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DEDICATORIA
Dedico este proyecto a un gran amigo que ahora no está presente junto con nosotros,
sin embargo, él luchó hasta el último de sus suspiros por mantener vivo su sueño de ser
un psicólogo por ello este trabajo es más suyo que mío, es la representación de nuestro
esfuerzo, de su guerra interna y externa contra la lucha de un cáncer que le arrebató la
vida antes de lograr su meta, esta es la manera en la que puedo honrar tu memoria y
reflejar el deseo de culminar con éxitos la carrera juntos, esto es para ti, Marlon.
AGRADECIMIENTOS
Quiero agradecer a mi amiga y compañera Maryuri, que en este arduo camino jamás
me dejó a la deriva y se mantuvo a mi lado motivándome y empujándome a continuar,
por su apoyo incondicional en lo académico y personal.
Y no podrían faltar los agradecimientos a mí, por mi empeño y esfuerzo, por el trabajo
duro realizado, por jamás darme por rendida y luchar por conseguir mis metas.
RESUMEN
ABSTRACT
Attachment is the bond that is established early on between the mother-child dyad and
that ontogenetically in its evolutionary origin ensures the maintenance of the species, the
interaction that takes place between the caregiver and the child may account for the
quality of the bond, which is identified as internal operant models, which would be
expectations that the child has about himself and others, and that make it possible to
anticipate, interpret and respond to the behavior of his attachment figures, since they
integrate present and past experiences in cognitive and emotional schemes. Disorganized
attachment arises as a result of an infantile experience of confusion regarding the behavior
of their parents. Their behavior is unpredictable, which generates in the infant feelings of
uncertainty, fear and lack of coherence and order. This type of attachment usually
develops in children who live in violent environments in which they suffer all kinds of
mistreatment and abuse, where violent behaviors alternate with others of affection or of
fear and insecurity in the parents themselves. Children with a disorganized attachment
style show a lack of clear attachment behavior, so they will emit aggressive, flight or
dissociative behaviors, the big problem is that even years after the child suffers the abuse
and the consequences of the trauma such as disorganized attachment, and even being out
of that unfavorable and harmful context, the sequelae continue to be present. Attachment
is the bond that is established early on between the mother-child dyad and that
ontogenetically in its evolutionary origin ensures the maintenance of the species, the
interaction that takes place between the caregiver and the child can account for the quality
of the bond, which is identified as internal operant models, which would be expectations
that the child has about himself and others, and which make it possible to anticipate,
interpret and respond to the behavior of his attachment figures, since they integrate
present and past experiences in cognitive and emotional schemes. Disorganized
attachment arises as a result of an infantile experience of confusion regarding the behavior
of their parents. Their behavior is unpredictable, which generates in the infant feelings of
uncertainty, fear and lack of coherence and order. This type of attachment usually
develops in children who live in violent environments in which they suffer all kinds of
mistreatment and abuse, where violent behaviors alternate with others of affection or of
fear and insecurity in the parents themselves. Children with a disorganized attachment
style show a lack of clear attachment behavior, so they will emit aggressive, flight or
dissociative behaviors, the big problem is that even years after the child suffers the abuse
and the consequences of the trauma such as disorganized attachment, and even being out
of that unfavorable and harmful context, the sequelae continue to be present.
INTRODUCCIÓN
El maltrato, el abuso sexual y abandono son factores que conspiran gradualmente para
que el niño no pueda desarrollar un lazo afectivo adecuado con su madre, padre, o persona
que deba estar a cargo de su cuidado y protección, mucho más si nos referimos a niños
entre las edades de 6 a 14 años. Los traumas y daños tanto emocionales cómo físicos
causados por estos tres factores en la edad de formación en la mayoría de casos son
irreparables, es decir, que el tipo de apego que el niño genere condicionará gran parte de
las relaciones sociales que establezca a lo largo de su vida, reflejando en su vida adulta
un comportamiento relacionado al maltrato, a los abusos y al abandono.
La poca comprensión de este delicado tema, la falta de tiempo y descuido por parte de los
padres e inclusive la falta de preparación y dedicación para enfrentarlo, son las principales
limitantes en u solución. A veces, la poca o nula comunicación, preocupación y falta de
protección a los niños no permiten apreciar el problema como tal. Cuando son los padres
los causantes principales del problema, es aún más grave el poder encararlo y resolverlo.
