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Gracias a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en la actualidad se conoce que hay más de

258 millones de personas que viven en un país distinto de su país de origen. De ellas, más de 150
millones son trabajadores migrantes
( https://www.un.org/development/desa/publications/international-migration-report- 2017.html).
Una gestión gubernamental deficiente en la supervisión de la migración puede generar graves
problemas en el ámbito laboral y económico., con consecuencias a corto y largo plazo. La migración
puede ser un factor que agrava los problemas de los países con sistemas gubernamentales
defectuosos y altos niveles de corrupción. En estos países, los migrantes pueden verse obligados a
trabajar en el mercado laboral ilegal, lo que puede contribuir a la delincuencia y la economía
sumergida. (Grebenyuk, A. (2017). Labour migration and economic development: consequence and
system of indicators. Moscow, RU)

La migración en masa puede suponer una amenaza para la cohesión social de un país. Las diferencias
culturales, lingüísticas y socioeconómicas entre los recién llegados y la población nativa pueden
generar conflictos y tensiones, lo que puede conducir a la exclusión social y al aumento de la
delincuencia. Como un ejemplo tenemos el fenómeno de las no-go zones «zonas prohibidas», en
Europa se nos muestra cómo las diferencias culturales pueden generar tensiones y conflictos. En
estas zonas, los residentes musulmanes aplican sus propias leyes y costumbres, sin respetar las leyes
del país, lo que ha generado un clima de inseguridad y tensión entre los nativos. una página web del
gobierno húngaro nos da a conocer que " Las áreas llamadas "no-go zones” son áreas de la ciudad
que las autoridades no controlan o tienen dificultades para controlar. En estos casos apenas se
aplican las normas escritas o no escritas de la sociedad de acogida. En ciudades europeas como
París, Londres, Estocolmo o Berlín, donde vive un gran número de inmigrantes, existen más de 900
zonas prohibidas.” ( https://kvota.kormany.hu).

En las zonas donde se concentra la inmigración, las normas y valores de la sociedad de acogida son
sustituidos por las normas y valores de la cultura de los inmigrantes. La relación entre la inmigración
y la delincuencia es un tema complejo y controvertido que ha sido objeto de debate durante siglos.
Incluso las autoridades son conscientes de este hecho, no solo los migrantes. El incremento de la
delincuencia y la inmigración no ha sido objeto de una sola observación, sino de varias, los hechos se
repiten lo suficiente como para no ser coincidencias, por ejemplo, el aumento en la criminalidad en
las no-go zones, de acuerdo a la Der Espiegel "Las bandas trafican con heroína y cocaína, regentan
burdeles o se dedican al contrabando. La brutalidad con la que llevan a cabo sus actividades les ha
hecho muy poderosos, la policía les teme. El Estado se muestra pasivo ante estos clanes, los políticos
ignoran el fenómeno... Esta negligencia ha permitido, a lo largo de los años, la aparición de una
sociedad paralela criminal. Esto no habría ocurrido si las autoridades hubieran actuado pronto y con
decisión” (https://www.spiegel.de/). Otro ejmplo podría ser el caso las inmigraciones venezolanas al
Perú, en donde se muestra un incremento en los reclusos venezolanos a partir del año 2020,
contando con 839 (2020) y 1167 (2021) reos, cuando en años posteriores este se mantuvo en niveles
parecidos entre si, de acuerdo a la (INPE, informe estadístico 2016-2021)

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