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Responsabilidad médica y sus consecuencias penales en el contexto colombiano

Medical liability and criminal consequences in the colombian context

Carlos Andrés Giraldo Aristizábal1

Resumen

En este artículo se desarrolla el concepto de responsabilidad médica y todo lo que


ella conlleva, sus responsabilidades éticas desde el quehacer médico profesional y
desde la relación paciente – médico. Así mismo, se estudian las implicaciones penales
más comunes en que se ven involucrados los galenos, desde la responsabilidad médica,
y se finaliza precisando sobre los datos analizados en el contexto colombiano, a partir de
estudios anteriores y la jurisprudencia específica en el país.

Palabras clave: responsabilidad médica, ética médica, lex artis, derecho penal,
jurisprudencia.

Abstract

This article develops the concept of medical responsibility and all that it entails, its
ethical responsibilities from the professional medical task and from the patient-doctor
relationship. Likewise, the most common criminal implications in which physicians are
involved are studied, from medical responsibility, and it ends by specifying the data
analyzed in the Colombian context, based on previous studies and the specific
jurisprudence in the country.

Keywords: medical liability, medical ethics, lex artis, criminal law, jurisprudence.

1Abogado de la Universidad de Manizales. Especialista en Derecho Administrativo de la Universidad de


Caldas. Estudiante de la Especialización en Derecho Penal de la Universidad Libre – Colombia (Cohorte
XVIII). Correo electrónico: cagiraldo@hotmail.com
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1. Introducción

La praxis médica en el mundo comprende, sin duda, una gama considerable de


procedimientos de importante complejidad, que llevan ligados a ello una serie de posibles
consecuencias en la salud y el bienestar humano. Absolutamente todas las prácticas
médicas, pueden traer consigo derivaciones significativas en el paciente, iniciando por
complicaciones menores hasta la posibilidad de muerte por ciertos procedimientos. Por
esta razón, el presente artículo pretende establecer la relación existente entre las
prácticas médicas y sus posibles alcances penales en los procesos de responsabilidad
médica en Colombia.

Siendo así, se inicia afirmando que los profesionales de la salud se ven


enfrentados a posibles procesos penales, por procedimientos o diagnósticos
inadecuados que pueden terminar con la vida de un paciente, teniendo en cuenta
aspectos fundamentales de su labor, tales como: la responsabilidad ética y médica, que
priman en el ejercicio de sus funciones.

Por consiguiente, en este artículo se abordarán estos temas, desde el punto de


vista jurídico, ético y jurisprudencial, valorando lo que se dispone a nivel internacional y
que es posible contextualizar en Colombia, teniendo en cuenta que este es un país en
donde de manera recurrente, el Ministerio de Salud y la Superintendencia de Salud
reciben cientos de quejas y denuncias frente a la mala praxis médica llevada a cabo en
centros de salud, independientemente del nivel. Sin contar las numerosas demandas
civiles con implicaciones penales que se reciben en contra de los profesionales de la
salud a diario.

Ahora bien, existiendo y comprobándose una mala praxis médica, posteriormente,


será necesario describir la tipificación de los delitos en los que habrá incurrido el galeno
tratante, según el Código Penal de Colombia (Ley 599 de 2000), y las posibles
consecuencias penales en las que puede verse implicado. Finalmente, se procederá a
realizar una revisión jurisprudencial en Colombia sobre el tema abordado.
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2. Conceptos básicos relacionados con la responsabilidad médica

A lo largo de la historia, la relación paciente – médico tratante, se ha transformado


de manera sustancial. En un principio el paciente, como su nombre lo indica, llevaba un
rol pasivo, incluso sumiso y paternalista, frente a la posición del galeno tratante, pues su
actuar se limitaba a obedecer fielmente lo que su médico ordenaba. Este rol se ha
transformado, toda vez que los pacientes en el mundo están cada vez más informados,
son exigentes frente a sus derechos y, sin duda, la expansión y facilidad para acceder a
la información, a través del mundo digital, ha desempeñado un papel importante en este
cambio.

A decir verdad, la praxis médica se ve, en no pocas ocasiones, cuestionada por


sus pacientes y es por esta situación que los profesionales de la salud se ven abocados
a ser cada vez más cuidadosos, responsables, profesionales y humanos en su actuar,
pues saben de antemano que de manera más recurrente, sus pacientes son
conocedores de sus derechos y que además existen mecanismos legales para hacerlos
valer.

En este sentido, es por ello que los médicos cuentan con ciertas normas y/o
procedimientos previamente establecidos por la lex artis. Este concepto es definido por
la Real Academia Española (RAE, s.f.) como el: “conjunto de reglas técnicas a que ha
de ajustarse la actuación de un profesional en ejercicio de su arte u oficio (…)” (definición
1).

