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Coordinación Editorial: Sayonara Tamayo Arjona

Edición: Elizabet Rodríguez Hernández


Idania Trujillo de la Paz
Diseño y diagramación: Frank Alejandro Cuesta
Coordinación de versión digital: Ileana García Díaz
Conversión a ebook: Alejandro Villar Saavedra

© Ariel Dacal Díaz


© Editorial Caminos, La Habana, 2021

ISBN 978-959-303-191-2

9-091
Dac
Dacal Díaz, Ariel, 1974 -
¿Hacia dónde va Cuba? : proyecto, política y
cotidianidad / Ariel Dacal Díaz ; pról. Yaima Palacio
Verona. -- La Habana : Editorial Caminos, 2021.

ISBN 978-959-303-191-2

1. CUBA - POLITICA Y GOBIERNO


2. SOCIALISMO - CUBA
I. Palacio Verona, Yaima, 1980 -
II. t.

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Editorial Caminos
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Índice

En el nombre político del amor /7


¿Hacia dónde va Cuba? /14

Primera parte. Sobre el proyecto


Historia presente de la Revolución /19
Hacer política socialista (2014) /24
Entrevista a Ariel Dacal por Daniel Salas
Un nuevo “pacto social” revolucionario /31
Entrevista a Ariel Dacal
por Julio Antonio Fernández Estrada /31
¿Socialismo sin anticapitalismo? La cuadratura
del círculo /38
Obama y la Revolución. Diálogo
con José Martí /46
¿Qué significa la muerte de Fidel Castro? /57

Segunda parte. Notas en el camino


Primera Conferencia Nacional del PCC /61
Entrevista a Ariel Dacal para Dossier
Partido, democracia, nación y socialismo:
VII Congreso del PCC /66
Conceptualización y creación social
de la política /73
Proyecto histórico, Constitución y legitimidad /78
Año definitorio para la reforma en Cuba /82
Constitución, economía y pacto social /85

Tercera parte. Más allá de lo económico


Democracia y economía ¡UNÍOS! /101
Economía, propiedad, gestión y democracia /105
La ley, la economía y la soberanía de trabajo /112
Empresa estatal: ¿Qué autonomía
y para quién? /121
Trabajo por cuenta propia: hay tela
por donde cortar /129
Árbol que nace torcido… Cooperativas
no agropecuarias /133
Reformas y derechos /138
Cuarta parte. Cotidianidad de la política
¿Derecho de admisión o de discriminación? /143
Hamburguesa con conciencia de clase /147
Un día que se parezca a lo que somos /151
El juego de educar en el amor y la libertad /154
Está planteado un dilema /158
Paternidad responsable como derecho /162
El pelo, la escuela y la libertad /165
Igualdad de género: espíritu donde
florece la libertad /168
Una cosa es robar y otra cosa es robar /172
Cuba, Marx y la política revolucionaria /176
Política, verdad y ternura /180
Cuba, el tornado y la política /183
Motivar con Inocencia /185

Quinta parte. Constituido, constituyente


y Constitución
Diez consejos para un debate Constitucional /189
Siete puntos sobre el Proyecto de Constitución /194
¿A dónde van las palabras que no se quedaron…? /198
¿Para qué necesitamos un Presidente? /206
La Constitución y el pollo de la bodega /210
Derecho a no hacer silencio /214
Trazas del proceso constitucional /217
Materiales consultados /221
A Marci y Abril, razones primeras
7

En el nombre político del amor

L a Editorial Caminos contribuye, una vez más, a libe-


rarnos a través del conocimiento. Esta vez lo hace con
un texto que junta crítica y proposición, pasión indignada
y ternura, contradicciones y certezas, teoría y práctica,
utopías…
Estos trabajos se escribieron sin saber que serían con-
vertidos en lo que son hoy, un libro; construidos en me-
dio del amor por la patria, por la pareja, por las amigas
y los amigos, por el hijo y la hija, por la familia, por la his-
toria, por una nueva concepción de vida.
La producción de estas páginas tiene al menos una
década en tiempo, y la experiencia acumulada por un Ariel
Dacal siempre inquieto, curioso, que ofrece una vasta infor-
mación y la reflexión necesaria para acompañar la lectura;
pero quien también es impaciente y cuestionador con los
cambios en Cuba, uno de sus principales amores, por ello
inspiradora de su obra más transparente e incisiva.
Muchos han sido los procesos de los que ha bebido
Dacal: su vida cotidiana, el trabajo con organizaciones
políticas de la región, la construcción, acompañamiento y
8

formación de las redes que anima el Centro Memorial Martin


Luther King (CMLK), su producción intelectual permanente
y las sesiones de lecturas y debates. Espacios todos en
los que ha construido con la gente concepciones y maneras
coherentes con el proyecto socialista por el que apuesta.
Todo esto en medio de un país que, en los últimos diez
años, ha vivido cambios importantes: reforma profunda,
consulta colectiva de documentos rectores (Código de
trabajo, Lineamientos de la política económica y social,
Conceptualización del modelo económico y social), aper-
tura al cuentapropismo, muerte de nuestro Comandante
en Jefe, cambios de gobierno, “normalización” de las rela-
ciones con Estados Unidos, visita de Obama. Y todo esto,
junto a los desafíos de vivir en un continente que luego de
algunos años de fortalecimiento de gobiernos progresis-
tas, ha tomado un giro neoliberal en el que hemos tenido
que buscar nuevas estrategias de sostenibilidad y forta-
lecimiento para el campo popular regional y nacional, y
que ha sufrido pérdidas irreparables de amigos y amigas
de sueños compartidos.
El autor sugiere un acercamiento analítico en este
contexto, provocado por la realidad y provocador a su
vez. Pero nada ha sido más fuerte que su desvelo por
una Cuba para sí misma, para sus soberanas y soberanos.
Como propuesta, convida permanentemente a la pedago-
gía de la pregunta y la crítica constructiva, sin dejar de
exponer soluciones colectivas y emancipadoras.
Estas páginas suscitan, por momentos, la imagen de una
fuente que brota incesantemente —a esto el propio Dacal
le ha llamado estado de gracia— de su sentir como hombre,
cubano, latinoamericano, padre, militante, escritor cuida-
doso, detallado, responsable y valiente.
El libro se divide en cinco partes que ayudan a profun-
dizar en el contenido desde el punto de vista temático,
pero el lector podrá elegir los textos al azar y encontrar
en cada uno análisis oportunos, desarrollados cuida-
9

dosamente para poner el pensamiento en ebullición y


estimular nuestras mentes.
Algunos contenidos que se encuentran de manera
transversal en todo el libro son: relaciones de poder, sentido
común, hegemonía, pueblo, política, poder, control popular,
revolución, socialismo. Estos nunca serán tratados de
manera ingenua, somos desafiados constantemente por
recurrentes preguntas como: ¿qué socialismo?, ¿qué es
ser revolucionario?, ¿qué Cuba y hacia dónde queremos
que vaya?, ¿qué relación entre política y economía?, ¿la eco-
nomía primero y la política después?, ¿qué política para
que economía y viceversa?
Intentaré hacer algunos comentarios específicos de cada
parte, para nada abarcadores de la riqueza que ofrecen
estos textos. Son apenas algunas pinceladas sobre el es-
pacio de participación, una constante preocupación en la
cual la pregunta tiene mucho protagonismo.
En la Primera parte el autor realiza un análisis del pro-
yecto revolucionario cubano sin pelos en la lengua, en el
que no se escapan los binomios autoritario vs participa-
tivo, despolitización de la sociedad vs participación política
real; así como la profundización en la figura del dirigente
y su participación en los procesos de comunicación y toma
de decisiones. Aquí se declara la necesidad de un nuevo
pacto social, mediado por una Revolución, que entiende
como «espíritu, como sentido y como contenido» en la
que es urgente «…educar para ella [la participación]. La po-
litización de la sociedad en general, y de las y los jóvenes
en particular […] desafío cultural solo alcanzable en un largo
proceso de aprender a compartir el poder en todos los
espacios de la vida cotidiana, privada y pública».
La pasión del autor por la historia le permite mirar al
pasado para aprender de él y no repetir los mismos
errores. La ruta que marca es el Socialismo que no es ni
autoritario, ni desigual, ni injusto, ni ofrece privilegios a
unos en desmedro de otros. A este da espíritu, contenido
10

y metodología a lo largo del texto y nos lleva —con una


breve y contundente definición de su apuesta socialista,
la que considero lugar de donde partir y a donde volver
cada vez que perdamos el rumbo— directamente a estas
preguntas: ¿a dónde queremos que vaya Cuba hoy?
En la Segunda parte se encontrarán con un análisis
profundo sobre el Partido Comunista de Cuba, la Asam-
blea Nacional del Poder Popular, sus roles, constitución
e integrantes. Todo para preguntar cuánto contribuyen al
proyecto socialista y a una cada vez mayor conducta so-
cialista.
Las referencias a la reforma constitucional en esta par-
te anuncian lo que se ofrece como plato fuerte en la parte
final, donde el curioso o la curiosa podrán encontrar lo pu-
blicado por Dacal durante ese proceso. Su minucioso y
permanente análisis nos acompañó a muchas personas
en la preparación para nuestra participación consciente e
intencionada en cada parte de la elaboración de nuestra
Constitución.
En la Tercera parte la economía ocupa el foco de aten-
ción. El autor coloca el énfasis en la pregunta que pone
en relación la economía con la política, con la democracia,
con el tipo de propiedad. Aquí se indaga respecto a la
disputa trabajo vs capital, sobre la soberanía, la libertad
o la opresión; incluso nos hace pensar sobre el camino
que tomará Cuba y el que queremos y si estamos a tiem-
po de profundizar el socialismo o caemos tentados por
las mieles del capitalismo. Esta lupa llega al modelo pro-
ductivo cubano y a los derechos de las/os trabajadoras/es,
a la cuestión de la burocracia, el verticalismo y al sector
cuentapropista.
Si usted cree, como Ariel Dacal, que la economía es
para la libertad, para «sustentar el acceso universal a
los derechos humanos» es entonces en esta parte donde
encontrará observaciones útiles y rutas a seguir dentro
del mundo productivo cubano estatal y no estatal.
11

Después de leer toda la obra, pero en especial la Cuarta


parte, no seremos acríticos en algunos actos cotidianos.
La toma de conciencia de clase, de género, de color de la
piel, de acceso a determinados recursos y bienes econó-
micos, incluso la dolorosa conciencia de ser alguien que
discrimina o ser discriminada/o a partir de cualquier ca-
tegoría, e incluso la conciencia de ser machista, nos dirá
el lugar en que estamos en esta maqueta de sociedad
que se construye permanentemente. Realidad en la cual
se comienzan a vislumbrar las consecuencias de la aper-
tura al cuentapropismo sin el control necesario, de los
abismos que crea entre las personas y sin un cultivo real
de los valores que nos pueden salvar de la caída, ni las
condiciones que garantizarían desde las estructuras y
normas sociales una sociedad más justa.
Aquí se nos hace un llamado de conciencia a la gestión
permanente de lo que fueron logros sociales de la Revo-
lución cubana y que hoy pudieran estar en peligro de
extinción en los diversos sectores y poblaciones.
El autor nos describe muchas Cubas en una, algunas
muy contradictorias y hasta excluyentes. Reconoce lo
favorable del sector educativo, cuentapropista, sindica-
lista, de las leyes que estos refrendan, como la de pater-
nidad; pero también nos corre la cerca, si de derechos,
comunidad, educación en valores y vida plena, digna y
tierna se trata. Salir de la zona de confort no implica solo
la toma de conciencia, tenemos que mover las estructuras
para responder a esto.
Debemos ser niños permanentes «que reconocen el
mundo» a través de las preguntas ¿por qué, para qué,
a quién beneficia, qué tendríamos que cambiar?
Esta parte constituye un intento muy significativo para
cualquier cubano o cubana que quiera responderse ¿cómo
actualizar las maneras revolucionarias de hacer política
en Cuba?
No es extraño que esta parte sea la que más trabajos
agrupa, pues es en la cotidianidad de la política donde la
12

lucha se hace más necesaria. Aquí precisamente es don-


de la política se nos acerca más a cubanos y cubanas de
a pie y nos provoca a refundarla; donde se recrean situa-
ciones muy comunes de cada día en cualquier lugar del
país y para cualquier persona, pero que atravesadas por
las preguntas oportunas se convierten en novedosas com-
prensiones y en maneras de vivir la política en mayor
coherencia con la apuesta socialista que se declara en la
primera parte del texto.
La Quinta parte, y última, como anticipaba, nos ayuda a
mirar un proceso complejo y gradual de concreción de
un nuevo proyecto de país. El proceso de reforma, visto
desde los lentes que nos proporciona Ariel, no deja
escapar los significados y significantes de cada propuesta
del proyecto y de la Constitución misma que ya da sus
primeros pasos de implementación en medio de un gran
número de desafíos.
Da la feliz noticia, entre otras, de un profundo y justo
tratamiento de los derechos y garantías, sobre todo socia-
les, a la vez que transparenta asuntos pendientes para
ojos más o menos expertos, pero curiosos de estos temas.
Sin embargo, nos deja una conclusión esencial: «La nueva
Carta Magna […] no logra solucionar disputas esenciales
que subyacen en la realidad cubana».
¿hacia dónde va cuba? proyecto, política y cotidianidad
es un libro que puede asustar por sus transparencias,
por sus análisis a corazón abierto, pero es imprescindi-
ble para cualquier cubano o cubana, para cualquier per-
sona por la información, análisis y posicionamiento que
ofrece ante la realidad que vivimos. Es convocatoria y
provocación, ofrece ruta y desafíos.
Este es un texto urgente y oportuno para la formación
de las personas del Centro Martin Luther King, de las
redes que animamos, y otras que han sido y son parte de
nuestro camino. Hace una contribución a la concientiza-
ción, organización y movilización de nuestro entramado
13

social en la construcción de la estrategia para la profun-


dización del socialismo y para edificar el reino de Dios
aquí y ahora. Invita a participar activa y conscientemente
de su vida a cualquier ser humano, no importa color de la
piel, sexo o género, ocupación, estatus; invita a asumir
que cada cosa es política y que no se lo podemos dejar a
los políticos, cada proceso que vivimos es educativo y no
podemos dejar la educación solo a las instituciones, que
vivir la fe, cualquier fe, es un acto político y que la libertad
es mejor si la gestionamos juntos.
Confieso, para terminar, que vivir el reto de escribir
este prólogo fue algo nuevo y desafiante. Asumir esta res-
ponsabilidad en un texto que acompañé de muchas ma-
neras, en un contexto tan complejo y cambiante, fue mucho
más desafiante aún. No obstante, a la vez que retador,
es un acto disfrutable, hermoso y necesario.
Ojalá el disfrute y aprendizaje que tuve pueda ser de-
velado y convocado con estas humildes palabras que se
adelantan a la posibilidad de encontrar una obra polémica,
profunda y militante en el nombre político del amor.

Yaima Palacio Verona1, 2


La Habana, Cuba, octubre 2019

1
Cubana. Educadora Popular. Lic. Psicología y MsC. Psicología Social
y Comunitaria. Actualmente trabaja en el Centro Martin Luther King,
coordina el equipo que acompaña la Red de Educadoras y Educa-
dores Populares y la Red Ecuménica Fe por Cuba en la región
occidental.
2
Todas las notas, siempre que no se indique lo contrario, son del
autor. (N. de las E.).
14

¿Hacia dónde va Cuba?

L a pregunta que titula este libro es una constante.


Contiene otras interrogantes, matices y ajustes posi-
bles. Abre, además, ámbitos de análisis en los cuatro pun-
tos cardinales de cualquier ideología, en sentidos de vida
diversos y en las muchas comprensiones sobre lo que
Cuba es hoy. Suficientes razones para ser categórico al
decir que no pretendo responderla, acaso solo esbozar
algunas pautas y, más que todo, cuestionar la pregunta
misma.
Sin habérmelo propuesto, tengo delante un grupo de
textos en los que develo mi visión sobre los caminos tran-
sitados en la última década. Estos respondieron a preocu-
paciones coyunturales, al deseo de entender y de opinar
sobre algunos procesos políticos, económicos y sociales
que codifican nuestra realidad.
Con la idea resuelta de organizar un libro, preferí un
orden temático y no cronológico, lo cual ayuda a ver, de con-
junto y en sus particularidades, contenidos específicos.
15

Entrevistas, análisis, trabajos de opinión, son algunas


de las envolturas en que se presentan. Política, econo-
mía, democracia, pedagogía, socialismo, proyecto país,
constitución, vida cotidiana, son temas asumidos. Queda
entonces este libro con cinco partes:

La primera, habla del proyecto histórico de la


Revolución cubana, sus significados, evolución,
exigencias y lo que, desde mi comprensión, se eri-
ge en su deber ser.
La segunda, son notas en el camino de las refor-
mas recientes, eventos, documentos y resultados
que alimentan la pregunta titular.
La tercera, habla de economía, desde una pers-
pectiva política y de derecho.
La cuarta, intenta una traducción de la política y
la economía, del socialismo y el capitalismo, de la
democracia y la lucha de clases, de la justicia y el
poder en la vida cotidiana, ámbito determinan-
te para cualquier proyecto político.
La quinta, recoge reflexiones sobre el proceso de
reforma constitucional.

Casi la totalidad de los textos han sido publicados en


diferentes sitios digitales y revistas impresas, dentro de los
que se destacan Cubaposible, La Tizza, Rebelión, El Toque,
Sin Permiso... El valor de este compendio es permitir una
lectura más integradora. Es posible que algún trabajo
desdiga a otro, que una tesis cobre matices distintos,
incluso, que se repitan ideas. Decidí no corregirlo pues
negaría la riqueza, complejidad y contradicciones del
proceso de pensar la realidad, sentirla y pronunciarme
sobre ella.
El libro es un diálogo con su propio título. De facto,
subvierte la pregunta, niega su utilidad y la pone de
cabeza. Su propuesta es asumir activamente el destino
16

probable de Cuba. En esencia propone otra interrogante:


¿hacia dónde quiero que vaya Cuba? En rigor, ¿a dónde va?
es una pregunta súbdita, obediente y pasiva. Sin embargo,
¿a dónde quiero que vaya? es una pregunta ciudadana,
propositiva y activa. La invitación esencial de estas pági-
nas es a subvertir la pregunta que las titula.
Reitero que no me considero un cientista social, en el
entendido de investigador de hechos e ideas, ni un ensa-
yista de copiosa reflexión en prosa, tampoco un intelectual
que “produce” cosas nuevas. Me considero un propa-
gandista de ideas justas y un militante comprometido con
proyectos que son, desde ellas, mis sentidos de vida.
Mis apuestas esenciales son para Cuba emancipadora.
Pensar y sentir lo que en ella acontece es un hecho per-
manente. Cuba me importa y por ello me pronuncio,
comprendo y me comprometo. Una condición lleva a la
otra. No pretendo respuestas lapidarias, más bien intento
abrir la posibilidad de reflexionar respecto a mi país pre-
sente, el de las disputas de sentido, el de las muchas
interpretaciones y supuestos, el de los destinos posibles.
Retomo mi certeza de que todo acto de escribir es
una opción ética y política. Cuando se narra la realidad
siempre se asume una posición ante ella, siempre se
parte de un lugar social, cultural y doctrinal, por más
que se pretendan neutralidades nunca ciertas.
Agradezco a gente amiga que han leído borradores,
sugerido matices, ofrecido experiencias, criticado con
tesituras variadas lo que escribo. Mis opiniones se fra-
guan también en las suyas.
Deseo que el lugar histórico al que vamos sea un país
feliz para mi hijo Marcial y mi hija Abril, motivos prime-
ros de mi amor; para Diego y Diana, recién llegados a mis
afectos; para José Julián y Alma, retoños de una amistad
profunda; para Frank Felipe e Irene, pequeños que me-
recen ser amados y amar en su tierra.
17

¿Hacia dónde va Cuba? Deseo que a un territorio donde


permanecer sea necesidad y goce para el espíritu eman-
cipado.
¿Y tú, hacia dónde quieres que vaya?

Ariel Dacal Díaz


Octubre, 2019
Primera parte
Sobre
el proyecto
Primera parte. Sobre el proyecto _ 19

Historia presente de la Revolución3

E n 1959 se convirtieron en triunfo las luchas revolu-


cionarias de la nación cubana, las que han contenido
esencialmente la independencia nacional y la justicia
social. Tales contenidos ganan especificidades en diversas
épocas, destacándose la república de todos y para el bien
de todos, la dignidad nacional en la dignidad popular, el
antimperialismo, el internacionalismo y el anticapitalismo.
La victoria de 1959 implicó la radicalidad política como
práctica transformadora. Esta impactó las estructuras
del capital al desmercantilizar los derechos humanos: edu-
cación y artes, salud, empleo, vivienda. Encausó además
la distribución igualitaria de las riquezas, una de cuyas ba-
ses fue la solución del problema agrario. En su impulso
radical, ese año, 1959, condicionó la politización de la
sociedad, y más en concreto, la inclusión del sujeto po-
pular diverso en la gestión política.

