Está en la página 1de 14

La rebelión de Julio López Chávez

Publicado en 12 agosto, 2017 por nosotrosmx en Valle de México // 0 Comentarios

Agosto 12, 2017.- La rebelión campesina de Julio López Chávez en Chalco a


favor del reparto de las haciendas entre los campesinos explotados, fue
precursora del movimiento zapatista

Por Manuel Garcés Jiménez* | Nosotros, Núm. 119 | Octubre de 2008

Al evocar la gesta revolucionaria de 1910 a través del televisor, vemos una


serie de películas relacionadas con ese movimiento armado, pero
recordemos que tan sólo son películas actuadas con actores y actrices bien
alimentados, por lo que no reflejan la realidad histórica de un pueblo que fue
explotado, aniquilado y humillado por los voraces terratenientes cobijados
por el alto clero y que fueron fomentados durante el gobierno de Porfirio
Díaz.

De tal manera que las escenas actuadas no reflejan con certeza aquellos
años de cruenta historia donde el pueblo mexicano se encontraba
muriéndose de hambre y sed de justicia; para reencontrarse con la realidad
de lo sucedido se hace necesario adentrarse un poco en las lecturas
como México bárbaro de John Kenneth Turner; novelas de la Revolución
Mexicana, La sombra del caudillo de Martín Luis Guzmán, Los de debajo de Mariano
Azuela…, entre otras tantas obras que nos muestran a través de la literatura
un real contexto del movimiento revolucionario. Aunado a los testimonios
que narraban los abuelos, que si bien fueron infantes en aquella época, son
los receptores de las pláticas de sus padres.
Testigos fieles de ésta época que vivieron en las delegaciones Milpa Alta,
Tláhuac, Xochimilco y los municipios del estado de México, comentan que
en los albores de la revolución la extrema pobreza invadía a todos los
campesinos, de tal forma que estos vivían en humildes viviendas de paredes
de adobes y piso de tierra cubiertas con zacate con puertas de varas secas
que recibían el nombre «chinamil». Por las noches se iluminaba el hogar con
velas o con mechones de tela alimentados con petróleo. En calles y
callejones no existían banquetas ni asfalto, prevalecía la tierra suelta donde
los terregales se levantaban en época de sequía ocasionando diversas
enfermedades gastrointestinales, siendo los caminos de herradura las
principales vías de comunicación que unía a los poblados, algunos estaban
cubiertos con empedrados, además existían veredas (caminos sumamente
estrechos) que conducía por lo regular a los campos de cultivo.

Los poblados localizados en la zona lacustre, los medios de comunicación


fueron las canoas que cruzaban con relativa facilidad de una chinampa a
otra, incluida la venta de sus productos extraídos del campo se trasladaban
a la Ciudad de México a través de este medio acuático.

Los alimentos se preparaban en recipientes de barro; las salsas se molían


en molcajete de piedra volcánica y el maíz cocido en metates con la ayuda
de una piedra larga llamado metlapil. En la cocina no podía faltar
el tlecuil (fogón), donde se cocían los alimentos incluyendo la elaboración de
las tortillas. A falta de cerillos los vecinos se pasaban «lumbre» de un hogar
a otro avivado con ocotes, inclusive las brazas del tlecuil se aprovechaba
para calentar las planchas de hierro macizo para el alisado de la ropa de
manta de algodón, que por lo general usaban los hombres y mujeres de
campo. Precisamente para lavar estas prendas existía un jabón llamado
«lejía» que se adquiría por kilo en los tendejones. La vestimenta de las
mujeres se caracterizaban por los vestidos demasiados largos, y la ropa
interior se confeccionaba con tela modesta denominada «cabeza de indio».

La comida era sumamente escasa, y cuando se tenía la oportunidad de


tener algunos centavos se adquirían otro tipo de alimentos no tan común de
la vida cotidiana del campesino, como el caso de la carne que se consumía
sólo en domingos con un costo de 12 centavos por kilo, y con tres centavos
más se tenía una peseta (25 centavos) que ya alcanzaba para algunos
cocoles. Con estos ejemplos nos damos idea del alto costo de la vida, por lo
que prevalecía la hambruna.

