Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La Enseñanza de los doce apóstoles1 o Enseñanza del Señor a las naciones por
medio de los doce apóstoles,2 conocida comúnmente como Didaché,34 es una
obra de la literatura cristiana primitiva que pudo ser compuesta en la segunda
mitad del siglo I,5 acaso antes de la destrucción del Templo de Jerusalén (70 d.
C),6 por uno o varios autores, los «didaquistas»,78 a partir de materiales literarios
judíos y cristianos preexistentes.9 Desde que fuera encontrada en 1873 y
publicada en 1883, la Didaché ha sido fuente inagotable de estudios y objeto de
diversas controversias.10 La principal de ellas atañe a la fecha de su composición.
De ser cierta la datación más temprana que se ha propuesto, la Didaché podría
ser la regla u ordenanza religiosa utilizada por algunas comunidades cristianas,
más bien judeocristianas, unas pocas décadas después de la muerte de Jesús de
Nazaret. Según esta interpretación, la Didaché proveería11 el retrato de unos
cristianos primitivos, arcaicos en su liturgia y su eclesiología, que vivieron un
tiempo de transición donde la forma de judeocristianismo que ellos profesaban fue
desplazada por el cristianismo gentil o paganocristianismo iniciado en Antioquía.
Si, por el contrario, esa datación se retrasase uno o dos siglos, como también se
ha propuesto, la Didaché no sería más que un fraude tardío, urdido con fines
particularistas12 para dar una imagen tendenciosa13 de la Iglesia primitiva. De
cualquier modo, la posibilidad de que sea más antigua14 que algunos libros del
Nuevo Testamento ha hecho de ella un texto fundamental para comprender la
evolución literaria y teológica del cristianismo de la primera centuria.
Las dos epístolas de nuestro Santo Padre Clemente, obispo de Roma, a los
corintios, extraídas de un manuscrito de la biblioteca del monasterio fanariota del
Santísimo Sepulcro de Constantinopla y publicadas por primera vez de forma
completa. Prolegómeno y notas por Filoteo Bryennios, metropolitano de Serres
(Macedonia).24
Los investigadores de Occidente recibieron la noticia con sorpresa y
satisfacción.25 Hasta ese momento, las epístolas de Clemente de Roma se
conocían únicamente a través del texto proporcionado por el Codex Alexandrinus
al que, desgraciadamente, le faltaban unas hojas.26 El texto publicado por
Bryennios completaba ambos escritos.27 Era la segunda vez en pocos años que
los cimientos de la erudición cristiana moderna se veían sacudidos por un gran
descubrimiento.28 En la década anterior, Konstantin von Tischendorf había
encontrado en el monasterio de Santa Catalina el Codex Sinaiticus, gracias al cual
se había recuperado una versión griega de la Biblia y la Epístola de Bernabé. El
descubrimiento de Tischendorf estaba todavía presente en la memoria de los
eruditos. Tanto es así que, en algún momento, Filoteo Bryennios fue llamado, por
la relevancia de su hallazgo, «el Tischendorf de la Iglesia griega».29
Filoteo Bryennios había nacido en Constantinopla en 1833 en el seno de una
familia humilde. Apoyado por el metropolitano de Cízico30 ingresó en el seminario
patriarcal de la Isla de Chalce. Al terminar su formación, fue ordenado diácono y
se trasladó a Alemania (1856) donde asistió a clases de teología y filosofía en las
universidades de Leipzig, Berlín y Múnich. Allí entró en contacto con la moderna
investigación occidental. En 1861 regresó a Constantinopla como profesor de
historia eclesiástica y exégesis en la misma escuela donde había estudiado. Dos
años después, fue ordenado presbítero y honrado con el título de «Archimandrita
del trono ecuménico de Constantinopla». En 1867, se hizo cargo de la dirección
del prestigioso Colegio ortodoxo griego,31 una institución varias veces centenaria
donde estudiaban tradicionalmente los hijos de las familias ortodoxas griegas.
Dicho colegio, también llamado «Gran Escuela de la Nación»,32 estaba situado en
el Fanar, el sector griego de Estambul,33 junto al Cuerno de Oro. Tras la Caída de
Constantinopla en 1453, la mermada población griega y la sede del Patriarcado
ortodoxo griego de Constantinopla se habían ubicado en ese barrio a instancias
del propio sultán.34 Un año después, en 1454, Mateo Kamariotis había fundado el
colegio.35
Acabado en el mes de junio, el día 11, día tercero (martes), en el año 6564, por la
mano de León, copista y pecador.