También la falta de colaboración de entidades como la escuela, otros familiares allegados,
etc., que no quieren meterse por considerarlo un problema familiar, contribuye
gradualmente a su no solución.
1.4 Justificación
1.5 Antecedentes
2 Objetivos
CAPÍTULO I
3.1 El Apego
(Garrido, 2006, p. 494), citando al psiquiatra y psicoanalista Bowlby (1980) también hace
mención que la interacción que se produzca entre el cuidador y el niño podrá dar cuenta
de la calidad del vínculo, lo que tendría que ver con lo que Bowlby identificó como
modelos operantes internos, que serían expectativas que posee el niño acerca de sí
mismo y de los demás, y que le hacen posible anticipar, interpretar y responder a la
conducta de sus figuras de apego, ya que integran experiencias presentes y pasadas en
esquemas cognitivos y emocionales.
En Actualidad en Psicología (2021) se referencia que Bowlby las conductas de apego son
instintivas y se activarán por cualquier condición que parezca amenazar el logro de la
proximidad, tales como la separación, la inseguridad o el miedo. Bowlby también
postuló que el miedo a los extraños representa un mecanismo de supervivencia
importante, incorporado por naturaleza. Los bebés nacen con la tendencia a mostrar
ciertos comportamientos innatos, llamados liberadores sociales, que ayudan a asegurar
la proximidad y el contacto con la madre o la figura de apego, como, por ejemplo,
llorar, sonreír, gatear, etc. Estos son considerados como comportamientos específicos
de la especie humana. Esto es fácil de entender, teniendo en cuenta que, durante la
evolución de la especie humana, los bebés que permanecían cerca a sus madres tenían
más posibilidades de sobrevivir y posteriormente también tener su propia
descendencia.
A partir de estas observaciones, Bowlby planteó la hipótesis de que tanto los bebés como
las madres han desarrollado una necesidad biológica de mantenerse en contacto mutuo.
Estos comportamientos de apego inicialmente funcionan como patrones de acción fijos
que cumplían la misma función. El bebé produce conductas innatas de «reflejo social»,
como llorar y sonreír, que estimulan el cuidado por parte de los adultos. El factor
determinante del apego no es la alimentación, sino el cuidado y la capacidad de
respuesta o sea la protección. Inicialmente Bowlby sugirió que el niño solo formaría
un apego y que la figura de apego funcionaría como una base segura para explorar el
mundo. Así la relación de apego actuaría como un prototipo para todas las demás
relaciones sociales futuras, por lo que su interrupción podría tener graves
consecuencias (Bowlby, 1993).
(Fernández, 2021, ¶ 15) nos habla acerca de las 3 claves de la teoría de John Bowlby:
La primera establece que cuando un niño posee plena confianza en que su criador siempre
estará disponible para él, será menos probable que experimente miedo en comparación
con un niño que no confía en que su cuidador siempre estará para él. La segunda
propuesta de la teoría del Apego de John Bowlby sugiere que la confianza mencionada
en la primera propuesta se construye durante la infancia y la adolescencia, etapas
consideradas críticas en el desarrollo humano. Asimismo, consideraba las expectativas
que el niño desarrollara sobre las relaciones humanas en estas etapas, en la mayoría de
los casos lo acompañarían durante el resto de su vida. La última postura menciona que
las expectativas mencionadas en la segunda propuesta están directamente relacionadas
con la experiencia de la persona. Esto quiere decir que un niño tendrá expectativas de
que su cuidador estará disponibles para él si en el pasado ya lo ha estado.
“Otro aspecto importante de la teoría del Apego de John Bowlby son las características
que distinguen al apego. Según este psicólogo son cuatro: mantenimiento de proximidad,
refugio seguro, base segura y angustia de separación” (Fernández, 2021, ¶ 17).
• Mantenimiento de la proximidad
“El mantenimiento de proximidad era definido por Bowlby como el deseo de estar cerca
de aquellas personas con las que se había creado un vínculo” (Fernández, 2021, ¶ 18).
Se puede decir, que esta característica se manifiesta por medio de gritos, llantos, risas,
agitación motriz, acciones que llamen la atención del cuidador por parte del niño para que
este se acerque o permanezca la mayor parte de tiempo junto a él (Acosta, 2021).
Núñez (2020, ¶ 4) citando a Bowlby (1979) acerca de su modelo evolutivos que establece
cuatro fases para la creación de este vínculo afectivo. Normalmente, estas fases de
apego son especialmente notables en las relaciones entre madre e hijo, aunque bien es
cierto que en ocasiones este lazo también puede crearse entre un cuidador principal y
el niño.