Antes y después de la revuelta revolucionaria la actividad económica se


basaba con diversas actividades relacionadas con el campo agrícola. Pero
lo más difícil para los pobladores fue obtener agua para el uso cotidiano, por
lo que, en los poblados localizados en la montaña, el vital líquido era
captado en enormes piletas denominada «aljibes», que solamente existían
en las casas de los terratenientes, por lo que, durante el resto del año el
líquido de lluvia se vendía dos litros por un centavo. Era un gran negocio de
los riquillos a costa de la necesidad de los pobres.

A manera de ejemplo señalaremos cómo los campesinos de la delegación de


Milpa Alta sufrieron para hacerse de algunos pesos y poder mantener a la
familia. Estas familias se dedicaron básicamente a vender leña que bajaban
en los lomos de los burros para dirigirse rumbo a los poblados de Tláhuac,
Xochimilco, inclusive hasta Iztapalapa llegaban las recuas cargadas de este
material para avivar el fuego en la preparación de los alimentos. Además,
existieron los carboneros y ocoteros. Hay otros que obtenían del suelo, de la
raíz de zacatón que abundaba en la parte alta de las montañas para la
elaboración de escobas y escobetillas. Se raspaban los magueyes (se dice
cuando se extrae el aguamiel del centro de estas plantas) para elaboración
y después la venta de pulque; para esto, los campesinos cuidaban las
plantas pequeñas de maguey, después de ocho a nueve años estaban listos
para la raspa.

Los abuelos narraban que después del movimiento revolucionario sus


frágiles viviendas quedaron totalmente destruidas, por lo que volvieron a
reconstruirlas con adobes cubiertos con paja y tejamaniles, las iglesias
quedaron parcialmente destruidas, algunas de estas fueron tomadas como
cuarteles por el ejército carrancista, y otras más quedaron saqueadas, por
lo que se hace realidad el dicho popular de: «a río revuelto, ganancia de
pescadores».
La gente se asustaba escondiéndose entre lo espero del monte

Al respecto, una persona del poblado de San Salvador Cuauhtenco, la


señora Faustina León, de casi cien años de edad, nos platica que «durante
la revolución, en cierto día llegó la tropa de los carrancistas; la gente se
asustaba escondiéndose entre lo espeso del monte. De ahí se trasladaban al
estado de Morelos. Durante el trayecto se carecía de todo, pero el ingenio
del hombre estaba de por medio; para alumbrarse se quemaba el ocote y
leña. En época de lluvias se captaba agua a través de las largas y anchas
pencas de los magueyes, y a falta de este líquido se tomaba pulque, tanto
niños como adultos, la alimentación básica fueron los quelites, hongos,
fríjol, papa, haba y maíz, para esto, los hombres y mujeres llevan a cuestas
los metates y las ollas para poder cocinar entre el espeso bosque».

Otra persona, de nombre Marciano Jiménez, de 80 años, nos platica que:


«La revolución empezó porque las haciendas controladas por españoles
donde se daba mal trato a los peones mexicanos, es por esto que don
Emiliano Zapata se sublevó en el estado de Morelos. Cuando los pelones
(los carrancistas) llegaban al poblado, a los jóvenes se les escondía en los
sótanos porque se los llevaban los carranclanes».

Ante tales hechos, el 20 de noviembre se recuerda en estos lugares de


Milpa Alta al general Emiliano Zapata y sus más cercanos colaboradores,
pues fue el 19 de julio de 1914 cuando en San Pablo Oztotepec, delegación
Milpa Alta, donde se ratificó del Plan de Ayala con el lema que retumbó en
todo el país; «Reforma, Libertad, Justicia y Ley»1.

Antecedentes

Recordemos, como antecedente al movimiento revolucionario que da inicio


en 1910, que los terratenientes usurparon las tierras comunales y la
explotación del hombre humilde y pobre, y aunado con la aplicación de la
Ley Lerdo y Las Leyes de Reforma, lo que provocó numerosas revueltas y
varios levantamientos campesinos en varios estados del país, destacando la
rebelión indígena en Chalco promovida por Julio López Chávez, donde los
habitantes dedicados a las actividades del campo se unieron a su llamado:
«Queremos tierra, queremos trabajo, queremos libertad» y con el lema ¡Viva
el socialismo! ¡Viva la libertad!, fue el preámbulo de la Revolución Mexicana.

