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EL DIÁLOGO.

Un diálogo es un intercambio verbal entre dos o más personas. Se llama de esta manera
tanto a su forma escrita como a cualquier tipo de comunicación oral de la vida cotidiana en
la que se alterne el uso de la palabra entre un hablante y un oyente. Por ejemplo:

–Hola, ¿me podría decir la hora?


–Sí, son las cuatro y media.
–¡Gracias!
–Por nada.

La extensión, la temática y el estilo de un diálogo suelen estar definidos por el contexto en


el que se produce la comunicación y los participantes involucrados. De este modo, los
diálogos pueden ser orales o escritos, formales o informales, espontáneos u organizados
previamente. Por ejemplo: una charla entre dos amigos, una conversación entre dos
personajes de una novela, una entrevista laboral, una consulta médica, un debate, un chat.

Los diálogos orales tienen lugar constantemente en la vida cotidiana y son nuestra principal
forma de comunicación. Suelen ir acompañados de expresiones, gestos, ademanes,
entonaciones, silencios, entre otros elementos, que complementan el mensaje verbal.

Asimismo, es posible encontrar diálogos escritos en diversas formas de literatura, como


en cuentos y novelas, intercalados en la narración. En los géneros narrativos, los diálogos
son los momentos en que los personajes toman la palabra. Por otro lado, en el género
dramático, los actores ejecutan oralmente los diálogos que están escritos en el guion, y lo
mismo ocurre en el cine y la televisión.

Ejemplos de diálogos cortos

1. Diálogo entre Caperucita Roja y su madre

―¡Caperucita! ―llamó la madre desde la cocina.


―¡Aquí estoy! ―respondió la niña.
―Necesito pedirte un favor. Tu abuela está enferma y quiero enviarle esta canasta
con algunos alimentos para que pueda reponerse.
―¿Quieres que yo le lleve la canasta a la abuelita? ―comprendió rápidamente
Caperucita.
―Exactamente.
―¡Excelente! ¡Me encanta visitar a la abuela! ―festejó la niña.
―Me alegro. A ella también le encanta recibirte. Toma ―le dijo, mientras le
entregaba la canasta.
―¡Salgo ya mismo!
―¡Gracias! Recuerda seguir el camino de siempre y no hablar con ningún
desconocido ―le advirtió la madre.
―No te preocupes, tendré mucho cuidado. ¡Hasta luego, mamá! ―dijo ya fuera de
la casa, mientras salía al trote.
2. Diálogo de Las viñas de la ira, dirigida por John Ford

Ma Joad: Tommy, no vas a matar a nadie, ¿verdad?

Tom Joad: No, mamá, eso no. No es eso. Es solo que, ya que de todas formas soy
un forajido, tal vez pueda hacer algo. Tal vez pueda averiguar algo, buscar y tal vez
descubrir qué anda mal, y luego ver si hay algo que se pueda hacer al respecto. No
lo he pensado claramente, mamá. No puedo. No sé lo suficiente.

Ma Joad: ¿Cómo sabré de ti, Tommy? Podrían matarte y yo nunca lo sabría.


Podrían lastimarte. ¿Cómo lo voy a saber?

Tom Joad: Bueno, tal vez sea como decía Casy. Uno no tiene un alma propia. Solo
un pedacito de un alma grande, del alma grande que nos pertenece a todos.

Ma Joad: Y entonces… ¿Entonces qué, Tom?

Tom Joad: Entonces no importa. Estaré en cualquier parte de la oscuridad. Estaré


en todas partes dondequiera que pongas la mirada. Dondequiera que haya una
lucha para que puedan comer los hambrientos, allí estaré. Donde haya un policía
golpeando a un hombre, allí estaré. Estaré en los gritos de los hombres cuando se
enojan. Estaré en la risa de los niños cuando tienen hambre y saben que la cena
está lista. Y cuando la gente coma lo que cultiva y viva en las casas que construyó,
también estaré ahí.

Ma Joad: No lo entiendo, Tom.

Tom Joad: Yo tampoco, mamá, pero es algo en lo que he estado pensando.

3. Diálogo de Doña Francisquita. Comedia lírica en tres actos


(texto de Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw)

Fernando: Señorita…
Francisquita: Caballero…
Fernando: Que os detenga, perdonad.
Madre de Francisquita: ¿Qué es, Francisca?
Francisquita: Nada, madre. El pañuelo que me da. Esperad, no sé si es mío.
Fernando: De que es vuestro yo doy fe.
Francisquita: ¿Está un poco descosido?
Fernando: En efecto.
Francisquita: Por ventura, ¿es de encaje?
Fernando: Sí, yo os lo fío.
Francisquita: Es el mío.
Fernando: Y una efe.
Francisquita: Francisca quiere decir.
Fernando: ¡Es muy hermosa!
Francisquita: Aunque las señas coinciden con mi pañuelo bordado, si alguna dama
pregunta si lo habéis encontrado, decidle vos que aquí vive la viuda de Coronado y
que su hija lo tiene para su dueña guardado.
Fernando: Perded, señora, cuidado.
Francisquita: ¡Adiós!
Fernando: ¡Adiós!
4. Diálogo de Rebatibles, de Norman Briski

HUMBERTO: Usted… ¿tiene para mucho?


