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Módulo de Sociología - Cap. V

Sociologia (Universidad Católica de Salta)

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UNIDAD V

ESTRUCTURA Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL:

EL CASO DE LA ARGENTINA RECIENTE

En este capítulo abordaremos la problemática del trabajo en el caso de la


sociedad argentina, como así también las distintas variables y aspectos de la vida
social que este tema involucra. Para esto, intentaremos dar cuenta de los principales
aportes teóricos y metodológicos realizados por la sociología local en el estudio del
fenómeno, remarcando las diferencias y las continuidades respecto a los aportes de
pensadores de la disciplina en Europa y Norteamérica.

Con este objetivo, intentaremos trazar un breve recorrido de la historia del


trabajo en nuestro país, analizando, desde la perspectiva de la sociología del trabajo,
los principales hitos y fenómenos sociales que influyeron en la constitución de la
estructura social actual. Para esto, será necesario, en primer lugar, establecer algunas
definiciones teóricas y usos prácticos de conceptos relacionados a la investigación de
la estructura y la estratificación de las sociedades modernas.

5.1. ESTRUCTURA Y ESTRATIFICACIÓN SOCIAL

Uno de los campos más importantes de estudio de la sociología es el vinculado


a la investigación de la morfología social, es decir, la forma de una sociedad y las
variaciones que esta forma adquiere a lo largo del tiempo. Con este fin, la sociología
desarrolla y analiza distintos tipos de datos estadísticos, tanto sociodemográficos
como socioeconómicos, para determinar la composición de esta estructura social:
manera mediante la cual se organiza y distribuye el sistema de relaciones y posiciones
sociales entre los individuos; y las características de la dinámica social: que expresa
los cambios de esta estructura en función de las particularidades (sociales,
económicas, culturales, territoriales…) de cada grupo social.

El estudio de la estructura social es fundamental para entender cómo las


sociedades varían, a veces significativamente a veces no tanto, a lo largo del tiempo, y
como estas variaciones van condicionando el grado de movilidad de los distintos
grupos sociales que participan de ese tejido social. Las distintas teorías sociológicas
de la estratificación social intentan justamente dar cuenta de esta dinámica entre los
distintos grupos y/o clases sociales, mediante la categorización y clasificación de los
individuos en un sistema de jerarquías analíticamente construidas (estratos), con el
objetivo de determinar una serie de posiciones sociales diferenciales, desiguales y

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asimétricamente establecidas. Para esto, cada perspectiva toma en cuenta aquellos


aspectos sociales que considera más relevantes para explicar las diferencias entre las
distintas clases o grupos.

En principio, y siguiendo a Giddens (2009: Cap. X), existen cuatro sistemas


básicos de estratificación social:

 Esclavitud: es considerada una forma extrema de desigualdad, donde


unas personas son fácticamente propietarias de otras. Si bien las condiciones
legales de esta situación de propiedad pueden variar de un caso a otro, lo
cierto es que los modelos económicos basados en la utilización de mano de
obra esclava, resultaron en general bastante costosos e ineficientes, debido a
las constantes insubordinaciones y rebeliones dentro de las unidades
productivas.
Es por esto último que la esclavitud, como modelo de trabajo forzado, requería
de una supervisión constante y de terribles métodos de castigo para poder
alcanzar niveles altos de productividad laboral.
Para autores como Karl Marx, el secuestro y el comercio de personas africanas
como mano de obra esclava para las plantaciones azucareras y algodoneras
de América, fue un elemento central en el proceso de acumulación primitiva del
capital, ya que permitió generar una masa de excedentes suficientes para el
posterior desarrollo del capitalismo industrial europeo. Este dato permite
comprender que la esclavitud lejos de ser un fenómeno histórico remoto, forma
parte constitutiva del desarrollo de las sociedades modernas, a tal punto que en
países vecinos como Brasil, la esclavitud no sería abolida formalmente hasta
1888.
Si bien la esclavitud ha sido abolida legalmente en casi todos los países del
mundo, existen aún prácticas esclavistas para nada marginales y con
escandalosos márgenes de rentabilidad, como por ejemplo la trata de personas
para el comercio sexual.

 Castas: si bien no existen sistemas de estratificación absolutamente


impermeables, el de castas es el que más se acerca en la práctica a esta
situación de cero movilidad entre estratos. Las castas representan un modelo
de estratificación cerrado, donde existe una estricta separación religiosa,
económica y social entre las interacciones y funciones de cada grupo social,
así como también una rigurosa normativa respecto a las relaciones e
intercambios entre estos distintos sectores. Si bien suele asociarse este
sistema a la cultura Hindú, existen otros casos sociales que pueden pensarse
desde la óptica del sistema de castas, por ejemplo cuando existe una
separación étnico-racial radicalizada, como en el caso de los estados del sur
norteamericano o en la época del Apartheid sudafricano.

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 Estamentos: este modelo de estratificación fue predominante durante el


medioevo europeo, aunque sin duda puede aplicarse a otras situaciones
históricas como la de China o Japón. “Los estados feudales eran estratos con
diferentes obligaciones y derechos recíprocos, algunos de los cuales estaban
incluso establecidos por ley” (ídem: 318). En el caso europeo, se desarrollaron
gracias a la existencia de una aristocracia tradicional que basaba su legitimidad
en la nobleza de cuna. Si bien solían existir fundamentos religiosos que
sostenían el sistema estamental, estos no eran tan determinantes como el caso
de las castas hindúes. Por otro lado, la existencia de ciertos grados de
movilidad entre estamentos no convierte a este modelo en un sistema abierto,
por el contrario, los casos registrados solían ser bastante poco frecuentes y
extraordinarios.

