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2018
Documento de Cátedra
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Programa de la materia
5. BJETIVOS
5.1. GENERALES
Este espacio curricular –denominado en el plan de estudios de la carrera de Trabajo Social
“Filosofía social y política”- será concebido por nosotros en plural, como filosofías sociales y
políticas. Presentaremos un paneo de las variadas orientaciones y desarrollos teóricos sobre
los lazos sociales, las posibilidades de “vivir juntos” y los antagonismos propios de las
agrupaciones humanas -es decir, de lo político- que se han producido en Occidente.
Realizaremos una travesía que se internará en las distintas orientaciones filosóficas, tanto
idealistas como materialistas, orientaciones que se han ido complementando, refutando,
superando o enfrentando a lo largo de la historia de la experiencia humana occidental.
Recorreremos las filosofías fundadas en conceptos como la verdad, la integración o el
consenso, veremos otras que trabajan la negatividad y el antagonismo socavando críticamente
los fundamentos de los discursos dominantes, otras sostienen postulados posmodernos como
la fragmentación y dispersión y -finalmente- presentaremos las filosofías –más cercanas a la
cátedra- que ubican un lugar para la construcción tanto de la objetividad como de la
posibilidad de las verdades contingentes, parciales y situadas.
Dado que esta asignatura se dicta para la carrera de Trabajo Social, hemos
confeccionado un programa que contempla el hecho de que la intervención profesional de los
y las trabajadores/as sociales se realiza en y a partir de prácticas susceptibles de lecturas
sintomáticas, lecturas de lógica ideológica e inconsciente. De esta manera es posible y
necesario realizar un trabajo de problematización de tales ideologías y de sus elementos
constitutivos así como una especificación de lo que estas ideologías permiten visualizar y de
lo que tienden a ocultar. A lo largo de este programa intentaremos acercarnos a las
principales configuraciones ideológicas que caracterizan la intervención profesional de los y
las trabajadores sociales.
Unidad 1.
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Estado, Estado Nación, mercado, sociedad civil, clases sociales, burguesía, proletariado, revolución,
lazo social, izquierda/derecha, totalitarismo, democracia, liberalismo, sociedad de consumo,
globalización.
3. Identificar las características fundamentales de las edades pre-modernas y de los
modos de producción esclavista y feudal.
4. Introducir el concepto de prácticas sociales, prácticas ideológicas, ejercitaciones
generadoras de ciencia o de fe o de subjetividades (como antropotécnicas).
5. Identificar los principales elementos constitutivos de las prácticas discursivas de las
ejercitaciones o prácticas religiosas: fatalidad, caridad, criatura, necesidades, persona, servicio,
misión, obra, paz social, dignidad humana, voluntariado, devoción, consagración, providencia.
Unidad 2.
1. Identificar las características fundamentales de la llamada modernidad: Revolución
científica o práctica ejercitante productora de saber científico, reforma protestante, irrupción del
liberalismo, desencantamiento del mundo y de las relaciones sociales. La muerte de Dios, el fin del
fatalismo. El nacimiento de las ideologías políticas.
2. Reconocer los fundamentos filosóficos del contractualismo y del liberalismo
(Hobbes, Locke y Rousseau).
3. Identificar los principales conceptos del liberalismo político y del liberalismo
económico: Individuo, interés, contrato, libertades individuales, derecho natural, propiedad privada,
tolerancia, constitucionalismo, garantías, Estado mínimo, sociedad civil, iniciativa privada, mano
invisible del mercado.
4. Identificar la hegemonía lograda por el neoliberalismo en el mundo contemporáneo
como pensamiento único o ideología dominante.
Unidad 3.
1. Reconocer en Kant y en Hegel los fundamentos idealistas de la filosofía moderna: el
Sujeto. El relativismo gnoseológico en Kant y el relativismo histórico en Hegel.
2. Identificar los conceptos fundacionales del humanismo como configuración
ideológica: sujeto, filantropía, dignidad, moral, ética, necesidades, convicción, hombre. La creencia
en la existencia absoluta del sujeto.
3. Identificar la lógica dialéctica hegeliana como un intento de superación de la
contradicción entre idealismo y materialismo.
Unidad 4.
1. Reconocer el surgimiento de la llamada Cuestión Social y las respuestas teóricas y
políticas en torno a ella.
2. Identificar los principales conceptos del positivismo: Realidad, ciencia, técnica,
neutralidad valorativa, racionalidad, materialismo, progreso, orden, sociología, medición, Estado-
providencia. La creencia en la existencia absoluta del objeto.
Unidad 5.
1. Identificar los principales elementos constitutivos del pensamiento crítico del
siglo XIX en Marx, Nietzsche y Freud: crítica de las ideologías, modos de producción,
voluntad de poder, inconsciente.
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fuerzas materiales.
3. Identificar la lógica del pensamiento crítico como pensamiento no esencialista,
antimetafísico, es decir, pensamiento de la contingencia, la inmanencia y la coyuntura
histórica.
Unidad 6.
1. Comprender la elaboración foucaultiana con respecto al poder: Poder de
soberanía, poder disciplinario y biopoder.
2. Identificar la contradicción consenso/disenso en Lyotard y Habermas y sus
implicancias para pensar el lazo social así como sus resonancias en los problemas filosóficos
contemporáneos.
3. Reconocer el paradigma posmoderno de fragmentación absoluta del objeto y
del sujeto y la correlativa muerte de los meta relatos.
4. Identificar las dimensiones ideológicas, políticas e inconscientes anudadas en
las prácticas sociales en general y en las de intervención social en particular.
5. Identificar en la amplia tradición del pensamiento crítico occidental la
reivindicación de lo político como legitimación del antagonismo y como posibilidad –
cognitiva y afectiva- de la idea de alternativa frente al pensamiento único.
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6. CONTENIDOS TEMATICOS
UNIDAD 1
INTRODUCCIÓN: EL LAZO SOCIAL. IDEALISMO Y MATERIALISMO.
Bibliografía obligatoria:
Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de Cátedra.
UNIDAD 2: EL CONTRACTUALISMO
La modernidad. La aparición de la burguesía. La invención de la “perspectiva” en pintura. El
desencantamiento del mundo. La revolución científica. Las revoluciones burguesas. La
aparición del individuo. La Reforma Protestante. La Revolución Gloriosa. Thomas Hobbes.
Su innovación con respecto a la filosofía clásica. La filosofía política de Hobbes. La filosofía
política de Locke. Derecho natural, propiedad y pacto civil. Tolerancia, constitucionalismo y
concepción del Estado. Liberalismo. La Ilustración. El progreso y su contracara. La filosofía
política de Jean Jacques Rousseau. Reflexiones sobre el liberalismo y la democracia.
Ideología.
Bibliografía obligatoria:
Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de Cátedra.
8
Bibliografía obligatoria:
Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de Cátedra.
Bibliografía obligatoria:
Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de Cátedra.
Bibliografía obligatoria:
Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de Cátedra.
Bibliografía obligatoria:
Donzelot, Jacques (1997) La policía de las familias. Valencia, Pretextos. pp. 7 a 48
Foucault, Michel (1992) Genealogía del racismo. Buenos Aires, Altamira Nordan. pp. 171 a
9
189.
Lobos, Nicolás. ¡Estos ateos no se han enterado aún de que dios no existe! Reflexiones sobre
lo leído a partir del atentado al semanario Charlie Hebdo. Edición Uncuyo. Mendoza. 12 de
febrero de 2015. http://www.edicionuncuyo.com/novedades/index/estos-ateos-no-se-
hanhttp://www.edicionuncuyo.com/novedades/index/estos-ateos-no-se-han-enterado-aun-de-
que-dios-no-existeenterado-aun-de-que-dios-no-existe. Lobos, Nicolás (2018) Apuntes de
Cátedra.
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7. BIBLIOGRAFIA
UNIDAD 1
Foucault, Michel (1984) Las palabras y las cosas. Barcelona, Planeta Agostini. 1984.
Althusser, Louis. (2015) Iniciación a la filosofía para los no filósofos. Paidós. Buenos Aires.
UNIDAD 2.
Borón, Atilio (comp.) (2000) La filosofía política moderna. Buenos Aires, CLACSO-EUDEBA.
Hobbes; Thomas. Leviatán. Editora nacional. Madrid. 1969.
Locke, John. Ensayo sobre el gobierno civil. Aguilar, Madrid. 1959.
Rousseau, Jean Jacques. El contrato social. Perrot. BsAs. 1961.
UNIDAD 3
Borón, Atilio (comp.) (2000) La filosofía política moderna. Buenos Aires, CLACSO-EUDEBA.
Cohen y Arato (2000) Sociedad Civil y teoría política. México, FCE.
Kant, Emmanuel. (1958). Idea para una historia universal desde el punto de vista cosmopolita. En
Filosofía de la Historia. Nova. Buenos Aires.
Kojeve, Alexander. (1974). La Dialéctica del Amo y el Esclavo en Hegel. Editorial La Pléyade. Bs
As.
UNIDAD 5
Balibar, Etienne (2006) La filosofía de Marx. Buenos Aires, Nueva Visión.
Cohen y Arato (2000) Sociedad Civil y teoría política. México, FCE.
Freud, Sigmund. (1943).Tótem y Tabú. Buenos Aires, Sudamericana.
Marx, Carlos y Engels, Federico. (1975). Manifiesto del partido comunista. Ed. Polémica.
UNIDAD 6.
Althusser, Louis. Ideología y Aparatos ideológicos del Estado. En: Zizec, Slavoj (comp.) (1994).
Ideología. Un mapa de la cuestión. Buenos Aires, FCE
Altusser, Louis. Para un materialismo aleatorio. Alcal. 2009
Cohen y Arato (2000) Sociedad Civil y teoría política. México, FCE.
Donzelot, Jacques. (1997). La policía de las familias. Pretextos, Valencia.
Foucault, Michel. (1992). Genealogía del racismo. Altamira Nordan. Buenos Aires.
Habermas, Jurgen. Teoría de la Acción Comunicativa.
Lyotard, Jean-François (1984) La condición posmoderna. Cátedra-Teorema.
Lyotard, Jean Francois (1998) Lo inhumano. Buenos Aires, Manantial.
Lobos, Nicolás. La pecera y la cueva o ¿quién cree en el psicoanálisis? Reflexiones en torno de la
película El erizo. Publicado en el sitio francés “Practiques sociales”.
Castel, Robert. La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Conclusión. El
individualismo negativo. Paidós. Estado y Sociedad. Buenos Aires-Barcelona, 1997.
Fóscolo, Norma. Trabajo social y derechos humanos frente a la nueva cuestión social. En Eroles,
Carlos (comp.) Los derechos humanos. Compromiso ético del Trabajo social. Espacio
Editorial. Montevideo. 1996.
Karsz, Saul. La exclusión: concepto falso, problema verdadero. En Karsz, Saul. La exclusión:
bordeando sus fronteras. Definiciones y matices. Gedisa. Barcelona. 2004.
