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TEMA 2 – LAS CONDICIONES DE EJERCICIO DE LOS

DERECHOS FUNDAMENTALES: NACIONALIDAD Y EXTRANJERÍA


1. El sentido del Capítulo I del Título Primero de la Constitución.
2. Personas físicas y personas jurídicas.
3. La mayoría de edad.
4. La nacionalidad.
5. El status constitucional de los extranjeros.
6. El derecho de asilo.
7. Extradición y euroorden.

1. El sentido del Capítulo I del Título Primero de la Constitución.


El Título Primero de la CE se hace referencia a las condiciones básicas para el ejercicio de
los DF, a la condición de nacional, extranjería y a la mayoría de edad.
Este capítulo de la CE no agota la regulación de las condiciones de ejercicio de los DF ya
que junto a estas condiciones generales hay derechos cuyo ejercicio puede estar sometido
total o parcialmente a condiciones específicas, predicables sólo respecto de ese derecho, como
el derecho de sufragio, asociación o la libertad sindical.
Los DF, como derechos subjetivos, están sometidos a las condiciones que se exigen para
su ejercicio. La importancia que poseen los DF y la vinculación que la nacionalidad tiene con el
concepto de soberanía explican que el Título Primero se abra con unos preceptos dedicados a
las condiciones de ejercicio de los derechos.
Este capítulo contiene dos cosas:
1) Las líneas sobre el elemento básicos de la capacidad jurídica, distinguiendo dos
regímenes jurídicos de capacidad jurídica en función de que se posea o no la nacionalidad
española.
2) La regulación de una de las condiciones generales de la capacidad de obrar, la
mayoría de edad.
La regulación de la capacidad jurídica y de obrar NO se agotan en la CE, sino que se
desarrollan en la legislación ordinaria, concretamente en el Libro Primero del Código Civil.

a) Capacidad jurídica
La capacidad jurídica es una aptitud que el ordenamiento exige para poder ser titular de
un derecho subjetivo. Se concreta con la propia existencia de la persona, por lo que por el
simple hecho de serlo, se es titular de DF y se puede ser titular de otros.
Respecto a la personalidad jurídica, el Derecho ha creado numerosas instituciones a las
que se les reconoce también personalidad jurídica, aunque limitada en función de la finalidad
que cumplen; (sociedades, fudaciones…) en estos casos se habla de personas jurídicas o
personas morales.
b) La capacidad de obrar
Para ser titular de derechos, además de a capacidad jurídica se exige lo que se denomina
capacidad de obrar, ya que, en determinados casos, las condiciones de la persona impiden que
pueda ejercitar por sí misma sus derechos. Como por ejemplo los menores, incapacitados o
personas jurídicas, que necesitan de personas naturales que posean la capacidad de obrar para
actuar por cuenta de las personas jurídicas.
Analizando la proyección sobre el ejercicio de los DF observamos que están íntimamente
ligados a la idea de la dignidad humana, por lo que la conexión entre derecho fundamental y
persona es automática.

2. Personas físicas y personas jurídicas.


Los DF nacen como categoría jurídica con el fin de proteger al individuo frente al poder
público, pero el ordenamiento ha construido también personalidades jurídicas distintas de la
persona natural.
Las personas naturales son titulares de todos los DF, pero en relación con las personas
jurídicas la cuestión de titularidad dependerá del derecho de que se trate. Existen:
1. derechos cuya naturaleza excluye la posibilidad de que una persona jurídica sea
titular: como el derecho a la integridad física o la libertad personal.
2. Otros derechos, si pueden predicarse de las personas jurídicas, como el de libertad
religiosa respecto de las comunidades religiosas, inviolabilidad del domicilio, tutela
judicial efectiva.
3. La posibilidad de que las personas jurídicas sean titulares de DF ha hecho que la
Administración del Estado adquiera titularidad de estos derechos, como el derecho
de tutela judicial efectiva, cuya titularidad puede corresponder a personas jurídico-
públicas.
Debemos apuntar que el hecho de que ciertos DF puedan ser ejercitados tanto por
personas físicas como por personas jurídicas no quiere decir que los respectivos ejercicios
deban ser necesariamente idénticos; la naturaleza del titular del derecho fundamental puede
repercutir en la modulación de su contenido para adecuarlo a las características particulares.

