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Formación Religiosa

Prof. Jeanette Gómez


La Iglesia Antigua

Este período abarca desde el día de Pentecostés (33 d.C.) hasta el final del quinto siglo de nuestra era. En esta
primera etapa, la iglesia experimentó un crecimiento fenomenal al punto que llegó a abarcar todo el mundo
conocido. Durante los primeros tres siglos, los creyentes sufrieron persecución y martirio, mostrándonos de
manera elocuente lo que significa seguir a Cristo hasta la muerte. El emperador Constantino legalizó el
cristianismo (313 d.C.), y con ello dio inicio a una etapa de paz y desarrollo teológico. En este tiempo los
primeros padres, apologistas y teólogos definieron, defendieron y desarrollaron las doctrinas cristianas
esenciales. Entre ellas, la Trinidad, la Cristología, el Pecado Original y la Gracia Soberana en la aplicación de la
salvación. Al mismo tiempo, y como resultado de la unión entre iglesia y estado, comenzó un proceso de
decadencia espiritual que llegaría a su clímax en el oscurantismo de la Edad Media.

Personajes sobresalientes

• Los Doce. Por supuesto, los primeros “héroes de la fe” en esta época incluyen a los apóstoles. De acuerdo a la
tradición, todos ellos participaron fielmente en la gran comisión, llevando el evangelio a lugares tan lejanos
como Etiopía (Mateo), India (Tomás y Bartolomé) y España (Pablo). Con excepción de Juan, todos sufrieron
una muerte violenta.
• Constantino (272 – 337 d.C.). Figura importantísima en el rumbo de la historia cristiana. Legalizó el
cristianismo en el año 313 d.C., dando con ello fin a tres siglos de persecución. Fue instrumental en la
convocación (pero no en las decisiones) del Concilio de Nicea (325 d.C.). Con el tiempo, su influencia sobre el
cristianismo degeneró en la unión de la iglesia y el estado. Tal unión fue la causa principal de la paganización y
decadencia de la fe y práctica cristianas.
• Agustín (354 – 430 d.C.). Obispo de Hipona en el siglo quinto. Posiblemente el teólogo extra-bíblico más
importante del primer milenio en la historia del cristianismo. Sus escritos apologéticos clarificaron varias de las
doctrinas más importantes de la fe; incluyendo la trinidad, el pecado original, la predestinación, y el significado
de la gracia y su carácter objetivo y soberano. Su libro La Ciudad de Dios se constituyó en el fundamento del
amilenialismo escatológico que dominó la iglesia por cerca de 1500 años. Finalmente, sus Confesiones son un
libro autobiográfico devocional escrito en forma de oración que todo cristiano haría bien en leer para
comprender mejor la magnitud del amor y la gracia de Dios hacia pecadores comunes, corrientes y depravados
como nosotros.

Concilios importantes:
• Primer Concilio Ecuménico: Primer Concilio de Nicea (325). El concilio de Nicea duró dos meses y doce
días. Contó con la asistencia de trescientos dieciocho obispos. Hosio, obispo de Córdoba, asistió
como legado del Papa San Silvestre I. El emperador Constantino también estaba presente. A este concilio le
debemos el Credo (Symbolum) de Nicea, que definió contra Arrio la verdadera divinidad del Hijo de Dios (así
como la fijación de la fecha para celebrar la Pascua de Resurrección (contra los cuartodecimanos)

• Segundo Concilio Ecuménico: Primer Concilio Ecuménico de Constantinopla (381). A este concilio, bajo
el Papa Dámaso y el emperador Teodosio I, asistieron 150 obispos. Se dirigía contra los macedonios, los
cuales impugnaban la divinidad del Espíritu Santo. Añadió al Credo de Nicea las cláusulas que se refieren al
Espíritu Santo (qui simul adoratur) y todo lo que sigue hasta el final.

• Tercer Concilio Ecuménico: El Concilio de Éfeso (431), con más de doscientos obispos, fue presidido
por San Cirilo de Alejandría representando al Papa San Celestino I, definió la verdadera unidad personal
de Jesucristo, declaró a María la Madre de Dios (theotokos) contra Nestorio, obispo de Constantinopla y
renovó la condena de Pelagio.

• Cuarto Concilio Ecuménico: En el Concilio de Calcedonia (451) doscientos cincuenta obispos, bajo el Papa
San León I Magno y el emperador Marciano, definió las dos naturalezas (Divina y humana) en Cristo
contra Eutiques, quien fue excomulgado.

• Quinto Concilio Ecuménico: El Segundo Concilio Ecuménico de Constantinopla (553), de 615 obispos bajo
el Papa Vigilio y el emperador Justiniano I, condenó los errores de Orígenes y ciertos escritos (los Tres
Capítulos) de Teodoreto, de Teodoreto, obispo de Mopsuestia y de Ibas, obispo de Edesa. Confirmó los
cuatro primeros concilios generales, especialmente el de Calcedonia, cuya autorizad era discutida por
algunos herejes.

• Sexto Concilio Ecuménico: Al Tercer Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-681), bajo el Papa
Agatón y el emperador Constantino Pogonato, asistieron los patriarcas de Constantinopla y Antioquía, 174
obispos y el emperador. Puso fin al monotelismo definiendo las dos voluntades en Cristo, la divina y la
humana, como dos principios distintos de operación. Anatematizó a Sergio, Pirro, Pablo, Macario y a todos
sus seguidores.

• Séptimo Concilio Ecuménico: Nicea II (787). El Segundo Concilio de Nicea (787) fue convocado por el
emperador Constantino VI y su madre Irene, bajo el Papa Adriano I; presidido por los legados del Papa
Adriano; reguló la veneración de imágenes sagradas. Asistieron entre 300 y 367 obispos.

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