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Generaciones de Noé

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«Tabla de Naciones» redirige aquí. Para una lista de países,
véase Anexo:Países.
«Hijos de Noé» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Noájida.

Este mapa de T en O, desde la primera edición impresa de Etimologías de Isidoro, identifica a los
tres continentes conocidos como poblados por los descendientes de Sem (Sem), Iafeth (Jafet) y
Cham (Cam).

El mundo de acuerdo con el registro mosaico (1854).


Las Generaciones de Noé o Tabla de Naciones (Génesis 10 de la Biblia
hebrea/Antiguo Testamento) es una etnología tradicional que representa la
expansión de la humanidad desde los descendientes de Noé y su dispersión en
muchas tierras después del Diluvio. El término «naciones» para describir a los
descendientes es la traducción de la palabra hebrea «goy», siguiendo los
términos «nationes»/«nationibus» de la Vulgata latina (c. 400), y no tiene las
mismas connotaciones políticas que la palabra conlleva actualmente.
La lista de 70 nombres introduce por primera vez una serie de gentilicios
conocidos y topónimos importantes de la geografía bíblica tales como los tres
hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, desde los cuales se derivan semita, camita y
jafetita; algunos de los nietos de Noé incluyendo Elam, Asur, Aram, Cus y
Canaán, derivándose elamita, asirio, arameo, cusita y cananeo; así como otros
descendientes incluyendo a Eber (de donde viene hebreo), el cazador-
rey Nemrod, los filisteos y los hijos de Canaán incluyendo Het, Jebus y Amori,
derivándose hitita, jebuseo y amorreo.
Como el cristianismo se extendió por el mundo romano, se adoptó la idea de
que todos los pueblos del mundo son descendientes de Noé. Pero la tradición
de las identificaciones judías helenísticas de la ascendencia de los diversos
pueblos, que se concentraban en gran medida en el mundo mediterráneo y
el Cercano Oriente y que son descritas a continuación, se volvió muy cerrada.
Los pueblos del norte, de importancia para el mundo tardorromano y medieval,
como los celtas, eslavos, germanos y nórdicos no estaban incluidos, ni
tampoco estaban otros pueblos del mundo. Una variedad de arreglos
imaginativos fueron ideados por los estudiosos, con, por ejemplo, los escitas,
descritos en la tradición, siendo identificados como los antepasados de gran
parte del norte de Europa.
Según Joseph Blenkinsopp, los 70 nombres de la lista expresan
simbólicamente la unidad del género humano, que corresponde a los 70
descendientes de Israel que descienden a Egipto con Jacob en Génesis 46,
27 y a los 70 ancianos de Israel que visitan a Dios con Moisés en la ceremonia
de pacto en Éxodo 24, 1-9.

Índice

 1Tabla de Naciones
o 1.1Libro de Génesis
o 1.2Libro de Crónicas
o 1.3Libro de los Jubileos
o 1.4Versión de la Septuaginta
 2Los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet
 3Interpretaciones etnológicas
o 3.1En Flavio Josefo
o 3.2En Hipólito
o 3.3En Jerónimo
o 3.4En Isidoro de Sevilla y autores posteriores
 4Referencias
 5Bibliografía
 6Lectura adicional
 7Enlaces externos

Tabla de Naciones[editar]
Libro de Génesis[editar]

Noé dividiendo el mundo entre sus hijos. Pintor anónimo; Rusia, siglo XVIII.

Los capítulos 1-11 del libro del Génesis se estructuran en torno a cinco
declaraciones toledot («estas son las generaciones de...»), de las cuales «las
generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet», es la cuarta. Los
acontecimientos anteriores a el Diluvio de Noé, el toledot central, corresponden
a los posteriores: el mundo después del Diluvio es una nueva creación que
corresponde a la narración de la creación del Génesis, y al igual que Adán, Noé
tiene tres hijos que poblarán el mundo. Las analogías se extienden hacia
adelante, así: hay 70 nombres en la tabla, lo que corresponde a los 70 hijos de
Israel que descienden a Egipto al final de Génesis y a los 70 ancianos de Israel
que van a la montaña en el Sinaí para encontrarse con Dios en el Éxodo. La
fuerza simbólica de estos números es subrayada por la forma en que los
nombres se organizan con frecuencia en grupos de siete, lo que sugiere que la
Tabla es un medio simbólico, implicando un deber moral universal.
La estructura general de la Tabla es la siguiente: 1. Fórmula introductoria, v. 1.
2. Jafet, vv. 2-5. 3. Cam, vv. 6-20. 4. Sem, vv. 21-31. 5. Fórmula final, v. 32.
El principio general que rige la asignación de varios pueblos dentro de la tabla
es difícil de discernir: se pretende describir a toda la humanidad, pero se limita
a las tierras egipcias del sur, las tierras de Mesopotamia y Asia Menor y los
griegos jónicos; y los «hijos de Noé» no están organizados por la geografía, el
idioma o los grupos étnicos dentro de estas regiones. La tabla está, de hecho,
llena de dificultades: por ejemplo, los nombres de Sheba y Havila aparecen dos
veces, primero como descendientes de Cus, hijo de Cam (v. 7), y luego como
hijos de Joctán, el bisnieto de Sem; y mientras que los cusitas son africanos en
los versículos 6-7, son mesopotámicos en los versículos 10-14.
La fecha de composición de Génesis 1-11 no se puede fijar con precisión,
aunque parece probable que un breve núcleo temprano fue ampliado
posteriormente con los datos adicionales. Porciones de la propia Tabla pueden
derivar del siglo X a. C., mientras que otras reflejan el siglo VII a. C., y
revisiones sacerdotales en el siglo V a. C. Su combinación de alcance mundial,
el mito y la genealogía corresponde al trabajo del historiador griego Hecateo de
Mileto, activo c. 520 a. C.
Libro de Crónicas[editar]
I Crónicas 1 incluye una versión de la Tabla de Naciones del Génesis, pero
editada para resaltar que la intención es establecer el trasfondo de Israel. Esto
se realiza mediante la condensación de varias ramas para centrarse en la
historia de Abraham y su descendencia. Lo más notable es que omite Génesis
10:9-14, donde Nimrod, un hijo de Cus, está vinculado a varias ciudades
de Mesopotamia, eliminando a Cus de cualquier conexión mesopotámica.
Libro de los Jubileos[editar]

Mapa jónico del mundo.

La Tabla de Naciones es ampliada detalladamente en los capítulos 8-9


del Libro de los Jubileos, a veces conocida como el «Génesis Menor», una
obra de principios del período del Segundo Templo. Jubileos es considerado
por la mayoría de los cristianos y las sectas judías como pseudoepigráfico,
pero se cree que tuvo relación con muchos de los Padres de la Iglesia. Se cree
también que su división de los descendientes de Noé por todo el mundo fue
fuertemente influenciada por el «mapa jónico del mundo», descrito en
las Historias de Heródoto, y cabe pensar que el tratamiento anómalo de
Canaán y Madai se debe a la «propaganda en favor de la expansión territorial
del estado asmoneo».
Versión de la Septuaginta[editar]
La Biblia hebrea fue traducida al griego en Alejandría, a petición de Ptolomeo II,
que reinó sobre Egipto entre 285–246 a. C. Su versión de la Tabla de Naciones
es sustancialmente la misma que la del texto hebreo, pero con las siguientes
diferencias:

 Se enumera a Elisa como un hijo extra de Jafet, dándole ocho en lugar de


siete, sin dejar de ponerlo en la lista también como un hijo de Javán, como
en el texto masorético.
 Considerando que el texto hebreo lista a Sela como el hijo de Arfaxad en la
línea de Sem, la Septuaginta tiene a un Cainán como el hijo de Arfaxad y
padre de Sela (el Libro de los Jubileos da un margen considerable a esta
figura). Cainán vuelve a aparecer al final de la lista de los hijos de Sem.
 Obal, octavo hijo de Joctán en el texto masorético, no aparece.

Los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet[editar]


Mapa de Robert Wilkinson (1823). Con anterioridad a la mitad del siglo XIX, Sem es asociado con
todos los de Asia; Cam, con toda África; y Jafet, con toda Europa.

Mapamundi por descendencia de los hijos de Noé. En amarillo están los descendientes de Sem
(semitas), en naranja claro, los descendientes de Cam (camitas) y en naranja fuerte, los
descendientes de Jafet (jafetitas).1

La historia del Diluvio cuenta cómo Noé y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet,
junto con sus esposas, se salvaron de la inundación para repoblar la Tierra.

 El nombre de Sem (Shem) significa «nombre» o «fama». A través de Eber


se convirtió en el antepasado de Abraham y, por lo tanto, de los israelitas.
En opinión de algunos estudiosos europeos del siglo XVII (por ejemplo,
John Webb), el pueblo de China y la India descendían de Sem. Tanto Webb
y los jesuitas franceses pertenecientes a la escuela figurista (finales del
siglo XVII-siglo XVIII) fueron aún más lejos, identificando el
legendario Emperador Yao de la historia de China con el propio Noé.
 Cam es el antepasado de Cus, Egipto y Put, la tierra de Canaán, cuya
superficie incluye partes de África, Arabia, Siria-Palestina y Mesopotamia.
La etimología de su nombre es incierta; algunos estudiosos lo han
vinculado a los términos relacionados con la divinidad, pero es poco
probable un estatus divino o semidivino de Cam.
 Jafet es aparentemente el hijo menor, aunque su linaje es dado primero. Su
nombre está asociado a la mitología griega con el titán Jápeto, y sus hijos
incluyen a Javán, las ciudades de habla griega de Jonia. En Génesis 9,
27 se forma un juego de palabras con la raíz hebrea ypt: «Engrandezca [lit.
haga espacio; hifil de la raíz ypt] Dios a Jafet; que habite en las tiendas de
Sem, y que Canaán sea su siervo».

Interpretaciones etnológicas[editar]
En Flavio Josefo[editar]
Identificaciones geográficas de Flavio Josefo, c. 100 d. C.

El historiador judeorromano del siglo I Flavio Josefo, en Antigüedades judías,


Libro 1, capítulo 6, fue el primero de muchos que intentó asignar etnias
conocidas a algunos de los nombres que figuran en Génesis, capítulo 10.

 Gomer: «a los que los griegos llaman ahora gálatas, [galos] pero llamados
antes gomeritas».
o Ascanax (Askenaz): «ascanaxos, que ahora son llamados reginos por
los griegos».
o Rifat: «rifateos, ahora llamados paflagonianos».
o Tigrame (Togarma): «tigrameos, quienes, como los griegos resolvieron,
fueron llamados frigios».
 Magog: «los magogitas, pero que son llamados escitas por los griegos».
 Madai: «los madeanos, que son llamados medos por los griegos».
 Javán: «Jonia, y todos los griegos».
o Elisa: «Eliseos [...] ahora son los eolios».
o Tarso (Tarsis): «Tarsis, porque antiguamente así era llamada Cilicia».
También se deriva el nombre de la ciudad de Tarso de Tarsis.
o Ceteim (Quitim): «La isla de Cetim: llamada ahora Chipre». También se
deriva del nombre griego de la ciudad de Citio, que él explica, proviene
de Ceteim.
 Tobel (Tubal): «Tobelos, que ahora son llamados iberos».
 Mosoc (Mesec): «mosquenos [...] ahora son los capadocios». También
deriva el nombre de su capital Mazaca de Mesec.
 Tiras (Tiras): «Tirios; pero los griegos les cambiaron el nombre a tracios».

 Cus (Cus): «Etíopes [...] son, incluso en este día, tanto por sí mismos y por
todos los hombres en Asia, llamados cogeos».
o Sabas (Seba): Sabeos.
o Evilas (Havila): «Evileos, que son llamados getulos».
o Sabatas (Sabta): «Sabateos, ahora son llamados por los griegos
astabaros».
o Sabacatas (Sabteca): Sabavatenos
o Ragmo (Raama): Ragmeos
 Judadas (Dedán): «Judadeos, pueblo de los etíopes occidentales».
 Sabas (Seba): Sabeos.
 Mesraim (Mitzraim): Egipto, él señala que se le llama Mestre al país.
o «Los hijos de Mesraim, que eran ocho, poseyeron la tierra que va de
Gaza a Egipto, pero solo quedó el nombre de uno de ellos, Filistinos; los
griegos llaman a esa parte de la región Palestina. En cuanto al resto,
Ludim y Enemim y Labim (el único que habitó en Libia, y le puso su
nombre), Nedem y Fetrosim y Ceslem y Geftorim, no sabemos nada de
ellos, además de sus nombres. Porque la guerra etíope, que
describiremos más adelante, ocasionó la destrucción de esas
ciudades».
 Fut: Libia. Afirma que un río y la región «en la región de Maurón» todavía
era llamado Fut por los griegos, pero que se había cambiado el nombre «de
uno de los hijos de Mesraim, llamado Libios».
 Canaán: Judea, a la que llamó «de su propio nombre, Canaán».
o Sidonio (Sidón): La ciudad de Sidonio, «llamada por los griegos, Sidón».
o Amatio (hamateo): «Amatio habitó en Amate, incluso llamado todavía
Amatia por sus habitantes, aunque los macedonios la llamaron Epifania,
por uno de sus descendientes».
o Aradio (arvadeo): «la isla de Arado».
o Arucas (araceo): "Arce, que está en el Líbano".
o «Pero para los otros siete [hijos de Canaán], Ceteo, Jebuseo, Amorreo,
Gergeseo, Eveo, Sineo, Samareo, que no tienen nada en los libros
sagrados, sino sus nombres, pues los hebreos destruyeron a sus
ciudades».

 Elam: «Los elamitas, antepasados de los persas».


 Asur: asirios, y su ciudad Nínive fue construida por Asur.
 Arfaxad: «Los arfaxadeos, que son ahora los caldeos».
o Salas (Sala)
 Heber (Heber): «de su nombre se llamó originalmente a los judíos,
hebreos».
 Falec (Peleg): Se señala que fue llamado así «porque nació en la
dispersión de las naciones en sus varios países, ya que Peleg
entre los hebreos significa división».
 Juctas (Joctán)
 «Elmodad, Salef, Azermot, Ires, Adoram, Ezel, Declas, Ebal,
Abimael, Sabeo, Ofir, Evilates y Jobab. Habitaron junto al río
Cofen, un río de la India, y en una parte de Asia adyacente».
 Aram: Arameos, «que los griegos llaman sirios».
o Us (Uz): «Us fundó la Traconita y Damasco: este país se encuentra
entre Palestina y Celesiria».
o Ul (Hul): Armenia
o Geter: bactrianos
o Mes (Mas): «mesaneos, región que ahora se llama Espasina Carax».
 Lud: «ludos, ahora llamados lidios».
En Hipólito[editar]
Hipólito de Roma, en su Diamerismatos (c. 234, existente en numerosos
ejemplares latinos y griegos), hizo otro intento de asignar grupos étnicos a los
nombres en Génesis 10. Se cree que se basó en el Libro de los Jubileos.
Se muestran sus diferencias frente a Josefo a continuación:

 Gomer: capadocios.
o Askenaz: sármatas.
o Rifat: saurómatas.
o Togarma: armenios.
 Magog: gálatas, celtas.
 Javán:
o Elisa: sículos (Chron Pasc: troyanos y frigios).
o Tarsis: íberos, tirrenos.
o Quitim: macedonios, romanos, latinos.
 Tubal: «Hettali» (?)
 Mesec: ilirios.
 Mizraim:
o Ludim: lidios.
o Anamim: panfilianos.
o Patrusim: licios (var.: cretenses).
o Caftorim: cilicios.
 Put: trogloditas.
 Canaán: africanos y fenicios.
o Araceo: tripolitanos.
 Lud: halizones.
 Arfaxad:
o Cainán: «aquellos al este de los sármatas» (una variante)
 Joctán:
 Almodad: indios.
 Selef: bactrianos.
 Hazar-mavet, Seba: árabes.
 Adoram: carmianos.
 Uzal: arianos (var.: partos).
 Abimael: hircanos.
 Obal: escitas.
 Ofir: armenios.
 Dicla: gedrosianos.
 Aram: «Etes» (?)
o Hul: lidios (var: colcos).
o Geter: «Gaspeni» (?)
o Mas: Mosinecos (var: moscos).
La Crónica de 354, el Panarion de Epifanio de Salamina (c. 375), el Chronicon
Paschale (c. 627), la Historia de Albania del historiador georgiano Movses
Kaghankatvatsi (siglo VII), y la Sinopsis de las Historias de Juan Skylitzes (c.
1057) sigue las identificaciones de Hipólito.
En Jerónimo[editar]
Jerónimo, escribiendo c. 390, presentó una versión «actualizada» de las
identificaciones de Josefo en su obra Cuestiones Hebreas en el Génesis. Su
lista es sustancialmente idéntica a la de Josefo en casi todos los aspectos, pero
con las siguientes diferencias notables:

 Túbal, hijo de Jafet: «Íberos, que también son los hispanos de los cuales
derivan los celtíberos, aunque ciertas personas suponen que deben ser los
italianos».
 Geter, hijo de Aram: «Acarnianos o carianos».
 Mash, hijo de Aram: Maeones.
En Isidoro de Sevilla y autores posteriores[editar]
El erudito Isidoro de Sevilla, en su Etymologiae (c. 600), repite todas las
identificaciones de Jerónimo, pero con estos cambios de menor importancia:

 Joctán, hijo de Eber: Indios.


 Selef, hijo de Joctán: Bactrianos.
 Magog, hijo de Jafet: «Escitas y godos».
 Askenaz, hijo de Gomer: «Sármatas, a quienes los griegos llaman reginos».
Las identificaciones de Isidoro para los hijos de Jafet fueron repetidas en
la Historia Brittonum atribuida a Nennio. También se convirtieron en la base
para numerosos estudiosos medievales posteriores, permaneciendo así hasta
la era de los descubrimientos, que trajo teorías más actualizadas, como la
de Benito Arias Montano (1571), quien propuso identificar a Mesec con Moscú,
y Ofir con Perú.
Mientras que Génesis 10 fue estudiado ampliamente por numerosos eruditos
cristianos, judíos y musulmanes durante muchos siglos, la frase «Tabla» de
naciones solamente apareció y popularizó en la década de 1830.

#019 - Génesis 10
"La tabla de las naciones y las razas de la
humanidad"
Publicado el... 20 de Ago, 2018 por Mario Seiglie Tiempo estimado de lectura: 8 minutos

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"Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y


Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio... Estas son las
familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus
naciones; de éstos se esparcieron las naciones en la tierra
después del diluvio". (Gn 10:1,32)

UCG.org

La Tabla de las Naciones

Génesis 10 es llamado la "Tabla de las Naciones" debido a que


todas las razas tienen su origen en Noé y sus familias. Es un
registro que aún maravilla a arqueólogos e historiadores por su
certeza y sus detalles.

"El décimo capítulo de Génesis siempre ha llamado la atención de


los estudiosos de la geografía y etnografía antigua del área
oriental. Se yergue absolutamente solo en la literatura
antigua, sin siquiera un paralelo remoto aun entre los griegos
donde encontramos el enfoque más parecido de la distribución de
los pueblos en general... La Tabla de las Naciones sigue siendo un
documento con una certeza sorprendente". (Recientes
Descubrimientos en las Tierras Bíblicas, Willian Albright, Pág.30)

"A pesar de que numerosos nombres (de las naciones) se conocen


por los relatos griegos y romanos, la arqueología moderna en el
último siglo y medio ha aclarado muchas de las naciones
mencionadas en la tabla de las naciones". (Manual
Bíblico, Unger, Pág.52)

"La familia de Noé desembarcó del arca en el monte Ararat, cerca


de las fuentes del río Eufrates. Parece que emigraron 800 km. al
sureste y se asentaron en Babilonia, su hogar antediluviano. Cien
años más tarde, fueron dispersados por la confusión de lenguas"
(Génesis 10:25) (Compendio Manual, Halley, Pág.80)

Noé es llamado "perfecto en sus generaciones" (Génesis 6:9) al no


estar mezclado con las otras razas que ya existían. Según Hechos
de los Apóstoles 17:26, las razas vinieron de Eva, quien recibió de
Dios la capacidad genética para producir las tres razas principales
de la humanidad. La blanca, la amarilla y la negra. Todas las
demás razas son una combinación de estos colores primarios, de
la misma manera en que se sacan muchos colores de pintura de
unos pocos colores básicos.

Dios nos muestra en la naturaleza los distintos colores en las


flores y los animales. Es un Dios de la variedad y de la unidad. Así
creó cada raza con distintos colores y talentos, como por ejemplo,
la habilidad atlética y musical de la raza negra; la minuciosidad y
el espíritu colectivo del oriental, o la capacidad abstracta e
independiente del blanco.

Por consiguiente, Noé, de raza blanca, engendró tres hijos


blancos. Como se ve posteriormente en los descendientes, Cam se
casó con una mujer negra y Jafet con una de la raza amarilla. Sem
se casó con una mujer de su raza, una blanca.

De estos matrimonios surgieron dieciséis nietos y treinta y seis


bisnietos y por lo menos dieciocho tataranietos (sólo del lado
masculino). Son setenta los descendientes aquí nombrados y
componen las setenta naciones principales hasta hoy día. Una
nación es sencillamente una familia que se ha expandido en forma
considerable. En función de estos setenta descendientes se puede
rastrear a toda la humanidad hoy día.

Bien se debe tomar en cuenta en nuestros días que nunca habrá


una persona que sea 100% de un solo color, puesto que ha habido
una mezcla inevitable después de tantas generaciones.

Recuerden, que debido a la mezcla de un blanco con otra raza se


produce el mismo efecto genético de la tabla genética mendeliana.

"Se cree generalmente que la diferencia entre la pigmentación


blanca y negra en los seres humanos se debe a dos pares de genes,
con ausencia de dominancia. Si representamos los genes para
negro como A y B, los alelos para blanco serán a y b. Entonces, el
genotipo para una persona con pigmentación negra es AABB y el
de una persona blanca es aabb. Una persona de primera
generación de un casamiento entre negro y blanco poseerá el
genotipo AaBb y será la complexión mulata. En generaciones
subsiguientes las variaciones en la coloración de la piel quedarán
representadas por diferentes combinaciones de letras mayúsculas
y minúsculas en los genotipos de los individuos. Si se hace un
diagrama de la generación F2 y se tabulan los fenotipos, se hallará
una relación de 1:4:6:4:1. Naturalmente, las familias humanas son
de tamaño limitado y para obtener una relación significativa sería
necesario reunir datos de una cantidad de familias." (Vida,
herencia y desarrollo, J. N. Moore, Pág.67)

"Mestizos (mezcla entre blanco e indio), mulatos (mezcla entre


blanco y negro) y zambos (mezcla entre indio y negro), mezclas
binarias de los tres colores puros, se mezclaban a su vez sea
con uno u otro de los colores de que procedían o con el
tercero o con otras mezclas. De aquí una abigarrada paleta
de mestizaje, con un vocabulario no menos rico para describirlas.
Apenas se daba combinación de colores, mezcla de mezclas, que
no tuviera su nombre exacto para designarla; sobretodo aquellas
que marcaban peldaños sucesivos en la escala montante hacia lo
blanco. Mulato, tercerón (mulato y blanco), cuarterón (tercerón y
blanco), quinterón (cuarterón y blanco). Se debía esta riqueza de
nombres a la suma susceptibilidad de los interesados en cuanto a
su posición exacta en la escala de color". (Salvador de Madariaga,
De Colón a Bolívar, Pág.184).

Esta mezcla entre tres grupos, los hispanos, los indígenas y los
negros se produjo durante las eras de la Conquista y la Colonia en
América Latina.

¿Cómo llegaron a poblar la Tierra los descendientes de los hijos de


Noé? Dios, desde luego, tenía determinadas las áreas donde se
habrían de establecer las distintas razas. No fue su intención crear
estas tres variaciones de color para que se volvieran en uno por
medio del mestizaje.

"Acuérdate de los tiempos antiguos, considera los años de muchas


generaciones; pregunta a tu padre, y él te declarará; a tus
ancianos, y ellos te dirán. Cuando el Altísimo hizo heredar a las
naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los
hombres, estableció los límites de los pueblos..."
(Deuteronomio 32:7-8).

"Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que
habiten sobre la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de
los tiempos y los límites de su habitación" (Hechos de los
Apóstoles 17:26).

Debido a los distintos tonos de la piel, las razas más oscuras que
contaban con más del pigmento melanina (sirve para bloquear los
efectos dañinos de los rayos solares), pudieron adaptarse mejor a
las zonas ecuatoriales.

"El mendelismo genético arroja una interesante luz sobre la


distribución geográfica de la humanidad. Los distintos tonos y
colores de la piel humana, como el resto de rasgos del hombre, se
ha comprobado que son regulados por las leyes mendelianas.

La presencia de la raza negra en los climas tropicales cálidos no se


debe interpretar como un resultado de la Evolución al pensar que
provino del efecto del sol fuerte sobre la piel por muchas
generaciones. Más bien se debe a que después del Diluvio, los
grupos con la tez oscura tomaron la ruta más calurosa del sur
hasta llegar a las tierras del sol ardiente. Los que tenían la piel
más sensible al sol abrasador, tomaron la ruta hacia el norte
donde la piel blanca era más resistente al frío.

Los africanos no son negros porque llegaron a África. Llegaron a


África porque la tez oscura les permitía resistir mejor el intenso
calor.

'Las razas más oscuras se encuentran donde el sol es más fuerte y


los cielos despejados mientras que las razas más blancas viven
donde los rayos solares son menos intensos y los cielos más
nublados... Cada raza emigró al clima que más les favorecía a sus
rasgos de pigmentación' ". (Según su género, Nelson, p.120).

¿Dónde, entonces, se establecen específicamente las razas y sus


naciones? En forma general, como se puede ver en el mapa abajo,
que Jafet pobló el mundo oriental y la América indígena; Cam se
fue al sur y habitó al África, la India y sus descendientes esclavos
al Brasil. Sem ocupó el Medio Oriente y luego parte viajó al
occidente donde moraron en Europa y más tarde América del
Norte y del extremo Sur.

UCG.org

Para finalizar, tenemos La Tabla de las Naciones con su


identificación más aproximada hasta el momento.
El Origen de las Naciones
Arthur Custance, Doctor en Ciencias de la Educación

Introducción
Son tan grandes las dificultades para dilucidar, en esta etapa tardía de la
historia humana, los orígenes y las relaciones de las diversas razas de la
humanidad, que muchos abrigarían dudas de que ni siquiera valga la pena
intentarlo en absoluto. Incluso un examen superficial de un volumen
como Races of Europe, de Conn1, revelará en el acto que la mezcla racial ya
ha avanzado hasta tal punto que en casi cualquier lugar del mundo se pueden
encontrar individuos o grupos humanos representativos de todas las líneas
raciales o subraciales actualmente reconocidas, entremezclados de forma
general. Proponer, frente a esta evidencia, que mediante la Tabla de las
Naciones en Génesis se puedan exponer los orígenes, relaciones y pautas de
dispersión de estas líneas raciales, parece a primera vista absurdo.

Sin duda alguna, se nos acusará de una excesiva simplificación. Pero en cierto
sentido esto puede constituir una ventaja en este caso, porque permite que se
ignoren ciertos factores que llevan a complicaciones y se puede evitar quedar
completamente abrumados por los detalles, lo que permite exponer una
alternativa inteligible a las actuales teorías etnológicas, que creo que explica
mejor la distinción tanto de los restos fósiles del hombre prehistórico como
también de los actuales grupos raciales. Así, existe una cierta justificación
para presentar el bosquejo sumamente simplificado que aparece en este
artículo.

Una segunda observación que desearía resaltar es que, en esta clase de


investigación, lo que constituye evidencia en favor, o prueba virtual, de una
tesis, depende mucho de la inclinación del lector. ¡Demostrar que la Tierra es
plana exigiría un gran peso de evidencia! Más aun, la mayoría de las personas
pensarían que ninguna cantidad de evidencia sería suficiente. Pero confirmar
que la Tierra es redonda demandaría bien poca evidencia. Así, que un ítem de
prueba se considere como convincente o no depende a menudo no tanto de su
peso intrínseco, sino de si sirve de apoyo a la opinión comúnmente aceptada.

Creo que cualquiera que acepte las Escrituras como la piedra de toque de la
Verdad, incluso cuando sus llanas declaraciones parezcan contradichas por los
hallazgos razonablemente seguros de la investigación secular, no demandará
la misma clase de prueba para que tenga peso. Si los hijos de Jafet son, como
propondremos, la población de Europa (y de parte del norte de la India, etc.)
como se implica en Génesis 10, entonces una ligera evidencia confirmadora
tenderá a decidir la cuestión para los que ya lo creen, en tanto que ninguna
cantidad de evidencia decidirá la cuestión para los que simplemente no lo
acepten. De modo similar, para los que estén persuadidos de que la Tabla de
las Naciones de Génesis 10 es verdaderamente inclusiva, las razas de color
deben lógicamente quedar incluidas, y en alguna parte de la misma
encontraremos a los antecesores de los grupos humanos designados como
negros, cobrizos y amarillos. La cuestión es si esta clase de inclusividad queda
implicada en las palabras del versículo 32: «de éstos se esparcieron las
naciones en la tierra después del diluvio». En la interpretación de pasajes
como este, tiende a haber una divergencia entre los que dan gran importancia
a las palabras propias de las Escrituras y a sus implicaciones, y los que
atribuyen mucha menos importancia a las palabras mismas y que por ello no
examinan las implicaciones con mucha seriedad. Estos últimos tienden a
sentir suspicacias siempre que los primeros permiten que las implicaciones
jueguen un gran papel en su interpretación. La cuestión, planteada de forma
más amplia, es: ¿Espera Dios que busquemos implicaciones y que las
desarrollemos lógicamente cuando están ausentes las declaraciones concretas
que deben ser mucho más preferibles y que decidirían la cuestión?

Tocante a esto, hay unas palabras muy a propósito del doctor Blunt en su
célebre libro Undesigned Coincidences in the Old and New
Testament [Coincidencias inopinadas en el Antiguo y Nuevo Testamento].
Después de observar con toda razón con qué presteza se inmiscuye la
imaginación cuando hay implicaciones a la vista y de qué manera tan bien
dispuesta rompe todos los límites y se vuelve muy visionaria, él argumenta sin
embargo de manera intensa en favor de la amplia y activa investigación de las
implicaciones en las Escrituras. Dice él:2

Este es un buen principio, porque tiene la anuencia de nuestro mismo Señor,


que reprocha a los saduceos por no conocer [énfasis del autor] aquellas
Escrituras que habían recibido, por cuanto no habían deducido [énfasis del
autor] la doctrina del estado futuro en base a las palabras de Moisés, «Yo soy
el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob»,
aunque la doctrina estaba allí si tan solo la hubieran buscado.
Descendencia de Noé según la Tabla de las Naciones de Génesis 10

Este argumento está bien fundamentado, y, como añade en el siguiente


párrafo, «las pruebas de esto mismo son innumerables». Luego pasa a ilustrar
su argumento con un cierto detalle. Pero su ilustración inicial es
particularmente idónea porque en tanto que es perfectamente cierto que
evidentemente la implicación de las palabras de Moisés era en este caso de
una importancia profunda, los eruditos de los tiempos de nuestro Señor —que
por cierto no carecían de devoción— adoptaron probablemente la misma
actitud más bien escéptica dominante en la actualidad acerca de estas
cuestiones, y probablemente hubieran tachado esta idea como absurda si
alguien aparte del mismo Señor la hubiera propuesto. Ellos no creían en la
resurrección, y por ello no hubieran aceptado una inferencia de esta clase en
base a las palabras de Moisés. Y sospecho que en nuestra determinación a
desalentar del abuso de la imaginación en la interpretación de las Escrituras
(determinación que es bien apropiada, creo yo), nos hemos privado sin
embargo de muchos conocimientos.

Así, este artículo trata de demostrar:

(1) que la distribución geográfica de los restos fósiles es de una naturaleza tal
que queda explicada de la manera más lógica tratándolos como representantes
marginales de una amplia y en parte forzada dispersión de pueblos
procedentes de una sola población en crecimiento establecida en un punto más
o menos central a todos los mismos, enviando oleadas sucesivas de
migraciones, donde cada una de estas oleadas impulsaba a la anterior hacia la
periferia;

(2) que los especímenes más degradados son aquellos representantes de este
movimiento general que fue echado a las áreas menos hospitalarias, donde
padecieron una degeneración física como consecuencia de las circunstancias
en las que se vieron obligados a vivir;

(3) que la extraordinaria variabilidad física de sus restos resulta de que


formaban parte de pequeños grupos humanos aislados y muy consanguíneos;
mientras que las semejanzas culturales que vinculan a incluso los más
dispersos de entre ellos indican un origen común de todos;

(4) que lo que es cierto del hombre fósil es igualmente cierto de las sociedades
primitivas extintas y presentes;

(5) que todas estas poblaciones inicialmente dispersadas proceden de un grupo


básico —la familia camita de Génesis 10;

(6) que fueron posteriormente desplazadas por indoeuropeos (esto es, los
jafetitas), que sin embargo heredaron o adoptaron su tecnología, sobre la que
se desarrollaron, y así consiguieron ventaja en cada área geográfica en la que
se extendieron;

(7) que a lo largo de estos desplazamientos, tanto en tiempos prehistóricos


como históricos, nunca hubo seres humanos que no pertenecieran a la familia
de Noé y sus descendientes;
(8) y finalmente, que esta tesis queda fortalecida por la evidencia de la
historia, que demuestra que las migraciones siempre han exhibido la tendencia
a seguir estas pautas, que han ido frecuentemente acompañadas de ejemplos
de degeneración tanto a nivel individual como de tribus enteras, y que
generalmente resulta en el establecimiento de una dinámica general de
relaciones culturales que son paralelas con las que la arqueología ha revelado
en la antigüedad.

Con respecto a Génesis 10, a mi parecer la etnología moderna muestra una


tendencia más bien constante hacia su confirmación. Sin embargo, no veo
razón alguna para esperar que la etnología vaya a buscar nunca avanzar
usando como base esta Tabla como fundamento de trabajo. Pero tengo todas
las razones para creer que cuando sepamos suficiente, veremos que nunca ha
habido necesidad de avergonzarnos de confiar en ella como guía del pasado.
Solo tenemos que dar tiempo al tiempo.

Capítulo 1: La Tabla de las Naciones - Un documento


singular
A ciertas personas les fascinan las genealogías. A cualquiera que haya
estudiado la historia de forma amplia y profunda, sirven a un propósito similar
al de los mapas para los que han viajado amplia y profundamente por un país.
El historiador examina las genealogías como el viajero examina sus mapas.
Las unas y los otros proporcionan conocimientos de relaciones y una especie
de marco estructural donde identificar mucho de lo que ha capturado la
imaginación. Como observó Kalisch,3

«La más antigua historiografía se compone casi totalmente de genealogías;


con la mayor frecuencia constituyen el medio para explicar la relación y el
linaje de tribus y naciones», con la inserción, donde sea apropiado, de breves
notas históricas como las que tienen que ver con Nimrod y Peleg en Génesis
10. También los mapas tienen estas pequeñas «notas».

Aunque las genealogías de la Biblia suelen ser tratadas con mucho menos
respeto que las secciones más estrictamente narrativas, son sin embargo
dignas de un cuidadoso estudio, y se verá que proporcionan inesperadas
«claves para la Sagrada Escritura». Y Génesis 10, «la Tabla de las Naciones»,
no es una excepción.
Máscara Bwoom de la cultura Bushoong Kuba (República Democrática del
Congo). (Brooklyn Museum)

Pero las opiniones han diferido enormemente acerca de su valor como


documento histórico. Su valor en otros respectos, por ejemplo, como
indicación de lo intensamente consciente que era su autor de la verdadera
hermandad del hombre —lo que es una circunstancia sumamente excepcional
en su propia época—, se admite de forma universal. En contraste a esto, el
desacuerdo acerca de su valor histórico no se limita a escritores liberales
enfrentados a evangélicos, sino que existe de una manera igualmente clara
entre escritores dentro de estos campos opuestos. Para exponer dos opiniones
representativas de entre las filas de académicos muy liberales de hace medio
siglo, podemos citar a Driver, que escribió:4

Así, es evidente que la Tabla de las Naciones no contiene ninguna


clasificación científica de las razas de la humanidad. Y no solo esto, sino que
no ofrece ningún relato históricamente cierto del origen de las razas de la
humanidad.

Y en contraste a esto, tenemos la opinión del muy famoso Profesor Kautzsh de


Halle que escribió:5
La llamada Tabla de las Naciones permanece, según todos los resultados de
las exploraciones de los monumentos, como un documento etnográfico
original de primera categoría e insustituible.

Sin embargo, la divergencia de opinión entre los evangélicos tiende a


manifestarse no acerca de la historicidad de esta antigua Tabla, sino más bien
acerca de su inclusividad. La cuestión que se suscita es si debemos o no
comprender que la Escritura quiere comunicarnos que esta genealogía nos
proporciona los nombres de los progenitores de toda la población humana del
mundo, incluyendo los grupos raciales negroides y mongoloides; o si nos
proporciona solo una declaración resumida de las relaciones de aquellas
naciones que el escritor conocía personalmente o por rumores. Al mismo
tiempo, hay poco desacuerdo entre los evangélicos acerca del hecho
fundamental de que todos los hombres, sin excepción, deben ser seguidos en
último término hasta Adán.

En este capítulo se propone considerar la Tabla como un todo con respeto a su


valor, importancia y singularidad entre los registros similares de la
antigüedad, y examinar su estructura y su fecha.
Estatua de Gudea, periodo Neo-Sumerio.
Esto irá seguido en el segundo capítulo por un cuidadoso examen de una rama
de la raza, los jafetitas, con el propósito de exponer cuán razonable resulta
este registro allí donde tenemos suficiente información para valorarlo de
forma detallada. La suposición que se puede hacer de forma apropiada en base
a este estudio es que el resto de la Tabla resultaría ser igualmente auténtica e
iluminadora de la historia etnológica, si tuviésemos disponible la misma
cantidad de información detallada acerca de la identidad de los nombres que
aparecen que la que tenemos de la familia de Jafet.

En el tercer capítulo exploraremos la evidencia procedente de la literatura


coetánea que de forma no intencionada apoya las implicaciones de la
Escritura: esto es, que como todos los pueblos del mundo derivan de la familia
de Noé, allí donde encontramos grupos humanos en el mundo tienen que
haber emigrado en último término del lugar de donde se dice que el Arca se
posó en tierra, y que esta presuposición se debe aplicar igualmente al hombre
histórico que al prehistórico. En otras palabras, aquí tenemos la Cuna de la
Humanidad y aquí tenemos el punto focal de toda la posterior dispersión de
todos aquellos que pertenecen a la especie Homo sapiens.

Nuestra conclusión es que esta Tabla de las Naciones es un documento


singular y de un incalculable valor que hace una afirmación justificable de
inclusión de toda la raza humana, y que nos proporciona atisbos de las
relaciones de los grupos humanos más tempranos conocidos, y que nos serían
totalmente desconocidas si careciésemos de Génesis 10.

Valor intrínseco y concepto subyacente de la Tabla

Las opiniones acerca del valor de esta Tabla varían enormemente. En


1906, James Thomas, en lo que él califica de investigación crítica,6 dice
simplemente: ¡«Es cosa cierta que toda la lista carece de valor alguno»! El
célebre S. R. Driver no es tan negativo en sus pronunciamientos, pero el
efecto final de sus palabras es muy similar. En su comentario sobre Génesis
dice:7

El propósito de esta Tabla es en parte el de exponer cómo los hebreos


suponían que las principales naciones que conocían se relacionaban entre sí, y
en parte el de asignar a Israel, de forma particular, su lugar entre ellas ...

Los nombres no deben tomarse en ningún caso como si fuesen los de personas
reales ...

El verdadero origen de las naciones que se enumeran aquí, que pertenecen en


muchos casos a tipos raciales totalmente diferentes —semitas, arios, hititas,
egipcios— tiene que remontarse a eras prehistóricas remotas de las que
podemos tener la seguridad de que no se podrían haber preservado ni los más
débiles recuerdos para el tiempo en que se escribió este capítulo. Las naciones
y las tribus existían: y posteriormente se propusieron antecesores imaginarios
con el propósito de exhibir de forma gráfica las relaciones que se les suponía
entre ellas.

Un ejemplo exactamente paralelo, aunque no tan elaborado, es el que nos dan


los antiguos griegos. El nombre general de los griegos era helenos, y sus
principales subdivisiones eran los dorios, los eolios, los jonios y los aqueos; y
con ello los griegos remontaban su linaje hasta un antecesor supuestamente
epónimo Heleno, que tuvo tres hijos, Doro y Eolo, los supuestos antecesores
de los dorios y de los eolios, y Juto, que tuvo dos hijos, Ión y Aqueo, de
quienes se supone que descendieron los jonios y los aqueos, respectivamente.

Este extracto de la obra de Driver suscita diversas cuestiones. Para empezar, a


la vista del respeto constantemente creciente que se está otorgando a las
antiguas tradiciones, bien podría ser que el paralelismo que este erudito autor
ha propuesto con bastante cinismo, bien lejos de ser un testimonio en contra
de la Tabla, podría ser en realidad un testimonio en su favor. La contraparte
griega puede que no sea en absoluto un invento de algún historiador antiguo,
sino una declaración de hecho. A fin de cuentas, la gente no suele inventarse
antecesores. Los nombres de los progenitores son de gran importancia para
cualquier pueblo que tenga poca o ninguna historia escrita, porque estos
nombres son los puntos de amarre sobre los que fijan los grandes
acontecimientos de su pasado.

Driver adopta una suposición adicional igualmente injustificada: que el


recopilador de esta Tabla estaba escribiendo una especie de historia ficticia
con la intención deliberada de dar a su propia nación, los israelitas, una
antigüedad igual a la de las grandes naciones a su alrededor. Por cuanto, como
veremos, la Tabla no da en absoluto ninguna evidencia de haber sido escrita
con propósitos propagandísticos, Driver parece estar leyendo en el registro
más de lo que se puede justificar. Se trata más bien de erigir un hombre de
paja para poderlo derribar con verbosidad erudita.
Uno de los fragmentos de la estela de la victoira del rey Eannatum de Lagash
sur Umma.

Una tercera cuestión —y esta tiene gran importancia— es que Driver supone
que la única fuente de información que tenía el escritor era su propia fértil
imaginación y las tradiciones de su tiempo —ignorando totalmente la
posibilidad de que Dios hubiera cuidado de forma providencial que toda la
información necesaria para recopilar esta Tabla quedase preservada por uno u
otro medio. Uno solo tiene que hacer lo que a fin de cuentas es una suposición
razonable para un cristiano, esto es, que Dios tuviera un propósito específico
para incluir una Tabla de Naciones en este punto en la redacción de la Sagrada
Escritura. Y al menos una parte de este propósito queda bien evidente, y se
examinará más adelante.

Pero la opinión de Driver acerca del valor y de la importancia de este


documento no fue compartida por escritores posteriores que vivieron el
tiempo suficiente para ser testigos de la enorme expansión de nuestro
conocimiento de la historia del Medio Oriente, en parte como resultado de
estudios lingüísticos, y más recientemente todavía gracias a descubrimientos
de antropólogos físicos, que están recuperando algunas importantes líneas de
migraciones en tiempos «prehistóricos».

Antes de pasar a considerar estos hallazgos, puede que valga la pena observar
que el valor de un documento puede cambiar con el paso del tiempo, de modo
que no se hace más valioso o menos valioso, sino más bien valioso de una
forma totalmente nueva. Hay un sentido en el que Génesis 10 retiene su
singular valía como el primer documento en proclamar la unidad del Hombre,
así como la Carta Magna fue el primer documento en proclamar la igualdad
del Hombre. Decir, como dijo Thomas, que este documento carece de valor,
revela una extraordinaria estrechez de miras, al hacer la suposición de que el
único valor que puede tener un documento es su empleo como fuente de
información para el historiador. La veracidad histórica es una clase de valor,
pero hay además otros valores.

Sin embargo, no se debería suponer ni por un momento, con esta declaración,


que estamos cediendo acerca de la historicidad de este capítulo a fin de
establecer su valor sobre otra base. El hecho es, tal como trataremos de
exponer, que siempre que sus declaraciones pueden ser puestas a prueba de
forma suficiente, Génesis 10 resulta completamente exacto —y ello a menudo
allí donde, en el pasado, se había considerado como más equivocado. Este
proceso de constante vindicación ha servido para establecer para el mismo una
segunda clase de valor, esto es, que lo mismo que cualquier otra sección de la
Escritura que ha sido igualmente desafiada y luego vindicada por la
investigación, contribuye ahora como testimonio de la fiabilidad de estas
antiguas secciones de Génesis, sobre cuya veracidad depende tanto de nuestra
fe.

Además, es muy difícil concebir el registro de Génesis, que conduce el hilo de


la historia desde Adán hasta las épocas dotadas de documentos monumentales,
sin alguna especie de Tabla para exponer lo sucedido con la familia de Noé, y
cómo se llegó a poblar el resto del mundo después del diluvio, además del
Medio Oriente. Así, la Tabla pasa a formar una parte esencial de la Escritura
en sus secciones más tempranas, no meramente para dar satisfacción a nuestra
natural curiosidad, sino para establecer el hecho de que todos los hombres son
de una sola sangre, descendencia del primer Adán, y susceptibles de redención
por la sangre de un Hombre, el Segundo Adán.

Así, la Tabla sirve a tres propósitos. Proporciona un capítulo esencial en la


documentación temprana de Génesis, dando una visión global de lo sucedido
al expandirse la población por el mundo. Une toda la raza humana en una sola
familia sin dar la menor sugerencia de que ninguna rama particular de esta
familia tenga preeminencia sobre otra —un logro descollante. Finalmente,
como documento puramente histórico, proporciona atisbos de las relaciones
entre grupos humanos que solo en la actualidad se están pudiendo obtener por
otros medios, con lo que añade su testimonio a la fiabilidad del registro de
Génesis.

Acerca del primero de estos logros, Dillmann tuvo esto que decir:8

Egipcios y fenicios, asirios y babilonios, e incluso los indios y persas, tenían


una cierta medida de conocimiento geográfico y etnológico antes que
comenzase una investigación más estrictamente científica entre los pueblos
clásicos. De algunos de estos, como los egipcios, asirios, babilonios y persas,
nos han llegado exploraciones o enumeraciones de los pueblos que les eran
conocidos, e intentos de elaboración de mapas, en los memoriales escritos que
han dejado en pos de ellos. Pero, como regla, por lo general no se presentaba
mucha atención a los extranjeros, a no ser que hubiera intereses nacionales y
comerciales en juego. A menudo se les despreciaba como meros bárbaros, y
en ningún caso se les incluía con las naciones más cultas en una unidad
superior.

Con nuestro texto sucede lo contrario. Aquí se da consideración a muchos con


los que los israelitas no tenían ninguna clase de relación específica.
El toro (unicornio) en bajo relieve sobre la puerta de Ishtar en el museo de
Pérgamo en Berlin.
Estamos tan familiarizados con la idea de la fraternidad del hombre que la
damos por descontada como un concepto aceptado por todas las razas en todos
los tiempos a través de la historia. Ocasionalmente observamos en nosotros
mismos una cierta vacilación respecto a acordar a otras naciones que no
comparten nuestros valores culturales la plenitud de condición humana que
acordamos a miembros de nuestra propia sociedad. Pero estos sentimientos se
suelen esconder tanto como es posible, porque lo apropiado, en la actualidad,
es apoyar la heroica suposición de que «todos los hombres son iguales». Pero
hay ocasiones en las que podemos dar rienda suelta a nuestros verdaderos
sentimientos acerca de este extremo, como, por ejemplo, en caso de guerra. Si
el escritor del décimo capítulo de Génesis era hebreo, es probable que en su
caso los cananeos fuesen una subsección particularmente menospreciada y
degradada de la raza humana, y que la tendencia hubiera sido la de ponerlos
en una situación muy baja de la escala. Tenemos una analogía en la posición
que los Nazis atribuyeron al pueblo judío. Para muchos alemanes de la era
Nazi, los judíos no eran realmente seres humanos en absoluto. Por ello, es
tanto más de resaltar que en esta Tabla de las Naciones los cananeos reciben
una posición en el linaje del hombre junto a los descendientes de Eber, entre
los que se encuentra el pueblo judío.

En su comentario, Kalisch observa que incluso la maldición sobre Canaán


parece haber quedado olvidada, siendo que no aparece ni una sola insinuación
en el registro para recordarla al lector. Al contrario, no hay ninguna otra tribu
enumerada con un mayor detalle que la de Canaán (versículos 15-19). Como
dice este erudito escritor: «Nada perturba la armonía de esta magna
genealogía».9

A la vista de todo esto, es más bien cosa extraordinaria que Driver considere
este documento como, característicamente, una pieza de propaganda judía.

Hay otra cuestión que vale la pena mencionar. Cuando una civilización
alcanza un nivel muy elevado de desarrollo, puede llegarse a un más claro
reconocimiento de que todos los hombres son hermanos de sangre. Sin
embargo, en una comunidad pequeña y estrechamente relacionada que está
luchando por establecerse, puede haber la tendencia a una actitud muy
diferente. Entre los pueblos más primitivos existe el hábito de referirse a sí
mismos (en su propia lengua, naturalmente) como «verdaderos hombres», y
de referirse a todos los demás mediante algún término que claramente les
niega el derecho a la condición humana. Así, los Naskapi se designan a sí
mismos «Neneot», que significa «personas de verdad». Los Chukchee dicen
que su nombre significa «hombres reales». Los hotentotes se llaman «Joi-Joi»,
que significa «hombres hombres». Los yaganes de la Tierra del Fuego (un
lugar bien remoto) dicen que su nombre significa «hombres por excelencia».
Los andamanes, pueblo que parece carecer incluso de los rudimentos de una
ley, se refieren a sí mismos como los «Ong», que significa «Hombres». Todos
estos grupos humanos se reservan estos términos solo para sí mismos. Es una
señal de un estado cultural decadente cuando se adopta esta actitud, pero, a la
inversa, cuando un pueblo adopta la actitud opuesta, se trata posiblemente de
una señal de un estado cultural elevado. Así, cuando cualquier pueblo alcanza
una etapa de desarrollo intelectual en la que concibe claramente que todos los
hombres están relacionados de tal modo que les asegura la igualdad como
seres humanos, entonces asume una cultura elevada, aunque los mecanismos
de su civilización puedan dar la apariencia de una etapa baja de desarrollo. A
partir de esto deberíamos inferir lógicamente que el escritor de Génesis era
una persona con una elevada cultura. Desde luego, me parece que solo con un
elevado concepto de Dios sería posible tal concepción del hombre, y por ello
Génesis 10 parece constituir un testimonio de un orden muy elevado de fe
religiosa. En último análisis, uno se podría plantear si es posible en absoluto
mantener un verdadero concepto de la igualdad del hombre sin tener también
un verdadero concepto de la naturaleza de Dios. Lo primero deriva
directamente de lo último. La única base para atribuir a todos los hombres un
mismo nivel de dignidad es el formidable hecho de que todas las almas tienen
el mismo valor para Dios. Desde luego, no tienen el mismo valor para la
sociedad.

Excepto si el patrón fundamental de referencia es el valor que Dios asigna a


las personas, es totalmente irreal hablar de que todos los hombres son iguales.
Consideremos el borracho que se revuelca en el fango, y que ensucia el aire
con su verborrea soez, que confunde a sus hijos, que destruye su vida familiar,
que ofende a sus amigos y perturba a todo su círculo social —¿cómo se puede
decir que este hombre tiene el mismo valor que, por ejemplo, una columna de
la comunidad, lleno de bondad hacia el prójimo? Evidentemente, aquí no hay
igualdad alguna si la base de la valoración es la del hombre respecto al
hombre, o del hombre respecto a su ámbito social.
Friedrich Nietsche (sekitar 1875)

Cualquier sociedad que valore a sus miembros por el valor que tenga hacia
ella misma no está atribuyendo valor alguno a la persona individual, sino solo
a sus funciones. Cuando estas funciones dejan de servir a un propósito útil, el
hombre deja de tener ningún valor. Esta era la filosofía de Nietzsche —y la
de Hitler. Es la filosofía lógica de todo aquel que contempla al hombre aparte
de Dios. Es nuestra moderna filosofía de la educación, que destaca la
capacidad personal y la tecnología, y que alienta a los hombres a hacer más
que a ser. En contra de esta tendencia del hombre natural a «devaluarse» a la
vez que supone que se está exaltando a sí mismo, la Biblia no podía hacer otra
cosa que establecer en términos claros estos dos hechos complementarios: que
Dios está interesado igualmente en todos los hombres, y que todos los
hombres pertenecen a una familia, singularmente relacionada a través de Adán
con el mismo Dios. El argumento, expuesto de esta forma, es un argumento
también en favor de la inclusividad de la Tabla de Génesis 10. A no ser que
sea inclusiva, a no ser que en último término tengamos aquí a la vista a toda la
humanidad, y no solo aquellas naciones que resultaban conocidas por Israel,
sería un capítulo fuera de contexto. A no ser que el propósito sea el de incluir
a toda la raza humana, el propósito del capítulo queda en entredicho, y el
mensaje de la Biblia queda incompleto. En tal caso nos quedamos solo con
Hechos 17:26, que en esta cuestión, aunque da certidumbre a nuestros
corazones, no ilumina nuestras mentes acerca del hecho al que se refiere.

Hay también un aspecto negativo en la cuestión de la autenticidad de este


documento histórico. Si esta Tabla hubiera sido elaborada con propósitos de
propaganda (para establecer la posición de Israel como de igual dignidad
aunque sin compartir algunas de las glorias de las naciones alrededor) o si
hubiera sido meramente obra de algún primitivo historiador que hubiera
creado sus propios datos permitiéndose ciertas libertades, entonces es casi
seguro que se hubiera manipulado de manera que se expusieran no solo la
elevada posición de sus propios antecesores, sino la muy baja posición de los
de sus enemigos. Con respecto a la primera tendencia, uno solo tiene que leer
libros modernos de historia para discernir con qué facilidad se nos pueden
presentar personajes de muy poco peso de forma que nos hagan enorgullecer
de nuestra identidad nacional. En realidad, hay bien poca historia escrita que
no sea en parte propaganda, aunque el autor mismo a menudo no sea
consciente de ello. La cantidad de «primacías» que pretenden algunos
historiadores nacionales para sus compatriotas es bastante asombrosa, y por lo
general queda clara la nacionalidad a la que pertenece el autor mismo. En total
contraste a lo dicho, sería difícil demostrar con certidumbre la nacionalidad
del autor de Génesis 10. Suponemos que era hebreo, pero si se emplea la
cantidad de atención que presta a cualquier linaje particular que menciona
como clave de su identidad, pudiera haberse tratado de un jafetita, de un
cananeo o incluso de un árabe. Esto es digno de mención y demuestra un gran
freno de parte del autor, la clase de freno que sugiere la mano de Dios sobre
él.

Con respecto a la segunda tendencia, el menosprecio de los enemigos propios,


este capítulo hubiera sido desde luego una maravillosa ocasión para poner en
su sitio a los aborrecidos amalecitas. Pero los amalecitas no son ni siquiera
mencionados. Naturalmente, se podría argumentar que los amalecitas ni
siquiera existían para la época de la redacción de este capítulo, suposición que
yo considero como sumamente probable. Si este es el caso, se trata de un
documento muy temprano, no tardío como Driver, quisiera hacernos creer. En
todo caso, el autor hubiera podido tratar de forma semejante a los cananeos.

Un aspecto adicional del tono de esta Tabla es la modestia de sus afirmaciones


cronológicas. En tanto que los babilonios y los egipcios, en los «paralelos»
que nos han llegado, extienden sus genealogías hasta extremos absolutamente
increíbles — ocupando en algunos casos cientos de miles de años—, en
Génesis 10 no aparecen estas pretensiones ni por implicación. La impresión
que se tiene al leer este capítulo es que la expansión de la población fue bien
rápida. Desde luego, todo resulta muy razonable. Este rasgo de la Tabla lo
expone sucintamente de manera muy capaz Taylor Lewis, que observa:10

¿Cómo llegó esta cronología hebrea a presentar un ejemplo tal de modestia en


comparación con las desorbitadas pretensiones de antigüedad hechas por todas
las demás naciones? Sin duda alguna, los judíos tenían, como hombres, un
orgullo nacional parecido, lo que les habría llevado a exagerar su edad sobre
la Tierra, y a darse miles y decenas de miles de años. ¿A qué se debe que esta
nación cuyos registros se remontan a la mayor antigüedad es la que da la
cuenta más baja de todas?
Fragmento del Papiro de Ani

La única respuesta es que mientras que otras naciones fueron abandonadas a


sus imaginaciones sin freno, esta extraña nación de Israel quedó bajo una
conducción providencial en esta cuestión. Un freno divino los retuvo de esta
insensatez. Una santa reserva, procedente de una constante conciencia de la
guía divina, les hizo sentir que «nosotros somos de ayer», mientras que la
inspiración que controlaba directamente a sus historiadores les enseñó que el
hombre había estado solo un breve tiempo sobre la Tierra.
Ellos tenían el mismo motivo que los demás para exagerar su cronología
nacional; que no lo hayan hecho es una de las más poderosas evidencias de la
autoridad divina de sus Escrituras.

En realidad, aquellos «paralelos» que existen en otras literaturas de la


antigüedad no solo carecen completamente de la sobriedad de Génesis 10,
sino que deben su existencia más bien al deseo de registrar conquistas
notables que al de exponer ninguna filosofía filantrópica. Como bien ha
dicho Leupold,11

Ninguna nación de la antigüedad tiene nada que ofrecer que tenga un


paralelismo real con esta Tabla de las Naciones. Las listas babilonia y egipcia
que parecen paralelas son meramente unos registros de naciones vencidas en
guerra. Consiguientemente, el espíritu que impulsó la elaboración de estas
listas es el completamente contrario al que aparece en la lista bíblica.

Estos registros no pueden en realidad considerarse en absoluto como


«paralelos». Como lo observó Marcus Dods:12

«Esta Tabla etnográfica no es solo la descripción más antigua y fiable de las


diversas naciones y de los diferentes pueblos, sino que no tiene paralelo
alguno en su intento de exponer las relaciones entre sí de todas las razas de la
Tierra».

La estructura y el propósito de la Tabla

La estructura de las cosas está normalmente relacionada con el propósito al


que tienen la intención de servir. Esto es de aplicación en el diseño en
ingeniería, y es de aplicación a la fisiología. También es de aplicación a la
literatura, trátese de novela, poesía, documentos legales o historia. Es también
de aplicación a Génesis 10. Este documento tiene más de un propósito, pero
está construido de forma que todos sus propósitos quedan servidos igualmente
bien debido a la sencillez de su concepto.

El método, naturalmente, es presentar una serie de nombres, bien de


individuos, bien de tribus enteras, o incluso de lugares, como si fuesen
«personas» relacionadas por parentesco. Esto se hace de una manera simple y
directa, siguiéndose diversas líneas por varias generaciones, con un
comentario aquí y allá para proporcionar información adicional. Como
consecuencia de la forma particular en que se ha desarrollado nuestro sentido
de la «precisión» en la cultura de Occidente, encontramos difícil aceptar la
idea de que si un hombre fundó una ciudad o una tribu, que este agregado de
personas pueda con todo ser resumido en la persona del fundador, de modo
que se les pueda designar con la misma propiedad como su descendencia. Así,
en el versículo 15 se menciona inicialmente a Sidón como primogénito de
Canaán, mientras que, para el versículo 19, Sidón es evidentemente la ciudad
de este nombre. De manera similar, a Canaán se le menciona en el versículo 6
como hijo de Cam y posteriormente, en el versículo 16, como padre de
diversas tribus que, desde luego, en el versículo 18, son designadas como sus
familias. En los siguientes versículos el nombre hace referencia al territorio
que ocupó, que se define geográficamente. Los occidentales consideramos
esto como un uso muy libre del término «hijo», pero es la simplicidad misma
cuando se trata de establecer los orígenes. Como lo expresó Dillmann:13

En la descripción que se hace de esta idea fundamental de la relación de todos


los pueblos y hombres, cada pueblo en particular es concebido como una
unidad que se resume en la influencia de su antecesor y que queda impregnada
de la misma.

Aunque Dillmann no desarrolla la implicación de su observación tocante a la


persistencia del carácter de un individuo en sus descendientes, de modo que la
observación aparece casi como una observación casual, en la consideración
del propósito de la genealogía (en lo que se refiere a su estructura) será bueno
desarrollar algo más esta implicación antes de volver a un examen más
detallado de la estructura misma.
Sir Francis Galton

El centro de interés aquí es que hay un sentido en el que el carácter de un


antecesor puede, por un breve tiempo, y ocasionalmente por mucho tiempo,
influir en los caracteres de sus descendientes. Sir Francis Galton,14 entre
otros, fue de los primeros en aplicar el análisis estadístico a datos sociológicos
en un intento por demostrar la existencia del genio hereditario. No está claro
en la actualidad si tales rasgos están relacionados genéticamente o si son
resultado de circunstancias; por ejemplo, un famoso abogado puede inclinar a
sus hijos a seguir en sus pasos y puede dotarlos de una ventaja por su
asociación con ellos, por su influencia en el mundo, y por su acumulación de
medios y de ayudas técnicas. Lo mismo puede suceder en la práctica de la
medicina. De forma parecida, las circunstancias pueden resultar en un
prolongado linaje de grandes actores. Es posible que en el ámbito de la
capacidad artística se dé una mayor medida de influencia genética.

La idea de que un «padre» determina en un grado significativo el carácter de


sus descendientes durante varias generaciones subyace a cierta clase de
declaraciones que aparecen tanto en el Antiguo como en el Nuevo
Testamento. Jesús se refirió a sus más acerbos enemigos como a «hijos del
diablo» o «hijos de Belial», rechazando enfáticamente la pretensión de ellos
de ser «hijos de Abraham». El término mismo de «hijos de Israel» vino a
significar algo más que ser meros descendientes de Jacob. El Señor se refirió a
Natanael como un «verdadero israelita», haciendo referencia a su carácter, no
a su linaje. En este contexto, es importante prevenirse contra la suposición de
que los «hijos» de un antecesor solo perpetuarán los elementos indeseables de
su carácter. Creo que la historia demuestra que existe lo que se denomina un
«carácter nacional»,15 que aparece de manera clara al principio en un
individuo solitario, y que reaparece en sus hijos y nietos con una intensidad
suficiente para resultar en la formación de una pauta de conducta generalizada
que después tiende a reforzarse y a perpetuarse al extenderse la familia de
tribu a nación. Allí donde aparentan existir diferencias en el carácter nacional,
no se implica con ello que haya una superioridad intrínseca de una clase sobre
otra. Estamos argumentando acerca de la existencia de diferencias, no de
superioridades. En conjunto, todos nos parecemos mucho. Esto es de
importancia fundamental.

La posibilidad de que esta idea no sea extraña a las Escrituras ya la observó el


doctor R. F. Grau, que comentó, ya hace más de 80 años:16

El propósito del documento que estamos considerando es no tanto el de llamar


la atención mediante estos nombres a tres personas individuales (Sem, Cam,
Jafet) y distinguirlos entre sí, como observar las características de las tres
razas y de sus respectivas tendencias naturales.

En la actualidad es costumbre dividir la población del mundo en tres líneas


raciales: los caucásicos (esencialmente, el hombre blanco), los negroides y los
mongoloides. Es sumamente difícil definir de forma eficaz las características
distintivas de cualquiera de estas tres, aunque pudiera parecer de otro modo.
Los negroides se suponen negros, pero los aborígenes australianos no son
negroides, aunque son igual de negros. El cabello negro lacio, los ojos
castaños «inclinados», el pliegue epicántico y otros rasgos comúnmente
aceptados como característicamente mongoloides, se pueden observar con
frecuencia en personas clasificadas como caucásicas. Repitámoslo: aunque
todo el mundo cree que es fácil distinguir entre los tres grupos —y en la
mayoría de los casos es así—, es prácticamente imposible escribir una
descripción a toda prueba que delimite la pertenencia de qué tribu o nación
dentro de qué grupo. Sin embargo, hay una forma en que se podría hacer —
especialmente si limitamos nuestra perspectiva a un período muy anterior de
la historia, en el que la mezcla racial no habría ido muy lejos—, y es la de
seguir a los representantes verdaderos más antiguos de cada tribu hasta sus
antecesores conocidos y establecer mediante alguna clase de árbol
genealógico las relaciones de estos antecesores. Contemplado bajo esta luz, el
método de Génesis 10 es probablemente la única forma válida de proceder.

Las Pirámides de Guiza (Egipto)

En esta Tabla nos encontramos una vez más con tres grupos humanos, los
descendientes de Sem, Cam y Jafet. Pero estos tres grupos no se corresponden
con la actual clasificación de las razas, porque en esta Tabla se hace evidente
que los negroides y los mongoloides quedan clasificados como una familia, y
que la trilogía queda reconstituida al establecer a los pueblos semitas como
una clase en sí misma. De modo que tenemos a los jafetitas, que para nuestros
propósitos pueden ser identificados fácilmente con los caucásicos,
indoeuropeos u hombre blanco; los camitas, que incluyen las ramas negroide y
mongoloide, esto es, las llamadas razas de color; y los semitas, que
comprenden tanto el pueblo hebreo (antiguo y moderno) como los árabes y
unas pocas naciones que fueron poderosas en el pasado, como los asirios y
babilonios. Este es un bosquejo muy apresurado, pero servirá por el momento
hasta que pasemos a examinar los detalles de la Tabla de forma más
específica.

Ahora bien, es mi firme creencia que Dios ha dotado a estos tres grupos —a
los que desde ahora designaremos normalmente como jafetitas, camitas y
semitas— de ciertas capacidades y aptitudes que, cuando han sido ejercitadas
de forma apropiada, han aportado una singular contribución en el desarrollo
histórico total de la humanidad, y que cuando han podido tener una expresión
plena de cooperación a lo largo de una sola época, han llevado
invariablemente a la emergencia de una elevada civilización.

Este tema ha sido explorado hasta cierto punto por este autor, y fue la base de
una tesis aceptada de doctorado.17 Se presenta de una forma bosquejada en la
Parte 1 del volumen Noah’s Three Sons, «Shem, Ham, and Japheth in
Subsequent World History [Sem, Cam y Jafet en la posterior historia
universal]», y en un aspecto crítico del mismo se examina con un cierto
detalle en la Parte IV, «The Technology of Hamitic People [La tecnología de
los pueblos camitas]».

Expresada de forma sucinta, mi tesis es como sigue: que la humanidad,


considerada tanto a nivel de individuos como a nivel de especie Homo
sapiens, tiene una constitución que busca satisfacción en tres
direcciones:18 en lo físico, en lo intelectual y en lo espiritual. Hay personas
que viven casi solo para lo físico; a menudo nos referimos a ellos como «los
que viven para comer». Hay personas que viven casi enteramente en el ámbito
intelectual, y que se perderán una comida para comprar un libro. Hay personas
para las que las cosas del espíritu son completamente prioritarias. Estas
personas a menudo se separan en un «retiro» permanente, y durante una gran
parte de la historia del cristianismo han constituido una clase. La mayoría de
nosotros vivimos probablemente en estos tres ámbitos con un énfasis
aproximadamente igual, dependiendo de las circunstancias del momento.

Una exploración de la historia con este pensamiento en mente, aplicado a


naciones o a razas y no a individuos, revela que los jafetitas han originado los
grandes sistemas filosóficos; los pueblos semitas los grandes sistemas
religiosos, verdaderos o falsos; y, por sorprendente que pueda parecer para los
que no están familiarizados con la evidencia, los camitas han proporcionado al
mundo la base de casi cada avance tecnológico. Este no es el momento ni el
lugar para intentar demostrar esta tesis, porque ya se ha emprendido en los dos
artículos que se mencionan más arriba. La magnitud de la evidencia de ello es
desde luego notable, aunque lo es tanto más porque solo en años recientes se
ha llegado a reconocer hasta cierto punto la deuda que tiene contraída el
hombre blanco con el hombre de color. Se están haciendo constantemente
nuevos descubrimientos como resultado de la continua investigación sobre el
origen de las invenciones, y dichos descubrimientos respaldan la observación
que aquí se hace y ello de formas totalmente inesperadas.

El Partenon sobre la Acropolis de Atenas

Cuando la inclinación a la filosofía, que se originó con los griegos y arios y


que fue sucesivamente elaborada por el hombre occidental, se unió finalmente
al genio técnico de los pueblos camitas en África, Asia y el Nuevo Mundo,
surgió el moderno fenómeno de la Ciencia, unión que fructificó
prodigiosamente. Pero la tendencia, cuando la unión de estos dos factores es
más fructífera, es que aparezca una especie de civilización deshumanizada. El
verdadero y necesario componente espiritual fue proporcionado inicialmente
por los semitas, y posteriormente por su descendiente espiritual directo, la
iglesia cristiana. Sin este componente espiritual la civilización corre peligro de
aniquilar al hombre como individuo con valor propio. Sin la contribución
camita, la contribución jafética no llevaba a ninguna parte —como en Grecia.
Sin la contribución de Jafet, la contribución de Cam se estancaba en el mismo
momento en que los problemas prácticos inmediatos de supervivencia
quedaban resueltos de manera suficiente. Esta clase de estancamiento puede
ilustrarse con la historia de algunas de las grandes naciones de la antigüedad,
como los egipcios. Estas interacciones se examinan en otros artículos, pero el
punto importante que se debe resaltar en este contexto es que las diversas
contribuciones de las varias naciones y tribus no aparecen como
contribuciones realizadas por ninguna «familia» a no ser que uno tenga la
clave de estas relaciones de familia, clave que nos proporciona Génesis 10.
Dada esta clave, y admitiendo que se trata de un registro histórico fidedigno,
estos tres componentes para una elevada civilización —el tecnológico, el
intelectual y el espiritual— se ven repentinamente bajo una nueva luz cuando
se llega a conocer qué grupo humano particular aportó la contribución más
fundamental en cada área. La morada de Jafet en las tiendas de Sem, es decir,
la ocupación por parte de Jafet de una posición que originalmente pertenecía a
Sem; el quitar un reino a este último para darlo al primero, todas estas frases
bíblicas asumen un nuevo sentido. En breve, Génesis 10, al dividir a toda la
raza en tres familias de una forma que no se ajusta a los conceptos modernos
de agrupamientos raciales, no queda por ello desacreditado, sino que resulta
fundamentado en un conocimiento mucho más claro del marco histórico. A mi
modo de ver, no hay duda alguna de que cuando contemplamos la historia
como Dios la contempla en su totalidad y al final del tiempo, descubriremos
que esta Tabla constituía una clave fundamental para su significado; y, vale la
pena insistir en ello, sirve a este propósito debido a que tiene una estructura
que no concuerda con los modernos intentos de redefinir las interrelaciones de
los pueblos del mundo.

Ahora será oportuno hacer algunas reflexiones acerca de los aspectos más
mecánicos de su estructura. En primer lugar, se puede observar que la división
de la humanidad en tres familias básicas no se derivó de tradiciones que
mantuviesen las naciones vecinas de Israel o dentro de su ámbito, porque estas
naciones no poseían ninguna tradición en este sentido. Los egipcios se
distinguían de los demás pueblos sobre la base del color, y clasificaban a los
asiáticos como amarillos, a los libios como blancos, y a los negros como
tales.19 Pero en esta Tabla de Naciones los llamados pueblos de color no se
distinguen entre sí (por ejemplo, los negros de los amarillos), sino que se
clasifican, si mi comprensión del texto es correcta, dentro de un solo grupo
familiar. Y aunque es cierto que el nombre de Cam, que significa «oscuro»,
puede tener referencia al color de la piel —igual que la palabra «Jafet» puede
referirse a una persona de piel clara—, este principio no se mantiene de forma
global, porque al menos algunos de los descendientes de Cam eran de piel
clara. Desde luego, según Dillmann, en tiempos antiguos existían etíopes de
piel clara junto con los más conocidos etíopes de piel negra.20 No hay
indicación alguna de que los hititas fuesen negros, y este es probablemente el
caso de los descendientes de Sidón, etc. En cambio, los cananeos y los
sumerios (ambos descendientes de Cam) se referían a sí mismos como
hombres «de cabeza negra»21 —designación que parece tener que ver más
probablemente con el color de la piel que el del pelo, porque de todos modos
casi todos los pueblos de esta región tienen el cabello negro, y ello dejaría sin
sentido una distinción por el color del cabello.
Parte superior de la estela del código de Hammurabi

Soy consciente, sin embargo, de que es costumbre en las reconstrucciones


basadas en restos esqueletales representar a los sumerios como cualquier cosa
menos negroides. Pero esto no puede presentarse en contra de nuestra teoría,
porque, como ya hemos observado con respecto a los aborígenes australianos,
no todos los pueblos de piel negra son de rasgos negroides, y si
dependiésemos solo de los restos esqueletales de estos aborígenes, sin
representantes vivientes para ilustrarnos, no tendríamos forma alguna de saber
que eran de piel negra. Lo mismo se puede aplicar a los sumerios y a los
cananeos. Hay poca duda de que el pueblo sumerio y el de la cultura del Valle
del Indo estaban emparentados.22 Las descripciones del pueblo del Valle del
Indo en la antigua literatura aria indican que eran de tipo negroide.23 La
famosa «Niña Bailarina» del Valle del Indo es desde luego negroide, y es
igualmente evidente que los genes para la piel negra siguen formando un
componente mayoritario en el fondo genético de la actual población india. En
su obra Races of Europe,24 Conn tiene una sección con materiales
descriptivos dedicada casi íntegramente a los muchos tipos raciales que han
contribuido a la actual población europea. Al referirse a los gitanos y a los
mediterráneos de piel olivácea, incluye dos fotografías de un joven con una
apariencia claramente «negroide», y comenta así:

De mucha mayor antigüedad fuera de la India tenemos el tipo mediterráneo de


piel olivácea [en la foto, casi negra], de ojos negros y pelo lacio que aparece
con cierta frecuencia en el Irán meridional y por las costas del Golfo Pérsico.
Este joven marinero de Kuwait servirá de ejemplo. El origen y la filiación de
este tipo todavía no se han explicado del todo.

Cosa interesante, una ilustración adicional del sur de Arabia muestra a un


joven que, según dice Conn, «excepto por el color claro de la piel no
expuesta ... podría pasar por un aborigen australiano». El uso de la palabra
«no expuesta» me hizo pensar inevitablemente en la reacción de Cam ante su
padre desnudo. Porque si Cam era totalmente oscuro, puede haber pensado
que su padre también lo era, y su sorpresa al descubrir que no era así pudo
haberle hecho olvidar su deber filial. En todo caso, está claro que en esta área
del mundo, que en el pasado había estado ocupada por los sumerios, sigue
habiendo en la población evidencias «inexplicables» de un componente de
piel muy oscura. Todas estas líneas de evidencia apoyan la postura de que los
sumerios pueden haber sido un pueblo de piel negra.

Estas tres familias no se distribuyen tampoco sobre la base del lenguaje. Una
vez más, es perfectamente cierto que los hijos de Jafet, en cuanto han dado
origen a los indoeuropeos, parecen pertenecer a una sola familia lingüística.
Lo mismo se podría decir de los semitas. Pero cuando llegamos a los
descendientes de Cam nos encontramos con dificultades, porque parece que
en tiempos históricos los cananeos, filisteos y muchos cusitas hablaban
lenguas semitas, mientras que los hititas (también camitas, a través de Het)
pueden haber hablado una lengua indoeuropea. El problema con la evidencia
lingüística en este caso es que realmente aparece en una época histórica
demasiado tardía para ser decisiva.
Se ha sugerido que la disposición de la Tabla fue dictada sobre bases
geográficas: por ejemplo, que los hijos de Jafet se extendieron en una
dirección —más o menos hacia el norte y el oeste—, mientras que los hijos de
Cam tendieron hacia el sur y el este, y los hijos de Sem se mantuvieron más
cerca del centro. Sin embargo, esto convertiría al documento en algo así como
una declaración profética, porque una dispersión así no tuvo lugar hasta un
tiempo posterior —a no ser, naturalmente, que se asigne a este documento una
fecha tardía, extremo este que se considerará más adelante. Hay evidencia de
que el escritor sabía solo que algunos de los descendientes de Cam habían
entrado en África, que una gran parte de los descendientes de Sem se habían
asentado en Arabia, y que Jafet no estaba todavía muy hacia el norte, aunque
se estaba extendiendo por las riberas del Mar Negro y el Mediterráneo. De
hecho, la descripción que se da indica un Cus muy cercano, lo que no es el
caso cuando se encuentra posteriormente a Cus en Etiopía. Así, aunque la
Tabla reconoce, como así debía ser, que ya había sucedido una cierta
dispersión en la que los miembros de cada familia habían migrado en una
dirección más o menos parecida, este conocimiento no formaba la base el
fundamento de la triple división, sino que más bien procedía de ella.

En tanto que el escritor admite que su genealogía emplea no meramente los


nombres de personas, sino también de lugares y familias, y que incluso hace a
veces uso del lenguaje como guía, parece bastante claro que la estructura de su
Tabla depende en último término de una verdadera comprensión de las
relaciones originales de los padres fundadores de cada línea con sus
descendientes más notables y entre sí. A mi modo de ver, la misma estructura
de la Tabla predica esta clase de conocimiento de los hechos. No se puede
explicar sobre ninguna otra base la circunstancia de que durante siglos ciertas
declaraciones hayan parecido claramente contrarias a la evidencia, y que solo
al hacerse una mayor luz ha resultado que la Tabla ha demostrado ser
perfectamente correcta cuando ha sido sometida a una prueba apropiada.

El uso de un árbol genealógico que no demande servilmente que solo se


incluyan personas individuales, sino que permite la inclusión de ciudades que
fundaron, de tribus en las que se desarrollaron, y de distritos que ocuparon,
proporciona un método simple, directo y conciso para establecer el Origen de
las Naciones.

La Fecha de la Tabla
Carta del sumo sacerdote Lu’enna al rey de Lagash (quizás Urukagina)
informando de la muerte de su hijo en combate. Aproximadamente 2400 a. J.-
C., hallada en Tello (antigua Girsu).

Llegamos, por fin, a la cuestión de la fecha de este documento. Ya habrá


quedado claro que, en nuestra opinión, no es en absoluto «tardía» en el sentido
en que los Altos Críticos han comprendido el término. Si fue redactada
muchos siglos después de los acontecimientos que se describen, ha evitado
anacronismos y ciertos errores, lo que haría de ella una pieza maestra de la
falsificación. El supuesto falsificador ha evitado tan cuidadosamente esta clase
de errores que parece mucho más simple y razonable suponerlo coetáneo de
los acontecimientos terminales que describe en el capítulo.

Entre las líneas de prueba que respaldan poderosamente una fecha temprana
para este documento, las siguientes tienen gran peso: (1) el pequeño desarrollo
de los pueblos jaféticos, (2) la posición de Cus a la cabeza de la familia
camita, (3) la mención de Sidón pero no de Tiro, (4) la referencia a Sodoma y
a Gomorra como todavía existentes, (5) la gran cantidad de espacio dado a los
joctanitas, (6) la interrupción de la línea hebrea en Peleg, y (7) la ausencia de
cualquier referencia por nombre a Jerusalén.

Consideremos estos puntos por orden.


(1) El pequeño desarrollo de los pueblos jaféticos. Los descendientes de Jafet
fueron grandes colonizadores y exploradores que se extendieron alrededor del
Mediterráneo y al norte en Europa, y hacia el este a Persia y el Valle del Indo
en una fecha bastante temprana. Pero esta Tabla los contempla asentándose
solo en Asia Menor y a lo largo de la línea costera inmediata del
Mediterráneo.

Además, se hace mención de Javán, a quien indudablemente se deben


remontar los jonios, pero no encontramos mención alguna de aqueos ni de
dorios asociados con él, ni de frigios con Askenaz. Sin embargo, uno solo
tendría que avanzar el marco temporal unos pocos siglos para hacer
inconcebibles estas omisiones. Por ejemplo, según Sir William
Ramsay,25 Homero, que escribió alrededor del 820 a.C. o incluso antes
(Sayce mantiene la fecha de 1000 a.C.), desarrolló un amontonamiento de
cosas viejas y nuevas cuando presentó a Ascanio como aliado de Príamo y
Troya y como enemigo de los aqueos. O bien el autor de Génesis 10
desconocía los acontecimientos posteriores porque vivió antes de ellos, o bien
tuvo un cuidado extraordinario para evitar la más ligera indicación de
anacronismo. Por ejemplo, implica que Javán, hijo de Jafet, habitó en Asia
Menor y en las tierras costeras de Grecia en tiempos muy tempranos. Sin
embargo, no existe, me parece a mí, ninguna traza de estos antiguos jonios
durante los tiempos «históricos» de Grecia e Israel, sino solo la supervivencia
del nombre en uno de los estados griegos.

(2) La posición de Cus a la cabeza de la familia camítica. Ha sido costumbre


asignar esta Tabla a una fecha tan tardía como el siglo sexto a.C. Pero ningún
escritor de esta época se habría referido a ninguna parte de Babilonia como
tierra de Cus, porque para este entonces Cus se empleaba exclusivamente para
una región bien diferente, esto es, Etiopía. Si el escritor hubiera estado
intentando hacer pasar una pieza de historia-ficción, habría desde luego
añadido como paréntesis que no se estaba refiriendo a Etiopía en su contexto
coetáneo. Por lo que se ve, no previó ni la más ligera confusión en la mente
del lector, por cuanto el Cus etiópico no existía entonces.

