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Voces: ABUELOS ~ ALIMENTOS ~ NIÑO ~ PERSONA CON DISCAPACIDAD ~ PROGENITORES ~

PRUEBA ~ SOLIDARIDAD FAMILIAR ~ VEROSIMILITUD DEL DERECHO ~ VIOLENCIA DE GENERO

Tribunal: Juzgado de Primera Instancia de Distrito Familia de Villa Constitución(JFlia)(VillaConstitucion)


Fecha: 02/11/2022
Partes: F. C. c. L. R. y otr. s/ inc. aumento cuota alimentaria
Publicado en: RDF 2023-IV , 213, con nota de Julieta Michelle Auberge y María Eugenia Di Nunzio;
Cita: TR LALEY AR/JUR/190564/2022

Sumarios:
1 . Dado que el progenitor cuenta con ingresos magros, otras cargas familiares y las necesidades del niño son
apremiantes, debido a su discapacidad, es admisible establecer una cuota a pagar por el progenitor (30% de su
sueldo) y otra, complementaria, a cargo del abuelo paterno (10% de su sueldo/haber jubilatorio). La escasez de
ingresos del progenitor torna procedente obligar al abuelo, porque el art. 668 Cód. Civ. y Com. no dispone que los
abuelos respondan cuando existe imposibilidad por parte de los progenitores, sino solo “acreditar verosímilmente
las dificultades” para percibir los alimentos del obligado directo.
2 . La falta de prueba del monto que insume el hijo en cada rubro alimentario no exime al juez del deber de
resolver con razonable fundamento.
3 . Para la procedencia de la acción por alimentos contra los abuelos, siempre hay que acreditar las dificultades
para el cobro al principal obligado, esto es el progenitor. Puede demandarse directamente al abuelo, pero debe
demostrarse en este mismo proceso la imposibilidad o dificultad del principal para que la demanda sea acogida.
Esta es la postura del Cód. Civ. y Com., en su art. 668, establece la necesidad de acreditar verosímilmente las
dificultades del actor para percibir alimentos del progenitor obligado. La norma recepta la postura de la
subsidiariedad atenuada o relativa.
4 . La obligación alimentaria de los abuelos se funda en el principio de solidaridad familiar entre parientes. Ya no
es necesario que la actora agote las vías procesales contra el deudor alimentario (por ejemplo, que, ante el
incumplimiento de una cuota establecida por sentencia, tramite la ejecución de sentencia vía apremio), sino que,
con la mera acreditación del incumplimiento y de la imposibilidad de pago por parte del alimentante, puede
habilitarse la acción contra los abuelos.
5 . Si bien la obligación alimentaria de los abuelos es de carácter subsidiario, a tenor de lo dispuesto por la CDN,
tal subsidiariedad debe estar desprovista de la exigencia de formalidades que desnaturalicen esa obligación.
6 . El incumplimiento alimentario en sus distintas variables (total, parcial, tardío, etc.) constituye un modo
particularmente insidioso de violencia de género en la familia, pues ocasiona un deterioro de la situación socio
económica de la mujer que repercute negativamente al limitar los recursos destinados a satisfacer las necesidades
que deben cubrirse y la priva de los medios imprescindibles para afrontar la vida con dignidad.
7 . El hecho de que el progenitor tenga nuevas obligaciones alimentarias implica que deberá redoblar sus
esfuerzos para cumplir sus deberes con todos sus hijos. No se trata de poner en crisis el ejercicio de derechos
personalísimos (a la libertad sexual o a la elección del proyecto de vida) sino de asumir con responsabilidad las
consecuencias de dicho ejercicio. Una persona puede tener los hijos que quiera o pueda, pero en ese caso, debe
prever cómo asumirá las obligaciones que impone la paternidad múltiple y no pretender luego hacer cargar a los
hijos con las dificultades económicas que le irroga tal situación autogestionada.

Texto Completo:
1ª Instancia.- Villa Constitución, noviembre 2 de 2022.
Resulta:
Consideraciones de hecho y constancias del expediente.
En hoja 4/11 se presentó C. S. F. con patrocinio letrado y promovió aumento de cuota alimentaria a favor de su
hijo D. L. L. en contra del padre del niño R. E. L. y su abuelo R. D. E. L.
Manifestó que fruto de su relación con E. nació su hijo en el año 2009. Relató que vivió en la casa de su suegro
y luego se fue a la casa de su madre. Comentó que en diciembre de 2009 el demandado inició expedientes de
régimen de visitas y ofrecimiento de cuota alimentaria. Se arribó a un acuerdo temporal y se estableció un régimen
de comunicación a favor del padre. Se pactó una suma de quinientos pesos de cuota alimentaria. Manifestó que en
numerosas oportunidades ha requerido al padre de D. ver el monto de la cuota y como consecuencia sólo recibió
evasivas. Manifestó que la familia L. se ha ocupado de denunciarla en cada oportunidad con mentiras. Agregó que
los horarios de visitas nunca dejaron de cumplirse. La pretensión de aumento de cuota se funda en que la suma
pactada se ha tornado desactualizada e insuficiente. Dijo que D. sufre una discapacidad motriz, con motivo de una
hemiparesia derecha consecuencia de una lesión en el cerebro. D. se encuentra en tratamiento y control médico,
con sesiones en Estimulación temprana, kinesiología, terapista ocupacional, neurólogo, etc. Dijo que su padre
afronta el gasto de la mutual, pero debe hacerse cargo de gastos de traslado, diferencias de medicamentos y toda
erogación descubierta por la mutual.
Manifestó que E. R. L. dijo en todas las audiencias que no tiene sueldo fijo, que es disc jockey y realiza
changas esporádicas. Relató que el padre de D. justifica el cumplimiento de su obligación abonando una
insignificante suma, pero por otro lado lleva una vida muy cómoda y holgada. Es por lo que esta parte pretende el
aumento de la cuota alimentaria y que sea soportada por el abuelo paterno quien cuenta con ingresos más que
suficientes en razón de desempeñarse como contador del Nuevo Banco de Santa Fe. Dijo que tiene dieciocho
años, no puede acceder a un trabajo y se tiene que ocupar de atender las necesidades de su hijo. Manifestó que
recibe ayuda de su familia. Solicitó aumento de la cuota alimentaria. Ofreció prueba.
En hoja 55/59 obra contestación de demanda. Respecto al abuelo R. D. E. L., la demanda es impertinente
atento el carácter subsidiario de la acción y además porque el abuelo jamás participó de la cuota del niño. Opuso
excepción de falta de acción. Argumentó que la carga alimentaria de los abuelos es subsidiaria y que la misma
exige la demostración de la insuficiencia o no contribución del progenitor. Manifestó que no se incumplió con la
cuota fijada.
Respecto del padre, dijo que un día la actora decidió irse a la casa materna en un arrebato llevándose al niño.
No es cierto que el progenitor se desentendiera del estado de salud de este y de sus necesidades. Dijo que el
demandado nunca incumplió, no solamente cumplió con la cuota sino también con la obra social, medicamentos y
consultas.
Dijo que todo gasto de que da cuenta la actora, controles médicos, sesiones de estimulación temprana,
kinesiología etc., son soportados por la obra social y el progenitor; incluso los traslados a San Nicolás. Dijo que R.
E. L. trabajaba en la heladería Grido en forma temporal. Ofreció prueba.
En hoja 74/80 contestó el traslado la parte actora. Manifestó que resulta evidente la existencia de elementos
que configuran una legitimación pasiva en cabeza del abuelo, fundada en el vínculo parental, la condición
económica del padre del niño y el estado de salud del alimentado, las limitadas condiciones económicas de la
actora y la solidaridad familiar. Sostuvo que de resultar infructuoso los intentos de la actora respecto del
progenitor baste eso solo para que la obligación recaiga en los abuelos. Agregó que la ley no exige para la
procedencia de la pretensión contra el abuelo un juicio contra los progenitores en el que haya quedado
formalmente establecida la absoluta o relativa falta de recursos. Dijo que cuando el caudal económico de los
padres no alcance para satisfacer las necesidades se debe seguir el orden de los obligados para exigir la fijación de
una cuota alimentaria. Manifestó que son los abuelos quienes ante la imposibilidad del propio progenitor de
afrontar una cuota alimentaria adecuada deberá afrontar una cuota que garantice el desarrollo íntegro de su
personalidad intelectual y espiritual. Por otra parte, destacó la negativa sostenida por la demandada respecto a la
existencia de una incapacidad del niño lo que se contradice con lo acreditado fehacientemente. Que esta situación
lo coloca aún más en estado de indefensión debiendo procurarse el amparo de sus derechos. La acción de aumento
de cuota pretende alcanzar una cuota alimentaria que permita satisfacer debidamente las necesidades de D.
Solicitó se rechace la excepción interpuesta.
En hoja 89 la actora manifestó que se arribó a un acuerdo en cuanto a la cuota fijándosela en $900.- pesos y
además régimen de visitas.
En hoja 99 el demandado denunció incumplimiento del régimen de comunicación dispuesto. En hoja 109/113
la actora contestó el traslado respecto del incumplimiento. Manifestó que se logró un acuerdo respecto de la cuota
alimentaria y régimen de comunicación. Dijo que notó que el niño retornaba a su hogar con alteraciones en su
carácter. Manifestó que nunca se desentendió del derecho de comunicación de su hijo solo que propuso un
régimen de acuerdo con las recomendaciones de la psicóloga tratante del niño.
