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Introducción
Las drogas psicodélicas se refieren a una categoría de compuestos que
pueden provocar una amplia gama de efectos psicológicos, cognitivos,
emocionales y fisiológicos (Nichols, 2004). El término “psicodélico”, del
griego; manifestación de la mente, se refiere a los efectos subjetivos de las
drogas y fue propuesto por primera vez por Humphry Osmond en 1956.
Las sustancias psicodélicas se han utilizado con fines sacramentales y
curativos durante milenios (Guerra-Doce, 2015). A lo largo de las décadas de
1950 y 1960, la investigación clínica con psicodélicos clásicos (por ejemplo,
LSD y psilocibina) floreció a medida que la comunidad científica comenzó a
explorar con entusiasmo sus posibles beneficios terapéuticos.
Estas sustancias se incorporaron al tratamiento de diversas afecciones,
incluidos los trastornos por consumo de alcohol y drogas, la ansiedad al final
de la vida, la depresión y el trastorno obsesivo-compulsivo (Grinspoon &
Bakalar, 1979).
La Ley de Sustancias Controladas de 1971 puso al LSD, la psilocibina y
otras drogas en la Lista 1 de la DEA, lo que básicamente frenó todas las
investigaciones hasta finales de la década de 1990.
En las últimas dos décadas, los ensayos clínicos con psicodélicos han
aumentado muchísimo, con cientos de ensayos clínicos centrados en
indicaciones psiquiátricas. Los datos recientes sobre la eficacia de los
psicodélicos para el tratamiento de enfermedades mentales también han
provocado un resurgimiento del interés por sus efectos neurobiológicos.
El uso de psicodélicos como complemento de la terapia está resurgiendo
como paradigma en la atención de la salud mental occidental.
Las siguientes tres sustancias psicodélicas, son las que tienen el respaldo
empírico más sólido de su eficacia para una variedad de afecciones
psiquiátricas que incluyen depresión, angustia existencial, trastornos por uso
de sustancias (SUD) y trastorno de estrés postraumático (PTSD): ketamina, 3,
4-metilendioximetanfetamina (MDMA) y psilocibina.
Se cree que estos psicodélicos facilitan el beneficio clínico debido en parte a
los poderosos cambios en los marcos mentales de las personas. Estas
sustancias se han asociado con estados cognitivos de importancia personal
perdurable y, en algunos casos, con experiencias místicas que tienen un
significado sagrado o espiritual. También pueden influir en los conceptos
existenciales de identidad, significado y propósito.
KETAMINA
Ketamina para los trastornos del estado de ánimo y las tendencias suicidas:
Una revisión sistemática reciente resumió los hallazgos de 83
informes publicados sobre estudios en humanos que investigan los efectos
clínicos de la terapia con ketamina en el tratamiento de varios trastornos de
salud mental y con varias vías de administración (Walsh et al., 2022). Los
hallazgos sugieren que la ketamina facilita una rápida mejoría de los síntomas
entre los pacientes con trastorno depresivo mayor (TDM), trastorno bipolar y
tendencias suicidas, que dura hasta 7-14 días después de su administración.
En algunos casos, los efectos duran hasta cuatro semanas, según la cantidad
de sesiones de ketamina y las condiciones de salud mental subyacentes. Las
tasas de recaída para los tratamientos con ketamina de dosis única son
significativas (Murrough et al., 2012; McInnes et al., 2022), lo que sugiere que
es posible que se requiera una serie de administraciones para una mayor
duración del efecto. Además, los pacientes que reciben psicoterapia
complementaria parecen lograr el beneficio más duradero en comparación
con la administración de ketamina sola.
MDMA