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7.2 General
Althusser, Louis. (2015) Iniciación a la filosofía para los no filósofos. Paidós. Buenos Aires.
Borón, Atilio (comp.) (2000) La filosofía política moderna. Buenos Aires, CLACSO-EUDEBA.
Cohen y Arato (2000) Sociedad Civil y teoría política. México, FCE.
Dri, Rubén (2002) Racionalidad, Sujeto y Poder. Irradiaciones de la Fenomenología del Espíritu.
Buenos Aires, Biblos.
Ehrenreich y English (1984). Brujas, comadronas y enfermeras. Historia de las sanadoras y
Dolencias y trastornos. Política sexual de la enfermedad. Barcelona, La Sal. Ediciones de les
Dones.
Fóscolo, Norma (coord.). (2007) Desafíos éticos del Trabajo Social latinoamericano. Paradigmas,
necesidades, valores, derechos. Buenos Aires, Espacio ed.
Karsz, Saül. Problematizar el trabajo social. Definción, figuras, clínica. Gedisa. Barcelona. 2007.
Karsz, Saül. La exclusión. Bordeando sus fronteras. Gedisa. Barcelona. 2004.
Marchevsky, Carlos (2007) El lazo social. Una propuesta sobre el objeto de conocimiento en
Trabajo Social. Buenos Aires, Espacio Ed.
Meiksins Wood, Ellen (2000) Democracia contra capitalismo. México, Siglo XXI.
Rossi, Daniel H. Transcripción al castellano. Lista de pronunciación de palabras extranjeras.
Scavino, Dardo (1999) La Filosofía actual. Pensar sin certezas. Buenos Aires, Paidós.
Zizec, Slavoj (comp.) (1994). Ideología. Un mapa de la cuestión. Buenos Aires, FCE.
Zizec, Slavoj. El espinoso sujeto (2001) Buenos Aires, Paidós.
9.METODOLOGIA DE TRABAJO
Todos los y las estudiantes deberán pedir amistad a la cuenta de Facebook llamada: FilosofìaSocial
yPolitica. Allí aparecerán todo tipo de información sobre el cursado, sobre prácticos y parciales e
información sobre la materia en general. También aparecerá el mismo contenido en Instagram.
Se tomarán dos exámenes parciales y dos recuperatorios. Para las clases teórico-prácticas se dividirá
al curso en seis comisiones en dos turnos (mañana y tarde) y durante las mismas se trabajarán con
diversas estrategias pedagógicas para la preparación de los exámenes.
El examen final será oral para los alumnos regulares, pudiendo los mismos preparar un tema
especial. El examen será escrito y oral para los alumnos libres. La instancia escrita será eliminatoria.
Se tomarán dos exámenes parciales. Los y las estudiantes adquirirán la regularidad aprobando los
dos parciales o sus recuperatorios con 60% de puntaje o más (según sistema de calificación de la
Ord. 108/CS/10).
Además será necesario:
- Asistencia al 75% de las clases, tanto teóricas como prácticas.
- Examen final de carácter individual a programa abierto.
El examen final para los alumnos libres será escrito y oral. La instancia escrita será eliminatoria. En
este caso el examen escrito se aprobará con el 60% del puntaje total.
2018
Saül Karsz
Nietzsche
14
Equipo de Cátedra
Nicolás Lobos
Profesor Titular
Daniel Rossi
Profesor Adjunto
Pilar Rodríguez
J.T.P
Soy María del Pilar Rodríguez, me recibí de Licenciada en Trabajo Social en esta
facultad
(FCPyS-UNCu) en el año 2002. Luego estudié dos carreras de posgrado y me recibí de
Magister en Teoría y Metodología de las Ciencias Sociales (2012) y de Doctora en
Ciencias Sociales (2016). Como trabajadora social me he desempeñado en municipios,
organizaciones de la sociedad civil (OSC’s), escuelas y en la misma universidad. En
tales ámbitos de trabajo me he dedicado, fundamentalmente, al acompañamiento de
situaciones problemáticas que incluyen a niños, niñas y adolescentes. Soy docente de
Filosofía Social y Política y de Metodología de la investigación científica. Lo que más
me gusta estudia e investigar es qué hacemos los ‘trabajadores de la palabra’
(trabajadores sociales, médicos, docentes, psicólogos) cuando intervenimos: qué
hacemos con lo que hacemos y qué hacemos con lo que decimos. En torno a este tema
he realizado diversas publicaciones en forma de capítulos de libro y de artículos en
revistas científicas.
Emiliano Jacky
J.T.P
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Eugenia Aguirre
Mi nombre es Eugenia Aguirre. Estudié filosofía en la Facultad de Filosofía y Letras
de esta Universidad, donde me recibí como Profesora de Grado Universitario en
Filosofía en el año 2010. A partir de entonces, me he dedicado a la docencia y a la
investigación en distintos proyectos que cruzan la historia de las ideas y la filosofía
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Daniela Pessolano
Adscripta
CRONOGRAMA 2018
Semana Fecha
Clase Tema
Introducción. Línea de tiempo. Conceptos básicos de las ciencias
sociales: burguesía, proletariado, revolución, nación, lazo social,
L
izquierda/derecha, Estado, totalitarismo, democracia, neoliberalismo, sociedad de
13/8 TEÓRICA
consumo, globalización. Introducción a la oposición entre idealismo y
1 materialismo. Materialismo e idealismo en la filosofía antigua. Creencia y
suposición: introducción al concepto de ideología. Materialismo aleatorio.
M PRÁCTICA
Lectura comprensiva en clase
15/8
Edades pre-modernas: modo de producción esclavista y feudal, el lazo
L social en la Antigüedad y en la Edad Media. El mundo encantado. La religión
TEÓRICA
20/8 como configuración ideológica. La modernidad.
2
M PRÁCTICA
Realización del práctico en clase.
22/8
L La aparición de la burguesía. La invención de la “perspectiva” en pintura.
27/8 El desencantamiento del mundo. La revolución científica. Las
revoluciones burguesas. La aparición del individuo. La Reforma
3 Protestante.
M PRÁCTICA
Trabajo sobre el práctico.
29/8
El contexto histórico en la Inglaterra donde escriben los contractualistas.
La Revolución Gloriosa. Hobbes. Su innovación con respecto a la filosofía
clásica. La filosofía política de Hobbes. La filosofía política de Locke. Derecho
L natural, propiedad y pacto civil. Tolerancia, constitucionalismo y concepción del
TEÓRICA
3/9 Estado. Liberalismo. La Ilustración. El progreso y su contracara. La filosofía
4 política de Rousseau. Reflexiones sobre el liberalismo y la democracia.
Ideología.
M PRÁCTICA
CONTRATO SOCIAL Y LOCKE
5/9
L EVALUACIÓN MESA
10/9 PRIMER EXAMEN PARCIAL
5
M PRÁCTICA
Trabajo sobre el práctico
12/9
Idealismo y materialismo en la filosofía moderna. Esencia y existencia.
Religión y ciencia. El idealismo ingenuo y el materialismo ingenuo. Kant. Su
L teoría del conocimiento frente al empirismo y al racionalismo. Fenómeno y
TEÓRICA
17/9 noúmeno. Sujeto trascendental. Razón Teórica y Razón Práctica. La moral
6 kantiana. El saber histórico político. La filosofía política de Kant. El texto: “Ideas
para una historia universal en clave cosmopolita”.
M PRÁCTICA
Trabajo sobre el práctico
19/9
7 L TEÓRICA Revolución francesa. La burguesía revolucionaria. El concepto de ciudadano.
23
M PRÁCTICA
Trabajo sobre el práctico
26/9
Se Fe
mana cha Clase Tema
El Romanticismo, la cuestión social y la cuestión nacional. Cultura como
“civilización”. Cultura como Kultur. La cuestión social y la cuestión nacional. El
desorden (revolucionario) y el nuevo orden (burgués). La creación de la
sociología.
L
TEÓRICA Augusto Comte. La evolución de las sociedades. Caracteres de la filosofía
1/10
8 positiva.
La sociología como física social. Los pensadores de la sospecha. La crítica de
Stirner. Universalismo y nominalismo. Feuerbach, la alienación y la crítica al
cristianismo.
M
Trabajo sobre el práctico
3/10
Marx. Las “Tesis sobre Feuerbach”. La crítica ideológica de la ideología
L en Feuerbach. La respuesta a Max Stirner. La crítica al orden burgués y al
TEÓRICA
8/10 capitalismo. Los modos de producción. El fetichismo de la mercancía. Las
9 determinaciones ideológicas.
M PRÁCTICA
Las tesis
10/10
Otro paseo por la pintura: desde la perspectiva a la disolución del objeto.
L Freud. La prohibición del incesto y el parricidio en la base de la estructura
TEÓRICA
15/10 psíquica y del ordenamiento social.
10
M PRÁCTICA
Modos de producción y fetichismo de la mercancía
17/10
L La sospecha de la conciencia. Tótem y Tabú. Las determinaciones
22/10 inconscientes.
EVALUATIVA
11
M Y Segundo parcial
24/10 PRÁCTICA Práctico
1. Introducción
1.1. Idealismo y materialismo
Los términos idealismo/materialismo se suelen utilizar en el lenguaje
cotidiano para señalar una cierta actitud hacia la vida, una cierta "forma de ser",
casi dos tipos de personalidad. El idealista es aquella persona que sueña, por
ejemplo, con "un mundo mejor", "más justo" o “más preocupado por el medio
ambiente", etc. Es decir, alguien es idealista -en el lenguaje coloquial- si cree,
espera, desea y trata de hacer realidad algún mundo ideal, deseable, -que no
existe- pero por el que considera vale la pena luchar. Materialista señala en el
lenguaje coloquial a la persona que no tiene ideales ni cree en nada y sólo busca,
desea, consigue lo que mueve al mundo, es decir, dinero. Generalmente a las
personas idealistas las caracterizamos como sensibles, "humanas" y "buena
gente". Las materialistas –por el contrario- como frías, calculadoras, desalmadas
y -en las películas de Hollywood- son "los malos".
Bien, veremos que el uso que hacemos de estos términos en filosofía es en parte
diferente. El uso filosófico se refiere -en principio- a la manera como
entendemos, explicamos e intervenimos en las cosas, el mundo o en los procesos
sociales, etc. Si para pensar y explicar algo buscamos y encontramos causas
sobrenaturales, espirituales, inmateriales, somos idealistas. Si, por el contrario
encontramos causas naturales, manejables, medibles, entonces somos
materialistas. Los discursos idealistas tienen su modelo más acabado en lo que se
llama generalmente religión o superstición, pero hay, sin embargo, muchos
idealismos. Por otro lado los discursos materialistas tienen su modelo en las
ciencias físico-matemáticas, en la genética o la química. Sin embargo hay,
también, varios materialismos.