3. La mayoría de edad.
La mayoría de edad como condición de ejercicio de los DF se encuentra regulada en el
art. 12 CE. Esta establecida en los 18 años y constituye una exigencia para el ejercicio de los
derechos, para adquirir la plena capacidad de obrar. Hasta que no se alcanza la mayoría de
edad la persona posee derechos por el hecho de ser persona, pero no tiene plena
disponibilidad de ellos. El ordenamiento puede permitir el ejercicio de algunos derechos antes
de la mayoría de edad, como el matrimonio. Asimismo, el reconocimiento de cierta capacidad
durante la minoría de edad hace al individuo responsable de sus actos; además, se puede
someter por causa justificada al ejercicio de ciertos derechos, a condiciones de edad distintas
de la mayoría de edad establecida. Por regla general, la capacidad de ejercicio de los derechos
se alcanza con la mayoría de edad, permaneciendo hasta la muerte, salvo que exista una causa
que motive su limitación.

4. La nacionalidad.
La nacionalidad tiene una doble incidencia en relación con los DF:
 por un lado, al definir las bases de la regulación de la nacionalidad española
está determinado quiénes disfrutan del status de ciudadano.
 Por otro lado, realizando una primera concreción del régimen jurídico de los DF
de quienes no son nacionales.
El régimen de la nacionalidad y el de extranjería se encuentran apuntados en la Norma
Fundamental, desarrollándose en la legislación sobre nacionalidad y extranjería, y en los
tratados internacionales.
La nacionalidad es una cualidad jurídica inherente a la existencia del Estado que
determina el elemento personal que lo integra. Aparece regulado en el Código Civil, además, la
CE determina algunos principios de su regulación en el art. 11, estableciéndose dos reglas
materiales que limitan el margen de actuación del legislador.
1. La prohibición de privar de la nacionalidad española a los españoles de origen,
concibiéndose la nacionalidad como una cualidad unida a la persona, como
elemento esencial de ésta.
2. El Estado ha de reconocer el vínculo que le une con el individuo con cualquier
actitud que éste pueda sostener. Existe la posibilidad de que una persona renuncie a
su nacionalidad o bien la mantenga ante la adquisición de una nueva.
El art. 11.3 CE da cabida a la doble nacionalidad, haciendo posible que un individuo
posea ese vínculo con más de un Estado. La posibilidad queda limitada a los Estados que
“hayan tenido o tengan una particular vinculación con España”. La doble nacionalidad se
permite respecto de países en los que España ha dejado una impronta cultural importante.
La flexible regulación española hace posible que, aunque no exista tratado o
reciprocidad, los nacionales de otros Estados con “particular vinculación” puedan adquirir la
nacionalidad española sin perder la de origen.
El art. 13 CE representa un límite al legislador para configurar la nacionalidad. Desde que
los derechos político se reconocen exclusivamente a los españoles, el legislador no puede
“fragmentar, parcelar o manipular” la nacionalidad con el fin de permitir que ciertos
extranjeros gocen de algunos de esos derechos políticos.

5. El status constitucional de los extranjeros.


El ordenamiento jurídico define un segundo status personal, el de extranjero, aquella
persona que no es nacional. El régimen de extranjería tiene un breve reflejo en el artículo 13
de la CE, y encuentra su desarrollo en la L.O. 4/00, sobre derechos y libertades de los
extranjeros en España y su integración social, y tratados internacionales.

