Lima, martes 28 de marzo de 1989
Los psicofármacos y la mente:
Alucinógenos y sicodélicos
En la serie sobre las drogas y la mente que
publicamos hace unas semanas describimos
la esquizofrenia, las drogas que se usan para
mitigarla y los estimulantes y su efecto
devastador. En varios artículos hicimos una
breve enumeración de los neuro-
transmisores, la fascinante historia de cómo
fue descubierta su función en el cerebro y
sus efectos sobre la conducta.
Entre los diversos psicofármacos -drogas
que actúan sobre la mente- existen varios
que no hemos tratado: entre ellos están los
alucinógenos y los psicodélicos. Son drogas a
los que no les ha encontrado aplicación
terapéutica. Sin embargo han adquirido
importancia por dos razones: su abuso ha
causado estragos entre los usuarios y su
estudio hs contribuido a descifrar la función
de ciertos mecanismos del cerebro. Es de
estas dos familias de drogas que nos
ocupamos hoy.
Alucinaciones y estímulos.
Antes de mencionar las drogas especificas,
conviene aclarar el sentido general de sus
nombres. “alucinógeno” proviene de
alucinación de sensaciones que no obedecen
a un estimulo exterior. Alucinación es oír
voces sin que nadie las produzca, ver cosas
que no existen, sentir olores inexistentes. Tal
es el caso de los esquizofrénicos que oyen
voces, el de los que sufren psicosis por abuso
de estimulantes (oyen voces y sienten que
“los tocan”) (1) y de los diablos azules” de los
alcohólicos.
El término “sicodélico” fue acuñado por el
psiquiatra Humphrey Osmond en los años
60, para distinguir un tipo de droga. A
diferencia de los alucinógenos, que producen
sensaciones sin un estimulo real, los
sicodélicos actúan sobre estímulos
existentes. En ambos casos –tanto
alucinógenos como psicodélicos- alteran el
estado de conciencia y pueden producir una
variedad de reacciones secundarias.
En el caso de los alucinógenos se trata de
drogas conocidas desde tiempos
inmemoriales, cuyo uso ha estado ligado a
diversas religiones y ritos. Los sicodélicos – al
menos en la forma específica y potente en
que los conocemos hoy- existen hace solo
unas décadas y son productos de laboratorio.
El peyote y la mescalina
Entre las diversas drogas de uso popular, los
efectos de algunas son conocidos desde la
antigüedad. Entre ellas está la mescalina.
Francisco Hernandez, médico de Felipe II,
viajo a Mexico con Cortes y describió el
peyote (2). “El cactus sagrado… al comerlo o
masticarlo produce visiones, ya sea
aterradoras como el demonio”.
El peyote desempeña un papel importante
en las ceremonias religiosas de los indios
mexicanos hasta hoy. Sus efectos fueron
investigados y en 1896 el químico alemán A.
Heffter aislo su elemento activo, al que llamo
mescalina. En 1918, otro químico alemán, E.
Spaeth descifro su formula. Investigaciones
posteriores parecen haber demostrado que,
si bien el factor activo más importante del
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peyote es la mescalina, contiene otros
compuestos no identificados. Por esto
existen diferencias entre el efecto del peyote
y la mescalina pura.
La mescalina no es un alucinógeno muy
fuerte y, para obtener efectos, los usuarios
deberán consumir varios cientos de
miligramos. Un químico, Alexander Shulgin,
de empresa americana Dow hizo trabajos
para modificar la molécula de mescalina y
aumentar asi su potencia. Los resultados
obtenidos por Shulgin en los años 60 dieron
lugar a nuevas drogas conocidas por las
iniciales de sus compuestos químicos. Entre
estos compuestos esta el TMA (3) un
derivado anfetamínico de la mescalina, el
DOM (50 a 100 veces más potente que la
mescalina) y el DOET (estructuralmente
similar al DOM) y el MDMA (4). Estas drogas
sinteticas de gran potencia, aun en pequeñas
dosis, causan cambios en los estados de
conciencia, efecto psicóticos y distorsiones
visuales.
Algunas de las metoxianfetaminas creadas
por Shulgin fueron fabricadas en laboratorios
clandestinos y vendidas en las calles de San
Francisco, el DOM adquirió notoriedad en los
años 60, por su abuso en las calles de San
Francisco con el nombre de STP (iniciales de
“Serenidad, Tranquilidad y Paz”) que
parodian un popular aditivo para la gasolina.