A continuación, se explica un poco acerca de estas etapas en base a la teoría de John
Bowlby y se va estableciendo el vínculo afectivo de apego:
1. Fase del preapego
“Esta primera fase se produce durante las primeras seis semanas de vida del niño. El
pequeño acepta fácilmente, por lo general, a cualquier ser humano que le ofrezca
comodidad. Es decir, no muestra una preferencia por nadie en particular” (Núñez, 2020,
¶ 5).
“En esta etapa, el repertorio de conductas innatas por parte del niño le ayuda a atraer la
atención de los adultos. Además, responde a los estímulos externos y busca provocar el
contacto físico” (Núñez, 2020, ¶ 6).
En concordancia con lo anteriormente citado, en esta etapa se ve que el reconocimiento
materno es muy básico en el bebé, no se muestra un apego muy fuerte por así decirlo, sin
embargo, se empieza apreciar las primeras muestras de afecto hacia el final de esta fase,
citado y parafraseado por Acosta, 2021.
2. Fase de formación
Pasadas las 6 semanas, y hasta los 8 meses aproximadamente, el niño comienza a
sentir ansiedad si se separa de otros seres humanos. Aun así, todavía no nota
especialmente la falta materna ni rechaza totalmente a los desconocidos. En esta
fase comienza a orientar su conducta y a responder a la madre de forma clara. No
obstante, aunque le puede provocar enfado no estar cerca de los adultos, no
muestra todavía especial preferencia por su progenitora (Núñez, 2020, ¶ 7).
3. Fase de apego
Desde los 6 u 8 meses, y hasta los dos años aproximadamente, es cuando llega la fase del
vínculo de apego propiamente dicho. Ahora sí que siente enojo si lo separan de su
madre e incluso, puede sufrir ansiedad por ello. En estos momentos, no es extraño si
el bebé muestra rechazo físico a otras personas que no sean su madre, ya que le
suponen una amenaza. De esta forma, todas sus acciones se suelen enfocar hacia una
llamada de atención de su figura materna, ya que demanda su presencia (Núñez, 2020,
¶ 8).
Respecto a lo citado por este autor, ente aproximadamente los 6 meses hasta los dos años
es cuando el niño desarrolla un vínculo de apego generando una molestia si lo separan de
su madre o de la persona a cargo de su cuidado y protección, esta molestia se evidencia
en el hecho de que el niño se muestra reacio al contacto con otras personas que no sea su
cuidador y todas las acciones que este realice serán enfocadas a pedir la atención de su
madre o persona que se encuentra a su cargo (Núñez, 2020, ¶ 8), citado y parafraseado
por Acosta, 2021.
Después de analizar cada una de las etapas, se deduce que al finalizar y superar cada
una de ellas en niño logra fomentar una relación sólida con su cuidador y viceversa,
por lo que el infante es consciente de que, aunque no exista un constante contacto
físico el cuidador sabrá cuando este necesita de él (Núñez, 2020, ¶ 7-10), citado y
parafraseado por Acosta, 2021.
3.1.4 Mary Ainsworth y la teoría del apego
Durante la década de 1970, la psicóloga Mary Ainsworth amplió aún más el trabajo
pionero de Bowlby en su ahora famoso estudio “Situación Extraña». El estudio
incluyó la observación de niños entre los 12 y 18 meses que respondieron a una
situación en la que se les dejó solos durante un tiempo breve y después se
reencontraron con su madre (Gonzáles, 2017, ¶ 6).
A partir de estas observaciones, Ainsworth concluyó que había tres estilos principales
de apego: apego seguro, apego inseguro-evitativo y apego inseguro-ambivalente.
Los investigadores Main y Solomon agregaron un cuarto estilo de apego conocido
como apego desorganizado-inseguro. Numerosos estudios han apoyado las
conclusiones de Ainsworth y la investigación adicional ha revelado que estos
estilos tempranos de apego pueden ayudar a predecir comportamientos más
adelante en vida (Gonzáles, 2017, ¶ 7).
• Apego seguro
Es el apego más sano de todos y se da cuando el niño siente la incondicionalidad por parte
de sus progenitores y tiene la certeza de que no van a fallarle. Este apego se da cuando
el cuidador proporciona seguridad y se preocupa de establecer una comunicación y un
contacto con el menor. No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y
no les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar a una vida adulta
independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
Los niños con este tipo de apego exploran de forma activa su medio ambiente cuando
se encuentran solos con la figura de apego, y se intranquilizan al separarse de ella
(Michelena, 2021, ¶ 6).