El calendario ortodoxo de Constantinopla fechaba el nacimiento de Cristo en el
año 5508 de la creación del mundo, así que el año 6564 de dicho calendario
correspondía al 1056 d. C44 del calendario juliano.45 Se trataba, por tanto, de un
manuscrito medieval. Los monjes del monasterio no supieron46 informarle sobre
él y el catálogo de la biblioteca decía únicamente que el volumen contenía47 una
sinopsis bíblica de escaso valor, atribuida a Juan Crisóstomo. Sin embargo, al
abrir el códice, Bryennios encontró completas las dos epístolas de Clemente de
Roma y, gracias a su extensa formación patrística, se dio cuenta cabal de la
importancia del hallazgo. En concreto, el códice encontrado contenía las
siguientes obras:
La enseñanza de los doce apóstoles. Publicada por primera vez a partir del
manuscrito de Jerusalén. Prolegómeno y notas por Filoteo Bryennios,
metropolitano de Nicomedia. Constantinopla, 1883.
Philip Schaff (1885:9)
Esta vez el anuncio encontró la acogida que merecía. Desde hacía meses,
investigadores de la talla66 de Adolf von Harnack disponían de una copia del
escrito67 sobre la que estaban trabajando. La primera noticia apareció en Europa
el 25 de enero de 1884 en la Allgemeine Zeitung de Múnich.68 Un mes después,
el Durham University Journal hizo lo propio en Inglaterra.69 En 1885, Philip Schaff
presentaba así la obra:
Vitral representando a los Reyes Magos, tradición que, junto con la estrella de
Belén, solo es recogida por el evangelista Mateo.
La Didaché es una obra corta, de apenas 552 vocablos griegos, ordenados en
cien versos y distribuidos en dieciséis capítulos.77 Está escrito con suma
sencillez, sin arcaísmos ni recursos retóricos.78 Por su contenido se trata de una
regla u ordenanza religiosa79 que, según se cree, regulaba una o varias
comunidades cristianas primitivas, estableciendo su ideario moral, sus ritos, su
organización y su esperanza, entendida80 en sentido escatológico. Poco o nada81
se sabe de las comunidades donde estuvo vigente la Didaché. La falta de
evidencias internas en el documento, tales como menciones de lugares, nombres
propios o sucesos, impide extraer conclusión alguna.82
Su datación es muy variada, con una horquilla de propuestas que abarca dos
siglos. Examinada por sí misma, sin tener en cuenta más que su contenido, la
Didaché muestra rasgos primitivos que sugieren una datación temprana. La
formulación eucarística, ajena al rito evangélico y paulino, la estructura jerárquica
escasamente consolidada donde se mencionan apóstoles y doctores itinerantes, o
la ausencia de polémicas de carácter gnóstico o docetista como las denunciadas
por los escritos joánicos y por Ignacio de Antioquía,90 sugieren situar la obra a
mediados del siglo I, por lo que sería contemporánea de las epístolas de Pablo de
Tarso y algo anterior a los Evangelios.91 Otras dataciones surgen principalmente
al examinar la relación de la Didaché con otros documentos. Así, por ejemplo, las
afinidades con el Evangelio de Mateo permiten suponer que el didaquista conocía
este evangelio, lo que implicaría retrasar la redacción de la Didaché a comienzos
del siglo II.92 Una dependencia con el El Pastor de Hermas, que es un documento
de datación precisa, implicaría retrasarla más allá del año 150 d. C. Nunca más
allá del año 250 d. C., debido a las citas de Clemente de Alejandría y a la
composición, también conocida, de la Didascalia apostolorum. La falta de certeza
en estas dependencias hace que la opción más aceptada por los estudiosos sea la
primera: mediados del siglo I.93
El marco para interpretar los dos títulos es un pasaje del Evangelio de Mateo, en
concreto Mt 28,19.101 Allí se dice que, estando reunidos los discípulos después
de la pasión y muerte de Jesús de Nazaret, aparece el Señor resucitado y les da
la encomienda:
Id y enseñad a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre, del Hijo
y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).
