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TEMA II

ETNOCENTRISMO Y RELATIVISMO CULTURAL: LA


INMIGRACIÓN HAITIANA EN RD

La República Dominicana, desde siempre, ha sido sitio clave para la inmigración


extranjera, gracias a su punto geográfico y a las facilidades o falta de restricciones
migratorias del país. La inmigración es el cambio de residencia de
una persona o grupo de personas de una región o país a otro, desde el punto de vista del
lugar de destino de los desplazados.

El origen histórico de la inmigración haitiana a territorio dominicano se encuentra en la


utilidad o ventaja comparativa de la industria azucarera dominicana que representa la
disponibilidad de una vasta fuente de mano de obra barata. La mano de obra haitiana
resultaba ser módica debido a las condiciones económicas y de mercado presente y a la
osadía que originaba la falta de alternativas, incluso frente a condiciones de vida
indigentes.

Los vínculos entre Haití y República Dominicana siempre han estado marcados por el
conflicto y la confrontación, una situación heredada desde los tiempos de la
colonización. Un hecho relevante que ha contribuido a estas relaciones conflictivas fue
la ocupación haitiana en territorio dominicano por 22 años. Al independizarse los
dominicanos de Haití, las posteriores conexiones estuvieron marcadas por
confrontaciones y perturbaciones políticas que distorsionaban los objetivos de paz entre
los vecinos países.

Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930 – 1961) se construyó en Rep.


Dominicana una ideología anti-haitiana en la que se produjeron muchos estereotipos y
prejuicios, acompañados de los supuestos propósitos expansionistas de los haitianos,
distorsionando el hecho de la inmigración haitiana como una estrategia de reocupación
del territorio dominicano.

La ocupación Norteamericana en Haití en 1915, guarda una estrecha proporción con


el carácter y el comprendido migratorio desde ese estado hacia la República
Dominicana. Después de la Ocupación Norteamericana en 1915, la ocupación de la isla
por la marina de los Estados Unidos, el fenómeno migratorio logró fisonomías disímiles
y un nuevo contenido. Todo el capital de Wall Street se propuso cambiar la Cuenca del
Caribe en una gran plantación de caña. Las circunstancias histórico-sociales y
económicas en Cuba, República Dominicana y Puerto Rico, permitieron realizar una
empresa de similares extensiones. Pero en Haití, diversos agentes estructurales, en
particular la propiedad de la tierra, frenaron la ejecución de este propósito.

En este contexto, para no perder una mano de obra barata y sortear nuevas revoluciones
agrarias, los norteamericanos indujeron y animaron la salida temporal de los
trabajadores agrícolas hacia los ingenios azucareros en Cuba y Santo Domingo. Todo
esto trajo como consecuencia la devaluación general de la mano de obra haitiana al
fundar una serie de prejuicios que hacían del haitiano un ser inferior y un trabajador al
cual se le daba ingreso al mercado laboral por razones humanitarias, corriendo los
dominicanos el riesgo de absorber las supuestas influencias negativas de una población
considerada "primitiva".

Al mismo tiempo, se desplegó un proceso de etnización de los inmigrantes haitianos al


ser desacreditados como buenos para realizar únicamente aquellos trabajos no deseados
por los dominicanos. La nueva inmigración haitiana, que empezó a trazarse desde la
última etapa de los años setenta, exhibe características que la distan del pasado, en el
orden en que ya no existen los elementos restrictivos de limitación gubernamental.

Los nuevos mecanismos de limitación maniobran mediante las repatriaciones con el


designio de retraer a los ilegales de ingresar o permanecer en el territorio. Al presente,
éstos no solo emplazan el área laboral azucarera, sino también, el área de
construcción, chiriperos y además, se prostituyen. Los obreros haitianos componen más
del 50% de los trabajadores agrícolas en la manufactura de café y arroz, desplazando
progresivamente a los dominicanos, como fuente de mano de obra barata.

El 28 de septiembre de 1937, se inició al sur de Dajabón, la aniquilación de los vecinos


haitianos. Estos fueron asesinados atrozmente con cuchillos, palos y machetes con la
finalidad de que pareciese una revuelta llevada a cabo por campesinos dominicanos;
aumentándose y propagándose a partir del 2 de octubre. Entre 12,000 y 25,000
nacionales haitianos fueron liquidados en esta matanza, las cantidades no son exactas
debido al clima de especulación predominante en la época.

Los actores de esta masacre fueron militares y algunos presidiarios de confianza. La


población civil en ningún momento se unió, como se intentó fundamentar después,
virtualmente, muchos civiles trataron de esconder nacionales haitianos en sus viviendas.
El Presidente Vincent estaba temeroso de que con cualquier divulgación al respecto
insultaba a Trujillo, lo que incitaría una embestida a su nación.

Los inmigrantes haitianos no están protegidos por el Código de Trabajo vigente en la


República Dominicana, ni por ninguna otra disposición constitucional. El compromiso
de la fuerza laboral haitiana en la industria azucarera, en la recogida de café, cacao y
arroz y en la construcción, pone de manifiesto el agudo índice de haitianos radicados en
la República Dominicana y el papel que lideran en las distintas áreas de la economía
nacional.

