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AL REPUDIAR LA CARNE
El libro de Filipenses aborda el asunto del disfrute que tenemos de Cristo. Este libro es único y
contiene muchas expresiones nuevas e incluso peculiares. Disfrutamos a Cristo en la comunión en
el evangelio, al tener un único pensamiento, al amar con el mismo amor y al estar unidos en el
alma. Éstas son algunas de las expresiones poco comunes que se hallan en el libro de Filipenses
10Tratar con el yo
15Conocer el Cuerpo
16Conocer la ascensión
17Reinar
REVELACIÓN ( DESCUBRIMIENTO)
La experiencia de vida
PROLOGO
Este libro es una traducción de varios mensajes dados originalmente en chino por el hermano
Witness Lee en Taipéi, Taiwán, a principios de la década de los cincuentas.
PREFACIO
Sabemos que el deseo y propósito del corazón de Dios es obtener un hombre corporativo, que
tenga Su imagen, que manifieste Su gloria y que ejerza Su autoridad para que se encargue de Su
enemigo, todo esto con el propósito de que El mismo pueda obtener descanso eterno. Muy poca
gente, sin embargo, sabe que este gran deseo de su corazón y propósito sólo puede ser logrado
por la misma vida de Dios, y son menos aún los que entienden cómo puede uno experimentar esta
vida y de esta manera cumplir el deseo del corazón de Dios. Los santos son muy débiles e
infantiles. Aunque son muchos los que buscan, son pocos los que encuentran el camino de vida.
Incluso hay muchos que confunden el entusiasmo, el conocimiento, la habilidad y los dones, con la
vida.
Gracias a Dios que en estos últimos días, días de tal necesidad espiritual, El ha revelado a través
de nuestro hermano Su maravilloso y misterioso camino de vida, de tal manera que todo creyente
pueda comprenderlo y hacerlo suyo. Podemos decir que estos mensajes contienen la esencia del
entendimiento y experiencia de vida de los santos durante dos mil años, además de los treinta
años de pruebas y experiencias personales que capacitaron a nuestro hermano para recopilar
estos escritos preciosos. Es en verdad grandioso. El contenido muestra la experiencia de vida en
diecinueve puntos, explicando la experiencia de las varias etapas de vida espiritual y la manera de
seguir al Señor. Si se busca y se practica la experiencia de cada asunto, se puede seguir adelante en
un curso directo y llegar a la etapa de la madurez en vida muy rápidamente.
Estos mensajes hacen real aquella ciencia de vida que no es fácil ver ni entender. Ningún santo
que ama al Señor y busca crecer en vida debe dejar de leerlo.
INTRODUCCION
De las experiencias de los santos a través de las edades y de la luz que hemos visto delante del
Señor en estos últimos años, podemos decir que la experiencia de vida puede ser dividida en
cuatro etapas con un total de diecinueve puntos.
De acuerdo con nuestra experiencia, estas cuatro etapas pueden ser designadas como sigue: la
primera etapa puede ser llamada la etapa de la salvación; la segunda, la etapa de avivamiento; la
tercera, la etapa de la cruz y la cuarta, la etapa de la lucha espiritual. Pero de acuerdo con nuestra
relación con Cristo, estas cuatro etapas deben ser designadas en esta forma: la primera etapa,
estar en Cristo; la segunda, permanecer en Cristo; la tercera, Cristo mora en nosotros y la cuarta,
Cristo plenamente formado en nosotros. Las experiencias en estas cuatro etapas están basadas en
nuestra relación con Cristo.
La vida es Dios mismo, sin embargo, para que Dios pueda ser nuestra vida es menester que esta
vida esté en Cristo. Es por esto que la Escritura dice: “Cristo es nuestra vida” (Col. 3:4). Ya que la
vida es Cristo, cuando experimentamos vida, experimentamos a Cristo. De esta manera, la
experiencia de vida puede ser expresada como nuestra relación con Cristo.