Las preguntas por el origen y el sentido
Solemos preguntarnos ¿por qué estamos en este mundo? ¿Quién creó todo?
¿Cuál es el origen del universo? ¿Cuál es el sentido de la vida? Las respuestas
que acostumbramos a escuchar son, en principio, de dos clases: las religiosas y
las científicas. Dice la Biblia:
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Dios, el pensamiento, las almas… luego eso inmaterial creó lo material. Si pensamos
por ejemplo en términos como "el destino de este hombre estaba escrito" o "a las cosas
hay que desearlas para que se hagan realidad", estamos pensando dentro del registro
idealista porque sostenemos que alguna entidad espiritual, inmaterial (en este caso el
destino, o el deseo -el querer voluntario-, la conciencia, la autoestima) serían la causa
de lo material (el mundo, la realidad, los síntomas, la vida concreta, los éxitos o
fracasos). Ni Dios, ni la voluntad, ni la autoestima, ni el destino son verificables, no
son fotografiables, no son medibles ni palpables. Pero desde un discurso idealista se
supone que esas entidades son la causa de lo medible, verificable y palpable. Para todo
idealismo lo primero -lógica y ontológicamente- es la esencia y luego viene la
existencia. Primero la voluntad y luego la realidad. Primero el sujeto (inmaterial) y
luego el objeto (material). Primero la conciencia y luego la existencia. "Pienso, luego
existo" sentenció Descartes, un gran filósofo idealista racionalista francés que afirmaba
que el pensamiento (lo inmaterial) es la causa de la existencia (lo material). Para
Descartes la existencia supone el pensamiento. "Querer es poder" es otra buena frase
idealista. Supone que el querer (lo inmaterial) es la causa de poder hacer que algo
exista (que se vuelva real, material). "Lo que vale es la intención" es la gran frase
idealista en el medio de un cumpleaños cuando alguien llega con un regalo baratito. La
intención (lo inmaterial) es lo valioso y no el regalo (lo material). Le decimos a un
compañero que va a rendir filosofía “vos sos capaz, tenés que entrar convencido y vas
a aprobar, tenés que convencerte de que podés y lo hacés”. El convencimiento
(inmaterial, porque es al nivel de la conciencia) crea la realidad material (el acta con el
examen aprobado). Si por el contrario le decimos al profesor el día de la mesa: “lo que
pasa es que vivo muy lejos y no puedo venir a clase, además mi jefe no me da permiso
para venir a los horarios de consulta y no me alcanza el dinero para pagar el micro ni
para sacar las fotocopias…” estoy pensando como un materialista al sostener que las
condiciones materiales de existencia (la distancia, la falta de dinero, tiempo, el trabajo,
el jefe) me determinan: yo mismo no soy más que las condiciones materiales en las que
vivo.
Otro ejemplo: somos estudiantes, queremos rendir filosofía, nos reunimos con
compañeros/as a estudiar. Alguien le señala a su amigo (que tiene ciertas dificultades
para concentrarse): "lo que pasa es que vos no tenés fuerza de voluntad". Interesante
diagnóstico. Tal vez entonces el compañero diagnosticado (y afligido) vaya al médico
y le diga: "Doctor, revíseme, no tengo fuerza de voluntad". Pero la verdad es que el
médico no tendrá dónde ir a revisar, porque la voluntad no es como el hígado o las
amígdalas, no se pueden revisar ni palpar; la voluntad (fallada o sin fallas) no
aparecerá en ninguna radiografía, ni siquiera en una tomografía computada, nunca
podremos "ver" esa voluntad, ni podremos operarla, enderezarla o fortificarla con
vitaminas. Entonces ¿la voluntad, existe o no? Si existe, si es real,… ¿por qué no sale
en las radiografías? "Este alumno tiene una personalidad muy fuerte y aquel otro tiene
un yo débil, y el amigo tiene problemas de identidad y el de más allá vendió el alma al
diablo". Estas afirmaciones están en el mismo registro. Se refieren a ciertas entidades
(personalidad, yo, voluntad, identidad, alma) que son inmateriales, y que -se pretende-
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dan cuenta de los problemas materiales. Serían (para una perspectiva idealista) la causa
y el origen de lo que pasa en la vida concreta. Como trabajadores sociales, frente a una
persona con dificultades con la droga podemos decirle: "usted tiene una personalidad
adictiva". ¡Qué diagnóstico! -Y ahora ¿qué hace el tipo con eso? ¿De qué le sirve? En
realidad es como decirle “usted salió fallado”. En realidad no hacemos más que
culpabilizarlo: "tiene una personalidad adictiva" y por lo tanto… es culpable. Como la
personalidad no se puede medicar, ni operar, ni enyesar (es un ente ideal) entonces...
¡marche preso! En realidad "la personalidad" no es una cosa, es una suposición. Una
suposición que no ayuda demasiado, o por lo menos es una suposición que ayuda sobre
todo al que diagnostica. En general suponemos estas entidades inmateriales y a veces,
en ciertas circunstancias eso nos sirve un poco... La cuestión es si como trabajadores
sociales, docentes, psicólogos, comunicadores, sociólogos-, debemos suponerlas.
Pero tal vez, antes de apresurarse a responder, haya que preguntar ¿Por qué se
supone que debe existir una esencia? Tal vez estas preguntas son tramposas dado que
suponen la existencia de algo que no es para nada evidente. "¿Cuál es tu vocación?"
Mmmm… ¿Se supone que Dios me debe llamar para algo? ¿Debo tener dos pulmones,
un estómago, diez metros de intestinos y una vocación? ¿Y si me falta alguna de esas
cosas... soy anormal?
Un ejemplo más: Una maestra asegura que uno de sus alumnos no atiende en
absoluto, es un chico distraído. No va a aceptar que siga así. Que se distraiga en clase
implica que no le da importancia a lo que dice la maestra, que no le dé importancia
implica que le falta el respeto, una falta de respeto es una falta grave y por lo tanto
debe ser amonestado. Todo suena muy lógico y lo es. Suponemos que el alumno está
distraído y entonces se desencadena una serie lógica de pensamientos y de acciones.
Sin embargo, esa suposición es sólo una suposición. Tal vez antes de suponer
podríamos preguntarle al niño cómo está, en qué piensa. O en vez de suponer que está
distraído podemos pensar que el niño está abstraído (que no es lo mismo). Si está
abstraído es que tiene preocupaciones más pesadas en las que pensar que lo que dice la
maestra en clase. Y entonces -tal vez- haya que sentarse a solas con él y tratar de
entender qué es lo que le preocupa. Son dos cadenas significantes diferentes, son dos
lógicas diferentes, no es que una sea racional y la otra no. Las dos son racionales, las
dos son lógicas. Pero tomar partido por una o por otra no es lo mismo y tiene
consecuencias distintas.
Idealismos, entonces, filosofías idealistas, son las que suponen una serie de
entes ideales, inmateriales (alma, Dios, personalidad, voluntad, esencia, sujeto,
identidad, sentido, etc.) que serían causa de los entes materiales, de los fenómenos y
las prácticas sociales.
1.2. Materialismo
El materialismo considera que el origen de todo está en la materia. Primero fue
la materia y luego, como un subproducto, efecto secundario, espuma de superficie,
aparece aquello espiritual, inmaterial, llámese sujeto, voluntad, yo, personalidad,
identidad, sentido, etc. Los discursos que tratan de explicar las cosas partiendo de las
fuerzas y leyes naturales, son en general los discursos científicos. Las ciencias se han
desarrollado a partir de la intención de atenerse a los hechos, a lo real, a lo material, a
lo verificable, a lo comprobable y sobre todo medible. Si hemos recordado más arriba
algunos refranes idealistas podemos recordar también aquí algunos refranes
materialistas: "Obras son amores y no buenas razones" decían las viejas. Significa que
las obras, es decir, la práctica, lo material de la acción es signo del amor y no lo es "las
buenas razones", los buenos argumentos, la sanata, la guitarreada, el "bla-bla". Hay
otro dicho materialista, o por lo menos, bastante inteligente, que dice "A Dios rogando
y con el mazo dando"; quiere decir que podemos creer en Dios -si lo deseamos- y
podemos rogarle, por supuesto, pero lo más inteligente es al mismo tiempo trabajar
esforzadamente para conseguir lo que hemos pedido. Si no trabajamos –materialmente-
para lograr lo que hemos pedido a Dios, no habrá "concesión" posible del ruego.
1.5. Platón
En el S. IV a.C., Platón veía que el mundo sensible, el mundo natural de
personas, seres y cosas, era un mundo cambiante, mutable. Las cosas, los seres, nacen,
envejecen, mueren, se pudren. Platón, que buscaba la verdad, se preguntaba: ¿Cómo
producir conocimiento, es decir, cómo producir verdad de algo que es de una manera
hoy y totalmente diferente dentro de un tiempo? Obviamente ninguna verdad puede
concebirse a partir del mundo material (cambiante, voluble, inconstante). Sin embargo,
sostenía Platón (muy cerca de Parménides), que el ser humano puede acceder a otro
mundo, el Mundo de las Ideas, al cual se llega con el ejercicio de la razón. La razón
puede encontrar las esencias, es decir lo que no cambia, lo inmutable, lo eterno,
aquello de lo cual sí se puede tener conocimiento verdadero. Una mesa de madera
puede durar veinte años, cien si es muy buena, más si es excelente pero un día será
sólo cenizas o madera podrida, un mesa de hierro terminará siendo óxido tarde o
temprano. Pero la idea de mesa, el concepto de mesa, ése no envejecerá, no se pudrirá,
no se oxidará. Pasarán miles de años y el concepto, la esencia de mesa no cambiará,
decía Platón. La idea de mesa es eterna. Y una cosa más; todas las mesas existentes,
materiales, han sido derivadas, creadas a partir de aquella esencia de mesa que existe
en el mundo de las ideas. El idealismo, entonces, sostiene que lo que existe en la
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Podemos sintetizar diciendo que hay un idealismo ingenuo, tosco, crudo, burdo
que sostiene que en el origen hay un Espíritu inmaterial, transparente, etéreo, pura luz
y puro pensamiento creador de la materia. Pero hay también un materialismo ingenuo
(Marx usó esta denominación) que sería el conjunto de las ciencias en general.
Extrapolados a nuestro tiempo tenemos, por ejemplo hoy, quienes dicen que para
entender al ser humano sólo hay que entender el ADN y los neurotransmisores. Desde
este materialismo el amor es cuestión de feromonas y la infidelidad y la
homosexualidad están inscripta en el ADN. Veremos que muchos de los autores que
vamos a visitar tratan de evitar estas dos versiones –bastante burdas por cierto- de
idealismo y de materialismo.
