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INVENTARIO DE COCIENTE EMOCIONAL Y SOCIAL DE BARON (I-CE

El Inventario de Cociente Emocional y Social de BarOn (I-CE), es un


instrumento moderno, que puede evaluar el potencial para el desempeño
de conciliadores extrajudiciales a través de los diferentes factores de la
inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es definida por el autor del I-CE (Bar-On, 1997)


como una variedad de aptitudes, competencias y habilidades no cognitivas
que influyen en la capacidad de un individuo para lograr el éxito en su
maneja de las exigencias y presiones del entorno. Las habilidades no
cognitivas y las destrezas se desarrollan con el tiempo, cambian a través
de la vida y pueden mejorar con el entrenamiento, los programas
remediables y las técnicas terapéuticas (Ugarriza, 2001).

El I-CE cuenta con pautas interpretativas de los resultados. Los puntajes


directos son convertidos a puntajes derivados (resultados estándar) o
Cociente Emocional (CE) , que nos va a indicar cómo está desarrollada la
capacidad emocional de la persona, en forma general, en las cinco áreas
compuestas y en la quince áreas individuales.

Empleamos los Cocientes Emocionales (CE o Resultado Estándar) y su respectiva pauta interpretativa
proporcionados por BarOn (1997).

CUADRO INTERPRETATIVO DEL ICE

Niveles INTERPRETACIÓN CUALITATIVA


Cualitativos
del ICE
130 ó Más Marcadamente Alta: Capacidad emocional inusualmente
bien desarrollada

120 – 129 Muy Alta: Capacidad emocional extremadamente bien


desarrollada
110 – 119
Alta: Capacidad emocional bien desarrollada
90 – 109
Promedio: Capacidad emocional adecuada
80 – 89
Baja: Capacidad emocional subdesarrollada, necesita
70 – 79 mejorar

Muy Baja: Capacidad emocional extremadamente


Por debajo de
70
subdesarrollada, necesita mejorar.

Marcadamente Baja: Capacidad emocional inusualmente


deteriorada, necesita mejora

Este instrumento evalúa 15 subcomponentes conceptuales de la


inteligencia emocional:

1. Conocimiento Emocional de sí mismo: habilidad para conocer


nuestros sentimientos y emociones y poder diferenciarlos y conocer
el por qué de los mismos.
2. Asertividad: habilidad para expresar sentimientos, creencias y
pensamientos y defender nuestros derechos de una manera
constructiva, sin dañar los sentimientos de los demás.
3. Autoestima: habilidad para comprender, y aceptar y respetar lo
positivo y negativo de nosotros mismos así como nuestras
posibilidades y limitaciones.
4. Autorrealización: habilidad para realizar y disfrutar lo que realmente
podemos y queremos.
5. Independencia: habilidad para autodirigirse, sentirse seguro de sí
mismo en pensamientos y acciones y poder tomar decisiones con
libertad.
6. Empatía: habilidad para percatarse, comprender y apreciar los
sentimientos de los demás.
7. Relaciones Interpersonales: habilidad para establecer y mantener
relaciones satisfactorias con otras personas.
8. Responsabilidad Social: habilidad para demostrar que es un
miembro constructivo del grupo social.
9. Solución de Problemas: habilidad para identificar y definir los
problemas y generar e implementar probables soluciones efectivas.
10. Prueba de la Realidad: habilidad para evaluar la
correspondencia entre lo que se experimenta (lo subjetivo) y lo que
realmente existe (lo objetivo).
11. Flexibilidad: habilidad para adecuar las emociones,
pensamientos y conductas a situaciones y condiciones cambiantes.
12. Tolerancia al Estrés: habilidad para soportar y enfrentar las
tensiones y el estrés sin sobresaltos ni ansiedad.
13. Control de Impulsos: habilidad para resistir o demorar los
impulsos o tentaciones para actuar y controlar las emociones.
14. Felicidad: habilidad para sentirse satisfechos con sus propias
vidas y para disfrutar de sí y de otros y para divertirse y expresar
sentimientos positivos.
15. Optimismo: habilidad para buscar el lado más provechoso de
la vida y mantener una actitud positiva aún ante la adversidad.

Estos 15 subcomponentes del I-CE también pueden ser vistos desde una
perspectiva topográfica (Ugarriza, 2001), que los organiza a través de tres
tipos de factores: Factores Centrales, que se relacionan con Factores
Resultantes y que a su vez se conectan y dependen de los Factores de
Soporte .

Los Factores Centrales lo constituirían: el Conocimiento de sí mimo, la


asertividad, la empatía, la prueba de la realidad y el control de impulsos.
Estos factores se relacionan con los Factores Resultantes que son: la
solución de problemas, la autorrealización, la felicidad y las relaciones
interpersonales. Ambos factores (Centrales y Resultantes) se conectan o
apoyan en los siguientes Factores de Soporte: Independencia,
Responsabilidad Social, Optimismo, Flexibilidad, Tolerancia al Estrés y el
Autoconcepto.

Los 15 subcomponentes están agrupados en cinco áreas o componentes


del Cociente Emocional:

1. Componente Intrapersonal (CEIA): evalúa el yo interior y reúne los


siguientes subcomponentes: comprensión emocional de sí mismo,
asertividad, autoestima, autorrealización e independencia.

(2) Componente Interpersonal (CEIE): evalúa las habilidades y el


desempeño interpersonal, y comprende los subcomponentes:
empatía, relaciones interpersonales, responsabilidad social.

(3) Componente Adaptabilidad (CED): evalúa la habilidad para


adecuarse a las exigencias del entorno y para enfrentar situaciones
problemáticas,.y comprende los subcomponentes: solución de
problemas, prueba de la realidad, flexibilidad.

(4) Componente de Manejo del Estrés (CEME): evalúa la habilidad para


resistir las tensiones y el control y comprende los siguientes
subcomponentes: tolerancia al estrés y control de los impulsos.

5. Componente del Estado de Animo General (CEAG): evalúa la


capacidad para disfrutar de la vida, su visión del mundo y el
sentimiento de contento general, y comprende los siguiente
subcomponentes: felicidad y optimismo.

La prueba además da un Cociente Emocional Total (CET) que indica cuán


exitosa es la persona para afrontar las exigencias de su entorno y
relacionarse satisfactoriamente con los demás.

