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Jhainer Said Urbina García

Primero de Teología
TEOLOGÍA DE LOS SACRAMENTOS

Isabel corpas posada, nos muestra en su libro teología de los sacramentos, las
características del lenguaje religioso y del lenguaje sacramental de la experiencia
cristiana; nos guía y nos expone como el hombre a través de su historia ha
necesitado de signos, símbolos y del lenguaje para poder comunicar lo que él
mismo piensa y siente, en donde también expresa su religiosidad. Nos expone una
riqueza en todos sus elementos para una comprensión profunda y renovada de la
teología de los sacramentos entendidos como celebración y vida.

En el punto de partida de nuestra obra Isabel se detiene a desarrollar un


diagnostico de la situación actual donde, los hombres están inmersos en una
sociedad que ha desvirtuado los signos, ya estos no significan, ya no dicen nada
de lo que querían enunciar; en ellos tenemos especialmente los sacramentos, que
aunque deberían ser signos que hablen y signifiquen, lo hemos reducido a ritos
que dicen muy poco al hombre de hoy.

Dado esto, los sacramentos se han convertido en inexpresividad para el hombre,


porque él mismo no tiene nada que expresar en ellos, no es una forma de
expresión sino algo que se recibe, ya sea por un cumplimiento, por costumbre,
obligación o por simple monotonía. Por ello, se les ha de llamar lo diabólico del
sacramento, a una fe conceptual que no manifiesta una fe vivida, a un simple rito
sin repercusión en ella, como acto individual que no vincula a la comunidad. Es
diabólico el sacramento cuando se traiciona su significado original: signo de la
salvación de Cristo en la Iglesia.

Del diagnostico de la situación se pasa a unos presupuestos antropológicos,


epistemológicos y semiológicos, para darnos a comprender una aproximación a la
experiencia religiosa; el hombre se comprende así mismo, viéndose antes con una
visión dualista, que en la actualidad se prefiere una visión integral; el hombre es
considerado como un ser concreto, situado, histórico, en relación con el mundo y
con los otros, que se trasforma y trasforma al mundo, él mismo es un ser capaz de
significar, ser signo para el mismo hombre, de ahí que se entienda como un
creador de significaciones, es decir, discursos que tienen sentido, de valores, de
símbolos.
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Ahora bien, el hombre se expresa con un elemento esencial, el lenguaje, que está
en la naturaleza de si mismo que lo hace ser sujeto y lo hace expresar lo que
siente; es así con el lenguaje sacramental donde su lenguaje es llamada, ya que
en él se in-voca, con-voca, e-voca y provoca. Hablar de ellos es hablar de
comunicación, una comunicación sacramental que dice, habla y tiene significado.

En esta comunicación se descubre un lenguaje que expresa una experiencia


religiosa donde tiene una estrecha relación con el lenguaje sacramental cristiano
ya que habrá un paso del uno al otro. La experiencia religiosa es la experiencia
del hombre que descubre la presencia de lo divino en su propia existencia, donde
podemos expresarlo en palabras y acciones, y que van a constituir las creencias y
practicas rituales y éticas que caracterizan una religión.

Pero hay un elemento que es el lenguaje primordial del hombre, el mito, que es
una etapa del desarrollo de la humanidad, que se identifica en muchas culturas.
El mito expresa, ante todo, la conciencia que el hombre religioso tiene de la
intervención del misterio, bien en sus orígenes o en sus metas finales. El mito es
sistema de comunicación, mensaje, modo de significación, es intento por convertir
la realidad en palabra; pero lo único que se debe tener en cuenta es que este
lenguaje no es universal, sino que da vida al grupo humano que le ha dado vida y
solo tiene vida en el mismo grupo.

Cuando se avanza en el pensamiento se avanza en el que el rito es actualización


del mito, ya que es una acción simbólica programada mediante el cual se produce
la identificación personal del individuo y del grupo. El rito es una forma de
expresión de la experiencia religiosa y no puede entenderse sino en relación con
el mito; este no se inventa sino que está programado para ser repetido
idénticamente con el fin de revivir lo que, según el mito los antepasados realizaron
como acontecimiento original.

En cuanto constitutivo del lenguaje religioso, el rito e-voca el acontecimiento


original, in-voca al individuo para que se identifique y dé sentido original, con-voca
al grupo para que se constituya como tal y pro-voca, en la re-efectuación del mito
originante.

Es importante lo que hemos visto del lenguaje religioso, ya que es esencial para
comprender lo que se nos va hablar del lenguaje sacramental cristiano. En esta
lenguaje tenemos que ver primero nuestra definición tradicional de sacramento
como “signo sensible eficaz de la gracia instituido por Jesucristo” que se nos
permite ver que son como canales de gracia, instrumentos o medios para obtener
la salvación.
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Los sacramentos, como el lenguaje son medio para comunicar pero que a su vez
tienen sentido de mediación, dicha mediación es indispensable, es el lenguaje que
es anterior a la experiencia propiamente tal, lenguaje que llega a cada creyente a
través de la historia (historia de la salvación) que se hace presente el misterio
pascual; en él existe un sistema de significación, un universo simbólico compartido
por una colectividad en el tiempo y el espacio.