3
Inédito. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 20

Aquella pretensión cubana surcó el conflicto geopolí-


tico entre dos polos que marcó la época de su surgimiento:
Estados Unidos, encabezaba la opción capitalista y la URSS
la socialista. Al mismo tiempo este conflicto condicionó el
curso del proyecto revolucionario cubano. De un lado, la
política estadounidense de aislamiento, hostigamiento y
desconexión de las relaciones comerciales que domi-
naban la economía y la política en Cuba; del otro, la Unión
Soviética abrió una nueva relación estratégica, enca-
minó el comercio cubano hacia nuevos actores, al tiempo
que brindó respaldo militar para la defensa del naciente
gobierno revolucionario.
Organizar la justicia social al tiempo que garantizar
la independencia nacional fue un desafío dramático para
Cuba en aquellas circunstancias. El proyecto revolucio-
nario nacional enfrentó complejas tensiones, en las cua-
les asumió el derrotero socialista como condición de
posibilidad para su realización.
La relación estratégica con la URSS consolidó, extendió y
estructuró en Cuba una comprensión del socialismo que,
al tiempo que garantizó niveles sin precedentes de igual-
dad social, dignidad personal y derechos humanos desde
la inclusión social, así como la protección militar para la
defensa de la independencia nacional, entrañó un orden
político que contuvo la capacidad política creadora de la
clase trabajadora en particular y de la ciudadanía en
general.
El modelo socialista implicó la consagración del Estado
como proveedor fundamental para el desarrollo material y
político de la nación. La estatalización de la propiedad fue
un rasgo determinante de esa consagración. En el centro
de aquel diseño se sitúa el partido único, instrumento de
la vanguardia revolucionaria que asumió el gobierno del
proyecto socialista. La vanguardia, a través del partido y
el Estado, concentró a todos los niveles el diseño, decisión
y control de las políticas públicas. En este escenario se
Primera parte. Sobre el proyecto _ 21

consolidó un sector burocrático derivado de la com-


prensión de vanguardia, erigida como mediadora entre
los sectores populares y el proyecto de la Revolución.
Este modelo tendió a la administración de la Revolu-
ción por decreto, a la monopolización de la verdad y a la
limitada posibilidad de crítica social y articulación de
disensos sobre las políticas. Como resultado, se gobernó
en nombre del pueblo y de los trabajadores y las traba-
jadoras,4 no desde ellos, lo que puso límites a la política
en tanto acto social cotidiano. La clase trabajadora se
constituyó en objeto de los beneficios sociales, pero no en
sujeto para la conformación y control de estos.
La herencia ideológica soviética, base estructurante del
diseño sociopolítico asumido por el proyecto revolucio-
nario en Cuba, desatendió la especificidad y complejidad de
los conflictos y acumulados históricos de la nación cubana.
Reforzó la comprensión economicista del socialismo y el
determinismo histórico que le es consustancial. El socia-
lismo se asumió como meta de llegada y no como tránsito
a una sociedad que desmontara todas las formas de
dominación social de un grupo o clase sobre otros.
La compresión socialista que encarnó el proyecto de inde-
pendencia y justicia social de la nación después de 1959
está en estos momentos (2019) en crisis. Frente a esta,
asumir el proyecto cubano en sus condiciones de posi-
bilidad, implica: dialogar con otras comprensiones del
socialismo, presentes también en la tradición revolucio-
naria cubana, e insistir, con distintas formas de organiza-
ción social para la política, en la equidad, en la inclusión
social, en la vida digna, en los derechos humanos fuera
del ciclo mercantil, en las prácticas internacionalistas desde
estos sentidos que ha validado durante décadas el aporte
de Cuba a las luchas por la justicia a escala global.
Esto conlleva a concretar la independencia nacional y la
justicia social también desde procesos más abarcadores
4
Todos los énfasis de género son del autor. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 22

de socialización del poder, la propiedad, el saber. Una com-


prensión que estructure el poder para el proyecto, al
tiempo que potencie enfoques de las ciencias sociales
que respondan a sus contenidos y favorezcan un cuerpo
intelectual que le sea orgánico.
Tal redefinición pasa por la politización del ámbito pú-
blico en general y del ámbito laboral en particular. Es decir,
asumir la democracia de la vida cotidiana como camino y
no reducida a meta. Pensar y ordenar la economía desde
la justicia distributiva como mandato de quienes tienen
en sus manos la producción de bienes y los servicios.
Comprensión que enriquece las prácticas acumuladas de
inclusión social como totalidad desde la articulación de las
partes que la compone.
Repensar el proyecto supone mirar otros faros de libe-
ración que iluminan a Cuba desde lugares diversos y
desde los mismos contenidos. Es decir, resignificar el
contenido internacional de la independencia y la justicia
es condición de posibilidad para su realización en la na-
ción cubana.
Visto así, el socialismo, en tanto cualidad del proyecto
revolucionario de nación, ha de pretender, en el camino de
la plena soberanía, la democracia popular, el desarrollo
socioeconómico y la mayor equidad, crear un orden social
de relaciones humanas en constante proceso de liberación.
El socialismo ha de ser una totalidad compuesta de
muchos pocos esenciales y constituyentes, un proceso
de acumulaciones. Y dado que nadie tiene la última pa-
labra sobre lo que debe ser, comparto la comprensión
que condensa mi apuesta socialista, desde la que dialogo
con la cruda realidad y combato el ensordecedor prag-
matismo que nos convida a mutilar los sueños.
Socialismo porque implica relaciones socializadoras del
poder, la producción y la política que entrañan equidad,
dignidad y felicidad. Participativo porque la gente lo hace
suyo y se siente en él. Popular porque los sectores
Primera parte. Sobre el proyecto _ 23

sometidos económica y culturalmente son el sujeto


que confronta la hegemonía que excluye, niega y mutila.
Democrático porque la libertad espiritual y material de
todos y todas se administra por todos y todas. Liberador
porque potencia relaciones sociales humanizadoras.
Comunitario porque se realiza en lo común, en lo colectivo
y lo público como espacio de crecimiento humano. Creador
porque explaya la creatividad humana, individual y colec-
tiva a su condición de infinito. Inclusivo porque contiene las
muchas diferencias que nos enriquecen. Ecológico porque
somos en armonía con toda la existencia. Ético porque el
amor por las y los demás es consciente y militante. Sentipen-
sante porque unir el sentir y el pensar es la posibilidad de
que el lenguaje alcance su plenitud para decir la verdad.
Amoroso porque “el socialismo es el nombre político del
amor”.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 24

Hacer política socialista5 (2014)


Entrevista a Ariel Dacal por Daniel Salas6

¿Q
ué distingue a un dirigente político socialista? ¿Su ca-
pacidad técnica, administrativa, de hacer que se
cumpla lo establecido, su autoridad para decidir? ¿Qué lo
define?
¿Qué dirigente político para qué socialismo? La reformu-
lación de la pregunta me ubica en un lugar más cómodo
para la visión que deseo compartir. La disputa de sentidos
dentro del socialismo tiene un planteo básico: socialis-
mo desde arriba versus socialismo desde abajo, que condi-
5
Publicada en «www.temas.cult.cu/artículo/383», 2014. Pertenece a
una serie de entrevistas en la revista Temas, entre las que también se
encuentran a: Ricardo Alarcón de Quesada, en esos momentos
presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba
(1993-2013); Yuniasky Crespo, primera secretaria de la Unión de
Jóvenes Comunistas; Julio A. Fernández Estrada, profesor del Centro
de Estudios de Administración Pública de la Universidad de La
Habana, y Luis J. Muñoz Quian, delegado de circunscripción del
Poder Popular. (N. de las E.).
6
Daniel Salas González: Cubano, periodista y profesor de la Univer-
sidad de La Habana. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 25

ciona las interpretaciones sobre el socialismo en general,


y sobre las maneras de hacer política en particular.
El primero implica un modo bancario: jerárquico, verti-
calista, unidireccional, directivo, de entender las relaciones
sociales; un orden donde la política, como acto de creación
y control, está de un solo lado en los espacios de poder
macro y micro; un tipo de relación que coloca la capaci-
dad y posibilidad de tomar decisiones en una parte y no
en el todo, en el que la política está en el Estado y no en
la sociedad, en el que la política de determinados grupos
sociales se ocupa de la gente y no la gente de la política;
en el que tanto las/os economistas se encargan de la
economía y la gente no se ocupa de la economía ni de
las/os economistas.
Se trata de un socialismo en el que perviven relaciones
de dominación. Por su parte, el segundo implica relacio-
nes sociales basadas en el autogobierno, la autogestión y
la autoconstitución del sujeto popular que participa en la
definición de sus necesidades, en la decisión política que
las satisface y en el control de ella. Tales relaciones de-
berán devolver la política a la sociedad, lo que implica su
participación directa y creciente en la gestión pública, en la
cual la democracia adquirirá su carácter transversal en
lo político, lo económico y, en el sentido común, como
práctica social cotidiana donde el poder no se repartirá,
sino se compartirá. Es decir, una socialización del poder
y de las condiciones de equidad para el ejercicio de este:
un socialismo basado en relaciones para la emancipación.
Un paso más allá de la pregunta nos lleva a entender
que dirigente es quien cumple una función en el socialismo
desde arriba, tiene claros límites para el socialismo desde
abajo. Visto así, este término da cuenta de una cultura po-
lítica que se genera desde una lectura y estructura socialis-
tas cuya hegemonía está en crisis. Plantearse una revisión
de la relación social que encierra este vocablo desde un so-
cialismo desde abajo implica considerar conceptos como
Primera parte. Sobre el proyecto _ 26

mandatado, servidor público, coordinador político, facili-


tador, liderazgo colectivo, que den cuenta de otro tipo de
relación social para la política.
Entiendo que la capacidad técnica y administrativa
tiene que ver con métodos o maneras que siempre se
subordinan —de modo consciente o inconsciente—
a las comprensiones del poder y la política de la que son
constitutivas.
Y es entonces cuando aparece una pregunta alter-
nativa: ¿la capacidad para encaminar qué tipo de relación
social?
A saber:

a) ¿relaciones que implican decisiones tomadas


desde arriba, donde el saber, el poder y la
capacidad de discernimiento sobre la realidad
y su concreción en políticas está en un solo
lugar social?
b) ¿relaciones que suponen decisiones tomadas
desde abajo donde se logran consensos, se
construye colectivamente la decisión y no por
simple agregación de demandas?

Ambas dan cuenta de contenidos antagónicos de ser


dirigente que, a su vez, se develan en la pregunta ¿dirigir
hacia dónde? Esa misma lógica abre otra interrogante:
¿Qué autoridad, la que niega, excluye, limita y privatiza el
poder; autoridad legal-designada, individual u otra man-
comunada, que suma, integra, socializa el poder, autori-
dad legítima-elegida, colectiva?

¿Cuáles son los mecanismos que pueden asegurar la comu-


nicación entre dirigentes y dirigidos?
Para dar curso a esta pregunta me enfoco una vez más
en el carácter asimétrico del poder. Para una relación en la
que algunas personas dirigen y otras son dirigidas; donde
unas dicen, al tiempo que otras solo recepcionan; donde el
Primera parte. Sobre el proyecto _ 27

saber y la verdad están en una de las partes, la comu-


nicación siempre tendrá límites de base. Por tanto, el pro-
blema no es de mecanismos, sino de concepción.
Si nos relacionamos desde la comprensión de que
todas y todos portamos saberes y, además, podemos
participar en la creación de ideas, propuestas y defi-
niciones políticas, si lo comprendemos como capacidad
y como derecho, entonces la pregunta sería: ¿qué co-
municación necesita esa relación? En ese caso, habla-
ríamos del diálogo de saberes diferentes para alcanzar
metas comunes, la búsqueda de métodos para la cons-
trucción colectiva, el desarrollo de habilidades comuni-
cativas que, al mismo tiempo, impliquen desaprender y
aprender, así como una deconstrucción cultural de las
maneras en que nos educamos en una comunicación
que reproduce relaciones de poder desiguales. Entonces,
para esa comunicación participativa no es funcional una
persona que dirija, es decir, un dirigente, sino una que
facilite y coordine procesos políticos.

En la práctica política real del dirigente socialista, ¿qué peso


tiene y qué significa construir el consenso?
Si por práctica política real se entiende lo que pasa en Cuba
hoy, es decir, los modos de hacer política, de dirigirla, en-
tonces construir consenso no es un medio potenciado
en la cultura política que reproducen los dirigentes pro-
medio. No es menos cierto que aparecen nuevos métodos
organizacionales que, sin ser base para un consenso real,
pueden ser puentes para transitar a esa necesaria y éti-
ca manera de hacer política. No obstante, si no se discute
la concepción de base para la participación de la gente,
cualquier cambio podrá ser técnicamente mejor, pero no
políticamente más justo. De todos modos, y hasta donde
alcanzo a ver, la búsqueda de consenso como modo de ha-
cer política es en extremo periférica como para que marque
tendencia de una nueva cultura política de las/os dirigentes
nacionales.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 28

¿En qué medida la expresión del disentimiento es necesaria


para una política democrática? ¿Es deseable, por ejemplo,
que un sistema socialista dé cabida a una oposición leal,
definida por su propósito de mejorar el sistema, no de
liquidarlo?
Sin disenso no hay democracia. Sin democracia no hay
socialismo. Ahora bien, ¿oposición leal a qué? La pregunta
es útil porque pone la democracia en su ambiente histó-
rico real, en espacios de conflicto. Cuando digo conflicto
me refiero a aquellas visiones y agendas que son antagó-
nicas, cuya lucha no es reconciliable. Pero también existen
las diferencias que sí pueden ser conciliables cuando se
trata de encontrar los cómos para metas comunes. Por ello
es necesario dejar claro los puntos que no entran en ne-
gociación, es decir, a qué ser leal. De un lado puede enten-
derse esa lealtad concretada en las estructuras de poder
que instituyen una comprensión del socialismo; o sea,
aquella que se profesa a las instituciones y a las personas
que las encabezan. Por otro lado está la lealtad a los prin-
cipios de equidad social, dignidad personal y nacional,
soberanía, socialización del poder, de la economía y de la
felicidad; lealtad al poder popular ejercido por el pueblo.
Si la apuesta es por esta última, la lealtad a las formas
políticas se hace más flexible, pues sería al gobierno que
haga valer esos principios.

Se habla insistentemente de la despolitización, en particular,


de la juventud. Si es así, ¿en qué consiste?, ¿y cómo asegurar
la participación de los ciudadanos, sobre todo de los más
jóvenes, en el proceso político?
Una de las marcas distintivas del socialismo cubano es la
despolitización de la sociedad. Se trata de una despo-
litización de la vida cotidiana, es decir, el acumulado de
no participar en la definición y control de la política.
Ejemplo de ello es que no exista una apropiación real
por parte de los trabajadores y las trabajadoras de los
Primera parte. Sobre el proyecto _ 29

procesos de producción, ni una elección directa de sus


dirigentes empresariales. Las organizaciones gremiales y
sectoriales no son gestoras autónomas de propuestas.
En las comunidades no se toman decisiones consensuadas
sobre, por ejemplo, poner alumbrado público o arreglar
una escuela. No hay leyes municipales que den cuenta
de un diseño de políticas y normas de acuerdo con las
condiciones específicas de cada territorio. ¿En qué porcen-
taje de los hogares cubanos se colegian las decisiones?
Lo mismo vemos en las escuelas, ¿cuándo el estudiantado
participa en la creación del reglamento escolar o en la
definición curricular; incluso, qué cantidad de docentes
lo hacen?
La participación política real, en los espacios cotidianos
de vida, no está en la mira educativa de la sociedad
cubana, de ahí que existan altos y peligrosos niveles de
despolitización en la sociedad, en general, y en la juven-
tud, en particular. Lo complejo del tema es que de la po-
lítica siempre se ocupa alguien, pero no todo el mundo
se ocupa de esta.
Para asegurar la participación tengo una respuesta
básica: educar para ella, desde la casa hasta el Estado.
Que la gente ejerza poder individual y colectivo en su
vida cotidiana. No se aprende a participar si no se parti-
cipa, lo que implica, de a poco, devolver la política a la
sociedad que, dicho sea de paso, es el lugar que le corres-
ponde en el socialismo. La politización de la sociedad en
general, y de los y las jóvenes en particular, es un desafío
cultural solo alcanzable en un largo proceso de aprender
a compartir el poder en todos los espacios de la vida
cotidiana, privada y pública.

¿Existe una dimensión de género en el quehacer político de


dirigentes y dirigidos? ¿Cuál es su importancia práctica en el
ejercicio de una política socialista?
Si la meta es que haya una representación equitativa
de género en los espacios de dirección, se puede decir
Primera parte. Sobre el proyecto _ 30

que la dimensión de género es un proceso presente en


todos los niveles. Con mejores o peores resultados, ya es
un lugar común referir este asunto. La importancia de
esto es que se enriquece el derecho de las mujeres a una
vida en igualdad con los hombres, una de las obras más
sólidas del proceso político liberador en Cuba desde 1959.
Ahora bien ¿se trata de iguales derechos para iguales
relaciones? Si el objetivo es generar un tipo de relación
social que desbanque modos excluyentes de administrar
la política, entonces hay mucho por hacer. Si la cuestión,
como lo entiendo, es una disputa entre comprensiones
de la política y el poder en el socialismo, no es suficiente
que surjan mujeres dirigentes reproductoras de la misma
lógica del socialismo desde arriba. El diálogo, la cons-
trucción colectiva de las decisiones, el reconocimiento
al derecho del otro, el sentido de servidor público de las
personas en puestos de dirección no es solo un asunto de
género, sino de cultura política. Si la justa dimensión
de género no incluye esta perspectiva devela límites en la
lucha contra las muchas inequidades que aún quedan
por desbancar.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 31

Un nuevo “pacto social” revolucionario


(Marzo 2018)7
Entrevista a Ariel Dacal
por Julio Antonio Fernández Estrada8

E n los últimos tiempos se ha vuelto a hablar en Cuba sobre


el “pacto social”. ¿Cree usted que es posible defender la
idea de un pacto social alrededor de la Revolución cubana?
En caso de que aceptáramos la tesis del pacto entre el pueblo y
las fuerzas políticas que construyeron la Revolución, qué cam-
bios considera usted que ha sufrido ese pacto desde 1959?
Un nuevo pacto social, más que un deseo loable, es una
necesidad para la estabilidad del orden social. Está latente
en cualquier proceso de reforma con el alcance del que
acontece en Cuba, en la actualidad, donde se diversifican
los actores sociales, económicos y políticos, al tiempo que
aparecen regulaciones y leyes que buscan ordenar las
relaciones emergentes.

7
Cada trabajo aparece con la fecha en que fue escrito. (N. de las E.).
8
Licenciado en Derecho y en Historia. Doctor en Ciencias Jurídicas.
Profesor Titular de la Universidad de la Habana (1999), de la Facultad
de Derecho, y de las filiales universitarias. Ha publicado varios libros,
ensayos académicos y artículos sobre temas jurídicos. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 32

Este proceso se sucede con independencia del nivel


de planificación que tenga y del tipo de participación que
lo caracterice. Hablar de pacto social no se reduce a un
único contenido posible, a un único sello ideológico ni
sistémico. Incluye a grupos sociales diversos y, al menos,
a las instituciones más representativas. No obstante, para
que sea estable a más largo plazo, debe lograr ciertos
niveles de legitimidad, la que resulta en buena medida de
la calidad del proceso del cual emana y de la correlación
de fuerza de los sujetos que concurren.
Concientizar la necesidad del pacto social añade otros
matices al asunto. Implica tener claridad del lugar social
desde el que se participa en el ajuste de los relaciona-
mientos económico, social y político; los niveles organizati-
vos para esa actuación y la capacidad de influir, directa o
indirectamente, en la definición de políticas públicas.
Ciertamente las actuales condiciones difieren de las
que sustentaron el pacto revolucionario iniciado en 1959,
el cual removió de manera radical viejas relaciones de
subordinación y explotación erigiendo, progresiva y con-
tradictoriamente, un pacto social del que, por un lado, los
sectores populares recibieron garantías de pleno empleo,
una elevada protección social, condiciones materiales y
espirituales de vida digna e inclusiva, índices de igualdad
social sin precedente, niveles importantes de participa-
ción social en la política y garantías para la soberanía
nacional. Del otro lado, se legitimó la centralidad política en
el Estado-Partido, dirigido por la vanguardia revolucio-
naria, mediado por instituciones y organizaciones políticas
y sociales como cuerpos de ese pacto, proceso que incluyó
episodios democráticos de ajustes al orden establecido.
Pensar un nuevo pacto social alrededor de la Revolu-
ción cubana, más que discurrir de manera natural, necesita
ser asumido como meta política clara. Deben ponerse
en diálogo sus contenidos generales y específicos con
las condiciones, presiones y tensiones que el escenario
interno y externo le deparan. Dígase, por ejemplo, que es
Primera parte. Sobre el proyecto _ 33

urgente pensar la viabilidad y métodos de algunas formas


de hacer política revolucionaria, útiles antes e insuficien-
tes ahora. Al mismo tiempo, evaluar el orden y alcance de
las instituciones creadas en nombre del proyecto.
Varios datos de la realidad subrayan la necesidad de
esa revisión. La expansión del sector privado, en menor
medida del cooperativo, el reajuste del empresariado
estatal y la actuación del capital foráneo abren como in-
terrogante ¿cuáles serán los derechos y deberes de estos
actores económicos, sus alcances y límites dentro del
orden sociopolítico? Por otra parte, tiene mayor densidad
un entramado de activistas sociales, comunitarios, sectoriales,
eclesiales que resignifican lo revolucionario. ¿Qué pautas
ordenarán su desempeño social? ¿Qué lugar ocuparán en
la definición de políticas locales y nacionales? ¿Se diseña-
rán espacios institucionales permanentes para la inclusión
de estos en la esfera política? ¿Lograrán una represen-
tación más orgánica en los ya existentes?
El contenido socialista del proyecto de la Revolución
cubana exige priorizar, dentro del pacto social, la relación de
empleadores, privados y estatales, con el mundo del trabajo;
definir el carácter que tendrá, y quiénes y cómo participarán
en su encuadre; reformular el papel de los sindicatos den-
tro del diseño político cuyo objetivo primero sea potenciar
relaciones laborales que sustenten el empoderamiento de
las/os trabajadoras/es. En este sentido ha de redimensio-
narse el carácter clasista tanto del Partico Comunista de
Cuba como del sistema del Poder Popular, y establecer
dentro de los mismos una representación directa y porcen-
tualmente elevada de la clase trabajadora.