La regeneración es también el comienzo del nuevo hombre dentro de nosotros. Todas las
experiencias que tenemos de la vida espiritual son asuntos del nuevo hombre dentro de nosotros,
y este nuevo hombre comienza a existir en el momento de nuestra regeneración. Antes de ser
regenerados, estamos en Adán, que es un pecador caído, el viejo hombre. Una vez que somos
regenerados, la vida de Dios en Cristo entra en nosotros. Esta vida es un nuevo elemento, y cuando
se mezcla con nuestro espíritu, se convierte en el nuevo hombre dentro de nosotros. En
consecuencia, cada uno de nosotros que ha sido regenerado es un hombre doble: por un lado
somos el viejo hombre en Adán, somos hombres caídos; y por otro, somos el nuevo hombre en
Cristo, somos salvos. Este nuevo hombre comienza a existir en el momento de nuestra
regeneración. Por lo tanto, la regeneración es el comienzo del nuevo hombre.
Primeramente, nuestra naturaleza es corrupta. Jeremías 17:9 dice: “Engañoso es el corazón más
que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” Aunque este versículo habla del corazón del
hombre, se refiere realmente a la naturaleza del hombre. Así que vemos que antes de la
regeneración nuestra naturaleza original es engañosa y torcida, extremadamente corrupta e
incompatible con la naturaleza de Dios.
En segundo lugar, el corazón es endurecido hacia Dios. Ezequiel 36:26 habla de nuestro corazón
original como un “corazón de piedra”. Esto significa que antes de la regeneración nuestro corazón
hacia Dios es siempre rebelde, obstinado y duro como una piedra.
En tercer lugar, delante de Dios nuestro espíritu está muerto. Antes de la regeneración, debido a
los pecados (Ef. 2:1), nuestro espíritu está muerto delante de Dios y ha perdido su función de tener
contacto con Dios. Por lo tanto, no podemos tener comunión con Dios, ni tampoco podemos
entender las cosas espirituales de Dios.
En cuarto lugar, el hombre está separado de la vida de Dios. Debido a que la naturaleza de un
hombre no regenerado es corrupta, a que su corazón está endurecido hacia Dios, y a que delante
de Dios su espíritu está muerto, toda su persona, está separada de la vida de Dios (Ef. 4:18).
En tercer lugar, nuestro espíritu se contrista para con Dios. Debido al arrepentimiento de nuestro
corazón, nuestro espíritu, en lo profundo de nosotros, también se siente extremadamente
contrito. Nuestro espíritu, en ese momento, es como el que se describe en Salmos 51:17, “un
espíritu quebrantado”. Cuando el Espíritu Santo nos regenera, nuestro espíritu, muy dentro de
nosotros se siente contrito. En realidad, es como si estuviera quebrantado.
En cuarto lugar, el hombre tiene contacto con la vida de Dios. Desde que el hombre pecó y cayó y
fue echado del huerto del Edén, los querubines con la espada encendida han guardado el camino
del árbol de la vida (Gn. 3:24) a fin de que el hombre ya no pudiera tener contacto con Dios y así
obtuviera la vida de Dios. No fue sino hasta que el Señor Jesús derramó Su sangre y murió en la
cruz, satisfaciendo así la demanda de la gloria, santidad y justicia de Dios, que el camino que
conducía a la vida de Dios fue abierto. Por lo tanto, en el momento de nuestra regeneración,
debido a nuestra contrición, arrepentimiento y fe en recibir al Señor Jesucristo como nuestro
Salvador, es que entonces podemos tener contacto en nuestro espíritu con la vida de Dios, la cual
está en El. Porque la vida de Dios está en Su Hijo, el Señor Jesucristo (1 Jn. 5:11).
De las experiencias de los santos a través de las edades y de la luz que hemos visto delante del
Señor en estos últimos años, podemos decir que la experiencia de vida puede ser dividida en
cuatro etapas con un total de diecinueve puntos.