Por su parte, el Diccionario Jurídico México (s.f.) apunta que:

“La lex artis médica o estado del arte médico, es el conjunto de normas o criterios
valorativos que el médico, en posesión de conocimientos, habilidades y destrezas, debe
aplicar diligentemente en la situación concreta de un enfermo y que han sido
universalmente aceptados por sus pares. Esto es, los profesionales de la salud han de
decidir cuáles de esas normas, procedimientos y conocimientos adquiridos en el estudio
y la práctica, son aplicables al paciente cuya salud les ha sido encomendada,
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comprometiéndose únicamente a emplear todos los recursos que tengan a su


disposición, sin garantizar un resultado final curativo”. (párr. 1)

En consecuencia, a partir de la lex artis, le corresponde al galeno tratante llevar a


cabo todas aquellas actuaciones, desde su quehacer profesional, que estén a su alcance
para garantizar una atención digna e integral, encaminada al restablecimiento de la salud
del paciente, pero ¿qué ocurre entonces cuándo esto no sucede?, ¿a qué consecuencias
se ven enfrentados los galenos frente a una mala praxis médica?, ¿cómo entender el
quehacer médico y la línea delgada que sostiene una vida?

Frente a estos cuestionamientos, es importante comprender que en la praxis


médica, se define en gran medida que la responsabilidad estará determinada por la lex
artis. De esta manera, según Varas (2011): “(…) el centro argumental y probatorio en los
juicios de responsabilidad médica, se ubica en el tema de si hubo cumplimiento o
alejamiento de ella” (p. 242).

Desde esta perspectiva, se considera necesario comprender el significado de


responsabilidad médica propuesto por Ruiz (2011):

“La responsabilidad como consecuencia de la relación entre una obligación y un derecho,


donde la primera tiene que ver con la persona que presta un servicio o cumple un mandato
y el segundo corresponde no sólo a quien puede hacerlo valer por su condición personal
como mandante, sino a quien se encuentra en una circunstancia específica y requiere
ejercerlo. Nadie puede discutir que el médico, como cualquier otro profesional, ha de ser
responsable de sus negligencias y con mayor sentido de su mala práctica. Sus
consecuencias legales bien las enmarca la cita latina artifex spondet peritiam artis (el
artesano responde de su arte) principio reflejado en nuestra legislación cuando dice que
quien por acción u omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está
obligado a reparar el daño causado”. (p. 195)

En este orden de ideas, se entiende pues, que si bien es cierto, hay errores que
se cometen a diario y nadie se exime de ello, como bien dice el dicho: “errar es de
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humanos”, también es cierto que en la práctica médica se deben asumir los errores
cometidos, máxime cuando lo que depende de ello son vidas humanas, que socialmente
han depositado su confianza en el conocimiento, responsabilidad y experiencia de un
médico, cabe por tanto hacer la salvedad que errar y realizar una mala práctica médica,
tienen diferencias sustanciales (Ruiz, 2011).

Al respecto, Ruiz (2011) enriquece su definición, señalando que:

“(…) podemos decir que la responsabilidad es la asunción de los efectos jurídicos por una
conducta impropia, que causa un detrimento patrimonial o extrapatrimonial pero
económicamente apreciable a la víctima o sujeto pasivo de dicha alteración, con la
consecuente obligación del victimario de resarcir tales perjuicios”. (p. 196)

Por su parte, Acosta-Madiedo (2010) apunta que:

“En responsabilidad médica son tantas las posibles formas de culpa como la imaginación
logre diseñar. Puede ocurrir desde la tardanza en la atención, hasta la falta de cuidados
postoperatorios, pasando por diagnósticos errados, impericia en el acto médico, el olvido
de elementos quirúrgicos dentro del paciente y, en general, cualquier incumplimiento de
los deberes principales y secundarios que van implícitos en el juramento hipocrático (…)”.
(p. 5)

Para continuar, también es pertinente visibilizar el concepto de “mala práctica


médica”. Con relación a esto, Aguirre-Gas, Zavala-Villavicencio, Hernández-Torres y
Fajardo-Dolci (2010) expresan que:

“Se puede definir al error médico como una conducta clínica equivocada en la práctica
médica, por comisión o por omisión, como consecuencia de la decisión de aplicar un
criterio incorrecto. Al presentar este concepto se introducen al análisis dos términos
nuevos: decisión y criterio”. (p. 459)
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En consecuencia, una mala práctica médica se aleja, precisamente, de lo que se


define como lex artis, dado que, se deduce que en estas situaciones, el galeno deja a un
lado el procedimiento establecido y los protocolos exigidos en el caso que le compete,
los cuales ya están documentados y certificados, para demostrar lo que se debe llevar a
cabo en el diagnóstico o la enfermedad tratada. Para concretar la definición de este
término, Aguirre-Gas et al. (2010) añaden que: “(…) Se propone el concepto de mala
práctica como la responsabilidad profesional derivada del ejercicio inadecuado de la
práctica médica, por incompetencia, impericia, negligencia o dolo (…)” (p. 459).

Teniendo en cuenta lo anterior, una mala praxis médica se relaciona con el


concepto de negligencia, por lo tanto, para el presente artículo es pertinente definir a qué
se refiere esta, ya que, será una de las condiciones necesarias para determinar si existe
o no ocurrencia de responsabilidad médica con consecuencias penales. Guzmán, Franco
y Morales (1996) describen el concepto de negligencia como:

“(…) la actitud contraria a la diligencia, es sinónimo de abandono, dejadez, desidia,


descuido e incuria. Es un acto mediante el cual se viola un deber de atención, cuando se
está en capacidad intelectual técnica de preverlo. En el caso de los médicos, la
negligencia ha sido el medio para determinar la responsabilidad, generadora frecuente de
culpa profesional (…)”. (p. 87)

De modo que, la negligencia se entiende como el dejar de hacer o al no hacer lo


propio y correcto que le corresponde al galeno tratante, como respuesta a su
responsabilidad ética y profesional. También, se interpreta como el descuido frente al
seguimiento de los procedimientos médicos que se realizan con los pacientes y la
ausencia en la atención que merecen. Siendo así, Guzmán et al. (1996) especifican que:
“Se habla de negligencia cuando, a pesar del conocimiento de lo que debe hacerse, no
se aplica y por lo tanto se produce un daño. Equivale a descuido u omisión (…)” (p. 87).