Se han realizado diversos estudios de confiabilidad y validez y se ha


demostrado que el ICE es una medición confiable y válida de la
Inteligencia Emocional (Bar-On, 1997). En nuestro país se vienen
realizando varios estudios con el I-CE y hoy contamos con baremos
nacionales elaborados por Ugarriza (2001) .

La Escala ha demostrado ser válida y confiable en la población estudiada


(España) y cuenta con baremos para la población adulta y para jóvenes
(Guismero, 2000)

El Inventario de Cociente Emocional de BarOn - ICE (BarOn, 1997) incluye


133 ítemes cortos y emplea un grupo de respuestas de cinco puntos. Se
requiere aproximadamente de 30 a 40 minutos para completarlo; sin
embargo, no existen límites de tiempo impuestos. El ICE de BarOn es
adecuado para individuos de 16 años o más. La evaluación genera los
resultados de tres escalas de validez, un resultado CE total, resultados de
cinco escalas compuestas y los resultados de quince subescalas del CE.

Los resultados iniciales del ICE son convertidos en resultados estándar


basados en un promedio de "100" y una desviación estándar de 15
(similar a los resultados del CI). Los resultados iniciales del ICE tienen un
valor limitado por sí mismos. El convertir dichos resultados en resultados
estándares facilita la comparación de los resultados de un participante con
los del grupo normativo y, teóricamente, del resto de la población. Los
resultados altos del ICE (por encima de 100) señalan a personas
"emocionalmente inteligente", mientras que los bajos indican una
necesidad de mejorar las "habilidades emocionales" en áreas específicas.
Esta estructura de evaluación es similar a la evaluación del CI, la cual es
dividida en los resultados de subescalas (verbal y de desempeños) que
describen aspectos de la inteligencia cognoscitiva; de ahí que el término
CE (cociente emocional) fuera introducido por el autor en 1985 para
describir este planteamiento paralelo.

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL
En los últimos años ha surgido con fuerza la Inteligencia Emocional como
un tema transversal en la Psicología (Psicología de la Educación, Psicología
de las Organizaciones, Psicología de la Emoción), si bien las
popularizaciones que se han hecho del tema han impedido por el momento
que el constructo surja de forma clara.
En este compendio partiremos de la exploración de diferentes modelos de
Inteligencia Emocional para centrarnos posteriormente en uno de sus
componentes centrales: la autorregulación emocional, y formulando
posteriormente el desarrollo de algunos modelos de Inteligencia Emocional
centrado en procesos

LA INTELIGENCIA Y LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Desde siempre hemos oido que el C.I. era determinante para saber si
una persona tendría éxito en la vida, un test podría marcar el futuro de su
éxito académico y profesional. Sin embargo, hace ya varios años que
desde el ámbito empresarial se dieron cuenta de que son otras
capacidades las necesarias para el éxito en la vida. Y esas no las medía
ningún test de inteligencia.
Piense por un momento la importancia que las emociones tienen en
nuestra vida cotidiana y rápidamente se dará cuenta de que la mayoría de
las veces marcan todas nuestras decisiones casi sin percatarnos. ¿Compro
su coche haciendo calculos de rentabilidad? ¿Eligio su pareja porque
objetivamente era la mejor opción? ¿Eligió su trabajo porque le ofrecia el
mejor sueldo? La mayoría de nuestras decisiónes están tintadas (si no
dominadas) por las emociones.
Ante esto hay que admitir que hay gente con un dominio de su vida
emocional mucho mayor que otra. Y es curioso ver que poca correlación
hay entre la Inteligencia clásica y la Inteligencia Emocional. Un caso
extremo sería el típico "empollón" , que llevado al límite es una máquina
intelectual pero con una vida emocional desastrosa. Por otro lado podemos
encontrarnos con gente que no paso de la escuela primaria pero que
llevan una vida exitosa y poseen una vida ordenada y envidiable. Estos
casos extremos no son lo común, pero es necesario darse cuenta de que
hay que prestar mayor atención a este tipo de habilidades que pueden
marcar nuestra vida tanto o más que el C.I.

COMPONENTES DE LA INTELIGENCIA EMOCIONAL


Según Daniel Goleman los principales componentes de la inteligencia
emocional son:
* Autoconocimiento emocional (o conciencia de uno mismo) : Se
refiere al conocimiento de nuestras propias emociones y cómo nos
afectan. En muy importante conocer el modo en el que nuestro estado de
animo influye en nuestro comportamiento, cuales son nuestras virtuades y
nuestros puntos débiles. Nos sorprenderíamos al saber cuan poco
sabemos de nosotros mismos.
* Autocontrol emocional (o autorregulación) : El autocontrol nos
permite no dejernos llevar por los sentimientos del momento. Es saber
reconocer que es pasajero en una crisis y qué perdura. Es posible que nos
enfademos con nuestra pareja, pero si nos dejasemos siempre llevar por
el calor del momento estariamos continuamente actuando
irresponsablemente y luego pidiendo perdon por ello.
* Automotivación : Dirigir las emociones hacia un objetivo nos permite
mantener la motivación y fijar nuestra atención en las metas en lugar de
en los obstaculos. En esto es necesaria cieta dosis de optimismo e
iniciativa, de forma que seamos emprendedores y actuemos de forma
positiva ante los contratiempos.
* Reconocimiento de emociones ajenas (o empatía) : Las relaciones
sociales se basan muchas veces en saber interpretar las señales que los
demás emiten de forma inconsciente y que a menudo son no verbales. El
reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que se
puede expresar por la expresión de la cara, por un gesto, por una mala
contestación, nos puede ayudar a establecer lazos mas reales y duraderos
con las personas de nuestro entorno. No en vano, el reconocer las
emociones ajenas es el primer paso para entenderlas e identificarnos con
ellas.
* Relaciones interpersonales (o habilidades sociales) : Cualquiera
puede darse cuenta de que una buena relacion con los demás es una de
las cosas más importantes para nuestras vidas y para nuestro trabajo. Y
no solo tratar a los que nos parecen simpaticos, anuestros, amigos, a
nuestra familia. Sino saber tratar también exitosamente con aquellos que
están en una posición superior, con nuestros jefes, con nuestros
enemigos...