(3) La mención de Sidón, pero no de Tiro. La omisión de Tiro entre los


estados de Palestina es muy significativa, porque se presta atención a
mencionar otras comunidades parecidas, como Gerar y Gaza entre otras. Tiro
tuvo una historia bastante dramática. Fundada alrededor del siglo 13 a.C., para
el siglo 10 era el gran emporio comercial bajo Hiram. En el siglo 8 a.C. cayó
bajo el poder de Asiria, fue asediada por los babilonios en el siglo sexto, y
finalmente cayó bajo los persas en el 588 a.C. En el 332 a.C. fue otra vez
totalmente sometida por Alejandro en una campaña clásica que forma parte
del tema de otro artículo de la serie Doorway.26
En otras palabras, a partir del siglo 13, esta ciudad-estado produjo un gran
impacto en el mundo, mientras que Sidón tuvo una importancia relativamente
menor. Lo cierto es que los profetas que fueron en cualquier sentido coetáneos
con Tiro dedicaron mucho tiempo a denunciarla (cp. Ezequiel 27, por
ejemplo). Las dos ciudades, Tiro y Sidón, se mencionaban constantemente
juntas, y en este orden —y Arvad (que también es mencionada en la Tabla)
quedó eclipsada hasta la insignificancia ante el esplendor de Tiro.

Toro de marmol de estilo persa encontrado en Sidón da testimonio de la


influencia aqueménida.

La omisión de Tiro en esta temprana etnografía hebrea implica de forma clara


que no había ascendido todavía a ninguna posición destacada —si es que
existía en absoluto. Esto indica de cierto que al menos esta sección de la Tabla
fue redactada antes que Hiram la llevase a la cima en el siglo 10 a.C.
(4) La referencia a Sodoma y a Gomorra como todavía existentes. A la vista
de la espectacular destrucción de estas dos ciudades de la llanura del Jordán,
es inconcebible que un escritor posterior las mencionase como existentes en
aquel tiempo y que no hiciera ningún intento por informar al lector de lo que
les había sucedido con posterioridad. Es, desde luego, más fácil creer que
estaba escribiendo antes de su total desaparición, acontecimiento éste que
antedata con mucho a Hiram de Tiro, y que se debe asignar probablemente a
algún tiempo alrededor del siglo 17 a.C.

(5) El gran espacio que se dedica a los joctanitas. Si alguien fuese a recoger
libros antiguos de historia acerca de la colonización de Norteamérica por el
Hombre Blanco y de sus constantes relaciones en comercio y en guerra con
las tribus indias americanas, uno encontraría continuamente nombres tribales
como los ojibwas, hurones, senecas, crees, mohawks y cherokees. Pero los
lectores actuales solo reconocerían unos pocos de estos nombres. Uno
sospecha que los joctanitas fueron de forma análoga un grupo humano a la vez
numeroso e importante en la antigua historia del Oriente Medio,
particularmente en la historia de Arabia. Pero al cabo de unos pocos siglos,
como mucho, alguna circunstancia había o bien reducido a muchos de ellos a
una posición tribal insignificante, o los había unido de modo que sus
existencias tribales individuales habían quedado diluidas. Si un escritor judío
del siglo 6 a.C. hubiera reunido una lista de nombres como esta (incluso si los
hubiera podido recobrar con alguna certidumbre), es probable que sus
palabras hubieran ejercido bien poco impacto para sus lectores, para los que
no hubieran significado mucho. En cambio, en un tiempo mucho más
temprano, hubiera sido análoga a los escritos más antiguos en América, de los
jesuitas, por ejemplo, o de Catlin. Que tiene una base histórica genuina se
hace evidente por los nombres de los distritos o ciudades de Arabia que
parecen ser claramente recuerdos de asentamientos mucho más anteriores.
Cuando uno contrasta el detalle de esta sección (versículos 6–20) con la
escasa información que se da acerca de la línea de Sem a través de Peleg, es
difícil argumentar de forma convincente que la Tabla fuese una pieza de
propaganda judía para favorecer sus propios antecedentes.

(6) La interrupción de la línea hebrea en Peleg. A la vista de la gran


importancia asignada a la persona de Abraham como padre de pueblo judío, es
ciertamente extraordinario que un escritor que pretenda presentar un relato del
origen de las naciones, un escritor, recordemos, que se supone que es judío,
haya descuidado totalmente indicar dónde se originó Abraham. Considerando
que Abraham, sea como sea que se considere, tiene que haber sido una figura
de una cierta importancia, siendo bien conocido antes de la destrucción de
Sodoma y de Gomorra, la única conclusión que se puede extraer de esto es
que el escritor no conocía su existencia debido a que todavía no vivía, o a que
todavía no había alcanzado una posición destacada.
Esta impresión queda más reforzada al considerar que aunque Palestina se
trata con un cierto detalle, con las ciudades y los territorios claramente
delineados, hay una total ausencia de mención de los hebreos. Si el objeto de
la Tabla era proporcionar al pueblo judío una prueba de una antigüedad tan
impresionante como la de las naciones más destacadas a su alrededor como
los egipcios (Mizraim, versículo 6), y Asiria (Asur, versículo 22), ¿no hubiera
aparecido alguna mención de las glorias de su propia nación bajo Salomón?

(7) Y esto nos lleva a una observación final, esto es, la referencia a los
jebuseos sin ninguna mención de la ciudad bajo el nombre más familiar de
Jerusalén. Esta Tabla se ocupa de los nombres de los individuos, de las
ciudades que fundaron, de las tribus a las que dieron origen y de los territorios
en los que se asentaron. De estas categorías, los nombres de ciudades forman
una parte muy destacada. Pero, en tanto que se hace mención de los jebuseos,
su capital no se designa de forma específica, y la circunstancia que rodeó su
cambio de nombre para convertirse en Jerusalén no recibe mención alguna.
Esto sería análogo a una historia de la antigua Inglaterra en la que el autor, a
la vez que menciona muchos asentamientos importantes, no haga mención de
Londres ni de Winchester. Un historiador canadiense que hubiera vivido antes
de la formación del Canadá Superior, si hiciera alguna referencia a un
asentamiento en la desembocadura del río Humber en Ontario, pero sin
ninguna mención del «Fangoso York», sería considerado como muy antiguo
para el estándar canadiense. Si hubiera mencionado de pasada que a la gente
de este asentamiento se la conocía como los «fangosos de York», habría razón
para situarlo en una fecha de alrededor de 1800. Sin embargo, si no hiciese
ninguna mención parentética de que la ciudad de York fue designada
posteriormente con el nombre de Toronto, uno podría todavía suponer que
desconocía esto y que había muerto antes que se realizase el cambio de
nombre. Este sería particularmente el caso si a la vez hubiera hecho referencia
meticulosa a otras poblaciones y ciudades importantes en la temprana historia
del Canadá.

Me parece que la ausencia total de cualquier referencia directa aquí a una


ciudad conocida específicamente como Jebús, e incluso de forma más
importante a la misma ciudad como Jerusalén, constituye una clara indicación
de que el escritor vivió solo el tiempo suficiente para completar un registro de
acontecimientos exactamente como aparecen en esta antigua Tabla. Como
muy tarde, si los anteriores argumentos tienen algún peso, no puede haber
vivido hasta mucho más allá del siglo 20 ó 19 a.C.

Pasamos en el siguiente capítulo a estudiar ciertas secciones representativas de


esta Tabla etnográfica a fin de exponer hasta qué punto puede servirnos como
guía de la historia antigua, por cuanto proporciona información y vínculos
vitales que no tenemos disponibles de ninguna otra manera en nuestro actual
estado de conocimientos.
Capítulo 2: La familia de Jafet

Mapa de las migraciones indoeuropeas desde el 4000 a. C. al 1000 a. C. de


acuerdo con el modelo Kurgan propuesto por la arqueóloga Marija Gimbutas
en 1956.

Según el relato bíblico (Génesis 11) la cuna de la humanidad fue la ciudad


mesopotámica Babel (Babilonia). Desde Babel la humanidad se extendió por
todo el globo mediante sucesivas ondas migratorias.

Este es un ejemplo más de cómo la arqueología confirma la exactitud del


relato bíblico.

La gran mayoría de los que lean este capítulo formarán parte de la familia
indoeuropea de naciones, de quienes se puede demostrar que el «padre» fue
Jafet.27

Por ello, es nuestra intención pasar más tiempo siguiendo a los descendientes
de Jafet que a los de Cam o Sem, en parte porque, como resultado de los
trabajos de otros en el pasado, tenemos una información considerablemente
mayor acerca de esta línea en particular, y en parte porque lo que se puede
decir acerca de los camitas y semitas no es solo menos en cantidad, sino que
tiene quizá menos interés intrínseco para la mayoría de nosotros. Sin embargo,
hay ciertas secciones de la línea camítica que estudiaremos de manera algo
más atenta porque arrojan luz sobre la cuestión de si esta Tabla de Naciones es
verdaderamente inclusiva o meramente selectiva, de si abarca a toda la
humanidad o solo a una porción representativa.
Jafet:

Para empezar, es cosa bien sabida que el nombre de Jafet ha quedado


preservado en ambas ramas de la familia aria, que se escindió en época muy
temprana en dos divisiones principales y que se asentó en Europa y en la
India. Los griegos, por ejemplo, se remontan a sí mismos a Japeto, nombre
que es indudable- mente el mismo, y que, cosa significativa, en griego no
significa nada.28 En cambio, sí que tiene significado en hebreo. En la obra
Las nubes, de Aristófanes,29 se hace referencia a Iapetos como uno de los
titanes y padre de Atlas. Los griegos lo consideraban no meramente como el
propio antecesor de ellos sino como el padre de la raza humana. Según la
tradición de ellos, Urano y Gea (esto es, el cielo y la tierra) tuvieron seis hijos
y seis hijas, pero de esta familia solo uno de ellos, llamado Japeto, tuvo
descendencia humana. Se casó con Clímene, hija de Océano, que le dio un
hijo llamado Prometeo y otros tres hijos. Prometeo engendró a Deucalión, y
Deucalión engendró a Heleno, considerado el padre de los helenos o griegos.
Si pasamos algo más adelante, veremos que Heleno mismo tuvo un nieto
llamado Ión, y en la poesía de Homero los griegos se designan de forma
común como jonios.

Al mismo tiempo, la rama india de esta familia aria también se remontaba al


mismo nombre. En el relato indio del diluvio30 se conoce a Noé
como Satyaurata, el mayor de los cuales se llamaba Jyapeti. Los otros dos se
llamaban Sharma y C’harma (¿Sem y Cam?). Al primero le asignó todas las
regiones al norte del Himalaya, y a Sharma le dio el país del sur. Pero a
C’harma lo maldijo, porque cuando en una ocasión en que el viejo monarca
quedó accidentalmente embriagado con un licor fuerte hecho de arroz
fermentado, C’harma se había reído de él.

Habiendo llegado a este punto, podemos hacer otras dos breves observaciones.
La primera es que los griegos recordaban a tres hermanos, porque Homero
pone estas palabras en boca de Poseidón:31

Tres somos los hermanos nacidos de Rea y de Cronos: Zeus, yo y el tercero


Hades, que reina en los infiernos. El universo se dividió en tres partes para
que cada cual imperase en la suya.

El segundo es que, en el primitivo idioma ario, el


título Djapatischta32 significa «cabeza de la raza», título este que se parece
sospechosamente a una corrupción de la forma original del nombre «Jafet».
Aparte de estas pocas noticias, es poco lo que sabemos de Jafet, excepto que
en hebreo su nombre significa probablemente «rubio».

Pero de sus hijos sabemos mucho más. Se da una lista de ellos en Génesis 10
como Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.
Gomer

Busto de Erodoto. Copia romana del siglo II d.C. de un original griego.


Considerado desde una perspectiva etnológica, parece que Gomer fue con
mucho el más importante de los hijos. A juzgar por historiadores antiguos
como Herodoto, Estrabón y Plutarco, la familia de Gomer se estableció al
principio al norte del Mar Negro, dando su nombre en una forma ligeramente
modificada al distrito conocido como Cimeria, luego abreviado a
Crimea33 (los árabes, por una transposición de letras, le han dado el nombre
de Krim ). Este grupo humano parece haberse multiplicado rápidamente hacia
el oeste, pero una porción considerable de esta antigua familia fue expulsada
por los escitas y se refugió en Asia Menor durante el siglo 7 a.C. Su historia
subsiguiente es conocida hasta cierto detalle gracias a los registros asirios,
donde aparecen como los Kimirraa, nombre con el que ya eran conocidos en
tiempos de Homero.

Junto con los Minni, los medos, el pueblo de Sefarad y otras poblaciones
cuyos territorios habían ya sido conquistados, atacaron la frontera
septentrional del Imperio Asirio. Pero en 677 a.C., su caudillo, Teupsa, fue
derrotado por Esarhadón, y algunos fueron arrojados hacia el este, donde
invadieron el viejo Reino de los Elippi y, según algunos, edificaron Ecbatana.
Otros volvieron a dirigirse hacia el oeste, entrando de nuevo en Asia Menor,
donde saquearon Sinope y Antandros (que poseyeron durante unos cien años),
y finalmente invadieron Lidia. El rey de Lidia, el famoso Giges (687–
653),34 envió a pedir ayuda a Nínive, pero murió en batalla antes que llegase
ninguna ayuda, y su capital, Sardis, fue tomada por el ejército invasor. El
sucesor de Giges, Ardis, pudo exterminar o echar a la mayoría de ellos del
país. Parece quedar una reminiscencia de su breve dominio sobre la región por
el hecho de que los armenios designaban a Capadocia como Gamir,35 aunque
no es seguro de si con este nombre designaban a la tierra o meramente a los
habitantes. Eusebio, refiriéndose a Gomer, dice, «de donde proceden los
capadocios».36

Algunos de la tribu de Gomer o bien permanecieron en el país, o bien


volvieron subsiguientemente, y otros fueron al oeste hasta tan lejos como
Francia y España —y posteriormente hasta las Islas Británicas, como
veremos. Según Josefo,37 la rama que volvió a Asia Menor llegó a ser
conocida como los gálatas. Se puede observar que aunque la forma «Galacia»
parece estar muy alejada de «Gomer», es posible sin embargo derivarla de la
forma más antigua del nombre. La consonante media de palabra, GoMeR
puede ser fácilmente sustituida por una W o una U, de modo que G-M-R
puede transformarse en G-W-R o G-U-R. Es posible que el antiguo lugar
conocido como Tepe Gawra sea una reminiscencia de una de estas formas.
Puede luego haber un cambio adicional con la sustitución de la L en lugar de
la R terminal. Esta sustitución es muy común y puede observarse, por
ejemplo, donde castrum en latín pasa a ser «castillo» en castellano. Así,
tenemos la siguiente serie: La transformación de G-M-R a G-U-R que luego
deviene G-U-L. Esta última forma se observa como la más familiar Gaul
(Galia), donde, como se recordará, se establecieron algunos de los
descendientes de Gomer. Y la relación entre los galos, los gálatas y los celtas
está bien establecida históricamente. Desde luego, según Haydn,38 los galos
eran designados Galati o Celtae por los romanos. Además, los historiadores
romanos aseveran que este pueblo procedía originalmente de Asia Menor y
que se esparció por toda Europa —en España (Galicia), en Francia (Galia) y
en Gran Bretaña (los celtas).

Tenemos a continuación que muchos gomeritas eran los agitados «bárbaros»


contra los que tuvieron que defenderse los asirios, y que luego se ofrecieron
como mercenarios que, tras recibir su paga, se instalaron como granjeros en la
zona de Asia Menor conocida como Galacia.

En su consideración de Epístola de Pablo a los Gálatas, el deán Farrar observa


lo siguiente:39

Se tiene que considerar como cosa cierta que los gálatas eran celtas, y no solo
celtas, sino celtas címricos.

Cada rasgo de su carácter, cada fenómeno establecido de su lenguaje, cada


hecho contrastado de su historia, demuestra más allá de toda duda que los
gálatas o galos eran celtas; y con toda probabilidad las designaciones de
gálatas y celtas sean etimológicamente idénticas.

Kalisch los identifica con los Chomari, una nación en Bactriana cerca del río
Oxus, mencionada por Tolomeo.40
Diosas Bactriana Afghanistan 2000-1800 a.C.

Que este grupo humano sea conocido no meramente como celtas, sino como
celtas címricos, es una hermosa ilustración de cómo puede llegar a persistir un
nombre antiguo, porque el término «címrico» (sin su terminación patronímica,
C-M-R) no es otra cosa que la forma más antigua «Gomer» muy ligeramente
modificada. Esta forma modificada sigue con nosotros en el distrito de
Inglaterra conocido como Cumberland. Una vez más tenemos una ligera
variación del nombre original por la introducción de la consonante B, de
modo que la tierra de Gomer, «Gomer-land», deviene Cumberland. Para quien
no esté familiarizado con cambios etimológicos, la introducción de la B puede
parecer extraña, pero no es en absoluto desusada, y se puede encontrar, por
ejemplo, en el paso de la forma latina numerus a «nombre» en catalán
(número), o «number» en inglés.

Parece que los descendientes de Gomer eran un grupo humano agitado,


generalmente en movimiento y sumamente belicosos. Allí donde se
establecían, tendían a constituir una especie de aristocracia militar, y cuando
emprendían la marcha, difícilmente se les podía detener. En 390 a.C. fueron
estos los nómadas que aparecieron en las cercanías de Roma y que saquearon
la ciudad. Mientras, en Italia fueron designados como los umbros, nombre en
el que de nuevo discernimos la forma original «Gomer», aunque aquí la
gutural inicial fue posiblemente sustituida por una H aspirada, y luego
abandonada del todo, mientras que la B se insertó exactamente de la misma
forma que hemos observado en la palabra «Cumberland».

Pero el registro no está todavía completo, porque Irlanda fue conocida en la


antigüedad como Hibernia, y el Mar de Irlanda como el Hibernicus. Hibernia
ha cambiado la gutural inicial con una H, y la M se ha transformado en V, lo
mismo que el término Hibernicus. Estos son cambios comúnmente observados
dentro de la familia de lenguas indoeuropeas. Por ejemplo, la simple forma
«Paul» aparece en castellano como Pablo. También en la versión griega
Septuaginta de Génesis 10:28 el Ebal hebreo aparece como Eual.
Y Nicolaus aparece en el libro hebreo de oraciones (Aboda Zara)
como Nicholabus.

Así, los hijos de Gomer y sus descendientes entraron profundamente en


Europa, donde, a pesar de su separación tanto en el tiempo como en el
espacio, el nombre de su antiguo antecesor quedó preservado entre ellos.
Desde luego, es incluso posible de que el mismo nombre de Germania
(Alemania) nos preserve el nombre de Gomer en una forma ligeramente
cambiada, aunque la aseveración hecha por ciertos historiadores alemanes de
que los teutones representen la línea gomérica pura (aseveración que según
ellos explica la naturaleza guerrera del pueblo alemán) es muy improbable, y
es contradicha por prácticamente todos los etnólogos modernos.
Solo para completar el registro, se puede observar adicionalmente que los
galeses se designan a sí mismos como Cymri, y que en Dinamarca
encontramos un puerto que originalmente se llamaba Cimbrishavn, y que para
nosotros sería el Puerto de Cimbri. Jutlandia era también conocida como
Chersonesus Cimbrica. Parece que apenas si se encuentra alguna parte de
Europa que no fuese, en uno u otro tiempo, ocupada por los descendientes de
Gomer, y algunas regiones —de manera destacada Francia y las Islas
Británicas— fueron en el pasado habitadas por un pueblo homogéneo que
hablaba una lengua parecida al moderno cúmbrico.

Askenaz

Lago İznik, Turquía. La palabra Iznik es una forma degenerada de Askenaz,


en la que ha tenido lugar una inversión

Son numerosas y diversas las identificaciones del grupo humano que


descendió de Askenaz, hijo de Gomer. Por ejemplo, Sayce41 se sentía
inclinado a creer que debido a que este nombre se encuentra en conjunción
con Ararat y Mini (Jeremías 51:27), se deberían identificar con los Asguza de
los monumentos asirios. Maspero mantenía que se tenían que identificar con
los antiguos escitas.42 Casi sin excepción, los comentaristas concuerdan en
que se tienen que situar al norte del Creciente Fértil que rodea a Palestina y
Mesopotamia. Observan ellos que siguen existiendo reminiscencias del
nombre Askenaz en el Lago Ascanio y en un grupo humano de la vecindad
que se conocía como los Ascani.43 Este grupo humano estaba establecido en
la provincia de Frigia y parece que los menciona Homero en la Ilíada (Libro
II, 2, 863 y 13, 793). Peake menciona dos lagos y un río en el distrito que
llevan el antiguo nombre en formas modificadas, y observa que Asken sigue
apareciendo en la actualidad como nombre propio armenio.44 Uno de estos
dos lagos en la región oriental de Bitinia cerca de Nicea aparece mencionado
por Estrabón (véase 7, 389), y se le conoce actualmente como el Lago Iznik
—una forma degenerada de Askenaz, en la que ha tenido lugar una inversión.
En Bitinia, en las costas del Mar de Mármara, hubo un Lago Ascanio; en el
sudoeste de Frigia existe otro lago con un nombre similar; y a mitad de
camino entre ellos se encontraba Troas, en cuya familia real encontramos, en
tiempos de la Guerra de Troya, a un príncipe llamado Ascanio. Es posible que
en ellos también encontremos reflejados el nombre de Askenaz.

Al irse desplazando hacia el norte, los descendientes de Askenaz se


encontraron con los descendientes de Tiras (los tracios, según los identifica
Josefo) que ya ocupaban las llanuras de Tracia, con una especie de retaguardia
en Bitinia, si debemos juzgar por las alusiones en Herodoto y Estrabón. Esta
circunstancia contribuyó probablemente a que emprendieran un camino más
septentrional hacia la región centro-occidental de Rusia, en lugar de seguir a
Gomer hacia el oeste y adentro de Europa, llegando a su tiempo a lo que ahora
es Alemania. Los comentaristas judíos suelen asociar a Askenaz con los
alemanes, probablemente de forma justificada.45 Al multiplicarse allí,
pasaron al norte a Ascania, que, junto con las islas de Dinamarca, pasó a ser
conocida por los escritores latinos posteriores como las «Islas de Scandia» —
Escandinavia.46 La introducción de una D epentética entró en la forma de
Ascania de una forma muy parecida a la que el término latino tenere se
transforma al francés como tendre.
Expansión histórica del carro.

Es curioso cómo alguna forma del nombre Askenaz se ha preservado en esta


área a lo largo de la historia. Los habitantes del antiguo estado de Dessau han
reivindicado a lo largo de la historia su descendencia de Askenaz, y uno de
sus gobernantes en el siglo 12, que durante un tiempo poseyó los estados
sajones de Enrique el León (fundador de la Casa de Brunswick), añadió a su
nombre de pila Bernardo el de Ascanio, declarando que sus antecesores
habían venido del Lago Ascanio en Bitinia.

Mientras, lejos de allí, en las fronteras septentrionales de Media, una


retaguardia de la misma familia se mantuvo atrás. Estos pueblos eran aliados
de sus vecinos, los medos, y causaron muchos problemas a Esarhadón de
Asiria. En la época clásica habitaron cerca de Rhages, que según Josefo47 era
una ciudad de una cierta magnitud, cerca del centro de la costa meridional del
Mar Caspio. En aquel punto arranca una cadena de montes que se dirige hacia
el este a lo largo de la costa y más allá de la misma, y que forma un límite
natural del territorio de los bactrianos y de los sakis. Esta cordillera la
menciona Amiano Marcelino (bibliotecario e historiador del emperador
Juliano, que escribió alrededor del 350 d.C.) con el nombre de los Montes
Ascanimianos.48 Estas tribus bárbaras, a las que Estrabón designa como los
Sakis,49 consiguieron ocupar Bactriana a un lado del Caspio, y ocuparon los
mejores distritos de Armenia al otro. Estos territorios ocupados «recibieron de
ellos el nombre de Sakasene», según nos cuenta Estrabón.

Así, conocemos acerca de una cadena de montes llamada en tiempos clásicos


los Ascanimianos, alrededor de los cuales vivían descendientes de Askenaz.
Al comienzo de la era cristiana, un poco al norte de ellos, y separados del
vecino reino de Armenia y justo al sur de los Montes Caucásicos, había un
país llamado Sakasene. Es casi seguro que este pueblo, los sakasenoi, eran
también descendientes de Askenaz. Y parece que algún tiempo después del
inicio de la era cristiana, una oleada de esta familia de Askenaz, que se
llamaban sakasenoi, o de forma más breve, sachsen, emprendieron camino al
norte a través de las Puertas del Caspio a la Escitia europea, y de allí pasaron
adelante con la oleada de sus parientes germánicos, los godos, al norte de
Europa, donde el país que ellos ocuparon recibió el simple título de
«Sachsen».

Cuando Tácito, escribiendo alrededor del 100 d.C., da una lista de los pueblos
germánicos en su propio tiempo (aunque incluía en su relato a Dinamarca y a
Suecia, donde, dice él, habitaban los cymbri, y también incluyó a los angli),
no hizo mención en absoluto de los sachsen o, como nosotros los conocemos
más familiarmente, sajones. Este grupo humano aparece en la historia por vez
primera tras la designación de Caransio, alrededor del 280 d.C., para vigilar
las costas orientales de Gran Bretaña contra los piratas, cuando recibió el
título de «Conde de la Costa Sajona».50

Así, podemos aceptar que Askenaz, nieto de Jafet, dio origen a un gran
componente de los primeros pobladores de Alemania y Escandinavia, y que en
su camino dejó muchos memoriales del nombre ancestral, además de
proporcionarnos una tribu que jugó un destacado papel en la historia de
Inglaterra.

Rifat

Europa y el toro en un vaso Griego. Museo de Tarquinia, aprox. 480 BC


Parece que se ha descubierto poco que se pudiera relacionar con el nombre de
este hijo de Gomer. Se han hecho diversas propuestas para algunos distritos en
Asia Menor. El doctor J. Pye Smith51 sugiere, por ejemplo, Rifou al este del
Mar Negro y los Montes Rifeanos mencionados en las antiguas geografías por
Estrabón, Virgilio, Plinio y otros. C. R. Conder52 menciona un pueblo que
habitaba al este del Mar Negro llamado los Rhibii. También sugiere a los
rifaenos que posteriormente fueron conocidos como los raflagonianos, a los
que Josefo identifica como descendientes de Rifat. En la obra Popular and
Critical Biblical Encyclopedia, el primer mapa al final del volumen 3 muestra
el mundo antiguo y la supuesta posición de los descendientes de Noé. No hay
otra autoridad detrás de este mapa que ciertas suposiciones basadas en un
examen inteligente de la evidencia bíblica, pero se puede observar que el
centro de Europa está ocupado por Rifat. La conjunción de la palabra
«Europa» con el nombre «Rifat» suscitó la cuestión de si pudiera haber alguna
relación entre ambos términos. El nombre Europa se deriva generalmente de
la leyenda de Europa, pero por cuanto los diccionarios de mitología clásica
reconocen que la etimología de Europus es incierta, queda en pie la
posibilidad de que, si nos remontásemos lo suficientemente en el pasado,
pudiéramos descubrir que el nombre era originalmente Rifat. Se ha presentado
otra sugerencia, que el nombre reaparece en la designación «Cárpatos».
También hay los Cárpatos llamados Alpes Bastárnicos, que separan Dacia de
Sarmacia.

Togarma

El pueblo designado como Togarma, otro hijo de Gomer, se menciona dos


veces en Ezequiel. Leemos acerca de este pueblo en las ferias de Tiro, donde
comerciaba con caballos y mulos (Ezequiel 27:14), y más adelante en la
campaña con Gomer en la tierra de Israel (Ezequiel 38:6). Ninguno de ambos
pasajes ayuda demasiado en la identificación de su tierra, pero ambos
concuerdan con la hipótesis de que el pueblo mencionado son los antiguos
habitantes de Armenia. Y esto tiene algún apoyo procedente de la tradición
nacional y de la teoría basada en la etimología. Las tradiciones armenias
consideran como su propio antecesor a un hombre llamado Hiak, que, dicen
ellos, era «hijo de Targom, un nieto de Noé».53

A causa de una inversión de las letras, los armenios llegaron a ser conocidos
como la Casa de Targom, y los escritores judíos se refieren frecuentemente a
los turcos como Togarma. Se debería observar también que el Mar Negro, al
noroeste de Armenia, era a veces designado como Togarma.
Estrabón54 parece haber dado por supuesto que aquí se trataba de los
armenios, y Herodoto55 los menciona en relación con la crianza de caballos.
Josefo56 dice que Togarma es el padre del pueblo conocido como los
Trugrameanos, a los que los griegos identificaban con los frigios. El
profesor F. W. Shultz57 observa que según los targumes judíos Togarma fue
el padre de Alemania (Germania). Y hay algunos que creen que la misma
palabra Germania procede del antiguo nombre Togarma, con la pérdida de la
primera sílaba en el proceso. Si es así, entonces no puede haber relación entre
«Gomer» y «Germania», como se ha propuesto con anterioridad.

Magog

Es muy poco lo que se sabe de la identidad del pueblo descendido de Magog.


No está ni siquiera claro si el nombre es la forma original o si está compuesto
de dos elementos, ma y Gog. El prefijo ma se añadía con frecuencia a un
nombre personal, y significaba «el lugar de». Magog significaría entonces «el
lugar de Gog», esto es, el territorio de Gog.

Según Chamberlain,58 el prefijo ma significa «tierra» en húngaro y estonio, y,


con la forma maa, tiene el mismo significado en finés. En cuneiforme, el signo
para ma se podría comprender como un vallado o un área sembrada,
empleándose dos diferentes diagramas en diferentes tiempos. Aparece una
cantidad de nombres antiguos con o sin el prefijo ma. Según Lloyd,59 las dos
formas Chin y Machin se emplean para China. Conder60 interpretó la
forma Magan (que designa a la región del Sinaí) como un término compuesto
que significa «el lugar de fuerza», «tierra vallada», o un término similarmente
descriptivo.

La palabra ordinaria en asirio y babilónico para «tierra» o «país» es matu, que


a menudo se abrevia a mat. Y «el país de "Gutu"», según Sayce,61 aparece en
inscripciones asirias como Mat Gugi. Por ello, él consideraba que Gog es
el Gutu de las inscripciones asirias, y el Gyges de los griegos (que me parece
dudoso, siendo de fecha demasiada tardía), y que el término compuesto
«Magog» significa la «tierra de Gog», esto es, Mat Gugi.

Hay alguna indicación de que Marco Polo62 comprendió la palabra «Mungul»


como una corrupción de la palabra «Magog», porque se encontró con una
asociación de nombres «Ung» y «Mungul", que consideró que se
correspondían con Gog y Magog. Parece estarse refiriendo a un tiempo
anterior a la migración de los tártaros. Es concebible que la palabra «Mongol»
fuese inicialmente asignada a un pueblo descendido de Gog y de procedencia
indoeuropea. Cosa curiosa, se ha informado de pequeños grupos humanos
todavía reteniendo una lengua de forma indoeuropea en áreas ahora
completamente dominada por los mongoles.63

Bochart64 derivó la palabra «Cáucaso» de un compuesto de «Gog» y


«Chasan», que significa «el lugar fuerte de Gog». Según Josefo, los
descendientes de Gog fueron posteriormente conocidos como los escitas, de
los que dice que eran también conocidos como los magoguitas. Estas gentes
vinieron a formar posteriormente la mayor parte de la etnia rusa. Se hace
mención de Gog en Ezequiel (38:2) como «príncipe soberano de Mesec y
Tubal». Se puede observar que rosh, que en este pasaje se traduce «príncipe
soberano», significaba los habitantes de Escitia. Los rusos derivan su nombre
de este término. Rusia era conocida como Muscovi (Moscovia) hasta la época
de Iván el Terrible, nombre indudablemente vinculado con Mesec. El Imperio
Ruso fue creado por los príncipes moscovitas, que fueron primero los Grandes
Duques de Moscú, pero fue Iván (1533–1584) quien realmente consolidó y
extendió su gran Imperio hasta que alcanzó el Mar Blanco al norte y el Mar
Caspio al sur, y que desde entonces fue llamado Rusia.

Como se ha dicho al principio, hay bien poca certidumbre acerca de todas


estas cuestiones, pero los indicios que tenemos señalan en la misma dirección
general, es decir, que el área comúnmente conocida en la actualidad como
Rusia tiene una población que probablemente puede remontarse mayormente
a Gog.

Madai y Javán
Detalle de un bajo relieve del siglo V a.C. hallado en la escalera norte del
Palacio Apadana en el que se observa un soldado medo vestido de forma
tradicional y un arquero persa

La parte que estos pueblos tuvieron en la historia antigua está bien definida, y
se puede exponer sin las complicaciones que presentan la mayoría de los
nombres anteriores.

Está razonablemente claro que los Madai aparecen posteriormente como los
medos, y que Javán dio origen a los jonios. En su libro Races of the Old
Testament, Sayce dice que los medos afirmaban su relación con los arios del
norte de la India, y en los monumentos persas (por ejemplo, las inscripciones
de Behistún) son designados como los «Mada» — de donde procede la forma
griega, «medos».65 No hay duda alguna de que Persia fue al principio su área
general de asentamiento. En las inscripciones asirias se les menciona como los
Ma-da-ai.66

Ahora bien, ya se ha hecho la observación de que antes que surgiera una


separación completa de las diversas nacionalidades —medos, persas, griegos,
celtas, etc.— los jafetitas quedaron divididos primero en dos grandes grupos.
Uno de ellos constituyó los antepasados de los indios y persas, mientras que el
segundo fue el agregado de las tribus que después compusieron las naciones
de Europa. De ahí que la palabra «indoeuropeo» es un buen resumen de
nuestros orígenes etnológicos.

Que la separación de estos dos grupos precedió probablemente a esta división


más pequeña en nacionalidades se sugiere en el temprano surgimiento de
nombres que distinguía a estas dos grandes divisiones. Los antecesores de los
indo-persas asumieron para sí mismos de forma peculiar el término «Aryas»,
y dieron al otro grupo el nombre de «Yavanas»,67 palabra que puede tener
relación con nuestro término «Young» (Joven), aunque, a mi parecer, es
claramente una reminiscencia del nombre Javán. De modo que Javán y Madai,
por así decirlo, pueden denotar colectivamente a las dos ramas de la familia
indoeuropea.

Los orientales parecen haber usado el término Yavan para la raza griega como
un todo. Los asirios llamaban a los griegos de Chipre los «Yavnan». Los
persas se refieren a los griegos de Asia Menor y de las islas del Egeo como los
«Yuna». Los términos «griego» y «heleno», «aqueo» y «dorio», parecen haber
sido desconocidos en Asia, según Rawlinson.68

En los días en que los monarcas egipcios de la IV Dinastía estaban levantando


sus pirámides, el Mediterráneo era ya conocido como el «Gran Círculo de los
Uinivu»,69 que algunos identifican con Javán.
Larned sugiere que la península italiana fue ocupada por pueblos de una
familia que había viajado a Grecia, y que luego cruzó los Apeninos y se
extendió hacia el sur a lo largo de la costa occidental.70 Es evidente que en el
nombre «Javán» tenemos una referencia muy antigua a la raza básica que
ocupó al principio Grecia y quizá parte de Italia, porque los griegos, en
tiempos posteriores, emplearon otros patronímicos para referirse a sí mismos.
Y parece, en cambio, que con el término «medos» tenemos una referencia
igualmente temprana a los que se asentaron en la India, porque en Génesis 10
no hay mención, por ejemplo, de los persas, que en registros posteriores están
casi siempre asociados con los medos. Desde luego, igual que con los griegos,
cuyo nombre más antiguo de jonios ha desaparecido hace tiempo, la palabra
«Persia» ha permanecido, pero el nombre «Madai» ha desaparecido. Lo que
tenemos es un término general para denotar a aquellos que devinieron indios,
medos y persas.

Elisa
Una de las cartas de Amarna con escritura cuneiforme grabada en una tablilla
de arcilla.

El número de posibles identificaciones de los descendientes de este hijo de


Javán es considerable. La mayor parte de ellas son probablemente correctas.
Por ejemplo, se suele aceptar que el nombre más familiar de «Hellas» es una
forma corrompida de un original «Elishah», y, según Rawlinson,71 desde
alrededor de la época de la Guerra Persa, Hellas pasó a ser un nombre
aplicado a los griegos como un todo.

Muchas autoridades creen que otra forma de este antiguo nombre era
«Aioleis» (Gr.), esto es, los eolios. Este punto de vista lo mantenía también
Josefo.72 El Talmud de Jerusalén, los midras y los targumes dan para Elisa la
forma «Elis» o «Eolis», aunque eruditos
como Skinner73 y Driver74 consideran que carece de base. Las tabletas de
Tell el-Amarna incluyen diversos pueblos de Alasia. El Eilesion de la Ilíada
(II, I, 617) es indudablemente otra referencia a considerar. Es casi seguro que
el nombre vuelve a aparecer en las tabletas de Ugarit,75 en las que hay una
referencia cananea a los chipriotas bajo el título de «Alasiyans». En Ezequiel
27:7 se menciona que llegaban tejidos de púrpura desde las «islas» (o costas)
de Elisa. El crustáceo del que se obtenía el tinte de la púrpura en la antigüedad
abundaba en las costas del Peloponeso, lo que confirma la región general en la
que se asentó este nieto de Jafet.

Es desconcertante encontrar a un pueblo ampliamente designado como los


griegos remontado al pasado y, designado sin distinción tanto como el pueblo
de Hellas y como jonios. Esto es sin embargo análogo a referirse a los ingleses
como descendientes de los normandos, pictos, escoceses o celtas, etc. El
hecho es que en ambos casos unas pocas familias han dado origen a grandes
clanes o tribus, que, en las idas y vueltas de migraciones y conquistas, se
unieron en diversas mezclas, de modo que un historiador con una preferencia
puede resaltar una línea originaria, mientras que otro historiador resalta otra.
Y ambos están en lo cierto.

Tarsis
No es mucho lo que se puede decir de cierto acerca de la identidad de Tarsis,
otro hijo de Javán. Hay declaraciones en otros pasajes de las Escrituras que
llevan a una cierta confusión. Por ejemplo, era la opinión de Sayce (como de
un número de otros eruditos) que Tartessos, en España, fue probablemente
uno de los asentamientos iniciales de Tarsis. Sin embargo, el Antiguo
Testamento habla de marfil, simios y faisanes traídos por las naves de Tarsis
(2 Crónicas 9:21). Estos animales no son de esperar como procedentes de
España. Pero Sayce76 argumenta que lo que se implica es sencillamente que
los mercaderes de Tartessos, o Tarsis, comerciaban con estos artículos, que
quizá recogían en algunas partes de la costa africana y vendían en otros
lugares del Medio Oriente. La Septuaginta traduce Tarsis en Isaías 23:1 como
Karkedonos (karchedonos), que era la forma griega para el nombre de Cartago
en África del Norte.

Aunque los fenicios parecen haber tenido muchas relaciones comerciales con
Tartessos, el puerto original mismo no pudo haber sido fundado por ellos,
según Génesis 10 (donde aparece con claridad que Tarsis está en la línea de
Jafet), porque en el Antiguo Testamento los fenicios y cananeos son descritos
como descendientes de Cam. Los cartagineses, como colonos fenicios,
mantenían incluso en tiempos de Agustín que ellos eran cananeos.77 Por otra
parte, los fenicios establecieron también muchas colonias en España. Aquí
tenemos una de las dificultades, porque ciertas referencias bíblicas a Tarsis (2
Crónicas 9:21 y 20:36) han llevado a algunos eruditos78 a suponer que tiene
que haber habido otra Tarsis en el Océano Índico, a la que se podría llegar a
través del Mar Rojo. Aunque esta idea es en la actualidad rechazada de
manera general, resalta el hecho de que la identificación con Tartessos en
España no es totalmente satisfactoria. Es decir, el asentamiento español no
aparenta de entrada haber sido jafético, ni los productos que se dice que
procedían de allí parecen los propios del lugar.

Sin embargo, Kalisch79 creía que había suficiente evidencia para justificar la
identificación de Tarsis como el pueblo original que se asentó en toda la
península ibérica, «hasta donde era conocida por los hebreos, igual que Javán
se usaba para designar a todos los griegos». Los fenicios llegaron más
tarde. Cook80 creía que una pequeña tribu de javanitas se instaló en la
desembocadura del río Guadalquivir en España, iniciando con ello la colonia
de Tarsis. Bochart81 dice que tanto Cádiz como Carteia, que estaba en la
Bahía de Gibraltar, fueron llamadas Tartessos en los tiempos antiguos;
también piensa que Cádiz fue edificada por Tarsis, nieto de Jafet,
inmediatamente después de la dispersión, y Carteia mucho tiempo después,
por los fenicios. Él hace referencia a que, según Herodoto,82 cuando los
fenicios llegaron por primera vez, Tartessos ya existía, y que el rey del país se
llamaba Argantonio.

En resumen, es posible, desde luego, que Tarsis, nieto de Jafet, se estableciese


en España y que estableciera una capital y un reino que más adelante llegase a
ser un centro de intercambio comercial muy empleado por los fenicios, que
hacían escala allí mientras se dirigían a puertos del Mediterráneo oriental,
llevando mercancías recogidas durante sus singladuras. Estas mercancías
pueden haber procedido en parte de España y en parte de África. No es en
absoluto imposible que algunas mercancías procediesen de la India por vía del
Cuerno de África, porque hay abundante evidencia de que los fenicios eran
grandes navegantes.
Quitim

Recostrucción de estructuras circulares en Khirokitia, entre 7000 y 5800 a.C.

No puede haber muchas dudas de que por Quitim, o Kittim, como se escribe a
veces, los hebreos entendían a los habitantes de Chipre. Josefo83 observó que
los griegos llamaban la isla Kitión, y que sus habitantes eran conocidos como
los kitieis, o kitienos. Con el paso del tiempo el nombre llegó a tener un
sentido más amplio, extendiéndose de Chipre a las demás islas del Egeo, y de
allí a la península griega e incluso a Italia. Por ejemplo, en 1 Macabeos 1:1 se
menciona a Alejandro Magno como procedente de la tierra de Kittim, y en 1
Macabeos 8:5 se hace referencia a Perseo como el rey de Kittim. En 1
Macabeos 11:30 tanto la Vulgata como la Septuaginta traducen Quitim como
romanos. Aunque no he visto en ninguna parte ninguna referencia a la
posibilidad, me parece que la tierra de Quitim podría encontrarse en la forma
Ma-Chetim. Ma, como ya hemos observado, es un prefijo para «lugar». Si es
así, puede que tengamos la forma original del término más conocido de
«Macedonia», la tierra natal de Alejandro Magno.

No hay mucha sustancia en estas observaciones, pero en un sentido general


confirman la impresión que se recibe de esta sección de Génesis 10 de que los
jafetitas hicieron su hogar alrededor de las costas del Mediterráneo y en sus
islas, así como hacia el norte y a través de Europa.

Dodanim
No es mucho lo que se puede decir acerca de este nombre, excepto que parece
reaparecer en las Escrituras con la D, inicial sustituida por una R, (cp. 1
Crónicas 1:7). Si la forma preferida es Rodanim, parece entonces que la isla
de Rodas formó un vínculo en una serie de asentamientos de los descendientes
de Javán.

El río Rhodonus, esto es, el Ródano, puede haber recibido su nombre de una
rama de esta familia establecida en su desembocadura.84 En Epiro se
encuentra la ciudad de Dodona y el condado de Doris. Bochart sugirió que el
primer asentamiento de los Dodanim estuvo en el sudoeste de Asia Menor, en
la parte del país que los griegos llaman Doris. Es posible también que una
forma más corrompida del nombre sea los Dardan, que aparece en las
inscripciones de Ramsés II, designando a un pueblo de Asia Menor no alejado
de Licia, y que posiblemente esté en la raíz del término «Dardanelos». En el
actual estado de conocimientos sobre la antigüedad, poco más se puede decir
de los descendientes de Dodanim.

Mesec y Tubal

Ataque asirio a una ciudad con arqueros y un ariete sobre ruedas; palacio
noreste, Nimrud ; 865-860 a. J.-C

Estos dos nombres aparecen con bastante frecuencia apareados (véase, por
ejemplo, Ezequiel 33:26, 38:2, 3). Mesec se encuentra en los monumentos
asirios en forma de «Muskaa», probablemente pronunciada Muskai. Los
escritores clásicos solían designarlos como los Mosji, y en tiempos de
Ezequiel la posición de este pueblo es probablemente la descrita por Herodoto
(iii, 94), esto es, en Armenia, donde se designó por el nombre de ellos a una
cadena de montes que conecta el Cáucaso y el Antitaurus, los Montes
Moschici. Aquí, según Estrabón (XI, 497-499), se encontraba un distrito
llamado Moschice.

En las inscripciones asirias, la palabra Tubal aparece como Tubla, en tanto


que parece haber sido conocida por los geógrafos clásicos como Tibareni.
Según Rawlinson,85 estos dos —los Musji y los Tibareni— habitaban en
estrecha proximidad en la costa septentrional de Asia Menor y estuvieron, en
el pasado, entre los pueblos más poderosos de aquella región. La capital
mosquiana era conocida por Josefo y los romanos la llamaron Cesarea
Mazaca. Josefo86 dice también que los íberos de Italia eran descendientes de
Tubal. En palabras suyas, «Thobel fundó los Thobelitas, ahora llamados
Iberis». También es posible que en el río Tíber tengamos una reminiscencia
del mismo antecesor. Según Forbes,87 los Mosji y los Tibareni quedaron
incluidos en la 19ª satrapía de Darío. En la primera mitad del primer milenio
a.C. fueron unos temibles enemigos de los asirios; Tiglat-pileser II menciona
tributos recibidos «de veinticuatro reyes de la tierra de Tubal».88

Hacia la época clásica, estos grupos humanos habían pasado más hacia el
norte,89 aunque Jenofonte90 y sus tropas griegas encontraron aún remanentes
de ellos al sur del Mar Negro. Mucho más tarde en la historia nos
encontramos con la palabra Mesec en la forma de Muskovy. Es posible que
las dos célebres ciudades de Moscú y Tobolsk sigan preservando las raíces de
los nombres de Mesec y Tubal.

Tiras
Según Josefo y el Targum, los descendientes de Tiras se convirtieron en los
tracios. Smith91 dice que una rama de los tracios fueron los Getae o Godos. El
rey Darío los venció en el 515 a.C. Para la época de Alejandro Magno (c. 330
a.C.), se habían establecido en la desembocadura del Danubio.92

Mantuvieron su independencia, pero a principios del primer siglo a.C. se


unieron a los dacios, y a partir de entonces hostigaron a las legiones romanas,
hasta que Trajano los derrotó en el 106 d.C., y los incorporó al Imperio
Romano.

Uno de los problemas que tenemos es que no hay ninguna otra mención de
Tiras en las Escrituras. Aparece esta breve mención de su nombre, y luego, a
diferencia de Gomer, Mesec o Tubal, desaparece del todo. Si los tracios
fueron realmente descendientes de Tiras y si se esparcieron ampliamente,
como dice Rawlinson,93 con muchas ramificaciones como los bitinios y
frigios, sería de esperar que la Escritura diese alguna posterior referencia a
Tiras. Por otra parte, se puede decir que existe una creencia general entre los
etnólogos (que sin embargo no es susceptible de demostración) de que los
tracios dieron finalmente origen a los teutones. Así, Rawlinson observa:94

La tribu tracia de los Getae parece haber llegado a crecer hasta constituir la
gran nación de los godos, mientras que los dacios (o dacini) parecen haber
llegado a ser los antecesores de los daneses. Las pocas palabras tracias que
nos han llegado son decididamente teutónicas. Hay también una semejanza
entre las costumbres tracias, como las describe Herodoto (V. 4–8) y las que
Tácito describe de los germanos.

Una vez más tenemos que admitir que son unas frágiles líneas de evidencia;
sin embargo, en muchos respectos tenemos una concordancia general con todo
lo demás que conocemos de los descendientes de Jafet como un todo. Así,
tenemos una gran probabilidad de que los descendientes de Tiras hicieran una
contribución tan grande para la población y civilización de Europa como el
resto de su familia inmediata.

De entre esta intrincada red de posibilidades y probabilidades surge una


imagen razonablemente clara en la que una sola familia, comenzando con
Jafet, se multiplicó con el curso del tiempo y pobló la ribera septentrional del
Mediterráneo, toda Europa, las Islas Británicas y Escandinavia, y la mayor
parte de Rusia. La misma familia se instaló en la India, desplazando
asentamientos anteriores de camitas que se habían establecido en el valle del
Indo. Grupos aislados de este mismo grupo humano parecen haberse
desplazado más hacia el este, contribuyendo a pequeñas bolsas de población
jafética que, con el tiempo, quedaron casi, si no totalmente, absorbidas por los
camitas. Es posible que algunos de ellos contribuyeran con rasgos que se
encuentran en pueblos de Polinesia, y es concebible que en los ainu del norte
del Japón haya un remanente de jafetitas.

Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis 9:27). Parece que
este ensanchamiento comenzó en época muy temprana de la historia de Jafet,
pero ha sido un proceso continuado y que ha tenido lugar en cada parte del
mundo, con la excepción del Lejano Oriente. Los hijos de Jafet han tendido a
extenderse y a multiplicarse a expensas de otros grupos raciales. Como
veremos en el último capítulo, este ensanchamiento no significa que los
jafetitas fuesen los primeros en migrar lejos, porque, allí donde llegaron, fuese
en tiempos prehistóricos o históricos, habían sido precedido por colonos más
tempranos cuyo origen racial no era indoeuropeo. Esta dinámica de
asentamientos de las áreas habitables del mundo ha tenido profundas
consecuencias en el desarrollo de la civilización, consecuencias que se
consideran con cierto detalle en otro artículo95.
Mientras tanto, ha quedado establecido por muchas líneas de evidencia que los
nombres que aparecen en Génesis 10:1-5 designan los de personas reales,
cuyas familias llevaron consigo reminiscencias claramente reconocibles
(aunque a menudo de forma corrompida) de sus respectivos antecesores, de
modo que han sobrevivido hasta nuestros días, y todavía manteniendo el tipo
de relaciones que se implican en esta antigua Tabla de las Naciones. ¡E
incluso el nombre patriarcal queda a menudo preservado de manera
inequívoca!

Capítulo 3: Los descendientes de Cam


Los descendientes de Jafet y los descendientes de Sem se pueden seguir de
forma razonable en la historia subsiguiente, pero los descendientes de Cam
presentan problemas que no comparten los otros dos. Es verdad que un cierto
número de los descendientes de la lista de Cam se pueden seguir fácilmente,
como por ejemplo Mizraim, Canaán y Het. Y varias de las ciudades
relacionadas con Cam en Génesis 10 no presentan problemas, habiendo
llegado a ser lugares comunes para los estudiosos de la Biblia. Pero hay
muchos nombres aquí acerca de los que tenemos muy poca información, pero
que pueden haber sido antecesores de secciones muy sustanciales de la actual
población del mundo. Y esto es cosa cierta de los nombres que nos
proponemos examinar, porque tienen que ver con el origen de las llamadas
«razas de color».

Los centros básicos de civilización que subyacen a todos los demás. Cada uno
de los centros culturales del mundo primitivo fue de origen camita.
Ya hemos propuesto que Jafet fue realmente «ensanchado» hasta un grado
excepcional en sus descendientes, no meramente en la cantidad de naciones
que finalmente derivaron de su familia, sino también en su gran expansión
sobre la superficie del globo. También, este agrandamiento fue lo
suficientemente gradual para que sucediera sin perturbar el desarrollo natural
de diferencias dialectales, que a su debido tiempo llegaron a ser lenguas
distintas dentro de la familia. En otro Artículo se sugiere que la confusión que
tuvo lugar en Babel sirvió principalmente como una aflicción para los hijos de
Cam, cuyas lenguas han proliferado de forma desconcertante desde los
primeros tiempos hasta el presente, proliferación que contribuyó en no
pequeña medida a la fragmentación de la familia original. Los cambios que
tuvieron lugar en la familia semítica de lenguas fueron notablemente
pequeños. Y aunque los cambios que sucedieron en la familia jafética de
lenguas fueron algo mayores, siguieron sin embargo un orden tal que permiten
a los lingüistas reconstruir ambas familias con una considerable certidumbre.
En ninguna de estas dos familias de lenguas hay una verdadera evidencia de
«confusión» en su desarrollo. Por otra parte, en las lenguas de la línea
camítica hay una gran cantidad de confusión, si por «confusión» queremos
decir que se desarrollaron rápidamente dialectos entre tribus colindantes y
relacionadas, al multiplicarse, haciendo ininteligible el habla entre ellas en un
período notablemente corto de tiempo. Este tema se trata en el artículo
mencionado más arriba y no se examinará aquí, pero es necesario introducirlo
porque tiene que ver con la falta de la persistencia de los nombres camíticos
ancestrales a través de los siglos en contraste con los de las líneas de Jafet y de
Sem. Esto hace que sea mucho más difícil establecer líneas de conexión
mediante nombres. De hecho, los miembros más importantes de la familia de
Cam llevaban nombres que desaparecieron completamente excepto en
antiguos documentos que han llegado hasta nosotros. Los nombres de los hijos
de Cam no nos han sido preservados en tiempos modernos ni siquiera en
formas corrompidas. Los hijos de Cam fueron Cus, Mizraim, Fut y Canaán,
pero ninguno de estos lo mantiene ningún representante viviente de ninguna
forma que se pueda reconocer. Cus pasó posteriormente a ser identificado con
Etiopía, Mizraim con Egipto, Fut con Libia y Canaán con Palestina, pero los
viejos nombres quedaron totalmente fuera de uso.

Por otra parte, muchos de los nombres llegaron a destacar durante mucho
tiempo no porque hubiera numerosos descendientes, como en el caso de Jafet,
sino más bien debido a algún gran logro individual. Nimrod fue recordado por
sus aptitudes como cazador. Muchas de las ciudades que se mencionan como
fundadas por los descendientes de Cam tuvieron historias dignas de mención.
Pero también la mayor parte de ellas dejaron de tener importancia mucho
antes de los tiempos modernos. Una excepción notable es la ciudad de
Jerusalén, que, naturalmente, no se menciona en absoluto en este pasaje ni
siquiera bajo su antiguo nombre de Jebús.
Así, ¿cómo se puede proporcionar prueba sustancial para la aseveración de
que las razas de color descendieron de Cam? La respuesta es: solo mediante
inferencias. Por ejemplo, en tanto que hubo un Cus en o cerca de
Mesopotamia al mismo principio, el asentamiento más destacado establecido
por descendientes de este patriarca estuvo en Etiopía. Los etíopes han sido
generalmente considerados como negros verdaderos, lo que se reconoce de
forma indirecta en la Escritura cuando el profeta pregunta: «¿mudará el etíope
su piel?» (Jeremías 13:23). El primer hijo de Cus fue Seba, y según Jervis este
patriarca fue el supuesto fundador del Reino de Jemameh en Arabia. Dice
él:97

Su tribu, que se extendió hacia el este, ocupó la costa de Omán, desde el Cabo
Musandam hasta las cercanías de Ras-el-Had, en el límite oriental de la
península; Tolomeo los menciona con el nombre de Asabi. La grandeza
comercial de esta nación se atribuye a su posesión de Littus Mammaeum o
Costa de Oro, y del puerto de Mascate, que, desde la infancia de la
navegación, debe haber atraído y dominado el comercio con la India.

Parece que desde allí se expandieron por África, a través de los estrechos de
Bab-el-Mandeb. Josefo atestigua que Saba era una antigua metrópolis del
reino de Meroe, en la feraz región entre el Nilo y Astaboras (o Bahr-el-
aswad); esta región recibió finalmente el nombre de Meroe por una hermana
de Cambises rey de Persia, aunque Meroe parece más bien una palabra
derivada del etiópico. Las ruinas de la antigua Meroe se encuentran a 6
kilómetros al nordeste de Shendy, en Nubia.

Hay otras tribus nativas de África que se reconoce tradicionalmente que


descienden de Cam. Los negros yorubas,98 por ejemplo, afirman descender de
Nimrod, mientras que los libios, que tienen piel «blanca», son generalmente
vinculados con Lebahim, un hijo de Mizraim. Y los egipcios fueron
descendientes directos de Mizraim. Por ello, es posible que toda África, a
pesar de los diferentes matices de color de sus poblaciones nativas, fuese
inicialmente ocupada por diversos miembros de esta única familia camítica.
Sin embargo, permanece una enorme multitud de pueblos que generalmente se
clasifican como mongoloides, que se instalaron en el Lejano Oriente y en el
Nuevo Mundo. ¿Aparecen realmente en este árbol genealógico, o será
necesario admitir que la Tabla de las Naciones no es inclusiva aquí?

Hay dos nombres que creo que pueden darnos claves. Que tengan una
mención tan breve en la genealogía puede parecer sorprendente si —como
proponemos aquí— dieron origen a grupos humanos tan numerosos. Nos
estamos refiriendo específicamente a Het, un hijo de Canaán, y a los sinitas o
sineos, tribu supuestamente descendida de Sini, un hermano de Het.
El Imperio Hitita (azul) Siglo XVIII a.C.

Het fue, sin duda alguna, el padre de los heteos o hititas. Sin embargo, excepto
por las investigaciones de los arqueólogos nunca hubiéramos sabido cuán
importantes fueron realmente los descendientes de este hombre en un punto de
la historia, porque el imperio hitita desapareció completamente de la vista —o
casi completamente. Esta salvedad es necesaria si admitimos alguna validez a
una observación hecha por C. R. Conder.99 Él sostenía que cuando el imperio
hitita se hundió, todos los hititas importantes o bien fueron muertos, o huyeron
hacia el este. El punto de vista de Conder era que la palabra «hitita», que
aparece en cuneiforme como «Jittae», fue llevado por el remanente de esta
nación otrora poderosa en su huida al Lejano Oriente, y que fue preservada a
través de los siglos en la forma más familiar de «Cathay».100 Él supone que
llegaron a formar una proporción no pequeña de la raza china primitiva.
Desde luego, existen curiosas vinculaciones entre ellos, como su forma de
vestir, su calzado con la punta de los dedos hacia arriba, la disposición del
cabello en forma de coleta, etc. Las representaciones gráficas de los hititas
muestran que poseían pómulos elevados, y los que han estudiado sus cráneos
han observado que poseían no pocos rasgos de los mongoloides. Más
recientemente, ha aparecido otra posible vinculación corroborativa con el
descubrimiento de que los hititas habían dominado el arte de fundir hierro y
de la doma de caballos, dos logros de enorme importancia, y que recurren en
una época muy temprana de la historia de China101 —mucho antes que
llegasen a Occidente.

Se debería observar que existe evidencia lingüística de un componente jafético


en el Imperio Hitita.102 A la vista de que su expansión inicial tuvo lugar en
Asia Menor, no es demasiado sorprendente que se hubiera dado una mezcla de
razas dentro del Imperio. Bien podría ser que hubiese una aristocracia
indoeuropea, así como en un punto de la historia de Egipto hubo una
aristocracia de los Reyes-Pastores (semita). George Barton observó:103

Algunas características de su habla se parecen claramente a rasgos de la


familia de lenguas indoeuropeas, pero otras características parecen denotar
afinidades tártaras (esto es, mongólicas). En algunos casos se puede seguir
claramente la influencia de la lengua asiria. La misma confusión se presenta
cuando estudiamos las imágenes de hititas que aparecen en los relieves
egipcios. Se presentan dos clases de rostros. Un tipo con pómulos elevados,
ojos oblicuos, y con coleta, como el pueblo mongol y chino. El otro presenta
una cabeza y rostro rasurados que se parecen algo a los primitivos griegos.

Esto nos lleva al hermano de Het, que evidentemente se llamaba Sin. De este
nombre hay muchos ejemplos en formas variantes a través del Medio Oriente
y hacia el Lejano Oriente. Una de las características de los pueblos camitas —
usando el término «camita» en su sentido estrictamente bíblico, y no como los
antropólogos lo emplean en la actualidad —es una tendencia a deificar a sus
antecesores. Se ha sugerido que el Amón de los egipcios es un ejemplo de
ello, donde el mismo Cam había sido deificado. La combinación en aquel
mismo país de No-Amón puede ser una extensión de esta práctica al mismo
Noé, que luego queda asociado con su hijo en el doble título. Lo que nos
interesa aquí es que la palabra «Sin» llegó a ser el nombre de una deidad muy
importante, que aparece desde tiempos muy tempranos y hasta épocas tardías
en la historia de Asiria. El último rey de la Ur sumeria se llamaba «Abi-Sin».
La palabra aparece, naturalmente, en el nombre Senaquerib (Sin-ahe-erba, es
decir, «Quiera el dios Sin multiplicar a [mis] hermanos»), y como Naran-Sin,
etc.
Impresión del sello cilíndrico de Ḫašḫamer, ensi (sumo sacerdote) de Sin en
Iškun-Sin, c. 2100 a. C.. La figura sentada es, probablemente, el rey Ur-
Nammu, otorgando el cargo de gobernador de Ḫašḫamer, quien es conducido
ante él por una lamma (diosa protectora). El mismo Sin/Nanna está presente
en forma de media luna.

Sin fue lo suficientemente importante no solo para ser deificado sino para que
le dieran el título de «Señor de las Leyes».104 En un himno de Ur se dice de
él que fue «él quien creó la ley y la justicia de modo que la humanidad ha
establecido leyes», y, otra vez, «el ordenador de las leyes del cielo y de la
tierra». Otra notable circunstancia puede desprenderse de esta, porque si
algunos de sus descendientes se trasladaron al sur a Arabia y se establecieron
en una región posteriormente conocida como el Sin-aí, entonces es posible
que su reputación como gran codificador de la ley llevase a una tradición que
asociase el Sinaí como un lugar donde se había originado la ley. Es posible
que haya alguna relación entre esta circunstancia y la elección por parte de
Dios del Monte Sinaí como el lugar donde Él dio los Diez Mandamientos.
Además, según Boscawen, el título «Señor de las Leyes» atribuido al Sin
deificado es, en el himno original de Ur, Bel-Terite, y la primera sílaba es una
forma del término más conocido de «Baal». Y la palabra «Terite» es la forma
plural del término «tertu» que significa «ley», que es equivalente al hebreo
«Torá» («ley»).

Así, a pesar de que el patriarca Sin recibe escasa mención en Génesis 10, fue
un personaje muy importante. Es posible también que su nombre quedase
preservado en el moderno término de «China». Aunque Perry adoptó una
perspectiva de desarrollo cultural que ha quedado generalmente desacreditada
debido a su excesiva simplificación, sin embargo puede estar esencialmente
en lo cierto en las aseveraciones que hace exponiendo que la civilización
china procedió de occidente. No pocos eruditos en cuneiforme han observado
cuánta similitud tenía, en ciertos respectos, el sumerio con el chino. Ahora
bien, Perry dice:105

Hay un dato significativo acerca del posible modo del origen de la civilización
china que desde luego merece que se le preste atención. El lugar más
estrechamente asociado por los mismos chinos con el origen de su civilización
es la capital de Shensi, esto es, Siang-fu (Padre Sin), Siangfu, sobre el Wei, un
afluente del Río Amarillo, está cerca de importantes minas de oro y de jade.

Es desde luego significativo que el Sinaí fuese igualmente importante como


lugar minero. El nombre «Sin», según Dillmann,106 aparece en asirio en la
forma «Sinau». No sería difícil que «Padre Sin» se convirtiese en «Padre
Sian», o, con una ligera nasalización, «Siang», en chino «Sianfu». Los chinos
tienen una tradición de que su primer rey, Fu-hi, apareció en los Montes de
Chin inmediatamente después que el mundo hubiera estado cubierto de
agua.107 El mismo Sin pertenecía a la tercera generación desde Noé,
circunstancia que, si la identificación se justifica, daría un intervalo temporal
aproximadamente apropiado.

Además, el pueblo que comerciaba en época temprana con los escitas, y que
procedía del Lejano Oriente, se llamaba «Sinae», y su ciudad más importante
era «Thinae», un gran centro comercial en China occidental.108 La ciudad se
conoce actualmente como «Thsin» o simplemente «Tin», y se encuentra en la
provincia de Shensi.

Los Sinae se hicieron independientes en China occidental, reinando allí sus


príncipes durante unos 650 años antes que finalmente consiguiesen el dominio
sobre toda la tierra. En el siglo tercero a.C. la dinastía Tsin se hizo suprema en
el Imperio. La palabra misma llegó a tener el sentido de «linaje puro». Esta
palabra fue adoptada como título por los Emperadores Manchúes, y se cree
que los malayos la cambiaron a la forma «Tchina», y que procedente de ellos
los portugueses la trajeron a Europa como «China». Hace algunos años los
periódicos llevaban titulares con respecto al conflicto entre los japoneses y los
chinos, donde el antiguo nombre volvió a aparecer en su forma original,
porque se referían comúnmente a la guerra sino- japonesa.

Arriano hacía referencia, en el 140 d.C.,109 a los Sinae o Thinae como un


pueblo en las partes más remotas de Asia. Esto trae a la mente la referencia a
los Sinim en Isaías 49:12, que vienen «de lejos», pero específicamente no del
norte ni del oeste.

Volviendo de nuevo a la observación de Conder respecto a la «lejana Cathay»


de las referencias medievales, tendría sentido suponer que los remanentes de
los hititas tras la destrucción de su Imperio se dirigieron hacia el Este y se
asentaron entre los sinitas, que eran sus parientes, y que contribuyeron a su
civilización con ciertos artes, principalmente la metalurgia (especialmente la
fundición de hierro), y que fueron absorbidos tan totalmente que
desaparecieron posteriormente de la historia como pueblo individual.

Réplica de los restos del hombre de Pekín hallado en las cuevas de Chou-kou-
tien en 1929 (actualmente desaparecidos).

El hallazgo del hombre prehistórico en las cuevas de Chou-kou-tien con restos


esqueletales con una variancia suficiente para cubrir desde los límites
occidentales de tipos en China hasta tipos del Nuevo Mundo ha parecido para
muchos una clara evidencia de que los que se asentaron en el Nuevo Mundo
pasaron por China. Que el Nuevo Mundo fue poblado por un grupo humano
mongoloide es cosa en la que hay un acuerdo general, aunque hay alguna
evidencia de un pequeño componente negroide.110 La evidencia, es cierto, es
pequeña, pero la evidencia que tenemos me parece señalar en la misma
dirección, apoyando nuestra aseveración inicial de que no solo África con sus
razas negras, sino que también el Lejano Oriente y las Américas con sus razas
de color fueron todos descendientes de Cam.

Hay una ilustración adicional acerca de cómo los descendientes de Cam


pudieron haber contribuido de forma singular a la civilización jafética, en este
caso a la romana. La contribución hecha a la cultura jafética por los sumerios,
los egipcios, los cretenses y posteriormente los chinos, y por los amerindios,
se explora de forma detallada en la Parte IV de Noah’s Three Sons, «The
Technology of Hamitic People [La tecnología del pueblo camita]». La
contribución hecha por los etruscos también se trata en dicho artículo. El
origen de los etruscos, aunque se ha estudiado y especulado sobre ellos de
forma intensa a lo largo de más de cien años, sigue siendo un misterio.
Desearía sugerir que hay un nombre en la lista de los descendientes de Cam
que podría ser una referencia al antecesor de ellos, Resen (versículo 19).

Se dice que Resen era una ciudad. Es característico de las primeras


poblaciones y ciudades mencionadas en Génesis que recibieron los nombres
de sus fundadores o de los hijos de sus fundadores. Según Génesis 4:17, Caín
edificó una ciudad y la llamó del nombre de su hijo Enoc. Hay pocas dudas de
que la Unuk y posteriormente Uruk de las inscripciones cuneiformes es un
reflejo de esto. Como hemos visto en otro artículo, este antiguo asentamiento
pasó posteriormente a llamarse Erec, y mucho más tarde Warka. Luego dio
origen a la palabra que significa «ciudad»,111 y que ha venido al inglés como
«burg» y al castellano como «burgo». Hemos observado que Sidón es primero
mencionado como el primogénito de Canaán, pero pocos versículos después
como nombre de la ciudad (versículos 15 y 19). Similarmente, los jebuseos,
que se suponen descendientes de un hombre llamado Jebús, vivían en una
fortaleza llamada originalmente según su antecesor. De modo que me parece
bien probable que cuando Nimrod pasó del sur de Babilonia a Asiria y edificó
Nínive y Resén, entre otras ciudades, nombrase la ciudad como Resén bien
por un antecesor, bien por un pariente inmediato. No es estrictamente
necesario demostrar que los etruscos fueron una especie de grupo colonizador
que se originó de este concreto asentamiento fundado por Nimrod. Todo lo
que estoy proponiendo es que un antecesor llamado Resén no solo adquirió
suficiente importancia para que una ciudad antigua recibiese su nombre en
Asiria, sino que también fuese la cabeza de un pueblo que creció hasta tener el
suficiente poder y tamaño para migrar a Europa y al norte de Italia, desde
donde se multiplicaron y se enriquecieron y cultivaron lo suficiente como para
inspirar a los romanos jaféticos a apropiarse de una gran parte de su arte,
leyes, costumbres y tecnología, sin apenas introducir ninguna mejora.

La pregunta es, ¿podemos justificar de manera razonable lo apropiado de


derivar la palabra más familiar «etrusco» desde una antigua Resén, de
remontar este mismo pueblo hasta el Oriente Medio y en estrecha proximidad
con Asiria, y de establecer su afinidad racial como no indoeuropea ni
semítica? La respuesta a todas estas tres preguntas puede darse en sentido
afirmativo con una cierta certidumbre sobre las siguientes bases.
Colgante etrusco con esvásticas hallado en Bolsena, Italia, 700-650 BC.
Museo del Louvre.

Para empezar, se puede decir de manera directa que el pueblo de Etruria o


Toscana era conocido por los primitivos griegos como los Tyrsenoi. Los
primeros romanos lo conocían como Etrusci. Pero en los tiempos clásicos
latinos, ellos se designaban a sí mismos como los Rasena.112

Según Herodoto,113 este pueblo procedía de Lidia. Afirmaban haber


inventado, a lo largo de una prolongada hambruna en la tierra, una serie de
juegos, incluyendo el de los dados. Posteriormente pasaron al norte de Italia y
a Grecia como resultado de la siguiente circunstancia. La situación se agravó
hasta tal punto que se decidió dividir a la nación en dos, con una mitad
emigrando de Lidia con la esperanza de salvar a la otra mitad. El hijo del rey
se llamaba Tirreno, que devino el caudillo por designación de la mitad de la
nación que partió de Lidia. Después de haber navegado dejando a un lado a
muchos países, llegaron a un lugar que Herodoto llama «Umbría»
(aparentemente se designa con este término a todo el norte de Italia), donde se
edificaron ciudades. Dejaron su antiguo nombre de Lidios, y tomaron para sí
el nombre del hijo del rey, tirrenos.

Que este pueblo, los etruscos, procedía de Asia Menor, queda confirmado por
criterios lingüísticos y otros. El profesor Joshua Whatmought114 dice:
«Difícilmente se pueden abrigar dudas de las afinidades anatólicas de los
etruscos». Raymond Bloch115 cree, en base a la evidencia lingüística, que los
etruscos pertenecían a una familia no muy estrechamente vinculada que
habitaba en las riberas del Mediterráneo, incluyendo el Asia Menor, antes que
la invasión indoeuropea trastornase la estructura de la región, y que tuvo lugar
en el segundo milenio a.C. Él considera que los etruscos eran una «bolsa» de
este pueblo desplazado, y que esto explica las semejanzas entre sus
costumbres sociales y religiosas y las de ciertos pueblos de Asia Menor.

Hace muchos años, el profesor E. St. John Parry116 presentó evidencias para
demostrar que los pelasgos, que, como los etruscos, edificaban monumentos
megalíticos, pueden haber quedado trastornados al mismo tiempo por la
misma circunstancia, y que emigraron de Asia Menor de forma paralela,
quedando posteriormente confundidos por ellos por los primeros
historiógrafos.

Una cosa sí parece bien establecida, y es que su lengua no era indoeuropea ni


semítica.117 Parece bien fundamentado suponer (aunque el lenguaje no es en
absoluto una guía segura en esta cuestión) que ellos mismos eran racialmente
diferentes de los indoeuropeos.118 Se ha propuesto una relación con otras
«bolsas» —los vascos, por ejemplo.119

Hemos mencionado la tradición que atribuye a los etruscos o Racena la


invención de los dados. Hace años se encontraron un par de dados con los
números aparentemente escritos en lugar de meramente indicados mediante
puntos. Poco después de este descubrimiento, el Rev. Isaac Taylor presentó un
artículo120 al Instituto Victoria en Londres donde mostraba que la
interpretación más probable de los numerales se podía encontrar mediante
referencia a términos semejantes en finés, altaico y vasco. Pocos años
después, mientras esta cuestión seguía viva —como sigue estándolo— un Mr.
R. Brown presentó un artículo121 ante este mismo Instituto donde, en un
apéndice, se comparan algunas otras palabras etruscas con ciertas palabras
sumerias. Así, quizá estamos acercándonos más a la antigua Resén de Génesis
10.

En su obra Origin of Nations Rawlinson122 llama la atención al hecho de que


ciertos bronces etruscos están decorados o adornados con figuras en hileras,
que exhiben esfinges y seres humanos que, sugiere él, no son desemejantes a
procesiones parecidas que se encontraron cerca de Nínive. Estos paralelos
asirios los descubrió Layard y los comunicó en su célebre obra Discoveries in
the Ruins of Babylon and Nineveh De dichos
descubrimientos, Layard escribió lo que sigue:123

Un segundo cuenco, de 7,5 pulgadas de diámetro y de una profundidad de 3/4


pulgadas, tiene en el centro un medallón y a los lados en un relieve muy
elevado dos leones y dos esfinges ... que llevan un collar, plumas y un tocado
en la cabeza formado por un disco con dos uraeus. Ambos cuencos son dignos
de mención por lo atrevido del relieve y por el arcaico tratamiento de las
figuras, semejantes a este respecto a los marfiles previamente descubiertos en
Nimrud. Recuerdan poderosamente los antiguos restos de Grecia, y en
especial el trabajo en metal y la cerámica pintada descubiertos en tumbas muy
antiguas en Etruria, a los que se parecen tan estrechamente no solo en designio
sino en tema, con la introducción de los mismos animales míticos y de los
mismos ornamentos, que no podemos dejar de atribuir a ambos el mismo
origen.

Layard resalta esta impresión ilustrando su argumento con tallas de madera en


el texto, que muestran que las figuras encontradas sobre un pedestal de bronce
en Powledrara en Etruria «son exactamente similares a las que aparecen sobre
un fragmento de un plato traído de Nínive». Así, un hilo conductor de
evidencia nos retrotrae hasta las mismas cercanías de Nínive, donde estaba
situada la ciudad de Resén.
Ruinas del Templo de Saturno (las 8 columnas de la derecha).

Hay otra evidencia adicional que nos lleva de vuelta a la misma antigua
fuente. Es de naturaleza distinta aunque igualmente sugerente. Los romanos
celebraban anualmente un festejo llamado «Fiesta de Saturno» o «Saturnalia»,
durante la que los tribunales estaban cerrados, los escolares tenían vacaciones,
y se suspendían todas las actividades comerciales. Una costumbre a resaltar
era la «liberación» o «manumisión» de todos los esclavos, a los que se les
permitía decir lo que quisieran acerca de sus amos, y que tomaban parte en un
banquete revestidos de los ropajes de sus amos, los cuales les servían a la
mesa. Este período de libertad duraba alrededor de una semana.

El origen de esta fiesta, según la obra de Smith Dictionary of Greek and


Roman Antiquities, no es seguro.124 Una leyenda lo atribuía a los pelasgos.
En vista de que tantos de los rasgos de la primitiva cultura romana, incluyendo
sus ceremonias, son atribuibles directamente a los etruscos, y de que los
etruscos y los pelasgos eran a veces confundidos entre sí, parece posible que
esta extraña práctica de dar a los esclavos una semana de total libertad, más
aún, de licencia, fuese originalmente introducida por los etruscos.

Por ello, me parece sumamente significativo que cuando el


profesor Pinches leyó un artículo ante el Instituto Victoria titulado «Notes
upon Some of the Recent Discoveries in the Realm of Assyriology», hiciese
referencia a una inscripción del célebre Gudea donde exponía que después de
haber edificado Eninnu (una casa o templo), «liberó esclavitudes y confirmó
beneficios. Durante siete días no se exigió obediencia, la criada fue hecha
como su ama, y el siervo como su señor». Comentando acerca de ello, el
profesor Pinches125 observa:

Naturalmente, los sumerios eran propietarios de esclavos, pero parecen haber


sido de disposición afable, y que daban buen trato a sus esclavos. En este caso
se dice que se les dio siete días de vacaciones, y este es el único registro
cuneiforme conocido con tal mención.

Es desde luego cosa notable que haya un vacío de tantos siglos de ausencia de
referencia a esta costumbre desde Gudea hasta los tiempos romanos, pero es
evidente que la costumbre fue transmitida de una u otra forma, y parece bien
lógico suponer que los transmisores fueron los Racina, los descendientes de
un cierto Resen que estaban familiarizados con la cultura de Asiria.

En suma, entonces, tenemos a un pueblo que se designaba como Rasena, por


un antecesor cuyo nombre podría ser una forma del más antiguo Resén,
comenzando en Asiria, estableciéndose en Lidia, desde donde posteriormente
emigraron al norte de Italia, y que hablaba un lenguaje ni semítico ni
indoeuropeo, que eran de forma especial constructores de ciudades (como
prosiguiendo la tradición de su antecesor), y que seguían produciendo obras
de arte para las que se han encontrado paralelos bien exactos en el mismo
lugar donde Génesis 10 dice que se edificó la ciudad de Resén.

Es bien posible que así como Sidón fue recordado por una ciudad nombrada
por él, igualmente la ciudad de Resén conmemorase a un patriarca cuyos
descendientes, mucho después que la ciudad hubiera desaparecido, se
multiplicaron y prosiguieron sus tradiciones heredadas de vida urbana, así
como el nombre de su antecesor, y se asentasen en Etruria, donde hicieron una
magna contribución al fundamento de la civilización romana que, con el
tiempo, ha llegado a ser la nuestra.

Capítulo 4: Los descendientes de Sem


A pesar de que en la línea de Sem iban a seguir los Legisladores, Profetas,
Sacerdotes y Reyes acerca de cuya historia trata el resto del Antiguo
Testamento, hay menos que decir acerca de esta parte de la genealogía. Pero
hay uno o dos puntos que vale la pena observar, en parte porque la
autenticidad de la Tabla también queda apoyada aquí, y en parte porque se
presta una atención particular a un personaje, Peleg, que es objeto de una
mención especial, como Nimrod en la sección precedente.
Silver cup from Marvdasht, Fars, with linear-Elamite inscription on it. Late
3rd Millennium BC. National Museum of Iran.

Primero, tenemos a Elam relacionado como aparentemente el primogénito de


Sem. Se creyó durante muchos años que el país designado por su nombre al
este de la Mesopotamia meridional había sido colonizado por un pueblo
claramente no semita, y la declaración bíblica fue puesta aquí en tela de juicio.
Pero subsiguientes excavaciones han demostrado que el pueblo más primitivo
que se asentó allí fue desde luego el semita. Es a menudo cierto que aparecen
cosas que aparentemente militan en contra de la Palabra de Dios al principio,
pero al final una mayor luz la vindica completamente. La persona que la
acepta es como quien parece estar perdiendo una batalla pero que goza de la
absoluta seguridad de alcanzar la victoria final. Esta es una posición mucho
más feliz en la que encontrarse, a la larga, que estar gozando de una aparente
victoria solo para encontrar al final que uno es un perdedor. Una autoridad
como S. R. Driver,126 aunque resalta el hecho de que en tiempos posteriores
los elamitas eran racialmente totalmente distintos de los semitas (con su
lengua, por ejemplo, aglutinante), se vio obligado a admitir que «inscripciones
recientemente descubiertas» parecen haber demostrado que en tiempos muy
remotos Elam fue poblada por semitas. No pudo dejar de añadir que la
aseveración bíblica probablemente se originó porque Elam dependió en
tiempos muy posteriores de la semita Babilonia; asegura él a sus lectores que
«es muy improbable» que el autor original de Génesis 10 pudiera haber sabido
lo que ahora sabemos. Pero desde la época de Driver, adicionales
excavaciones han proporcionado evidencias muy poderosas de vínculos
culturales directos entre algunas de las más antiguas ciudades en Babilonia y
los estratos más inferiores en Susa, la capital de Elam.127

La evidencia parece ahora indicar claramente la presencia en Mesopotamia, en


tiempos muy tempranos, de tres distintos grupos humanos, los sumerios
(camitas), los más antiguos babilonios (semitas), y un grupo humano a quien
tanto Childe como Mallowen designan propiamente como jafetitas (esto es,
indoeuropeos). Como lo expresó Childe:128

A partir de registros escritos posteriores, los filólogos deducen la presencia de


tres grupos lingüísticos — «jafetitas» (conocidos solo por inferencia a partir
de unos pocos nombres de lugares); semitas (hablando una lengua relacionada
con el hebreo y el árabe); y los dominantes sumerios.