En hoja 145 obra acta de audiencia en la que las partes acordaron un régimen de comunicación y una cuota
alimentaria por $1200. Asimismo, el progenitor se comprometió a abonar la cobertura médica del niño.
En hoja 157 obra certificado de discapacidad.
En hoja 160/164 obra informe del Equipo de apoyo a la integración escolar. En hoja 165 obra informe de
terapia ocupacional y En hoja 166 informe de la fonoaudióloga. En hoja 167 obra informe psicopedagógico y En
hoja 168/169 informe kinésico.
En hoja 170/174 obra informe de la instructora de natación.
En hoja 180/183 la actora manifestó que el demandado abona una cuota de tres mil pesos. Argumentó que
dicha suma es insuficiente debido a los cambios en la economía, además D. concurre dos veces por semana a
terapia, fonoaudiología y psicopedagogía, también a kinesiología y natación. Solicitó una audiencia a fin de
aumentar la cuota alimentaria.
En hoja 205 obra acta de audiencia en la que las partes no llegaron a ningún acuerdo.
En hoja 227/228 se presentó el demandado y ofreció una cuota de $5.300 más la mutual.
En hoja 232 la actora solicitó se fije una cuota alimentaria. En hoja 233/235 mediante auto N° 2227, de fecha
28 de diciembre de 2017, se fijó una cuota alimentaria provisoria a cargo del padre la suma de $5.500 y a cargo del
abuelo paterno la suma de $2.500.
En hoja 243 se proveyó la prueba ofrecida.
En hoja 252/254 se acordó una cuota alimentaria equivalente a $8.000 con una actualización pactándose una
cuota de $11.200.- a partir de diciembre de 2018. Además, pagará la obra social. Asimismo, se fijó un régimen de
comunicación.
En hoja 260/261 la Asesora de menores propició la homologación del acuerdo.
En hoja 298/301 la actora solicitó que los demandados provean al niño una vivienda adecuada o aumenten la
cuota.
En hoja 303 la actora manifestó que no tiene interés en la homologación de lo acordado oportunamente.
En hoja 304 se dispuso por planteado incidente de aumento de cuota, y que por su naturaleza sea resuelto
previa a la homologación. Se citó a los demandados a contestar la demanda.
En hoja 317/320 contestaron demanda. Manifestaron que han cumplido en forma puntual y estricta con todas
las obligaciones pactadas a su cargo. El monto de la cuota registró dos aumentos: el cuarenta por ciento en
diciembre de 2018 y el cincuenta en diciembre de 2019 y alcanza el monto de $16.700, además del pago de la obra
social. Agregó que el demandado percibe $41.067 pesos mensuales como dependiente de Az Admin de Archios
SA, monto con el que debe afrontar no sólo la manutención de D. sino la de sus otros hijos uno de 5 y otro de 9
años. Además, carece de vivienda propia por lo cual alquila, además gastos de transporte para ir al trabajo.
Solicitó la citación del abuelo materno. Agregó que no se opone a que la actora se mude con D. y entiende que los
ingresos que le asegura en forma mensual sumado a sus propios recursos resultan suficientes para abonar un
alquiler. Se opone a a modificación de la cuota alimentaria por entender que no existen extremos que justifiquen
su aumento. En hoja 321 se citó al Sr. A. V. F., abuelo materno de D.
En hoja 334 se proveyó la prueba.
En hoja 343 obra informe de la Auxiliar social. Informó que la madre del niño resuelve con la colaboración de
sus familiares la cuestión habitacional, su atención y cuidado. El aporte económico que realiza el padre si bien es
importante no alcanza a cubrir sus requerimientos actuales, si se considera el nivel de gastos fijos derivados de las
satisfacciones de sus necesidades de salud. Con un aumento de la cuota la Sra. F. podría volver a alquilar por su
cuenta o refaccionar la habitación de D. Se debería evaluar la posibilidad de que el Sr. L. se ocupara del traslado
de su hijo a los distintos consultorios.
En hoja 353 obra acta de audiencia testimonial a la que compareció G. A. A. Manifestó que es la madre de la
actora. Vive con su hija y su nieto D. Agregó que C. es maestra especial, hace suplencias, aproximadamente
percibe unos treinta mil pesos por mes. Dijo que ella no trabaja ni percibe jubilación ni pensión. Agregó que antes
que C. tenga el nene trabajaba de niñera. Manifestó que A. F. es su ex pareja, colaboró hasta los 15 años de sus
hijos. Dijo que la casa donde viven con C. era el hogar conyugal. Manifestó que nunca contrató niñera porque D.
no puede quedarse con cualquier persona. Dijo que cuando su hija trabaja se encarga ella, su pareja o los tíos de
llevar a D. a sus terapias. Relató que cuando va a la escuela lo lleva y trae ella, a la mañana asiste a las terapias.
Aseguró que hace bastante que no ve a su padre y abuelos paternos. Dijo que C. habla cuestiones de D. con la
abuela paterna. Agregó que su hija no tiene problemas que vaya con su padre. Manifestó que el tratamiento con el
dentista se pagó a parte.
En hoja 356/358 obra contestación de oficio de la Mutual Acindar.
En hoja 359/360 obra contestación de oficio de la inmobiliaria Fiorentino.
En hoja 361/364 obran recibos de sueldo de la actora.
En hoja 371/372 obra contestación de oficio de la inmobiliaria Llados.
En hoja 378 obra acta de audiencia de vista de causa. Acompañaron minuta de vista de causa.
En hoja 388/390 contestó vista la Asesora de Menores. Destacó que la necesidad de cuota alimentaria no
requiere comprobación y la necesidad se exacerba ante la discapacidad del niño. Manifestó que atento a que el
padre no ha abonado suma adecuadamente actualizada que comprenda una cuota integral, acorde a las
necesidades, la subsidiariedad debe ceder y efectivizarse la obligación alimentaria del abuelo. Por otro lado, dijo
que la existencia de otros abuelos no elimina la responsabilidad. Propició fijar una cuota alimentaria a favor de D.
que brinde tutela efectiva al derecho alimentario.
En hoja 391 pase a fallo.
En hoja 395 obra acta de audiencia a la que concurrieron las partes. No se llegó a ningún acuerdo.
En hoja 397 pase a fallo.
1. Vínculos
Con el acta de nacimiento de fs. 2 (Acta N° 610, Tomo II, año 2009, extendida por el Registro Civil de la
ciudad de San Nicolás, Prov. Buenos Aires), se acreditó el nacimiento de D. L. L., hecho ocurrido el 07 de abril de
2009.
Los progenitores son titulares de la responsabilidad parental respecto del adolescente y, además,
representantes legales y necesarios del hijo (art. 101, inc. b, Cód. Civil), por lo que tienen legitimación
activa-pasiva en los presentes.
Atento lo dispuesto por los arts. 661, inc. a) y 677 Cód. Civ. y Com. de la Nación, la progenitora tiene
legitimación para iniciar el presente.
2. Titular del crédito alimentario.
D. tiene 13 años; por lo tanto, es persona menor de edad y acreedor alimentario en los términos del art. 658
Cód. Civ. y Com. de la Nación.
3. Pretensión.
3.1. En principio, C. promovió aumento de cuota alimentaria a favor de su hijo D. (hojas 4/11). La pretensión
se dirigió contra del padre del niño —R. E. L.— y su abuelo, R. D. L.
Más tarde, informó que arribó a un acuerdo en cuanto a la cuota en $900.- pesos y, además, se pactó régimen
de visitas. En hoja 99 el demandado denunció incumplimiento del régimen de comunicación dispuesto.
Más adelante, en una audiencia, se pactó (fs. 145) un régimen de comunicación y una cuota alimentaria por
$1.200.
Luego el demandado ofreció una cuota de $5.300.- más el pago de la mutual (fs. 227/228).
El 28 de diciembre de 2017 (fs. 233/235), mediante auto N° 2227, se fijó una cuota alimentaria provisoria a
cargo del padre la suma de $5.500.- y a cargo del abuelo paterno la suma de $2.500.
En hoja 252/254 se acordó una cuota alimentaria equivalente a $8.000.- con una actualización. A partir de
diciembre 2018, la cuota sería de $11.200.- (siempre más el pago de la Mutual Acindar). Asimismo, se fijó un
nuevo régimen de comunicación entre D. y su progenitor.
La Asesora de menores propició la homologación del acuerdo (fs. 260/261), lo que no ocurrió.
C. solicitó, poco después, que los demandados provean al niño una vivienda adecuada o aumenten la cuota (fs.
298/301).
Por fin, en hoja 303, C. manifestó que no tiene interés en la homologación de lo acordado oportunamente.
3.2. C. manifestó que el 15 de noviembre de 2018 arribó a un acuerdo respecto de los alimentos y en la
actualidad asciende a la suma de $16.700.- con una actualización anual aplicable en el mes de diciembre de cada
año. Pretendió un aumento de la cuota o en su lugar que se provea al joven de una vivienda digna y adecuada para
vivir.
Su pretensión se funda, sintéticamente, en lo siguiente:
- La cuota alimentaria resulta insuficiente más desde que ANSeS redujo el monto por asignación por hijo con
discapacidad.
- Las patologías sufridas por D., discapacidad neuromotora, con diagnóstico de hemiparesia derecha, la que
trae asociada un trastorno en el habla. Como consecuencia realiza múltiples terapias.
- Sus ingresos son escasos, trabaja como maestra de educación especial en San Nicolás.
- Alquiló un tiempo una casa, pero no pudo sostenerlo en el tiempo, volvió a vivir en la casa de su madre. La
casa no está en buenas condiciones. Tiene humedad, goteras falta revoque, rajaduras en pared y techo.