La encomendación tiene dos partes. Primero, transmitir la enseñanza del Señor a
las naciones. Después, la formulación trinitaria del bautismo (Padre, Hijo y Espíritu
Santo) que acompaña esa enseñanza como un sello. Ambos elementos son
típicamente mateanos y forman parte de las similitudes entre el Evangelio de
Mateo y la Didaché.102 A tenor de los títulos, la Didaché contendría la enseñanza
impartida por los doce apóstoles poco después de la muerte de Jesús de
Nazaret.103 Sin embargo, no hay rastro de ellos en todo el escrito.104 Los únicos
apóstoles que se mencionan son referidos de manera genérica en el capítulo 11
de la obra como maestros itinerantes. Esta discordancia esencial entre los títulos y
el contenido real de la obra hizo que durante décadas105 prevaleciese la idea de
que la Didaché era una obra pseudoepigráfica, cuyo autor atribuyó a los doce
apóstoles para beneficiarse de su autoridad.
La sección moral
Existen dos caminos: el de la vida y el de la muerte. Bien diferentes son (Did 1,1).
La noción de los dos caminos había arraigado en el judaísmo a través de un
pasaje del Deuteronomio: «Hoy pongo ante ti la vida con el bien, y la muerte con el
mal» (Deut. 30,15).113 También con este pasaje de Jeremías: «Yo pondré ante ti
el camino de la vida y el camino de la muerte» (Jer. 21,8).114 Desde la tradición
judía pasó luego a la cristiana de forma que, a partir de entonces, convivieron
recensiones judías y cristianas de la misma enseñanza, más o menos diferentes.
La versión del manuscrito H54 contiene, por ejemplo, un bloque (Did 1,3-2,1) que
no figura en algunas versiones cristianas, como la traducción latina (Doctrina
apostolorum), la arábiga (Vida de Shenudi),115 o la adaptación griega contenida
en la Epístola de Bernabé,116 aunque sí está en el papiro Oxirrinco 1782.117 Este
bloque se conoce como sección evangélica porque expone material próximo al
Sermón del Monte de Mateo118 que podría proceder119 quizá de la Fuente Q,
hipotética predecesora de ambos.
La Didaché insta a tener presente a los que anuncian al Señor (Did 4,1), acercarse
a los santos (Did 4,2), no provocar cismas (Did 4,3), corregir a todos sin distingos,
no vacilar (Did 4,4), ser generoso (Did 4,5), compartir los bienes (Did 4,8), educar
a los hijos en el Temor de Dios (Did 4,9), el amo no debe ser duro con los
esclavos (Did 4,10) y los esclavos deben obedecer a sus amos «como imagen de
Dios». Se debe odiar la hipocresía (Did 4,12), guardar los mandamientos (Did
4,13), confesar las faltas en la asamblea (Did 4,14). Concluye diciendo:
La sección litúrgica
La preparación descrita en la sección moral puede interpretarse como una
iniciación, en sentido antropológico. Mircea Eliade entendía la iniciación como un
conjunto de ritos y enseñanzas orales, cuyo propósito era producir una alteración
decisiva en el estatus social y religioso del iniciando.123 En una primera fase, el
individuo era separado de su entorno a través de una alteración de sus
condiciones espaciales (aislamiento), temporales (vigilias) o alimentarias (ayunos).
Durante ese tiempo el individuo se encontraba en un limbo liminal donde
quedaban en suspenso las reglas anteriores de su vida sin que las nuevas
hubiesen adquirido aún vigencia. Llegado el tiempo, el individuo era reintroducido
en su ambiente a través de una ceremonia de reconocimiento, habiéndose
producido en el ínterin una transformación de su estatus. A veces, el rito de
iniciación no pretendía reintroducir al iniciando en su medio original, sino
consolidar su extracción y prepararlo para su ingreso en un medio nuevo. Tal era
el caso de la Didaché. El pagano era extraído de su medio religioso habitual y,
después de un tiempo de prueba, era presentado a la comunidad. La preparación
culminaba en la ceremonia del bautismo o iluminación.124 Con el bautismo
comenzaba su vida como cristiano.
El bautismo
Si no tenéis nada de esto, derramad tres veces agua sobre la cabeza… (Did 7,3).