La dinámica como la presenta Childe en otro estudio129 desvela que el primer


pueblo en entrar en Mesopotamia procedió del Este y que no eran sumerios,
sino de hecho elamitas semíticos, que fundaron unas ciudades tan antiguas
como Al- Ubaid y Jemdet Nasr. Estas gentes se establecieron primero en el
sur y se extendieron gradualmente hacia el norte, pero sin perder los vínculos
culturales que nos devuelven a Elam. Childe propone luego que siguió una
segunda oleada de inmigrantes a Mesopotamia, que esta vez no eran semitas,
sino sumerios, esto es, elamitas. Esta gente introdujo nuevas influencias
civilizadoras que llevaron a un considerable avance cultural, hasta que, para la
época del período de Uruk, y aunque todavía eran una minoría, habían llegado
a tomar el poder. Mientras, más al norte, esto es, en Asiria, los semitas
prosiguieron su lento desarrollo hasta que surgió en el sur un hombre a quien
la Escritura designa como Nimrod, en la línea de Cam. Este se estableció
como señor del Sur y luego viajó hasta Asiria, o, como lo expresa la Escritura,
«De esta tierra salió para Asiria». Al mismo tiempo fundó una cantidad de
ciudades que se mencionan en Génesis 10 en relación con Nínive.

Mallowen resalta las distinciones entre estos dos tipos dominantes, los
sumerios y los acadios, esto es, los camitas y semitas, en este temprano
período del desarrollo del país.130 Al mismo tiempo, también resalta que
existía otro grupo, cuya existencia está bien establecida sobre bases
lingüísticas. Speiser131 propuso la designación de jafetita para este pueblo,
conocido en época muy temprana en el país montañoso al este del Tigris. Eran
conocidos especialmente por lo claro de su piel. Que habían entrado en la
Mesopotamia meridional al menos en algunos números en tiempos muy
tempranos lo ha observado Campbell Thompson,132 aparte de Speiser.

Así, la imagen general, aunque los detalles no son tan claros como podríamos
desear, apoya sin embargo las implicaciones de Génesis 10, incluso
permitiéndonos detectar reverberaciones de las hazañas de Nimrod, que por
otra parte sigue sin identificar. Algunos han establecido un dominio del sur
sobre el norte: quizá debido a Nimrod.
Mapa de la presencia del pelasgianismo según diversos escritos antiguos.

El segundo punto a observar en esta sección de la genealogía es la nota acerca


de Peleg: «en sus días fue repartida la tierra». Las interpretaciones de esta
breve nota han sido a la vez amplias e interesantes. Recientemente ha
comenzado a hacerse aparente que los pelasgos de la antigüedad, que fueron
grandes mercaderes navegantes y en ocasiones piratas, pueden haber recibido
su nombre de Peleg en los tiempos más remotos. Superviviendo en una
multitud de formas aparece un determinativo adjunto a muchas palabras que
tiene el efecto de convertir la palabra en un patronímico. Esto aparece por
ejemplo con «–icus», en la palabra «Germanicus»; también con «–ico», en la
palabra «Británico», «–ski» en muchos nombres rusos familiares,
posiblemente «–cos» en la palabra «etruscos», y «scion» en inglés. Otro
término, que es el punto importante en este contexto, es «skoi», puesto detrás
del nombre más antiguo «Peleg», que da el compuesto «Pelegskoi». Estos son
los «pelasgos». Los pelasgos constituyen un gran misterio, porque aunque
parecen haber sido muy poderosos, no está clara su procedencia ni lo que les
sucedió. Cuando los tracios descendieron al Egeo desde el norte en el siglo 14
a.C., desplazaron a los pelasgos del territorio que habían poseído entre el
Hebrus y el Strymon. Es curioso encontrar a los pelasgos ocupando un
territorio adyacente a un río, el Hebrus, con un nombre tan reminiscente de
Heber, que, según Génesis 10:25, era el padre de ellos. Después de haber sido
desplazadas, estas gentes parecen haber sido absorbidas por los pueblos
griegos, con los que quedaron posteriormente confundidas. Dice Munro:133

La nación de los pelasgos dejó de existir como tal, adoptándose el nombre de


jonios, probablemente entre las comunidades mezcladas en el lado asiático.

Quizá debido a que los pelasgos eran una nación no de habla griega, fueron
más fácilmente identificados por los griegos, que tenían la tendencia a poner a
todos los extranjeros en el mismo montón, con los etruscos, que tampoco eran
griegos. Sin embargo, parece que no eran, en realidad, el mismo pueblo. Así,
tenemos posiblemente a un grupo de «heberitas» que adquirieron alguna
notoriedad durante un tiempo en el mundo primitivo, solo para desaparecer
tras ser desplazados de su emplazamiento primero y absorbidos en la
mezcolanza de pueblos que habitaban en la región del Egeo.

Su antecesor, Peleg, recibió su nombre debido a un acontecimiento que ha


sido diversamente interpretado. En el Libro de Jaser (2:11), que se atribuye a
Alcuino y que es muy probablemente espúreo, hay una interesante
observación acerca de este hombre:

Fue Peleg quien inventó el seto y el foso, la muralla y el baluarte; y quien


repartió por suertes las tierras entre sus hermanos.

En su Comentario, Jamieson134 expone su creencia de que este


acontecimiento fue una división formal de la tierra realizada por Noé,
actuando por impulso divino, entre sus tres hijos. Se propone que hay una
referencia adicional a este acontecimiento en Deuteronomio 32:8 y Hechos
17:24–26. Peter Lange135 hace referencia a una obra de Fabri titulada «Origin
of Heathenism [El origen del paganismo]», publicada en 1859, en la que el
autor interpreta la expresión como refiriéndose a un cataclismo que partió
violentamente la tierra, produciendo sus actuales masas
continentales.136 Esto, naturalmente, fue mucho antes
que Wegener, Taylor y Du Toit publicasen sus ideas acerca del concepto de la
Deriva de Continentes, cuestión esta muy candente en la actualidad.

Una palabra más acerca de Peleg. En la obra de consulta International


Standard Biblical Encyclopedia se hace referencia a un fragmento de un
documento geográfico procedente de Babilonia (80-6-17, 504) que muestra
una serie de ideogramas que se leen provisionalmente como Pulukky, quizá
una forma modificada de Peleg. Esto va seguido de las palabras «Sha ebirti»,
que bien podría significar «Pulukku que fue de Heber», o podría tratarse de
una frase compuesta, «Pulukku-del-Vado». Se podría concebir de un
asentamiento de pelegitas que se estableciese en el río en un punto donde se
pudiera vadear, siendo este río el que fue designado después como el Hebrus.
Sea cual fuere la verdad de este asunto, la palabra «Peleg» parece habernos
llegado de alguna forma a través del griego en la forma de «pelagos», que
significa «mar». Si hay una verdadera vinculación, esto podría denotar otra
idea, esto es, que la «división» tuvo lugar cuando los hombres comenzaron a
migrar por primera vez a través de las aguas. La frase «la tierra fue repartida»
podría interpretarse con el significado de «los pueblos de la tierra quedaron
divididos», esto es, por agua.

Esto es desde luego especulativo, pero en conjunto uno abriga la impresión de


que «Peleg» fue lo suficientemente importante para que su nombre fuese
retenido en diversas formas que reflejan la breve anotación que aparece en
Génesis 10.
Escultura antigua procedente del palacio real de Shabwa, la capital de
Hadhramaut

Ahora se debería hacer una mención de los hijos de Joctán, trece en total,
todos los cuales parecen haberse establecido en Arabia, principalmente al sur.
Almodad puede quizá seguirse a Al Mudad; Selef, en Yemen, representado
por Es Sulaf, y quizá los Salapeni de Tolomeo; Hazar-mavet, en la actualidad
Hadramawt; Jera, colindante con el anterior, se encuentra posiblemente en el
nombre de una fortaleza, Jeraj; Adoram, representado por los adramitas en el
sur de Arabia, mencionados por Plinio y Tolomeo; Uzal, que es
probablemente el antiguo nombre de la capital del Yemen; Dicla, un lugar de
cierta importancia en Yemen, conocido como Dakalah; Obal, preservado
quizá en diversas localidades en Arabia del sur con el nombre de Abil;
Abimael está totalmente sin identificar; Seba podría indicar a los sabeos; Ofir,
quizá representado por Afar, la capital sabea a la que se refiere Tolomeo con
el nombre de Sapfara (Geog. 6.7), y que quizá sea la moderna Zafar; Havila,
el distrito en Arabia Felix, conocida como Jawlan; y Jobab, generalmente
identificado con los jobaritas mencionados por Tolomeo entre las tribus árabes
del sur, y que se sugiere que lo leyó erróneamente como Iobabitai, en lugar de
un original Iobaritai.

El primer límite al que se hace referencia en Génesis 10:30 se refiere quizá a


Massa (véase Génesis 25:14), una tribu del norte de Arabia, a alrededor de
mitad de camino entre el Golfo de Aqaba y el Golfo Pérsico. Por otra parte,
hay un puerto llamado Mousa, o Mouzda, mencionado por Tolomeo, Plinio,
Arriano y otros antiguos geógrafos y que quizá es el lugar que se menciona
aquí. Esta era una ciudad de una cierta importancia en los tiempos clásicos,
pero desde entonces ha caído en decadencia, si la moderna «Mousa» es el
mismo lugar. Gesenius, por la latitud que da Tolomeo, sitúa Mesha en
Maushid, en la costa occidental del Yemen. Si esto último es cierto, entonces
la segunda localidad geográfica debe quizá encontrarse en Sefar, un monte al
este, que debe comprenderse como el Sipar, mencionado con Elam y Susa,
mencionado en un texto descubierto en Susa. Esta nota en Génesis 10
significaría entonces que los trece hijos de Joctán se establecieron entre estos
dos puntos, y el emplazamiento de Ofir parecería localizado dentro de la
península, no en la desembocadura del Indo, como algunos han pensado.

Ha habido muchas ocasiones en las anteriores consideraciones para observar


lo que es solo de esperar de esta época tan temprana, esto es, la proximidad
entre sí de representantes de las tres ramas de la familia de Noé. No se debe
pensar ni por un momento que los semitas, camitas y jafetitas se fueron cada
uno por su camino sin mezclas matrimoniales y el consiguiente mestizaje. Por
ello, no debería sorprendernos encontrar en esta Tabla que el mismo nombre
pueda reaparecer en dos diferentes secciones de la familia de Noé. Así, leemos
de dos personas llamadas Seba, una en el versículo 7 como hijo de Cus, y otra
en el versículo 28 como hijo de Joctán. Rawlinson137 explica cómo la
evidencia lingüística demuestra la existencia temprana de al menos dos razas
en Arabia:

«una, en las regiones septentrional y central, semítica, y hablando la lengua


usualmente conocida como árabe; y otra en las regiones más meridionales,
que es no semítica, y que por el parecido de su lengua con los dialectos de los
aborígenes de Abisinia, los descendientes de los antiguos etíopes, merece ser
llamada etiópica o cusita»
Por tanto, aquí no tenemos el caso de una duplicación errónea, sino de una
confirmación indirecta de la veracidad del registro, porque hubiera sido cosa
más sorprendente si en aquel tiempo no se hubieran repetido nombres entre las
diferentes familias.

Hasta ahora, por tanto, las evidencias que tenemos que afecten directamente a
esta antigua Tabla de las Naciones tienden de forma consecuente hacia su
vindicación como documento que es a la vez etimológicamente sano y de gran
importancia histórica.

Capítulo 5: El círculo en expansión

Monasterio en Armenia con el monte Ararat al fondo.

Parece improbable, incluso admitiendo todas las posibles discontinuidades en


el texto que algunos están persuadidos que tienen que existir, que se pueda
empujar hacia atrás la fecha del Diluvio y con ella la fecha de los
acontecimientos bosquejados en esta Tabla de las Naciones, más allá de unos
pocos miles de años a.C. Como mucho, estos acontecimientos difícilmente
pueden haber ocurrido hace mucho más de 6000 años —y, personalmente, me
parece que 4500 años está más cerca de la verdad. En este caso nos vemos
obligados a concluir que, excepto por los que vivieron entre Adán y Noé y
fueron destruidos por el diluvio, y cuyos restos creo que es probable que
nunca se encuentren, todos los hombres fósiles, todos los pueblos
prehistóricos, todas las comunidades primitivas extintas o vivientes, y todas
las civilizaciones desde entonces, se tienen que englobar dentro de este lapso
de unos pocos miles de años. Y, así de entrada, esta propuesta puede parecer
totalmente absurda.

Sin embargo, en este capítulo espero poder demostrar que hay líneas
probatorias de considerable fuerza en apoyo de la anterior proposición. Al
exponer esto, surgirán toda clase de objeciones en la mente del lector que
tenga algún conocimiento extenso de las actuales perspectivas de la
antropología física. Se hace un intento en discurrir acerca de algunas de estas
objeciones en otros artículos Doorway: «Fossil Man and the Genesis
Record [El hombre fósil y el registro del Génesis]», «Primitive Cultures: Their
Historical Origins [Las culturas primitivas: sus orígenes históricos]»;
«Longevity in Antiquity and Its Bearing on Chronology [La longevidad en la
antigüedad y sus consecuencias para la cronología]», y «The Supposed
Evolution of the Human Skull [La supuesta evolución del cráneo humano]».
Sin embargo, algunos problemas permanecen sin resolver. Con todo, no hay
necesidad de resolver todos los problemas antes de presentar una postura
alternativa.

Es nuestra posición que Noé y su esposa y familia fueron verdaderas personas,


los únicos supervivientes de un cataclismo principal, cuyo mayor efecto fue
borrar la antigua civilización que se había desarrollado desde Adán hasta
aquel tiempo. Cuando el Arca tocó tierra, quedaron ocho personas vivas en el
mundo, ni una más. Tocando tierra en alguna parte de Armenia, comenzaron a
extenderse al irse multiplicando, aunque por un tiempo mantuvieron una
tradición cultural homogénea. La pauta familiar inicial, originada por la
existencia en el grupo de tres hijos y sus esposas, dio origen con el transcurso
del tiempo a tres distintos grupos raciales que, según su linaje patriarcal, son
más propiamente designados como jafetitas, camitas y semitas, pero en
terminología moderna serían representados por el pueblo semita (hebreos,
árabes y naciones antiguas como los babilonios, asirios, etc.), los camitas
mongoloides y negroides, y los jafetitas caucasoides.

Al principio se mantuvieron juntos. Pero en el decurso de un siglo, más o


menos, se disgregaron en pequeños grupos, y posteriormente algunos de la
familia de Sem, la mayoría de la familia de Cam y unos pocos de la familia de
Jafet llegaron del este a la llanura de Mesopotamia (Génesis 11:29). Aquí
parece, por las evidencias tratadas en otros artículos, que la familia de Cam,
que había llegado a ser políticamente dominante, inició un movimiento para
impedir una mayor dispersión proponiendo la edificación de un monumento
como punto visible de reunión en la llanura, con lo que se atrajo un juicio que
llevó a una dispersión forzada y rápida de la misma por toda la tierra.

Esta circunstancia explica que en cada parte del mundo donde Jafet ha
migrado posteriormente ha ido siempre precedido por Cam —lo cual se aplica
a cada continente. En tiempos prehistóricos esto siempre resulta cierto, con los
restos fósiles más antiguos mostrando rasgos negroides o mongoloides,
mientras que los que siguieron no son así. Es cosa cierta que en tiempos
protohistóricos todos los avances culturales que lograron los pioneros camitas
tendieron a ser absorbidos por los sucesores jafetitas. El registro de la
extensión más relajada de Jafet por la tierra ha quedado manchado por la
destrucción tanto de la cultura como de sus creadores camitas siempre que los
jafetitas llegaron con la suficiente fuerza para conseguir el dominio. Esto
sucedió en el Valle del Indo, sucedió en América Central, sucedió con las
tribus indias de América del Norte, sucedió en Australia, y solo la
superioridad numérica ha preservado a África hasta ahora de la misma suerte.
La deuda de Jafet para con Cam por su contribución pionera en el dominio del
medio ambiente se explora ampliamente y documenta en el
artículo Doorway nº 43, «The Technology of Hamitic People [La tecnología
del pueblo camita]», parte IV del volumen Noah´s Three Sons, y su
complementario, el artículo 28, Parte I del mismo volumen, «The Part Played
by Shem, Ham, and Japheth in Subsequent World History [El papel de Sem,
Cam y Jafet en la posterior historia mundial]». No repetiremos aquí dichos
argumentos.

Ahora bien, a pesar de los descubrimientos en Sudáfrica en años recientes,


sigue siendo verdad que tanto si hablamos del hombre fósil como de antiguas
civilizaciones, de pueblos coetáneos o nativos, o de la actual población del
mundo, resulta que todas las líneas migratorias que pueden seguirse todavía en
la actualidad irradian desde el Oriente Medio.
Hidria con decoración marina, 1500 a.C. (Minoico tardío).
La pauta es como sigue. A lo largo de cada ruta migratoria se encuentran
asentamientos, cada uno de los cuales difiere ligeramente del que le precedió
y del que le sigue. Como regla general, la dirección del movimiento tiende a
evidenciarse por una pérdida gradual de artefactos culturales, que siguen en
uso más atrás en la línea, pero que o bien desaparecen del todo más adelante
en la línea, o son copiados de una forma burda o meramente representados en
imágenes o en folklore. Cuando irradian diversas líneas a partir de un solo
centro, la imagen que se presenta es más o menos una serie de círculos cada
vez más amplios de asentamientos, donde cada uno va compartiendo menos y
menos de los artefactos culturales originales que persisten en el centro. Al
mismo tiempo aparecen artículos completamente nuevos, que están pensados
para satisfacer nuevas necesidades que no se encuentran en el centro. Cuanto
más uno se aleja del centro siguiendo estas rutas migratorias, tanto más
nuevos y singulares serán los artículos que será probable encontrar y que no
sean compartidos por otras líneas, pero quedan algunas reminiscencias de
unos pocos vínculos particularmente importantes o útiles con la patria
original. Si uno entra en un asentamiento sin un conocimiento previo de la
dirección desde la que llegaron los colonos, uno no puede estar seguro de la
manera en que tengan que remontarse las relaciones. Sin embargo, hay por lo
general algún fragmento probatorio que permite a uno separar los artefactos
que han sido introducidos de aquellos que se han desarrollado en el lugar. Esto
es particularmente así siempre que aparecen artículos complejos que exigen
materiales no disponibles en la localidad. A veces la evidencia es de segunda
mano, como cuando se encuentra un artículo que es evidentemente una copia,
y hay algo en su construcción que lo demuestra. Por ejemplo, ciertas vasijas
de cerámica minoica son claramente copias de prototipos metálicos, tanto por
la forma que adoptan como por su ornamentación.138 Allí donde las asas de
cerámica de estas vasijas se unen con el cuerpo de las mismas, hay pequeños
botones de barro cocido que no sirven a ninguna función, pero que son un
evidente intento de copiar los roblones que en el pasado fijaban las asas
metálicas al cuerpo metálico del prototipo. Estos prototipos aparecen en Asia
Menor, y queda por ello demostrado de qué manera se tiene que seguir la línea
migratoria, porque es inconcebible que la vasija de cerámica con sus pequeños
botones de barro cocido diese al metalúrgico la idea acerca de dónde poner los
roblones.

En las más antiguas migraciones que, si nos dejamos guiar por la cronología
de las Escrituras, tienen que haber sido bastante rápidas, fue inevitable que se
diese una tendencia más marcada hacia la pérdida de artículos culturales
comunes al centro según uno se va desplazando, en lugar de hacia la
obtención de nuevos artículos.139 Con ello el nivel general de la cultura
descendería, aunque las tradiciones orales, los rituales y las creencias
religiosas cambiarían más lentamente. A su tiempo, después que un grupo
humano suficientemente grande hubiera permanecido en algún lugar, surgiría
un nuevo «centro» con muchas de las antiguas tradiciones preservadas pero
con algunas de nuevas establecidas con suficiente vigor para enviar nuevas
oleadas de influencias tanto más adelante como atrás a lo largo de la línea de
migración.

Juntamente con estas pérdidas culturales en la inicial expansión de los pueblos


camitas habría una cierta degradación física. No es solo que en muchos casos
la gente tiende a no estar preparada para los rigores de la vida pionera y a
degradarse culturalmente como consecuencia de ello, sino que el alimento
mismo es a menudo muy insuficiente o inapropiado, y sus cuerpos tampoco se
desarrollan de forma normal. Como Dawson ha observado,140 cuanto más
cultivado es un inmigrante al llegar, tanto más gravemente queda
obstaculizado y propenso a sufrir cuando se le privan las amenidades
familiares de su vida anterior. Esto, por ejemplo, lo han observado los que han
estudiado los efectos de la dieta sobre el cráneo humano, y este tema se trata
con cierto detalle en «The Supposed Evolution of the Human Skull [La
supuesta evolución del cráneo humano » (contenida en el volumen 2
de Doorway Papers Series); y, con respecto a la cultura, en «Primitive
Cultures: Their Historical Origins [Las culturas primitivas—sus orígenes
históricos]» (también en el vol. 2).

El establecimiento ocasional de lo que se pudiera designar como centros


culturales «provinciales» a lo largo de las diversas rutas migratorias ha
complicado enormemente la pauta de relaciones en los tiempos
protohistóricos, pero la evidencia que existe, incluso con lo exigua que es en
ocasiones, da un fuerte apoyo a la Cuna de la Humanidad en el Oriente Medio,
desde donde salieron sucesivas oleadas de pioneros que no eran indoeuropeos
ni semitas. Se trataba de pioneros camitas, bien de tipo mongoloide o negroide
con algunas mezclas, que abrieron caminos y nuevos territorios en todas las
partes habitables de la tierra, y que finalmente establecieron una forma de vida
en cada localidad que en cada nivel básico hacía un uso máximo de las
materias primas y de los recursos de aquella localidad. Los jafetitas los
siguieron, edificando sobre este fundamento y aprovechando esta tecnología
básica a fin de levantar con el tiempo una civilización más elevada, a veces
desplazando totalmente a los camitas, a veces educando a sus maestros en
otras formas y luego retirándose, y a veces absorbiéndolos de forma que
ambas líneas raciales quedaron fundidas en una.

Hasta ahora hemos estado tratando los grandes rasgos. Ahora pasaremos a un
examen más detallado de la evidencia de que (a) la dispersión del hombre
tuvo lugar desde un centro en alguna parte del Oriente Medio, y (b) que los
que formaron la vanguardia eran de linaje camita.
La fachada reconstruida del gran zigurat neo-sumerio de Ur, cerca de Nasiriya
, Irak.

Antes que se propusiera un origen evolutivo para el hombre, había un acuerdo


general de que la Cuna de la Humanidad estaba en Asia Menor, o al menos en
el Oriente Medio. Cualquier evidencia de tipos primitivos en el mundo, fuesen
vivientes o fósiles, se consideraba prueba de que el hombre se había ido
degradando al apartarse del lugar del Paraíso. Cuando el Evolucionismo
capturó la imaginación de los antropólogos, los restos fósiles primitivos
fueron inmediatamente considerados como prueba de que los primeros
hombres no estaban constitucionalmente muy apartados de los simios. Pero se
presentaba un problema, y era que los supuestos antecesores del hombre
moderno parecían siempre aparecer en los lugares que no debían. Se seguía
haciendo la suposición de que el Oriente Medio era el hogar del hombre, y por
ello que estos tipos fósiles primitivos, que aparecían en todas partes menos en
esta región, parecían totalmente fuera de lugar. Osborn, en su obra Men of the
Old Stone Age, intentó explicar esta anomalía argumentando que se trataba de
migrantes.141 Él expresó su convicción de que tanto los habitantes humanos
como animales de Europa, por ejemplo, habían migrado hacia allí en grandes
oleadas procedentes de Asia y de África. Pero escribió que era probable que la
fuente de las oleadas migratorias fuese Asia, siendo el norte de África solo el
camino de paso. Esta era su posición en 1915, y cuando apareció en 1936 una
tercera edición de su famoso libro, había modificado solo de manera ligera sus
puntos de vista originales. Tenía un mapa del Viejo Mundo con esta nota al
pie:

«A través de esta dilatada era se tiene que considerar a Europa Occidental


como una península rodeada de mar por todas partes y extendiéndose hacia al
oeste como prolongación de la gran masa de tierras de Europa oriental y Asia
—que fue el principal escenario de la evolución, tanto de la vida animal como
de la humana».

Sin embargo, en 1930, y en contra de las expectativas, el profesor H. J.


Fleure tuvo que admitir:142

No se han descubierto trazas claras de los hombres y culturas de la última


parte de la Vieja Edad de Piedra (conocida en Europa como las fases
auriñaciense, solutrense y magdaleniense) en las tierras altas centrales de
Asia.

La situación era fundamentalmente la misma cuando W. Koppers observó en


1952:143

Es cosa digna de resaltar que hasta ahora todos los hombres fósiles que se han
encontrado en Europa, el Lejano Oriente y África, esto es, en regiones
marginales de Asia que son de lo menos probable que hayan constituido la
cuna de la raza humana. No conocemos ningunos restos del Asia central
donde la mayoría de los eruditos que se han ocupado acerca del origen del
hombre situarían las razas más tempranas.

Es cierto que actualmente se han encontrado algunos hombres fósiles en el


Oriente Medio, pero bien lejos de hablar en contra de esta área como el centro
de posteriores migraciones, me parecen que hablan de forma indirecta —y por
ello con tanta mayor fuerza— a favor de ella. Volveremos a esto más
adelante.
El Estandarte de Ur fue hallado en una tumba perteneciente a los siglos
XXVII-XXV, en el período Dinástico Arcaico. Representa diversas escenas
de la vida cotidiana y de guerra.

El profesor Griffith Taylor de la Universidad de Toronto, hablando con


referencia a movimientos migratorios en general, tanto en tiempos
prehistóricos como históricos, escribió:144

Aparece una serie de regiones en las Indias Orientales y en Australasia que


está dispuesta de forma que los más primitivos son los que aparecen más
alejados de Asia, y los más avanzados más cerca de Asia. Esta distribución
alrededor de Asia aparece cierta en las demás «penínsulas» [esto es, África y
Europa, ACC], y es de fundamental importancia a la hora de tratar acerca de
la evolución y de la situación etnológica de los pueblos de que se trate. Sea
cual sea la región que consideremos, África, Europa, Australia o América,
encontramos que las principales migraciones han procedido siempre de Asia.

Después de tratar con algunos de los índices que emplea para establecer
posibles relaciones entre grupos en diferentes áreas geográficas, observa:145

¿Cómo puede alguien explicar la estrecha semejanza entre tipos tan


distanciados como los que se exponen aquí? Solo la expansión de zonas
raciales a partir de una tierra-cuna común [énfasis suyo] puede explicar estas
afinidades biológicas.
Máscara del faraón Tutankamón, en la que el rey-niño aparece tocado con el
Nemes.

Y a continuación, cuando trata acerca de la etnología africana, observa:146


El primer punto de interés al estudiar la distribución de los pueblos africanos
es que se mantiene la misma regla que hemos observado en los pueblos de
Australasia. Los grupos más primitivos se hallan en las regiones más distantes
de Asia, o, lo que es equivalente, en las regiones más inaccesibles. ...

Dadas estas condiciones, parece lógico suponer que las zonas raciales solo
pueden haber sido resultado de que pueblos similares se extendieran como
ondas procedentes de un origen común. Esta tierra-cuna debería encontrarse
aproximadamente entre las dos «penínsulas», y todas las indicaciones
(incluyendo la distribución racial de la India) señalan a una región de
evolución máxima no lejos del Turkestán. No es improbable que el factor
tiempo fuese similar en la expansión de todos estos pueblos.

De un modo similar, Dorothy Garrod escribió:147

Se está haciendo más y más claro que no es en Europa que tenemos que
buscar los orígenes de los diversos pueblos paleolíticos que invadieron con
éxito el oeste. ... La clasificación de De Mortillet, por tanto, solo registra el
orden de llegada [mi énfasis, ACC] al Occidente de una serie de culturas, cada
una de las cuales se originó y probablemente pasó la mayor parte de su
existencia en algún otro lugar.

V. G. Childe también escribió en este sentido:148

Nuestro conocimiento de la arqueología de Europa y del Antiguo Oriente ha


fortalecido enormemente la posición de los orientalistas. Es cosa cierta que
ahora podemos seguir provincias interconectadas de manera continua a lo
largo de las cuales las culturas se observan distribuidas regularmente en zonas
de grados descendientes alrededor de los centros de civilizaciones urbanas en
el Antiguo Oriente. Esta zonación es la mejor prueba posible del postulado de
difusión que mantienen los orientalistas.

Al escribir acerca de la posible cuna del Homo sapiens, Henry Field da una
reseña muy esquemática de los principales hallazgos del hombre fósil (hasta la
fecha, en 1932), incluyendo hallazgos de Pequín, Kenia, Java, Heidelberg,
(Piltdown), y Rhodesia (la actual Zimbabwe —N. del T.), y luego da un mapa
donde las localiza; y luego observa:149

No me parece probable que ninguna de estas localidades pudiera haber sido el


punto original desde el que migrasen los primeros hombres. Las distancias,
combinadas con muchas barreras geográficas, tenderían a hacer insostenible
una teoría de esta naturaleza. Sugiero que una región más o menos
equidistante de los bordes exteriores de Europa, Asia y África puede haber
sido desde luego el centro en el que tuvo lugar el desarrollo.
Situación de las ciudades de la antigua Mesopotamia. En la zona más
meridional, junto a Eridu, está Ur.

Es cierto que estas declaraciones fueron escritas antes de los recientes


descubrimientos en Sudáfrica, o en el Lejano Oriente en Chou-kou-tien, o en
el Nuevo Mundo. De los hallazgos en Sudáfrica es poco lo que se puede decir
de cierto, y no hay unanimidad acerca de su verdadera trascendencia. Los
hallazgos en Chou-kou-tien, como intentaremos exponer, en realidad prestan
apoyo a la tesis que presentamos aquí, y de manera interesante. En cuanto al
Nuevo Mundo, nadie jamás ha propuesto que fuese la Cuna de la Humanidad.
Así, el Oriente Medio sigue reteniendo la prioridad como el probable original
Hogar del Hombre. Sin embargo, por lo que se refiere a dataciones, se tiene
que admitir que ninguna autoridad con su reputación en juego propondría que
este hogar se remonta a fecha tan reciente como la de nuestras cuentas de solo
4500 años. El problema del tiempo persiste y de momento no tenemos
respuesta al mismo, pero podemos pasar a explorar las líneas de evidencia que
en todos los demás respectos apoyan la tesis enunciada con anterioridad en
este capítulo.

Parte de esta evidencia, cosa curiosa, es el hecho de la diversidad de los tipos


físicos que se encuentra dentro de lo que parecen haber constituido familias
unidas. Esto ha sido causa de alguna sorpresa, y sin embargo queda explicado
si se acepta una dispersión desde un centro. Hace algunos años, W. D.
Matthew hizo la siguiente observación:150

Sean cuales fueren las agencias que se asignen como causa de evolución en
una raza, debería ser al principio más progresiva en este momento de la
dispersión original, y seguirá este proceso en aquel punto como respuesta a
cualquier estímulo que la causó originalmente, y que se expandirá en
sucesivas oleadas migratorias, siendo cada oleada superior a la precedente. En
cualquier punto de tiempo, por ello, las etapas más avanzadas estarán más
cerca del centro de dispersión, y las etapas más conservadoras serán las más
alejadas del mismo.

Se deben hacer algunos comentarios acerca de esta observación, porque


conlleva importantes implicaciones. Lebzelter151 observó que

«donde el hombre vive en grandes conglomeraciones, la raza (esto es, la


forma física) tiende a ser estable mientras que la cultura se vuelve
especializada; allí donde vive en pequeños grupos aislados, la cultura es
estable pero evolucionan razas especializadas»

Mapa de distribución de los seres humanos según el tono de piel,


considerando las poblaciones nativas o anteriores al s.XVI, según mapa de R.
Biasutti de 1940. (Barsh 2003).

Según Lebzelter, esta es la razón de que la diferenciación racial fuese


relativamente destacable en las etapas primitivas de la historia del hombre. La
explicación de este hecho es bien clara. En una población muy pequeña y con
una estrecha consanguinidad, los genes para caracteres singulares tienen
mucha mayor probabilidad de expresarse de modo homocigótico, de modo
que tales caracteres aparecen en la población con una mayor frecuencia, y
tienden a perpetuarse. Por otra parte, una población tan pequeña puede tener
una existencia tan precaria que el margen de supervivencia sea demasiado
pequeño para alentar o permitir la expresión de diversidades culturales. Así, el
tipo físico es variante pero va acompañado de conformidad cultural, mientras
que en una comunidad grande y bien establecida, comienza a aparecer una
norma física como característica de aquella población, pero la seguridad
resultante de los números permite un mayor juego de la divergencia cultural.

Así, al mismo principio podríamos esperar encontrar en el área central una


medida de diversidad física y de uniformidad cultural; y en cada centro
secundario o provincial en sus etapas iniciales aparecería la misma situación.
La diversidad física a esperar en base a lo expuesto quedaría aun más
exagerada, como ahora se sabe, por el hecho (solo reconocido en época
relativamente reciente) de que cuando cualquier especie establecida entra en
un nuevo ambiente da en el acto expresión a una nueva y mayor capacidad de
diversificación. Hace muchos años, Sir William Dawson observó este
fenómeno en la biología de las plantas y de los animales.152 En base al
estudio de moluscos y otros fósiles posteriores al Plioceno, llegó a la
conclusión de que

«las nuevas especies tienden a variar hasta el mayor grado de sus posibles
límites, y luego a permanecer estacionarios durante un tiempo indefinido»

Una explicación de esto la propuso recientemente Colin H. Selby en Christian


Graduate.153 Esta circunstancia fue también objeto de una observación
de Charles Brues,154 que añade que «la variabilidad de formas es ligera una
vez que la población es grande, pero al principio es rápida y extensa en el caso
de muchos insectos para los que tenemos los datos necesarios». Adolph
Schultz hizo adicionales observaciones acerca de este punto al tratar acerca de
poblaciones de primates en el Simposio en Cold Springs Harbor en 1950.155

De modo que en realidad tenemos tres factores, todos los cuales se encuentran
todavía funcionales en las poblaciones vivientes, y que deben haber
contribuido a la marcada variabilidad en los restos fósiles primitivos, en
particular cuando se encuentran varios especímenes en un único
emplazamiento, como en Chou-kou-tien, por ejemplo, o en Obercassel, o en el
Monte Carmelo.

Estos factores se pueden recapitular del siguiente modo: (a) Una nueva
especie es más variable cuando aparece por primera vez; (b) Una población
pequeña es más variable que una de grande; (c) Cuando una especie o unos
pocos miembros de la misma pasan a un nuevo medio ambiente, vuelven a
aparecer amplias variedades que solo se estabilizan con el tiempo. A estos tres
puntos se debería añadir un cuarto, esto es, que las pequeñas poblaciones
tienen propensión a ser muy conservadoras en su cultura, con lo que
mantienen una gran identidad aunque estén muy extendidas geográficamente.

Las cinco razas humanas según Blumenbach.

Los restos fósiles ofrecen un constante testimonio de la realidad de estos


factores, pero esto solo tiene significado si damos por supuesto que una
pequeña población comenzó en el centro y, al quedar firmemente establecida
allí, envió sucesivas oleadas de migraciones que generalmente estaban
compuestas de muy pocas personas en cada grupo individual, y que a su vez
establecieron una sucesión adicional de centros, repitiéndose el proceso una y
otra vez hasta que el hombre primitivo quedó esparcido por todas las regiones
habitables del mundo. Al principio, cada nuevo centro exhibió una gran
diversidad de tipos físicos, pero al multiplicarse se llegó a una mayor
uniformidad con el paso del tiempo. Allí donde un centro subsidiario de este
tipo quedó extinguido antes de lograrse esta uniformidad, pero donde sus
restos quedaron preservados, la diversidad quedó, por así decirlo, retenida
para nuestro examen. Al mismo tiempo, en áreas marginales donde los
individuos o las familias sufrieron un desplazamiento por la acción de los que
los seguían, las circunstancias se combinaron con frecuencia para degradarlos
físicamente, de modo que el hombre fósil manifiesta una tendencia a exhibir
una forma embrutecida —pero ello debido a razones secundarias. Por una
parte, en las primeras etapas de estas migraciones la uniformidad cultural sería
no solo la regla en cada grupo, sino necesariamente la regla también en todos
los grupos. Y esto también se ha encontrado como cierto hasta un grado
extraordinario. Desde luego, y siguiendo la regla acabada de enunciar, sería de
esperar que los grupos más primitivos —aquellos que habían sido empujados
hasta los círculos más alejados— exhibiesen la mayor uniformidad cultural,
de modo que no sería sorprendente encontrar esta identidad en áreas tan
periféricas como el Nuevo Mundo, Europa, Australia, Sudáfrica, etc., y esto es
precisamente lo que se ha observado.
Unas líneas de evidencia que exploraremos algo más adelante nos llevan a la
conclusión de que no deberíamos explorar estas áreas marginales, tanto
respecto a coetáneos primitivos como a restos fósiles, en pos de una
perspectiva de las etapas iniciales de la posición cultural del hombre. Es
precisamente en estas áreas marginales donde no las encontraremos. La lógica
de este argumento fue a la vez evidente para y llanamente rechazada por E. A.
Hooten, que observó:156

La adopción de un principio como este demandaría la conclusión de que


aquellos lugares donde uno encuentra formas primitivas de cualquier orden de
animal son precisamente los lugares donde estos animales no pudieran haberse
originado. ...

Pero este es el principio de lucus a non lucendo, esto es, de encontrar luz
donde uno no debiera, y que llevado a su extremo lógico nos llevaría a buscar
la cuna del hombre en aquella área donde no hay trazas del hombre antiguo y
de ninguno de sus precursores primates [mi énfasis, ACC].
Seti I - Faraón de la Dinastía XIX de Egipto.

William Howells ha escrito con cierta extensión acerca de que, en sus


palabras, «todas las huellas visibles llevan fuera de Asia».157 Luego examina
la situación respecto a las líneas migratorias emprendidas por los «blancos» y
supone que al principio estuvieron atrincherados en el sudoeste de Asia
«aparentemente con los Neandertales al norte y oeste de ellos». Él propone
que en tanto que la mayoría de ellos penetraron tanto en Europa como en
África del Norte, algunos de ellos pueden haberse desplazado hacia el este a
través del Asia central y hacia el interior de China, lo que podría dar
explicación de los ainu y de los polinesios. Él cree que la situación con
respecto a los mongoloides es bastante clara, siendo que el origen de ellos
estuvo más o menos en la misma área que la de los «blancos», desde donde
poblaron el Este. Los pueblos de tez oscura son, en sus palabras «un
rompecabezas mucho más formidable». Cree él que los aborígenes
australianos se pueden remontar hasta la India, con alguna evidencia de ellos
quizá en la Arabia meridional. Es de suponer que los negros africanos deben
también haber derivado del Oriente Medio, quizá llegando a África por el
Cuerno, y por ello también por vía de Arabia. Sin embargo, hay un número de
pueblos de piel negra que parecen esparcidos aquí y allá de una manera que él
denomina como «el enigma culminante», una de cuyas características
principales es la peculiar relación entre los negros y los negritos. De estos
últimos, dice lo siguiente:158

Se les localiza entre los negros en la selva del Congo, y aparecen en el límite
oriental de Asia (las islas Andaman, la península de Malaca, probablemente la
India, y posiblemente en el pasado en el sur de China), en las Filipinas y en
Nueva Guinea, y quizá en Australia, con probables trazas en Borneo, las
Célebes y diversas islas de Melanesia.

Todas estas son áreas de «refugio», e inhóspitas selvas remotas que los
pigmeos han ocupado evidentemente cuando pueblos más poderosos llegaron
posteriormente a las mismas regiones ...

Hay diversas cosas que se hacen patentes en base a estos hechos. Los negritos
deben haber migrado desde un punto común. ... Y es imposible suponer que su
punto de origen estuviera en cualquier extremo de su ámbito. ... Es mucho
más probable que procediesen de un punto medio, que es Asia.

Así, hay una medida muy amplia de acuerdo acerca de que las líneas
migratorias irradian no desde un punto en alguna parte en África, Europa o el
Lejano Oriente, sino de un área geográfica que debe asociarse estrechamente
con aquella parte del mundo en la que no solo la Escritura parece decir que el
hombre comenzó a poblar físicamente el mundo después del Diluvio, sino
también donde comenzó culturalmente. Contemplando la difusión de la
civilización tal como hemos contemplado la difusión de la humanidad, está
claro que las líneas siguen el mismo curso. La diferencia esencial, si estamos
observando las secuencias cronológicas actuales, es que en tanto que se
mantiene que la dispersión de la humanidad tuvo lugar hace cientos y cientos
de miles de años, la dispersión de la civilización es un acontecimiento que ha
tenido lugar casi dentro de los tiempos históricos.
Neandertal de la Chapelle-aux-Saints (Francia).

Uno podría postular que aquellos cuya migración tuvo lugar hace cientos de
miles de años y cuyos restos nos proporcionan el hombre fósil y las culturas
prehistóricas (auriñaciense, etc.) constituían una especie; y que los que
iniciaron la cultura básica en la región del Oriente Medio —el momento clave
de todas las culturas históricas subsiguientes en el mundo— constituían otra
especie. Algunos han propuesto provisionalmente un concepto como éste
contemplando al Hombre de Neanderthal como una especie o subespecie más
antigua que quedó eliminada con la aparición del llamado «hombre
moderno».159 La asociación de los Neanderthales con modernos en los
hallazgos del Monte Carmelo parece chocar con este concepto.160 Y, desde
luego, hay en la actualidad un acuerdo muy extendido acerca de que, con la
excepción de los hallazgos más recientes de Sudáfrica, todos los fósiles de los
hombres prehistóricos, primitivos y modernos, forman una sola
especie, Homo sapiens.

Ralph Linton contemplaba las variedades de hombre reveladas por los


hallazgos de fósiles como debidas a factores que ya hemos bosquejado. Tal
como él lo expresó:161

Si estamos en lo cierto en nuestra creencia de que todos los hombres


existentes pertenecen a una sola especie, el hombre primitivo debe haber sido
una forma generalizada con potencialidades para evolucionar a todas las
variedades que conocemos en la actualidad. Además, parece probable que esta
forma generalizada se extendió ampliamente y de forma rápida, y que en el
transcurso de unos pocos miles de años de su aparición, pequeños grupos de
individuos estaban esparcidos por la mayor parte del Viejo Mundo.

Estos grupos se encontrarían en muchos medios diferentes, y las


peculiaridades físicas que fuesen ventajosas para uno de ellos carecerían de
importancia o serían en la práctica perjudiciales para otro. Además, debido al
relativo aislamiento de estos grupos y a sus circunstancias habituales de
relaciones de estrecha consanguinidad, cualquier mutación favorable o al
menos no dañina bajo aquellas circunstancias particulares tendría la mayor
probabilidad de extenderse a todos los miembros del grupo. Parece bien
posible dar cuenta de todas las variaciones conocidas en nuestra especie sobre
esta base, sin invocar la teoría de una pequeña cantidad de variedades
distintas.
Homo erectus erectus (Pithecanthropus) - Restos originales descubiertos por
Dubois en Java entre 1891 y 1892

Contemplados bajo esta luz, los especímenes fósiles degradados que se


encuentran en regiones marginales no se deberían tratar ni como experimentos
evolutivos «fallidos» hacia la producción del verdadero Homo sapiens, ni
como fases «exitosas» pero solo parcialmente completas, o eslabones, entre
los simios y los hombres. Lo cierto es que, como Griffith Taylor estaba
dispuesto a admitir,162
«la situación de eslabones "perdidos" como el Pithecanthropus en Java, etc.,
parecía tener poco que ver con la cuestión de la tierra cuna de la humanidad»

De hecho, hubiera podido decir lo mismo acerca de la cuestión de los orígenes


humanos. Y concluye:

«Se trata casi ciertamente de ejemplos de un ... tipo que ha sido empujado
fuera a los márgenes».

Así, la manera en que uno estudia o contempla estos restos fósiles está muy
afectada por la forma que uno tenga de pensar, si lo hace en términos de
procesos biológicos o históricos. El profesor A. Portmann de Viena
observó:163

Una misma pieza de evidencia adoptará aspectos totalmente diferentes según


el ángulo —paleontológico o histórico— desde el que la observemos. La
veremos bien como un eslabón en una de las muchas series evolutivas que el
paleontólogo intenta establecer, o como algo vinculado con acciones y
desarrollos de la historia remota que difícilmente podemos esperar reconstruir.
Permítaseme decir claramente que por mi parte no tengo la más ligera duda de
que los restos del hombre primitivo que nosotros conocemos deberían ser
todos juzgados desde criterios históricos.

Esta misma aproximación hacia el significado del hombre fósil ha sido


seguida con cierto detalle por Wilhelm Koppers, que piensa que «el
primitivismo en el sentido de una mayor proximidad del hombre a la bestia»
puede en ocasiones ser «resultado de un desarrollo secundario».164 Él cree
que sería mucho más lógico «evolucionar» el Hombre de Neanderthal desde el
Hombre Moderno que el Hombre Moderno desde el Hombre de Neanderthal.
Él mantiene que el Neanderthal era un tipo especializado y más primitivo,
pero más tardío que el hombre moderno, al menos por lo que se refiere a
Europa.

Una autoridad tan grande como Franz von Weidenreich165 estaba también
preparada para admitir de manera inequívoca:

«No se ha descubierto hasta la fecha ningún tipo de hombre fósil cuyos rasgos
característicos no se puedan seguir de vuelta al hombre moderno» [mi
énfasis].

Esto concuerda con la opinión de Griffith Taylor,166 que observó:

«Desde luego, se está acumulando la evidencia de que los pueblos paleolíticos


de Europa estaban mucho más relacionados con las razas que ahora viven en
la periferia de las regiones euroafricanas de lo que se admitía previamente».
Hace muchos años, Sir William Dawson exploró este mismo tema y lo expuso
hasta cierta extensión en su obra, hermosamente redactada pero casi
completamente ignorada, Fossil man and Their Modern Representatives.
Aunque hubo un tiempo en el que la unidad del hombre fue puesta en
cuestión, vemos que no lo fue por todos.

Replica de la quijada inferior de Homo erectus de Tautavel, Francia.

En la actualidad, se nos asegura desde casi todos los lados que la raza humana
es, como dice la Escritura, «de una sangre», una unidad que comprende al
hombre antiguo y moderno, al primitivo y civilizado, al fósil y al coetáneo.
Esto lo afirman Ernst Mayr,167 Melville Herskovits,168 W. M.
Krogman,169 Leslie White,170 A. V. Carlson,171 Robert Redfield,172 y
desde luego la misma UNESCO.173 En el Simpsio de Cold Springs Harbor
sobre «Quantitative Biology [Biología cuantitativa]» celebrado en 1950, T. D.
Stewart,174 en un artículo titulado «Earliest Representatives of Homo
Sapiens [Los más antiguos representantes del Homo sapiens]», expresó sus
conclusiones en las siguientes palabras,

«Por ello, lo mismo que Dobzhansky, no veo actualmente razón alguna para
suponer que haya existido más que una sola especie de homínidos en
cualquier nivel temporal en el Pleistoceno»
Alfred Romer175 observó, en un comentario acerca de la colección de
hallazgos fósiles procedentes de Palestina (Mugharet-et-Tabun, y Mugharet-
es- Skuhl),

«En tanto que ciertos de los cráneos son desde luego Neanderthales, otros
exhiben en un grado variable numerosos rasgos neantrópicos (esto es, del
"hombre moderno")»

Subsiguientemente, identifica tales cráneos neantrópicos como pertenecientes


al tipo general Cro-Magnon en Europa —un tipo humano que parece haber
sido un espécimen físico espléndido. Propone más adelante que el grupo
humano del Monte Carmelo «se puede considerar como debido a hibridación
de la raza dominante (hombre de Cro-Magnon) con sus humildes predecesores
(hombre de Neanderthal)». Así, la imagen que una vez tuvimos de medios
hombres simiescos andando en una postura encorvada, que hubieran
precedido a la llegada del Hombre «verdadero», ha cambiado totalmente con
la acumulación de evidencias. Ahora se sabe que estas criaturas
pretendidamente encorvadas andaban totalmente erguidas,176 que su
capacidad craneana excedía por lo general a la del hombre europeo moderno
(en caso de que esto signifique algo), y que vivían colindantes con la raza más
desarrollada (hablando físicamente) que el mundo haya visto probablemente
en toda su historia.

Como un ejemplo extraordinario de la inmensa variabilidad que puede mostrar


una población temprana, pequeña y aislada, no hay nada mejor que referirnos
a los hallazgos en Chou-kou-tien en China,177 en la misma localidad en la
que se encontró el Hombre de Pequín. Estos restos fósiles procedieron de lo
que ahora se conoce como la Cueva Superior, y pertenecen a siete individuos
que parecen ser miembros de una familia: un anciano que se considera como
mayor de 60 años, un hombre más joven, dos mujeres relativamente jóvenes,
un adolescente, un niño de cinco años, y un recién nacido. Junto con ellos se
encontraron utensilios, ornamentos y miles de fragmentos de animales.

El estudio de estos restos ha desvelado algunos hechos sumamente


interesantes. El más importante en el presente contexto es que, a juzgar por la
forma craneana, en esta familia tenemos a un representante del Hombre
de Neanderthal, una mujer «melanesia» que nos recuerda a los ainu, un tipo
mongol, y otro que es bastante semejante a la mujer esquimal actual. Al
comentar estos hallazgos, Weidenreich expresó su asombro ante la gama de
variabilidad:178
La calavera de Ferrassie. Varón Neanderthal.

Lo sorprendente no es la aparición de tipos paleolíticos del hombre moderno


que se parecen a tipos raciales de la actualidad, sino su aparición conjunta en
un sitio e incluso en el seno de una sola familia, considerando que estos tipos
se encuentran en la actualidad asentados en regiones remotas entre sí.

Formas semejantes a la del «Viejo», como se le ha llamado, se han encontrado


en el Paleolítico Superior, Europa occidental y África del norte; las que se
parecen estrechamente al tipo melanesio, en el neolítico de Indochina, entre
los cráneos antiguos procedentes de la Cueva de Lagoa Santa en Brasil, y en
la población melanesia actual; los que se parecen estrechamente al tipo
esquimal aparecen entre los amerindios precolombinos de México y otros
lugares en Norteamérica, y entre los esquimales en el oeste de Groenlandia en
la actualidad.

Luego Weidenreich procede a observar que el crisol de mezcla de razas del


Chou-kou-tien paleolítico «no está solo».179
En Obercassel, en el valle del Rin, se encontraron dos esqueletos, uno de un
varón viejo y otro de una mujer más joven, en un sepulcro de alrededor del
mismo período que el yacimiento funerario en Chou-kou-tien. Dice él:

«Los cráneos son de apariencia tan diferente que uno no vacilaría en


asignarlos a dos razas si procediesen de localidades separadas»

Tan confusa es la imagen que ahora aparece que observa:180

Los antropólogos físicos se encuentran en un callejón sin salida por lo que


respecta a la definición y a la extensión de las razas humanas individuales y su
historia. ...Pero uno no puede echar a un lado todo un problema debido a que
hayan fracasado los métodos aplicados y aceptados como históricamente
intocables.

Con todo, esta extraordinaria variabilidad permite el establecimiento de líneas


de relación que parecen entrecruzarse en todas las direcciones como una densa
red de evidencia de que estos restos fósiles pertenecen mayormente a una sola
familia.

Griffith Taylor vincula entre sí a los melanesios, negros y amerindios.181 Esta


misma autoridad propone una relación entre el Hombre de Java y el Hombre
de Rhodesia.182 Relaciona también a ciertas tribus suizas que parecen
constituir una bolsa de un antiguo grupo racial con la gente del norte de
China, los sudaneses, los bosquimanos de Sudáfrica y los aetas de
Filipinas.183 También relacionaría el cráneo de Prednost con la población
auriñaciense y con los australoides.184 Macgowan185 y Montagu186 están
convencidos de que las poblaciones aborígenes de América Central y del Sur
contienen un elemento negroide así como australoide. Se admite casi
universalmente que el Hombre de Grimaldi era negroide aunque sus restos se
encuentran en Europa,187 y lo cierto es que el tipo negroide está tan
extendido que incluso el Pithecanthropus erectus fue identificado como
negroide por Buyssens.188
Aborígenes australianos.

Huxley mantenía que la raza Neanderthal debe estar estrechamente


relacionada con los aborígenes australianos, en particular los de la provincia
de Victoria;189 y otras autoridades mantienen que el mismo grupo humano
australiano debe ser relacionado con la famosa raza de Canstadt.190 Alfred
Romer relaciona el hombre de Solo de Java con el hombre de Rhodesia de
África.191 Hrdlicka relaciona de manera similar el cráneo de Olduvay con la
mujer de La Quina, La Chapelle y otros especímenes de linaje básicamente
africano,192 y sostiene que también se tienen que relacionar con las razas
indias, esquimales y australianas. Incluso de la mandíbula de Mauer se cree
que es de tipo esquimal.193

No podemos hacer nada mejor que recapitular esta imagen general citando
a Sir William Dawson que, muy por delante de su época, escribía en 1874:194

¿Qué relación exacta tienen estos europeos primitivos entre sí? Solo podemos
decir que todos parecen indicar una estirpe básica, y que dicha estirpe está
vinculada con la línea camita del norte de Asia que tiene sus ramas externas
hasta el día de hoy tanto en América como en Europa.

Aunque es perfectamente cierto que, por lo que respecta a la cronología, la


tesis que presentamos aquí tiene todo el peso de la opinión científica en su
contra, es también perfectamente cierto que la interpretación de los datos que
hemos dado concuerda de una manera maravillosa, y, desde luego, hubieran
permitido predecir tanto la existencia de unas relaciones físicas ampliamente
esparcidas así como una excepcional variabilidad entre los miembros de
cualquier familia. Además de estas vinculaciones fisiológicas, existen,
naturalmente, muchas vinculaciones culturales. Como un ejemplo aislado el
pintado de los huesos de los difuntos con ocre rojo, una costumbre que hasta
no hace mucho era practicada por los amerindios, se ha observado en los
yacimientos funerarios prehistóricos en casi cada parte del mundo. Es cosa
cierta que una costumbre así difícilmente hubiera surgido de forma
independiente en todas partes, en base a alguna suposición de que «las mentes
humanas funcionan en todas partes de una manera muy semejante ...». Parece
mucho más razonable suponer que esta costumbre se esparció con las gentes
que la llevaron consigo al irradiar rápidamente a partir de algún punto central.

Trilla de cereales en el antiguo Egipto.

Esto nos lleva una vez más a la cuestión de la posición geográfica de esta
Cuna de la Humanidad. Se está acumulando a diario la evidencia de que,
como ser culto, el lugar del origen del hombre estuvo en alguna parte del
Oriente Medio. Ninguna otra región del mundo es tan susceptible de haber
sido el Hogar del Hombre, si por hombre comprendemos algo más que
meramente un simio inteligente. Vavilov195 y otros196 han observado en
repetidas ocasiones que la gran mayoría de las plantas cultivadas del mundo,
especialmente los cereales, remontan sus orígenes a esta región. Henry
Field observa:197
Es posible que Irán resulte haber sido uno de los jardines de infancia
del Homo sapiens. Durante los períodos Paleolítico Medio o Superior el
clima, la flora y la fauna de la meseta iraniana constituyeron un medio idóneo
para la ocupación humana. Es cosa cierta que Ellsworth Huntington ha
postulado que durante los tiempos del Pleistoceno posterior el sur de Irán fue
la única [énfasis suyo] región en la que la temperatura y humedad eran
ideales, no solo para la concepción y fertilidad humanas, sino también para la
supervivencia.

Se han hecho muchas especulaciones acerca de las rutas emprendidas por los
caucasoides, negroides y mongoloides, al irse poblando el mundo con las
sucesivas oleadas de migraciones. Howells,198 Braidwood,199 Taylor,200

Goldenweiser201, Engberg202, Weidenreich203, Cole204 y otros205 han


afrontado el problema o han expresado opiniones basadas en el estudio de
restos fósiles; y, naturalmente, la obra de Conn Races of Europe trata
mayormente del mismo problema.206

Ninguna de estas especulaciones puede establecer realmente cómo se originó


el hombre, pero casi todas ellas hacen la misma presuposición básica de que
Asia occidental es su hogar original como criatura de cultura. Desde este
centro uno puede seguir los movimientos de una temprana migración negroide
seguida de pueblos caucasoides hacia Europa. Indudablemente, desde esta
misma región salieron hacia Oriente y el Nuevo Mundo oleadas sucesivas de
pueblos mongoloides. En África, Wendell Phillips,207 después de estudiar las
relaciones de diversas tribus africanas, concluyó que ya existía la evidencia
que hacía posible derivar algunas de las tribus a partir de una sola estirpe
racial (en particular los pigmeos de la selva de Ituri y los bosquimanos del
desierto de Kalahari), que en un momento determinado debió haber poblado
una mayor porción del continente africano solo para retirarse a regiones más
inhóspitas al llegar posteriores tribus negroides al país. El profesor H. J.
Fleure mantenía que se debían discernir evidencias de una naturaleza
semejante hacia el norte y nordeste de Asia y más allá hacia el Nuevo Mundo
mediante un estudio en el cambio de formas de las cabezas en los restos
fósiles.208 Siempre que la tradición está clara acerca de esta cuestión, apunta
invariablemente en la misma dirección y cuenta la misma historia.

Así, concluimos que de la familia de Noé han surgido todos los pueblos del
mundo —prehistóricos, protohistóricos e históricos. Y los acontecimientos
descritos en relación con Génesis 10 y las declaraciones proféticas de Noé con
respecto al futuro de sus tres hijos se combinan juntamente para
proporcionarnos el registro más razonable de la primitiva historia de la
humanidad, historia que, si se comprende correctamente, no nos demanda en
absoluto que creamos que el hombre comenzó con la estatura de un simio y
que solo llegó a un estado civilizado después de una prolongadísima historia
evolutiva.

En suma, entonces, lo que hemos tratado de exponer en este capítulo es lo que


sigue:

(1) La distribución geográfica de los restos fósiles es de tal naturaleza que se


explican de la forma más lógica tratándolos como representantes marginales
de una amplia dispersión, en parte forzada, a partir de una única población que
se estaba multiplicando en un punto más o menos central a todos ellos, y que
envió sucesivas oleadas de emigrantes, cada oleada impulsando la anterior
más hacia la periferia;

(2) Los especímenes más degradados son aquellos representantes de este


movimiento general que fueron empujados a las áreas más inhóspitas, donde
sufrieron una degeneración física como consecuencia de las circunstancias en
las que se vieron forzados a vivir;

(3) La extraordinaria variabilidad física de los restos fósiles resulta de que los
movimientos tuvieron lugar en pequeños grupos aislados y fuertemente
consanguíneos; pero las semejanzas culturales que vinculan entre sí incluso a
los más dispersos entre ellos indican un origen común para todos;

(4) Lo que he dicho que es cierto del hombre fósil es igualmente cierto de las
sociedades primitivas coetáneas así como de las que están ahora extintas;

(5) Todas las poblaciones inicialmente dispersas pertenecen a una estirpe


básica —la familia camita de Génesis 10;

(6) Los colonos camitas iniciales fueron posteriormente desplazados o


aplastados por los indoeuropeos (es decir, jafetitas), que sin embargo
heredaron o adoptaron, y edificaron de manera extensiva sobre la tecnología
camita, y que con ello consiguieron una ventaja en cada área geográfica en la
que se esparcieron;

(7) A lo largo de los grandes movimientos de pueblos, tanto en tiempos


prehistóricos como históricos, nunca hubo ningunos seres humanos que no
perteneciesen a la familia de Noé y sus descendientes;

(8) Finalmente, esta tesis queda fortalecida por la evidencia de la historia que
expone que las migraciones siempre han mostrado la tendencia a seguir esta
pauta, que ha ido frecuentemente acompañada de ejemplos de degeneración
tanto de los individuos como de tribus enteras, resultando generalmente en el
establecimiento de una pauta general de relaciones culturales paralelas con las
que ha revelado la arqueología.
El capítulo 10 de Génesis se encuentra entre dos pasajes de la Escritura con
los que está relacionado de tal manera que arroja luz sobre ambos. En el
primero, Génesis 9:20–27, se nos da un atisbo de la relación existente de los
descendientes de los tres hijos de Noé a lo largo de la historia subsiguiente,
donde Cam hace gran servicio, Jafet es ensanchado, y el lugar de
responsabilidad originalmente dado a Sem es asignado finalmente a Jafet. No
se nos dice aquí cual es la naturaleza del servicio de Cam, ni cómo Jafet sería
ensanchado, ni qué posición especial iba Sem finalmente a ceder a su
hermano. En el segundo pasaje, Génesis 11:1–9, se nos dice que los hombres
hablaban un único lenguaje hasta que se propuso un plan que llevó a una
espectacular dispersión de los planificadores sobre toda la tierra.

En el centro se levanta Génesis 10, que nos proporciona unas claves vitales
para la comprensión de estas cosas, donde se nos dice exactamente quiénes
eran los descendientes de cada uno de estos tres hijos. Con esta clave, y con el
conocimiento de la historia que tenemos en la actualidad, podemos ver la
relevancia de ambos pasajes. Ahora comprendemos de qué manera Cam llegó
a ser siervo de sus hermanos, de qué manera la extensión de Jafet sobre la
tierra se podía designar más como un ensanchamiento que como una
dispersión, y en qué circunstancias Sem ha cedido su posición de especial
privilegio y responsabilidad a Jafet. No podríamos haber percibido
plenamente cómo se habían cumplido estas declaraciones proféticas sin
nuestro conocimiento de quiénes entre las naciones eran camitas, y cuáles eran
jafetitas. Y este conocimiento lo derivamos enteramente de Génesis 10.

Además, la verdadera relevancia de los acontecimientos que rodearon y


siguieron del plan frustrado de edificar la Torre de Babel también se nos
escaparía excepto por el conocimiento de que fueron los descendientes de
Cam los que pagaron la pena. Esta pena los llevó a ser esparcidos muy
tempranamente y los forzó al papel de pioneros para abrir el mundo para la
habitación humana, servicio que cumplieron con un éxito notable, pero con un
coste inicial no pequeño para sí mismos.

Además, si consideramos cuidadosamente esta cuestión, percibiremos también


la gran sabiduría de Dios que, con el fin de preservar y perfeccionar Su
revelación de Sí mismo, nunca permitió a los semitas alejarse mucho del
centro cultural original, a fin de preparar una rama de la familia para que
llevase su Luz al mundo tan pronto como el mundo estuviera preparado para
recibirla. Porque es un principio reconocido por nuestro Señor en el Nuevo
Testamento, cuando alimentó a las multitudes a la vez que les predicaba, que
la verdad espiritual no es bien comprendida por aquellos cuyas fuerzas están
totalmente ocupadas en tratar de sobrevivir.

Así, allí donde Cam fue como pionero y abrió el mundo a la ocupación
humana, Jafet siguió de manera más pausada para consolidar y hacer más
seguro el «dominio» inicial conseguido de esta manera. Y entonces —y solo
entonces— estuvo el mundo capacitado y preparado para recibir la Luz que
iba a alumbrar a los gentiles y a cubrir la tierra con el conocimiento de Dios
como las aguas cubren el mar.

Referencias :

1. Coon, C. S., Races of Europe, Macmillan, Nueva York, 1939, 739


páginas, índice.
2. Blunt, J. J., Undesigned Coincidences in the Old and New Testament,
Murray, Londres, 1869, p. 6.
3. Kalisch, M. M., A Historical and Critical Commentary on the Old
Testament, Longmans, Brown, Green, Londres, 1858, p. 235.
4. Driver, S. R., The Book of Genesis, Westminster Commentaries, 3rd.
edition, Methuen, Londres, 1904, p. 114.
5. Kautzsch, Prof., citado por James Orr, «The Early Narratives of
Genesis», en The Fundamentals, vol. 1, Biola Press, 1917, p. 234.
6. Thomas, James, Genesis and Exodus as History, Swan Sonnenschein
1906, p. 144.
7. Driver, S. R., The Book of Genesis, Westminster Commentaries, 3rd.
edition, Methuen, Londres, 1904, p. 112.
8. Dillmann, A., Genesis: Critically and Exegetically Expounded, vol. 1,
T. and T. Clark, Edimburgo, 1897, p. 314.
9. Kalisch, M. M. A Historical and Critical Commentary on the Old
Testament, Longmans, Brown, Green, Londres, 1858, p. 234.
10.Lewis, Taylor, en J. P. Lange, Commentary on Genesis, Zondervan,
Grand Rapids, Michigan, sin fecha, p. 357.
11.Leupold, H. C., Exposition of Genesis, Wartburg Press, Columbus,
Ohio, 1942, p. 358.
12.Dods, Marcus, Genesis, Clark, Edimburgo, sin fecha, p. 45.
13.Dillmann, A., Genesis: Critically and Exegetically Expounded, vol.1,
T. and T. Clark, Edimburgo, 1897, vol. 1, p. 315.
14.Galton, Sir Francis, Hereditary Genius, Watts, Londres, 1950, 379
páginas.
15.Carácter nacional: cp., por ejemplo, Hamilton Fyfe, The Illusion of
National Character (Watts, Londres, 1946, 157 páginas) con muchos
estudios antropológicos de pueblos tribales (de Margaret Mead, por
ejemplo) y de naciones modernas (p. ej., de Ruth Benedict sobre los
japoneses).
16.Grau, R. F., The Goal of the Human Race, Simpkin, Marshall, etc.,
Londres, 1892, p. 115.
17.Custance, A. C., «Does Science Transcend Culture?», tesis doctoral
presentada en la Universidad de Ottawa, 1958, 253 págs., ilustrada.
18.Hugh Dryden escribió, «La vida del hombre en su plenitud es una
trinidad de actividad —física, mental y espiritual. El hombre debe
cultivar las tres para no tener un desarrollo imperfecto» («The Scientist
in Contemporary Life», Science, vol.120, 1954, p. 1054). De forma
similar, Viktor E. Frankl de Viena escribió, «El hombre vive en tres
dimensiones: la somática (física o corporal), la mental, y la espiritual»
(Digest of Neurology and Psychiatry, Institute of Living, Hartford,
Connecticut, vol. 1, 1940, p. 22).
19.Dillmann, Genesis: Critically and Exegetically Expounded, T. & T.
Clark, Edimburgo, 1897, vol. 1, p. 318.
20.Dillmann, ibid., p. 319.
21.Los cananeos: en el Prisma de Senaquerib los sumerios, según Samuel
Kramer, (From the Tablets of Sumer, Falcon's Wing Press, 1956, p.
60). El Código de Hammurabi (transcripción de Deimel, R. 24, linea
11) también se refiere a ellos como «los de cabeza negra».
22.Véase, por ejemplo, V. G. Childe, «India and the West Before Darius»,
Antiquity, vol.13, 1939, p. 5ss.
23.Piggott, S., Prehistoric India, Pelican Books, 1950, p. 261.
24.Coon, C. S., Races of Europe, Macmillan, 1939, 739 pp., ilustrado.
25.Ramsay, Sir William, Asianic Elements in Greek Civilization, Murray,
Londres, 1927.
26.Custance, Arthur, «Archaeological Confirmations of Genesis», Parte IV
en Hidden Things of God's Revelation, vol. 7 de la serie Doorway
Papers publicada por Zondervan en 1977. Artículo nº 39 de la serie
original de Doorway Papers publicada por el autor, aparecido en 1963.
27.BIBLIOGRAFÍA GENERAL
28.Skinner, John, A Critical and Exegetical Commentary on Genesis,
Edimburgo, T. & T. Clark, 1930, p. 196.
29.Aristófanes, Las Nubes, Traducción de Roger al inglés, línea 998.
30.See J. H. Titcomb, «Ethnic Testimonies to the Pentateuch»,
Transactions of the Victoria Institute, vol. 6, 1872, p. 249-253.
31.Homero, La Ilíada, traducción de Luis Segala y Estalella, Canto XV,
184.
32.Dods, M., The Book of Genesis, Edimburgo, Clark, sin fecha, p. 43.
33.Wright, Charles, The Book of Genesis in Hebrew, Londres, Williams
and Norgate, 1859, p. 35.
34.Herodoto (Libro I, cap. 8) da una interesante historia (con moraleja) de
cómo Giges llegó a ser rey de Lidia.
35.Skinner, John, A Critical and Exegetical Commentary on Genesis,
Edimburgo, T.& T. Clark, 1930, p. 196.
36.Eusebio, Chronicon (versión armenia), editado por I. B. Aucher, vol. 1,
p. 95 (Gimmeri-Cappadocians) y vol. 2, p. 12 (Gomer, «de quien los
capadocios»).
37.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro I, Capítulo 6.
38.Vincent, B., Haydn's Dictionary of Dates, Londres, Ward, Lock, and
Bowden, 21ª edición, 1895, p. 455.
39.Farrar, F. W., Life and Works of St. Paul, vol. 1, Londres, Cassell, p.
466.
40.Kalisch, M. M., A Historical and Critical Commentary of the Old
Testament, Longmans, Brown, Green, Londres, 1858, p.236.
41.Sayce, A. H., The Races of the Old Testament, Londres, Religious
Tract Society, 1893, 180 páginas.
42.Maspero, Sir G.C.C., History of the Ancient Peoples of the Classic
East, vol.3 en The Passing of the Empires, SPCK (Society for the
Propagation of Christian Knowledge), 1900, p. 343.
43.Sayce, A. H., bajo «Askenaz» en Murray's Illustrated Bible Dictionary,
Londres, Murray, 1908.
44.Rawlinson, G., The Origin of Nations, Nueva York, Scribner, 1878, p.
181.
45.Hertz, J. H., The Pentateuch and Haftorahs: Genesis, Oxford, Oxford
University Press, 1929, p. 88, nota 3.
46.Rawlinson, G., The Origin of Nations, New York, Scribner, 1878, p.
182.
47.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro 1, Capítulo 6, sección 1.
48.Sobre esto, consultar M. L. Rouse, «Bible Pedigree of the Nations of
the World», Transactions of the Victoria Institute, vol. 38, 1906, p. 149.
49.Estrabón, I:i:10, y I:iii:21 y XI:viii:4.
50.Acerca de todo este aspecto del problema, véase también Martin L.
Rouse, «Bible Pedigree of the Nations of the World», Transactions of
the Victoria Institute, vol. 38, 1906, p. 149-150.
51.Smith, J. Pye, «Dispersion of Nations», Popular and Critical Bible
Commentary, vol. 2, edited by S. Fallows, Chicago, Howard-
Severance, 1912, p. 1213.
52.Conder, C. R., «Riphath», Murrays' Illustrated Bible Dictionary,
Londres, Murray, 1908, p. 749.
53.Tradición armenia: véase Historia Armenae, Moses Chorenensis,
Londres, 1736, 1.4, sección 9-11.
54.Estrabón, XI:xvii:9.
55.Herodoto, VII. 40.
56.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro 1, Cap. 6, sección I.
57.Schultz, F. W., «Gomer», Religious Encyclopedia, vol. 2, editeda por
Philip Schaff, Nueva York, Funk and Wagnalls, 1883, p. 889.
58.Chamberlain, A. G., «The Eskimo Race and Language», Canadian
Institute, vol. 6, 3ª serie, 1887-1888, p. 326.
59.Lloyd, J., An Analysis of the First Eleven Chapters of the Book of
Genesis, Londres, Samuel Bagster & Sons, 1869, p. 114.g
60.Conder, C. R., en un comentario acerca de un artículo de T. G. Pinches,
«Notes on Some Recent Discoveries in Assyriology», Transactions of
the Victoria Institute, vol. 26, 1897, p. 180.
61.Sayce, A. H. The Races of the Old Testament, Londres, Religious Tract
Society, 1893, p. 45.
62.Marco Polo, Travels of Marco Polo, Nueva York, Library Publications,
sin fecha, p. 87.
63.Lamento haber extraviado la fuente de esta observación. Apareció en
un artículo en Transactions of the Victoria Institute.
64.Bochart, «Gog and Magog», Chambers Encyclopedia, Londres,
Chambers, 1868, vol. 4, p. 813.
65.Behistun Inscriptions: Records of the Past, Londres, Bagster, 1873,
vol.1, p. 111, párr. 1, sección 6. En el original, Mada aparece en las
traducciones en inglés como Media.
66.Spurrell, G. J., Notes on the Book of Genesis, Oxford, Clarendon Press,
1896, p. 97.
67.Keary, C. F., Outlines of Primitive Belief Among the Indo-European
Races, Nueva York, Scribner's Sons, 1882, p. 163ss.
68.Rawlinson, G., The Origin of Nations, Nueva York, Scribner, 1878, p.
173.
69.Sayce, A. H., The Higher Criticism and the Verdict of the Monuments,
Londres, S.P.C.K., (Society for the Propagation of Christian
Knowledge), 1895, p. 20.
70.Larned, J. N., A New Larned History, Springfield, Massachusetts,
Nichols, 1923, vol. 6, p. 4636.
71.Rawlinson, G., op. cit., ref. 42, p. 184.
72.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro 1, Cap. 6, sección 1.
73.Skinner., J., op. cit., ref. 28, p. 198.
74.Driver , S. R., op. cit., ref. 4, p. 116.
75.Harris, Zellig S., «Ras Sharma: Canaanite Civilization and Language»,
Annual Report Smithsonian Institute, 1937, p. 485. Véase también R. J.
Forbes, Metallurgy in Antiquity, Leiden, Brill, 1950, p. 346.
76.Sayce, A. H., The Races of the Old Testament, Londres, Religious
Tract Society, 1893, p. 47.
77.Los cartagineses cananeos: Véase el artículo «Phoenicia and the
Phoenicians», Popular and Critical Bible Encyclopedia, Chicago,
Howard-Severance, vol. 2, 1912, p. 1342, al final de la sección 5.
78.Así Jerónimo en su obra Sobre Jeremías X, 9; y desde él Bochart y
muchos otros. [Esta postura se apoya en el pasaje donde se habla de
naves para ir a Tarsis en Ezion-Geber. Pero esta es una expresión que
se puede utilizar sencillamente para designar a una clase de naves de
gran porte para largas travesias, «de la clase de Tarsis», análoga a
nuestro moderno término «trasatlántico», usado para buques
transoceánicos de pasajeros, aunque naveguen en océanos diferentes
del Atlántico. (N. del T.)]
79.Kalisch, M. M., A Historical and Critical Commentary on the Old
Testament, Longmans, Brown, Green, Londres, 1858, p. 243.
80.Cook, F. C., The Holy Bible with Explanations and Critical
Commentary, Londres, Murray, vol. 1, 1871, p. 85.
81.Bochart: citado por J. Lloyd, Analysis of the First Eleven Chapters of
Genesis, Londres, Bagster, 1869, p. 117, nota.
82.Herodoto, Libro 1, cap. 163.
83.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro 1, cap. 6, sección 1.
84.Greenwood, George, The Book of Genesis: An Authentic Record,
Londres, Church Printing Co., vol. 2, 1904, p. 29.
85.Rawlinson, G., The Origin of Nations, Nueva York, Scribner, 1878, p.
173.
86.Josefo, F., Antigüedades de los Judíos, Libro 1, cap. 6, sección 1.
87.Forbes, R. J., Metallurgy in Antiquity, Leiden, NL, Brill, 1950, p. 280.
88.Schrader, E., The Cuneiform Inscriptions and the Old Testament,
Londres, Williams and Norgate, 1885, p. 64.
89.Sayce, A. H., The Races of the Old Testament, Londres, Religious
Tract Society, 1893, p. 48.
90.Jenofonte, Anabasis, Libro V, cap.5, sección 1.
91.Smith, R. Payne, Commentary on Genesis, editado por Ellicott,
Zondervan, Grand Rapids, sin fecha, p. 149.
92.«Getae»: Everyman's Encyclopedia, Londres, Dent, vol. 6, p. 1913.
93.Rawlinson, G., The Origin of Nations, Nueva York, Scribner, 1878, p.
174.
94.Rawlinson, G., The Origin of Nations, Nueva York, Scribner, 1878, p.
178.
95.Custance, A. C., «A Christian World View», Parte V en Noah's Three
Sons, vol. 1 en The Doorway Papers Series, Grand Rapids, Zondervan
Pub. House, 1975; artículo originalmente publicado por el autor como
monografía independiente, Doorway Papers, número 29, 1968.
96.Custance, Arthur, «The Confusion of Languages», Parte V en Time and
Eternity, vol. 6 en The Doorway Papers Series; artículo originalmente
publicado por el autor como monografía independiente, Doorway
Papers, número 8, 1961. Hay versión en castellano, también publicada
en línea en http:///doorway/08-confusion.html
97.Jervis, J. J-W., Genesis Elucidated, Bagster, Londres, 1872, p. 167.
98.Yorubas: véase K. C. Murray, «Nigerian Bronzes: Work from Ife»,
Antiquity, Inglaterra, Mar., 1941, p. 76.
99.Conder, C. R., «The Canaanites», Transactions of the Victoria Institute,
Londres, vol. 24, 1890, p. 51.
100. Los chinos emplearon cohetes como armas por primera vez, y los
llamaron «Alsichem Al-Jatai» o «Flechas Chinas». Véase Willey Ley,
«Rockets», en Scientific American, mayo de 1949, p. 31.
101. Needham, J., Science and Civilization in China, Cambridge,
1954, vol. 1, respecto a los caballos, pp. 81, 83, etc., respecto al fundido
del hierro, pp. 1, 235, etc.
102. Los hititas indoeuropeos: Véase por ejemplo O. G. Gurney, The
Hittites, Pelican Books, Londres, 1952, cap. 6, p. 117. Y vea la
conclusión de George Barton, Archaeology and the Bible, American
Sunday School Union, Philadelphia, 6ª edition, 1933, p. 92ss.
103. Barton, George, ibid., pp. 90, 91.
104. Boscawen, W. St. Chad, The Bible and the Monuments, Eyre and
Spottiswoode, Londres, 1896, p. 64.
105. Perry, W. J., The Growth of Civilization, Pelican Books,
Londres, 1937, p. 125.
106. Dillmann, A., Genesis: Critically and Exegetically Expounded,
T, & T. Clark, Edimburgo, 1897, vol. 1, p. 367.
107. Inglis, J., Notes on the Book of Genesis, Gall and Inglis,
Londres, 1877, p.89, footnote to verse 28.
108. Fausset, A. R., «Sinim», Bible Cyclopedia: Critical and
Expository, Funk and Wagnalls, Londres, sin fecha, p. 655.
109. Arriano: citado por C. A. Gordon, «Notes on the Ethnology and
Ancient Chronology of China»,' Transactions of the Victoria Institute,
Londres, vol. 23, 1889, p. 170.
110. Taylor, Griffith, Environment, Race and Migration, Universidad
de Toronto, 1945, p. 256. Véase también E. A. Hooten, Apes, Men and
Morons, Putnam's Sons, Londres, 1937, p. 185.
111. Ciudad: Eisler, R., «Loan Words in Semitic Languages Meaning
“Town”,» Antiquity, Dec., 1939, pp. 449ss.
112. Rouse, M. L., «Bible Pedgree of the Nations of the World»,
Transactions of the Victoria Institute, vol. 38, 1906, p. 93.
113. Herodoto, Historia, Libro I, XCIV.
114. Whatmough, Joshua, en una reseña de «The Foundations of
Roman Italy», Antiquity, vol.11, 1937, p. 363.
115. Bloch, Raymond, «The Etruscans», Scientific American, febrero
de 1962, p. 87.
116. Parry, E. St. John, «On Some Points Connected With the Early
History of Rome», Canadian Journal, abril de 1854, p. 219.
117. Fiesel, Eva, «The Inscriptions on the Etruscan Bulla», American
Journal of Archaeology, junio de 1935, p.196.
118. MacIvor, D. R., «The Etruscans», Antiquity, junio de 1927, p.
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119. «Basques»: Everyman's Encyclopedia, vol. 5, Dent, Londres,
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120. Taylor, Isaac, «On the Etruscan Languages», Transactions of the
Victoria Institute, Londres, vol. 10, 1876, p. 179-206.
121. Brown, R., nota especial sobre «The Etruscans», Transactions of
the Victoria Institute, Londres, vol. 14, 1881, p. 352-354.
122. Rawlinson, G., The Origin of Nations, Scribners, Nueva York,
1878, p. 123.
123. Layard, A. H., Discoveries in the Ruins of Babylon and Nineveh,
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124. «Saturnalia»: Smith's Dictionary of Greek and Roman
Antiquities, vol. 2, Murray, Londres, 3ª edición, 1901, p. 600.
125. Pinches, T. G., «Notes Upon Some of the Recent Discoveries in
the Realm of Assyriology with Special Reference to the Private Life of
the Babylonians», Transactions of the Victoria Institute, Londres, vol.
26, 1892, p. 139.
126. Driver. S. R., The Book of Genesis, Westminster Commentaries,
Methuen, Londres, 1904, 3ª edición, p. 128.
127. Esto fue observado primero por E. A. Speiser en sus
excavaciones en Tepe Gawra en 1927 y comunicado en Annual of the
American Schools of Oriental Research, vol. 9, 1929, p. 22.
128. Childe, V. G., What Happened in History, Pelican Books, 1948,
p. 81.
129. Childe, V. G., New Light on the Most Ancient East, Kegan Paul,
Londres, 1935, pp. 133, 136, y 145-146.
130. Mallowen, M. E. L., «A Mesopotamian Trilogy», Antiquity,
junio de 1939, p. 161.
131. Speiser, E. A., Mesopotamian Origins, Philadelphia, 1930.
132. Thompson, Campbell, en Man, Royal Anthropological Institute,
vol. xxiii, 1923, p. 81.
133. Munro, J. A. R., «Pelasgians and lonians» en una comunicación
en el American Journal of Archaeology, Abr.-Junio, 1935, p. 265.
134. Jamieson, R., Commentary Critical, Experimental and Practical
on the Old and New Testament, vol. 1, Genesis-Dueteronomy, Collins,
Glasgow, 1871, p.118. Hay traducción al castellano.
135. Lange, Peter, Commentay on Genesis, Zondervan, sin fecha, p.
350.
136. Custance, Arthur, Doorway Paper No. 56, «When the Earth was
Divided». No incluido en la serie The Doorway Papers.
137. Rawlinson, G., The Origin of Nations, Scribners, Nueva York,
1878, p. 209
138. Acerca de esto, véase J. D. S. Pendlebury, The Archaeology of
Crete, Methuen, Londres, 1939, p. 68 y V. G. Childe, Dawn of
European Civilization, Kegan Paul, 5ª edición, 1950, p. 19.
139. Perry, W. J., The Growth of Civilization, Pelican, 1937, p. 123.
140. Dawson, Sir William, 'I'he Story of the Earth and Man, Hodder
and Stoughton, London, 1903, p. 390.
141. Osborn, H. F., Men of the Old Stone Age, Nueva York, 1936, pp.
19ss.
142. Fleure, H. J., The Races of Mankind, Benn, Londres, 1930, p. 45.
143. Koppers, W., Primitive Man and His World Picture, Sheed and
Ward, Nueva York, 1952, p. 239.
144. Taylor, Griffith, Environment, Race and Migration, University of
Toronto Press, 1945, p. 8
145. Ibid., p. 67.
146. Ibid., pp. 120, 121.
147. Garrod, Dorothy, «Nova et Vetera: A Plea for a New Method in
Paleolithic Archaeology», Proceedings of the Prehistoric Society of
East Anglia, vol.5, p. 261.
148. Childe, V. G., Dawn of European Civilization, Kegan Paul,
Londres, 3ª edición, 1939. En la edición de 1957, Childe invita a sus
lectores a observar que ha modificado su orientación «dogmática» un
poco, pero sigue concluyendo al final de su obra (p. 342), «la primacía
del Oriente permanece incólume».
149. Field, Henry, «The Cradle of Homo Sapiens», American Journal
of Archaeology, Oct.-Dec., 1932, p. 427.
150. Matthew, W. D., «Climate and Evolution», Annals of the New
York Academy of Science, vol. 24, 1914, p. 80.
151. Lebzelter: citado por W. Koppers en su obra Primitive Man, p.
220. Sus puntos de vista fueron sustentados por LeGros Clark, JRAI
(Journal of the Royal Archaeological Institute), vol. 88, Parte 2, Julio-
Dic. 1958, p. 133. .
152. Dawson, Sir William, The Story of the Earth, Hodder and
Stoughton, Londres, 1903, p. 360.
153. Selby, Colin H., en una «Research Note [Nota de
investigación]», en Christian Graduate, IVF, Londres, 1956, p. 99.
154. Brues, Charles, «Contribution of Entomology to Theoretical
Biology», Scientific Monthly, Feb., 1947, pp. 123ss., citado en p. 130.
155. Schultz, Adolph, «The Origin and Evolution of Man», Cold
Springs Harbor Symposium on Quantitative Biology, 1950, p. 50.
156. Hooten, E. A., «Where Did Man Originate?» Antiquity, junio de
1927, p. 149.
157. Howells, Wm., Mankind So Far, Doubleday Doran, 1945, pp.
295ss.
158. Ibid., pp. 29S, 299.
159. Weidenreich, Franz von, Palaeontologia Sinica, serie completa nº
127, 1943, p. 276; y véase F. Gaynor Evans en Science, julio de 1945,
pp. 16, 17.
160. Romer, Alfred, Man and the Vertebrates, University of Chicago
Press, 1948, pp. 219, 221.
161. Linton, Ralph, The Study of Man, edición del estudiante,
Appleton, Nueva York, 1936, p. 26.
162. Taylor, Griffith, Environment, Race and Migration, University of
Toronto, 1945, p. 282.
163. Portmann, A., «Das Ursprungsproblem», Eranos-Yahrbuch,
1947, p. 11.
164. Koppers, W., Primitive Man and His World Picture, Sheed and
Ward, Nueva York, 1952, pp. 220, 224.
165. Weidenreich, Franz von, Apes, Giants and Man, University of
Chicago Press, 1948, p. 2.
166. Taylor, Griffith, Environment, Race and Migration, University of
Toronto, 1945, pp. 46, 47.
167. Mayr, Ernst, «The Taxonomic Categories in Fossil Hominids»,
Cold Springs Harbor Symposium, vol. 15, 1950, p. 117.
168. Herskovits, Melville, Man and His Works, Knopf, Nueva York,
1950, p. 103.
169. Krogman, W. M., «What We Do Not Krow About Race»,
Scientific Monthly, agosto de 1943, p. 97, y posteriormente, abril de
1948, p. 317.
170. White, Leslie, «Man's Control over Civilization: An
Anthropocentric Illusion», Scientific Monthly, marzo de 1948, p. 238.
171. Carlson, A. V., en su discurso de jubilación como Presidente de
la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, Science,
vol.103, 1946, p. 380.
172. Redfield, Robert, «What We Do Know About Race», Scientific
Monthly, Sept., 1943, p. 193.
173. UNESCO: Borrador provisional: emitido el 21 de mayo de 1952
en Man, Royal Anthropological Institute, June, 1952, p. 90.
174. Stewart, T. D., «Earliest Representatives of Homo sapiens», Cold
Springs Harbor Symposium, vol. 15, 1950, p. 105.
175. Romer, Alfred, Man and the Vertebrates, University of Chicago
Press, 1948, pp. 219, 221.
176. Neanderthal erguido: comunicado por primera vez por Sergio
Sergi en Science, suplemento 90, 1939, p. 13; contrástese con M. C.
Cole, The Story of Man, Chicago, 1940, portadilla frente a la p. 13; y
obsérvese que la reconstrucción de Cole de un Neanderthal encorvado,
para consumo popular, apareció un año después de la comunicación en
Science.
177. Para un útil informe preliminar, véase «Homo sapiens at
Choukoutien [el Homo sapiens en Chou-kou-tien]», News and Notes,
Antiquity, June, 1939, p. 242.
178. Weidenreich, F., Apes, Giants, and Man., University of Chicago
Press, 1948, p. 87.
179. Ibid., p. 88.
180. Ibid.
181. Taylor, Griffith, Environment, Race and Migration, University of
Toronto, 1945, p. 11.
182. Ibid., p.60. su argumento aquí se fundamenta en la morfología de
la cabeza, que él considera concluyente.
183. Ibid., p. 67. Opina él que solo una «tierra-cuna común» puede
realmente explicar esta situación.
184. Ibid., p. 134.
185. Macgowan, K, Early Man in the New World, Macmillan, Nueva
York, 1950, p. 26.
186. Montagu, Ashley, Introduction to Physical Anthropology,
Thomas, Springfield, Illinois, 1947, p. 113.
187. Weidenreich, Franz, Apes, Giants, and Man, University of
Chicago Press, 1948, p. 88.
188. Buyssens, Paul, Les Trois Races de Europe et du Monde,
Brussels, 1936. Véase G. Grant McCurdy, American Journal of
Archaeology, ene.-mar., 1937, p. 154.
189. Huxley, Thormas, citado por D. Garth Whitney, «Primeval Man
in Belgiurn», Transactions of the Victoria Institute, vol. 40, 1908, p. 38.
190. Según Whitney, véase nota anterior, p. 38.
191. Romer, Alfred, Man and the Vertebrates, University of Chicago
Press, 1948, p. 223.
192. Hrdlicka, Ales, «Skeletal Remains of Early Man», Smithsonian
Institute, colecciones misceláneas, vol. 83, 1930, p. 342ss.
193. Ibid., p.98. Y véase William S. Laughton, «Eskimos and Aleuts:
Their Origins and Evolution», Science, vol. 142, 1963, p. 639, 642.
194. Dawson, Sir William, «Primitive Man», Transactions of the
Victoria Institute, Londres, vol. 8, 1874, p. 60-61.
195. Vavilov, N. I., «Asia, the Source of species», Asia, Feb., 1937 p.
113.
196. Cp. Harlan, J. R., «New World Crop Plants in Asia Minor»,
Scientific Monthly, Feb., 1951, p. 87.
197. Field, Henry, «The Iranian Plateau Race», Asia, abril de 1940, p.
217.
198. Howells, Wm., Mankind So Far, Doubleday Doran, Nueva York,
1945, pp. 192, 203, 209, 228, 234, 238, 247, 289 y 290.
199. Braidwood, Robert, Prehistoric Man, Natural History Museum,
Chicago, 1948, pp. 96, 106.
200. Taylor, Griffith, Environment, Races and Migration, University
of Toronto, 1945, pp. 88, 115, 123, 164 y 268.
201. Goldenweiser, Alexander, Anthropology, Crofts, Nueva York,
1945, pp. 427, 492.
202. Engberg, Martin, Dawn of Civilization, University of Knowledge
Series, Chicago, 1938, p. 154.
203. Weidenreich, Franz von, Apes, Giants, and Man, University of
Chicago Press, 1948, p. 65.
204. Cole, M. C., The Story of Man, University of Knowledge Series,
Chicago, 1940.
205. Véase, por ejemplo, Boule, M. y H. V. Vallois, Fossil Man,
Dryden Press, Nueva York, 1957, pp. 516-522, una evaluación de
diversas posturas.
206. Coon, C. S., The Races of Europe, Macmillan, 1939, véase
especialmente el capítulo 5.
207. Phillips, Wendell, «Further African Studies», Scientific Monthly,
marzo de 1950, p. 175.
208. Fleure, H. J., The Races of Mankind, Benn, London, 1930, pp.
43, 44.