En conclusión, tanto la responsabilidad como la negligencia médica, no


corresponden a azares del destino. Se trata de acciones u omisiones que pueden ser
controladas por el ser humano, que pueden ser previstas y que como especialista en el
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tema, el médico se encuentra apto para determinar, con antelación, las posibles
consecuencias médicas que pueda llegar a tener un paciente. Todo ello considerando lo
dispuesto en la lex artis y reconociendo su experticia y el riesgo jurídicamente permitido.

3. Ética médica y relación paciente – médico

Las diversas entidades de salud públicas y privadas del país buscan mejorar cada
día en aspectos de bienestar y calidad del servicio. A su vez, cualifican los procesos
internos para que la relación paciente – médico, se refuerce en una atención más
profesional, basada en el respeto, la confianza y la vocación de servicio, donde cada
funcionario trabaja constantemente en la humanización. De esta manera, no solo se trata
a las personas como enfermos, sino en su totalidad, identificando sus condiciones físicas,
mentales, funcionales y emocionales, generando entornos humanos con impacto
positivo, entre la relación médico y paciente (Cervera, s.f.).

Anteriormente, el quehacer médico correspondía a una relación estándar de


confianza, donde un paciente aceptaba la ayuda de un profesional en el área para
subsanar los problemas de salud. Sin embargo, a través de los tiempos, se han generado
transformaciones que han perfeccionado no solo los procesos científicos y avances
medicinales, sino que también han logrado fortalecer un aspecto humano con mayor
calidad y empatía.

Según Cárdenas (2001); profesor emérito de historia de la medicina, ética y


deontología de la Universidad Nacional de Trujillo (Perú): “La relación médico -
paciente implica comportamientos inteligentes de solidaridad, altruismo, confianza, con
deberes y derechos, pero también con actitudes de ayuda, de necesidad y dependencia
de parte del paciente” (párr. 2). En otras palabras, la analogía paciente - médico es un
tema de gran relevancia en el mundo, pues esta labor tiene gran responsabilidad en los
derechos humanos como el cuidado de la vida, pretendiendo que exista un equilibrio en
la atención, aplicando el conocimiento y el saber, con la importancia del ser, en un
método más humano.
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El médico es el filtro por donde pasan las decisiones y acciones concernientes al


paciente, quien busca en todo momento proteger y garantizar unas condiciones
adecuadas de salud. Cabe destacar que estas posturas tienen un enfoque de
responsabilidad y no tanto de privilegio, ya que, de acuerdo con Pellegrino (1990), el
profesional de la salud actúa como: “(…) un cómplice moral de cualquier política, acto o
decisión que ponga en peligro la integridad y autonomía del paciente (…)” (p. 388). Sin
embargo, el derecho moral del paciente, al igual que su integridad y autonomía, no es un
concepto fundamental, debido a que este puede generar conflicto con la autonomía e
integridad del médico.

En otras palabras, no todos los procedimientos y situaciones a los cuales son


sometidos los pacientes, deben ser acatados por el médico, pues existen condiciones
éticas y morales que van en contra de los principios del galeno, por ejemplo: el aborto o
la eutanasia, prácticas que en muchas ocasiones no son aceptadas por el profesional,
quien puede optar por no ejecutar el procedimiento. En algunos casos, también se
presentan enfermedades que pueden afectar a otras personas, por lo que el deber del
médico tratante es informar a la familia, así el paciente se niegue a que su condición se
ponga en conocimiento.

Ahora bien, en el ejercicio médico existen diversas actividades que pueden


conllevar a eventos lamentables, debido a alguna práctica inadecuada, como también
por omisión en los procedimientos o un diagnóstico equivocado. Tanto paciente - víctima
o familiares, pueden interponer una demanda con indemnización pecuniaria, por los
perjuicios causados con ocasión en el ejercicio del acto médico. Estas situaciones son
respaldadas a través de seguros de responsabilidad civil médica, las cuales operan como
un mecanismo de protección patrimonial, ante los costos que incurra el profesional de la
salud como consecuencia de una defensa legal.

No obstante, muchos casos trascienden a procesos penales, si la situación


corresponde o se encuentra vinculada a la acusación de homicidio por negligencia o
lesiones corporales. Estas pueden ser contra el personal médico o contra los directores
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de clínicas y se caracterizan por ser de tipo jurídico, ético y jurisprudencial. Todo ello se
evalúa bajo los artículos establecidos en el Código Penal de Colombia, teniendo en
cuenta que el derecho médico es uno de los aspectos de mayor relevancia en la rama
del derecho penal colombiano. Además, en la relación paciente – médico existen unas
obligaciones compartidas, ya que, es la vida, la intimidad y la salud, lo que dispone una
persona enferma a valoración de un médico de confianza, aclarando que sin importar la
condición del paciente, siempre existe un beneficio de integridad entre las partes.

