Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Comencemos con la segunda mitad de este pasaje, en donde Pablo hace explícito
el aspecto comunal. “Digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí
que lo que debe pensar”. En otras palabras, piense menos de usted mismo y más
alto de otros, más sobre la comunidad. Más adelante en el capítulo 12, Pablo lo
amplía agregando, “sed afectuosos unos con otros con amor fraternal” (Ro 12:10),
“contribuyendo para las necesidades de los santos”, “practicando la hospitalidad”
(Ro 12:13), “Vivan en armonía los unos con los otros” (Ro 12:17) y “estad en paz
con todos los hombres” (Ro 12:18).
La primera parte de este pasaje nos recuerda que somos incapaces de poner a
otros primero, sin la gracia salvadora de Dios. Como Pablo señala en Romanos 1,
las personas son esclavizadas a una “mente depravada” (Ro 1:28), “vanos en sus
razonamientos”, oscurecidos por “su necio corazón” (Ro 1:21), lo que resultó en
que hacen toda clase de mal unos a otros (Ro 1:22–32). La salvación es la
liberación de esta esclavitud de la mente, “para que verifiquéis cuál es la voluntad
de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”. Si tan solo nuestras mentes son
transformadas del egoísmo al interés por los demás —imitando a Cristo, quien se
sacrificó a Sí mismo por otros—, podremos poner la reconciliación, la justicia y la
fidelidad por encima de nuestros objetivos egoístas.
Invocar Su nombre
Uno de los dones más preciosos que el Señor nos dió es Su
nombre 1 Corintios 12:3 nos dice: “Nadie puede decir: ¡Jesús es
Señor!, sino en el Espíritu Santo”. Cuando invocamos: “Señor
Jesús”, o “Oh Señor Jesús”, o le decimos al Señor: “Señor Jesús,
te amo”, nos volvemos y contactamos al Espíritu Santo que nos
renueva en nuestro espíritu. Conforme nos renueva, le permitimos
extenderse un poco más en nuestro ser. Cuando invocamos al
Señor en todas las situaciones de nuestra vida diaria, recibimos
más de Su vida en nuestro ser. De esta manera, el Señor nos
remodela internamente con Su vida.