- Los demandados tienen trabajos bien remunerados, estables y registrados en el ámbito bancario. Habitan una
casa céntrica, con amplias comodidades. Además, poseen más de un inmueble.
4. Postura de los demandados.
Alegó que siempre ha cumplido en forma puntual con las obligaciones pactadas. Manifestó que la cuota
asciende a $16.700.- pesos mensuales. Agregó que equivale a un sueldo mínimo, vital y móvil. Además de
hacerse cargo de la obra social.
Manifestó que sus ingresos son de $41.067 y además tiene otros dos hijos de 5 y 9 años.
Agregó que el futuro del abuelo paterno es incierto por encontrarse desafectado de sus tareas por el Covid,
además colabora con la crianza de otros nietos. Aseguró que tiene tres propiedades en Barracas, una desocupada
otra en comodato y otra alquilada.
Manifestó que no consta el aporte económico de la actora tampoco de la familia materna.
Afirmó que ningún gasto debe soportar la progenitora debido a la cobertura médica y tratamientos del menor
porque están cubiertas por la mutual. Se opuso al aumento de la cuota.
5. Materia para resolver
El derrotero seguido por este expediente —lleno de meandros, avances y retrocesos— me coloca en situación
de analizar si subsiste, estrictamente, materia respecto de la cual pronunciarme.
En efecto, este expediente comenzó como un incidente de aumento de cuota, luego se fijó una prestación
provisional, más tarde pactaron un convenio y solicitaron su homologación; por último, se alegó el
incumplimiento de este y se desistió de la homologación.
Entretanto, en todo este tiempo, la cuota alimentaria fue aumentando paulatinamente.
En fin, así puede resumirse esquemáticamente lo acontecido en estos años.
5.1. Tras meditarlo bastante, concluyo que sí, hay que resolver y que la decisión debe consistir en fijar una
cuota alimentaria en favor de D.
¿Por qué decidir y por qué hacerlo en ese sentido?
Por razones pragmáticas: con prescindencia del derrotero procesal —enrevesado, heterodoxo y confuso—, lo
cierto es que D. necesita que alguien cubra sus necesidades.
Su situación de extrema vulnerabilidad (por su edad y estado de salud) torna imprescindible considerar las
consecuencias devastadoras que tendría para él que no se le de cierta previsibilidad en materia alimentaria.
Claro que, entre las razones para decidir el modo lo haré, está en el necesario —y obligatorio— análisis con
perspectiva de género y la protección de D. en tanto sujeto hípervulnerable (por acumular capas de vulnerabilidad:
persona menor de edad, pobre y con discapacidad).
5.2. Por lo demás, como dice Pedraza, “...el Magistrado debe tener conciencia social y visión prospectiva de
sus decisiones...” por lo que “...si no se posiciona en la atalaya del buen mirar y no dimensiona los efectos,
resultados o secuelas de su pronunciamiento en el caso concreto ni el impacto de su fallo en otras resoluciones,
incurre en una interpretación descalificable por imprevisora”.
En este sentido, la Corte Nacional sostiene pacíficamente que “es necesario buscar en todo tiempo una
interpretación valiosa de los que las normas, jurídicamente, han querido mandar, de suerte que la admisión de
soluciones notoriamente injustas cuando es posible arbitrar otras de mérito opuesto, no resulta compatible con el
fin común de la tarea legislativa y judicial. En tal sentido no debe prescindirse de las consecuencias que derivan de
cada criterio, pues ellas constituyen uno de los índices más seguros para verificar su razonabilidad y su coherencia
con el sistema en que está engarzada la norma”.
6. Hechos alegados. Prueba
Antes de ingresar en su consideración, tengamos en cuenta que en este proceso, por su materia y razón de ser,
la actividad probatoria debe estar dirigida a construir los dos pilares esenciales que sostendrán la pretensión:
cuantía de los rubros que componen las necesidades del alimentado (no su existencia que, en el caso de personas
menores, se presume) y capacidad económica o contributiva del alimentante para hacer frente a su obligación.
5.1. Informe de la Auxiliar social
Informó que D. padece de parálisis cerebral, tiene problemas motrices, dificultades a nivel escolar. Necesita
tratamientos varios: con neurólogo, fonoaudiólogo, psicopedagogo, psicólogo, kinesiólogo y terapia ocupacional.
Si bien la obra social cubre las consultas y tratamientos su madre afronta gastos de traslado además paga en forma
particular el neurólogo y especialista odonto-pediatra-neurológica de Rosario. Agregó que la madre trabaja como
maestra especial en San Nicolás con un ingreso de $33.000.- aproximadamente. Las consultas que no cubre la
mutual suman $1.900.-, en tanto que el gasto en el traslado es de $10.400.- por mes.
En cuanto a la casa informó que es de material, pero asentada en barro por lo que tiene humedad en muros y
techos, tiene inhabitables algunos ambientes. Acompañó fotografías del estado de la casa. Concluyó que la madre
ese quien resuelve la cuestión habitacional y atención y cuidado del niño. El aporte paterno es importante pero no
alcanza a cubrir los requerimientos actuales y la necesidad de garantizar un lugar óptimo para vivir. Con el
aumento de la cuota la Sra. F. podría volver a alquilar por su cuenta. Propició que L. comenzara a ocuparse del
traslado a los distintos consultorios.
5.2. Testimonial
Compareció la Sra. G. A. A. Manifestó que es la madre de la actora. Afirmó que vive con su hija y con D. Dijo
que su hija es maestra y percibe aproximadamente treinta mil pesos por mes. Ella no trabaja. Agregó que no es
pensionada ni jubilada. Afirmó que sólo puede colaborar cuidando a D. Dijo que cuando la madre trabaja se
encarga ella su pareja o los tíos de llevarlo a las terapias. Aseguró que los abuelos paternos y el padre de D. no lo
ven hace como un año. No lo llaman ni lo van a buscar.
5.3. Informativa
5.3.1. La Mutual Acindar presentó un historial de las atenciones médicas de D. Aseguró que realiza
tratamiento psicopedagógico, kinesiológico, fonoaudiológico, además con un terapista ocupacional y psicólogo.
A ello se suma las atenciones por su pediatra y diferentes intervenciones.
5.3.2. La inmobiliaria Fiorentino informó en marzo de 2021 el canon locativo de una casa en el radio centro
entre $15.000.- y $16.000.-, mientras que una vivienda en zona barrial oscila entre $12.000.- y $14.000.
La inmobiliaria Llados informó el valor del canon locativo de una casa en zona centro de $21.000.-, en zonas
barriales entre $11.000.- y $14.000.-, de dos dormitorios en zona centro de $28.000.- y zona barrial $15.000.
5.3.3. Se acompañaron recibos de suelto de la Sra. F., el último de febrero de 2021 es de $39.193,77.
5.4. Sin perjuicio de las deficiencias probatorias de la parte la actora respecto del aumento de la cuantía de los
rubros alimentarios reclamados, base de la petición de aumento de cuota, tengo en cuenta el principio de
flexibilidad de la prueba en materia de procesos de familia que surge del art. 710 Cód. Civ. y Com. de la Nación.
Devis Echandía, luego de definir el indicio como “cualquier hecho conocido (o circunstancia de hecho
conocida) de la cual se infiere, por sí solo o juntamente con otros, la existencia o inexistencia de otro hecho
desconocido, mediante una operación lógica basada en normas generales de la experiencia o en principios
científicos o técnicos especiales”, dice que tiene gran importancia para suplir la falta de pruebas históricas del
hecho investigado y de su verificación por el examen personal y directo del juez, al que le basta aplicar a los
hechos indiciarios probados ciertas máximas comunes o de la experiencia humana para obtener, con ayuda de la
lógica, su conclusión acerca de si de aquéllos se induce o deduce el hecho por verificar. Kielmanovich sostiene
que “(l)a precisión que se exige para que las presunciones constituyan prueba, ha de tener por sustento hechos
reales y comprobados de los que pueda inferirse, sin hesitación, la existencia de otros actos o hechos que resulten
una consecuencia lógica de los primeros”. Esa presunción judicial (simple u hominis) es el juicio lógico que el
juez extrae de los hechos probados. Según el autor ya citado, pero en otra obra, la prueba indiciaria no
necesariamente exige una pluralidad de indicios graves, precisos y concordantes que formen convicción, sino que
puede existir un solo indicio del cual pueda ser argüido el hecho relevante para el juicio, pues en un sistema de la
“sana crítica” su eficacia dependerá, antes que de su número, del sentido común del magistrado. Para razonar del
modo expuesto, tengo también en consideración muy particular, la necesidad de protección de dos sujetos
vulnerables y el principio de tutela judicial efectiva a una persona en grave situación de vulnerabilidad (art. 706
Cód. Civ. y Com. de la Nación). En este sentido, sostiene Berizonce (al referirse a los principios generales
aplicables al proceso de familia y, por analogía, a los conflictos sobre “derechos sensibles”) que (a)lgunos de los
denominados principios generales por el legislador, constituyen en realidad verdaderos y propios derechos
fundamentales estatuidos en la Constitución Nacional y los tratados, como el de tutela judicial efectiva o el del
acceso a la justicia para las personas vulnerables; y concluye “(s)emejante batería variopinta derechos
fundamentales, principios generales sustantivos y procesales, técnicas y reglas procesales, técnicas orgánico
funcionales, con sus derivados constituyen contenidos de protección mínima, aunque superiores y vinculantes
para los legisladores locales...”.