Por esta razón, el ejercicio profesional médico está regulado por un conjunto de
normas legales, las cuales siempre buscan que se proteja la vida y se actúe prudente y
consecuentemente en cada acto. De esta manera, en su actividad se le debe atribuir
gran relevancia al proceso de atención del paciente, a través de una adecuado manejo
a la historia clínica, ya que este documento es el consolidado de la relación paciente –
médico, el cual soporta cualquier responsabilidad médica y, a su vez, es un arma de
protección ante un proceso condenatorio. Vale la pena decir que, todo lo que se exponga
en la historia clínica permite evidenciar si el medico realizó el proceso debido dentro de
sus obligaciones y conocimientos para ponerlos a disposición del paciente o, por el
contrario, actuó con negligencia y/o fue irrespetuoso frente a los derechos de la persona.
Entonces, se considera que la historia clínica se convierte en un elemento que funciona
como prueba para todos los casos de responsabilidad médica (Río, 1997).

Para el caso de Colombia, los tribunales de ética médica son la primera instancia
de los procesos éticos disciplinarios y quejas relacionadas con el ejercicio de la medicina.
Esta instancia actúa como una entidad de control que garantiza el debido proceso y
transparencia en el acto médico (Tribunal Nacional de Ética Médica, s.f.).

Las actividades relacionadas con la praxis médica son cada vez más vulneradas
por las diferentes demandas que se interponen al personal de salud, las cuales están
asociadas a las exigencias del paciente, el consumismo y la proliferación de facultades
de medicina. En consecuencia, la sociedades son más conflictivas y se interponen de
manera displicente a resolver conflictos, por lo que, en estas circunstancias es donde
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debe ser importante la adecuada actuación del profesional médico, quien debe ejercer
su praxis bajo una postura neutral y haciendo uso de sus habilidades y competencias,
para lograr un equilibrio en la relación paciente – médico, de manera justa, racional y
ética, logrando así una negociación sin trascendencias civiles y penales (Guzmán y
Franco, s.f.).

Las consecuencias de las intervenciones médicas pueden ser relevantes cuando


sobrepasan los límites permitidos de la actividad, de esta manera, si se crea un riesgo
prohibido se genera una imputación, la cual para vincularse a una responsabilidad penal,
debe contener una relación causal, o conducta infractora. Es decir, la gestión médica se
relaciona con un riesgo jurídicamente relevante que conlleva a que el proceso se eleve
ante la corte. Cabe aclarar que este tipo de demandas son inicialmente analizadas por
los tribunales, quienes determinan si el caso debe pasar al juez y en su extremo a la
Corte Suprema (Vargas, 2010).

De modo que, los actos médicos que conllevan a consecuencias penales son
procesos complejos, que requieren de actos probatorios y provienen de unas acciones
judiciales que son analizadas de manera detallada, ya que, la prescripción del tipo de
responsabilidad médica es evaluada, desde el punto de vista médico y legal, y el impacto
y afectación del paciente o demandante.

Finalmente, es evidente que la relación paciente – médico es una herramienta de


juicio que puede jugar a favor en un proceso de responsabilidad médica penal. Si el
galeno ha actuado desde la ética y ha sostenido una relación con el paciente, apelando
al respeto y la responsabilidad que le corresponde, seguramente le será un recurso
favorable en un posible proceso jurídico.

4. Responsabilidad médica y su tipificación penal

Todo experto en una materia tiene consigo una enorme responsabilidad, no solo
la de hacer bien su trabajo, ejercer su oficio o profesión de manera ética, sino que,
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además, en profesiones relacionadas al área de la salud, específicamente para los


médicos, donde depende del especialista tratante, en mayor medida, cuando de bienes
jurídicos se trata, como puede ocurrir con la vida de los seres humanos, será de mayor
relevancia su actuar profesional.

Por consiguiente, esta profesión puede ser objeto de frecuentes reclamos,


demandas y diversos conflictos jurídicos, pues sus intervenciones están dirigidas y
encaminadas al restablecimiento de la salud de las personas y, a veces, la integridad del
cuerpo y la vida misma pueden correr riesgos.

Precisamente, de allí surge la importancia de un médico en la sociedad, pues tiene


la enorme responsabilidad de salvar vidas, de ayudar en las comunidades y aportar al
desarrollo humano. De tal manera que, sus intervenciones estarán, en primera medida,
basadas en el respeto a la vida e integridad de sus pacientes.

Aun así, vale la pena cuestionarse: ¿qué ocurre cuando un galeno se ve


involucrado en una mala praxis médica? Al respecto, se analiza que como se está
hablando específicamente de vidas humanas, las consecuencias de estos actos son de
gran impacto, dado que, un mal procedimiento puede tener consecuencias en la salud
física y mental del paciente, problemas estéticos e incluso la muerte. Por tanto, su
responsabilidad no solo es profesional, sino que también tiene una gran responsabilidad
legal.