 Clases: “a diferencia de los anteriores sistemas, las clases no se


establecen mediante disposiciones jurídicas o religiosas y la pertenencia a ella
no es el producto de una posición heredada” (ídem: 318). Debido a esto, es
que el sistema de clases resulta mucho más fluido y dinámico que los
anteriores modelos mencionados. Además, al basar su segmentación en
criterios de índole económica (posesión y control de recursos económicos), los
criterios de diferenciación suelen ser impersonales, como ser, la posición socio-
ocupacional de un sujeto o un grupo determinado. El sistema de clases se
define como: “un agrupamiento a gran escala de personas que comparten
ciertos recursos económicos, los cuales tienen una gran influencia en las
formas de vida que pueden llevar” (ídem: 319). En las sociedades capitalistas,
el sistema de clases es el modelo de estratificación - con características
específicas en cada caso - que se impone a cada una de las estructuras
sociales modernas.

Bibliografía obligatoria: Se recomienda profundizar el análisis de


las distintas teorías y tipos de estratificación social con la lectura
de: Giddens, Anthony (2009) Sociología. Alianza, Madrid.
Capítulo XI – Estratificación y estructura de clase. Conceptos

Si bien existe acuerdo respecto a la primacía del sistema de clases en las


sociedades modernas, no todos comparten la explicación economicista sobre su
origen y funcionamiento, razón por la que a lo largo del tiempo, la teoría sociológica ha
ido complejizando las técnicas e instrumentos para el abordaje de la estructura social y
la forma en que esta se estratifica, mediante la incorporación de nuevas variables y
datos no estrictamente económicos.

Como vimos anteriormente en el capítulo II, una de las teorías clásicas de


estratificación social es la desarrollada por Karl Marx: para este autor existen dos

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clases fundamentales en las sociedades modernas, por un lado los burgueses, que
son quienes poseen los medios de producción, y por el otro el proletariado, quienes
venden su fuerza de trabajo a estos propietarios. Es decir, “para Marx la clase no tiene
que ver con la posición que las personas creen que tienen sino con las condiciones
objetivas que permiten a algunos tener un mejor acceso a las compensaciones
materiales que a otros” (ídem: 322). En el marxismo clásico el concepto de clase es
fundamentalmente económico, ya que expresa las desigualdades materiales
estructuradas objetivmante en la sociedad.

Para el modelo teórico de estratificación de Max Weber, el control o no de los


medios de producción, no es el único elemento económico a tener en cuenta. Para
este autor, los conocimientos técnicos, las cualificaciones laborales y las credenciales
académicas son también recursos económicos, no ligados a la propiedad, que pueden
definir el acceso de las personas a determinados tipos de empleo, y por lo tanto, a
mejores salarios dentro del mercado laboral. Para Weber, el concepto de clase social
se define más como una posición multidimensional de los sujetos en el mercado, que
como el mero resultado de la posesión o la no posesión de los factores productivos.
No obstante, para Weber los estratos sociales no sólo se organizan mediante criterios
de tipo económicos, es decir, de clase. El estatus, por ejemplo, alude a las diferencias
que existen entre dos grupos en relación a la reputación o al prestigio que le confieren
los demás, es decir, la posición o estatus, no depende de aspectos materiales, sino
“de la evaluación subjetiva que tengan las personas sobre las diferencias sociales”
(ídem, 323). El partido, otra de las formas que Weber desarrolla para estratificar las
sociedades modernas, define a un grupo de personas que trabajan conjuntamente
porque tienen intereses, orígenes u aspiraciones comunes. Al ser, los partidos, piezas
claves en el entramado del poder de las sociedades modernas, son centrales en el
proceso de estratificación social, independientemente de factores de clase o estatus.

Los aportes de Weber a la estratificación social fueron decisivos, ya que


permitieron desarrollar otros aspectos - no económicos - determinantes en la
organización de las estructuras sociales, lo que habilitó a su vez, una base teórica más
compleja y flexible para el estudio de los sectores y grupos sociales que la propuesta
por Karl Marx. El autor francés Pierre Bourdieu, se basó en estas contribuciones de
Weber para desarrollar su propia teoría de la estratificación. Brevemente, para
Bourdieu, el capital económico no es el único recurso que determina las posiciones de
los agentes en el espacio social. Existen otros capitales, como el cultural, el político o
el social, que también resultan decisivos para establecer los criterios de estratificación
en las sociedades modernas.

La llamada teoría de los campos sociales desarrollada por Bourdieu, pone


especial interés en el carácter relacional de la estructura social. Para este autor:

“la noción de capital rompe con la visión economicista de los fenómenos


sociales, y sugiere la posibilidad de considerar una amplia gama de recursos

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susceptibles de generar interés [ilusio] por su acumulación y de ser distribuidos


diferencialmente en los espacios de juego, generando posiciones diferenciales
en el marco de estructuras de poder” (Gutiérrez, 2010: 12)

A lo largo de toda su obra este autor francés intentó responder el porqué de la


continuidad de la estructura social, es decir, como se organizan las diferencias
sociales, y más importante aún, como estas se reproducen en el tiempo. Con el
objetivo de dar respuestas a estas preguntas Bourdieu debió elaborar una nueva
noción teórica, capaz de dar cuenta de ciertas desigualdades que no tenían, en
principio, un origen estrictamente económico, así nació el concepto de capital cultural.