Las filosofías orientales suelen insistir en que uno puede lograr la paz interior,
la armonía con uno mismo, el equilibrio emocional, si practica ciertas posiciones
corporales de equilibrio. Si uno logra estar parado sobre un pie durante una hora
logrará –al mismo tiempo- equilibrio interior, logrará una “práctica del equilibrio” o –
digamos– un “equilibrio práctico”. Esta idea sorprende porque invierte la cadena de los
efectos y las causas tal como las pensamos en Occidente. Aquí suponemos que si uno
está tranquilo, si no está angustiado, si está “bien de los nervios”, si está equilibrado
espiritualmente puede, por ejemplo, hacer alguna proeza física como mantenerse
parado en un pie durante una hora. Sin embargo los orientales invierten esta relación:
el equilibrio mental, la armonía espiritual, serían efectos del equilibrio aprendido por el
cuerpo. Si el equilibrio del cuerpo (material) es la causa del equilibrio psíquico,
espiritual, estamos frente a una posición materialista, si por el contrario el equilibrio
33
1.5. ¿Y si no suponemos?
A ustedes, alumnas y alumnos de la cátedra de filosofía, se les podría
preguntar: ¿qué ven frente al aula cuando van a clase de filosofía? Tal vez dirán que
37
ven un profesor. En realidad suponen que es profesor (no han visto su diploma).
Dejemos lo de profesor, digamos que ven a una persona. Sí, es cierto, pero también
están suponiendo. Digamos que ven un sujeto… Siguen siendo suposiciones. Son
suposiciones necesarias, sin duda, pero suposiciones. A lo que está frente al aula le
suponen la condición de persona y la condición de sujeto. Pero… ¿Qué ven
concretamente? Lo que realmente ven -ajustándose a los hechos- es un cuerpo
biológico sexuado que habla, en este caso de filosofía. Digamos que -para no ir más
allá de lo real- tendrían que afirmar la existencia de un cuerpo biológico sexuado
parlante al frente de la clase. Esto sería una apreciación realista, prudente, austera -
digamos…- materialista.
Los pueblos pre modernos tenían mitos y los mitos otorgaban sentido a las cosas.
Era lo que estaba “entre” las cosas, lo que daba homogeneidad al mundo y lo hacía
comprensible. Los mitos, las religiones unían las cosas como así también los seres
humanos, los ligaban haciéndolos parte de un todo (re–ligare, en latín “religión”). Un
“todo” con sentido, comprensible, ordenado, habitable. Los mitos, la religión, eran: el
“lazo social”.
Para plantearlo de otra manera: ¿Qué quiere decir sujeto? Cualquiera que acuda
al diccionario de filosofía de Ferrater Mora (1994) o al clásico de Raymond Williams
(Palabras Clave. Un vocabulario de la cultura y la sociedad, 1976) podrá percibir la
complejidad del concepto. Pero tomemos tres usos, uno en la gramática, otro de la
filosofía (desde Descartes a Kant y Hegel) y otro del lenguaje político. En la escuela
primaria estudiamos gramática y allí nos enseñaron el sujeto y el predicado. El sujeto
es aquello de lo que se afirma o se niega algo, pero también el sujeto es la causa del
predicado, el que realiza la acción. Muy semejante es también el significado que toma
en la tradición filosófica idealista alemana. El sujeto, desde esta perspectiva es la causa
de la acción, es sujeto es el agente, la mente activa (Williams, 1976, pág. 309), el que
hace su voluntad, el que es libre. Así podríamos decir que en la Edad Media el único
41
sujeto era Dios. La única forma de ser totalmente libre es ser causa de sí mismo. El
Sujeto, por definición, es Causa de sí mismo. Ni siquiera el Rey era un sujeto con todas
las letras. Los reyes podían hacer cualquier cosa, podían, por ejemplo, acostarse con
cualquier mujer. Sin embargo no podía enamorarse de cualquier mujer: tenía que ser
una dama de la nobleza. Y si se enamoraban de alguna que no lo fuera debían dejar de
ser rey: conocemos las historias de los príncipes que abdicaron al trono por amor.
Respecto al campesinado nadie soñaba con decir “ésta es mi voluntad” o “yo quiero
esto para mi vida”. No es que fueran reprimidos en su individualidad y singularidad,
simplemente no existía en ellos la posibilidad de pensarse como individuos, no existía
la experiencia de ser un individuo, no existía experiencia del “yo quiero”. “Hágase tu
voluntad así en la tierra como en el cielo” dice el Padre Nuestro y así se vivía. Dios
era el Sujeto, el Único Sujeto, causa de Sí Mismo, único Sujeto libre y se hacía su
voluntad.
Este Sujeto tenía todos los poderes, es decir, todas las libertades, es decir, todos los
derechos. Cuando en la modernidad desaparece ese Gran Sujeto, cuando -según
constata Nietzsche- Dios muere, los pequeños sujetos se llaman a sí mismos
“individuos”. Desaparece el Gran Sujeto que es Dios y, conjuntamente, desaparece el
Gran Sujeto que es el Rey (de las monarquías absolutas) y aparecen los pequeños
sujetos–individuos. Son detentadores de sus pequeñas libertades, sus pequeños
poderes, sus pequeños derechos. Es el liberalismo.
La pregunta por el sujeto es, entonces, la pregunta por quién es “el que quiere”,
quién puede “querer”, a quién le está permitido “querer”, “hacer su voluntad”, es decir
a quién se le reconoce la posibilidad de expresar su voluntad y de hacerla existir entre
los hombres y entre las cosas. ¿Quién puede decir “aquí se hace mi voluntad”?
Obviamente también es la pregunta por el poder ¿quién es el que “puede” realmente, el
que tiene el poder de hacer su voluntad? Y es también la pregunta por la libertad:
¿quién es realmente libre? ¿Quién tiene la libertad de hacer lo que quiere? ¿Quién no
está obligado, constreñido, presionado, determinado o condicionado? ¿Quién es el que
realmente está afuera de la cadena de los efectos y las causas, y por eso, “hace lo que
quiere”?
La sociedad medieval era una sociedad signada por la figura paterna, el rey como
padre, el sacerdote como padre y, por supuesto, Dios como Padre. Podríamos decir que
las comunidades estaban totalmente integradas justamente porque los individuos no
existían. Los siervos pertenecían a la tierra, eran parte de la tierra, pertenecían al feudo,
a la aldea, a la parroquia, a las familias. Pero los nobles también pertenecían con la
misma fuerza al feudo, a la tierra, al linaje, a la Iglesia, al “estamento” de los nobles.
Dice Marx hablando de los primogénitos “No es que ellos hereden la tierra, la tierra
los hereda”.
No había “preguntas”…, sólo respuestas. Una obra de teatro del 1600, de Lope de
Vega, llamada Fuenteovejuna, (hay una película de la obra) relata la violación de una
chica del pueblo de Fuenteovejuna a manos de un noble de la metrópoli. En respuesta
el pueblo hace justicia por mano propia. Al final, cuando llegan desde Madrid las
autoridades del Reino a buscar en el pueblo al culpable del asesinato y preguntan
¿quién mató al violador? reciben una única respuesta –Fuenteovejuna, señor– frase que
se repite incesantemente. Lo que quieren decir es que no fue nadie en particular, no fue
un individuo ni un grupo de individuos, fue otra cosa diferente de los individuos, fue el
pueblo, fue “Fuenteovejuna”.
Por otro lado tenemos un uso político del término “sujeto” -que se percibe con
más claridad en inglés y francés (subject, sujet)- donde significa: súbdito. Significado
que viene del latín subjectum: sub, debajo, y jacere, arrojado, lanzado. Subjectum es
entonces “el que está arrojado debajo”, “el que está dominado”, el súbdito.
Tenemos dos significado contradictorios: por un lado “el que hace su voluntad”,
el origen de las cosas, el que es plenamente libre, y por otro lado el sometido. Dos
significados que van a encontrar una unión en los desarrollos estructuralistas y
postestructuralistas de la segunda mitad del S XX cuando se hable de sujeto–sujetado
(Althusser, Lacan y otros), es decir: aquél que construye su porción de libertad en el
seno de innumerables determinaciones, aquel que aspira a hacer un acto libre pero sólo
puede intentarlo asumiendo la sobredeterminación o determinaciones múltiples que lo
constriñen.
3. La aparició n de la burguesía
Volvamos a la Edad Media. En un lento proceso a partir del S. XII, se fue
formando en Europa una nueva clase social, una nueva clase de gente: la burguesía.
¿Qué clases sociales teníamos previamente? La nobleza y los siervos. Teníamos a la
nobleza que amaba el honor y el prestigio. El sentido de la vida para un caballero
medieval era que todos supieran de su valor y de su coraje. Los nobles vivían de guerra
en guerra, amaban las batallas y si no había una guerra armaban los torneos (que
hemos visto en tantas películas). Allí los nobles luchaban unos contra otros. “Hacer de
la propia vida una leyenda” debió haber sido su lema. En la última parte de la segunda
película del Señor de los anillos, “Las dos torres”, obra inspirada en una visión del
mundo medieval, Aragorn le advierte al rey –cuando han sido sitiados por el ejército
enemigo– que van a morir, que ellos son unos pocos cientos frente a 10.000 orcos y el
rey le responde: “No importa, hagamos de nuestra vida una leyenda”. Lo importante
no era vivir mucho tiempo, lo importante no era ni siquiera vivir para acumular
riquezas, lo importante era algo que trascendía la vida: la leyenda.
Por el otro lado teníamos a los siervos, gente de campo que sólo sabía de la
tierra, de sus estaciones, de la siembra y la cosecha, de las tradiciones rurales, de las
festividades religiosas que ordenaban la vida. Sólo sabían de su fe en el Dios Padre que
velaba por ellos, gente simple que no podía pensarse más allá de su relación con la
tierra y sus ciclos, con ese ritmo que se imponía tan naturalmente como el sufrimiento.
43
También hay que decir que los siervos no sólo estaban “oprimidos” o eran
“explotados” por la nobleza, también estaban bajo su protección, amparo y
responsabilidad. Aunque el término mismo de “explotación” resultaría un tanto
anacrónico, digamos, fuera de época. La verdad es que los siervos no eran sometidos
por la fuerza y reprimidos permanentemente para que ocuparan su lugar en el orden
jerárquico. El orden del mundo era una realidad obvia tanto para los nobles como para
los siervos, nadie añoraba, deseaba, sufría por una libertad que no tenía. De la misma
manera que nosotros no sufrimos por no poder salir en este momento volando por la
ventana o no sufrimos por no poder convertir estas hojas en láminas de oro y volvernos
ricos. De la misma manera los siervos vivían su condición (digamos sometida) con
naturalidad y su único orgullo era poder demostrar suficiente lealtad a “su Señor”.
Por otro lado hay que decir que existían tierras comunes que todos podían
cultivar o usar para apacentar sus animales. Había un cierto acceso a los medios de
producción, una posibilidad de producir y -por lo tanto- de no morirse de hambre. De
esa cosecha el Señor feudal sacaba – obviamente- su tajada, pero nadie estaba
totalmente separado de los medios de producción. Esta es una situación que se revierte
en la modernidad. Se suele explicar la relación entre siervos y nobles como un contrato
donde se entregaba trabajo a cambio de protección. Consideramos que esta forma de
pensar es propia del liberalismo posterior y está impregnada por categorías modernas.