Un siglo después, hacia el año 150, Justino Mártir se refería al bautismo en
términos parecidos. Había un ayuno previo, un acto de arrepentimiento, de perdón
y una declaración de compromiso tras la cual: «... los conducimos a un paraje con
agua donde se regeneran de la misma forma que nosotros fuimos regenerados»
(Apol I, 61).129 Sin embargo, el bautismo de la comunidad didaquista no hacía
hincapié en el arrepentimiento y el perdón de los pecados, sino en la
purificación130 por el agua (Did 7,2-3). Tampoco hay huella de la concepción
paulina que relaciona el bautismo con la muerte131 de Jesús de Nazaret:
Oración y ayuno
Eucaristía
[23] Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor
Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan [24] Y habiendo dado gracias, lo
partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced
esto en memoria de mí. [25] Asimismo tomó también la copa, después de haber
cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced esto todas las
veces que bebiereis, en memoria de mí. [26] Porque todas las veces que
comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta
que venga. (1 Co 11,23-2)
Además de Pablo, es descrita en términos parecidos en los evangelios sinópticos:
Marcos (Mc 14,22-25), Lucas (Lc 22,14:20) y Mateo (Mt 26,26-29). El Evangelio de
Juan relata también la Última Cena (Jn 13), pero omite o desconoce las fórmulas
rituales; sin embargo, se encontraron ciertos paralelismos entre la celebración
eucarística que se instruye en la Didaché y el capítulo 17 del Evangelio de Juan,
visto desde una interpretación eucarística.138
Te damos gracias, Padre Nuestro, por el vino santo de David que nos diste a
conocer por Jesús, tu siervo (Did 9,2).
Después se parte el pan, pero no como cuerpo de Cristo, sino diciendo:
Te damos gracias, Padre Nuestro, por la vida y el conocimiento que nos diste a
conocer por Jesús, tu siervo (Did 9,3).
En ningún momento se mencionan las palabras de institución de la última cena, o
el carácter conmemorativo del acto.142 Parece tratarse de una cristología de
carácter davídico, que acentúa la relación entre la figura veterotestamentaria del
rey David y la figura neotestamentaria de Jesús de Nazaret, haciendo a este
último heredero, no solo físico143 sino también, y sobre todo, espiritual. Esta
cristología aparece asimismo en (Did 10,6), cuando dice: «¡Hosanna al Dios de
David!».144 En tres oportunidades se menciona el carácter sacrificial (Did 14,1-3)
y, en dos, la pureza (Did 14,1.3) del rito, al que se describe como «comida y
bebida espiritual y de vida eterna» (Did 10,3).145 La Didaché establece que, para
participar en esta liturgia, era necesario haber sido iniciado en el cristianismo
(bautizado) porque:
... acerca de esto dijo el Señor: «No deis lo santo a los perros» (Did 9,5).
Coincide esta admonición con la regla que un siglo después daría Justino el Mártir
en su Primera Apología, de que los no bautizados tenían estrictamente vedada su
participación en el rito.146 La frase «No deis lo santo a los perros», que el
didaquista atribuye «al Señor», coincide palabra por palabra147 con el versículo
7,6 del Evangelio de Mateo, lo que añade relevancia a la cuestión de la posible
dependencia entre ambos escritos, ya de por sí notable por la similitud en la
redacción del padrenuestro.
Sección disciplinar
Recibid a todo apóstol que llegue a vosotros como si recibieseis al Señor (Did
11,4).
Pero, al mismo tiempo, aconseja elegir obispos y diáconos (Did 15).152 El
documento parece testigo de una época de transición dentro del cristianismo
primitivo. Al menos, así lo interpretó Adolf von Harnack en 1884, cuando publicó
su comentario de la Didaché.153 El didaquista detalla a continuación algunas
cautelas que deben guardarse hacia los apóstoles itinerantes: «Puede estar un día
con vosotros y, si tiene necesidad, quedarse dos. Si se queda tres, es un falso
profeta» (Did 11,5). Cabe pensar en la existencia de charlatanes y falsos
predicadores154 que iban de comunidad en comunidad aprovechándose de la
gente. Añade luego, de manera taxativa: «Si pide dinero, es un falso profeta» (Did
11,6).
El epílogo escatológico
... de nada servirá todo este tiempo en la fe, si no sois perfectos en el último
momento (Did 16,2).
