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Tic Tac
Tic Tac
Tic tac… 00:10:58 se convirtió en 00:05:58… Juan seguía sudando como si estuviese en
Murcia en pleno Agosto con Alarma Roja… solo que estaba en Ferrol en pleno Enero…
Sus ojos luchaban contra cada una de las gotas que brotaban de su frente…
Uffff!! Mientras pasaba su mano por una frente que combatía por ser la más sudorosa
de todo el Norte…¡y más con estas temperaturas!
Queda poco tiempo, pero para un experto en la Brigada de Artificieros podía ser
mucho. Aunque hablando de mucho…¡la de cables que había! Azul, verde, morado,
rojo, negro, anaranjado y un amasijo de distintas variantes de cada uno: parecía que el
cabronazo que había diseñado este laberinto de cables tenía acciones en Pantone o su
ex era daltónica y aún no lo había superado.
¿Cuál corto? ¡Dios mío, qué puto estrés! Veinte colores y veinte cables…si no hay más.
– Espetaba mientras las gotas poblaban la frente y caían por los laterales de la cara, y
resbalando por las mejillas hasta llegar a las comisuras de los labios, para caer, gota a
gota sobre el casco metálico de la bomba.
¡Ploc, ploc! Juan, no podía ir más rápido, ni desarmando la bomba ni secándose los
gotarrones de su frente goteando. ¿Azul…. Verde… Rojo… o quizás Negro? Festival de
colores aderezado con gotas saladas de sudor resbalando por sus ojos. Venga, ¡Clic!,
este… el azul.
¡Mierda mierda! Cada tic tic del reloj digital era una aguja clavándose en el cerebro y
provocando taquicardia ligera en el corazón de Juan y abrían una herida. Una herida
que, de momento, era psicológica…y esperaba que no fuera a más…
¡Guau guau! Nox, el perro de Juan estaba ladrando fuera de control al ver a su “padre”
sufrir de esa manera, mientras ve como se deshidrata del sudor. Intenta zafarse de los
brazos de Rebeca, pero ésta es más rápida y le intenta apaciguar para tranquilizarlo…
tap tap… y Nox cambia ese ladrido por un lloriqueo suave y casi mudo ¡auuuuu!
Tic Tac… 00:02:00… Ay Agente…Adiós al cable verde… un minutejo más, o en este caso,
un minutejo menos… tic tac… 00:01:00…
¡Gasp! La gente que estaba tras la cinta policial presenciando todo dieron un respingo.
Segundos perdidos de vital importancia. Los alicates cayeron y rebotando se metieron
debajo de la bomba. 00:57, 56, 55, 54… en aquel momento Juan recordó una cosa y
metió su mano en el bolsillo. Rebuscando rápidamente, sacó un bloquecito de madera
del que asomaba un brillo metálico en el centro y abrió esa navajita plateada y afilada,
asi iría más rápido o cuanto menos podría a cortar más cables.
¡Schick schick! Juan entró en un estado de frenesí y ceguera temporal (al menos en lo
racional) y empezó a rajar los cables a manojos… 00:40, 39, 35, 30, 25,…
Tic tac… 00:00:25… ay Agente eso es trampa y no una decisión muy sab… 00:20, 15, 10,
… El Agente Morales vió lo que quedaba: 2 cables: 1 amarillo mostaza y otro rojo
pasión. Tuvo que decidir sin ni siquiera pensarlo. Las gotas chorreaban por la frente
haciendo rafting y uniéndose a sus lágrimas de frustración. Masculló entre dientes:
“vete al infierno, hijo de perra”, fue a por el cable y lo cortó.
Clic clic