a) La ciudadanía española
El proceso de integración europea ha conducido al Tribunal de la Unión Europea a crear
una institución, la ciudadanía de la UE, configurando un nuevo status jurídico para todos los
nacionales de los países de la UE, completando la nacionalidad con nuevos derechos y
libertades como miembro del este supranacional.
La base de la ciudadanía europea se encuentra en el principio de no discriminación por
razón de la nacionalidad, equiparando a todos los ciudadanos comunitarios y el disfrute de
algunos derechos, como la libertad de circulación y residencia dentro de la UE, y el derecho de
petición. Dentro de esta categoría de los extranjeros, el grupo de los ciudadanos europeos está
sometido a un régimen jurídico singular, acercándolo al nacional como consecuencia del
principio de no discriminación. No obstante, queda excluido por el art. 13.2 CE el ejercicio de
los derechos políticos del art. 23 CE.
b) Los extranjeros
La CE fija las reglas básicas del disfrute de DF por los extranjeros. Así, el art. 13 CE
expone que “los extranjeros gozarán en España de las libertades públicas que garantiza el
presente Título en los términos que establezcan los tratados y la Ley”, desarrollado en la L.O.
4/00, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social.
La vinculación entre la dignidad humana y los DF hace que el extranjero, por ser
persona, goce de DF, y la tarea del legislador es regular su ejercicio. Cualquier persona es
titular de los DF, pero su ejercicio por parte de los extranjeros puede modularse o limitarse en
función de la conexión con el Estado.
La jurisprudencia distingue tres tipos de derechos en función de la capacidad estatal de
delimitar dicho ejercicio.
 De los derechos de participación política y acceso a funciones y cargos públicos
del art. 23 CE. En determinadas condiciones, los extranjeros residentes en
España podrán participar en las elecciones municipales.
 Lo constituyen DF que por su naturaleza y conexión con la propia esencia de la
persona son predicables de todo individuo, sea nacional o extranjero. La CE
aporta un elemento de interpretación para estos derechos, como por ejemplo el
derecho a la vida o la tutela judicial efectiva.
 Aquellos derechos en los que la ley y los tratados han de configurar su contenido
cuando se ejercita por extranjeros.
La modulación de estos derechos viene dada por la condición administrativa de
extranjero, definida por su forma de entrada en el territorio nacional y por la situación
administrativa en que se encuentra dentro del territorio.
No todas las personas, cualquiera que sea su nacionalidad y circunstancias, pueden
entrar sin más en territorio español y pueden establecerse en él. La L.O. 4/00 condicionada por
la incidencia del Derechos de la UE exige que se cumplan una serie de requisitos legalmente
fijados: paso por frontera, documentación exigida…
Pero la presencia irregular del extranjero no comporta que carezca de derechos, ya que
existen una serie de DF que se disfrutan plenamente independientemente del status jurídico
que se ostente.
La situación de regularidad, una vez en España, y cumplidos los requisitos
administrativos, la L.O. establece distintas situaciones de presencia regular de los extranjeros,
art. 29: estancia y residencia, pudiendo ser, residencia temporal y residencia de larga duración.
La estancia se refiere a la situación de quien se encuentra en el territorio por un breve
periodo de tiempo, sin voluntad de afincarse y sin llevar actividades laborales.
La situación de residencia temporal prevé la permanencia del extranjero en territorio
nacional por un periodo superior a 90 días e inferior a 5 años. Para obtener el permiso es
necesario carecer de antecedentes penales y contar con medios económicos suficientes para
atender a los gastos de trabajar en España.
La residencia de larga duración autoriza a residir en España de manera indefinida y a
trabajar en igualdad de condiciones con los españoles, habiendo permanecido en situación de
residencia temporal durante 5 años. Para el ejercicio de la actividad laboral o profesional, por
cuenta propia o ajena, se exige autorización administrativa. Así, el permiso de trabajo por
cuenta ajena se concederá atendiendo a diferentes situaciones, como el mercado de trabajo.
La situación en que el extranjero se encuentra en España y la naturaleza jurídica del
Título que ampara su situación determina el régimen jurídico del disfrute de los DF de acuerdo
con la L.O. 4/00, proyectados tanto en los derechos y libertades como en los derechos
económicos, sociales y culturales. En la regulación concreta de cada derecho se sigue la regla
de equiparación entra nacional y extranjero para el disfrute de derechos, con las excepciones
oportunas comentadas anteriormente (elecciones).
La estancia irregular provocada por la entrada irregular o el incumplimiento de las
condiciones administrativas impuestas a su estancia pueden dar lugar al ejercicio de
potestades del Estado para reparar esa irregularidad, como la salida o expulsión del país, sin
negar el disfrute de los DF.