Los elementos propiamente apocalípticos son similares a otros escritos del
género: aparición de falsos profetas y corruptores (Did 16,3), trueque del amor en
odio (Did 16,3), acrecentamiento de la maldad (Did 16,4), aparición del «seductor
del mundo»159 obrando signos espantosos, ruina de la tierra bajo una impiedad
suma (Did 16,4), condenación de muchos y salvación de unos pocos, los fieles, en
medio de tamaña tribulación (Did 16,5). Después de retratar el apogeo del mal,
describe la instauración del reino del bien: «Entonces, aparecerán los signos de la
verdad» (Did 16,6): uno visible, otro audible y, el tercero, la «resurrección de los
muertos» (Did 16,6).160 Después:
... el mundo contemplará la llegada del Señor sobre las nubes del cielo (Did 16,8).
Así, con esta brusquedad,161 termina la obra. Faltan temas típicos de la
escatología cristiana como el Juicio Final, la separación de justos y pecadores o la
Jerusalén celeste. Aunque inconcluso, es un texto autosuficiente que pudo
elaborarse a partir de un texto judío previo, también apocalíptico, y posteriormente
cristianizado. Dicho material podría haber servido para redactar asimismo pasajes
evangélicos como Mc 13, Mt 24,10-31 o 2 Tes 3,12162 que tienen carácter
parecido.
[...] entre los libros unánimemente rechazados están los Hechos de Pablo, el
Pastor de Hermas, el Apocalipsis de Pedro y las llamadas Doctrinas de los
apóstoles (HE III 25,4).163
mientras que otros como Clemente de Alejandría citaban solo su contenido, y
mencionaban vagamente que provenía de «la escritura». A pesar de estar
presente en las obras de los Padres de la Iglesia, la Didaché se encontraba, a
todos los efectos, perdida y no podía deducirse su contenido a partir del título ni el
título a partir de su contenido. Se sabía que en la antigüedad había existido una
obra intitulada Enseñanzas o doctrinas de los apóstoles, citada por Eusebio y
otros Padres, que había sido descartada del canon bíblico junto con otras
obras.164 Al publicarse la Didaché, se reconoció su presencia en diversos
lugares, y piezas que andaban dispersas pudieron agruparse. La investigación del
documento estimuló, además, la aparición de otros que, hasta entonces, habían
pasado desapercibidos. Minúsculos fragmentos de papiro con apenas unas
palabras fueron examinados con lupa. El resultado fue un afloramiento documental
que alimentó la investigación patrológica durante décadas.
La Epístola de Bernabé
La Epístola de Bernabé es un escrito con apariencia de carta que Clemente de
Alejandría atribuye, sin que se sepa la razón, al apóstol Bernabé.166 Se ha
especulado que un primer núcleo pudo ser obra del compañero de Pablo,167 pero
no hay prueba de ello.168 La Epístola de Bernabé es un escrito ajeno a las
inquietudes judeocristianas de la Didaché. Si la Didaché intenta conciliar la
práctica del cristianismo y el judaísmo, la Epístola de Bernabé rechaza
tajantemente este último.169 Son escritos nacidos en ambientes distintos pero que
comparten, sin embargo, la Instrucción de los dos caminos. El texto que abre la
Didaché y ocupa los primeros seis capítulos (Did 1-6) se reproduce con alguna
variación en los capítulos finales de Bernabé (Bern 18-20). Donde la Didaché
empieza diciendo: «Dos caminos hay en la vida, el de la vida y el de la muerte»
(Did 1,1), Bernabé lo hace de la siguiente guisa:
El Pastor de Hermas
Dentro de la sección evangélica (Did 1,3)-(Did 2,1) existe una frase que aparece
asimismo en el Pastor de Hermas.
A todo el que pide, dale pues el Padre quiere que todos reciban de sus dones (Did
1,5).
Da a todos. Pues Dios quiere que se dé a todos de sus propios dones (Mand 2, 4).
Aunque no se trata exactamente de la misma frase, el parecido es suficiente para
que los investigadores hayan postulado alguna dependencia entre ambos escritos,
lo que afecta indirectamente a la datación relativa entre ellos. El Pastor de Hermas
es un documento con una datación bastante precisa y segura (mediados del siglo
II).170 Si se demostrase que el didaquista tomó ese contenido del Pastor, la
Didaché se habría redactado, como muy pronto, en el año 150 d. C y las hipótesis
sobre su antigüedad se vendrían abajo. Si la dependencia fuese al revés y se
demostrase que el Pastor tomó ese contenido de la Didaché, entonces la Didaché
habría sido redactada como muy tarde en el año 150 d. C otras posibilidades. La
primera es que el didaquista y el Pastor bebiesen de una fuente común anterior a
ambos en cuyo caso la datación del Pastor no influiría en la de la Didaché. La
segunda es que el pasaje de la Didaché citado más arriba sea una interpolación.