El proceso político cubano ha preferido los revolucionarios


a los ciudadanos, pero no ha quedado nunca claro cuáles son
los límites de la Revolución ni de la conducta revolucionaria,
porque por momentos se ha tratado del arrojo, la temeridad,
el ímpetu, y otras de la disciplina, la unidad a toda costa, la
Primera parte. Sobre el proyecto _ 34

confianza ciega en el Estado, entonces ¿qué sería ser revo-


lucionario en Cuba en el 2018? ¿Qué quedaría dentro de la
Revolución y que quedaría fuera? Me refiero a ideologías,
prácticas, instituciones, relaciones sociales, normas jurídi-
cas, maneras de contar nuestra historia, por mencionar
algunos elementos.
Lo primero es comprender que el significado esencial del
proceso histórico —breve pero intenso— de la Revolución
cubana, radica en la capacidad tremenda de ajustar, supe-
rar y radicalizar sus contenidos. Por ejemplo, no tiene
sentido enfrentarse hoy a la esclavitud ni al colonialismo
español, pero sí desafiar tanto viejas como recientes ma-
nifestaciones de racismo, además de añejos y renovados
intentos de colonización cultural bajo la égida del capital.
Es decir, son parte de una misma lucha, de esencias
iguales, pero de manifestaciones distintas.
Miremos otro ejemplo. El hecho de reconocer las insu-
ficiencias de la estatalización como referente de la pro-
piedad social sobre los medios de producción, no implica
reconciliarse con la gestión y propiedad privadas que
caracterizan determinadas formas de relaciones labora-
les explotadoras, sino plantearse nuevas formas de gestión
y propiedad que consagren la posesión de quienes pro-
ducen bienes y prestan servicio directamente.
Dígase que ser revolucionaria o revolucionario es tener
la capacidad de traducir en las circunstancias actuales los
anhelos esenciales de justicia, libertad, igualdad y soberanía
constitutivos del proyecto histórico de la Revolución cubana.
Implica reconquistar el lugar político de los sectores populares
en general y de los trabajadores y las trabajadoras en
particular. Pasa por actualizar el concepto de pueblo que
Fidel esgrimió con lucidez revolucionaria en La historia me
absolverá9 y proveerlo de nuevas formas políticas para su
emancipación.
9
Alegato de autodefensa donde Fidel Castro licenciado en Derecho
Civil, asume su propia defensa en el juicio, en octubre de 1953, por
los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Este documento posteriormente se convirtió en un libro. Véase La historia
me absolverá, Editora Política, ICL, La Habana, 1967. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 35

Ser revolucionaria/o en Cuba es, siguiendo la pregunta


inicial, tomar conciencia de la necesidad de un nuevo pacto
social y crear las condiciones para su realización, colectiva,
participativa, democráticamente. Es concretar en las institu-
ciones existentes, y en las que deben ser creadas, en la
vida cotidiana y en nuestros afectos, un orden de relacio-
nes sociales justo, humano, solidario, que apueste por la
vida digna de toda la existencia.
Es comprender que, a pesar de que la Revolución
siempre se enfrenta a fuerzas que la niegan, la atacan y
la denigran, ser revolucionaria/o es desarrollar el don
del discernimiento para saber dónde está el criterio
y la práctica diferente, y dónde lo antagónico que, para
existir, necesita remover el orden de justicia social; orden
que supere las jerarquías indecentes, la desigualdad que
denigra la dignidad, y al egoísmo que, hecho institución,
deshumaniza.
No se puede aspirar a recrear el proyecto de la Revo-
lución cubana si no se cree en la capacidad trasformadora,
creativa y liberadora de la gente cuando es comunidad
política, territorial, laboral, cultural. Ser revolucionaria/o
es entender que los valores emancipadores se educan
y perduran en el testimonio de vida, en la práctica coti-
diana, en el aprender haciendo, en toda la coherencia
posible entre el pensar, el hacer y el sentir.

La Revolución cubana se usa como referencia al proceso de


las guerras de independencia del siglo xix, también como
momento cumbre de la rebelión popular de 1953 a 1958,
de igual manera, y desde el discurso de Fidel del 10 de
octubre de 1968, como al historia de las transformaciones y
la lucha social desde La Demajagua hasta la actualidad,
y por último se le hace equivalente al estado institucionalizado,
al sistema político y al gobierno en fin resultante de la victoria
de enero de 1959, entonces nos preguntamos: ¿Qué es la Revo-
lución y qué no en el espectro político cubano actual? ¿Tiene
el Estado el monopolio de la Revolución? Son los funcionarios
Primera parte. Sobre el proyecto _ 36

los únicos que saben lo que la Revolución necesita? ¿Qué quiere


el pueblo de Cuba en febrero de 2018?
No me aventuro a responder qué quiere el pueblo en
el 2018, pero sí creo que no podemos afirmar que hoy,
necesariamente, esté viva una profunda condición revo-
lucionaria. Tiene potencialidades revolucionarias por los
acumulados de una larga historia de luchas y de logros po-
líticos, pero igual manifiesta signos de conservadurismo,
individualismo, despolitización y desmotivación por los
proyectos colectivos, sociales, comunitarios. Esto prueba
que el espíritu de la Revolución no es un don divino, ni
el pueblo una santidad eternamente ungida por este.
Por el contrario, es un permanente desafío histórico a la
conciencia y las prácticas políticas emancipadoras. Lo cierto
es que si el pueblo no la siente como necesidad poco
podrá esperarse.
Sin negar lo antes dicho, quiero poner un ejemplo de
lo que significa que un pueblo, con las contradicciones,
matices y particularidades que lo caracterizan, retome
de manera radical, al menos simbólicamente, su ser revo-
lucionario. En sus dos últimos congresos10 el Partido
Comunista de Cuba se definió como heredero del lide-
razgo histórico de la Revolución. Un intento atendible por
despersonalizar el sentido de lo revolucionario. Sin em-
bargo, la muerte de Fidel devino en plebiscito espontáneo
sobre ese postulado y el resultado fue la consigna Yo soy
Fidel. Con ella en realidad la gente dijo yo soy el sujeto
potencial de la Revolución. Aun y cuando los contornos
de esa sentencia son ambiguos, he aquí un dato alen-
tador, aunque no definitivo, para la reelaboración del
pacto social cubano.
Prefiero entonces alterar el postulado de esta pregun-
ta y ubicar la reflexión no en qué es, sino dónde está la
Revolución, la que entiendo más como espíritu, como sen-
tido y contenido que como institución u orden imperece-
dero. Ella se concreta en una dimensión circunstancial.

10
Se refiere al VI Congreso, 2011 y el VII Congreso, 2016. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 37

Lo que quiero decir es que la Revolución no está fuera


del Estado y dentro de la sociedad, ni viceversa. No puede
ser apresada eternamente en institución, persona, gru-
po social u organización alguna. Estas pueden, durante
un período de tiempo, ser un referente importante, con-
densar en sus prácticas los contenidos revolucionarios
vigentes, pero nunca proclamarse La Revolución.
Lo que resulta un contrasentido revolucionario es pres-
cindir del diálogo, de la revisión y actualización permanentes,
de la reinvención de sus postulados. La Revolución, en
sus formas políticas y en su contenido emancipador, no
puede estar nunca fuera o por encima de los oprimidos
y las oprimidas, de su capacidad de autorrealización, ya
sea en las luchas raciales, territoriales, de género, clasistas,
nacionales. El espíritu, sentido, contenido revolucionario
se realiza en preguntas políticas concretas y actualiza-
das, cuyo alcance es más promisorio si las formula y la
responde el pueblo directamente.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 38

¿Socialismo sin anticapitalismo?


La cuadratura del círculo11

P areciera que el problema fundamental de Cuba es


económico, y por tanto debería centrar toda nuestra
atención. Pero, ¿qué es lo económico? Contrario a esa idea,
se podría creer que el problema es político, y que este
debería ser nuestro enfoque prioritario. Pero, ¿qué es lo
político?
Para comprender la realidad cubana, ambos referentes
tienen limitado alcance interpretativo el uno sin el otro.
Sin embargo, ambos cobran sentido al preguntarles ¿a qué
proyecto social sirven?, ¿a qué condición del ser humano
tributan?, ¿a qué comprensión sobre la naturaleza res-
ponden?
El modo de relación entre lo natural, lo social y lo
humano tiene carácter histórico concreto. Épocas, siste-
11
Ponencia presentada por el autor en la Mesa debate «Marx y una
economía política para la transición socialista», en el Instituto
Cubano de Investigaciones Juan Marinello, el 16 de mayo, 2018.
(N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 39

mas, modelos, cosmovisiones e ideologías dan cuenta del


largo tránsito de lo económico y lo político como solucio-
nes a esa relación. Tránsito que ha dejado, esencialmente,
una traza de disputas antagónicas entre la libertad y la
opresión, la que desde hace un buen tiempo se polari-
za entre dos referentes: el capitalismo y el comunismo.
Las líneas gruesas de la teoría sobre la transición al
comunismo enmarcan un proceso histórico contrario a
las relaciones de producción capitalistas. Este pretende
superar la contradicción entre el creciente carácter social
de la producción y la apropiación privada de la riqueza
por una minoría, y supone el avance del control político de
la clase trabajadora en su condición de productora y pro-
pietaria colectiva. En una formulación más abstracta, busca
dirimir el conflicto entre el capital y el trabajo.
Dentro de ese proceso, la construcción del socialismo
se concibió como comunismo inicial, incipiente, incompleto,
contradictorio y conflictivo, donde coexisten atributos eco-
nómicos, sociales y culturales del nuevo y del viejo orden.
El análisis sobre esta transición tiene dos dimensiones,
una teórica y otra política. Si bien no siempre se acompa-
ñan en su desarrollo, sí se atraviesan permanentemente
en la pregunta ¿qué soluciones políticas derivan del marco
teórico, y qué soporte teórico tienen las soluciones po-
líticas?
Con más de un siglo de existencia, los debates y las
experiencias prácticas sobre la transición socialista, aun
y cuando cargan pesados lastres históricos, vuelcan todos
sus acumulados en la agenda política actual frente al
mismo acuciante problema ¿cómo gestionar las relacio-
nes naturales, sociales y humanas que pretenden un
orden nuevo, no capitalista?
Al esbozar la historia de esta transición aparecen al-
gunas alertas:

a) el proyecto comunista se diluye en la formu-


lación construcción del socialismo como estado
permanente;
Primera parte. Sobre el proyecto _ 40

b) se obvia el carácter antagónico del capitalismo


y el socialismo pretendiendo un orden de con-
vivencia donde se agregue lo mejor de ambos,
una tercera vía que haga emerger, incluso, un
capitalismo con rostro humano;

c) se sustituye, como principio, el control político


directo de la clase trabajadora por un grupo social
que la representa;

d) se modelan conceptos y estructuras para la


conciliación de las clases;

e) se desvinculan el papel de la conciencia en la


transformación social y las prácticas socializadoras
que la motiva;

f) se infiltra el supuesto carácter independiente


de la economía, y con ello la mercantilización
como esencia inamovible para toda nueva forma
de acumulación y relación productiva;

g) la distribución justa de las riquezas como


principio y la planificación como método, parecen
malas palabras;

h) la igualdad, la cooperación y la complementación


y la asociación libre de productores libres se pre-
sentan como buenas intenciones poco realistas.

El camino de disputa entre el capitalismo y el socia-


lismo, lleno de matices e historias específicas, arrastra
una pregunta política central ¿quién vencerá a quién?
Ese quién se desagrega en referentes clasistas en particu-
lar y humanos en general, y describe visiones encontradas
sobre la relación de lo económico y lo político como
modo de reproducción material y espiritual de la existen-
cia natural, social y humana.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 41

Llegado a este punto, aparece una reformulación al pro-


blema fundamental de Cuba: ¿Es posible plantear el socia-
lismo como proyecto político, económico y cultural sin
enunciar sus contenidos anticapitalistas? ¿Qué significa
ser anticapitalista? ¿Qué exigencia pone esta perspec-
tiva a las reformas en curso?
Estos no son debates nuevos, los mismos están des-
glosados desde la década del veinte del siglo xx, en la Rusia
soviética. Asuntos como las formas de propiedad, el uso
del dinero, la ley del valor y el mercado, las distintas
formas de incentivar el trabajo, redundan en tensión
permanente entre el nuevo orden que no acaba de nacer
y el viejo orden que no acaba de morir.
La Nueva Política Económica, conjunto de medidas
provisorias implementadas en Rusia después de la
devastadora guerra civil, implicó una estructura económica
heterogénea y con incentivos diversos, así como con-
tradicciones en las esferas de la política, las clases sociales
y la cultura. La misma fue concebida como concesión
táctica al mercado y a los explotadores, no como estrategia
de desarrollo. Se planteó la búsqueda de un modo de
acumulación originaria socialista que promoviera, a un
tiempo, el desarrollo de los niveles de las fuerzas pro-
ductivas existentes, y la priorización de formas de gestión
de la propiedad social en manos del proletariado.
Se abría así un cúmulo de experiencias e interpreta-
ciones sobre la transición socialista que abarcó, pasado
el tiempo, las prácticas en Europa del Este, China, Vietnam
y Cuba. Las mismas condensaron la necesidad de demo-
cratizar las relaciones económicas y políticas en dos
niveles:

a) superar las lógicas, estructuras y naturaliza-


ciones legadas por el capital;

b) desburocratizar las estructuras erigidas en


nombre del trabajo.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 42

¿Qué preguntas hacer a la realidad cubana desde esos


añejos dilemas? Para esbozar algunas respuestas, parto
de comprender que la discusión teórica sin proyectos
políticos no tiene mucho sentido. Al igual que sin proyecto
carece de sentido debatir las soluciones políticas que la
realidad describe como hecho o como posibilidad.
Un dato concreto de nuestra realidad es la convivencia,
con mayor o menor amplitud, de estructuras socioeconó-
micas heterogéneas, formas de gestión productiva pri-
vada, cooperativa, comunitaria, individual, estatal y mixta.
Estructura que describe a las relaciones de propiedad y
producción socialistas como fundamental.
Frente a este hecho se abren, al menos, dos proyectos
políticos:

a) asumir que la negación de las lógicas y


predominio del gran capital no implica rechazar
su presencia dentro de las formas productivas
del modelo, con perspectiva de permanencia
estable dentro del mismo;

b) acumular formas de gestión socializadoras de


la producción para lograr finalmente la supera-
ción de los rasgos capitalistas contenidos en la
estructura socioeconómica actual.

Ambos proyectos políticos plantean problemas teó-


ricos distintos. ¿La construcción del socialismo significa
el orden último superior al que podemos aspirar? O por el
contrario, ¿esta etapa es un repliegue táctico, un mal nece-
sario que exige acumular fuerzas en el sentido socializa-
dor del poder, la producción y el saber?
Primera parte. Sobre el proyecto _ 43

Desde la Nueva Política Económica aparece una


tendencia que Néstor Kohan12 califica como «socialismo
mercantilista».13 Frente a la necesidad de aumentar la
productividad, se sedimentan variables como «participación
democrática», «eficiencia económica» y «autogestión
financiera» de las empresas, las que en la práctica se
subordinan a la búsqueda desenfrenada de ganancia
como eje central del modelo de desarrollo que, al mismo
tiempo, justifica liberar el mercado laboral y negociar
intereses con el capital internacional para la inversión.
La ganancia individual, la competencia y el consumismo
desenfrenado resultantes de esa búsqueda, tensan la
posibilidad de desarrollar un modelo de «complemen-
tariedad entre consumo y producción, entre gestión y
administración, entre participación popular comunal y pla-
nificación macroeconómica centralizada»; así como en-
torpece la consolidación de una conciencia colectiva que
sustente la creación de una sociedad justa para todos
y todas.
La lógica capitalista de maximización de la ganancia es
una tensión permanente para el proceso de transición
socialista por su propensión a subordinar todos los ám-
bitos: natural, social y humano. La complejidad de este
asunto no se reduce a una u otra forma de gestión.
«¿Habrá mayor conciencia socialista en quienes sólo se
involucran, de modo “cooperativo”, si hay dinero y ga-
nancia privada de por medio?» ¿La función de la empresa
es siempre, inclusive de la socialista, maximizar ganancias,
como afirman empresarios estatales en Cuba? ¿Esta ló-
gica es exclusiva del sector privado, como dan a entender
algunos discursos?

12
Nestor Kohan (1967): Filósofo, intelectual y militante marxista
argentino. Investigador y docente en la Universidad de Buenos
Aires (UBA). (N. de las E.).
13
Véase Néstor Kohan: «La transición socialista. Problemas de la
economía política», en «http://cipec.nuevaradio.org/?p=128».
Primera parte. Sobre el proyecto _ 44

Si bien la crítica a la economía política del capitalis-


mo resulta indispensable para el desarrollo de un orden
de relación natural, social y humano alternativo, esta no
es suficiente. Hay que desarrollar, al mismo tiempo, una
crítica a la económica política del socialismo realmente
existente, a la teórica y práctica que sustentan el desafío
emancipador de la transición socialista.
Para ese empeño sería pertinente tomar en cuenta
algunas claves teóricas y políticas:

a) La economía no es un ámbito independiente


de la realidad. Las cuestiones técnicas que la
acompañan no son neutrales. Asumirla acrítica-
mente es un peligro para todo proyecto liberador.

b) La economía es una decisión política siempre.


Cualquier modelo económico es una apuesta
por un proyecto político y cultural.

c) La transición socialista lo es también respecto


a las formas de hacer política, de transparentar y
debatir las esencias y contradicciones del proceso,
de empoderar a los oprimidos y oprimidas.

d) La promesa de extender la democracia a la


esfera económica, social y política sigue siendo
contenido para el socialismo.

e) La igualdad, planificación, el empoderamiento


de la clase trabajadora, la cooperación, la preva-
lencia del valor de uso y la desmercantilización
de la vida tienen que ser reinventados en sus
formas concretas, no desechados como principios.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 45

f) La necesidad táctica no puede convertirse


en virtud estratégica. Un conjunto de medidas
coyunturales no devendrán en principios nece-
sariamente.

g) La transición socialista que no plantee sus


bases anticapitalistas solo alcanzará la cuadra-
tura del círculo.

Los problemas fundamentales de Cuba pueden plan-


tearse desde muchas perspectivas. Pero poco podrá
avanzar la comprensión sobre los mismos si no prestamos
atención, también, a los vericuetos de la economía
política, ese terreno de disputa por excelencia entre
capitalismo y comunismo, episodio más reciente del
antagonismo histórico entre libertad y opresión.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 46

Obama14 y la Revolución. Diálogo con José Martí


(Abril, 2016)

P asiones e ideas, muchas y diversas, despertó la visita


de Obama. Sus palabras al pueblo de Cuba, y las reac-
ciones desde la sociedad y el gobierno, son invitaciones
para más reflexión, más ideas y más pasión.
Una recurrencia común es el ideario de José Martí.
Obama lo refirió como noción de libertad y cercanía.
Desde Cuba se blandió como espada nacional para unos,
y antimperialista imprescindible por otros. Con la inten-
ción de conocer de primera mano las opiniones de José
Martí sobre estos asuntos, tuve un diálogo con su ideario,
el que pongo a consideración de cuántos se interesen en
conocer la opinión del Apóstol.

14
Barack Hussein Obama (1961). Presidente de los Estados Unidos, por
el Partido Demócrata, desde 2009 hasta 2017; primer afroamericano en
ejercer este cargo. Visitó Cuba en marzo del 2016 convirtiéndose en
el primer presidente de EE.UU. en hacerlo, casi un siglo después. El 17
de diciembre de 2014, anunció el comienzo de la normalización de
las relaciones con la nación caribeña. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 47

En su visita a Cuba, Obama reiteró ideas tales como: «el fin


de una historia de desconfianza», «extender la mano de
amistad al pueblo cubano», «confianza en el pueblo cubano»,
«apoyar al pueblo cubano, en vez de herirlo», «no es nece-
sario temer una amenaza de Estados unidos»… ¿Cuáles son
sus consideraciones sobre esta invitación?
Cuando un pueblo es invitado a unión por otro, podrá
hacerlo con prisa de estadista ignorante y deslumbrado,
podrá celebrarlo sin juicio la juventud prendada de las
bellas ideas, podrá recibirlo como una merced el político
venal o demente, y glorificarlo con palabras serviles;
pero el que siente en su corazón la angustia de la patria,
el que vigila y prevé, ha de inquirir y ha de decir qué ele-
mentos componen el carácter de pueblo que convida y
el del convidado, y si están predispuestas a la obra común
por antecedentes y hábitos comunes, y si es probable
o no que los hábitos del pueblo invitante se desarrollen en
la unión que pretenden, con peligro del invitado, han de
inquirir cuáles son las fuerzas políticas del país que le con-
vida y los intereses de su partido y los intereses de sus
hombres en el momento de la invitación.15
A lo que se ha de estar no es a las formas de las cosas,
sino a su espíritu. En política lo real es lo que no se ve.
A todo convite entre pueblos hay que buscarle las razones
ocultas. Los peligros no se han de ver cuando se les tiene
encima, sino cuando se les puede evitar. Lo primero en
política es aclarar y prever.

Usted invita a conocer los «antecedentes» y «hábitos co-


munes», ¿cuáles destacaría en la relación de los Estados
Unidos con la libertad de otros pueblos?
Nosotros no teníamos más que un vecino que “extendió
los límites de su poder y obró contra la voluntad del
pueblo” para favorecer a los enemigos de aquellos que
15
Todas las respuestas a las preguntas en este artículo son tomadas
por el autor de este libro de textos de José Martí, cuya relación aparece
al final de Materiales consultados. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 48

pelearon por la misma carta de libertad en que él fundó


su independencia: nosotros caímos víctimas […] por una
confianza infantil en la ayuda cierta de los Estados Unidos:
No [habrían] de vernos morir por la libertad en su propia
puerta sin alzar una mano y decir una palabra para dar
un nuevo pueblo libre al mundo. Extendieron los límites
de su poder en defensa de España. No alzaron la mano.
No dijeron una palabra.
La política secular y confesa de predominio de un ve-
cino pujante y ambicioso [se ha dirigido a los pueblos de
América] para impedir su extensión […] o apoderarse de su
territorio… o para cortar con la intimidación sus tratos con
el resto del universo […] o para obligarlo a comprar lo que
no puede vender y confederarse para su dominio.

