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Conclusiones

Según el tema planteado el Mercado Común del Sur, abreviado por MERCOSUR,
es un proyecto de integración económica en América Latina cuyos miembros son
Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Dicho Mercado Común representa una
población de más de 230 millones de personas. Su territorio cubre con 12 millones
de km² casi el 70% de América de Sur que semeja aproximadamente al continente
Europeo. Esta amplia región incluye uno de los recursos más importantes del
mundo en cuanto a agricultura y minería, y cubre una variedad de climas,
topografías y recursos que entrega sustanciales oportunidades para la expansión
y complementación en la producción. Después de la Unión Europea y la NAFTA
es el tercer mercado más grande del mundo con un Producto Interno Bruto (PBI)
acumulado de aproximadamente 1 trillón (10 elevado a 12) de dólares. Además,
los estados del MERCOSUR participan en un 50% de la creación de riqueza total
latinoamericana. La oficina principal del MERCOSUR está en Buenos Aires,
Argentina.

Su lanzamiento tiene que ver con los procesos de globalización hacia un mundo
integrado por unidades regionales, que buscan su envolvimiento en grandes
espacios geográficos para promover el comercio libre interior y mejorar su posición
en negociaciones con otros bloques comerciales, por ejemplo, la Unión Europea
(UE), NAFTA o Japón y el Sureste Asiático. Como se puede observar, si bien la
globalización se manifiesta en mayores flujos comerciales, de inversión y de
transferencia de tecnología, el comercio mundial no va en la dirección de un
sistema multilateral de comercio libre. Con el fracaso del “Cumbre de Uruguay” del
GATT ha acelerado, en cambio, la tendencia a la formación de bloques
comerciales, o mejor dicho, la tendencia a un neoproteccionismo para lograr un
mejor posicionamiento en un conflictivo escenario internacional (conocido como
“regionalismo abierto”).

Los rasgos de estas zonas consisten en la eliminación de las barreras económicas


y jurídicas al comercio interior y la consideración como un solo territorio aduanero
en relación al extranjero. El principal objetivo es aumentar la eficiencia y la
competitividad de las economías de los países miembros con respeto a los otros
bloques. A través de la ampliación de sus mercados se quieren reforzar el avance
tecnológico industrial y el aprovechamiento de economías de escala para emplear

los recursos en una manera más eficaz. Estos objetivos se pueden ver también en
el artículo 1º del Tratado de Asunción, la base constitucional del MERCOSUR, el
cual confirma como objetivos:

a) la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos eliminando los


derechos aduaneros y demás restricciones
b) el establecimiento de un arancel externo común y la adopción de una política
comercial común
c) la coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales
d) el compromiso de armonizar las legislaciones en las áreas pertinentes

Obviamente, el MERCOSUR es más que una simple unión aduanera. La


diferencia es la mayor envergadura, por sus impactos estratégicos, competitivos,
industriales, sociales, e institucionales sobre los países miembros. Este proceso
contiene tres elementos básicos de integración. Primero, la desgravación
arancelaria entre países miembros. En segundo lugar, el arancel externo común,
punto de inicio del mercado común y las relaciones con el resto del mundo. Por
último, la harmonización de políticas. Además, mediante el foco económico se
tiene la oportunidad de crear un eje de seguridad en América Latina porque este
tipo de asociación elimina conflictos, o la hipótesis de conflictos a través de la
cooperación y intercambio que, naturalmente, influye también en otros campos de
la coexistencia cotidiana. Al contrario a la Unión Europea, los países del
MERCOSUR tienen el 80% de comercio exterior y, en consecuencia, el conjunto
es orientado más al mundo exterior. Particularmente, Brasil y Argentina son, como
causas históricas, “global traders” que tienen entre sí una relación económica tan
marginal que jamás van a cometer el error de quedar atadas en una alianza
económica que desconozca sus otras conexiones al mercado global.

El MERCOSUR tiene sus raíces en las negociaciones entre Argentina y Brasil. A


mediados de la década de los 80, a pesar de varias décadas de desconfianza
mutua, se puso en marcha un movimiento de acercamiento entre los dos países,
que ahora son los más importantes del MERCOSUR. Entre otras cosas,
simplemente sus tamaños provocan una asimetría de poder en comparación a
Paraguay y Uruguay.