El pasaje (Did 1,3)-(Did 2,1) que contiene la frase es problemático porque no
aparece en algunas recensiones de la Didaché.171 Esta ausencia ha hecho que
los críticos se pregunten si ese pasaje formaba parte originalmente de la obra o se
trata de un interpolación posterior. De no formar parte de la obra, holgaría
completamente suponer dependencia alguna entre la Didaché y el Pastor de
Hermas, pues dicha dependencia sería aparente y debida tan solo al hecho
fortuito de que alguien que no fue el didaquista introdujo, quizá después de uno o
más siglos, ese fragmento y esa frase.
Clemente de Alejandría
Clemente de Alejandría tiene varios pasajes relacionados con la Didaché. Uno de
ellos ocurre en Stromata 1 100 4, donde parece transcribir un pasaje de la
Didaché (Did 3,5):
Οὗτος κλέπτης ὑπὸ τῆς γραφῆς εἴρηται. Φησὶ γοῦν· υἱέ, μὴ γίνου ψεύστης· ὁδηγεῖ
γὰρ τὸ ψεῦσμα πρὸς τὴν κλοπήν
Ese tal es calificado de ladrón por la Escritura. Se dice también: Hijo, no seas
mentiroso, pues la mentira lleva al robo.
La única diferencia es que Clemente dice «hijo» y, la «Didaché», «Hijo mío».176
Clemente afirma estar citando la «escritura», es decir, un libro inspirado al modo
de los evangelios o las cartas de Pablo. De ser la Didaché, daría una idea de la
estima que tenía este escrito. En otro punto de su obra, parece aludir a la doctrina
de los dos caminos: «Yo te conduzco por la vía de la salvación. Abandona el
camino del error. Sigue entonces, hijo mío, el buen camino que yo te
describiré».177 Asimismo, en el himno final de El pedagogo, Clemente menciona
«la santa recompensa de la doctrina de la vida».178 Sobre este tema la polémica
es si la cita es de la Didaché y, en caso de que así sea, si la Didaché no está
citando un texto más antiguo. Existe otra cita en Quis diver salvetur? (29,4) donde
Clemente habla del «vino de David», expresión usada en la oración eucarística de
la Didaché.179
La Didaché en la Patrología
Nada más publicarse la Didaché, comenzó una investigación que se ha
prolongado hasta el presente, y que ha dado lugar a fructíferos estudios sobre el
cristianismo primitivo. La consideración de la Didaché durante el siglo XX ha
oscilado como un péndulo entre dos extremos de aceptación, siendo el polo actual
más parecido a la posición adoptada por los eruditos a finales del siglo XIX que a
la que estuvo vigente durante los años 1930, antes de la Segunda Guerra Mundial.
Las dudas en torno a la Didaché tardaron treinta años en concretarse y otros
treinta en resolverse, y solo lo hicieron porque el descubrimiento en 1948 de los
Manuscritos del Mar Muerto modificó radicalmente la percepción que se tenía de
la obra. La posición crítica respecto a su autenticidad, sostenida por Joseph
Armitage Robinson y un grupo de eruditos anglosajones, fue superada cuando
Jean Paul Audet examinó en profundidad el material acumulado hasta esos
momentos, lo que sentó a grandes rasgos las directrices que sigue la investigación
actual. De ser una obra desahuciada por los críticos, la Didaché ha pasado a
convertirse desde entonces en una obra clave para entender la evolución del
cristianismo primitivo.
1884: Adolf von Harnack y las primeras investigaciones
No hay nadie que niegue que el escrito exhibe la impronta de una suma
antigüedad.202
1912: Joseph Armitage Robinson y las primeras dudas
Enseñanza del Señor a las naciones por medio de los doce apóstoles.