La rebelión campesina de Julio López Chávez a favor del reparto de las


haciendas entre los campesinos explotados, fue desafortunadamente
efímera, de 1867 a 1868, pues hizo mella a nivel nacional, «es por eso que
algunos autores como Gastón García Cantú, Manuel Díaz R., John Hart y
otros han afirmado que este movimiento fue el precursor del movimiento
zapatista (40 años antes de que diera a conocer el Plan de San Luis don
Francisco I. Madero)».
El Monitor Republicano
El sistema de hacienda comenzó a finales del siglo XVI y a principios del
siglo XVII, cuando la encomienda comienza a decaer como primera
institución económica.

La hacienda comienza su expansión territorial basada principalmente en las


tierras comunales, asegurando la mano de obra barata para lograr mayor
autosuficiencia, cultivando uno o dos productos para el mercado local,
provocando el deseo de tierra y poder de los hacendados que prácticamente
eran dueños de los mismos trabajadores, a quienes les imponían castigos,
perseguían y encarcelaban sin otro impedimento que su propio criterio,
logrando el dominio y la autoridad por medio de la iglesia y la tienda de raya
en la que el peón se endeudaba día tras día.

En la extensa región de Chalco se concentraron las grandes extensiones de


tierra controlada por pocas familias, reflejándose en portentosos cascos de
hacienda donde vivían los acaudalados terratenientes, motivo suficiente
para que el joven Julio López Chávez, estudiante de medicina, se levantara
en armas contra el explotador.

Chalco, tierra de hacendados

El municipio de Chalco de Covarrubias, México, se caracterizó hasta hace


unas décadas por poseer tierras fértiles, las cuales fueron muy codiciada
por los hacendados españoles desde la época virreinal. Por ese motivo, se
localizaban en los alrededores portentosas haciendas como la de San Juan
de Dios (con 877 hectáreas), la de La Asunción del Monte (114
hectáreas y 706 hectáreas de monte), la Hacienda de San José Axalco
(con 101 hectáreas y 32 de caballerías), la de Xico con cinco mil
hectáreas. Además, La Compañía, La del Moral, la Guadalupe Tlapala y la
de Miraflores.

En las inmediaciones del estado de México y la delegación Milpa Alta se


encontraba la hacienda de Santa Fe de los Ahuehuetes, cuyo casco lo
podemos observar en la parte sur de la entrada del pueblo de San Nicolás
Tetelco, en la delegación Tláhuac, que tenía una superficie de mil 562
hectáreas. Precisamente después del movimiento revolucionario, 514 de
esas hectáreas pasaron directamente a formar parte de los ejidos de los
pueblos de San Nicolás Tetelco, San Antonio Tecómitl, San Juan
Tepenahuac, San Francisco Tecozpan, Santa Ana Tlacotenco, San Jerónimo
Miacatlán y San Juan Ixtayopan, así como San Juan Tezompa, en el estado
de México.

El acaparamiento desmedido de tierras por los hacendados y la explotación


de los peones, dio origen al sublevamiento de Julio López Chávez, rebelión
que fue sofocada con su fusilamiento el 9 de julio de 1868. A escasos 40
años de su muerte, surgió el movimiento revolucionario donde florecieron
los ideales de Julio López Chávez. Participaron en masa los campesinos de
los lugares antes citados, entre otros muchos más, sobresaliendo gente de
valentía como el general Antonio Beltrán, nativo del poblado de Ayotzingo,
entre otros más.

Ante estos hechos históricos, nos queda claro a los mexicanos la


continuación de los ideales que nos legara Julio López Chávez, los
hermanos Flores Magón, Heriberto Jara, Emiliano Zapata… Que esta lucha
no sea sólo recordada con la creatividad televisiva y el folclorismo de los
desfiles, que el movimiento social revolucionario nos mantenga unidos a
todos los hombres de ideología democrática.

Julio López Chávez

Respecto a este prócer defensor de los campesinos encontramos que: «La


rebelión campesina indígena acaudillada por Julio López, acaecida en 1868
en el oriente del estado de México, involucró a buena parte de los pueblos
de los actuales distritos de Texcoco, Chalco y Amecameca. Las fuentes
consultadas dan cuenta de cómo la usurpación de tierras y la parcialidad de
las autoridades para beneficiar a los hacendados, fueron las causas
fundamentales por las cuales estalló, que en lo sustancial exigió la
restitución de tierras, la abolición de sistema de explotación y la
implantación del sistema socialista. La relevancia de este movimiento para
la historia nacional la expresa Gastón García Cantú, cuando se refiere a que
Julio López fue el primer luchador social que, en la segunda mitad del siglo
XIX, planteó que los hacendados no tenían derecho a cultivar la tierra que
era de los pueblos, y pasó de las proclamas a la repartición de tierras entre
los campesinos; en este sentido –nos dice–, esta rebeldía fue precursora de
la zapatista2.

El Municipio de Chalco se localiza en la parte oriental del estado de México,


a 102 kilómetros de la capital del estado y a 35 kilómetros del Distrito
Federal, sus principales vías de acceso son la autopista México–Puebla,
carreteras federales México–Puebla, México–Cuautla, Tláhuac–Chalco y
Mixquic–Chalco. Limita al norte con el distrito de Texcoco, estado de
México; al sur con el estado de Morelos; al este con los estados de Morelos
y Puebla, y al oeste con el Distrito Federal.

Resulta interesante resaltar cómo, a pesar de que las leyes agrarias


liberales afectaron los intereses de las comunidades indígenas, éstas en su
mayoría participaron al lado de Benito Juárez en al guerra contra los
conservadores (1858–1860) y contra el Imperio de Maximiliano de
Habsburgo (1862–1867). El liberalismo popular de los campesinos indígenas
volvió a manifestar como lo habían hecho, cuando unieron sus fuerzas a las
de los liberales para derrotar la dictadura de Antonio López de Santa Anna.
Igual que en esa ocasión, el gobierno triunfante, lejos de atender sus
demandas e impartir justicia en el campo, lo reprimió.

La rebelión de Julio López Chávez

«Con la derrota de la intervención francesa (15 de mayo de 1867) se inicia


una nueva etapa en la historia de México, que algunos investigadores han
denominado como de la República Restaurada. El Triunfo de la
República o, como Juárez la denominó, la Segunda Independencia (1867–
1876). Al caer el Imperio de Maximiliano y habiéndose restablecido el orden
constitucional, el gobierno liberal de Juárez comenzó a aplicar las Leyes de
Reforma, en particular la que planteaba enajenar las tierras comunales;
aplicación que llegó en el momento en que las haciendas pasaban por
grandes dificultades»3.

«Aunque fue regional y de corta duración –diciembre de 1867 a diciembre


de 1868– fue de gran trascendencia en la historia de México. Según Gastón
García Cantú, Julio López Chávez fue el primer luchador social que en la
segunda mitad del siglo XIX planteó que las haciendas no tenían el derecho
a cultivar la tierra que era de los pueblos indígenas, y pasó de las proclamas
a la repartición de tierras entre los campesinos de la región. Por ello, el
mismo Gastón García, así como Manuel Díaz Ramírez, John Hart y otros
historiadores han afirmado que este movimiento armado fue el precursor de
la revolución zapatista»4.

Su origen

Julio López Chávez nació poco antes de 1840 en San Francisco Acuautla,
municipio de Ixtapaluca, distrito de Chalco, México. Siendo campesino se
vio obligado a trabajar como peón en alguna de las haciendas cercanas a su
comunidad.

De joven se unió al ejército liberal para combatir a los conservadores en la


Guerra de Reforma (1858–1860) y a la Intervención Francesa (1861–1867).
Su participación en estas guerras le valió obtener el grado de coronel 5.

«Probablemente de marzo a mayo de 1868, Julio López Chávez asistió a la


Escuela del Rayo y del Socialismo de Chalco (también conocida como
Escuela Moderna y Libre), que fundó Plotimio Rhodakanaty 6 para los
campesinos de la región. En ella, además de aprender las primeras letras,
estudió oratoria, métodos de organización e ideales socialistas» 7.