El primer paso de la creación de un espacio económico común lo encontramos en


el Tratado de Amistad, Cooperación y Comercio celebrado entre los dos en 1988.
Los instrumentos iniciales fueron acuerdos sectoriales de libre comercio (bienes
de capital, industria alimenticia) y una renegociación global de las preferencias
arancelarias con Brasil. Este acuerdo contiene el compromiso fundamental de no
implementar barreras para-arancelarias hacia Argentina. Aunque quedaron
reguladas diversas áreas, el comercio se duplica en volumen entre 1985 y 1990 de

1.000 a 2.000 millones de dólares, en particular, las exportaciones de Argentina a


Brasil aumentaron un 186%. Como consecuencia de los buenos efectos, se
postuló en junio de 1990 un Mercado Común Argentino-Brasileño en el Acta de
Buenos Aires. En ese sentido, los acuerdos de Argentina-Brasil, que juntos
representan el 95

% de la influencia dentro de lo que desde 1990 es el MERCOSUR, fueron


pioneros del mencionado “regionalismo abierto”, es decir, integrarse para, a su
vez, relacionarse mejor con la economía internacional.

Sólo un mes después, la reunión de Brasilia abrió el ingreso a dicho mercado al de


la República Oriental del Uruguay y del Paraguay. Estos cuatro países adoptan
además formalmente para el acuerdo de integración la denominación de
MERCOSUR (Mercado Común del Sur). Y tras este paso se llegó al ya
mencionado Tratado de Asunción, la base de cooperación, firmado por los
presidentes de estos cuatro países en la ciudad de Asunción de Paraguay al 26 de
mayo de 1991. Hay que añadir que el Tratado de Asunción no se debe considerar
como un tratado final constitutivo del MERCOSUR, sino como un instrumento de
carácter internacional con el destino de hacer posible su realización y con el
objetivo de poner en marcha el mercado común el primer día del año 1995
(segunda etapa). La implicación practica más importante del dicho Tratado es una
desgravación arancelaria automática para todo el comercio intrazonal, que
comienza con una desgravación

Inicial entre Argentina y Brasil con la meta de una liberalización total en un período
de sólo cuatro años. Este mecanismo va a proceder de manera convergente con
la coordinación de las políticas macroeconómicas, sectoriales, industriales, de
comercio exterior, aduaneras etc. Evidentemente, la primera etapa tuve un gran
éxito. Entre la suscripción del Tratado de Asunción en mayo de 1991 y el año 1994
la economía de América Latina había crecido un 5% por año y la inflación
comenzó a caer. Además, el MERCOSUR aumentó la cantidad de cuenta
corriente de 8.368 mil millones de dólares en el año 1991 a 19.624 millones de
dólares en 1994, es decir, un crecimiento de 134,51%. Pero no cumplieron con su
objetivo de poner en marcha el mercado común antes de principios de enero de
1995.

En este año, finalmente, se adoptó un arancel externo común (aunque con


importantes excepciones) que es la segunda etapa de la consolidación. Se llegó a
abolir la tarifa interna entre los países miembros para mejorar las posibilidades de
desarrollo dentro del MERCOSUR. Hubo un acuerdo sobre un arancel externo
común (A.E.C.) para proteger las industrias de los países del MERCOSUR que
aún están desarrollándose y para crear un mercado interno de bienes y servicios
más grande.

Otro desarrollo significativo es la ampliación del bloque. Así, el MERCOSUR y


Chile comparten desde el 1° de octubre de 1996 una zona de libre comercio, por la
que circulan bienes y productos originados en los Estados miembros y en el país
trasandino, y cuya desgravación avanza progresivamente durante varias años. Un
año después le siguió Bolivia como país asociado. México, que integra junto a los
Estados Unidos y Canadá el mayor bloque económico del continente (NAFTA),
expresó también su interés en relacionarse orgánicamente con el MERCOSUR.

De todos modos, Brasil y Argentina todavía son los países más importantes del
conjunto. Por ejemplo, el 75% del flujo comercial de la región del MERCOSUR
está constituido por estos dos países. Por eso los problemas económicos de
Argentina constituyen una prueba esencial para el MERCOSUR. A este respecto,
es muy difícil encontrar información oficial que contraste la situación actual del
bloque. Por un lado, si buscamos información en la web oficial de MERCOSUR, no
encontramos
ninguna referencia clara a la situación (y esto es completamente normal). De
hecho, debido a su propia crisis, Argentina ha emprendido una serie de
actuaciones para su salvaje económica en contra del MERCOSUR, y que pueden
acabar de minar las relaciones entre los países, hartos ya de ver como los
acuerdos iniciales no hacen más que verse vulnerados por los caprichos de uno y
otro. En este contexto aparece el problema de que el MERCOSUR no tiene un
sistema eficaz de solución de controversias, y no hay un órgano jurídico para
interpretar y aplicar los acuerdos firmados.

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