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Fuente: IECA.

Proyección de la población en Andalucía y provincias 2016-2070

Comentario de la pirámide de población andaluza (2019-2030)

La presente pirámide de población muestra una superposición de dos gráficas en las que se
puede apreciar el porcentaje de población andaluza de 2019 y la que habrá en 2030. La gráfica
está realizada por el Ins�tuto de Estadís�ca y Cartogra�a de Andalucía. La fuente secundaría es
un dossier de dicho organismo llamado Proyección de la población en Andalucía y provincias
2016-2070.

Los grupos de edad (situados en el eje ver�cal) están representados de año en año, aunque la
gra�a vaya de 5 en 5 años, hasta los 100 años o más; a par�r de ahí habría un único grupo de
población que engloba a toda la sociedad restante. Por otro lado, en el eje horizontal aparece en
tantos por ciento la población en la comunidad autónoma. Par�endo de un valor 0 en la mitad
de la gráfica, hay cinco valores porcentuales respecto al total de la población (0.2%, 0.4%, 0.6%,
0.8%, 1.0%) hacia la izquierda y derecha. Hacia la izquierda se mide el porcentaje de población
masculina y en la derecha a la población femenina. Igualmente, hay que tener en cuenta que
aparecen representadas dos pirámides de población superpuestas. Por un lado, en color gris está
representada la población andaluza en el año 2019. Por otro lado, en color amarillo aparece
proyectada la supuesta población andaluza que habrá 11 años después.

En primer lugar, comentaremos la pirámide de población gris del año 2019, que se puede dividir
en tres grupos de edad. La población joven que está comprendida entre los 0 y 15 años
representa un porcentaje que oscila entre los 0.5% - 0.6%. Igualmente, la población adulta en
edad de trabajar hasta los 65 años está representada con valores porcentuales que oscilan entre
los 0.4% hasta casi el 1%. Por úl�mo, el grupo poblacional jubilado está representado con valores
inferiores al 0.5%.

Se observa que la población que predomina en Andalucía es la adulta, habiendo un fuerte


estrechamiento en la base de la pirámide que muestra que se ha reducido el número de
nacimientos. En este sen�do, dentro de la población joven podemos analizar una par�cularidad

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propia ya que, desde los 15 años, la natalidad ha ido descendiendo progresivamente. Es decir,
existe un saliente de 0.6% en los nacidos de los años 2007-2008 y a par�r de ahí, los nacimientos
que ha habido hasta 2019 han ido decayendo progresivamente hasta casi llegar al 0.4%. Este
fenómeno puede explicarse por la crisis económica acontecida en el año 2008. En los años
previos a la crisis, los nacimientos aumentan debido a la estabilidad económica de la población,
pero los valores de natalidad descienden progresiva y rápidamente una vez que comienza la
crisis. Esto provoca un estrechamiento en la base de la pirámide propia de las sociedades
desarrolladas, configurando el �po de pirámide regresiva.

Antes de la bonanza económica que hubo previa al 2008 (que aumentó el número de
nacimientos), hay una mella en los valores del porcentaje de población entre los nacidos en los
años 2000 – 1985. Para J. A. Nieto y C. Egea (2005) las causas de este descenso son provocadas
por una mayor accesibilidad a la planificación familiar y al uso de an�concep�vos; acceso masivo
de la mujer a la universidad, lo que supone más �empo de educación en detrimento de la
formación de familias; incorporación de la mujer al mundo laboral, que resta �empo a la vida
domés�ca y familiar; bajada de los índices de nupcialidad y aumento de la edad de matrimonio,
como consecuencia de lo cual se produce un retraso en el ciclo reproduc�vo; elevación de los
costes de crianza de los hijos en cuanto a educación y la alimentación; cambios culturales en el
modo de concebir las relaciones de pareja, la familia y el papel de los hijos dentro del núcleo
familiar, etc.

Con esto, entramos ya en la población adulta (entre los 16-65 años), que como decimos,
comienza con un gran estrechamiento, habiendo una subida de valores entre los nacidos en 1985
– 1964 y llegando a valores de casi el 1% en cada una de las edades contempladas. En relación
con ello, hay que tener presente el baby-boom en las décadas 60 y 70 del siglo XX (vid. Cabrera,
2015).

Con respecto al úl�mo tercio de la población, podemos apreciar dos sectores diferenciados a
nivel poblacional. Tal y como señala Carolina del Valle (2005), la tercera edad estaría
comprendida entre los 65 hasta los 79 y la cuarta edad estaría comprendida desde los 79 hasta
los 100 años. La tercera edad proyectada en la pirámide poblacional presenta varios salientes y
mellas, siendo un sector no uniforme. Se pueden apreciar generaciones huecas provocadas por
la imposibilidad de fecundar debido a la guerra civil, y barras acortadas que cabe relacionar con
emigraciones y con la crisis generada en la posguerra. En la cuarta edad, el porcentaje de
población va disminuyendo progresivamente conforme aumenta la edad, aunque con un
número bastante elevado, llegando a tener un 0.3% en las personas con 90 años.