La verdad es que un contrato se realiza entre iguales y no había nada que pudiera
igualar a un noble con un siervo. El noble era un ser semi–divino que merecía lealtad y
por el que se debía dar la vida. Los “contratos de vasallaje” eran contratos entre nobles,
o entre el rey -que era uno de los nobles- y el resto de ellos, pero nunca era ésta la
relación entre nobles y siervos. Ya decía el Rey Arturo (el de la mesa redonda) que él
era “primus inter pares” (“el primero entre un grupo de iguales” frase que después
repitió Artigas en el Río de la Plata). Un grupo de pares con los cuales tenía que hacer
alianzas permanentemente. Para salir del paradigma contractualista con el que se suele
ver a la Edad Media hay que afirmar que ser “el Señor de una tierra” no era lo mismo
que hoy entendemos por ser “el dueño de una tierra”. No era una cuestión de escrituras
y escribanos. No era una cuestión de oficinas de catastro, alambrados y tranqueras. Las
tierras de un “Señor” eran toda la región iluminada por su luz, por su gloria, por la
fuerza de su leyenda. Su poder se demostraba tanto en su capacidad para la crueldad
como para la piedad1. Ya veremos qué nombre le podemos dar hoy desde las ciencias
sociales contemporáneas a esa “luz”, pero está claro que no había ningún intercambio
posterior a una especulación al estilo de “saco cuentas y veo si me conviene o no me
conviene estar con este señor feudal, y si no me conviene voy con otro que ofrezca
mejores condiciones”.
A lo largo de la Baja Edad Media una cantidad de siervos artesanos, gente que
sabía fabricar algo con las manos, herreros, sastres, panaderos, zapateros, gente que
1
Recomiendo encarecidamente ver la serie “Vikingos” en Netflix.
45
durante generaciones había servido las necesidades del Señor feudal, comenzaron a
escapar hacia las ciudades. Debemos recordar que durante la Edad Antigua había
muchas ciudades en Europa que se despoblaron con la llegada de los bárbaros y la
caída del imperio Romano. Roma –por ejemplo- tenía un millón de habitantes en el S. I
y 14.000 habitantes mil años después en el S. X. Estos artesanos y siervos liberados
repoblaron a partir del SXIII las ciudades europeas (llamadas burgos), donde
empezaron a producir y a comerciar y formaron lo que se llamó la burguesía.
trata de la mirada del individuo: el único observador y protagonista del mundo (tal
como lo será para el liberalismo y la burguesía). Este punto de fuga permite dibujar en
tres dimensiones, permite dibujar el espacio, la profundidad, los laterales y la distancia
respecto del espectador.
en el fondo (en el punto de fuga del cuadro) un espejo que estaría reflejando al
espectador de la obra (o al pintor), es decir, que el cuadro incluye lo que completa la
situación escénica, lo que completa el espacio, lo que está al frente del cuadro.
astros, los fenómenos físicos y toda esa multitud de seres intermedios como los elfos,
las hadas, los gnomos, etcétera. Por otro lado existía una clara línea divisoria, un
abismo, entre nobles, clero, brujas, vasallos, siervos.
importante, lo que nos hace ser humanos. Para lo otro, lo secundario, lo terrenal, lo
material, para eso está Mastercard. “Lo importante no se puede comprar con dinero”
nos enseña generosamente Mastercard. Lo que no debemos perder de vista es que
nosotros estamos comprando el mensaje de que “lo importante no se puede comprar
con dinero” cuando sacamos la tarjeta Mastercard.
Otra propaganda, una de Coca Cola, (de hace algunos años) va enumerando
todas las actitudes de jóvenes que desafían el frío cálculo instrumental: el adolescente
que toca la guitarra y que “no piensa si está perdiendo el tiempo mientras ensaya con
sus amigos”. Alude evidentemente a la razón instrumental del padre de este chico que
le dirá “estás perdiendo el tiempo, dedicate a hacer algo que te sirva (es decir que te de
dinero), después te vas a arrepentir de haber desperdiciado este tiempo (dinero)”. O
aquella chica que abandonó en quinto año medicina y estudió veterinaria que era lo que
realmente le gustaba, o el que dejó todo y se puso un bar en la playa. La publicidad nos
está enseñando a vivir, nos está vendiendo fórmulas para vivir bien, de una manera
“sabia y humana”. Por ejemplo las cervezas, aguas minerales y gaseosas nos enseñan a
“aceptarnos como somos”, y a aceptar a los demás como son, así, sin exigirles más de
lo que pueden dar, disfrutar las pequeñas manías, diferencias, inmadureces, etc. etc.
Mensajes que en sí mismos no son cuestionables siempre y cuando no olvidemos que
estamos comprando esos mensajes cuando compramos esos productos.
Digamos una cosa más. En cierto sentido es verdad que cuando compramos un
Audi (siguiendo la publicidad de más arriba) o cierta marca de ropa, o cierto celular,
estamos comprando “otra cosa”. Se me dirá que eso “otro” que estamos comprando es
imaginario, que es una mentira que nos vende la publicidad y yo estaré de acuerdo
porque –tal vez como ustedes- trato de sostener valores que no sean consumistas, pero
tenemos que aceptar que una mentira compartida por millones de personas es lo más
parecido que hay a la verdad. Más adelante trataremos de desembrollar este nudo
cuando hablemos de Marx.
52
Volvamos al Señor de los anillos y a la Edad Media. Hemos dicho que allí se
vivía una vida rebosante de significados. Todo significaba, las plantas, las nubes, los
astros, los seres humanos (nobles, siervos, magos), las enfermedades, las plagas, las
lluvias y los vientos, todo tenía alma y sentido, todo relataba la gloria del Señor (o sus
rabietas). 2
6. La Reforma Protestante:
Martín Lutero fue un monje del S XVI que criticó fuertemente a la Iglesia
Católica. Uno de los motivos de su crítica fue que en el Vaticano se vendían los cargos
eclesiásticos, se vendían las indulgencias, los curas y cardenales muchas veces estaban
casados y tenían hijos que a su vez eran nombrados prelados. Lutero se indignó contra
todo esto pero su principal crítica fue dirigida a la infalibilidad del Papa, eso quiere
decir que el Papa es infalible (no se equivoca) en lo que respecta a la fe y
particularmente en relación a la interpretación de la Biblia. Ustedes sabrán que, como
todo texto, el texto bíblico se puede interpretar de múltiples maneras; bien, la Iglesia
sostiene que el único que puede interpretarlo correctamente es el Papa. Esto fue
cuestionado por Lutero quien sostuvo –por el contrario- la libre interpretación de la
Biblia. Cada uno de los creyentes puede interpretar lo que quiera o pueda. Esto tuvo
varios efectos, Lutero fue declarado hereje y como respuesta fundó la Iglesia Protestante
Luterana. Sin embargo la misma lógica de librar la interpretación a cada uno tuvo como
efecto que cada iglesia protestante se dividiera rápidamente. Hoy hay estimaciones que
afirman que existen 33.000 diferentes iglesias protestantes. Si cada uno puede tener su
interpretación esa división será infinita. Por el contrario la Iglesia Católica con su lógica
se asegura la conservación de la unidad (como viene pasando desde hace dos mil años).
Otro efecto, uno que nos interesa particularmente, es que esta libre interpretación afirma
y da fuerza al individuo. Afirma la perspectiva individual de esta burguesía naciente, y
desprecia la perspectiva gregaria o comunitaria. Ese cada uno que interpreta es un
individuo que está solo frente al texto.
7. La revolución científica
Las ciencias habían prosperado desde 1543, año en que Copérnico arriesgó la
idea de que, contrariamente a lo que vemos, el Sol no gira alrededor de la Tierra sino
que la Tierra gira alrededor del Sol. Al comienzo de su libro tuvo que aclarar que “es
2
Un excelente análisis de las formas de conocimiento propias de la Edad Media es el
capítulo II de Las palabras y las cosas de Foucault (1962, pág. 26 ss.).
53
sólo una suposición que ayuda a hacer los cálculos astronómicos pero no tiene
ninguna pretensión de validez” por miedo a la Inquisición (que finalmente no lo
molestó porque murió al poco tiempo de publicar su libro). La Inquisición sí molestó a
Giordano Bruno en el año 1600, que fue quemado en la hoguera, en Venecia, por
enseñar que el universo es infinito. Hay una buena película, llamada Giordano Bruno,
que relata esta historia. Bien, a pesar de la Iglesia, las ciencias siguieron avanzando
apoyadas en la razón matemática y, en parte, en la observación. Ya no había que
buscar la verdad en los libros sagrados, había que “desencantar al mundo” y mirar con
otros ojos la realidad.
En 1610 Galileo hace sus observaciones con el telescopio y descubre las lunas
de Júpiter que refutaban la astronomía aristotélica. Galileo también descubrió que,
contrariamente a lo que nos dice el sentido común, los cuerpos más pesados no caen
más rápido. Galileo descubre que los cuerpos caen todos al mismo tiempo (en
condiciones de vacío). Caen con movimiento uniformemente acelerado. Kepler
descubrió que los planetas se aceleran cuando se acercan al sol (entre varias otras
cosas), Newton, (que era amigo y visitaba a Locke en su vejez) unió estos dos datos y
les dio un nombre: Ley de gravedad, con la que pudo explicar todos los fenómenos
físicos tanto de la tierra como de los cielos. Torricelli descubre la presión atmosférica,
Boyle -también amigo de Locke- experimenta con el vacío y descubre las leyes de la
neumática, Denis Papin realiza los primeros intentos para fabricar una máquina que
empleara la fuerza de la presión atmosférica, después Sarvery y Newcomen
perfeccionaron estas ideas y finalmente James Watt en 1763 inventa la máquina a
vapor. Sin olvidarnos de William Harvey que descubrió la circulación de la sangre
(este descubrimiento está muy bellamente narrado en la película Restauración) o de
William Gilbert que descubrió el mundo como imán y decenas de otros grandes
descubrimiento e inventos.
El nacimiento de las ciencias podría relacionarse con ese despreciar los
significados asignados a la naturaleza, al mundo, a los cielos. En las épocas
premodernas -hemos dicho- los astros, las nubes, las plantas, los pájaros, todo cantaba
el poder y la gloria del Señor (o de los demonios), todo era un signo de la majestad
divina (o de cómo metía la cola el diablo). Pero en un momento cambia la relación con
la naturaleza. Lo característico de los primeros científicos es que empezaron a ver el
mundo sin significado, sin sentido. A esto podemos llamarle “desencantamiento del
mundo”. Fue lo que hizo Kepler, Galileo o Newton.3
Kepler, en el siglo XVII, después de que se hubiera empezado a aceptar la idea
de que la tierra podía no ser el centro del universo, había estudiado la órbita de los
planetas. Kepler pretendía predecir en qué lugar del cielo estaría cada planeta en
cualquier momento del año. Empezó estudiando a Marte; las cuentas no salían tan mal
pero siempre había un pequeño error de 4 grados. Durante treinta años estuvo lidiando
contra este pequeño error que no podía solucionar. El problema era que Kepler, como
todos los astrónomos desde Platón en adelante, suponía que las órbitas eran circulares
3
¿Qué es lo que hizo exactamente Galileo cuando inventa la Física moderna? Se ha dado una gran
discusión al respecto. Este debate está desarrollado de manera exhaustiva en Serres (1998).
