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1.

Las viñas de la ira, dirigida por John Ford

Ma Joad: Tommy, no vas a matar a nadie, ¿verdad?

Tom Joad: No, mamá, eso no. No es eso. Es solo que, ya que de todas formas soy un
forajido, tal vez pueda hacer algo. Tal vez pueda averiguar algo, buscar y tal vez descubrir
qué anda mal, y luego ver si hay algo que se pueda hacer al respecto. No lo he pensado
claramente, mamá. No puedo. No sé lo suficiente.

Ma Joad: ¿Cómo sabré de ti, Tommy? Podrían matarte y yo nunca lo sabría. Podrían
lastimarte. ¿Cómo lo voy a saber?

Tom Joad: Bueno, tal vez sea como decía Casy. Uno no tiene un alma propia. Solo un
pedacito de un alma grande, del alma grande que nos pertenece a todos.

Ma Joad: Y entonces… ¿Entonces qué, Tom?

Tom Joad: Entonces no importa. Estaré en cualquier parte de la oscuridad. Estaré en


todas partes dondequiera que pongas la mirada. Dondequiera que haya una lucha para
que puedan comer los hambrientos, allí estaré. Donde haya un policía golpeando a un
hombre, allí estaré. Estaré en los gritos de los hombres cuando se enojan. Estaré en la
risa de los niños cuando tienen hambre y saben que la cena está lista. Y cuando la gente
coma lo que cultiva y viva en las casas que construyó, también estaré ahí.

Ma Joad: No lo entiendo, Tom.

Tom Joad: Yo tampoco, mamá, pero es algo en lo que he estado pensando.

2. Diálogo en el supermercado

―¡Hola, Martina!

―¡Hola, Ricardo! ¡Tanto tiempo! Qué casualidad encontrarnos en el supermercado, ¿no?

―Sí, realmente. ¿Cómo has estado todos estos años? Pensé que estabas viviendo fuera
del país.

―¡Sí! Estuve muchos años viviendo en Francia, pero hace unos meses volví para
quedarme. ¿Por qué no aprovechamos este encuentro y arreglamos para cenar algún día?

―Me encanta la idea. ¿El martes? ¿Qué dices?

―Perfecto, justo estoy libre. Te dejo mi número para que definamos horario y lugar, ¿te
parece bien?

―Me parece genial. ¡Qué alegría volver a encontrarte! Nos vemos el martes entonces.

―Lo mismo digo, tenemos mucho para ponernos al día. ¡Nos vemos pronto! ¡Adiós!
3. Doña Francisquita, Comedia lírica en tres actos, texto de Federico
Romero y Guillermo Fernández Shaw

Fernando: Señorita…

Francisquita: Caballero…

Fernando: Que os detenga, perdonad.

Madre de Francisquita: ¿Qué es, Francisca?

Francisquita: Nada, madre. El pañuelo que me da. Esperad, no sé si es mío.

Fernando: De que es vuestro yo doy fe.

Francisquita: ¿Está un poco descosido?

Fernando: En efecto.

Francisquita: Por ventura, ¿es de encaje?

Fernando: Sí, yo os lo fío.

Francisquita: Es el mío.

Fernando: Y una efe.

Francisquita: Francisca quiere decir.

Fernando: ¡Es muy hermosa!

Francisquita: Aunque las señas coinciden con mi pañuelo bordado, si alguna dama
pregunta que si lo habéis encontrado, decidle vos que aquí vive la viuda de Coronado y
que su hija lo tiene para su dueña guardado.

Fernando: Perded, señora, cuidado.

Francisquita: ¡Adiós!

Fernando: ¡Adiós!

4. Diálogo en la panadería

—Buen día.

—Buen día. ¿En qué puedo ayudarla?


—Necesito dos kilos de pan, por favor.

—Dos kilos de pan. Aquí están. ¿Algo más?

—Nada más. ¿Cuánto le debo?

—Treinta pesos.

—Aquí tiene.

—Muchas gracias. Buenas tardes.