Este sicofármaco ilegal fue causante de
muchos “malos viajes” que terminaron en
tragedia.
Comida de dioses.
Esculturas precolombinas, que datan 5 siglos
antes de nuestra era, registran los poderes
de un hongo conocido como teonanactl
(“”comida de dioses” en azteca) (5). Descrito
por los religiosos que acompañaron a Cortes,
el Hongo producía visiones que “…les
permitían (a los guerreros indios) ver que
morirían en la guerra, o que serian
devorados por bestias salvajes, mientras
otros contemplaban en la visión su pase a la
tranquilidad en la muerte… todo eso veían y,
cuando habían pasado los efectos del hongo,
conversaban y se contaban lo que habían
visto”
El ritual teonanactl era un culto secreto, y
permaneció como tal hasta que un banquero
norteamericano, R. Gordon Wasson, pediatra
de profesión y aficionado a las plantas
medicinales, decidió estudiarlo en los años
50. Acompañados de un experto en hongos,
Wasson y su señora lograron acceso a una
ceremonia secreta e identificaron el hongo.
Tras varios intentos fallidos de identificar su
ingrediente activo, el hongo fue enviado al
Dr. Albert Hoffmann (como veremos luego el
descubierto del LSD) en Suiza, quien
consiguió aislar el elemento activo.
Tras una serie de experimentos Hoffmann
aisló en el año 1958 la psylocidina, y la
psylocina, los elementos activos del hongo.
Al descifrar la estructura química de estos
compuestos –que se diferencian solo en la
presencia de un átomo de fosforo- los
investigadores de Sandoz se quedaron
asombrados por su similitud con el neuro-
transmisor serotonina. En cuanto a los
efectos notaron que eran casi indistinguibles
de los del LSD, con la diferencia de que la
duración de los de este último era casi el
doble.
Del fuego de San Amtonio al LSD
El que los Wasson enviaran sus hongos a
Albert Hoffmann no fue capricho ni
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coincidencia. A fines de los 50 el químico
suizo ya tenía prestigio internacional por
haber sintetizado en el año 1943 el LSD. Esta
droga. Como tantas otras, fue descubierta
accidentalmente. La terrible experiencia de
Hoffmann, el proceso accidental por el cual
llego a ella y los intentos de uso que
siguieron, no permitieron en su momento
prever las consecuencias desastrosas que
tendría en las calles de San Francisco.
La historia del LSD comienza en la Edad
Media, cuando parte de Europa fue asolada
por una terrible paga conocida como “el
fuego de San Antonio” y luego como
“ergotismo”. Síntomas de la enfermedad
eran gangrenas secas en brazos y piernas
que requerían la amputación,
frecuentemente acompañados de
convulsiones y muerte. La causa de este mal
era un hongo que ataca los granos, cuyo
veneno llegaba a través del trigo.
El mismo hongo conocido desde la Edad
Media, era también empleado con fines
medicinales en la contracción del útero para
precipitar el parto. El hongo ergot (6) resulto
ser un elemento útil para la medicina hasta
fines del siglo XIX, y como tal los químicos
aislaron varios de sus elementos. El primero,
aislado por Arthur Stoll, de la Sandoz suiza,
en 1918, fue llamado Ergotamina. Este
compuesto resulto ser un constrictor de los
vasos superficiales de la cabeza, por lo que
fue –y eshastahoy- el remedio mas efectivo
contra la migraña. Doce años mas tarde de
los químicos de Sandoz aislaron el
compuesto que contrae el útero y lo
llamaron Ergonovina. Al mismo tiempo
químicos norteamericanos identificaron un
elemento básico en la estructura de todos
los compuestos de regot, al que llamaron
acido lisérgico.
Usando el acido lisérgico como base
Hoffmann sintetizo diversos productos, entre
ellos la ergonovina usada en obstetricia para
detener hemorragias. A base de un
compuesto toxico del ergot (ergotoxina)
produjo la hydergina, un agenter para
mejorar la funciones mentales de los
ancianos. Hoffmann siguió preparando
compuestos a base de acido lisérgico hasta
que se dio con uno que contenía dietilamida,
al que llamo LSD-25. Al nuevo producto no se
le encontró ningún uso y debió haber sido
descartado. Sin embargo Hoffmann, quien al
manipulargo sintió un extraño malestar e
interrumpió su trabajo, decidió probarlo e
ingirió 0.25 miligramos de LSD-25. Una dosis
ínfima para cualquier otra droga, en el caso
del LSD no resulto así.