LA INTELIGENCIA EMOCIONAL EN EL TRABAJO


Actualmente son muchas las empresas que están invirtiendo mucho
dinero en formar a sus trabajadores en Inteligencia Emocional. Y esto es
así porque se han dado cuenta de que la clave del éxito, la clave de las
ventas, está en el grado en el que los trabajadores de una empresa
conozcan y controlen sus emociones y sepán reconocer los sentimientos
de los clientes.
Imaginen el caso de un vendedor que no tuviera habilidades de trato
con el público, un empresario sin motivación por su empresa o un
negociador sin autocontrol. A estas personas un Master en Harvard no les
servirá de nada, porque tardarán poco el echar a perder su trabajo por un
mal conocimiento de sus emociones.
Tengan en cuenta que en las selecciones de personal se tiende cada
vez más a poner al candidato en situaciones incomodas o estresantes para
ver su reacción. Los tiempos del simple test y curriculum pasaron a la
historia, puesto que es necesario ver cómo reacciona el individuo ante las
situaciones clave que se encontrará en su trabajo.

1.1. MARCO CONCEPTUAL


La Inteligencia Emocional es un campo de estudio que surgió en la década
de los 90 como reacción al enfoque de inteligencias meramente cognitivas,
sumando críticas a los detractores de los tests de inteligencia
tradicionales.
Este enfoque se hizo rápidamente popular en la prensa no científica, entre
otras razones porque emitía un mensaje novedoso y atractivo: se puede
tener éxito en la vida sin tener grandes habilidades académicas. El libro
divulgativo de Daniel Goleman (1995) se convirtió rápidamente en un best
– seller, aunque la investigación al respecto se encontraba aun en sus
inicios.
Mayer (2001) señala cinco fases hasta el momento en el desarrollo
del campo de estudio de la Inteligencia Emocional que pueden ayudarnos
a entender de donde surgen los conceptos y habilidades que actualmente
se presentan juntos bajo el epígrafe de IE:
1) Inteligencia y Emociones como campos de estudio separados (1900 –
1969): La investigación sobre la inteligencia se desarrolla en este periodo
y surge la tecnología de los tests psicológicos. En el campo de la emoción
se centran en el debate entre la primacía de la respuesta fisiológica sobre
la emoción o viceversa. Aunque algunos autores hablan sobre la
“inteligencia social” las concepciones sobre Inteligencia siguen siendo
meramente cognitivas.
2) Precursores de la inteligencia emocional (1970 – 1989): El campo de la
cognición y el afecto examina como las emociones interaccionan con el
pensamiento. Una teoría revolucionaria de este periodo es la Teoría de
Inteligencias Múltiples de Gardner, la cual incluye una inteligencia
“intrapersonal”.
3) Emergencia de la Inteligencia Emocional (1990 – 1993): Mayer y
Salovey publican una serie de artículos sobre la inteligencia emocional,
incluyendo el primer intento de medir estas competencias.
4) Popularización y ensanchamiento del concepto (1994 – 1997): Goleman
publica su libro “Inteligencia Emocional” y el término IE salta a la prensa
popular.
5) Institucionalización e investigación sobre la IE (1998 – actualidad): Se
producen refinamientos en el concepto de IE y se introducen nuevas
medidas. Aparecen las primeras revisiones de artículos de investigación.

¿De que hablamos cuando hablamos de Inteligencia Emocional?


La Inteligencia Emocional se entiende como un conjunto de habilidades
que implican emociones. Varios autores han señalado diferentes
definiciones de Inteligencia Emocional:
“incluye las áreas de conocer las propias emociones, manejar emociones,
motivarse a uno mismo, reconocer emociones en otros y manejar
relaciones” Goleman (1995)
“un conjunto de capacidades, competencias y habilidades no cognitivas
que influencian la habilidad propia de tener éxito al afrontar las demandas
y presiones del medio ambiente" Bar – On (citado en Mayer , 2001)
“se refiere a la habilidad para reconocer el significado de las emociones y
sus relaciones, y para razonar y resolver problemas en base a ello.
También incluye emplear las emociones para realzar actividades
cognitivas” Mayer et al. (2001)
En una serie de estudios conducidos por Schutte y colaboradores
(2002) se centraron en encontrar relación entre los niveles de inteligencia
emocional y la autoestima y el estado de ánimo positivo, encontrando una
relación positiva entre la Inteligencia Emocional y ambas variables.
Varios autores han teorizado que una alta inteligencia emocional puede
llevar a grandes sentimientos de bienestar emocional y son capaces de
tener una mejor perspectiva de la vida. Existe también evidencia empírica
que parece demostrar que la alta inteligencia emocional se asocia con
menor depresión, mayor optimismo y una mejor satisfacción con la vida.
Por tanto, esto sugiere un vínculo entre inteligencia emocional y bienestar
emocional.

1.2. Modelos tradicionales sobre Inteligencia Emocional


Los principales modelos que han afrontado la Inteligencia Emocional en
la década de los 90 son los de Mayer et al. (2001) (Modelo de las 4
ramas), el modelo de competencias de Goleman y el Modelo Multifactorial
de Bar On.
Mayer (2001) agrupa estos modelos distinguiendo entre aproximaciones
mixtas y aproximaciones de habilidades:
• Aproximaciones de Habilidades: El modelo de 4 ramas de Mayer et
al. divide la Inteligencia Emocional en cuatro áreas de habilidades:
1) Percibir emociones: Capacidad de percibir emociones en caras o
imágenes.
2) Usar emociones para facilitar el pensamiento: Capacidad de usar las
emociones para realzar el razonamiento.
3) Comprensión de emociones: Capacidad de comprender información
emocional acerca de las relaciones, transiciones de una emoción a otra e
información lingüística acerca de las emociones.
4) Manejo de las emociones: Capacidad para manejar emociones y
relaciones emocionales para el crecimiento personal e interpersonal.

Estos autores señalan que las ramas 1,3 y 4 incluyen razonar acerca de
las emociones, mientras que la rama 2 únicamente incluye el uso de las
emociones para realzar el razonamiento. Jerárquicamente estas 4 ramas
estarían dispuestas de modo que "percibir emociones" estaría a la base,
mientras que "Manejo de emociones" estaría a la cima.
• Aproximaciones Mixtas: Estas aproximaciones populares incluyen
atributos personales que están más comúnmente relacionados con la
efectividad personal y el funcionamiento social (Barret y Gross, 2001;
Mayer, 2001).
- Modelo de Competencias Emocionales de Goleman:
Incluye cinco competencias:
1. El conocimiento de las propias emociones
2. La capacidad de controlar las emociones
3. La capacidad de motivarse a uno mismo
4. El reconocimiento de las emociones ajenas
5. El manejo de las relaciones
- Modelo Multifactorial de Bar – On: Bar On realiza una conceptualización
multifactorial de la inteligencia emocional, conformada por los siguientes
componentes factoriales:

1) C.F. Intrapersonales:
• Autoconcepto: Esta habilidad se refiere a respetarse y ser consciente de
uno mismo, tal y como unos es, percibiendo y aceptando lo bueno y malo.
• Autoconciencia Emocional: Conocer los propios sentimientos para
conocerlos y saber qué los causó.
• Asertividad: Es la habilidad de expresarse abiertamente y defender los
derechos personales sin mostrarse agresivo ni pasivo.
• Independencia: Es la habilidad de controlar las propias acciones y
pensamiento uno mismo, sin dejar de consultar a otros para obtener la
información necesaria.
• Autoactualización: Habilidad para alcanzar nuestra potencialidad y llevar
una vida rica y plena, comprometiéndonos con objetivos y metas a lo largo
de la vida.
2) C.F. Interpersonales:
• Empatía: Es la habilidad de reconocer las emociones de otros,
comprenderlas y mostrar interés por los demás.
• Responsabilidad social: Es la habilidad de mostrarse como un miembro
constructivo del grupo social, mantener las reglas sociales y ser confiable.
• Relaciones Interpersonales: Es la habilidad de establecer y mantener
relaciones emocionales caracterizadas por el dar y recibir afecto,
establecer relaciones amistosas y sentirse a gusto.

3) C.F. de Adaptabilidad
• Prueba de realidad: Esta habilidad se refiere a la correspondencia entre
lo que emocionalmente experimentamos y lo que ocurre objetivamente, es
buscar una evidencia objetiva para confirmar nuestros sentimientos sin
fantasear ni dejarnos llevar por ellos.
• Flexibilidad: Es la habilidad de ajustarse a las cambiantes condiciones el
medio, adaptando nuestros comportamientos y pensamientos.
• Solución de problemas: La habilidad de identificar y definir problemas así
como generar e implementar soluciones potencialmente efectivas. Esta
habilidad esta compuesta de 4 partes:
1) ser consciente del problema y sentirse seguro y motivado frente a él
2) definir y formular el problema claramente (recoger información
relevante)
3) generar tanto soluciones como sea posible
4) tomar una solución sobre la solución a usar, sopesando pros y contras
de cada solución.

4) C.F. de Manejo del Estrés


• Tolerancia al estrés: Esta habilidad se refiere a la capacidad de sufrir
eventos estresantes y emociones fuertes sin venirse abajo y enfrentarse
de forma positiva con el estrés. Esta habilidad se basa en la capacidad de
escoger varios cursos de acción para hacerle frente al estrés, ser optimista
para resolver un problema, y sentir que uno tiene capacidad para controlar
influir en la situación.
• Control de impulsos: Es la habilidad de resistir o retardar un impulso,
controlando las emociones para conseguir un objetivo posterior o de
mayor interés.

5) C.F. de Estado de Animo y Motivación


• Optimismo: Es mantener una actitud positiva ante las adversidades y
mirar siempre el lado bueno de la vida.
• Felicidad: Es la habilidad de disfrutar y sentirse satisfecho con la vida,
disfrutarse uno mismo y a otros, de divertirse y expresar sentimientos
positivos.
En todos estos modelos podemos ver que la autorregulación emocional
(entendida como la capacidad de regular los estados emocionales a un
punto de referencia) es un elemento principal de los modelos. Así, el
modelo de las 4 ramas de Mayer et al. sitúa al “Manejo de las Emociones”
arriba de su escala jerárquica, Goleman la incluye como “capacidad de
controlar las propias emociones” y Bar – on incluye elementos de
autorregulación emocional en varias de sus habilidades, como el “Control
de Impulsos” y la “Flexibilidad”.
En el siguiente punto nos centraremos en el mecanismo psicológico de la
autorregulación, ofreciendo dos modelos de autorregulación emocional.
2. AUTORREGULACION EMOCIONAL
Como hemos visto, los principales modelos de Inteligencia Emocional
dan mucha importancia a la regulación de las propias emociones. De
hecho, se trata de la piedra angular del concepto, ya que de nada sirve
reconocer nuestras propias emociones si no podemos manejarlas de forma
adaptativa.
La autorregulación emocional se englobaría dentro de lo que sería el
proceso general de autorregulación psicológica, el cual es un mecanismo
del ser humano que le permite mantener constante el balance psicológico.
Para ello necesita de un sistema de feedback de control que le permita
mantener el estatus en relación a una señal de control.
Bonano (2001) expone un modelo de autorregulación emocional que
se centra en el control, anticipación y exploración de la homeostasis
emocional. La homeostasis emocional se conceptualizaría en términos de
metas de referencia pertenecientes a frecuencias, intensidades o
duraciones ideales de canales experienciales, expresivos o fisiológicos de
respuestas emocionales. En este sentido, Vallés y Vallés (2003) señalan
que puesto que las emociones tienen tres niveles de expresión
(conductual, cognitivo y psicofisiológico) la regulación del comportamiento
emocional afectará a estos tres sistemas de respuesta.
Por tanto, la autorregulación emocional no sería sino un sistema de
control que supervisaría que nuestra experiencia emocional se ajustase a
nuestras metas de referencia.