Agradecimientos:

SEDIN

Bibliografía:

Enciclopedias — Las siguientes enciclopedias bíblicas contienen valiosa


información acerca de la Tabla como un todo, o acerca de los personajes que
se mencionan:

International Standard Bible Encyclopedia, editada por James Orr, 5 vols.,


Chicago, Howard-Severance, 1915, bajo «Table of Nations».

Imperial Bible Dictionary, editado por P. Fairbairn, 2 vols. Londres, Blackie


and Son, 1866, bajo los nombres individuales.

Popular and Critical Bible Dictionary, editado por S. Fallows, 3 vols.,


Chicago, Howard-Severance, 1912, bajo los nombres individuales.

Murray's Illustrated Bible Dictionary, editado por W. C. Piercy,1 vol.,


Londres, Murray, 1908, bajo los nombres individuales.

A Dictionary of the Bible, editado por J. D. Davis, Philadelphia, Westminster


Press, 1931, bajo los nombres individuales.

Bible Cyclopedia, A. R. Fausset, Toronto, Funk and Wagnalls, sin fecha, bajo
los nombres individuales.

Cyclopedia of Biblical Literature, John Kitto, 2 vols., Edimburgo, Adam and


Charles Black, 1845, bajo los nombres individuales.

Obras que tratan específicamente acerca de la Tabla:

Josefo, Antigüedades de los Judíos, Libro 1. Capítulo 6.

Rawlinson, George, The Origin of Nations, Scribner, New York, 1878, 272
pages.

Rouse, Martin L., «The Bible Pedigree of the Nations of the World», Pt. 1,
Transactions of the Victoria Institute, vol. 38, 1906, p. 123-153; y «The
Pedigree of the Nations», Pt. 2, Transactions of the Victoria Institute, vol.39,
1907, p. 83-101.
Sayce, A. H., The Races of the Old Testament, Londres, Religious Tract
Society, 1893, 180 pages.

Se encontrará una útil información en los lugares apropiados en comentarios y


ediciones del texto hebreo por Bullinger, Cook, Dillmann, Dod, Driver,
Ellicott, Gray y Adams, Greenwood, Jamieson, Kalisch, Lange, Leupold,
Lloyd, Schrader, Skinner, Snaith, Spurrel, Whitelaw.

Obras de arqueología como las de George Barton, J. P. Free, M. R. Unger, T.


G. Pinches, R. D. Wilson, y A. H. Sayce.

Génesis 10 – Origen de las naciones


GALERÍA
Publicado en abril 28, 2016

Génesis 10:1 – “Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a
quienes nacieron hijos después del diluvio”
Comenzamos este estudio viendo como de los descendientes de Noé se poblo la tierra, y de
estos surgieron todas las naciones, en el estudio de este capitulo veremos el significado de
la descendencia de Noé y de lo que llego a ser hasta dia de hoy, comencemos….

De los hijos de Noé proviene toda la humanidad como bien hemos dicho; en otras palabras,
todo ser humano es “hijo de Noé”.
Según la tradición judía, los descendientes de los hijos de Noé llegaron al número 70, y de
ellos provienen las 70 naciones que poblaron el mundo
Algunas versiones (como la Septuaginta) incluyen dos nombres a más que otras versiones,
con lo que el resultado final es de 72 naciones. Esto coincidiría con los 72 nombres de Dios
y también con los 72 nombres de los demonios del Ars Goetia del rey Salomón (por ahora
no tengo datos más conclusivos). Sin embargo, en el Libro de Enoc se mencionan 70
pastores:
Él llamó a setenta pastores y les entregó a esas ovejas para que las llevaran a pastar y le
dijo a los pastores y a sus acompañantes: “Que cada uno de vosotros lleve de ahora en
adelante a las ovejas a pacer y todo lo que os ordene, hacedlo. Os las entregaré
debidamente contadas y os diré cuáles deben ser destruidas y esas, hacedlas perecer”. Y
les entregó aquellas ovejas.Después el llamó a Otro y le dijo: “Observa y registra todo lo
que los pastores hacen a estas ovejas, ya que ellos destruyen más de las que yo les he
mandado; todo exceso y destrucción que sea ejecutado por los pastores regístralo: cuántos
destruyen de acuerdo con mi orden y cuántos de acuerdo con su propio capricho. Pon en la
cuenta de cada pastor la destrucción que efectúe. Lee luego el resultado ante mí: cuántas
destruyeron y cuántas les entregué para su destrucción. Que esto pueda ser un testimonio
contra ellos para saber toda acción de los pastores, que yo los evalúe y vean lo que hacen y
si se atienen o no a lo que les he ordenado…Vi cuando esos pastores pastorearon en su
tiempo y comenzaron a matar y destruir a más ovejas de las que fueron ofrecidas y ellos
entregaron a esas ovejas en manos de los leones. (Libro de Enoc, cap. 89).

 GENEALOGÍA DE LOS HIJOS DE NOÉ:


Génesis 10:2-7 – ” Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y
Tiras. (3) Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. (4) Los hijos de Javán: Elisa,
Tarsis, Quitim y Dodanim. (5) De éstos se poblaron las costas, cada cual según su
lengua, conforme a sus familias en sus naciones. (6) Los hijos de Cam: Cus, Mizraim,
Fut y Canaán. (7) Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos
de Raama: Seba y Dedán”
Las genealogías de la Biblia suelen ser tratadas con mucho menos respeto que las secciones
más estrictamente narrativas, pero son sin embargo dignas de un cuidadoso estudio.

En la actualidad es costumbre dividir la población del mundo en tres líneas raciales: los
caucásicos (esencialmente, el hombre blanco), los negroides y los mongoloides.
La Tabla de las Naciones también divide a la raza humana en tres grupos raciales: los
Jafetitas (caucásicos, indoeuropeos), los Camitas (negroide y mongoloide) y los Semitas
(hebreos, árabes, etc)
Estudiemos a profundidad lo que llego a ser la descendencia de cada uno de los hijos de
Noé hasta hoy en dia… comenzemos:
JAFET: ANTEPASADO DE LOS PUEBLOS DEL NORTE
Jafet significa “expansión“

Génesis 10:2-5 – “Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y
Tiras (3) Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma (4) Los hijos de Javán: Elisa,
Tarsis, Quitim y Dodanim. (5) De éstos se poblaron las costas, cada cual según su
lengua, conforme a sus familias en sus naciones”
 Los hijos de Jafet:
Gomer Magog Madai Javán Tubal Mesec Tiras

Askenaz Elisa Tarsis Quitim


Rifat Dodanim
Togarma
De éstos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus
naciones

1. Gomer, hijo de Jafet generalmente identificado como Gimirru migratoria (cimerios)


de Asiria, atestiguado alrededor de 720 aC.
El primogénito de Jafet fue Gomer. Muchos historiadores le relacionan con los Cimerios, de
la cual viene el nombre de Crimea (Kimmerii, Gimirrai, Gomer).
Según escritos de Qumram Gomer recibió una parte de la tierra al noreste del Río Tina
como herencia de su padre Noé. Los Cimerios se establecieron posteriormente
en Capadocia. Probablemente fueron los Sumerios de la historia clásica mencionados por
Homero en su historia titulado la Odisea. Al expandirse por Europa fueron llamados Galos
por los Romanos y Celtas por los Griegos. De ellos derivarían los druidas.
Encontramos una profecía relacionada con esta tribu. Naturalmente hay otras pistas de
la zaga de estas inigualables profecías en la historia, especialmente las que siguen el curso
de los “hijos de Omri” desde las planicies transcaucásicas (al norte de lo que es hoy Irak y
fue en tiempos bíblicos el Imperio Asirio) y su derivación de allí hacia occidente.
La denominación “hijos de Omri” se corrompió en la expresión “cimerios“, y este es el
nombre de los pueblos que los romanos llamaron “galos” y los griegos “celtas“. Y estos
fueron los fundadores de Europa. Y esta pista de la deriva hacia el occidente extremo a
partir de las planicies transcaucásicas de los “cimerios” (celtas o galos) nos lleva entonces
hasta las “islas“, las “costas” y las “extremidades de la tierra” a las que aluden gran parte
de las profecías finales de Isaías. Las expresiones proféticas: “islas“. “costas“,
“extremidades de la tierra” aluden sin duda a la Islas Británicas, a Irlanda, a las costas
francesas en el continente europeo y al continente americano después. Fue en las Islas
Británicas e Irlanda en donde los celtas tuvieron su refugio más prolongado y característico,
y fue desde allí que se produjeron luego las oleadas migratorias de los “pilgrims” hacia
América. Y también hay que hablar de las costas de Galicia, en estrecha relación con la
américa francesa y las Islas Británicas y parte integrante de la ruta marítima hacia ellas (la
más usada) desde tiempos milenarios, bordeando el Atlántico. Y en todas estas tierras, de
un lado y otro del Atlántico, vemos que iba a haber, según las profecías de Isaías, en el fin
de los tiempos, un pueblo atento a los acontecimientos en las tierras bíblicas.
“Oídme, islas, y escuchad, pueblos lejanos: Yahweh me llamó desde el vientre; desde las
entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria” – Isaías 49:1

“El que esparció a Israel lo reunirá y guardará, como el pastor a su rebaño” – Jeremías
31:10

 Nota: no todos los “hijos de Omri” derivaron hacia occidente, algunos lo


hicieron hacia oriente y se encuentran en la China, India y Japón actuales.
Pero la parte que emigró hacia occidente a partir de las praderas
transcaucásicas es la principal rama de la profecía.

Es también curioso que los Galeses llaman a su idioma hoy en día Gomereag en honor al
que fue padre de su pueblo.

El nombre étnico de los pueblos Celtas es “Cymry“ hasta el día de hoy, el cual se asemeja a
su ancestro Gomer. El término Celta viene de “Keltoi“, de origen Griego. Los Romanos los
llamaban “Galli“. Hay evidencia de los Celtas en el centro de Europa desde el año 1200
a.C. Algunos lugares a los cuales han dado nombre: Umbria en Italia; Cumberland,
Northumbria en Inglaterra; el nombre celta del país de Gales, Cymru; Galica en Ukrania y
Polonia; Galicia en España. La cultura y religión de los celtas fue gobernado por los
druidas.

Estaban organizados por clanes donde los hijos eran del clan porque no había matrimonios.
Se practicaba la prostitución. Los Cimerios nunca establecieron una relación con las
grandes civilizaciones, porque se dedicaban al pillaje, atacando a todos los que podían. No
dejaron escritos propios. Eran bárbaros. Para los Israelitas eran más abominables que los
Fenicios, que sacrificaban a sus hijos al dios Moloc.

Los descendientes de Gomer emigraron al occidente, hacia lo que ahora es Francia y


España, Por muchos siglos Francia fue llamada Galia, a causa de los descendientes de
Gomer (los galos) El noroeste de España se llama Galicia hasta hoy.
Y es muy importante mencionar el relato bíblico de Oseas. Gomer es el nombre de una
ramera con quien se casó Oseas. Él nunca pierde su fidelidad por ella a pesar de su
adulterio.
 Ashkenaz, hijo de Gomer. Se conjetura que el nombre surgió de un error de imprenta
en hebreo para “Ashkuz“, leyendo un nun y una vav. Nombres Ashkuz y ishkuz
fueron utilizados para los escitas, que aparecen por primera vez en los registros
asirios en el siglo VIII en la región del Cáucaso, y en ocasiones ocuparon vastas áreas
de Europa y Asia. Por otra parte, en hebreo medieval, de la Alemania se conoce
como Ashkenaz, y es el origen del término Judíos Ashkenazi. Se le relaciona con los
Escitas (eslavos). Su tierra fue el sur de Rusia. Desde la edad media en Alemania el
Judaísmo askenaitico se refiere a judíos alemanes y polacos con su dialecto judío-
alemán. Askenaz es la palabra Hebrea para Alemania. En la mitología de los
escitas mandan las grandes familias de los héroes.

 Rifat, hijo de Gomer. Se ha propuesto su identificación con la Plafagónia de la


antigüedad, pero esto es incierto.
 Togarma, hijo de Gomer. Algunas tradiciones de Armenia y Georgia se proclamaban
descendientes de Togarma, otros han tratado de ponerlos en contacto con el pueblo
turco. Los Togarmas vivieron en Armenia, al sur occidental. Fue padre de muchos
pueblos que habitaban en los confines del norte. Sostenía relaciones comerciales con
Tiro, a la que vendía caballos y animales de carga. Se ha identificado con Til-gamiru
o Tegarama, en Asia Menor, entre Carquemis y Harán. Fue destruido por los asirios
en el 695 a.C.
2. Magog: El segundo hijo de Jafet. Escitas (N del Mar Negro), entre los Cárpatos y el río
Don (hoy Moldavia e Ucrania) cuidaban de caballos y eran arqueros. Tal vez su país se
llamase Gog.
Desde los días del historiador judío Josefo, se ha apuntado la posibilidad de que “la tierra de
Magog” tuviera relación con las tribus escitas que habitaban el NE. de Europa y Asia
Central. (Antigüedades Judías, libro I, cap. VI, sec. 1.) Los escritores clásicos de tiempos
griegos y romanos presentaban a los escitas como bárbaros procedentes del N., saqueadores
y belicosos, equipados con enormes fuerzas de caballería, bien armados y diestros arqueros.
Aunque el nombre escita puede haberse derivado de “Askenaz”, otro descendiente de Jafet,
la edición de 1959 de la Encyclopædia Britannica (vol. 20, pág. 235) dice que “en la
literatura clásica, Escitia se refería normalmente a toda región que estaba al norte y nordeste
del mar Negro, y se llamaba escita (skuthes) a cualquier bárbaro procedente de esos
lugares”. Asimismo, otras obras de consulta muestran que el término “escita” era una
denominación genérica que por lo general englobaba a las tribus nómadas que se asentaron
al N. del Cáucaso (entre el mar Negro y el Caspio), de manera similar a como hoy se
emplea el vocablo “tártaro”. Por eso, la obra The New Schaff-Herzog Encyclopedia of
Religious Knowledge comenta: “Entre los antiguos, el nombre ‘escita’ era un apelativo de
amplio espectro, y lo mismo puede decirse del nombre hebreo ‘Magog’” (edición de
S. Jackson, 1956, vol. 5, pág. 14).
En la Antigüedad Clásica, Escitia era la región euroasiática habitada por los pueblos escitas
desde el siglo VIII a.C. hasta el II d.C.. Su extensión varió a lo largo del tiempo, pero en

general comprendía las llanuras de la Estepa póntica desde


el Danubio hasta las costas septentrionales del Mar Negro, tal como se lo indica en el mapa.
Las regiones conocidas como Escitia en los autores clásicos incluyen: La Estepa póntica:
Kazajistán, sur de Rusia y Ucrania (habitadas por escitas desde al menos el siglo VIII a.C.);
La región al norte del Caúcaso, incluida Azerbaiján. La posterior Sarmacia, Ucrania,
Bielorrusia y Polonia hasta el mar Báltico (antiguamente conocido como Océano
Sarmático); La zona del sur de Ucrania y el Bajo Danubio, también llamada Escitia Menor.
La región del Sakastán, habitada por los Sakas o Indo escitas, no suele ser considerada parte
de Escitia.
El nombre de Magog aparece en la profecía de Ezequiel en relación con el ataque que
lanzaría “Gog de la tierra de Magog” contra el pueblo restaurado de Yahweh. El profeta
parece haberlo usado para indicar una tierra o región situada en “las partes más remotas del
norte”, de donde proceden las huestes de Gog, sus fuerzas de saqueo ‘montadas a caballo,
una gran congregación, sí, una numerosa fuerza militar’, todas ellas armadas con espada y
arco.
3. Madai: El tercer hijo de Jafet fue Madai. Padre de los Medos. Su país se llamó Media.

Junto con el hijo de Sem, Elam, Madai es el ancestro de los modernos iraníes. Josefo dice
que los descendientes de Madai eran llamdos Medos por los griegos. Cada vez que los
Medos son mencionados en el Antiguo Testamento, la palabra hebrea usada
es Madai (maday). Después de la época de Ciro, los Medos siempre (con una excepción)
son mencionados junto con los Persas. Ellos se convirtieron en un reino con una sola ley –
“la ley de Media y de Persia” (Daniel 6:8, 12, 15). Más tarde se les llamó
simplemente Persas. Desde 1935 ellos han llamado a su país Irán. Los Medos también se
“asentaron en la India“

4. Javán: Progenitor de los Griegos (jonios). En griego Ión. De ahí Ionia. Eran filósofos.
Javán- otro nieto de Noé, se estableció en lo que hoy es Grecia.Grecia aparece en el
Antiguo Testamento y es siempre la palabra hebrea Javán.Daniel se refiere al “rey de
Grecia” (Daniel 8-21) llamándolo “el rey de Java”Los hijos de Javán fueron Elisa- Tarsis-
Quitim- y Dodanim, (Génesis 10-4).
 El primer hijo de Javán fue Elisa. Vivió en la isla de Chipre que también se

le conoció como Alasia.


 El segundo hijo de Javán fue Társis. También llamado los Tartessos. Habitó
en España (Huelva y Cádiz). Su nombre significa “subyugado“. Fue una
ciudad griega a la que se podía llegar en nave por el Mediterráneo. Mantenía
relaciones comerciales con Tiro. Las naves de Társis en el AT se refieren a
barcos de largo recorrido.
 El tercer hijo de Javán se llamaba Quitim. Citium o Chipre. Chipre es
llamado Quitim en hebreo. Posiblemente la costa oriental del Mediterráneo
(Jer.2:10, Ex.27:6). En el libro de Daniel 11:30, Quitim parece referirse a
Roma. En este pasaje la expresión naves de Quitim se refiere, sin duda, a
Roma, puesto que fue ella que conquistó Egipto.
 El cuarto hijo de Javán fue Dodanim. De ahi Dardanios, los antiguos troyanos.
Ocuparon Troya, y la isla de Rodas. En las versiones del Pentateuco,
Samaritano y Samuel en la primera cita, la Septuaginta y el texto hebreo en la
segunda, escriben Rodanim, probablemente designado a los habitantes de
Rodas.
– Nota: la Septuaginta griega (LXX) del Génesis incluye un hijo adicional de Jafet, “Elisa”
entre Javán y Tubal. Sin embargo, como este nombre no se encuentra en ninguna otra
fuente antigua, ni en Crónicas, es casi universalmente aceptado como siendo un duplicado
de Eliseo, hijo de Javán.

5. Tubal, quinto hijo de Jafet. Él está conectado con Tabal, un reino de Anatolia,

y por medio de la antigua tribu de Tibareni tanto


los íberos del Cáucaso y la Península Ibérica ( España y Portugal). A veces también es
visto como el antepasado de los ilirios. Su pueblo se llamó tubales o tabales. De ahí el
nombre de Talibánes. Su patria era en Asia menor. Comerciaba con Tiro exportando
esclavos y vasos de cobre. Gog, enemigo del pueblo del Dios de Israel, era príncipe de
Tubal. (En el idioma asirio es Tabal y en el idioma griego es Tibarenoi) Sus descendientes
fueron los los habitantes de las tierras de Asiria.(Ezequiel 39-1).El antiguo estado soviético
de Georgia al parecer también era habitada por ellos.

6. Mesec, sexto hijo de Jafet, derivando en Mochoi o Moscú. También se dirigió hacia Asia
menor. Al norte de Armenia. Su nombre significa posesión. Él

es considerado como el epónimo de la tribu


Mushki de Anatolia. Los Mushki a veces se consideran uno de los antepasados de los
georgianos, pero también están conectado con los Pueblos del Mar que vagaban por la Mar
Mediterráneo. Se dedicaron al comercio de esclavos y utensilios de metal. Los nombres de
Mesec y Tubal aparecen en las inscripciones asirias. Sus descendientes habitaron las tierras
de Rusia. Mesec era el antiguo nombre de Moscú. Sus descendientes poblaron la estepa
Rusa y fueron nómadas.
7. Tirás, séptimo hijo de Jafet. Este nombre suele estar relacionado con los tracios, un
pueblo antiguo que apareció por primera vez en registros escritos alrededor del año 700 aC.
Él también se ha asociado con algunos de los pueblos del mar, como Tursha (turcos) y
Tyrsenoi (etruscos), con el río Tiras (Dniester) y a veces con la región de Anatolia de
Troas, que data del último siglo 13 aC. Su región fue el Mar Egeo. Los tursas mencionados
por Ramses III, que invadieron Egipto desde el norte en el siglo 3 AC. Los tirsos son los
tirsenos de las canciones griegas, que a su vez se han identificado con los etruscos. Sus
descendientes habitaron desde el río Danubio hasta el mar Negro. Amaban la guerra y el
saqueo. Tiras fue endiosado por sus descendientes como el dios Tor (dios del trueno) Su
territorio comprendía, Yugoslavia y los paises Escandinavos.

Jafet – Familia indoeuropea Dos ramas: Europa y el norte de India

Jafet – Indoeuropeos Gomer

 Se estableció al norte del Mar Negro


 “Cimeria” – “Crimea”
 En Asia menor: “Gálatas”
 En Francia: Gaul (Galia)
 En España: Galicia
 Gran Bretaña: Celtas; Cumberland (Gomerland)
 Italia: Umbros
 Irlanda: Hibernia, Hibernicus
 Alemania: Germania.
Jafet – Indoeuropeos Askenaz, hijo de Gomer

 Se estableció al norte del Creciente Fértil


 Lago Ascanio (los Ascani)
 “Asken” sigue siendo un nombre propio Armenia
 En tiempos de la Guerra de Troya, un príncipe se llamaba “Ascanio”
 Ascania – Islas de Scandia Escandinavia.
 Montes Ascanimianos
 Tribus bárbaras: “Sakis”, “Sakasene”,”Sakasenoi”, “Sachsen”, “Sajón”
Jafet – Indoeuropeos Magog

 Marco Polo comprendió la palabra “Mungul” como una corrupción de “Magog”


 “Cáucaso” = “Gog” + “Chasan”
 Etnia rusa – Muscovi – Moscú
Jafet – Indoeuropeos Madai y Javán

 Medos y Jonios
 Yavnan/Yaván– Grecia y parte de Italia
Jafet – Indoeuropeos Elisa

 Elishah – Hellas. Aplicado a los griegos.


 Elis – Eolis –Aioleis – Los eolios.
 Ezequiel 27:7 – “las islas de Elisa”

Jafet – Indoeuropeos Tarsis


 Tartessos
 Colonia de Tarsis – en la desembocadura del Guadalquivir.
 Cádiz y Carteia
Es posible que estableciera una capital y un reino en España que más adelante llegase a ser
un centro de intercambio comercial muy empleado por los fenicios

Jafet – Indoeuropeos Quitim

 Kittim, los habitantes de Chipre (Josefo: “Kitión”)


 Ma-Chetim (lugar de Chetim)…Macedonia, tierra natal de Alejandro Magnofenicios.
Jafet – Indoeuropeos Dodanim

 En la Biblia aparece como “Rodanim” (1 Cr. 1:7) •


 Río Rhodonus •
 Isla de Rodas • Ciudad de Dodona •
 Dardan – Dardanelos

Jafet – Indoeuropeos Mesec y Tubal


 Asirios: “Muskaa” • Montes Moschici
 Mesec – Muskovy – Moscú
 Josefo: “Thobel fundó los Thobelitas, ahora llamados Iberis” (¿íberos?)
 Tobolsk (ciudad en Rusia)

Jafet – Indoeuropeos

 Una sola familia, comenzando con Jafet, se multiplicó con el curso del tiempo y
pobló la ribera septentrional del Mediterráneo, toda Europa, las Islas Británicas y
Escandinavia, y la mayor parte de Rusia. La misma familia se instaló en la India,
desplazando asentamientos anteriores de camitas que se habían establecido en el valle
del Indo.
 Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis 9:27)
 Los hijos de Jafet han tendido a extenderse y a multiplicarse a expensas de otros
grupos raciales.

CAM: ANTEPASADO DE LOS PUEBLOS DEL SUR


Génesis 10:6-21 – “Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. (7) Y los hijos de
Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. (8) Y
Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. (9) Este fue
vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso
cazador delante de Jehová. (10) Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y
Calne, en la tierra de Sinar. (11) De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive,
Rehobot, Cala, (12) y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande. (13)
Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, (14) a Patrusim, a
Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim. (15) Y Canaán engendró a Sidón
su primogénito, a Het, (16) al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, (17) al heveo, al araceo,
al sineo, (18) al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias
de los cananeos. (19) Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a
Gerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa.
(20) Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus
naciones. (21) También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y
hermano mayor de Jafet”
Cus Mizraim Fut Canaán

Seba Ludim Sidón


Havila Het
Sabta jebuseo
Anamim Lehabim
Sabteca amorreo
Naftuhim Patrusim
gergeseo
Casluhim, (de donde
heveo
Raama salieron los filisteos)
araceo
Caftorim
sineo
arvadeo
zemareo
Seba
Dedán
hamateo

i. Cam significa “caliente“


Cus – Etiopía

 Cus, hijo de Cam. Imperio de Cus, al sur de Egipto es conocida por lo menos
1970 antes de Cristo, pero este nombre también se ha relacionado por algunos con los
casitas que habitaron el área de Zagros de Mesopotamia, a la ciudad sumeria de Kish.
 Seba, hijo de Cus. Se ha relacionado con el Yemen y Eritrea, con mucha
confusión con Sheba continuación. (Una “división Shibboleth” entre los
sabeos de Sabá y de Seba es reconocido en otros lugares, por ejemplo, en el
Salmo 72, que lleva a los investigadores a sospechar que esto no es una
duplicación errónea del mismo nombre, sino una verdadera división histórica,
lo que significa que división no es todavía completamente entendido, aunque
puede reflejar simplemente de qué lado cada uno era.)
 Javilá, hijo de Cus. Generalmente considerado como una parte de la Península
Arábiga, cerca del Mar Rojo.
 Sabtá, hijo de Cus. Hadramitas veces relacionados (su antigua capital siendo
Saubatha) Yémen orientales.
 Rama, hijo de Cus. Se ha asociado con Rhammanitae mencionado por
Estrabón en el suroeste de la Península Arábiga, y una ciudad árabe en la

cabeza Regmah, Golfo Pérsico.


 Seba, hijo de Rama. Se ha asociado con Sabean y la gente en ambos
lados de la parte más estrecha del Mar Rojo, en tanto Yemen / sur de
Arabia, y Eritrea /Etiopía / Somalia.
 Dedán, hijo de Rama. Al parecer, una región de la provincia de Tabuk
de Arabia Saudita.
 Sabteca, hijo de Cus. Posiblemente Sabaiticum Ostium, sabeos que viven
alrededor de un puerto específico en Eritrea.
 Nimrod, hijo de Cus, también identificado como un vigoroso cazador delante
de Dios, y fundador de la antigua Babel, Akkad, Sumeria, ciudades y,
posiblemente, en Asiria. El texto hebreo de Génesis 10:11 ha dado lugar a
cierta ambigüedad en cuanto a Asiria.
Nimrod

 NIMROD
Nimrod era hijo de Cus, primogénito de Cam. El era un gran cazador; pero no se limitó a
atrapar animales, sino que también quiso dominar pueblos.

Génesis 10:8-9 – “Y Cus engendró a Nimrod, que llegó a ser poderoso en la tierra. (9) El
fue un poderoso cazador delante del SEÑOR; por tanto se dice: Como Nimrod, poderoso
cazador delante del SEÑOR”
Cuando la Biblia dice “delante del Señor”, literalmente significa: Cara a cara con Dios.
Esto puede ser tanto positivo como negativo. En el caso de Nimrod, él se paró delante de
Dios en reto, no humildad ni sumisión.
El versículo literalmente dice que Nimrod “comenzó a ser poderoso en la tierra” ‫הסל‬.
Lo mismo que en el v. 6:1, la utilización del verbo ‫ החל‬en este contexto implica la idea de
“profanar” -es decir, atentar- contra la autoridad divina. El concepto aquí expresado es que
el hecho de que el haya sido el primero en ser poderoso en la tierra implicaba un acto de
rebelión contra Dios, pues “frente a Dios no cabe la fuerza” (Gur Arye; Sifte Jajamim). Al
margen de la expresión, ‫ הרול‬el termino ,‫“ גבר‬poderoso” también fue interpretado por Rashi
en el sentido de rebelarse contra la autoridad divina en el v. 6:4.
A Nimrod no le bastaba ser el señor de una ciudad, sino que quería ser el rey de varios
pueblos.

Génesis 10:10-12 – “Y el comienzo de su reino fue Babel, Erec, Acab y Calne, en la tierra
de Sinar. (11) De aquella tierra salió hacia Asiria y edificó Nínive, Rehobot Ir, Cala,
(12) y Resén, entre Nínive y Cala; aquella es la gran ciudad”
La capital de su reino fue Babel. Allí fue donde se construyó una torre en reto a Dios. De
esto hablaremos en la siguiente entrada…

En el proximo capitulo estudiaremos mas sobre Nimrod… Sigamos…

 Mizraim, hijo de Cam. Mizraim es un nombre para el Alto y el Bajo Egipto y


literalmente se traduce como Ta-Wy en antiguo Egipto (“Las Dos Tierras”). El
objetivo de Mizraim representa el número dual. Los árabes modernos se refieren a su
país como misr. (Segundo hijo de Cam) Es la palabra Hebrea para Egipto. Se
establecieron en esa región.
Mizraim– Egipto

 Ludim, descendiente de Mizraim. A veces considerado como un error del
escriba para los libios, una referencia a Lebou del este de Libia.
 Anamim, descendiente de Mizraim. Hay una referencia en una inscripción
asiria de Sargón II Tiempo Anami una tribu situada en Cyrene, Libia.
 Lehabim, descendiente de Mizraim. Identificación incierta, posiblemente en
Libia.
 Naftuhim, descendiente de Mizraim. Se ha asociado con Na-Ptah, la forma
egipcia de Menfis.
 Patrusim, descendiente de Mizraim. Posiblemente conectada con la palabra
egipcia Pa-To-Ris significa sureños.
 Casluhim (de los cuales llegó el filisteos), descendiente de Mizraim.
 Caftorim, descendientes de Mizraim, asociada Caftor, probablemente Creta,
Chipre, o ambos.
 Phut, hijo de Cam. Autoridades antiguas son bastante universales en la identificación

de Phut con los libios (Lebu y Pitu),


los primeros vecinos de Egipto hacia el oeste.(Aunque las teorías más recientes han
intentado ponerse en contacto Phut Fenicia, o la tierra de los libios actualmente no
identificado).
Phut. Es el nieto de Noé cuyo nombre se usa para Libia. El antiguo río Fut estaba en Libia.
En los días de Daniel el nombre había sido cambiado a Libia. (Daniel 11-43) – Fut fue
fundador de Libia.
Fut – Libia
 Canaán, hijo de Cam. Este es conocido por ser el nombre de una nación y las

personas que colonizaron la costa


oriental del Mediterráneo, en lo que ahora se llama Israel y el Líbano.
Canaán, nieto de Noé, es el nombre para la región que los romanos llamaron Palestina, Hoy
Israel y Jordania. También son descendientes de Canaán los Jebuseos, fundadores de
Jerusalén.

El descendiente más prominente de Canaán fue Nimrod el fundador de Babilonia, después


de la confusión de lenguas, levantó tres ciudades vecinas, Erec-Acad-y Calneh y las
consolidó en un solo reino bajo su propio dominio. También fue el fundador de Nínive. Fue
el comienzo del imperialismo. Su padre Cam llegó hasta Africa
Canaan – Palestina

 Sidón, hijo primogénito de Canaán, y el nombre de uno de los más antiguos de


la ciudad-estado costa fenicia.
 Heth, hijo de Canaán, considerado antecesor de “hititas“, un pueblo de
Canaán, posiblemente relacionados con Hatti, una entidad poderosa en
Anatolia.
Llegaron a formar una proporción no pequeña de la raza china primitiva. Desde luego,
existen curiosas vinculaciones entre ellos, como su forma de vestir, su calzado con la punta
de los dedos hacia arriba, la disposición del cabello en forma de coleta, etc. Más
recientemente, ha aparecido otra posible vinculación corroborativa con el descubrimiento de
que los hititas habían dominado el arte de fundir hierro y de la doma de caballos, dos logros
de enorme importancia, y que recurren en una época muy temprana de la historia de China
—mucho antes que llegasen a Occidente.
 “El jebuseo“, descendientes de Canaán, una tribu que vivía en las afueras de
Jerusalén, que era conocido como Jebus según los Libros de los Reyes.
 “El amorreo“, descendientes de Canaán, un pueblo que vive entre el río Jordán
y el Éufrates, al menos, el año 2000 aC, conocido como Amurru a los acadios
y egipcios.
 “El gergeseo“, descendientes de Canaán, conocido por los egipcios como
Kirkash.
 “El heveo“, descendientes de Canaán.
 “El araceo“, descendientes de Canaán, probablemente, la ciudad-estado de
Arqa en Fenicia.
 “El sineo“, descendientes de Canaán, posiblemente conectado al desierto de
Sin, o el río Sinn en Siria.
Nombre de una deidad importante en Babilonia El último rey de Ur se llamaba Abi-Sin
Sinaquerib (Senaquerib) Región de Arabia: Sin-aí En Oriente: Siang, Sianfu, Sinae, Thsin,
provincia de Tin. Siglo 3 a.C. – dinastía Tsin (“linaje puro”) –Tchina –China. La guerra
entre chinos y japoneses – “sino-japonesa”. Es probable que los hititas, tras la destrucción
de su Imperio, se dirigieron hacia el Este y se asentaron entre los Sinitas, parientes.
 “El arvadeo“, descendientes de Canaán. Se refiere a la ciudad-estado fenicia
de Arwad.
 “El zemareo“, descendientes de Canaán. Se refiere a la ciudad-estado fenicia
de Zemar.
 “El jamatita“, descendientes de Canaán. Se refiere a la ciudad siria de Hamat
o Jamat.

SEM: ANTEPASADO DE LOS PUEBLOS DEL MEDIO Y DEL ESTE


Génesis 10:22-32 – “(22) Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram.
(23) Y los hijos de Aram: Uz, Hul, Geter y Mas. (24) Arfaxad engendró a Sala, y Sala
engendró a Heber. (25) Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg,[a]
porque en sus días fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. (26) Y
Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, (27) Adoram, Uzal, Dicla, (28)
Obal, Abimael, Seba, (29) Ofir, Havila y Jobab; todos estos fueron hijos de Joctán. (30)
Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección de Sefar, hasta la región
montañosa del oriente. (31) Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus
lenguas, en sus tierras, en sus naciones. (32) Estas son las familias de los hijos de Noé
por sus descendencias, en sus naciones; y de éstos se esparcieron las naciones en la
tierra después del diluvio”
Elam Lud Asur Arfaxad Aram

Sala Uz
Hul
Heber Geter y Mas
Peleg Joctán

Peleg Almodad

Reu Selef

Serug Hazarmavet Jera

Nacor Adoram

Uzal
Taré

Abram Dicla
Nacor

Harán

Obal

Abimael

Seba
Lot
Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de OfirJafet.
Los hijos de Joctán habitaron: desde Mesa en dirección de Sefar, hasta la región
montañosa del oriente.
i. Sem significa “nombre“.

No se considera tradicionalmente como el antepasado de los pueblos


semitas; Judíos religiosos y los árabes se consideran hijos de Sem a través de Arfaxad (por
lo tanto semitas). En opinión de algunos estudiosos europeos del siglo XVII (por ejemplo,
John Webb), el pueblo de China y la India descendieron de él también.
 Elam, hijo de Sem. Los elamitas llamaban a su país Haltamti (en tardío elamita,
Atamti), del cual sus vecinos acadios adaptaron como Elam. El alto Elam fue
posteriormente más y más identificado por su baja capital, Susa, y geógrafos
posteriores a Ptolomeo la llamaron Susiana. Actualmente es Kuzistán, el Irán
moderno.

 Asur, hijo de Sem. Los asirios lo consideraban el padre del dios Asur, y fundó un
pueblo con este nombre en el río Tigris.
Asur (el segundo hijo de Sem); Asur es la palabra hebrea para referirse a Asiria. La Biblia
cuando se refiere a Asiria lo llama: el “imperio de Asur”
 Arfaxad (también dijo Arfaxad) hijo de Sem Él o sus descendientes inmediatos
se acreditan en la tradición judía con la fundación de la ciudad de Ur de los caldeos,
posiblemente Urfa, en el sudeste de Turquía moderna, aunque también ha sido
identificada por algunos (después del arqueólogo Wooley) con la ciudad sumeria de
Ur, en la orilla sur del río Éufrates.
 Familia Arfaxad (genealogía de Abraham) y el linaje de Joctán. La
genealogía, en este punto, hace una lista de varias generaciones
de descendientes de Arfaxad, a causa de su relación con el pueblo judío y el

resto del Génesis:


 Cainán aparece como el hijo de Arfaxad y padre de Sala en algunas
fuentes antiguas. El nombre se omite en el texto hebreo masorético de la
Biblia hebrea, pero la Septuaginta griega y la genealogía de Jesús en
Lucas 3:36 incluye el nombre.
 Sela (o Salah), hijo de Arfaxad (o Cainán).

 Eber, hijo de Sala, implícitamente declarado como el


antepasado epónimo de los hebreos.
 Peleg, hijo de Eber. A veces conectado a Phalgu,
una antigua ciudad situada donde pasan el Éufrates y
Chaboras. En la tabla, se dice que la tierra fue
dividida en los días de Peleg. La triple división
entre Cam, Sem y Jafet anterior al incidente de la
Torre de Babel, se elabora en algunas fuentes
antiguas; otros asumen que la “división” se produjo
inmediatamente después de la dispersión de las
naciones.
 Joctán, hijo de Eber. A veces identificado con
Joctán, una ciudad antigua, cerca de La Meca.
Considerado como Qahtan, para ser el antepasado de
los “árabes“.
 Almodad, hijo de Joctán. “Según el
Diccionario Bíblico de Easton“, “Almodad”
(Biblia del Diccionario Easton) significa
“inconmensurable“, sin embargo, también se
ha traducido como “no se mide“, “metro“,
“lejos de Dios“, “el amado” o “Dios es
amado“, “Dios es amor” y “Dios es un
amigo.”
 Selef, hijo de Joctán. Selef significa “extraer”
o “dibujo” (Diccionario de la Biblia
Hitchcock).
 Jazar Mávet, hijo de Joctán. Hazarmaueth
significa “morada de la muerte” (Diccionario
Bíblico Hitchcock).
 Yeraj, hijo de Joctán.
 Hadorán, hijo de Joctán.
 Uzal, hijo de Joctán.
 Diclá, hijo de Joctán.
 Obal, hijo de Joctán.
 Abimael, hijo de Joctán. Abimael significa
“mi padre es Dios“.
 Seba o Sabá, hijo de Joctán.
 Ofir, el hijo de Joctán. Ofir significa
“Hombre de Oro“
 Javilá o Havilá, hijo de Joctán. Literalmente
significa “arenal“
 Jobab, hijo de Joctán.
 Lud, hijo de Sem. mayoría de las autoridades antiguas atribuyen este nombre a
Lydia, el este de Anatolia (Luddu en inscripciones asirias de ca. 700 aC).
 Aram, hijo de Sem. Hay referencias a una campaña contra el “haram” ya en 2300
antes de Cristo en las inscripciones de Naram-Sin. Sus descendientes se establecieron
en la ciudad de Harán. Hubo una serie de lugares nombrados Aram, incluyendo un
lugar en Damasco y otro llamado Aram-Naharaim o Aram de dos ríos, situado entre
los ríos Tigris y Éufrates. También hay Tzova-Aram, que se menciona en el Salmo
60.

Sellos reales del siglo VI a.E.C. con inscripciones arameas para “i(e)r(u)sh(a)l(e)m” y
“ie(u)d(a)h”

(las letras encerradas entre paréntesis corresponden a las vocales sobreentendidas).

El sello con el nombre de “ieudh” contiene una sola “he”, en el caso de la inscripción de
Uzías son dos “het” y actualmente son dos “he”. Estas letras parecen tener orígenes
semejantes, lo que permite la sustitución en una misma expresión según las épocas o
influencias culturales y religiosas.
No obstante, tal como hemos visto, las sustituciones pueden obedecer a criterios
sacerdotales o rabínicos para ocultar los orígenes ancestrales de la divinidad.

 Uz, hijo de Aram. Posiblemente los antepasados de los nabateos, que se


extiende desde el sur de Jordania, en el norte de Arabia Saudita, también
mencionados en la obra.
 Hul, hijo de Aram. Desconocido; puede tener una posible conexión con el lago
conocido como Hula.
 Guéter, hijo de Aram. Padre de Thamud en la tradición árabe.
 Mas, hijo de Aram. Desconocido; sugerencias incluyen Mashu, una región
desconocida de los cedros se mencionan en la Epopeya de Gilgamesh
(posiblemente el Líbano), y E-Mash Mash, el principal templo de Nínive, en
Asiria.
A gran escala lo que estamos viendo aquí es que de los hijos de Jafet descienden las
naciones europeas y del norte de Europa, de los de Cam, viene Mizraím, que es Egipto y
vienen regiones de África y es curioso que Noé le profetizó a un descendiente de Cam, a
Canaán, que serían esclavizados y eso tiene conexión con las tribus de África y también
viene de los hijos de Cam, el hijo que fue rebelde y ya recordarás que vio desnudo a su papá
y que le faltó al respeto, pues de él viene un descendiente que se llamó Nimrod.

Lecciones sobre la Tabla de las Naciones


 El Redentor sería Simiente de la mujer (humano)
“Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá
en la cabeza y tú le herirás en el calcañar” – Génesis 3:15
 El Redentor sería Simiente de Abraham (“en él serán benditas todas las familias de
la tierra”)
 El Redentor sería Simiente de Judá (“hasta que venga Siloh; y a él se congregarán
los pueblos”)
 El Redentor sería Simiente de David (“tu trono será estable eternamente”)

Cristo, Redentor de todos los hijos de Noé Un retrato de la salvación a todo el mundo.
Hechos 8 – la conversión de un eunuco etíope – descendiente de Cam. “Te ruego que me
digas: ¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de algún otro?…Creo que Jesucristo es
el Hijo de Dios”
Hechos 9 -la conversión del apóstol Pablo – era semita, descendiente de Sem. “Quién eres,
Señor?…y en seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste era el Hijo de
Dios”
Hechos 10 -la conversión de Cornelio, centurión romano – descendiente de Jafet.“Qué es,
Señor?…Dios envió mensaje a los hijos de Israel, anunciando el evangelio de la paz por
medio de Jesucristo; éste es Señor de todos”
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9 PENSAMIENTOS EN “GÉNESIS 10 – ORIGEN DE LAS NACIONES”


1. NAZARIO PEREZ MAYO en mayo 22, 2018 en 4:03 pm dijo:

por que algunas personas no creen en la biblia ni en dios

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2. Sam en julio 19, 2018 en 5:41 pm dijo:

Excelente, aunque en realidad siempre he tenido dificultad de quien desciende Asiria, por
Génesis 10:11 creí que era Cam, pero en varios escritos señala a Jafet y a otros a Sem.

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3. Magdalena Pineda en enero 4, 2019 en 10:16 pm dijo:

Excelente enseñanza, muy completa, gloria a Dios

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Responder ↓

4. Katerin en enero 22, 2019 en 11:05 pm dijo:


Estoy impresionada pues le dedicaste tiempo, felicitaciones me encantó! Más aún sigo en la
búsqueda de la procedencia de los nativos de América del sur según la descendencia de
Noé!

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5. Lilian en marzo 26, 2019 en 6:28 am dijo:

Es el mejor sitio que acabo de descubrir, pues buscando explicación sobre la Guerra de los
Reyes de Génesis 14 encontré esta página que me tiene emocionada leyendo tanta
explicación Biblica, estudios completos y bien explicados. Felicitaciones!

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6. LUIS NASER en abril 2, 2019 en 12:10 am dijo:

METES A LOS HIPERBOREOS Y SACAS INDOARIOS HASTA DEL TRASERO DE


ENLIL …… QUE AMASIGO DE PENDEJADAS PARA CUENTEAR A LA GENTE
HABIDA DE NOVELERIAS Y CUENTOS SUMERIOS …… …

EL CILINDRO DE CIRO II .. DICE Y CITO:

Y MI SEÑOR MARDUCK BAJO EN PERSONA Y ME ACOMPAÑO COMO UN


AMIGO MAS EN MIS CAMPAÑA CONTRA BABILONIA …

HALO .. CIRO II DICE CLARITO MI SEÑOR O BAAL MARDUCK Y EL CUAL ES EL


MISMO MITRA, EL RA EIGPCIO Y CIMERIO O EL RA’AS DE LA GENTE DE KAIN
AL ESTE …..

QUE SIGIFICA DIOS ?


QUE SIGNIFICA JEHOVA ?

POBRES HUAMNOS Y SU LOKURA POR CREER EN ALGO ….


PERO JESUS DICE PROBAR LOS ESPIRITUS .. PERO NO HACEN ESO AL
CONTRARIO VIENEN CUENTEROS DE LAS SERPIENTES SUMERIAS Y CREEN
ALGO QUE NI SUSTENTO TIENE …

Me gusta

Responder ↓

7. Francisco Peñalver en abril 6, 2019 en 9:49 pm dijo:

Los Pueblos Gitanos son de tradición Monoteista.


De todas formas el origen Egipcio de los Pueblos
Gitanos tiene el mismo sentido que el del Pueblo de
Israel. Es decir, los Israelitas fueron “Egipcios” durante
los varios siglos que vivieron en Egipto, no obstante, su
Origen es mucho más Ancestral.
Lo más correcto sería decir que, así como los Hebreos,
los Gitanos son también de origen Semita; es decir,
provenientes de Sem uno de los Hijos de Noé.
Moisés por ejemplo es llamado “el Egipcio”, porque
nació en Egipto, mas sus Ancestros son de Origen
mucho más antiguo: Noé, Sem, Arphaxad, Sala, Heber,
Peleg, Reu, Serug, Nachor, Thare, Abraham (Génesis
10
Capítulos 10,11 y siguientes), Isaac, Jacob, Leví, Coath,
Amram, Moisés.
Los Gitanos de origen Egipcio que salieron en el Éxodo
con el Pueblo de Israel hacia el desierto del Sinaí,
formaron una sola Familia con los Ceneos, Cineos,
Recabitas o Kenitas descendientes de Jethro,
conviviendo más tarde con el Pueblo de Israel en la
tierra de Canaán.
“… el antiguo pueblo de los posibles antepasados de
los romaní, es el antiguo pueblo de los Ceneos,
distinto a los Cananeos, descritos en el libro de
jueces (sefer shoftim) 1:16 que lo describen de este
modo “Y los hijos del cineo, suegro de Moisés,
subieron de la ciudad de las palmas con los hijos de
Judá al desierto de Judá, que está al mediodía de
Arad; y fueron y habitaron con el pueblo.” El ceneo
que se identifica como suegro de Moisés, no es nada
más y nada menos de Jetro, que fue el que lo acogió
durante su asilo en el desierto. Y otro versículo de la
biblia (Tanakh) en el mismo libro 4:11 menciona
este pueblo peculiar.”
***
“Los ceneos fueron herreros profesionales, nómadas
o seminómadas, de quienes se sabe que hicieron su
modo de vivir como expertos en el trabajo de
metales ya para el siglo XIII a. de J.C. Algunos, plo menos, fueron madianitas,
porque se dice que los
madianitas (Nm. 10:29-31) o un ceneo (Jue. 1:16)
actuó como guía de Israel en el desierto. Los ceneos
que se asociaron con los israelitas durante el
peregrinaje en el desierto, finalmente se situaron en
la región del Neguev, al sur del Arad (Jue. 1:16).
Esta región era apropiada para ellos ya que había
minas de cobre y hierro en las cercanías (véase
METALÚRGICA). Los ceneos trabajaron en las
minas de cobre en la Arabá, al sur del mar Muerto
tanto antes como después de la conquista israelita
de Canaán (véase Nm. 24:21). Tenían colonias en la
región por lo menos desde el tiempo de David (1 S.
27:10).” (“Diccionario Enciclopédico de Biblia y
Teología”).

Sem
Los descendientes de Lud, fueron reconocidos desde la

antigüedad bajo la común denominación de “ludus” por sus


parientes semíticos asirios.En general a los ludus o ludios se les
reconoce la patenidad de los pueblos lidios de Lidia, carios de
La Caria, sardo de Sardes y licios de Licia, los primeros
habitantes de una zona de Asia Menor, cercana al Mar
Mediterráneo.

Los primitivos descendientes del semita Aram, invadieron la

Mesopotamia y ocuparon toda la región ubicada al sudoeste del


río

Eufrates, entre la primitiva Asiria, Caldea y la tierras de Canaán


hasta la región ocupada por los árabes de la Península
rábiga.Después se convirtieron en comerciantes internacionales
por tierra, desde el Siglo X al Siglo V a.C.

Sem habitó la región próxima a las nacientes del río

Eufrates inferior. Sus cinco hijos fueron: Elam, Assur,


Arfaxxad, Lud y Aram. De estos cinco hijos de Sem

descendieron todos los primitivos pueblos semitas o

semíticos de la antigüedad. Los antiguos semitas

abarcaron toda la Mesopotamia entre los ríos Eufrates y

Tigris. Desde allí se expandieron hacia el Oeste y el

Sur

 sem

Arfaxad

Elam

Lud

Abram

---salsa

Uz

Hul

Geter

Mas

 cam

Los descendientes de Elam fueron los primeros que llegaron a la


desembocadura del río Tigris en el Golfo (hoy Pérsico),
ubicándose en la Baja Mesopotamia bajo la autodenominación
de sumerios de

Sumeria

cus
Mizrain

Fut

Canaán

seba

Havile

sabta

Raama

Sabteca

Nimroad

Los hijos de Misráyim conformaron el Antiguo Bajo Egipto, la


tierra de las Pirámides (de cuyas ruinas se deduce que fueron
más de setenta) aunque las principales fueron tres grupos: las
de Keops o Cheops, las de Kefren o Chefren y las de Mycerino.

noé

Los descendientes del semita o semítico Assur permanecieron


en la Alta Mesopotamia con el nombre de assureos o asirios.
Los asirios eran fuertes guerreros cuya disciplina militar les
permitió conquistar y someter a pueblos enteros despojándolos
de su riqueza, desterrando a la clase dominante de los vencidos
y supliéndolos por adeptos a su régimen.

 jafet

Los descendientes de Arfaxad se desplazaron desde las


nacientes del Río Tigris hasta la Baja Mesopotamia Del nombre
del semita Arfaxad o Arfaccad se desprendió el nombre de su
descendencia : los arfaxadeos o arfaccadeos que fundaron la
ciudad de Accad. Eran politeístas y adoraban entre sus
deidades a la diosa Ischtar a la cual estaba consagrado el acto
sexual. Ambos pueblos intercambiaron conocimientos y se
dedicaron a

caldear el hierro para forjar herramientas de trabajo y armas de

guerra.

Phut, Phunt, Punt o Fut fue el padre de los phunts, phoeni,


phoenizieurs, phoenix, phenix, fénix o fenicios que habitaron las
Tierras de Phunt ubicadas sobre el Cuerno de Africa (hoy
Somalía)..

Los fenicios fueron los más antiguos navegantes del Mar Rojo y
su piel era rojiza debido al milenario contacto permanente con
el agua y el limo ferruginoso del mar y de la tierra que
habitaban. Fueron los primeros auténticos Pieles Rojas del
mundo y se mostraban pacíficos y neutrales con todos los
pueblos vecinos.

Canaán engendró doce hijos: Arvad, padre de los arvadeos que


junto a su hermano... Arad, poblaron las Ciudades-Reino del
Mediodía (hoy Tell Arad, Siria).

Gomer

Magog

Madar

Javán

tubal

mesec

tiras

askenaz

rifat
togarma

Elisa

Tarsis

Quitim

Dodanim

Los cananeos dieron origen a una civilización exuberante con


agricultura y vida abundante y floreciente (ricas telas, tejidos
finos).

A Gómer se le reconocieron tres hijos y dos nietos nacidos en


Asia

Menor. Sus hijos : Askenáz, Riphat y Thorgormá.

Ashkenáz fue padre de los frigios o escitas de Askusa, Frigia,


Asia Menor. Los frigios fueron los ancestros de los escanios o
Mar Báltico : Dinamarca, Suecia, Finlandia y Noruega.

Riphat fue padre de los rifeos celtas y galos307 provenientes


del

Monte Rifeo308 (Montes Cárpatos) y de la antigua Galicia de la


misma

región, que fueron conocidos en Europa como celtas de Bélgica,

celta-helvecios de Suiza, celtíberos de España, galos de Francia


y

galo-íberos de Portugal.

CAM
japhet
los descendientes de sem poblaron las regiones asiáticas desde
las playas del mediterráneo hasta el océano indico
Cam y su descendencia se alejaron de la región ubicada

al noreste de la Mesopotamia donde habitaban Sem y

Jafet junto a su padre Noé. Cam engendró cuatro hijos : Kus,


Misráyim, Phut y Canaán, quienes dieron origen a todos los
pueblos camíticos del mundo antiguo, entre ellos El Antiguo
Egipto llamado también Khem o Khemia, la Tierra de Cam. En
jeroglífico se escribía TA-MERA que significa : “Tierra de la
Inundación”. La tierra de Cam abarcaba, en un comienzo, toda
la región comprendida entre Nínive,—en la Mesopotamia— y el
Lago Victoria, en Africa. Abarcaba lo que hoy es Siria, Irak,
Jordania, Palestina, Israel, el Sinaí, toda la Península Arábiga y
toda el África

Ecuatorial y Tropical norte hasta la Isla de Creta inclusive

Japhet o Jafet, habitó la región caucásica armenoide del Asia


Menor junto a sus siete hijos : Gómer, Magog, Madai, Javán,
Túbal, Mósoch y Thirás.

De los siete hijos de Jafet descendieron todos los pueblos que


la historia convencional los recogió con el nombre de
indogermánicos, indoarios o indoeuropeos. También aparecen
en la historia convencional bajo la

denominación de pueblos jaféticos. Las cuatro quintas partes


del globo terráqueo han sido pobladas desde la más remota
antigüedad por los pueblos descendientes de Jafet, lo cual nos
recuerda la profética frase de Noé :”Agrande Dios a Jafet

Partiendo de la región caucásica poblaron toda el Asia, Europa y


América. El nombre del continente asiático proviene del nombre
de la esposa de Jafet, Asia. (Jafet fue el hijo de Júpiter, en la
Teogonía, y el Titán Jápeto

en la mitología griega).
los hijos de cam constituyeron los pueblos masa relacionados
con los hebreos, se establecieron en el África, el el litoral
mediterráneo de arabía y Mesopotamia

MAGOG

Kus o Cus fue el padre de los primeros pobladores del Golfo del
Mar

Rojo meridional, en las tierras de Cus : Nubia y Abisinia 406.


Desde

allí incursionaron por el Río Nilo hasta el Lago Victoria,


poblando

toda el Africa Negra

Los pueblos jaféticos mogoles y magiares.

De todos los pueblos postdiluvianos, el que más se extendió por


toda la tierra, desde la más remota antigüedad, fue el jafético
mogol que partiendo desde Asia Menor se estableció un tiempo
entre los Montes Urales y Altais, y desde allí al resto del
planeta.

los descendientes de jafet

formaron los pueblos indoeuropeos

o arios

Los mogoles tungusus, samoyedos, kalmucos, buriates,


basareths y arimacks poblaron la mayor parte de Siberia.

Los mogoles lapones poblaron las regiones árticas del norte de

Suecia y Noruega.

Los mogoles puros del Altai conformaron Mongolia. Los mogoles


manchúes, Manchuria. Estos mogoles del Altai ya tenían los
ojos oblicuos por el sulfato de sosa contenido en el limo y por
los fuertes vientos que azotaban su rostro, lo que les obligaba a
mantener los ojos entrecerrados, con la

cabeza inclinada hacia adelante

sem:
asia
sirios (arameos)
persas
hebreos
caldeos
asirios
cam

africa y arabia

cananeos

egipcios

filisteos

hititas

etiopes

amorreos

TUBAl

Los pueblos jaféticos tubales, tubalares, tártaros, sármatas y


turcos en general.

Túbal fue padre de los tubales del Ponto Euxino (Mar Negro),

de los tártaros de Azerbaidjan (Caucasia Rusa), de los sármatas


de

la Sarmacia (Georgia Soviética) y de los tubalares de los montes


Sayanes (Región Autónoma de Tuva). De los tubalares
descienden los turcos del Turquestán Ruso y Chino

Mósoch o Mések fue padre de los moschois, moskos, mosinos o


mosinescos del Río Halys, Asia Menor, que luego se
expandieron hacia el norte y el oeste del Ponto Euxinio (Mar
Negro).

Los que fueron hacia el norte se asentaron en las zonas


aledañas al Rio Moskova, donde fundaron la Antigua Moscovia,
La Tierra de los Moscos.

Thyras fue el padre de los antiguos pueblos thirasios que


partieron de Asia Menor y se ubicaron en las zonas aledañas al
Río Thirás (hoy Río Dniéster) al oeste del Ponto Euxino Los
Thyrasios eslavos de Istria (hoy Trieste), de Carniola (provincia
de Yugoeslavia), de Carintia y Estiria (Austria) conservan hoy su
denominación de eslavos

Los descendientes de Madai, originariamente se ubicaron en las

proximidades del Río Oxo, actualmente llamado Río Amu-Darya.

Los asirios recogieron en su historia a los descendientes de


Madai,

bajo el nombre de amadais, matais o madais, refiriéndose a los

pueblos que habitaban la región de Amadairya que se extendía


por

toda la meseta comprendida por los Ríos Yaxartes, Tigris y el


Indo.

El Yaxartes actualmente es conocido por el nombre de Río Sir


Darya.

La región de Amadairya fue conocida como La Antigua Media, la

tierra de los arios


jafet

europa

griegos

tracios

escitas

prehispanos

chipriotas

Los pueblos jaféticos-javánidas (pelasgos, thursos, jonios,


dorios,

etc.) Javán engendró cuatro hijos : (1) Kittim, (2) Tharsis, (3)
Elisá y

(4)Rodanín o Dodaní.

Kittim pobló la Isla de Kithión (hoy Chipre) de donde partieron


los primeros javánidas o pelasgos que poblaron la Isla de
Kithera (hoy Citera) y el Peloponeso354 (hoy sur de Grecia).

El rey de los pelasgos, Italo (esposo de Electra y padre del


Príncipe Remo) partió del Peloponeso hacia la costa oriental de
la Península europea que hoy lleva su nombre : Italia, La Tierra
de Italo. Los pelasgos súbditos del Rey Italo, fueron conocidos
por la

común denominación de “Italiotas” padres de los latinos,


samnitas y ombrianos que aún hoy subsisten perfectamente
identificados con su familia de origen.

Tharsis, el segundo hijo de Javán, pobló las tierras ubicadas en


el sudoeste de la primitiva Europa en la región deHuelva, actual
provincia de España.
Regiones que habitaron los descendientes de los
hijos de noé
Ocultar texto completo
Generaciones de Noé
NoéEberElam

De Wikipedia, la enciclopedia libre


«Tabla de Naciones» redirige aquí. Para una lista de países, véase Anexo:Países.

«Hijos de Noé» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Noájida.

Este mapa de T en O, desde la primera edición impresa de Etimologías de Isidoro, identifica a los tres
continentes conocidos como poblados por los descendientes de Sem (Sem), Iafeth (Jafet) y Cham (Cam).
El mundo de acuerdo con el registro mosaico (1854).

Las Generaciones de Noé o Tabla de Naciones (Génesis 10 de la Biblia


hebrea/Antiguo Testamento) es una etnología tradicional que representa la expansión de
la humanidad desde los descendientes de Noé y su dispersión en muchas tierras después
del Diluvio. El término «naciones» para describir a los descendientes es la traducción de
la palabra hebrea «goy», siguiendo los términos «nationes»/«nationibus» de la Vulgata
latina (c. 400), y no tiene las mismas connotaciones políticas que la palabra conlleva
actualmente.
La lista de 70 nombres introduce por primera vez una serie de gentilicios conocidos y
topónimos importantes de la geografía bíblica tales como los tres hijos de
Noé: Sem, Cam y Jafet, desde los cuales se derivan semita, camita y jafetita; algunos de
los nietos de Noé incluyendo Elam, Asur, Aram, Cus y Canaán,
derivándose elamita, asirio, arameo, cusita y cananeo; así como otros descendientes
incluyendo a Eber (de donde viene hebreo), el cazador-rey Nemrod, los filisteos y los
hijos de Canaán incluyendo Het, Jebus y Amori, derivándose hitita, jebuseo y amorreo.
Como el cristianismo se extendió por el mundo romano, se adoptó la idea de que todos
los pueblos del mundo son descendientes de Noé. Pero la tradición de las
identificaciones judías helenísticas de la ascendencia de los diversos pueblos, que se
concentraban en gran medida en el mundo mediterráneo y el Cercano Oriente y que son
descritas a continuación, se volvió muy cerrada. Los pueblos del norte, de importancia
para el mundo tardorromano y medieval, como
los celtas, eslavos, germanos y nórdicos no estaban incluidos, ni tampoco estaban otros
pueblos del mundo. Una variedad de arreglos imaginativos fueron ideados por los
estudiosos, con, por ejemplo, los escitas, descritos en la tradición, siendo identificados
como los antepasados de gran parte del norte de Europa.
Según Joseph Blenkinsopp, los 70 nombres de la lista expresan simbólicamente la
unidad del género humano, que corresponde a los 70 descendientes de Israel que
descienden a Egipto con Jacob en Génesis 46, 27 y a los 70 ancianos de Israel que
visitan a Dios con Moisés en la ceremonia de pacto en Éxodo 24, 1-9.

Tabla de Naciones
Libro de Génesis

Noé dividiendo el mundo entre sus hijos. Pintor anónimo; Rusia, siglo XVIII.

Los capítulos 1-11 del libro del Génesis se estructuran en torno a cinco
declaraciones toledot («estas son las generaciones de...»), de las cuales «las
generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet», es la cuarta. Los acontecimientos
anteriores a el Diluvio de Noé, el toledot central, corresponden a los posteriores: el
mundo después del Diluvio es una nueva creación que corresponde a la narración de la
creación del Génesis, y al igual que Adán, Noé tiene tres hijos que poblarán el mundo.
Las analogías se extienden hacia adelante, así: hay 70 nombres en la tabla, lo que
corresponde a los 70 hijos de Israel que descienden a Egipto al final de Génesis y a los
70 ancianos de Israel que van a la montaña en el Sinaí para encontrarse con Dios en el
Éxodo. La fuerza simbólica de estos números es subrayada por la forma en que los
nombres se organizan con frecuencia en grupos de siete, lo que sugiere que la Tabla es
un medio simbólico, implicando un deber moral universal.

La estructura general de la Tabla es la siguiente: 1. Fórmula introductoria, v. 1. 2. Jafet,


vv. 2-5. 3. Cam, vv. 6-20. 4. Sem, vv. 21-31. 5. Fórmula final, v. 32.

El principio general que rige la asignación de varios pueblos dentro de la tabla es difícil
de discernir: se pretende describir a toda la humanidad, pero se limita a las tierras
egipcias del sur, las tierras de Mesopotamia y Asia Menor y los griegos jónicos; y los
«hijos de Noé» no están organizados por la geografía, el idioma o los grupos étnicos
dentro de estas regiones. La tabla está, de hecho, llena de dificultades: por ejemplo, los
nombres de Sheba y Havila aparecen dos veces, primero como descendientes de Cus,
hijo de Cam (v. 7), y luego como hijos de Joctán, el bisnieto de Sem; y mientras que los
cusitas son africanos en los versículos 6-7, son mesopotámicos en los versículos 10-14.
La fecha de composición de Génesis 1-11 no se puede fijar con precisión, aunque
parece probable que un breve núcleo temprano fue ampliado posteriormente con los
datos adicionales. Porciones de la propia Tabla pueden derivar del siglo X a. C.,
mientras que otras reflejan el siglo VII a. C., y revisiones sacerdotales en el siglo V a. C.
Su combinación de alcance mundial, el mito y la genealogía corresponde al trabajo del
historiador griego Hecateo de Mileto, activo c. 520 a. C.
Libro de Crónicas
I Crónicas 1 incluye una versión de la Tabla de Naciones del Génesis, pero editada para
resaltar que la intención es establecer el trasfondo de Israel. Esto se realiza mediante la
condensación de varias ramas para centrarse en la historia de Abraham y su
descendencia. Lo más notable es que omite Génesis 10:9-14, donde Nimrod, un hijo de
Cus, está vinculado a varias ciudades de Mesopotamia, eliminando a Cus de cualquier
conexión mesopotámica.
Libro de los Jubileos

Mapa jónico del mundo.

La Tabla de Naciones es ampliada detalladamente en los capítulos 8-9 del Libro de los
Jubileos, a veces conocida como el «Génesis Menor», una obra de principios del
período del Segundo Templo. Jubileos es considerado por la mayoría de los cristianos y
las sectas judías como pseudoepigráfico, pero se cree que tuvo relación con muchos de
los Padres de la Iglesia. Se cree también que su división de los descendientes de Noé
por todo el mundo fue fuertemente influenciada por el «mapa jónico del mundo»,
descrito en las Historias de Heródoto, y cabe pensar que el tratamiento anómalo de
Canaán y Madai se debe a la «propaganda en favor de la expansión territorial del estado
asmoneo».
Versión de la Septuaginta
La Biblia hebrea fue traducida al griego en Alejandría, a petición de Ptolomeo II, que
reinó sobre Egipto entre 285–246 a. C. Su versión de la Tabla de Naciones es
sustancialmente la misma que la del texto hebreo, pero con las siguientes diferencias:
 Se enumera a Elisa como un hijo extra de Jafet, dándole ocho en lugar de siete, sin dejar de
ponerlo en la lista también como un hijo de Javán, como en el texto masorético.
 Considerando que el texto hebreo lista a Sela como el hijo de Arfaxad en la línea de Sem, la
Septuaginta tiene a un Cainán como el hijo de Arfaxad y padre de Sela (el Libro de los
Jubileos da un margen considerable a esta figura). Cainán vuelve a aparecer al final de la
lista de los hijos de Sem.
 Obal, octavo hijo de Joctán en el texto masorético, no aparece.

Los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet


Mapa de Robert Wilkinson (1823). Con anterioridad a la mitad del siglo XIX, Sem es asociado con todos
los de Asia; Cam, con toda África; y Jafet, con toda Europa.
Mapamundi por descendencia de los hijos de Noé. En amarillo están los descendientes de Sem
(semitas), en naranja claro, los descendientes de Cam (camitas) y en naranja fuerte, los descendientes
de Jafet (jafetitas).
[1]

La historia del Diluvio cuenta cómo Noé y sus tres hijos Sem, Cam y Jafet, junto con
sus esposas, se salvaron de la inundación para repoblar la Tierra.

 El nombre de Sem (Shem) significa «nombre» o «fama». A través de Eber se convirtió en el


antepasado de Abraham y, por lo tanto, de los israelitas. En opinión de algunos estudiosos
europeos del siglo XVII (por ejemplo, John Webb), el pueblo de China y la India descendían
de Sem. Tanto Webb y los jesuitas franceses pertenecientes a la escuela figurista (finales
del siglo XVII-siglo XVIII) fueron aún más lejos, identificando el legendario Emperador
Yao de la historia de China con el propio Noé.
 Cam es el antepasado de Cus, Egipto y Put, la tierra de Canaán, cuya superficie incluye
partes de África, Arabia, Siria-Palestina y Mesopotamia. La etimología de su nombre es
incierta; algunos estudiosos lo han vinculado a los términos relacionados con la divinidad,
pero es poco probable un estatus divino o semidivino de Cam.
 Jafet es aparentemente el hijo menor, aunque su linaje es dado primero. Su nombre está
asociado a la mitología griega con el titán Jápeto, y sus hijos incluyen a Javán, las ciudades
de habla griega de Jonia. En Génesis 9, 27 se forma un juego de palabras con la raíz
hebrea ypt: «Engrandezca [lit. haga espacio; hifil de la raíz ypt] Dios a Jafet; que habite en
las tiendas de Sem, y que Canaán sea su siervo».

Interpretaciones etnológicas
En Flavio Josefo

Identificaciones geográficas de Flavio Josefo, c. 100 d. C.