“El capital cultural está constituido por un conjunto de bienes simbólicos que
remiten: por un lado, a los conocimientos adquiridos que se presentan en el
estado incorporado bajo la forma de disposiciones duraderas del organismo (ser
competente en tal o cual campo del saber, ser cultivado, tener un buen dominio
del lenguaje, de la retórica, conocer y reconocerse en el mundo social y sus
códigos…); por otro lado a realizaciones materiales, capital en el estado
objetivado, patrimonio de bienes culturales (cuadros, libros, diccionarios,
instrumentos, máquinas…); y por último, el capital cultural puede encarnarse
socialmente en el estado institucionalizado por títulos, diplomas, éxito en el
concurso, etc., que objetivan el reconocimiento de competencias por la sociedad
(…) El capital cultural no se adquiere, ni se hereda, sin esfuerzos personales;
requiere por parte del agente un largo trabajo continuo y sostenido de
aprendizaje y de aculturación.” (Chauviré y Fontaine, 2008: 20).

No obstante, a pesar de su especificidad, el capital cultural está estrechamente


vinculado al capital económico, ya que al demandar, el primero, tiempo para su
adquisición, requiere del segundo para poder deslindar ese tiempo. En este sentido, el
capital cultural, en tanto tiempo invertido para su adquisición, puede determinar la
desigualdad en el éxito escolar de niños pertenecientes a distintas clases sociales, al
ratificar, e incluso acentuar, las desigualdades culturales existentes entre los
estudiantes.

El interés de las ciencias sociales por la teoría de Bourdieu radica en el


carácter tanto estructuralista como constructivista de su perspectiva metodológica. Es
decir, las posiciones que los agentes ocupan dentro de la estructura social, no son
sólo el producto de las condiciones objetivas de vida de estas personas, sino también
el resultado de las prácticas sociales que los agentes realizan con el fin de subvertir o
de conservar las reglas de funcionamiento de esa estructura.

Lectura complementaria: existen variados e interesantes textos que


comentan la obra de Pierre Bourdieu, sugerimos: Chauviré, Chistiane y
Fontaine, Oliver (2008): El vocabulario de Bourdieu. Atuel, Bs. As; también
los textos introductorios de Alicia Gutiérrez a dos de las ediciones de los
libros de Bourdieu publicados por Siglo XXI editores: Bourdieu, Pierre
(2010): El sentido prático del gusto. Elementos para una sociología de la
cultura. Siglo XXI, Bs. As y Bourdieu, Pierre (2011): Las estrategias de la
reproducción social. Siglo XXI, Bs. As.

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El sociólogo norteamericano Erik Olin Wright (1947 – 2019) también apunta,


aunque desde una perspectiva marxista, a complejizar la teoría de la estratificación
social. Para este autor es necesario diferenciar tres aspectos del control sobre los
recursos económicos:

 Control sobre las inversiones o el capital financiero

 Control sobre los medios físicos de producción

 Control sobre la fuerza de trabajo

La alta burguesía suele tener control sobre cada uno de estos elementos
intervinientes en el proceso productivo, no así los sectores trabajadores, que no tienen
control sobre ninguno. Pero en el medio de estas dos clases fundamentales, existe un
amplio abanico de sectores intermedios que se encuentran para Wright en una
situación contradictoria de clase, dado que por las características de sus empleos
(generalmente técnicos o profesionales) poseen algún grado de influencia sobre
alguno de estos tres factores. Su posición es contradictoria porque poseen
características de ambas clases fundamentales, aunque al mismo tiempo, no son ni
obreros ni empresarios. Generalmente llamamos a estos sectores clases medias o
trabajadores de cuello blanco, no obstante estas nociones no ayudan a clarificar el
fenómeno moderno de estos grupos sociales, debido a su falta de precisión analítica.

5.2. LAS PROBLEMÁTICAS DEL MUNDO DEL TRABAJO EN LA


ARGENTINA NEOLIBERAL

Argentina no estuvo exenta de las transformaciones globales ocurridas a partir


de la década de 1970 (trabajadas previamente en el capítulo III) de hecho, fueron los
países del Cono Sur los primeros que experimentaron las políticas de la llamada
revolución neoliberal. Como sugiere la politóloga canadiense Naomi Klein, Chile y
Argentina fueron el verdadero campo de experimentación de estas nuevas medidas
económicas, en ambos casos – y no casualmente – durante el gobierno de violentos
regímenes militares que hicieron suyas las tres premisas básicas del neoliberalismo:
privatización de los activos públicos, desregulación de las funciones del Estado de
bienestar y recorte del gasto social (Klein, 2011: Cap. 3 y 4).

En nuestro país, la última dictadura militar (1976 – 1983) llevó adelante un


proceso de transformación inédito en la estructura social, donde la implementación de
políticas de corte neoliberal hicieron efectivo aquello que Wacquant caracterizó como

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el surgimiento de un nuevo patrón de desigualdad social (ver capítulo III). Según la


autora argentina Maristella Svampa (1961 - …), “la pregnancia del modelo nacional-
popular fue tal, que durante mucho tiempo se consideró que la Argentina estaba más
cerca de las “sociedades salariales” del primer mundo (con quienes compartía índices
de distribución de la riqueza, tasas de sindicalización y fuerte desarrollo de las clases
medias) que de otros países latinoamericanos” (Svampa, 2005: 75). Para la autora, si
bien con algunos límites estructurales vinculados a ciertos desequilibrios en el
desarrollo económico y productivo de la economía nacional, la Argentina pudo, en los
años posteriores a la segunda guerra mundial, construir uno de los estados
benefactores más importantes y robustos de toda Latinoamérica. Estado que logró,
hasta la década de 1970, constituir una ciudadanía social asociada esencialmente a
los derechos laborales, garantizados a su vez por políticas públicas universalistas que
tenían como intención la desmercantilización (Esping-Andersen, 1990) de una parte de
la sociedad y la construcción de redes de protecciones sociales de tipo secundarias.