Cabe destacar que entre las personas mayores más longevas están cobrando un creciente
protagonismo cuan�ta�vo las de sexo femenino, no habiendo dejado de crecer su esperanza de
vida; de hecho, si comparamos con la gráfica amarilla, se espera que dentro de 11 años la cuarta
generación siga aumentando incluso en valores de 0.1% más, sobre todo, en el caso de las
mujeres.

Respecto a la pirámide de población proyectada a fecha de 2030, se puede observar que es una
progresión exacta de la década anterior, salvo por los casos de defunciones y nacimientos. Por
lo tanto, sería la misma gráfica desplazada, salvo en esos dos �pos de parámetros. Como ya
hemos apuntado, se espera que la población anciana aumente considerablemente con respecto
a la década anterior, es decir, que las defunciones por longevidad se retrasen cada vez más.
También la tasa de natalidad seguirá reduciéndose, de forma que se espera que se acentúe la
forma de pirámide de �po regresivo, con�nuando la tónica de la década anterior.

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Como vemos, la caída de la fecundidad y su mantenimiento en niveles bajos ha venido a coincidir
en el �empo con otro importante hecho: la esperanza de vida no ha dejado de crecer y la
mortalidad evitable en la población juvenil y adulta no ha dejado de disminuir. Además, otros
factores tanto o más decisivos son los enormes avances que ha ido logrando la medicina en la
prevención y la curación de enfermedades que resultan comunes a edad avanzada.

Estamos, pues, ante una comunidad autónoma con una pirámide poblacional de �po regresivo,
en la que la natalidad es reducida y la mortalidad tardía. En edades intermedias es donde existe
más can�dad de población, lo cual puede provocar problemas en relación con la distribución y
organización de recursos a medio-largo plazo, ya que hay una desigualdad entre la can�dad de
población ac�va y dependiente. Como se puede ver en la gráfica amarilla dentro de una década,
la población ac�va (16-65 años) será mucho menor que la dependiente (+65 años) y puede
suponer problemas con respecto al pago de pensiones, servicios sanitarios, infraestructuras, etc.
Además, con respecto a la relación entre ambos sexos, el porcentaje de población es similar
entre todas las generaciones, menos en la cuarta edad, en la que hay una mayor mortalidad en
ancianos varones. Elena Robles (2009) da la clave de interpretación al señalar que, en igualdad
de condiciones entre hombres y mujeres, la pauta de mayor supervivencia femenina es universal
en sociedades igualitarias y desarrolladas; y también existen razones históricas y socioculturales
que causan las divergencias en la mortalidad de la población masculina y femenina: los valores
ligados a la prevención, atención y cuidado de la salud están mucho menos extendidos entre los
hombres que, además, asumen comportamientos más de riesgo que las mujeres.

Con respecto a la evolución que se prevé para dentro de 11 años, hay que tener en cuenta que
se puede ver modificada por los efectos de la pandemia. La pirámide de población de 2030 está
realizada antes del inicio de la pandemia; por lo tanto, los aspectos demográficos se pueden ver
afectados de forma diferente a como aquí se muestran, ya que se ha supuesto la gráfica del año
2030 como si siguiera el curso demográfico natural que debe tener una pirámide regresiva en
una sociedad desarrollada. Sin embargo, el porcentaje de población de más edad se vería
reducida debido a las muertes provocadas en la pandemia. Y también se reduciría la natalidad
debido a las consecuencias económicas y sociales derivadas de dicha situación. En este sen�do,
sería interesante tomar una gráfica de población del año 2022 y ver las consecuencias
demográficas que ha provocado la pandemia y la diferencia con la pirámide de 2030, que
muestra cómo debería haber sido la evolución normal.

BIBLIOGRAFÍA

CABRERA, P.J. (2015). Mayores, cuidadores y espiritualidad. En De la Torre (ed.). Bioética y


ancianidad en una sociedad en cambio, Universidad Pon�ficada Comillas, Madrid, pp.155-183.

DEL VALLE, C. (2005). El envejecimiento demográfico en Andalucía y las caracterís�cas


sociodemográficas de la población mayor de 64 años. Papers de demografía, nº255, pp. 1-40.

DÍAZ, M. P. y LÓPEZ, J. (2019). Rasgos básicos del envejecimiento demográfico y las personas
mayores en Andalucía. Sevilla, Fundación Pública Andaluza Centro de Estudios Andaluces, nº53.

NIETO, J.A., & EGEA, C. (2005). La dinámica demográfica en Andalucía en el úl�mo cuarto del
siglo XX. Cuadernos Geográficos, nº36, pp.125-151.

ROBLES, E. (2009). ¿De qué se mueren los ancianos en España? Cuadernos Geográficos, nº70,
pp.567-598.

L.M.M. (2022)

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