«En 1816, llega a México Plutonio C. Rodakanaty. Para 1866, se establece


en Chalco y funda la ‘Escuela Moderna y Libre de Chalco’, también conocida
como ‘La Escuela del Rayo y el Socialismo’, y al año siguiente funda un club
socialista en donde se invita a las mujeres a participar»8.
En 1861 fue implicado en el asalto a un coche de caballos en un paraje del
monte de Río Frío; posteriormente, en 1867 dirigió una rebelión que tuvo por
objetivo recobrar las tierras usurpadas e imponer el socialismo; buscando
este ideal fue hecho prisionero el siete de julio de 1868, en el pueblo de San
Nicolás del Monte, distrito de Yautepec, Morelos, y dos días después fue
remitido a la Villa de Chalco, donde fue fusilado9. Su movimiento fue
regional y de corta duración, de diciembre de 1867 a julio de 1868.

Manifiesto a la nación

Manifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del universo.

Ciudadanos mexicanos:

Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el corazón bien puesto; ha llegado el día en que los
esclavos se levanten como un solo hombre reclamando sus derechos pisoteados por los poderosos.
Hermanos: ha llegado el momento de despertar el campo, de pedir cuentas a los que siempre nos las
exigido; es el día de imponer deberes a quienes solo han querido tener derechos.

Vamos a una contienda de sangre. ¿Pero qué importa si esta sangre es generosa? Fertilizará nuestros
campos, dará exhuberancia a las plantas y dejará un rastro a la humanidad del futuro.

Infinidad de años y de siglos hemos caminado penosamente agobiados por el cansancio, por la miseria,
por la ignorancia y por tiranía, y el día de la venganza sagrada es con nosotros.

¿Qué poseemos sobre la superficie del universo, los que vivimos clavados en el trabajo? ¿A quién deja
beneficios el sudor de nuestras fuentes, las lágrimas de nuestros ojos, el dolor en nuestras espaldas, el
cansancio en nuestros brazos, la fatiga en nuestros pies y la angustia en nuestros corazones? ¿Quién ha
pensado alguna vez en recoger lo que siembra, cuando todo se nos arrebata.

Los que se han aprovechado de nuestra debilidad física, moral e intelectual, se llaman latifundistas o
terratenientes o hacendados. Los que pacientemente nos hemos dejado arrebatar lo que nos
corresponde, nos llamamos trabajadores, proletarios o peones. Los peones hemos entregado nuestras
vidas e intereses a los hacendados y estos nos han sometido a los mayores abusos; han establecido un
régimen de explotación por el que estamos condenados a no disfrutar de la vida.

En qué consiste el régimen de explotación establecido? Es un sistema que exclusivamente se dirige a


mancillar la existencia de un peón. Nuestros padres fueron comprados por la hacienda, al precio de un
real, porque en los mercados establecidos en las haciendas se compraban los artículos a los precios
más exagerados, aún aquellos artículos que nosotros hacemos producir con nuestra mano, mes por mes
y años por año, se iba haciendo una deuda, a cargo de nuestros padres. ¿Quién podría solventar
aquella deuda, cuando, cuando el jornal no pasaba de ser el misérrimo real? ¿Quién habría de
protestar a nuestros padres para cubrir sus adeudos? ¿Quién les había de abrir crédito, cuando el
crédito siempre está en manos de los detentadores de la producción?

Cuando nosotros venimos a este mundo, nos encontramos con que las deudas de nuestros padres,
pasaban a nuestro cargo, y que por lo visto, habíamos nacido esclavos y con la obligación de seguir
trabajando en el mismo lugar, bajo el mismo sistema, a título de cubrir la famosa deuda. Pero nuestro
jornal tampoco aumentaba; nuestro crédito tampoco se abría y teníamos que conformarnos con la
misma situación.
¿Y quién ha cooperado a mantenernos en el silencio, en la humillación, en la ignorancia y en la
esclavitud? La iglesia y solamente la iglesia que por medio de sus hipócritas misiones, ha tejido la
mentira de la salvación espiritual en un lugar que no es la tierra. Nuestras madres, nuestras hermanas,
nuestras esposas y nuestras hijas, rezan con fervor pidiendo a todos los santos que nos salven de esta
situación horrenda.