Al mirar más en profundidad la propuesta de Obama, vemos


un convite a la «economía global» y a abrir «espacios para el
comercio y el intercambio» ¿Qué previsiones debe tener Cuba
frente a esta intención?
Hay que equilibrar el comercio, para asegurar la libertad.
El pueblo que quiere morir vende a un solo pueblo y el que
quiere salvarse, vende a más de uno. El pueblo que quiera
ser libre que sea libre en los negocios. Distribuya sus
negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de pre-
ferir a alguno, prefiera al que lo necesite menos, al que lo
desdeñe menos.
Se ha de poblar la tierra para que impere, en el comer-
cio como en la política, la paz igual y culta […] [Para no
poner] colorines de república a una idea imperial… capri-
cho de una política ajena, desesperada y sin escrúpulos.
[Que] el afán de progreso en las repúblicas [no lleve]
a confiar más en la virtud del progreso en los pueblos
donde no nacieron, que en el pueblo en que han nacido,
[ni] el ansia de ver crecer al país nativo los lleva a la ce-
guedad de apetecer modos y cosas que son […] producto
de factores extraños u hostiles al país […] Que la fe
Primera parte. Sobre el proyecto _ 49

excesiva en la virtud ajena no nos debilite, en nuestra


época de fundación, con la desconfianza inmotivada y
funesta de lo propio.
Los [políticos] que no tienen ante el país autoridad o
mérito recurren, para su preponderancia y brillo, a compli-
cidades ocultas, con los pudientes, y a novedades osadas
y halagadoras. A esos cortejos del vulgo hay que vigilar,
porque por lo que les ve hacer se adivina lo que desea el
vulgo.

Obama reiteró que «gracias a las virtudes de un sistema


democrático y respetuoso de la libertad de los individuos, EE.UU.
es el país de las oportunidades». Está comprensión contrasta
con lo que usted llama «los dogmas de la libertad de los vecinos
que la atacan». ¿A qué deberíamos prestarle atención sobre
estos asuntos?
[Los cubanos] admiran esta nación, la más grande de
cuanta erigió jamás la libertad; pero desconfían de los
elementos funestos que, como gusanos de la sangre, han
comenzado en esta República portentosa su obra de des-
trucción [...] el individualismo excesivo, la adoración de la
riqueza y el júbilo prolongado de una victoria terrible.
No [era] de esperar […] que la nación que tuvo la liber-
tad por cuna […] emplee el poder amasado de este modo
para privar de su libertad a un vecino menos afortunado […]
La simpatía por los pueblos libres dura hasta que hacen
traición a la libertad; o ponen en riesgo la de nuestra
patria.
El norte ha sido injusto y codicioso; ha pensado más
en asegurar a unos pocos la fortuna que en crear un pue-
blo para el bien de todos […] En el Norte no hay amparo
ni raíz. En el Norte se agravan los problemas, y no existe
la caridad ni el patriotismo que los pudieran resolver.
Los hombres no aprenden aquí a amarse, ni aman el
suelo donde nacen por casualidad, y donde bregan sin
respiro en la lucha animal y atribulada por la existencia.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 50

Aquí se ha montado una máquina más hambrienta que


la que puede satisfacer el universo ahíto de productos.
Aquí se ha repartido mal la tierra; y la producción desigual
y monstruosa, y la inercia del suelo acaparado… Aquí se
amontonan los ricos de una parte y los desamparados
de otra.
[Prepondera en Estados Unidos] ese factor que con-
sumió la raza nativa, fomentó y vivió de la esclavitud de
otra raza y redujo o robó a los países vecinos, se ha
acendrado en vez de suavizarse… Creen en la necesidad,
en el derecho bárbaro, como único derecho: «Esto será
nuestro porque lo necesitamos». Creen en la superioridad
incontrastable de la «raza anglosajona contra la raza
latina». Creen en la bajeza de la raza negra, que escla-
vizaron ayer y vejan hoy, de la india, que exterminan.
Nada en América sorprende tanto como la desconfianza
radical en la capacidad del pueblo.
Precisamente por el amor excesivo a la novedad extraña
de los Estados Unidos, no se han desenvuelto como en
algunas otras repúblicas nuestras, la riqueza y la política.
Dos verdades útiles a nuestra América: el carácter crudo,
desigual y decadente de los Estados Unidos, y la existencia,
en ellos continua, de todas las violencias, discordias,
inmoralidades y desórdenes de que se culpa a los pueblos
hispanoamericanos.
Es de supina ignorancia […] hablar de los Estados Unidos
y de las conquistas reales o aparentes de una comarca
suya o grupo de ellas, como de una nación total e igual,
de libertad unánime y de conquistas definitivas; seme-
jantes Estados Unidos son una ilusión o una superchería.
En los Estados Unidos, en vez de apretarse las causas
de unión, se aflojan; en vez de resolverse los problemas de
la humanidad, se reproducen; en vez de amalgamarse en la
política nacional las localidades, la dividen y la enconan;
en vez de robustecerse la democracia y salvarse deI odio
y de la miseria… se corrompe y aminora la democracia, y
renacen, amenazantes, el odio y la miseria.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 51

Saludo a la república hoy como la maldeciré mañana


cuando una república ahogue a otra república, cuando
un pueblo libre al fin, oprima la libertad de otro.

Es sabido que lo que acontece con la libertad, la democracia


y la soberanía, bases constitutivas del proyecto revoluciona-
rio cubano, no se reduce a los límites que le impone el vecino
codicioso. ¿Qué tensiones enfrenta Cuba en la consecución
de este proyecto?
Los enemigos de la libertad de un pueblo no son tanto los
forasteros que la oprimen, como la timidez y la vanidad
de sus propios hijos. [Es diferente] el cubano radical del
que tiene menos prisa por cambiar el mundo.
Un pueblo que necesita ya buscar en la inmoralidad el
sustento que no halla en el trabajo [debe] entrar inme-
diatamente al trabajo y equilibrio de sus potencias reales,
[para que] los antillanos vivan en seguridad y el miedo de
la miseria no acorrale y rebaje a los hombres.
¡Mal va un pueblo de gente oficinista! Todo el poder
[de] la casta de funcionarios, ligados por la necesidad de
mantenerse en una ocupación privilegiada y pingüe, lo
iría perdiendo el pueblo, que no tiene las mismas razones de
complicidad en esperanzas y provechos, para hacer frente
a los funcionarios enlazados por intereses comunes.
Como todas las necesidades públicas vendrían a ser
satisfechas por el Estado, [adquieren] los funcionarios
entonces la influencia enorme que naturalmente viene
a los que distribuyen algún derecho o beneficio.
De ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora,
irá ser esclavo de los funcionarios. Esclavo es todo aquel
que trabaja para otro que tiene dominio sobre él y por
aquellas fuerzas viles que siempre compra entre los opri-
midos el terror, prestigio o habilidad de los que mandan.
En la vida práctica de las ideas, el poder no es más que
el respeto a todas las manifestaciones de la justicia…
y cuando el acatamiento de la justicia desaparece y el
Primera parte. Sobre el proyecto _ 52

cumplimiento del deber se desconoce, [la] infamia en-


vuelve el triunfo y la gloria, vida insensata y odiosa vive el
poder.

El lugar y dinámica de los partidos dentro del proceso libe-


rador acarrea visiones diversas. ¿Qué consideraciones puede
compartir desde su experiencia, en espíritu y obra, como
gestor del Partido Revolucionario Cubano (PRC)?
Los partidos políticos suelen halagar, melosos, a la mu-
chedumbre de que se sustentan, a reserva de abando-
narla, cobardes, cuando con su ayuda hayan subido a
donde pueden emanciparse de ella […] Abominaría de
la palabra de partido si significase mero bando, o secta,
o reducto donde unos criollos se defendiesen de otros.
Los partidos políticos que han de durar; los partidos
que arrancan de la conciencia pública; los partidos que
vienen a ser el molde visible del alma de un pueblo, y
su brazo, y su voz; los partidos que no tiene por objeto el
beneficio de un hombre interesado, o de un grupo de
hombres [han de organizarse] con el desahogo y espon-
taneidad de la opinión libre… el respeto republicano a la
opinión independiente.
Puede ser un partido mera hoja de papel, que la fe es-
cribe, y con sus manos invisibles borra el desamor […]
el Partido Revolucionario Cubano nació con responsabili-
dades sumas en los instantes de descomposición del país…
surgió… del empuje de un pueblo aleccionado, que por el
mismo partido proclama, antes de la república, su re-
dención de los vicios que afean al nacer la vida republi-
cana… Lo que un grupo ambiciona, cae. Perdura lo que el
pueblo quiere.
El Partido Revolucionario Cubano [fue] creado con el
fin de ordenar las fuerzas existentes y necesarias para
establecer en él una república justa. Bello es ver a un par-
tido de revolución […] no entrar en la vía oscura, preñada
de derrotas y de sangre, de los celos entre guías y caudillos,
Primera parte. Sobre el proyecto _ 53

ni rebajar la gloria de componer una república durable a


la tarea relativamente mezquina de continuar en una
república nominal las injusticias.
Sin fin fijo no hay plan fijo, sin plan fijo es muy dudoso
el éxito de la revolución. Una vez fijado por discusión y el
voto de los revolucionarios activos […] el espíritu y fines
del Partido […] lo único que queda por hacer es ejecutar […]
los mandos expresos de los acuerdos fundamentales del
Partido. Los actos del Partido deben ser conocidos, para
que puedan ser aconsejados o mejorados.
Un partido mantenedor de una república de trabajo
y pensamiento […] continuador de la nación de Guáimaro,
el preparador disciplinado y democrático, sin orgullo ni
beneficios, de la república de mañana […] La obra original del
Partido Revolucionario Cubano, es la disciplina de la repú-
blica y el imperio de la ley en la preparación de las revo-
luciones.

Volviendo a su idea de inquirir en «antecedentes» y «hábitos


comunes», ¿qué luces podemos encontrar en la historia libe-
radora de Cuba para persistir en ella con más claridad?
En la verdad hay que entrar con la camisa al codo. Nada
hay más justo […] que dejar en punto de verdad las cosas
de la historia. La verdad no se razona: se reconoce, se
siente y se ama.
El ejercicio práctico de los deberes de la ciudadanía en
los pueblos libres del mundo, han contribuido […] a de-
sarrollar en los cubanos una aptitud para el gobierno libre.
Un pueblo que junto con la energía que construyó el
primer ferrocarril en los dominios españoles […] esta-
bleció contra un gobierno tiránico todos los recursos de
la civilización.
Millares de desterrado [practicaron], en la batalla de la
vida de los pueblos libres, el arte de gobernarse a sí mis-
mos y de edificar una nación. [Son] los que han levantado,
con el trabajo de las manos y de la mente, un hogar
Primera parte. Sobre el proyecto _ 54

virtuoso en el corazón de un pueblo hostil. [Los cubanos]


supieron levantarse […] mientras retenía sus buques el
país de los libres en el interés de los enemigos de la
libertad.
Engendrado por las ideas republicanas entendió el
pueblo cubano que su honra andaba mal con el gobier-
no que le negaba el derecho de tenerla. [Pueblo que se
alzó contra] la prosperidad maldecida porque era prospe-
ridad esclava y deshonrada. Demostración que ha dado
de su capacidad para la república el pueblo revolucionario
cubano. [Por ello], a quien crea que le falta a los cuba-
nos coraje y capacidad para vivir por si en la tierra creada
por su valor, le decimos ¡Mienten!
[Hay que] procurar desde la raíz salvar a Cuba de los
peligros de la autoridad personal y de las disensiones en
que, por la falta de intervención popular y de los hábitos
democráticos en su organización, cayeron las primeras repú-
blicas americanas […] para asegurar a la vez la inter-
vención continua del pueblo cubano en el manejo de sus
asuntos. [Hay que rescatar] al pueblo que vigila y confía.
La revolución de justicia y de realidad, para el reco-
nocimiento y práctica franca de las libertades […] sin
miedos canijos de unos a la expresión saludable de todas
las ideas […] no se propone el espíritu autoritario y la
composición burocrática de la colonia, sino fundar un
pueblo nuevo y de sincera democracia [...] No tiene por
objeto llevar a Cuba una agrupación victoriosa que
considere a la Isla como su presa y dominio.
El oficio de los libertadores no es alquilar elocuencias […]
la labor revolucionaria […] es oficio de los libertadores.
Los que no trabajan para sí, sino para la patria; los que no
aman la popularidad sino al pueblo; los que no aman la
misma vida, sino por el bien que pueden hacer en ella,
esos, mano a mano con todos los hombres honrados,
con los que no necesitan lisonjas ni carteo con los que no
sacan de la vanidad su patriotismo sino de la virtud,
Primera parte. Sobre el proyecto _ 55

llevan adelante, aunque de las gotas de su corazón vayan


regando el amargo camino, la obra de ligar los elementos
dispersos y hostiles que son indispensables a la explosión
de la libertad y a su triunfo.
Se dice cubano, y una dulzura como suave hermandad
se esparce por nuestras entrañas […] y echa las alas el
corazón enamorado para amparar al que nació en la
misma tierra que nosotros, aunque el pecado lo trastorne,
o la ignorancia lo extravíe, o la ira lo enfurezca, o lo ensan-
griente el crimen.
¿[Haríamos] los cubanos una revolución por el dere-
cho, por la persona del hombre y de su derecho total,
que es lo único que justifica el sacrificio al que se convida
a un pueblo, y negaremos, al día siguiente del triunfo, los
derechos por los que hemos batallado?
La república tiene por base el carácter entero de cada
uno de sus hijos, el hábito de trabajar con manos y pensar
por sí propio, el ejercicio íntegro de sí, el respeto, como
de honor de familia, al ejercicio íntegro de los demás;
la pasión, en fin, por el decoro del hombre […] Cerrémosle
el paso a la república que no venga preparada por medios
dignos del decoro del hombre, para el bien y la pros-
peridad de todos los cubanos […] para ajustar en la paz y
la equidad los intereses y derechos de los habitantes
leales de Cuba […] República indispensable al equilibro
americano.
[República donde] el amor del hombre a la propiedad
adquirida con el trabajo de sus manos, y la familiaridad en
práctica y teoría con las leyes y procedimientos de la li-
bertad, habituarán al cubano para reedificar su patria
sobre las ruinas […] El estado de propiedad en que la
riqueza no viva en el ahogo de la explotación, el susto de
la pérdida y la vergüenza de su complicidad inevitable con
una corruptora tiranía.
Todos los cubanos revolucionarios que contribuyan
activamente a la revolución tienen el derecho de delegar
Primera parte. Sobre el proyecto _ 56

la autoridad revolucionaria que llevan en sí, en quienes les


parezca conveniente y de dar su opinión sobre el espíritu
y los métodos de la obra a que contribuyen. La autoridad
indispensable para la obra ejecutiva de la revolución se
[concilia] con el alma republicana de donde toma su repre-
sentación y vigor [Hay que] acelerar por métodos repu-
blicanos el alma democrática, [donde] el representante
no es más que lo que son sus representados.
La revolución ha de vivir porque es el alma de nuestro
pueblo. [Ha de vivir] en el respeto [...] a los cubanos que por
ahí buscan sinceramente, con este nombre o aquel, un
poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable
en la administración de las cosas de este mundo.
El deseo [ha de ser] construir un pueblo próspero con
el carácter libre. Un país trabajador, equitativo y durable […]
con la fuerza libre de nuestra patria trabajadora; [para]
este pueblo culto, con la mesa de pensar al lado de la de
ganar el pan [la] patria es comunidad de intereses, unidad
de tradiciones, unidad de fines, fusión dulcísima y con-
soladora de amores y esperanzas […] y solo obedeciendo
estrictamente la justicia se honra a la patria.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 57

¿Qué significa la muerte de Fidel Castro?16

L o que suceda con Fidel, en lo adelante con su sig-


nificado, no será obra de la casualidad ni de la más
absoluta espontaneidad. Ningún individuo, por más en-
cumbrado que sea, como este caso, está por encima de
los dilemas de su tiempo concreto ni sobre los dilemas
de la historia humana. En realidad lo que encumbra a un
individuo, como él, es la comprensión del momento
histórico en el que vive y el carácter de las posiciones que
asume ante ellos.
Lo que pasará con el símbolo revolucionario, rebelde,
ético, digno y libertario de este hombre mundo ya no
dependerá de él, sino de lo que hagamos de esa fuente
viva. En otra dimensión, ahora más afectiva, más mística,
más trascendente; se reiterará en su nombre la pretérita
y futura disputa entre opresión y libertad.
16
Inédito. (N. de las E.).
Primera parte. Sobre el proyecto _ 58

La muerte de Fidel significa esencialmente que esa


lucha reitera tres caminos:

De un lado sus enemigos de siempre, que lo son


por lo que él representa, lo denigrarán, narrarán
otra vez las historias más terribles, las mentiras
más vulgares, las indecencias públicas más evi-
dentes.
De otro lado, estarán sus secuestradores, que
guardarán con celo su traza para que nadie, sin
el debido autorizo, las toques, donde Fidel y la
cercanía de él será privilegio de elegidos y ele-
gidas, donde no habrá palabra válida que no sea
“purificada” en esa fuente.
Tercero, y contrario a los dos anteriores, están
quienes reinventarán una y otra vez a Fidel,
quienes le darán nuevas y viejas formas a sus
esencias, claridades, certezas, luchas, a su política
y fe. Quienes optarán, como él, por la gente
humilde, vilipendiada y excluida, y las acompañan
en la lucha por su emancipación.

Su mayor aporte fue fundir política, ética y dignidad


como actitud en la vida pública. Ser testimonio político
de su ideario, de su discurso. Mover las formas políticas
e históricas, contextualizadas más allá de la Isla, de su
batalla esencial por la libertad y contra las opresiones.
Hablo del apoyo a los movimientos insurreccionales de
los sesenta y setenta, a las contiendas finales en África
contra el colonialismo decimonónico, la fuerza con la que
impulsó la lucha dentro de los países no alineados y la
unidad Sur-Sur, también en contra la deuda externa, en
abrir los brazos, el alma y la política a las intenciones
liberadoras de los gobiernos progresistas trazados con
Chávez.
Primera parte. Sobre el proyecto _ 59

El mayor aporte concreto de larga data fue entender,


y hacer política desde esa comprensión, que el problema
fundamental de nuestro tiempo es el capitalismo como for-
ma de organización de las relaciones sociales, contrario
a la vida en general y al ser humano en particular, así
como del imperialismo y neoliberalismo como los moldes
de ese sistema. El significado de Fidel será estéril sino se
asume desde su antineoliberalismo, su anticapitalismo,
y su antimperialismo.
Segunda parte
Notas
en el camino
Segunda parte. Notas en el camino _ 61

Primera Conferencia Nacional del PCC


Entrevista a Ariel Dacal para Dossier
(Marzo, 2012)

¿QuéCubaexpectativas se han generado dentro y fuera de


en torno a la celebración de la Primera Confe-
rencia Nacional del Partido Comunista de Cuba17 (2012)?
Para responder esta pregunta me baso, fundamental-
mente, en mis expectativas y en cómo percibo desde mi
entorno más cercano las apreciaciones sobre la Confe-
rencia. Creo que esta es continuidad obligada de la discu-
sión sobre los Lineamientos de la política económica y social
del Partido y de la Revolución.18 Con independencia de que
este proceso de discusión implica directamente a quienes
integran las filas del Partido, el proceso de los Lineamientos,
desde mi percepción, fue más abarcador en cuanto a par-
ticipación e involucramiento de cubanos y cubanas, más
esperado y asumido, más seguido y polemizado en me-
dios nacionales y foráneos, con un diapasón de expectativas
más amplio del que está generando la Conferencia.
17
En lo adelante la llamaremos Conferencia. (N. de las E.).
18
En lo adelante los llamaremos Lineamientos. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 62

Pero aquel proceso dejó para “después” el necesario y


complementario análisis del ordenamiento político en el cual
se han de cumplir las modificaciones estructurales de la
economía. En buena hora llega la Conferencia pues el pro-
blema de Cuba no es esencialmente económico, sino de
ordenamiento social para producir la vida material y espi-
ritual de las cubanas y los cubanos, y además está en cómo
estructurar nuestras dinámicas sociales, políticas y eco-
nómicas para realizar el proyecto revolucionario de con-
tenido ético, dignificante en la diversidad, liberador, justo,
preservador de la naturaleza, de la independencia nacional
con signo antiimperialista y de horizonte socialista de
gobierno popular.
Milito entre quienes les importa Cuba desde un diá-
logo crítico y comprometido con ese proyecto histórico
de la revolución y con la institucionalidad creada en su
nombre. Hago esta acotación pues las expectativas en
torno a la Conferencia no escapan a la multiplicidad de
enfoques desde los que se lee y se proyecta la realidad
cubana. Si un consenso sobre la Isla es amplio, dentro y
fuera, es el que expresa que las estructuras políticas,
económicas y culturales deben cambiar. Sin embargo, en
los hacia dónde y los cómo las bifurcaciones son de conte-
nidos múltiples. Por tanto, en aras de lograr mayor precisión
en mis comentarios, se me hace necesario preguntarle
a esta primera interrogante: ¿qué expectativa…, respecto a
qué fin?, en el entiendo que la Conferencia es un medio y
no un fin en sí mismo. Por eso mis expectativas más
concretas se sitúan en cuánto se acercará la discusión
partidista a la Cuba que quiero.