En su momento, la obra alterada llegó a las manos de León, «copista y pecador»,
quién lo incorporó al manuscrito de Jerusalén que, ocho siglos después,
descubriría Bryennios. A la vista de las nuevas pruebas y teorías, la Didaché se
perfiló como una auténtica regulación comunitaria del siglo I. Un estudio posterior
de Helmut Köstler cuestionó a su vez la dependencia con el Evangelio de Mateo, y
explicó las similitudes entre ambos por el hecho de haberse gestado en un mismo
ambiente.236 Poco a poco, quedaron atrás el descrédito y las dudas. Desde
entonces, y ante la posibilidad de que la Didaché sea anterior a muchos libros del
Nuevo Testamento, esta obra ha sido objeto de un vivo interés y de muchos
estudios.237 Actualmente es considerado el escrito más importante de los Padres
apostólicos y casi el único testigo de una época, la segunda mitad del siglo I que,
por otra parte y en lo que se refiere al cristianismo, sigue siendo una gran
desconocida.
La Didajé
Descubrir a través del estudio de la Iglesia primitiva cómo la fe católica contiene la
plenitud de la fe cristiana
Didaché es una palabra griega que significa “enseñanza”, de allí que el título
completo de la obra sea “La instrucción del Señor a los gentiles por medio de los
doce apóstoles”, o de forma más resumida “Instrucciones de los apóstoles”. Es
considerado como uno de los documentos más importantes de la Iglesia primitiva
perteneciente al grupo de escritos de los Padres Apostólicos [1]. Aunque la fecha
de su composición no se conoce con exactitud algunos autores opinan fue escrito
aproximadamente entre los años 50 al 70, otros lo situan entre comienzos y
mediados del siglo II.
El Bautismo
“Acerca del bautismo, bautizad de esta manera: Dichas con anterioridad todas
estas cosas, bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en
agua viva [corriente]. Si no tienes agua viva, bautiza con otra agua; si no puedes
hacerlo con agua fría, hazlo con caliente. Si no tuvieres una ni otra, derrama agua
en la cabeza tres veces en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Antes del bautismo, ayunen el bautizante y el bautizando y algunos otros que
puedan. Al bautizando, empero, le mandarás ayunar uno o dos días antes.”
(Didaché 7,1-4)
“Que nadie coma ni beba de vuestra acción de gracias, sino los bautizados en
nombre del Señor…” (Didaché 9)
“…bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Didaché 7)
La forma de orar
“Tampoco oréis a la manera de los hipócritas, sino que, como el Señor lo mandó
en su Evangelio, así oraréis: Padre nuestro celestial, santificado sea tu nombre,
venga tu reino, hágase tu voluntad como en el cielo, así en la tierra. El pan nuestro
de nuestra subsistencia dánoslo hoy y perdónanos nuestra deuda, así como
también nosotros perdonamos a nuestros deudores, y no nos lleves a la tentación,
mas líbranos del mal. Porque tuyo es el poder y la gloria por los siglos. Así oraréis
tres veces al día.” (Didaché 8,2-3)
La celebración de la Eucaristía
“Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, … Porque éste es el
sacrificio del que dijo el Señor: En todo lugar y en todo tiempo se me ofrece un
sacrificio puro, porque yo soy rey grande, dice el Señor, y mi Nombre es admirable
entre las naciones.” (Didaché 14,1-3)
Cabe resaltar que la doctrina católica no enseña que Cristo se “resacrifica” en
cada Misa como asumen muchos protestantes de forma errónea. Lo que enseña
es que el único sacrificio de Cristo es presentado a Dios Padre en cada Eucaristía,
y por eso en el Catecismo oficial de la Iglesia Católica se ensena que “actualiza el
único sacrificio de Cristo Salvador”(CEC 1330) y no que lo “repite”.
“Reunidos cada día del Señor, romped el pan y dad gracias, después de haber
confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio sea puro.” (Didaché
14,1)
La limosna
Se encuentra también una breve mención a la limosna como una obra piadosa
ordenada en el evangelio.
