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SIEMPRE PRESENTE
El concepto de “la Persona del Terapeuta”, surge del principio básico de que, el
actuar del Terapeuta se ve afectado por diversas variables, las que influyen en la
forma en que él perciba a la persona que viene a psicoterapia y a las reacciones
que genere frente a ella. Todo esto, da origen a la convicción de que: “Lo que
sea que el Psicólogo piense, imagine o hipotetice, respecto de las personas con
las que trabaja, afecta sus reacciones y en definitiva, el curso de su labor”.
3.2.1. Entrenamiento.
Resulta importante el tipo y nivel de acercamiento al desempeño concreto del rol
de Terapeuta que hay tenido un especialista en su proceso de formación. Dado
que la formación de un psicólogo depende del lugar en que se realizó su
capacitación, existen diversos modos (más teóricos o más prácticos, más
centrados en la comprensión o más centrados en la ejecución, etc.), que influyen
en el desempeño profesional, llegado el momento de trabajar en psicoterapia.
Desde el punto de vista cualitativo, y dado que existen diversos estilos de trabajo
en psicoterapia, el estilo en que cada terapeuta se haya entrenado, determinará
las características de sus intervenciones. Desde el punto de vista cuantitativo,
resulta evidente que es más útil el haber tenido una formación con la mayor
cantidad de experiencias reales posibles y que estas hayan sido supervisadas lo
mas cercanamente posible. Parece recomendable el haber sido inducido
paulatinamente a lo largo de la formación, en el desempeño de roles que
desemboquen en el ejercicio concreto de la psicoterapia.
A un nivel más general, podemos señalar que, en cualquiera de los tres aspectos
señalados, resulta clave potenciar el desarrollo de la Empatía y la
Autoexploración.
La Empatía, resulta clave para la relación con el Consultante, dado que si éste no
se siente comprendido en sus procesos, la alianza terapéutica se verá en
problemas. Desde el lado del Terapeuta, la Empatía también fortalece la alianza,
dado que es importante sentir que la satisfacción vital del Consultante nos es
relevante.
La Exploración de sí mismo, es imprescindible para que el Terapeuta, considerado
como la herramienta básica del trabajo, resulte realmente un recurso eficiente y
eficaz en función de los objetivos del trabajo psicoterapéutico. Es esta
autoexploración, la que generará conciencia de las variables personales que
hemos revisado en los párrafos anteriores.
También es relevante recordar que las investigaciones señalan que el peso de las
Técnicas en la efectividad psicoterapéutica es cercano al 15%, mientras la relación
interpersonal pesa alrededor del 30%.
4. DOMINIOS:
4.1. Autoconciencia:
4.2. Autoconocimiento:
Una vez lograda la conexión con los propios procesos internos, se requiere
conocerlos. Para esto, es útil que el Terapeuta haya desarrollado la capacidad de
“explorar”, “recoger” e “integrar” información significativa para sí mismo, de sus
estados internos. Explorar, permite conocer las características de lo que vamos
sintiendo en cada momento de nuestra interacción con el Consultante. Recoger,
implica hacernos cargo consciente y responsablemente de lo que vamos
descubriendo. Integrar, implica considerar dichos descubrimientos en el proceso
general de nuestra conciencia y toma de decisiones y nos llevará al proceso
descrito en el próximo punto.
Estas tres acciones le permiten a la persona, ampliar la comprensión de su
historia y de su forma de actuar, sentir y pensar, en sentido tanto diacrónico como
sincrónico. Con todo esto, el Terapeuta podrá tomar decisiones operativas para
orientar su comportamiento en terapia, en un proyecto coherente con sus valores,
profesión y sentido de la vida, que logre ser un aporte para el proceso vivido por el
Consultante.
Tan importante como lo descrito hasta aquí, resulta el que el Terapeuta desarrolle
la capacidad de alcanzar una clara conciencia de sus vivencias corporales. La
referida “conciencia de las vivencias corporales” implica dos niveles de
experiencia:
- Por un lado tenemos las habilidades relacionadas con el funcionamiento
equilibrado de sus funciones vitales como: mantener un patrón respiratorio
armónico, atender a sus necesidades fisiológicas y ser consciente de
incomodidades fruto del funcionamiento fisiológico.
- Por otro lado, “Integración Corporal” implica ser físicamente consciente de sus
reacciones emocionales. En otras palabras, implica poder reconocer los
indicadores físicos de reacciones emocionales de agrado y desagrado (alegrías,
penas, etc).
La consideración de ambos niveles de vivencia corporal, llevarán al Terapeuta a
poder actuar considerando ambos planos de manera real y oportuna. Todo esto,
resulta la base de lograr mantener reacciones corporales fluidas frente a las
situaciones personales e interpersonales que debe afrontar.
Son personas que saben que el trabajo se hace en conjunto con el Consultante y
que sin su colaboración no habrá éxito en el proceso. Esto resulta de gran
importancia, dado que este tipo de terapeutas estarán atentos al nivel de
involucración del Consultante con su propio proceso, a la vez de que estarán
continuamente invitándolo a asumir la responsabilidad de su proceso personal.
Desde esas condiciones, es que ambos construirán una alianza que implicará que
trabajen de modo coordinado en función de los objetivos del proceso
psicoterapéutico. Esto implica atender simultáneamente a: - lo que sucede sí
mismo, - lo que le sucede al Consultante y - a lo que sucede en la interacción de
ambos.