• Apego evitativo
El apego evitativo aparece cuando los cuidadores no proporcionan la seguridad suficiente
para el menor, haciendo que este, desarrolle una autosuficiencia compulsiva y un
distanciamiento emocional de los mismos. Estos niños, no suelen llorar cuando se
separan de su cuidador y evitan el contacto (Michelena, 2021, ¶ 10).
Lo citado hace referencia que con este tipo de conducta se puede llegar a confundir con
una falsa seguridad, lo que pasa en realidad es que se provoca un sufrimiento mayor al
menor. Estos niños pueden presentar grandes niveles de estrés y crecen con el sentimiento
de ser poco valorados, a la larga existen problemas de intimidad con otros (Michelena,
2021, ¶ 10), citado y parafraseado por Acosta, 2021.
• Apego desorganizado
El niño presenta comportamientos inadecuados y contradictorios en que el niño, no confía
en su cuidador e incluso puede llegar a sentir miedo hacia él, Son niños inseguros con
tendencia a reacciones impulsivas o explosivas y con mala gestión de sus emociones.
(Michelena, 2021, ¶ 13).
El apego desorganizado surge como resultado de una vivencia infantil de confusión con
respecto a la conducta de sus padres. Su comportamiento es impredecible, lo que
genera en el infante sensaciones de incertidumbre, miedo y falta de coherencia y orden.
Este tipo de apego se suele desarrollar en niños que viven en entornos con violencia
intra-familiar, en donde se alternan conductas violentas con otras de afecto o de miedo
e inseguridad en los propios padres (Sanchis, 2020, ¶ 5).
Sanchis (2020) concluyó las siguientes características de los niños con un apego
desorganizado:
Sanchis (2020) menciona que “las consecuencias en la vida del niño/a, adolescente o
adulto/a en los casos en que se establece un apego desorganizado son bastante
negativas, por las secuelas afectivas y psicológicas que provoca en los afectados” (¶
6).
Agresividad: se trata de personas que se aíslan socialmente o establecen relaciones
tóxicas y se mantienen a la defensiva por lo que, ante la mínima situación de conflicto,
es posible que respondan con agresividad. Se trata de una respuesta que refleja la
expresión de ira contenida por la vivencia traumática y, a la vez, la emisión de la
conducta aprendida en su entorno como medida de resolución de conflictos (Sanchis,
2020, ¶ 7).
(Sanchis, 2020, ¶ 8) “Baja autoestima: interiorizan un discurso basado en el emitido por
sus padres (mayormente negativo) y en sus propias deducciones de "no-valía" como modo
de justificar y racionalizar el maltrato recibido. Aquí puedes ver las características de
personas con autoestima baja”.
“Problemas de conducta: suelen manifestar conductas antisociales, agresivas y
desafiantes resultado, como comentábamos, de los modelos aprendidos y de la ira
contenida” (Sanchis, 2020, ¶ 9).
Depresión: resultado de toda la vivencia, y a pesar de su aparente fortaleza manifestada a
través de su agresividad, son personas con un gran vacío afectivo interior. Como
resultado de esto, suelen adoptar conductas adictivas como método de "anestesia
emocional". Aquí puedes ver consejos para ayudar a una persona con depresión
(Sanchis, 2020, ¶ 10).
“El maltrato infantil es un fenómeno que surge con el hombre, por lo que es tan antiguo
como la humanidad. El maltrato infantil no se presenta de forma aislada, sino que
involucra una gran variedad de factores biopsicosociales” (Francia, 2003, ¶ 2).
Una idea de Miranda (2007) leída en Tovar, et al. (2016): actualmente el maltrato y abuso
a las niñas y niños ha pasado de ser una práctica cotidiana en los hogares a convertirse en
un problema de salud pública a nivel mundial, ha crecido de forma alarmante, sin respetar
color, raza, religión o clase social, resultando con graves consecuencias que repercuten
duran toda la vida en sus víctimas; lo que ha provocado que existan innumerables adultos
con una historia de maltrato infantil y quienes corren mayor riesgo de repetir patrones de
violencia de una generación a otra (p. 199).