El concepto sociológico de desmercantilización debe ser entendido como una


suerte de barrera o protección con la que los ciudadanos cuentan frente a la
dependencia y a los desequilibrios del mercado. Estas protecciones sociales,
garantizadas esencialmente por el Estado, permitieron que la sociedad Argentina de la
posguerra se convirtiera en una excepción en el contexto de las naciones
latinoamericanas (Svampa, 2005: 47). El modelo económico de la industrialización por
sustitución de importaciones (ISI) se consolidó, a partir de 1930, mediante un
programa de Estado implícito, en el que, con distintos matices, acordaban y confluían
los principales grupos políticos de la república. La industrialización del país, a partir de
la elaboración local de mercancías industriales antes importadas a los países
desarrollados, posibilitó la formación de un mercado de trabajo con valores de
desempleo cercanos al pleno empleo (menos del 5% de la población económica activa
en situación de desocupación), que permitió a su vez una mejora significativa en las
condiciones de vida de la población y en la capacidad adquisitiva de los asalariados,
devenidos en consumidores de los productos industriales nacionales. En este modelo
económico el Estado jugaba un rol fundamental, ya que se consolidaba como un
agente planificador y gestor de las políticas económicas necesarias para el
sostenimiento y la expansión de la sociedad salarial.

La última dictadura militar propició el quiebre de estos acuerdos sociales


básicos, y con esto, la reformulación de todo el modelo económico y social vigente
hasta la década de 1970. La adopción de las políticas neoliberales en nuestro país,
implicaron el abandono del programa industrializador y su reemplazo por un nuevo
modelo económico caracterizado por la concentración y la centralización de las
riquezas, la financiarización de la economía y la re-primarización del aparato
productivo. El economista argentino Eduardo Basualdo denominó a este nuevo
programa económico como modelo de la valorización financiera, ya que persigue
como objetivo una separación y autonomía relativa del capital financiero respecto a las

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inversiones en procesos productivos reales (Basualdo, 2010, Cap. 3). Este modelo
posee tres ejes centrales que analizaremos brevemente a continuación:

 Reforma del Estado: es la eliminación de ciertas regulaciones públicas


que tenían como objetivo un mayor control del Estado sobre el mercado,
como aquellas que sostenían el régimen de propiedad estatal en algunos
sectores claves de la economía (energía, siderurgia, transportes y otros
servicios públicos), o la derogación de ciertos controles y límites a las
actividades financieras, o el abandono de ciertos impuestos claves a
determinado tipo de productos importados, entre otras.

 Endeudamiento externo y fuga de capitales: la valorización financiera


implicó la autonomización de los flujos de capitales respecto a la
economía real del país. Este proceso que conocemos como
financiarización, fue posible, en gran medida, gracias a la entrada masiva
de capitales, principalmente obtenidos mediante la toma de créditos en el
exterior, tanto por parte del Estado como de las grandes empresas
privadas. La valorización financiera permitió, mediante aceitados y
complejos mecanismos especulativos, incrementar los volúmenes de
capital sin que estos sean invertidos previamente en el circuito
productivo, para luego facilitar su huida hacia el extranjero.

 Flexibilización laboral: este es quizá el eje más importante de la


valorización financiera, ya que todo el modelo se apoyó en un proceso de
pauperización de los sectores laborales y degradación de las condiciones
de los contratos de trabajo. Para el neoliberalismo, el salario, en tanto
factor fundamental de la demanda agregada de una economía, lejos de
motorizar el crecimiento económico, es visto como un costo empresarial
que debe ser reducido a su mínima expresión, en aras de maximizar los
dividendos generados por la actividad económica e incentivar, de esta
manera, las inversiones de capitales.

Para Svampa, la flexibilización en las condiciones de trabajo, supuso el


desarrollo de dos procesos complementarios y de fuerte impacto en la estructura
social de nuestro país. Por un lado, la desregulación laboral:

“produjo una importante dinámica descolectivizadora, que significó para


numerosos individuos y grupos sociales la entrada en la precariedad, si no la
pérdida de los soportes sociales y materiales que durante décadas habían
configurado las identidades sociales. Como en otros lugares, la política de
flexibilización laboral apuntó a reformular las fronteras del trabajo asalariado, al
tiempo que afectó fuertemente la capacidad de representación y de
reclutamiento del movimiento sindical” (Svampa, 2005: 75)

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A este proceso de descolectivización, causante de la eliminación de los


anclajes que permitían la construcción y el sostenimiento de la cohesión social de los
sectores populares mediante la identificación de estos con organizaciones colectivas
propias del mundo del trabajo, debemos sumarle otro proceso concomitante: la
desinstitucionalización. Esta idea, desarrollada inicialmente por Robert Castel, alude
al proceso de desarticulación de las protecciones sociales generadas y garantizadas
por el Estado de Bienestar. Estas instituciones, que se encontraban expresadas en
determinados conjuntos de expectativas, pautas y normas sostenidas colectivamente,
fueron perdiendo vigencia y representatividad frente al avance del individualismo como
nuevo horizonte social.

Actividad obligatoria de foro: en base al documental “La sociedad neoliberal: la ciudad


y el trabajo” del ciclo Historia de un País – Canal Encuentro, realice un comentario en
foro donde señale al menos dos fragmentos del audiovisual que se puedan vincular
con lo desarrollado por la autora Maristella Svampa. Desde el 06 de mayo al 19 de
mayo.

Link del video: https://www.youtube.com/watch?v=xwwSozeSuEU

Link de lectura obligatoria: entrevista a Maristella Svampa en revista Todo un palo


(2005): http://www.maristellasvampa.net/publicaciones-entrevistas.shtml

“A diferencia de los países centrales, altamente desarrollados – en donde los


dispositivos de control público y los mecanismos de regulación social suelen ser
más sólidos, y los márgenes de acción política, más amplios - , en las
sociedades del capitalismo periférico tradicionalmente las dificultades del
“devenir-individuo” han sido mayores, con lo cual la implantación de un nuevo
orden liberal [o neoliberalismo] profundizó los procesos de marginalidad y
desintegración social pre-existentes, multiplicando las desigualdades y las
formas de la pobreza.” (Ídem: 78)

La “revolución neoliberal” en nuestro país tuvo como principal consecuencia la


fragmentación del tejido productivo y social. En términos productivos, la política de
desregulación y apertura económica implicó el desmantelamiento de las economías
regionales de las provincias del interior, generando nuevos niveles de centralización y
concentración de las actividades productivas en las grandes ciudades del país. En
consecuencia, se incrementaron las asimetrías regionales ya existentes entre los
distintos territorios, dejando a provincias periféricas y atrasadas, como Salta,
desintegradas respecto al circuito productivo nacional. Socialmente, la fragmentación
en el mercado de trabajo promovió un proceso de desciudadanización creciente, esto
es, el pasaje de una ciudadanía universal concebida para todos los habitantes, a un
mosaico de ciudadanías restringidas que no poseen un alcance general ni aspiran a
condiciones de vida más igualitarias.

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Estos nuevos modelos de ciudadanía establecen nuevas condiciones de


acceso a los bienes y servicios básicos dentro de la lógica del mercado. Es decir, el
acceso de los individuos a ciertos bienes y servicios indispensables, antes
garantizados parcial o totalmente por el Estado, queda ahora librado a las
posibilidades individuales de cada uno, sin que importen, para esta redefinición, las
capacidades efectivas con las que cuenta cada sujeto. En este sentido, las nuevas
ciudadanías delimitan los contornos de las clases sociales en la nueva estructura
social, donde las posibilidades de permeabilidad y movilidad ascendente entre los
estratos resultan cada vez más escasas. De una sociedad que había sostenido,
durante buena parte del siglo XX, valores como el progreso y el ascenso social,
pasamos a una que coloca al individuo y la autorregulación de la vida social en el
centro de la escena. Como consecuencia de esta profundización de las desigualdades
entre los distintos estratos sociales, la Argentina de finales del siglo se encontró frente
a un proceso de lenta declinación de su clase media y de empobrecimiento brutal de
sus trabajadores.

Maristella Svampa llamó a este proceso la ruptura del empate social, que no es
otra cosa que una re-distribución de la riqueza nacional a favor de los sectores de
clase alta, y en detrimento del poder adquisitivo de las clases medias y trabajadoras.
El siguiente gráfico comparativo nos permite visualizar con claridad este proceso de
transformación en la estructura social, así como las terribles consecuencias sociales
del neoliberalismo en nuestra sociedad:

Extraído de: López (2006) Equis con datos del INDEC/EPH

Modelos de ciudadanía según Maristella Svampa

Ciudadanía patrimonialista Ciudadanía del consumidor Ciudadanía asistencial

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participativa

Montada sobre dos ejes centrales El individuo de las clases medias es Estos son los individuos que han
 Propiedad definido como consumidor-usuario quedado afuera de la sociedad
 Autorregulación de los bienes y servicios que provee neoliberal, es decir, las víctimas de
el mercado. Se asienta sobre dos la modernización excluyente. Para
Como consecuencia de la figuras claves para el neoliberalismo: Svampa, el neoliberalismo propone
reprivatización de lo social y la  Consumidor puro a estos sectores, en rigor de verdad,
mercantilización de los servicios  Consumidor usuario una verdadera no ciudadanía. Sin
básicos, el ciudadano propietario embargo, para reducir los efectos
(clases altas y medias altas en El primero, favorecido por el dólar de este desplazamiento, el Estado
ascenso) busca la separación barato y la apertura importadora, se desarrolla distintas modalidades de
socioespacial y la búsqueda de la benefició del acceso a ciertos bienes RIM, que gestionadas en conjunto
homogeneidad. de consumo propios de las con las nuevas organizaciones
El arquetipo de esta ciudadanía se sociedades avanzadas, este modelo populares y barriales, ayudan a
ve expresado en la creación de combinó la seducción individualista amortiguar los efectos del nuevo
countries, donde la seguridad del consumo y la indiferencia social patrón de desigualdad social.
aparece como en el bien más frente al avance de la pobreza y el La consecuencia es el desarrollo de
preciado de estos sectores, frente a desempleo. una ciudadanía muy restringida, de
las incertidumbres de la sociedad Frente a la privatización de los baja intensidad y sumamente
neoliberal. servicios públicos en la década del controlada. Esta ciudadanía está
90, y el retroceso del consumidor montada sobre tres ejes
puro frente a la crisis, el consumidor fundamentales:
usuario se organiza para reclamar  Desarrollo de una política
por los deficientes servicios públicos social focalizada
ahora a cargo de privados, exigiendo  Omnipresencia del Estado
mayores y mejores controles.  Creación de redes
comunitarias.
Cuadro propio en base a: Svampa (2005) – Cap. 3.

5.3. LAS RELACIONES SOCIALES DEL TRABAJO EN LA


ARGENTINA POSCRISIS

Las pirámides de estratificación son instrumentos muy útiles para determinar


las variaciones de la estructura social en un período determinado, en este caso, el
período comprende los años de vigencia que tuvo el modelo de la valorización
financiera en nuestro país, desde el golpe de Estado de 1976 hasta la crisis
económica y social de 2001. En el gráfico se pueden distinguir algunos de los
indicadores socioeconómicos más relevantes en la cuantificación del fenómeno, la
mayoría de ellos datos estrictamente ocupacionales. Las pirámides de estratificación
permiten conocer los porcentajes de la población correspondientes a cada estrato
social, para la delimitación de cada estrato se entrecruzan distintos tipos de variables
como nivel de ingresos del hogar, existencia de necesidades básicas insatisfechas,
grado de escolarización alcanzada por los miembros de la familia, condiciones y tipo
de vivienda, entre otros.

En un primer pantallazo lo primero que se puede destacar es la brutal


disminución de los sectores medios plenos y medios altos; en una sociedad donde
estos representaban casi el 80% de la población, en menos de treinta años, pasaron a

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significar tan sólo el 20% de la misma. Por otro lado, estas pirámides corroboran
empíricamente muchos de los procesos explicados en el apartado anterior. En la
pirámide de 1974 podemos apreciar que el porcentaje de pobres e indigentes explican
un exiguo 6% de la población, mientras que estos números se incrementan
escandalosamente hacia finales del siglo XX, hasta alcanzar al 60% de la población
durante la crisis del 2001.

A continuación explicaremos y analizaremos brevemente los indicadores


presentes en la parte inferior del gráfico, con la intención de ampliar nuestra
comprensión acerca de los cambios producidos en la estructura social argentina.

Desocupación abierta: este indicador releva los porcentajes de trabajadores


desocupados, es decir, aquellas personas en condición laboral que han estado
buscando empleo en las últimas semanas y que no lo han podido conseguir. No
obstante, este indicador posee algunas limitaciones, ya que sólo da cuenta de aquellos
trabajadores que han estado efectivamente buscando empleo, por lo que omite a
todos aquellos que pudiendo trabajar han dejado de buscar trabajo, desalentados por
la imposibilidad de encontrarlo en el mediano y largo plazo. En la argentina poscrisis el
desempleo, que en 1974 no representaba realmente un asunto social de gravedad,
pasa a ser en 2001 un problema de tipo estructural, es decir, la economía no genera
los puestos de empleo necesarios para absorber los requerimientos de la población
económicamente activa (PEA).

Inflación mensual e inflación anual acumulada: una de las críticas más


frecuentes a la ISI está ligada a los altos índices de inflación que este modelo
generaba, en parte, esto se debía a que el crecimiento exponencial de la demanda
dejaba rezagada muchas veces la oferta de bienes y servicios, encareciendo así el
costo de los productos. Otra de las críticas tenía que ver con los altos niveles de
emisión monetaria, necesarios para cubrir el cuantioso gasto público demandado por
el Estado de bienestar. El neoliberalismo, en tanto propuesta económica, encuentra en
la inflación a uno de los principales males de las economías de los países, ya que el
aumento generalizado de los precios tiende a generar incertidumbre en el mercado y a
paralizar las inversiones privadas. Sin embargo, en los datos podemos notar como los
niveles inflacionarios, luego de más de veinticinco años de aplicación de políticas
económicas neoliberales, se dispararon a niveles similares a los de 1974.

Coeficiente de Gini: este es quizá uno de los datos fundamentales en la


medición de la desigualdad social. El Gini permite determinar la proporción de riqueza
social apropiada por cada uno de los estratos sociales que componen la sociedad.
Este coeficiente cuantifica estas diferencias en un solo número en una escala del 0 al
100. Mientras más igualitaria sea la repartición de las riquezas, más próximo al 0
estará este indicador, mientras que al aumentar inequidad más se aproximará este
número al 100. Por ejemplo, una variación positiva de dos centésimas en el coeficiente
de Gini (por ejemplo de 34 a 36) equivale a una distribución de un 7% de riqueza del

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sector más pobre de la población al más rico. En los datos podemos apreciar como la
sociedad argentina de 1974 tenía un Gini cercano al de las sociedades de Europa
occidental de la época, mientras que a finales de la crisis del 2001, este indicador se
asemejará, e incluso superará, al de muchas de las sociedades latinoamericanas,
caracterizadas por ser unas de las más desiguales del planeta.

Brecha de ingresos: este porcentaje se expresa mediante la división de los


ingresos de los hogares con mayor capacidad adquisitiva sobre los ingresos de los
hogares con menor capacidad adquisitiva. Más sencillamente, representa cuantas
veces obtienen los primeros los ingresos de los segundos. Lo que el gráfico nos
muestra es que este valor se ha casi ¡triplicado! en los menos de treinta años que
separan a una medición de la otra.

Trabajo informal: quizá sea uno de los indicadores más conocidos por el
público en general. Este dato expresa el porcentaje de la población ocupada que
posee un trabajo no registrado legalmente, es decir, un empleo que no cumple con los
requisitos normativos vigentes, por lo que, ese grupo de trabajadores se encuentran
bajo un régimen precario de contratación (sin estabilidad en el empleo; sin los
beneficios de los derechos laborales como vacaciones, jornada laboral de ocho horas,
indemnización por despido, aportes jubilatorios, entre otros; y sin cobertura social). En
este indicador suele contemplarse también la situación de los subempleados,
personas que trabajan a tiempo parcial, generalmente en condiciones de informalidad.
Durante la década de 1990, los cambios en la normativa laboral tendieron a flexibilizar
las condiciones de contratación, legitimando el proceso de precarización y pérdida de
derechos laborales. Los contratos de locación de servicios y de locación de obra, que
eximían a la parte contratante del pago de los aportes de la seguridad social, fueron un
claro ejemplo de este fenómeno.

En la argentina de la valorización financiera casi uno de cada dos trabajadores


se hallaba bajo esta situación de absoluta desprotección laboral, dando cuenta esto de
una alarmante multiplicación de los sectores underclass o precariado.

5.4. ESTRUCTURA SOCIAL LABORAL EN LA ARGENTINA DEL


SIGLO XXI

Para el sociólogo e investigador argentino Agustín Salvia (1956 - …) la


informalidad laboral ocupa un lugar central en la determinación de las carencias y
asimetrías ocupacionales de la estructura laboral de nuestro país. La precariedad de
los puestos de trabajo existentes afecta a casi el 45% del total de la PEA, sin que haya
habido modificaciones importantes en las últimas décadas.

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“Esta problemática no sólo afecta el bienestar de los trabajadores y de sus


familias, sino también las capacidades de desarrollo económico. En el primer caso,
el problema se asocia con los bajos ingresos y la falta de protección social, y por lo
tanto con la pobreza. Al mismo tiempo, a nivel agregado, una extendida
extralegalidad laboral afecta tanto el funcionamiento eficiente de los mercados,
como la capacidad del Estado para recaudar y redistribuir recursos bajo reglas de
mayor equidad social” (Piovani y Salvia, 2018: 115)

Para la teoría de la “heterogeneidad estructural”, en los países subdesarrollados


o dependientes coexisten dos sectores económicos: uno con niveles de productividad,
inversión y tecnología próximos a los circuitos productivos globales más dinámicos, y
otro totalmente desintegrado de estos circuitos dominantes, caracterizado por ser un
conjunto de actividades económicas de subsistencia, intensivas en mano de obra,
tecnológicamente rezagadas y con escasa o nulas posibilidades de integración al resto
del tejido productivo. Frente a la insuficiente oferta de empleos por parte del mercado,
este segundo sector, informal y de bajos empleos, absorben buena parte de la mano
de obra disponible, pero en formas donde prevalecen el autoempleo, el trabajo familiar
no remunerado y el trabajo en pequeñas unidades económicas de bajísima
productividad, todas operando en general en condiciones de extralegalidad (Ídem:
117).

Estos grupos, rezagados y marginales al interior de la estructura ocupacional


argentina, son lo que podríamos definir - ciertamente con matices – como los
desafiliados o los precariados del siglo XXI. Estas son las familias e individuos que,
incluso durante ciclos expansivos de la economía, no logran mejorar sus condiciones
de vida, debido a las características propias de los empleos en los que se ocupan y a
la falta de integración de estos empleos con circuito productivo principal. La
persistencia de los valores de la informalidad laboral en torno a un casi inamovible
30%, explicaría porque incluso durante el impresionante crecimiento económico del
período 2003 – 2007 la tasa de pobreza, si bien notoriamente más baja que en años
anteriores, nunca pudo descender por debajo del 20% (incluso en las estimaciones
más generosas).

En el cuadro siguiente podemos ver como esta hipótesis (desarrollada por


Wacquant y revisada en el Cap. III) se corrobora empíricamente, ya que si bien la
reducción del desempleo y de la tasa de pobreza resultan sorprendentes a partir de
2004 en adelante, existe una dificultad desde el año 2010 para seguir logrando
descensos significativos en la los porcentajes de pobreza. En nuestro país, la pobreza
es estructural porque no basta con mejorar los índices económicos para combatirla, el
problema está ligado a la conformación misma de la estructura social del mercado
laboral y a las notables asimetrías al interior del tejido productivo nacional.

Tasa de desocupación, tasa de pobreza y coeficiente de Gini, 1998 - 2015

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Extraído de: Pucciarelli y Castellani (2017)

No obstante, y a pesar de la prolongación de algunos déficits en materia social,


los gobiernos posteriores a la crisis del 2001 lograron reconstruir parte del debilitado
sistema productivo nacional, recuperando envidiables niveles salariales y de empleo
para la región, aunque nunca tan excepcionales como los existentes en la década de
1970. Esto se puede apreciar con claridad en los dos gráficos siguientes:

Evolución de la desocupación, la pobreza y la indigencia, los salarios reales y la productividad, 2003 – 2015
(índice 2003 = 100 y porcentajes)

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El incremento del salario real, que no es otra cosa que el salario promedio de
los trabajadores medido en función de su capacidad adquisitiva y teniendo en cuenta
el aumento de los precios, permite visualizar una sostenida recuperación de los
ingresos para el período 2003 – 2015. Este incremento es incluso mayor que el
crecimiento de los valores de la productividad del trabajo, es decir, el rendimiento
del trabajo de un obrero promedio, lo que nos habla de una situación de efectiva re-
distribución progresiva de la riqueza nacional. Sin embargo, y aunque en este cuadro
volvemos a observar un importante descenso del desempleo, con niveles sostenidos
cercanos al pleno empleo, se repite la misma tendencia vista en el gráfico precedente:
el nivel de la pobreza se estanca en un 20% o 30% (según la medición) del cual se
hace muy difícil avanzar.

En este punto resulta fundamental comprender la dinámica del trabajo informal


para poder explicar la persistencia en las tasas de pobreza estructural.