¿Cuáles serían los principales desafíos que tendría que asumir


el Partido Comunista de Cuba (PCC)?
Entre los desafíos primeros del PCC, en atención al hori-
zonte revolucionario desde el cual los miro, está asumir
un debate público de conceptos y principios. Es decir,
poner a discusión sus tesis políticas. Tal debate ha sido
Segunda parte. Notas en el camino _ 63

soslayado tanto en el proceso de los Lineamientos como


en el de la Conferencia. Ese desafío pudiera concretarse en
indagaciones tales como: ¿Cuáles son los contenidos del
socialismo que el Partido proclama? ¿Qué actualizaciones
de sentidos amerita el desafío socialista cubano? ¿Qué sig-
nifica ser revolucionario en Cuba hoy? ¿Cómo se concre-
tan en las relaciones sociales la libertad y la soberanía
proclamadas en la Constitución? ¿Qué lugar ocupa el
gobierno popular en esa concreción?
Un nivel mayor de precisiones nos llevaría a preguntar:
¿Cuál es la propuesta país o proyecto histórico que brinda
el Partido a la sociedad cubana? ¿Desde qué paradigma civi-
lizatorio parte? A tenor de esas cuestiones, y solo después
de ellas, es pertinente indagar en los métodos. El desafío
integrador es develar —desde la discusión pública al inte-
rior del Partido y de este con el resto de la sociedad—
cómo se concretan en prácticas orgánicas los conceptos
y principios socialistas actualizados. Es decir, qué socie-
dad se propone y cómo lograrla. Lo que está expuesto en
la Conferencia es un debate de los métodos, no un debate
de las concepciones. Por tanto, el mayor desafío del Par-
tido es voltear la fórmula, más bien complementarla, pues
de lo que se trata es de discutir los fines y los medios, como
praxis revolucionaria.

¿Podría hacer un breve análisis del Proyecto Documento Base19


que emana de la dirección partidista y que tiene el propó-
sito de orientar el debate preparatorio de la Conferencia, así
como los análisis a realizar en dicho evento?
Lo primero es reconocer que el Proyecto pone a escrutinio
de los y las militantes aspectos esenciales del funcio-
namiento de la principal fuerza política del país, al tiempo
que propone el apego a los estatutos, especificado, entre
otros asuntos, en el funcionamiento sistemático de sus
instancias (congresos y plenos del Comité Central). Expresa
19
En lo adelante lo llamaremos Proyecto. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 64

un intento de aligerar las cargas cotidianas de la militan-


cia y de los cuadros.
De otro lado, el Proyecto invita a analizar la relación
del PCC con otras organizaciones sociales y a la búsqueda de
transformaciones de las mismas en atención a sus ám-
bitos específicos de acción y al necesario contacto interno
con sus bases. Entre las transformaciones destacables está
la política de cuadros, siendo su propuesta más novedosa
limitar a dos períodos de cinco años la permanencia en
cargos políticos y estatales fundamentales. A la luz del
Proyecto y como continuidad a una idea reiterada por
el presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, se
pretende facilitar al interior del Partido y de otras insti-
tuciones la discusión abierta, el intercambio de opiniones
de manera libre y asegurar «estilos cada vez más parti-
cipativos y democráticos en la toma de decisiones».
El Proyecto incluye el enfrentamiento a las manifesta-
ciones de violencia, a los prejuicios raciales, de género,
orientación sexual, origen territorial y cualquier otro que
limite el derecho de las personas.
No obstante, el Proyecto no se erige en propuesta de
renovación integral de la estructura del Partido, sino que
ratifica el método verticalista de control de las instancias
superiores sobre las bases y la función directiva y super-
visora respecto a las llamadas organizaciones políticas y
de masas. En este aspecto se soslaya el tema de la auto-
nomía de dichas organizaciones y se obvia el análisis de
la relación del PCC con el resto de la sociedad civil cubana
organizada y legalmente constituida.
De otro lado las concepciones de base están dispersas
y en ocasiones son retóricas y contradictorias en sus apli-
caciones específicas. Se reduce la participación explícita
del pueblo a la implementación de las políticas y proyec-
tos locales y no a su participación en la formulación de
estos. En la misma cuerda se insta al conocimiento y
respeto de las leyes y no a la participación popular en la
Segunda parte. Notas en el camino _ 65

definición, decisión y supervisión de las mismas; al tiempo


que el control popular se explicita solo en la lucha contra
la corrupción y la impunidad.
El Proyecto, en su pretendido de suscitar el debate, es un
generador de preguntas, de las cuales comparto algunas:
¿es posible cambiar las mentalidades sin cambiar el tipo
de relaciones que las generan?, ¿las políticas se trazan con
el pueblo o para el pueblo?, ¿el debate de ideas implica
organizarse alrededor de las ideas diferentes?, ¿quién elige
y quién controla a los cuadros?, ¿los cuadros responden al
Partido, a la base?, ¿podrán las organizaciones de masa
elegir a sus cuadros principales desde la base?, ¿podrán
las organizaciones de masa interpelar al PCC?

A partir de este Proyecto de Documento Base, ¿considera


usted que la Conferencia representará un punto de giro en el
papel que desempeña el PCC en la sociedad cubana o, por
el contrario, dará continuidad a una línea de trabajo parti-
dista ya trazada en las décadas anteriores?
Téngase en cuenta que este es un proyecto puesto a
debate y modificación por parte de la militancia y que
algunos de los tópicos esbozados continuarán siendo
discutidos y actualizados para su implementación por
otras organizaciones más allá del Partido. Para dar una
respuesta más apegada a lo posible es necesario esperar
a que concluya el proceso y conocer cuál será el contenido
del documento que quede aprobado por la Conferencia.
De todas maneras, a la luz de los objetivos planteados en
el Documento Base, no es de esperar un giro en el papel
del Partido en la sociedad pues ese asunto no está puesto
a consideración, pero si una modificación en las formas y
métodos de esa relación. Como destaqué en las preguntas
anteriores, hay cosas esenciales que se mantienen y
otras —más de método, más formales— que pueden
suscitar un cambio en la relación del Partido con el resto
de la sociedad.
Segunda parte. Notas en el camino _ 66

Partido, democracia, nación y socialismo:


VII Congreso del PCC
(Mayo, 2016)

E n 1961 Fidel declaró que esta Revolución era socialista


y democrática. La idea de lo democrático reaparece
después de años de ausencia en el posicionamiento ofi-
cial del Partido y en los debates más perentorios alrede-
dor del Congreso.
Raúl reitera que si la opción es el partido único, este tie-
ne que ser el más democrático. Afirmación que tiene
tensiones en su verificación práctica pues, al tiempo
que el VII Congreso fue, en su proceso previo el menos
democrático entre los congresos de la organización par-
tidista, el espíritu de democracia gestado en años, logró
un punto importante en la agenda final del encuentro.
El VII Congreso abrió sus sesiones para discutir, esen-
cialmente, la Conceptualización del Modelo Económico y
Social Cubano de Desarrollo Socialista20 que el PCC propone
para la nación. Pero el hecho más relevante fue la dis-
20
En lo adelante también lo llamaremos Conceptualización del
Modelo. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 67

cusión política que implicaba, de un lado, cerrar el debate


sobre los documentos en el Congreso, y de otro, regresar
a una discusión con las bases del Partido y con amplios
sectores sociales.
Pero también este Congreso alimentó la opinión de
que no hay un partido único. Hay, al menos, dos partidos:
el de arriba y el de abajo. No pocos militantes de base,
claramente en contra del secretismo y la falta de trans-
parencia referente a los contenidos de las resoluciones,
se resistieron a que el Partido fuera contra las normas
democráticas que se habían dado en los anteriores con-
gresos, más allá de los límites que le queda por superar
en este término.
Distinto a esa visión de base está el partido de las
estructuras de mando, donde la intención fue hacer una
presentación, discusión y aprobación expedita de los
contenidos de las resoluciones. Partido este que orienta
y no dialoga, que no comprende que la legitimidad es
una victoria de todos los días, y que el escrutinio público
es permanente, sea escuchado o no.
Ambos partidos, nominalmente socialistas, tienen visio-
nes diferentes no solo como práctica-política, sino en
materia teórica respecto a la democracia. El debate en una
de las comisiones del VII Congreso develó este particular.
Ante la propuesta hecha por un delegado de incluir el tér-
mino democrático a la definición del socialismo, es decir,
retomar la comprensión primigenia de Fidel, se opuso la
comprensión de la democracia como arma del enemigo
o como cuestionamiento a lo logrado en el orden político
cubano después de 1959. No fue aceptada la propuesta.
Es cierto que el VII Congreso continuó el trabajo sobre
lo discutido en el proceso de los Lineamientos. Pero la con-
tinuidad está en enmendar una ausencia cuya respuesta
implica, en términos estrictamente democráticos, una dis-
cusión con el soberano, el pueblo, pues el debate sobre
los Lineamientos, momento claramente democrático, tuvo
Segunda parte. Notas en el camino _ 68

un déficit de partida: no se esclareció la definición del


socialismo que ganaría concreción en ese cuerpo de me-
didas.
Pero resulta que el orden y los valores democráticos
no se reducen a momentos. La democracia lo es en tanto
proceso de acumulación social y cultural permanente.
La Conceptualización del Modelo es la propuesta país
que se hace a la nación cubana desde el PCC. Razón más que
suficiente para que sea refrendada, o no, en la más estricta
búsqueda del consenso nacional.
Una idea cobró fuerza en este Congreso: este es el
Partido de la Nación. En este punto el debate sería ¿qué
entender por nación representada?, ¿solo representación
por edades, territorios, color de la piel, género, sectores pro-
ductivos?, ¿acaso la nación no se representa también en
sus imaginarios ideológicos?
Miremos desde otra perspectiva el rol del Partido como
guía de la Nación, esta vez desde la estructura de su
Comité Central, mandatado por el Congreso para cerrar
la discusión sobre la Conceptualización del Modelo, sea
cual sea el curso de los debates que se avecinan. El mismo
está compuesto por 142 miembros. De ellos el 49% son
dirigentes del gobierno, el Partido y organizaciones de
masa a nivel nacional; el 23% dirigentes de los niveles
provinciales y municipales; 13% dirigentes empresaria-
les y cooperativos; 12% de trabajadores directos de la
producción y los servicios; y el 4% directivos universitarios.
En términos clasistas, como también debe leerse la
complejidad y estructura de la nación, estos datos mues-
tran que el Comité Central del Partido Comunista está
compuesto en un 72% (si se suma nivel nacional, pro-
vincial y municipal) por funcionarios. Frente al 12% de
militante con vinculación directa a la producción y los
servicios y también un 12% de empresarios. ¿Qué sector
o intereses nacionales están representado en el Partido
en general y en su Comité Central en particular? Desde
un enfoque socialista, ¿qué representación han de tener
Segunda parte. Notas en el camino _ 69

los productores directos? ¿De quién es el Partido: de la


nación, de los trabajadores, de los empresarios o de los
funcionarios?
Debemos, sí, mirar el asunto en su integralidad. Nación,
revolución y socialismo no son la misma cosa, pero cada
una condiciona el alcance y plenitud de la otra. No son lo
mismo, pero tienen una relación acumulada cuyo conector
es la política práctica y creadora desde la que se busca
aportar, sostener y reinventar un orden social que garan-
tice la concreciones del proyecto revolucionario de la
nación cubana: soberanía y justicia social. Política que, al
mismo tiempo, implica enfrentar a la política que niega,
posterga o tergiversa la posibilidad del orden social que
realice tal proyecto.
Visto así, el socialismo, en tanto cualidad del proyecto
revolucionario de la nación cubana y camino fraguado hacia
la plena soberanía, tiene que potenciar un orden social
con base en la democracia popular, el desarrollo socioeco-
nómico y la mayor equidad.
Comparto el principio, martiano por cierto, de que para
superar la crisis y encausar el desarrollo no puede prescin-
dirse de nadie que esté honestamente dispuesto a contri-
buir a ello, algo que sería difícil sin el contraste de criterios
y sin la búsqueda de consensos.
Tal búsqueda adiciona un desafío para el imaginario
socialista dada la presencia y articulación de otros cuer-
pos ideológicos que, desde la honestidad, pretenden la
redefinición del proyecto nación y no necesariamente se
involucran en la redefinición que, para él, ha de acometer
el proyecto socialista.
Es vital atender este asunto si asumimos, con Valdés
Paz,21 que no sólo tenemos que producir una buena idea
de sociedad sino que tenemos que acompañar cualquier

21
Juan Valdés Paz (Cuba, 1938). Sociólogo, politólogo, historiador
y filósofo cubano. Profesor Titular Adjunto de la Universidad de
La Habana. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 70

propuesta de ella con un nivel de consenso que garantice


el apoyo de las grandes mayorías del país.
Circunscripto solo al análisis del proyecto socialista,
tema esencial del debate nacional que se nos avecina,
asumo dos aseveraciones:

a) la compresión socialista que encarnó, después


de1959,elproyectorevolucionariode independencia
y justicia social de la nación, está en crisis;

b) es necesaria una revolución dentro de la Revo-


lución. Es decir, una corrección a sus contenidos
y formas socialistas que actualice y potencie la
posibilidad de realizar el proyecto nación.

Podemos coincidir, o no, en que es necesaria una revo-


lución dentro de la Revolución. Pero, ¿por dónde empezar?
Para esbozar una respuesta miremos el contrapunteo
que evidencian, al menos, dos líneas gruesas sobre el
socialismo en Cuba, vista de una parte como socialismo
de matriz soviética: estadocéntrico, economicista, burocra-
tizado y dirigido desde arriba; y de otra parte vista como
socialismo crítico democrático, creciente proceso de control
del productor-ciudadano, socialización de la propiedad,
el poder y el saber, dirigido desde abajo.
De un lado se plantea como desafío esencial desarrollar
la economía nacional, sin que las decisiones que se tomen
signifiquen una ruptura con los ideales de igualdad y
justicia de la Revolución. Por otro lado, se apunta como
el desafío mayor no la economía sino la política, es decir,
la permanente relación entre ambas con preponderancia
de la segunda sobre la primera. Esto atañe a la desestati-
zación y descentralización en función de más autogobierno
y más autogestión.
En materia de propiedad se reafirma, de un lado, el pre-
dominio de la propiedad de todo el pueblo (estatal) sobre
Segunda parte. Notas en el camino _ 71

los fundamentales medios de producción. Visión contra-


puesta, de otro lado, en una perspectiva socializadora de
la propiedad que implique, además, potenciar relacio-
nes de producción democráticas como la autogestión
y cogestión de la propiedad estatal.
Tenemos que en orden político se apunta a estimular
por el Partido único, representante y garante de la unidad
de la nación, el intercambio de opiniones, dentro de la
organización partidista como en su vínculo en la base con
los trabajadores y la población; al tiempo que potenciar
y perfeccionar permanentemente la democracia, garan-
tizar la participación cada vez mayor de la ciudadanía en
las decisiones fundamentales de la sociedad. Para esto
es necesario asegurar el compromiso y ética de quienes
sean promovidos a responsabilidades vinculadas al control
y disposición de recursos materiales y financieros.
Desde otra perspectiva, se apunta a enfocar el de-
sarrollo que implica procedimientos democráticos para
establecer y controlar las regulaciones, encausar la poli-
tización del ámbito público en general y del laboral en
particular, entendida como prácticas sociales en la defi-
nición, decisión y control de la política; a lo que se añade
la elegibilidad de todos los cargos públicos.
Ambas comprensiones reafirman la cultura anticapi-
talista y antiimperialista. La diferencia práctica apunta,
de un lado, a combatir con argumentos los patrones de
la ideología pequeño burguesa: el individualismo, egoísmo,
afán de lucro, la banalidad y exacerbación del consu-
mismo. De otra parte, se comprende tal ideología como
visiones sustitucionistas y vanguardistas cuya base está
en no creer en las capacidades políticas transformadoras
del pueblo en general y de los trabajadores en particular.
De cualquier manera, lo cierto es que ser socialista no
es una condición que vive fuera de las personas, de la
subjetividad. Es un aprendizaje social, una práctica his-
tórica, una acumulación cultural. Su contenido humanista,
Segunda parte. Notas en el camino _ 72

liberador, antiopresivo, incluyente y colectivo no florece


por decreto o declaraciones, sino por las prácticas con-
cretas que den testimonio de que se puede vivir de otra
manera.
Para ello es condición el desarrollo de políticas socialistas
que apunten a acumular formas sociales de producción
material y espiritual, potenciadoras de actitudes y sentimien-
tos democratizadores.
Por el momento está anunciado el debate sobre las
resoluciones del VII Congreso. Cabe preguntar: ¿Qué par-
tido organizará el debate que se avecina, el de arriba o el
de abajo? ¿El partido de la nación, el de los trabajadores,
el de los empresarios o el de los funcionarios? Esperemos
que el espíritu democrático abra las puertas de los nú-
cleos de base.
Esperemos que la nación en su complejidad y alcance
pueda debatir las condiciones socialistas de su proyecto
revolucionario para un orden social justo y soberano,
que reencause el imaginario martiano de un pueblo
próspero y de carácter libre.
Segunda parte. Notas en el camino _ 73

Conceptualización y creación social


de la política
(Noviembre, 2017)

E n el mes de junio (2017), la Asamblea Nacional del


Poder Popular respaldó los documentos del VII Con-
greso del PCC. La Conceptualización del Modelo, el Plan
de Desarrollo y los Lineamientos resultan, en su conjunto,
un cuerpo doctrinal, político y propositivo de amplio
espectro; codifican e interconectan las variables que
componen la comprensión de desarrollo nacional pro-
puesta; constituyen un todo integrador que permitirá, en
el mediano y corto plazo, contar con un marco referencial
para debates, sugerencias y ajustes frente a las perma-
nentes transformaciones en Cuba.
Tan importante como el resultado, fue el proceso
de creación, precisión y añadiduras de los documentos.
El mismo develó enfoques disímiles sobre cómo encarar
los cambios, y los modos concretos de ponerlos en
práctica. Términos como socialismo, desarrollo, participa-
ción, democracia, clases sociales, propiedad, entre otros,
mostraron su polisemia.
Segunda parte. Notas en el camino _ 74

La prevalencia de una u otra comprensión en los do-


cumentos finales no elimina la diversidad ideológica que
describe la realidad cubana. Diversidad que incluye —con
matices, confluencias y derivaciones— corrientes de pen-
samiento como el socialismo de inspiración soviética,
el socialismo democrático, la socialdemocracia y el libe-
ralismo. Independiente de los documentos, estas claves
ideológicas atraviesan todos los espacios de la sociedad,
desde el sentido común hasta los planteos académicos
y políticos, manifiesta expresiones de cultura política
distintas.
Desde esa lectura, no ha de obviarse que el proceso
de elaboración de los textos en cuestión se sucedió a la
par de la aplicación de políticas, la verificación de sus resul-
tados, e inclusive, modificaciones en la aplicación de algu-
nas de ellas. Este espíritu experimental y de corrección se
declara también en la redacción final. Por tanto, tales
documentos deben facilitar el debate político permanente.
Como pautas para el debate, nótese en los documentos
la búsqueda de un modelo que garantice las condicio-
nes de la Nación soberana, independiente, socialista,
democrática, próspera y sostenible; en el que el desarrollo
económico y la elevación del nivel de vida se conjuguen
con la formación de valores éticos y políticos contrapuestos
al egoísmo, el individualismo, y el consumismo enajenante
y depredador. En el que se pretende una prosperidad
con justicia y equidad sociales, en armonía con el medio
ambiente.
Modelo que contempla el reconocimiento moral y jurí-
dico de la igualdad de derechos y deberes de la ciudadanía,
y hacerlos efectivos con inclusión, participación demo-
crática activa en los procesos de toma de decisión en
todos los órdenes de la vida económica, política y social;
lo que incluye los mecanismos de evaluación, control,
retroalimentación y ajustes del proceso de transformación
social en curso.
Segunda parte. Notas en el camino _ 75

Derechos y deberes que igualmente se pretenden


hacer efectivos en la superación de las brechas sociales,
la erradicación de las desigualdades “ilegítimas”, el respeto
a la diversidad, y el enfrentamiento a toda forma de
discriminación lesiva a la dignidad humana. Para todo lo
cual se proyecta garantizar el control popular, el acceso a
la justica y a los órganos que la imparten, la tutela judicial
y el debido proceso, el respeto a las opiniones de los
ciudadanos y el tratamiento con imparcialidad ante las
reclamaciones; así como una gestión comunicacional que
promueva la sistematicidad, transparencia, calidad y opor-
tunidad de la información pública, y el acceso a ella.
Modelo que pretende, además, fomentar el trabajo
creativo y el ambiente laboral sano; la responsabilidad y
sentido de pertenencia individual y colectiva en la crea-
ción de las riquezas, la participación en su justa y equi-
tativa distribución, el ejercicio responsable de los derechos
y deberes laborales de los trabajadores en todas las for-
mas de gestión y de propiedad, con justicia social y sin
discriminación. Para ello se busca favorecer tanto el papel
del contrato como instrumento esencial de la gestión eco-
nómica, como la aplicación de métodos participativos en
la dirección y el control que implique a todos los trabaja-
dores.
Si bien estas pautas develan principios generalmente
aceptados, otras zonas de los documentos pudieran poner
en tensión su viabilidad. Sería necesario, por ejemplo,
una mayor precisión o ajustes a términos tales como control
popular, el que pareciera circunscribirse al respeto a la
legalidad, enfrentamiento y prevención de violaciones e
incumplimiento de lo establecido, pero no se atisba dicho
control sobre la actividad del Estado y gobierno a través,
pongamos por caso, de la observancia sobre la labor de
las instituciones y los funcionarios públicos, y la gestión
comunitaria directa de los presupuestos locales.
Segunda parte. Notas en el camino _ 76