5.5. La cuantía de los rubros no está acreditada con precisión.
Sin embargo, la falta de prueba del monto que insume el hijo en cada rubro alimentario no me exime del deber
de resolver con razonable fundamento (art. 95, Const. Prov. y art. 3 Cód. Civ. y Com. de la Nación).
Conforme dispone el art. 646, inc. b) Cód. Civ. y Com. de la Nación es menester considerar las necesidades
específicas del hijo conforme sus características psicofísicas, aptitudes y desarrollo madurativo.
También tendré en cuenta, a fin de cuantificar la obligación, que según informa el Instituto Nacional de
Estadística y Censos (en adelante, INDEC) en su página web www.indec.gob.ar, para julio de 2022, la canasta
básica total (CBT) por persona —que marca la Línea de Pobreza— fue fijada en la suma de $36.018,63.- y toma
en cuenta los requerimientos normativos kilocalóricos y proteicos imprescindibles para que un varón adulto entre
30 y 60 años, de actividad moderada, cubra durante un mes esas necesidades. Un adolescente de 13 años equivale
al 0,90. A ello es menester sumar los otros rubros que integran la prestación alimentaria, conforme el art. 659 Cód.
Civ. y Com. de la Nación.
5.6. Tratándose de alimentos para personas menores de edad —y para los mayores hasta 21 años atento a la
actual redacción del art. 658, 2° párrafo del Cód. Civ. y Com. de la Nación—, no se requiere prueba de la
necesidad de los mismos ni de la imposibilidad de sustentarse por sus propios medios.
6. Especial situación de vulnerabilidad de D.
6.1. No es hecho controvertido que D. tiene problemas de salud.
En hoja 161 acompañó informe la acompañante Ivana Soledad Salina. Informó que D. tiene diagnóstico de
hemiparesia. Se refiere a la disminución de la fuerza motora o parálisis parcial que afecta un brazo y una pierna
del mismo lado del cuerpo. Es la consecuencia de una lesión cerebral, normalmente producida por una falta de
oxígeno en el cerebro. La licenciada Silvana Romo Cuesta informó que además presenta un retardo en la emisión
del lenguaje,
Asimismo, presentó informe su terapista, psicopedagoga y kinesióloga.
Entonces, D. es un sujeto que suma dos modos de vulnerabilidad o, dicho de otra manera, es doblemente
vulnerable: por su edad y por la discapacidad.
6.2. En el caso de hijo con discapacidad resultan aplicables las Convenciones y Tratados de Derechos
Humanos referidos en el auto que fijó los alimentos provisionales (N° 1143, en hoja 15/19, a saber: 100 Reglas de
Brasilia sobre Acceso a la Justicia de las Personas en Condición de Vulnerabilidad elaboradas por la XIV Cumbre
Judicial Iberoamericana; art. 23 de la Convención Sobre los Derechos del Niño; Convención Interamericana para
la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad —aprobada en
Guatemala, sesión plenaria del 7 de junio de 1999 —aprobada en nuestro país por Ley 25.280, publicada en el BO
del 4 de agosto de 2000—; La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (Ley 26.378,
publicada en el BO del 9 de junio de 2008); el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales; la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; la Declaración Universal de
Derechos Humanos).
Ello me obliga a tomar recaudos que enfaticen la protección de su persona y sus derechos. Esa particular
situación se proyectará en consecuencias procesales directas; en concreto, la flexibilización de ciertas exigencias
probatorias es pos de privilegiar la protección de los derechos humanos de este adolescente.
7. Perspectiva de género.
Debe considerarse, además, la necesidad de juzgar con perspectiva de género.
7.1. Según Alonso y Fernández Andreani, juzgar con perspectiva de género es una categoría de análisis que
implica apreciar los asuntos sometidos a juzgamiento con un criterio de interpretación basado en la igualdad, a
través de un método inclusivo y compensatorio, en consonancia con el sistema de DDHH de categorías
vulnerables debido al sexo, derivados de las convenciones y recomendaciones internacionales en ellas referidas y
que integran nuestro orden jurídico.
Se hace hincapié en la perspectiva de género como categoría del fenómeno jurídico que importa la necesaria
deconstrucción del derecho y la consecuente deconstrucción del modelo patriarcal de justicia.
La Suprema Corte de la Provincia de Buenos Aires resolvió “El mandato de la igualdad requiere
eventualmente de quienes imparten justicia, un ejercicio de deconstrucción de la forma en que se ha interpretado y
aplicado el derecho. El juzgamiento de los casos atendiendo al paradigma de la perspectiva de género, constituye
un tópico que viene desarrollándose con cada vez más intensidad en el seno del sistema interamericano, cuyos
criterios constituyen una fuente importante para los países adheridos a dicho modelo supranacional “.
Para Caramelo Díaz “El Poder Judicial puede eliminar, morigerar o amplificar las desigualdades de género y
así poner en acto las exigencias constitucionales y convencionales, pero no siempre lo hace. A menudo, por falta
de información o por sesgo ideológico, los jueces soslayan la existencia de perspectiva de género en los casos en
los que intervienen. La matriz patriarcal del sistema, en la inercia de aplicación de sus coordenadas, puede colocar
a las mujeres en situación de desventaja, naturalizando jurídicamente una vulnerabilidad que, en el ámbito
judicial, debiera ser no solo neutralizada sino revertida”.
Según sostiene Herrán, la perspectiva de género debe ser aplicada aun cuando las partes involucradas en un
caso no la hayan contemplado en sus alegaciones en el curso del proceso.
Lo que determina si en un caso o proceso se debe o no aplicar la perspectiva de género, es la existencia de
situaciones asimétricas de poder o bien de contextos de desigualdad estructural basados en el sexo, el género o las
preferencias/ orientaciones sexuales de las personas.
El método o Guía para juzgar con perspectiva de género que establece Belém do Pará divide las obligaciones
de la judicatura en previas, implícitas y adicionales.
Las previas son de carácter general e impactan en el caso, pero no son parte de él. Consisten en identificar
situaciones de poder y el contexto de desigualdad estructural, así como la violencia que produce un desequilibrio
entre las partes. Eso obliga al juez a actuar con cuidado en detectar las variables de vulnerabilidad que pueden
afectar a las personas involucradas a fin de detectar quienes son más proclives a la discriminación. Se procura
detectar: a) si alguna de las personas involucradas pertenece a una categoría sospechosa de vulnerabilidad o si
existe confluencia de dos o más categorías; b) si la situación de vulnerabilidad de las personas involucradas está
agravada por contextos socioculturales desfavorables e identificar el vínculo entre dicho contexto y la categoría de
género. Todo, a fin de determinar cómo impacta en el caso el contexto en la vulneración de los DD.HH.; c)
asimetrías producidas por las diferentes posiciones de poder y consecuente generación de violencias (deber de
diligencia reforzado).
En cambio, las implícitas son específicas y forman parte del caso. Se relacionan con los hechos, las pruebas
que acreditan esos hechos y el Derecho. Esto que, en cumplimiento de esta premisa fáctica, la judicatura deberá
desechar cualquier estereotipo o prejuicio de género a fin de visibilizar las situaciones de desventaja entre las
partes.
Por último, las adicionales, se relacionan con el uso del lenguaje inclusivo.
Tiene influjo decisivo en el análisis de las pruebas, corresponde invertir la carga y considerar que la víctima de
un acto discriminatorio o de violencia tiene una presunción a su favor.
La Cámara de Apelaciones Civil y Comercial de Rosario —sala I— destacó que “la perspectiva de género
adquiere relevancia cuando se trata de personas en especial situación de vulnerabilidad...”.
También será necesario contrastar situacionalmente los roles (cambiarlos) para advertir cómo incidiría la
norma aplicable al género hegemónico. Es necesario reinterpretar la norma discriminatoria con perspectiva de
género y compensar desigualdades en caso necesario.
Así, por ejemplo, en este caso presenta una arista que nos permite utilizarla como ejemplo para analizar el
cambio de roles: el Sr. R. E. alegó que formó una familia y tiene otros hijos que mantener. Sin perjuicio de lo que
diré en el párrafo siguiente, quiero dejar claro que fue decisión de L. asumir nuevas obligaciones alimentarias;
ante ello, deberá redoblar sus esfuerzos para cumplir sus deberes con todos sus hijos. No se trata de poner en crisis
el ejercicio de derechos personalísimos (a la libertad sexual o a la elección del proyecto de vida) sino de asumir
con responsabilidad las consecuencias de dicho ejercicio; en efecto, una persona puede tener los hijos que quiera o
pueda, pero en ese caso, debe prever cómo asumirá las obligaciones que impone la paternidad múltiple y no
pretender luego hacer cargar a los hijos con las dificultades económicas que le irroga tal situación autogestionada.
Dicho lo que antecede, pongo de manifiesto que C. no armó una nueva familia. Es posible que tenga alguna
pareja, pero no tuvo otros hijos. Puede que ello responda a una decisión personalísima de ella o a cualquier otra no
imputable a L. Pero no puedo omitir considerar la posibilidad que vea sumamente afectada su chance de
desarrollar una vida de relación plena por razón del tiempo que debe dedicar al cuidado de su hijo con
discapacidad.
7.2. En este punto, aparece la importancia de aplicar la teoría de las “categorías sospechosas de
vulnerabilidad”.