54
(y no elípticas). ¿Por qué? Simplemente porque los planetas y los astros habitaban el
cielo, y el cielo es el espacio de la divinidad, de la perfección y por lo tanto sus órbitas
no podían tener otra forma que no fuera la del círculo, la única figura perfecta. Las
órbitas de los planetas no podían tener formas achatadas, oblongas, deformes como la
elipse. Pensar cualquier alternativa era echar por tierra todo el significado que tenía el
cielo desde siempre. Cuando Kepler se resignó a dejar de lado la idea de que las órbitas
fueran circulares y consideró la posibilidad de que fueran elípticas inmediatamente las
cuentas cerraron, los cálculos encajaron perfectamente con las observaciones. Sin
embargo no sintió una gran alegría, por el contrario después de hacer su gran
descubrimiento dijo: “no me quedó más que un montón de estiércol”. Era como si un
amante se diera cuenta de que su amada, la luz de sus ojos, ese ángel luminoso que le
da sentido a sus días y a sus noches, no es otra cosa que un conjunto de huesos, carne,
achuras y fluidos… Situación en la que se encontró seguramente Baldomero Fernández
Moreno (ese gran poeta argentino) y frente a la que reaccionó de manera inteligente
escribiendo su famoso Soneto a tus vísceras:
Kepler no pudo hacer como nuestro poeta que se enamoró de las vísceras de su
amada. El poeta le atribuye un sentido más allá de “lo dado” a los pulmones, tráquea y
epiplones de la dama en cuestión. A Kepler le pareció que, cuando se desprendía de la
idea de que los cielos eran el lugar del absoluto, de la perfección, de la divinidad, no
quedaba nada más que basura. Dice Carl Sagan (1980) al respecto:
quedó, como dijo él, “una carretada de estiércol”, un círculo alargado, algo
así como un óvalo”.
Vayamos a Galileo. Primero que nada Galileo dejó de lado la física finalista de
Aristóteles que suponía que la naturaleza “quería” cosas, tenía fines, deseos, amores y
odios (es decir dejó de lado la experiencia antigua y medieval de una naturaleza
encantada, animada, con alma, con sentido). Recordemos que para Aristóteles las cosas
pesadas estaban originadas en el centro de la tierra y las cosas livianas (vapor, fuego,
humo) estaban originadas en el cielo. La ley que supone Aristóteles es que cada cosa
“quiere” volver al lugar de su origen, por eso las cosas pesadas se caen cuando las
soltamos, porque “quieren volver” a la tierra (el lugar de su origen) y las cosas livianas
como el humo o el vapor se van hacia arriba porque quieren “volver” a su lugar de
nacimiento, el cielo. Hay un deseo, una voluntad en las cosas. Esta forma de pensar
(animismo) es lo que deja atrás la física moderna.
Lo primero que tenemos que decir sobre Galileo es que no se pone a estudiar
las cosas o los objetos ni estudia tampoco las esencias ni los significados de los
objetos; lo que estudia es el movimiento de las cosas. Si la física pudo convertirse en
ciencia es porque se dedicó a algo abstracto 4 que no es una esencia: el movimiento.
Sólo del movimiento podemos tener un conocimiento certero porque lo podemos
medir.
Lo que hace Galileo para estudiar el movimiento es despreciar las fricciones,
resistencias y condiciones reales en las que las cosas se mueven (la resistencia del aire,
la fricción de cualquier objeto que se arrastra por una superficie, etc). Al despreciarlas
y prestar atención sólo a entes ideales (abstractos) que se mueven en condiciones
ideales (abstractas) pone de manifiesto relaciones que antes estaban enmascaradas bajo
la multiplicidad de los accidentes particulares. Estas relaciones son relaciones
matemáticas. Abriéndose camino entre los cuerpos reales, únicos y distintos pudo
referirse a nuestro mundo valiéndose del empleo de objetos ideales y lo describió por
medio de relaciones matemáticas entre las propiedades de esos objetos y los estados
del movimiento. Ahora bien, estas relaciones son relaciones entre variables. Las
relaciones no son nada en sí mismas y las variables tampoco son nada en sí mismas.
Cuando Newton escribe la fórmula F = m. a (fuerza igual a masa por aceleración de la
gravedad) ninguno de los términos hace referencia a objetos reales. Cada término se
define mutuamente en relación a los otros términos de la fórmula, pero no encontramos
la “fuerza” por allí, ni la “masa” por allá 5, ni la “aceleración”, ninguno de estos tres
términos tiene referente en la realidad. Podemos representarnos mentalmente la fuerza,
por ejemplo, como un hombre musculoso, un patovica, podemos imaginar un bíceps
desarrollado o una topadora, pero allí no estaríamos viendo “la fuerza”, estaríamos
viendo la causa de la fuerza: el músculo, la máquina. Podríamos por supuesto ver el
movimiento -por ejemplo de una pesada roca que es movida por Hércules- pero ese
movimiento es el resultado de aplicarle una fuerza; nunca veríamos la fuerza. El
4
Recordemos que el movimiento no existe por sí mismo, sólo vemos cosas moviéndose, por eso es
abstracto.
5
La masa no es lo mismo que el peso de las cosas, y hay masas inextensas.
56
Cuando vemos un pizarrón lleno de fórmulas -como los pizarrones que suelen
llenar los físicos en las películas sobre científicos- nos quedamos impresionados
porque para nosotros eso no significa nada. “Es chino básico”, –decimos–. Decenas de
rayitas, números y letras griegas sin sentido. Bien, lo que tenemos que entender es que
para el físico eso tampoco significa nada, tampoco tiene sentido. No tiene sentido en el
sentido de que esas fórmulas no “dicen cosas”. Las fórmulas no remiten a significados,
ideas, imágenes, narraciones, representaciones o descripciones de cosas. Lo que
escribe son variables cuantificables relacionadas entre sí… y con eso da cuenta de la
realidad. De la misma manera se enfrenta un músico a una partitura; esos signos –
corcheas, fusas y semifusas- no significan nada, lo que no implica que el artista no
pueda leerla. El músico puede transformar esos signos en sonidos, pero para él esos
signos no tiene significado, se relacionan entre si y se relacionan con los instrumentos,
pero no son relaciones de sentido. Estamos acostumbrados a pensar que la música es
otra forma de decir lo mismo prescindiendo de las palabras. Como si fuera otra forma
de contar una historia. Creemos que son cosas equivalentes y reemplazables, pero no
es así. La música es algo diferente del discurso y de la representación. Cuentan que una
vez, terminada la ejecución de una sonata, se le preguntó a Beethoven qué había
querido decir con esa obra. El músico respondió tacando de nuevo la misma obra. En
otra versión de la misma anécdota el músico responde: “si lo hubiera podido decir con
palabras lo hubiera hecho”.
superstición. Al científico tampoco le importa quién dijo tal cosa o tal otra. No es
porque haya sido formulada por Newton que la ley de gravitación universal es
valorada. Las ciencias son un discurso sin sujeto. No hay libros sagrados para un
científico ni pretende que sus descubrimientos sean más “verdaderos” que lo que
sostiene un neófito.
Hay mucho para decir sobre el nacimiento de las ciencias modernas. Pero algo
que sigue siendo muy revelador es el empecinamiento de Kepler en aferrarse a los
significados divinos asignados a los cielos. También Newton es todo un caso: presidió
la Royal Society, inventó la física matemática y el cálculo diferencial, pero en realidad
dedicó la mayor parte de sus esfuerzos a la alquimia y a estudiar la Biblia (escribió un
tratado sobre El libro de Daniel). La física matemática que lo hizo famoso ocupaba un
lugar secundario en su vida. Queremos enfatizar con este comentario la pregnancia, la
atracción, que para los seres humanos, hasta para los grandes científicos, tienen los
significados, los sentidos. Es decir que el “desencantamiento del mundo” no fue
realizado de buena gana ni conscientemente por la gente que lo hizo posible.
8. El contractualismo
El otro quiebre fundamental que realiza la modernidad es que los hombres ya no
se experimentan como especies diferentes: ahora son todos iguales. Este cambio que se
le debe al liberalismo y al contractualismo6. Veremos de qué se trata.
6
El cristianismo había iniciado –de alguna manera- este proceso cuando había afirmado que -no
sólo el pueblo judío- sino que todos somos hijos de Dios. Ninguna religión lo había hecho antes. Todos
los dioses de la antigüedad -incluyendo el Dios judío del Antiguo Testamento- eran dioses de un pueblo
específico y enemigos de los demás pueblos.
58
ante la ley: un crimen cometido por un mendigo tiene la misma pena que el mismo
crimen cometido por un juez.
8.1. Tomas Hobbes (1588–1679) o “lo que no son cuentas son cuentos”
Podríamos decir que Hobbes pensaba como aquel dicho popular: “lo que no son
cuentas son cuentos”.
8.2. La filosofía política de Hobbes
En la Edad media la gente tal vez se preguntaba: “¿Por qué debe existir un
monarca que rige mi vida, me cobra impuestos, me manda a la guerra y hace que deba
morir por él? Y la respuesta era simple y clara: “porque así lo quiso Dios”. Sin
embargo en el S. XVII –cuando vivió Hobbes- ya habían aparecido las ciencias y la
racionalidad burguesa que hacían imposible sostener este tipo de argumentos
supersticiosos y caprichosos. Lo que hace Hobbes es tratar de dar una respuesta a esa
pregunta sin apelar a la tradicional “delegación divina del poder”. Y para responder a
la cuestión de por qué existe el Estado Hobbes va a imaginar cómo serían las cosas
antes de que existiera el Estado o cualquier forma de poder instituido. De esta manera
Hobbes se aboca a describir lo que considera originario. Si ni el Estado ni el Poder son
originarios, si la sociedad no está en el principio ni en la esencia de los hombres
describamos, entonces, lo que sí estaría en el origen, lo que existiría en un estado –
digamos- natural. ¿Cómo se imagina Hobbes esa situación natural o “estado de
naturaleza”? Lo que se imagina es una miríada de individuos aislados que -dado que
no hay un poder que los limite- vivirían en completa libertad.