Al igual que el mito, que es un lenguaje originario de un acontecimiento ocurrido


en la meta-historia, el acontecimiento pascual como acontecimiento histórico
también repercute o funciona meta-históricamente, pero no es propiamente un
mito como se quiere ver hoy, como un hecho mágico y sin sentido, sino que se
entiende como lenguaje originario que parte de la economía de la salvación, que
va mas allá de algo legendario, que profundiza y trasciende, para ello el lenguaje
sacramental va a tomar unas características que significan y transignifican, que
son los gestos, las palabras y elementos (la palabra eficaz de Cristo, el gesto
eficaz de Cristo, la presencia eficaz de Cristo resucitado).

Podremos decir entonces que estos elementos estructurales son el misterio de


Cristo que se actualiza en la acción sacramental de Cristo en la Iglesia, acción
que, a su vez está constituida por elementos, gestos y palabras cuya eficacia
proviene del misterio de Cristo hecho presente en la acción litúrgica. Este lenguaje
también nos presenta cuatro dimensiones que se relacionan con el lenguaje
narrativo que e-voca, in-voca, con-voca y provoca: e-voca el misterio de Cristo
muerto y resucitado (dimensión cristológica), con-voca a la comunidad, conforta la
comunidad, realiza en la comunidad (dimensión eclesial) provoca, el cambio, la
conversión, realiza la liberación y salvación del hombre por la acción eficaz de
Cristo en su Iglesia (dimensión soteriológica) y por ultimo in-voca, el lenguaje
sacramental actualiza en el hoy del hombre y de la Iglesia la acción salvífica de
Cristo (dimensión semiológica).

Todo esto nos permite afirmar que el lenguaje sacramental cristiano vincula a
Cristo, en la Iglesia para nuestra salvación; por eso desde la historia Dios se, se
comunica a los hombres, “Dios habló en el pasado a nuestros padres por medio
de los profetas; en los últimos tiempos nos ha hablado por medio de su Hijo” (Hb
1, 1-2a). Desde el principio Dios se revela a toda la humanidad, se manifiesta, se
da a conocer, con Abraham (Gn 12, 1; 22, 1) con moisés (Ex 6, 2.10; 7, 1.8.14),
con los profetas, Samuel (1S 3, 4) Elías (1R 19, 9) Isaías (Is 6, 8) Jeremías
(Jr 1,4), Ezequiel (Ez 1,24), Oseas (Os 1, 1), Joel (Jl 1, 1) Miqueas (Mi1,1 ) ,
Sofonías (So 1, 1) Zacarías (Za 1, 1) Amos (Am 3,1). Esta comunicación teje una
historia de rechazo por parte de Israel, de pecado e infidelidad.
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Por ello Dios mismo en la plenitud de la revelación se hace palabra, se hace carne
y con su pasión, muerte y resurrección nos lleva a Dios, él es la mediación entre el
hombre y Dios; esta mediación es el lenguaje que permite identificar y expresar la
experiencia de Dios. Nosotros por lo tanto debemos tener un lenguaje de la fe, que
responda al llamado de Dios, acciones que nos llevan a la gracia santificante. En
los sacramentos es donde encontramos esas acciones divinas, que son
continuación de las acciones de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. Las
acciones sacramentales son la actualización salvífica de la pasión y resurrección
de Cristo. En los sacramentos de recapitula toda la historia de salvación. Son
memorial, presencia y profecía. Son acciones de Dios en el tiempo de la Iglesia.

Desde la experiencia cristiana que es la experiencia de Dios como Padre y de los


otros como hermanos, al estilo de Cristo y en la Iglesia, necesita el lenguaje
sacramental para interpretar y expresar dicha experiencia. Hoy los hombres
especialmente los cristianos católicos, necesitamos ese lenguaje que los haga
redescubrir el valor esencial de los sacramentos que son signos visibles de Dios
que se revela a nosotros; si se entendiera el valor del sacramento, no lo veríamos
como un requisito o una monotonía, si Jesucristo, sacramento del Padre, y la
Iglesia sacramento de Cristo, se entendiera completamente en nuestra vida seria
distinto nuestro pensar hoy.

En cuanto al acontecimiento de Cristo se actualiza con la Iglesia mediante los


sacramentos, ellos son los que nos acercan hacia ese Dios que se ha revelado en
la historia, ese Dios que se hizo hombre, palabra, gesto, acción por nosotros, el
cual, realizamos lo que el hizo, actualizamos su presencia en la Iglesia, ya que se
hace visible y palpable no directamente desde su corporeidad sino logrando una
corporeidad celestial. los sacramentos son prolongación terrestre del cuerpo de
Cristo, ellos e-vocan la presencia de Jesucristo y su salvación, no de una manera
de recuerdo sino real y eficazmente en la mediación del lenguaje sacramental;
ellos con-vocan al cristiano a ser comunidad y a construir comunidad, ya que el
otro debe ser reconocido como sacramento; ellos pro-vocan una respuesta, una
actitud, un comportamiento, un estilo de vida diferente a lo que eran, que lo liberan
de un individualismo, un egocentrismo que lo ata y no lo deja seguir; ellos in-
vocan al hombre ya que permite que él se identifique y se exprese, comunique la
manifestación del amor salvadora de Dios.
Jhainer Said Urbina García
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Por eso podemos identificar a los sacramentos como signos de la salvación de
Cristo por que es la acción salvadora del mismo Hijo de Dios que es actualizada
en la historia por la acción sacramental de la Iglesia para la salvación del hombre.
La Iglesia “como un sacramento” permite a la humanidad aproximarse a una
relación intima y un encuentro con Dios, viendo en los sacramentos no acciones
puntuales y simplemente rituales, sino procesos dinámicos que de hecho
involucran y comprometen la totalidad de la existencia en su horizonte propio de
significación.

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