En este sentido, afirma Medina que, al juzgar con perspectiva de género en los casos en que se resuelve sobre
la discriminación contra la mujer o casos de violencia, se debe invertir la carga de la argumentación y es el
demandado el que tiene que probar que la diferencia de trato se encuentra justificada por ser el medio menos
restrictivo para cumplir con un fin legítimo”, porque “el fundamento de la doctrina de las categorías sospechosas
es revertir situación de vulnerabilidad en la que se encuentran los miembros de ciertos grupos socialmente
desaventajados, como consecuencia del tratamiento hostil que históricamente han recibido y de los prejuicios o
estereotipos discriminatorios a los que se los asocia aún en la actualidad”.
En varios precedentes, la Corte Nacional sostuvo que, para definir si la diferencia normativa persigue fines
legítimos, relevantes e imperiosos y si dicha diferencia es un medio adecuado y menos restrictivo para alcanzar
aquellos fines, deberá efectuarse un “escrutinio estricto”, mediante el cual la norma o práctica impugnada se
presume inconstitucional y es el demandado el que deberá probar que aquélla persigue un fin legítimo, relevante e
imperioso, así como que el medio elegido es idóneo e imprescindible y constituye la alternativa menos lesiva para
los derechos de los afectados.
7.3. Es imprescindible considerar lo expresado en el preámbulo de la Convención Sobre la Eliminación de
todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW, por su sigla en idioma inglés), cuando dice que
“para lograr la plena igualdad entre el hombre y la mujer es necesario modificar el papel tradicional tanto del
hombre como de la mujer en la sociedad y en la familia”. Por eso el art. 16 dispone que los Estados Partes deben
adoptar las medidas adecuadas para eliminar la discriminación contra la mujer en todos los asuntos relacionados
con el matrimonio y las relaciones familiares; deberán asegurar, en condiciones de igualdad entre hombres y
mujeres..., “inc. d. Los mismos derechos y responsabilidades como progenitores, cualquiera sea su estado civil, en
materias relacionadas con sus hijos; en todos los casos, los intereses de los hijos serán la consideración
primordial.”.
De por sí, el incumplimiento alimentario en sus distintas variables (total, parcial, tardío, etc.) constituye un
modo particularmente insidioso de violencia de género en la familia, pues ocasiona un deterioro de la situación
socio económica de la mujer que repercute negativamente al limitar los recursos destinados a satisfacer las
necesidades que deben cubrirse y la priva de los medios imprescindibles para afrontar la vida con dignidad.
Además, contribuye a perpetuar el sometimiento de la mujer porque, la omisión o retaceo de la prestación
alimentaria genera un particular estado de angustia a la vez que implica una sobrecarga para ella en tanto se verá
empobrecida y desfavorecida en su bienestar general. En este sentido, Medina dice “La violencia económica
—entendida como la serie de mecanismos de control y vigilancia sobre el comportamiento de las mujeres con
relación al uso y distribución del dinero, junto con la amenaza constante de no proveer recursos económicos— es
una de las formas más tremendas de violencia, que muestra las relaciones de poder que se establecen entre mujeres
y hombres, quedando en manos de estos últimos una autoridad y un poder acompañado de la sumisión y/o
subordinación de las mujeres”.
También se debe destacar con énfasis que las tareas de cuidado personal del niño asumidas por su progenitora
y la madre de ella tienen un insoslayable valor económico. Así lo dispone expresamente el art. 660 Cód. Civ. y
Com. de la Nación.
Tan es así que el cuidado hecho de manera intrafamiliar implica que no sea necesario recurrir al trabajo
remunerado de terceras personas.
7.4. Que la Sra. F., con ayuda de su madre, cuiden al hijo personalmente de manera tal de evitar el pago a
terceros, no implica que la tarea por ellas realizada carezca de valor económico; por el contrario, lo confirma.
En jurisprudencia se ha dicho “Aunque la obligación de prestar alimentos a los hijos pesa sobre ambos
progenitores, se interpreta que ella recae en mayor medida sobre el padre, en tanto que la madre, si ejerce la
tenencia, compensa con el mayor cuidado que a sus hijos brinda”.
Así lo reconoce y establece expresamente el art. 660 del Nuevo Cód. Civ. y Com. de la Nación. En referencia
a este tema, Highton de Nolasco sostiene “El trabajo no remunerado es esencial para que cada día se reproduzca la
fuerza de trabajo, sin la cual el sistema no puede subsistir. Es decir, el funcionamiento económico se recuesta en la
existencia de ese trabajo, que como muestran múltiples encuestas, está muy mal distribuido entre varones y
mujeres. Esta situación, además de ser injusta, implica una serie de desventajas a la hora de la participación
económica de las mujeres, y explica la persistencia de la desigualdad económica del género. Se lo llama
técnicamente trabajo de reproducción. La reproducción humana ha sido y es realizada por la mujer, lo que permite
la supervivencia de individuos y sociedades [...] También se utiliza el término trabajo de la reproducción en lugar
de trabajo doméstico, por considerarse que la denominación tiene un alcance mayor al atribuido habitualmente a
este último tipo de tareas. Así, puede afirmarse que el escenario de la actividad de reproducción es el hogar y la
familia, por lo cual también se lo llama trabajo de cuidado”.
Al respecto, dice Pellegrini: “El art. 660 Cód. Civ. y Com. de la Nación también incorpora una novedad
sumamente importante: la visibilización legal del contenido económico de las tareas de cuidado personal.
Efectivamente, dar cabal cumplimiento a las funciones de atención, supervisión, desarrollo y dirección de la vida
cotidiana en los hijos implica un esfuerzo físico y mental imprescindible, y tal vez deseado. Pero objetivamente
insume una cantidad de tiempo real que se traduce en valor económico, ya que el tiempo, en una sociedad
compleja como la contemporánea, es una de las variables de mayor, sino exclusivo, contenido económico”.
En un precedente reciente se sostuvo que “la medida de la contribución paterna deber ser superior, en la
medida que la cohabitación principal es con la madre, quien cumple con su obligación a través del cuidado y
atención personal, en tanto que los aportes económicos que la progenitora pudiera efectuar no deben redundar en
alivio de la obligación del padre, sino en beneficio del alimentado.
7.5. Respecto de esta cuestión, es harto interesante referir aquí los Resultados preliminares de la Encuesta
Nacional de Uso del Tiempo 2021 elaborada por el INDEC, publicados en abril de este año.
Cuando analiza las “Tasas de participación por demandantes de cuidado en el hogar” (p. 16), indica lo
siguiente: La participación en el trabajo en la ocupación y en el trabajo no remunerado varía en función de la
presencia de personas que demandan cuidado en el hogar.
Define a las “personas demandantes de cuidado” como “...aquellas que necesitan cuidado o ayuda para
realizar las actividades básicas de la vida diaria”. Se incluyen en este grupo a todas las personas de hasta 13 años
y aquellos demandantes de cuidado de 14 años y más.
En relación con el trabajo en la ocupación, se observa una mayor participación en los hogares sin demandantes
de cuidado (47,0%) que en aquellos con demandantes (44,1%). Esta situación se invierte cuando se focaliza en el
trabajo no remunerado: los hogares con demandantes de cuidado registran una tasa de participación del 84,8%,
mientras que en los que no tienen demandantes baja al 81,9%.
Cuando se desagrega por sexo, se observa que la participación de los varones no se ve afectada por la
presencia o no de demandantes de cuidado: en el trabajo en la ocupación se mantiene en torno al 55 %, en tanto en
las actividades no remuneradas se ubica en torno al 74 %. En cambio, la situación de las mujeres se modifica
cuando hay demandantes de cuidado: la participación en la ocupación baja del 39,0% al 34,2% cuando en el hogar
hay demandantes de cuidado, y aumenta en el trabajo no remunerado para pasar del 90,0 % al 93,8 %.
Es decir, la situación de las partes de autos, por triste y lamentable que sea, entra en la estadística: estas
mujeres (C. y su madre) ven deterioradas sus posibilidades de acceder a un trabajo remunerado por su dedicación
a cuidar a D.
Al mismo tiempo, desarrollan una tarea por la que no perciben remuneración. Sin embargo, si esos trabajos de
cuidado fueran realizados por una tercera persona no unida a D. por vínculo familiar o afectivo, deberían ser
pagados.
A su vez, son ellas las que tienen presencia constante, cotidiana.
8. Citación de otro obligado
Respecto de la citación al abuelo paterno en los términos del art. 546 Cód. Civ. y Com. de la Nación, caben las
siguientes reflexiones.
Es cierto que el Sr. F. no compareció al proceso. Pero también lo es que D., con su madre, viven en una casa
que provee el abuelo materno.
Es decir, D. habita en una casa provista por su abuelo. La habitación es un rubro que integra la obligación
alimentaria. Claro que el inmueble está en condiciones deplorables para que viva cualquier ser humano.
Por lo demás, los demandados en autos —tal como dispone expresamente el artículo en el que se funda la
citación del otro ascendiente— tenían la carga de probar no solo la existencia del otro pariente en condiciones de
concurrir con ellos o desplazarlos como deudores alimentarios, sino también que ese pariente está en condición de
prestar los alimentos.
Molina de Juan sostiene lo siguiente: “En este caso, lo que debe probarse, además del grado de parentesco
—tal como lo dispone el último párrafo del art. 537 Cód. Civ. y Com. de la Nación—, es que el otro pariente está
en mejores condiciones de proporcionarlos, es decir, lo que importa es acreditar la capacidad económica de aquel
que se pretende que venga a ocupar el lugar del demandado, quien en este caso será desplazado en el
cumplimiento de la obligación”. [...] “En cambio, el demandado es quien tiene la carga de probar la existencia de
un pariente en mejores condiciones de afrontarlos “.
Ese requisito no fue acreditado de ninguna manera.