Lo que está en el origen, para Hobbes, son los individuos libres e iguales
portadores de derechos. Esos individuos previos a la existencia del Estado vivirían en
la naturaleza, en un estado de naturaleza dice Hobbes, es decir, completamente libres,
sin ningún tipo de límites ya que no existiría ningún poder que los coarte, ninguna
moral o autolimitación aprendida dado que no existiría sociabilidad alguna ni escuela,
ni familia, ni grupo de pares. El estado de naturaleza es pre político pero también pre
social. Nada une a esta multitud de átomos dispersos. ¿Cómo son esos individuos
originarios? Hobbes describe qué es lo que mueve al hombre en esa condición: sólo
una pulsión o conatus de autoconservación. El hombre –cree Hobbes–es una máquina
de desear y sólo quiere autoconservarse. Sin embargo no es un ser salvaje o un animal
irracional. Es un ser racional que no tiene ningún límite natural ni aprendido. ¿Qué
desea? Desea cosas (beneficios) lo cual genera la competencia. Desea seguridad (para
mantenerse con vida) lo cual genera la desconfianza y desea –además- gloria y
reconocimiento. Y como no hay nada que limite al hombre en este estado es obvio que
se producirá una guerra de todos contra todos. Si los hombres son -por naturaleza-
todos iguales, todos tienen el mismo derecho a todo. No hay ninguna razón para que
alguien tenga algo en propiedad privada y los demás se detengan frente a esa
propiedad. Lo que deseo lo tomo. Pero obviamente si dos hombres desean lo mismo y
no pueden disfrutarlo conjuntamente se vuelven enemigos. Por eso en el estado de
naturaleza “el hombre es un lobo para el hombre”. En latín se dice: Homo lupus
homini, frase que hizo famoso a Hobbes y que obviamente fue una respuesta a la
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tradición romana (Cicerón) que sentenciaba Homo res sacra homini: “el hombre es
algo sagrado para el hombre”.
Volvamos al S. XVII junto a Hobbes, Locke y los liberales. Tenemos que insistir
en que estamos a los comienzos de la Modernidad, una época signada la Razón
(instrumental, matemática, burguesa). Este modelo de razón implica la crítica a la fe, a
las creencias, a las tradiciones y prejuicios, a las supersticiones, a los sentimientos, es
fin, una crítica a toda la serie de facetas no “racionales” del alma. Cuando oponemos la
razón de la modernidad a la fe de la Edad Media no queremos decir que en la Edad
Media la gente no “pensara”, no queremos decir que fueran ilógicos, psicóticos o
locos; por el contrario todas las especulaciones teológicas o las narraciones míticas son
sumamente lógicas. La novedad de la modernidad es lo que podríamos llamar la razón
matemática. Estamos frente a una Razón, es decir un “modo de pensar”, que desechaba
todo lo que fuera ambiguo, complejo, discutible, oscuro, ligado a lo pasional. (“La
imaginación no es más que una sensación decadente” decía Hobbes). La Razón, para
Hobbes, sólo debía sumar o restar. En la realidad no había ninguna esencia por
descubrir, ningún significado por entender, sólo materia compuesta de corpúsculos, es
decir sólo había una cantidad y lo que debe hacer la ciencia con los corpúsculos es
sumar o restar. En filosofía política, según Hobbes, ocurre lo mismo, sólo existen los
átomos -los individuos- y la suma de átomos daría por resultado el Pacto Social y la
sociedad. “Donde quiera que exista lugar para la adición y la sustracción, existe
también lugar para la razón” decía Hobbes.
Locke comparte con Hobbes varias ideas: la concepción individualista del ser
humano, el instrumento hipotético del estado de naturaleza, la necesidad teórica de
pensar la sociedad como un contrato y la idea de la sociedad política como remedio a
los problemas del estado de naturaleza.
cómo sería el hombre en ese estado de naturaleza y por qué terminaría dándose un
gobierno civil. En este estado pre–político el hombre no sería un violento individuo
como lo imagina Hobbes. Locke supone una ley natural que surgiría espontáneamente
en el espíritu humano por el sólo hecho de razonar, por el solo hecho de ser un ser
racional7.
Estos hombres vivirían aislados pero respetando la propiedad del otro (la ley
natural los obligaría). Sin embargo –imagina Locke- si alguno de ellos, a pesar de
conocer la ley, decide desobedecerla y apoderarse de lo que no es suyo -y si este
desobediente fuera más fuerte que su víctima- nadie podría detenerlo y el crimen
quedaría impune. Por eso se hace necesario el Contrato social que consiste en que los
seres humanos renuncian a su derecho o libertad de hacer justicia por mano propia y lo
delegan en un soberano que les asegura la protección de su propiedad privada, su vida
y su libertad. “Te entrego mi derecho a vengarme y tú me das seguridad y justicia”.
Notemos que no se entregan todos los derechos o libertades (como en la filosofía
de Hobbes), no se entrega el derecho a circular libremente por el territorio de la
Nación, o el derecho a asociarse con fines lícitos, o a expresarse libremente o a elegir
el culto, etc. Lo que hace Locke –por la vía negativa- es dejar claro que el ser humano
que vivía en completa libertad en el estado de naturaleza la conserva casi
completamente en el contrato, delegando sólo una de las libertades: la de vengarse. De
ahí en más será el Estado político el único que puede “vengarse” o hacer justicia. Al
dejar claro que todas las otras libertades se conservan se afirma la sacralidad de las
libertades individuales frente al Estado. El liberalismo político es –entonces- una
filosofía política que afirma que las libertades individuales son sagradas y el Estado es
algo que hay que mantener acorralado. El poder del Estado es lo que está cuestionando
Locke. El estado está limitado totalmente y no puede intervenir en la libertad de
circulación, de asociación, de expresión o de culto de los ciudadanos.
8.3. Recapitulemos:
Vista desde la Modernidad la Edad Media era un mundo encantado donde los
hombres no eran iguales y la naturaleza no era diferente a los hombres. Los animales y
plantas –los fenómenos naturales– eran entidades pensantes, deseantes, seres astutos o
ingenuos, amigables o temibles. La Modernidad produjo el desencantamiento del
mundo y de las relaciones sociales. Un bosque, después de la aparición de la
burguesía, ya no fue un ser animado, peligroso o misterioso del que había que
defenderse o con el que había que negociar; ahora ya no sería más que “vegetación”,
más aún, se convertiría en “madera” o “leña”, es decir algo que se puede usar,
aprovechar o vender. Ya en nuestra contemporaneidad se convertirá en “paisaje” que
también se puede vender (turismo). La modernidad convirtió al bosque en “malezas”
(etimología: “malo”) que se opone a “plantación” (plantas = naturaleza rentable =
7
No podemos dejar de mencionar que Locke era empirista, es decir se oponía a la
doctrina de las ideas innatas (Platón o Descartes), sin embargo -y contradictoriamente- esta
“ley natural” sería algo así como una idea innata.
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y antinaturales. Van a tratar de fundar al mundo de nuevo, sin las distorsiones que esos
“oscuros y retorcidos” monjes medievales les habían impreso al espíritu humano. Van
a tratar de fundar un mundo lineal, transparente, armónico, con la simpleza que tiene la
ley de gravitación universal enunciada por Newton y que había encandilado a todos los
intelectuales desde 1679.
And last but not least las transformaciones en el modo de producción. Estas
habían consolidado el capitalismo y el liberalismo económico y el incremento de
riquezas que eso implicaba y tenemos que llegar a la conclusión de que los europeos, a
mediados del S. XVIII, no tendrían de qué quejarse. Europa estaba tocando el cielo con
las manos.
Para que la autoridad no sea coerción y tenga valor moral el individuo deberá
someterse libremente a la voluntad general. Es ésta la que transforma una multitud de
individuos en un pueblo. A la voluntad general y por lo tanto al pueblo le compete la
soberanía. Es justa la ley que expresa esta voluntad general, en ella encuentro presente
o en potencia mi yo más verdadero; y por tanto obedeciendo a la ley no obedezco más
que a mí mismo, no dejo de ser autónomo; más bien realizo así mi libertad en su forma
más plena. Se entrega todo a cambio de la libertad sustancial. El individuo termina
realizándose en el Estado.
Todos los filósofos antiguos se habían preguntado por las condiciones del error.
El error era lo que los intrigaba ¿por qué alguien puede equivocarse existiendo la
verdad? Kant, por el contrario, se pregunta ¿cómo es posible la verdad? ¿En qué
circunstancias y bajo qué condiciones es posible la verdad? ¿Cuáles son sus límites?
La razón conoce el mundo sensible –es cierto–, Newton lo describió y explicó
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perfectamente, pero ¿qué condiciones de posibilidad tiene esa verdad? Y por otro lado
¿podemos conocer el mundo suprasensible?
Pero comencemos por decir que se puede producir conocimiento por análisis o
por síntesis. Análisis viene del griego ana-lysis. Lysis significa atar. Ana es el
negativo. Análisis significa “desatar”. Desatar lo que estaba unido, desplegar o
desarmar algo en sus partes constitutivas. Si uno se hace un análisis de sangre le
entregarán una hoja con un desagregado indicando la cantidad de glóbulos rojos,
glóbulos blancos, plaquetas, etc. Lo que era una sola cosa, sangre, es analizada, es
decir desatada, desagregada en sus partes constitutivas. Todo conocimiento analítico
pretende desatar lo que estaba atado, mirar qué hay adentro de eso que a simple vista
parecía una unidad. Si ustedes van al psicoanalista porque –por ejemplo- le tienen
fobia a los gatos o porque les agarra tremendo dolor de cabeza justo antes de rendir o
cualquier otro síntoma, lo que el psicoanalista va a hacer será acompañarlos a analizar
el síntoma, mirar qué hay adentro de eso que parece algo simple pero que seguramente
contiene varias cosas adentro, tal vez encontremos a vuestro padre, o vuestra madre o
la abuela, o algún maestro… etc. Si alguien les pregunta qué saben de Dios,
seguramente responderán que Dios es omnipotente y omnisciente y por supuesto, que
es eterno y ubicuo, etc. Más allá de que sean creyentes o no –y sin haber tenido
“experiencia” de Dios- ustedes saben varias cosas al respecto. Este es un conocimiento
a priori -según se dice en latín- eso significa “antes de la experiencia”. En realidad
todas las características de Dios que hemos señalado (omnipotencia, omnisciencia,
ubicuidad, eternidad, etc.) está en el mismo concepto de Dios. Están adentro del
término, están implicados en el concepto. Si uno abre el concepto encuentra eso. Si
Dios no es todo eso… no es Dios.
Síntesis es lo contrario; significa “unir cosas diferentes”. Por ejemplo, hacer una
síntesis de un texto significa unir párrafos diferentes en un único párrafo. Síntesis no
significa “achicar” –como se suele pensar-, sino unir cosas distintas. Otro ejemplo:
entre lo que sabemos de los metales, sabemos que se dilatan con el calor. Ahora bien,
ese conocimiento no está implicado en el concepto de “metal”. Es un conocimiento
diferente a su significado. Pero cuando descubrimos –a través de la experiencia- que -
sometidos al calor- los metales se dilatan, unimos ese dato empírico al concepto; le
agrego a “metal” la característica de dilatarse por el calor y tengo un conocimiento
sintético.