Más todo ha sido en vano, porque según ellos, los frailes, hemos venido a padecer a este valle de
lágrimas y tenemos que esperar para que en el cielo nos premien la resignación. Lo más curioso del
caso, es que lo que nos piden resignación son los menos que se resignan a una existencia penosa, ya que
han adquirido propiedades inmensas, las han explotado a sus anchas y con grandes beneficios y
también con toda paciencia nos han explotado: han comido opiparamente del sudor de nuestra frente.

Los curas nos han engañado profanando la doctrina del gran Cristo, a quién hay que reivindicar, ya
que sus promesas de caridad, de paz y de concordia siempre han sonado en nuestros corazones con
inmensa alegría. Por desgracia, no se ha llegado el momento de hacerlas efectivas porque sus llamados
representantes desempeñan el papel de judas, que el Cristo bondadoso siempre condeno por ser el mal
frente a la razón que predicaba.

Qué reine la religión pero nunca la iglesia y menos los curas. Por eso las Leyes de Reforma, a las que
nosotros apoyamos desde hoy y para siempre, son tan grandes, lástima que no se practiquen en todo su
rigor, debido a que los mismos gobiernos que las proclaman hacen al fin causa común con los enemigos
del pueblo víctima de traiciones.

En el estado libre y soberano de Puebla, se ha visto que los curas han acarreado con todo para los
altares y después para sus casas. Han llevado grano por grano de nuestras cosechas, diciéndonos que
cada grano era una indulgencia que se concedería a nuestros pecados en la otra vida, y así, de acuerdo
con los hacendados nos han dejado en la ruina más espantosa.

Si los curas son malos, también lo son todos los hombres, que mandan. ¿Qué diremos de eso que hemos
dado en llamar gobierno, y es tiranía? ¿Dónde está el gobierno bueno?

Juárez, a pesar de llamarse republicano y enemigo de la iglesia, es un mocho y déspota: es que todos
los gobiernos son malos.

Por eso, ahora nos pronunciamos contra todas las formas del gobierno: queremos la paz y el orden.

Hemos pedido tierras y Juárez nos ha traicionado. ¿Porqué no tener el pedacito de tierra que
labramos? ¿Con qué derecho se han apropiado algunos individuos, unos cuantos, de la tierra que
deberían ser de todos?

¿Quién ha sido ese atrevido que con lujo se hizo señalar sus propiedades, cuando estas no tenían más
dueño que la naturaleza?

Los hacendados han sido los hombres fuertes, que validos del ejército que ellos mismos sostienen para
asegurar sus propiedades, han señalado sus posesiones en los lugares que han deseado, sin que el
pueblo proteste.

Habíamos creído que el triunfo de la república sería el verdadero triunfo despueblo, ya que todos los
hacendados se habían refugiado en los faldones del imperio, pero con suma tristeza hemos visto, que
estos mismos hacendados han tenido refugio en los faldones republicanos, lastimándose así los intereses
que deberían ser inviolables; los de los pobres. Esto indica que es menester emprender una lucha más
justa y más racional, que venga a asegurar lo que nosotros queremos.
¿Qué queremos nosotros?

Hermanos nuestros:

Queremos el socialismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la
verdad y de la justicia, que se encierra en esa triada inconmovible: Libertad, Igualdad y Fraternidad.

Queremos destruir radicalmente el vicioso estado actual de explotación, que condena a unos a ser
pobres y otros a disfrutar de las riquezas y del bienestar; que hace a unos miserables a pesar de que
trabajan con todas sus energías y a otros les proporciona la felicidad en plena holganza.

Queremos la tierra para sembrar en ella pacíficamente y recoger tranquilamente, quitando desde luego
el sistema de explotación, dando libertad a todos, para que siembren en el lugar que más les acomode,
sin tener que pagar tributo alguno; dando libertad para reunirse en la forma que más crean
conveniente, formando grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin
necesidad de un grupo de hombres que les ordene o castigue.