Según Duque (2007):

“Para que exista responsabilidad penal se requiere una conducta antijurídica culpable y
tipificada en la norma, a diferencia de la responsabilidad civil que requiere la existencia
de los cuatro elementos de la responsabilidad (el hecho, la culpa, el nexo causal y el
daño)”. (p. 21)

Así mismo, Duque (2007) afirma que:


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“Para que una conducta sea punible, y por lo tanto sea de relevancia en el derecho penal,
debe estar definida inequívocamente, lesionar o poner en peligro el interés jurídico
tutelado y realizarse con dolo (conoce el hecho punible y quiere su realización), con culpa
(cuando hay falta de previsión del resultado, confianza en evitarlo) o preterintención
(cuando este excede la intención)”. (p. 22)

Ahora bien, resulta relevante comprender algunos conceptos básicos


relacionados con la responsabilidad médica penal. En primera medida, se destaca un
concepto relativamente nuevo en el campo del derecho, el cual corresponde a la
imputación objetiva. Al respecto, Bernate (2008) manifiesta que: “En términos sencillos,
la teoría de la imputación objetiva señala que, para que un resultado pueda ser imputado
a un sujeto, este debió haber creado un riesgo jurídicamente desaprobado y este riesgo
creado debió realizarse con el resultado típico (…)” (p. 66).

Por su parte, Reyes (2005) agrega que:

“Por el contrario, mientras lo objetivo será el estudio de la conducta del hombre en cuanto
ser social, lo subjetivo hará referencia al análisis del comportamiento del hombre en
cuanto individuo; desde el punto de vista nominal, el primero de dichos aspectos recibirá
el nombre de imputación objetiva, al paso que el segundo será denominado imputación
subjetiva”. (p. 196)

En este sentido, es posible señalar que, así como se ha expuesto desde el inicio
del presente artículo, la lex artis será la que permitirá establecer si existe o no, una
responsabilidad médica con implicaciones penales. Tal y como lo demuestra la teoría de
la imputación objetiva, siempre y cuando el médico se ajuste a lo previamente
establecido por la lex artis médica, se mantendrá su actuación dentro de los términos
legales.

Evidentemente, la lex artis como el conjunto de reglas y procedimientos frente a


casos médicos, será convertirá para el profesional de la salud, su mayor defensa a la
hora de enfrentar procesos penales, ya que, todo lo que en ella se encuentre podrá ser
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justificado en su actuar como un riesgo permitido, independientemente del desenlace


que de ello ocurra, pues sus actos no estarán causando ningún riesgo jurídicamente
desaprobado.

Por el contrario, es claro que todo aquello que no se encuentra dentro de la lex
artis médica, tendrá consecuencias civiles y/o penales. Dentro de esta categoría se
incluye la comisión de delitos de índole culposo, doloso y preterintencional. En este
capítulo se aborda sobre este tema, por ende, se consideraba relevante comprender el
concepto de imputación objetiva, con el que mayormente se juzga los delitos causados
por el personal de la salud.

En efecto, se presentan diferencias sustanciales cuando se aborda el tema de las


conductas punibles de carácter culposo, doloso y preterintencional. Por un lado, la
imputación objetiva se relaciona con los delitos culposos. En el artículo 23 del Código
Penal, el Congreso de Colombia (2000) define la culpa como: “La conducta es culposa
cuando el resultado típico es producto de la infracción al deber objetivo de cuidado y el
agente debió haberlo previsto por ser previsible, o habiéndolo previsto, confió en poder
evitarlo” (Artículo 23). En este punto cabe señalar que las conductas culposas pueden
ser causadas por imprudencia (actuar sin precaución), impericia (actuar con falta de
conocimiento o ignorancia sobre algo) y negligencia (actuar con falta de cuidado).

Por otra parte, la imputación subjetiva se vincula directamente con el dolo definido.
En el artículo 22 del Código Penal, el Congreso de Colombia (2000) dispone que: “La
conducta es dolosa cuando el agente conoce los hechos constitutivos de la infracción
penal y quiere su realización. También será dolosa la conducta cuando la realización de
la infracción penal ha sido prevista como probable y su no producción se deja librada al
azar” (Artículo 22). Este tipo de acciones punibles son excepcionales en el quehacer
médico, pues se deberá demostrar que efectivamente el médico actuó con plena
consciencia e intención de hacer un daño, por lo que supone un hecho difícil de probar.
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Finalmente, la preterintención estipulada en el artículo 24 del Código Penal


señala: “La conducta es preterintencional cuando su resultado, siendo previsible, excede
la intención del agente” (Congreso de Colombia, 2000, Artículo 24).

De hecho, respecto de los hechos punibles, cada una de las tipificaciones


resultantes de la responsabilidad médica estarán enmarcadas en estas tres categorías
de conductas establecidas en el Código Penal. Por consiguiente, se despliega un
abanico de posibilidades y de hechos punibles a los que se enfrentarán los galenos. De
acuerdo con el Código Penal, se encuentra en primer lugar el homicidio, que a su vez
está tipificado en culposo, doloso y preterintencional (Congreso de Colombia, 2000).
Frente a esta perspectiva, Murillo (2010) expone que: “(…) Para que se constituya
homicidio, la realización o la omisión del acto médico que lo cause debe ser posterior al
nacimiento. Lo sancionable es el resultado. La punibilidad para este tipo penal es de
trece a veinticinco años” (p. 212).