9. Particularidad de este caso en relación con el paso del tiempo
Este expediente lleva varios años de trámite, demasiados.
Diez años es mucho tiempo para un proceso judicial de estas características.
Es posible que la responsabilidad por la demora sea compartida entre las partes y el juzgado.
Sin embargo, en estos años de trámite se hizo mucho.
Lo cierto es que, en todos estos años, variaron las coordenadas que determinan la procedencia y extensión de
la prestación alimentaria.
D. tiene diez años más, su progenitor cambió de fuente de ingresos, la casa en que vive el niño con su madre
también sufrió por el paso del tiempo mientras que el proceso inflacionario de los últimos años hace estragos en
las economías familiares.
Hoy, R. E. trabaja en relación de dependencia y, a su vez, tiene una hija con otra mujer (acta de nacimiento en
hoja 218).
Por ello, tanto el monto alimentario nominal reclamado en la demanda como el fijado como estipendio
provisional carecen de todo contacto con la realidad.
Por último, debo resolver conforme la realidad fáctica actual de las partes. Hacerlo de otro modo, sin tener en
cuenta el presente, derivaría en el dictado de una resolución inútil.
En efecto, es jurisprudencia tradicional de la Corte Nacional —para sí— que sus sentencias deben ceñirse a las
circunstancias existentes al momento de ser dictadas, pues como órgano judicial tiene vedado expedirse sobre
planteos que devienen abstractos, en tanto todo pronunciamiento resultaría inoficioso al no decidir un conflicto
litigioso actual.
Por lo demás, nuestra Corte Nacional también dice “...la misión específica de los tribunales de familia queda
totalmente desvirtuada si se limitan a decidir problemas humanos mediante la aplicación de fórmulas o modelos
prefijados, desentendiéndose de las circunstancias del caso que la ley manda concretamente valorar”.
10. El derecho a los alimentos como derecho humano
El derecho alimentario es un derecho humano, con protección constitucional, directamente relacionado con el
derecho a la vida y a la dignidad de las personas.
Se trata de asegurar lo necesario para satisfacer las necesidades básicas de vivienda, alimentación, salud,
vestimenta, etc. Y, cuando se trata de personas en proceso de desarrollo de su personalidad, se agregan las
necesidades educacionales y formativas y el esparcimiento.
Por ello el crédito por alimentos es de naturaleza especial, tan especial, que obedece a una necesidad actual e
impostergable, y al acordarlo, el legislador ha querido asegurar al acreedor lo necesario para obtener el suministro
de artículos indispensables para su sostenimiento.
11. Obligación a cargo del abuelo: prestación complementaria
En cuanto a la cuestión de la obligación alimentaria de los abuelos, cabe hacer la siguiente reflexión.
En general, la doctrina y jurisprudencia han sostenido el carácter subsidiario y autónomo de la obligación a
cargo de los abuelos.
11.1. Así, Galli Fiant sostenía —en referencia al código derogado— que el deber alimentario de los abuelos es
una obligación civil de base legal con fundamento en la solidaridad familiar. Y aclara “...se trata de una obligación
subsidiaria de la que pesa sobre los progenitores, que debe actualizarse cada vez que se encuentre acreditada la
imposibilidad o la seria dificultad en obtener el cumplimiento por parte del obligado principal” [...]”Cuando se
trata de un nieto cuyos progenitores viven, la procedencia del reclamo contra los abuelos requiere de la
demostración de la incapacidad económica de aquéllos, que puede acreditarse en el mismo juicio o surgir de un
juicio alimentario promovido previamente contra el progenitor”. Bossert realizaba un análisis similar, coloca a los
abuelos entre los parientes cuya obligación alimentaria es subsidiaria y decía “...la madre que actúa en
representación del hijo menor reclamando alimentos al abuelo de éste, debe acreditar que ni ella ni el padre están
en condiciones de solventar las necesidades del menor”. Y agregaba más adelante “...habiéndose establecido la
obligación del progenitor respecto del hijo, para que su permanente incumplimiento determine la procedencia del
reclamo alimentario subsidiario, el actor deberá probar que ha hecho, si éxito, todas las gestiones a su alcance para
intentar hacer efectivo su crédito contra el progenitor, tales como la búsqueda de bienes o remuneraciones que
pudiese percibir, a efectos de su embargo”.
También la jurisprudencia se manifestó en sentido similar. A modo de ejemplo —citando solo tribunales
locales—: “Siendo el actor un menor con progenitores vivos, para que proceda el reclamo de alimentos contra los
abuelos se requiere la demostración de la incapacidad económica de aquellos y también la demostración de
haberse realizado sin éxito las gestiones para lograr la satisfacción del crédito por alimentos por el obligado en
primer término (Zeus R. 10, p. 120)”; “Al ser la obligación alimentaria de los abuelos subsidiaria (no directa o
simultánea) la madre de la menor debe justificar que el padre de ella, como obligado principal, se encuentra
ausente o incapacitado, o imposibilitado de cumplir con su deber alimentario, debiendo acreditar, además, la
insuficiencia de los propios recursos de la reclamante o bien la imposibilidad de procurárselos para poder dirigir
con éxito su reclamo contra aquéllos”.
11.2. Sin perjuicio de lo expuesto, existe otra línea argumental que propicia una mirada distinta a la expuesta
y, sin dejar de lado la idea de subsidiariedad, tiende a mitigar los efectos de su aplicación estricta, con base en los
derechos humanos del niño.
En este sentido, cabe recordar que el art. 27.2. de la Convención Sobre los Derechos del Niños (CIDN)
establece que “A los padres u otras personas encargadas del niño les incumbe la responsabilidad primordial de
proporcionar, dentro de sus posibilidades y medios económicos, las condiciones de vida que sean necesarias para
el desarrollo del niño”. Y el 27.4. agrega “Los Estados Partes tomarán todas las medidas adecuadas para asegurar
el pago de la pensión alimenticia por parte de los padres u otras personas que tengan la responsabilidad financiera
del niño...”.
Se entiende, razonablemente, que los abuelos quedan incorporados en la expresión “otras personas encargadas
del niño” o “...que tengan la responsabilidad financiera del niño...”.
Quienes sostienen esta postura consideran que la CDN desplaza la subsidiariedad establecida en el Cód. Civil
y transforma la obligación alimentaria de los abuelos en simultánea con los progenitores respecto de los nietos
menores; también postulan que el art. 367 del Cód. Civil fue derogado tácitamente por la CDN. En este caso, el
reclamo contra los abuelos puede ser interpuesto de manera directa, sin que sea necesario que el nieto menor deba
acreditar insuficiencia de recursos de los progenitores como condición para iniciar el reclamo.
El art. 2 de la ley 26.061 establece la aplicación obligatoria de la Convención sobre los Derechos del Niño y
expresamente establece que “los derechos y garantías de los sujetos de esta ley son de orden público,
irrenunciables, interdependientes, indivisibles e intransigibles” (último párrafo). La ley 12.967 adhirió a aquella
(art. 1). Entonces, los derechos de niños, niñas y adolescentes son de orden público y exceden el mero interés de
las partes.
Por otro lado, es deber ineludible del juez velar por el interés superior del niño (arts. 3 de la CDN y de la ley
26.061, 4 de la 12.967), de modo que se lo satisfaga plenamente conforme las circunstancias fácticas del caso. La
verdadera finalidad de esta intervención estatal, aún contra la voluntad paterna, es la de proteger al niño y decidir
prioritariamente conforme su mejor interés. Este interés superior “...es una pauta de actuación, de obrar, que se
impone a todos los órganos del Estado involucrados en la protección de menores...”.
Como dice Belluscio “...esta Convención no pone sólo en cabeza de ambos progenitores la responsabilidad de
proporcionar los medios para el desarrollo del niño, sino que tal obligación les incumbe a otras personas
encargadas del niño. Entre estas personas, conforme a nuestra legislación, se encuentran los abuelos tanto
paternos como maternos”.
La propia Corte Suprema de Justicia de la Nación resolvió “Debe revocarse la sentencia que rechazó la
demanda por alimentos interpuesta por la madre, en representación de sus hijos menores, contra el abuelo paterno
a raíz del incumplimiento de la obligación alimentaria por parte del progenitor, si la actora ha demostrado la
insuficiencia de medios para hacer frente a la manutención de sus hijos y la ejecución de alimentos no ha podido
llevarse a cabo porque el padre carece de trabajo fijo y de bienes a su nombre, pues, al resolver del modo indicado,
el a quo desvirtuó el derecho al sustento alimentario de los reclamantes amparado por el art. 367 del Cód. Civil,
desatendiendo las directivas sentadas por la Convención sobre los Derechos del Niño (Adla, L-D, 3693), en tanto
ha colocado a los menores en una situación de grave peligro al no poder cubrir sus necesidades más elementales.
11.3. Por fin, existe una posición intermedia, denominada de subsidiariedad atenuada o relativa.
En este caso se sostiene que, si bien la obligación alimentaria de los abuelos es de carácter subsidiario, a tenor
de lo dispuesto por la CDN, tal subsidiariedad debe estar desprovista de la exigencia de formalidades que
desnaturalicen esa obligación.
Así, durante la vigencia del Cód. Civil derogado, Solari sostenía “...sin perjuicio de la observancia del orden
de los obligados a la prestación alimentaria, debe evitarse el rigorismo formal en cuanto a las pruebas y
exigencias, para dar lugar al aspecto sustancial y primordial de la cuestión: las necesidades básicas del menor”.