“Respecto a vuestras oraciones, limosnas y todas las demás acciones, las haréis
conforme lo tenéis mandado en el Evangelio de nuestro Señor.” (Didaché 15,4)
Ahora, ¿se refería esta limosna también a la contribución voluntaria de los fieles
para el sostenimiento de la Iglesia y la ayuda de los más necesitados mencionada
en Romanos 15,26-28; 1 Corintios 16,1; 2 Corintios 8,10? Si bien el texto no lo
indica es bastante probable. Lo que si parece ser seguro es la ausencia total de la
práctica del diezmo tal como la ha adoptado el protestantismo y que ha sido
derivada de la Ley Mosaica prescrita en el Antiguo Testamento. La norma cristiana
reflejada en la Didaché es por el contrario la misma norma evangélica donde cada
creyente debe contribuir no con un estricto 10%, sino “según el dictamen de su
corazón, no de mala gana ni forzado, pues: Dios ama al que da con alegría.” (2
Corintios 9,7)
Justificación y Salvación
“Luego, tampoco nosotros, que fuimos por su voluntad llamados en Jesucristo, nos
justificamos por nuestros propios méritos, ni por nuestra sabiduría, inteligencia y
piedad, o por las obras que hacemos en santidad de corazón, sino por la fe, por la
que el Dios omnipotente justificó a todos desde el principio.” (Didaché 32,4)
Pero al mismo tiempo rechaza con antelación la herejía adoptada por Lutero y el
protestantismo en donde sólo la fe basta para salvarse (“Sola Fides”) aunque no
esté acompañada de la obediencia a los mandamientos y a una vida conforme a la
voluntad de Dios. Rechaza también la idea de que la salvación no se pueda perder
(doctrina protestante “Salvo siempre salvo”) señalando que de nada sirve haber
tenido fe durante mucho tiempo si la muerte no sorprende al creyente en gracia de
Dios [9].
——————————————————————————–
NOTAS
[5] Quienes han argumentado que la fórmula bautismal en nombre de las Tres
Divinas Personas mencionada en Mateo 28,19 es una interpolación tardía buscan
apoyo en los escritos de Eusebio de Cesárea, historiador de la Iglesia del siglo IV,
haciendo notar que antes del Concilio de Nicea (año 325) citaba Mateo 28,19
escribiendo “Haced discípulos a todas las gentes, bautizándolos en mi nombre” y
posteriormente comenzó a citar el texto como lo conocemos hoy. Sin embargo,
esto, más que probar que en la antigüedad se solía citar la Escritura de forma no
textual, no tiene fuerza con respecto a la evidencia documental en la que la
totalidad de manuscritos bíblicos existentes (incluyendo los más antiguos) se lee la
fórmula completa: “…bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo”. (Vea a este respecto: ¿Bautismo sólo en nombre de Jesús?)
[6] En el catolicismo no se cree que una oración sea vana por estar prefabricada.
Se cree que cuando Jesús advierte que al orar no hay que “charlar mucho como
los gentiles que se figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mateo
6,7) no critica la repetición en sí misma, que el propio Jesús llegó a utilizar (Mateo
26,43-44) y que encontramos frecuentemente en oraciones presentes en la
Sagrada Escritura (Isaías 6,2-3; Daniel 3,52-57; Salmo 136; 150; Apocalipsis 4,8;
etc.) ni la oración larga de la que el mismo Señor dio ejemplo en Getsemaní
(Mateo 26,39.42.44) y al permanecer la noche entera en oración. Se cree que la
crítica se refiere por el contrario a la forma de orar de los paganos que veían la
oración como una especie de fórmulas mágicas que al repetirlas mecánicamente
lograban sus objetivos, tal como hacían, por ejemplo, los sacerdotes de Baal en el
Antiguo Testamento demostrando prácticas interminables patológicas en la
oración (1 Reyes 18,26). (Puede consultar al respecto mi libro Conversaciones con
mis amigos evangélicos, Createspace 2014, Primera Edición, p. 170)
[7] Por otro lado, si se lee la Epístola a los Hebreos en su contexto (capítulos 9 y
10) se observa que su propósito no era rechazar el carácter sacrificial de la
Eucaristía, sino amonestar a aquellos cristianos que extrañaban los sacrificios
rituales de la Antigua Alianza a no caer en ellos y judaizar. El cristiano no tiene
necesidad dichos sacrificios que no eran más que una prefiguración del sacrificio
Eucarístico.
[8] Si bien la confesión auricular pudo desarrollarse en su forma exterior a través
del tiempo, su esencia, que radica en el hecho reconocido de la reconciliación del
pecador por medio de la autoridad de la Iglesia se desprende del poder que Cristo
otorgó a sus apóstoles, cuando les dijo que “a quienes perdonéis los pecados, les
quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Juan
20,23).
[9] Para más detalles respecto a la doctrina católica sobre la justificación puede
consultar mis libros Conversaciones con mis amigos evangélicos, Createspace
2014, Primera Edición, p. 52s) y Compendio de Apologética Católica Creatspace
2014, Segunda Edición, p. 205