Los Terapeutas exitosos son personas que utilizan como base del trabajo
psicoterapéutico, mucho de lo aprendido a lo largo de su vida profesional y
personal. Para eso se requiere mantener a nivel consciente los aportes que
significan las diversas experiencias vividas, tanto en el ejercicio del rol de
psicoterapeuta, como en la vida cotidiana.
Diversas situaciones vividas, ayudan a comprender mejor las experiencias de los
consultantes y los significados que tiene para ellos. A un nivel más específico, el
aquilatar los logros fruto de determinados modos de intervenir en terapia, respecto
de las vivencias de los demás, van generando una especie de “banco de
respuestas posibles” frente a determinado tipo de experiencias vividas por los
Consultantes.
Las personas que disfrutan de explorar diversas facetas de la realidad, por difícil y
poco clara que sea, buscando descubrir relaciones y aclarar situaciones, resultan
ser buenos Terapeutas. La complejidad de las experiencias vividas por una
persona debe ser asumida y explorada en su mas amplia condición. Un terapeuta
eficaz, sabe identificar cuando una experiencia necesita detención en su
exploración para logar la claridad necesaria antes de tomar decisiones de acción.
En estos casos, la curiosidad y las ganas de comprender situaciones, resultan
incentivos importantes para llegar a ser un Terapeuta eficaz, que disfruta al
enfrentar y aclarar situaciones complejas. Este tipo de personas, significa
positivamente la aparición de aspectos que implican ambigüedades en la vida del
Consultante y las vive como interesantes desafíos a aclarar y solucionar.
Los Terapeutas eficaces son personas que disfrutan de la lectura como un hecho
en sí mismo, en ese contexto, no solo leen mucho y con placer, sino que han
desarrollado altos grados de comprensión de lectura. Desde esa perspectiva, a
nivel profesional, se constituyen en personas que se han ocupado de conocer
diversos modos de acercarse al rol de psicoterapeuta, tanto porque disfrutan
haciéndolo, como porque reconocen la utilidad que esto tiene para el desempeño
efectivo del rol profesional. Paralelamente se han ocupado de informarse tanto
respecto de las concepciones de persona y de proceso terapéutico, como de los
estilos de trabajo que presentan evidencia de mayor efectividad en el proceso
psicoterapéutico, respecto de diversas temáticas a enfrentar en el trabajo. Por
otro lado, el leer respecto de asuntos diferentes del quehacer psicoterapéutico,
ayuda a ampliar la visión de mundo del Terapeuta, lo que también resulta un
recurso importante en el acompañamiento de la exploración de una persona.
6.3. “Sabiduría”:
Esta es una condición que implica haber alcanzado un alto nivel de auto
conocimiento y de procesamiento de experiencias, pero es importante que el
Terapeuta vaya desarrollando este grupo de habilidades, en aras de ser efectivo
en su función. Al igual que lo que sucede con las habilidades del Consultante, la
“sabiduría” es también fruto de un proceso que puede durar toda la vida.
Entre las cualidades incluidas como elementos de la sabiduría, que resultan útiles
para ejercer el rol de Terapeuta, encontramos:
Como decía antes, el trabajo en equipo del Consultante y Terapeuta, resulta clave
en el logro de metas de la psicoterapia. La Alianza Terapéutica, es la gran meta
y pilar del proceso. Por consiguiente es de primera importancia que se
establezca un trabajo conjunto entre ambos protagonistas.
Lograr una alianza firme y segura es una tarea básica del Terapeuta.
Prácticamente todas sus habilidades y capacidades revisadas antes, deben
propender a que esta se establezca con facilidad y se mantenga con fluidez.
Para trabajar la referida alianza es necesario considerar diversos aspectos. A
continuación revisaremos los Componentes que la conforman, la Calidad el
Vínculo que se establece y finalmente los Factores que lo hacen posible.
7.1. Componentes:
7.3. Factores:
Por último, es relevante revisar los fenómenos que hacen posible una buena
Alianza. Entre ellos, encontramos:
- Credibilidad y compromiso del terapeuta:
El Terapeuta debe transmitir al Consultante que es capaz de asumir la
responsabilidad del trabajo en conjunto y que para esto cuenta con los
conocimientos y capacidades para acompañarlo exitosamente en su exploración,
que será honesto en sus expresiones y que se involucrará emocionalmente en el
éxito del proceso. El Consultante debe llegar a sentir que “cuenta con el
Terapeuta” para alcanzar sus metas, debe llegar a confiar tanto en su honestidad
como en su involucración emocional con el trabajo a realizar. No está de más
recordar una vez más, que el Consultante siempre debe tener la certeza de que la
relación es para su provecho y nunca para que el Terapeuta se aproveche de ella.
- Empatía:
Acá nos encontramos de nuevo con la capacidad del Terapeuta de comprender
los significados que tienen, los diversos estados emocionales del Consultante para
él. La capacidad del Terapeuta de “ponerse en el lugar” del Consultante,
literalmente “hace posible” una Alianza Terapéutica poderosa. Un Terapeuta que
transmite al Consultante la sensación de que lo comprende de verdad, desde lo
que las circunstancias significan para él, establece las bases ideales para una
buena alianza terapéutica.
8. EN RESUMEN: