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Retiro agentes de agentes de pastoral 2023

Elegidos, llamados y enviados

Llegada palo gordo 8:00 am “elegidos”

Desde nuestro lema general “caminemos junto”, en esta mañana nos disponemos
a ir juntos como hermanos en este “subir” hacia la montaña, tal vez será difícil, tal
vez lleguemos cansados, pero? No lo estamos del mundo? Por eso los invitamos
en un momento de silencio a colocar su intención en este papel.

Del libro de Jeremías

Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, y antes que


nacieses, te tenía consagrado: yo profeta de las naciones te constituí. Yo
dije: “¡Ah, Señor Yahveh! Mira que no sé expresarme, que soy un
muchacho” 7. Y me dijo Yahveh: No digas: “Soy un muchacho”, pues
adondequiera que yo te envíe irás, y todo lo que te mande dirás. 8. No les
tengas miedo, que contigo estoy yo para salvarte - oráculo de Yahveh -.

Reflexión orante.

4 Entonces me dirigió Yahvé la palabra en estos términos:


5 Antes de haberte formado yo en el vientre, te conocía,
y antes que nacieses, te tenía consagrado:
yo profeta de las naciones te constituí.

Se presenta la elección con gran sencillez y sobriedad. Apuntamos algo importante: no es


Jeremías quien decide ser profeta sino que el Señor lo elige primero. La certeza de que
Dios nos ha hablado al corazón primero, o dicho de otro modo, que nos ha amado
primero y desde el principio es un principio central de toda la Escritura. En los pueblos
antiguos ante el mal (enfermedades, desastres, guerras, etc) se ejercía un complejo ritual de
sacrificios para atraer el favor (el amor) de las divinidades. No es esta la experiencia de
Israel. No es su esfuerzo el que consigue el favor de Yahvé, es Dios mismo quien toma la
iniciativa y se adelanta siempre a ayudar a su pueblo (p.e. Ex 3,7-8: He visto la aflicción
de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus
angustias. Voy a bajar para librarlo). Así es como Israel descubre y se convence del
amor que Dios le tiene.

Ya desde el principio le sitúa en la condición de criatura: Antes de haberte formado yo en


el vientre… (5). ¿Qué significa esta expresión? La antropología semita entendía la vida
como un don de Dios. Los israelitas suponían que el varón plantaba una semilla en la
mujer, pero no por eso se generaba un hombre. Realmente se concebía un nuevo ser cuando
Dios otorgaba el don de la vida a la simiente sembrada en la esposa. La concepción
requería del varón y la mujer, pero dependía del don de la vida regalado por Dios a la
criatura. Por eso era un ser distinto de sus padres, surgido del don de Dios mediante sus
padres. Por tanto, antes de que Dios le otorgará el don de la vida ya existía Jeremías en el
proyecto de Dios. El Señor tenía un proyecto sobre la vida de Jeremías, porque tiene un
proyecto para la vida de toda persona y sobre el universo entero (Gen 1,2). Las religiones
de Mesopotamia presentan dioses que también tienen planes sobre el hombre y el
mundo. Planes tiránicos y que hacían del hombre un esclavo de sus caprichos. El plan de
Dios es distinto, no esclaviza al hombre sino que le permite experimentar la amistad de un
Dios que le ha dado un mundo donde habitar y dominarlo. Dios desea hacernos felices. El
proyecto divino sobre Jeremías aparece bajo tres aspectos, los cuales meditaremos en el
camino.

Canto vocacional y primer misterio glorioso

Primera estación

 1) Te conocía. Cuando Dios afirma conocer a alguien significa además proteger


y cuidar (Sal 144,3). Dios conoce a Jeremías como una madre, le protege antes
de nacer y le cuida desde el seno. Dios nos conoce porque teje nuestras
entrañas desde el seno materno (Sal 139,13) y nos protege durante toda
nuestra vida (Sal 139,5). Es Dios quien modela la sustancia, la existencia y el
devenir; esto se expresa por el verbo yada: te conocí, es decir, orienté tu
destino, fijé el desenvolvimiento de tu vida (cfr. Jue 13,5 para Sansón; Is 49,5
para el Siervo de Yahvé; Gal 1,15 para Pablo). Podemos simplificar diciendo que
aquí consideramos a Dios como padre y madre.

Canto vocacional y segundo misterio glorioso

 2) Te tenía consagrado. Se trata aquí de esa percepción nueva de la vocación


que hace advertir con mayor intensidad que todo en su vida estaba orientado
en orden a una tarea concreta querida por Dios. Jeremías sabe ahora por Dios
mismo que había sido consagrado para él desde siempre. Esto se expresa por
el verbo qds: ser santo en su forma hifil: santificar, que expresa poner algo
aparte del mundo profano a fin de reservarlo para la divinidad. También vemos
aquí a Dios como un amigo que le comunica su propia intimidad. Solo la
santidad de Dios puede hacerle santo o consagrado..

Canto y tercer misterio glorioso

3) Te constituí profeta de las naciones. La expresión profeta de las naciones debe


entenderse en el sentido de que la suerte de Israel, pueblo al que Jeremías era
directamente enviado, afectaba indirectamente a los demás (cfr. capítulos 27 y 45-49).
Jeremías será profeta porque su forma de pensar, hablar y vivir revelará al pueblo las
entrañas de Dios. Un Dios madre que le ha conocido y tejido desde el seno y que como un
amigo le ha mostrado su intimidad consagrándolo, ahora le da una misión universal.
Vemos aquí al Dios Único y Universal (de todos).

Canto vocacional, cuarto misterio

. PRECES

Sacerdote: Hermanos: en este caminar pidámosle que nos llene de todas sus
bendiciones. Decimos todos.

R. Dios de amor, escúchanos.

 Por nuestra Iglesia particular de Cúcuta, para que fiel a su vocación misionera,
extienda con su testimonio y su palabra el mensaje de Cristo a todos los pueblos,
Roguemos al Señor. R.

 Por el papa Francisco y por nuestro obispo José Libardo, para que el Señor les
ilumine con su gracia y les fortalezca con su espíritu, y así puedan cumplir su misión
dentro del rebaño encomendado. Roguemos al Señor. R.

 Por los sacerdotes, religiosos y personas consagradas, para que vivan con alegría
su vocación de servicio a los demás, Roguemos al Señor. R.

 Por todas las vocaciones sacerdotales y religiosas, para que a ejemplo de todos
los santos respondan gozosamente a la llamada que el Señor les hace y se preparen
con ilusión a la misión que la Iglesia y la sociedad espera de ellos. Roguemos al
Señor. R.

 Por la juventud, para que sepa dar sentido cristiano a tantos ideales que llenan
su vida y encuentre los caminos adecuados para realizarlos, Roguemos al Señor. R.

 Por todos los que nos encontramos aquí reunidos, para que en todos los
momentos de nuestra vida estemos dispuestos a dar razón de nuestra vocación de
hijos de Dios, Roguemos al Señor. R.

Sacerdote: Elevemos al Padre eterno, sustento de toda vocación, la oración que


su Hijo Jesucristo, nos enseñó: Padre nuestro...

Quinto misterio
9:00 am tema: “llamados por Jesús”

Del libro del porfeta Jeremias

Entonces alargó Yahvé su mano y tocó mi boca. Y me dijo Yahvé:


Mira que he puesto mis palabras en tu boca.
Desde hoy mismo te doy autoridad
sobre las gentes y sobre los reinos
para extirpar y destruir,
para perder y derrocar,
para reconstruir y plantar.

Pautas para la reflexión

Ahora se describe una acción simbólica de Dios, por la que deducimos que el profeta fue
objeto de una visión además de la audición sobrenatural. Es el mismo acto que en Is 6,6
pero con distinto significado (en Isaías le limpia de culpa y aquí le da un encargo). Al
tocarle en la boca Dios personalmente (en Isaías era un ángel), le habilita para la misión:
ya no necesitará él buscar palabras, será Dios mismo el que las ponga en su boca (cfr Mt
10,19). Queda investido como portavoz oficial de Dios: te doy autoridad (te pongo al
frente: como superintendente) sobre las gentes y los reinos. La palabra divina es aquí
entendida como expresión del poder mismo de Dios que se comunica a este joven
pueblerino para llevar acabo este plan divino para todo el mundo.

Esta autoridad se concreta en una doble acción (negativa y positiva) dispuesta


quiasmáticamente: extirpar y destruir / perder y derrocar / reconstruir y plantar. Se
emplean términos agrícolas (campo) y de construcción (ciudad). No se trata de un proceso
sucesivo (demoler para construir) sino simultaneo, pero diversificado según las
disposiciones que se encuentre en el camino. Extirpar – destruir – perder – derrocar o sea
castigar al rebelde y reconstruir – plantar salvar al que acepte la palabra.
ABRAHÁN:UN NÓMADA

El primer gran personaje que encontramos en la Biblia es Abrahán.

Lee las páginas del libro del Génesis 12,1 hasta 23,20.

 Abrahán es un pastor que va de una parte a otra buscando pastos y agua para su
ganado. Es un pastor nómada, inquieto y, a veces, solitario. Es alguien que busca en
el desierto.
 Abrahán es natural de Ur de Caldea y vivió hacia el año 1900 antes de Cristo.

 Cada ser humano tiene una identidad propia que es compartida, a su vez por el
grupo al que pertenece. Esta identidad se manifiesta en una serie de rasgos y
características como son la lengua, el modo de vestir y de comer, la manera de
celebrar la vida o la muerte...

 Abrahán también tiene una identidad definida por la relación estrecha que mantiene
con su familia, con su tierra y con sus dioses. Abrahán no es un personaje abstracto,
es concreto, histórico, y esto lo hace cercano a nosotros.

PONERSE EN CAMINO

 Abrahán está casado con Sara, pero no tiene hijos. Es rico, pero le falta lo más
importante: el hijo que pueda garantizarle una continuidad después de muerto.
 Aún hoy hay muchos grupos étnicos para quienes el principal bien es tener un hijo
varón que continúe la descendencia familiar.
 Abrahán debía estar triste, y en su soledad, en medio de la naturaleza, en un hueco
del día o a la luz de la luna, oraría a su Dios y se lamentaría delante de Él.
 Y Dios, que está al lado de los que le invocan con sencillez de corazón, tardó algún
tiempo en revelársele, pero al final lo hizo.
 ¿Y cómo se le presenta? De una manera desconcertante: "Sal de tu tierra, de entre
tus parientes y de la casa de tu padre".
 Dios conoce a Abrahán, sabe dónde vive, cuáles son sus preocupaciones, sus
interrogantes... y precisamente porque le conoce se atreve a confiar en él
proponiéndole un plan audaz.

UNA HISTORIA NUEVA

Pero salir, ponerse en camino, significa dejar algo. ¿Tendrá Abrahán que renunciar a su
propia identidad, al mundo personal que poco a poco se ha ido construyendo, para
caminar con Dios? Abrahán, en lo secreto de su alma, ha pedido a Dios un hijo. Si fuese
padre, sería feliz. Pero a sus setenta y cinco años, ¿qué puede esperar?
Dios, que rompe los esquemas de nuestra mente y desafía los razonamientos más perfectos,
irrumpe en la vida de Abrahán, no para pedirle satisfacer sus necesidades inmediatas, sino
para pedirle que renuncie a lo que tiene y que se ponga en camino.

A partir de este momento, Abrahán se da cuenta de que Dios es mucho más grande de lo
que él había pensado. ¡Sí! Él pensaba que era sólo el Dios de su pueblo, que estaba para
protegerlos y satisfacer sus anhelos. Y, sin embargo, Dios se le muestra en lo desconocido y
arriesgado, en el horizonte que se percibe y no se toca.

¿Cuál es la respuesta de Abrahán? Deja lo conocido, lo que le da seguridad y, en el


fondo, identidad, y empieza a caminar, con la única confianza de sentirse acompañado por
Dios. El riesgo es grande. ¿Qué encontrará mañana? Abrahán confía en Dios.

El riesgo, basado en la confianza de que Dios guía nuestra vida, es el elemento básico y
fundamental de la historia nueva que comienza con Abrahán: El futuro no depende ni de ti
ni de mí; el futuro está en las manos de Aquel que nos ama y nos conoce profundamente.

UNA NUEVA FAMILIA

La llamada a Abrahán va acompañada de una promesa: "Haré de ti un gran pueblo... y en ti


se bendecirán todas las familias de la tierra". Abrahán deja su tierra y la casa de su padre,
para encontrar otra tierra y otra familia mucho más amplia que la conocida.

Dios llama a Abrahán a salir de su pequeño nido para abrirse a la universalidad. Le llama a
salir de su pequeño proyecto para encontrarse con el proyecto de Dios.

Abrahán encuentra una nueva identidad. La identidad que le viene de unir a los pueblos, de
ser con su presencia signo de fraternidad universal. Su tierra no será ya la de Ur de Caldea,
sino la que vaya encontrando en el camino; y su familia no quedará reducida a Sara y Lot,
se irá ampliando con las personas con las que entre en contacto.

PISTAS PARA EL CAMINO

 Abrahán es un personaje muy sugerente para todo el que quiere vivir su vida abierta
a la humanidad entera.
 Para tu reflexión personal, te propongo que te detengas en la lectura del texto
escrito, fijándote particularmente en lo siguiente:

1. Abrahán, al ponerse en camino encuentra su plena identidad y el sentido de su vida.


Pregúntate qué es lo que te da a ti identidad como persona: ¿Por qué vives, luchas, estudias
o trabajas...?

2. ¿En qué medida entra Dios en tu proyecto? ¿Tienes capacidad de riesgo?

3.Lee Marcos 3, 31-35 y Lucas 9,23-26, compáralo con lo que has leído de Abrahán.
Sed escandalosamente utópicos.
Revolucionad la sociedad en que vivís,
empezando por vuestro propio corazón, por vuestra vida diaria.
Sed capaces de ser pobres, despegados. Despreciad el consumismo.
Sed capaces de trabajar, sí, de trabajar.
Estudiad para conocer el mundo y sus causas, todos los mundos;
y sed también puente.
Vosotros, sí, podéis ser puentes: puentes entre el primer y el tercer mundo, entre la
primera iglesia y la tercera iglesia.
Y, si os sentís llamados a ciertos radicalismos más evangélicos, tal vez, hasta el
sacerdocio y la misión, casados o no casados, ¡responded!
El Señor sigue llamando.
La misión sigue siendo esencial en la Iglesia.
Creo que vosotros, jóvenes de hoy, no tenéis menos capacidades
que Juan, o Moisés, o Abrahán, para responder al Señor que llama para la liberación
de su pueblo.

MOISÉS: SOÑADOR DE LIBERTAD


HACE MUCHOS SIGLOS

Bastantes siglos antes de que Jesús naciese, había una gran potencia dominadora, Egipto,
que, como la mayoría de las grandes potencias de todas las épocas, era lo que era porque
sometía a sus intereses a los demás pueblos. Si uno de ellos se rebelaba, era rápidamente
aplastado.

Egipto contaba con el aliciente de ser muy rico en cereales gracias, sobre todo, a las
crecidas del Nilo. En época de sequía o escasez, los pueblos de alrededor bajaban a
abastecerse de víveres. Como es lógico, mucha gente, atraída por el nivel de vida egipcio,
se quedaba a vivir allí, realizando los trabajos que iban saliendo para ganarse la vida.

Ramsés II, el gran faraón egipcio, como todos los faraones que ha visto la humanidad, no
quiso pasar por la vida sin dejar señales de sus huellas. Le entró la fiebre de construir
monumentos, emulando a sus antepasados. Para ello necesitaba mano de obra barata. ¿A
quién acudir? A los más indefensos y desprotegidos, a los inmigrantes venidos de otros
pueblos, a quienes se destina a los trabajos forzados.

SACADO DEL AGUA

 Pero Dios no permanece indiferente ante el sufrimiento humano. Su corazón está al


lado de los humillados y explotados por la sed de grandeza del faraón.
 La providencia de Dios se manifiesta muchas veces de una manera contraria al
modo de pensar de los hombres. Pero siempre, en circunstancias y situaciones
difíciles, surge el grito liberador de nuestro Dios.
 Ahora bien, este grito Dios lo hace sentir siempre a través de personas muy
concretas y nada especiales.

¿Quién iba a suponer que un niño abandonado en las aguas del Nilo y rescatado por un
familiar del faraón, se convertiría años más tarde en el libertador de su pueblo?

 Moisés es este niño abandonado y rescatado, que, luego, crece, es educado en la


corte del faraón y es iniciado en la sabiduría egipcia.
 Tiene todos los privilegios de pertenecer a la familia imperial. Su contacto con la
realidad es limitado. Su mundo está dentro del palacio, donde se desarrolla su vida
de cada día.
 Desde pequeño se ha acostumbrado a ver la sociedad dividida: los poderosos,
mandan y viven bien; los pobres, están destinados al servicio de los intereses de los
primeros.

MOISÉS TIEMBLA
El orgullo de pertenecer al gran imperio, crece en el corazón joven de Moisés. Grandes
proyectos e ideas se van gestando en su mente. Los jóvenes de su generación tienen la
obligación de continuar la expansión y la grandeza de la sociedad a la que pertenecen.

Entre las ansias de grandeza y los proyectos de futuro, Moisés decidió un buen día dar un
paseo por las faraónicas construcciones, donde los extranjeros trabajaban de sol a sol bajo
la estrecha vigilancia de la policía egipcia. Y he aquí que, de pronto, observa que un
vigilante egipcio maltrata a un trabajador israelita.

Moisés se encuentra, de golpe y sin haberlo buscado, frente a la cruda realidad. La


ideología dominante la justificaba con los argumentos del poder, del orden y de la
seguridad nacional. Esta realidad que Moisés descubre no es la que le han enseñado en el
mundo artificial del palacio.

En su corazón surge inesperadamente el grito por la justicia: "¡Esto no es posible!". Y de


repente, sin pensarlo, mata al agresor egipcio. Es su respuesta, no meditada, ante un hecho
que le desconcierta profundamente: la grandeza del imperio egipcio está fundada sobre el
desprecio de la vida de unos indefensos trabajadores. Y Moisés vuelve al palacio... Pero su
corazón tiembla.

Difícilmente puede conciliar el sueño. Piensa en lo que ha visto y hecho, y en lo que le han
enseñado. Está turbado e inquieto. Las cosas no coinciden.

Al amanecer del día siguiente se pone de nuevo en camino. Quiere conocer mejor la
realidad, ahora no desde los manuales, sino desde el barro y los ladrillos. Pero la realidad es
compleja.

Surge una pelea entre dos israelitas y él intenta poner paz. Uno de ellos le reprocha el
crimen cometido el día anterior. Moisés, al ver que lo que hizo se sabe, se asusta.

MOISÉS HUYE

La noticia llega al faraón, que decide buscar a Moisés para matarle. El mismo faraón que lo
había mimado y educado, ahora quiere acabar con él. Así pasa con todos los poderosos, que
no aceptan la más mínima crítica a su sistema: o te sometes y te integras, o te buscan para
eliminarte. El poder no admite soñadores de libertad ni de solidaridad.

Moisés huye hacia el desierto. Busca su propia seguridad. Y, ante las amenazas de muerte,
encuentra refugio en Madián. Debió ser muy dura la experiencia. Todo pasó muy rápido,
casi sin poder reflexionarlo.

Ahora, en el desierto, al lado del pozo, en la serenidad de la noche, Moisés piensa en lo


acaecido. Es imposible volver a Egipto, debido a la amenaza del faraón y al rechazo de
algunos israelitas. ¿Qué hacer? "Es verdad que es injusto lo que está pasando allí, pero
debo salvar mi propia piel. Y, además, también tengo derecho a vivir mi propia vida".
Moisés se queda a vivir en la tierra de Madián. Se casa, forma un hogar, adquiere un rebaño
para sobrevivir...

Y... los grandes sueños de conocer la realidad tal cual es y de liberar al pueblo oprimido se
desvanecen, caen en saco roto. (Lee Éxodo 1 - 2)

PISTAS PARA EL CAMINO

1.Moisés vivió hace mucho tiempo. Muchas cosas han cambiado. Y sin embargo, hay
aspectos que coinciden. Compara Egipto y nuestro mundo de hoy. ¿Encuentras algunas
semejanzas?

2.Moisés, a pesar de estar muy bien educado y tener excelentes conocimientos, vive de
espaldas a la realidad. Hoy día, la formación escolar, universitaria, los medios de
comunicación social... ¿te ayudan a conocer la realidad de nuestro mundo?

3.Ante el peligro; Moisés huye y opta por vivir su propia vida, porque él también tiene
derecho a vivir tranquila y cómodamente. ¿Qué te parece esta actitud?

En el mundo, a través de personas muy concretas


y de situaciones nada especiales,
Dios hace oír su grito.

BUSCADOR DE SOLIDARIDAD

Cuando nos acercamos a la Biblia, surge en nosotros la reacción espontánea de idealizar a


las personas que encontramos en sus relatos. Los consideramos seres especiales y
extraordinarios, dotados de un "no sé qué" que les hace muy diferentes a nosotros.
Idealizándoles, les quitamos toda la fuerza que pueden tener para nosotros.

Qué duda cabe que Moisés ha sufrido también este proceso. En nuestra mente está un
Moisés de película, sobrehumano, rayando los límites de lo divino. Sin embargo, Moisés
era como tú y como yo, de carne y hueso. Era un hombre y de él podemos aprender,
hoy, cómo respondió, en su momento histórico, concreto, a la llamada que Dios le hizo.

EN MADIÁN

Ante el peligro que corría, Moisés huyó y se refugió en Madián. Allí se casó, formó un
hogar y se ganaba la vida. Aparentemente Moisés ha recobrado la tranquilidad.
Durante este tiempo, en Egipto hubo un cambio de poder. Llegó un nuevo faraón que
endureció, aún más, las condiciones de trabajo de los extranjeros. Desde siempre al pobre,
cuando ha perdido todas las esperanzas humanas, sólo le queda el grito desesperado hacia
Dios. En Él encuentra refugio y consuelo. "Al menos Él nos escuchará y verá nuestra
situación".

Y Dios, que nos sorprende continuamente, resulta que se encuentra cerca, muy cerca de
ellos. Pensamos en un Dios tranquilo en lo alto del cielo, pero Él está mucho más próximo
de nosotros que nosotros mismos. Dios escucha las quejas de los pobres, oye sus gritos y se
interesa por ellos, porque ellos son su gran debilidad.

En todas las épocas, también en la nuestra, Dios ha estado y está al lado de los más débiles
y marginados. Si pensásemos en un Dios que no se preocupase de ellos, no sería el Dios
bíblico, sería una proyección del hombre.(Éxodo 2,13 - 3,17)

EN EL DESIERTO

En el desierto, sin más horizonte que el cielo, el ser humano se interroga por el sentido de
su vida. Allí encuentra el lugar de la purificación, del conocimiento de sus apegos, del
suspiro por la libertad.

Moisés en el desierto, aparentemente moraba en la tranquilidad, pero la situación que


vivían sus hermanos en Egipto debió de darle más de una vez vueltas en la cabeza. En su
interior había una llama que no podía extinguirse. Por más que él intentara dejarla de lado,
una y otra vez afloraba en sus pensamientos. "Es imposible seguir viviendo sin dar una
respuesta a esta inquietud que no me deja vivir", se diría Moisés. Y un buen día decidió
acercarse a esta inquietud para conocerla profunda y realmente. Y se puso en camino... Y
Dios, que conoce el corazón humano, ve las intenciones de Moisés y sale,
insospechadamente, a su encuentro.

Dios nunca deja solo a quien se pone en camino de discernimiento y búsqueda sincera.
Antes de dar el primer paso, Él ya te ha ofrecido su mano para caminar juntos.

"MOISÉS, DESCÁLZATE"

¿Y cómo sale Dios al encuentro de Moisés? Llamándole por su nombre. Dios conoce a
Moisés. Conoce su caminar, su pasado, sus deseos de un mundo justo, su lucha en favor de
los débiles, su decepción, su huida y su refugio en Madián.
Dios ha estado con Moisés, aún cuando él no se haya dado cuenta. "Si escalo el cielo, allí
estás tú; si me acuesto en el abismo, allí te encuentro; si vuelo hasta el margen de la
aurora, si emigro hasta el confín del mar, allí me alcanzará tu izquierda". Y, ahora, le
sale al encuentro para llevarle a la plenitud de lo que busca, para dar respuesta al
interrogante que no le deja vivir.

Pero, quizás, Moisés quería nadar y guardar la ropa. Su deseo de búsqueda iba unido a un
deseo de seguridad. Y Dios no quiere términos medios, o se pone uno en la búsqueda,
dejando de lado las pequeñas seguridades, o termina uno engañándose.

Si quieres entrar en el camino de Dios, hazlo libremente y descubriéndote, desnúdate ante


la Verdad. Incluso las sandalias, que te protegen los pies de los posibles peligros, te sobran:
¡DESCÁLZATE! Dios te guiará por sendas desconocidas.

Y la verdad es que Dios está en el fango y en el sudor. Está donde los hombres sufren,
lloran y cargan con el peso de la injusticia. Se halla donde los hombres están perdiendo el
rostro humano. Dice Dios: "He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus
quejas, me he fijado en sus sufrimientos".

Moisés se descalza ante un Dios que se ocupa de quien está perdido, de quien sólo es un
número para el sistema, de quien sufre los programas de planificación hechos desde arriba.

"YO TE ENVÍO"

 Y Dios está tan enamorado de los hombres y en particular de los últimos de la tierra,
que decide pedir a Moisés su colaboración.
 ¡No, Dios no está loco! Somos obra suya y por eso confía en nosotros. Es tan
grande su confianza que deja la responsabilidad de este mundo en nuestras manos.
 A menudo, descargamos la responsabilidad de lo que sucede en los demás. Que si
gobernantes, que si ejércitos, que si poderosos... Y así seguimos viviendo
autoconvenciéndonos de que no es tarea nuestra. Es una manera barata de
autojustificar nuestro poco deseo de preocuparnos por los demás.
 Pues bien, en el desierto no valen las excusas, ni tampoco las justificaciones. Lo
único que vale es la disponibilidad para dejar que Dios haga en nosotros cosas
grandes.
 Es verdad que somos pequeños, pero no inútiles. Es verdad que cuando pensamos
en todo lo que hay por delante, nos atenaza el miedo, pero, ¡ay de nosotros si nos
dejamos condicionar por este miedo!

EL AMIGO DE DIOS

 Y Moisés se pone en marcha confiando en la promesa que Dios le hace: "Yo estaré
en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir".
 Así, Moisés inicia con su pueblo una de las historias de liberación más apasionante
que ha conocido la humanidad.
 ¡No estaba solo! "El Señor hablaba con Moisés cara a cara, como habla un hombre
con un amigo".

PISTAS PARA EL CAMINO

1.Dios se nos presenta viendo y escuchando la opresión de su pueblo. ¿Te sientes cercano a
los que más sufren? ¿Ves la situación en la que viven? ¿Escuchas sus lamentos? ¿Cómo?

2.A pesar de que aparentemente Moisés vivía en la tranquilidad, había algo que no le
dejaba vivir. ¿Qué inquietudes tienes en tu interior? ¿Cómo les das salida?

3.Y Dios deja la responsabilidad de este mundo en nuestras manos. ¿Te sientes interpelado
a colaborar con Dios en la realización de un mundo más justo? ¿De qué manera?

4.El Señor hablaba con Moisés como habla un hombre con un amigo. ¿Cómo es tu relación
con Dios

¿Te sientes fatigado? ¡Oh hombre!, no descanses:


no ceses en tu lucha solitaria, sigue adelante y no descanses...
El mundo se oscurecerá y tú verterás luz sobre él y disiparás sus tinieblas. Aunque la
vida se aleje de ti, no descanses.
¡Oh hombre!, no descanses; procura descanso a los demás.

SAMUEL: AQUÍ ESTOY, SEÑOR

Nos situamos en el siglo XI a. C. Un tiempo de transición.

Israel pasa de un modelo de confederación tribal a una monarquía centralizada, imitando


con ello a los pueblos vecinos. Fueron momentos difíciles, se nos dice que "la Palabra del
Señor era rara". El pueblo se alejaba de Dios en su afán de ser como los demás.

Cuando eclipsamos a Dios de nuestras vidas, nos llega la inseguridad, cedemos el paso a
los intereses personales. Ya no buscamos ni la verdad ni la vida. Nuestra mentalidad se
adapta a lo que domina, a lo que está de moda. Hacemos cosas, pero no vivimos.

LA VIDA DE UN JOVEN
En este contexto se desarrolla la vida de SAMUEL. En esta reflexión nos detendremos en el
período que va desde su infancia hasta su juventud. Veremos cómo nació y se desarrolló su
disponibilidad al proyecto de Dios, hasta el punto de decir: "Habla, Señor, que tu siervo
escucha". Lee 1 Samuel, 1,1 - 4,1

 Desde la infancia, Samuel vive al servicio del Templo. Había sido entregado por su
madre a Dios para que le sirviera. Elí, el sacerdote encargado del Templo, es quien
lo acoge y hace de él su ayudante.
 Samuel es un adolescente que cultiva las actitudes de generosidad, del trabajo bien
hecho, de prontitud para el servicio y de disponibilidad. "Hace cosas" para servir a
Dios.
 Elí es una persona preocupada para que todo lo que se hace en el Templo salga bien
y se observe todo el ritual. Está apenado por el comportamiento de sus hijos. Pero es
incapaz de ir más allá. No es una persona acostumbrada a la Palabra de Dios.
 Esta situación va a influir mucho en el pequeño Samuel. También él, a pesar de
todos sus valores humanos y su disponibilidad para servir, no está abierto a la
Palabra de Dios, tiene poca familiaridad con Dios.
 Esto también nos puede pasar a nosotros. Hacemos muchas cosas para los demás,
dispuestos a ayudar y a echar una mano, pero sin haber sentido aún a Dios como
Padre y amigo.

SUCEDIÓ UN DÍA

Es en este contexto donde Dios se hace presente interesándose por Samuel.

Era un día cualquiera. Sucedió en aquel día como podía haber sucedido en otro momento.
De una manera inesperada e imprevista. Era de noche. Samuel "estaba durmiendo". Como
muchas veces pasa en nuestra vida diaria, no nos damos cuenta de las cosas importantes y
la vida se nos escapa de las manos. Vivimos pero estamos dormidos.

Samuel "dormía en el santuario del Señor", allí donde tenía su trabajo y sus ocupaciones
habituales. "Donde estaba el Arca de la presencia de Dios". Samuel vivía rodeado de Dios,
pero él no se daba cuenta. El Señor estaba a su lado y él no lo sabía. Samuel dormía.

¡Cuántas veces nos ocurre lo mismo! Vivimos nuestra vida como si Dios no existiese, sin
percibir que su presencia inunda todo nuestro ser y que, en palabras de S. Agustín, "es lo
más intimo de nosotros mismos".

EL SEÑOR LO LLAMA

Jamás hubiese pensado Samuel que el Señor le iba a salir a su encuentro. Para Samuel, Dios
era algo abstracto, una idea, un objeto; nunca había experimentado que Dios es sobre todo
una persona. El Señor, que lo conoce muy bien, se le acerca, le susurra palabras al corazón
y lo llama por su propio nombre.

Samuel, en su disponibilidad, cree que es Elí quien lo llama y le responde inmediatamente.


Samuel no es capaz todavía de distinguir la variedad de voces que recibe. Para él,
todas son iguales. Sin embargo, hay voces que son diferentes, que hablan al corazón. Y es
que por aquel tiempo Samuel hacía muchas cosas para Dios, lo servía en el Templo, pero
"no lo conocía todavía".

¿No nos puede pasar a nosotros algo parecido: años y años en grupos, en la Iglesia,
participando en la Eucaristía, colaborando en tantas cosas y, sin embargo, no
conocemos todavía a Dios?

Sólo más tarde, Samuel empieza a darse cuenta, con la ayuda del sacerdote Elí, que esa voz
no proviene del exterior, sino de su interior. Descubre que Dios está con él, que se interesa
por él y que le ofrece su amistad y su intimidad.

HABLA, SEÑOR

Su disponibilidad natural, ahora, Samuel la pone al servicio de Dios. Es Él quien habla.


Samuel, por su parte, escucha.

Seguir a Jesús es ponerse en camino y dejarse guiar por Aquel que nos conoce, nos ama y
quiere ayudarnos para que nos situemos en el Proyecto de Dios y nos convirtamos en
Protagonistas del Reino. La escucha de la Palabra es el medio más eficaz para ir
descubriendo nuestro lugar en dicho proyecto.

Toda vocación es un proceso que va madurando lentamente. Nada sucede de la noche al


día. Estar atento a lo que se vive y se siente, dejarse ayudar por una persona, escuchar la
Palabra... son algunos de los elementos importantes para ir descubriendo la llamada del
Señor y poder responderle.

EMPIEZA A CRECER

"Samuel crecía y el Señor estaba con él". Para aquel joven se inicia un nuevo camino.
Samuel pasa de una existencia simplemente buena, generosa, de ser un buen chico, a darse
cuenta de la presencia de Dios que inunda toda su vida y que hace de él un profeta.

Poco a poco, mediante la escucha de su Palabra, se va familiarizando con Dios, hasta el


punto de no ser él quien dirige su vida, sino Dios mismo que vive en él.

En este proceso, lo único que Dios nos pide es que estemos disponibles al diálogo, y
dejemos que sea Él quien vaya guiando nuestro camino.

"Y la palabra de Samuel se escuchaba en todo Israel". Samuel deja de ser un niño que hace
cosas, y se convierte en un adulto que vive la presencia de Dios. Si Dios lo ha elegido es
para que su palabra pueda ser oída por otras personas, para que así puedan también ellos
entrar en diálogo y familiaridad con Dios. Esto es la misión.

PISTAS PARA EL CAMINO


Podemos seguir el mismo camino de Samuel y reflexionar:

1.En la vida, ¿basta con ser bueno, generoso, altruista, servicial...?

2.Dios habla, Samuel escucha: ¿Cuándo me habla Dios?, ¿cómo lo escucho?

3.Elí ayuda a Samuel. ¿Quién me ayuda en mi vida?

 Pide al Señor poder comprender cómo te busca, cómo te habla, qué es lo que quiere
decirte, dónde te quiere. En tu oración puedes usar el texto de 1 Samuel, 2,1-10.

Si quieres ser -perdona que te lo diga-, tienes que librarte, ante todo, del exceso de
poseer que tanto te llena de pies a cabeza, que no deja más sitio a ti mismo y todavía
menos a Dios.
Para librarte de ti mismo,
lanza un puente más allá del abismo de la soledad que tu egoísmo ha creado.
Intenta ver más allá de ti mismo.
Intenta escuchar a algún otro, y, sobre todo, prueba a esforzarte por amar, en vez de
amarte a ti sólo.

Hélder Cámara

DAVID: DEBILIDAD DE UN HOMBRE

En nuestro caminar, ayudados por las personas que hallamos en la Biblia y que han vivido
situaciones análogas a las nuestras, nos encontramos con DAVID, personaje central en la
historia del pueblo de Israel.

La vida de David es amplia y profunda. Hoy nos vamos a fijar sólo en un aspecto de la rica
personalidad de este rey: su debilidad. Leemos 2 Samuel 11,1-12,14.

UN JOVEN CON SUERTE

David hizo en poco tiempo una carrera fulgurante. De ser un joven pastor al cuidado del
rebaño de la familia, pasa a ser elegido como futuro rey y, poco después, a ser consagrado
como tal. Es valeroso, es justo, es alegre y la suerte le sonríe.

Delante de sí tiene una gran responsabilidad. Se le considera el elegido por Dios para guiar
a Israel por el camino de la Alianza. De él, de su manera de hacer las cosas, de relacionarse
con los demás, va a depender, en gran medida, que el pueblo camine en la dirección
correcta.
David vive una época de gran esplendor. Todo le sonríe y él se siente escogido por Dios. Él
piensa que si Dios está con él, nada le puede fallar. Es joven, inteligente, lleno de fuerza y
de vitalidad, siente que nada ni nadie puede oponerse a sus proyectos.

LA DEBILIDAD HUMANA

Pero David es humano. El hecho de ser elegido por Dios no le da ninguna ventaja respecto
a los demás, ni le exime de nada. Es una persona, como cualquiera de nosotros, con sus
virtudes y debilidades.

A David cada día se le presenta como una nueva oportunidad. Delante de sí tiene la
posibilidad de realizar el proyecto de Dios. Una hermosa tarea que le pide sacar a flote lo
mejor que tiene en su corazón.

Pero, justo por las enormes posibilidades que tiene, la tentación de considerarse
autosuficiente y de creerse seguro está al acecho de David. Es la tentación en la que tantos
caemos.

El camino del creyente, del escogido por Dios, no es algo ya hecho, sino algo que se va
haciendo. Es necesario caminar, no detenerse, vivir despierto y estar vigilante. Y, sobre
todo, hay que aprender que el camino no puede hacerse solo.

Se nos dice que David estaba durmiendo. Dormir es lo contrario de estar despierto. Uno
puede vivir dormido en la vida, aunque cada día se levante, camine, coma, trabaje y se
divierta. Uno vive dormido cuando no se mantiene fiel a los valores en los que cree y a la
misión por la cual ha comprometido su vida. David se durmió en los laureles conquistados.

VIVIR DESORGANIZADO

La desorganización, en la vida de cualquier persona, es algo que se va originando poco a


poco, no llega de golpe. Empieza cuando no se mantiene la actitud de vigilancia.

David cede a un deseo tan simple como el de la comodidad. Prefiere quedarse en Jerusalén
antes de asumir el riesgo y la responsabilidad de marchar donde tiene que ir: al frente de
sus tropas. Cree que domina la situación, que nada va a pasar; empieza a ceder, pierde la
vigilancia sobre sí mismo. La comodidad le conduce a la pereza. Se aleja de los demás y se
va convirtiendo en el centro. Poco a poco el horizonte, que antes era amplio y enorme, se
reduce a deseos narcisistas.

Los suyos están luchando. David duerme la siesta. Se levanta al atardecer envuelto en su
soledad. El resultado es conocido, se acuesta con Betsabé, la mujer de Urías, un soldado
que estaba luchando en el frente.

David llega a la culminación de un proceso de pecado que empezó con algo muy simple a
lo que no se le dio la importancia que tenía: se creía seguro, se había aislado de los demás y
había perdido la vigilancia.
¿Quién recuerda al David alegre, seguro de sí mismo, confiado, respetuoso con los
más indefensos, solidario con su propia gente? Ahora es arrogante, encerrado en su
palacio, en su soledad.

HACER CÓMPLICES A LOS DEMÁS

El mal es irreparable. Pero David vive aún encerrado dentro de su reducido círculo de
sentimientos y es incapaz de comprender el alcance real de su desorden. Su autosuficiencia
le ha cegado.

Cuando uno ha perdido el horizonte, no es capaz de ser dueño de sí mismo. Cuando es el


egoísmo el que rige el comportamiento, la inseguridad y el miedo empiezan a dominar a la
persona.

Eso le pasa a David. El hombre seguro es ahora inseguro, el que era fuerte es ahora débil.
David necesita introducir a Urías en su propio círculo, para tranquilizar su conciencia y
quitar importancia a lo que ha hecho. Necesita que otros vivan como él para
autojustificarse.

LA LEALTAD DE URÍAS

Pero Urías no es David. Tiene una misión que realizar y prefiere morir antes que ser
incoherente con lo que se ha comprometido. David insiste, pero Urías no cede ante lo fácil
e inmediato, permanece fiel a aquellos que están sufriendo y luchando.

Esta es la gran diferencia entre ambos. Mientras David pone en primer lugar sus deseos, sin
pensar en los demás, Urías pone a sus compañeros en el centro de su vida y une su suerte a
la de ellos.

David, que no es capaz de mirar más allá de su propia nariz, no puede soportar que un
simple subordinado no ceda a sus presiones y chantajes, y no entre en su propio círculo. La
solución no es otra que acabar con la vida de Urías porque molesta.

“ESE HOMBRE ERES TÚ”

El profeta Natán sirve de espejo a David para que se vea tal como es, en su debilidad y en
su pecado. "Ese hombre, que ha hecho el mal, eres tú". El que ha destrozado una vida y
arruinado una familia es David.

"He pecado contra el Señor", es la respuesta de David. Se ha dado cuenta. Natán le ha


ayudado a abrir los ojos y ver la realidad que está viviendo. A pesar de su pecado, Dios le
aguarda de nuevo. David acepta su debilidad, pone su confianza en Dios y junto con los
demás vuelve a emprender su camino.
Sólo la presencia de alguien, desde fuera, puede ayudarme a darme cuenta de quién soy, de
cómo estoy viviendo y hacia dónde camino. Para ello, se necesita humildad y apertura a los
demás, sobre todo a quien puede ayudarme. La autosuficiencia conduce al narcisismo.

PISTAS PARA EL CAMINO

Lee detenidamente el Segundo libro de Samuel 11,1 - 12,14 y también el salmo 50.

1.¿Encuentras algunos puntos de semejanza entre la experiencia de David y la tuya?


Detente en ellos y analízalos.

2.Imprescindible para que David vuelva a encontrarse consigo mismo, con los demás y con
Dios, es la presencia de Natán. ¿Tienes a alguna persona que te ayude a ir leyendo lo que
estás viviendo?

Líbranos, Señor, de la violencia y del egoísmo.


Que podamos gritar las maravillas de tu perdón.
Abre nuestros ojos, nuestras manos, nuestro corazón
a la reconciliación contigo y con los hermanos.Y será la paz.
AMÓS: INSOBORNABLE LUCHADOR

El pueblo de Israel continuaba distanciándose de la Alianza con Dios,


menospreciaba su proyecto, parecía, cada día más, un pueblo sin punto de
referencia. Los grandes pisoteaban a los pequeños, y cada cual intentaba sacar el
máximo beneficio, aunque fuese a costa de aumentar el número de los indigentes.

Y, como una constante que nos acompaña a lo largo del estudio de los
Protagonistas del Reino. Dios no se queda al margen de lo que sucede en la
historia. Leer libro de Amós.

PASTOR Y CAMPESINO

En el siglo VIII a. C., unos años después de Elías, surge en Tecua, una aldea
cercana a Jerusalén, un hombre llamado Amós.

No conocemos cuándo nació, ni cómo murió, ni de qué familia era. Sabemos que
tenía ganado y cultivaba higos. Era de posición social media-alta y solía viajar
por Israel y Judá recorriendo los mercados. Este ir y venir de una parte hacia otra
le hizo ver lo que sucedía en el país.

Amós era inteligente y se daba cuenta de la situación real de Israel. Era


sensible y no le dejaba indiferente el sufrimiento de los pobres. De regreso a
Tecua, después de sus viajes, se sentaría a hablar con los suyos de lo que había
visto. Le indignaban aquellos que se consideraban la flor y nata del pueblo, que,
acostándose en camas de marfil, pisoteaban el derecho y la justicia. Le
obsesionaban las imágenes de la vida real, donde la injusticia suplantaba la ley, y
la mentira y el soborno se habían instalado en los tribunales.

EL RUGIDO DEL LEÓN

La aldea de Tecua está cerca de Jerusalén, en cuyo templo se proclamaba la


Palabra de Dios. Esta Palabra, que hace justicia al oprimido y defiende al
huérfano, resonaba en el interior de Amós como el rugido del león. Y, cuando
el león ruge, ¿quién no se pone en movimiento?

Amós elige, para actuar, la celebración de la fiesta nacional, en el santuario real


de Betel, donde se daban cita los máximos responsables políticos y religiosos del
reino.

Aquel día, Betel era un hervidero de gente. Estaban los comerciantes con sus
puestos ambulantes. Acudían los pudientes, violadores de la justicia y del
derecho, para ser vistos y hacer ostentación de su posición social. Y estaba
presente la masa de los desheredados quienes, una vez al año, acudían a adorar a
Dios y olvidar, por unos días, la amarga realidad en que vivían.

¿QUIÉN NO PROFETIZARÁ?

Amós se encuentra allí. Se une a algunos grupitos y entre saludo y saludo a los
conocidos de sus viajes como comerciante, habla de la realidad del país. Él ha
abierto los ojos, ahora quiere ayudar a otros para que se den cuenta de la realidad
que están viviendo. Su palabra resuena fuerte entre los que han venido a la
fiesta y su mensaje, como fuego, prende entre los oyentes.

La injusticia que se vive en Israel no es algo abstracto. Son personas concretas


las que viven en situación de pobreza porque hay otras que nadan en la
opulencia. Y esto no es algo natural, querido por Dios, sino que ha sido
provocado por quienes se aprovechan de su poder para manejar a su antojo y
capricho los hilos de la sociedad.

Amós critica con dureza esta realidad. La Palabra de Dios, "rugido de león", que
siente en su interior, le hace decir verdades como puños, aunque duelan a los
poderosos.

LA RAÍZ DE LA INJUSTICIA
A las mujeres bien posicionadas de Samaria, a esas que les gusta pasear sus
alhajas, que se acuestan en lechos de marfil, les llama "vacas de Basán". Su
prosperidad es fruto de la opresión de los indigentes y malos tratos a los pobres.

A aquellos que tienen no sólo casa de invierno, sino también chalet de verano,
mientras hay muchos que no tienen ni una habitación para vivir dignamente, y
que han forjado su riqueza vendiendo al pobre por un par de sandalias, falseando
las medidas y aumentando los precios, Amós les anuncia el juicio de Dios por
haber traicionado su Alianza.

Su celo por la Palabra de Dios le lleva a denunciar la corrupción de los jueces,


que detestan al que habla con franqueza y que aceptan el soborno contra el pobre
en su tribunal.

También declara la culpa del prudente que no considera oportuno el momento


para protestar. Su silencio es un claro apoyo a quien atropella el derecho de los
débiles. Para Amós no hay medios términos. Cuando está en juego la vida de
unas personas, el sí ha de ser un sí y el no un no. La diplomacia de quien se
pierde en sonrisas y en estrechar manos para dejar las cosas como están es una
burla al ser humano, pues sólo intenta salvar la propia imagen y aparecer como
respetable que se esfuerza en hacer algo.

Y el colmo es que se piensa que esta situación de desigualdad social, de opresión,


de injusticia y de prudencia es compatible con una vida religiosa hecha de
peregrinajes a Betel, de sacrificios, diezmos y oraciones. En medio de la fiesta,
Amós denuncia esta religiosidad y declara que el auténtico culto a Dios es hacer
justicia al pobre. Declara que el lugar de encuentro con Dios no es el altar de
Betel sino el estar al lado del pobre y del indigente. Y estar a su lado no significa
limosna, sino hacerles justicia: devolverles lo que se les ha robado.

REGRESA A TU PAÍS

Las palabra de Amós han impresionado a la gente que asiste a la fiesta nacional.
Justo cuando, con aquella fiesta, se está justificando el drama de un pueblo
adormecido, que consiente en vivir, con su pasividad y resignación, en una
situación de injusticia institucionalizada.

A Amasías, sacerdote de aquel santuario, le llegan las palabras de Amós, e intuye


inmediatamente que si no ataja de raíz ese discurso, el sistema sobre el que se
apoya el culto en Betel terminará cayendo. Así, ordena a Amós que se marche a
su país, Judá, donde podrá vivir en paz, y que deje tranquilo el santuario y la
situación social de Israel.
A Amós le hierve la sangre por la falsedad de Amasías. Declara que él ni es
profeta, ni del gremio profético, que si está en Betel es porque el Señor lo arrancó
de su tierra y le mandó ir a profetizar a Israel.

OÍR EL LLANTO DEL PUEBLO

Cuando Amós deja Tecua y se pone en camino hacia Israel, no lo hace ni por
dinero, ni por poder, ni por prestigio, sino por amor a Dios, que es amor a los
pobres. La situación del pueblo pobre y oprimido, el escándalo de la riqueza de
unos pocos, le hacen descubrir la fuerza de la Palabra de Dios, y Dios hace de él
su profeta.

Seguramente en su pueblo hubiera estado más tranquilo y sin tantas


complicaciones, pero cuando Dios entra en su vida ya no puede vivir para sí
mismo, sino sólo para los más necesitados. Tampoco ahora será él quien dirija
sus pasos, desde ahora será Dios quien trazará su camino.

PISTAS PARA EL CAMINO

1.Conocer la realidad social, política, económica y religiosa de nuestra sociedad,


es clave para ir a las causas de lo que está pasando. ¿Qué haces para conocerla?

2.Dios se presenta en la vida de Amós como el rugido de un león ante una presa
cercana. Frente a la situación de nuestro mundo, ¿cómo percibes y vives el
encuentro con Dios?
OSEAS: APASIONADO POR SU PUEBLO

Hacia el siglo VIII a. C., surge en Israel un hombre de Dios que vive en su propia
vida el drama de su pueblo, su nombre es: OSEAS.

Oseas estaba casado con Gomer, a quien amaba con ternura y cariño. Pero ella le
fue infiel, le abandonó y se fue con otros en búsqueda de aventura y felicidad
pasajera.

Así, Oseas sufre el desengaño y la vergüenza de la infidelidad. Su esposa le ha


abandonado, se ha reído de él. Sin embargo, el corazón de Oseas no deja de latir
por ella, es incapaz de dejar de amarla.

Esta trágica experiencia matrimonial le sirve para comprender y expresar las


relaciones entre Dios, que ama apasionadamente, y el pueblo, que ha sido
infiel. "Anda -le dice Dios-, ama a una mujer amante de otro y adúltera, como
ama el Señor a los israelitas".

EL PRIMER AMOR

El pueblo de Israel, desde la salida de Egipto, había reconocido que era Dios
quien lo guiaba. Todo lo que tenía era don y regalo recibido gratuitamente de Él.

En el desierto, caminando, sin más apegos que la confianza en Dios, había


descubierto que era gracias a la fuerza y al ánimo que recibían de lo Alto lo que
hacía que el pueblo, a pesar de sus dudas y vaivenes, siguiera adelante.

Allí, el pueblo había conocido a Dios, había vivido su amor. Había vivido el
tiempo del primer amor, amor apasionado de juventud, expresado con miradas
fugaces que hacen sonrojar, con palabras entrecortadas.
Israel había caminado feliz de tener a un Dios que le daba lo necesario para vivir
y su amor le bastaba.

LA INFIDELIDAD

Pero, cuando deja el desierto, descubre algo inesperado: la fertilidad de Canaán.

Deslumbrado ante tanta riqueza, se asienta y se establece. Conoce a otros


pueblos, otras culturas, otras mentalidades y otras formas de vivir. Se compara
con ellos y queda seducido. Ya no tiene otro ideal que acumular riquezas y ser
poderoso.

En el desierto había caminado con lo esencial y por ello había sido libre. Ahora,
se apega a la cultura del "bienestar", donde nada falta para los que andan
sobrados. Su corazón se entrega a la riqueza.

Antes, Dios era el Absoluto, de donde provenía todo y hacia donde se dirigía
todo. Él era el Creador y Padre. Ahora, su preocupación es el tener, el poseer, el
ser más que los otros, y su amor es la riqueza.

Dios desaparece de su horizonte. Son más apetecibles otros dioses, obras


humanas, frutos de la imaginación y del deseo. Estos dioses, nacidos de otra
cultura, exigen otra forma de pensar y de obrar.

Y así, el pueblo, ya no busca "lo nuestro" sino "lo mío". Ya no es nuestro pan,
nuestra agua, sino mi pan, mi agua, mi lino, mi vino, mi aceite.

El culto al becerro de oro es la expresión de la nueva mentalidad.

EL ADULTERIO

 Se olvida la Alianza y nace el individualismo. La sed por ser más que el


otro deteriora la convivencia y trae la injusticia.
 Y así, abundan "juramento y mentira, asesinatos y robo, adulterio y
libertinaje, homicidio tras homicidio".
 De la infidelidad nace la insatisfacción y ésta produce mayor ansia de
posesión.
 Y para defender los intereses de los que viven por encima de los demás,
surge la necesidad de aliarse con las grandes potencias extranjeras.
 Asiria y Egipto aparecen ante los ojos de Israel como nuevos
dioses capaces de salvar.
 Israel pone su confianza en las fortificaciones y en las riquezas,
abandonando al Dios fiel y lleno de ternura, compasivo y misericordioso,
atento y disponible.

Oseas descubre que su sufrimiento por el adulterio de su amada, es el mismo


sufrimiento de Dios por la infidelidad de Israel. El pueblo de Israel es débil por
su infidelidad.

DESCONOCIMIENTO DE DIOS

¿Cuál es la causa del mal de Israel? Oseas, que lo sabe por su propia
experiencia, no duda en responder: "No hay conocimiento de Dios en el país". El
pueblo ya no conoce el amor de su Dios.

Para Oseas, conocer a Dios no es saber esto o aquello, sino sentir y saborear los
mismos sentimientos de Dios, entrar en sus entrañas y ver el mundo desde su
mismo corazón. Este conocimiento, vivido en el desierto, ha desaparecido al
conformarse al nuevo modo de vida.

El desconocimiento de Dios es ausencia de la capacidad de distinguir entre Dios


y los medios -riquezas, prestigio, proyectos...- que nos acercan o alejan de Él. Es
hacer de estos medios el fin de la vida.

Oseas habla de lo que siente su corazón. Y sabe que, a pesar de su infidelidad,


Dios no olvida al pueblo que ha salido de sus entrañas, que lo ha formado en el
vientre materno.

Y desde esa convicción personal grita a su alrededor: "Volvamos al Señor.


Conozcamos al Señor. Lo encontraremos. Él vendrá a nosotros como la lluvia,
como aguacero que empapa la tierra". Es tiempo de buscar al Señor.

VOLVER AL DESIERTO

El amor de Dios se transforma en pasión por su pueblo. La última palabra la tiene


la esperanza. Oseas lo sabe muy bien y lo grita a los cuatro vientos, a pesar de
que le llamen loco y le digan que desvaría.

La solución es volver al amor primero, el de las primeras seducciones, como en


el desierto. Ahí podrá hablarle nuevamente al corazón con el lenguaje de la
gratuidad, de lo sencillo, de lo esencial, de lo auténtico. Y allí, sin duda, le
responderá como en su juventud.
Y el matrimonio entre Dios y el pueblo será "para siempre, a precio de justicia
y derecho, de afecto y cariño... a precio de fidelidad".

La salvación no está en ninguna potencia extranjera, ni en seguir los caprichos de


la moda, ni en acoger las "carnavaladas" de nuestra sociedad, que esconde, bajo
caretas de lujo, la miseria, la tristeza y la insatisfacción más completa.

"No volveremos a llamar Dios a las obras de nuestras manos". Este es el


conocimiento de Dios.

PISTAS PARA EL CAMINO

Puedes leer detenidamente el libro de Oseas, no son muchas páginas. Al leerlo


fíjate en la infidelidad del pueblo y en la fidelidad de Dios. Puedes subrayar en
qué se muestra una y otra: imágenes que utiliza, actitudes que se subrayan,
sentimientos que aparecen...
¿Qué reacción produce en ti esta pasión de Dios por su pueblo?

Yo pedí fuerza para triunfar.


Él me dio flaqueza, para que aprenda a obedecer con humildad.
Deseé la riqueza para llegar a ser dichoso.
Me dio pobreza para que alcanzara la sabiduría.
Quise poder para ser apreciado por los hombres.
Me concedió debilidad para que llegara a tener deseos de Él.
Pedí un compañero para no vivir solo.
Me dio un corazón para que pudiera amar a todos los hermanos.
Anhelaba cosas que pudieran alegrar mi vida.
Me dio la vida para que pudiera gozar de todas las cosas.
No tengo nada de lo que he pedido.
Pero he recibido todo lo que había esperado sin saberlo.
JEREMÍAS: SEDUCIDO POR DIOS

La relación que Dios mantiene con el hombre es de amor, ternura y cariño. Antes
incluso de formarse en el seno materno, el hombre ya está en el corazón de Dios.
De ahí que Dios tome la iniciativa de entrar en la vida de las personas, para,
caminando con ellas, hacerlas protagonistas de una historia más humana y más
fraterna.

La respuesta a esta iniciativa de Dios es distinta según las personas.

Algunos la acogen con alegría; otros la rechazan, pensando que Dios no es quién
para dirigir sus vidas, y otros luchan contra Él porque no lo ven claro, porque el
futuro que se les presenta es incierto o porque ven contradicción entre lo que
Dios propone y lo que ellos quieren.

Jeremías es una de esas personas que luchan continuamente contra Dios. Su


vida es la historia de una seducción continua por parte de Dios, de un ir y venir,
de un dejarse y un esconderse.

Esta seducción, Jeremías la vive de una forma paradójica. Por una parte la siente
como una violación y, por otra, la experimenta como fuente de gozo y de alegría.

Para seguir mejor el camino que ha recorrido Jeremías te puedes detener en


algunas páginas de su libro, sobre todo en los siguientes textos:

Jeremías, 1,4-10; 15,10-21; y 20,7-18.

UN HOMBRE DE SU TIEMPO

Jeremías nace hacia el año 650 a. C. en Anatot, un pequeño pueblo cercano a


Jerusalén, la gran capital del reino de Judá. Es hijo de Jelcías, sacerdote del
templo.

En Anatot se tiene muy presente la memoria del Éxodo y del pacto que Dios
había sellado con su pueblo. Un pacto que subraya que lo que Dios quiere son
corazones generosos y entregados a los más pobres. Se recuerda a Moisés, a
Elías, a Amós... Y se vive en actitud polémica con los notables de Jerusalén, que
han vaciado de contenido el culto a Dios.

Desde pequeño, Jeremías es iniciado por su padre en la historia del pueblo de


Israel. Una historia leída como historia de salvación, donde Dios ha estado y está
al lado de su pueblo, en los momentos fáciles y difíciles. Jeremías va creciendo
en este ambiente.

Entretanto, más allá de Anatot, las cosas no están tranquilas. Hay quienes luchan
por ser los dueños del mundo. Asiria, Egipto y Babilonia se disputan la
supremacía. Para ello no ahorran guerras. Está en juego el ser el más fuerte y
dominar sobre el resto. Muertes, violencia, asesinatos, sufrimiento y saqueos
están a la orden del día. Cuando hay intereses de poder y prestigio, las vidas
humanas cuentan muy poco. Todo se supedita al fin.

Los ecos de todo ello llegan a Anatot. Jeremías viaja a menudo con su padre a
Jerusalén y ve con sus propios ojos lo que está pasando. A la vuelta, en casa, con
los amigos, comenta esta realidad. ¿Quién puede detener todo este desorden que
no tiene en cuenta el plan de Dios?

LOS PLANES DE JEREMÍAS

A Jeremías le duele esta situación, pero no se da por aludido.

En Anatot cultiva la tierra, transmite la Palabra de Dios recibida, "es catequista",


y tiene buenas relaciones con sus paisanos.

¿Quién es él, tan joven, para cambiar el mundo? Es verdad que las cosas están
feas y que, por la ambición de los que están arriba, los pobres siempre salen
perdiendo. Y, desde luego, esta sociedad, tal y como está ahora mismo, no es del
agrado de Dios. En la mente de Jeremías está muy presente la Alianza. Pero,
¿qué puede hacer? Poco.

Además, él ya tiene sus planes de futuro: se ve casado con una chica del
pueblo, formando una familia y, además de trabajar para sacarla adelante, seguirá
siendo "catequista", porque, eso sí, quiere que la Palabra de Dios sea transmitida
de generación en generación.
Jeremías es sincero y transparente. No está de acuerdo con la situación que vive
el pueblo y desea en el fondo de su corazón un mundo diferente. Mientras
trabaja, piensa mucho en todo lo que ve y escucha. Su corazón se vuelve cada día
más sensible. Se da cuenta que no puede desentenderse de este mundo tan poco
humano.

DIOS QUIERE ALGO MÁS

Al mismo tiempo, la Palabra de Dios, que él ha aprendido de su padre y que


enseña a otros, le escuece en su interior, no le deja dormir tranquilo. Sin que él se
dé cuenta, esta Palabra le está llevando por caminos que él desconoce.

Un día, mientras estaba descansando del duro trabajo, sentado debajo de una
parra, con el botijo del agua al lado, tuvo una fuerte sensación en su interior; él
contará que era como una voz que le decía: "Antes de formarte en el seno
materno, te conocía; antes que tú vieses la luz, te había consagrado; te he
establecido profeta de las naciones".

UN JOVEN ASUSTADO

Jeremías se siente desconcertado. ¿Qué significa esta voz?, ¿de dónde proviene?

Pasan días, meses, y Jeremías experimenta, con más fuerza, esa voz en su
interior. Se pregunta: ¿Quién es ése que antes de venir al mundo ya me conocía y
me amaba?, ¿quién es ése que quiere que yo, pequeño y desconocido, sea su
profeta? Intuye que Dios le está hablando a través de su corazón. Siente miedo,
mucho miedo. La responsabilidad es demasiado grande. "¡Ay, Señor mío, mira
que no sé hablar, porque soy muy joven!".

En el interior de Jeremías empieza la lucha. Él ya tiene hechos sus planes para el


futuro, quiere una vida tranquila, sin más complicaciones que las que tiene cada
día.

Al mismo tiempo, Jeremías conoce la Palabra de Dios, conoce los profetas y sabe
que cuando Dios entra en la vida de una persona, ya no la deja. Intuye que Dios
conoce perfectamente a cada uno y cuando pide algo a alguien es porque le da la
capacidad para responder.

ME HAS SEDUCIDO

Hasta ahora, Jeremías, que conocía todo esto, no lo había sentido como dirigido a
él: "No digas que eres un muchacho; a donde yo te envíe, irás; lo que yo te diga,
lo dirás. No les tengas miedo, yo estoy contigo. Hoy pongo mis palabras en tu
boca".

Pero la lucha continúa. Jeremías no se da por vencido, quiere escapar, olvidarlo


todo. Busca salidas que le ocupen el tiempo, que le impidan detenerse a pensar.
Pero no puede desentenderse, habría sido un cobarde. Y además intuye que la
verdadera felicidad la encontrará acogiendo el plan que Dios tiene sobre él.

Y al final de la lucha, a Jeremías no le queda otra salida que ponerse en las


manos de Aquel que lo ama y le invita a ser luz de salvación para otros
pueblos: "Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir".

Seducido por Dios, Jeremías sale de su pueblo. Sólo lleva entre sus manos la
pasión por Dios, por la verdad, por los pobres y el sueño de un futuro nuevo para
el pueblo. Y sólo tiene como instrumento la Palabra de Dios: Palabra de denuncia
y de esperanza.

¿Qué encontrará? Nadie lo sabe. Él tampoco. Sólo Dios, que es quién lo conduce.
Jeremías tiene 23 años, es el tiempo de amar.

PISTAS PARA EL CAMINO

1.Jeremías se siente débil, tiene miedo, pero encuentra fuerza en la Palabra de


Dios. ¿De dónde saco yo mi fuerza para vivir cada día?

2."Me dejé seducir". Jeremías es libre cuando se deja seducir por el Dios que
detesta las injusticias. ¿Dónde percibo yo la presencia de Dios? ¿En qué
fundamento mi libertad?

 Constatamos que a partir del momento en el que, vencidas todas sus


resistencias interiores, Jeremías se pone en las manos de Aquel que lo
ama profundamente, inicia para él una nueva etapa en su vida.
 El combate no había sido fácil: Jeremías soñaba con una vida normal,
tranquila. Creía en Dios, pero no pensaba que Dios se iba a fijar en él y,
menos aún, que Dios quería hacer de él su luz ante las naciones.
 Muchas habían sido las objeciones: "Mira, que no sé hablar, que soy joven
e inexperto...". No eran más que excusas sugeridas por el miedo. Jeremías,
comprendiéndolo, cede al amor de quien lo amaba antes de formarse en el
seno materno.
SALIR DE SÍ MISMO

 Jeremías sale de su pueblo, del lugar que lo había visto nacer y crecer.
 Deja lo conocido, lo que había sido su punto de referencia, el lugar donde
él se sentía seguro.
 En sus oídos resuena: "No tengas miedo, que yo estoy contigo". Con la
confianza que da el sentirse guiado por Dios, se pone en camino hacia lo
desconocido y lo imprevisto.
 Entre sus manos sólo lleva la pasión por el Dios de la Alianza y por la
verdad, maltratada y burlada continuamente. Le duele el corazón por los
pobres, principales víctimas de un sistema que pisotea la dignidad del
débil.
 Sueña con un futuro nuevo para el pueblo. Sueña con una sociedad donde
se viva el proyecto de Dios.

LA FUERZA DE LA PALABRA

Para realizar la misión que ha recibido de Dios sólo tiene la Palabra, una
palabra de denuncia de un sistema corrompido y una palabra de esperanza, ya
que todo es posible aún si hay un cambio del corazón.

Pero anunciar esta palabra no es fácil. Jeremías descubre que no es ni todo negro
ni todo blanco, sino que abunda el gris, y que es preciso observar la realidad para
saber discernir el bien del mal.

Este observar y discernir la realidad, hoy como ayer, depende mucho del lugar
donde uno se ubique. No es lo mismo vivir en una zona acomodada, donde
aparentemente nada falta, que en un barrio donde hay paro, fracaso escolar... No
es lo mismo mirar la realidad desde España, que desde una favela de San Pablo o
desde los suburbios de Manila.

Jeremías se pone, desde el inicio de su actividad misionera, al lado de los


pobres; con ellos vive su relación con Dios y con la sociedad, no
esporádicamente, sino aceptando correr su mismo destino.
EL PRECIO DE UNA OPCIÓN

Quien vive con pasión la realidad de los pobres y la incorpora a su propia


vida, no puede callar ante lo que sucede a su alrededor, alza su voz para que se
oiga en todos los rincones.

Para hablar, Jeremías elige la puerta del Templo, el lugar más céntrico y
concurrido.

Allí denuncia a una sociedad que ha rechazado el proyecto de Dios, una sociedad
que explota al emigrante, al huérfano y a la viuda, que derrama sangre inocente,
que roba y mata, a una sociedad hipócrita que, presentándose bien, está
corrompida en su interior.

Jeremías paga su valentía a un precio muy alto. Sus amigos se vuelven


enemigos, sus hermanos lo calumnian e incluso planean eliminarlo, ya que
resulta demasiado molesto. En estos momentos oscuros y difíciles, el profeta,
abandonado y delatado, encuentra consuelo sólo en la Palabra de Dios: "Cuando
recibía tus palabras, las devoraba; tu palabra era mi gozo y mi alegría íntima;
yo llevaba tu nombre, Señor".

Por paradójico que resulte, esta palabra que es su fuerza y la alegría de su


corazón, es, al mismo tiempo, la causa del escarnio y burla constante a la que se
ve expuesto. Jeremías, pese a las invitaciones que recibe para que se acomode, es
fiel a la misión que se le ha encomendado. Es coherente, no admite la más
mínima relajación.

EL FRACASO EN LA MISIÓN

Ser instrumento de Dios no garantiza a Jeremías el éxito en la misión. Más


aún, parece como si el fracaso formase parte de ella. ¡Esto es demasiado!

Contra sus deseos iniciales, había dejado Anatot, su pueblo natal, para anunciar
la Palabra de Dios, y ahora resulta que es él quien está sufriendo en propia carne
las consecuencias de anunciar esta palabra.
Sin duda, Jeremías pensaba que, al ser Dios quien lo había llamado, su destino
sería el triunfo. Soñaba que, con Dios, lo tendría todo a su alcance y que todos
reconocerían lo bien fundado de sus palabras.

Ahora, sin embargo, encuentra rechazo, fracaso y persecución. ¿Qué pasa? ¿Es
que Dios se ha olvidado de él? Jeremías acusa a Dios diciéndole: "Te me has
vuelto arroyo engañoso, de agua inconstante". Y, ¿cómo le responde Dios? "Si
apartas el metal de la escoria, volverás a ser mi boca". Jeremías debe
convertirse, purificar sus intenciones, sus motivaciones, debe aceptar que si la
Palabra de Dios es rechazada y humillada, también lo será su profeta.

"TÚ, SÍGUEME"

 Es como si Dios le dijese: No es tuyo ni el triunfo ni el resultado, tuya es


sólo la tarea.
 Amigo, no sigas a Dios para tener éxito, ni para sentirte a gusto, ni
mucho menos para evitar complicarte la vida.
 Sigue al Dios de la Alianza porque Él ha tocado las fibras sensibles de tu
corazón y te ha hecho extraordinariamente humano. Y, cuando te pongas a
disposición de Dios, todo lo que hiera la dignidad de otras personas, te
herirá también a ti.
 Y, en este camino, Dios te promete sólo su presencia y su amor.
Jeremías lo comprende y esto le basta.

PISTAS PARA EL CAMINO

1.Jeremías se coloca al lado de los pobres, y, desde ahí, ve, observa y analiza la
sociedad. ¿Al lado de quién estoy yo? ¿Desde qué intereses analizo la sociedad?
2.Al comprometerse por los más débiles, Jeremías sufre el rechazo, incluso de los
amigos. ¿Cuál es mi experiencia en este campo?
3.Jeremías, al ponerse al lado de los que no cuentan, asume un estilo de vida
coherente con ello. ¿Cómo es mi estilo de vida?

Lo que uno retiene sólo para sí es lo que se corrompe dentro de nosotros


como agua encharcada. Lo que uno deja pasar hacia los otros
es lo que lava nuestra intimidad como agua que corre.
Todo lo retenido se deteriora hasta desintegrarse
y el propio corazón se convierte en carcelero.
Guardarse enteramente uno mismo es la única manera de perderse
eternamente
en la esterilidad de la muerte. Perderse enteramente es la única manera de
ganarse eternamente en el reino de la vida.
Benjamín González

ISAÍAS: SER LUZ DE LAS NACIONES

Sucedió el año 586 a. C. El ejército de Babilonia conquista Jerusalén y se lleva


cautiva a la mayoría del pueblo de Israel.

Israel vive la humillación y la desorientación. La tierra, el templo y el rey, lo que


le daba identidad como pueblo, han sido destruidos. Es el fin de un sueño, es el
fin de la dinastía de David.

EL DESCONCIERTO

Babilonia es próspera, con abundancia de bienes y una cultura brillante. Se vive


para la riqueza. Tiene otros dioses.

Esto choca tan fuertemente a los israelitas, que comienzan a preguntarse: ¿No son
nuestros invasores quienes reciben la bendición de Dios? ¿No será Marduk, dios
de Babilonia, el verdadero Dios? Surge una crisis de fe.

Muchos israelitas olvidan poco a poco su propia identidad, abandonan a su Dios


y se montan en el carro del vencedor. Ya no les interesa el proyecto de la
Alianza, proyecto de solidaridad entre el pueblo. Adoptan el estilo de vida
deslumbrante de Babilonia.

Aunque las circunstancias externas que estoy describiendo son distintas de las
actuales, hay un fondo común entre nuestra situación y aquella.

¿No andamos a veces desconcertados ante el aparente triunfo de los que adoran a
otros dioses: el dinero, el poder, el prestigio, el placer?

¿Qué pintamos hoy los que seguimos a Jesús?

¿Estaremos equivocados al pretender vivir a contracorriente de la cultura


consumista, hedonista, violenta, insolidaria... que impera en nuestros días?

NACE LA ESPERANZA
Un pequeño grupo de israelitas en el exilio no se resigna. Algunos toman la
iniciativa y empiezan a reunirse. Soplan en las cenizas y, de la brasa, casi
apagada, surge de nuevo la llama de la esperanza.

 Forma parte de este grupo un hombre, que conocemos como ISAÍAS II.
Nos situamos seguramente hacia el año 550 a.C.
 Isaías II se nos presenta como una persona adulta, de fuerte personalidad.
Un gran creyente que no se conforma con ver las cosas como están.
 Siente fuertemente la experiencia de un Dios que camina con su pueblo en
el destierro, como lo hizo en Egipto y en el desierto.
 Está muy vivo en su corazón el recuerdo de las palabras que sellaron la
Alianza.
 Siente que es necesario, como hizo Moisés o Jeremías, ponerse al frente
del pueblo para enderezar la caña cascada y dar intensidad al pabilo
vacilante.

¿Pero, cómo hablar a este pueblo desanimado, abatido y entregado para que
esa llama pequeña pueda crecer y crecer hasta iluminar los confines de la
tierra?

DESDE LA EXPERIENCIA

Son muchos los discursos que se oyen, muy variados y atrayentes los mensajes
que llegan al oyente. Queda poco espacio a su palabra. Sólo el lenguaje que
proviene del interior de la persona, lo que vive y siente es lo que podrá despertar
la inquietud en el oyente.

Isaías II empieza a hablar al corazón. Sus palabras producen hambre y sed en


quien las oye.

Habla de consuelo y esperanza. Recuerda que el Señor les está acompañando


desde el inicio, es "el que da fuerzas al cansado y acrecienta el vigor del
inválido". Él conoce a cada uno por su nombre, los llama personalmente, sabe
sus sufrimientos.

Desde ahí, Isaías II invita a todos a no tener miedo, a no angustiarse. Por su boca,
Dios les dice "eres de gran precio a mis ojos, eres más valioso y yo te amo".