Pero bien, estas dos teorías opuestas tenían, cada una, sus dificultades. Por un
lado la experiencia nos puede decir lo que ha ocurrido hasta ahora pero no puede
asegurarnos que siempre ocurrirá lo mismo (el conocimiento empírico carece de
universalidad). Los racionalistas, por el otro lado, para explicar el conocimiento tenían
que terminar apelando a la existencia de Dios (como Descartes), cosa muy poco
“racional” sin duda. La solución de Kant va a consistir en afirmar que el conocimiento
científico es sintético a priori. Es decir, une las dos teorías anteriores. Ni sólo a priori
como pensaban los racionalistas, ni sólo síntesis como pensaban los empiristas, sino
sintético (une datos sensibles) a priori (en base a una estructura innata: las categorías).
La idea de Kant es que no podemos conocer las esencias o noúmeno (en griego),
no podemos conocer la “cosa en sí” o “das Ding an sich” (en alemán). Conocemos los
fenómenos, término que viene del griego: faino, que significa “lo que aparece”. Sólo
conocemos lo que se nos aparece, y en eso que se nos aparece participamos
activamente, es decir lo construimos.
un puro espacio vacío ya que sólo es la distancia que separa a los astros y galaxias
entre sí. Si no existieran las galaxias y las estrellas no podríamos afirmar la existencia
del espacio interestelar. Los estímulos, ordenados según tiempo y espacio nos dan por
resultado las sensaciones. Este trabajo se realiza en en primer nivel o nivel de la
sensibilidad.
Vayamos al segundo nivel, es el del intelecto que continúa la tarea de dar forma a
lo que recibimos desde el exterior ordenando las sensaciones según las categorías del
entendimiento. Estas son doce y Kant las reúne según:
Las sensaciones que han sido producidas por la sensibilidad, son procesadas
ahora a través de las categorías del intelecto dando por resultado los conceptos. De la
conjunción de los estímulos, las intuiciones puras y las categorías va surgiendo el
conocimiento. El conocimiento no es un espejo que refleja la realidad. No es la
naturaleza la que dirige el conocimiento, la que le dice cómo son las cosas, sino el ser
humano es el que prescribe las leyes a la naturaleza. Nosotros construimos, en cierto
sentido, lo que conocemos. Algo así como los regalos para el día del padre; los que
tienen hijos pequeños saben de lo que hablo. Se acerca el día del padre y escuchamos:
“Papi, dame plata – ¿para qué?–preguntamos– No, para nada –nos responden” y uno
ya sabe, tiene que sacar la billetera y dejar de preguntar. Las condiciones de
posibilidad del regalo del Día del Padre las pone el padre mismo. El regalo que le llega
de afuera de alguna manera él mismo lo ha producido. Bien, sigamos con Kant. El
sujeto construye –en cierto sentido- lo que percibe pero ¿cómo estoy seguro de que eso
que he creado no es sólo mío, una imaginación privada, puro delirio o alucinaciones
propias? Estoy seguro de que no es sólo mío porque todos los seres humanos somos
seres racionales. Esto quiere decir que las intuiciones puras y las categorías están
presentes en todos los hombres. Todos y todas percibimos la misma realidad y
podemos hacer ciencia para manejarla. Pero podemos pensar que un marciano, una
araña o una gaviota no perciben la misma realidad que nosotros, y no es que perciban
mal o que perciban menos o que perciban más, percibirán, talvez, otra realidad. La
realidad percibida por el ser humano es una realidad humana, y por eso es universal,
en el sentido de que es válida para todos nosotros, todos y todas conocemos de la
misma manera aunque no podamos conocer cómo es la realidad “en sí”, sin nosotros,
sin sujeto de conocimiento.
a la ciencia es verdadero, por supuesto, pero es verdadero sólo para nosotros, sólo
para los humanos”.
Con lo sensible ya está todo claro: no podemos conocer las esencias pero
conocemos los fenómenos a través de la sensibilidad y -dado que aplicamos las
categorías que están en todo ser humano- ese conocimiento es universal. Sin embargo
todavía queda aquella pretensión de conocer lo suprasensible, lo absoluto.
El ámbito de lo absoluto no podía ser pensado por los ilustrados: era un desecho,
pura superstición. Pero rebobinemos un poco ¿de qué hablamos cuando hablamos de lo
absoluto? Absoluto se refiere a “lo que es por sí mismo”, lo separado o desligado de
cualquier otra cosa, lo independiente o incondicionado, lo que no depende de nada, lo
que no está determinado por nada, lo que no está en relación (dependencia) a nada.
Absoluto viene del latín Ab (negación) soluto (que se puede disolver, que está pegado,
atado, relacionado). Ustedes lo estudiaron en química en el secundario seguramente;
un soluto es todo aquello que se puede disolver, la sal por ejemplo: se echa un grano de
sal en la sopa y las relaciones entre sus elementos se desatan, es decir, se disuelve el
grano de sal. Por el contrario absoluto es lo que no se puede desatar: porque no tiene
relación a nada, no es un agregado, no es relativo a otra cosa ni existe en relación a otra
cosa. ¿Qué es absoluto? Dios –por ejemplo- no depende de nada. El “primer motor” en
Aristóteles tampoco. Lo absoluto no está en la cadena de los efectos y las causas sino
que es causa de sí mismo. No está en el mundo sensible sino en un mundo
suprasensible. No es del mundo de las parcialidades, de las subjetividades, de los
intereses particulares, de las perspectivas siempre sesgadas e intencionadas (o
malintencionadas) de los seres humanos. En la modernidad la gente dejó de creer en
Dios, la ciencia –por su lado- ya no hablaba de ningún “primer motor”. Sin embargo
esta necesidad de absoluto no desaparecía. Cuando alguien declara su amor a otra
persona generalmente tiene la forma del absoluto en el sentido de que es un
sentimiento que “no depende de nada”, que no es “relativo a”, no está “relacionado
con”, atado, condicionado a nada. “Aunque no me quieras, aunque no me mires,
aunque no me hables, te querré” dice el enamorado. Un sentimiento que se presenta
obviamente como eterno: “aún después de muerto te seguiré queriendo”. Sin embargo
a poco de andar empiezan los problemas. “¿Por qué no me llamaste? Dice ella –Y si
vos no me llamás yo no te llamo” responde él. O “Mirá, si querés que sigamos saliendo
no te juntés más con esos amigos tuyos”, etc. Empiezan a aparecer las condiciones. Lo
absoluto se vuelve relativo. Otra forma que adoptó lo absoluto en Occidente es el amor
a la patria. Sobre todo desde la creación de los Estados nación en el S. XIX. Más cerca
de nuestros días, para un fanático del fútbol su club es un absoluto. La pasión por una
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La película “El rey león” tiene un pasaje que nos va a ayudar a explicarnos: en un momento
están Simba, Timón y Pumba tirados en el suelo mirando las estrellas. Timón dice “¿alguna vez se han
preguntado qué son esa lucecitas que brillan en el cielo? Pumba, el que hace el papel de tonto pero que
siempre tiene opiniones inteligentes responde “Yo siempre creí que eran bolas de gas incandescentes
quemándose a millones de kilómetros de aquí”. Todos se ríen de su ocurrencia. Timón, el “piola” y líder
del grupo dice “no, son miles de luciérnagas pegadas a un manto”, y finalmente Simba, con cierto pudor
dice, “creo que son los espíritus de nuestros mayores que nos cuidan desde allá arriba”. La respuesta de
Pumba es la respuesta científica (lo que un astrónomo daría hoy) que nos divierte porque está puesta en
boca del más tonto. La respuesta de Timón es una respuesta sólo imaginativa. La respuesta de Simba es
la respuesta de aquel que quiere encontrar sentido en la naturaleza. Que yo mire las estrellas y piense
que son los espíritus de mis mayores que cuidan de mí, que son mis seres queridos que me miran desde
allá, me hace sentir protegido, me da aliento, convierte al mundo en un lugar más hospitalario, en algo
más vivible. Recordábamos más arriba que Pascal había dicho en el S XVII, cuando comenzaba la gran
avanzada del pensamiento científico: “me aterra el silencio eterno de esos espacios infinitos”. Para
Simba, como para los hombres de la Edad Media o para otras culturas no modernas el cielo estrellado
estaba muy lejos de estar en silencio. El cielo producía constantemente significado, era el lugar de los
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Es por esto que Kant propone distinguir de la Razón Teórica (el conocimiento
científico que describimos más arriba), la Razón Práctica (la que nos guía en nuestra
conducta). Es decir, quiere recuperar para los burgueses racionales de la modernidad el
pensamiento sobre lo absoluto, darle un lugar en la modernidad a ese deseo de
absoluto que –afirmaba Kant– seguía existiendo entre los seres humanos a pesar de la
aparición y difusión de las ciencias. Sin embargo sabía que no hay nada para conocer
(en el sentido de tener experiencia) en ese ámbito, al que sin embargo el hombre no
puede renunciar.
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Ver la película El hombre de dos reinos de Fred Zinemann
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La clave kantiana para lograr una acción moral es que necesita ser universal, ser
válida para todos. La formulación del imperativo categórico será entonces: “Actúa
como si la máxima de tu acción hubiera de convertirse por tu voluntad en una ley
universal”. En otras palabras, actuar bien significa actuar del modo como desearíamos
que todos actúen. Evidentemente es una fórmula abstracta, no nos dice cómo actuar
concretamente (no enuncia unos nuevos “Diez mandamientos”). Nos dice cómo
debemos buscar el “actuar bien”. Si nosotros pensamos que la forma de actuar que
tenemos es la mejor para todos y nosotros mismos no nos excluimos de esa forma de
actuar, eso es actuar bien. Es, sobre todo, la prohibición de convertirnos en una
excepción.
Esta fórmula que propone Kant implica una ética autónoma. Ya no vamos a
esperar que alguien nos diga cómo debemos actuar. Ni un Dios, ni un amo, ni un cura,
ni un padre. Cada uno –en cuanto mayor de edad- puede determinarse a sí mismo la
conducta a seguir. La forma para encontrar el camino correcto es “actuar de manera
tal que desearas que tu forma de actuar pueda ser promulgada como ley universal”.
Por otro lado Kant sigue considerando al individuo como centro de su filosofía.
Recordemos
que Kant es burgués, liberal, racionalista y contractualista. Sin embargo el individuo
que piensa nuestro filósofo es un individuo que está pensando como genérico y
universal; esto lo hace diferente del liberalismo de Locke.
La Razón Práctica crea “ideas”; la idea del alma, de Dios, de la Libertad. Pero no
podemos conocer por la experiencia lo que tratan esas ideas, no podemos tener de ellas
un conocimiento científico. Sólo nos sirven para regular la conducta.
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Continuará…