2.1. Modelo Secuencial de Autorregulación Emocional


Este modelo propuesto por Bonano (2001) señala tres categorías
generales de actividad autorregulatoria:
1) Regulación de Control: Se refiere a comportamientos automáticos e
instrumentales dirigidos a la inmediata regulación de respuestas
emocionales que ya habían sido instigadas. Dentro de esta categoría se
incluyen los siguientes mecanismos: disociación emocional, supresión
emocional, expresión emocional y la risa.
2) Regulación Anticipatoria: Si la homeostasis está satisfecha en el
momento, el siguiente paso es anticipar los futuros desafíos, las
necesidades de control que se puedan presentar. Dentro de esta categoría
se utilizarían los siguientes mecanismos: expresión emocional, la risa,
evitar o buscar personas, sitios o situaciones, adquirir nuevas habilidades,
revaloración, escribir o hablar acerca de sucesos angustiosos
3) Regulación Exploratoria: En el caso que no tengamos necesidades
inmediatas o pendientes podemos involucrarnos en actividades
exploratorias que nos permitan adquirir nuevas habilidades o recursos
para mantener nuestra homeostasis emocional. Algunas de estas
actividades pueden ser: entretenimiento, actividades, escribir sobre
emociones
2.2. Modelo Autorregulatorio de las Experiencias Emocionales
La idea principal de la que parten Higgins , Grant y Shah (1999) es
que las personas prefieren algunos estados más que otros y que la
autorregulación permite la ocurrencia de los estados preferidos más que
de los no preferidos. Igualmente señalan que el tipo de placer y el tipo de
malestar que la gente experimenta depende de qué tipo de
autorregulación este funcionando.
Estos autores señalan tres principios fundamentales implicados en la
autorregulación emocional:
1) Anticipación regulatoria: Basándose en la experiencia previa, la
gente puede anticipar el placer o malestar futuro. De esta forma, imaginar
un suceso placentero futuro producirá una motivación de acercamiento,
mientras que imaginar un malestar futuro producirá una motivación de
evitación.
2) Referencia regulatoria: Ante una misma situación, se puede adoptar
un punto de referencia positivo o negativo. Por ejemplo, si dos personas
desean casarse, una de ella puede anticipar el placer que significaría estar
casados, mientras que la otra persona podría imaginar el malestar que les
produciría no casarse. Por tanto la motivación sería la misma, pero una de
ellas estaría movida por un punto de referencia positivo y la otra por un
punto de vista negativo.
3) Enfoque regulatorio: Los autores hacen una distinción entre un
enfoque de promoción y un enfoque de prevención. Por tanto se distingue
entre dos diferentes tipo de estados finales deseados: aspiraciones y
autorrealizaciones (promoción) vs. responsabilidades y seguridades
(prevención).

3. EL MODELO DE PROCESOS DE BARRET Y GROSS


Ya hemos visto diferentes modelos de Inteligencia Emocional que se
han propuesto, tanto desde ámbitos populares y aplicados (Modelos de
Goleman y de Bar – On) como desde perspectivas más experimentales
(Modelo de las Cuatro Ramas de Mayer y Salovey).
También hemos discutido la importancia que en estos modelos se les
da a los procesos autorregulatorios a nivel emocional, analizando los
modelos de Bonano y de Higgins y cols.
Los modelos vistos sobre inteligencia emocional la definen como un
juego de habilidades y atributos personales o competencias sociales. Esto
implicaría dos asunciones básicas (Barret y Gross, 2001):
1º) Las emociones propias o las de otros se ven como entidades fijas
sobre las que se pueden hacer juicios correctos o incorrectos.
2º) La inteligencia emocional se ve como un conjunto estático de
habilidades
En contraste, el modelo de procesos de Barret y Gross entiende las
emociones como un fenómeno emergente y fluido que resultaría de la
interacción entre procesos explícitos e implícitos, por lo cual no habría sitio
para una evaluación correcta o incorrecta.
La inteligencia emocional sería en este modelo “un conjunto de
procesos relacionados que permite al individuo desplegar
satisfactoriamente representaciones mentales en la generación y
regulación de de la respuesta emocional”.

CONCEPTUALIZACIÓN Y MODELOS EN I.E.

El concepto de inteligencia va ligado a la cultura y en occidente


tradicionalmente se ha relacionado la inteligencia con competencias de
índole cognitivo y metacognitivo, así como con otras habilidades de orden
intelectual como las habilidades de insight. Este concepto ha ido poco a
poco cambiando y según el autor al que hagamos mención la inteligencia
abarcaría desde dimensiones y habilidades creativas, afectivas, sociales,
motivacionales, volitivas hasta de personalidad. Actualmente existe cierto
descontento general con la visión unitaria de la inteligencia por lo que se
impone una reformulación científica de este concepto teniendo en cuenta
nuestra naturaleza de seres no sólo pensantes, sino también sentientes y
sociales.

Al margen de la disparidad de definiciones de inteligencia existentes, la


evolución del concepto de inteligencia se ha efectuado desde la medición
de la inteligencia académica y la obtención del cociente intelectual
siguiendo por el reconocimiento de que las habilidades intelectuales son
dinámicas y flexibles hasta la aceptación de la existencia de distintos tipos
de inteligencias.

Mencionaremos tres enfoques sobre el tema. En el primero, el


psicométrico, prevalece una concepción de la inteligencia que puede
caracterizarse por ser de naturaleza biológica y susceptible a la medición.
La atención se centra en los aspectos operacionalizables y cuantificables
de ésta. Podemos citar como representantes de este enfoque a Jensen,
Eysenck y Scarr, que defienden la tesis de la inmodificabilidad de la
inteligencia.

El segundo enfoque, el cognitivo, viene marcado por el paradigma del


procesamiento de la información. Podemos, entre otros, encuadrar dentro
de este modelo a autores como Feuerstein, Campione, Ferrara, Brown y
Sternberg. Para el primero la inteligencia es un proceso dinámico, auto-
regulable que responde a la intervención externa ambiental y para
Sternberg está formada por una diversidad de habilidades de pensamiento
y de aprendizaje que son empleadas en la resolución de problemas
académicos y extraacadémicos. Estos autores consideran que es posible
mejorar la inteligencia y no sólo eso, sino que además, se debe hacer.

Y el tercero pretende ir más allá del enfoque cognitivo. Es el que


encabeza Gardner, quien hace un esfuerzo por plantear un enfoque del
pensamiento humano más amplio y completo que el cognitivo y que
abarca un amplio abanico de inteligencias. En opinión de Gardner (1995)
“las perspectivas actuales acerca del intelecto han de estimularse con
otros puntos de vista más globalizadores”. Sostiene que existen distintas
inteligencias que pueden ser estudiadas y estimuladas por separado.
Reconoce, en su teoría de las inteligencias múltiples, la naturaleza plural
de la inteligencia y atribuye a otras capacidades humanas el mismo valor
que se venía concediendo a las habilidades lingüísticas y lógico-
matemáticas. Otro autor, Sternberg (1997), se aleja del cognitivismo puro
al incluir otras dimensiones no estrictamente cognitivas dentro de su
concepción de la inteligencia. Integra dentro del concepto de inteligencia
la creatividad y aspectos personales y sociales. Defiende que para alcanzar
el éxito en el “mundo real” es preciso desarrollar, además de la
inteligencia analítica, las inteligencias creativa y práctica.

Estamos de acuerdo con Sternberg en tres cuestiones: 1) en que hay


muchas maneras de ser inteligente, 2) en que las puntuaciones de los
tests tradicionales miden un tipo de inteligencia y 3) en que habría que ir
más allá del cociente intelectual, es decir, más allá de la inteligencia
analítica para identificar a personas inteligentes con pronóstico de
resultados favorables en la vida, debido a que la inteligencia analítica no
es suficiente para desempeñarse de manera exitosa en el mundo real.

