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Biomasa y

biocombustibles

Tema 2. Caracterización
de la biomasa
Biomasa y biocombustibles
Tema 2. Caracterización de la biomasa

Para poder determinar las posibilidades de aprovechamiento de un recurso biomásico


como biocombustible, debemos conocer algunas características y propiedades que nos
permitirán determinar para qué aplicaciones, en qué circunstancias y mediante qué
tratamientos es viable emplearlo para producir un biocombustible.

Poder calorífico

Es la cantidad de calor que libera la combustión de un biocombustible, es decir, la


energía que contiene. Se expresa por tanto en unidades de energía por unidad de masa:

MJ/kg, kWh/kg o kcal/kg

El poder calorífico inferior (PCI) indica la cantidad de energía que libera la


combustión de una determinada cantidad de combustible menos la energía que se
precisa para vaporizar el agua contenida en el combustible o que se forma en la propia
reacción de combustión (recordemos que los productos de la combustión de la materia
orgánica son agua y dióxido de carbono).

Este valor se definió debido a que es el calor realmente aprovechable en la mayoría


de las aplicaciones, ya que el calor que se dedica a vaporizar el agua no puede
emplearse (salvo que se condense el agua de los gases emitidos por la combustión, en
cuyo caso liberamos 539 kcal por cada kg de agua que condensamos).

Se expresa por tanto en unidades de energía por unidad de masa: MJ/kg, kWh/kg o
kcal/kg.

Nota de equivalencias: 1 cal = 4,18 J; 860 kcal = 1 kWh

Debemos de recordar al menos algunos poderes caloríficos inferiores para tener una
escala donde “situar” el poder calorífico de cualquier recurso biomásico o no
renovable:

• Poder calorífico elevado. 6 a 12 kWh/kg. Poder calorífico inferior excelente,


en el rango de los poderes caloríficos de los combustibles fósiles (petróleo,
carbón y gas natural). Recursos biomásicos con este poder calorífico serían los
aceites vegetales (soja, colza, palma) que tienen un PCI en el entorno de
10 kWh/kg o 9000 kcal/kg. Recordemos que el carbón tiene un PCI en el entorno
de 8 kWh/kg o 6800 kcal/kg, el petróleo bruto y el gas natural en el entorno de
11,5 kWh/kg o 10 000 kcal/kg.

• Poder calorífico intermedio. 2 kWh/kg a 6 kWh/kg. Es un poder calorífico


inferior bueno, menor al de la mayoría de los recursos no renovables, pero que
permite un adecuado aprovechamiento energético. En este rango se encuentran
todos los recursos lignocelulósicos que tengan bajo contenido en humedad (paja,
madera, cultivos energéticos, cáscara de almendra, hueso de aceituna) con PCI
en el entorno de 3800 kcal/kg o 4,5 kWh/kg.

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• Poder calorífico bajo (0 a 2 kWh/kg). El poder calorífico inferior es tal que las
posibilidades de aprovechamiento energético son escasas, ya que las pérdidas
que se producen en el proceso y equipos de combustión hacen que el calor que
realmente se pueda aprovechar sea escaso. Ejemplos serían lodos de depuradora
con un contenido en humedad del 70 %, con un PCI de 0,58 kWh/kg o
500 kcal/kg.

Por tanto, los recursos mediocres tienen PCI menores a 2 kWh/kg (lodo depuradora con
un 70 % de humedad), los intermedios (madera, papel, restos vegetales secos) en el
entorno de 4 kWh/kg y los muy buenos, como los aceites vegetales o el carbón,
superior a 6 kWh/kg.

Densidad

En general, nos interesa que los combustibles sean lo más densos posibles, para que
podamos almacenar o transportar la mayor cantidad en el menor espacio posible. La
densidad se mide en kg/m3. Sin embargo, cuando hablamos de combustibles sólidos
existen dos tipos de densidad, la densidad real y la aparente. La real es la densidad
de las partículas que componen el combustible, la aparente es la densidad de un
volumen de combustible (que incluye partículas y los espacios entre estas).

Por ejemplo, la densidad de la madera de pino silvestre al 20 % de humedad


podría estar en el entorno de los 500 kg/m3, mientras que la misma madera
pero astillada tendría una densidad de unos 250 kg/m3. Por tanto,
deducimos que en un volumen de madera astillada existe más de un 50 %
de espacio vacío, que es el que reduce drásticamente la densidad.

La densidad aparente no nos facilita información sobre el potencial energético ya que


una determinada biomasa puede ser muy densa pero tener un bajo poder calorífico
(por ejemplo, biomasa con alto contenido en humedad). Por tanto se hace fundamental
conocer la densidad energética, esto es, la cantidad de energía que existe en un
volumen dado, magnitud que por tanto se expresará en kcal/m3 o kWh/m3. Esta
unidad, por tanto, une en un solo parámetro dos, el poder calorífico y la densidad.

Ejemplo
Disponemos de astilla de madera de pino con un PCI de 3,5 kWh/kg y una
densidad de 250 kg/m3. ¿Cuál sería la densidad energética aparente?
La densidad energética aparente: 3,5 kWh/kg  250 kg/m3 = 875 kWh/m3.

