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El hijo pródigo.

Conocer al Padre.

Sabemos mucho acerca de Dios. ¿Pero lo conocemos? ¿Cómo es como persona? ¿Cuáles son sus
intereses? ¿Cómo piensa? ¿Y qué es lo que piensa de nosotros? Hoy, al comenzar a conocernos
nos agradaría especialmente conocer su reacción a la condición humana en la que nos
encontramos.

Jesús usaba parábolas – viñetas cortas – para proporcionarnos clarividencia con respecto a la
personalidad de su Padre. Aprendemos acerca del sentimiento del Padre con relación a nuestra
condición en una parábola en particular: la del “hijo pródigo”. La palabra ha sido equivocadamente
designada, sin embargo. En realidad se refiere al padre que perdona. Al escuchar ahora la
parábola, hagamos énfasis en la clemencia del Padre y no en la desdicha del hijo.

2. la historia de todos. Leer Lc 15,11-16.

Es típico de la condición humana ocuparnos tan solo de nosotros mismos. Hemos hecho lo que el
hijo joven hizo muchas veces, en muchas formas. Por ejemplo, mientras más nos ocupemos de
nosotros mismos, más desdichados somos. [¡desear comer la comida de los cerdos era lo más bajo
que un judío podría caer!]. Con nuestra preocupación de nosotros mismos, nos aislamos de ser
realmente humanos, de las relaciones que pueden elevarnos por encima de nuestro más bajo
nivel.

Conversión. Leer Lc 15,17-20.

Algunas veces Dios nos permite caer para volvernos a nuestro juicio. No, sin embargo, tiene caso
solamente lamentar el pasado. Necesitamos aprender de nuestros errores y superarlos

El primer paso en el camino de retorno al Padre no fue fácil para el hijo. Debió ser humilde acerca
de su condición, reconocer su fracaso su situación se complicaba por no poder reconocer la piedad
de su propio padre.

Esto es cierto, también, con respecto a nosotros en relación con nuestro Padre – Dios. En el
momento en que decidimos dejar este sitio {condición} e ir a mi Padre, el nos recibe nuevamente.

La piedad de Dios. Leer Lc 15,21-25.

Dios espera nuestro regreso: “y cuando aun estaba lejos…y corrió hacia el muchacho”. Dios
siempre está dispuesto a perdonar: “… y se echó sobre su cuello y le besó”.

El perdón de Dios es completo: el pecado a quedado perdonado y nos encontramos restaurados a


la membresía íntegra de Su familia. El padre el la parábola no permitió que su hijo fuera uno más
de sus sirvientes.

Dios se regocija de nuestro regreso - ¡aunque resulte difícil de imaginar!: “ Y comenzaron a


regocijarse”.
Reacción humana: Leer Lc 15,20-30

Para demostrar la grandeza de piedad de nuestro Padre, Jesús nos muestra el contraste de la
reacción humana acostumbrada hacia el pecador. El mayor de los hijos representa a los que
llamamos bueno. Reacciona en la forma en que tienden a reaccionar los seres humanos buenos.
Se rehúsa a perdonar. Es presa de los celos y la amargura con respecto a la piedad de su padre.
Resulta evidente que la devoción hacia su padre había sido motivada, en parte, por el interés de sí
mismo. Por estar tan ocupado de sí mismo, no puede perdonar el pecado de su hermano menor.
Incluso repudia a su hermano: “Pero cuando vino éste, tu hijo…”

No debemos cometer el error de suponer que los caminos del Señor para nosotros se
fundamentan en los distorsionados conceptos humanos de lo que es correcto y bueno. “Porque
mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos y
mis pensamientos más que vuestros pensamientos” [Is. 55, 8-9].

Leer Lc 15,31-32.

Nuestro Padre espera la primera señal nuestra de que queremos regresar, y que queremos ser
íntegros miembros de su familia. Quiere ayudarnos a completar nuestro regreso. Viene a nuestro
encuentro. Quiere des-pojarnos de la carga de nuestro pecado, quiere que compartamos una
interminable celebración de paz y alegría. Todo lo que tenemos que hacer es estar dispuestos a
volver: “dejaré este lugar para volver a mi Padre”.

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