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Filosofía de la liberación: análisis conceptual de la liberación

Pedro Neftalí Morales Rodríguez

Con las crisis políticas, económicas y sociales en américa latina de finales de los años sesenta
y durante las dictaduras de los años setenta se consolidó un movimiento de gran difusión dentro de
los círculos y ambientes académicos periféricos a los sistemas de dominancia de su época. Este
movimiento no es ni más ni menos que la filosofía de la liberación y precisamente surge, no de
una, sino de una serie de personas pertenecientes a una misma generación que vieron la necesidad
de trasladar y, más importante aún, situar el conocimiento filosófico de dominancia europea al
contexto de una Latinoamérica excluida y olvidada.

La justificación de tal movimiento puede ser más detallada si tomamos en cuenta que
Latinoamérica nunca se había pensado así misma como sujeto actuante y determinante en su
realidad bajo su propia producción de conocimiento. Esta última parte, en cuanto a la producción,
dio mucho de qué hablar en la generación pionera de académicos, porque por el lado más radical
se alegaba que no existía y nunca ha existido producción filosófica en Latinoamérica gestada a
partir de su realidad territorial y social. Mientras, por otra parte, se argumentaba que la producción
filosófica de América siempre fue del tipo liberadora debido a su constante pasado donde se
buscaba un apoyo teórico que permitiera la liberación de los pueblos. Leopoldo sea es quien parece
haber defendido esta última postura al decir en contra de la postura de Salazar Bondy que: toda la
filosofía es una filosofía de la liberación (como se cita en Dussel, 2013). Precisamente, porque el
objeto conceptual de la propia filosofía es la realidad entendida en sus propias categorías
filosóficas, por lo que, por su misma naturaleza, la filosofía no escapa de sí misma (aunque a veces
parece que sí).

Puede resultar que los propios modelos filosóficos justifiquen la realidad desde un estatus quo
dominante y esto produciría la opresión en otras epistemologías que no vayan acorde a dichos
parámetros, pero, en definitiva, o al menos lo que parece sugerir esta lógica, es que siempre estará
ahí esta parte oprimida que busque la voluntad de ser libre. Una parte excluida que busca ser vista,
comprendida. Existe la fuerza opuesta que primero necesita dar cuenta de sí misma y verse situada
para poder hacerle frente a su realidad de oprimida. Necesariamente al hablar de liberación tendría
que haber un sistema de dominancia constante.
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En este sentido, puede ya observarse que la palabra liberación es contraria a la opresión debido
a su gran sentido político (Dussel, 2019). Más allá de equiparar la liberación con la emancipación,
habría que entender que son cosas radicalmente distintas, porque como explica Dussel:
“emancipación es llegar a ser lo que ya se es: «el hijo se emancipa». Liberación es llegar a ser lo
que no se es: «el esclavo se hace libre»” (Dussel, 2019). El hijo ya es hijo y solo necesita desligarse
de la autoridad, el cobijo y la protección de sus criadores. El esclavo no. Este busca llegar a un
estado ontológico completamente distinto que le permita desenvolverse como un ser libre y como
algo distinto a lo que está siendo. La liberación es una palabra fuerte para Dussel y entiendo que
probablemente su uso permita acaparar cierta atención en los niveles sociales con el objetivo de
aproximarse (serle familiar y entendible) a las personas oprimidas que son vistas como objeto por
epistemologías no-naturales y enajenadoras de sus propias vidas.

Con esto de que los sujetos son oprimidos hasta el punto de verse objetos no es cosa nueva.
Por ello entiendo la peculiar importancia y énfasis en torno a pensar la realidad en términos de
liberación, pero esto podría llegar a significar un problema en torno a la figura del amo y del
esclavo, porque tanto en uno como en el otro la dependencia se da. El esclavo necesita al amo para
ser ontológicamente esclavo y el amo lo necesita en ese mismo estado ontológico para ser el que
domina. No podría existir el uno sin el otro desde términos ontológicos. En este sentido, asumir la
mecánica de la liberación es asumir la mecánica de la opresión en un proceso que no cesaría nunca.
Constantemente estaríamos buscando una libertad y constantemente estaríamos siendo oprimidos
en un movimiento similar a Sísifo subiendo esa colina y bajando de la misma eternamente.
Asumirnos como sujetos liberándose significaría por equivalencia en ser sujetos sometiéndose.
Toda una dualidad dialéctica.

A menos que precisamente se piense la realidad en términos distintos a los del amo y del
esclavo como, por ejemplo, una filosofía de la creación/situación (un poco como ya Leopoldo Zea
exponía, pero no precisamente en estos términos). Una filosofía pensada en función de nuestro
punto de partida haciendo énfasis en que tendría que situarse más allá de la condición de oprimidos
y liberados.

Para ello propondría la siguiente cuestión: Si la condición de dependencia inherente a la


dicotomía opresor-oprimido es inevitable y, a su vez, se pretende el ser libres de aquello que
oprime… ¿hasta en qué momento con total claridad podría decirse que seamos unos sujetos
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liberados? En otras palabras, no podríamos seguir pretendido como Latinoamérica una liberación
en proceso ad infinitum. En algún punto tal libertad tendría que concluir para llegar a la siguiente
estadía. Ya Leopoldo sea parece haber advertido en un primer momento algo similar cuando
propuso la tesis de que “no se puede esperar a que nuestra cultura se libere para después comenzar
el proceso de pensar filosóficamente la liberación” (Como se cita en Dussel, 2013). De manera
afirmativa la tesis que defiende Zea es que tenemos que asumir el papel de pensar filosóficamente
desde ahora, aunque seamos siendo los sometidos.