—Buenas tardes.

5. Diálogo 5

―Hola, quería ordenar una pizza grande de muzzarella.

―Buenas noches. Sí, por supuesto, ¿a qué dirección se la envío?

―José Martí 4525, piso 4, departamento C.

―Son 600 pesos. ¿Con cuánto abona?

―Con 1000 pesos.

―Muy bien, le envío el cambio entonces.

―¿Cuánto demora aproximadamente?

―Calcule alrededor de 40 minutos.

―Excelente, muchas gracias. Buenas noches.

―Buenas noches, gracias por su pedido.

6. Fragmento de Rebatibles, de Norman Briski

HUMBERTO: Usted… ¿tiene para mucho?

ARÓN: ¿Cómo?

HUMBERTO: Digo… Si tiene para mucho…

ARON: No… no, media hora nada más. ¿Usted me espera a mí para terminar?

HUMBERTO: Sí…
ARON: Es que mañana tengo que entregar el balance… lo mejor será que venga más
temprano y termine… si termino… ¿Usted es contratado por la empresa o el edificio?

HUMBERTO: La empresa.

ARON: (Canta el jingle de la empresa) Sugarpoint, Sugarpoint. We are all of Sugarpoint…


Somos de la misma empresa…

HUMBERTO: Sí.

ARON: ¿Tiene alguien que le haga impositiva?

HUMBERTO: No.

ARON: Si quiere se la hago. El primer año gratis.

HUMBERTO: Gracias.

ARON: Vence en nueve días. ¿Casado o soltero?

HUMBERTO: Soltero.

ARON: Yo estoy casado con mi mamá. ¡Hasta mañana, Humberto!

HUMBERTO: ¡Hasta mañana!… Arón.

7. Diálogo entre vecinos

—Disculpe.

—Sí, dígame.

—¿No vio por aquí un perro negro?

—Pasaron varios perros esta mañana.

—Busco uno que tiene un collar color azul.

—Ah, sí, fue en dirección al parque, hace solo un momento.

—Muchas gracias, hasta luego.

—Hasta luego.

8. Diálogo entre amigos

Juan: ¿De quién es este paraguas?


Ana: No lo sé, no es mío.

Juan: ¿Alguien olvidó un paraguas en el pasillo?

Alberto: Yo no.

Diana: Yo no.

Juan: ¿Entonces quién lo dejó?

Ana: Margarita estuvo aquí más temprano. Probablemente sea de ella.

Juan: Voy a llamarla para avisarle que está aquí.

9. “El hombre del labio retorcido”, de Arthur Conan Doyle

—Perdonen que venga tan tarde —empezó a decir; y entonces, perdiendo de repente el
dominio de sí misma, se abalanzó corriendo sobre mi esposa, le echó los brazos al cuello y
rompió a llorar sobre su hombro—. ¡Ay, tengo un problema tan grande! —sollozó—.
¡Necesito tanto que alguien me ayude!

—¡Pero si es Kate Whitney! —dijo mi esposa, alzándole el velo—. ¡Qué susto me has dado,
Kate! Cuando entraste no tenía ni idea de quién eras.

—No sabía qué hacer, así que me vine derecho a verte. —Lo mismo de siempre. Las
personas en dificultades acudían a mi mujer como los pájaros a la luz de un faro.

—Has sido muy amable viniendo. Ahora tómate un poco de vino con agua, siéntate
cómodamente y cuéntanoslo todo. ¿O prefieres que mande a James a la cama?

—Oh, no, no. Necesito también el consejo y la ayuda del doctor. Se trata de Isa. No ha
vuelto a casa en dos días. ¡Estoy tan preocupada por él!

10. Diálogo en el cine

—Disculpe, ese es mi asiento.

—¿Está seguro?

—Sí, mi entrada dice fila 6, asiento 12. Es ese mismo.

—Disculpe, había visto mal mi entrada. Mi asiento es el 2. Ya le dejo su asiento.

—Muchas gracias.