ARÓN: ¿Cómo?
HUMBERTO: Digo… Si tiene para mucho…
ARÓN: No… no, media hora nada más. (Pausa) ¿Usted me espera a mí para
terminar?
HUMBERTO: Sí…
ARÓN: Es que mañana tengo que entregar el balance… lo mejor será que venga
más temprano y termine… si termino… ¿Usted es contratado por la empresa o el
edificio?
HUMBERTO: (Pausa) La empresa.
ARÓN: (Canta el jingle de la empresa). Sugarpoint, Sugarpoint. We are all of
Sugarpoint… Somos de la misma empresa…
HUMBERTO: (Pausa) Sí.
ARON: ¿Tiene alguien que le haga impositiva?
HUMBERTO: No.
ARON: (Poniéndose el saco) Si quiere se la hago. El primer año gratis.
HUMBERTO: Gracias.
ARON: Vence en nueve días. ¿Casado o soltero?
HUMBERTO: Soltero.
ARON: Yo estoy casado con mi mamá. (Toca el botón del ascensor) ¡Hasta
mañana, Humberto! (Entra al ascensor. Se asoma) Arón. (Vuelve a entrar y se va)
HUMBERTO: ¡Hasta mañana!… Arón.

5. Diálogo en el trabajo

―Buenos días, Roberto.


―Buenos días, señor Rodríguez.
―¿Preparó el informe que le pedí ayer?
―Sí, ayer pude terminarlo, pero necesitaría hacerle una última revisión. ¿Es
posible?
―Lo tengo que presentar en la reunión con los empresarios después del mediodía.
Si quiere, puede tomarse la mañana para revisarlo, pero a las 12 lo necesito en mi
escritorio.
―No se preocupe, con un par de horas es suficiente. Antes del mediodía tendrá el
informe completo en su despacho.
―Muchas gracias, Roberto, sabía que podía confiar en usted.
―Por nada. Me voy a mi escritorio a trabajar, así no perdemos más tiempo.
―Perfecto, cualquier dificultad no deje de avisarme. Lo veo más tarde.
―En un rato le llevo el informe.

6. Diálogo entre vecinos

VECINO 1: Hola, Sergio, ¿cómo está?


VECINO 2: ¡Hola, vecino! ¡Qué alegría encontrarlo! Hacía muchos días que no lo
veía. ¿A qué debo su visita?
VECINO 1: Vine porque tengo un problema de humedad en mi casa, y creo que
tiene que ver con las cañerías de su cocina, ¿puede ser?
VECINO 2: ¡No me diga! Ayer estuvo el plomero trabajando porque teníamos unas
filtraciones. ¿Habrá sido por eso?
VECINO 1: Seguramente…
VECINO 2: No se preocupe. Hoy mismo lo llamo para que pase por su casa a
revisar qué fue lo que ocurrió.
VECINO 1: Se lo agradezco mucho. Probablemente no sea nada grave.
VECINO 2: Le confirmo el horario apenas pueda comunicarme con él. ¡Y le pido
disculpas por las molestias!
VECINO 1: No es molestia, es algo que puede ocurrir, no hay problema. Muchas
gracias por ocuparse.
VECINO 2: No hay por qué. Lo llamo más tarde. Salude a su familia de mi parte.
VECINO 1: ¡Gracias! ¡Adiós!

7. Diálogo de La vida es sueño, de Pedro Calderón de la Barca

JORNADA TERCERA – ESCENA XI

CLARÍN: Señora, ¿es hora de verte?


ROSAURA: ¡Ay, Clarín! ¿Dónde has estado?
CLARÍN: En una torre encerrado
brujuleando mi muerte,
si me da, o… no me da;
y a figura que me diera,
pasante quínola fuera
mi vida: que estuve ya
para dar un estallido.
ROSAURA: ¿Por qué?
CLARÍN: Porque sé el secreto.
de quién eres y en efeto,
Clotaldo… Pero ¿qué ruido
es este?
ROSAURA: ¿Qué puede ser?
CLARÍN: Que del palacio sitiado
sale un escuadrón armado
a resistir y vencer
el del fiero Segismundo.
ROSAURA: Pues ¿cómo cobarde estoy,
y ya a su lado no soy
un escándalo del mundo,
cuando ya tanta crueldad
cierra sin orden ni ley?

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