Un mayor despliegue requeriría la comprensión de socie-


dad civil cubana, la que se enuncia como espacio de
reproducción de valores ideológicos, legitimadora del po-
der político, y no como generadora de políticas públicas.
Dentro de ella se le confiere capacidad de consulta, opi-
nión y decisión a las organizaciones de masas y sociales
reconocidas constitucionalmente, no así a las asocia-
ciones.
El Modelo enfatiza el rol del Estado como rector del
desarrollo, coordinador y regulador de todos los actores,
al tiempo que mantiene las principales facultades que le
corresponden en su condición de representante del pro-
pietario. Sin embargo, no se advierten modos de conectar
la participación social con la elaboración y control de polí-
ticas públicas. Tampoco el incremento de mecanismos de
gestión directa por parte de los trabajadores y trabaja-
doras en su condición de propietarios sociales o colectivos.
Otra tensión reconocible está en prever la solución de
posibles conflictos y contradicciones en base a consensos
y acuerdos, con los menores costos sociales posibles, en
un contexto de “heterogeneidad de intereses socio cla-
sistas”. Para ello se busca limitar la apropiación del exce-
dente del trabajo de las personas contratadas en las
formas no estatales de propiedad y gestión, mediante la
no concentración de la propiedad y las riquezas. Es decir,
el modelo aspira a la conciliación de clases.
No desconectada de la tensión anterior, aparece una
contradicción dentro de la política social. Si bien se rei-
tera que el Estado garantiza la gratuidad de los servicios de
salud y educación, se abre la posibilidad de que se deter-
mine puntual y centralmente cuáles se pueden ofrecer me-
diante cobro, a quienes los demanden por razones que
no responden a necesidades básicas o fundamentales.
Esta ambivalencia, de facto, abre las puertas a la mercan-
tilización de estos servicios, al potencial ensanchamiento
de las desigualdades ya crecientes, y agita una de las bases
esenciales de la legitimidad del socialismo cubano.
Segunda parte. Notas en el camino _ 77

Una mirada a estas tensiones sugiere como desafío


esencial organizar el diálogo permanente entre los
diversos sectores sociales e institucionales del país; una
mayor inclusión en los procesos de definición, decisión y
control de las políticas, no solo en la aplicación de lo
normado; así como ajustes a la participación concreta de
los trabajadores y trabajadoras en los procesos productivos.
Si bien este camino no está en cero, y su continuidad
se infiere de los documentos en cuestión, es un imperativo
acelerar su construcción, es decir, ampliar los procesos
normativos. Estos pudieran incluir el reajuste de la Ley de
Asociaciones, la reforma a la Ley Electoral; la creación
de distintas leyes tales como las de: Culto, Ciudadanía,
una de Municipio y de Comunicación. Añádase la actuali-
zación de los derechos y deberes económicos, sociales,
culturales, cívicos-políticos, individuales y colectivos; así
como las regulaciones jurídicas que organicen y aseguren
su realización. Ajústese, en este proceso, el Código de Tra-
bajo y Seguridad Social.
Contar con la Conceptualización del Modelo, no es un
dato menor. Podemos ver en ella, también, las bases
potenciales para la creación social de la política, y en esa
condición, un instrumento programático al cual recurrir en
el largo y complejo proceso de intentar un país mejor para
todas y todos.
Segunda parte. Notas en el camino _ 78

Proyecto histórico, Constitución y legitimidad


(Marzo, 2018)

L a instalación de la IX Legislatura de la Asamblea Na-


cional del Poder Popular (ANPP) trajo consigo el despeje
de algunas dudas, la revelación de nuevos términos y
plazos para la transición generacional y la señal oficial de
arrancada del proceso de reforma constitucional.
Como resultado concreto, Raúl Castro no se mantuvo en
los espacios de dirección del Estado y del Gobierno, pero
encabezará las principales decisiones que se tomen en el
país, al tiempo que brinda su legitimidad y peso político
como garantía y respaldo a Miguel Díaz-Canel como su sus-
tituto. En el Consejo de Estado permanecen Ramiro Valdés,
como vicepresidente, y Guillermo García como miembro,
ambos representantes de la generación histórica.
Añádase que Raúl y Machado Ventura se mantienen
como Primer y Segundo Secretario del PCC, respecti-
vamente, hasta el año 2021 y que desde esa organización
partidista provienen las principales propuestas políticas
del país, rol ratificado reiteradamente.
Segunda parte. Notas en el camino _ 79

Estos datos van en paralelo a la renovación de miem-


bros del Consejo de Estado, el carácter civil de este órgano
—solo Leopoldo Cintra Fría, Ministro de las FAR, repre-
senta al sector militar— y a la elección para el máximo de
una figura que no proviene de los históricos. Sin embargo,
se puede afirmar que no ha concluido la transición gene-
racional.
Es válido anotar que la continuidad de las políticas de
la reforma no está determinada por la permanencia de las
figuras históricas en los espacios decisores. Tampoco está
determinada la ruptura de la institucionalidad produ-
cida después de 1959 por la nueva generación. El entra-
mado de condiciones que apuntan a uno u otro horizonte
es mucho más complejo que únicamente definir el gru-
po etario que ocupa los principales cargos partidistas,
estatales y gubernamentales.
Otro resultado importante de la sesión constitutiva de
la nueva ANPP fue el anuncio de que iniciará oficial-
mente el proceso de reforma constitucional. Tómese en
cuenta que este es el asunto pendiente de mayor enver-
gadura dentro de los cambios encaminados a partir
del 2007.
Respecto a lo anunciado, valga destacar la prevalencia
de una opción más democrática en la definición de los
pasos que tendrá el proceso. La misma se concreta en
la consulta popular sobre el proyecto de Constitución y la
posterior realización de un referéndum. Contrario a esta
opción, se especuló sobre la posibilidad de circunscribir
las discusiones solo a la ANPP. No obstante, el alcance
democrático del proceso que se avecina dependerá de reco-
nocer y adecuar los límites que experiencias anteriores
han tenido en cuánto a métodos, espacios, instituciones y
sectores definidos para la consulta, los debates y las de-
cisiones finales.
Segunda parte. Notas en el camino _ 80

Hasta ahora se conoce que en el mes de julio (2017) se


encargará a una comisión de diputados y diputadas la
redacción y presentación a la Asamblea del proyecto de
nueva Constitución. Algunas preguntas serían pertinentes
sobre el alcance de la misma, por ejemplo: ¿La comisión
elaborará la propuesta o trabajará sobre una ya adelan-
tada? ¿Qué nivel de autonomía tendrá para su desem-
peñó? ¿Se consultará a sectores e instituciones diversas?
¿Qué referentes constitucionales serán tenidos en cuenta?
¿Habrá una cobertura informativa que permita seguir las
etapas del proceso y acceder a las visiones diversas so-
bre los temas específicos que se debatan? ¿Qué método
se utilizará para procesar las propuestas y decidir cuáles se
incluyen?
Si bien la señal de arrancada se dio el 19 de abril (2017),
algunas pautas de la reforma han sido adelantas por
representantes de la oficialidad. De igual manera han
aparecido propuestas diversas en varios espacios so-
ciales. Esto significa que el debate no ha esperado por
este anuncio y que la continuidad del mismo debe ser
asumida como parte de la riqueza democrática del pro-
ceso. Sería poco alentador que zonas de esa riqueza que-
daran fuera de las consideraciones para la definitiva
redacción del nuevo texto constitucional.
Entre los temas surgidos se encuentran:

a) la unificación de los puestos claves del gobierno,


Estado y Partido en una sola persona,

b) la limitación a dos mandatos de cinco años


cada uno para ocupar los cargos principales del
Estado y el gobierno,

c) la ratificación el rol del PCC como partido único


dirigente del Estado y la Nación,
Segunda parte. Notas en el camino _ 81

d) la ratificación del carácter socialista del Estado


cubano,

e) la composición de la ANPP (cantidad de


miembros y representatividad),

f) la profesionalización de la Comisión Electoral,

g) la actualización de los derechos, deberes y


garantías constitucionales,

i) la actualización de los capítulos de ciudadanía


y familia,

j) la reformulación del régimen de propiedad,

k) la pertinencia de un tribunal constitucional,

i) la potenciación de los municipios dentro del


sistema del poder popular.

Estos puntos, y muchos más, deberían movilizar la


reflexión, propuesta y decisión popular, con el objetivo
de crear una Ley de leyes capaz de resguardar, al menos
en sus postulados básicos, el proyecto histórico de nación
con justicia social y soberanía. Proceso que por su alcance
democrático ha de contribuir a que el tránsito genera-
cional en la dirección del país gane en legitimidad para su
gestión de gobierno.
Segunda parte. Notas en el camino _ 82

Año definitorio para la reforma en Cuba22

E l año 2018 trajo definiciones importantes. Se oficializó


la transición generacional en la dirección del Estado y
el gobierno y se inició la discusión pública del proyecto
de nueva Carta Magna. Ambos acontecimientos son el
colofón del proceso de reforma iniciado en el 2007, bajo
la conducción de Raúl Castro.
Asumimos que en la última década se reorganizaron los
procesos de producción, distribución y consumo; se amplió
el sistema de gestión de la propiedad y se diversificaron
los sujetos económicos; se definieron los sectores y ejes
estratégicos para el desarrollo; se modificaron los meca-
nismos de la política social; se ajustó el funcionamiento de
la Administración Central del Estado; y se ratificó al PCC
como única instancia político partidista.
Dichas concreciones están matizadas por complejidades
y contradicciones. El nuevo mapa estructural-productivo
se ha visto afectado por ajustes periódicos, lo que genera
22
Inédito. (N. de las E.).
83

incertidumbre en los actores económicos (estatales, pri-


vados, cooperativos). El modelo en curso no tiende a la
democratización económica al interior de la empresa es-
tatal, o al incentivo de la economía popular y solidaria.
En paralelo, algunas pautas subjetivas de la reforma
subrayan que la participación apunta más hacia lo indi-
vidual y familiar, no así al desarrollo de procesos coope-
rativos o acciones encaminadas a la responsabilidad social.
En este escenario, al tiempo que se busca armonizar
la política social y las condiciones económicas, es insufi-
ciente el reconocimiento de las desventajas sociales y
pobreza emergentes, lo que impide desplegar políticas
congruentes. Esto se refleja en las carentes fuentes de
trabajo con retribución adecuada y el debilitamiento
de mecanismos de asistencia y seguridad social.
Esos rasgos coinciden con resultados económicos exiguos
para el desarrollo y sustentabilidad requeridos. Frente
al crecimiento del PIB necesario, calculado en un 5% anual,
la media en estos años es poco más de 2%. Mayor tensión
añade al proceso de reforma el permanente impactado
del bloqueo estadounidense.
Dentro de estas coordenadas, el pasado 19 de abril fue
elegido a la máxima dirección del país una persona no
proveniente de la dirección histórica de la Revolución, Miguel
Díaz-Canel Bermúdez, quien, en el propio discurso de inves-
tidura, despejó la variable de una posible ruptura al afirmar
que: «el General de Ejército [Raúl Castro] encabezará las
decisiones de mayor trascendencia para el presente y
futuro de la nación».
También en esa misma jornada de abril, las cubanas y
los cubanos supimos, de manera oficial, que tendríamos una
nueva Constitución, que podríamos pronunciarnos sobre
sus contenidos y luego, con el voto directo, secreto y libre,
podríamos refrendarla o no.
Esta Constitución es la puesta a punto de las reglas ge-
nerales que regirán las relaciones de los sujetos sociales,
Segunda parte. Notas en el camino _ 84

económicos y políticos de Cuba en lo adelante. Sin dudas el


primer gran desafío para la nueva dirección del Estado y
el gobierno. Se puede coincidir o no respecto a su alcance,
a las fuerzas políticas que confluyen para su elaboración, a
la calidad del pacto que se esgrime, a los métodos y límites
del proceso y a la concepción que sustenta sus principa-
les postulados; pero no tiene caso negar su rotundo valor
político, normativo e histórico.
Lo cierto es que los cambios propuestos no se explican
solo por el nuevo momento histórico y por la adecuación a
las transformaciones realizadas; sino también por los
ajustes tácticos y estratégicos en la comprensión sobre
los horizontes de la Revolución, los sujetos que la compo-
nen, la relación entre ellos y el entorno global que la
condiciona.
En su complejidad se reiteran los puntos en debate:
el proyecto país, los contenidos y las formas socialistas, el
lugar de la clase trabajadora, los derechos, deberes y las
garantías ciudadanas y de la sociedad civil, así como
los límites y alcances democráticos en las estructuras
gubernamental y partidista.
Al finalizar este año se cerrarán temas importantes y
reabrirán desafíos: ¿la nueva Constitución será un re-
ferente efectivo para el gobierno popular?, ¿se lograrán
conciliar los intereses socioeconómicos contrapuestos?,
¿se conseguirá despegar económicamente a la par que
garantizar la justicia distributiva?, ¿se democratizará la
relación del PCC con la sociedad?
Frente a este escenario tendremos que ver, juzgar y
actuar permanentemente.
Segunda parte. Notas en el camino _ 85

Constitución, economía y pacto social23

D oce años han transcurrido desde que Raúl Castro, a


fines de 2007, convocara un amplio debate nacional.
Una suerte de catarsis social sobre los problemas en
todos los órdenes del país. Hecho que puede ser marcado
como el inicio de un proceso de transformación que ha
impactado todos los espacios de la vida económica, polí-
tica, social y subjetiva de Cuba. Proceso que cerró con la
aprobación, en referéndum popular, de la nueva Cons-
titución de la República de Cuba, en febrero de 2019.
En poco más de una década quedaron despejadas dos
variables importantes: 1) qué cambios se acometerían en
el orden económico y social, y 2) desde qué concepción del
socialismo se asumirían. Estos datos permiten colocar
el análisis sobre las reformas no en el éter de los su-
puestos, sino en el concreto de los resultados, con énfasis
tanto en las modificaciones estructurales y conceptuales,
en las contradicciones y complejidades que entrañan,
como en sus perspectivas.

23
Inédito. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 86

Más recientemente, quedó despejada una importante


variable: el marco político y jurídico para el relacionamiento
de viejos y nuevos actores socioeconómicos. Ajustes ven-
tilados en el proceso de reforma constitucional, la que
puede ser entendida como un nuevo pacto social en Cuba.
La nueva Constitución que resultó de doce años de
reformas amerita ser analizada, también, desde sus ante-
cedentes (momentos y contenidos) más significativos.
En febrero del 2008, al ocupar el cargo de Presidente
de los Consejos de Estado y de Ministros, Raúl Castro des-
tacó lo que puede considerarse como las líneas maestras
de las actualizaciones que se acometerían en la Isla, grosso
modo. A continuación algunas notas al respecto.

Fortalecer la economía como «premisa impres-


cindible» para avanzar en cualquier otro ámbito
de la sociedad. «La única fuente de riquezas de
la sociedad está en el trabajo productivo».
Se debe «planificar bien» sin «gastar más de lo
que tenemos […] para encontrar los mecanismos
y vías que permitan eliminar cualquier traba al
desarrollo de las fuerzas productivas y explotar
las importantes potencialidades que representan
el ahorro y la correcta organización del trabajo».

Satisfacer, de manera prioritaria, «las necesidades


básicas de la población, tanto materiales como
espirituales, partiendo del fortalecimiento sostenido
de la economía nacional y de su base productiva».

Tales líneas se han concretado, dos quinquenios des-


pués, en:

Reorganizados los procesos de producción, dis-


tribución, cambio y consumo. Esto incluye la
ampliación del sistema de gestión de la propiedad
y la diversificación de los sujetos económicos:
Segunda parte. Notas en el camino _ 87

la propiedad socialista de todo el pueblo, la


cooperativa, la mixta, la privada, la propiedad de
organizaciones políticas, de masas, sociales y otras
de la sociedad civil. El tránsito de una política de
pleno empleo a la expansión del mercado laboral.
La disminución de la presencia distributiva del
Estado. Como norma, se pasó a subsidiar a las
personas y no a los productos. Abandono de la
política de pleno empleo. Ensanchamiento del
mercado en el rol de distribución de bienes y
servicios, en el empleo y en el acceso al bienestar,
con fuerte sustento en los ingresos personales
y familiares.

Definidos los sectores estratégicos para el de-


sarrollo:
1) gobierno socialista, eficaz, eficiente y de
integración social;
2) transformación productiva e inserción
internacional;
3) infraestructura;
4) potencial humano, ciencia, tecnología e
innovación;
5) recursos naturales y medio ambiente;
6) desarrollo humano, equidad y justicia social
(Documentos, 2017)24.

Modificados los mecanismos de política social


focalizados hacia la vulnerabilidad, con fuerte
basamento en las políticas impositivas. Hacer un
uso eficiente de los recursos, orientado hacia la
estabilidad macroeconómica y financiera.

Ajustado el funcionamiento de la Administración


Central del Estado: mayor descentralización, claridad
24
Todos los textos referidos aparecen al final de este libro en
Materiales consultados. (N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 88

y estabilidad en las funciones de gobierno; incre-


mento del protagonismo municipal, mayor infor-
mación pública sobre la gestión gubernamental.
La limitación de la elección a dos periodos para
cualquier cargo público.

Definidos los ejes estratégicos para el plan nacional


de desarrollo:
1) gobierno, defensa y seguridad interior;
2) medio ambiente y recursos naturales;
3) sociocultural;
4) territorial;
5) demográfico;
6)infraestructura;
7) sector externo;
8) monetario, financiero y fiscal;
9) potencial productivo, tecnológico y humano.
(Documentos, 2017)

Perfilada la función del Estado socialista como


«garante de la igualdad y la libertad, la indepen-
dencia, la soberanía, de la participación y control
populares, del desarrollo del país»; al tiempo que
garante en el «ejercicio y la protección de los
derechos y deberes económicos, sociales, cultu-
rales, cívicos-políticos, individuales y colectivos»
(Documentos, 2017).

Modificada la estructura productiva prevalece


la gestión estatal con un setenta por ciento.
Se incrementa el «trabajo por cuenta propia»
(empleados, empleadores y autoempleados)
a 12% de la fuerza laboral. Las cooperativas no
agropecuarias alcanzan 112 mil asociados y
asociadas, en algo más 420 aprobadas. Se añade
que un millón 917 mil hectáreas han sido otor-
gadas a 222 mil personas naturales. Este cuadro
Segunda parte. Notas en el camino _ 89

incluye a más de 250 empresas vinculadas al


capital extranjero en sus modalidades (capital
foráneo cien por ciento, empresas mixtas, y
contrato de asociación económica internacional).

El proceso de reformas a la estructura económica


refrendada en la nueva Carta Magna, devela comple-
jidades, contradicciones y desafíos. A continuación doy
cuenta de los que considero esenciales.
Pero, el nuevo mapa estructural-productivo se ha visto
afectado por ajustes periódicos en las políticas y regu-
laciones de las nuevas formas de propiedad y gestión,
lo que dificulta su estabilidad, desarrollo y genera incer-
tidumbre en los actores económicos emergentes. Además,
las medidas para su consolidación, expansión y fomento
han sido lentas y sin plazos determinados.
El modelo además de reiterar la lógica de un ordena-
miento estatal fuertemente centralizado y burocrático,
pareciera sustentarse en la convivencia de clases; reducida
conceptualmente a coexistir en la condición de propie-
dad social de los medios de producción prevaleciente.
Comprensión que desatiende las complejidades y contra-
dicciones clasistas manifiestas dentro de la diversidad de
actores económicos. Visión economicista que obvia, tanto
en el análisis conceptual como en la práctica política, con-
flictos tales como capital-trabajo, empleador-empleado
(privado o estatal), y ciudadano-productor.
Así, en este contexto, a pesar de la descentralización en
la gestión de la empresa estatal, subyacen dos fenómenos:

1) en su interior, la lógica verticalista y salarial,


donde los directivos concentran un mayor poder
de decisión en los procesos productivos. La ini-
ciativa y la creatividad requerida a los trabajadores,
como dueños de los medios de producción se
reduce a lo técnico, no a cuestiones organizativas
ni estratégicas dentro de las unidades productivas;
Segunda parte. Notas en el camino _ 90

2) en su relación hacia afuera, el manejo discre-


cional y centralizador de las empresas por parte
del Estado se concreta en la poca calidad de las
regulaciones para su función y cumplimiento.