El carácter ilegal de los inmigrantes haitianos en la República Dominicana comprende


tres tipos:

1. El haitiano que penetra a la República por la frontera.

2. El inmigrante haitiano que llega a la República por vía legal a trabajar en uno de los
ingenios, pero luego terminada la zafra, o antes de terminar la misma, se escapa del
ingenio.

3. Los haitianos hijos de inmigrantes que nacen en le República, hijos de madres


dominicanas, que carecen de documentación alguna, y luego crecen convirtiéndose
también en inmigrantes haitianos apátridas.

Respecto a la nacionalidad, la Constitución Dominicana establece lo siguiente:

Artículo 18.- Nacionalidad. Son dominicanas y dominicanos:

1) Los hijos e hijas de madre o padre dominicanos;

2) Quienes gocen de la nacionalidad dominicana antes de la entrada en vigencia de esta


Constitución;

3) Las personas nacidas en territorio nacional, con excepción de los hijos e hijas de
extranjeros miembros de legaciones diplomáticas y consulares, de extranjeros que se
hallen en tránsito o residan ilegalmente en territorio dominicano. Se considera persona
en tránsito a toda extranjera o extranjero definido como tal en las leyes dominicanas;

4) Los nacidos en el extranjero, de padre o madre dominicanos, no obstante haber


adquirido, por el lugar de nacimiento, una nacionalidad distinta a la de sus padres. Una
vez alcanzada la edad de dieciocho años, podrán manifestar su voluntad, ante la
autoridad competente, de asumir la doble nacionalidad o renunciar a una de ellas;

5) Quienes contraigan matrimonio con un dominicano o dominicana, siempre que opten


por la nacionalidad de su cónyuge y cumplan con los requisitos establecidos por la ley;

6) Los descendientes directos de dominicanos residentes en el exterior;

7) Las personas naturalizadas, de conformidad con las condiciones y formalidades


requeridas por la ley.

Esta constitución es muy clara y precisa en cuanto a la obtención de la ciudadanía


dominicana, en donde los inmigrantes ilegales no tienen cabida. De los haitianos que
viven en la República Dominicana el 90% habita en forma ilegal. Es intrascendente la
cifra de inmigrantes haitianos residentes de forma legal.

La presencia haitiana en la República Dominicana está forjando una cadena de


fenómenos sociales y culturales. Los dominicanos tratan de ignorar este colectivo aun
cuando dicen que en su país no se establece menosprecio alguno por los hombres, en
razón del color de su piel, sin embargo, a los haitianos se les considera inferiores en
virtud de que la generalidad es negra. Esta actitud puede concebirse como la secuela de
las relaciones históricas conflictivas entre los dos países y como producto de
un prejuicio racial paradójico por una población dominantemente mulata y negra.

El prejuicio racial es una representación de expresión de la conciencia social de las


clases dominantes en el cuadro trascendente de su acción y de sus intereses materiales.
Es decir, el prejuicio racial es fruto de las concierna materiales predominantes y se
presenta como idea de las clases sociales absolutistas. Muchos dominicanos han sido
educados bajo la posición ideológica de que es buen dominicano y nacionalista aquel
que aborrece al haitiano.

La inmigración haitiana está induciendo un número importante de fenómenos culturales


en la Republica Dominicana. La mayoría es estos fenómenos están disimulados por una
especie de enigma o de prohibición para la masa de los dominicanos. El Vudú como
fenómeno político-religioso-cultural y el Gaga como estrado de reputación son
abordados como expresiones de un pueblo en el destierro, a la vez que enlazan con
algunos de los nervios del género social y cultural dominicano. 
A pesar de que los haitianos han venido en busca de trabajo para tratar de reparar
su situación social, con esta acción van poco a poco desplazando a los dominicanos. En
un principio estos solo se consagraban al corte de caña de azúcar, pero ahora se han ido
penetrando más en las distintas actividades económicas del Estado dominicano, como
son el arroz, el café y el cacao.

Los haitianos nos han ido invadiendo, y todo esto se debe fundamentalmente a que
nuestros gobiernos no han sabido lidiar correctamente con estos inmigrantes. El único
gobierno que se ocupó con el caso de la inmigración haitiana fue el régimen de Rafael
Leónidas Trujillo, aunque, en la forma en que se manejó no fue la más considerada. Los
haitianos han ido sustituyendo la mano de obra dominicana, porque estos ejecutan
trabajos que los dominicanos no hacen, esto tomando en cuenta el bajo salario ofertado
por estas labores.

Existen diferentes organismos que luchan por la defensa de los derechos humanos de los
haitianos en el país. Una de estas es MUDHA presidida por la activista dominico-
haitiana Sonia Pierre.

MUDHA es una organización No gubernamental cuyos fines están vinculados al


desarrollo integral de la población dominicana de ascendencia haitiana, promoviendo su
participación en el proceso de defensa de los derechos humanos y civiles por el
reconocimiento de su condición de minoría étnica.

Esta acción integral procura además desarrollar la capacidad autogestionaria de la


institución y de la población meta incorporando una estrategia educativa que permita a
los/as beneficiarios / as acceder a nuevas e innovadoras opciones laborales que mejore
su nivel de ingresos y con ello acercarse a una vida más justa. Estas organizaciones
tienen a su vez programas de derechos humanos y asistencia legal a los haitianos
residentes en República Dominicana.
BIBLIOGRAFÍA

Lebrón Saviñón, Mariano, “Historia de la cultura dominicana”, Tomo I.

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