Esta es, para Isaías II, la clave de la recuperación. Cuando uno se da cuenta de
que no es un número más, sino una pieza irrepetible e indispensable, crece en él
el sentido de la autoestima y de la valoración personal, tan necesarias para poder
colaborar en el proyecto de Dios.

Saber que soy importante y que tengo algo que decir. De aquí nace mi salvación,
que es sentirme realizado en Dios y desde Dios.

Delante de esta realidad, ¿quién no queda sobrecogido y maravillado?

LUZ DE LAS NACIONES

 Isaías II da un paso más. Descubre que cuando una persona se


siente amada gratuitamente por Dios, surge el deseo, que se convierte en
necesidad, de irradiar esta luz que brilla en el interior.
 Pero, ¿cómo dar a conocer los pensamientos y sentimientos de Dios en una
sociedad injusta donde ellos son una minoría?
 Isaías II les invita a poner su confianza en el Señor. Les recuerda que los
que esperan en Él "renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas,
corren sin cansarse, marchan sin fatigarse".

LA FUERZA DEL ESPÍRITU

Isaías II no usa la propaganda ni la demagogia. Tampoco grita, ni vocea. No se


apoya en la fuerza ni en el poder. No aplasta a nadie, ni ofende. Su fuerza es el
Espíritu del Señor.

Siempre aprendiz, nunca maestro. Cada mañana abre el oído para escuchar la
Palabra. Ella le da la fuerza de decir "una palabra de aliento al abatido" y de
hacer frente a las amenazas e insultos que recibe.

Descubre, en el presente, los signos de algo nuevo que está surgiendo. Anima a
los demás a fijarse en ellos para recuperar la esperanza de que un futuro, basado
en la justicia y solidaridad, está llegando.

Su vida la entiende como don recibido de Dios. No se reserva nada. Se entrega a


aquellos a los que ha sido enviado. Solidarizándose con los pobres, vive el
sufrimiento, la indiferencia y el olvido, hasta llegar incluso a la misma muerte.
Pero la suya será una muerte fecunda, como la del grano de trigo que si no muere
no puede dar fruto. Su vida continúa en aquellos que recogen la herencia y
asumen su propia misión.
PISTAS PARA EL CAMINO

Puedes empezar leyendo Isaías 40-55, lentamente, gustando y saboreando su


mensaje.
1.Mira a tu alrededor y descubre los signos de esperanza que pueden animarte en
el caminar diario.
2.Busca y estrecha lazos de fraternidad, de comunidad en la que puedas vivir este
mensaje de resistencia y de esperanza.

Donde haya tristeza,


me gustaría ser sonrisa.
Donde la destrucción lo invada todo,
me gustaría hacer un canto a la vida...
Donde haya frío,
me gustaría extender mis manos hacia Dios
llenas de ternura...
ELÍAS: PASIÓN POR DIOS Y PASIÓN POR EL PUEBLO

La ley del pueblo de Israel nació en el pacto de la ALIANZA establecido con


Dios. Esta Alianza consiste en el respeto y el amor al prójimo, compartiendo los
bienes de la tierra para que no haya pobres en el país.

Con el pasar del tiempo, el recuerdo de la Alianza se va borrando de la memoria.


Israel cede a la tentación de querer ser como los pueblos vecinos: ricos,
poderosos y temidos. Los reyes organizan el ejército. Se adquiere prestigio y
poder, pero se pierden los ideales y empieza el derrumbe moral y social.

ALIANZA CON LOS FENICIOS

El reino de Israel entra en un tiempo de fuerte desarrollo económico. Para


aumentar la riqueza hay que producir cada día más, ganar mercados y exportar.
Quien no produce se queda en el camino, marginado. Los fuertes se enriquecen;
los débiles son cada vez más pobres. ¿Y la Alianza con Dios? Queda un recuerdo
nostálgico pero lejano y olvidado.

En esta situación, Ajab accede al trono. Su única política es seguir creciendo y su


ley está dictada por "el crecimiento económico".

Por intereses puramente económicos y estratégicos, el rey se casa con Jezabel,


hija del rey de Tiro, pueblo de comerciantes. Jezabel llega a Samaria, capital del
reino, acompañada de una corte de profetas de Baal, el dios de los fenicios.

Son unos años de prosperidad, pero a costa de graves injusticias sociales. En


Samaria hay barrios de ricos y barrios de pobres. Los poderosos, para crecer, no
dudan en pisotear los derechos de los más débiles, robarles la tierra y, si es
necesario, asesinarles. Ciertamente a esta nueva cultura estorba la Alianza con
Dios. Hay que olvidarla, no sirve. ¿Qué mejor que pasarse a Baal?

Baal es el dios hecho a imagen y semejanza del hombre que sólo busca sus
propios intereses. Baal es el dios integrado en un sistema tremendamente injusto,
es el dios que justifica las diferencias sociales.

Baal es un dios que entretiene al pueblo alienándolo con sus fiestas. Así los
profetas de Baal se convierten en funcionarios del nuevo sistema socio-político-
económico que ha sido implantado en el país. Pagados por el rey, los nuevos
profetas sirven a la nueva ideología.

MI DIOS ES YAHVÉ

Hacia el año 860 a.C., en Tisbé, un pueblecito al otro lado del Jordán, surge un
profeta de Yahvé llamado Elías. Surge de un "no puedo más", de la situación
social tan degradada, de la manipulación y del desprecio del hombre."No puedo
quedarme tranquilo en Tisbé. ¡Vive el Señor, Dios de Israel, a quien yo sirvo!".

Elías es un apasionado de la Alianza que Dios había hecho con su pueblo. La


lleva en la sangre, le hierve por dentro y no le deja tranquilo. Su nombre indica
esta pasión: Elías, significa: "Mi Dios es Yahvé".

Y Elías deja Tisbé. Se pone en camino hacia lo inesperado, lo no previsto. Sólo


conoce lo que deja, pero la pasión por la Alianza es tan grande que todas las
dificultades le parecen pequeñas con tal de ser testigo de la verdad. Yahvé ha
entrado en su vida, ha tocado su corazón y le ha hablado con amor, el lenguaje
más auténtico. Desde este momento se inicia la relación de seducción entre Dios
y Elías, que marcará toda su vida.

El caminar de Elías será disponibilidad a ir a una parte o a otra, a hablar con el


rey o con el pueblo, a gritar y a luchar. Elías no se pertenece a sí mismo, ha
quedado seducido por Yahvé. No le mueven intereses personales, sino que "Me
consume el celo por el Señor, porque Israel ha abandonado la Alianza". Será
este celo y esta pasión lo que dará sentido a toda su vida.

Ciertamente es la experiencia de Dios, encontrado en la soledad del desierto, en


la escucha de su Palabra, en el análisis de la situación de su sociedad, la que le
lleva a desenmascarar a Baal, falsa imagen de Dios divulgada por el sistema, por
el rey y su entorno.

CON LOS QUE SUFREN

Nabot es un pequeño agricultor, apegado a la tierra que ha recibido en herencia y


que es su única fuente de sustento. El rey se encapricha de su viña. ¿Quién puede
oponerse a los caprichos del rey? Sólo quien tiene conciencia de su propia
dignidad y éste es el caso de Nabot. Por desgracia, no la tienen ni sus paisanos ni
los notables de su pueblo. Cualquier testigo bien pagado es bueno para satisfacer
al rey aunque para ello haya que acusar al inocente.
Elías sufre el dolor de los débiles explotados, se rebela, no puede aguantar la
falsedad, no puede soportar el crimen cometido contra los débiles. Su fuerza es
Dios y, así, denuncia el crimen del poderoso.

El pueblo abandona la Alianza, se acomoda a los "nuevos tiempos". Va calando


en las conciencias de la gente el "sálvese quien pueda". La masa, sin conciencia
crítica, es víctima de los altavoces propagandistas del sistema, los profetas de
Baal, que comen en la mesa del rey.

Elías no puede callar ante tanta mentira. Su pasión por "el Señor del Universo a
quien sirvo" le lleva a subir a la palestra y a encararse, para desenmascararlos, a
estos propagadores oficiales de la mentira.

Esto significa enfrentarse al rey y al pueblo que, falto de confianza en Dios, debe
continuamente apoyarse en falsas seguridades. "¿Hasta cuándo vais a caminar
con muletas?". Estas falsas seguridades quitan la libertad y convierten al pueblo
en piezas del sistema. Es necesario que el pueblo despierte y se rebele ante tanta
perversidad.

DIOS EN LA PERSECUCIÓN

Elías se convierte en un estorbo para el sistema que no admite la más mínima


crítica. Se le busca y se le persigue por orden de Jezabel que quiere quitarse este
estorbo de su camino. Elías tiene que huir. Conoce el camino largo de la
soledad. La vida se convierte en un peso insoportable para él que se considera a
sí mismo como el único defensor de la Alianza.

Sin darse cuenta, su celo le ha llevado a desplazar a Dios y a ponerse a sí mismo


en el centro. Ha caído en un arriesgado protagonismo. Es hombre al fin y al
cabo. Tanta es la carga, que desea la muerte.

Elías saborea el fracaso. Debe crecer, debe asumir su propia debilidad y descubrir
que no es él quien defiende a Dios sino que es Dios quien le defiende y le protege
a él.

El camino es superior a sus fuerzas, Dios le sale al encuentro y le ofrece


alimento: "sigue caminando, pero no confíes en tus propias fuerzas, no te
consideres el mejor por estar haciendo lo que yo he revelado a tu corazón.
Camina con humildad y con disponibilidad. No te faltará el alimento que te dé
fuerza en tu caminar".
En el fracaso Elías aprende a conocer al Señor que no es un Dios que se
manifiesta en la fuerza, ni en la presunción, ni en el orgullo, sino "en la brisa
tenue", en lo pequeño, en lo aparentemente imperceptible, y, para descubrirlo,
hace falta tener los oídos bien abiertos y, sobre todo, el corazón libre.

Y a partir de aquí, empieza la verdadera libertad.

PISTAS PARA EL CAMINO

No olvides de leer los capítulos de la Biblia que hacen referencia a Elías (1 Reyes
17 - 21), hazlo comparando la sociedad de Elías con la nuestra. Luego
pregúntate:

1.Baal es el dios del poder, Yahvé el Dios de la Alianza y de la vida. ¿Quién es


mi Dios? ¿A cuál de ellos estoy dedicando mi vida?
2.Dios estaba en la brisa tenue. ¿Dónde percibo yo la presencia de Dios? ¿Qué
produce en mi corazón? ¿Qué respuesta doy?

Materiales
 Papelitos para la intención
 Llevar la cruz capilla
 Para celebrar la eucaristía

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