Uno de los tópicos o “mitos” de la inteligencia (Sternberg, 1996), con el


que nos encontramos, es la consideración de la inteligencia como algo
unitario. Es decir, como una capacidad “general” de adaptación y de
resolución de problemas. Esto viene a sugerir que quien posee una “alta”
inteligencia, entonces, será más “capaz” de una mayor adaptación al
medio y a la circunstancias (sean cuales sean) y será más “capaz” de
resolver problemas, sean de la clase que sean. Esto nos hace remitirnos a
la clásica pregunta sobre el mito de la inteligencia: ¿la inteligencia es
única o múltiple? “Actualmente el peso de la evidencia dice que la
inteligencia es multidimensional, y que el rango total de estas dimensiones
está parcialmente representado por una única capacidad general”
(Sternberg, 1996, p.96). Dentro de esta capacidad general se sitúan
dimensiones cuyas denominaciones e investigaciones han sido diversas.
Así podemos hablar, por ejemplo, de la “Inteligencia Práctica” (Sternberg
y Spear, 2000), o de la “Inteligencia Emocional” (Goleman, 1995, 1999).

A partir de la aplicación de las tecnologías de registro de imágenes de


la actividad cerebral de la última década (Carter, 1998), se está
constatando que la Mente es “Modular”, funciona por “modulos” o
“partes”, eso sí, interrelacionadas en mayor o menor medida, aunque en
ocasiones, con sorprendente independencia. Son numerosas las
inteligencias que se han propuesto para poner de manifiesto la capacidad
del ser humano de adaptarse a las circunstancias cambiantes que debe
afrontar desde numerosos planos: lo intelectual, lo social, lo filosófico, lo
moral, emocional , etc. Así, se han postulado modelos de inteligencia
múltiples que abarcan parcelas diferenciadas del comportamiento humano,
como es el caso de las inteligencias múltiples de Gardner (1993): quien
hace más de veinte años reformula el clásico concepto de inteligencia
unitaria y genética, sosteniendo que la inteligencia es plural y puede ser
desarrollada y postula la famosa Teoría de las Inteligencias Múltiples
donde distingue ocho tipos básicos de inteligencia entre las cuales incluye
dos de índole personal referidas a la competencia emocional y social. Las
denomina inteligencias intrapersonal e interpersonal. Son inteligencias
distintas y relativamente independientes. Así, los resultados de las
investigaciones del nuevo constructo de la inteligencia emocional indican
que podrían ser independientes de las puntuaciones que se obtienen en las
pruebas de inteligencia (Gardner, 2001).

Si bien los estudios sobre los procesos cognitivos han desembocado en


importantes resultados para el conocimiento del funcionamiento de la
mente en aspectos lógicos-matemáticos y lingüísticos o verbales, con la
creación de útiles instrumentos de evaluación como las baterías de
pruebas de inteligencia de Weschler, el WAIS (1939) de adultos y el WISC
(1949) para niños; se viene destacando la importancia de desarrollar una
ciencia de la inteligencia humana, que no sólo trate de los aspectos
formales comentados anteriormente, sino también de la emoción y los
sentimientos y cómo interviene en el funcionamiento de la mente humana
y su rendimiento.

Al parecer la inteligencia general es una condición necesaria pero no


suficiente para conseguir el éxito en las esferas laboral, familiar,
emocional y social de la vida. Por los resultados de las investigaciones y
por lo que se nos evidencia, para lograr el éxito se necesita, además de
poseer una buena inteligencia general y un inteligente manejo de
emociones y expresiones emocionales, otra serie de cualidades que
posibilitan una adecuada interrelación con los demás en distintos
contextos.

Para conocerse a sí mismo en el plano emocional se ha postulado la


inteligencia intrapersonal (Gardner, Pelechano, Salovey, Mayer, entre
otros). Para diferenciar la emocionalidad en los demás también se ha
propuesto la existencia de la inteligencia interpersonal, la inteligencia
social y la inteligencia emocional (Vallés, 2001). Como veremos más
adelante las corrientes más actuales han tomado el término de inteligencia
emocional como representativo de los aspectos emocionales y el resto de
inteligencias relacionadas han sido integradas a él.

El concepto de IE ha sido definido y redefindo de tantas y tan diferentes


maneras que sería imposible, o al menos un trabajo muy complicado,
hacer una compilación de todas las formas en las que el término ha sido
empleado (Mayer, Salovey y Caruso, 2000b).

La I.E. fue formalmente definida y evaluada en 1990 (Mayer, DiPaulo y


Salovey, 1990; Salovey y Mayer, 1990) y poco tiempo después de
encauzarse los primeros trabajos científicos apareció un libro sobre I.E.
que popularizó el término hasta el punto de convertirse en un best-seller
(Goleman, 1996). En su libro cuestionaba los clásicos conceptos de éxito,
capacidad y talento, afirmando que la excesiva importancia que siempre
se le había concedido al cociente intelectual para clasificar a las personas
en más o menos inteligentes era poco útil para predecir el futuro.
Goleman (1998), describe la inteligencia emocional como la capacidad
potencial que determina el aprendizaje de habilidades prácticas basadas
en uno de los siguientes cinco elementos compositivos: la conciencia de
uno mismo, la motivación, el autocontrol, la empatía y la capacidad de
relación. Por otro lado, nuestra competencia emocional muestra hasta qué
punto hemos sabido trasladar este potencial a nuestro mundo laboral.

Las habilidades integrantes del constructo IE son muy numerosas y


diversificadas según los modelos teóricos que los diferentes autores han
propuesto. En la literatura científica existen dos grandes modelos de IE:
los modelos mixtos y el modelo de habilidad. Los modelos mixtos
combinan dimensiones de personalidad como asertividad, optimismo, etc.
con habilidades emocionales (Goleman y Bar-On). Y el modelo de
habilidad de John Mayer y Peter Salovey, menos conocido pero de gran
apoyo empírico en las revistas especializadas, se centra de forma
exclusiva en el procesamiento emocional de la información y en el estudio
de las capacidades relacionadas con dicho procesamiento.