El historiador judeorromano del siglo I Flavio Josefo, en Antigüedades judías, Libro 1,


capítulo 6, fue el primero de muchos que intentó asignar etnias conocidas a algunos de
los nombres que figuran en Génesis, capítulo 10.
 Gomer: «a los que los griegos llaman ahora gálatas, [galos] pero llamados antes
gomeritas».
 Ascanax (Askenaz): «ascanaxos, que ahora son llamados reginos por los griegos».
 Rifat: «rifateos, ahora llamados paflagonianos».
 Tigrame (Togarma): «tigrameos, quienes, como los griegos resolvieron, fueron llamados
frigios».
 Magog: «los magogitas, pero que son llamados escitas por los griegos».
 Madai: «los madeanos, que son llamados medos por los griegos».
 Javán: «Jonia, y todos los griegos».
 Elisa: «Eliseos [...] ahora son los eolios».
 Tarso (Tarsis): «Tarsis, porque antiguamente así era llamada Cilicia». También se deriva
el nombre de la ciudad de Tarso de Tarsis.
 Ceteim (Quitim): «La isla de Cetim: llamada ahora Chipre». También se deriva del
nombre griego de la ciudad de Citio, que él explica, proviene de Ceteim.
 Tobel (Tubal): «Tobelos, que ahora son llamados iberos».
 Mosoc (Mesec): «mosquenos [...] ahora son los capadocios». También deriva el nombre de
su capital Mazaca de Mesec.
 Tiras (Tiras): «Tirios; pero los griegos les cambiaron el nombre a tracios».
 Cus (Cus): «Etíopes [...] son, incluso en este día, tanto por sí mismos y por todos los
hombres en Asia, llamados cogeos».
 Sabas (Seba): Sabeos.
 Evilas (Havila): «Evileos, que son llamados getulos».
 Sabatas (Sabta): «Sabateos, ahora son llamados por los griegos astabaros».
 Sabacatas (Sabteca): Sabavatenos
 Ragmo (Raama): Ragmeos
 Judadas (Dedán): «Judadeos, pueblo de los etíopes occidentales».
 Sabas (Seba): Sabeos.
 Mesraim (Mitzraim): Egipto, él señala que se le llama Mestre al país.
 «Los hijos de Mesraim, que eran ocho, poseyeron la tierra que va de Gaza a Egipto,
pero solo quedó el nombre de uno de ellos, Filistinos; los griegos llaman a esa parte de
la región Palestina. En cuanto al resto, Ludim y Enemim y Labim (el único que habitó en
Libia, y le puso su nombre), Nedem y Fetrosim y Ceslem y Geftorim, no sabemos nada
de ellos, además de sus nombres. Porque la guerra etíope, que describiremos más
adelante, ocasionó la destrucción de esas ciudades».
 Fut: Libia. Afirma que un río y la región «en la región de Maurón» todavía era llamado Fut
por los griegos, pero que se había cambiado el nombre «de uno de los hijos de Mesraim,
llamado Libios».
 Canaán: Judea, a la que llamó «de su propio nombre, Canaán».
 Sidonio (Sidón): La ciudad de Sidonio, «llamada por los griegos, Sidón».
 Amatio (hamateo): «Amatio habitó en Amate, incluso llamado todavía Amatia por sus
habitantes, aunque los macedonios la llamaron Epifania, por uno de sus
descendientes».
 Aradio (arvadeo): «la isla de Arado».
 Arucas (araceo): "Arce, que está en el Líbano".
 «Pero para los otros siete [hijos de Canaán], Ceteo, Jebuseo, Amorreo, Gergeseo, Eveo,
Sineo, Samareo, que no tienen nada en los libros sagrados, sino sus nombres, pues los
hebreos destruyeron a sus ciudades».
 Elam: «Los elamitas, antepasados de los persas».
 Asur: asirios, y su ciudad Nínive fue construida por Asur.
 Arfaxad: «Los arfaxadeos, que son ahora los caldeos».
 Salas (Sala)
 Heber (Heber): «de su nombre se llamó originalmente a los judíos, hebreos».
 Falec (Peleg): Se señala que fue llamado así «porque nació en la dispersión de
las naciones en sus varios países, ya que Peleg entre los hebreos significa
división».
 Juctas (Joctán)
 «Elmodad, Salef, Azermot, Ires, Adoram, Ezel, Declas, Ebal, Abimael, Sabeo,
Ofir, Evilates y Jobab. Habitaron junto al río Cofen, un río de la India, y en
una parte de Asia adyacente».
 Aram: Arameos, «que los griegos llaman sirios».
 Us (Uz): «Us fundó la Traconita y Damasco: este país se encuentra entre Palestina y
Celesiria».
 Ul (Hul): Armenia
 Geter: bactrianos
 Mes (Mas): «mesaneos, región que ahora se llama Espasina Carax».
 Lud: «ludos, ahora llamados lidios».
En Hipólito
Hipólito de Roma, en su Diamerismatos (c. 234, existente en numerosos ejemplares
latinos y griegos), hizo otro intento de asignar grupos étnicos a los nombres en Génesis
10. Se cree que se basó en el Libro de los Jubileos.
Se muestran sus diferencias frente a Josefo a continuación:

 Gomer: capadocios.
 Askenaz: sármatas.
 Rifat: saurómatas.
 Togarma: armenios.
 Magog: gálatas, celtas.
 Javán:
 Elisa: sículos (Chron Pasc: troyanos y frigios).
 Tarsis: íberos, tirrenos.
 Quitim: macedonios, romanos, latinos.
 Tubal: «Hettali» (?)
 Mesec: ilirios.
 Mizraim:
 Ludim: lidios.
 Anamim: panfilianos.
 Patrusim: licios (var.: cretenses).
 Caftorim: cilicios.
 Put: trogloditas.
 Canaán: africanos y fenicios.
 Araceo: tripolitanos.
 Lud: halizones.
 Arfaxad:
 Cainán: «aquellos al este de los sármatas» (una variante)
 Joctán:
 Almodad: indios.
 Selef: bactrianos.
 Hazar-mavet, Seba: árabes.
 Adoram: carmianos.
 Uzal: arianos (var.: partos).
 Abimael: hircanos.
 Obal: escitas.
 Ofir: armenios.
 Dicla: gedrosianos.
 Aram: «Etes» (?)
 Hul: lidios (var: colcos).
 Geter: «Gaspeni» (?)
 Mas: Mosinecos (var: moscos).
La Crónica de 354, el Panarion de Epifanio de Salamina (c. 375), el Chronicon
Paschale (c. 627), la Historia de Albania del historiador georgiano Movses
Kaghankatvatsi (siglo VII), y la Sinopsis de las Historias de Juan Skylitzes (c. 1057)
sigue las identificaciones de Hipólito.
En Jerónimo
Jerónimo, escribiendo c. 390, presentó una versión «actualizada» de las identificaciones
de Josefo en su obra Cuestiones Hebreas en el Génesis. Su lista es sustancialmente
idéntica a la de Josefo en casi todos los aspectos, pero con las siguientes diferencias
notables:
 Túbal, hijo de Jafet: «Íberos, que también son los hispanos de los cuales derivan
los celtíberos, aunque ciertas personas suponen que deben ser los italianos».
 Geter, hijo de Aram: «Acarnianos o carianos».
 Mash, hijo de Aram: Maeones.
En Isidoro de Sevilla y autores posteriores
El erudito Isidoro de Sevilla, en su Etymologiae (c. 600), repite todas las
identificaciones de Jerónimo, pero con estos cambios de menor importancia:
 Joctán, hijo de Eber: Indios.
 Selef, hijo de Joctán: Bactrianos.
 Magog, hijo de Jafet: «Escitas y godos».
 Askenaz, hijo de Gomer: «Sármatas, a quienes los griegos llaman reginos».
Las identificaciones de Isidoro para los hijos de Jafet fueron repetidas en la Historia
Brittonum atribuida a Nennio. También se convirtieron en la base para numerosos
estudiosos medievales posteriores, permaneciendo así hasta la era de los
descubrimientos, que trajo teorías más actualizadas, como la de Benito Arias
Montano (1571), quien propuso identificar a Mesec con Moscú, y Ofir con Perú.
Mientras que Génesis 10 fue estudiado ampliamente por numerosos eruditos cristianos,
judíos y musulmanes durante muchos siglos, la frase «Tabla» de naciones solamente
apareció y popularizó en la década de 1830.

Referencias
El origen de las naciones (Génesis 10:1-
32)
Walter Cuadra 11:01:00 Génesis

“Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron
hijos después del diluvio. Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal,
Mesec y Tiras. Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán:
Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim. De éstos se poblaron las costas, cada cual, según su
lengua, conforme a sus familias en sus naciones. Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut
y Canaán. Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de
Raama: Seba y Dedán. Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso
en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como
Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel,
Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó
Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande. Mizraim
engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, a Patrusim, a Casluhim, de
donde salieron los filisteos, y a Caftorim. Y Canaán engendró a Sidón su primogénito,
a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al
zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos. Y fue el
territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en
dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa. Estos son los hijos de
Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. También le
nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet. Los
hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. Y los hijos de Aram: Uz, Hul,
Geter y Mas. Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. Y a Heber nacieron
dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y el
nombre de su hermano, Joctán. Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet,
Jera, Adoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos estos
fueron hijos de Joctán. Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección de
Sefar, hasta la región montañosa del oriente. Estos fueron los hijos de Sem por sus
familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. Estas son las familias de los
hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de éstos se esparcieron las
naciones en la tierra después del diluvio”.
Génesis 10:1-32
INTRODUCCIÓN
El capitulo 10 del libro de Génesis nos presenta el origen de las naciones
de la tierra. Como lo vimos anteriormente, la descendencia humana y por ende las
naciones del mundo provienen de tres hombres, Sem, Jafet y Cam. Además, vimos
como Jafet podría considerarse el mayor de los hijos de Noé, le seguiría en edad Sem y
definitivamente Cam es el menor. Ahora, de estos tres hombres se presenta una
genealogía de donde vendrán las naciones que establecerán sus sistemas de gobierno en
el nuevo mundo que Dios les ha otorgado después del diluvio, cumpliendo así la
voluntad de Dios de multiplicarse y dividirse. Estudiar este capítulo tratando de rastrear
el origen de las naciones es un tanto exhaustivo y quizás tedioso para aquellos que no
gustan del detalle, pero trataremos de mostrar un resumen basado en lo que los eruditos
han comentado a lo largo de los años del origen de las naciones según Génesis 10.

Tabla de las naciones


EL ORIGEN DE LAS NACIONES
“Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron
hijos después del diluvio”.
Génesis 10:1
Este capitulo comienza presentando el origen de las naciones que
provienen de los tres hijos de Noé: Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem,
Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio. Como vemos Sem siempre
encabeza la lista de tres hermanos y esto es no porque sea el mayor, sino porque de su
descendencia nacería la nación de Israel. Las genealogías en la Biblia tienen varios
propósitos, como ya lo hemos estudiado en el pasado y en esta ocasión nos presenta
cómo la humanidad se agrupo en gobiernos alrededor del mundo, cumpliéndose así
el deseo de Dios de multiplicarse sobre la faz del mundo. La palabra genealogía
significa libro de las generaciones o libro de los orígenes y en Génisis 10 no debemos
entender que nos muestra una lista detallada y completa de todos los descendientes de
los hijos de Noé, sino, solían presentar a los descendientes mas prominentes con el fin
de resaltar un origen en específico. A lo largo de la historia muchos eruditos han
considerado esta genealogía como la tabla del origen de las naciones, tratando de trazar
el origen de los pueblos y naciones antiguas. Muchos han estudiado este capítulo no
solo desde la perspectiva teológica, sino también desde el punto de vista histórico,
antropológico y arqueológico, en este sentido se han considerado las investigaciones de
historiadores judíos como Flavio Josefo, comentarios antiguos del Talmud hebreo,
escritores de la iglesia primitiva como Hipólito de Roma o Jerónimo, eruditos del sexto
siglo como Isidro de Sevilla, así como otros estudiosos más contemporáneos, de tal
forma que todas estas aportaciones aunadas tratan de encontrar una pista de a qué
nación o clan dio origen dicho descendiente. Otro aspecto con respecto a cómo se le ha
dado uso a la información que Génesis 10 nos presenta es para tratar de enlazar las
razas humanas con los tres hijos de Noé, Sem, Jafet y Cam. El termino raza se refiere
a una clasificación de los seres humanos de acuerdo a sus características físicas, ángulos
faciales, color de piel y cabello, forma del cráneo y generalmente las han dividido en
tres grupos, la caucásica, mongoloide y negroide. Así dicen que las razas caucásicas
provienen de la descendencia de Jafet, las razas mongoloides de Sem y las negroides
provienen de Cam; sin embargo, afirmar esto es difícil ya que no podríamos decir que
los diferentes clanes no llegaron a mezclase entre ellos, además del hecho de que
como estudiosos de la Biblia no creemos que existan varias razas, sino solo una, la
humana, aparte que el termino raza a llevado a los hombres a la discriminación y
considerar algunos grupos superiores a otros cuando realmente todos somos imagen
de Dios. No obstante, hay algo que también no podemos negar y es que por la parte
donde los descendientes de los tres hijos de Noé se asentaron, las condiciones
geográficas y climáticas influyeron en sus rasgos físicos y color de piel y cabello. Así,
los clanes de Cam que en su mayoría se extendieron a través de la parte de África y
Egipto llegaron a presentar un tono de piel más oscura que los demás. Iniciemos el
estudio de cada uno de los descendientes de los hijos de Noé y veremos como estos se
extendieron en todo el mundo.

LOS DESCENDIENTES DE JAFET


“Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras”.
Génesis 10:2-5
De acuerdo a los estudios de algunos eruditos, los descendientes de Jafet
llegaron a poblar los países de Europa, la península del Asia Menor y la región de
más allá del Mar Negro, pudiendo extenderse hasta la India y China. De acuerdo al
Glosario de Nombres Bíblicos de Jack Enlow, su nombre significa expansión y hace
referencia al hecho que sus descendientes se expandieron a lo largo de toda Europa, tal
y como Noé profetizo acerca del futuro de su descendencia: “Engrandezca Dios a Jafet,
y habite en las tiendas de Sem, y sea Canaán su siervo”, (Génesis 9:27). Se nos dice
que los hijos de Jafet fueron siete: Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán,
Tubal, Mesec y Tiras. Trataremos de presentar de manera resumida y de acuerdo a la
opinión de algunos estudiosos, qué clanes y naciones surgieron de los hijos de Jafet. En
primer lugar, Gomer, se cree que fue un grupo belicoso que se mantenía en constante
movimiento y se extendieron a través de Asia Menor y la parte de Europa como es
España (Galicia), Francia (Galia) y Gran Bretaña (los celtas). En segundo lugar,
tenemos a Magog, su nombre sirve de referencias en profecías de Ezequiel 38:2; 39:6 y
en Apocalipsis 20:8, con dificultades los eruditos han llegado a establecer que esta
descendencia pobló las regiones de la Ex Unión Soviética que hoy conforman a Rusia
y otras naciones musulmanas. En tercer lugar, tenemos a Madai, de donde las
afirmaciones de los eruditos dicen que de este hijo de Jafet descienden los Medos, una
nación importante en la historia de Israel que junto de Persia, vencieron a los babilonios
y conquistaron el mundo antiguo. En cuarto lugar, aparece Javán, del cual se dice que
descienden los jonios, nombre antiguo que se le dio a los habitantes de Grecia. En
quinto lugar, tenemos a Tubal que, junto con Mesec y Javán, su nombre aparece como
nación en Esequiel 27:13, entre otros pasajes. Algunos creen que los descendientes de
Tubal llegaron a ser los fundadores de Tobolks, la antigua capital de Siberia y hoy
ciudad de Rusia. En sexto lugar, tenemos a Mesec, el cual aparece junto a Tubal en
Ezequiel 38:3; 39:1, y muchos afirman que se refiere a la actual Moscú, la capital de
Rusia. Finalmente tenemos al séptimo hijo de Jafet, Tiras, que según Josefo y el
Targum hebreo, sus descendientes se convirtieron en los tracios.

Los descendientes de los hijos de Jafet.


“Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis,
Quitim y Dodanim. De éstos se poblaron las costas, cada cual, según su lengua,
conforme a sus familias en sus naciones”.
Génesis 10:3-5
Además de los hijos de Jafet, el capítulo 10 resalta algunos de sus nietos: Los
hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y
Dodanim. Dice que los hijos de Gomer fueron 3, el primero Askenaz al cual los judíos
suelen asociar con los pueblos que dieron origen a Alemania, en segundo lugar,
tenemos a Rifat, del cual se poseen muy pocas pista y Josefo los identifica como los
raflagonianos, mientras que otros los relacionan con un pueblo llamado los Rhibbii,
que habitaron al este del Mar Negro. En tercer lugar, tenemos a Togarma, el cual se
menciona en Ezequiel 27:14;38:6 y de acuerdo a los eruditos lo han llegado a relacionar
con los habitantes de Armenia. Estos son los hijos de Gomer. Ahora, los hijos de Javán
fueron 4, el primero, Elisa, cuyo nombre se menciona en Ezequiel 27:7 y lo han llegado
asociar con pueblos que dieron origen a Grecia. En segundo lugar, tenemos a Tarsis,
cuyo nombre aparece en 2 Crónicas 9:21, y lo asocian con España. Luego, en tercer
lugar, tenemos a Quitim, los cuales se han identificados como los habitantes de Chipre.
Finalmente, el cuarto hijo, Dodanim, cuyos descendientes se asentaron al sudoeste de
Asia Menor, en las islas de Rodas.
De esta forma vemos como los descendientes de Jafet tendieron a habitar los
países de Europa, la península del Asia Menor y la región de más allá del Mar
Negro: De éstos se poblaron las costas, cada cual, según su lengua, conforme a sus
familias en sus naciones.

LOS DESCENDIENTES DE CAM


“Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán”.
Génesis 10:6
Hemos llegado a los descendientes de Cam, el hijo menor de Noé. A
diferencia de los descendientes de Jafet o Sem, los de Cam presentan problemas en
cuanto a la dificultad de seguir algunos de sus descendientes a lo largo de la historia y
poder relacionarlo con una nación o clan importante, sin embargo, esto no significa que
ellos pudieron dar paso a civilizaciones importantes. Estos emigraron hacia África,
Arabia, Siria, Palestina y Mesopotamia. En cuanto al significado de su nombre el
Glosario de Nombres Bíblicos de Jack Enlow lo asocia a una persona de piel negra
que habita en ambientes calientes, de allí la teoría que la mayoría de descendientes de
Cam fueron de piel oscura, aparte de esto, en Jeremías hay un versículo que hace
referencia al color de la piel de los etíopes (que son descendientes de Cus): “¿Mudará
el etíope su piel, y el leopardo sus manchas?”, (Jeremías 13:23). De acuerdo al autor,
cuatro fueron los hijos de Cam: Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. En
primer lugar, tenemos a Cus, el cual es identificado con Etiopia. El segundo hijo
es Mizraim, que es asociado con Egipto, el tercero es Fut que es identificado con Libia,
y finalmente tenemos a Canaán, que fueron los pueblos que habitaron en la región de
palestina y que fue conquistada por Israel.

Los descendientes de los hijos de Cam.


“Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba
y Dedán… Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, a Patrusim,
a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim. Y Canaán engendró a Sidón
su primogénito, a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al
sineo, al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los
cananeos... Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras,
en sus naciones”.
Génesis 10:7, 13-18, 20
De acuerdo a estos versículos podemos ver los descendientes de Cam de los
cuales se posee muy poca información como para identificarlos en su mayoría como
naciones o clanes conocidos. En cuanto a los hijos de Cus, estos fueron 6: Seba,
Havila, Sabta, Raama, Sabteca, (Genesiss 10:7) y Nimrod (Genesiss 10:8). Los
primeros 5 de ellos se cree que habitaron en el continente africano. Además de esto,
algunos opinan que, en el caso de Seba, el primer hijo de Cus en el listado, este llego a
ser el patriarca que fundo el reino de Jamameh en Arabia. Luego, aparecen en la lista
dos bisnietos de Cam, hijos de su nieto Raama e hijos de su hijo de Cus, estos son Seba
y Dedán. Algunos opinan que hay diferencia entre la pronunciación del nombre del
primer hijo de Cus que aparece en el listado y en el del hijo de Raama. La NVI traduce
este versículo 7 haciendo la diferencia en la acentuación y pronunciación más probable
de dicho nombre: “Los hijos de Cus fueron Seba, Javilá, Sabtá, Ragama y Sabteca. Los
hijos de Ragama fueron Sabá y Dedán”, (Génesis 10:7, NVI). Flavio Josefo
identificaba a estos dos descendientes como los patriarcas de los pueblos sabeos (este es
Sabá según su pronunciación mas probable) a los cuales la Biblia hace referencia en Job
1:15; Isaías 45:14; Ezequiel 23:42 y Joel 3:8, y en el caso de Dedán como un pueblo de
etíopes occidentales.
Luego tenemos a los hijos de Mizraim los cuales 7: Ludim, Anamim, Lehabim,
Naftuhim, Patrusim, Casluhim, y Caftorim. De estos se sabe muy poco, nada mas que
habitaron la parte que va de Gaza hasta Egipto. Además, se no dice que la
descendencia Casluhim dio paso a la civilización de los filisteos que aparecen repetidas
veces en el Antiguo Testamento y fueron grandes enemigos de Israel por mucho tiempo.
Muchos de los clanes de esta familia se cree que se perdieron en el tiempo por medio de
las constantes guerras etíopes que se dieron en dicha zona y por consiguiente no hay
mucho de qué hablar de ellos.
También la genealogía nos presenta los hijos de Canaán que fueron Sidón,
Het, y otros más que dieron paso a naciones que se establecieron en la región que hoy se
conoce como palestina, estos fueron el jebuseo, el amorreo, el gergeseo, el heveo, el
araceo, el sineo, el arvadeo, el zemareo y el hamateo. Del primogénito de Canaán,
podemos decir que Sidón dio origen a los famosos sidonios que aparecen en la Biblia,
hoy una ciudad del Líbano. De Het se concuerda que es el antepasado de los heteos o
hititas que también aparecen en el libro de Génesis como uno de los pueblos más
antiguos y que la arqueología ha descubierto recientemente. El resto de hijos de Canaán
parece que se ubicaron en la parte de Palestina y de esta forma poblaron las partes de
África, Arabia, Siria, Palestina y Mesopotamia: Estos son los hijos de Cam por sus
familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones.

1. Nimrod: Hijo prominente de Cus.


“Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue
vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso
cazador delante de Jehová. Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en
la tierra de Sinar. De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y
Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande”.
Génesis 10:8-12
El relato de la Genealogía hace referencia de manera muy especial a uno de los
hijos de Cus el cual llego a ser uno de los hombres mas prominentes de su tiempo, este
fue Nimrod. En cuanto a su personaje tanto la Biblia como las tradiciones nos brindan
información acerca de su persona. La Biblia dice que este llego a ser el primer
poderoso en la tierra, lo cual significa que llego a convertirse en uno de los primeros
gobernantes de gran poder entre las naciones: Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó
a ser el primer poderoso en la tierra. Además, este llego a ser considerado como un
valiente cazador delante del Señor: Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por
lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. El historiador
Flavio Josefo lo identifica como un hombre altivo, que se rebelo en contra de Dios y
gobernó con crueldad las ciudades que gobernaba y enseñándoles que no tenían que
agradecerle nada a Dios ya que su propio esfuerzo les había dado la felicidad. De aquí
que muchos opinan que el nombre de Nimrod significa “nos rebelamos” y en cuanto a
su pasado hay muchos más mitos relacionados a su persona, especialmente las
mitologías de Nimrod y su esposa Semiramis, la cual a su muerte dijo que él había
ascendido al cielo y se había convertido en el dios sol, luego Semiramis, quedo
embarazada de otro hombre, pero afirmó que este hijo provenía de Nimrod como un
regalo de su deidad, así nació Tamuz, el cual murió durante una caza y su cuerpo cayó
muerto en un tronco podrido, luego ella invento que de este tronco podrido había nacido
un pino que era la reencarnación de su hijo Tamuz al cual se le comenzó a dar adoración
debajo de árboles frondosos y de allí que algunos opinan que esta adoración bajo los
árboles frondosos persistió hasta los tiempos de Israel y fue una práctica que Dios
condenó: “No plantarás ningún árbol para Asera cerca del altar de Jehová tu Dios,
que tú te habrás hecho, ni te levantarás estatua, lo cual aborrece Jehová tu Dios”,
(Deuteronomio 16.21-22).

Nimrod el primer gobernador poderoso del mundo

Los versículos presentados en este capitulo nos muestran las ciudades que este
fundo: Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar.
De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, y Resén entre Nínive y
Cala, la cual es ciudad grande. De estas podemos resaltar dos, Babel, de donde
surgió Babilonia, y Nínive, que fue la capital de Asiria. Estas dos naciones, Asiria y
Babilonia llegaron a conocerse como pueblos terribles y crueles del mundo antiguo y
que participaron en la destrucción y deportación de Israel, primero, el reino del norte de
Israel cayo y fue deportado por los asirios, y luego, Babilonia destruyo los muros y el
templo de Jerusalén, siendo la mayoría de judíos deportados a las regiones de caldea.
Estas naciones que se ubicaron en el Medio Oriente hacen referencia a la crueldad y
altives de su antepasado, Nimrod.

2. Los habitantes de Canaán.


“Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y
en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa”.
Génesis 10:19
Una buena parte de la descendencia de Cam provenían de su hijo Canaán los
cuales se extendieron a través de toda la región que hoy se conoce en su mayor parte
como palestina: Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar,
hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa. Estas
naciones llegaron a alcanzar también un gran nivel de maldad a tal punto que Dios
decidido otorgarle su tierra a la descendencia de Abraham, pero no sin que antes su
maldad llegare a su colmo: “Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu
descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos
años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán
con gran riqueza. Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez. Y
en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad
del amorreo hasta aquí. Y sucedió que, puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno
humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos. En
aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta
tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates; la tierra de los
ceneos, los cenezeos, los cadmoneos, los heteos, los ferezeos, los refaítas, los amorreos,
los cananeos, los gergeseos y los jebuseos”, (Génesis 15:13-21). Dios fue claro a Israel
al pedirle que tenían que destruir estas ciudades completamente para que no fuesen
influenciados por ellos a cometer sus abominaciones: “Pero de las ciudades de estos
pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida, sino
que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al
heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; para que no os enseñen a
hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis
contra Jehová vuestro Dios”, (Deuteronomio 20:16-18). De esta forma, Israel conquisto
las tierras de los cananeos e Israel llego a tomar posesión de ellas siendo los
descendientes de Canaán destruidos y cumpliéndose la profecía de Noé respecto a
él: “Y dijo: Maldito sea Canaán; siervo de siervos será a sus hermanos”, (Génesis
9:25).
Mapa de Canaan

LOS DESCENDIENTES DE SEM


“Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. Y los hijos de Aram: Uz,
Hul, Geter y Mas. Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. Y a Heber
nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la
tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-
mavet, Jera, Adoram, Uzal, Dicla, Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos
estos fueron hijos de Joctán. Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección
de Sefar, hasta la región montañosa del oriente. Estos fueron los hijos de Sem por sus
familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones”.
Génesis 10:22-31
Finalmente, llegamos a los hijos de Sem los cueles fueron se nos dice
que fueron 5: Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. De estos 5
hijos, Elam, Asur y Lud no presentan más genealogía. El primogénito, Elam, se cree
que su descendencia llegó a convertirse en los persas, luego, Asur cuyos habitantes se
extendieron a lo largo del norte de Mesopotamia y llegaron a mezclarse con los
camitas que existían ya en esa región, y así se dio paso a la nación de Asiria. Luego
tenemos a Lud, que de acuerdo a Flavio Josefo fueron los que dieron origen a la nación
de Lidia en Asia Menor. Luego tenemos a dos hijos de Sem que si presentan
genealogía. Al final de la lista de Génesis 10:22 se nos presenta a Aram, y de acuerdo a
este capitulo sus hijos fueron 4: Y los hijos de Aram: Uz, Hul, Geter y Mas. Se cree que
esta descendencia se asentó en Armenia, Mesopotamia y Siria. Es curioso considerar
que Uz fue el país donde Job vivía (Job 1:1). Finalmente, el otro hijo de Sem
fue Arfazad, y este fue padre de un solo hijo, Sala, pero Sala engendro a Heber de
donde algunos opinan que proviene el nombre de hebreo que se le daría a
Abraham: y Sala engendró a Heber, luego, Heber engendro dos hijos, a Peleg y
Joctán: Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días
fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. Es interesante ver la
declaración que se presenta alrededor de la persona de Peleg: porque en sus días fue
repartida la tierra. Esta declaración es un anuncio profético de cómo la tierra seria
repartida en sus tiempos después del diluvio. Al respecto de él el testimonio de los
eruditos no es unánime, algunos opinan que estos fueron grandes mercaderes
navegantes (y otros opinan que llegaron a ser piratas) y que se extendieron hacia el
sur de Mesopotamia. Algunos opinan que los pelegistas fueron echados de sus tierras
por los griegos y estos terminaron siendo absorbidos por ellos. Ahora, es de Peleg que
vendrá el linaje de donde nacería Abraham, el padre de Israel, tal y como se mostrará
en el siguiente capítulo de Génesis que estudiaremos próximamente (Génesis 11:19-26).
Luego, tenemos a los descendientes del segundo hijo de Heber, Joctán que fueron 13 en
total: Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, Adoram, Uzal, Dicla,
Obal, Abimael, Seba, Ofir, Havila y Jobab; todos estos fueron hijos de Joctán. Estos
habitantes de Joctán se cree de acuerdo a Flavio Josefo que habitaron en la India. De
esta forma vemos como los hijos de Sem se extendieron a lo largo de Mesopotamia,
Siria, Persia y aun llegaron hasta la India: Y la tierra en que habitaron fue desde
Mesa en dirección de Sefar, hasta la región montañosa del oriente. Estos fueron los
hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones.
EL DIOS DE LAS NACIONES
“Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de
éstos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio”.
Génesis 10:32
De esta forma concluye el capítulo 10 del libro de Génesis, mostrándonos
el origen de las naciones: Estas son las familias de los hijos de Noé por sus
descendencias, en sus naciones; y de éstos se esparcieron las naciones en la tierra
después del diluvio. En medio de tantos nombres, 70 en total, podemos concluir lo
siguiente.

1. El deseo de Dios para con su creación se deja ver en este capítulo, el deseo de que
estos fructifique y se multiplique en la tierra que les dio para que la poseyeran.
2. También vemos cómo los descendientes de Noé se dividieron a lo largo de la
tierra, así los descendientes de Jafet poblaron la parte de Europa, la península del
Asia Menor y la región de más allá del Mar Negro, pudiendo extenderse hasta la
India. Luego, los descendientes de Cam poblaron la parte de África, Arabia, Siria,
Palestina y Mesopotamia. Y finalmente, los descendientes de Sem habitaron en
Mesopotamia, Asiria, Lidia, Siria, Persia y la India.
3. En tercer lugar, vemos la maldad del hombre presente aun después del diluvio,
especialmente en la vida de Nimrod que llego a convertirse en un gobernador altivo
delante de Dios y dio origen a naciones crueles como Asiria y Babilonia.
4. En cuarto lugar, podemos decir que Dios tiene control de todas las naciones,
aunque estas se pierdan en su maldad, el Señor gobierna desde el cielo: “Y en cuanto a
la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu
reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna”, (Daniel 4:26). El
cielo gobierna, estas palabras fueron dirigidas a Nabucodonosor el rey altivo y cruel de
Babilonia quien creía que por el esfuerzo de su brazo había edificado semejante nación,
pero Dios trata con él para mostrarle que en medio de los sucesos que ocurren en las
naciones, Dios gobierna porque Él es el Dios de las naciones.

CAPÍTULO 12. LOS HIJOS DE NOÉ


EN LA TABLA DE LAS NACIONES

Al finalizar el Diluvio, Dios hizo un pacto con Noé de no volver a


destruir más la civilización humana con un diluvio, y esa
promesa selló el futuro de la humanidad que no volverá a ser
destruida en su totalidad por ninguna causa.

Es cierto que en los “tiempos del fin”[1] habrá una Gran


Tribulación y que la humanidad llegará al borde de su total
aniquilación. Pero la promesa que Dios hizo a Noé y a sus hijos
que originaron las naciones que existen hoy se cumplirá. Dios
intervendrá en un futuro próximo y salvará una parte de la
humanidad para dar continuidad a la civilización humana, solo
que bajo su gobierno divino, una antesala para la salvación de
toda la humanidad, es decir, de todas las personas que
después de conocer el verdadero camino de Dios, se
arrepientan y decidan obedecer las leyes divinas.

Una nueva fase de la historia humana se inició después del


diluvio con los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, la misma
que empezó con un incidente curioso, pero que impactó
fuertemente en la historia de las civilizaciones humanas.

12.1. La maldición sobre Cam

Concluido el diluvio a los 1.657 años de haber creado al


hombre, Dios les dijo a las 4 parejas sobrevivientes en Génesis
9:1 “Y bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Sed
fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra (‘eretz)”. Es decir, el
globo terrestre.

Los primeros años se fueron pasando, así como Sem tuvo su


primer hijo dos años después del diluvio, sus hermanos
también empezaron a tener sus hijos, pues la Biblia dice en
Génesis 9:19, lo siguiente: “Estos tres son los hijos de Noé, y
de ellos fue llena toda la tierra”.

Entendemos que ellos volvieron a establecerse en


Mesopotamia donde con el tiempo reedificaron las ciudades
arrasadas por el diluvio y fundaron nuevas ciudades también.
Los primeros imperios surgieron en esa región después del
diluvio y en ese lugar fue donde Dios tuvo que confundir las
lenguas para obligar el hombre se esparciese sobre la tierra.
Cuando dejaron el arca, la Biblia relata una historia extraña
cuyo verdadero cumplimiento aún es desconocido por muchos
estudiosos de la Biblia y de la historia.

“Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; y


bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio
de su tienda. Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su
padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera.
Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus
propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez
de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la
desnudez de su padre” (Génesis 9:20-23).

La biblia solo menciona las edades que vivieron Noé y su hijo


Sem. Después del diluvio, Noé vivió 349 años (de un total de
950 años) y Sem vivió después del diluvio más 498 años (de un
total de 600 años). Suponemos que sus hermanos también
vivieron edades similares a Sem.

Cuando ese extraño evento ocurrió, Cam tenía por lo menos 4


hijos: Cus, Mizraim, Fut y Canaán, este último fue el menor de
esos 4 hijos. Por ello estimamos que la mencionada
embriagues de Noé ocurrió unos ocho años después del
diluvio.

Ese suceso genera una pregunta muy importante. ¿Qué


significa la expresión “ver la desnudez de su padre (Génesis
9:23)”? La Biblia empieza la explicación en el libro de Levítico
18:3 “No haréis como hacen en la tierra de Egipto en la cual
morasteis, ni haréis como hacen en la tierra de Canaán adonde
yo os llevo; no andaréis en sus estatutos”.

Dios advirtió a su pueblo no hacer lo que era de costumbre


hacer en la tierra de Canaán, que surgió de los descendientes
del hijo menor de Cam. Y siguiendo en ese mismo capítulo,
entre varias cosas, Moisés escribió en Levítico 18:8 “No
descubrirás la desnudez de la mujer de tu padre; es la
desnudez de tu padre”.
La Biblia refuerza lo mismo y de una manera mucho más clara
en Levítico 20:11 “Si alguno se acuesta con la mujer de su
padre, ha descubierto la desnudez de su padre…”Por lo tanto
Cam profanó el matrimonio de su padre, acostándose con su
madre, lo que se define como incesto.

¿Y cuál fue la consecuencia de Cam haber visto la desnudez


de su padre? Génesis 9:24-27 responde: “Cuando despertó
Noé de su embriaguez y supo lo que le había hecho su hijo
más joven, dijo: ‘¡Maldito sea Canaán! ¡Siervo de siervos será
a sus hermanos!’ Y añadió: ‘¡Bendiga el Eterno, mi Dios, a Sem
y sea Canaán su siervo! ¡Engrandezca Dios a Jafet, que habite
en las tiendas de Sem y sea Canaán su siervo!’”.

La pregunta es: ¿Si Cam fue quien cometió el delito, porque


Noé maldijo a su nieto?

Cam fue realmente el culpable y por increíble que parezca, Noé


maldijo a Cam. Lo que pasa es que era una costumbre que
perduró por muchos siglos que los padres recibirán el honor de
la grandeza alcanzado por sus hijos. Tenemos un ejemplo de
esa costumbre en los tiempos del Rey Saúl, según escrito en el
libro de Samuel[2]:

“Mas cuando Saúl vio a David que salía a encontrarse con el


filisteo, dijo a Abner general del ejército: Abner, ¿de quién es
hijo aquel joven? Y Abner respondió: Vive tu alma, oh rey, que
no lo sé. Y el rey dijo: Pregunta pues de quién es hijo aquel
joven” (1 Samuel 17:55-56).

Saúl necesitaba saber quién era el padre de David para poder


honrarlo según la costumbre. Y de ese ejemplo, podemos
entender también que cuando un padre alababa a su hijo
estaba alabando a sí mismo. Cuando Noé dijo “¡Bendiga El
Eterno, mi Dios, a Sem” y “Engrandezca Dios a Jafet, que
habite en las tiendas de Sem”, estaba alabando a si mismo
como padre.
Pero si Noé hubiera lanzando la maldición directamente sobre
su hijo Cam, estaría maldiciendo a si mismo. Así que, para que
la maldición recayera sobre su hijo Cam quien cometió el delito,
forzosamente Noé tuvo que maldecir al hijo de Cam. Al
maldecir el hijo de Cam, nieto suyo de Noé, entonces la
maldición cayó a su padre Cam que es el hijo de Noé.

12.2. Las caractrísticas de los hijos de Noé

“Estas son las familias de los hijos de Noé según sus


genealogías, por sus naciones; y de ellos se propagaron las
naciones sobre la tierra después del diluvio” (Génesis 10:32).

Las naciones solo empezaron a existir después del diluvio,


pues en el mundo antiguo había una sola civilización bastante
homogénea empezando por el idioma.

Pero antes de hablar sobre el origen de las naciones, volvamos


a la creación del hombre. Dios creó al hombre con tres
necesidades básicas: la espiritual, la intelectual y la física. Aquí
la espiritual está en el sentido de que el hombre necesita una
relación con su creador, mientras la intelectual está en su
necesidad de razonar y la física va en el sentido de que el
hombre tiene la capacidad de transformar su mundo entorno a
él. En pocas palabras, el ser humano es un ser espiritual,
intelectual y físico y estas características lo llevaron a
desarrollar la religión, la filosofía y la tecnología.

Cuando Adán y Eva pecaron, estas tres características se


dividieron en su descendencia. La descendencia justa de Set
desarrolló la espiritualidad, como dice la Biblia en Génesis
4:26 “Y a Set también le nació un hijo, al que puso por nombre
Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre
del Eterno”.
Mientras las otras dos características permanecieron en el
linaje de Caín y se separaron en los hijos de Lamec. Los
descendientes de su hijo Jubal desarrollaron la filosofía
mientras que los descendientes de su hijo Tubal-cain
desarrollaron la tecnología.

La sociedad era homogénea porque todos hablaban un idioma,


vivían en la misma región, por lo tanto estas tres
características, aunque separadas en estas dos generaciones,
coexistían en una misma sociedad, hasta que en el tiempo de
Noé, la espiritualidad se fue acabando, quedando apenas la
filosofía y la tecnología.

“Que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo


vuestro ser –espíritu, alma y cuerpo– sea guardado
irreprochable para la venida de nuestro Señor Jesucristo” (1
Tesalonicenses 5:23).

El ser humano solo puede ser completo con estos tres


elementos juntos y equilibrados. El espíritu, su relación con
Dios, su alma que su capacidad de razonar y su cuerpo que
interactúa con el mundo físico para transformarlo.

Así las naciones se originaron de las familias de Sem, Cam y


Jafet, por ello las naciones también tienen personalidades
adquiridas de sus padres fundadores. Las características
religiosas se manifestaron en la descendencia de Sem, la
filosófica en la descendencia de Jafet mientras que la
tecnológica en la descendencia de Cam. Y eso es muy
importante para identificar a las naciones así como ciertas
características físicas que se manifestaron en los
descendientes de los tres hijos de Noé, la variación de
tonalidades de la piel, es decir: los caucásicos (blancos), los
negroides (negros) y los mongoloides (amarillos).

Las características básicas humanas no eran suficientes para


separar a los grupos humanos, pues en el mundo antediluviano
la sociedad fue una sola y el hombre no se esparció por el
mundo. Sin embargo, esta variación del tono de la piel humana
se produjo en la descendencia de los tres hijos de Noé fueron
determinantes, juntamente con la variación del lenguaje, para
la ocupación de los continentes, es decir, para la repartición de
la tierra entre esos tres hijos de Noé.

Las personas de piel clara poblaron inicialmente las regiones


más frías mientras que las de piel oscura a las regiones más
cálidas del planeta.

Por ello, para rastrear a las naciones que surgieron de la


descendencia de los tres hijos de Noé es necesario estudiar
tres variables importantes, y no solo una sola como
comúnmente muchos eruditos cree. Las variables son: 1)
características físicas como el color de la piel, 2) el lenguaje y
3) las características humanas: religiosa, filosófica y
tecnológica.

12.3. Nimrod y la confusión de las lénguas

La Tabla de las Naciones descritas en Génesis, capítulo 10 es


el punto de partida para entender lo que ya hemos leído, que
de los tres hijos de Noé “se propagaron las naciones sobre la
tierra después del diluvio”.

Cam, desde un principio fue el más numeroso. De los 70


descendientes de los tres hijos de Noé descritos en Génesis
10, casi la mitad es camita, es decir, un 43%. Al principio, antes
de la confusión de las lenguas, la mayoría de los sumerios eran
camitas. Y fue justamente un nieto de Cam quien quiso liderar
a todos los descendientes de Sem, Cam y Jafet, en un desafío
abierto contra Dios.

“Y Cus (uno de los hijos de Cam) engendró a Nimrod, que llegó


a ser poderoso en la tierra… Y el comienzo de su reino fue
Babel (donde se construyó la torre), Erec, Acab y Calne, en la
tierra de Sinar” (Génesis 10:8 y 10).

Sinar (‫ )שנער‬palabra en hebrea que significa “país entre dos


ríos” es equivalente al griego Mesopotamia (Μεσοποταμία) con
el mismo significado “[tierra] entre dos ríos”, refiriéndose al los
ríos Tigris y Éufrates. Babel (‫ )בבל‬es sinónimo de Babilonia y
significa “confusión”. Este camita Nimrod estaba aglutinando
toda la raza humana en una sola región, es decir,
Mesopotamia.

En ese momento histórico Dios tuvo que intervenir y en


Génesis 11:6 encontramos la razón de esa intervención:

“Y dijo el Señor: He aquí, son un solo pueblo y todos ellos


tienen la misma lengua. Y esto es lo que han comenzado a
hacer, y ahora nada de lo que se propongan hacer les será
imposible” (Génesis 11:6).

La maldad de los hombres con la universalidad del


conocimiento y de la lengua, estaba preparándose para repetir
lo que pasó en el mundo antiguo.

“Ahora, pues, descendamos y confundamos allí su lengua,


para que ninguno entienda el habla de su compañero. Así los
esparció el Eterno desde allí sobre la faz de toda la tierra, y
dejaron de edificar la ciudad” (Génesis 11:7-8).

Los seres humanos mantuvieron anteriormente una sola lengua


durante 1656 años de Adán hasta el diluvio por dos razones
principales: la primera, por la longevidad que los habitantes
antediluvianos tuvieron. Vivieron un promedio de 900 años y
acompañaron personalmente el desarrollo de muchas otras
generaciones más. Esa fue una de las causas principales de no
variarse el idioma en el mundo antiguo antes del diluvio, pues
ese acompañamiento fue como un control de calidad para que
el idioma no variase.
La segunda causa fue que el hombre no se dispersó por el
mundo como Dios ordenó cuando dijo “creced y multiplicaos y
llenad la tierra”. El hombre creció y se multiplicó, sin embargo,
en el mundo antediluviano nunca abandonó la región de
Mesopotamia. La civilización se mantuvo homogénea en contra
la voluntad de Dios y el idioma no varió.

Como se indicó, después del Diluvio, la variación del color de la


piel fue bastante significativa en la descendencia de los hijos
de Noé: la caucasoide (piel clara) en la descendencia de Jafet,
la negroide y mongoloide (los negros y los amarillos) en la
descendencia de Cam.

El color de la piel forzaría naturalmente a los descendientes de


los hijos de Noé a buscar lugares donde se adaptarían mejor:
los camitas negros a regiones más calientes donde tendrían
más resistencia al sol y la calor como el África, los camitas
amarillos por la región central y Sur de Asia, los Jafetitas se
tendrían que dirigir naturalmente a las regiones frías y
templadas a causa de una mayor sensibilidad de su piel y ojos
claros como Europa y norte de Asia.

Pero eso no ha ocurrido desde un principio. Si bien,


bíblicamente se entiende que los descendientes de Sem, Cam
y Jafet no se mezclaron (rara alguna excepción), ellos no
abandonaron la región de Mesopotamia.

Así que, aunque estuvieron en la misma región y separados en


los 3 grupos familiares, sí, el idioma comenzó a variar muy
rudimentalmente, aunque no lo suficiente para que se
desentiendan.

Pero Dios provocó el aceleramiento de esa variación y como


hemos leído: “Así los dispersó el Señor desde allí sobre la faz
de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad”.

Una buena pregunta es: ¿Cuándo ocurrió la confusión de las


lenguas? ¿Cuándo los hombres empezaron a dispersarse
sobre los continentes? La respuesta encontramos en la
genealogía de Sem.

“A Heber le nacieron dos hijos: el primero tuvo por nombre


Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y su hermano
se llamó Joctán” (Génesis 10:25).

Peleg fue la cuarta generación después de Sem. Nació 101


años después del diluvio y la Biblia afirma que recibió ese
nombre Peleg (‫)פלג‬, palabra hebrea que significa “división”
porque en sus días se repartió la tierra, de la palabra en
hebreo ‘eretz, que significa globo terrestre. Por lo tanto, no fue
una división de un lote o una región entre los descendientes de
Sem, sino una repartición de los continentes de todo el globo
terrestre entre las descendencias de los tres hijos de Noé.

Haciendo las cuentas, el diluvio ocurrió en el año 2325 a.C. y


101 años después Dios aceleró la confusión de las lenguas
durante la construcción de la torre de Babel. Ese hecho ocurrió
en el año 2224 a.C., es decir, hace 4240 años atrás.

Nimrod tenía para ese entonces unos 70 años y ya había


fundado varias ciudades en la baja Mesopotamia,
como: Babel (Babilonia), Erec, Acab y Calne.

Después de la confusión de las lenguas, Nimrod se fue hacia el


norte de Mesopotamia y fundó nuevas ciudades que dieron
origen más tarde al imperio Asirio.

“De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala
y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad
grande” (Génesis 10:11-12).

Por ejemplo, la Nínive histórica es mencionada alrededor del


siglo XVIII a. C. como un centro de adoración de la diosa Ishtar,
cuyo culto está relacionado con la fertilidad. En ese siglo,
Nimrod ya no estaría vivo porque vivió probablemente hasta
1860 a.C. si consideramos que vivió por lo menos 430 años (un
promedio normal de visa en su generación).

Es interesante que siendo los camitas en mayor cantidad que


sus hermanos semitas y jafetitas, tenían los camitas como
deidad principal a Ishtar, diosa de la fecundidad. Esa diosa fue
la misma Asterote de los filisteos, la Isis de los egipcios, Inanna
de los sumerios y Astarte de los fenicios. Más tarde esta diosa
fue asimilada también en la Mitología Nórdica y Germánica
como Easter – la diosa de la fertilidad y de la primavera, cuyos
símbolos fueron las liebres y los huevos a colores, símbolos de
la fertilidad y renovación. Esto dio origen a la pascua florida
que los llamados cristianos festejan con sus conejitos y huevos
de chocolates.

12.4. La Tabla de las Naciones

La Tabla de las Naciones de Génesis 10 marca el origen de las


primeras naciones de la historia humana y que por su vez
originaron posteriormente a las modernas naciones de hoy.
Cruzando las diferentes variables: color de la piel,
características humanas e idioma, se entiende, de una manera
general que:

Los descendientes de Sem, hablantes del hebreo, arameo y


árabe originaron los grandes sistemas religiosos, verdaderos o
falsos. Así, Sem originó a los hebreos y los árabes.

Los descendientes de Jafet, hablantes de un idioma troncal


indo-europeo (de Europa y norte de India) y de características
caucásicas (tez clara) han originado los grandes sistemas
filosóficos.

Los descendientes de Cam, hablantes de una gran variedad de


idiomas afro-asiáticos y amerindios de características
negroides y mongoloides (piel de colores) han proporcionado al
mundo la base de casi cada avance tecnológico.

Dios distribuyó en los descendientes de los hijos de Noé esas


marcadas diferencias con el propósito de evitar la temprana
ruina de la civilización surgida después del diluvio.

Pero no fue la variación de la raza humana en los hijos de Noé,


ni las diferentes capacidades humanas en cada una de sus
linajes que hicieron con que los descendientes de Sem, Cam y
Jafet se dispersasen sobre el globo terrestre. La intervención
de Dios con la variación del lenguaje fue lo que realmente
causó la dispersión del hombre fuera de Mesopotamia.

Como ya hemos visto, después del diluvio, Nimrod, un bisnieto


de Cam, empezó a aglomerar nuevamente a la civilización en
la Baja Mesopotamia, por ello Dios intervino diciendo wn
Génesis 11:7 “Ahora, pues, descendamos y confundamos allí
su lengua, para que ninguno entienda el habla de su
compañero”.

Por ese motivo lingüístico, los grupos humanos fueron


obligados a separarse y la tierra tuvo que ser repartida entre
ellos. Y sobre esa dispersión inicial no queda dudas que el
castigo de la aceleración de la confusión de lengua cayó más
fuertemente sobre los descendientes de Cam, porque ellos
fueron los que instigaron a los otros dos grupos, semitas y
jafetitas a unirse a ellos en un desafío directo contra Dios.

En plena construcción de la torre de Babel, los camitas


empezaron a variar su lenguaje atribuyendo significados
diferentes para la misma palabra al mismo tiempo que
empezaron a emplear palabras distintas para una misma cosa.
Eso hizo con que se interrumpiese inmediatamente la
construcción de aquella torre, y se marchasen del lugar,
agrupándose en otros lugares conforme el entendimiento de su
idioma.
El filólogo alemán Friedrich Max Müller publicó en Londres
entre 1855 y 1898 un estudio denominado “Lectura de la
Ciencia del Lenguaje”, definiendo que todos los idiomas
hablados en todo el mundo se originaron de tres grandes
familias lingüísticas: La Familia Lingüística Aria, la Familia
Lingüística Semítica y la Familia Lingüística Turania.

Esas tres grandes familias lingüísticas detectadas por Müller


tuvieron origen en los descendientes de los tres hijos de Noé,
siendo el lenguaje Semita de los descendientes de SEM, el
lenguaje Ario de los descendientes de JAFET y el lenguaje
Turiano de los descendientes de CAM.

Figura 11-01. Los descendientes de Noé antes de las grandes


navegaciones y conquistas “europeas” a partir de finales del
siglo XV (elaborado por W. Esquerdo)

12.4.1. Los descendientes de Cam

Utilizando los estudios de Müller como una de las referencias,


entendemos que la Familia Lingüística Turiana, provino de los
descendientes de CAM. Esa familia lingüística es tan compleja
que Müller tuvo que dividirla en 2: la Turiana del Norte y la
Turiana del Sur.
“Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán” (Génesis
10:6).

Cus originó a Etiopia, Mizraim a Egipto, Fut a Libia y Canaán a


Palestina.

“Los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y


los hijos de Raama: Seba y Dedán. Cus engendró a Nimrod,
quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra” (Génesis 10:7-
8).

Cus, quien originó a Etiopia, tuvo 6 hijos directo. Seba, por


ejemplo, se estableció al principio en Arabia pasando
posteriormente a África donde fundo a Saba, según el
historiador Flavio Josefus. Otras tribus antiguas africanas como
los yorubas (descendientes de Nimrod) se originaron de Cam.

“Canaán engendró a Sidón, su primogénito, a Het… al heveo,


al araceo, al sineo” (Génesis 10:15 y 17).

Het originó al imperio hitita (norte de Mesopotamia y Turquía)


que al derrumbase, los sobrevivientes se fueron al este. Hitita
que en cuneiforme se escribe Khittae, aparecen en el este
como Cathay, y según la antropología física, tenía rasgos
mongoloides y vestimentas originales de la cultura China. Es
importante también señalar que los hititas desarrollaron el arte
de la fundición del hierro y la doma del caballo, logros que se
repitieron en los comienzos de la cultura china.

De las varias ciudades fundadas por el Camita Nimrod, una de


ellas es Resén, entre Nínive y Cala en el norte de Mesopotamia
(Gén 10:12). En esa época era de costumbre nombrar las
ciudades por los nombres de sus fundadores o por los nombres
de sus hijos o de algún otro pariente muy cercano.

La civilización etrusca que habitaron lo que hoy se conoce por


la región de Toscana, Italia, fueron tan importantes que su arte,
el derecho, las costumbres y la tecnología fueron asimilados
como propio por los romanos, descendientes de Jafet. Los
romanos denominaron al pueblo de Etruscos, pero ellos se
denominaban a sí mismos como Rasenas. Por los estudios
lingüísticos se sabe que los Rasenas o etruscos vinieron de
Asia Menor antes de la invasión indo-europea a Europa e India.
Y muchas palabras etruscas se asemejaban a las sumerias, en
la baja Mesopotamia.

En el arte etrusco se encuentran representaciones de figuras


en fila, esfinges y seres humanos que también son encontrados
en el arte Asiria en Nínive. El festival romano de la saturnalia
cuando se liberaba los esclavos por una semana, fue un
festival copiado de los etruscos. Es así que en un registro
cuneiforme de asiria se lee que el rey de Gudea había instituido
la liberación de los esclavos por una semana cada año. Por lo
tanto los etruscos que se establecieron en Europa eran
descendientes de Rasén de la descendencia de Cam.

Cam continuó dispersándose sobre el globo terrestre,


ocupando Oceanía y las Américas, conforme evidencian las
características físicas y derivaciones lingüísticas de os primeros
pueblos que ocuparon esos continentes.

12.4.2. Los descendientes de Jafet

Después de que los descendientes de Cam se dispersaron


primero por todos los continentes, desbravando todos los
lugares, incluso aquellos más inhóspitos, llegó el momento de
la conquista iniciado por sus hermanos descendientes de Jafet.

Los griegos, por ejemplo creen que se originaron de Japeto,


que indudablemente es Jafet. En el relato de la India sobre el
diluvio, ellos dicen que Satyaurata (que sabemos fue Noé) tuvo
tres hijos: Jyapeti, que originó a los de India y luego Sharma y
Charma (Sem y Cam).
“Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal,
Mesec y Tiras” (Génesis 10:2).

Eses hijos de Jafet y sus nietos migraron hacia Europa y Norte


de India donde se asentaron desplazando y conquistando a los
descendientes de Cam que llegaron allá primero.

Mucho más tarde se expandieron hacia África, principalmente


los portugueses. Y con el descubrimiento de las Américas, los
portugueses y españoles descendientes de Jafet terminaran de
expandirse sobre los descendientes de Cam que ya habitaban
mucho antes estas tierras.

12.4.3. Los descendientes de Sem

Los descendientes de Sem que originaron los hebreos y los


árabes siguieron los pasos de su hermano Jafet, ocupando
primero todo el oriente medio y expandiéndose por todo el
norte de África sobre sus hermanos camitas.

Parte de los hebreos, después de conquistar Palestina donde


se encontraban los descendientes de Canaan, hijo de Cam, se
fragmentaron en dos reinos: Judá al sur con capital Jerusalén e
Israel al norte con capital Samaria.

Israel al norte compuesto por 10 tribus, fueron conquistados y


llevados cautivos a Asiria, donde más tarde, después de la
caída del imperio Asirio, ellos migraron al norte de Europa,
conformando varios países. Lo curioso es que ellos asimilaron
los idiomas indo europeo y las costumbres de sus hermanos
jafetitas.

Cuando se establecieron en Europa, ya habían perdido su


idioma semita y sus costumbres. Los ingleses, franceses y
holandeses, todos descendientes de Sem, pero viviendo como
jafetitas o indo-europeos, se expandieron hacia África y
Oceanía, conquistando a sus hermanos camitas. Luego, con el
descubrimiento de las américas, se expandieron allá
juntamente con los jafetitas, sobre los camitas.

De esa manera, se cumplió la maldición de Noé sobre Cam


cuando dijo: “Maldito sea Canaán; Siervo de siervos Será para
sus hermanos” (Génesis 9:25).

Cam se esparció primero sobre todo el globo terrestre, en todos


los continentes. Eran los más numerosos y se fragmentaron
lingüísticamente más que sus dos hermanos.

Luego los descendientes de Jafet y Sem se expandieron sobre


los descendientes de Cam. Los semitas se expandieron sobre
los descendientes del hijo de Cam, Canaán y luego, ya
asimilados a la cultura y la lengua indoeuropea, se expandieron
sobre sus hermanos camitas en el resto de los continentes.

Pasemos a Hechos 17:26-27 con el gran propósito de Dios de


crear a las naciones, que dice: “De uno solo, Dios hizo todas
las naciones del mundo para que habitaran sobre toda la
superficie de la tierra, habiendo determinado sus tiempos y las
fronteras de los lugares donde viven, para que buscaran a
Dios, y de alguna manera, palpando, Lo hallen, aunque Él no
está lejos de ninguno de nosotros”.

Hoy, las naciones no están buscando a Dios, por ello


entendemos que esa afirmación del Apóstol Pablo es para el
futuro, cuando Dios reine sobre todas las naciones en el
milenio que se acerca, como está escrito en Miqueas 4:1-2 “Y
acontecerá en los postreros días que el monte de la casa del
Eterno será establecido por cabecera de montes, y será
exaltado más que los collados, y los pueblos correrán a él. Y
vendrán muchas naciones, y dirán: Venid, y subamos al monte
del Eterno, y a la casa del Dios de Jacob; y Él nos enseñará en
sus caminos, y andaremos por sus sendas; porque de Sión
saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno”.
Figura 11-02. Conferencia sobre la Tabla de las naciones
dada en La Paz, diciembre de 2015 por W. Esquerdo

[1] “Tiempos del fin es una figura profética sobre el periodo de


tiempo que antecede el establecimiento del Reino de Dios
sobre la tierra con una serie de eventos catastróficos que
pondrán fin al sistema humano.

[2] Libro de Samuel: Corresponde a dos libros (Primera y


Segunda de Samuel), también conocido como libros de los
Reyes. Forman parte del Antiguo Testamento. Según la
tradición judía, el profeta Samuel habría escrito la parte del
libro que termina con su muerte, y el resto lo escribieron Natan
y Gad.

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l Dios que hizo el mundo

E Y todas las cosas que hay en él, ...


De una misma sangre ha hecho toda nación de los hombres,
Para que habiten sobre toda la faz de la tierra;
Y les ha prefijado el orden de las estaciones,
Y las fronteras
De sus lugares de residencia;
Para que busquen a Dios,
Si tal vez, palpando,
Pueden hallarle,
Aunque ciertamente
No está lejos de cada uno de nosotros.
Porque en Él vivimos,
Y nos movemos,
Y somos ...

Hechos 17:24-28

INTRODUCCIÓN
ON TAN GRANDES las dificultades para dilucidar, en esta etapa tardía de la

S historia humana, los orígenes y las relaciones de las diversas razas de la


humanidad, que muchos abrigarían dudas de que ni siquiera valga la pena
intentarlo en absoluto. Incluso un examen superficial de un volumen como Races
of Europe, de Coon[1], revelará en el acto que la mezcla racial ya ha avanzado
hasta tal punto que en casi cualquier lugar del mundo se pueden encontrar individuos o
grupos humanos representativos de todas las líneas raciales o subraciales actualmente
reconocidas, entremezclados de forma general. Proponer, frente a esta evidencia, que
mediante la Tabla de las Naciones en Génesis se puedan exponer los orígenes,
relaciones y pautas de dispersión de estas líneas raciales, parece a primera vista absurdo.
Sin duda alguna, se nos acusará de una excesiva simplificación. Pero en cierto
sentido esto puede constituir una ventaja en este caso, porque permite que se ignoren
ciertos factores que llevan a complicaciones y se puede evitar quedar completamente
abrumados por los detalles, lo que permite exponer una alternativa inteligible a las
actuales teorías etnológicas, que creo que explica mejor la distinción tanto de los restos
fósiles del hombre prehistórico como también de los actuales grupos raciales. Así, existe
una cierta justificación para presentar el bosquejo sumamente simplificado que aparece
en este artículo.
Una segunda observación que desearía resaltar es que, en esta clase de investigación,
lo que constituye evidencia en favor, o prueba virtual, de una tesis, depende mucho de la
inclinación del lector. ¡Demostrar que la tierra es plana exigiría un gran peso de
evidencia! Más aun, la mayoría de las personas pensarían que ninguna cantidad de
evidencia sería suficiente. Pero confirmar que la tierra es redonda demandaría bien poca
evidencia. Así, que un ítem de prueba se considere como convincente o no depende a
menudo no tanto de su peso intrínseco, sino de si sirve de apoyo a la opinión
comúnmente aceptada.
Creo que cualquiera que acepte las Escrituras como la piedra de toque de la Verdad,
incluso cuando sus llanas declaraciones parezcan contradichas por los hallazgos
razonablemente seguros de la investigación secular, no demandará la misma clase de
prueba para que tenga peso. Si los hijos de Jafet son, como propondremos, la población
de Europa (y de parte del norte de la India, etc.) como se implica en Génesis 10,
entonces una ligera evidencia confirmadora tenderá a decidir la cuestión para los que ya
lo creen, en tanto que ninguna cantidad de evidencia decidirá la cuestión para los que
simplemente no lo acepten. De modo similar, para los que estén persuadidos de que la
Tabla de las Naciones de Génesis 10 es verdaderamente inclusiva, las razas de color
deben lógicamente quedar incluidas, y en alguna parte de la misma encontraremos a los
antecesores de los grupos humanos designados como negros, cobrizos y amarillos. La
cuestión es si esta clase de inclusividad queda implicada en las palabras del versículo
32: «de éstos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio». En la
interpretación de pasajes como este, tiende a haber una divergencia entre los que dan
gran importancia a las palabras propias de las Escrituras y a sus implicaciones, y los que
atribuyen mucha menos importancia a las palabras mismas y que por ello no examinan
las implicaciones con mucha seriedad. Estos últimos tienden a sentir suspicacias
siempre que los primeros permiten que las implicaciones jueguen un gran papel en su
interpretación. La cuestión, planteada de forma más amplia, es: ¿Espera Dios que
busquemos implicaciones y que las desarrollemos lógicamente cuando están ausentes
las declaraciones concretas que deben ser mucho más preferibles y que decidirían la
cuestión?
Tocante a esto, hay unas palabras muy a propósito del doctor Blunt en su célebre
libro Undesigned Coincidences in the Old and New Testament [Coincidencias
inopinadas en el Antiguo y Nuevo Testamento]. Después de observar con toda razón
con qué presteza se inmiscuye la imaginación cuando hay implicaciones a la vista y de
qué manera tan bien dispuesta rompe todos los límites y se vuelve muy visionaria, él
argumenta sin embargo de manera intensa en favor de la amplia y activa investigación
de las implicaciones en las Escrituras. Dice él:[2]

Este es un buen principio, porque tiene la anuencia de nuestro mismo


Señor, que reprocha a los saduceos por no conocer [énfasis del autor]
aquellas Escrituras que habían recibido, por cuanto no
habían deducido [énfasis del autor] la doctrina del estado futuro en base
a las palabras de Moisés, «Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham,
Dios de Isaac, y Dios de Jacob», aunque la doctrina estaba allí si tan solo
la hubieran buscado.

Este argumento está bien fundamentado, y, como añade en el siguiente párrafo, «las
pruebas de esto mismo son innumerables». Luego pasa a ilustrar su argumento con un
cierto detalle. Pero su ilustración inicial es particularmente idónea porque en tanto que
es perfectamente cierto que evidentemente la implicación de las palabras de Moisés era
en este caso de una importancia profunda, los eruditos de los tiempos de nuestro Señor
—que por cierto no carecían de devoción— adoptaron probablemente la misma actitud
más bien escéptica dominante en la actualidad acerca de estas cuestiones, y
probablemente hubieran tachado esta idea como absurda si alguien aparte del mismo
Señor la hubiera propuesto. Ellos no creían en la resurrección, y por ello no hubieran
aceptado una inferencia de esta clase en base a las palabras de Moisés. Y sospecho que
en nuestra determinación a desalentar del abuso de la imaginación en la interpretación
de las Escrituras (determinación que es bien apropiada, creo yo), nos hemos privado sin
embargo de muchos conocimientos.

Así, este artículo trata de demostrar:

(1) que la distribución geográfica de los restos fósiles es de una naturaleza tal que
queda explicada de la manera más lógica tratándolos como representantes marginales de
una amplia y en parte forzada dispersión de pueblos procedentes de una sola población
en crecimiento establecida en un punto más o menos central a todos los mismos,
enviando oleadas sucesivas de migraciones, donde cada una de estas oleadas impulsaba
a la anterior hacia la periferia;
(2) que los especímenes más degradados son aquellos representantes de este
movimiento general que fue echado a las áreas menos hospitalarias, donde padecieron
una degeneración física como consecuencia de las circunstancias en las que se vieron
obligados a vivir;
(3) que la extraordinaria variabilidad física de sus restos resulta de que formaban
parte de pequeños grupos humanos aislados y muy consanguíneos; mientras que las
semejanzas culturales que vinculan a incluso los más dispersos de entre ellos indican un
origen común de todos;
(4) que lo que es cierto del hombre fósil es igualmente cierto de las sociedades
primitivas extintas y presentes;
(5) que todas estas poblaciones inicialmente dispersadas proceden de un grupo básico
—la familia camita de Génesis 10;
(6) que fueron posteriormente desplazadas por indoeuropeos (esto es, los jafetitas),
que sin embargo heredaron o adoptaron su tecnología, sobre la que se desarrollaron, y
así consiguieron ventaja en cada área geográfica en la que se extendieron;
(7) que a lo largo de estos desplazamientos, tanto en tiempos prehistóricos como
históricos, nunca hubo seres humanos que no pertenecieran a la familia de Noé y sus
descendientes;
(8) y finalmente, que esta tesis queda fortalecida por la evidencia de la historia, que
demuestra que las migraciones siempre han exhibido la tendencia a seguir estas pautas,
que han ido frecuentemente acompañadas de ejemplos de degeneración tanto a nivel
individual como de tribus enteras, y que generalmente resulta en el establecimiento de
una dinámica general de relaciones culturales que son paralelas con las que la
arqueología ha revelado en la antigüedad.
Con respecto a Génesis 10, a mi parecer la etnología moderna muestra una tendencia
más bien constante hacia su confirmación. Sin embargo, no veo razón alguna para
esperar que la etnología vaya a buscar nunca avanzar usando como base esta Tabla
como fundamento de trabajo. Pero tengo todas las razones para creer que cuando
sepamos suficiente, veremos que nunca ha habido necesidad de avergonzarnos de
confiar en ella como guía del pasado. Solo tenemos que dar tiempo al tiempo.

Capítulo 1
La Tabla de las Naciones: Un documento singular
CIERTAS personas las fascinan las genealogías. A cualquiera que haya

A estudiado la historia de forma amplia y profunda, sirven a un propósito similar


al de los mapas para los que han viajado amplia y profundamente por un país.
El historiador examina las genealogías como el viajero examina sus mapas. Las
unas y los otros proporcionan conocimientos de relaciones y una especie de
marco estructural donde identificar mucho de lo que ha capturado la imaginación. Como
observó Kalisch,[3] «La más antigua historiografía se compone casi totalmente de
genealogías; con la mayor frecuencia constituyen el medio para explicar la relación y el
linaje de tribus y naciones», con la inserción, donde sea apropiado, de breves notas
históricas como las que tienen que ver con Nimrod y Peleg en Génesis 10. También los
mapas tienen estas pequeñas «notas».
Aunque las genealogías de la Biblia suelen ser tratadas con mucho menos respeto
que las secciones más estrictamente narrativas, son sin embargo dignas de un cuidadoso
estudio, y se verá que proporcionan inesperadas «claves para la Sagrada Escritura». Y
Génesis 10, «la Tabla de las Naciones», no es una excepción.
Pero las opiniones han diferido enormemente acerca de su valor como documento
histórico. Su valor en otros respectos, por ejemplo, como indicación de lo intensamente
consciente que era su autor de la verdadera hermandad del hombre —lo que es una
circunstancia sumamente excepcional en su propia época—, se admite de forma
universal. En contraste a esto, el desacuerdo acerca de su valor histórico no se limita a
escritores liberales enfrentados a evangélicos, sino que existe de una manera igualmente
clara entre escritores dentro de estos campos opuestos. Para exponer dos opiniones
representativas de entre las filas de académicos muy liberales de hace medio siglo,
podemos citar a Driver, que escribió:[4]

Así, es evidente que la Tabla de las Naciones no contiene ninguna


clasificación científica de las razas de la humanidad. Y no solo esto, sino que
no ofrece ningún relato históricamente cierto del origen de las razas de la
humanidad.

Y en contraste a esto, tenemos la opinión del muy famoso Profesor Kautzsch de


Halle que escribió:[5]

La llamada Tabla de las Naciones permanece, según todos los resultados


de las exploraciones de los monumentos, como un documento
etnográfico original de primera categoría e insustituible.

Sin embargo, la divergencia de opinión entre los evangélicos tiende a manifestarse


no acerca de la historicidad de esta antigua Tabla, sino más bien acerca de su
inclusividad. La cuestión que se suscita es si debemos o no comprender que la Escritura
quiere comunicarnos que esta genealogía nos proporciona los nombres de los
progenitores de toda la población humana del mundo, incluyendo los grupos raciales
negroides y mongoloides; o si nos proporciona solo una declaración resumida de las
relaciones de aquellas naciones que el escritor conocía personalmente o por rumores. Al
mismo tiempo, hay poco desacuerdo entre los evangélicos acerca del hecho fundamental
de que todos los hombres, sin excepción, deben ser seguidos en último término hasta
Adán.
En este capítulo se propone considerar la Tabla como un todo con respeto a su valor,
importancia y singularidad entre los registros similares de la antigüedad, y examinar su
estructura y su fecha.
Esto irá seguido en el segundo capítulo por un cuidadoso examen de una rama de la
raza, los jafetitas, con el propósito de exponer cuán razonable resulta este registro allí
donde tenemos suficiente información para valorarlo de forma detallada. La suposición
que se puede hacer de forma apropiada en base a este estudio es que el resto de la Tabla
resultaría ser igualmente auténtica e iluminadora de la historia etnológica, si tuviésemos
disponible la misma cantidad de información detallada acerca de la identidad de los
nombres que aparecen que la que tenemos de la familia de Jafet.
En el tercer capítulo exploraremos la evidencia procedente de la literatura coetánea
que de forma no intencionada apoya las implicaciones de la Escritura: esto es, que como
todos los pueblos del mundo derivan de la familia de Noé, allí donde encontramos
grupos humanos en el mundo tienen que haber emigrado en último término del lugar de
donde se dice que el Arca se posó en tierra, y que esta presuposición se debe aplicar
igualmente al hombre histórico que al prehistórico. En otras palabras, aquí tenemos la
Cuna de la Humanidad y aquí tenemos el punto focal de toda la posterior dispersión de
todos aquellos que pertenecen a la especie Homo sapiens.
Nuestra conclusión es que esta Tabla de las Naciones es un documento singular y de
un incalculable valor que hace una afirmación justificable de inclusión de toda la raza
humana, y que nos proporciona atisbos de las relaciones de los grupos humanos más
tempranos conocidos, y que nos serían totalmente desconocidas si careciésemos de
Génesis 10.
Valor intrínseco y concepto subyacente de la Tabla
Las opiniones acerca del valor de esta Tabla varían enormemente. En 1906, James
Thomas, en lo que él califica de investigación crítica,[6] dice simplemente: ¡«Es cosa
cierta que toda la lista carece de valor alguno»! El célebre S. R. Driver no es tan
negativo en sus pronunciamientos, pero el efecto final de sus palabras es muy similar.
En su comentario sobre Génesis dice:[7]

El propósito de esta Tabla es en parte el de exponer cómo los hebreos


suponían que las principales naciones que conocían se relacionaban entre sí, y
en parte el de asignar a Israel, de forma particular, su lugar entre ellas ...
Los nombres no deben tomarse en ningún caso como si fuesen los de
personas reales ...
El verdadero origen de las naciones que se enumeran aquí, que pertenecen
en muchos casos a tipos raciales totalmente diferentes —semitas, arios, hititas,
egipcios— tiene que remontarse a eras prehistóricas remotas de las que
podemos tener la seguridad de que no se podrían haber preservado ni los más
débiles recuerdos para el tiempo en que se escribió este capítulo. Las naciones
y las tribus existían: y posteriormente se propusieron antecesores imaginarios
con el propósito de exhibir de forma gráfica las relaciones que se les suponía
entre ellas.

Un ejemplo exactamente paralelo, aunque no tan elaborado, es el que nos dan los
antiguos griegos. El nombre general de los griegos era helenos, y sus principales
subdivisiones eran los dorios, los eolios, los jonios y los aqueos; y con ello los griegos
remontaban su linaje hasta un antecesor supuestamente epónimo Heleno, que tuvo tres
hijos, Doro y Eolo, los supuestos antecesores de los dorios y de los eolios, y Juto, que
tuvo dos hijos, Ión y Aqueo, de quienes se supone que descendieron los jonios y los
aqueos, respectivamente.
Este extracto de la obra de Driver suscita diversas cuestiones. Para empezar, a la
vista del respeto constantemente creciente que se está otorgando a las antiguas
tradiciones, bien podría ser que el paralelismo que este erudito autor ha propuesto con
bastante cinismo, bien lejos de ser un testimonio en contra de la Tabla, podría ser en
realidad un testimonio en su favor. La contraparte griega puede que no sea en absoluto
un invento de algún historiador antiguo, sino una declaración de hecho. A fin de
cuentas, la gente no suele inventarse antecesores. Los nombres de los progenitores son
de gran importancia para cualquier pueblo que tenga poca o ninguna historia escrita,
porque estos nombres son los puntos de amarre sobre los que fijan los grandes
acontecimientos de su pasado.
Driver adopta una suposición adicional igualmente injustificada: que el recopilador
de esta Tabla estaba escribiendo una especie de historia ficticia con la intención
deliberada de dar a su propia nación, los israelitas, una antigüedad igual a la de las
grandes naciones a su alrededor. Por cuanto, como veremos, la Tabla no da en absoluto
ninguna evidencia de haber sido escrita con propósitos propagandísticos, Driver parece
estar leyendo en el registro más de lo que se puede justificar. Se trata más bien de erigir
un hombre de paja para poderlo derribar con verbosidad erudita.
Una tercera cuestión —y esta tiene gran importancia— es que Driver supone que la
única fuente de información que tenía el escritor era su propia fértil imaginación y las
tradiciones de su tiempo —ignorando totalmente la posibilidad de que Dios hubiera
cuidado de forma providencial que toda la información necesaria para recopilar esta
Tabla quedase preservada por uno u otro medio. Uno solo tiene que hacer lo que a fin de
cuentas es una suposición razonable para un cristiano, esto es, que Dios tuviera un
propósito específico para incluir una Tabla de Naciones en este punto en la redacción de
la Sagrada Escrit ura. Y al menos una parte de este propósito queda bien evidente, y se
examinará más adelante.
Pero la opinión de Driver acerca del valor y de la importancia de este documento no
fue compartida por escritores posteriores que vivieron el tiempo suficiente para ser
testigos de la enorme expansión de nuestro conocimiento de la historia del Medio
Oriente, en parte como resultado de estudios lingüísticos, y más recientemente todavía
gracias a descubrimientos de antropólogos físicos, que están recuperando algunas
importantes líneas de migraciones en tiempos «prehistóricos».
Antes de pasar a considerar estos hallazgos, puede que valga la pena observar que el
valor de un documento puede cambiar con el paso del tiempo, de modo que no se hace
más valioso o menos valioso, sino más bien valioso de una forma totalmente nueva. Hay
un sentido en el que Génesis 10 retiene su singular valía como el primer documento en
proclamar la unidad del Hombre, así como la Carta Magna fue el primer documento en
proclamar la igualdad del Hombre. Decir, como dijo Thomas, que este documento
carece de valor, revela una extraordinaria estrechez de miras, al hacer la suposición de
que el único valor que puede tener un documento es su empleo como fuente de
información para el historiador. La veracidad histórica es una clase de valor, pero hay
además otros valores.
Sin embargo, no se debería suponer ni por un momento, con esta declaración, que
estamos cediendo acerca de la historicidad de este capítulo a fin de establecer su valor
sobre otra base. El hecho es, tal como trataremos de exponer, que siempre que sus
declaraciones pueden ser puestas a prueba de forma suficiente, Génesis 10 resulta
completamente exacto —y ello a menudo allí donde, en el pasado, se había considerado
como más equivocado. Este proceso de constante vindicación ha servido para establecer
para el mismo una segunda clase de valor, esto es, que lo mismo que cualquier otra
sección de la Escritura que ha sido igualmente desafiada y luego vindicada por la
investigación, contribuye ahora como testimonio de la fiabilidad de estas antiguas
secciones de Génesis, sobre cuya veracidad depende tanto de nuestra fe.
Además, es muy difícil concebir el registro de Génesis, que conduce el hilo de la
historia desde Adán hasta las épocas dotadas de documentos monumentales, sin alguna
especie de Tabla para exponer lo sucedido con la familia de Noé, y cómo se llegó a
poblar el resto del mundo después del diluvio, además del Medio Oriente. Así, la Tabla
pasa a formar una parte esencial de la Escritura en sus secciones más tempranas, no
meramente para dar satisfacción a nuestra natural curiosidad, sino para establecer el
hecho de que todos los hombres son de una sola sangre, descendencia del primer Adán,
y susceptibles de redención por la sangre de un Hombre, el Segundo Adán.
Así, la Tabla sirve a tres propósitos. Proporciona un capítulo esencial en la
documentación temprana de Génesis, dando una visión global de lo sucedido al
expandirse la población por el mundo. Une toda la raza humana en una sola familia sin
dar la menor sugerencia de que ninguna rama particular de esta familia tenga
preeminencia sobre otra —un logro descollante. Finalmente, como documento
puramente histórico, proporciona atisbos de las relaciones entre grupos humanos que
solo en la actualidad se están pudiendo obtener por otros medios, con lo que añade su
testimonio a la fiabilidad del registro de Génesis.
Acerca del primero de estos logros, Dillmann tuvo esto que decir:[8]

Egipcios y fenicios, asirios y babilonios, e incluso los indios y persas,


tenían una cierta medida de conocimiento geográfico y etnológico antes
que comenzase una investigación más estrictamente científica entre los
pueblos clásicos. De algunos de estos, como los egipcios, asirios,
babilonios y persas, nos han llegado exploraciones o enumeraciones de
los pueblos que les eran conocidos, e intentos de elaboración de mapas,
en los memoriales escritos que han dejado en pos de ellos. Pero, como
regla, por lo general no se presentaba mucha atención a los extranjeros, a
no ser que hubiera intereses nacionales y comerciales en juego. A
menudo se les despreciaba como meros bárbaros, y en ningún caso se les
incluía con las naciones más cultas en una unidad superior.
Con nuestro texto sucede lo contrario. Aquí se da consideración a
muchos con los que los israelitas no tenían ninguna clase de relación
específica. . . .