La densidad energética aparente del carbón se sitúa en el entorno de los


7000 kWh/m3.

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Tema 2. Caracterización de la biomasa
El contenido en humedad de la biomasa se expresa habitualmente en tanto por ciento
peso/peso, es decir, el porcentaje de la masa del producto que corresponde a agua.
Para porcentajes bajos se utilizan otras unidades, como los mg de agua por kg de
producto (mg/kg).

Para recursos biomásicos lignocelulósicos (madera, paja, hueso de aceituna, etc.)


podemos considerar que humedades por debajo del 10 % son bajas (humedad que tiene
lo que consideramos madera seca), entre un 10 a un 40 %, medias, y mayores al 40 %,
altas.

Los compuestos más importantes son carbono, oxígeno e hidrógeno, que suponen el
mayor porcentaje en peso de la biomasa. Pero existen otros compuestos que, aunque
se encuentren en mucha menor proporción, son importantes porque afectan a los gases
que se emiten en la combustión y a las características de las cenizas (adherencia,
corrosión, etc.) como son el nitrógeno, el azufre, el cloro, el calcio y el potasio, así
como la presencia de metales pesados que pueden dificultar la gestión (destino) de las
cenizas. La importancia de estos compuestos se tratará en detalle en la unidad
dedicada a la combustión.

Como ya se ha explicado, cualquier aplicación energética de la biomasa termina con


la combustión. En la combustión la práctica totalidad de la materia orgánica se
transforma en dióxido de carbono, agua y otros gases, pero existen compuestos
(inorgánicos principalmente) que no volatilizan y se recogen como sólidos. Estos
compuestos se denominan de forma general cenizas, pero se dividen a su vez en:

• Cenizas (partículas sólidas que por su pequeño tamaño acompañan a los gases
emitidos por la combustión)

• Escorias (cenizas que permanecen en el lugar de la combustión).

Una biomasa será más fácilmente aprovechable energéticamente cuanto menor sea
su contenido en cenizas. El contenido en cenizas se suele expresar en porcentaje de
cenizas (kg) generado tras la combustión respecto a unidad del recurso quemado (kg)
(p. ej., si al quemar 100 kg de madera obtenemos 4 kg de ceniza, el % de ceniza será
el 4 %). Varía desde valores nulos o muy bajos (como el bioetanol, un alcohol fabricado
a partir de la biomasa), valores del 3-10 % para muchas biomasas sólidas como la
madera, a valores altos de hasta el 30 % o superiores para biomasas con alto porcentaje
de compuestos inertes (por ejemplo, residuos sólidos urbanos o lodos de depuradora).
Es necesario hacer notar que cuanto mayor es el contenido en cenizas menor es el
poder calorífico de la biomasa, ya que estos compuestos no aportan valor energético
por no ser combustibles.

La biodegradabilidad de un recurso biomásico depende de dos factores: la


composición química de la biomasa y el contenido en humedad.

• Composición: en general, los recursos lignocelulósicos son poco biodegradables


y el resto, biodegradables.

• Contenido en humedad: contenidos bajos en humedad hacen a cualquier


biomasa poco biodegradable (0-12 %), mientras que contenidos mayores hacen
a la biomasa potencialmente biodegradable.

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Ejemplos

Restos de papel y cartón (recurso lignocelulósico) con baja humedad son


muy poco biodegradables, con alta humedad se degradan moderadamente.

Cereales como el trigo, con porcentajes de humedad bajos son poco


biodegradables (se han encontrado granos intactos en yacimientos
arqueológicos del antiguo Egipto, lo que demuestra la influencia
determinante del contenido en humedad), mientras que con un porcentaje
medio a alto de humedad se degradan rápidamente.

El proceso de degradación biológica supone una pérdida de poder calorífico y la


modificación de otras propiedades, así como habitualmente la emisión de gases y
lixiviados (líquidos).

El valor económico en el mercado de la biomasa es fundamental. El precio


habitualmente se expresa en €/kg para las biomasas sólidas y en €/m3 para líquidos.

Sin embargo, estas unidades no nos proporcionan una información real de lo que nos
interesa realmente en el sector energético, que es el pecio que estamos pagando por
unidad de energía. Por tanto el precio debe expresarse también €/kcal o €/kWh.

Para realizar este cambio de unidades necesitaremos conocer el poder calorífico


inferior.

Ejemplo

Paja de cereal con un precio de 50 €/t PCI de 4 kWh/kg.

Precio de la paja en kWh/€ = (50 €/t  0,001 kg/t) / (4 kWh/kg) =


0,125 €/kWh

Como podemos ver, los precios de la biomasa se sitúan muy por debajo de los precios
de los combustibles fósiles.

Sin embargo, el precio de una biomasa o un combustible en un momento dado nos


aporta una información muy limitada. Los precios deben ir acompañados de un
histórico, sin esa información un precio es un dato puntual sobre cuya base difícilmente
podremos tomar decisiones a medio o largo plazo. La biomasa de forma general tiene
unos precios con una volatilidad muy inferior a la de los combustibles fósiles, es decir,
son mucho más predecibles y menos fluctuantes debido a que su producción se realiza
en muchas regiones del mundo.

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