos mandatarios suscribieron, el 30 de noviembre de 1985, la
Declaración Conjunta sobre Política Nuclear. También se creó una comisión bilateral para la
integración de los dos países, constituyendo tres grupos de trabajo: uno dedicado a temas
económicos, otro para transporte y comunicaciones, y otro para ciencia y tecnología.
Para Argentina, la asociación con el país vecino era un instrumento para romper su
marginación política y económica en el ámbito internacional.
Para Brasil, la aproximación con la Argentina permitía desactivar una hipótesis de conflicto
heredada del pasado, lo cual constituía un paso obligado para consolidar un espacio de
autonomía y prestigio en el sistema internacional.
El PICE se lanzó en una coyuntura económica favorable producida por el éxito de los planes anti-
inflacionarios Austral y Cruzado. Pero pocos meses después, a partir de principios de 1987, ambos
países sufrieron señales de aguda inestabilidad macroeconómica. La ausencia de una coordinación
de las políticas cambiarias tornó difícil la contención de las fluctuaciones en la paridad relativa de
las dos monedas