Trabajo Precario

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Extraído de: Le Monde Diplomatique

Participación del empleo regulado, no regulado y marginal


según categoría ocupacional. Argentina 2014 - 2015

Extraído de: Piovani y Savia (2018)

Si bien en comparación a otros países de la región Argentina sigue mostrando


aún niveles mucho menores de informalidad laboral, el hecho de que todavía exista un
35% de la población en condiciones de precariedad es sin duda alguna, y como
sostiene Bernardo Kliskberg, un escándalo ético. Estos niveles de informalidad, sin

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duda superiores en aquellos trabajadores que no se encuentran en relación de


dependencia (cuentapropista, autónomos, pequeños emprendedores, etc…), se vuelve
aún más crítica en las provincias con menor desarrollo industrial y productivo, como el
caso de la región del noroeste, donde el empleo no regulado y el empleo marginal
explican la situación de dos tercios de los trabajadores no asalariados (4).

Lecturas complementarias sugeridas: Para este acápite hemos retomado conclusiones y


trabajos de diversos autores y autoras argentinas que estudian pormenorizadamente el
tema de la estructura social y la estructura social laboral en la historia argentina reciente.
Recomendamos: Basualdo, Eduardo (editor) (2017): Endeudar y fugar. Un análisis de la
historia económica argentina, de Martínez de Hoz a Macri. Siglo XXI, Bs. As; Piovani, Juan
Ignacio y Salvia, Agustín (Coord.) (2018): La Argentina en el siglo XXI. Cómo somos,
vivimos y convivimos en una sociedad desigual. Siglo XXI, Bs. As. De este libro se sugiere
especialmente el capítulo IV “Estructura social del trabajo”; Pucciarelli, Alfredo y Castellani,
Ana (Coord.): Los años del kirchnerismo. La disputa hegemónica tras la crisis del orden
neoliberal. Siglo XXI, Bs. As. Se sugiere especialmente el capítulo III “Un proyecto político
con objetivos económicos”; y por último Kessler, Gabriel (Comp.): La sociedad argentina
hoy. Radiografía de una nueva estructura. Siglo XXI, Bs. As. Sobre todo el capítulo IV “La
estructura de clases argentina durante la década 2003 – 2013”.

En conclusión, y retomando algunas discusiones centrales de la sociología


económica actual, lo que podemos notar a grandes rasgos con estos datos es la
situación de profunda anomia social en nuestro país, explicada por los escandalosos
niveles de desigualdad social y fragmentación en la estructura social. Esto no es un
fenómeno exclusivo de las crisis y los períodos de recesión económica, también en un
contexto expansivo de la economía nacional los indicadores siguen dando de qué
hablar. Como sostiene el economista norteamericano Paul Krugman, el crecimiento
económico es una condición necesaria para lograr niveles de mayor equidad y mejoras
en las condiciones de vida, pero con este sólo no basta. Si esta expansión de la
economía no cuenta con un programa de desarrollo social que incluya a todos los
sectores de la sociedad, pues entonces seguirán existiendo amplios sectores viviendo
en condiciones degradantes e infrahumanas.

Actividad optativa: se sugiere ver para la realización del TP N° 4 el documental de


Bernardo Kliksberg: El informe Kliksberg – Cap. “300 millones de desempleados”

https://www.youtube.com/watch?v=dhELCUc8mv8

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Trabajo Práctico N° 4

En la Unidad IV hemos abordado de manera pormenorizada la problemática de la


precariedad y el empleo informal en nuestro país. No obstante, quedaron muchos
temas referidos a la problemática social del trabajo por abordar. Como actividad
práctica obligatoria e individual responda:

¿Qué otra problemática social vinculada al trabajo se podría abordar desde la


sociología? Realice una breve indagación y descripción de un problema de la
estructura socio-ocupacional argentina actual, y explíquelo con sus propias palabras
utilizando alguno de los elementos teóricos trabajados en la Unidad III y IV. Adjuntar
archivo en TP N° 4 en la plataforma. Arial 12, interlineado 1,5. Desde el 06 de mayo
al 19 del mismo mes.

VER PREZI de la unidad: https://prezi.com/apszcn9uhn5v/la-sociedad-excluyente/

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BIBLIOGRAFÍA UTILIZADA EN ESTE CAPÍTULO

 Basualdo, Eduardo (2010): Estudios de historia económica argentina. Desde


mediados del siglo XX hasta la actualidad. Siglo XXI, Bs. As.
 Basualdo, Eduardo (editor) (2017): Endeudar y fugar. Un análisis de la historia
económica argentina, de Martínez de Hoz a Macri. Siglo XXI, Bs. As
 Bourdieu, Pierre (2010): El sentido prático del gusto. Elementos para una
sociología de la cultura. Siglo XXI, Bs. As.
 Bourdieu, Pierre (2011): Las estrategias de la reproducción social. Siglo XXI,
Bs. As.
 Chauviré, Chistiane y Fontaine, Oliver (2008): El vocabulario de Bourdieu.
Atuel, Bs. As.
 Esping-Andersen, Gosta (1990) The Three Worlds of Welfare Capitalism.
Polity Press & Princeton: Princeton University Press, Cambridge.
 Kessler, Gabriel (Comp.): La sociedad argentina hoy. Radiografía de una
nueva estructura. Siglo XXI, Bs. As.
 Klein, Naomi (2011): La doctrina del Shock. El auge del capitalismo del
desastre. Paidós, Bs. As.
 Piovani, Juan Ignacio y Salvia, Agustín (Coord.) (2018): La Argentina en el
siglo XXI. Cómo somos, vivimos y convivimos en una sociedad desigual. Siglo
XXI, Bs. As.
 Pucciarelli, Alfredo y Castellani, Ana (Coord.): Los años del kirchnerismo. La
disputa hegemónica tras la crisis del orden neoliberal. Siglo XXI, Bs. As.
 Svampa, Maristella (2005): La sociedad excluyente. Argentina bajo el signo
del neoliberalismo. Taurus, Bs. As.

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