Esta es la postura del nuevo Cód. Civ. y Com. de la Nación, en su art. 668, establece la necesidad de acreditar
verosímilmente las dificultades del actor para percibir alimentos del progenitor obligado. Conforme sostiene la
doctrina, la norma recepta la postura de la subsidiariedad atenuada o relativa.
Esa norma articula con el art. 537, inc. a. del mismo código, que establece que, entre parientes ascendientes y
descendientes se deben alimentos preferentemente los más próximos en grado; también, que “...en cualquiera de
los supuestos, los alimentos son debidos por los que están en mejores condiciones para proporcionarlos.
En la teoría de subsidiariedad relativa, el actor debe demostrar en el proceso, al menos verosímilmente, que el
obligado principal no cumple con el deber a su cargo.
Tengamos en cuenta que esta posición significa una flexibilización de los requisitos para demandar, es decir,
una subsidiariedad procesal, en virtud de la cual se puede demandar a ambos obligados —principal y
subsidiario— en un mismo proceso.
Pero, para la procedencia de la acción contra los abuelos, siempre hay que acreditar las dificultades para el
cobro al principal obligado. Más aún, Grosman sostiene que puede demandarse directamente al abuelo y
demostrar en este mismo proceso la imposibilidad o dificultad del progenitor —obligado principal— para que la
demanda sea acogida.
Por eso, Herrera se pregunta “¿Acaso si ambos progenitores cumplieren con el deber alimentario a su cargo en
tiempo y forma sería viable peticionar, igual, contra los abuelos? La respuesta negativa se impone...” (ob. cit., p.
445).
En este sentido, Sosa sostiene que el nieto debe probar: su calidad de nieto; sus necesidades; que le faltan
medios propios suficientes y que no tiene capacidad para procurarse ingresos suficientes; el incumplimiento total
o parcial de los padres; que los abuelos están en condiciones para proporcionarle los alimentos reclamados. A su
vez, los abuelos pueden oponerse alegando y probando los hechos contrarios a los referidos.
11.4. Aclarado el carácter de la obligación alimentaria de los abuelos, queda por referir que ella se funda en el
principio de solidaridad familiar entre parientes.
Veamos cómo se ve relajada la subsidiariedad. En general, los sostenedores de esta postura, refieren que el
alivio se traduce en que el carácter subsidiario debe estar desprovisto de la exigencia de formalidades que
desnaturalicen esa obligación o, dicho de otro modo, se flexibilizan las exigencias procesales y la valoración de
los requisitos sustanciales de procedencia.
Es decir, ya no es necesario que la actora agote las vías procesales contra el deudor alimentario (por ejemplo
que, ante el incumplimiento de una cuota establecida por sentencia, tramite la ejecución de sentencia vía apremio),
sino que, con la mera acreditación del incumplimiento y de la imposibilidad de pago por parte del alimentante,
puede habilitarse la acción contra los abuelos.
Aún un autor que sostiene que la obligación alimentaria de los abuelos es concurrente y no subsidiaria, dice
que el niño deberá alegar y probar: su calidad de nieto, sus necesidades, que le faltan bienes propios suficientes y
que no tiene capacidad para procurarse ingresos suficientes.
11.5. Dado que el progenitor cuenta con ingresos magros, otras cargas familiares y las necesidades de D. son
apremiantes, considero admisible establecer una cuota a pagar por el progenitor y otra, complementaria, a cargo
del abuelo paterno.
La referida escasez de ingresos del progenitor torna procedente obligar al abuelo, porque el art. 668 Cód. Civ.
y Com. de la Nación no dispone que los abuelos respondan cuando existe imposibilidad por parte de los
progenitores, sino solo “acreditar verosímilmente las dificultades” para percibir los alimentos del obligado
directo. Ello significa que al juez le basta algo menos que la verdad (alcanza con la verosimilitud) y algo menos
que la imposibilidad (dificultades, expresión más laxa).
Como dicen Russo y Jáuregui “si el juez advierte dificultad para percibir alimentos por parte de los obligados
principales (progenitor), se encuentra en condiciones de establecer la mesada a cargo de otros ascendientes,
garantizando el derecho de la persona menor de edad a ser alimentada y sin perjuicio, e independientemente, del
posterior planteo de una acción de reintegro o el llamamiento que se podrá hacer a otros ascendientes de mejor
grado y/o fortuna”.
Ricolfi dice que, a partir del Cód. Civ. y Com. de la Nación “...ya no se trata de probar si el progenitor
obligado puede hacerse cargo de los alimentos sino de acreditar las dificultades para hacerse de su cobro. Lo que
resulta más apropiado teniendo en consideración el tiempo que muchas veces demanda la prueba y la premura con
que deben ser atendidos los casos de alimentos en favor de menores de edad”.
Un precedente sostuvo que “la cuota alimentaria en beneficio de los hijos del padre demandado debe ser
abonada por este mismo y por el abuelo paterno en los términos del art. 668 del Cód. Civ. y Com. de la Nación,
dado que acuerdo el ofrecimiento del progenitor según su actual fortuna y capacidad, es insuficiente para paliar las
necesidades cotidianas de tres niños, quienes se encuentran bajo cuidado de su madre que se desempeña como
peluquera, sin estabilidad laboral”.
En otro, se señaló “El Cód. Civ. y Com. de la Nación adopta una postura de subsidiariedad relativa, por la que
si bien no es lo mismo ser padre que ser abuelo —en tanto la obligación alimentaria de este último ingresa a
escena ante el incumplimiento del principal obligado—, no puede retrasarse la efectiva percepción de la cuota
para las personas menores de edad en pleno desarrollo madurativo, permitiendo extender el reclamo alimentario a
los abuelos en el mismo proceso; e igual criterio se aplica de resultar insuficiente el aporte que realiza el padre
(art. 668, Cód. Civ. y Com. de la Nación)”.
Por otro lado, si la norma (art. 668) permite reclamar la totalidad de los alimentos a los ascendientes como
obligados exclusivos, mayor razón asiste en el caso, que solo se le impone una prestación parcial y
complementaria.
12. Monto de la prestación. Tiempo y demás modalidades de cumplimiento.
12.1. Entonces, teniendo en cuenta las consideraciones efectuadas, estableceré la cuota alimentaria a cargo del
progenitor demandado del veinticinco por ciento (25 %) de los haberes que perciba el alimentante como empleado
dependiente. Éste, además, deberá mantener la cobertura de salud de D., la que corre a cargo de Mutual Acindar
Salud, ya que viene siendo atendido por profesionales que integran la cartilla de prestadores de esa entidad.
A su vez, estableceré una cuota alimentaria complementaria, a cargo del abuelo demandado, la que se
determina en el 10 por ciento (10 %) de los haberes que perciba como empleado dependiente. En caso de haber
accedido al beneficio previsional por jubilación, el porcentaje se aplicará sobre el haber respectivo.
12.1.1. El cálculo del porcentaje a retener sobre los haberes de ambos señores L. se efectuará sobre la base
siguiente: deberán considerarse todas las sumas que percibe o puede percibir regularmente por su trabajo, aun
cuando el pago de determinados rubros derive de méritos particulares realizados por el demandado en su trabajo.
Quedan incluidos las bonificaciones, participación en las ganancias de la empresa, premios por productividad o
asistencia, horas extra, sueldo anual complementario y cualquier otro rubro —sea o no remunerativo— que
integre el salario. Del monto total de la remuneración bruta deberán descontarse las deducciones obligatorias
derivadas de disposiciones legales vigentes. Al monto resultante se sumarán las asignaciones familiares, si es que
las percibe el trabajador.
12.1.2. Las sumas serán retenidas por las respectivas empleadoras (o caja previsional, en su caso) y luego
serán depositadas en la cuenta abierta a nombre del Juzgado y para estos autos en el Nuevo Banco de Santa Fe,
Sucursal Villa Constitución.
12.2. Las empleadoras (o la Caja Previsional), en caso de no cumplir la orden judicial de retención de haberes,
será solidariamente responsable con el demandado por el pago de la deuda alimentaria, conforme dispone el art.
551 del Cód. Civ. y Com. de la Nación. Por ello, en el despacho a librarse deberá transcribirse esa norma.
12.3. Conforme dispone el art. 542 Cód. Civ. y Com. de la Nación, los pagos que integran la prestación se
deben efectuar en forma mensual, anticipada y sucesiva. En el caso, deberán efectuarse del día 1 al 10 de cada
mes.
12.3.1. Las sumas debidas en concepto de alimentos, por el incumplimiento en el plazo previsto en el párrafo
anterior, devengarán un interés equivalente a la tasa más alta que cobran los bancos a sus clientes según las
reglamentaciones del Banco Central (que se fijará con precisión en caso de producirse la mora), y que esté vigente
al momento de realizar el cálculo, con más el 8 % anual; en ambos casos, desde que cada suma sea debida y hasta
la fecha de su efectivo pago (conforme art. 552 Cód. Civ. y Com. de la Nación).
12.3.2. En caso de que el demandado se desvinculara de la empresa por cualquier motivo (despido, renuncia,
acuerdo de retiro voluntario, etc.) y percibiera por ello sumas de dinero en concepto de indemnización,
compensación por retiro voluntario y otra de cualquier naturaleza, la empresa deberá retener del monto a abonar,
el porcentaje indicado y depositarlo en la cuenta habilitada al efecto.
En este sentido, sostuvo Jáuregui que es deber de la magistratura, sin necesidad de petición expresa, ordenar la
retención de la suma que por despido debiera percibir el trabajador para que sea depositada en la proporción
pertinente.