6. El derecho de asilo
La presencia de personas no españolas en el territorio nacional puede responder a
causas particulares o estar envuelta en circunstancias especiales. La CE hace referencia a una
institución: el derecho de asilo (art. 13.4 CE).
La Ley 12/2009 diferencia dos situaciones, el “asilo” y la “protección subsidiaria”. La
finalidad de ambas figuras es proteger a las personas extranjeras frente a riesgos para su vida,
integridad física o libertad cuando no existe esa protección en sus países de procedencia.
Asilo protección que un Estado otorga a una persona considerada refugiada, atendiendo
a la situación de perseguido que sufre en otro Estado, normalmente por actitudes políticas,
ideológicas o de ejercicio de derechos y libertades.
La forma de refugio es objetiva, de forma que el Estado debe reconocerla cuando se
cumplan los requisitos previstos tras la solicitud.
El asilo puede denegarse cuando no se cumplen los requisitos previstos o cuando la
persona que lo solicita ha sido objeto de una condena firme por un delito grave.
La “protección subsidiaria” engloba un grado de protección para las personas que no
cumplan los requisitos para obtener el asilo, pero existen motivos para creer que la vuelta a su
país pueda suponer un riesgo de sufrir muerte, tortura o tratos inhumanos.
El otorgamiento del asilo o de la protección subsidiaria debe hacerse a través de
solicitud administrativa e implica la imposibilidad de que la persona sea devuelta o expulsada,
autorización de residencia, autorización de trabajo, acceso a servicios sociales, etc.

7. La extradición y la euroorden.
La figura de la extradición aparece regulada en el art. 13.3 CE. Es una institución jurídica
en virtud de la cual una persona perseguida o condenada por la realización de un delito puede
ser enviada al Estado en que es perseguida o ha sido condenada, regulado en la Ley 4/1985 de
extradición pasiva.
Se trata de una voluntad de colaboración entre los distintos Estados para conseguir la
represión de conductas ilícitas, que si se vieran libres de sanción por el hecho de estar fuera
del Estado en que se realizaron, quedarían impunes. La CE establece algunos principios básicos
al tratar el régimen jurídico de los extranjeros que permite conjugar el principio de
cooperación internacional con los derechos del individuo.
1. La CE somete la posibilidad de extraditar la concurrencia del principio de
reciprocidad, una persona sólo puede ser enviada a un Estado que en un supuesto
similar extraditara a un perseguido por España.
2. Se excluyen de la extradición los delitos políticos , para evitar que puedan ser
reprimidas actuaciones que responden a un legítimo ejercicio de DF, imposibilidad
de extraditar por la comisión de delitos políticos.
En la Ley 4/85, de extradición pasiva, se concretan los supuestos de extradición y los
límites. Tiene como finalidad garantizar los derechos y libertades de la persona, asegurándose
de que la petición de extradición no persigue la represión de conductas amparadas por el
ejercicio de DF.
La regulación de la Ley de Extradición Pasiva se completa con los múltiples tratados
internacionales, respecto de los cuales la citada Ley resulta supletoria.
En el ámbito comunitario se ha desarrollado una técnica idéntica con un planteamiento
procedimental más ágil y menos discrecional; esta institución se conoce como “euroorden”,
desarrollado en la Ley 3/2003 de 14 de marzo, sobre la orden europea de detención y entrega.
Permite la entrega de personas mediante el reconocimiento de las órdenes de detención
citadas por jueces de países comunitarios en relación con la comisión de ciertos delitos,
simplificando el procedimiento tradicional de extradición.

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