—De nada. Hasta luego.


11. Diálogo en una oficina

—Buenos días.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle?

—Estoy buscando la Oficina de Admisión para dejar una documentación, ¿sabe dónde
está?

—Sí, claro. Tiene que subir al primer piso, doblar a la derecha y la última puerta del pasillo
es la que usted busca.

—Genial, muchas gracias.

—Debo advertirle, de todas maneras, que la Oficina de Admisión recién abre al mediodía…

—Ah, no lo sabía. Bueno, vuelvo más tarde entonces. ¡Muchas gracias!

—No hay por qué. Que tenga un buen día.

—¡Igualmente!

12. Diálogo por teléfono

—¿Hola?

—Hola, soy Mariano.

—Hola, Mariano, ¿Cómo estás?

—Bien, gracias. ¿Podría hablar con Julia? No consigo comunicarme con su teléfono.

—Me dijo que su teléfono se quedó sin batería. Ya te paso con ella.

—Muchas gracias.

—De nada. Adiós.

13. Diálogo familiar

—¿Dónde has estado? —le dijo su madre en cuanto entró a la casa.

—En la casa de un amigo —respondió él con fastidio.

—¿Qué amigo?
—No lo conoces. Por favor, fue un día muy difícil, necesito acostarme —dijo el joven con
sus últimas fuerzas.

—Esta conversación no está terminada.

—Ya lo creo. —Y se metió en su habitación dando un portazo.

14. Fragmento adaptado de “Caperucita Roja”

―¡Caperucita! ―llamó la madre desde la cocina.

―¡Aquí estoy! ―respondió la niña.

―Necesito pedirte un favor. Tu abuela está enferma y quiero enviarle esta canasta con
algunos alimentos para que pueda reponerse.

―¿Quieres que yo le lleve la canasta a la abuelita? ―comprendió rápidamente Caperucita.

―Exactamente.

―¡Excelente! ¡Me encanta visitar a la abuela! ―festejó la niña.

―Me alegro. A ella también le encanta recibirte. Toma ―le dijo, mientras le entregaba la
canasta.

―¡Salgo ya mismo!

―¡Gracias! Recuerda seguir el camino de siempre y no hablar con ningún desconocido ―le
advirtió la madre.

―No te preocupes, tendré mucho cuidado. ¡Hasta luego, mamá! ―dijo ya fuera de la
casa, mientras salía al trote.

15. Diálogo en un bus

―Buen día, señor.

―Buen día.

―Le hago una consulta. ¿Este ómnibus llega hasta el centro de la ciudad?

―Sí, serán unos veinte minutos de viaje desde acá. De hecho, es el final del recorrido.

―¡Perfecto! ¿Cuánto cuesta el pasaje?

―$4,20.
―Aquí tiene. Muchas gracias.

―Por nada, que tenga un buen viaje.

16. Diálogo en un consultorio médico

―Consultorio del doctor Ramírez, buenos días.

―Buenos días, necesitaba sacar un turno con el doctor lo antes posible.

―¿Qué días puede venir?

―Podría ser lunes, miércoles o viernes.

―El doctor tiene un turno libre el próximo miércoles a las 8 am.

―Perfecto, lo tomo.

―Listo, ya está agendado. No se olvide de traer los estudios previos.

―¡Ah! Gracias por recordármelo.

―No hay por qué. ¡Que tenga un lindo día!

―Muchas gracias a usted, nos vemos el miércoles.

17. Macbeth, de William Shakespeare

LADY MACBETH: ¿Ha salido Banquo de palacio?

SIRVIENTE: Si, mi señora, pero regresará esta noche.

LADY MACBETH: Di al rey que solicito su permiso para hablarle brevemente.

SIRVIENTE: Sí, mi señora. (Sale.)

LADY MACBETH: Nada se tiene, todo está perdido cuando nuestro deseo se colma sin
placer. Es mejor ser lo que nosotros destruimos, que al destruirlo no vivir sino un goce
dudoso.

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