A continuación presentamos una tabla resumen con los modelos actuales


en inteligencia emocional

Mayer y Salovey (1997) Bar-On (1997) Goleman (1995)


Definición: Definición: Definición:
“IE es un conjunto de habilidades que “IE es... un conjunto de capacidades “IE incluye auto-control, entusiasmo,
explican las diferencias individuales no-cognitivas, competencias y persistencia, y la habilidad para
en el modo de percibir y comprender destrezas que influyen en nuestra motivarse a uno mismo... hay una
nuestras emociones. Más habilidad para afrontar exitosamente palabra pasada de moda que engloba
formalmente, es la habilidad para las presiones y demandas todo el abanico de destrezas que
percibir, valorar y expresar emociones ambientales”(Bar-On,1997, p.14) integran la IE: el carácter” (Goleman,
con exactitud, la habilidad para 1995, p.28)
acceder y/o generar sentimientos que
faciliten el pensamiento, para
comprender emociones y razonar
emocionalmente, y finalmente la
habilidad para regular emociones
propias y ajenas” (Mayer y Salovey,
1997, p.10)
Habilidades integrantes: Habilidades integrantes: Habilidades integrantes:
“Percepción evaluación y expresión “Habilidades intrapersonales” “Conocimiento de las propias
de las emociones” “Habilidades interpersonales” emociones”
“Asimilación de las emociones en “Adaptabilidad” “Manejo emocional”
nuestro pensamiento” “Manejo del estrés” “Auto-motivación”
“Comprensión y análisis de las “Estado anímico general” “Reconocimiento de las emociones en
emociones” otros”
“Regulación reflexiva de las “Manejo de las relaciones
emociones” interpersonales”
Tipo de Modelo:
Tipo de Modelo: Tipo de Modelo: Modelo Mixto
Modelo de Habilidad Modelo Mixto
Tabla 1. MODELOS ACTUALES DE INTELIGENCIA emocional. Adaptado de Mayer, Salovey y Caruso
(2000). Extraído de Extremera y Fernández-Berrocal (2001)

A este respecto resaltamos la reflexión realizada por Fernández-Berrocal y


Extremera (2002):

“La inteligencia emocional, como habilidad, no se puede


entender como un rasgo de personalidad o parte del “carácter”
de una persona. Observemos a un individuo que tiene como
característica de su personalidad ser extravertido, ¿podremos
pronosticar el grado de inteligencia emocional personal o
interpersonal que posee? Realmente, no podremos
pronosticarlo. Otra cosas es que exista cierta interacción entre
la IE y la personalidad, al igual que existe con la inteligencia
abstracta: ¿utilizará y desarrollará igual una persona su
inteligencia emocional con un CI alto o bajo? En este sentido,
las personas con cierto tipo de personalidad desarrollarán con
más o menos facilidad, con mayor o menor rapidez, sus
habilidades emocionales. Al fin y al cabo, la persona no es la
suma de sus partes, sino una fusión que convive –
milagrosamente- de forma integrada”.

Siguiendo el modelo de Salovey y Mayer como uno de los modelos teóricos


sobre I.E. más coherente y riguroso que ha demostrado una robustez
científica y viabilidad a lo largo de más de una década de incesantes
investigaciones; vamos a tratar de dar explicación y conocer el concepto
de I.E. Salovey y Mayer (1990) definen la inteligencia emocional como “un
subconjunto de la inteligencia social, que comprende la capacidad de
controlar los sentimientos y las emociones propias, así como los de los
demás, de discriminar entre ellos y utilizar esta información para guiar
nuestro pensamiento y nuestras acciones”.

Por todo lo señalado anteriormente nos acogemos al modelo de Salovey y


Mayer, ya que hasta el momento nos parece uno de los modelos de IE de
mayor rigor científico. Desde el modelo de habilidad, la IE implica cuatro
grandes componentes (Mayer y Salovey, 1997):

1. Percepción y expresión emocional.

Incluiría la habilidad de identificar emociones en uno mismo, con sus


correspondientes correlatos físicos y cognitivos, como también en otros
individuos, junto con la capacidad de expresar emociones en el lugar y
modo adecuado.

2. Facilitación emocional.

Las emociones dirigen nuestra atención a la información relevante,


determina tanto la manera con la que nos enfrentamos a los problemas
como la forma en la que procesamos la información. En definitiva la
capacidad para generar sentimientos que faciliten el pensamiento.

3. Conocimiento emocional.

Etiquetado correcto de las emociones, comprensión del significado


emocional no sólo en emociones sencillas sino también comprender la
evolución de unos estados emocionales a otros.

4. Regulación emocional.

Capacidad de estar abierto tanto a estados emocionales positivos como


negativos, reflexionar sobre los mismos para determinar si la información
que los acompaña es útil sin reprimirla ni exagerarla, además incluiría la
regulación emocional de nuestras propias emociones y las de otros.

Estas habilidades están enlazadas de modo que sin el adecuado


desarrollo de alguna de ellas no sería posible desarrollar el resto, sino
piense el lector que si somos incapaces de identificar nuestras emociones
cómo podremos regularlas.

Como vemos la IE según el modelo de habilidad de Salovey y Mayer se


puede utilizar sobre uno mismo (inteligencia intrapersonal) o sobre los
demás (inteligencia interpersonal). Por otra parte, los aspectos personal e
interpersonal también son bastante independientes y no tienen que darse
de forma encadenada. Puede haber personas muy habilidosas para la
comprensión de sus propias emociones pero con grandes dificultades a la
hora de empatizar con los demás.

INTELIGENCIA EMOCIONAL Y cociente INTELECTUAL.

Actualmente el conocimiento reciente de esta nueva inteligencia


denominada “inteligencia emocional” se encuentra enfrentado al de
“inteligencia académica” o “CI” (cociente intelectual) y reitero enfrentado
porque según la revisión que ya hizo Goleman (1998) en su libro “La
práctica de la inteligencia emocional”; asistimos a una peligrosa paradoja
ya que, cuanto mayor es el CI, menor parece ser la inteligencia emocional,
en algunas personas. Una investigación exhaustiva llevada a cabo entre
padres y profesores demuestra que la actual generación de niños padece
más problemas emocionales y que, hablando en términos generales,
suelen ser más solitarios, deprimidos, irascibles, desobedientes, nerviosos,
inquietos, impulsivos y agresivos que la generación precedente, aunque
esto no se puede generalizar ni tampoco podemos caer en el pesimismo.