Estamos tan familiarizados con la idea de la fraternidad del hombre que la damos por
descontada como un concepto aceptado por todas las razas en todos los tiempos a través
de la historia. Ocasionalmente observamos en nosotros mismos una cierta vacilación
respecto a acordar a otras naciones que no comparten nuestros valores culturales la
plenitud de condición humana que acordamos a miembros de nuestra propia sociedad.
Pero estos sentimientos se suelen esconder tanto como es posible, porque lo apropiado,
en la actualidad, es apoyar la heroica suposición de que «todos los hombres son
iguales». Pero hay ocasiones en las que podemos dar rienda suelta a nuestros verdaderos
sentimientos acerca de este extremo, como, por ejemplo, en caso de guerra. Si el escritor
del décimo capítulo de Génesis era hebreo, es probable que en su caso los cananeos
fuesen una subsección particularmente menospreciada y degradada de la raza humana, y
que la tendencia hubiera sido la de ponerlos en una situación muy baja de la escala.
Tenemos una analogía en la posición que los Nazis atribuyeron al pueblo judío. Para
muchos alemanes de la era Nazi, los judíos no eran realmente seres humanos en
absoluto. Por ello, es tanto más de resaltar que en esta Tabla de las Naciones los
cananeos reciben una posición en el linaje del hombre junto a los descendientes de Eber,
entre los que se encuentra el pueblo judío.
En su comentario, Kalisch observa que incluso la maldición sobre Canaán parece
haber quedado olvidada, siendo que no aparece ni una sola insinuación en el registro
para recordarla al lector. Al contrario, no hay ninguna otra tribu enumerada con un
mayor detalle que la de Canaán (versículos 15-19). Como dice este erudito escritor:
«Nada perturba la armonía de esta magna genealogía».[9]
A la vista de todo esto, es más bien cosa extraordinaria que Driver considere este
documento como, característicamente, una pieza de propaganda judía.
Hay otra cuestión que vale la pena mencionar. Cuando una civilización alcanza un
nivel muy elevado de desarrollo, puede llegarse a un más claro reconocimiento de que
todos los hombres son hermanos de sangre. Sin embargo, en una comunidad pequeña y
estrechamente relacionada que está luchando por establecerse, puede haber la tendencia
a una actitud muy diferente. Entre los pueblos más primitivos existe el hábito de
referirse a sí mismos (en su propia lengua, naturalmente) como «verdaderos hombres»,
y de referirse a todos los demás mediante algún término que claramente les niega el
derecho a la condición humana. Así, los Naskapi se designan a sí mismos «Neneot»,
que significa «personas de verdad». Los Chukchee dicen que su nombre significa
«hombres reales». Los hotentotes se llaman «Joi-Joi», que significa «hombres
hombres». Los yaganes de la Tierra del Fuego (un lugar bien remoto) dicen que su
nombre significa «hombres por excelencia». Los andamanes, pueblo que parece carecer
incluso de los rudimentos de una ley, se refieren a sí mismos como los «Ong», que
significa «Hombres». Todos estos grupos humanos se reservan estos términos solo para
sí mismos. Es una señal de un estado cultural decadente cuando se adopta esta actitud,
pero, a la inversa, cuando un pueblo adopta la actitud opuesta, se trata posiblemente de
una señal de un estado cultural elevado. Así, cuando cualquier pueblo alcanza una etapa
de desarrollo intelectual en la que concibe claramente que todos los hombres están
relacionados de tal modo que les asegura la igualdad como seres humanos, entonces
asume una cultura elevada, aunque los mecanismos de su civilización puedan dar la
apariencia de una etapa baja de desarrollo. A partir de esto deberíamos inferir
lógicamente que el escritor de Génesis era una persona con una elevada cultura. Desde
luego, me parece que solo con un elevado concepto de Dios sería posible tal concepción
del hombre, y por ello Génesis 10 parece constituir un testimonio de un orden muy
elevado de fe religiosa. En último análisis, uno se podría plantear si es posible en
absoluto mantener un verdadero concepto de la igualdad del hombre sin tener también
un verdadero concepto de la naturaleza de Dios. Lo primero deriva directamente de lo
último. La única base para atribuir a todos los hombres un mismo nivel de dignidad es
el formidable hecho de que todas las almas tienen el mismo valor para Dios. Desde
luego, no tienen el mismo valor para la sociedad.
Excepto si el patrón fundamental de referencia es el valor que Dios asigna a las
personas, es totalmente irreal hablar de que todos los hombres son iguales.
Consideremos el borracho que se revuelca en el fango, y que ensucia el aire con su
verborrea soez, que confunde a sus hijos, que destruye su vida familiar, que ofende a sus
amigos y perturba a todo su círculo social —¿cómo se puede decir que este hombre
tiene el mismo valor que, por ejemplo, una columna de la comunidad, lleno de bondad
hacia el prójimo? Evidentemente, aquí no hay igualdad alguna si la base de la
valoración es la del hombre respecto al hombre, o del hombre respecto a su ámbito
social.
Cualquier sociedad que valore a sus miembros por el valor que tenga hacia ella
misma no está atribuyendo valor alguno a la persona individual, sino solo a sus
funciones. Cuando estas funciones dejan de servir a un propósito útil, el hombre deja de
tener ningún valor. Esta era la filosofía de Nietzsche —y la de Hitler. Es la filosofía
lógica de todo aquel que contempla al hombre aparte de Dios. Es nuestra moderna
filosofía de la educación, que destaca la capacidad personal y la tecnología, y que
alienta a los hombres a hacer más que a ser. En contra de esta tendencia del hombre
natural a «devaluarse» a la vez que supone que se está exaltando a sí mismo, la Biblia
no podía hacer otra cosa que establecer en términos claros estos dos hechos
complementarios: que Dios está interesado igualmente en todos los hombres, y que
todos los hombres pertenecen a una familia, singularmente relacionada a través de Adán
con el mismo Dios. El argumento, expuesto de esta forma, es un argumento también en
favor de la inclusividad de la Tabla de Génesis 10. A no ser que sea inclusiva, a no ser
que en último término tengamos aquí a la vista a toda la humanidad, y no solo aquellas
naciones que resultaban conocidas por Israel, sería un capítulo fuera de contexto. A no
ser que el propósito sea el de incluir a toda la raza humana, el propósito del capítulo
queda en entredicho, y el mensaje de la Biblia queda incompleto. En tal caso nos
quedamos solo con Hechos 17:26, que en esta cuestión, aunque da certidumbre a
nuestros corazones, no ilumina nuestras mentes acerca del hecho al que se refiere.
Hay también un aspecto negativo en la cuestión de la autenticidad de este documento
histórico. Si esta Tabla hubiera sido elaborada con propósitos de propaganda (para
establecer la posición de Israel como de igual dignidad aunque sin compartir algunas de
las glorias de las naciones alrededor) o si hubiera sido meramente obra de algún
primitivo historiador que hubiera creado sus propios datos permitiéndose ciertas
libertades, entonces es casi seguro que se hubiera manipulado de manera que se
expusieran no solo la elevada posición de sus propios antecesores, sino la muy baja
posición de los de sus enemigos. Con respecto a la primera tendencia, uno solo tiene
que leer libros modernos de historia para discernir con qué facilidad se nos pueden
presentar personajes de muy poco peso de forma que nos hagan enorgullecer de nuestra
identidad nacional. En realidad, hay bien poca historia escrita que no sea en parte
propaganda, aunque el autor mismo a menudo no sea consciente de ello. La cantidad de
«primacías» que pretenden algunos historiadores nacionales para sus compatriotas es
bastante asombrosa, y por lo general queda clara la nacionalidad a la que pertenece el
autor mismo. En total contraste a lo dicho, sería difícil demostrar con certidumbre la
nacionalidad del autor de Génesis 10. Suponemos que era hebreo, pero si se emplea la
cantidad de atención que presta a cualquier linaje particular que menciona como clave
de su identidad, pudiera haberse tratado de un jafetita, de un cananeo o incluso de un
árabe. Esto es digno de mención y demuestra un gran freno de parte del autor, la clase
de freno que sugiere la mano de Dios sobre él.
Con respecto a la segunda tendencia, el menosprecio de los enemigos propios, este
capítulo hubiera sido desde luego una maravillosa ocasión para poner en su sitio a los
aborrecidos amalecitas. Pero los amalecitas no son ni siquiera mencionados.
Naturalmente, se podría argumentar que los amalecitas ni siquiera existían para la época
de la redacción de este capítulo, suposición que yo considero como sumamente
probable. Si este es el caso, se trata de un documento muy temprano, no tardío como
Driver quisiera hacernos creer. En todo caso, el autor hubiera podido tratar de forma
semejante a los cananeos.
Un aspecto adicional del tono de esta Tabla es la modestia de sus afirmaciones
cronológicas. En tanto que los babilonios y los egipcios, en los «paralelos» que nos han
llegado, extienden sus genealogías hasta extremos absolutamente increíbles —ocupando
en algunos casos cientos de miles de años—, en Génesis 10 no aparecen estas
pretensiones ni por implicación. La impresión que se tiene al leer este capítulo es que la
expansión de la población fue bien rápida. Desde luego, todo resulta muy razonable.
Este rasgo de la Tabla lo expone sucintamente de manera muy capaz Taylor Lewis, que
observa:[10]

¿Cómo llegó esta cronología hebrea a presentar un ejemplo tal de


modestia en comparación con las desorbitadas pretensiones de
antigüedad hechas por todas las demás naciones? Sin duda alguna, los
judíos tenían, como hombres, un orgullo nacional parecido, lo que les
habría llevado a exagerar su edad sobre la tierra, y a darse miles y
decenas de miles de años. ¿A qué se debe que esta nación cuyos
registros se remontan a la mayor antigüedad es la que da la cuenta más
baja de todas?
La única respuesta es que mientras que otras naciones fueron
abandonadas a sus imaginaciones sin freno, esta extraña nación de Israel
quedó bajo una conducción providencial en esta cuestión. Un freno
divino los retuvo de esta insensatez. Una santa reserva, procedente de
una constante conciencia de la guía divina, les hizo sentir que «nosotros
somos de ayer», mientras que la inspiración que controlaba directamente
a sus historiadores les enseñó que el hombre había estado solo un breve
tiempo sobre la tierra.
Ellos tenían el mismo motivo que los demás para exagerar su
cronología nacional; que no lo hayan hecho es una de las más poderosas
evidencias de la autoridad divina de sus Escrituras.

En realidad, aquellos «paralelos» que existen en otras literaturas de la antigüedad no


solo carecen completamente de la sobriedad de Génesis 10, sino que deben su existencia
más bien al deseo de registrar conquistas notables que al de exponer ninguna filosofía
filantrópica. Como bien ha dicho Leupold,[11]

Ninguna nación de la antigüedad tiene nada que ofrecer que tenga un


paralelismo real con esta Tabla de las Naciones. Las listas babilonia y
egipcia que parecen paralelas son meramente unos registros de naciones
vencidas en guerra. Consiguientemente, el espíritu que impulsó la
elaboración de estas listas es el completamente contrario al que aparece
en la lista bíblica.

Estos registros no pueden en realidad considerarse en absoluto como «paralelos».


Como lo observó Marcus Dods:[12] «Esta Tabla etnográfica no es solo la descripción
más antigua y fiable de las diversas naciones y de los diferentes pueblos, sino que no
tiene paralelo alguno en su intento de exponer las relaciones entre sí de todas las razas
de la tierra».

La estructura y el propósito de la Tabla

La estructura de las cosas está normalmente relacionada con el propósito al que


tienen la intención de servir. Esto es de aplicación en el diseño en ingeniería, y es de
aplicación a la fisiología. También es de aplicación a la literatura, trátese de novela,
poesía, documentos legales o historia. Es también de aplicación a Génesis 10. Este
documento tiene más de un propósito, pero está construido de forma que todos sus
propósitos quedan servidos igualmente bien debido a la sencillez de su concepto.
El método, naturalmente, es presentar una serie de nombres, bien de individuos, bien
de tribus enteras, o incluso de lugares, como si fuesen «personas» relacionadas por
parentesco. Esto se hace de una manera simple y directa, siguiéndose diversas líneas por
varias generaciones, con un comentario aquí y allá para proporcionar información
adicional. Como consecuencia de la forma particular en que se ha desarrollado nuestro
sentido de la «precisión» en la cultura de Occidente, encontramos difícil aceptar la idea
de que si un hombre fundó una ciudad o una tribu, que este agregado de personas pueda
con todo ser resumido en la persona del fundador, de modo que se les pueda designar
con la misma propiedad como su descendencia. Así, en el versículo 15 se menciona
inicialmente a Sidón como primogénito de Canaán, mientras que, para el versículo 19,
Sidón es evidentemente la ciudad de este nombre. De manera similar, a Canaán se le
menciona en el versículo 6 como hijo de Cam y posteriormente, en el versículo 16,
como padre de diversas tribus que, desde luego, en el versículo 18, son designadas
como sus familias. En los siguientes versículos el nombre hace referencia al territorio
que ocupó, que se define geográficamente. Los occidentales consideramos esto como un
uso muy libre del término «hijo», pero es la simplicidad misma cuando se trata de
establecer los orígenes. Como lo expresó Dillmann:[13]

En la descripción que se hace de esta idea fundamental de la relación de


todos los pueblos y hombres, cada pueblo en particular es concebido
como una unidad que se resume en la influencia de su antecesor y que
queda impregnada de la misma.

Aunque Dillmann no desarrolla la implicación de su observación tocante a la


persistencia del carácter de un individuo en sus descendientes, de modo que la
observación aparece casi como una observación casual, en la consideración del
propósito de la genealogía (en lo que se refiere a su estructura) será bueno desarrollar
algo más esta implicación antes de volver a un examen más detallado de la estructura
misma.
El centro de interés aquí es que hay un sentido en el que el carácter de un antecesor
puede, por un breve tiempo, y ocasionalmente por mucho tiempo, influir en los
caracteres de sus descendientes. Sir Francis Galton,[14] entre otros, fue de los primeros
en aplicar el análisis estadístico a datos sociológicos en un intento por demostrar la
existencia del genio hereditario. No está claro en la actualidad si tales rasgos están
relacionados genéticamente o si son resultado de circunstancias; por ejemplo, un famoso
abogado puede inclinar a sus hijos a seguir en sus pasos y puede dotarlos de una ventaja
por su asociación con ellos, por su influencia en el mundo, y por su acumulación de
medios y de ayudas técnicas. Lo mismo puede suceder en la práctica de la medicina. De
forma parecida, las circunstancias pueden resultar en un prolongado linaje de grandes
actores. Es posible que en el ámbito de la capacidad artística se dé una mayor medida de
influencia genética.
La idea de que un «padre» determina en un grado significativo el carácter de sus
descendientes durante varias generaciones subyace a cierta clase de declaraciones que
aparecen tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Jesús se refirió a sus más
acerbos enemigos como a «hijos del diablo» o «hijos de Belial», rechazando
enfáticamente la pretensión de ellos de ser «hijos de Abraham». El término mismo de
«hijos de Israel» vino a significar algo más que ser meros descendientes de Jacob. El
Señor se refirió a Natanael como un «verdadero israelita», haciendo referencia a su
carácter, no a su linaje. En este contexto, es importante prevenirse contra la suposición
de que los «hijos» de un antecesor solo perpetuarán los elementos indeseables de su
carácter. Creo que la historia demuestra que existe lo que se denomina un «carácter
nacional»,[15] que aparece de manera clara al principio en un individuo solitario, y que
reaparece en sus hijos y nietos con una intensidad suficiente para resultar en la
formación de una pauta de conducta generalizada que después tiende a reforzarse y a
perpetuarse al extenderse la familia de tribu a nación. Allí donde aparentan existir
diferencias en el carácter nacional, no se implica con ello que haya una superioridad
intrínseca de una clase sobre otra. Estamos argumentando acerca de la existencia de
diferencias, no de superioridades. En conjunto, todos nos parecemos mucho. Esto es de
importancia fundamental.
La posibilidad de que esta idea no sea extraña a las Escrituras ya la observó el doctor
R. F. Grau, que comentó, ya hace más de 80 años:[16]

El propósito del documento que estamos considerando es no tanto el de


llamar la atención mediante estos nombres a tres personas individuales
(Sem, Cam, Jafet) y distinguirlos entre sí, como observar las
características de las tres razas y de sus respectivas tendencias naturales.

En la actualidad es costumbre dividir la población del mundo en tres líneas raciales:


los caucásicos (esencialmente, el hombre blanco), los negroides y los mongoloides. Es
sumamente difícil definir de forma eficaz las características distintivas de cualquiera de
estas tres, aunque pudiera parecer de otro modo. Los negroides se suponen negros, pero
los aborígenes australianos no son negroides, aunque son igual de negros. El cabello
negro lacio, los ojos castaños «inclinados», el pliegue epicántico y otros rasgos
comúnmente aceptados como característicamente mongoloides, se pueden observar con
frecuencia en personas clasificadas como caucásicas. Repitámoslo: aunque todo el
mundo cree que es fácil distinguir entre los tres grupos —y en la mayoría de los casos
es así—, es prácticamente imposible escribir una descripción a toda prueba que delimite
la pertenencia de qué tribu o nación dentro de qué grupo. Sin embargo, hay una forma
en que se podría hacer —especialmente si limitamos nuestra perspectiva a un período
muy anterior de la historia, en el que la mezcla racial no habría ido muy lejos—, y es la
de seguir a los representantes verdaderos más antiguos de cada tribu hasta sus
antecesores conocidos y establecer mediante alguna clase de árbol genealógico las
relaciones de estos antecesores. Contemplado bajo esta luz, el método de Génesis 10 es
probablemente la única forma válida de proceder.
En esta Tabla nos encontramos una vez más con tres grupos humanos, los
descendientes de Sem, Cam y Jafet. Pero estos tres grupos no se corresponden con la
actual clasificación de las razas, porque en esta Tabla se hace evidente que los negroides
y los mongoloides quedan clasificados como una familia, y que la trilogía queda
reconstituida al establecer a los pueblos semitas como una clase en sí misma. De modo
que tenemos a los jafetitas, que para nuestros propósitos pueden ser identificados
fácilmente con los caucásicos, indoeuropeos u hombre blanco; los camitas, que incluyen
las ramas negroide y mongoloide, esto es, las llamadas razas de color; y los semitas, que
comprenden tanto el pueblo hebreo (antiguo y moderno) como los árabes y unas pocas
naciones que fueron poderosas en el pasado, como los asirios y babilonios. Este es un
bosquejo muy apresurado, pero servirá por el momento hasta que pasemos a examinar
los detalles de la Tabla de forma más específica.
Ahora bien, es mi firme creencia que Dios ha dotado a estos tres grupos —a los que
desde ahora designaremos normalmente como jafetitas, camitas y semitas— de ciertas
capacidades y aptitudes que, cuando han sido ejercitadas de forma apropiada, han
aportado una singular contribución en el desarrollo histórico total de la humanidad, y
que cuando han podido tener una expresión plena de cooperación a lo largo de una sola
época, han llevado invariablemente a la emergencia de una elevada civilización.
Este tema ha sido explorado hasta cierto punto por este autor, y fue la base de una
tesis aceptada de doctorado.[17] Se presenta de una forma bosquejada en la Parte 1 del
volumen Noah’s Three Sons, «Shem, Ham, and Japheth in Subsequent World History
[Sem, Cam y Jafet en la posterior historia universal]», y en un aspecto crítico del mismo
se examina con un cierto detalle en la Parte IV, «The Technology of Hamitic People [La
tecnología de los pueblos camitas]».
Expresada de forma sucinta, mi tesis es como sigue: que la humanidad, considerada
tanto a nivel de individuos como a nivel de especie Homo sapiens, tiene una
constitución que busca satisfacción en tres direcciones:[18] en lo físico, en lo intelectual
y en lo espiritual. Hay personas que viven casi solo para lo físico; a menudo nos
referimos a ellos como «los que viven para comer». Hay personas que viven casi
enteramente en el ámbito intelectual, y que se perderán una comida para comprar un
libro. Hay personas para las que las cosas del espíritu son completamente prioritarias.
Estas personas a menudo se separan en un «retiro» permanente, y durante una gran parte
de la historia del cristianismo han constituido una clase. La mayoría de nosotros
vivimos probablemente en estos tres ámbitos con un énfasis aproximadamente igual,
dependiendo de las circunstancias del momento.
Una exploración de la historia con este pensamiento en mente, aplicado a naciones o
a razas y no a individuos, revela que los jafetitas han originado los grandes sistemas
filosóficos; los pueblos semitas los grandes sistemas religiosos, verdaderos o falsos; y,
por sorprendente que pueda parecer para los que no están familiarizados con la
evidencia, los camitas han proporcionado al mundo la base de casi cada avance
tecnológico. Este no es el momento ni el lugar para intentar demostrar esta tesis, porque
ya se ha emprendido en los dos artículos que se mencionan más arriba. La magnitud de
la evidencia de ello es desde luego notable, aunque lo es tanto más porque solo en años
recientes se ha llegado a reconocer hasta cierto punto la deuda que tiene contraída el
hombre blanco con el hombre de color. Se están haciendo constantemente nuevos
descubrimientos como resultado de la continua investigación sobre el origen de las
invenciones, y dichos descubrimientos respaldan la observación que aquí se hace y ello
de formas totalmente inesperadas.
Cuando la inclinación a la filosofía, que se originó con los griegos y arios y que fue
sucesivamente elaborada por el hombre occidental, se unió finalmente al genio técnico
de los pueblos camitas en África, Asia y el Nuevo Mundo, surgió el moderno fenómeno
de la Ciencia, unión que fructificó prodigiosamente. Pero la tendencia, cuando la unión
de estos dos factores es más fructífera, es que aparezca una especie de civilización
deshumanizada. El verdadero y necesario componente espiritual fue proporcionado
inicialmente por los semitas, y posteriormente por su descendiente espiritual directo, la
iglesia cristiana. Sin este componente espiritual la civilización corre peligro de aniquilar
al hombre como individuo con valor propio. Sin la contribución camita, la contribución
jafética no llevaba a ninguna parte —como en Grecia. Sin la contribución de Jafet, la
contribución de Cam se estancaba en el mismo momento en que los problemas prácticos
inmediatos de supervivencia quedaban resueltos de manera suficiente. Esta clase de
estancamiento puede ilustrarse con la historia de algunas de las grandes naciones de la
antigüedad, como los egipcios. Estas interacciones se examinan en otros artículos, pero
el punto importante que se debe resaltar en este contexto es que las diversas
contribuciones de las varias naciones y tribus no aparecen como contribuciones
realizadas por ninguna «familia» a no ser que uno tenga la clave de estas relaciones de
familia, clave que nos proporciona Génesis 10. Dada esta clave, y admitiendo que se
trata de un registro histórico fidedigno, estos tres componentes para una elevada
civilización —el tecnológico, el intelectual y el espiritual— se ven repentinamente bajo
una nueva luz cuando se llega a conocer qué grupo humano particular aportó la
contribución más fundamental en cada área. La morada de Jafet en las tiendas de Sem,
es decir, la ocupación por parte de Jafet de una posición que originalmente pertenecía a
Sem; el quitar un reino a este último para darlo al primero, todas estas frases bíblicas
asumen un nuevo sentido. En breve, Génesis 10, al dividir a toda la raza en tres familias
de una forma que no se ajusta a los conceptos modernos de agrupamientos raciales, no
queda por ello desacreditado, sino que resulta fundamentado en un conocimiento mucho
más claro del marco histórico. A mi modo de ver, no hay duda alguna de que cuando
contemplamos la historia como Dios la contempla en su totalidad y al final del tiempo,
descubriremos que esta Tabla constituía una clave fundamental para su significado; y,
vale la pena insistir en ello, sirve a este propósito debido a que tiene una estructura que
no concuerda con los modernos intentos de redefinir las interrelaciones de los pueblos
del mundo.
Ahora será oportuno hacer algunas reflexiones acerca de los aspectos más mecánicos
de su estructura. En primer lugar, se puede observar que la división de la humanidad en
tres familias básicas no se derivó de tradiciones que mantuviesen las naciones vecinas
de Israel o dentro de su ámbito, porque estas naciones no poseían ninguna tradición en
este sentido. Los egipcios se distinguían de los demás pueblos sobre la base del color, y
clasificaban a los asiáticos como amarillos, a los libios como blancos, y a los negros
como tales.[19] Pero en esta Tabla de Naciones los llamados pueblos de color no se
distinguen entre sí (por ejemplo, los negros de los amarillos), sino que se clasifican, si
mi comprensión del texto es correcta, dentro de un solo grupo familiar. Y aunque es
cierto que el nombre de Cam, que significa «oscuro», puede tener referencia al color de
la piel —igual que la palabra «Jafet» puede referirse a una persona de piel clara—, este
principio no se mantiene de forma global, porque al menos algunos de los descendientes
de Cam eran de piel clara. Desde luego, según Dillmann, en tiempos antiguos existían
etíopes de piel clara junto con los más conocidos etíopes de piel negra.[20] No hay
indicación alguna de que los hititas fuesen negros, y este es probablemente el caso de
los descendientes de Sidón, etc. En cambio, los cananeos y los sumerios (ambos
descendientes de Cam) se referían a sí mismos como hombres «de cabeza negra»[21] —
designación que parece tener que ver más probablemente con el color de la piel que el
del pelo, porque de todos modos casi todos los pueblos de esta región tienen el cabello
negro, y ello dejaría sin sentido una distinción por el color del cabello.

Fig. 1. Las probables rutas de las migraciones al poblarse el mundo al principio.


Soy consciente, sin embargo, de que es costumbre en las reconstrucciones basadas en
restos esqueletales representar a los sumerios como cualquier cosa menos negroides.
Pero esto no puede presentarse en contra de nuestra teoría, porque, como ya hemos
observado con respecto a los aborígenes australianos, no todos los pueblos de piel negra
son de rasgos negroides, y si dependiésemos solo de los restos esqueletales de estos
aborígenes, sin representantes vivientes para ilustrarnos, no tendríamos forma alguna de
saber que eran de piel negra. Lo mismo se puede aplicar a los sumerios y a los
cananeos. Hay poca duda de que el pueblo sumerio y el de la cultura del Valle del Indo
estaban emparentados.[22] Las descripciones del pueblo del Valle del Indo en la antigua
literatura aria indican que eran de tipo negroide.[23] La famosa «Niña Bailarina» del
Valle del Indo es desde luego negroide, y es igualmente evidente que los genes para la
piel negra siguen formando un componente mayoritario en el fondo genético de la
actual población india. En su obra Races of Europe,[24] Coon tiene una sección con
materiales descriptivos dedicada casi íntegramente a los muchos tipos raciales que han
contribuido a la actual población europea. Al referirse a los gitanos y a los
mediterráneos de piel olivácea, incluye dos fotografías de un joven con una apariencia
claramente «negroide», y comenta así:

De mucha mayor antigüedad fuera de la India tenemos el tipo


mediterráneo de piel olivácea [en la foto, casi negra], de ojos negros y
pelo lacio que aparece con cierta frecuencia en el Irán meridional y por
las costas del Golfo Pérsico. Este joven marinero de Kuwait servirá de
ejemplo. El origen y la filiación de este tipo todavía no se han explicado
del todo.

Cosa interesante, una ilustración adicional del sur de Arabia muestra a un joven que,
según dice Coon, «excepto por el color claro de la piel no expuesta ... podría pasar por
un aborigen australiano». El uso de la palabra «no expuesta» me hizo pensar
inevitablemente en la reacción de Cam ante su padre desnudo. Porque si Cam era
totalmente oscuro, puede haber pensado que su padre también lo era, y su sorpresa al
descubrir que no era así pudo haberle hecho olvidar su deber filial. En todo caso, está
claro que en esta área del mundo, que en el pasado había estado ocupada por los
sumerios, sigue habiendo en la población evidencias «inexplicables» de un componente
de piel muy oscura. Todas estas líneas de evidencia apoyan la postura de que los
sumerios pueden haber sido un pueblo de piel negra.
Estas tres familias no se distribuyen tampoco sobre la base del lenguaje. Una vez
más, es perfectamente cierto que los hijos de Jafet, en cuanto han dado origen a los
indoeuropeos, parecen pertenecer a una sola familia lingüística. Lo mismo se podría
decir de los semitas. Pero cuando llegamos a los descendientes de Cam nos encontramos
con dificultades, porque parece que en tiempos históricos los cananeos, filisteos y
muchos cusitas hablaban lenguas semitas, mientras que los hititas (también camitas, a
través de Het) pueden haber hablado una lengua indoeuropea. El problema con la
evidencia lingüística en este caso es que realmente aparece en una época histórica
demasiado tardía para ser decisiva.
Se ha sugerido que la disposición de la Tabla fue dictada sobre bases geográficas:
por ejemplo, que los hijos de Jafet se extendieron en una dirección —más o menos hacia
el norte y el oeste—, mientras que los hijos de Cam tendieron hacia el sur y el este, y los
hijos de Sem se mantuvieron más cerca del centro. Sin embargo, esto convertiría al
documento en algo así como una declaración profética, porque una dispersión así no
tuvo lugar hasta un tiempo posterior —a no ser, naturalmente, que se asigne a este
documento una fecha tardía, extremo este que se considerará más adelante. Hay
evidencia de que el escritor sabía solo que algunos de los descendientes de Cam habían
entrado en África, que una gran parte de los descendientes de Sem se habían asentado
en Arabia, y que Jafet no estaba todavía muy hacia el norte, aunque se estaba
extendiendo por las riberas del Mar Negro y el Mediterráneo. De hecho, la descripción
que se da indica un Cus muy cercano, lo que no es el caso cuando se encuentra
posteriormente a Cus en Etiopía. Así, aunque la Tabla reconoce, como así debía ser, que
ya había sucedido una cierta dispersión en la que los miembros de cada familia habían
migrado en una dirección más o menos parecida, este conocimiento no formaba la base
el fundamento de la triple división, sino que más bien procedía de ella.
En tanto que el escritor admite que su genealogía emplea no meramente los nombres
de personas, sino también de lugares y familias, y que incluso hace a veces uso del
lenguaje como guía, parece bastante claro que la estructura de su Tabla depende en
último término de una verdadera comprensión de las relaciones originales de los padres
fundadores de cada línea con sus descendientes más notables y entre sí. A mi modo de
ver, la misma estructura de la Tabla predica esta clase de conocimiento de los hechos.
No se puede explicar sobre ninguna otra base la circunstancia de que durante siglos
ciertas declaraciones hayan parecido claramente contrarias a la evidencia, y que solo al
hacerse una mayor luz ha resultado que la Tabla ha demostrado ser perfectamente
correcta cuando ha sido sometida a una prueba apropiada.
El uso de un árbol genealógico que no demande servilmente que solo se incluyan
personas individuales, sino que permite la inclusión de ciudades que fundaron, de tribus
en las que se desarrollaron, y de distritos que ocuparon, proporciona un método simple,
directo y conciso para establecer el Origen de las Naciones.

La Fecha de la Tabla

Llegamos, por fin, a la cuestión de la fecha de este documento. Ya habrá quedado


claro que, en nuestra opinión, no es en absoluto «tardía» en el sentido en que los Altos
Críticos han comprendido el término. Si fue redactada muchos siglos después de los
acontecimientos que se describen, ha evitado anacronismos y ciertos errores, lo que
haría de ella una pieza maestra de la falsificación. El supuesto falsificador ha evitado
tan cuidadosamente esta clase de errores que parece mucho más simple y razonable
suponerlo coetáneo de los acontecimientos terminales que describe en el capítulo.
Entre las líneas de prueba que respaldan poderosamente una fecha temprana para este
documento, las siguientes tienen gran peso: (1) el pequeño desarrollo de los pueblos
jaféticos, (2) la posición de Cus a la cabeza de la familia camita, (3) la mención de
Sidón pero no de Tiro, (4) la referencia a Sodoma y a Gomorra como todavía existentes,
(5) la gran cantidad de espacio dado a los joctanitas, (6) la interrupción de la línea
hebrea en Peleg, y (7) la ausencia de cualquier referencia por nombre a Jerusalén.

Consideremos estos puntos por orden.

(1) El pequeño desarrollo de los pueblos jaféticos. Los descendientes de Jafet fueron
grandes colonizadores y exploradores que se extendieron alrededor del Mediterráneo y
al norte en Europa, y hacia el este a Persia y el Valle del Indo en una fecha bastante
temprana. Pero esta Tabla los contempla asentándose solo en Asia Menor y a lo largo de
la línea costera inmediata del Mediterráneo.
Además, se hace mención de Javán, a quien indudablemente se deben remontar los
jonios, pero no encontramos mención alguna de aqueos ni de dorios asociados con él, ni
de frigios con Askenaz. Sin embargo, uno solo tendría que avanzar el marco temporal
unos pocos siglos para hacer inconcebibles estas omisiones. Por ejemplo, según Sir
William Ramsay,[25] Homero, que escribió alrededor del 820 a.C. o incluso antes
(Sayce mantiene la fecha de 1000 a.C.), desarrolló un amontonamiento de cosas viejas y
nuevas cuando presentó a Ascanio como aliado de Príamo y Troya y como enemigo de
los aqueos. O bien el autor de Génesis 10 desconocía los acontecimientos posteriores
porque vivió antes de ellos, o bien tuvo un cuidado extraordinario para evitar la más
ligera indicación de anacronismo. Por ejemplo, implica que Javán, hijo de Jafet, habitó
en Asia Menor y en las tierras costeras de Grecia en tiempos muy tempranos. Sin
embargo, no existe, me parece a mí, ninguna traza de estos antiguos jonios durante los
tiempos «históricos» de Grecia e Israel, sino solo la supervivencia del nombre en uno de
los estados griegos.
(2) La posición de Cus a la cabeza de la familia camítica. Ha sido costumbre asignar
esta Tabla a una fecha tan tardía como el siglo sexto a.C. Pero ningún escritor de esta
época se habría referido a ninguna parte de Babilonia como tierra de Cus, porque para
este entonces Cus se empleaba exclusivamente para una región bien diferente, esto es,
Etiopía. Si el escritor hubiera estado intentando hacer pasar una pieza de historia-
ficción, habría desde luego añadido como paréntesis que no se estaba refiriendo a
Etiopía en su contexto coetáneo. Por lo que se ve, no previó ni la más ligera confusión
en la mente del lector, por cuanto el Cus etiópico no existía entonces.
(3) La mención de Sidón, pero no de Tiro. La omisión de Tiro entre los estados de
Palestina es muy significativa, porque se presta atención a mencionar otras comunidades
parecidas, como Gerar y Gaza entre otras.
Tiro tuvo una historia bastante dramática. Fundada alrededor del siglo 13 a.C., para
el siglo 10 era el gran emporio comercial bajo Hiram. En el siglo 8 a.C. cayó bajo el
poder de Asiria, fue asediada por los babilonios en el siglo sexto, y finalmente cayó bajo
los persas en el 588 a.C. En el 332 a.C. fue otra vez totalmente sometida por Alejandro
en una campaña clásica que forma parte del tema de otro artículo de la serie
Doorway. [26]
En otras palabras, a partir del siglo 13, esta ciudad-estado produjo un gran impacto
en el mundo, mientras que Sidón tuvo una importancia relativamente menor. Lo cierto
es que los profetas que fueron en cualquier sentido coetáneos con Tiro dedicaron mucho
tiempo a denunciarla (cp. Ezequiel 27, por ejemplo). Las dos ciudades, Tiro y Sidón, se
mencionaban constantemente juntas, y en este orden —y Arvad (que también es
mencionada en la Tabla) quedó eclipsada hasta la insignificancia ante el esplendor de
Tiro.
La omisión de Tiro en esta temprana etnografía hebrea implica de forma clara que no
había ascendido todavía a ninguna posición destacada —si es que existía en absoluto.
Esto indica de cierto que al menos esta sección de la Tabla fue redactada antes que
Hiram la llevase a la cima en el siglo 10 a.C.
(4) La referencia a Sodoma y a Gomorra como todavía existentes. A la vista de la
espectacular destrucción de estas dos ciudades de la llanura del Jordán, es inconcebible
que un escritor posterior las mencionase como existentes en aquel tiempo y que no
hiciera ningún intento por informar al lector de lo que les había sucedido con
posterioridad. Es, desde luego, más fácil creer que estaba escribiendo antes de su total
desaparición, acontecimiento éste que antedata con mucho a Hiram de Tiro, y que se
debe asignar probablemente a algún tiempo alrededor del siglo 17 a.C.
(5) El gran espacio que se dedica a los joctanitas. Si alguien fuese a recoger libros
antiguos de historia acerca de la colonización de Norteamérica por el Hombre Blanco y
de sus constantes relaciones en comercio y en guerra con las tribus indias americanas,
uno encontraría continuamente nombres tribales como los ojibwas, hurones, senecas,
crees, mohawks y cherokees. Pero los lectores actuales solo reconocerían unos pocos de
estos nombres. Uno sospecha que los joctanitas fueron de forma análoga un grupo
humano a la vez numeroso e importante en la antigua historia del Oriente Medio,
particularmente en la historia de Arabia. Pero al cabo de unos pocos siglos, como
mucho, alguna circunstancia había o bien reducido a muchos de ellos a una posición
tribal insignificante, o los había unido de modo que sus existencias tribales individuales
habían quedado diluidas. Si un escritor judío del siglo 6 a.C. hubiera reunido una lista
de nombres como esta (incluso si los hubiera podido recobrar con alguna certidumbre),
es probable que sus palabras hubieran ejercido bien poco impacto para sus lectores, para
los que no hubieran significado mucho. En cambio, en un tiempo mucho más temprano,
hubiera sido análoga a los escritos más antiguos en América, de los jesuitas, por
ejemplo, o de Catlin. Que tiene una base histórica genuina se hace evidente por los
nombres de los distritos o ciudades de Arabia que parecen ser claramente recuerdos de
asentamientos mucho más anteriores. Cuando uno contrasta el detalle de esta sección
(versículos 6–20) con la escasa información que se da acerca de la línea de Sem a través
de Peleg, es difícil argumentar de forma convincente que la Tabla fuese una pieza de
propaganda judía para favorecer sus propios antecedentes.
(6) La interrupción de la línea hebrea en Peleg. A la vista de la gran importancia
asignada a la persona de Abraham como padre de pueblo judío, es ciertamente
extraordinario que un escritor que pretenda presentar un relato del origen de las
naciones, un escritor, recordemos, que se supone que es judío, haya descuidado
totalmente indicar dónde se originó Abraham. Considerando que Abraham, sea como
sea que se considere, tiene que haber sido una figura de una cierta importancia, siendo
bien conocido antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra, la única conclusión que
se puede extraer de esto es que el escritor no conocía su existencia debido a que todavía
no vivía, o a que todavía no había alcanzado una posición destacada.
Esta impresión queda más reforzada al considerar que aunque Palestina se trata con
un cierto detalle, con las ciudades y los territorios claramente delineados, hay una total
ausencia de mención de los hebreos. Si el objeto de la Tabla era proporcionar al pueblo
judío una prueba de una antigüedad tan impresionante como la de las naciones más
destacadas a su alrededor como los egipcios (Mizraim, versículo 6), y Asiria (Asur,
versículo 22), ¿no hubiera aparecido alguna mención de las glorias de su propia nación
bajo Salomón?
(7) Y esto nos lleva a una observación final, esto es, la referencia a los jebuseos sin
ninguna mención de la ciudad bajo el nombre más familiar de Jerusalén. Esta Tabla se
ocupa de los nombres de los individuos, de las ciudades que fundaron, de las tribus a las
que dieron origen y de los territorios en los que se asentaron. De estas categorías, los
nombres de ciudades forman una parte muy destacada. Pero, en tanto que se hace
mención de los jebuseos, su capital no se designa de forma específica, y la circunstancia
que rodeó su cambio de nombre para convertirse en Jerusalén no recibe mención alguna.
Esto sería análogo a una historia de la antigua Inglaterra en la que el autor, a la vez que
menciona muchos asentamientos importantes, no haga mención de Londres ni de
Winchester. Un historiador canadiense que hubiera vivido antes de la formación del
Canadá Superior, si hiciera alguna referencia a un asentamiento en la desembocadura
del río Humber en Ontario, pero sin ninguna mención del «Fangoso York», sería
considerado como muy antiguo para el estándar canadiense. Si hubiera mencionado de
pasada que a la gente de este asentamiento se la conocía como los «fangosos de York»,
habría razón para situarlo en una fecha de alrededor de 1800. Sin embargo, si no hiciese
ninguna mención parentética de que la ciudad de York fue designada posteriormente
con el nombre de Toronto, uno podría todavía suponer que desconocía esto y que había
muerto antes que se realizase el cambio de nombre. Este sería particularmente el caso si
a la vez hubiera hecho referencia meticulosa a otras poblaciones y ciudades importantes
en la temprana historia del Canadá.
Me parece que la ausencia total de cualquier referencia directa aquí a una ciudad
conocida específicamente como Jebús, e incluso de forma más importante a la misma
ciudad como Jerusalén, constituye una clara indicación de que el escritor vivió solo el
tiempo suficiente para completar un registro de acontecimientos exactamente como
aparecen en esta antigua Tabla. Como muy tarde, si los anteriores argumentos tienen
algún peso, no puede haber vivido hasta mucho más allá del siglo 20 o 19 a.C.
Pasamos en el siguiente capítulo a estudiar ciertas secciones representativas de esta
Tabla etnográfica a fin de exponer hasta qué punto puede servirnos como guía de la
historia antigua, por cuanto proporciona información y vínculos vitales que no tenemos
disponibles de ninguna otra manera en nuestro actual estado de conocimientos.

Capítulo 2

La familia de Jafet
A GRAN mayoría de los que lean este capítulo formarán parte de la familia

L indoeuropea de naciones, de quienes se puede demostrar que el «padre» fue


Jafet.[27] Por ello, es nuestra intención pasar más tiempo siguiendo a los
descendientes de Jafet que a los de Cam o Sem, en parte porque, como resultado
de los trabajos de otros en el pasado, tenemos una información
considerablemente mayor acerca de esta línea en particular, y en parte porque lo que se
puede decir acerca de los camitas y semitas no es solo menos en cantidad, sino que tiene
quizá menos interés intrínseco para la mayoría de nosotros. Sin embargo, hay ciertas
secciones de la línea camítica que estudiaremos de manera algo más atenta porque
arrojan luz sobre la cuestión de si esta Tabla de Naciones es verdaderamente inclusiva o
meramente selectiva, de si abarca a toda la humanidad o solo a una porción
representativa.
Jafet:
Para empezar, es cosa bien sabida que el nombre de Jafet ha quedado preservado en
ambas ramas de la familia aria, que se escindió en época muy temprana en dos
divisiones principales y que se asentó en Europa y en la India. Los griegos, por ejemplo,
se remontan a sí mismos a Japeto, nombre que es indudablemente el mismo, y que, cosa
significativa, en griego no significa nada.[28] En cambio, sí que tiene significado en
hebreo. En la obra Las nubes, de Aristófanes,[29] se hace referencia a Iapetos como uno
de los titanes y padre de Atlas. Los griegos lo consideraban no meramente como el
propio antecesor de ellos sino como el padre de la raza humana. Según la tradición de
ellos, Urano y Gea (esto es, el cielo y la tierra) tuvieron seis hijos y seis hijas, pero de
esta familia solo uno de ellos, llamado Japeto, tuvo descendencia humana. Se casó con
Clímene, hija de Océano, que le dio un hijo llamado Prometeo y otros tres hijos.
Prometeo engendró a Deucalión, el Noé de los griegos, y Deucalión engendró a Heleno,
considerado el padre de los helenos o griegos. Si pasamos algo más adelante, veremos
que Heleno mismo tuvo un nieto llamado Ión, y en la poesía de Homero los griegos se
designan de forma común como jonios.
Al mismo tiempo, la rama india de esta familia aria también se remontaba al mismo
nombre. En el relato indio del diluvio[30] se conoce a Noé como Satyaurata; este tuvo
tres hijos, el mayor de los cuales se llamaba Jyapeti. Los otros dos se llamaban Sharma
y C’harma (¿Sem y Cam?). Al primero le asignó todas las regiones al norte del
Himalaya, y a Sharma le dio el país del sur. Pero a C’harma lo maldijo, porque cuando
en una ocasión en que el viejo monarca quedó accidentalmente embriagado con un licor
fuerte hecho de arroz fermentado, C’harma se había reído de él.
Habiendo llegado a este punto, podemos hacer otras dos breves observaciones. La
primera es que los griegos recordaban a tres hermanos, porque Homero pone estas
palabras en boca de Poseidón:[31]

Tres somos los hermanos nacidos de Rea y de Cronos: Zeus, yo y el


tercero Hades, que reina en los infiernos. El universo se dividió en tres
partes para que cada cual imperase en la suya.

El segundo es que, en el primitivo idioma ario, el título Djapatischta[32] significa


«cabeza de la raza», título este que se parece sospechosamente a una corrupción de la
forma original del nombre «Jafet». Aparte de estas pocas noticias, es poco lo que
sabemos de Jafet, excepto que en hebreo su nombre significa probablemente «rubio».
Pero de sus hijos sabemos mucho más. Se da una lista de ellos en Génesis 10 como
Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras.

Gomer

Considerado desde una perspectiva etnológica, parece que Gomer fue con mucho el
más importante de los hijos. A juzgar por historiadores antiguos como Herodoto,
Estrabón y Plutarco, la familia de Gomer se estableció al principio al norte del Mar
Negro, dando su nombre en una forma ligeramente modificada al distrito conocido
como Cimeria, luego abreviado a Crimea[33] (los árabes, por una transposición de
letras, le han dado el nombre de Krim). Este grupo humano parece haberse multiplicado
rápidamente hacia el oeste, pero una porción considerable de esta antigua familia fue
expulsada por los escitas y se refugió en Asia Menor durante el siglo 7 a.C. Su historia
subsiguiente es conocida hasta cierto detalle gracias a los registros asirios, donde
aparecen como los Kimirraa, nombre con el que ya eran conocidos en tiempos de
Homero.
Junto con los Minni, los medos, el pueblo de Sefarad y otras poblaciones cuyos
territorios habían ya sido conquistados, atacaron la frontera septentrional del Imperio
Asirio. Pero en 677 a.C., su caudillo, Teupsa, fue derrotado por Esarhadón, y algunos
fueron arrojados hacia el este, donde invadieron el viejo Reino de los Elippi y, según
algunos, edificaron Ecbatana. Otros volvieron a dirigirse hacia el oeste, entrando de
nuevo en Asia Menor, donde saquearon Sinope y Antandros (que poseyeron durante
unos cien años), y finalmente invadieron Lidia. El rey de Lidia, el famoso Giges (687–
653),[34] envió a pedir ayuda a Nínive, pero murió en batalla antes que llegase ninguna
ayuda, y su capital, Sardis, fue tomada por el ejército invasor. El sucesor de Giges,
Ardis, pudo exterminar o echar a la mayoría de ellos del país. Parece quedar una
reminiscencia de su breve dominio sobre la región por el hecho de que los armenios
designaban a Capadocia como Gamir,[35] aunque no es seguro de si con este nombre
designaban a la tierra o meramente a los habitantes. Eusebio, refiriéndose a Gomer,
dice, «de donde proceden los capadocios».[36]
Algunos de la tribu de Gomer o bien permanecieron en el país, o bien volvieron
subsiguientemente, y otros fueron al oeste hasta tan lejos como Francia y España —y
posteriormente hasta las Islas Británicas, como veremos. Según Josefo,[37] la rama que
volvió a Asia Menor llegó a ser conocida como los gálatas. Se puede observar que
aunque la forma «Galacia» parece estar muy alejada de «Gomer», es posible sin
embargo derivarla de la forma más antigua del nombre. La consonante media de
palabra, GoMeR puede ser fácilmente sustituida por una W o una U, de modo que
G-M-R puede transformarse en G-W-R o G-U-R. Es posible que el antiguo lugar
conocido como Tepe Gawra sea una reminiscencia de una de estas formas. Puede luego
haber un cambio adicional con la sustitución de la L en lugar de la R terminal. Esta
sustitución es muy común y puede observarse, por ejemplo, donde castrum en latín pasa
a ser «castillo» en castellano. Así, tenemos la siguiente serie: La transformación de
G-M-R a G-U-R que luego deviene G-U-L. Esta última forma se observa como la más
familiar Gaul (Galia), donde, como se recordará, se establecieron algunos de los
descendientes de Gomer. Y la relación entre los galos, los gálatas y los celtas está bien
establecida históricamente. Desde luego, según Haydn,[38] los galos eran designados
Galati o Celtae por los romanos. Además, los historiadores romanos aseveran que este
pueblo procedía originalmente de Asia Menor y que se esparció por toda Europa —en
España (Galicia), en Francia (Galia) y en Gran Bretaña (los celtas).
Tenemos a continuación que muchos gomeritas eran los agitados «bárbaros» contra
los que tuvieron que defenderse los asirios, y que luego se ofrecieron como mercenarios
que, tras recibir su paga, se instalaron como granjeros en la zona de Asia Menor
conocida como Galacia.
En su consideración de Epístola de Pablo a los Gálatas, el deán Farrar observa lo
siguiente:[39]

Se tiene que considerar como cosa cierta que los gálatas eran celtas, y no
solo celtas, sino celtas címricos. . . .
Cada rasgo de su carácter, cada fenómeno establecido de su lenguaje,
cada hecho contrastado de su historia, demuestra más allá de toda duda
que los gálatas o galos eran celtas; y con toda probabilidad las
designaciones de gálatas y celtas sean etimológicamente idénticas.

Kalisch los identifica con los Chomari, una nación en Bactriana cerca del río Oxus,
mencionada por Tolomeo.[40]
Que este grupo humano sea conocido no meramente como celtas, sino como celtas
címricos, es una hermosa ilustración de cómo puede llegar a persistir un nombre
antiguo, porque el término «címrico» (sin su terminación patronímica, C-M-R) no es
otra cosa que la forma más antigua «Gomer» muy ligeramente modificada. Esta forma
modificada sigue con nosotros en el distrito de Inglaterra conocido como Cumberland.
Una vez más tenemos una ligera variación del nombre original por la introducción de la
consonante B, de modo que la tierra de Gomer, «Gomer-land», deviene Cumberland.
Para quien no esté familiarizado con cambios etimológicos, la introducción de
la B puede parecer extraña, pero no es en absoluto desusada, y se puede encontrar, por
ejemplo, en el paso de la forma latina numerus a «nombre» en catalán (número), o
«number» en inglés.
Parece que los descendientes de Gomer eran un grupo humano agitado, generalmente
en movimiento y sumamente belicosos. Allí donde se establecían, tendían a constituir
una especie de aristocracia militar, y cuando emprendían la marcha, difícilmente se les
podía detener. En 390 a.C. fueron estos los nómadas que aparecieron en las cercanías de
Roma y que saquearon la ciudad. Mientras, en Italia fueron designados como
los umbros, nombre en el que de nuevo discernimos la forma original «Gomer», aunque
aquí la gutural inicial fue posiblemente sustituida por una H aspirada, y luego
abandonada del todo, mientras que la B se insertó exactamente de la misma forma que
hemos observado en la palabra «Cumberland».
Pero el registro no está todavía completo, porque Irlanda fue conocida en la
antigüedad como Hibernia, y el Mar de Irlanda como el Hibernicus. Hibernia ha
cambiado la gutural inicial con una H, y la M se ha transformado en V, lo mismo que el
término Hibernicus. Estos son cambios comúnmente observados dentro de la familia de
lenguas indoeuropeas. Por ejemplo, la simple forma «Paul» aparece en castellano
como Pablo. También en la versión griega Septuaginta de Génesis 10:28 el Ebal hebreo
aparece como Eual. Y Nicolaus aparece en el libro hebreo de oraciones (Aboda Zara)
como Nicholabus.
Así, los hijos de Gomer y sus descendientes entraron profundamente en Europa,
donde, a pesar de su separación tanto en el tiempo como en el espacio, el nombre de su
antiguo antecesor quedó preservado entre ellos. Desde luego, es incluso posible de que
el mismo nombre de Germania (Alemania) nos preserve el nombre de Gomer en una
forma ligeramente cambiada, aunque la aseveración hecha por ciertos historiadores
alemanes de que los teutones representen la línea gomérica pura (aseveración que según
ellos explica la naturaleza guerrera del pueblo alemán) es muy improbable, y es
contradicha por prácticamente todos los etnólogos modernos.
Solo para completar el registro, se puede observar adicionalmente que los galeses se
designan a sí mismos como Cymri, y que en Dinamarca encontramos un puerto que
originalmente se llamaba Cimbrishavn, y que para nosotros sería el Puerto de Cimbri.
Jutlandia era también conocida como Chersonesus Cimbrica. Parece que apenas si se
encuentra alguna parte de Europa que no fuese, en uno u otro tiempo, ocupada por los
descendientes de Gomer, y algunas regiones —de manera destacada Francia y las Islas
Británicas— fueron en el pasado habitadas por un pueblo homogéneo que hablaba una
lengua parecida al moderno cúmbrico.

Askenaz

Son numerosas y diversas las identificaciones del grupo humano que descendió de
Askenaz, hijo de Gomer. Por ejemplo, Sayce[41] se sentía inclinado a creer que debido
a que este nombre se encuentra en conjunción con Ararat y Mini (Jeremías 51:27), se
deberían identificar con los Asguza de los monumentos asirios. Maspero mantenía que
se tenían que identificar con los antiguos escitas.[42] Casi sin excepción, los
comentaristas concuerdan en que se tienen que situar al norte del Creciente Fértil que
rodea a Palestina y Mesopotamia. Observan ellos que siguen existiendo reminiscencias
del nombre Askenaz en el Lago Ascanio y en un grupo humano de la vecindad que se
conocía como los Ascani.[43] Este grupo humano estaba establecido en la provincia de
Frigia y parece que los menciona Homero en la Ilíada (Libro II, 2, 863 y 13, 793). Peake
menciona dos lagos y un río en el distrito que llevan el antiguo nombre en formas
modificadas, y observa que Asken sigue apareciendo en la actualidad como nombre
propio armenio.[44] Uno de estos dos lagos en la región oriental de Bitinia cerca de
Nicea aparece mencionado por Estrabón (véase 7, 389), y se le conoce actualmente
como el Lago Iznik —una forma degenerada de Askenaz, en la que ha tenido lugar una
inversión. En Bitinia, en las costas del Mar de Mármara, hubo un Lago Ascanio; en el
sudoeste de Frigia existe otro lago con un nombre similar; y a mitad de camino entre
ellos se encontraba Troas, en cuya familia real encontramos, en tiempos de la Guerra de
Troya, a un príncipe llamado Ascanio. Es posible que en ellos también encontremos
reflejados el nombre de Askenaz.
Al irse desplazando hacia el norte, los descendientes de Askenaz se encontraron con
los descendientes de Tiras (los tracios, según los identifica Josefo) que ya ocupaban las
llanuras de Tracia, con una especie de retaguardia en Bitinia, si debemos juzgar por las
alusiones en Herodoto y Estrabón. Esta circunstancia contribuyó probablemente a que
emprendieran un camino más septentrional hacia la región centro-occidental de Rusia,
en lugar de seguir a Gomer hacia el oeste y adentro de Europa, llegando a su tiempo a lo
que ahora es Alemania. Los comentaristas judíos suelen asociar a Askenaz con los
alemanes, probablemente de forma justificada.[45] Al multiplicarse allí, pasaron al
norte a Ascania, que, junto con las islas de Dinamarca, pasó a ser conocida por los
escritores latinos posteriores como las «Islas de Scandia» —Escandinavia.[46] La
introducción de una D epentética entró en la forma de Ascania de una forma muy
parecida a la que el término latino tenere se transforma al francés como tendre.
Es curioso cómo alguna forma del nombre Askenaz se ha preservado en esta área a lo
largo de la historia. Los habitantes del antiguo estado de Dessau han reivindicado a lo
largo de la historia su descendencia de Askenaz, y uno de sus gobernantes en el siglo
12, que durante un tiempo poseyó los estados sajones de Enrique el León (fundador de
la Casa de Brunswick), añadió a su nombre de pila Bernardo el de Ascanio, declarando
que sus antecesores habían venido del Lago Ascanio en Bitinia.
Mientras, lejos de allí, en las fronteras septentrionales de Media, una retaguardia de
la misma familia se mantuvo atrás. Estos pueblos eran aliados de sus vecinos, los
medos, y causaron muchos problemas a Esarhadón de Asiria. En la época clásica
habitaron cerca de Rhages, que según Josefo[47] era una ciudad de una cierta magnitud,
cerca del centro de la costa meridional del Mar Caspio. En aquel punto arranca una
cadena de montes que se dirige hacia el este a lo largo de la costa y más allá de la
misma, y que forma un límite natural del territorio de los bactrianos y de los sakis. Esta
cordillera la menciona Amiano Marcelino (bibliotecario e historiador del emperador
Juliano, que escribió alrededor del 350 d.C.) con el nombre de los Montes
Ascanimianos.[48] Estas tribus bárbaras, a las que Estrabón designa como los Sakis,
[49] consiguieron ocupar Bactriana a un lado del Caspio, y ocuparon los mejores
distritos de Armenia al otro. Estos territorios ocupados «recibieron de ellos el nombre
de Sakasene», según nos cuenta Estrabón.
Así, conocemos acerca de una cadena de montes llamada en tiempos clásicos los
Ascanimianos, alrededor de los cuales vivían descendientes de Askenaz. Al comienzo
de la era cristiana, un poco al norte de ellos, y separados del vecino reino de Armenia y
justo al sur de los Montes Caucásicos, había un país llamado Sakasene. Es casi seguro
que este pueblo, los sakasenoi, eran también descendientes de Askenaz. Y parece que
algún tiempo después del inicio de la era cristiana, una oleada de esta familia de
Askenaz, que se llamaban sakasenoi, o de forma más breve, sachsen, emprendieron
camino al norte a través de las Puertas del Caspio a la Escitia europea, y de allí pasaron
adelante con la oleada de sus parientes germánicos, los godos, al norte de Europa, donde
el país que ellos ocuparon recibió el simple título de «Sachsen».
Cuando Tácito, escribiendo alrededor del 100 d.C., da una lista de los pueblos
germánicos en su propio tiempo (aunque incluía en su relato a Dinamarca y a Suecia,
donde, dice él, habitaban los cymbri, y también incluyó a los angli), no hizo mención en
absoluto de los sachsen o, como nosotros los conocemos más familiarmente, sajones.
Este grupo humano aparece en la historia por vez primera tras la designación de
Caransio, alrededor del 280 d.C., para vigilar las costas orientales de Gran Bretaña
contra los piratas, cuando recibió el título de «Conde de la Costa Sajona».[50]
Así, podemos aceptar que Askenaz, nieto de Jafet, dio origen a un gran componente
de los primeros pobladores de Alemania y Escandinavia, y que en su camino dejó
muchos memoriales del nombre ancestral, además de proporcionarnos una tribu que
jugó un destacado papel en la historia de Inglaterra.

Rifat

Parece que se ha descubierto poco que se pudiera relacionar con el nombre de este
hijo de Gomer. Se han hecho diversas propuestas para algunos distritos en Asia Menor.
El doctor J. Pye Smith[51] sugiere, por ejemplo, Rifou al este del Mar Negro y los
Montes Rifeanos mencionados en las antiguas geografías por Estrabón, Virgilio, Plinio
y otros. C. R. Conder[52] menciona un pueblo que habitaba al este del Mar Negro
llamado los Rhibii. También sugiere a los rifaenos que posteriormente fueron conocidos
como los raflagonianos, a los que Josefo identifica como descendientes de Rifat. En la
obra Popular and Critical Biblical Encyclopedia, el primer mapa al final del volumen 3
muestra el mundo antiguo y la supuesta posición de los descendientes de Noé. No hay
otra autoridad detrás de este mapa que ciertas suposiciones basadas en un examen
inteligente de la evidencia bíblica, pero se puede observar que el centro de Europa está
ocupado por Rifat. La conjunción de la palabra «Europa» con el nombre «Rifat» suscitó
la cuestión de si pudiera haber alguna relación entre ambos términos. El nombre Europa
se deriva generalmente de la leyenda de Europa, pero por cuanto los diccionarios de
mitología clásica reconocen que la etimología de Europus es incierta, queda en pie la
posibilidad de que, si nos remontásemos lo suficientemente en el pasado, pudiéramos
descubrir que el nombre era originalmente Rifat. Se ha presentado otra sugerencia, que
el nombre reaparece en la designación «Cárpatos». También hay los Cárpatos llamados
Alpes Bastárnicos, que separan Dacia de Sarmacia.
Togarma
El pueblo designado como Togarma, otro hijo de Gomer, se menciona dos veces en
Ezequiel. Leemos acerca de este pueblo en las ferias de Tiro, donde comerciaba con
caballos y mulos (Ezequiel 27:14), y más adelante en la campaña con Gomer en la tierra
de Israel (Ezequiel 38:6). Ninguno de ambos pasajes ayuda demasiado en la
identificación de su tierra, pero ambos concuerdan con la hipótesis de que el pueblo
mencionado son los antiguos habitantes de Armenia. Y esto tiene algún apoyo
procedente de la tradición nacional y de la teoría basada en la etimología. Las
tradiciones armenias consideran como su propio antecesor a un hombre llamado Hiak,
que, dicen ellos, era «hijo de Targom, un nieto de Noé».[53]
A causa de una inversión de las letras, los armenios llegaron a ser conocidos como la
Casa de Targom, y los escritores judíos se refieren frecuentemente a los turcos como
Togarma. Se debería observar también que el Mar Negro, al noroeste de Armenia, era a
veces designado como Togarma. Estrabón[54] parece haber dado por supuesto que aquí
se trataba de los armenios, y Herodoto[55] los menciona en relación con la crianza de
caballos. Josefo[56] dice que Togarma es el padre del pueblo conocido como los
Trugrameanos, a los que los griegos identificaban con los frigios. El profesor F. W.
Shultz[57] observa que según los targumes judíos Togarma fue el padre de Alemania
(Germania). Y hay algunos que creen que la misma palabra Germania procede del
antiguo nombre Togarma, con la pérdida de la primera sílaba en el proceso. Si es así,
entonces no puede haber relación entre «Gomer» y «Germania», como se ha propuesto
con anterioridad.

Magog

Es muy poco lo que se sabe de la identidad del pueblo descendido de Magog. No está
ni siquiera claro si el nombre es la forma original o si está compuesto de dos
elementos, ma y Gog. El prefijo ma se añadía con frecuencia a un nombre personal, y
significaba «el lugar de». Magog significaría entonces «el lugar de Gog», esto es, el
territorio de Gog.
Según Chamberlain,[58] el prefijo ma significa «tierra» en húngaro y estonio, y, con
la forma maa, tiene el mismo significado en finés. En cuneiforme, el signo para ma se
podría comprender como un vallado o un área sembrada, empleándose dos diferentes
diagramas en diferentes tiempos. Aparece una cantidad de nombres antiguos con o sin el
prefijo ma. Según Lloyd,[59] las dos formas Chin y Machin se emplean para China.
Conder[60] interpretó la forma Magan (que designa a la región del Sinaí) como un
término compuesto que significa «el lugar de fuerza», «tierra vallada», o un término
similarmente descriptivo.
La palabra ordinaria en asirio y babilónico para «tierra» o «país» es matu, que a
menudo se abrevia a mat. Y «el país de “Gutu”», según Sayce,[61] aparece en
inscripciones asirias como Mat Gugi. Por ello, él consideraba que Gog es el Gutu de las
inscripciones asirias, y el Gyges de los griegos (que me parece dudoso, siendo de fecha
demasiada tardía), y que el término compuesto «Magog» significa la «tierra de Gog»,
esto es, Mat Gugi.
Hay alguna indicación de que Marco Polo[62] comprendió la palabra «Mungul»
como una corrupción de la palabra «Magog», porque se encontró con una asociación de
nombres «Ung» y «Mungul”, que consideró que se correspondían con Gog y Magog.
Parece estarse refiriendo a un tiempo anterior a la migración de los tártaros. Es
concebible que la palabra «Mongol» fuese inicialmente asignada a un pueblo
descendido de Gog y de procedencia indoeuropea. Cosa curiosa, se ha informado de
pequeños grupos humanos todavía reteniendo una lengua de forma indoeuropea en áreas
ahora completamente dominada por los mongoles.[63]
Bochart[64] derivó la palabra «Cáucaso» de un compuesto de «Gog» y «Chasan»,
que significa «el lugar fuerte de Gog». Según Josefo, los descendientes de Gog fueron
posteriormente conocidos como los escitas, de los que dice que eran también conocidos
como los magoguitas. Estas gentes vinieron a formar posteriormente la mayor parte de
la etnia rusa. Se hace mención de Gog en Ezequiel (38:2) como «príncipe soberano de
Mesec y Tubal». Se puede observar que rosh , que en este pasaje se traduce
«príncipe soberano», significaba los habitantes de Escitia. Los rusos derivan su nombre
de este término. Rusia era conocida como Muscovi (Moscovia) hasta la época de Iván el
Terrible, nombre indudablemente vinculado con Mesec. El Imperio Ruso fue creado por
los príncipes moscovitas, que fueron primero los Grandes Duques de Moscú, pero fue
Iván (1533–1584) quien realmente consolidó y extendió su gran Imperio hasta que
alcanzó el Mar Blanco al norte y el Mar Caspio al sur, y que desde entonces fue llamado
Rusia.
Como se ha dicho al principio, hay bien poca certidumbre acerca de todas estas
cuestiones, pero los indicios que tenemos señalan en la misma dirección general, es
decir, que el área comúnmente conocida en la actualidad como Rusia tiene una
población que probablemente puede remontarse mayormente a Gog.
Madai y Javán

La parte que estos pueblos tuvieron en la historia antigua está bien definida, y se
puede exponer sin las complicaciones que presentan la mayoría de los nombres
anteriores.
Está razonablemente claro que los Madai aparecen posteriormente como los medos,
y que Javán dio origen a los jonios. En su libro Races of the Old Testament, Sayce dice
que los medos afirmaban su relación con los arios del norte de la India, y en los
monumentos persas (por ejemplo, las inscripciones de Behistún) son designados como
los «Mada» —de donde procede la forma griega, «medos».[65] No hay duda alguna de
que Persia fue al principio su área general de asentamiento. En las inscripciones asirias
se les menciona como los Ma-da-ai.[66]
Ahora bien, ya se ha hecho la observación de que antes que surgiera una separación
completa de las diversas nacionalidades —medos, persas, griegos, celtas, etc.— los
jafetitas quedaron divididos primero en dos grandes grupos. Uno de ellos constituyó los
antepasados de los indios y persas, mientras que el segundo fue el agregado de las tribus
que después compusieron las naciones de Europa. De ahí que la palabra «indoeuropeo»
es un buen resumen de nuestros orígenes etnológicos.
Que la separación de estos dos grupos precedió probablemente a esta división más
pequeña en nacionalidades se sugiere en el temprano surgimiento de nombres que
distinguía a estas dos grandes divisiones. Los antecesores de los indo-persas asumieron
para sí mismos de forma peculiar el término «Aryas», y dieron al otro grupo el nombre
de «Yavanas»,[67] palabra que puede tener relación con nuestro término «Young»
(Joven), aunque, a mi parecer, es claramente una reminiscencia del nombre Javán. De
modo que Javán y Madai, por así decirlo, pueden denotar colectivamente a las dos
ramas de la familia indoeuropea.
Los orientales parecen haber usado el término Yavan para la raza griega como un
todo. Los asirios llamaban a los griegos de Chipre los «Yavnan». Los persas se refieren
a los griegos de Asia Menor y de las islas del Egeo como los «Yuna». Los términos
«griego» y «heleno», «aqueo» y «dorio», parecen haber sido desconocidos en Asia,
según Rawlinson.[68]
En los días en que los monarcas egipcios de la IV Dinastía estaban levantando sus
pirámides, el Mediterráneo era ya conocido como el «Gran Círculo de los Uinivu»,
[69] que algunos identifican con Javán.
Larned sugiere que la península italiana fue ocupada por pueblos de una familia que
había viajado a Grecia, y que luego cruzó los Apeninos y se extendió hacia el sur a lo
largo de la costa occidental.[70] Es evidente que en el nombre «Javán» tenemos una
referencia muy antigua a la raza básica que ocupó al principio Grecia y quizá parte de
Italia, porque los griegos, en tiempos posteriores, emplearon otros patronímicos para
referirse a sí mismos. Y parece, en cambio, que con el término «medos» tenemos una
referencia igualmente temprana a los que se asentaron en la India, porque en Génesis 10
no hay mención, por ejemplo, de los persas, que en registros posteriores están casi
siempre asociados con los medos. Desde luego, igual que con los griegos, cuyo nombre
más antiguo de jonios ha desaparecido hace tiempo, la palabra «Persia» ha
permanecido, pero el nombre «Madai» ha desaparecido. Lo que tenemos es un término
general para denotar a aquellos que devinieron indios, medos y persas.

Elisa

El número de posibles identificaciones de los descendientes de este hijo de Javán es


considerable. La mayor parte de ellas son probablemente correctas. Por ejemplo, se
suele aceptar que el nombre más familiar de «Hellas» es una forma corrompida de un
original «Elishah», y, según Rawlinson,[71] desde alrededor de la época de la Guerra
Persa, Hellas pasó a ser un nombre aplicado a los griegos como un todo.
Muchas autoridades creen que otra forma de este antiguo nombre era «Aioleis» (Gr.),
esto es, los eolios. Este punto de vista lo mantenía también Josefo.[72] El Talmud de
Jerusalén, los midras y los targumes dan para Elisa la forma «Elis» o «Eolis», aunque
eruditos como Skinner[73] y Driver[74] consideran que carece de base. Las tabletas de
Tell el-Amarna incluyen diversos pueblos de Alasia. El Eilesion de la Ilíada (II, I, 617)
es indudablemente otra referencia a considerar. Es casi seguro que el nombre vuelve a
aparecer en las tabletas de Ugarit,[75] en las que hay una referencia cananea a los
chipriotas bajo el título de «Alasiyans». En Ezequiel 27:7 se menciona que llegaban
tejidos de púrpura desde las «islas» (o costas) de Elisa. El crustáceo del que se obtenía
el tinte de la púrpura en la antigüedad abundaba en las costas del Peloponeso, lo que
confirma la región general en la que se asentó este nieto de Jafet.
Es desconcertante encontrar a un pueblo ampliamente designado como los griegos
remontado al pasado y, designado sin distinción tanto como el pueblo de Hellas y como
jonios. Esto es sin embargo análogo a referirse a los ingleses como descendientes de los
normandos, pictos, escoceses o celtas, etc. El hecho es que en ambos casos unas pocas
familias han dado origen a grandes clanes o tribus, que, en las idas y vueltas de
migraciones y conquistas, se unieron en diversas mezclas, de modo que un historiador
con una preferencia puede resaltar una línea originaria, mientras que otro historiador
resalta otra. Y ambos están en lo cierto.

Tarsis

No es mucho lo que se puede decir de cierto acerca de la identidad de Tarsis, otro


hijo de Javán. Hay declaraciones en otros pasajes de las Escrituras que llevan a una
cierta confusión. Por ejemplo, era la opinión de Sayce (como de un número de otros
eruditos) que Tartessos, en España, fue probablemente uno de los asentamientos
iniciales de Tarsis. Sin embargo, el Antiguo Testamento habla de marfil, simios y
faisanes traídos por las naves de Tarsis (2 Crónicas 9:21). Estos animales no son de
esperar como procedentes de España. Pero Sayce[76] argumenta que lo que se implica
es sencillamente que los mercaderes de Tartessos, o Tarsis, comerciaban con estos
artículos, que quizá recogían en algunas partes de la costa africana y vendían en otros
lugares del Medio Oriente. La Septuaginta traduce Tarsis en Isaías 23:1 como
Karkedonos (karchedonos), que era la forma griega para el nombre de Cartago en
África del Norte.
Aunque los fenicios parecen haber tenido muchas relaciones comerciales con
Tartessos, el puerto original mismo no pudo haber sido fundado por ellos, según
Génesis 10 (donde aparece con claridad que Tarsis está en la línea de Jafet), porque en
el Antiguo Testamento los fenicios y cananeos son descritos como descendientes de
Cam. Los cartagineses, como colonos fenicios, mantenían incluso en tiempos de
Agustín que ellos eran cananeos.[77] Por otra parte, los fenicios establecieron también
muchas colonias en España. Aquí tenemos una de las dificultades, porque ciertas
referencias bíblicas a Tarsis (2 Crónicas 9:21 y 20:36) han llevado a algunos
eruditos[78] a suponer que tiene que haber habido otra Tarsis en el Océano Índico, a la
que se podría llegar a través del Mar Rojo. Aunque esta idea es en la actualidad
rechazada de manera general, resalta el hecho de que la identificación con Tartessos en
España no es totalmente satisfactoria. Es decir, el asentamiento español no aparenta de
entrada haber sido jafético, ni los productos que se dice que procedían de allí parecen
los propios del lugar.
Sin embargo, Kalisch[79] creía que había suficiente evidencia para justificar la
identificación de Tarsis como el pueblo original que se asentó en toda la península
ibérica, «hasta donde era conocida por los hebreos, igual que Javán se usaba para
designar a todos los griegos». Los fenicios llegaron más tarde. Cook[80] creía que una
pequeña tribu de javanitas se instaló en la desembocadura del río Guadalquivir en
España, iniciando con ello la colonia de Tarsis. Bochart[81] dice que tanto Cádiz como
Carteia, que estaba en la Bahía de Gibraltar, fueron llamadas Tartessos en los tiempos
antiguos; también piensa que Cádiz fue edificada por Tarsis, nieto de Jafet,
inmediatamente después de la dispersión, y Carteia mucho tiempo después, por los
fenicios. Él hace referencia a que, según Herodoto,[82] cuando los fenicios llegaron por
primera vez, Tartessos ya existía, y que el rey del país se llamaba Argantonio.
En resumen, es posible, desde luego, que Tarsis, nieto de Jafet, se estableciese en
España y que estableciera una capital y un reino que más adelante llegase a ser un
centro de intercambio comercial muy empleado por los fenicios, que hacían escala allí
mientras se dirigían a puertos del Mediterráneo oriental, llevando mercancías recogidas
durante sus singladuras. Estas mercancías pueden haber procedido en parte de España y
en parte de África. No es en absoluto imposible que algunas mercancías procediesen de
la India por vía del Cuerno de África, porque hay abundante evidencia de que los
fenicios eran grandes navegantes.

Quitim

No puede haber muchas dudas de que por Quitim, o Kittim, como se escribe a veces,
los hebreos entendían a los habitantes de Chipre. Josefo[83] observó que los griegos
llamaban la isla Kitión, y que sus habitantes eran conocidos como los kitieis, o kitienos.
Con el paso del tiempo el nombre llegó a tener un sentido más amplio, extendiéndose de
Chipre a las demás islas del Egeo, y de allí a la península griega e incluso a Italia. Por
ejemplo, en 1 Macabeos 1:1 se menciona a Alejandro Magno como procedente de la
tierra de Kittim, y en 1 Macabeos 8:5 se hace referencia a Perseo como el rey de Kittim.
En 1 Macabeos 11:30 tanto la Vulgata como la Septuaginta traducen Quitim
como romanos. Aunque no he visto en ninguna parte ninguna referencia a la
posibilidad, me parece que la tierra de Quitim podría encontrarse en la forma Ma-
Chetim. Ma, como ya hemos observado, es un prefijo para «lugar». Si es así, puede que
tengamos la forma original del término más conocido de «Macedonia», la tierra natal de
Alejandro Magno.
No hay mucha sustancia en estas observaciones, pero en un sentido general
confirman la impresión que se recibe de esta sección de Génesis 10 de que los jafetitas
hicieron su hogar alrededor de las costas del Mediterráneo y en sus islas, así como hacia
el norte y a través de Europa.

Dodanim

No es mucho lo que se puede decir acerca de este nombre, excepto que parece
reaparecer en las Escrituras con la D inicial sustituida por una R (cp. 1 Crónicas 1:7). Si
la forma preferida es Rodanim, parece entonces que la isla de Rodas formó un vínculo
en una serie de asentamientos de los descendientes de Javán.
El río Rhodonus, esto es, el Ródano, puede haber recibido su nombre de una rama de
esta familia establecida en su desembocadura.[84] En Epiro se encuentra la ciudad de
Dodona y el condado de Doris. Bochart sugirió que el primer asentamiento de los
Dodanim estuvo en el sudoeste de Asia Menor, en la parte del país que los griegos
llaman Doris. Es posible también que una forma más corrompida del nombre sea los
Dardan, que aparece en las inscripciones de Ramsés II, designando a un pueblo de Asia
Menor no alejado de Licia, y que posiblemente esté en la raíz del término «Dardanelos».
En el actual estado de conocimientos sobre la antigüedad, poco más se puede decir de
los descendientes de Dodanim.

Mesec y Tubal

Estos dos nombres aparecen con bastante frecuencia apareados (véase, por ejemplo,
Ezequiel 33:26, 38:2, 3). Mesec se encuentra en los monumentos asirios en forma de
«Muskaa», probablemente pronunciada Muskai. Los escritores clásicos solían
designarlos como los Mosji, y en tiempos de Ezequiel la posición de este pueblo es
probablemente la descrita por Herodoto (iii, 94), esto es, en Armenia, donde se designó
por el nombre de ellos a una cadena de montes que conecta el Cáucaso y el Antitaurus,
los Montes Moschici. Aquí, según Estrabón (XI, 497-499), se encontraba un distrito
llamado Moschice.
En las inscripciones asirias, la palabra Tubal aparece como Tubla, en tanto que
parece haber sido conocida por los geógrafos clásicos como Tibareni. Según Rawlinson,
[85] estos dos —los Musji y los Tibareni— habitaban en estrecha proximidad en la
costa septentrional de Asia Menor y estuvieron, en el pasado, entre los pueblos más
poderosos de aquella región. La capital mosquiana era conocida por Josefo y los
romanos la llamaron Cesarea Mazaca. Josefo[86] dice también que los íberos de Italia
eran descendientes de Tubal. En palabras suyas, «Thobel fundó los Thobelitas, ahora
llamados Iberis». También es posible que en el río Tíber tengamos una reminiscencia
del mismo antecesor. Según Forbes,[87] los Mosji y los Tibareni quedaron incluidos en
la 19ª satrapía de Darío. En la primera mitad del primer milenio a.C. fueron unos
temibles enemigos de los asirios; Tiglat-pileser II menciona tributos recibidos «de
veinticuatro reyes de la tierra de Tubal».[88]
Hacia la época clásica, estos grupos humanos habían pasado más hacia el norte,
[89] aunque Jenofonte[90] y sus tropas griegas encontraron aún remanentes de ellos al
sur del Mar Negro. Mucho más tarde en la historia nos encontramos con la palabra
Mesec en la forma de Muskovy. Es posible que las dos célebres ciudades de Moscú y
Tobolsk sigan preservando las raíces de los nombres de Mesec y Tubal.

Tiras

Según Josefo y el Targum, los descendientes de Tiras se convirtieron en los tracios.


Smith[91] dice que una rama de los tracios fueron los Getae o Godos. El rey Darío los
venció en el 515 a.C. Para la época de Alejandro Magno (c. 330 a.C.), se habían
establecido en la desembocadura del Danubio.[92] Mantuvieron su independencia, pero
a principios del primer siglo a.C. se unieron a los dacios, y a partir de entonces
hostigaron a las legiones romanas, hasta que Trajano los derrotó en el 106 d.C., y los
incorporó al Imperio Romano.
Uno de los problemas que tenemos es que no hay ninguna otra mención de Tiras en
las Escrituras. Aparece esta breve mención de su nombre, y luego, a diferencia de
Gomer, Mesec o Tubal, desaparece del todo. Si los tracios fueron realmente
descendientes de Tiras y si se esparcieron ampliamente, como dice Rawlinson,[93] con
muchas ramificaciones como los bitinios y frigios, sería de esperar que la Escritura
diese alguna posterior referencia a Tiras. Por otra parte, se puede decir que existe una
creencia general entre los etnólogos (que sin embargo no es susceptible de
demostración) de que los tracios dieron finalmente origen a los teutones. Así, Rawlison
observa:[94]
Fig. 2. Los centros básicos de civilización que subyacen a todos los demás.
Cada uno de los centros culturales del mundo primitivo fue de origen camita.

La tribu tracia de los Getae parece haber llegado a crecer hasta constituir
la gran nación de los godos, mientras que los dacios (o dacini) parecen
haber llegado a ser los antecesores de los daneses. Las pocas palabras
tracias que nos han llegado son decididamente teutónicas. Hay también
una semejanza entre las costumbres tracias, como las describe Herodoto
(V. 4–8) y las que Tácito describe de los germanos.

Una vez más tenemos que admitir que son unas frágiles líneas de evidencia; sin
embargo, en muchos respectos tenemos una concordancia general con todo lo demás
que conocemos de los descendientes de Jafet como un todo. Así, tenemos una gran
probabilidad de que los descendientes de Tiras hicieran una contribución tan grande
para la población y civilización de Europa como el resto de su familia inmediata.
De entre esta intrincada red de posibilidades y probabilidades surge una imagen
razonablemente clara en la que una sola familia, comenzando con Jafet, se multiplicó
con el curso del tiempo y pobló la ribera septentrional del Mediterráneo, toda Europa,
las Islas Británicas y Escandinavia, y la mayor parte de Rusia. La misma familia se
instaló en la India, desplazando asentamientos anteriores de camitas que se habían
establecido en el valle del Indo. Grupos aislados de este mismo grupo humano parecen
haberse desplazado más hacia el este, contribuyendo a pequeñas bolsas de población
jafética que, con el tiempo, quedaron casi, si no totalmente, absorbidas por los camitas.
Es posible que algunos de ellos contribuyeran con rasgos que se encuentran en pueblos
de Polinesia, y es concebible que en los ainu del norte del Japón haya un remanente de
jafetitas.
Noé había anunciado que Dios ensancharía a Jafet (Génesis 9:27). Parece que este
ensanchamiento comenzó en época muy temprana de la historia de Jafet, pero ha sido
un proceso continuado y que ha tenido lugar en cada parte del mundo, con la excepción
del Lejano Oriente. Los hijos de Jafet han tendido a extenderse y a multiplicarse a
expensas de otros grupos raciales. Como veremos en el último capítulo, este
ensanchamiento no significa que los jafetitas fuesen los primeros en migrar lejos,
porque, allí donde llegaron, fuese en tiempos prehistóricos o históricos, habían sido
precedido por colonos más tempranos cuyo origen racial no era indoeuropeo. Esta
dinámica de asentamientos de las áreas habitables del mundo ha tenido profundas
consecuencias en el desarrollo de la civilización, consecuencias que se consideran con
cierto detalle en otro artículo Doorway.[95]
Mientras tanto, ha quedado establecido por muchas líneas de evidencia que los
nombres que aparecen en Génesis 10:1-5 designan los de personas reales, cuyas familias
llevaron consigo reminiscencias claramente reconocibles (aunque a menudo de forma
corrompida) de sus respectivos antecesores, de modo que han sobrevivido hasta
nuestros días, y todavía manteniendo el tipo de relaciones que se implican en esta
antigua Tabla de las Naciones. ¡E incluso el nombre patriarcal queda a menudo
preservado de manera inequívoca!