Sheree y Cicchetti (2010) mencionan:
El maltrato infantil es un problema que impregna a toda la sociedad, que a menudo ejerce
un impacto negativo devastador en los niños, no solamente durante la infancia, sino que
durante toda la vida.1,2,3,4 Aunque las fotos de niños maltratados que aparecen en los
medios muestran gráficamente los hematomas, quemaduras, traumas cerebrales, la
negligencia y la desnutrición, un campo de investigación cada vez mayor sugiere que el
daño emocional que acompaña a los actos abusivos o negligentes, y no solamente el daño
físico, pueden traducirse en los efectos dañinos más significativos y de largo plazo para
el niño. El maltrato que se infiere en los primeros cinco años de vida, puede ser
especialmente dañino, debido a la vulnerabilidad de estos pequeños y al hecho de que los
primeros años de vida se caracterizan por un crecimiento neurobiológico y psicológico
más rápido que en los años siguientes (p. 86).
CAPÍTULO II
4 Metodología
4.2 Métodos
Los métodos a usar son: bibliográfico, puesto que se hace una revisión bibliográfica del
tema para conocer el tema con más profundidad y esta búsqueda, recopilación de
información bibliográfica permite una vista panorámica del problema. Inductivo, en este
método se analizan casos particulares, en cuestión los casos de los niños que sufrieron
maltrato, abuso sexual y abandono cuyo resultados son tomados para extraer conclusiones
de carácter general; otro método a utilizar es el descriptivo dentro del cual se va a describir
las características que se presenten en un ambiente natural durante el tiempo que dure la
investigación; por último se tiene un método de observación simple que permitirá orientar
hacia el objetivo o fin determinado en esta investigación ya que hace posible investigar
el fenómeno directamente y se realiza con cierta espontaneidad.
4.3 Instrumentos
La población, que por ser una población pequeña también es la muestra a estudiar y esta
es de 19 niños que se encuentran entre las edades de 6 a 14 años, estos niños sufrieron de
maltrato, abuso sexual y abandono por lo que se fueron acogidos por la Fundación Cristo
de la Calle y actualmente viven en casas familia ubicadas en Yuyucocha y Los Ceibos y
están a cuidado de educadoras las cuales rotan en turnos por cada casa familia.
CAPÍTULO III
5 Resultados y discusión
Treisy 3 3 6 4 5 5 7 33 Apego
Salas evitante
Alex Vera 1 1 2 3 1 1 2 11 Apego
desorganizado
Cristopher 1 2 3 3 1 1 2 13 Apego
Anrango desorganizado
Janina 1 2 2 2 2 1 1 11 Apego
Males desorganizado
Honey 1 2 3 2 2 2 3 15 Apego
López desorganizado
Doménica 3 3 5 4 6 7 8 36 Apego
Perugachi evitante
Johan 2 1 2 3 2 3 1 14 Apego
Perugachi desorganizado
Jefferson 3 3 4 5 4 1 2 22 Apego
Góngora ambivalente
Adriano 4 1 1 4 4 3 4 21 Apego
Cantos ambivalente
Neiby 5 2 3 3 1 2 3 19 Apego
Cercado ambivalente
Juan 1 2 2 1 2 1 2 11 Apego
David desorganizado
Armas
Juan 2 3 2 1 3 1 2 14 Apego
Tobar desorganizado
Maily 3 5 3 4 4 5 5 29 Apego
Tobar ambivalente
Valeria 2 3 1 1 2 1 1 11 Apego
Guzmán desorganizado
Rocío 1 1 3 1 2 2 1 11 Apego
Guevara desorganizado
Belén 2 2 2 1 2 3 1 13 Apego
Guevara desorganizado
Luis 1 2 1 3 1 1 1 10 Apego
Guevara desorganizado
Oswaldo 2 1 2 2 3 1 2 13 Apego
Guevara desorganizado
Dolores 4 5 5 6 4 6 9 39 Apego
Guevara evitante
La tabla 1 muestra el tipo de apego que poseen los niños de la Fundación Cristo de la Calle de acuerdo a los resultados obtenidos de las
escalas de la Entrevista CAI.
Fuente: Autoría propia.
63%
21%
16%
0%
0
Gráfico1. Número y porcentaje de niños que poseen Apego desorganizado de la muestra establecida con
anterioridad.
Fuente: Autoría Propia.