Sabemos que un alto CI no garantiza el éxito en la vida y que


precisamente un alto grado de felicidad y satisfacción en la pareja, con los
hijos, amigos, en el trabajo, etc., no dependen exclusivamente del CI sino
del conocimiento, desarrollo y uso de otras habilidades, entre ellas las
emocionales.
La inteligencia emocional al parecer no guarda una relación directa con
el cociente intelectual. Podríamos decir que la inteligencia emocional es el
uso inteligente de las emociones de tal manera que podamos conseguir
intencionalmente que nuestras emociones trabajen para nuestro propio
beneficio, es decir que nos ayuden a tomar las decisiones más adecuadas
en los distintos ámbitos de la vida. La inteligencia emocional es un
constructo no directamente observable, es un conjunto de
metahabilidades que pueden ser aprendidas. Es la habilidad para
comprender y dirigir a las personas y actuar sabiamente en las relaciones
humanas (Thorndike, 1920).

Nos planteamos la cuestión de la posible existencia de correlación o al


contrario de divergencia entre desarrollo intelectual y desarrollo
emocional. Un asunto importante se refiere a si cabe esperar que
paralelamente se dé en igual proporción un elevado desarrollo en los
niveles intelectual y emocional. Los resultados de investigaciones
relevantes sobre alumnos intelectualmente bien dotados no muestran un
desajuste en el desarrollo de las distintas áreas como evidencian los
resultados de los estudios de Terman en la década de los veinte en EE.UU.
y los de García Yagüe, García Artal, López Benito y Hume, por mencionar
sólo algunos, en los últimos veinte años en España.

Sin embargo, hay autores como el psicólogo francés Terrassier (1985)


que insiste en defender la hipótesis de la existencia de disincronía o
desequilibrio en el desarrollo de las áreas cognitiva, afectiva y social.
Gardner (2001) en su concepción de la mente humana formada por una
serie de facultades relativamente separadas que mantienen unas
relaciones no bien conocidas por ser vagas e imprevisibles entre sí, no
sostiene que haya un desequilibrio en el desarrollo de éstas. Menciona el
caso de sujetos con altas capacidades en los que el rendimiento
extraordinario en un ámbito concreto lleva aparejado un rendimiento por
encima de la media o en el promedio en otras áreas. Nosotras estamos de
acuerdo con este autor y no avalamos la hipótesis de la compensación, es
decir, que un elevado nivel de desarrollo en un área no necesariamente
debe ir acompañado por un bajo nivel en otras.

¿Podemos intervenir para desarrollar la inteligencia emocional? En lo


que respecta a la intervención psicoterapéutica para el crecimiento
personal nos preguntamos qué ocurriría si realizásemos una intervención
para potenciar el desarrollo de las inteligencias personales en sujetos con
elevados cocientes intelectuales. Solemos encontrar personas con alto
cociente intelectual pero con baja inteligencia emocional. Estaríamos
frente al prototipo de intelectual enfrascado en el mundo de las ideas. Este
tipo de sujeto manifiesta un elevado desarrollo de sus inteligencias
analítica y/o sintética pero menor desarrollo en su inteligencia práctica lo
que le impide adaptarse y destacar en el medio que le ha tocado vivir.

Y por otra, qué sucede cuando se da otra situación, es decir, sujetos


con altas capacidades pero con actuaciones por debajo de lo esperado. En
la literatura figuran casos de alumnos con elevados cocientes intelectuales
y rendimiento académico muy deficiente, lo que se denomina
“subactuación”. Los alumnos con capacidades excepcionales y bajo
rendimiento suelen ser contrarios a la escuela en general y muy críticos
con ésta; poseer un sentido del humor irónico y corrosivo, presentar
trabajos pobres e incompletos; aparentar estar aburridos, aletargados,
faltos de energía y motivación; mostrarse intranquilos, impacientes,
rudos, insolentes, desatentos y distraídos; absortos en su mundo;
amigables con los alumnos mayores; emocionalmente inestables,
exteriormente aparentan autosuficiencia, indiferencia y despreocupación
por las normas del colegio; asisten irregularmente a clases, pero son
capaces de seguir el ritmo de los compañeros; manifiestan una actitud
defensiva, son astutos en sus argumentos, suelen ser los líderes de los
descontentos y del grupo “antiescuela”; se muestran traviesos, bromistas,
llenos de triquiñuelas y manipuladores, no son capaces de comprometerse
ni implicarse personalmente (Wallace, 1988). Esta descripción coincide con
la de Freeman (1985), excepto en que ésta añadió, además de las
características señaladas, que estos alumnos poseen baja autoestima y a
veces provienen de familias culturalmente pobres.

Los resultados de los trabajos experimentales de Rimm (1997) y Peters,


Grager y Supplee (2000) evidencian que existe un apreciable porcentaje
de alumnos con elevado potencial intelectual que no consiguen un
desarrollo social ni académico acorde con sus capacidades. Estos sujetos
manifiestan sentimientos de inseguridad, poca perseverancia, indecisión
para trazar objetivos, entre otras características negativas de índole
motivacional y resolutivo.

Si a los dos casos mencionados se les somete a sesiones expresas de


psicoterapia para su crecimiento intra e interpersonal. ¿Qué consecuencias
acarrearía? ¿mejoraría el equilibrio afectivo y social en el primero? y ¿se
elevaría su motivación y consecuente rendimiento académico en el
segundo?

Provoca cierta extrañeza encontrar sujetos con cocientes intelectuales


elevados y actuaciones poco exitosas, ya que no responden a las
expectativas que despertaron en su medio en un momento dado. De allí
que surjan preguntas como: ¿a qué se debe que, según los patrones de
una sociedad determinada, a algunas personas les vaya mejor en la vida
que a otras?, ¿por qué algunas personas con elevados cocientes
intelectuales, brillantes en su profesión, no pueden aplicar esa inteligencia
para resolver problemas de su vida privada y llevan una vida mediocre?,
¿en qué radica que algunas personas con un alto cociente intelectual
terminen trabajando para otras con más bajo cociente intelectual, pero
capaces de relacionarse, influir y relacionarse con otros de manera
eficaz?

Con el fin de dar respuesta a esos interrogantes nos planteamos la


posibilidad de que estas personas hayan desarrollado la capacidad para
abordar con eficacia información nueva procedente de fuentes internas,
externas, afectivas, cognitivas y otras, así como la habilidad para
adaptarse exitosamente a contextos muy distintos de los que deben
enfrentar al resolver pruebas de cociente intelectual y para tratar con la
gente, es decir, que hayan desarrollado una especial cognición social que
podría existir como un factor separado del cociente intelectual (Gardner,
2001).

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