Específicamente, tal y como se ha mencionado, en el Libro Segundo – Capítulo II


del Código Penal se tipifica el homicidio, descrito a partir del artículo 103 hasta el 110,
detallando así los diferentes tipos de este delito (culposo, doloso, preterintencional, por
piedad e inducción al suicidio) y las circunstancias de agravación de los mismos
(Congreso de Colombia, 2000).

Así mismo, el Capítulo III del mismo libro expone las penas que puede enfrentar
la persona que incurra en lesiones personales, el que cause deformidades, perturbación
funcional, perturbación psíquica, pérdida anatómica o funcional de un órgano o miembro,
parto o aborto preterintencional y lesiones culposas. Dichas penas oscilan entre 1 a 10
años, dependiendo del daño causado al bien jurídico y sus agravantes (Congreso de
Colombia, 2000).

Por otro lado, en el Capítulo IV del Código Penal, entre los artículos 122 al 124,
se encuentran los hechos punitivos relacionados al aborto. Acorde a esto, Murillo (2010)
agrega que:
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“El aborto supone la suspensión de la vida del feto dentro del vientre de la madre. El
Código Penal establece para la mujer que permita la realización del aborto, sin embargo,
no consagra responsabilidad para el médico, lo ideal sería que se estipulara sanción de
inhabilidad del ejercicio de la profesión, para salvaguardar el bien jurídico de la vida que
está por nacer”. (p. 213)

Seguidamente, el Capítulo V se refiere a las lesiones del feto, precisamente el


Congreso de Colombia (2000) estipula que: “El que por cualquier medio causare a un
feto daño en el cuerpo o en la salud que perjudique su normal desarrollo, incurrirá en
prisión de dos (2) a cuatro (4) años” (Artículo 125).

Por último, el Código Penal indica sobre la omisión de socorro en su Capítulo VII,
donde se podrá incurrir en prisión de 2 a 4 años. Además, en el Capítulo VIII, se aborda
sobre la manipulación genética, en el que se incluyen acciones punibles como
repetibilidad del ser humano y la fecundación, y tráfico de embriones humanos con penas
de 1 a 5 años (Congreso de Colombia, 2000).

En conclusión, a partir de la descripción de la tipificación de delitos relacionados


con la responsabilidad médica en Colombia, se puede inferir que los profesionales de la
salud se enfrentan a un número importante de actos punibles en los que pueden incurrir
a partir de su quehacer profesional. No es descabellado que en Colombia se presenten
cientos de demandas por responsabilidad médica, en las que un número importante de
galenos son condenados con penas privativas de la libertad, sanciones disciplinarias y
cuantiosas indemnizaciones.

5. Hallazgos jurisprudenciales en Colombia respecto a la responsabilidad médica

En Colombia, pese a que las sentencias relacionadas con el tema de


responsabilidad médica son mayoritariamente recientes, existe jurisprudencia importante
y relevante frente al asunto que aquí compete. Así las cosas, es un tema que en los
últimos años ha tomado fuerza, siendo así cada vez más estudiado e investigado por
profesionales de la salud y del derecho, especialmente del derecho penal.
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Desde esta perspectiva, en este último apartado es pertinente realizar una breve
revisión jurisprudencial de lo actualmente existente sobre la responsabilidad médica en
Colombia, y contrastar lo que hasta ahora se ha plasmado en el presente artículo frente
a la realidad jurídica nacional. Para tal fin, se ampliarán los casos descritos en la Tabla
1.

Tabla 1. Jurisprudencia relacionada con responsabilidad médica en Colombia

SENTENCIA CSJ DECISIÓN


CSJ - SCP, SU416/15, Corte Suprema de El galeno Manuel de
2015 Justicia – Sala de Jesús Caicedo es
Casación Penal condenado por el delito de
lesiones personales
culposas.

CSJ - SCP, SP8759/16, Corte Suprema de El galeno José Edgar


2016 Justicia – Sala de Duque es condenado por
Casación Penal el delito de lesiones
personales culposas.

SCP, 1995 - Proceso Corte Suprema de El galeno Armando


N° 9651 Justicia – Sala de Vernaza Guzmán es
Casación Penal condenado por el delito
de homicidio culposo.
Fuente: Elaboración propia a partir de Corte Suprema de Justicia (1995; 2015; 2016).

A continuación, se procede a ilustrar los hechos puntuales de cada sentencia. En


principio, se identifica que el día 11 de abril de 2011 se profiere una sentencia frente al
proceso Nº 33920 por la Corte Suprema de Justicia – Sala de Casación Penal, en donde
se estudian los siguientes hechos:
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Para empezar a ilustrar, se encuentra que, el día 11 de Abril de 2012, se profiere


sentencia frente al proceso N° 33920 por la Corte Suprema de Justicia - Sala de Casación
Penal (2012), donde se estudian los siguientes hechos:

“El día 22 de julio de 2003, en la Clínica Santillana de Cali, Dolly Maricel Bastidas Lenis
se sometió a una intervención quirúrgica de implantación mamaria, inyección glútea y
lipoescultura, la que practicó el cirujano estético Manuel de Jesús Caicedo (…) el tercer
día del postoperatorio Dolly Maricel exhibía extensas zonas de enrojecimiento y úlceras
de la piel del abdomen (eritema y epidermólisis), a las que sumó un intenso dolor, fiebre,
vómito y malestar general (…)”. (Exp. 33920)