No es que se plantee por parte de Leopoldo Zea un desligue de la etiqueta de la liberación,


porque aún la asume, sino que su crítica más importante radica en entender en el pensar desde el
ahora y aquí como la actividad más primordial de la filosofía latinoamericana. Si se me permite,
diría que casi Leopoldo Zea tiene más en común con la prágmata griega que pondera el
pragmatismo norteamericano de Dewey (entre otros pragmatistas norteamericanos) o por lo menos
de una manera muy similar.

Veamos qué arroja el diccionario sobre la cuestión del prágmata: “Lo práctico se refería a las
"cosas prácticas" (…) y se ocupaba de los "asuntos", πράγματα, en cuanto "asuntos humanos" en
general” (Ferrater, S.F.). Estos asuntos humanos hay que entenderlos como afanes de la vida diaria
y en cuanto tales, llevados a nuestra cuestión, podría entenderse que uno de estos afanes que
interpele a Latinoamérica es precisamente llegar a ser libre. Nuestra América, la América del
inmigrante, de las mujeres y demás sujetos violentados y oprimidos busca el afán de ser libre en su
cotidianidad. En este caso hablamos de aquello que conlleva de opresión de la que atiende el
movimiento de la filosofía de la liberación, la cual es del tipo epistémica. Pero, ese desligue
epistémico que se pretende por parte de tal movimiento no debe de perder de vista que buscamos
libertad en los asuntos humanos de la gente de nuestra América.

Poco vale afanarse por asuntos académicos si los asuntos humanos aún siguen (y seguirán)
de alguna manera afectando a la gente. Retomando nuevamente aquella tesis de Zea de que
necesitamos pensar la filosofía de la liberación desde ya y ahora como sujetos situados y actuantes,
vemos que existe en él todavía esta preocupación inmediata de atender los problemas de nuestra
realidad. He aquí lo valioso de esta crítica y por qué se ve en ella un asunto de casi corte pragmatista
y que no tendría que confundirse para nada con el sentido utilitarista como se suele llegar a
entender.
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Ese objeto de estudio llamado «libertad» tendría que situarse o verse presente en nuestra
realidad política, económica, social, epistémica y demás. Pero, a riesgo de no ser reduccionista,
más vale entender que por muchas independencias o batallas ganadas en favor de nuestra gente de
Latinoamérica, esa libertad no se ha dado en un sentido pleno. Esta es la traba a la que nos
enfrentamos los filósofes, filósofas, filósofos y demás teóricos que habitamos este continente. Es
decir, nos enfrentamos ante la impotencia de que la libertad existe de manera efímera y que
posiblemente sea más de naturaleza idealista que una realidad viva y latente para nuestra gente
periférica.

¿Por qué seguir usando una categoría conceptual que no ofrece una referencia concreta y que
resulta ser muy difusa en nuestras vidas? Afanamos tanto ser libres que cuando lo logramos el
júbilo perdura un poco y se disuelve en lo que fue. Se suele decir: «hemos ganado, somos libres»
pero la dependencia solo ha transmutado. Ahora la dependencia y la opresión operan de manera
distinta. Y para sincerarme en este respecto, creo que podemos pensarnos como sujetos
determinados, al menos así el problema de la libertad parece ser lo menor de nuestros problemas,
y con ello vendría la cuestión de ¿por qué cosas queremos ser determinadas? Porque no siempre
las cosas se determinan de la misma manera. Veo en la determinación de las cosas y, por tanto, de
la realidad, un alivio. Un alivio que por cierto no me eximiría de una nueva búsqueda, la cual
vendría a ser: la búsqueda de cómo y a partir de qué las cosas se configuran en su devenir. Si
fuéramos marea nos convendría aceptar el alivio de que hay algo inherente a mí que determina
precisamente y que es justamente la proximidad gravitatoria de la luna con la de la tierra ¿cómo
podríamos pedirles a estos astros dejar de ejercer lo que son si en tanto marea somos? Para nuestra
pena (o suerte) no somos astros y podríamos identificar aquellas fuerzas ejercidas, intenciones,
voluntades que nos configuran para que, en la medida de lo posible, podamos sustituirlas por otras
sin el malestar de Sísifo.
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Referencias

Dussel, E. (2013). Filosofía de la liberación. Obras selectas.1ra Ed. Buenos Aires: Docencia

Enrique Dussel. (15 agosto 2019). Curso Filosofía de la liberación 01-28/01/2015 - Dr. Enrique
Dussel. [Video]. YouTube.
https://www.youtube.com/watch?v=yBNmBXqRK0M&list=PLO1XTgj_qEKUOPY3M
GCtMR4BbQWfVJ49S&index=1

Ferrater, J. (S.F). Diccionario de filosofía. Tomo II. Buenos Aires: Sudamericana

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