De acuerdo con nuestra experiencia, estas cuatro etapas pueden ser designadas como sigue: la
primera etapa puede ser llamada la etapa de la salvación; la segunda, la etapa de avivamiento; la
tercera, la etapa de la cruz y la cuarta, la etapa de la lucha espiritual. Pero de acuerdo con nuestra
relación con Cristo, estas cuatro etapas deben ser designadas en esta forma: la primera etapa,
estar en Cristo; la segunda, permanecer en Cristo; la tercera, Cristo mora en nosotros y la cuarta,
Cristo plenamente formado en nosotros. Las experiencias en estas cuatro etapas están basadas en
nuestra relación con Cristo.
La vida es Dios mismo, sin embargo, para que Dios pueda ser nuestra vida es menester que esta
vida esté en Cristo. Es por esto que la Escritura dice: “Cristo es nuestra vida” (Col. 3:4). Ya que la
vida es Cristo, cuando experimentamos vida, experimentamos a Cristo. De esta manera, la
experiencia de vida puede ser expresada como nuestra relación con Cristo.
La primera etapa de la experiencia de vida es estar en Cristo. Esto se debe al hecho de que nuestra
primera relación con Cristo resulta en que estemos en Cristo. Antes de ser salvos, estábamos fuera
de Cristo; estábamos en Adán. Pero cuando somos regenerados, Dios nos traslada a Cristo (2 Co.
5:17). Desde nuestro punto de vista, puede decirse que la experiencia de esta etapa es la etapa de
la salvación o la etapa de la regeneración; pero desde el punto de vista de nuestra relación con
Cristo, es simplemente estar en Cristo santificado; es para esto que El nos ha justificado; y es para
esto que El nos ha libertado. El ha hecho todo esto con un propósito: que seamos regenerados. La
regeneración, por ende, es la parte central de la salvación de Dios y también es la parte central de
nuestra experiencia de la salvación de Dios.
Puesto que la regeneración es obtener la vida de Dios además de nuestra vida original, el
momento en que somos regenerados es el momento mismo de la entrada de la vida de Dios en
nosotros. La regeneración, por lo tanto, es la entrada de la vida de Dios a nosotros.
5. El nacimiento de Cristo dentro de nosotros
mismos corruptos, pecando contra Dios y contra el hombre. Nuestro corazón entonces nos
reprocha y se contrista y se arrepiente delante de Dios.
En tercer lugar, nuestro espíritu se contrista para con Dios. Debido al arrepentimiento de nuestro
corazón, nuestro espíritu, en lo profundo de nosotros, también se siente extremadamente
contrito. Nuestro espíritu, en ese momento, es como el que se describe en Salmos 51:17, “un
espíritu quebrantado”. Cuando el Espíritu Santo nos regenera, nuestro espíritu, muy dentro de
nosotros se siente contrito. En realidad, es como si estuviera quebrantado.
En cuarto lugar, el hombre tiene contacto con la vida de Dios. Desde que el hombre pecó y cayó y
fue echado del huerto del Edén, los querubines con la espada encendida han guardado el camino
del árbol de la vida (Gn. 3:24) a fin de que el hombre ya no pudiera tener contacto con Dios y así
obtuviera la vida de Dios. No fue sino hasta que el Señor Jesús derramó Su sangre y murió en la
cruz, satisfaciendo así la demanda de la gloria, santidad y justicia de Dios, que el camino que
conducía a la vida de Dios fue abierto. Por lo tanto, en el momento de nuestra regeneración,
debido a nuestra contrición, arrepentimiento y fe en recibir al Señor Jesucristo como nuestro
Salvador, es que entonces podemos tener contacto en nuestro espíritu con la vida de Dios, la cual
está en El. Porque la vida de Dios está en Su Hijo, el Señor Jesucristo (1 Jn. 5:11).