Como tendencia el modelo no proyecta la democra-


tización de las relaciones productivas. En sus planteos
básicos, y en la práctica político normativa, no se coloca
el trabajo —seres humanos que producen directamente
bienes y servicios— en la centralidad que demanda el im-
perativo socialista de socializar la producción y el poder.
En consecuencia, no se potencia una subjetividad coope-
rativa, complementaria y solidaria, afín a esos procesos
políticos-productivos.
Esa tendencia se remarca en que las cooperativas
tienen mayores límites para su aprobación, lo que incluye
su exclusivo carácter experimental. El modelo no mencio-
na la cogestión y la autogestión como pilares de la socia-
lización, ni la diversidad de formas de la economía popular
y solidaria; potenciales concreciones de la propiedad
social en espacios comunitarios de producción de bienes
y servicios.
La “actualización” no lo es solo del modelo económico,
sino de las relaciones sociales y su redimensionamiento sub-
jetivo, individual y grupal. En este sentido, algunas investiga-
ciones psicosociales develan la percepción de relaciones de
subordinación empleador-empelados, caracterizadas como
explotación en muchos casos, donde el componente de
autocracia, inteligencia y liderazgo le es asignado al em-
pleador y el de obediencia y sumisión al empleado. Dentro
de estas pautas subjetivas se declaran pocos deseos de
alianza con instituciones estatales, desarrollo de procesos
cooperativos o acciones encaminadas a la responsabi-
lidad social; contrario a lo cual la participación en las
transformaciones se signa más en lo individual y familiar
(Pañellas, 2015).
Segunda parte. Notas en el camino _ 91

Otra arista de las reformas alerta que, si bien es un


imperativo dotar al proyecto social cubano de susten-
tabilidad económica, por lo cual la política social apunta a
suprimir su baja armonización con la economía, en la prác-
tica se tiende a conceder a la política social un papel subordi-
nado a lo económico.
Como manifestación de esta lógica, no se aborda en
rigor la problemática de las desventajas y exclusiones
sociales. La desigualdad y la pobreza se diluyen en tér-
minos como: población en riesgo o vulnerable, grupo en
desventaja, pobreza asistida o con amparo, desventaja
social (Valdés, 2013; Zabala, 2013). El no reconocimiento
de esta situación impide desplegar políticas sociales a la
par de las transformaciones económicas que enfrenten
las zonas de pobreza y miseria existentes.
Tenemos, por ejemplo, el índice Gini25, que mide desigual-
dad en un rango entre cero a uno, se ensancha desde su
nivel más bajo; 0,24 en 1980; a 0,38 en el 2000. Para el 2015
se estimaba en el 0,40. De igual manera se ha acrecenta-
do la feminización, radicalización y territorialización de
la desigualdad y la pobreza (Espina, 2015).
Investigaciones recientes develan que han progresado
(movilidad social) hombres, personas blancas, jóvenes,
sujetos con calificación media superior y superior, y de ori-
gen social intelectual. En la otra cara de la moneda se ubican
las mujeres, personas no blancas, de origen social obrero
y campesino, y de bajo nivel educacional, combinado con la
trasmisión generacional de las desventajas (Espina, 2015).
Un destaque merece el hecho de que las mujeres, dentro
del sector “cuentapropista”, son el 33% (Pérez, 2017), y la
mayoría de ellas no son propietarias, sino asalariadas, con
ingresos promedios menores al de los hombres.

25
Ideado por el estadístico italiano Corrado Gini, normalmente se
utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país,
pero también para medir cualquier forma de distribución desigual.
(N. de las E.).
Segunda parte. Notas en el camino _ 92

Como base de esa movilidad social se apunta, en el


espacio micro social, la carencia o insuficiencia de activos
y su reproducción generacional. En el ámbito macro, la inca-
pacidad de los mecanismos económicos para generar
fuentes de trabajo con retribución adecuada, así como el
debilitamiento tanto de mecanismos estructurales de inclu-
sión social dependientes del trabajo, como de asistencia
y seguridad social.
Lo anterior se refleja en la ampliación del “cuentapro-
pismo” y de la microempresa sin apoyo e incentivos públi-
cos suficientes y adecuados para grupos en desventaja
(microcréditos preferenciales, mercados, capacitaciones,
asesoría jurídica y técnica), lo que pudiera generar en
estos una informalización precaria, que no rebase el marco
de sobrevivencia e incremente los niveles de pobreza
(Espina, 2015). Tal insuficiencia contrasta con el hecho de
que se mantienen inmovilizados recursos que podrían des-
tinarse al fomento de emprendimientos, como los ahorros
de la población situados en los bancos (Díaz, 2015), así como
fuertes limitaciones para el despliegue de proyectos de
la cooperación internacional.
En la práctica, el déficit de fuentes de financiamientos
privadas, estatales, por subvenciones o subsidios guber-
namentales, se suplen mínimamente por la familia, los
amigos, y cubanos residentes en el exterior. El envío de
dinero a Cuba se calcula en torno a 3 mil millones de dó-
lares anuales, de los cuales aproximadamente un 50% se
emplea como capital del trabajo del sector no estatal
(Rodríguez, 2017).
Otro matiz del mismo asunto destaca que las políticas
crediticias no apuntan a empoderar a sujetos, grupos y
comunidades afectadas, lo que implicaría aprovechar las
potencialidades de la comunidad y de la sociedad civil para
enfrentar esa realidad. Valga decir el despliegue de formas
de economía social y solidaria, gestión participativa de
los presupuestos y acceso directo a recursos de la coope-
ración internacional.
Segunda parte. Notas en el camino _ 93

Debo señalar que para el período previo a la reforma


constitucional, si bien el salario medio nominal en el sector
estatal había crecido, no satisfacía las necesidades básicas,
se calcula en más de 2 mil CUP el monto salarial requerido
para satisfacer esas necesidades (Monreal, 2017).26
En el caso de los cuentapropistas, los ingresos eran
seis veces el salario medio estatal, y la brecha es mucho
mayor entre algunas ocupaciones dentro del sector
(Mesa-Lago, 2017). En este escenario, tanto el trabajo
por cuenta propia como el cooperativismo logran mayor
vínculo entre ingreso y trabajo, lo que estimula el cre-
cimiento de la productividad.
Valga añadir que los precios elevados se intentan com-
pensar en el 2017 mediante un subsidio presupuestario
de 3 mil 740 millones de pesos para los productos que se
entregan por la libreta de abastecimientos, al tiempo que
se cubren gastos sociales por 36 mil 554 millones. Estos
abarcan los costos de los servicios de salud, educación,
seguridad y asistencia social, así como las tarifas subsi-
diadas de la electricidad, gas, agua, teléfonos y transporte
público (Rodríguez, 2017).
Respecto al sistema de salud, este se mantiene bajo el
principio de universalidad y gratuidad. Continúan avances
en ciertos indicadores: la mortalidad infantil; se reduce en el
número de habitantes por estomatólogo, se incrementó
la vacunación en siete de once tipos. En paralelo ha dis-
minuido el acceso, el número de instalaciones, el personal
y la calidad de los servicios. El número de hospitales

26
En junio de 2019, el gobierno aprobó una significativa modificación
salarial para el sector presupuestado, que intenta revertir la migración
al sector privado, la baja calidad de los servicios y el bajo nivel
adquisitivo de quienes allí laboran. Esta medida, de carácter cla-
ramente político, entraña riesgos de inflación para una economía
que no logra el crecimiento necesario y, además, sobre ella se
incrementa el cerco económico y financiero del gobierno de Estados
Unidos. Esta tuvo un importante impacto social y resultó una válvula
de escape a las tensiones sociales por la diferenciación de ingresos.
Segunda parte. Notas en el camino _ 94

descendió 32% y el de policlínicos 8%, todos los hospita-


les rurales y los puestos rurales y urbanos fueron cerrados
en 2011 (Mesa-Lago, 2017). Al mismo tiempo, el tenso tema
del envejecimiento poblacional demanda el incremento de
servicios, de por sí costosos.
El sistema de educación, que mantiene igualmente su
carácter universal y gratuito, ha tenido una reducción de
la matrícula total de un 39%, mientras que el personal lo ha
hecho en un 13%, afectando especialmente a la educación
rural y obrero-campesina (Mesa-Lago, 2017). También se
observan zonas de deterioro en la calidad del proceso
docente educativo.
Para paliar la situación se han incrementado los sala-
rios en el sector, se posibilitó la recontratación a docentes en
jubilación y se examinaron las condiciones de contrata-
ción y cargas docentes. La revisión en curso incluye un tercer
perfeccionamiento del sistema educacional que apunta, en
lo esencial, a actualizar programas, textos y orientaciones
metodológicas; así como organizar el proyecto educativo
en cada escuela en correspondencia con su contexto, mayor
autonomía en la dirección de centros educacionales y su
relación con los ámbitos familiares y comunitarios.27
La generalidad de los rasgos, tendencias y tensiones
descritas con anterioridad, se suceden sobre resultados eco-
nómicos insuficientes para alcanzar el despegue, desarrollo
y sustentabilidad del modelo, lo que añade mayor tensión
al proceso.
La principal fuente de ingreso económico es el turismo,
el cual aporta 3 mil millones de dólares anuales. Este sector
puede hacer una mayor contribución indirecta a la eco-
nomía en tanto sus derrames en términos de encadena-
mientos —aún muy por debajo del potencial— e ingresos

27
La situación del personal en los sectores de salud y educación
pudieran modificarse con la política salarial de junio del 2019
anteriormente comentada, sobre todo con el retorno de personal
que había migrado a otros sectores por lo deprimido de los salarios.
Segunda parte. Notas en el camino _ 95

directos hacia las familias cubanas. En la otra cara de la


moneda, el turismo acarrea graves consecuencias sociales
y ambientales, al tiempo que, en la práctica, obliga a im-
portar alimentos, bebidas, combustibles y productos de
lujo para satisfacer a los más de 4 millones de visitantes.
El contexto crediticio internacional es complejo y no
parece haber modos posibles de avanzar sin enfrentar esa
complejidad. Aunque las condiciones han mejorado relati-
vamente en los últimos cinco años, a partir de la restruc-
turación de la deuda exterior, algunos autores destacan
como elementos de esta situación: que el país no es miembro
de ningún organismo financiero internacional relevante,
ni concesional ni compensatorio; la profundización de las
sanciones de Estados Unidos, y el pobre historial crediticio
cubano, con varias moratorias de deuda. Todo esto implica
que los costos de emisión de deuda son muy altos, a lo que
se une que no existe una amplia cartera de socios con los
que trabajar en este sentido. Inclúyase en este comple-
jidad, la percepción de que la deuda pone al país en manos
de sus acreedores, sin alternativas viables, los que pueden
intentar empujar a Cuba hacia la adopción de medidas que
se han tratado de esquivar hasta el momento (Torres, 2017).
No puede obviarse que en el concierto financiero interna-
cional, las grandes instituciones no tienen por prioridad
real la ayuda al desarrollo, solo la expansión y protección
del capital financiero. Perspectiva nada amigable con los
proyectos de soberanía que intentan proteger su econo-
mía al servicio de las necesidades nacionales de desarrollo
de su población.
En este tenso escenario, el monto de las inversiones
extranjeras, por su parte, está distante del necesario
incremento anual cifrado entre 2 mil y 2 mil 500 millones.
El ritmo lento de aprobación de nuevos proyectos ha im-
pedido acceder a recursos en el corto plazo y expandir la
capacidad productiva que asegure un mayor dinamismo
de la economía en los años venideros. Esto debido a la
ineficiencia burocrática, entrelazada con deformaciones
Segunda parte. Notas en el camino _ 96

en el sistema bancario y financiero nacional, así como la


dualidad monetaria (Terrero, 2017).
Algunos analistas sugieren no tomar en cuenta solo
grandes proyectos que impliquen el desembolso de fuertes
sumas, sino considerar emprendimientos de mediano e
incluso pequeño porte, así como reforzar la capacidad
de ejecución de las inversiones del país como apoyo a la
entrada de capital foráneo (Rodríguez, 2017).
Como alternativa pudiera acercase la aprobación de
inversiones con un monto limitado en los niveles provin-
ciales y municipales.
Lo cierto es que la inversión extranjera tiene carácter
paradójico. De un lado, en tanto elemento constitutivo
del modelo de desarrollo, es quizá sobre el que se puede
actuar con mayor efectividad a corto plazo. Del otro, su
inclusión potencia los riesgos que el capital internacional
representa para cualquier proyecto nacional sustentado en
la dignidad popular en general, y de las/os trabajadoras/es
en particular. Sin dudas una de las mayores exigencias a
la creatividad política en defensa de la soberanía. Recuér-
dese que, detrás de la sinuosa consigna de mayor estímulo
a la inversión, se solapa la desregulación del capital que
condiciona, en los casos más extremos, las políticas econó-
micas de las naciones en desarrollo.
Frente a esa realidad era necesario redefinir el pacto
social en Cuba, dígase encuadrar las maneras de organizar
el diálogo permanente, y el incremento de la inclusión
social en los procesos de definición, decisión y control de
las políticas públicas en general, y las económicas, en par-
ticular. Era un imperativo acelerar los procesos normativos
que le dieran cuerpo y contenido a ese contrato.
Mientras más avanzaba la actualización del modelo
más ajustes normativos se hacían necesarios. Las reformas
abrían espacios a nuevos actores que no lo son plena-
mente sin derechos y deberes regulados que permitan
su creación, reconocimiento, claridad en sus funciones y
Segunda parte. Notas en el camino _ 97

organización, tanto en su condición de actores económicos,


sociales como políticos.
En el sector productivo era preciso ajustar un marco
legal transparente, predecible y no discrecional que facili-
tara el desarrollo del mundo empresarial, estatal y no estatal.
También era necesario temporizar los actores económicos
no estatales en el Derecho; estos carecían de modelos espe-
cíficos a los cuales ajustarse para desarrollar su actividad
y contribuir a su reconocimiento y regulación.
Si bien la Constitución enmarca con más claridad las
funciones y alcances de nuevos y viejos actores econó-
micos, aún queda un camino por recorrer en clave norma-
tiva; pongamos por caso la especificación de la pequeña
y mediana empresa, ya sea como persona natural o co-
lectiva. Este particular no es exclusivo de las empresas
privadas, pues las estatales también ameritarían adoptar
formas organizativas y asociativas diversas.
El término trabajo por cuenta propia también nece-
sitaba ser reconceptualizado para su ajuste normativo.
En su interior conviven personas que realizan su labor
de manera individual; otras que ponen capital propio o en
común y emplean fuerza de trabajo, así como aquellas
cuyos ingresos, más que de su trabajo, resultan de la renta.
Algunos empleadores funcionan como pequeñas y
medianas empresas, por lo que había que reconocer la
figura de empresario y legislar sobre ella. De igual mane-
ra la distinción entre empleadores y empleados, la que
debe trascender al ámbito sindical, pues unos y otros no
ocupan el mismo lugar, en particular en el sector privado.
El escenario de disputas de sentido que atraviesa todo
este proceso muestra un amplio abanico de opciones
que, aun cuando se plantean con términos similares, no
apuntan al mismo horizonte. Es notorio al menos tres
tendencias de prioridades en el sector productivo:

1) mayor prevalencia de la empresa estatal


con el incremento de la eficiencia productiva y
distributiva;
Segunda parte. Notas en el camino _ 98

2) expansión de la propiedad privada, en las dife-


rentes formas empresariales, con apertura al
mercado laboral para incrementar la producción
y los ingresos;

3) priorización de formas sociales, comunitarias,


colectivas de producción, con destaque en la
cooperativa, que vincule a productoras y pro-
ductores directamente a los ingresos devenidos de
la productividad.

La nueva Constitución no puede ser entendida fuera


de esta realidad. Este documento normativo en general,
y sus fundamentos económicos en particular, resultaron
de los ajustes, pactos, definiciones y desatenciones a los
varios matices de las tendencias antes descritas.
El proceso de consulta popular sobre el Proyecto de
Constitución, que durante varios meses tuvo lugar a lo
largo y ancho del país, develó sin disimulos la variedad de
visiones sobre cómo ordenar los procesos productivos y sus
actores fundamentales. De esos debates surgieron como
temas centrales la cuestión de la propiedad, la concentra-
ción de riquezas, el rol de las/os trabajadoras/es en la toma
de decisión sobre los procesos económicos y la función del
salario, entre otros.
Como resultado final, se dedicó el título II del capítulo II a
los fundamentos económicos, con catorce artículos, lo que
se ha dado en llamar la Constitución económica. Los pos-
tulados principales que ahí se definen son:

a) una economía socialista con base en la pro-


piedad de todo el pueblo sobre los medios
fundamentales de producción;
b) la dirección planificada de la economía;
c) la participación de los trabajadores en los
procesos de planificación y control de la
economía;
Segunda parte. Notas en el camino _ 99

d) se reconocen como formas de propiedad: la


socialista de todo el pueblo, la cooperativa,
las de las organizaciones políticas, de masas y
sociales, la privada, las mixtas, las de institu-
ciones y formas asociativas, y la personal;
e) la empresa estatal socialista es el sujeto prin-
cipal de la economía nacional;
f) se promueve y brindan garantías a la inversión
extranjera;
g) la propiedad privada sobre la tierra se regula
por un régimen especial;
h) la concentración de la propiedad en personas
naturales o jurídicas no estatales es regulada
por el Estado;
i) el trabajo remunerado debe ser la fuente
principal de ingresos.

La nueva Carta Magna cubana es prolija en derechos y


garantías, sobre todo los sociales, sus especificidades y al-
cances. Ratifica viejos y consolidados derechos, reconoce
otros sobre los que se han desarrollado importantes
políticas públicas, devela algunos que exigen normar su
concreción. Estos derechos, en su conjunto, abren desa-
fíos culturares, políticos y jurídicos de amplio espectro
para su realización.
La Constitución ordena la estructura productiva cubana,
sus actores principales, sus funciones y alcances en el diseño
económico de la Isla. Delinea los principios que regirán
las políticas sociales.
Cierra así un ciclo importante de ajustes, reformas y mo-
dificaciones en el mapa socieconómico cubano. Si bien
es un paso necesario hacía ya unos años, no logra solucio-
nar disputas esenciales que subyacen en la realidad cubana.
La disputa de sentidos, el modelo país, la pujanza de nue-
vos y viejos actores, definirán los límites y alcances futuros
de este pacto que intenta, esencialmente, la convivencia de
proyectos país distintos.
Tercera parte
Más allá de lo
económico
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 101

Democracia y economía ¡UNÍOS!


(Junio, 2018)

V arias veces he escuchado a economistas cubanos


decir que debemos ocuparnos de producir y después
veremos “eso” de la participación de los trabajadores y
las trabajadoras. Algunos tonos sugieren «dejar la bobería
de la democracia y ponerse para la economía, que es lo
concreto».
Me pregunto si en realidad economía y democracia pue-
den ir cada una por su lado, sin una relación íntima. Al parecer
sí pueden hacerlo. Así ha prevalecido en, al menos, los
últimos casi 230 años. Sin obviar, claro está, los perma-
nentes y variados intentos por unirlas.
Si bien las doctrinas del capitalismo y el socialismo
han planteado ideas que pudieran relacionar economía
y democracia, como la libre concurrencia, de un lado, y la
socialización de los medios de producción, por otro, cuyo
planteo común es que todos somos iguales; de sus prác-
ticas concretas ha resultado que algunos son más iguales
que otros.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 102

El tipo de relación que establecen las prácticas pro-


ductivas, donde quienes producen directamente quedan
sujetos al capital o la burocracia, no dan amplia cabida a
la democracia; vista en su acepción más sencilla: participar
en la deliberación, decisión, implementación y control de
las políticas económicas a todos los niveles.
Pero, en el discurso prevaleciente, la economía parece
una suerte de condición natural por encima del hombre,
la sociedad y la historia. Una verdad universal y divina,
inasible para los comunes mortales, y privilegio de pitonisas
y sacerdotes que interpretan y hablan la jerga económica:
un tipo de latín moderno para el que las lenguas vernácu-
las son una herejía, discurso plagado de eufemismos que
poco tiene que ver con su funcionamiento real.
Esa comprensión de la economía desdeña a la demo-
cracia. Por el contrario, mirar la economía desde la democracia
es entender que no prevalece la igualdad mientras exis-
tan el ciudadano explotador y el ciudadano explotado, el
ciudadano poseedor y el ciudadano desposeído; mientras
exista la frontera entre quienes producen las riquezas y
quienes la controlan. Entonces, si explotar en economía
es apropiarse de los resultados del trabajo ajeno, las re-
laciones socioeconómicas que no pongan límites a la
explotación tienen en la democracia un tema incómodo.
La economía tiene tres elementos constitutivos básicos:
la tierra, el dinero y la fuerza de trabajo; y el modo en que
se regulan son siempre una decisión política, no una con-
dición natural. Asumir o dejar fuera a la democracia en esa
regulación es cuestión de optar políticamente. ¿Quién decide
cómo y qué se produce? ¿Quiénes se benefician de esas
decisiones?
El capitalismo derrotó a las dinastías políticas y declara
combatir el autoritarismo político. Pero ha dejado intac-
tas a las dinastías económicas, sin presentar batalla a su
autoritarismo. El socialismo al uso desbancó a las dinastías
económicas locales, y erigió un sector de representantes
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 103

del pueblo-dueño de los medios de producción, quienes,


en la práctica, se desconectaron del control popular. Deciden
y administran sin recibir mandato ni rendir cuenta, lo que
muestra una relación tensa entre democracia y economía.
He escuchado decir, también a algunos economistas del
patio, que de la economía se ocupan ellos, de la política los
dirigentes, y de la igualdad la sociología y la filosofía. Quizá
no comprenden que la economía es un asunto dema-
siado serio para dejarlo solo en sus manos. Que la polí-
tica siempre será débil, incompleta e injusta si es asunto
de unos pocos. Y que las decisiones que los economistas
aconsejan a los dirigentes influyen en la vida cotidiana de
cada persona, para bien o para mal, por lo que la economía
es la más moral de todas las ciencias.
Ante el problema de la ineficiencia productiva estatal,
algunos economistas plantean más libertades de gestión
para las empresas estatales; pero no explicitan que la
empresa es un lugar donde se establece una relación
para la producción entre trabajadores y directivos. ¿Quién
decide qué y cómo se hacen las cosas, los directivos o los
trabajadores? ¿Si los directivos empresariales son designa-
dos en niveles superiores, es decir, no son elegidos por
los productores, a quiénes responden?
¿A qué intereses concretos responden entonces los
economistas cubanos que nos dicen que la democracia es
para después, a los trabajadores o los directivos? ¿A qué
intereses responden al ver como un desafío nacional el
hecho de potenciar el sector privado y no mencionar a la
economía popular y solidaria como otra forma de gestión?
¿Tendrán conciencia de este conflicto?
La democracia es condición de la economía cuando de
justicia social, eficiencia, calidad, derechos y creatividad
humana se trata. Pero la economía no es solo cuestión
de derechos y la ética afín, es también una cuestión téc-
nica, de cómo organizar la producción para que no se
consuma más de lo que se tiene, para optimizar los
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 104

recursos, elevar la productividad y mejorar la calidad de


vida de quienes producen y de la sociedad toda, en armo-
nía con la naturaleza.
Para eso también es imprescindible la democracia.
Ella potencia la inteligencia colectiva en beneficio de las
personas que componen esa colectividad. Sirve para que
desde el diálogo de saberes y experiencias disímiles se creen
soluciones justas para todos y todas.
Pienso ahora en el cierre de los centrales azucareros
¿alguno de estos economistas sugirió preguntar a trabaja-
dores/as cómo organizar la producción azucarera de otras
maneras? ¿Cuáles serían y qué se haría con las conse-
cuencias, la reconversión?
También surgen interrogantes respecto a la Ley de
Inversión Extranjera y las empresas empleadoras que lo
son solo para trabajadores y técnicos. Por el contrario,
directivos y administrativos se vinculan directamente a
las empresas. ¿Cómo explican los economistas esta dife-
rencia de cara a la potenciación del capital foráneo?
La democracia es la pieza que falta para el estímulo
productivo en Cuba. No bastan el estímulo moral y ma-
terial, falta el político. Se trata de producir bienes y servi-
cios, y también las maneras en que nos organizamos para
ello. Dígase potenciar un modo de producción, distribución
y consumo que genere prácticas más participativas.
Si el fin es lograr una sociedad más justa y emanci-
padora, el desafío pendiente en Cuba es la democratización
económica. Esta, al igual que la democratización política,
no implica desconocer el poder, la autoridad, las normas,
ni el saber constituido en el mundo económico, pero sí
ampliar sus bases y legitimidad democráticas. Implica crear
una nueva cultura democrática, en las ideas y las prácticas
cotidianas.
Qué bueno sería que los economistas cubanos enar-
bolaran, alguna vez, la consigna Democracia y economía
¡Uníos!
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 105