Queremos abolir todo lo que sea señal de tiranía entre los mismos hombres viviendo en sociedades de
fraternidad mutualismo, y estableciendo la República universal de la Armonía.

¡Pueblo Mexicano!

Este es nuestro plan sencillo, que haremos triunfar en alguna forma y en pos del verdadero triunfo de la
libertad.

Seremos perseguidos; tal vez acribillados, ¡no importa!, cuando en nuestro pecho laten esperanzas. Que
más tenemos en nuestra vida sino es morir antes que seguir perpetuando el agobio de la miseria y de los
padecimientos. Se nos desprecia como liberales, se nos mancilla como socialistas y se nos condena
como hombres. Es indispensable salvar el momento, y levantar nuestros esfuerzos en torno a esa
sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo más alto de la República: ¡Abolición
del gobierno y de la explotación!

Alcemos nuestra cara buscando con serenidad nuestra salvación que radica en nosotros mismos.

Queremos tierras, queremos trabajo, queremos libertad. Necesitamos salvarnos de todos los
padecimientos, necesitamos salvar el orden, en fin, lo que necesitamos es el establecimiento de un pacto
social entre los hombres, a base de respeto mutuo.

¡viva el socialismo! ¡viva la libertad!

Dado en Chalco, en el día 20 del mes de abril del año de 1869.

Por todo lo anterior, consideramos a Julio López Chávez, como el precursor


y mártir por la defensa del campesinado mexicano. ◊

__________

* Presidente del Consejo de la Crónica de Milpa Alta

_____
Notas al pie:

1 Zapata y la Revolución Mexicana. Johan Womack Jr. Pág. 185.

2 Anaya Pérez, Marco Antonio. Rebelión y Revolución en Chalco-Amecameca, estado de México, 1821-
1921, Tomo I. Chalco 1868 ¡Viva el socialismo! Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana, Universidad Autónoma de Chapingo. México, 1997, p. 31.

3 Anaya Pérez. Rebelión y… Op. Cit. p.97.

4 Idem.

5 Idem.

6 «Plutonio C. Rhodakanaty llegó a México en 1861, traído por los proyectos de colonización del
gobierno de Comonfort. Rhodakanty descendía de una antigua familia bizantina radicada en la Isla de
Rodas y emparentada con la nobleza italiana. La rama inmediata de Rhodakanaty vivía en Londres a
principios del siglo XIX. Rhodakanaty estudió en Viena y Berlín, según parece, medicina. Después de
1848 vivió en Hungría, país del que fue ciudadano. Ya en México fundó la Escuela Libre en 1863,
divulgando algunas nociones de los sitemas filosóficos de Hartamn y Spinoza. En 1868 fundó, en
Chalco, el ‘Club Socialista¿ y, poco después, ‘La Social’, organización en la cual procuró que las
mujeres participaran en las luchas sociales. Diputado al congreso Obrero y profesor de cursos libres, en
los periódicos de los trabajadores, de 1871 a 1884, se encuentra en la mayor parte de su obra conocida.
Se ignora la fecha de su muerte». Datos tomados del libro El socialismo en México, de Gastón García
Cantú, p. 420.

7 Idem.

8 Alemán Reyes. Chalco… p. 89.

9 Amaya Pérez. Rebelión… p. 99.

_____

Bibliografía que proporciona el autor:

Alemán Reyes, Oralia. Chalco, Monografía Municipal. Instituto Mexiquense de Cultura, México.

Anaya Pérez, Marco Antonio. Rebelión y Revolución en Chalco-Amecameca, Estado de México, 1821-
1921. Tomo I. Chalco 1868 ¡Viva el socialismo! México 1997.

Florescano, Enrique.Historia de las Historias de la Nación Mexicana. Editorial Tauros, México 2007.

García Cantú, Gastón. El socialismo en México. Editorial Siglo XXI.

Leyte Pacheco, Ángel. Historia, tradiciones y leyendas. Número 8. Chalco, estado de México.

Los Gobernantes de México. Documentos para la Historia. LVI Legislatura, Cámara de Diputados,
junio 1977.

Womack jr., John. Zapata y la Revolución Mexicana. Editorial Siglo XXI.

También podría gustarte