Posteriormente, al realizar la consulta al médico tratante, este señala que son


síntomas normales en su proceso de recuperación, sin expresar otra especificación, por
lo cual, decidió ordenar 10 sesiones de cámara hiperbárica. Sin embargo, la señora Dolly
Maricel Bastidas Lenis al notar nula mejoría y por el contrario empeoramiento de su
salud, decide consultar el servicio de urgencias de Comfenalco, donde es remitida a
médicos especialistas quienes determinan que padece necrosis tisular de gran tamaño
y una infección grave producida por staphylococcus aerus y pseudomonas aeruginosa
(Corte Suprema de Justicia - Sala de Casación Penal, 2012; Corte Suprema de Justicia,
2015).

“La falta de atención completa y oportuna de tales padecimientos por parte del
doctor Caicedo, obligaron a la señora Bastidas Lenis a consultar a otros profesionales
de la salud, especializados en las áreas de dermatología e infectología y a acudir al
servicio de urgencias de Comfenalco, siendo tratada hasta obtener completa
cicatrización de sus heridas. Como consecuencia de las lesiones causadas, se
dictaminó una incapacidad médico legal definitiva de 45 días y secuelas consistentes
en deformidad física que afecta el cuerpo de carácter permanente”. (Corte Suprema de
Justicia - Sala de Casación Penal, 2012, Exp. 33920)

A causa de ello, el galeno tratante, Manuel de Jesús Caicedo, fue condenado por
el delito de lesiones personales culposas y a una pena principal de 4 meses y 24 días
18

de prisión, multa de 5.2 SMLMV, pena accesoria de inhabilitación para el ejercicio de


la medicina por un 1 año, además de imponerle la obligación de pagarle a la paciente
la suma de 150 SMMLV por concepto de perjuicios materiales y morales (Corte
Suprema de Justicia - Sala de Casación Penal, 2012; Corte Suprema de Justicia, 2015).

En concreto, analizando la sentencia, se encuentra que el juez valora las


pruebas periciales practicadas en juicio por profesionales de la salud, específicamente
médicos con especialidad en el área de procedimientos estéticos, con lo que se
concluye que el proceder del médico tratante es el reflejo de su falta al deber objetivo
de cuidado y al procedimiento lex artis indicado para estos casos. Es decir, fue
precisamente su mala praxis médica, la determinante de que este procedimiento
posoperatorio terminara con un desenlace de lesiones personales permanentes para la
paciente, resultados que eran previsibles y evitables, por lo que lesionó el bien jurídico
tutelado al ponerlo en un riesgo no permitido.

Ahora bien, exponiendo otro caso de responsabilidad médica en Colombia, se


encuentra que el 29 de junio de 2016, la Sala de Casación Penal de la Corte Suprema
de Justicia, resuelve el recurso de casación formulado por el defensor del médico José
Edgar Duque, condenado por el delito de lesiones personales culposas, con base en
los hechos que se describen a continuación (Corte Suprema de Justicia, 2016). El
galeno patólogo, José Edgar Duque, emite el 24 de julio de 2007, el informe patológico
de: “(…) carcinoma ductual de tipo tubular con cambios fibroquísticos en el tejido
mamario de la paciente María Teresa Restrepo Cañón (…)” (Corte Suprema de Justicia,
2016, p. 2).

A causa de ello, a partir del informe patológico, el oncólogo tratante evidenciando


que se trataba de un cáncer invasivo, decide ordenar la extirpación total del seno derecho
de la paciente María Teresa Restrepo Cañón. De esta manera, tras realizar dicho
procedimiento, se envía a patología nuevamente el tejido extraído, encontrando con
sorpresa que en realidad se trataba de una lesión benigna, dejando así a la paciente
con una deformidad física permanente (Corte Suprema de Justicia, 2016).
19

Por consiguiente, estudiando la sentencia, se encuentra que el patólogo José


Edgar Duque no realizó estudios adicionales, como lo señala la lex artis en estos casos,
es decir, un estudio de inmunohistoquímica para confirmar o descartar el resultado
(Corte Suprema de Justicia, 2016). Según la Corte Suprema de Justicia (2016), el
galeano tratante: “(…) no advirtió que la lex artis de la patología admite tres criterios para
diagnosticar el cáncer: el citológico (celular), el arquitectural (del tejido) y las metástasis
(…)” (p. 5-6).

De tal modo que, el juez decide no casar la sentencia y dejar en firme su condena
por lesiones personales culposas, teniendo en cuenta que el patólogo estaba en el
deber de realizar todos los protocolos establecidos para confirmar o descartar un
cáncer en el tejido estudiado, reconociendo también su experticia y la lex artis
documentada para el caso en estudio. Dadas las evidencias, el patólogo desconoció
su deber objetivo de cuidado excediendo en el riesgo permitido al bien jurídico.