Capítulo 3

Los descendientes de Cam


OS DESCENDIENTES de Jafet y los descendientes de Sem se pueden seguir de

L forma razonable en la historia subsiguiente, pero los descendientes de Cam


presentan problemas que no comparten los otros dos. Es verdad que un cierto
número de los descendientes de la lista de Cam se pueden seguir fácilmente,
como por ejemplo Mizraim, Canaán y Het. Y varias de las ciudades relacionadas
con Cam en Génesis 10 no presentan problemas, habiendo llegado a ser lugares
comunes para los estudiosos de la Biblia. Pero hay muchos nombres aquí acerca de los
que tenemos muy poca información, pero que pueden haber sido antecesores de
secciones muy sustanciales de la actual población del mundo. Y esto es cosa cierta de
los nombres que nos proponemos examinar, porque tienen que ver con el origen de las
llamadas «razas de color».
Ya hemos propuesto que Jafet fue realmente «ensanchado» hasta un grado
excepcional en sus descendientes, no meramente en la cantidad de naciones que
finalmente derivaron de su familia, sino también en su gran expansión sobre la
superficie del globo. También, este agrandamiento fue lo suficientemente gradual para
que sucediera sin perturbar el desarrollo natural de diferencias dialectales, que a su
debido tiempo llegaron a ser lenguas distintas dentro de la familia. En otro Artículo
Doorway[96] se sugiere que la confusión que tuvo lugar en Babel sirvió principalmente
como una aflicción para los hijos de Cam, cuyas lenguas han proliferado de forma
desconcertante desde los primeros tiempos hasta el presente, proliferación que
contribuyó en no pequeña medida a la fragmentación de la familia original. Los cambios
que tuvieron lugar en la familia semítica de lenguas fueron notablemente pequeños. Y
aunque los cambios que sucedieron en la familia jafética de lenguas fueron algo
mayores, siguieron sin embargo un orden tal que permiten a los lingüistas reconstruir
ambas familias con una considerable certidumbre. En ninguna de estas dos familias de
lenguas hay una verdadera evidencia de «confusión» en su desarrollo. Por otra parte, en
las lenguas de la línea camítica hay una gran cantidad de confusión, si por «confusión»
queremos decir que se desarrollaron rápidamente dialectos entre tribus colindantes y
relacionadas, al multiplicarse, haciendo ininteligible el habla entre ellas en un período
notablemente corto de tiempo. Este tema se trata en el Artículo Doorway mencionado
más arriba y no se examinará aquí, pero es necesario introducirlo porque tiene que ver
con la falta de la persistencia de los nombres camíticos ancestrales a través de los siglos
en contraste con los de las líneas de Jafet y de Sem. Esto hace que sea mucho más difícil
establecer líneas de conexión mediante nombres. De hecho, los miembros más
importantes de la familia de Cam llevaban nombres que desaparecieron completamente
excepto en antiguos documentos que han llegado hasta nosotros. Los nombres de los
hijos de Cam no nos han sido preservados en tiempos modernos ni siquiera en formas
corrompidas. Los hijos de Cam fueron Cus, Mizraim, Fut y Canaán, pero ninguno de
estos lo mantiene ningún representante viviente de ninguna forma que se pueda
reconocer. Cus pasó posteriormente a ser identificado con Etiopía, Mizraim con Egipto,
Fut con Libia y Canaán con Palestina, pero los viejos nombres quedaron totalmente
fuera de uso.
Por otra parte, muchos de los nombres llegaron a destacar durante mucho tiempo no
porque hubiera numerosos descendientes, como en el caso de Jafet, sino más bien
debido a algún gran logro individual. Nimrod fue recordado por sus aptitudes como
cazador. Muchas de las ciudades que se mencionan como fundadas por los
descendientes de Cam tuvieron historias dignas de mención. Pero también la mayor
parte de ellas dejaron de tener importancia mucho antes de los tiempos modernos. Una
excepción notable es la ciudad de Jerusalén, que, naturalmente, no se menciona en
absoluto en este pasaje ni siquiera bajo su antiguo nombre de Jebús.
Así, ¿cómo se puede proporcionar prueba sustancial para la aseveración de que las
razas de color descendieron de Cam? La respuesta es: solo mediante inferencias. Por
ejemplo, en tanto que hubo un Cus en o cerca de Mesopotamia al mismo principio, el
asentamiento más destacado establecido por descendientes de este patriarca estuvo en
Etiopía. Los etíopes han sido generalmente considerados como negros verdaderos, lo
que se reconoce de forma indirecta en la Escritura cuando el profeta pregunta: «¿mudará
el etíope su piel?» (Jeremías 13:23). El primer hijo de Cus fue Seba, y según Jervis este
patriarca fue el supuesto fundador del Reino de Jemameh en Arabia. Dice él:[97]

Su tribu, que se extendió hacia el este, ocupó la costa de Omán, desde el


Cabo Musandam hasta las cercanías de Ras-el-Had, en el límite oriental
de la península; Tolomeo los menciona con el nombre de Asabi. La
grandeza comercial de esta nación se atribuye a su posesión de Littus
Mammaeum o Costa de Oro, y del puerto de Mascate, que, desde la
infancia de la navegación, debe haber atraído y dominado el comercio
con la India.
Parece que desde allí se expandieron por África, a través de los
estrechos de Bab-el-Mandeb. Josefo atestigua que Saba era una antigua
metrópolis del reino de Meroe, en la feraz región entre el Nilo y
Astaboras (o Bahr-el-aswad); esta región recibió finalmente el nombre
de Meroe por una hermana de Cambises rey de Persia, aunque Meroe
parece más bien una palabra derivada del etiópico. Las ruinas de la
antigua Meroe se encuentran a 6 kilómetros al nordeste de Shendy, en
Nubia.
Hay otras tribus nativas de África que se reconoce tradicionalmente que descienden
de Cam. Los negros yorubas,[98] por ejemplo, afirman descender de Nimrod, mientras
que los libios, que tienen piel «blanca», son generalmente vinculados con Lebahim, un
hijo de Mizraim. Y los egipcios fueron descendientes directos de Mizraim. Por ello, es
posible que toda África, a pesar de los diferentes matices de color de sus poblaciones
nativas, fuese inicialmente ocupada por diversos miembros de esta única familia
camítica. Sin embargo, permanece una enorme multitud de pueblos que generalmente se
clasifican como mongoloides, que se instalaron en el Lejano Oriente y en el Nuevo
Mundo. ¿Aparecen realmente en este árbol genealógico, o será necesario admitir que la
Tabla de las Naciones no es inclusiva aquí?
Hay dos nombres que creo que pueden darnos claves. Que tengan una mención tan
breve en la genealogía puede parecer sorprendente si —como proponemos aquí—
dieron origen a grupos humanos tan numerosos. Nos estamos refiriendo específicamente
a Het, un hijo de Canaán, y a los sinitas o sineos, tribu supuestamente descendida de
Sini, un hermano de Het.
Het fue, sin duda alguna, el padre de los heteos o hititas. Sin embargo, excepto por
las investigaciones de los arqueólogos nunca hubiéramos sabido cuán importantes
fueron realmente los descendientes de este hombre en un punto de la historia, porque el
imperio hitita desapareció completamente de la vista —o casi completamente. Esta
salvedad es necesaria si admitimos alguna validez a una observación hecha por C. R.
Conder.[99] Él sostenía que cuando el imperio hitita se hundió, todos los hititas
importantes o bien fueron muertos, o huyeron hacia el este. El punto de vista de Conder
era que la palabra «hitita», que aparece en cuneiforme como «Jittae», fue llevado por el
remanente de esta nación otrora poderosa en su huida al Lejano Oriente, y que fue
preservada a través de los siglos en la forma más familiar de «Cathay».[100] Él supone
que llegaron a formar una proporción no pequeña de la raza china primitiva. Desde
luego, existen curiosas vinculaciones entre ellos, como su forma de vestir, su calzado
con la punta de los dedos hacia arriba, la disposición del cabello en forma de coleta, etc.
Las representaciones gráficas de los hititas muestran que poseían pómulos elevados, y
los que han estudiado sus cráneos han observado que poseían no pocos rasgos de los
mongoloides. Más recientemente, ha aparecido otra posible vinculación corroborativa
con el descubrimiento de que los hititas habían dominado el arte de fundir hierro y de la
doma de caballos, dos logros de enorme importancia, y que recurren en una época muy
temprana de la historia de China[101] —mucho antes que llegasen a Occidente.
Se debería observar que existe evidencia lingüística de un componente jafético en el
Imperio Hitita.[102] A la vista de que su expansión inicial tuvo lugar en Asia Menor, no
es demasiado sorprendente que se hubiera dado una mezcla de razas dentro del Imperio.
Bien podría ser que hubiese una aristocracia indoeuropea, así como en un punto de la
historia de Egipto hubo una aristocracia de los Reyes-Pastores (semita). George Barton
observó:[103]

Algunas características de su habla se parecen claramente a rasgos de la


familia de lenguas indoeuropeas, pero otras características parecen
denotar afinidades tártaras (esto es, mongólicas). En algunos casos se
puede seguir claramente la influencia de la lengua asiria. La misma
confusión se presenta cuando estudiamos las imágenes de hititas que
aparecen en los relieves egipcios. Se presentan dos clases de rostros. Un
tipo con pómulos elevados, ojos oblicuos, y con coleta, como el pueblo
mongol y chino. El otro presenta una cabeza y rostro rasurados que se
parecen algo a los primitivos griegos.

Esto nos lleva al hermano de Het, que evidentemente se llamaba Sin. De este nombre
hay muchos ejemplos en formas variantes a través del Medio Oriente y hacia el Lejano
Oriente. Una de las características de los pueblos camitas —usando el término «camita»
en su sentido estrictamente bíblico, y no como los antropólogos lo emplean en la
actualidad —es una tendencia a deificar a sus antecesores. Se ha sugerido que el Amón
de los egipcios es un ejemplo de ello, donde el mismo Cam había sido deificado. La
combinación en aquel mismo país de No-Amón puede ser una extensión de esta práctica
al mismo Noé, que luego queda asociado con su hijo en el doble título. Lo que nos
interesa aquí es que la palabra «Sin» llegó a ser el nombre de una deidad muy
importante, que aparece desde tiempos muy tempranos y hasta épocas tardías en la
historia de Asiria. El último rey de la Ur sumeria se llamaba «Abi-Sin». La palabra
aparece, naturalmente, en el nombre Senaquerib (Sin-ahe-erba, es decir, «Quiera el dios
Sin multiplicar a [mis] hermanos»), y como Naran-Sin, etc.
Sin fue lo suficientemente importante no solo para ser deificado sino para que le
dieran el título de «Señor de las Leyes».[104] En un himno de Ur se dice de él que fue
«él quien creó la ley y la justicia de modo que la humanidad ha establecido leyes», y,
otra vez, «el ordenador de las leyes del cielo y de la tierra». Otra notable circunstancia
puede desprenderse de esta, porque si algunos de sus descendientes se trasladaron al sur
a Arabia y se establecieron en una región posteriormente conocida como el Sin-aí,
entonces es posible que su reputación como gran codificador de la ley llevase a una
tradición que asociase el Sinaí como un lugar donde se había originado la ley. Es
posible que haya alguna relación entre esta circunstancia y la elección por parte de Dios
del Monte Sinaí como el lugar donde Él dio los Diez Mandamientos. Además, según
Boscawen, el título «Señor de las Leyes» atribuido al Sin deificado es, en el himno
original de Ur, Bel-Terite, y la primera sílaba es una forma del término más conocido de
«Baal». Y la palabra «Terite» es la forma plural del término «tertu» que significa «ley»,
que es equivalente al hebreo «Torá» («ley»).
Así, a pesar de que el patriarca Sin recibe escasa mención en Génesis 10, fue un
personaje muy importante. Es posible también que su nombre quedase preservado en el
moderno término de «China». Aunque Perry adoptó una perspectiva de desarrollo
cultural que ha quedado generalmente desacreditada debido a su excesiva
simplificación, sin embargo puede estar esencialmente en lo cierto en las aseveraciones
que hace exponiendo que la civilización china procedió de occidente. No pocos eruditos
en cuneiforme han observado cuánta similitud tenía, en ciertos respectos, el sumerio con
el chino. Ahora bien, Perry dice:[105]

Hay un dato significativo acerca del posible modo del origen de la


civilización china que desde luego merece que se le preste atención. El
lugar más estrechamente asociado por los mismos chinos con el origen
de su civilización es la capital de Shensi, esto es, Siang-fu (Padre Sin),
Siangfu, sobre el Wei, un afluente del Río Amarillo, está cerca de
importantes minas de oro y de jade.

Es desde luego significativo que el Sinaí fuese igualmente importante como lugar
minero. El nombre «Sin», según Dillmann,[106] aparece en asirio en la forma «Sinau».
No sería difícil que «Padre Sin» se convirtiese en «Padre Sian», o, con una ligera
nasalización, «Siang», en chino «Sianfu». Los chinos tienen una tradición de que su
primer rey, Fu-hi, apareció en los Montes de Chin inmediatamente después que el
mundo hubiera estado cubierto de agua.[107] El mismo Sin pertenecía a la tercera
generación desde Noé, circunstancia que, si la identificación se justifica, daría un
intervalo temporal aproximadamente apropiado.
Además, el pueblo que comerciaba en época temprana con los escitas, y que procedía
del Lejano Oriente, se llamaba «Sinae», y su ciudad más importante era «Thinae», un
gran centro comercial en China occidental.[108] La ciudad se conoce actualmente como
«Thsin» o simplemente «Tin», y se encuentra en la provincia de Shensi.
Los Sinae se hicieron independientes en China occidental, reinando allí sus príncipes
durante unos 650 años antes que finalmente consiguiesen el dominio sobre toda la tierra.
En el siglo tercero a.C. la dinastía Tsin se hizo suprema en el Imperio. La palabra
misma llegó a tener el sentido de «linaje puro». Esta palabra fue adoptada como título
por los Emperadores Manchúes, y se cree que los malayos la cambiaron a la forma
«Tchina», y que procedente de ellos los portugueses la trajeron a Europa como «China».
Hace algunos años los periódicos llevaban titulares con respecto al conflicto entre los
japoneses y los chinos, donde el antiguo nombre volvió a aparecer en su forma original,
porque se referían comúnmente a la guerra sino-japonesa.
Arriano hacía referencia, en el 140 d.C.,[109] a los Sinae o Thinae como un pueblo
en las partes más remotas de Asia. Esto trae a la mente la referencia a los Sinim en
Isaías 49:12, que vienen «de lejos», pero específicamente no del norte ni del oeste.
Volviendo de nuevo a la observación de Conder respecto a la «lejana Cathay» de las
referencias medievales, tendría sentido suponer que los remanentes de los hititas tras la
destrucción de su Imperio se dirigieron hacia el Este y se asentaron entre los sinitas, que
eran sus parientes, y que contribuyeron a su civilización con ciertos artes,
principalmente la metalurgia (especialmente la fundición de hierro), y que fueron
absorbidos tan totalmente que desaparecieron posteriormente de la historia como pueblo
individual.
El hallazgo del hombre prehistórico en las cuevas de Chou-kou-tien con restos
esqueletales con una variancia suficiente para cubrir desde los límites occidentales de
tipos en China hasta tipos del Nuevo Mundo ha parecido para muchos una clara
evidencia de que los que se asentaron en el Nuevo Mundo pasaron por China. Que el
Nuevo Mundo fue poblado por un grupo humano mongoloide es cosa en la que hay un
acuerdo general, aunque hay alguna evidencia de un pequeño componente negroide.
[110] La evidencia, es cierto, es pequeña, pero la evidencia que tenemos me parece
señalar en la misma dirección, apoyando nuestra aseveración inicial de que no solo
África con sus razas negras, sino que también el Lejano Oriente y las Américas con sus
razas de color fueron todos descendientes de Cam.
Hay una ilustración adicional acerca de cómo los descendientes de Cam pudieron
haber contribuido de forma singular a la civilización jafética, en este caso a la romana.
La contribución hecha a la cultura jafética por los sumerios, los egipcios, los cretenses y
posteriormente los chinos, y por los amerindios, se explora de forma detallada en la
Parte IV de Noah’s Three Sons, «The Technology of Hamitic People [La tecnología del
pueblo camita]». La contribución hecha por los etruscos también se trata en dicho
artículo. El origen de los etruscos, aunque se ha estudiado y especulado sobre ellos de
forma intensa a lo largo de más de cien años, sigue siendo un misterio. Desearía sugerir
que hay un nombre en la lista de los descendientes de Cam que podría ser una referencia
al antecesor de ellos, Resen (versículo 19).
Se dice que Resen era una ciudad. Es característico de las primeras poblaciones y
ciudades mencionadas en Génesis que recibieron los nombres de sus fundadores o de
los hijos de sus fundadores. Según Génesis 4:17, Caín edificó una ciudad y la llamó del
nombre de su hijo Enoc. Hay pocas dudas de que la Unuk y posteriormente Uruk de las
inscripciones cuneiformes es un reflejo de esto. Como hemos visto en otro artículo, este
antiguo asentamiento pasó posteriormente a llamarse Erec, y mucho más tarde Warka.
Luego dio origen a la palabra que significa «ciudad»,[111] y que ha venido al inglés
como «burg» y al castellano como «burgo». Hemos observado que Sidón es primero
mencionado como el primogénito de Canaán, pero pocos versículos después como
nombre de la ciudad (versículos 15 y 19). Similarmente, los jebuseos, que se suponen
descendientes de un hombre llamado Jebús, vivían en una fortaleza llamada
originalmente según su antecesor. De modo que me parece bien probable que cuando
Nimrod pasó del sur de Babilonia a Asiria y edificó Nínive y Resén, entre otras
ciudades, nombrase la ciudad como Resén bien por un antecesor, bien por un pariente
inmediato. No es estrictamente necesario demostrar que los etruscos fueron una especie
de grupo colonizador que se originó de este concreto asentamiento fundado por Nimrod.
Todo lo que estoy proponiendo es que un antecesor llamado Resén no solo adquirió
suficiente importancia para que una ciudad antigua recibiese su nombre en Asiria, sino
que también fuese la cabeza de un pueblo que creció hasta tener el suficiente poder y
tamaño para migrar a Europa y al norte de Italia, desde donde se multiplicaron y se
enriquecieron y cultivaron lo suficiente como para inspirar a los romanos jaféticos a
apropiarse de una gran parte de su arte, leyes, costumbres y tecnología, sin apenas
introducir ninguna mejora.
La pregunta es, ¿podemos justificar de manera razonable lo apropiado de derivar la
palabra más familiar «etrusco» desde una antigua Resén, de remontar este mismo
pueblo hasta el Oriente Medio y en estrecha proximidad con Asiria, y de establecer su
afinidad racial como no indoeuropea ni semítica? La respuesta a todas estas tres
preguntas puede darse en sentido afirmativo con una cierta certidumbre sobre las
siguientes bases.
Para empezar, se puede decir de manera directa que el pueblo de Etruria o Toscana
era conocido por los primitivos griegos como los Tyrsenoi. Los primeros romanos lo
conocían como Etrusci. Pero en los tiempos clásicos latinos, ellos se designaban a sí
mismos como los Rasena.[112]
Según Herodoto,[113] este pueblo procedía de Lidia. Afirmaban haber inventado, a
lo largo de una prolongada hambruna en la tierra, una serie de juegos, incluyendo el de
los dados. Posteriormente pasaron al norte de Italia y a Grecia como resultado de la
siguiente circunstancia. La situación se agravó hasta tal punto que se decidió dividir a la
nación en dos, con una mitad emigrando de Lidia con la esperanza de salvar a la otra
mitad. El hijo del rey se llamaba Tirreno, que devino el caudillo por designación de la
mitad de la nación que partió de Lidia. Después de haber navegado dejando a un lado a
muchos países, llegaron a un lugar que Herodoto llama «Umbría» (aparentemente se
designa con este término a todo el norte de Italia), donde se edificaron ciudades.
Dejaron su antiguo nombre de Lidios, y tomaron para sí el nombre del hijo del rey,
tirrenos.
Que este pueblo, los etruscos, procedía de Asia Menor, queda confirmado por
criterios lingüísticos y otros. El profesor Joshua Whatmought[114] dice: «Difícilmente
se pueden abrigar dudas de las afinidades anatólicas de los etruscos». Raymond
Bloch[115] cree, en base a la evidencia lingüística, que los etruscos pertenecían a una
familia no muy estrechamente vinculada que habitaba en las riberas del Mediterráneo,
incluyendo el Asia Menor, antes que la invasión indoeuropea trastornase la estructura de
la región, y que tuvo lugar en el segundo milenio a.C. Él considera que los etruscos eran
una «bolsa» de este pueblo desplazado, y que esto explica las semejanzas entre sus
costumbres sociales y religiosas y las de ciertos pueblos de Asia Menor.
Hace muchos años, el profesor E. St. John Parry[116] presentó evidencias para
demostrar que los pelasgos, que, como los etruscos, edificaban monumentos
megalíticos, pueden haber quedado trastornados al mismo tiempo por la misma
circunstancia, y que emigraron de Asia Menor de forma paralela, quedando
posteriormente confundidos por ellos por los primeros historiógrafos.
Una cosa sí parece bien establecida, y es que su lengua no era indoeuropea ni
semítica.[117] Parece bien fundamentado suponer (aunque el lenguaje no es en absoluto
una guía segura en esta cuestión) que ellos mismos eran racialmente diferentes de los
indoeuropeos.[118] Se ha propuesto una relación con otras «bolsas» —los vascos, por
ejemplo.[119]
Hemos mencionado la tradición que atribuye a los etruscos o Racena la invención de
los dados. Hace años se encontraron un par de dados con los números aparentemente
escritos en lugar de meramente indicados mediante puntos. Poco después de este
descubrimiento, el Rev. Isaac Taylor presentó un artículo[120] al Instituto Victoria en
Londres donde mostraba que la interpretación más probable de los numerales se podía
encontrar mediante referencia a términos semejantes en finés, altaico y vasco. Pocos
años después, mientras esta cuestión seguía viva —como sigue estándolo— un Mr. R.
Brown presentó un artículo[121] ante este mismo Instituto donde, en un apéndice, se
comparan algunas otras palabras etruscas con ciertas palabras sumerias. Así, quizá
estamos acercándonos más a la antigua Resén de Génesis 10.
En su obra Origin of Nations, Rawlinson[122] llama la atención al hecho de que
ciertos bronces etruscos están decorados o adornados con figuras en hileras, que
exhiben esfinges y seres humanos que, sugiere él, no son desemejantes a procesiones
parecidas que se encontraron cerca de Nínive. Estos paralelos asirios los descubrió
Layard, y los comunicó en su célebre obra Discoveries in the Ruins of Babylon and
Nineveh. De dichos descubrimientos, Layard escribió lo que sigue:[123]

Un segundo cuenco, de 7,5 pulgadas de diámetro y de una profundidad


de 3/4 pulgadas, tiene en el centro un medallón y a los lados en un
relieve muy elevado dos leones y dos esfinges ... que llevan un collar,
plumas y un tocado en la cabeza formado por un disco con dos uraeus.
Ambos cuencos son dignos de mención por lo atrevido del relieve y por
el arcaico tratamiento de las figuras, semejantes a este respecto a los
marfiles previamente descubiertos en Nimrud.
Recuerdan poderosamente los antiguos restos de Grecia, y en especial
el trabajo en metal y la cerámica pintada descubiertos en tumbas muy
antiguas en Etruria, a los que se parecen tan estrechamente no solo en
designio sino en tema, con la introducción de los mismos animales
míticos y de los mismos ornamentos, que no podemos dejar de atribuir a
ambos el mismo origen.

Layard resalta esta impresión ilustrando su argumento con tallas de madera en el


texto, que muestran que las figuras encontradas sobre un pedestal de bronce en
Powledrara en Etruria «son exactamente similares a las que aparecen sobre un
fragmento de un plato traído de Nínive». Así, un hilo conductor de evidencia nos
retrotrae hasta las mismas cercanías de Nínive, donde estaba situada la ciudad de Resén.
Hay otra evidencia adicional que nos lleva de vuelta a la misma antigua fuente. Es de
naturaleza distinta aunque igualmente sugerente. Los romanos celebraban anualmente
un festejo llamado «Fiesta de Saturno» o «Saturnalia», durante la que los tribunales
estaban cerrados, los escolares tenían vacaciones, y se suspendían todas las actividades
comerciales. Una costumbre a resaltar era la «liberación» o «manumisión» de todos los
esclavos, a los que se les permitía decir lo que quisieran acerca de sus amos, y que
tomaban parte en un banquete revestidos de los ropajes de sus amos, los cuales les
servían a la mesa. Este período de libertad duraba alrededor de una semana.
El origen de esta fiesta, según la obra de Smith Dictionary of Greek and Roman
Antiquities, no es seguro.[124] Una leyenda lo atribuía a los pelasgos. En vista de que
tantos de los rasgos de la primitiva cultura romana, incluyendo sus ceremonias, son
atribuibles directamente a los etruscos, y de que los etruscos y los pelasgos eran a veces
confundidos entre sí, parece posible que esta extraña práctica de dar a los esclavos una
semana de total libertad, más aún, de licencia, fuese originalmente introducida por los
etruscos.
Por ello, me parece sumamente significativo que cuando el profesor Pinches leyó un
artículo ante el Instituto Victoria titulado «Notes upon Some of the Recent Discoveries
in the Realm of Assyriology», hiciese referencia a una inscripción del célebre Gudea
donde exponía que después de haber edificado Eninnu (una casa o templo), «liberó
esclavitudes y confirmó beneficios. Durante siete días no se exigió obediencia, la criada
fue hecha como su ama, y el siervo como su señor». Comentando acerca de ello, el
profesor Pinches[125] observa:

Naturalmente, los sumerios eran propietarios de esclavos, pero parecen


haber sido de disposición afable, y que daban buen trato a sus esclavos.
En este caso se dice que se les dio siete días de vacaciones, y este es el
único registro cuneiforme conocido con tal mención.

Es desde luego cosa notable que haya un vacío de tantos siglos de ausencia de
referencia a esta costumbre desde Gudea hasta los tiempos romanos, pero es evidente
que la costumbre fue transmitida de una u otra forma, y parece bien lógico suponer que
los transmisores fueron los Racina, los descendientes de un cierto Resen que estaban
familiarizados con la cultura de Asiria.
En suma, entonces, tenemos a un pueblo que se designaba como Rasena, por un
antecesor cuyo nombre podría ser una forma del más antiguo Resén, comenzando en
Asiria, estableciéndose en Lidia, desde donde posteriormente emigraron al norte de
Italia, y que hablaba un lenguaje ni semítico ni indoeuropeo, que eran de forma especial
constructores de ciudades (como prosiguiendo la tradición de su antecesor), y que
seguían produciendo obras de arte para las que se han encontrado paralelos bien exactos
en el mismo lugar donde Génesis 10 dice que se edificó la ciudad de Resén.
Es bien posible que así como Sidón fue recordado por una ciudad nombrada por él,
igualmente la ciudad de Resén conmemorase a un patriarca cuyos descendientes, mucho
después que la ciudad hubiera desaparecido, se multiplicaron y prosiguieron sus
tradiciones heredadas de vida urbana, así como el nombre de su antecesor, y se
asentasen en Etruria, donde hicieron una magna contribución al fundamento de la
civilización romana que, con el tiempo, ha llegado a ser la nuestra.
Capítulo 4

Los descendientes de Sem


PESAR de que en la línea de Sem iban a seguir los Legisladores, Profetas,

A Sacerdotes y Reyes acerca de cuya historia trata el resto del Antiguo


Testamento, hay menos que decir acerca de esta parte de la genealogía. Pero
hay uno o dos puntos que vale la pena observar, en parte porque la autenticidad
de la Tabla también queda apoyada aquí, y en parte porque se presta una
atención particular a un personaje, Peleg, que es objeto de una mención especial, como
Nimrod en la sección precedente.
Primero, tenemos a Elam relacionado como aparentemente el primogénito de Sem.
Se creyó durante muchos años que el país designado por su nombre al este de la
Mesopotamia meridional había sido colonizado por un pueblo claramente no semita, y
la declaración bíblica fue puesta aquí en tela de juicio. Pero subsiguientes excavaciones
han demostrado que el pueblo más primitivo que se asentó allí fue desde luego el
semita. Es a menudo cierto que aparecen cosas que aparentemente militan en contra de
la Palabra de Dios al principio, pero al final una mayor luz la vindica completamente.
La persona que la acepta es como quien parece estar perdiendo una batalla pero que
goza de la absoluta seguridad de alcanzar la victoria final. Esta es una posición mucho
más feliz en la que encontrarse, a la larga, que estar gozando de una aparente victoria
solo para encontrar al final que uno es un perdedor. Una autoridad como S. R. Driver,
[126] aunque resalta el hecho de que en tiempos posteriores los elamitas eran
racialmente totalmente distintos de los semitas (con su lengua, por ejemplo,
aglutinante), se vio obligado a admitir que «inscripciones recientemente descubiertas»
parecen haber demostrado que en tiempos muy remotos Elam fue poblada por semitas.
No pudo dejar de añadir que la aseveración bíblica probablemente se originó porque
Elam dependió en tiempos muy posteriores de la semita Babilonia; asegura él a sus
lectores que «es muy improbable» que el autor original de Génesis 10 pudiera haber
sabido lo que ahora sabemos. Pero desde la época de Driver, adicionales excavaciones
han proporcionado evidencias muy poderosas de vínculos culturales directos entre
algunas de las más antiguas ciudades en Babilonia y los estratos más inferiores en Susa,
la capital de Elam.[127]
La evidencia parece ahora indicar claramente la presencia en Mesopotamia, en
tiempos muy tempranos, de tres distintos grupos humanos, los sumerios (camitas), los
más antiguos babilonios (semitas), y un grupo humano a quien tanto Childe como
Mallowen designan propiamente como jafetitas (esto es, indoeuropeos). Como lo
expresó Childe:[128]

A partir de registros escritos posteriores, los filólogos deducen la


presencia de tres grupos lingüísticos —«jafetitas» (conocidos solo por
inferencia a partir de unos pocos nombres de lugares); semitas (hablando
una lengua relacionada con el hebreo y el árabe); y los dominantes
sumerios.

La dinámica como la presenta Childe en otro estudio[129] desvela que el primer


pueblo en entrar en Mesopotamia procedió del Este y que no eran sumerios, sino de
hecho elamitas semíticos, que fundaron unas ciudades tan antiguas como Al-Ubaid y
Jemdet Nasr. Estas gentes se establecieron primero en el sur y se extendieron
gradualmente hacia el norte, pero sin perder los vínculos culturales que nos devuelven a
Elam. Childe propone luego que siguió una segunda oleada de inmigrantes a
Mesopotamia, que esta vez no eran semitas, sino sumerios, esto es, elamitas. Esta gente
introdujo nuevas influencias civilizadoras que llevaron a un considerable avance
cultural, hasta que, para la época del período de Uruk, y aunque todavía eran una
minoría, habían llegado a tomar el poder. Mientras, más al norte, esto es, en Asiria, los
semitas prosiguieron su lento desarrollo hasta que surgió en el sur un hombre a quien la
Escritura designa como Nimrod, en la línea de Cam. Este se estableció como señor del
Sur y luego viajó hasta Asiria, o, como lo expresa la Escritura, «De esta tierra salió para
Asiria». Al mismo tiempo fundó una cantidad de ciudades que se mencionan en Génesis
10 en relación con Nínive.
Mallowen resalta las distinciones entre estos dos tipos dominantes, los sumerios y los
acadios, esto es, los camitas y semitas, en este temprano período del desarrollo del país.
[130] Al mismo tiempo, también resalta que existía otro grupo, cuya existencia está bien
establecida sobre bases lingüísticas. Speiser[131] propuso la designación de jafetita para
este pueblo, conocido en época muy temprana en el país montañoso al este del Tigris.
Eran conocidos especialmente por lo claro de su piel. Que habían entrado en la
Mesopotamia meridional al menos en algunos números en tiempos muy tempranos lo ha
observado Campbell Thompson,[132] aparte de Speiser.
Así, la imagen general, aunque los detalles no son tan claros como podríamos desear,
apoya sin embargo las implicaciones de Génesis 10, incluso permitiéndonos detectar
reverberaciones de las hazañas de Nimrod, que por otra parte sigue sin identificar.
Algunos han establecido un dominio del sur sobre el norte: quizá debido a Nimrod.
El segundo punto a observar en esta sección de la genealogía es la nota acerca de
Peleg: «en sus días fue repartida la tierra». Las interpretaciones de esta breve nota han
sido a la vez amplias e interesantes. Recientemente ha comenzado a hacerse aparente
que los pelasgos de la antigüedad, que fueron grandes mercaderes navegantes y en
ocasiones piratas, pueden haber recibido su nombre de Peleg en los tiempos más
remotos. Superviviendo en una multitud de formas aparece un determinativo adjunto a
muchas palabras que tiene el efecto de convertir la palabra en un patronímico. Esto
aparece por ejemplo con «–icus», en la palabra «Germanicus»; también con «–ico», en
la palabra «Británico», «–ski» en muchos nombres rusos familiares, posiblemente «–
cos» en la palabra «etruscos», y «scion» en inglés. Otro término, que es el punto
importante en este contexto, es «skoi», puesto detrás del nombre más antiguo «Peleg»,
que da el compuesto «Pelegskoi». Estos son los «pelasgos». Los pelasgos constituyen
un gran misterio, porque aunque parecen haber sido muy poderosos, no está clara su
procedencia ni lo que les sucedió. Cuando los tracios descendieron al Egeo desde el
norte en el siglo 14 a.C., desplazaron a los pelasgos del territorio que habían poseído
entre el Hebrus y el Strymon. Es curioso encontrar a los pelasgos ocupando un territorio
adyacente a un río, el Hebrus, con un nombre tan reminiscente de Heber, que, según
Génesis 10:25, era el padre de ellos. Después de haber sido desplazadas, estas gentes
parecen haber sido absorbidas por los pueblos griegos, con los que quedaron
posteriormente confundidas. Dice Munro:[133]

La nación de los pelasgos dejó de existir como tal, adoptándose el


nombre de jonios, probablemente entre las comunidades mezcladas en el
lado asiático.
Quizá debido a que los pelasgos eran una nación no de habla griega, fueron más
fácilmente identificados por los griegos, que tenían la tendencia a poner a todos los
extranjeros en el mismo montón, con los etruscos, que tampoco eran griegos. Sin
embargo, parece que no eran, en realidad, el mismo pueblo. Así, tenemos posiblemente
a un grupo de «heberitas» que adquirieron alguna notoriedad durante un tiempo en el
mundo primitivo, solo para desaparecer tras ser desplazados de su emplazamiento
primero y absorbidos en la mezcolanza de pueblos que habitaban en la región del Egeo.
Su antecesor, Peleg, recibió su nombre debido a un acontecimiento que ha sido
diversamente interpretado. En el Libro de Jaser (2:11), que se atribuye a Alcuino y que
es muy probablemente espúreo, hay una interesante observación acerca de este hombre:

Fue Peleg quien inventó el seto y el foso, la muralla y el baluarte; y


quien repartió por suertes las tierras entre sus hermanos.

En su Comentario, Jamieson[134] expone su creencia de que este acontecimiento fue


una división formal de la tierra realizada por Noé, actuando por impulso divino, entre
sus tres hijos. Se propone que hay una referencia adicional a este acontecimiento en
Deuteronomio 32:8 y Hechos 17:24–26. Peter Lange[135] hace referencia a una obra de
Fabri titulada «Origin of Heathenism [El origen del paganismo]», publicada en 1859, en
la que el autor interpreta la expresión como refiriéndose a un cataclismo que partió
violentamente la tierra, produciendo sus actuales masas continentales.[136] Esto,
naturalmente, fue mucho antes que Wegener, Taylor y Du Toit publicasen sus ideas
acerca del concepto de la Deriva de Continentes, cuestión esta muy candente en la
actualidad.
Una palabra más acerca de Peleg. En la obra de consulta International Standard
Biblical Encyclopedia se hace referencia a un fragmento de un documento geográfico
procedente de Babilonia (80-6-17, 504) que muestra una serie de ideogramas que se
leen provisionalmente como Pulukky, quizá una forma modificada de Peleg. Esto va
seguido de las palabras «Sha ebirti», que bien podría significar «Pulukku que fue de
Heber», o podría tratarse de una frase compuesta, «Pulukku-del-Vado». Se podría
concebir de un asentamiento de pelegitas que se estableciese en el río en un punto donde
se pudiera vadear, siendo este río el que fue designado después como el Hebrus. Sea
cual fuere la verdad de este asunto, la palabra «Peleg» parece habernos llegado de
alguna forma a través del griego en la forma de «pelagos», que significa «mar». Si hay
una verdadera vinculación, esto podría denotar otra idea, esto es, que la «división» tuvo
lugar cuando los hombres comenzaron a migrar por primera vez a través de las aguas.
La frase «la tierra fue repartida» podría interpretarse con el significado de «los pueblos
de la tierra quedaron divididos», esto es, por agua.
Esto es desde luego especulativo, pero en conjunto uno abriga la impresión de que
«Peleg» fue lo suficientemente importante para que su nombre fuese retenido en
diversas formas que reflejan la breve anotación que aparece en Génesis 10.
Ahora se debería hacer una mención de los hijos de Joctán, trece en total, todos los
cuales parecen haberse establecido en Arabia, principalmente al sur. Almodad puede
quizá seguirse a Al Mudad; Selef, en Yemen, representado por Es Sulaf, y quizá los
Salapeni de Tolomeo; Hazar-mavet, en la actualidad Hadramawt; Jera, colindante con el
anterior, se encuentra posiblemente en el nombre de una fortaleza, Jeraj; Adoram,
representado por los adramitas en el sur de Arabia, mencionados por Plinio y Tolomeo;
Uzal, que es probablemente el antiguo nombre de la capital del Yemen; Dicla, un lugar
de cierta importancia en Yemen, conocido como Dakalah; Obal, preservado quizá en
diversas localidades en Arabia del sur con el nombre de Abil; Abimael está totalmente
sin identificar; Seba podría indicar a los sabeos; Ofir, quizá representado por Afar, la
capital sabea a la que se refiere Tolomeo con el nombre de Sapfara (Geog. 6.7), y que
quizá sea la moderna Zafar; Havila, el distrito en Arabia Felix, conocida como Jawlan; y
Jobab, generalmente identificado con los jobaritas mencionados por Tolomeo entre las
tribus árabes del sur, y que se sugiere que lo leyó erróneamente como Iobabitai, en
lugar de un original Iobaritai.
El primer límite al que se hace referencia en Génesis 10:30 se refiere quizá a Massa
(véase Génesis 25:14), una tribu del norte de Arabia, a alrededor de mitad de camino
entre el Golfo de Aqaba y el Golfo Pérsico. Por otra parte, hay un puerto llamado
Mousa, o Mouzda, mencionado por Tolomeo, Plinio, Arriano y otros antiguos geógrafos
y que quizá es el lugar que se menciona aquí. Esta era una ciudad de una cierta
importancia en los tiempos clásicos, pero desde entonces ha caído en decadencia, si la
moderna «Mousa» es el mismo lugar. Gesenius, por la latitud que da Tolomeo, sitúa
Mesha en Maushid, en la costa occidental del Yemen. Si esto último es cierto, entonces
la segunda localidad geográfica debe quizá encontrarse en Sefar, un monte al este, que
debe comprenderse como el Sipar, mencionado con Elam y Susa, mencionado en un
texto descubierto en Susa. Esta nota en Génesis 10 significaría entonces que los trece
hijos de Joctán se establecieron entre estos dos puntos, y el emplazamiento de Ofir
parecería localizado dentro de la península, no en la desembocadura del Indo, como
algunos han pensado.
Ha habido muchas ocasiones en las anteriores consideraciones para observar lo que
es solo de esperar de esta época tan temprana, esto es, la proximidad entre sí de
representantes de las tres ramas de la familia de Noé. No se debe pensar ni por un
momento que los semitas, camitas y jafetitas se fueron cada uno por su camino sin
mezclas matrimoniales y el consiguiente mestizaje. Por ello, no debería sorprendernos
encontrar en esta Tabla que el mismo nombre pueda reaparecer en dos diferentes
secciones de la familia de Noé. Así, leemos de dos personas llamadas Seba, una en el
versículo 7 como hijo de Cus, y otra en el versículo 28 como hijo de Joctán.
Rawlinson[137] explica cómo la evidencia lingüística demuestra la existencia temprana
de al menos dos razas en Arabia: «una, en las regiones septentrional y central, semítica,
y hablando la lengua usualmente conocida como árabe; y otra en las regiones más
meridionales, que es no semítica, y que por el parecido de su lengua con los dialectos de
los aborígenes de Abisinia, los descendientes de los antiguos etíopes, merece ser
llamada etiópica o cusita». Por tanto, aquí no tenemos el caso de una duplicación
errónea, sino de una confirmación indirecta de la veracidad del registro, porque hubiera
sido cosa más sorprendente si en aquel tiempo no se hubieran repetido nombres entre las
diferentes familias.
Hasta ahora, por tanto, las evidencias que tenemos que afecten directamente a esta
antigua Tabla de las Naciones tienden de forma consecuente hacia su vindicación como
documento que es a la vez etimológicamente sano y de gran importancia histórica.

Capítulo 5
El círculo en expansión
ARECE IMPROBABLE, incluso admitiendo todas las posibles discontinuidades

P en el texto que algunos están persuadidos que tienen que existir, que se pueda
empujar hacia atrás la fecha del Diluvio y con ella la fecha de los
acontecimientos bosquejados en esta Tabla de las Naciones, más allá de unos
pocos miles de años a.C. Como mucho, estos acontecimientos difícilmente
pueden haber ocurrido hace mucho más de 6000 años —y, personalmente, me parece
que 4500 años está más cerca de la verdad. En este caso nos vemos obligados a concluir
que, excepto por los que vivieron entre Adán y Noé y fueron destruidos por el diluvio, y
cuyos restos creo que es probable que nunca se encuentren, todos los hombres fósiles,
todos los pueblos prehistóricos, todas las comunidades primitivas extintas o vivientes, y
todas las civilizaciones desde entonces, se tienen que englobar dentro de este lapso de
unos pocos miles de años. Y, así de entrada, esta propuesta puede parecer totalmente
absurda.
Sin embargo, en este capítulo espero poder demostrar que hay líneas probatorias de
considerable fuerza en apoyo de la anterior proposición. Al exponer esto, surgirán toda
clase de objeciones en la mente del lector que tenga algún conocimiento extenso de las
actuales perspectivas de la antropología física. Se hace un intento en discurrir acerca de
algunas de estas objeciones en otros artículos Doorway: «Fossil Man and the Genesis
Record [El hombre fósil y el registro del Génesis]», «Primitive Cultures: Their
Historical Origins [Las culturas primitivas: sus orígenes históricos]»; «Longevity in
Antiquity and Its Bearing on Chronology [La longevidad en la antigüedad y sus
consecuencias para la cronología]», y «The Supposed Evolution of the Human Skull [la
supuesta evolución del cráneo humano]». Sin embargo, algunos problemas permanecen
sin resolver. Con todo, no hay necesidad de resolver todos los problemas antes de
presentar una postura alternativa.
Es nuestra posición que Noé y su esposa y familia fueron verdaderas personas, los
únicos supervivientes de un cataclismo principal, cuyo mayor efecto fue borrar la
antigua civilización que se había desarrollado desde Adán hasta aquel tiempo. Cuando
el Arca tocó tierra, quedaron ocho personas vivas en el mundo, ni una más. Tocando
tierra en alguna parte de Armenia, comenzaron a extenderse al irse multiplicando,
aunque por un tiempo mantuvieron una tradición cultural homogénea. La pauta familiar
inicial, originada por la existencia en el grupo de tres hijos y sus esposas, dio origen con
el transcurso del tiempo a tres distintos grupos raciales que, según su linaje patriarcal,
son más propiamente designados como jafetitas, camitas y semitas, pero en
terminología moderna serían representados por el pueblo semita (hebreos, árabes y
naciones antiguas como los babilonios, asirios, etc.), los camitas mongoloides y
negroides, y los jafetitas caucasoides.
Al principio se mantuvieron juntos. Pero en el decurso de un siglo, más o menos, se
disgregaron en pequeños grupos, y posteriormente algunos de la familia de Sem, la
mayoría de la familia de Cam y unos pocos de la familia de Jafet llegaron del este a la
llanura de Mesopotamia (Génesis 11:29). Aquí parece, por las evidencias tratadas en
otros artículos, que la familia de Cam, que había llegado a ser políticamente dominante,
inició un movimiento para impedir una mayor dispersión proponiendo la edificación de
un monumento como punto visible de reunión en la llanura, con lo que se atrajo un
juicio que llevó a una dispersión forzada y rápida de la misma por toda la tierra.
Esta circunstancia explica que en cada parte del mundo donde Jafet ha migrado
posteriormente ha ido siempre precedido por Cam —lo cual se aplica a cada continente.
En tiempos prehistóricos esto siempre resulta cierto, con los restos fósiles más antiguos
mostrando rasgos negroides o mongoloides, mientras que los que siguieron no son así.
Es cosa cierta que en tiempos protohistóricos todos los avances culturales que lograron
los pioneros camitas tendieron a ser absorbidos por los sucesores jafetitas. El registro de
la extensión más relajada de Jafet por la tierra ha quedado manchado por la destrucción
tanto de la cultura como de sus creadores camitas siempre que los jafetitas llegaron con
la suficiente fuerza para conseguir el dominio. Esto sucedió en el Valle del Indo,
sucedió en América Central, sucedió con las tribus indias de América del Norte, sucedió
en Australia, y solo la superioridad numérica ha preservado a África hasta ahora de la
misma suerte. La deuda de Jafet para con Cam por su contribución pionera en el
dominio del medio ambiente se explora ampliamente y documenta en el
artículo Doorway nº 43, «The Technology of Hamitic People [La tecnología del pueblo
camita]», parte IV del volumen Noah´s Three Sons, y su complementario, el artículo 28,
Parte I del mismo volumen, «The Part Played by Shem, Ham, and Japheth in
Subsequent World History [El papel de Sem, Cam y Jafet en la posterior historia
mundial]». No repetiremos aquí dichos argumentos.
Ahora bien, a pesar de los descubrimientos en Sudáfrica en años recientes, sigue
siendo verdad que tanto si hablamos del hombre fósil como de antiguas civilizaciones,
de pueblos coetáneos o nativos, o de la actual población del mundo, resulta que todas
las líneas migratorias que pueden seguirse todavía en la actualidad irradian desde el
Oriente Medio.
La pauta es como sigue. A lo largo de cada ruta migratoria se encuentran
asentamientos, cada uno de los cuales difiere ligeramente del que le precedió y del que
le sigue. Como regla general, la dirección del movimiento tiende a evidenciarse por una
pérdida gradual de artefactos culturales, que siguen en uso más atrás en la línea, pero
que o bien desaparecen del todo más adelante en la línea, o son copiados de una forma
burda o meramente representados en imágenes o en folklore. Cuando irradian diversas
líneas a partir de un solo centro, la imagen que se presenta es más o menos una serie de
círculos cada vez más amplios de asentamientos, donde cada uno va compartiendo
menos y menos de los artefactos culturales originales que persisten en el centro. Al
mismo tiempo aparecen artículos completamente nuevos, que están pensados para
satisfacer nuevas necesidades que no se encuentran en el centro. Cuanto más uno se
aleja del centro siguiendo estas rutas migratorias, tanto más nuevos y singulares serán
los artículos que será probable encontrar y que no sean compartidos por otras líneas,
pero quedan algunas reminiscencias de unos pocos vínculos particularmente
importantes o útiles con la patria original. Si uno entra en un asentamiento sin un
conocimiento previo de la dirección desde la que llegaron los colonos, uno no puede
estar seguro de la manera en que tengan que remontarse las relaciones. Sin embargo,
hay por lo general algún fragmento probatorio que permite a uno separar los artefactos
que han sido introducidos de aquellos que se han desarrollado en el lugar. Esto es
particularmente así siempre que aparecen artículos complejos que exigen materiales no
disponibles en la localidad. A veces la evidencia es de segunda mano, como cuando se
encuentra un artículo que es evidentemente una copia, y hay algo en su construcción
que lo demuestra. Por ejemplo, ciertas vasijas de cerámica minoica son claramente
copias de prototipos metálicos, tanto por la forma que adoptan como por su
ornamentación.[138] Allí donde las asas de cerámica de estas vasijas se unen con el
cuerpo de las mismas, hay pequeños botones de barro cocido que no sirven a ninguna
función, pero que son un evidente intento de copiar los roblones que en el pasado
fijaban las asas metálicas al cuerpo metálico del prototipo. Estos prototipos aparecen en
Asia Menor, y queda por ello demostrado de qué manera se tiene que seguir la línea
migratoria, porque es inconcebible que la vasija de cerámica con sus pequeños botones
de barro cocido diese al metalúrgico la idea acerca de dónde poner los roblones.
En las más antiguas migraciones que, si nos dejamos guiar por la cronología de las
Escrituras, tienen que haber sido bastante rápidas, fue inevitable que se diese una
tendencia más marcada hacia la pérdida de artículos culturales comunes al centro según
uno se va desplazando, en lugar de hacia la obtención de nuevos artículos.[139] Con
ello el nivel general de la cultura descendería, aunque las tradiciones orales, los rituales
y las creencias religiosas cambiarían más lentamente. A su tiempo, después que un
grupo humano suficientemente grande hubiera permanecido en algún lugar, surgiría un
nuevo «centro» con muchas de las antiguas tradiciones preservadas pero con algunas de
nuevas establecidas con suficiente vigor para enviar nuevas oleadas de influencias tanto
más adelante como atrás a lo largo de la línea de migración.
Juntamente con estas pérdidas culturales en la inicial expansión de los pueblos
camitas habría una cierta degradación física. No es solo que en muchos casos la gente
tiende a no estar preparada para los rigores de la vida pionera y a degradarse
culturalmente como consecuencia de ello, sino que el alimento mismo es a menudo muy
insuficiente o inapropiado, y sus cuerpos tampoco se desarrollan de forma normal.
Como Dawson ha observado,[140] cuanto más cultivado es un inmigrante al llegar,
tanto más gravemente queda obstaculizado y propenso a sufrir cuando se le privan las
amenidades familiares de su vida anterior. Esto, por ejemplo, lo han observado los que
han estudiado los efectos de la dieta sobre el cráneo humano, y este tema se trata con
cierto detalle en «The Supposed Evolution of the Human Skull [La supuesta evolución
del cráneo humano» (contenida en el volumen 2 de Doorway Papers Series); y, con
respecto a la cultura, en «Primitive Cultures: Their Historical Origins [Las culturas
primitivas—sus orígenes históricos]» (también en el vol. 2).
El establecimiento ocasional de lo que se pudiera designar como centros culturales
«provinciales» a lo largo de las diversas rutas migratorias ha complicado enormemente
la pauta de relaciones en los tiempos protohistóricos, pero la evidencia que existe,
incluso con lo exigua que es en ocasiones, da un fuerte apoyo a la Cuna de la
Humanidad en el Oriente Medio, desde donde salieron sucesivas oleadas de pioneros
que no eran indoeuropeos ni semitas. Se trataba de pioneros camitas, bien de tipo
mongoloide o negroide con algunas mezclas, que abrieron caminos y nuevos territorios
en todas las partes habitables de la tierra, y que finalmente establecieron una forma de
vida en cada localidad que en cada nivel básico hacía un uso máximo de las materias
primas y de los recursos de aquella localidad. Los jafetitas los siguieron, edificando
sobre este fundamento y aprovechando esta tecnología básica a fin de levantar con el
tiempo una civilización más elevada, a veces desplazando totalmente a los camitas, a
veces educando a sus maestros en otras formas y luego retirándose, y a veces
absorbiéndolos de forma que ambas líneas raciales quedaron fundidas en una.
Hasta ahora hemos estado tratando los grandes rasgos. Ahora pasaremos a un
examen más detallado de la evidencia de que (a) la dispersión del hombre tuvo lugar
desde un centro en alguna parte del Oriente Medio, y (b) que los que formaron la
vanguardia eran de linaje camita.
Antes que se propusiera un origen evolutivo para el hombre, había un acuerdo
general de que la Cuna de la Humanidad estaba en Asia Menor, o al menos en el Oriente
Medio. Cualquier evidencia de tipos primitivos en el mundo, fuesen vivientes o fósiles,
se consideraba prueba de que el hombre se había ido degradando al apartarse del lugar
del Paraíso. Cuando el Evolucionismo capturó la imaginación de los antropólogos, los
restos fósiles primitivos fueron inmediatamente considerados como prueba de que los
primeros hombres no estaban constitucionalmente muy apartados de los simios. Pero se
presentaba un problema, y era que los supuestos antecesores del hombre moderno
parecían siempre aparecer en los lugares que no debían. Se seguía haciendo la
suposición de que el Oriente Medio era el hogar del hombre, y por ello que estos tipos
fósiles primitivos, que aparecían en todas partes menos en esta región, parecían
totalmente fuera de lugar. Osborn, en su obra Men of the Old Stone Age, intentó explicar
esta anomalía argumentando que se trataba de migrantes.[141] Él expresó su convicción
de que tanto los habitantes humanos como animales de Europa, por ejemplo, habían
migrado hacia allí en grandes oleadas procedentes de Asia y de África. Pero escribió
que era probable que la fuente de las oleadas migratorias fuese Asia, siendo el norte de
África solo el camino de paso. Esta era su posición en 1915, y cuando apareció en 1936
una tercera edición de su famoso libro, había modificado solo de manera ligera sus
puntos de vista originales. Tenía un mapa del Viejo Mundo con esta nota al pie: «A
través de esta dilatada era se tiene que considerar a Europa Occidental como una
península rodeada de mar por todas partes y extendiéndose hacia al oeste como
prolongación de la gran masa de tierras de Europa oriental y Asia —que fue el principal
escenario de la evolución, tanto de la vida animal como de la humana».
Sin embargo, en 1930, y en contra de las expectativas, el profesor H. J. Fleure tuvo
que admitir:[142]

No se han descubierto trazas claras de los hombres y culturas de la


última parte de la Vieja Edad de Piedra (conocida en Europa como las
fases auriñaciense, solutrense y magdaleniense) en las tierras altas
centrales de Asia.

La situación era fundamentalmente la misma cuando W. Koppers observó en 1952:


[143]

Es cosa digna de resaltar que hasta ahora todos los hombres fósiles que
se han encontrado en Europa, el Lejano Oriente y África, esto es, en
regiones marginales de Asia que son de lo menos probable que hayan
constituido la cuna de la raza humana. No conocemos ningunos restos
del Asia central donde la mayoría de los eruditos que se han ocupado
acerca del origen del hombre situarían las razas más tempranas.

Es cierto que actualmente se han encontrado algunos hombres fósiles en el Oriente


Medio, pero bien lejos de hablar en contra de esta área como el centro de posteriores
migraciones, me parecen que hablan de forma indirecta —y por ello con tanta mayor
fuerza— a favor de ella. Volveremos a esto más adelante.
El profesor Griffith Taylor de la Universidad de Toronto, hablando con referencia a
movimientos migratorios en general, tanto en tiempos prehistóricos como históricos,
escribió:[144]

Aparece una serie de regiones en las Indias Orientales y en Australasia


que está dispuesta de forma que los más primitivos son los que aparecen
más alejados de Asia, y los más avanzados más cerca de Asia. Esta
distribución alrededor de Asia aparece cierta en las demás «penínsulas»
[esto es, África y Europa, ACC], y es de fundamental importancia a la
hora de tratar acerca de la evolución y de la situación etnológica de los
pueblos de que se trate. . . .
Sea cual sea la región que consideremos, África, Europa, Australia o
América, encontramos que las principales migraciones han procedido
siempre de Asia.

Después de tratar con algunos de los índices que emplea para establecer posibles
relaciones entre grupos en diferentes áreas geográficas, observa:[145]

¿Cómo puede alguien explicar la estrecha semejanza entre tipos tan


distanciados como los que se exponen aquí? Solo la expansión de zonas
raciales a partir de una tierra-cuna común [énfasis suyo] puede explicar estas
afinidades biológicas.

Y a continuación, cuando trata acerca de la etnología africana, observa:[146]

El primer punto de interés al estudiar la distribución de los pueblos


africanos es que se mantiene la misma regla que hemos observado en los
pueblos de Australasia. Los grupos más primitivos se hallan en las
regiones más distantes de Asia, o, lo que es equivalente, en las regiones
más inaccesibles. ...
Dadas estas condiciones, parece lógico suponer que las zonas raciales
solo pueden haber sido resultado de que pueblos similares se extendieran
como ondas procedentes de un origen común. Esta tierra-cuna debería
encontrarse aproximadamente entre las dos «penínsulas», y todas las
indicaciones (incluyendo la distribución racial de la India) señalan a una
región de evolución máxima no lejos del Turkestán. No es improbable
que el factor tiempo fuese similar en la expansión de todos estos
pueblos.

De un modo similar, Dorothy Garrod escribió:[147]

Se está haciendo más y más claro que no es en Europa que tenemos que
buscar los orígenes de los diversos pueblos paleolíticos que invadieron
con éxito el oeste. ... La clasificación de De Mortillet, por tanto,
solo registra el orden de llegada [mi énfasis, ACC] al Occidente de una
serie de culturas, cada una de las cuales se originó y probablemente pasó
la mayor parte de su existencia en algún otro lugar.

V. G. Childe también escribió en este sentido:[148]

Nuestro conocimiento de la arqueología de Europa y del Antiguo


Oriente ha fortalecido enormemente la posición de los orientalistas. Es
cosa cierta que ahora podemos seguir provincias interconectadas de
manera continua a lo largo de las cuales las culturas se observan
distribuidas regularmente en zonas de grados descendientes alrededor de
los centros de civilizaciones urbanas en el Antiguo Oriente. Esta
zonación es la mejor prueba posible del postulado de difusión que
mantienen los orientalistas.
Al escribir acerca de la posible cuna del Homo sapiens, Henry Field da una reseña
muy esquemática de los principales hallazgos del hombre fósil (hasta la fecha, en 1932),
incluyendo hallazgos de Pequín, Kenia, Java, Heidelberg, (Piltdown), y Rhodesia (la
actual Zimbabwe —N. del T.), y luego da un mapa donde las localiza; y luego observa:
[149]

No me parece probable que ninguna de estas localidades pudiera haber


sido el punto original desde el que migrasen los primeros hombres. Las
distancias, combinadas con muchas barreras geográficas, tenderían a
hacer insostenible una teoría de esta naturaleza. Sugiero que una región
más o menos equidistante de los bordes exteriores de Europa, Asia y
África puede haber sido desde luego el centro en el que tuvo lugar el
desarrollo.

Es cierto que estas declaraciones fueron escritas antes de los recientes


descubrimientos en Sudáfrica, o en el Lejano Oriente en Chou-kou-tien, o en el Nuevo
Mundo. De los hallazgos en Sudáfrica es poco lo que se puede decir de cierto, y no hay
unanimidad acerca de su verdadera trascendencia. Los hallazgos en Chou-kou-tien,
como intentaremos exponer, en realidad prestan apoyo a la tesis que presentamos aquí,
y de manera interesante. En cuanto al Nuevo Mundo, nadie jamás ha propuesto que
fuese la Cuna de la Humanidad. Así, el Oriente Medio sigue reteniendo la prioridad
como el probable original Hogar del Hombre. Sin embargo, por lo que se refiere a
dataciones, se tiene que admitir que ninguna autoridad con su reputación en juego
propondría que este hogar se remonta a fecha tan reciente como la de nuestras cuentas
de solo 4500 años. El problema del tiempo persiste y de momento no tenemos respuesta
al mismo, pero podemos pasar a explorar las líneas de evidencia que en todos los demás
respectos apoyan la tesis enunciada con anterioridad en este capítulo.
Parte de esta evidencia, cosa curiosa, es el hecho de la diversidad de los tipos físicos
que se encuentra dentro de lo que parecen haber constituido familias unidas. Esto ha
sido causa de alguna sorpresa, y sin embargo queda explicado si se acepta una
dispersión desde un centro. Hace algunos años, W. D. Matthew hizo la siguiente
observación:[150]

Sean cuales fueren las agencias que se asignen como causa de evolución
en una raza, debería ser al principio más progresiva en este momento de
la dispersión original, y seguirá este proceso en aquel punto como
respuesta a cualquier estímulo que la causó originalmente, y que se
expandirá en sucesivas oleadas migratorias, siendo cada oleada superior
a la precedente. En cualquier punto de tiempo, por ello, las etapas más
avanzadas estarán más cerca del centro de dispersión, y las etapas más
conservadoras serán las más alejadas del mismo.
Fig. 3. Emplazamientos aproximados de los restos fósiles o de pueblos primitivos que
se mencionan en este volumen.

Se deben hacer algunos comentarios acerca de esta observación, porque conlleva


importantes implicaciones. Lebzelter[151] observó que «donde el hombre vive en
grandes conglomeraciones, la raza (esto es, la forma física) tiende a ser estable mientras
que la cultura se vuelve especializada; allí donde vive en pequeños grupos aislados, la
cultura es estable pero evolucionan razas especializadas». Según Lebzelter, esta es la
razón de que la diferenciación racial fuese relativamente destacable en las etapas
primitivas de la historia del hombre. La explicación de este hecho es bien clara. En una
población muy pequeña y con una estrecha consanguinidad, los genes para caracteres
singulares tienen mucha mayor probabilidad de expresarse de modo homocigótico, de
modo que tales caracteres aparecen en la población con una mayor frecuencia, y tienden
a perpetuarse. Por otra parte, una población tan pequeña puede tener una existencia tan
precaria que el margen de supervivencia sea demasiado pequeño para alentar o permitir
la expresión de diversidades culturales. Así, el tipo físico es variante pero va
acompañado de conformidad cultural, mientras que en una comunidad grande y bien
establecida, comienza a aparecer una norma física como característica de aquella
población, pero la seguridad resultante de los números permite un mayor juego de la
divergencia cultural.
Así, al mismo principio podríamos esperar encontrar en el área central una medida de
diversidad física y de uniformidad cultural; y en cada centro secundario o provincial en
sus etapas iniciales aparecería la misma situación. La diversidad física a esperar en base
a lo expuesto quedaría aun más exagerada, como ahora se sabe, por el hecho (solo
reconocido en época relativamente reciente) de que cuando cualquier especie
establecida entra en un nuevo ambiente da en el acto expresión a una nueva y mayor
capacidad de diversificación. Hace muchos años, Sir William Dawson observó este
fenómeno en la biología de las plantas y de los animales.[152] En base al estudio de
moluscos y otros fósiles posteriores al Plioceno, llegó a la conclusión de que «las
nuevas especies tienden a variar hasta el mayor grado de sus posibles límites, y luego a
permanecer estacionarios durante un tiempo indefinido». Una explicación de esto la
propuso recientemente Colin H. Selby en Christian Graduate.[153] Esta circunstancia
fue también objeto de una observación de Charles Brues,[154] que añade que «la
variabilidad de formas es ligera una vez que la población es grande, pero al principio es
rápida y extensa en el caso de muchos insectos para los que tenemos los datos
necesarios». Adolph Schultz hizo adicionales observaciones acerca de este punto al
tratar acerca de poblaciones de primates en el Simposio en Cold Springs Harbor en
1950.[155]
De modo que en realidad tenemos tres factores, todos los cuales se encuentran
todavía funcionales en las poblaciones vivientes, y que deben haber contribuido a la
marcada variabilidad en los restos fósiles primitivos, en particular cuando se encuentran
varios especímenes en un único emplazamiento, como en Chou-kou-tien, por ejemplo, o
en Obercassel, o en el Monte Carmelo.
Estos factores se pueden recapitular del siguiente modo: (a) Una nueva especie es
más variable cuando aparece por primera vez; (b) Una población pequeña es más
variable que una de grande; (c) Cuando una especie o unos pocos miembros de la
misma pasan a un nuevo medio ambiente, vuelven a aparecer amplias variedades que
solo se estabilizan con el tiempo. A estos tres puntos se debería añadir un cuarto, esto
es, que las pequeñas poblaciones tienen propensión a ser muy conservadoras en su
cultura, con lo que mantienen una gran identidad aunque estén muy extendidas
geográficamente.
Los restos fósiles ofrecen un constante testimonio de la realidad de estos factores,
pero esto solo tiene significado si damos por supuesto que una pequeña población
comenzó en el centro y, al quedar firmemente establecida allí, envió sucesivas oleadas
de migraciones que generalmente estaban compuestas de muy pocas personas en cada
grupo individual, y que a su vez establecieron una sucesión adicional de centros,
repitiéndose el proceso una y otra vez hasta que el hombre primitivo quedó esparcido
por todas las regiones habitables del mundo. Al principio, cada nuevo centro exhibió
una gran diversidad de tipos físicos, pero al multiplicarse se llegó a una mayor
uniformidad con el paso del tiempo. Allí donde un centro subsidiario de este tipo quedó
extinguido antes de lograrse esta uniformidad, pero donde sus restos quedaron
preservados, la diversidad quedó, por así decirlo, retenida para nuestro examen. Al
mismo tiempo, en áreas marginales donde los individuos o las familias sufrieron un
desplazamiento por la acción de los que los seguían, las circunstancias se combinaron
con frecuencia para degradarlos físicamente, de modo que el hombre fósil manifiesta
una tendencia a exhibir una forma embrutecida —pero ello debido a razones
secundarias. Por una parte, en las primeras etapas de estas migraciones la uniformidad
cultural sería no solo la regla en cada grupo, sino necesariamente la regla también en
todos los grupos. Y esto también se ha encontrado como cierto hasta un grado
extraordinario. Desde luego, y siguiendo la regla acabada de enunciar, sería de esperar
que los grupos más primitivos —aquellos que habían sido empujados hasta los círculos
más alejados— exhibiesen la mayor uniformidad cultural, de modo que no sería
sorprendente encontrar esta identidad en áreas tan periféricas como el Nuevo Mundo,
Europa, Australia, Sudáfrica, etc., y esto es precisamente lo que se ha observado.
Unas líneas de evidencia que exploraremos algo más adelante nos llevan a la
conclusión de que no deberíamos explorar estas áreas marginales, tanto respecto a
coetáneos primitivos como a restos fósiles, en pos de una perspectiva de las etapas
iniciales de la posición cultural del hombre. Es precisamente en estas áreas marginales
donde no las encontraremos. La lógica de este argumento fue a la vez evidente para y
llanamente rechazada por E. A. Hooten, que observó:[156]

La adopción de un principio como este demandaría la conclusión de que


aquellos lugares donde uno encuentra formas primitivas de cualquier
orden de animal son precisamente los lugares donde estos animales no
pudieran haberse originado. ...
Pero este es el principio de lucus a non lucendo, esto es, de encontrar
luz donde uno no debiera, y que llevado a su extremo lógico nos llevaría
a buscar la cuna del hombre en aquella área donde no hay trazas del
hombre antiguo y de ninguno de sus precursores primates [mi énfasis,
ACC].

William Howells ha escrito con cierta extensión acerca de que, en sus palabras,
«todas las huellas visibles llevan fuera de Asia».[157] Luego examina la situación
respecto a las líneas migratorias emprendidas por los «blancos» y supone que al
principio estuvieron atrincherados en el sudoeste de Asia «aparentemente con los
Neandertales al norte y oeste de ellos». Él propone que en tanto que la mayoría de ellos
penetraron tanto en Europa como en África del Norte, algunos de ellos pueden haberse
desplazado hacia el este a través del Asia central y hacia el interior de China, lo que
podría dar explicación de los ainu y de los polinesios. Él cree que la situación con
respecto a los mongoloides es bastante clara, siendo que el origen de ellos estuvo más o
menos en la misma área que la de los «blancos», desde donde poblaron el Este. Los
pueblos de tez oscura son, en sus palabras «un rompecabezas mucho más formidable».
Cree él que los aborígenes australianos se pueden remontar hasta la India, con alguna
evidencia de ellos quizá en la Arabia meridional. Es de suponer que los negros africanos
deben también haber derivado del Oriente Medio, quizá llegando a África por el
Cuerno, y por ello también por vía de Arabia. Sin embargo, hay un número de pueblos
de piel negra que parecen esparcidos aquí y allá de una manera que él denomina como
«el enigma culminante», una de cuyas características principales es la peculiar relación
entre los negros y los negritos. De estos últimos, dice lo siguiente:[158]

Se les localiza entre los negros en la selva del Congo, y aparecen en el


límite oriental de Asia (las islas Andaman, la península de Malaca,
probablemente la India, y posiblemente en el pasado en el sur de China),
en las Filipinas y en Nueva Guinea, y quizá en Australia, con probables
trazas en Borneo, las Célebes y diversas islas de Melanesia.
Todas estas son áreas de «refugio», e inhóspitas selvas remotas que
los pigmeos han ocupado evidentemente cuando pueblos más poderosos
llegaron posteriormente a las mismas regiones ...
Hay diversas cosas que se hacen patentes en base a estos hechos. Los
negritos deben haber migrado desde un punto común. ... Y es imposible
suponer que su punto de origen estuviera en cualquier extremo de su
ámbito. ... Es mucho más probable que procediesen de un punto medio,
que es Asia.
Así, hay una medida muy amplia de acuerdo acerca de que las líneas migratorias
irradian no desde un punto en alguna parte en África, Europa o el Lejano Oriente, sino
de un área geográfica que debe asociarse estrechamente con aquella parte del mundo en
la que no solo la Escritura parece decir que el hombre comenzó a poblar físicamente el
mundo después del Diluvio, sino también donde comenzó culturalmente. Contemplando
la difusión de la civilización tal como hemos contemplado la difusión de la humanidad,
está claro que las líneas siguen el mismo curso. La diferencia esencial, si estamos
observando las secuencias cronológicas actuales, es que en tanto que se mantiene que la
dispersión de la humanidad tuvo lugar hace cientos y cientos de miles de años, la
dispersión de la civilización es un acontecimiento que ha tenido lugar casi dentro de los
tiempos históricos.
Uno podría postular que aquellos cuya migración tuvo lugar hace cientos de miles de
años y cuyos restos nos proporcionan el hombre fósil y las culturas prehistóricas
(auriñaciense, etc.) constituían una especie; y que los que iniciaron la cultura básica en
la región del Oriente Medio —el momento clave de todas las culturas históricas
subsiguientes en el mundo— constituían otra especie. Algunos han propuesto
provisionalmente un concepto como éste contemplando al Hombre de Neanderthal
como una especie o subespecie más antigua que quedó eliminada con la aparición del
llamado «hombre moderno».[159] La asociación de los Neanderthales con modernos en
los hallazgos del Monte Carmelo parece chocar con este concepto.[160] Y, desde luego,
hay en la actualidad un acuerdo muy extendido acerca de que, con la excepción de los
hallazgos más recientes de Sudáfrica, todos los fósiles de los hombres prehistóricos,
primitivos y modernos, forman una sola especie, Homo sapiens.
Ralph Linton contemplaba las variedades de hombre reveladas por los hallazgos de
fósiles como debidas a factores que ya hemos bosquejado. Tal como él lo expresó:[161]

Si estamos en lo cierto en nuestra creencia de que todos los hombres


existentes pertenecen a una sola especie, el hombre primitivo debe haber
sido una forma generalizada con potencialidades para evolucionar a
todas las variedades que conocemos en la actualidad. Además, parece
probable que esta forma generalizada se extendió ampliamente y de
forma rápida, y que en el transcurso de unos pocos miles de años de su
aparición, pequeños grupos de individuos estaban esparcidos por la
mayor parte del Viejo Mundo.
Estos grupos se encontrarían en muchos medios diferentes, y las
peculiaridades físicas que fuesen ventajosas para uno de ellos carecerían
de importancia o serían en la práctica perjudiciales para otro. Además,
debido al relativo aislamiento de estos grupos y a sus circunstancias
habituales de relaciones de estrecha consanguinidad, cualquier mutación
favorable o al menos no dañina bajo aquellas circunstancias particulares
tendría la mayor probabilidad de extenderse a todos los miembros del
grupo.
Parece bien posible dar cuenta de todas las variaciones conocidas en
nuestra especie sobre esta base, sin invocar la teoría de una pequeña
cantidad de variedades distintas.

Contemplados bajo esta luz, los especímenes fósiles degradados que se encuentran
en regiones marginales no se deberían tratar ni como experimentos evolutivos «fallidos»
hacia la producción del verdadero Homo sapiens, ni como fases «exitosas» pero solo
parcialmente completas, o eslabones, entre los simios y los hombres. Lo cierto es que,
como Griffith Taylor estaba dispuesto a admitir,[162] «la situación de eslabones
“perdidos” como el Pithecanthropus en Java, etc., parecía tener poco que ver con la
cuestión de la tierra cuna de la humanidad». De hecho, hubiera podido decir lo mismo
acerca de la cuestión de los orígenes humanos. Y concluye: «Se trata casi ciertamente
de ejemplos de un ... tipo que ha sido empujado fuera a los márgenes».
Así, la manera en que uno estudia o contempla estos restos fósiles está muy afectada
por la forma que uno tenga de pensar, si lo hace en términos de procesos biológicos o
históricos. El profesor A. Portmann de Viena observó:[163]

Una misma pieza de evidencia adoptará aspectos totalmente diferentes


según el ángulo —paleontológico o histórico— desde el que la
observemos. La veremos bien como un eslabón en una de las muchas
series evolutivas que el paleontólogo intenta establecer, o como algo
vinculado con acciones y desarrollos de la historia remota que
difícilmente podemos esperar reconstruir. Permítaseme decir claramente
que por mi parte no tengo la más ligera duda de que los restos del
hombre primitivo que nosotros conocemos deberían ser todos juzgados
desde criterios históricos.

Esta misma aproximación hacia el significado del hombre fósil ha sido seguida con
cierto detalle por Wilhelm Koppers, que piensa que «el primitivismo en el sentido de
una mayor proximidad del hombre a la bestia» puede en ocasiones ser «resultado de un
desarrollo secundario».[164] Él cree que sería mucho más lógico «evolucionar» el
Hombre de Neanderthal desde el Hombre Moderno que el Hombre Moderno desde el
Hombre de Neanderthal. Él mantiene que el Neanderthal era un tipo especializado y
más primitivo, pero más tardío que el hombre moderno, al menos por lo que se refiere a
Europa.
Una autoridad tan grande como Franz von Weidenreich[165] estaba también
preparada para admitir de manera inequívoca: «No se ha descubierto hasta la fecha
ningún tipo de hombre fósil cuyos rasgos característicos no se puedan seguir de vuelta
al hombre moderno» [mi énfasis]. Esto concuerda con la opinión de Griffith Taylor,
[166] que observó: «Desde luego, se está acumulando la evidencia de que los pueblos
paleolíticos de Europa estaban mucho más relacionados con las razas que ahora viven
en la periferia de las regiones euroafricanas de lo que se admitía previamente». Hace
muchos años, Sir William Dawson exploró este mismo tema y lo expuso hasta cierta
extensión en su obra, hermosamente redactada pero casi completamente
ignorada, Fossil man and Their Modern Representatives. Aunque hubo un tiempo en el
que la unidad del hombre fue puesta en cuestión, vemos que no lo fue por todos.
En la actualidad, se nos asegura desde casi todos los lados que la raza humana es,
como dice la Escritura, «de una sangre», una unidad que comprende al hombre antiguo
y moderno, al primitivo y civilizado, al fósil y al coetáneo. Esto lo afirman Ernst Mayr,
[167] Melville Herskovits,[168] W. M. Krogman,[169] Leslie White,[170] A. V.
Carlson,[171] Robert Redfield,[172] y desde luego la misma UNESCO.[173] En el
Simpsio de Cold Springs Harbor sobre «Quantitative Biology [Biología cuantitativa]»
celebrado en 1950, T. D. Stewart,[174] en un artículo titulado «Earliest Representatives
of Homo Sapiens [Los más antiguos representantes del Homo sapiens]», expresó sus
conclusiones en las siguientes palabras, «Por ello, lo mismo que Dobzhansky, no veo
actualmente razón alguna para suponer que haya existido más que una sola especie de
homínidos en cualquier nivel temporal en el Pleistoceno». Alfred Romer[175] observó,
en un comentario acerca de la colección de hallazgos fósiles procedentes de Palestina
(Mugharet-et-Tabun, y Mugharet-es-Skuhl), «En tanto que ciertos de los cráneos son
desde luego Neanderthales, otros exhiben en un grado variable numerosos rasgos
neantrópicos (esto es, del “hombre moderno”)». Subsiguientemente, identifica tales
cráneos neantrópicos como pertenecientes al tipo general Cro-Magnon en Europa —un
tipo humano que parece haber sido un espécimen físico espléndido. Propone más
adelante que el grupo humano del Monte Carmelo «se puede considerar como debido a
hibridación de la raza dominante (hombre de Cro-Magnon) con sus humildes
predecesores (hombre de Neanderthal)». Así, la imagen que una vez tuvimos de medios
hombres simiescos andando en una postura encorvada, que hubieran precedido a la
llegada del Hombre «verdadero», ha cambiado totalmente con la acumulación de
evidencias. Ahora se sabe que estas criaturas pretendidamente encorvadas andaban
totalmente erguidas,[176] que su capacidad craneana excedía por lo general a la del
hombre europeo moderno (en caso de que esto signifique algo), y que vivían colindantes
con la raza más desarrollada (hablando físicamente) que el mundo haya visto
probablemente en toda su historia.
Como un ejemplo extraordinario de la inmensa variabilidad que puede mostrar una
población temprana, pequeña y aislada, no hay nada mejor que referirnos a los hallazgos
en Chou-kou-tien en China,[177] en la misma localidad en la que se encontró el
Hombre de Pequín. Estos restos fósiles procedieron de lo que ahora se conoce como la
Cueva Superior, y pertenecen a siete individuos que parecen ser miembros de una
familia: un anciano que se considera como mayor de 60 años, un hombre más joven, dos
mujeres relativamente jóvenes, un adolescente, un niño de cinco años, y un recién
nacido. Junto con ellos se encontraron utensilios, ornamentos y miles de fragmentos de
animales.
El estudio de estos restos ha desvelado algunos hechos sumamente interesantes. El
más importante en el presente contexto es que, a juzgar por la forma craneana, en esta
familia tenemos a un representante del Hombre de Neanderthal, una mujer «melanesia»
que nos recuerda a los ainu, un tipo mongol, y otro que es bastante semejante a la mujer
esquimal actual. Al comentar estos hallazgos, Weidenreich expresó su asombro ante la
gama de variabilidad:[178]

Lo sorprendente no es la aparición de tipos paleolíticos del hombre


moderno que se parecen a tipos raciales de la actualidad, sino su
aparición conjunta en un sitio e incluso en el seno de una sola familia,
considerando que estos tipos se encuentran en la actualidad asentados en
regiones remotas entre sí.
Formas semejantes a la del «Viejo», como se le ha llamado, se han
encontrado en el Paleolítico Superior, Europa occidental y África del
norte; las que se parecen estrechamente al tipo melanesio, en el neolítico
de Indochina, entre los cráneos antiguos procedentes de la Cueva de
Lagoa Santa en Brasil, y en la población melanesia actual; los que se
parecen estrechamente al tipo esquimal aparecen entre los amerindios
precolombinos de México y otros lugares en Norteamérica, y entre los
esquimales en el oeste de Groenlandia en la actualidad.
Luego Weidenreich procede a observar que el crisol de mezcla de razas del Chou-
kou-tien paleolítico «no está solo».[179] En Obercassel, en el valle del Rin, se
encontraron dos esqueletos, uno de un varón viejo y otro de una mujer más joven, en un
sepulcro de alrededor del mismo período que el yacimiento funerario en Chou-kou-tien.
Dice él: «Los cráneos son de apariencia tan diferente que uno no vacilaría en asignarlos
a dos razas si procediesen de localidades separadas». Tan confusa es la imagen que
ahora aparece que observa:[180]

Los antropólogos físicos se encuentran en un callejón sin salida por lo


que respecta a la definición y a la extensión de las razas humanas
individuales y su historia. ...
Pero uno no puede echar a un lado todo un problema debido a que
hayan fracasado los métodos aplicados y aceptados como históricamente
intocables.

Con todo, esta extraordinaria variabilidad permite el establecimiento de líneas de


relación que parecen entrecruzarse en todas las direcciones como una densa red de
evidencia de que estos restos fósiles pertenecen mayormente a una sola familia.
Griffith Taylor vincula entre sí a los melanesios, negros y amerindios.[181] Esta
misma autoridad propone una relación entre el Hombre de Java y el Hombre de
Rhodesia.[182] Relaciona también a ciertas tribus suizas que parecen constituir una
bolsa de un antiguo grupo racial con la gente del norte de China, los sudaneses, los
bosquimanos de Sudáfrica y los aetas de Filipinas.[183] También relacionaría el cráneo
de Prednost con la población auriñaciense y con los australoides.
[184] Macgowan[185] y Montagu[186] están convencidos de que las poblaciones
aborígenes de América Central y del Sur contienen un elemento negroide así como
australoide. Se admite casi universalmente que el Hombre de Grimaldi era negroide
aunque sus restos se encuentran en Europa,[187] y lo cierto es que el tipo negroide está
tan extendido que incluso el Pithecanthropus erectus fue identificado como negroide
por Buyssens.[188]
Huxley mantenía que la raza Neanderthal debe estar estrechamente relacionada con
los aborígenes australianos, en particular los de la provincia de Victoria;[189] y otras
autoridades mantienen que el mismo grupo humano australiano debe ser relacionado
con la famosa raza de Canstadt.[190] Alfred Romer relaciona el hombre de Solo de Java
con el hombre de Rhodesia de África.[191] Hrdlicka relaciona de manera similar el
cráneo de Olduvay con la mujer de La Quina, La Chapelle y otros especímenes de linaje
básicamente africano,[192] y sostiene que también se tienen que relacionar con las razas
indias, esquimales y australianas. Incluso de la mandíbula de Mauer se cree que es de
tipo esquimal.[193]
No podemos hacer nada mejor que recapitular esta imagen general citando a Sir
William Dawson que, muy por delante de su época, escribía en 1874:[194]

¿Qué relación exacta tienen estos europeos primitivos entre sí? Solo
podemos decir que todos parecen indicar una estirpe básica, y que dicha
estirpe está vinculada con la línea camita del norte de Asia que tiene sus
ramas externas hasta el día de hoy tanto en América como en Europa.

Aunque es perfectamente cierto que la tesis que presentamos aquí tiene, por lo que
respecta a la cronología, todo el peso de la opinión científica en su contra, es también
perfectamente cierto que la interpretación de los datos que hemos dado concuerda de
una manera maravillosa, y, desde luego, hubieran permitido predecir tanto la existencia
de unas relaciones físicas ampliamente esparcidas así como una excepcional
variabilidad entre los miembros de cualquier familia. Además de estas vinculaciones
fisiológicas, existen, naturalmente, muchas vinculaciones culturales. Como un ejemplo
aislado el pintado de los huesos de los difuntos con ocre rojo, una costumbre que hasta
no hace mucho era practicada por los amerindios, se ha observado en los yacimientos
funerarios prehistóricos en casi cada parte del mundo. Es cosa cierta que una costumbre
así difícilmente hubiera surgido de forma independiente en todas partes, en base a
alguna suposición de que «las mentes humanas funcionan en todas partes de una manera
muy semejante ...». Parece mucho más razonable suponer que esta costumbre se
esparció con las gentes que la llevaron consigo al irradiar rápidamente a partir de algún
punto central.
Esto nos lleva una vez más a la cuestión de la posición geográfica de esta Cuna de la
Humanidad. Se está acumulando a diario la evidencia de que, como ser culto, el lugar
del origen del hombre estuvo en alguna parte del Oriente Medio. Ninguna otra región
del mundo es tan susceptible de haber sido el Hogar del Hombre, si
por hombre comprendemos algo más que meramente un simio inteligente.
Vavilov[195] y otros[196] han observado en repetidas ocasiones que la gran mayoría de
las plantas cultivadas del mundo, especialmente los cereales, remontan sus orígenes a
esta región. Henry Field observa:[197]

Es posible que Irán resulte haber sido uno de los jardines de infancia del
Homo sapiens. Durante los períodos Paleolítico Medio o Superior el
clima, la flora y la fauna de la meseta iraniana constituyeron un medio
idóneo para la ocupación humana. Es cosa cierta que Ellsworth
Huntington ha postulado que durante los tiempos del Pleistoceno
posterior el sur de Irán fue la única [énfasis suyo] región en la que la
temperatura y humedad eran ideales, no solo para la concepción y
fertilidad humanas, sino también para la supervivencia.