13. Intereses
Entiendo que corresponde ordenarlos, flexibilizando equitativamente por aplicación del principio de iura
novit curia una rígida interpretación del de congruencia procesal en esta materia alimentaria en la que se
involucran derechos humanos esenciales.
La persona vulnerable debe ser protegida, más allá o a pesar del yerro en el que incurrió obviamente quien
asistió a su representante legal.
Por ello, considero que el juez puede modificar el encuadramiento legal de la pretensión por aplicación del
principio iura novit curia, cuando decida sobre una pretensión que, aunque no haya sido formalmente ejercitada,
estaba implícita o era consecuencia inescindible o necesaria de lo pedido o de la cuestión principal debatida en el
proceso.
La liquidación de intereses está relacionada con el objeto y la causa (cuota alimentaria) de la pretensión
principal.
Por último, es menester dejarlos establecidos como modo de persuadir a los demandados de cumplir. En caso
de incurrir en mora, saben ya que interés deberán afrontar. Ante la evidente y notoria inflación, sideralmente
incrementada en los últimos meses, el eventual incumplimiento ocasionaría una pronta desvalorización de la
cuota alimentaria.
13.1) Para el caso de incumplimiento de la obligación alimentaria establecida por la presente, corresponde
considerar, en este aspecto, el art. 552 Cód. Civ. y Com. de la Nación.
También debe tenerse en cuenta que, ante el incumplimiento, el deudor habrá hecho uso del dinero en su
propio beneficio y probablemente el acreedor alimentario deberá recurrir a préstamos para satisfacer sus
necesidades, o pagar recargos por la demora en el cumplimiento de sus obligaciones. En ambos supuestos,
eventualmente deberá recurrir al sistema financiero (bancos, tarjetas de crédito, etc.) o a créditos personales en
comercios y, en todos los casos, ha debido afrontar el pago del capital con tasas de interés activas.
Asimismo, el Cód. Civ. y Com. de la Nación resuelve una vieja discusión sobre la tasa de interés que
corresponde aplicar y fija la “equivalente a la más alta que cobran los bancos a sus clientes”, a la que se adiciona
la que el juez fije según las circunstancias del caso. Es decir que brinda una pauta objetiva, a la que suma un
elemento sujeto a la discrecionalidad judicial.
Pizarro dice que los intereses moratorios “son los que se deben en caso de mora del deudor en el cumplimiento
de su obligación. El deudor, con su incumplimiento relativo, priva ilegítimamente al acreedor de su derecho a
percibir un capital y, como consecuencia de ello, debe reparar el daño causado. Los intereses moratorios
constituyen la indemnización de dicho perjuicio y requieren para su procedencia que el incumplimiento sea
imputable al deudor, objetiva o subjetivamente”.
Por último, se devengan hasta el momento en que opera la extinción de la deuda por capital.
Respecto de este rubro, cabe consignar dos elementos esenciales:
- la tasa aplicable;
- el inicio del cómputo.
13.2) Respecto de la tasa, se fijará en una vez y media la tasa activa promedio mensual —sumada— que utiliza
el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones de descuento de documentos.
El art. 767 Cód. Civ. y Com. de la Nación dispone que, si los intereses no fueron pactados, ni surgen de las
leyes o de los usos, la tasa de interés compensatorio puede ser fijada por los jueces.
Dado que el art. 768, inc. c) Cód. Civ. y Com. de la Nación, dispone que, a falta de acuerdo de partes y de
disposición legal aplicable, el juez puede fijar las tasas que surjan de las reglamentaciones del Banco Central, se
entiende que tiene libertad para determinar la tasa de interés entre cualquiera de las que fije el BCRA (porque esa
entidad carece de atribuciones para compeler a los tribunales a aplicar determinadas tasas de interés).
Por otro lado, el art. 771, refiere a las facultades judiciales para morigerar intereses y establece, como una de
las pautas a considerar, al “costo medio del dinero para deudores”. Sostiene Viale Lescano que “...la tasa que
resultaría liquidable en los procesos en trámite a partir de la entrada en vigencia del Cód. Civ. y Com. de la Nación
sería la tasa activa, en cuanto refleja el costo medio del dinero para los deudores”.
La jurisprudencia sostiene “Así se juzga en el entendimiento que, en cuanto el art. 771 del Cód. Civ. y Com.
remite al “costo medio del dinero”, la ley no ha exigido que se efectúe un promedio entre las tasas que cobran
todos los bancos y entidades financieras del lugar donde se contrajo la obligación, puesto que esa cuenta sería
impracticable”.
13.2.1. Por tratarse de una obligación que se liquidará judicialmente, se procederá conforme dispone el art.
770, inc. a) Cód. Civ. y Com. de la Nación; es decir, ante la falta de pago del deudor, cada seis meses se
acumularán intereses al capital.
La Corte Suprema de Justicia de la Provincia sostuvo “...tal como se señaló en el precedente “Olivera”, en el
artículo 770 del Cód. Civ. y Com. de la Nación, “el legislador fija un límite temporal de seis meses para las
convenciones particulares que dispongan la capitalización anticipada de intereses con la finalidad de evitar
situaciones abusivas. Por tanto, no sería razonable que el Juzgador dispusiera un término inferior al mínimo fijado
en el inciso a), el que fue establecido con la clara intención de evitar la usura o el enriquecimiento indebido del
acreedor”.
13.3) Respecto del inicio del cómputo de los intereses aplicables a las cuotas alimentarias devengadas, en caso
de mora en el pago:
13.3.1. el cómputo iniciará desde la fecha en que se adeude cada mesada.
Dado que la obligación es de dar una suma de dinero, se aplicará la tasa de interés indicada (una vez y media la
tasa activa promedio mensual —sumada— que utiliza el Banco de la Nación Argentina para sus operaciones de
descuento de documentos), a la que se adicionará la tasa pura fijada en la sentencia (8 % anual).
En cualquier caso, si hubo pagos parciales, los intereses deberán calcularse sobre el remanente que resulte de
descontar los montos pagados, pues estos no pueden incluirse en el cálculo porque esas sumas fueron pagadas en
tiempo propio.
14. Costas.
Atento el resultado del presente las costas se imponen a ambos demandados, el Sr. R. E. L. y su progenitor, Sr.
R. L., atento el principio de la derrota (art. 251, Cód. Proc. Civ. y Comercial).
Sin embargo, atento a que no se trata de obligaciones solidarias, sino simplemente mancomunadas y tienen
distinta naturaleza jurídica que la del progenitor —la del abuelo deriva del parentesco, no de la responsabilidad
parental— y la prestación a cargo del abuelo es subsidiaria y complementaria de la fijada al obligado principal,
cada demandado cargará con un porcentaje proporcional de costas.
Entonces, se distribuyen las costas del siguiente modo: al Sr. R. E. L. se imponen en un 70 %, mientras que al
Sr. R. D. L., en el 30 % restante.
15. Decisión.
Por lo precedentemente expuesto, constancias objetivas de autos y lo dictaminado por la Asesora de Menores,
resuelvo: 1. Hacer lugar a la demanda incidental de aumento de la prestación alimentaria, la que se establece del
siguiente modo: I) a cargo del demandado Sr. R. E. L., a favor de su hijo D. L. L., la que se cuantifica en el
veinticinco por ciento (25 %) de los haberes que perciba. Éste, además, deberá mantener la cobertura de salud de
D. en Mutual Acindar Salud. II) a su vez, se establece una prestación alimentaria complementaria a cargo del
abuelo, Sr. R. D. L., que se determina en el diez por ciento (10 %) de los haberes que perciba como empleado
dependiente o titular de beneficio previsional. 2. El cálculo se efectuará conforme se desarrolló en el considerando
11.1. El porcentaje o la suma de dinero serán retenidos por las respectivas empleadoras —o caja previsional— y
cada importe resultante será depositado en cuenta judicial abierta en el Nuevo Banco de Santa Fe SA, sucursal
local, a la orden del Juzgado y para estos autos. Los depósitos se harán en forma mensual, anticipada y sucesiva,
del día 1 al 10 de cada mes, bajo los apercibimientos descritos en los considerandos de la presente. La empleadora
—o caja previsional—, en caso de no cumplir la orden judicial de retención de haberes, será solidariamente
responsable con el demandado por el pago de la deuda alimentaria. 3. A los fines del art. 3 de la ley 11.945 se
transcribe el art. 4, 1er. párrafo de la citada normativa: “Habilita la inscripción en el Registro de deudores
alimentarios morosos el incumplimiento de tres cuotas consecutivas o cinco alternadas dentro de los dos años, ya
sean de alimentos provisorios o definitivos.” A los fines del art. 3 de la ley 11.945 se transcribe el art. 4, 2° párrafo
de la citada normativa:” Habilita la inscripción de los empleadores el incumplimiento de una orden judicial
debidamente notificada que disponga la retención y depósito a la orden de algún Juzgado de sumas destinadas a
alimentos.”. 4. Líbrese despacho pertinente a la empresa que abone los haberes al demandado, con transcripción
del art. 4, 2° párrafo de la ley 11.945 y de los arts. 542, 551 y 552 del Cód. Civ. y Com. de la Nación. De igual
modo se procederá, respecto de los tres artículos del Cód. Civ. y Com. de la Nación referidos, con la cédula por la
que se notifique la presente al demandado. 5. Costas a ambos demandados, distribuidas de la siguiente manera:
setenta por ciento (70 %) al Sr. R. E. L. y treinta por ciento (30 %) al Sr. R. D. L. Insértese, déjese copia y hágase
saber. — Oscar A. Davini.

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