Todo indica que, en Colombia las condenas por responsabilidad médica son
principalmente dadas por el delito de lesiones personales culposas. Aunque es menos
común, también se advierten algunos casos de galenos condenados por homicidio
culposo, como es el caso del especialista gastroentérologo, Armando Vernaza
Guzmán, quien recibe a la paciente Carmen Patricia Roa, remitida a su especialidad
por un tumor en el hígado (Corte Suprema de Justicia, 1995).

Al analizar el tumor que presentaba la señora Carmen Patricia Roa, el galeno


decide realizar una biopsia para determinar el comportamiento del mismo. Sin embargo,
al tratar de llevar a cabo dicho examen, se hace imposible pues se identifica que este
se encuentra sumamente vascularizado, es decir, tenía elevada irrigación sanguínea.
Por este motivo, el especialista Armando Vernaza Guzmán decide al día siguiente
programar la extracción completa del tumor, sin realizar exámenes adicionales.
Finalmente, durante la cirugía y resección del tumor, la paciente presenta una
hemorragia y fallece (Corte Suprema de Justicia, 1995).
20

En este orden de ideas, se observa que para el diagnóstico de la señora Carmen


Patricia Roa, se debía realizar previamente a la cirugía, un examen denominado
arteriografía, lo que permitiría al cirujano realizar el mapa de irrigación sanguínea;
protocolo establecido en la lex artis para este tipo de tumores vascularizados. Es así
como lo constata la Corte Suprema de Justicia, al valorar informes periciales de
diferentes especialistas en el área de gastroenterología y los protocolos establecidos
por la lex artis (Corte Suprema de Justicia, 1995).

Finalmente, el galeno recibe sentencia condenatoria de 2 años de prisión por


homicidio culposo, demostrando una falta de cuidado, así como un evidente aumento
del riesgo permitido sobre el bien jurídico tutelado. En este caso, adicionalmente, son
agravantes que el galeno tratante contaba con amplia experiencia y trayectoria
profesional como cirujano especialista, además de desempeñarse como docente en la
misma área, por tanto conocía a ciencia cierta el protocolo que debía seguir
estrictamente para este caso (Corte Suprema de Justicia, 1995).

Como resultado de la revisión jurisprudencial desarrollada, se encuentra que en


Colombia existen pocos fallos condenatorios relacionados específicamente con
responsabilidad médica. En su mayoría se profieren condenas por el delito de lesiones
personales culposas con penas privativas de la libertad, que oscilan entre los 10 meses
a 2 años. Por lo tanto, en el mismo sentido, son aún más escasas las sentencias
condenatorias por homicidio culposo relacionado con casos de responsabilidad médica.

Para terminar el presente capítulo, se evidencia en las sentencias estudiadas que


los casos de responsabilidad médica en Colombia, son analizados desde la teoría de la
imputación objetiva. Los jueces proceden, en primera medida, a tomar sus decisiones,
basados en la lex artis, siendo esta base fundamental para determinar si el galeno obró
con culpabilidad o no, si puso en riesgo jurídicamente permitido el bien jurídico haciendo
uso de peritos en las mismas especialidades juzgadas, para establecer si otro galeno,
con la misma o mayor experticia y conocedor de la praxis médica, actuaría igual que el
procesado.
21

6. Conclusiones

Colombia es un país que aún presenta pocos estudios de responsabilidad penal


médica, cuyo componente más fuerte se encuentra en la teoría de la imputación objetiva.
Sin embargo, se evidencia poca jurisprudencia frente al tema, comparado con delitos de
otras materias ampliamente estudiadas y desarrolladas. Por lo cual, son escasos los
procesos de responsabilidad médica que prosperan en la justicia colombiana, mucho
más en el ámbito penal, pues además se encuentra que en el ámbito civil, dichas
demandas tienen mayor incidencia en el número presentado y en el éxito de las mismas.

En definitiva, es posible concluir que la profesión médica implica una actividad con
un riesgo importante por el rol que ocupa en la sociedad, teniendo en cuenta que lo que
tienen a cargo es el bien jurídico más valioso, la vida de un ser humano, confiando
absolutamente en que son ellos quienes pueden restablecer su salud y bienestar.
Aunque su labor es de medios y no de resultados, nunca antes en la historia, los
pacientes se encontraban más informados y dispuestos a reclamar sus derechos por vías
judiciales.

Si bien, este artículo no pretendía acrecentar o instigar de manera alguna la


sevicia punitiva frente al quehacer médico, sí pretendía evidenciar los hechos punibles
que enfrentan los galenos en Colombia. Dichos hechos que pueden cometer con
frecuencia, por imprudencia, impericia o negligencia, lo que además es un llamado a los
profesionales de la salud, a quienes les corresponde en este momento de la historia, ser
conocedores de sus obligaciones y derechos, pero sin desconocer de manera alguna
que sus pacientes también son sujetos de derechos que ponen su salud y vida en sus
manos.

Para finalizar, se visibiliza que el Código Penal de Colombia y el precedente


judicial en el país, respecto de la responsabilidad médica, demuestra cada vez más que
nadie está por encima de la ley y que el bien jurídico de la vida debe ser protegido por
quienes en su juramento hipocrático prometieron hacerlo. Por lo que, esta profesión
22

requiere mayor exigencia y rigor en el cumplimiento de la lex artis, pues finalmente será
este el determinante para establecer si existe o no responsabilidad penal médica.

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