El viaje de Hoffmann
Después de 14horas de una terrible
experiencia, Hoffmann se recupero. Sus
colegas no podían creer su descripción de lo
sucedido.
“Todo en mi campo de visión oscilaba como
distorsionado por un espejo curvo… los
muebles asumieron formas grotescas y
amenazantes… mi vecina de al lado, a quien
apenas reconocí, ya no era ella sino más bien
una bruja malévola e insidiosa con una
máscara d colores… Aun peor que las de
transformaciones diabólicas del mundo
exterior eran las alteraciones que percibía en
mí, en mi interior. Todo esfuerzo de mi
voluntad, todo intento de poner fin a esta
desintegración del mundo exterior y la
disolución del mundo de mi ego, parecía
inútil. Un demonio me había invadido y se
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había apoderado de mi cuerpo, mente y
alma. Salte y grite tratando de liberarme de
él, pero luego me hundí y caí de nuevo
impotente en el sofá. Se apodero de mí un
terrible terror de volverme loco. Fui
transportado a otro tiempo. Mi cuerpo
perdió las sensaciones, estaba inerte
extraño. ¿Me estaba meriendo? ¿Estaba en
transición? Por momentos sentí estar fuera
de mi cuerpo percibiendo claramente, como
un observador externo, la completa tragedia
de mi situación… ¿Comprenderían mi mujer
y mis 3 hijos que no había experimentado
inconscientemente, sino con la mayor
cautela y que este resultado era
imprevisible?”
Así describe Hoffmann el primer “”viaje” del
LSD que duro 14 horas. A la descripción de
Hoffmann siguieron otras, incluyendo las de
escritores famosos como Aldous Huxley, en
su ensayo de 1954 (7).
Algunos investigadores probaron el LSD en el
tratamiento de pacientes sicóticos. Los
resultados fueron ambiguos, pues mientras
unos tenían “buenos viajes”, otros los
tuvieron muy malos, y no se detectaron
efectos positivos duraderos.
Solo ante el consumo ilegal del LSD
producido en laboratorios clandestinos, en
los años 60, se llego a conocer los
potenciales efectos devastadores de la
droga. El abuso de la sustancia por personas
que deseaban experimentar las “súper
sensaciones” de un estado de conciencia
alterado –que transpone los sentidos y dilata
el tiempo- comenzó a causar estragos.
Muchos se mataron debido a percepciones
distorsionadas (saltando de alturas,
estrellándose, ingiriendo veneno, etc.)
mientras otros quedaron esquizofrénicos.
Una alta proporción de los usuarios crónicos
quedaron con afecciones irreversibles en su
capacidad de razonar.
A pesar de estas trágicas consecuencias, las
drogar sicodélicas sirvieron para conocer
mejor la función del cerebro, pues son las
únicas que crean un efecto singular, el de
“transponer” los sentidos. Sensaciones
visuales pueden convertirse en auditivas, y
auditivas en visuales. En otras palabras, el
sonido se transforma en imágenes y ciertas
visiones adquieren sonido. Este proceso, a
través de la similitud entre las drogas
psicodélicas y ciertos neuro-transmisores,
permitió determinar zonas del cerebro
donde actúan. Próximamente narraremos el
proceso que produce estos asombrosos
efectos y el camino seguido para descubrirlo.
TOMAS UNGER

(1) Ver esta página del 7.3.89.

(2) El nombre botánico del peyote es Lophophora williansii y Anhalonium lewinii
(3) Trimetoxianfetamina
(4) El DOET es un derivado etílico del DOM (dimetoxi-4 dimetilanfetamina). El MDMA (bautizado en las calles de
San Franciasco “extasis”), es una versión alterada del TMA.
(5) Nombre botánico: Psilocybe mexicana
(6) Nombre botánico: Claviceps purpurea
(7) El ensayo de Huxley se titulo “Las Puertas de la Percepcion”. En él describe el efecto de los sicodélicos y, en
forma muy especifica, su acción distorsionante sobre la nocion del tiempo.