Posterior a haber realizado la entrevista a los 19 niños dónde se puntúa los “episodios
racionales” de acuerdo a la narrativa en donde el niño describe una interacción entre él y
una figura de apego, esto dividido en 7 escalas las cuales reciben 9 puntos cada una a
partir de la narrativa dada por el o la niña dando como puntaje máximo de 63 puntos lo
cual corresponde a un apego seguro, la puntuación de 31 a 50 puntos corresponde a un
apego evitante, de 16 a 30 puntos un apego ambivalente y de 1 a 15 puntos un apego
desorganizado, lo podemos observar en los resultados de la Tabla 1, mientras que el
Gráfico 1. Podemos observar que de los 19 niños ninguno posee un apego seguro, 3 de
ellos han desarrollado apego evitante, 4 apego ambivalente y 12 siendo la mayoría tienen
una puntuación baja lo que refiere que manifiestan características de un apego
desorganizado de acuerdo a la entrevista, las cuales son: una actitud y conducta
inapropiada, narrativa con contenidos bizarros, incomprensibles, cambios afectivos
drásticos, temas terroríficos, relaciones incomprensibles, pausas y conductas faciales
extrañas.
Como se puede observar los resultados obtenidos de la interpretación de cada uno de los
test aplicados a los 12 niños los cuales se pudo determinar que han desarrollado apego
desorganizado manifiestan los siguientes rasgos de personalidad comunes entre ellos:
Autoimagen débil e insuficiente, sentimientos de inferioridad, reacciones de retraimiento,
menor capacidad de reacción a la frustración, ansiedad, conflictos emocionales,
desvalorización, inseguridad, represión, necesidad de apoyo, dependencia excesiva,
ansiedad, conflictos emocionales, problemas relacionales.
La tabla 3 muestra los rasgos de personalidad obtenidos luego de la aplicación e interpretación del test HTP
a cada uno de los niños de la fundación Cristo de la Calle.
6 Discusión
La teoría del apego ha tenido una particular consecuencia en el análisis de los estilos de
crianza, las vivencias sociales tempranas, los inconvenientes emocionales y
comportamentales del infante, el ajuste psicológico y el desarrollo de la personalidad. Su
trascendencia radica en la necesidad biológica y psicológica que poseen los bebés de
quedar próximos a su mamá u otra figura que asuma estos papeles. Esta vinculación
emocional les da estabilidad emocional y les posibilita sentirse aceptados y
salvaguardados incondicionalmente (Bowlby, 1988).
A partir de este entorno emocional y compartamental el infante construye una
representación de la mente de la interacción. O sea, las reiteradas relaciones que se
generan entre el recién nacido y su cuidador primordial activan mecanismos internos que
son conformados a grado cognitivo estableciéndose lo cual Bowlby (1982) nombra
Modelos Internos de Trabajo. Éstos están afectando, por consiguiente, a la imagen que el
infante tiene de uno mismo, a la imagen que recibe de su cuidador primordial como figura
de la que cabe aguardar un definido tipo de comportamientos y al estilo de interacción
que se genera entre los dos. El Modelo Interno de Trabajo se hallan intrínsecamente
referente con la regulación emocional, la conducta y el raciocinio del infante, resultando
importante para su desarrollo personal (e.gramo., Cassidy y Marvin, 1992; Sherman, Rice
y Cassidy, 2015; Walsh, Symons y McGrath, 2005).
Respecto a las magnitudes de apego, los nuevos componentes manifestaban un
comportamiento de la misma forma que cabría aguardar. Así, los niños de las muestras
en peligro psicosocial y clínica tendían a exponer puntuaciones más bajas y significativas
en esos componentes que estaba involucrados con bajos niveles de apego seguro y más
altos en los componentes asociados a los niveles de apego inseguro. Dichos resultados
eran contrarios a los conseguidos en la muestra poblacional general. Dichos datos son
consistentes con otros estudios pasados que descubren una más grande cantidad de
inseguridad-apego en poblaciones de peligro (por ejemplo, Dienner y Kim, 2004; Moore
y Pepler, 2006).
Las relaciones afectivas tempranas como las condiciones psicosociales donde se produce
esa interacción son elementos claves que se encuentran fuertemente asociados al estilo de
apego y al ajuste psicológico del niño. Existe suficiente evidencia científica que muestra
como la cualidad del vínculo de apego como el contexto de crianza tienen poderosos
efectos sobre el ajuste psicológico del niño (DeKlyen y Grenberg, 2008).
CAPÍTULO IV
7 Conclusiones
8 Recomendaciones
9 Referencias