Se han hecho muchas especulaciones acerca de las rutas emprendidas por los
caucasoides, negroides y mongoloides, al irse poblando el mundo con las sucesivas
oleadas de migraciones. Howells,[198] Braidwood,[199] Taylor,[200] Goldenweiser,
[201] Engberg,[202] Weidenreich,[203] Cole[204] y otros[205] han afrontado el
problema o han expresado opiniones basadas en el estudio de restos fósiles; y,
naturalmente, la obra de Coon Races of Europe trata mayormente del mismo problema.
[206] Ninguna de estas especulaciones puede establecer realmente cómo se originó el
hombre, pero casi todas ellas hacen la misma presuposición básica de que Asia
occidental es su hogar original como criatura de cultura. Desde este centro uno puede
seguir los movimientos de una temprana migración negroide seguida de pueblos
caucasoides hacia Europa. Indudablemente, desde esta misma región salieron hacia
Oriente y el Nuevo Mundo oleadas sucesivas de pueblos mongoloides. En África,
Wendell Phillips,[207] después de estudiar las relaciones de diversas tribus africanas,
concluyó que ya existía la evidencia que hacía posible derivar algunas de las tribus a
partir de una sola estirpe racial (en particular los pigmeos de la selva de Ituri y los
bosquimanos del desierto de Kalahari), que en un momento determinado debió haber
poblado una mayor porción del continente africano solo para retirarse a regiones más
inhóspitas al llegar posteriores tribus negroides al país. El profesor H. J. Fleure
mantenía que se debían discernir evidencias de una naturaleza semejante hacia el norte
y nordeste de Asia y más allá hacia el Nuevo Mundo mediante un estudio en el cambio
de formas de las cabezas en los restos fósiles.[208] Siempre que la tradición está clara
acerca de esta cuestión, apunta invariablemente en la misma dirección y cuenta la
misma historia.
Así, concluimos que de la familia de Noé han surgido todos los pueblos del mundo
—prehistóricos, protohistóricos e históricos. Y los acontecimientos descritos en relación
con Génesis 10 y las declaraciones proféticas de Noé con respecto al futuro de sus tres
hijos se combinan juntamente para proporcionarnos el registro más razonable de la
primitiva historia de la humanidad, historia que, si se comprende correctamente, no nos
demanda en absoluto que creamos que el hombre comenzó con la estatura de un simio y
que solo llegó a un estado civilizado después de una prolongadísima historia evolutiva.

En suma, entonces, lo que hemos tratado de exponer en este capítulo es lo que sigue:

(1) La distribución geográfica de los restos fósiles es de tal naturaleza que se explican
de la forma más lógica tratándolos como representantes marginales de una amplia
dispersión, en parte forzada, a partir de una única población que se estaba multiplicando
en un punto más o menos central a todos ellos, y que envió sucesivas oleadas de
emigrantes, cada oleada impulsando la anterior más hacia la periferia;
(2) Los especímenes más degradados son aquellos representantes de este movimiento
general que fueron empujados a las áreas más inhóspitas, donde sufrieron una
degeneración física como consecuencia de las circunstancias en las que se vieron
forzados a vivir;
(3) La extraordinaria variabilidad física de los restos fósiles resulta de que los
movimientos tuvieron lugar en pequeños grupos aislados y fuertemente consanguíneos;
pero las semejanzas culturales que vinculan entre sí incluso a los más dispersos entre
ellos indican un origen común para todos;
(4) Lo que he dicho que es cierto del hombre fósil es igualmente cierto de las
sociedades primitivas coetáneas así como de las que están ahora extintas;
(5) Todas las poblaciones inicialmente dispersas pertenecen a una estirpe básica —la
familia camita de Génesis 10;
(6) Los colonos camitas iniciales fueron posteriormente desplazados o aplastados por
los indoeuropeos (es decir, jafetitas), que sin embargo heredaron o adoptaron, y
edificaron de manera extensiva sobre la tecnología camita, y que con ello consiguieron
una ventaja en cada área geográfica en la que se esparcieron;
(7) A lo largo de los grandes movimientos de pueblos, tanto en tiempos prehistóricos
como históricos, nunca hubo ningunos seres humanos que no perteneciesen a la familia
de Noé y sus descendientes;
(8) Finalmente, esta tesis queda fortalecida por la evidencia de la historia que expone
que las migraciones siempre han mostrado la tendencia a seguir esta pauta, que ha ido
frecuentemente acompañada de ejemplos de degeneración tanto de los individuos como
de tribus enteras, resultando generalmente en el establecimiento de una pauta general de
relaciones culturales paralelas con las que ha revelado la arqueología.
El capítulo 10 de Génesis se encuentra entre dos pasajes de la Escritura con los que
está relacionado de tal manera que arroja luz sobre ambos. En el primero, Génesis 9:20–
27, se nos da un atisbo de la relación existente de los descendientes de los tres hijos de
Noé a lo largo de la historia subsiguiente, donde Cam hace gran servicio, Jafet es
ensanchado, y el lugar de responsabilidad originalmente dado a Sem es asignado
finalmente a Jafet. No se nos dice aquí cual es la naturaleza del servicio de Cam, ni
cómo Jafet sería ensanchado, ni qué posición especial iba Sem finalmente a ceder a su
hermano. En el segundo pasaje, Génesis 11:1–9, se nos dice que los hombres hablaban
un único lenguaje hasta que se propuso un plan que llevó a una espectacular dispersión
de los planificadores sobre toda la tierra.
En el centro se levanta Génesis 10, que nos proporciona unas claves vitales para la
comprensión de estas cosas, donde se nos dice exactamente quiénes eran los
descendientes de cada uno de estos tres hijos. Con esta clave, y con el conocimiento de
la historia que tenemos en la actualidad, podemos ver la relevancia de ambos pasajes.
Ahora comprendemos de qué manera Cam llegó a ser siervo de sus hermanos, de qué
manera la extensión de Jafet sobre la tierra se podía designar más como un
ensanchamiento que como una dispersión, y en qué circunstancias Sem ha cedido su
posición de especial privilegio y responsabilidad a Jafet. No podríamos haber percibido
plenamente cómo se habían cumplido estas declaraciones proféticas sin nuestro
conocimiento de quiénes entre las naciones eran camitas, y cuáles eran jafetitas. Y este
conocimiento lo derivamos enteramente de Génesis 10.
Además, la verdadera relevancia de los acontecimientos que rodearon y siguieron del
plan frustrado de edificar la Torre de Babel también se nos escaparía excepto por el
conocimiento de que fueron los descendientes de Cam los que pagaron la pena. Esta
pena los llevó a ser esparcidos muy tempranamente y los forzó al papel de pioneros para
abrir el mundo para la habitación humana, servicio que cumplieron con un éxito
notable, pero con un coste inicial no pequeño para sí mismos.
Además, si consideramos cuidadosamente esta cuestión, percibiremos también la
gran sabiduría de Dios que, con el fin de preservar y perfeccionar Su revelación de Sí
mismo, nunca permitió a los semitas alejarse mucho del centro cultural original, a fin de
preparar una rama de la familia para que llevase su Luz al mundo tan pronto como el
mundo estuviera preparado para recibirla. Porque es un principio reconocido por nuestro
Señor en el Nuevo Testamento, cuando alimentó a las multitudes a la vez que les
predicaba, que la verdad espiritual no es bien comprendida por aquellos cuyas fuerzas
están totalmente ocupadas en tratar de sobrevivir.
Así, allí donde Cam fue como pionero y abrió el mundo a la ocupación humana, Jafet
siguió de manera más pausada para consolidar y hacer más seguro el «dominio» inicial
conseguido de esta manera. Y entonces —y solo entonces— estuvo el mundo
capacitado y preparado para recibir la Luz que iba a alumbrar a los gentiles y a cubrir la
tierra con el conocimiento de Dios como las aguas cubren el mar.

Nota sobre el tiempo que tomaron las migraciones primitivas.

Kenneth Macgowan expone que con respecto a la «Cuna del Hombre» en el


Medio Oriente, el asentamiento más distante es el que se encuentra en el
extremo más meridional de América del Sur, aproximadamente a unos 24.000
kilómetros de camino. ¿Cuánto tiempo se precisaría para tal viaje? Dice que
se ha estimado que los hombres hubieran podido cubrir los 6000 kilómetros
desde Harbin, en Manchuria, hasta la isla de Vancouver, en un tiempo tan
breve como 90 años (Early Man in the New World, Macmillan, 1950, p. 3 y
mapa en la p. 4).
¿Y qué acerca del resto de la distancia en dirección al sur? Dice Alfred
Kidder: «Una pauta de caza basada primariamente en caza mayor hubiera
conducido al hombre a la zona meridional de América del Sur sin necesitar en
aquel tiempo una gran adaptación localizada. Se hubiera podido realizar con
una relativa rapidez, en tanto que hubiera camellos, caballos, perezosos y
elefantes disponibles. Todas las indicaciones señalan a la realidad de que
efectivamente fue así». (Appraisal of Anthropology Today, University of
Chicago Press, 1953, p. 46.)

Tarsis-Afroiberia. Parte 1. Introducción y nombres


Abro esta nueva serie de artículos con el propósito de demostrar que los antiguos hebreos
llamaron Tarsis (Tarshish si somos fonéticamente rigurosos) a Afroiberia, o al menos a una
región costera del poniente mediterráneo. Pese a que la labor no comporta dificultades
intrínsecas, pues toda la documentación disponible está a su favor, existen dos escollos
importantes que pueden provocar los recelos del lector. Por un lado, desde los 1950s las teorías
tradicionales sobre la ubicación de Tarsis (que miraban a nuestras tierras con simpatía) han sido
desplazadas por nuevas corrientes académicas que han puesto todo su empeño desmitificador
en convencernos de lo absurdo de tal identificación. El segundo obstáculo es que toda la
información disponible se encuentra en la Biblia, lo cual genera a la vez dos problemas. El
primero es el prejuicio que existe hacia este libro como objeto arqueológico e histórico, y más
aún en España, donde los estragos del nacional-catolicismo franquista aún no se han curado del
todo. El segundo problema es la incultura popular y académica de los españoles con respecto a
las culturas semitas. Pese a lindar con Marruecos y haber sido gobernados ocho siglos por
musulmanes, pese a que fuimos “colonizados” por fenicios y cartagineses, pese a que nuestra
tradición judeo-cristiana tiene irrenunciables raíces semitas, nuestra segunda “lengua clásica”
tras el latín es el griego, no el hebreo o el árabe. El propio catolicismo ha sido el mayor verdugo
en este proceso, y no sólo porque temiera que sus feligreses se acercaran a credos como el judío
o el musulmán. Pocos católicos saben que nuestros padres tuvieron vetado por el Papa la lectura
de la Biblia hasta los años 1960s y el Concilio Vaticano II. Hasta ese momento, el católico podía
tener en casa misales, vidas de santos y demás quincalla, pero la Biblia, su supuesto pilar de fe,
figuraba entre los libros prohibidos por el índice vaticano. Sólo se podía escuchar la Biblia, en
latín y a trocitos, durante la misa dominical. Se atribuía a los luteranos y demás iglesias
reformadas el vicio de leer en casa la Biblia, a veces en sus lenguas originales, para luego
cometer la blasfemia de interpretarla de manera personal. Unos insensatos estos teutones.

Ya hablamos del valor de las fuentes textuales para conocer nuestra protohistoria y antigüedad,
y de cómo los documentos bíblicos son al menos tan válidos como los grecolatinos, así que no
abundaremos mucho más en la cuestión. Sin embargo, es necesario subrayar la absoluta falta de
formación de nuestros investigadores en materia de lengua hebrea o cananea, mundo bíblico,
etc., incluso por parte de aquellos considerados expertos en la mal denominada “colonización
fenicia”. Créanme que no exagero, es algo que carece de explicación, que da vergüenza ajena a
cualquiera con una formación básica en estos campos. Entiendo que la culpa de todo la tienen el
aislamiento y falta de cooperación entre departamentos universitarios. Los arqueólogos viven
tan encapsulados que ni siquiera esperan que, un día, cualquier simple estudiante de semíticas
podrá burlarse de las chorradas que se atreven a defender ante su sumiso público. Lo peor de
todo es que esta tontería posmoderna puede llevarles a ver lógico, e incluso digno de alabanza,
andar sentando cátedra sobre lo que realmente dice Génesis o Ezequiel en tal o cual pasaje sin
haber leído más de dos renglones seguidos de la Biblia y sin saber siquiera el alefato (“cosas de
curas”). Quizás por eso no se enteran de que los supuestos argumentos bíblicos que esgrimen en
contra de la ubicación de Tarsis en Afroiberia son precisamente los pasajes más recientes, los
más ambigüos y/o los más descontextualizados. En cualquier caso, nada justifica la vehemencia
casi agresiva y la falta absoluta de rigor en sus argumentos. Errores sí, fanatismos los precisos.

La Biblia tiene muy justificada su forma plural en latín, “los libros”, pues es más una biblioteca
que un único libro. Por esa razón, no todos los documentos bíblicos tienen la misma antigüedad
ni el mismo peso específico. No se trata de imponer al lector laico los valores de la Biblia, pero sí
debería aceptar las normas que rigen dicho canon. Quiero decir que no les pido que
personalmente concedan más grandeza espiritual a Génesis que a Macabeos II, sino que
comprendan que para el hebreo de la antigüedad dichas diferencias existían. Esto es vital a la
hora de cuestionar las fuentes aduciendo añadidos, adulteraciones, correcciones, etc. Como la
mayoría tenemos un trasfondo cultural y formativo católico pondré un ejemplo en este ámbito.
Si yo dijera “Padre nuestro, que estás en Taiwan, venga a nosotros tu programa de televisión,
hágase tu bizcocho así en la piscina como en el porche”, todos captaríamos al vuelo que estoy
parodiando, para algunos blasfemamente, el “Padre Nuestro”. Si por el contrario digo que el
padre de Santa Teresita de Kentucky se llamaba John y no Henry, la cosa pasa a ser irrelevante,
dominio exclusivo del biógrafo o historiador. La conclusión a la que llegamos instantáneamente
es que existen diferentes grados de importancia en nuestras fuentes cristianas: no es lo mismo la
oración mayor que nos legó el de Galilea para la salvación de nuestras almas que un trozo
intrascendente de la vida de un santo reciente y secundario. En el primer caso cualquier
interpolación, cambio o añadido cantará por peteneras incluso a los ojos del que jamás pisa una
iglesia, ya que el “Padrenuestro” es algo perfectamente identificable y memorizado entre la
cultura popular. En el segundo caso la libertad es mayor, porque es cosa de minorías beatas y de
eruditos. Exactamente igual pasa con el Antiguo Testamento y el uso que hacían de él los
hebreos anteriores a nuestra era. Cuando uno ve la alegría y desvergüenza con que nuestros
académicos atribuyen manipulaciones en los textos bíblicos no podemos dejar de preguntarnos
si esos payasos realmente creen que a los hebreos le podías estar adulterando cada día sus
creencias fundamentales.

En la Biblia, la voz “Tarsis” hace a veces referencia directa al legendario fundador de un pueblo o
a la tierra habitada por sus descendientes. En otras ocasiones la referencia es indirecta (por
ejemplo materias primas, inventos o costumbres “de Tarsis”) y, finalmente, hay un par de citas a
homónimos que nada tiene que ver con nuestra Tarsis. Los textos bíblicos también pueden
incurrir en repeticiones, en cuyo caso debemos determinar cuál fuente es la original y, por tanto,
menos sujeta a posibles adulteraciones. Más aún, unas veces dicha repetición es exacta y
abiertamente reconocida, como veremos que ocurre entre el capítulo 10 de Génesis y el primero
de 1Crónicas, mientras que en ocasiones necesitamos hilar más fino (hazañas de Samuel que
parecen calcadas de las de Josué o, tal y como comprobaremos, iniciativas comerciales de
Salomón luego atribuidas a sus descendientes como propaganda). Existen además unas
dataciones estimadas para los textos, tanto para la idea originaria (probablemente oral) como
para las sucesivas modificaciones, las cuales nos permite saber si aquellos hebreos de la historia
realmente trataron con Tarsis (o al menos con los fenicios de Tiro que la frecuentaban) o si ya
hablaban de oídas y casi mitológicamente. Para afrontar con éxito estos retos sólo conozco dos
recetas: dominar la Biblia y el hebreo. En mi caso, reconozco que no puedo citar el Libro de
libros como haría un predicador del Mississippi, y que si me dejaran sólo por las calles de
Jerusalén apenas balbucearía un hebreo de parvulario. Pero déjenme un par de horas con mis
excelentes diccionarios, mis diferentes biblias y mis viejos apuntes de clase, y les aseguro que
soy capaz de desentrañar el significado más literal de cualquier versículo bíblico. Con todo, soy
consciente de que no todo el mundo está dispuesto a soportar las cansinas elucubraciones
filológicas e históricas que puedan defender cada uno de mis argumentos. Por ello en cada una
de las partes de esta larga serie de entradas, y en cada epígrafe que las componga, comenzaré
enunciando mi tesis general y sus motivos, para que todo aquel que confíe en mi formación y
capacidad pueda ahorrarse el sermón. Forofos, masoquistas y críticos recalcitrantes: síganme
hasta el último renglón, que yo se lo agradezco.

Tarsis-Tartessos

En prácticamente todos los manuales sobre Tartessos o sobre Protohistoria Peninsular aparece
un epígrafe tipo “¿Tarsis o Tartessos?”, cuya lectura es una total pérdida de tiempo. En cada uno
de ellos se niega sistemáticamente la identificación entre la Tarshish bíblica y el Tartessos
griego, lo cual nos lleva a sospechar: ¿para qué repiten lo mismo en cada novedad editorial si tan
claro lo tienen? La respuesta es que estos capítulos o epígrafes nunca tuvieron como objetivo la
información sino todo lo contrario: son propaganda para desinformar. Que algunos de ellos lo
hagan pusilánime e inconscientemente no lo dudo, pero todos se pliegan a la inercia del
eurocentrismo vigente y colaboran en la confusión actual. ¿Por qué se da esta actitud? Siento no
tener respuesta. Supongo que todo empezó protegiendo el antiguo paradigma racista, aquella
historia de los argantonios medio celtas echados a los brazos de los divinos griegos para salvar el
pellejo de las despiadadas y lascivas hordas semitas. En ese contexto podemos imaginar lo mal
que caería la intromisión de fuentes cananeas (¿qué otra cosa eran los hebreos y su Biblia?) en la
escena. Pero lo cierto es que hoy se ha impuesto la noción de Tartessos como “aborigen
aculturado por fenicios” y se sigue abominando del concepto Tarsis. Probablemente el carácter
religioso de la Biblia tenga mucho que ver con el mantenimiento de este desdén, al menos entre
los autores españoles. Además, nuestro inveterado complejo de inferioridad nos impide aceptar
que la Biblia, nada menos, haga repetidas alusiones a nuestras tierras.

La defensa de un argumento pasa necesariamente por la mención de sus posibles alternativas. A


menudo, me ocurre constantemente en este blog, refutar los argumentos del contrario te lleva
más tiempo y tinta que exponer los tuyos propios. Sin embargo, estos capítulos de los que hablo
citan casi exclusivamente las partes de la Biblia que le convienen y los autores que les bailan el
agua. Si por ejemplo se ven obligados a citar autores favorables a la identidad entre Tarsis y
Tartesso, suelen escoger “nuevas promesas” como Schulten o incluso el Padre Pineda (¡de
tiempos de Felipe II!). El tono es habitualmente severo, como proveniente de alguien harto de
aguantar las fantasías de cuatro cretinos, de alguien que tiene prisa por poner los puntos sobre
las íes y poderse dedicar a hacer “ciencia” de una vez por todas. Los contenidos, su secuencia
estructural, e incluso los ejemplos con los que engrasar el discurso aparecen copiados de un
libro a otro, a veces literalmente. El objetivo es que el lector asocie la teoria “pro-Tarshish” con
fuentes caducas, con métodos pre-científicos y con oscurantismo bíblico. Negar la identificación
Tarshish-Tartessos debe ser considerado, por el contrario, algo moderno, científico, realista,
evidente, etc. El método que emplean es tan marrullero que durante años, salvando cierto
consuelo en los trabajos de M. Koch, creí que tenía un grave problema de objetividad respecto a
este asunto.

Quizás la pregunta con la que debemos empezar es por qué hay que equiparar Tarsis con
Tartessos. Si los chinos y los americanos hicieran sendas versiones del Quijote, ¿sería justo
tachar a la china de “poco quijotesca” por no parecerse a la interpretación yanqui? Afroibera es
el modelo matriz, siendo Tartessos simplemente su adaptación a ojos grecolatinos. Tarsis no
necesita parecerse a Tarteso, aunque ambos conceptos guarden muchas más similitudes de lo
que nuestros sabios se permitan hoy reconocer. Un ejemplo bastante ilustrativo lo tenemos en la
relación fonética entre ambos términos, negada sistemáticamente por los académicos. Según
ellos no hay nada, absolutamente nada a nivel fonético, que pueda convertir Tar-te-ssos en Tar-
shish, pero al mismo tiempo aceptan la ley de Grimm (el de los cuentos), por la cual muchas de
las “T” del indoeuropeo se convirtieron en “Z” (θ) al pasar al germánico, o la ley de Grassmann,
que registra un cambio similar en las consonantes aspiradas griegas. En todo caso, cualquier
estudiante de bachiller está al corriente de los grupos “t-d-z”, “p-b-f”, etc. y sabe que son sonidos
a menudo intercambiables en el devenir de una lengua. Pasar de Tar-te a Tar-ze no nos debería
sonar tan inverosímil, o al menos sus detractores deberían convencernos de lo contrario con
fuertes argumentos. Como llevamos años esperándolos sin respuesta, deberíamos establecer
nuestras propias explicaciones.

Empecemos con nuestras lenguas prerromanas pues, como dijimos, “Tarshish” no ha de ser hija
ni madre, sino hermana, de la griega “Tartessos”, procediendo ambas del nombre que los
tartesios daban a su propia etnia y territorio. Cada lengua tiene soniquetes característicos, y
cualquiera familiarizado con las culturas ibéricas, sus personajes, topónimos y numismática
sabe, por ejemplo, que la actual palabra “cacharro” suena muy ibérica, mientras que el adjetivo
“benigno” no. Como no soy experto lingüista me siento incapaz de profundizar mucho en la
cuestión, pero sí puedo dar un par de guías tan sencillas como incuestionables. Por ejemplo,
cualquiera que busque en una enciclopedia o en internet el silabario-alfabeto ibérico (o el
tartésico) descubrirá que nuestros abuelos eran poco escrupulosos con los sonidos: “Pa” podía
sonar como “Ba”, “Ki” como “Gi” y “Tu” como “Du”, pues se escribían igual. Como ejemplo sirva
el curioso baile de sonidos que se produce entre los nombres propios Anta-Beles (adaptado a
Indíbil) y Esto-Peles. Otra característica evidente es la abundancia de consonantes iniciales y
medias acabadas en –R (Tar, Kur, Bar), así como cierto gusto por reduplicarlas (Tar-Tar, Kur-
Kur, Bir-Bir). Finalmente, pues sólo comentaremos rasgos implicados en las voces “Tarsis” y
“Tarteso”, hay que decir que la terminación en –IS/–I era común en topónimos de nuestra
región (Hispalis, Bilbilis, Baetis, Tertis, Saetabis, Gili, Iliturgi, Basti, Ilici, Nertobis, etc.) Con
estas sencillas normas podemos remontarnos a la matriz de Tarsis-Tartesso en lengua aborigen,
aunque yo no soy partidario de comprometernos con una fórmula definitiva: dado que la
Península no estaba habitaba por un solo pueblo ni se hablaba una sola lengua, habría diferentes
pronunciaciones antes de la llegada de los “colonizadores”. Así, basta con que los griegos
tomaran primer contacto con unos afroibéricos que pronunciaran “Tartes” y los fenicios con
otros que dijeran “Tartzech” y la deriva fonética está servida.

Las referencias bíblicas a “Tarsis” no son la única prueba de que esa era la pronunciación
semita. Aparte de la controvertida ostraca de Moussaieff, tenemos las letras T-R-Sh-Sh que
encabezan la famosa estela fenicia de Nora (Cerdeña, s.IXaC). Aunque soy de los que creen que
en esa lápida se hace referencia a Tarsis, sería tramposo no facilitar los siguientes datos: no se
sabe si es un texto completo o si formaba parte de un panel por piezas, y no se sabe si esas T-R-
Sh-Sh han de leerse juntas, porquelosfeniciosnoseparabanlasletras. Para colmo, la propia
localización de la estela serviría para apoyar la teoría de que Tarsis no fue un lugar concreto,
sino todo el ámbito mediterráneo occidental y gibraltareño, es decir, lo mismo Nora que Gadir,
lo mismo Cartago que Lixus.

Izquierda: Estela de Nora; derecha: Ostraca Mousssaief. En ambas se


sobreiluminan las letras fenicias que corresponden a Ta-R-SHi-SH.

Por otra parte existe la posibilidad, propuesta por Schulten, de que los hebreos y fenicios
cambiaran a “Tarshish” lo que originalmente era “Tartis” lo mismo que decían “Bashan” a lo que
los arameos llamaban “Batan”, o “Sharshon” a lo que los griegos llamaban “Starton”. Desde
luego, el libertinaje fonético de las lenguas ibéricas invitaría a ello. Pero del mismo modo se
pudo dar lo inverso, como cuando, por influencia del arameo, la ciudad fenicia de tZur pasó a
ser denominada Tiro. Desde ese prisma, sería más lógico pensar que ibéricos y semitas usaban
la forma original TRZ- y que los griegos la alteraron a TRT-. Existe otro argumento que podría
apoyar esta tesis: a diferencia de fenicios y hebreos, que sólo usaron la forma “original”, los
grecolatinos emplearon tanto el radical TRZ- (o TRD-, TRTz, etc.) como su presumible
evolución grecolatina en TRT-, existiendo además variantes de pronunciación dentro de cada
grupo. Tenemos por un lado el clásico “Tartessos” (con una terminación –ssos muy común en
idiomas protogriegos) y, en la misma familia, “Tertis” (arcaico nombre del río Betis con idéntico
final que Tarsis), “Turta” (en Catón) e incluso “Tourtutanoi” (Artemidoro). La forma más usada
dentro de la modalidad original (TRD- en este caso) es la de los “turdetanos” y los “túrdulos”,
que repiten la “u” inicial de Catón, pero hay otras. Polibio (200-118aC) fue un autor griego entre
romanos que nos legó unas curiosísimas formas para llamar a los tartesios. En sus Historias
(3,24,2 y 3,33,9) nos menciona a “Tarseios” y “Zersitai”, términos que para mí se refieren sin
duda a los tartesios y que aún hoy levantan auténticas ampollas entre los académicos.

No puedo detenerme en cada uno de estos aspectos, ni siquiera dentro de esta serie. Espero no
tardar mucho en hacer monográficos dedicados a la Estela de Nora, a la ostraca “fraudulenta”, a
Mastia Tarseios, y en fin a cada uno de los temas que más pudieran haber llamado la atención.
Por ahora me contento con que el lector haya comprendido que es absurda y prepotente la
actitud de los académicos, negándose a equiparar Tarsis con Tartessos y ambas con Afroiberia.
Me basta con que acepten que, topando con la Biblia, toda nuestra formación grecolatina es tan
útil como lo es la lengua hebrea para explicar la tercera dinastía Ming. Sólo a partir de esa
humildad seremos lo bastante objetivos como para profundizar en los pasajes bíblicos que
mencionan a Tarsis y que serán los protagonistas en las siguientes entregas de esta extensa
serie.

VIERNES, 28 DE OCTUBRE DE 2011

Tarsis-Afroiberia. Parte 2. La Tabla de las Naciones


Según el relato bíblico, Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. Dios ordenó que subieran también
al arca con su padre, acompañados de sus esposas. Cuando el diluvio cesó descubrieron que la
humanidad había perecido completamente y recayó sobre ellos la tarea de repoblar la tierra. El
capítulo X del libro de Génesis, conocido como “Tabla de las Naciones” consiste precisamente en
una lista con los descendientes de cada hijo de Noé y su distribución geográfica. Tarsis es citado
como hijo de Javán y nieto de Jafet, habiéndose de localizar, cuanto menos, en el Mediterráneo.

La Tabla de las Naciones es para mí uno de los documentos bíblicos fundamentales para ubicar
Tarsis en Afroiberia o alrededores. Sin embargo, para los académicos españoles este pasaje no
debería ser incluido en el debate Tarshish-Tartessos porque, dicen, el “Tarsis” de Gen.X no sería
más que un personaje casualmente homónimo al pueblo o región que nos ocupa. Cuando los veo
en ese plan no se si son más necios que ruines o viceversa. Toda, repito, toda la comunidad
científica internacional que participa en el debate sobre la Tabla de las Naciones coincide en el
evidente propósito etnográfico del texto, porque no hay “hijo” o “nieto” de Noé en esa lista que
no se corresponda con una etnia o nación de la época. La efectividad de dicha “etnografía”
hebrea puede ser cuestionada, y con toda la razón, pues no comparte nuestros métodos
arqueológicos, lingüísticos, genéticos, etc. Se discute pues sobre la ubicación o la identificación
de tal o cual “hijo-etnia”, se critica el desacierto de los judíos al emparentarlos, su vacilación al
repetir nombres en troncos familiares diferentes, la cronología del texto, etc., pero nadie se
atrevería a suscribir la chorrada de nuestros “tartesiólogos”. Lo peor de todo es que no hace falta
ser experto en Próximo Oriente Antiguo para reconocer entre estos descendientes a Asur
(Asiria), Cush (Etiopía), Mizraim (Egipto), Peleshet (Filistea) y no digamos a Canaan, Elam o
Aram, a las que no le cambia ni una vocal el nombre. Para gente que va por la vida de
“catedrático en Historia Antigua” o, peor aún, de “especialista en colonización fenicia” esta lista
debería sonarles como a ustedes les sonaría que yo dijera que la matriarca Andalucía tuvo ocho
hijas, llamadas Cádiz, Almería, Córdoba, etc. ¿Alguien se atrevería a pensar en personas de
carne y hueso?

Los antiguos hebreos consideraban entonces que el pueblo de Tarsis debía ser emparentado con
el linaje etno-cultural de Jafet por la línea de Javán. Habrá entonces que abordar las
consecuencias de este parentesco, qué ámbito geográfico implica, qué características culturales e
incluso somáticas. En este último sentido debemos ser muy cautos, pues a menudo se ha escrito
que los hebreos bíblicos consideraban camita a la raza negra, semita a la amarilla y jafetita a la
blanca. Simplificando aún más, dicen que Sem es Asia, Cam es África y Jafet Europa. El
despropósito de esta tentadora correspondencia 3 a 3 comienza a hacerse evidente con el tronco
semita: ¿por qué entonces los judíos y árabes, semitas por antonomasia, no tienen piel amarilla
y ojos achinados?, ¿consideramos realmente semitas a los chinos?, ¿son amarillos, siquiera
asiáticos, los melanesios o los apaches? Es evidente –nos dirán- que los antiguos judíos no
conocían la totalidad del orbe y que en su clasificación no podía entrar pueblos tan distantes.
Suena lógico pero ¿por qué no lo aplican también con el noruego y el angoleño? Si para la Tabla
de las Naciones los semitas eran sólo los habitantes de una estrecha franja entre el Mediterráneo
y el Indo, es decir, los asiáticos conocidos por los hebreos, será lógico suponer también que los
jafetitas y los camitas eran, respectivamente, los pueblos euroasiáticos y afroasiáticos de los que
hasta entonces tenían noticia.

Los jafetitas

Es imposible ubicar correctamente a todos y cada uno de los descendientes de Noé, y de hecho
no hay dos autores, modernos o antiguos, que compartan un mismo esquema o teoría al
respecto. Sencillamente faltan datos, y los pocos que disponemos suelen ser objeto de nuestra
tendenciosidad etnocéntrica. Pero sí existen rasgos generales de carácter incuestionable que
pueden ayudarnos a ubicar Tarsis, ocupándonos primero de aquellos que conciernen
colectivamente a los descendientes de Jafet. El rasgo principal de los jafetitas es sin duda la
“distancia” respecto a los hebreos y sus avatares históricos. Si Ham, en su vertiente egipcia,
cananea, filistea, sabea o etíope, forma parte activa de las crónicas hebreas, qué decir de Sem,
linaje de los propios hebreos, pero también de los asirios, arameos, árabes, babilonios, etc. Por
el contrario, los jafetitas siempre aparecen como referencias indirectas, aliados de otros pueblos,
enemigos apocalípticos o fuente de mercancías exóticas. Esta ausencia de contacto efectivo
implica necesariamente que el cuadro etnográfico que de ellos hicieron los hebreos sea menos
nítido que el que desarrollaron para los camitas y semitas.

Otro rasgo llamativo de los jafetitas, al que por cierto no se presta la atención debida, es su
condición litoral o marítima. Cualquiera que se tome la molestia de leer Génesis X verá que,
entre la descendencia de cada hijo de Noé, existe una frase “coletilla” que en Cam y Sem se
repite casi idénticamente y que viene a ser: “Estos son los hijos de Cam/Sem, según sus familias,
sus lenguas y sus países”. Sin embargo, tras la descendencia de Jafet dice:
“De estos fueron pobladas las COSTAS de sus países, dividiéndose según sus lenguas y linajes”.
No se trata de una casualidad, pues vuelve a repetirse cuando la Biblia se refiere a los
descendientes de Jafet:
- “Y enviaré fuego sobre MAGOG, y sobre los que viven seguros en las ISLAS…” (Ez.39:6)
- “… y enviaré de los escapados de ellos a las naciones, a TARSIS, a Fut y Lud que disparan arco,
a TUBAL y a JAVÁN, a las ISLAS LEJANAS que no oyeron de mí, ni vieron mi gloria…”
(Isa.66:19)

Hay que aclarar que la voz hebrea AY sirve lo mismo para designar costas que islas, un poco a la
manera del NESSOS griego. Hay además otra característica general de los jafetitas. Esta sería la
clara división interna entre “anatolios” y “mediterráneos”. De los 7 hijos de Jafet la mayoría
(Magog, Madai, Tubal, Mesec y Tiras) son de ubicación polémica, suelen tener un papel poco
relevante en el resto de la Biblia, y por ahora sólo nos concierne resaltar de ellos que no deben
ser asignados a la ligera, tal y como hace la crítica, dentro del grupo oriental. Nos quedan sólo
dos hijos de Jafet bien desarrollados, Gomer y Javan, representantes del grupo “anatólico” y
“mediterráneo” respectivamente. En el caso de Gomer, existe unanimidad a la hora de ubicarlo
en Anatolia o, en todo caso, en una zona bastante al norte de los hebreos, con otras naciones de
por medio. Las Escrituras tampoco dan ocasión para pensar lo contrario: Gomer junto a su hijo
Togarma son ubicados “en los confines del norte” (Ez38:6), mientras que Askenaz pacta con el
reino de Ararat (este de Turquía) y los Mini (Lago Urmia) (Jer51:27). Curiosamente, ni Gomer
ni sus hijos son expresamente relacionados por la Biblia con las islas/costas.
Los javanitas

Javán tuvo cuatro hijos: Elisa, Tarsis, Kitim y Dodanim. Tanto él como su descendencia
acumulan la mayor cantidad de citas relacionadas con las costas, las islas o la marinería, no sólo
en comparación a otros jafetitas sino respecto a todos los descendientes de Noé. La vinculación
de Tarsis con el mar es tan grande que sólo podremos apreciarla al final de esta serie de
artículos, así que por ahora sólo nos ocuparemos de lo concerniente a su padre y hermanos. Su
ubicación mediterránea, cuanto menos egea, es asumida por la totalidad de la crítica. Tengamos
en cuenta que aún hoy, al hablar hebreo moderno, los israelitas llaman “yavanim” a los griegos.
La importancia de este dato es capital pues reduce considerablemente el área de ubicación de
Tarsis, algo que será muy útil cuando en el futuro nos enfrentemos a las tan aplaudidas teorías
sobre una Tarsis india, árabe o somalí. Como Jafetita, Tarsis ha de habitar forzosamente al norte
o al oeste de Israel, mientras que como Javanita su situación se concreta al área del
Mediterráneo, sobre todo de su costa norte. Esto no elimina muchas otras candidaturas (Tarso
de Cilicia, Cartago, Etruria, etc.) pero coloca a Afroiberia en la buena dirección. Podemos
afirmar sin miedo que Génesis X, la Tabla de las Naciones, avala la localización de Tarsis en
Afroiberia.

Existe cierta corriente teórica que pretende circunscribir el territorio de los javanitas a un área
ridícula: Javán serían los jonios de Asia Menor y, entre sus hijos, Tarsis sería Tarso de Cilicia,
Elisa y Kitim se ubicarían en Chipre y Dodanim sería Rodas. De nuevo, tales afirmaciones sólo
pueden ser dichas por quien desconoce todo de la cultura e historia hebreas. Los israelitas no
eran grandes marinos, si acaso pescadores de cabotaje, así que su conocimiento de las “islas”
mediterráneas no dependió de la proximidad de estás, sino de pueblos que como el fenicio, el
filisteo o el egipcio, les sirvieron de informadores a lo largo de su historia. No podemos hablar
entonces de un territorio javanita compacto y consecutivo, sino de puertos esparcidos a lo largo
del Mar Nuestro, de tal modo que se conocía mucho mejor a la fenicia Gadir que a la inhóspita
Albania, a pesar de la distancia de cada una respecto a Israel. Por ejemplo, los KITIM no son
exclusivamente los habitantes de la colonia chipriota de Kition sino un concepto más amplio que
se refleja en los KHETTA de los murales de las XVIII y XIX Dinastías egipcias, de aspecto
totalmente minoico, o en los mercenarios heteos (como Urías) que protegían al Rey David, por
no hablar de la identificación etno-simbólica que establecían los rabinos entre Roma y Kitim.
Algo parecido ocurre con los filisteos (PELESHET), presentes ya en los Pueblos del Mar que
amenazaron Egipto, y cuyo registro arqueológico en Canaán revela de nuevo un fuerte sustrato
egeo. Por cierto, los hebreos afirmaban que los filisteos eran camitas y no jafetitas,
norteafricanos desplazados primero a Creta u otra “isla” cercana para luego emigrar a Canaán.
Sus razones tendrían.

Pero sin duda fue Tiro la principal fuente de información sobre el Mediterráneo que tuvieron los
autores de la Tabla de las Naciones. Compilada como veremos hacia el 950aC., coincide
temporalmente con el fructífero acercamiento de David y Salomón al reino de Tiro. Los tirios
estaban especialmente interesados en conseguir de los hebreos una salida al Mar Rojo por el
puerto de Esyon-Geber, y a cambio ofrecieron a Israel ayuda económica y logística, al tiempo
que le abrieron todo el catálogo de mercancías de los recientes emporios occidentales. Este es el
contexto en el que nace la Tabla de las Naciones, el de un Israel entusiasmado por su grandeza
política, pero también por los nuevos “descubrimientos” que les traen sus inquietos aliados. Si
aceptamos tempranas visitas de los tirios al Mediterráneo occidental, lo que se ha venido a
llamar precolonización (s.XI-IXaC.), debemos identificar a algunos de estos javanitas como
poblaciones aborígenes en estrecha relación con emporios kinani. Dado que los contactos de
Tiro con Chipre no fueron muy anteriores a los que tuvo con Útica, Gadir, Cartago o Lixus, si
“Kitim” es “Kytion” (Chipre) por mera homofonía, Tertis-Tarteso-Turdetania es también un
buen aspirante a ser la Tarshish bíblica.

Veamos a continuación las citas bíblicas que relacionan a los hijos de Javán con el mar,
recordando que cada vez que leamos “costas” podemos entender “islas” sin ningún problema.
No repetiremos la cita que dimos al hablar de los jafetitas en conjunto (Isa.66:19) que hace
referencia a Javán, como tampoco las correspondientes a Tarsis, protagonistas de otros posts de
esta serie. Aún circunscritos a los hermanos de Tarsis, los testimonios son abundantes, sobre
todo los relacionados con Kitim:
- “…de azul y púrpura de las COSTAS de ELISA era tu pabellón”. (Ez27:7)
- “Vendrán NAVES de la COSTA de KITIM, Y afligirán a Asiria, afligirán también a Heber…”
(Num24:24)
- “Profecía sobre TIRO. Aullad, naves de TARSIS, porque destruida es TIRO hasta no quedar
casa, ni a donde entrar; desde la tierra de KITIM les es revelado. Callad, moradores de la
COSTA, mercaderes de SIDÓN, que pasando el MAR te abastecían.” (Isa23:1-2)
- “Extendió su mano sobre el MAR, hizo temblar los reinos; Jehová mandó respecto a Canaán,
que sus fortalezas sean destruidas.12 Y dijo: No te alegrarás más, oh oprimida virgen hija de
SIDÓN. Levántate para pasar a KITIM, y aun allí no tendrás reposo”. (Isa23:11-12)
- “Porque pasad a las COSTAS de KITIM y mirad…” (Jer2:10)
- “…tus bancos de pino de las COSTAS de KITIM, incrustados de marfil.” (Ez27:6)
- “Porque vendrán contra él NAVES de KITIM…”(Dan11:30)
Flavio Josefo

Josefo fue un historiador judío del s.Id.C. bastante influenciado por la cultura greco-latina, que
es considerado por la crítica como un autor bastante fiable y racional. En sus Antigüedades de
los Judíos hace un relato paralelo de los primeros libros bíblicos y, cómo no, aparece la Tabla de
las Naciones. Por mucho que se le tache de tardío y asimiliado, la escasez de fuentes antiguas
semitas hace imprescindible el testimonio de Flavio Josefo. Vaya por delante que este autor
ubicaba Tarsis en Tarso de Cilicia, luego no es sospechoso de favorecer nuestras teorías. Sin
embargo, existen algunas peculiaridades en su texto que enriquecen el original bíblico y que
conviene destacar.

La primera es que distribuye a los jafetitas entre la desembocadura del río Tanais (hoy río Don,
al norte del Mar Negro), que era la frontera clásica entre Europa y Asia, hasta nada menos que
Gadir. De entrada, la opinión de Josefo anula totalmente la tesis académica de que los jafetitas
estaban distribuidos por una región minúscula. Además, si opinaba que Tarsis era Tarso, ¿qué
javanita o jafetita fue el encargado de poblar Gadir? Aquí surgen distintas teorías que se alejan
un poco de nuestro tema, pero que conviene recordar por referirse a nuestra Península. De un
lado tenemos la teoría de Tubal, mayoritariamente seguida por los mitógrafos españoles, que se
apoya en las propias palabras del historiador judío: “Tobel (i.e. Tubal) fundó a los tobelos, que
ahora se llaman IBEROS”. Tradicionalmente la crítica se ha echado al cuello de esta hipótesis
aduciendo que estos iberos no son de la Península Ibérica sino del Caúcaso. Bien podría ser,
pero es justo reconocer también que Josefo cita como vimos a Gadir y que, bastante más
adelante, mencionará las andanzas de Nabucodonosor por “gran parte de la Libia y la Iberia”,
regiones difícilmente vecinas si la Iberia de Josefo fuera exclusivamente la caucásica. Otra teoría
pone en duda el buen criterio de Flavio Josefo al identificar Tarso con Tarsis, apoyándose sobre
todo en que el autor se excusa de que para ello habría que cambiar “la theta por la tau”.
Finalmente hay académicos que opinan que Gadir y otros territorios ibéricos deben adscribirse a
Kitim, no en su acepción meramente chipriota sino en otra que da el propio Flavio Josefo:
“Ceteim poseyó la isla de Cetim (ahora se llama Chipre). De ahí que TODAS LAS ISLAS, Y LA
MAYOR PARTE DE LA COSTA MARÍTIMA, sean llamadas Cetim por los hebreos.” Con esta
última cita cerramos lo referente a Josefo, al tiempo que apuntalamos la reputación de costeros
y mediterráneos que, entre los hebreos, tenían Javán y su descendencia.
En el mapa aparece la ubicación de Javán y sus descendientes, así como de sus hermanos Tubal,
Mesec y Tiras. Algunos (interrogación) son de localización más polémica. He obviado otros
nombres para no saturar el mapa, pero sí he marcado los linajes con colores (v. leyenda). Vemos
también que algunas zonas estuvieron pobladas por dos e incluso por los tres troncos a la vez.
No hay que tomar al pie de la letra el alcance de dichas poblaciones porque depende de los
conocimientos geográficos de los hebreos en cada momento. Las zonas grises ni estaban
despobladas ni contenían poblaciones absolutamente distintas de las coloreadas, pero
probablemente serían ignotas para un judío del s. IX a.C. Los javanitas no representaban a los
europeos, ni siquiera a los europeos occidentales, sino a un conjunto de pueblos de la ribera
norte del mediterráneo tan morenos como los semitas, y a veces tan negros como los propios
camitas. A propósito, Creta aparece de verde camita porque los hebreos la hacían poblada por
Cashluhim y/o por Caftorim, ambas etnias oriundas de Libia. Para terminar, y como anécdota
algo frívola, ¿se han fijado que la parte donde convivieron los linajes de Yafet, Ham y Shem
queda muy cerca del Monte Ararat? Ver en una región relativamente pequeña tantas pintas
entremezcladas pudo inducirlos a creer que allí estuvo el punto de partida de la nueva
humanidad.

Cronología del texto

Como en cualquier libro bíblico, nos encontramos con dos criterios de datación opuestos. De un
lado tenemos la teoría tradicional o rabínica para la cual el Pentateuco (al cual pertenece la
Tabla de las Naciones) fue escrito hacia el s.XVaC., durante el Éxodo y a manos de Moisés o de
sus escribas. Del otro tenemos las actuales teorías desmitificadoras, que sitúan la redacción de
Génesis X en fecha mucho más reciente, oscilando según autores entre el 700 y el 490aC. Ambas
posturas son extremistas y poco rigurosas, pero mientras tratamos a la primera con desprecio o
condescendencia, la segunda suele ser aceptada sin hacer unas mínimas averiguaciones. Lo que
viene a continuación es una descripción de cómo hay que datar un texto bíblico que espero sirva
para futuras ocasiones.
En la Biblia, con la forma que hoy la conocemos, hay implicadas una serie de fuentes,
tradiciones o plumas diferentes que son reconocidas incluso por rabinos y sacerdotes: la yavista,
la elohista, la deutoronomista y la sacerdotal (por orden cronológico). Además es unánime la
aceptación de una tradición oral, anterior pero también paralela a la Biblia escrita, aunque cada
autor tenga diferente opinión sobre su importancia en la redacción final del Libro de libros. Los
textos atribuidos a la tradición yavista se remontan a mediados del s.XaC. y se relaciona con la
región de Judá. Se trataría entonces de escritos redactados bajo el mandato de David o Salomón,
a partir de tradiciones orales que se remontarían al II milenio aC. Casi todo el libro del Génesis
anterior a la aparición de Abraham está compuesto por textos yavistas, y la Tabla de las
Naciones no es una excepción. Tras la muerte de Salomón el reino quedó dividido entre Judá al
sur e Israel al norte. Estos comenzaron desde el 931aC. a desarrollar su propia tradición bíblica,
que denominamos elohista y que se supone que estuvo consolidada hacia el 800aC. Alrededor
del 722aC., con la invasión asiria de Samaria-Israel, ambas versiones se fusionan. Como no hay
nada deuteronomista ni sacerdotal en el texto de la Tabla de las Naciones, podemos afirmar que
se redactó probablemente durante el s.XaC., con pocas señales de añadidos del s.VIIIaC. y, dado
su carácter de himno etnográfico, muy posiblemente basado en ancestrales tradiciones orales.

Los argumentos para rejuvenecer el texto de Génesis X son ridículos. No se puede decir que el
texto es del 650aC. porque no mencione la ciudad de Ashur, ya que tampoco menciona a Tiro (sí
a Sidon, Arvad, Gaza y hasta a los jebuseos, antiguos pobladores cananeos de Jerusalén). El
argumento de que el Gomer de la Tabla equivale a los Gimmerai de Asurbanipal (s.VIIaC.) no
aclara por qué entonces en el mismo texto aparece el etíope-cushita Nimrod como primer
poblador de Sumeria, dato que antecede tanto los tiempos de Salomón que de hecho lo hemos
recuperado recientemente gracias a la Arqueología. Por citar otro ejemplo, se suele decir que
Maday son los medos o persas, y que por ello nuestro texto debe remontarse al 560aC., fecha en
que los persas comienzan su dominio en la región. Algunos llegan a defender el 490aC.,
aduciendo a una propaganda persa durante las Guerras Médicas que se filtró en los judíos del
exilio babilónico, haciendo de la Tabla de las Naciones una obra de los escribas de Esdras. Sin
embargo, el argumento se les vuelve en contra cuando constatamos que en Génesis X no se hace
alusión a los persas (“Fares” en hebreo). Siendo los medos, por así decirlo, ancestros de los
persas, y siendo común citar a Maday y Fares (Media y Persia) como pareja (v. Dan5:28), resulta
muy lógico pensar que la mención del primero y no del segundo en Génesis X aboga más bien
por la antigüedad del texto. En cualquier caso, nuestra tesis sale ganando: si aceptamos las
cronologías bajas (ca. 600aC.), Tarsis puede ser perfectamente Afroibera ya que por entonces
sería muy conocida a través de Tiro; si por el contrario aceptamos el 950aC. como fecha de
redacción de la Tabla de las Naciones, confirmaríamos que las expediciones comerciales fenicias
hacia el Mediterráneo occidental comenzaron en fecha muy anterior a la que hoy defienden, es
decir, que sí existió “precolonización”.

Peso específico de Tarsis en la Biblia

El término “Tarshish” aparece 31 veces en la Biblia, y en sólo dos ocasiones hace referencia a
personajes homónimos sin conexión alguna con la región que buscamos. En otras dos ocasiones
se refiere al legendario bisnieto de Noé que acabamos de estudiar (Gen.X y 1Cr.1, que es su
copia). Luego hay 9 menciones directamente como región o pueblo, a las que habría que sumar
las “naves de Tarsis” (11 menciones) y la “piedra de Tarsis” (7). Así dicho, nos quedamos como
estamos. Necesitamos saber qué significa ser citado 29 veces en la Biblia y para ello debemos
saber cuántas veces aparecen citadas otras etnias. Hay muchos pueblos que no aparecen citados
en la Tabla de las Naciones, pero me ha parecido que esta era un buen soporte para establecer
una comparación.

De los 74 nombres que incluye la Tabla de las Naciones, Tarsis es el 8º más citado en la Biblia.
Más de un tercio de la lista, 28 pueblos o epónimos, sólo son mencionados dos veces, lo que
equivale a la propia Tabla de las Naciones y a su eco en 1Crónicas1. En el otro extremo, pueblos
como los cananeos, los hititas, los egipcios o los filisteos son citados cientos de veces debido a la
proximidad y el protagonismo que tuvieron respecto a los hebreos. Para ser una isla o costa en el
Mediterráneo, Tarsis era muy célebre, y más cuando vemos que dentro de los javanitas sólo
Kitim le sigue de lejos con 8 citas o, ampliando el linaje, Jafet con 11. Las rivales comerciales
Ofir y Havilá sólo aparecen mencionadas 12 y 7 veces respectivamente, mientras que a un
pueblo tan eminente como Elam sólo se le cita 25. Definitivamente, Tarsis no era para los
hebreos “Argamasilla del Toboso”, y esto debería bastar para reconsiderar todas las
investigaciones actuales sobre el tema. Porque se suele ridiculizar como capricho la ubicación de
Tarsis y, peor aún, se hace ver que no existen bases documentales para llevarla a cabo. Por el
contrario Tarsis era una entidad cultural de considerable importancia para los hebreos que sigue
sin ser ubicada correcta y unánimemente. En contra de lo que afirma la propaganda, hay mucho
material en la Biblia para ayudarnos a resolver esta sangrante carencia, y eso es lo que
humildemente intentaremos en esta serie.

Conclusión

Ni la Tabla de las Naciones, ni ningún otro pasaje bíblico, puede por si solo resolver la
localización de Tarsis. Los argumentos etnográficos o históricos que se apoyen en la Biblia
deben contar con una pauta que se repita en varios pasajes, de distinta época, género literario y
propósito. Tal pauta existe en Tarsis y conduce directamente a nuestras costas, de una forma tan
clara que tienta a la anticipación. Sin embargo, debemos mantener un ritmo muy gradual,
masticar lentamente cada pasaje sobre Tarsis, interrelacionarlo con lo que ya sabemos, hasta ir
destilando la información que soslayan los que van de listos. Sólo así podremos desprendernos
de esa losa de años ridiculizando la mera mención de una Tarsis afroibérica.

Dicho esto, Gen. X es una verdadera joya para nuestra tesis. En la Tabla de Naciones se hace
incontestable que Tarshish (epónimo de una nación) es hijo de Javán, el jafetita más marinero.
Nosotros hemos añadido que es muy probable que entre los javanitas figuren pueblos que
interactuaron con los emporios tirios del Mediterráneo y aún del Estrecho (v. Josefo). Por otra
parte es innegable, lo veremos en breve, que en la Biblia Tarshish aparece insistentemente
ligada a Tiro, sobre todo en los Libros Proféticos. Tampoco se puede cuestionar que Tiro fundó
importantísimos emporios en las costas de Afroiberia, es decir, en Tertis-Tartessos-Turdetania.
Según la tradición grecolatina, los tirios “descubrieron” Cádiz hacia el 1.100aC., y el emporio
adquirió tal peso comercial que su templo dedicado a Melqart era célebre en todo el
Mediterráneo, más aún que el de la metrópoli. Como dicen los evangelios, quien tenga oídos
para oír, que oiga.

PUBLICADO POR ABERCAN EN 20:42

ETIQUETAS: BIBLIA, FUENTES ANTIGUAS, TARSIS, TARTESO

18 COMENTARIOS:

Bocachanclas dijo...

Uf, por partes, mi estimado Sensei.


Primero una anécdota que seguro que ya conoces, sobre la famosa Maldición de Cam
(aunque el maldecido fue Canán), la Biblia no dice de qué color es Cam, eso lo afirma
el Talmud, imagino que para justificar la Trata negrera, negocio muy estimado por los
judíos ya desde el imperio romano. Por cierto, el Talmud que conocemos es del siglo
IV, y está basado en la tradición oral y en la Biblia cristiana.
Luego una reflexión, creo que importa poco si la Biblia se escribió en tal o cual siglo.
El caso es que si es más reciente, siempre sabrá lo que pasó anteriormente, y si eso
coincide con los datos arqueológicos etc... Y con el sentido común, está todo dicho.
Creo recordar que los textos más antiguos del V. Testamento que tenemos son de
entre el siglo III y el I. Pero es lo que te digo, a posteriori siempre se puede saber lo
que paso anteriormente.
Y ahora las peticiones, que no tengo ganas de ponerme a buscar, así que te toca el
trabajo sucio. Cuando afirmas que los hebreos decían que los filisteos eran camitas, a
ver si me puedes pasar la fuente exacta.
Lo mismo para la Creta poblada por Cashluhim y/o por Caftorim, te estaría
inmensamente agradecido.
Y ahora afirmo yo, David, Salomón etc son personajes mitológicos. Que se sepa, sólo
hay constancia de un reino judío desde los macabeos, antes? Nada, ni siquiera
Alejandro Magno los menciona. Eso del Gran Israel es puro mito, pero ese es otro
tema.
Un saludo, y luego te pasaré algo más que he encontrado de esto de Tartesos, a ver
que opinas.

29 DE OCTUBRE DE 2011, 5:05

Abercan dijo...

Por partes, que decía Jack:


- La “maldición de Cam” es como dices un timo, pero además de los peores y más
desvergonzados, teniendo en cuenta lo que en nuestra época ha sido considerado
antropológicamente un “hamita” o “camita”. He de confesar que este es uno de mis
“topics” favoritos, y que por tu culpa me veo a ahora en la obligación de publicarle
un monográfico. Te lo dedicaré ;)
- La existencia de Israel, incluso de un “Gran Israel” está para mi fuera de toda duda
así que, por fin, hemos dado con algo en lo que discrepar. De hecho, considero que la
negación del Israel bíblico es una moda bastante reciente originada por el conflicto
palestino-israelí: los sionistas quieren pisotear a los árabes desde el Nilo hasta el
Tigris porque, dicen, así se lo manda su dios, y los antisionistas quieren negar desde
la raíz los fundamentos bíblicos que presuntamente justifican dicho expansionismo
sionista. Los hebreos e Israel existieron porque así lo dejaron perfectamente
constatado en sus libros, bíblicos o no, porque así lo declara la arqueología (aunque
esta demuestre que eran mucho más idólatras y “cananeizados” de cómo les gustaba
retratarse), y porque otros pueblos hablan de ellos, tanto los egipcios como los
mesopotámicos. Dado que respeto mucho tus conocimientos de Egipto y Próximo
Oriente antiguos, supongo que tus razones tendrás para afirmarlo. Por eso te mandaré
al correo privado un dossier con mis argumentaciones para que me las rebatas o te
convenzas, pero en cualquier caso lo pasaremos bien.
- Lo de los peleshet/palestinos camitas es un asunto totalmente aceptado por la
tradición hebrea, pero que ya aparece en el propio cap. X de Génesis, concretamente
en el versículo 14. Como en el caso anterior, hay otros muchos argumentos que
exceden de largo esta sección de comentarios y que mandaré a tu email.
- Acepto tu datación (definitiva) de los textos bíblicos en los siglos III-I a.C. si
aceptamos que la obra de Platón o Aristóteles datan, como redacción definitiva, de la
Edad Media. Esto implica que los hebreos no sólo conocían lo que había pasado
anteriormente, como bien dices, sino que también tenían registro, oral y escrito,
mediante fórmulas fijas, de dichos sucesos, y que muchos de ellos fueron “pegados en
collage” para formar la Biblia junto a otros que actúan como “cemento” o
“lubricante”, según los casos. La Tabla de las Naciones es evidentemente uno de esos
remanentes, casi intacto, de la cultura antigua.
Pues nada más, salvo darte como siempre las gracias por la vidilla que le metes a este
blog. Más que un usuario te estás convirtiendo en un colaborador. Ya te voy
mandando los dossier sobre Israel en las fuentes antiguas y sobre los Peleshet. Un
abrazo afroibérico.

29 DE OCTUBRE DE 2011, 14:40

Abercan dijo...

Ah, y la Biblia sí dice que Ham es negro, aunque sólo de manera implícita, mediante
etimología. Ya lo explicaré mejor en la entrada sobre el mito Hamita. Saludos

29 DE OCTUBRE DE 2011, 15:11

Bocachanclas dijo...

Hombre, se supone que Cam es negro, ya que se refieres a lo que hoy podríamos
llamar etíopes. Como bien dices, es implícito.
Y lo de los textos biblícos no lo dato yo, ojo, JAJAJA lo dicen ellos.
Sobre Platón, Aristóteles... por supuesto, son de la edad media, como bien dices.
Y sobre Israel, aaaay Israel, cuantos dolores de cabeza me produce, no sé siquiera si
entraré al trapo.
T gracias por lo del Génesis

29 DE OCTUBRE DE 2011, 16:46

Abercan dijo...

Hola de nuevo, malandrín


Dije "tu datación" porque suponía que la suscribías, no porque fuera de tu cosecha.De
todas formas, ninguno de esos "ellos" a los que te refieres ha podido aplicar el método
científico a las lenguas porque estas no se dejan, y menos para datarlas. Así, todo es
opinable en este sentido.
En cuanto a Israel no tienes por qué entrar al trapo, pero si lo hacemos será mejor
dejarlo para conversaciones privadas porque ya sabes que es un tema demasiado
incorrecto políticamente. Pero vaya, que tampoco voy a esconder que mi actitud,
después de sufrir lo mío, es amar a Israel pasando de los israelíes, amar el Islam
pasando de los musulmanes, amar India pasando de los indios, y así hasta llegar a los
patagones. Incluso amo a Occidente a pesar de los nazis, los académicos
eurocentristas y la innumerable corte de pusilánimes que no parecen encontrar
tiempo para pararles los pies.

29 DE OCTUBRE DE 2011, 21:35

Bocachanclas dijo...

Sí están datados, sí, con C14. Está datado lo que es el papiro, claro, lo que se escribe
en el... Posterior seguro, hasta ahí estaremos de acuerdo JAAJJAJA
En cuanto tenga tiempo, y me lo lea antes, no sea que fuera un disparate, te paso un
par de enlaces sobre Tartessos, sobre otra localización de Tartesso, aunque imagino
que ya la conocerás. Pero tiempo al tiempo.

30 DE OCTUBRE DE 2011, 8:15

Bocachanclas dijo...
La verdad es que no creo que la datación sea muy relevante en el tema que nos
ocupa.
Da igual que sean del siglo X que del III aC, o eso creo yo.

30 DE OCTUBRE DE 2011, 8:17

Bocachanclas dijo...

Nosólo os robamos los telares, también os robamos tartessos JAJAJA


Lo dejaré en varias partes porque no cabe
Un saludo.
Dónde estaba Tartessos?
Se sabe que era una ciudad y una civilización ibera, junto a un río navegable llamado
Iberus. Los esfuerzos que hacen los etimologistes para deducir que Betis, el nombre
que a la época romana se daba al Guadalquivir, viene de Iberus son bastante penosos
y, a pesar de los numerosos equilibrios que intentan, no hay ningún razonamiento que
justifique esta evolución del nombre. El río, pero, también era conocido con el mismo
nombre de la ciudad: Tartessos.
El río, pero, venía de la Hispània céltica (1). Aristóteles explica que el río Tartessos
nacía a los Pirineo "de los Pirineo bajan el Istre y el Tartessos, estos más allá de las
columnas de Hércules". En efecto, el Ebro nace en la cordillera Cantábrica, más allá
del estrecho de Gibraltar (2).
A veces se ha discutido si el Ebro es afluente del Segre o al revés. Hoy aceptamos esta
última opción. En efecto, el Ebro nace en lo que entonces era la Hispània céltica y el
Segre nace en los Pirineo.
Así pues, el único río navegable de la Península Ibérica que reúna todas estas
características es lo ríe Ebro, de ninguna de las maneras el Guadalquivir.
Por otro lado, el pueblo iber vecino de Tartessos eran los cempsos, que vivían al pie
de los Pirineo (3), hecho imposible si Tartessos estuviera en el delta del Guadalquivir.
Tartessos estaba en el Mar Lígur (4), que es aquella parte del Mediterráneo que hay
entre Provenza, Languedoc, el Principado de Cataluña y las Baleares. Nunca se ha
denominado así el mar que baña la costa de la Andalucía Occidental.
Hubo un rey mítico de Tartessos llamado Theron o Geron, aquel a quien Hércules robó
las vacas. Probablemente, la longevidad excesiva de Geron nos hace pensar que, más
que de un solo rey, se trataría de una dinastía. Bien, fuera como fuera, fuentes
romanas describen este rey como rex Hispaniae citerioris (5). Recordamos que la
Hispània Citerior era la Tarraconense, y comprendía, más o menos, la mitad nordeste
de la Península Ibérica: los actuales Cataluña, Valencia, Aragón, la región de Murcia,
y todo el valle del Ebro hasta el Cantábrico. En el Mediterráneo, el límite era en algún
punto entre las costas de las actuales provincias españolas de Murcia y Almería. El
resto de la Península Ibérica era conocida con el nombre de Hispània Ulterior, que
comprendía Andalucía actual donde la historiografía sitúa Tartessos.
Hemos hablado antes de los esfuerzos de los púnics por librarase de un competidor
tan molesto como era Tartessos. Como parte de su estrategia, recordamos,
conquistaron tres islas que había ante la ciudad. Explica el autor romano Servio, en su
comentario de la Eneida de Virgili que " Geryones rex fuit Hispaniae, qui ideo
trimembris fingitur quia tribus insulis proefuit, quoe adiacent hispaniae: Balearicae
majori et minori et Ebusso", es decir: "Gerió fue un rey de Hispània que se representa
con tres cuerpos, porque mandó sobre tres islas: Mallorca, Menorca e Ibiza" (6).
Pues bien, sabemos que los púnicos invadieron Ibiza el 654 aC, unos 150 años antes de
la destrucción de Tartessos. Probablemente, tomaron el control de todas las Baleares,
a pesar de que no ocuparon directamente Mallorca y Menorca y, sí, en cambio, Ibiza,
lo cual no tenía sentido, si no era para usarlas como base de operaciones para
presionar a los tartèssics y para evitar, a la vez, que estos las usaran como centro de
aprovisionamiento en apoyo de su flota. Es una explicación mucho más plausible que
la conquista de tres islotes de la desembocadura del Guadalquivir.

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 1:56

Bocachanclas dijo...

2ª PARTE
De todo lo que hemos dicho hasta ahora se deduce que Tartessos no podía estar
situada en la desembocadura del Guadalquivir. Hay que buscar, por lo tanto, una
localización alternativa más de acuerdo con la información que se desprende de las
fuentes. ¿Qué ciudad conocemos, situada cerca de la desembocadura de un gran río
navegable de nombre Iberus que naciera cerca del Atlántico y atravesara el país de
los celtas y por el cual se pudiera hacer bajar el estaño británico con relativa
facilidad? Qué ciudad conocemos que tenga... tres islas con suficiente entidad para
ser colonizadas por los púnicos no muy lejos, y que además tuviera como vecino un
pueblo situado al pie de los Pirineos?
Seguramente, a todos nos viene a la cabeza un nombre: Tortosa que, dicho sea de
paso, presenta una sorpresiva similitud fonética con Tartessos. Y no somos los
primeros al decirlo. El año 1849, el teólogo alemán Redslob ya formuló esta hipótesis
(7).
Hay que recordar que, en época romana, Tortosa era puerto de mar, que en la edad
media consta perfectamente documentada la existencia del puerto de Tortosa y que
esta ciudad, que se ha alejado del mar en una época relativamente reciente, tuvo
comandancia de Marina hasta hace muy poco.
Se decía que el estaño bañaba las paredes de Tartessos, (8). Esto se explica por la
burla del bloqueo que los púniocs hacían en las Columnas de Hércules utilizando el rio
Ebro, que con balsas es navegable al poco de su nacimiento. Esta navegación es
perfectamente factible. Antoni Rubió i Lluch describe como una parte de la Compañía
Navarra que fue a Albania a luchar por unos derechos que tenía el infante de Navarra
Lluís d’Evreux, hijo de Felipe III de Navarra y hermano de Carles II. Ni más ni menos
que un ejército de 400 hombres bajó río abajo, desde Tudela hasta Tortosa (9).
Además, la distancia hasta el Atlántico es bastante corta, y unos pocos pactos con
algunos caudillos cántabros o vascones habrían sido suficientes para llevar, sin trabas,
el preciado metal hasta el Mediterráneo y, de allá, hacia los mercados del
Mediterráneo oriental, y todo con la más que probable colaboración de los griegos.
Fue cuando los púnics empezaron a presionar Tartessos y atacaron las Baleares, todo
y ocupando Ibiza, que los griegos, aliados de los tartèssics, empezaron a fundar sus
colonias norteñas de la Península Ibérica. Al ser destruida Tartessos, los griegos se
encontraron sin ningún apoyo en la Península y tuvieron que usar sus nuevos
asentamientos para poder mantener las relaciones comerciales en esta parte del
Mediterráneo una vez desaparecidos sus colaboradores.

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 1:57

Bocachanclas dijo...

Última parte

De dónde viene la confusión?


Aun así, si los razonamientos expuestos hasta ahora parecen tan contundentes en
contra de la tesis de la localización andaluza, como es posible que haya tanta
unanimidad en la historiografía oficial a la hora de situar Tartessos en el delta del
Guadalquivir?
Sin duda, el error nace del hecho que una parte de los historiadores, cronistas y
geògrafs de la época clásica grecoromana, que siguiéndose los unos a los otros,
confundieron Tartessos con Gades (el actual Cádiz). Gades era una colonia púnica,
estratégicamente situada para vigilar la ruta atlántica del estaño. Las luchas entre
púnics y tartèssics ayudaron a extender la confusión que cometieron, por ejemplo,
autores de gran prestigio como Herodot, Aristòfanes, Èforos y Platón (10), entre
otros, y que se generalizó entre los estudiosos posteriores. Así lo confirma el experto
en Tartessos, el alemán Adolf Schulten.
Así pues, cuando describían el entorno donde, según ellos, se ubicaba Tartessos, lo
que hacían era describir el entorno a Gades y, por consiguiente, lo que describían era
el delta del Guadalquivir y, así, el error se fue autoalimentando.
Cuando los primeros estudiosos hablaron de Tartessos, esta ya hacía siglos que había
desaparecido. había el recuerdo que era 'cerca del Océano', o 'cerca de las Columnas
de Hércules'. Está claro que, desde Grecia, Fenícia o Egipto, Tartessos, situada en la
desembocadura del Ebro, queda relativamente cerca, desde su punto de vista, del
Océano Atlántico. Es como sí desde el Mediterráneo dijéramos que Hamburgo está
cerca del Báltico, cosa cierta desde nuestro punto de vista geográfico, pero que le
puede sonar extraño a un hamburguès porque desde esta ciudad todavía hay un buen
trozo hasta el Báltico, como hay un buen trozo desde Tortosa hasta el Atlántico.
El hecho que el río Tinto fuera llamado Hiberos en época romana, a partir del
comentario introducido por Rufius Festus Avienus en su Ora Marítima, ha alimentado
la confusión (11). Pero el único río navegable de Andalucía es el Guadalquivir,
entonces denominado Betis. Y derivar Betis de Iberus es una auténtica misión
imposible.
Los cronistas de época clásica grecoromana explican que los iberos eran malos
navegantes. Pero, está claro, cuando ellos escribían ya hacía un buen puñado de años
que los púnicos habían destruido Tartessos y, con su completa destrucción habría
desaparecido, también, cualquier recuerdo sobre las aptitudes de sus pobladores. De
forma que no podían saber nada sobre una posible marina de los iberos tartèssicos.
Aun así, la Biblia y documentos de origen egipcio hablan de la flota de Tartessos, por
lo cual hay que suponer que aquellos iberos tenían una flota y que, por lo tanto, poco
o mucho, sabían navegar. A tal efecto hay que considerar también el hecho que la
tribu ibera de los sicanos colonizó Sicília, circunstancia que sólo podría haberse
llevado a cabo a partir del conocimiento del arte de la navegación. (12)

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 1:58

Bocachanclas dijo...

El enlace, se me había olvidado. En el está la bibliografía y el autor.


http://cafe-para-trece.blogspot.com/2011/02/tort-essos.html

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 2:01

Abercan dijo...

1ª Parte:

¿Tortosa-Tarteso? ¡Jamás pensé que habríamos plantado colonia tan al norte! ;)

No se por donde empezar, hay tantos errores en esta teoría que daría para un par de
entradas (y no me sobran últimamente). Sobre todo nos debe quedar absolutamente
claro que los topónimos y pueblos que aparecen en las fuentes antiguas no son piezas
modulares intercambiables que se explican por sí mismas. Por el contrario, debemos
pensar en una red de localizaciones donde cada una se explica a través de sus
relaciones con las demás. Ptolomeo, Estrabón, Avieno y todos los geógrafos que
describen nuestro litoral lo hacen integrándolo en el contexto general de las costas,
tanto atlánticas como mediterráneas, tanto europeas como asiáticas. Se trata de una
costumbre literaria producto de la navegación de cabotaje y de la falta de estados-
nación como actualmente los entendemos. Por eso es tan habitual que empiecen su
relato allá por Lisboa o Finisterre y que, cala a cala, pueblo a pueblo, no paren
(dejando atrás Gibraltar, Etruria, Sicilia, Grecia, Canaán, Egipto o Libia) hasta llegar
a Larache. ¿Consecuencia? Si mueves esa cadena por capricho el resto del conjunto
chirría. Obviamente existen desavenencias entre las fuentes grecolatinas, pero sería
como si a cinco collares iguales les cambias aleatoriamente unas pocas cuentas.
Todos, créeme, todos los autores “clásicos” coinciden en esta secuencia básica: …-
Tago-Curense-Anas-Tartessos-Gadir-Columnas-Massienos-Pitiusas-Iberos-Ligures… El
método que yo aconsejo es empezar con una estimación de mínimos aunque segura.
En nuestro caso sabemos que Tartessos se ubica entre el río Tago y las Columnas de
Hércules, localizaciones que creo unánimemente aceptadas como el Tajo y Gibraltar.
Por el oeste podemos recortar aún más el segmento de cadena, pues sabemos que el
Cabo Cunneus o Cynético era considerado como la punta de Europa más metida en el
Atlántico. Ni los antiguos ni los actuales han dudado que su ubicación más probable
era el Cabo San Vicente. Finalmente, la presencia del Guadiana en la frontera con
Portugal hace difícil no identificarlo con el Anas, que separaba tartesios de lusitanos.
Por tanto, Tartessos sólo se puede encontrar entre el Guadiana y Gibraltar. Creo que
podemos afinar aún más, aunque esto ya es opcional pues el propio Columela
(gaditano) ubicaba Tartessos en Algeciras, mientras que la Universidad de Huelva lo
busca por sus playas. Para mí, la especial relación que todas las fuentes establecen
entre los tartesios y un gran río navegable (Tartessos, Tertis, Betis, según fuentes),
que en su desembocadura plantea un espectacular estuario no me deja dudas. Aún
hoy, el Guadalquivir es el río español (peninsular tras el Tajo) con mayor tramo
navegable; aún hoy el Parque Natural de Doñana es la mayor marisma de la Península
y de gran parte de Europa. Finalmente, Tartessos (río o pueblo) es un concepto
invariablemente situado en las proximidades de Gadir, la cual me vas a permitir que
siga ubcando en Cádiz o su bahía hasta que no aparezca, allá en Tortosa, una parcela
llamada “La Gadereta”. ¿Qué ocurre si por el contrario aplicamos la teoría de
Tortosa? Pues que hemos de desplazar toda la secuencia de localizaciones como la
cadena de una bicicleta. Aunque la localización “Tartessos” sea ahora Tortosa,
seguirá teniendo el Tago a un lado y las Columnas de Hércules por el otro, pero, ¿a
qué corresponden ahora? Por el lado sur-occidental de la cadena la cosa es grave,
porque tenemos que repartir unos pocos topónimo, lógicos entre el Tajo y Tarifa,
estirándolos ahora hasta el Ebro y por tanto hasta el disparate (El Anas es el Segura,
el cabo de los curetes Gibraltar, etc.) Pero mucho peor es tener que buscar unas
“verdaderas Columnas de Hércules” al NE de Tortosa. ¡A ese paso las Pitiusas acaban
siendo Córcega y Cerdeña!

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 17:30

Abercan dijo...
2ª Parte

Para terminar, macedonia de objeciones: 1. No hay ientificación posible entre los ríos
Hibero y Tartessos, el Hibero estaba entre el Anas y el Tartesso, y se suele identificar
con el Tinto-Odiel. 2. Los Pirineos de los más antiguos textos grecolatinos abarcaban
otras cordilleras como la Ibérica e incluso la parte norte de la Bética; la prueba es
que todos ellos los orientaban de Norte a Sur. 3. El Mar Ligur relacionado con
Tartessos fue luego llamado Lago Ligur (como corresponde a la desecación de Doñana)
y era característico por sus mareas y esteros; nada de esto puede decirse del tramo
de Mediterráneo Norte que bañaba a los ligures. 4. Lo de los bondadosos griegos y los
pérfidos cartagineses huele a naftalina. 5. De Tortosa a la isla de Mallorca hay los
mismos km. en línea recta que de Cartagena a Formentera, así que no se si “islas
cercanas” es el calificativo más adecuado. 6. Usar la estimación “Hamburgo está en
el Báltico” es totalmente engañoso porque, aunque efectivamente Hamburgo
participa ya de la cultura Báltica (está a 80km de sus costas en línea recta), si quiere
llegar por mar necesita rodear 860 km. de litoral danés. “Tortosa está en Gibraltar”
supone una exageración tanto en línea recta (750km) como bordeando la costa
(950km). 7. Es divertido ver cómo esta tesis, fuera del anterior argumento, evita todo
lo concerniente al Océano Atlántico, machaconamente mencionado por cualquier
autor que nos haya escrito sobre Tartessos; es lógico: el Atlántico no sólo lo ubica
definitivamente fuera del Ebro sino que también explica el estaño por el comercio
oceánico de metales que Afroiberia mantenía con Bretaña o Inglaterra desde la Edad
del Bronce. 8. Francamente, no se qué autor le queda en pie para avalar su teoría si,
como dicen, la “parte” de geógrafos que se hacen el lío Tartessos-Gadir abarca a
“Herodoto, Aristòfanes, Èforos y Platón, entre otros”, para luego generalizarse “entre
los estudiosos posteriores” (es decir sus confesos deudores: Estrabón, Ptolomeo,
Avieno, etc.). 9. Schulten (de paso, vaya cita añeja) jamás dudó de un
emplazamiento andaluz para Tartessos como jamás negó que Tartessos y Gadir
estuvieran geográficamente muy cercanas; sólo dijo que Tartessos y Gadir no eran la
misma ciudad.
Nada más Ernesto, salvo darte las gracias por darle al blog caña y vidorrio. Te dejo en
el aire mi coña del principio: ¿no será que Tortosa fue una colonia tartesia? Veamos,
buen río, un delta activo en aquella época, lugareños civilizados y comerciantes…
¡caramba, eso pide a gritos un emporio cananeo-tartesio!

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 17:31


Bocachanclas dijo...

No me importaría nada que Tortosa fuera una colonia de Tartessos, antes al


contrario, sería un orgullo.
Además, eso demostraría el buen gusto de los tartesos.
El artículo este atufa (fa pudor, como se diría en catalán) a chovinismo catalanista,
un catalanismo bastante contraproducente contra su propia causa.
Lo de Schulten también me dejó un poco perplejo, yo lo tenía por un forofo del
tartessos andaluz. No se a que Schulten conocería el autor de ese artículo.
Un saludo.

2 DE NOVIEMBRE DE 2011, 17:59

Bocachanclas dijo...

Qué pasa, Sensey?


Mira lo que encontré, a ver que te parece.
http://arkeotavira.com/Mapas/Iberia/Populi.htm

7 DE NOVIEMBRE DE 2011, 4:34

Abercan dijo...

Cómo va "pequeño" saltamontes? La web de Arkeotavira me gustó un montón cuando


la conocí porque te proporcionaban pdfs, cartografía, presentaciones,
reconstrucciones, etc. Además, gracias a ellos conocí la existencia de yacimientos
tartésicos en Portugal porque nuestros investigadores patrios ni cuentan con ello,
cortan por Ayamonte y santaspascuas.
Nada que no te haya dicho ya: que sigas mandando enlaces tan interesantes y que
gracias por hacerlo.

7 DE NOVIEMBRE DE 2011, 15:49


Anónimo dijo...

Aunque lo explicaste en otro post, todavía no me convence eso de tratar de arrojar


luz sobre el debate racial analizando los mitos fundacionales de los hebreos; que
dicho sea de paso, son un pueblo tan etnocentrista como los de Europa y según se
refleja en la biblia, reclaman el origen de la humanidad para oriente medio y no para
África. Lo curioso es que son un pueblo afroasiático, que afirma descender de los
caldeos; solamente hay que recordar que de Abraham, personaje de quien dicen
descender, se dice en génesis que salió con su padre Taré de "Ur de los caldeos";
además de que la parte de África que se conocía en la Mesopotamia era la región
nilótica y el cuerno de África.

Lo peor de todo, a mi juicio, es que nunca conoceremos el aspecto que tenían los
hebreos, a menos que no sea por estudios de ADN a los restos que se conserven de
ellos y esa información es muy susceptible de ser manipulada, amén de todas las
dificultades técnicas que supone codificar todo un genoma y y que el margen de error
aumenta. Además de que ahora se baraja la hipótesis de que los israelíes y los judíos
europeos no descienden de los Hebreos sino de caucásicos procedente de un reino
conocido como "Imperio Jázaro". Tener la plena certeza de que los hebreos y de paso
todos los pueblos de la Mesopotamia eran afroasiáticos, sería lo único que pondría fin
a este debate.

31 DE JULIO DE 2015, 20:08

Abercan dijo...

El debate racial no puede ser resuelto por la genética en exclusiva porque el


concepto de raza es acientífico. No hay nada malo en ello: el amor, las ideoligías, los
gustos musicales y mil cosas mas son acientíficas y las disfrutamos sin problemas. La
percepción racial es psicológica y social, por eso no es lo mismo lo que yo, un blanco
de Alabama o un sudanés entendemos por "negro". Este trabajo se centra en la
percepción racial de los hebreos a traves de los documentos bíblicos, es decir, cómo
ellos agrupaban a los pueblos vecinos. Su método por cierto estará necesariamente
lleno de errores, pero eso nos pasa tambien a los occidentales actuales porque el
tema es complicado. El artículo está contextualizado dentro de unos articulos sobre
Tarsis-Tartesos y, dado que fueron los hebreos los primeros en referirse a Tarshis, vi
prudente que primero nos enterásemos de lo que esos hebreos pretendían exponer.
Algo mucho mejor sin duda que permitir a terceros interpretárnoslo, pues hay
académicos interesados en trasladar Tarsis al Indo y más allá.
Pd. Lo de los kázaros no es solo verdad sino que está planteado desde hace décadas.
Cualquier español o portugués actual puede tener más sangre de hebreo bíblico que
un rabino de origen lituano.

2 DE AGOSTO DE 2015, 20:57

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