Economía, propiedad, gestión


y democracia
(Octubre, 2015)

¿Qde las empresas de propiedad social? ¿Los colec-


uiénes deberían elegir y revocar a los directivos/as

tivos laborales, dueños de los medios de producción y pro-


pietarios comunes en su condición de pueblo? ¿El Estado
que representa al propietario o la propietaria, y ejerce el
papel rector en la economía?
Este es un asunto políticamente concreto en el debate
sobre el socialismo, que no es nuevo ni se agotará en el
futuro cercano, pero vive un momento singular al estar
sobre la mesa la Conceptualización del Modelo Econó-
mico y Social Cubano de Desarrollo Socialista que el Partido
Comunista de Cuba propone a la Nación.
Si bien los Lineamientos pretenden responder a la
pregunta de qué cambios hacer, la Conceptualización del
Modelo proyecta expresar desde qué referentes se encami-
nan las soluciones; los primeros describen las formas de
solucionar los problemas y la segunda plantea las esen-
cias de estas soluciones.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 106

Las esencias, puestas ahora a escrutinio público, permi-


ten abrir una pregunta fundamental: ¿desde qué compren-
sión del socialismo se traza la ruta?
La Conceptualización del Modelo se posiciona en la
comprensión de construcción del socialismo, la que ha im-
plicado, como práctica histórica, la consagración de un
tipo de orden social con prevalencia del Estado, un modelo
de llegada, una estructura productiva y política poco mo-
vible. Un orden histórico donde la abstracción de la propie-
dad social socialista de todo el pueblo se diluye en formas de
representación y posesión, que niegan esa condición en
general, y la condición de dueña de la clase trabajadora
en particular.
Esta comprensión refiere la coexistencia de varias formas
de propiedad, al tiempo que mide el carácter del modelo
por el porcentaje de propiedad socialista prevaleciente,
no por el contenido liberador u opresor de las relaciones
sociales de producción que generan las diferentes for-
mas de gestión. Se obvia que toda propiedad implica tipos
de posesión en el modo de gestión.
La Conceptualización del Modelo confiere condición de
propietarios comunes a la ciudadanía bajo formas no esta-
tales de producción, visión que obvia el carácter de conflicto
de esta coexistencia, dada la apropiación del trabajo aje-
no y la enajenación, de unas; y los procesos socializadores
del poder y los bienes, de otras. De igual manera, obvia el
aprendizaje histórico de que un tipo de relación social de
producción, con sus formas de propiedad concomitantes,
tiende a vencer a la otra. Por tanto, tal coexistencia es
una ilusión con fecha de caducidad.
Frente a la comprensión que implica la construcción
del socialismo se contrapone la de transición socialista.
Esta apunta a un proceso, no a una estructura social fija, un
período de contradicciones donde conviven de manera conflic-
tiva relaciones sociales de producción, debido a su contenido
antagónico.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 107

Es una transición hacia un orden social que no repro-


duce las estructuras de explotación y exclusión que median
entre quienes crean con su trabajo bienes y servicios,
y su disfrute tanto de los beneficios materiales como de la
gestión de los asuntos públicos. Orden social donde el ser
humano —productor/a y ciudadano/a— alcance su ple-
nitud creadora. Transición de carácter socialista porque
el modo de transitar entraña políticas socializadoras del
poder, la producción y el saber.
Ambas visiones bifurcan el camino, convierten en dis-
tintas las rutas políticas a trazar para el orden social
cubano. Tómese como concreción práctica de esta dife-
rencia el tema de la propiedad: ¿cómo se resolvería este
desde ambas visiones?
En el caso de la construcción del socialismo, la pro-
piedad social socialista asume la forma de propiedad
estatal, donde el Estado actúa como representante del
dueño, que es el pueblo. Desde esta comprensión, el poder
económico del pueblo se garantiza en la nominalización
misma de la propiedad, al tiempo que se reduce la socia-
lización a la distribución de bienes que resultan del pro-
ceso productivo y no a la gestión directa de la propiedad
por parte de la clase trabajadora.
Visto desde la perspectiva de la transición socialista,
se potencian las condiciones necesarias para que la dueña
o el dueño participen de manera creciente en la gestión
de su propiedad; son ellos los que eligen, controlan y
revocan a sus representantes en el sistema productivo.
Desde esta visión, el rol de servidor público del Estado se
concreta en facilitar el proceso de socialización del poder
para la gestión de la propiedad. Es decir, el asunto sería plan-
teado en términos de propiedad y gestión socialista como
par indivisible.
Volvamos a la pregunta de inicio: ¿quiénes deberían
elegir a directivos/as de las empresas de propiedad social?
En la estructura cubana actual, la jerarquía en materia
de decisión política sobre la producción, cuenta con tres
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 108

actores fundamentales: el Estado (burocracia política),


quienes dirigen el sistema empresarial (burocracia eco-
nómica), y las/os trabajadoras/es (clase trabajadora).
El Estado designa y revoca a las/os directivas/os, al tiempo
que la clase trabajadora cumple las orientaciones. De igual
manera, en su rol de representante de la dueña o del dueño,
también es de facto poseedor con la capacidad de conceder
esa posesión a otros actores en forma de usufructo, arren-
damiento, asociación mixta...
La propuesta de Conceptualización del Modelo permite
ahondar en el debate sobre estas visiones del socialismo
y concretar las salidas políticas de cada una de ellas. Veamos
algunos ejemplos.
Al rescatar las diferencias entre ambas comprensiones
se abren tres posibilidades:

a) el Estado designa y revoca a los representantes


del propietario para que administren la economía
(socialismo de Estado);

b) el Estado y los colectivos laborales en cada


unidad productiva negocian quiénes serán las/os
directivas/os y comparten el control sobre ellos
(cogestión);

c) los colectivos laborales eligen y revocan a las/os


directivas/os (autogestión).

En cualquier modelo la representación sería necesaria;


lo distinto es quiénes eligen a los/as representantes, y en
consecuencia, a qué intereses responden estas/os, ¿a los
de arriba o a los de abajo? ¿A la burocracia, al capital o
a las/os trabajadoras/es?
Este rango de posibilidades debe aplicarse a otro énfasis
que aparece en la Conceptualización del Modelo, el que
remarca que el Estado, en su condición de representante
de la dueña o del dueño, decide y controla las utilidades
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 109

de las empresas de propiedad socialista. Añádase como


posibilidad que:

a) rinde cuenta a la dueña o al dueño;

b) administra las utilidades en consulta permanente


con esta/e;

c) cumple los mandatos que para este fin defina


a la dueña o al dueño.

Ante la propuesta de una sociedad socialista próspera,


alcanzable a partir del trabajo, la productividad, la efi-
ciencia y el ahorro, añádasele la participación creciente
en la gestión política de la producción por parte de traba-
jadoras/es, como modo inalienable de ejercer su condición
de dueña/o de los medios de producción.
Al otorgamiento de especial relevancia a la formación de
valores en los ámbitos de la actividad económica y social,
cabe agregar, la formación para la práctica política de
productores/as, con base en el bien individual, colectivo
y social.
Pero, ante la propuesta de desplegar iniciativas en fun-
ción del desarrollo socialista que complementa la transfor-
mación del sistema empresarial de propiedad de todo el
pueblo, con métodos de dirección participativos, sustitú-
yase por métodos de control directo de trabajadoras/es
en la gestión de las empresas.
Ante la propuesta donde trabajadoras/es cumplen los
planes, políticas y directivas definidas por el Estado, susti-
túyase por la creación de las condiciones para la elabora-
ción conjunta de las mismas.
Añádasele como política del modelo la priorización de
las formas de propiedad y gestión que aseguren la sociali-
zación del poder para la gestión económica, social y política
por parte de la clase trabajadora. En las formas de propie-
dad y gestión planteadas, priorícense las cooperativas.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 110

Añádanse a las mismas la cogestión y la autogestión como


pilares de la socialización.
La cogestión busca asegurar la participación de tra-
bajadoras/es en la gestión económica, en igualdad de
condiciones con el capital y la burocracia. Se organiza
desde el puesto de trabajo, pasando por la fábrica y em-
presa, hasta los más altos niveles de política económica.
No es un planteamiento meramente económico, sino esen-
cialmente político, pues busca llevar a la actividad econó-
mica, en general, los mismos planteamientos con los cuales
ha de funcionar el sistema democrático en la sociedad.
Apunta a sacar al ser humano de su reducida función
instrumental de simple fuerza de trabajo, potenciando el
derecho a la iniciativa y a la creatividad.
La autogestión constituye una fórmula que supera la
cogestión pues con ella se remueven todas las mediaciones
entre el trabajador o la trabajadora, y el disfrute de sus be-
neficios. Con la autogestión el carácter de propietario del
pueblo en general, y de la clase trabajadora en particular,
se realiza a plenitud, entendiendo que el propietario, en
la práctica, es quien posee los amplios poderes de dispo-
sición que acompañan a la propiedad. Desde esta pers-
pectiva la política económica se estructura de abajo hacia
arriba, en los espacios de integración micro, meso y macro
sociales.
Todo este debate nos coloca delante de un asunto vital:
la democratización económica. Las relaciones sociales de
producción del capital y del socialismo estado-céntrico
tienen pies de barro en este terreno. La transición socia-
lista tiene en él un contenido determinante, parte impor-
tante de lo que podrá encaminar esta —como superadora
del dominio del capital— está en la democratización de
los procesos económicos.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 111

Al igual que sucede con la democratización política, esto


no implica la eliminación del poder, de la autoridad, de las
normas y los límites, sino la ampliación de sus bases y la
transformación de sus formas jerárquicas, profesionales
y excluyentes. Tampoco supone el desconocimiento de
las líneas de decisión dentro del mundo económico, sino
su legitimación democrática.
La democratización económica es el modo de transi-
ción socialista a la gestión directa de productoras/es que
son dueñas/os, sin mediaciones de ninguna índole, y rompe
las dinastías económicas del capital y las representaciones
sin control desde abajo del modelo estatista de construc-
ción del socialismo.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 112

La ley, la economía y la soberanía


de trabajo
(Octubre, 2015)

—I—

E l imprescindible Galeano,28 el de la memoria incorrup-


tible e indignada, preguntó:

¿La estabilidad laboral y los demás derechos de


los trabajadores serán de aquí a poco un tema
para arqueólogos? ¿No más que recuerdos de
una especie extinguida? […] ¿Para qué sirven las
máquinas si no es para reducir el tiempo de
trabajo y ampliar nuestros espacios de libertad?
¿Por qué el progreso tecnológico tiene que
regalarnos desempleo y angustia? […]

28
Eduardo Galeano (Montevideo, Uruguay 1940-2015). Uno de los
escritores más influyentes de la izquierda latinoamericana. Sus libros
más conocidos Las venas abiertas de América Latina y Memoria del
fuego, han sido traducidos a más de veinte idiomas. (N. de las E.).
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 113

¿Se podrá internacionalizar la lucha por la dignidad del


trabajo? Menuda manera escogió Galeano para quedarse,
haciendo preguntas insurgentes. El espíritu de estas cosas
acompaña la reflexión que sigue.
Comparto cinco comprensiones de partida:

1. La economía parte de dos preguntas claves:


a) para qué y para quiénes funciona y b) cómo se
resuelven los problemas económicos. La primera
devela el carácter ético que tiene toda actividad
económica, la segunda su dimensión técnica.
La política económica real da respuesta perma-
nentemente a estas preguntas, y la complemen-
tariedad o la contradicción ética-técnica de la
economía se concretan en la ley. Luego, los y
las economistas no están por encima de las ten-
siones sociales. La influencia que tienen las
distintas cosmovisiones ideológicas y puntos de
vista de clases es una constante en cada grupo
de ellos. Descártese la postura del observador
neutral que en ocasiones se auto confiere.

2. La economía es también un territorio de disputa


de la soberanía. Ambas develan su organicidad
en la pregunta ¿quiénes deciden qué y cómo se
produce?

3. La soberanía no es un estado dado, es una


expresión de las disputas históricas entre libertad
y opresión, concretada en los modos de organizar
la vida pública para el control y equilibrio en el
ejercicio del poder. Por tanto, la soberanía, como
contenido de lucha, implica promover el acceso
efectivo de la sociedad a la política ciudadana,
libre, equitativa y solidaria.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 114

4. La soberanía popular ha encontrado, entre


otros, dos obstáculos a su realización: la dege-
neración en soberanía del mercado y del capital,
de un lado, y del otro, el criterio de la vanguardia
revolucionaria como fuerza dirigente de la sociedad.
La ciudadanía, como concepto político que da
operatividad a la soberanía, tiene que resolver la
incompatibilidad que implica, para la libertad,
la relación entre la ciudadanía asalariada y la ciuda-
danía propietaria, tensionada por el derecho de
propiedad sobre los medios de producción, que
es reprobable en su hábito de apropiación privada
de las riquezas socialmente producidas. El alcance
liberador de la soberanía está en potenciar la
igualdad del ciudadano-productor, en su condición
de productor libremente asociado.

5. La primera ley social es la que garantiza los


derechos naturales del ser humano: la existencia
y la libertad. El derecho a la propiedad no puede
perjudicar ni la seguridad, ni la libertad, ni la exis-
tencia, ni la propiedad de nuestros semejantes.

—II—

Hoy las oligarquías mundiales, beneficiarias de la econo-


mía realmente existente, basan su poder en la desigualdad
generada por la explotación del trabajo asalariado, es
decir, la apropiación del plus-trabajo por personas que
no han participado de su producción.
La propiedad privada de los medios de producción es
determinante en esta esencia, cuando otorga a los due-
ños el derecho de apropiación de los frutos del trabajo
ajeno. Dicho a la manera de Marx, la lucha incesante
entre el capital y el trabajo está dada por la voluntad del
capitalista de embolsarse lo más que pueda del trabajo
no retribuido al ejército de asalariados.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 115

El método básico para concretar esta situación está en


la subordinación de la democracia a la propiedad privada, la
agresión a los sindicatos, la destrucción de los convenios
laborales, el recorte del gasto social, la liquidación de em-
presas públicas, la desarticulación de los sistemas de pro-
tección social y la naturalización de la exclusión social.
En lugar de las oligarquías empresariales y financieras
beneficiarias del capitalismo, la experiencia socialista del
siglo xx garantizó a la burocracia como única detentadora
del poder, una casta parasitaria que relegó nuevamente
a trabajadoras/es a producir y recibir lo que determina un
poder ajeno a ellos.
Si bien a diferencia del régimen capitalista, en el socia-
lismo la plusvalía no se acumula en forma de capital
privado, ni puede ser convertida en medio privado para
explotar el trabajo asalariado, no es menos cierto que se
consume en formas de privilegio de diversa índole por
la casta burocrática.
A la vuelta de la historia esa burocracia, en su decisión
de no atentar contra sí misma, se reconvirtió en capitalista,
apropiándose de los medios de producción y reinstaurando
los mecanismos de explotación que le son consustanciales.

—III—

Al mirar a Cuba hoy, desde la comprensión de que la ley,


en última instancia, consagra una noción de soberanía
y economía en la disputa histórica que condiciona estos
asuntos, es dable preguntar, por ejemplo, ¿en qué medida
la Ley de Inversión Extranjera y el Código de Trabajo y Segu-
ridad Social potencian la soberanía nacional, reclamada
desde la perspectiva del trabajo?
En el primer caso, en lo referente al régimen laboral, esta
ley es contradictoria y omisa respecto a los mecanismos
para la protección del derecho de trabajadoras/es, al
tiempo que reproduce las desigualdades entre estos y
sus directivos.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 116

La ley nos dice que:

1) entre los requerimientos para la solicitud de


evaluación de propuestas para la inversión extran-
jera, además de la compatibilidad con la defensa
y la certificación de protección del medio ambiente,
no está previsto, de manera explícita, un aval
referente a la protección del derecho de traba-
jadoras/es;

2) el término excepción es utilizado seis veces y


solo en el capítulo del régimen laboral no se
explicitan las condiciones de tales particularidades,
lo que se concreta en que pueden establecerse
regulaciones laborales especiales sin que las
condiciones de tal carácter aparezcan;

3) trabajadoras/es tienen la obligación de esta-


blecer sus vínculos laborales con una entidad
empleadora. Esta negocia directamente el monto
salarial con la empresa de capital extranjero.
Una vez reducido hasta el 20% del salario con-
tratado en CUC, paga a las/os trabajadoras/es de
dos CUP por cada CUC contratado como salario
nominal. Sin embargo, dirigentes y administrativos
se vinculan directamente a la empresa de capital
extranjero, sin que quede clara la fuente salarial de
los mismos.
¿Qué actores participan en la negociación sobre
salario con las empresas de capital extranjero?
¿Con qué nivel de autonomía cuenta la entidad
empleadora para ese proceso? ¿A quiénes ren-
diría cuentas sobre el mismo? ¿Qué uso se hará
de la divisa captada con ese impuesto cambiario?
¿Los montos salariales serán específicos con
relación a las negociaciones específicas?;
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 117

4) no se explicita que la entidad empleadora asuma


entre sus funciones la responsabilidad de resolver
las reclamaciones laborales de sus empleados/as.
Esta omisión marca un giro contrario respecto a la
Ley No. 77, 1995 de Inversión Extranjera.
¿Estamos en presencia de una entidad neutral,
mediadora, que es al tiempo juez y parte entre
empresarias/os y trabajadoras/es?, ¿a quién
responde o protege?, ¿reproduce o evita la
práctica de entidad burocrática, que entorpece los
procesos productivos y que es un reservorio de
favoritismo, nepotismo y corrupción?;

5) como estímulo a los inversionistas extranjeros,


a diferencia de la Ley No. 77 (1995), se les exime
del pago de impuesto por la utilización de la fuerza
de trabajo. ¿Acaso esta carga tributaria se solventa
directamente sobre el salario del trabajador o
la trabajadora mediante el “impuesto cambiario”,
sin afectar el beneficio al capitalista?;

6) los pasos para la solicitud del fondo de estimu-


lación, complemento a los ingresos de las/os
trabajadoras/es, requiere un proceso de aprobación
por parte del Ministerio de Comercio Exterior e
Inversión Extranjera, en negociación directa con
los empresarios, sin contemplar la participación
de trabajadoras/es en este proceso;

7) queda a discreción de la comisión de evalua-


ción de las propuestas de inversión extranjera,
la participación en este proceso de organizaciones
sindicales que representan directamente los
intereses, derechos y demandas de las/os traba-
jadoras/es;
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 118

8) la Ley no prevé los mecanismos de rendición


de cuentas por parte de los Organismos de la
Administración Central del Estado, con el encargo
de ejecutar las disposiciones legales a tal efecto.
Esto último es un requerimiento desde el entendido
de que el velador y beneficiario de la soberanía del
trabajo es el trabajador o la trabajadora, y el
velador de la soberanía nacional es el soberano,
es decir, el pueblo.

De todos estos intríngulis surge una duda razonable:


hay personas que llegan a cargos de dirección y adminis-
tración que, potencialmente, pudieran devenir en accio-
nistas y dueños. Aunque la ley no lo refiere ni a favor ni
en contra, sí consagra la posibilidad de realizar inversiones en
bienes inmuebles y obtener su propiedad u otros dere-
chos reales.
En la Ley No. 77 de 1995 de Inversión Extranjera tal po-
sibilidad era para: personas naturales no residentes
permanentes en Cuba, esa condición quedó eliminada de
la nueva ley.29 ¿Por qué? ¿Acaso será un camino para trans-
mutar de burócrata a capitalista? ¿Será esta una potencial
fuente de acumulación originaria para un sector de clase
capitalista nacional emergente?
Al mirar el nuevo Código de Trabajo, que sirve de base
a las regulaciones laborales de la Ley de Inversión Extranjera,
se devela que las decisiones se concentran en las autori-
dades estatales y se abre este rol a los propietarios privados.
En él, se define al trabajador como aquel que se subordina
29
Debido a los cambios en la economía nacional como consecuen-
cia de la actualización del modelo económico regido por los
Lineamientos, fue necesario revisar y adecuar el marco legal de la
inversión extranjera que establece la Ley No.77 de 1995 y se da a
conocer la No. 118 de 2014, Ley de la Inversión Extranjera. Publicada en
«https://www.gacetaoficial.gob.cu/es/gaceta-oficial-no-20-
extraordinaria-de-2014». (N de las E.).
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 119

a un empleador autorizado, sea un representante del


Estado o una persona natural (privado).
Esta concentración se hace más preocupante al obser-
var el rol asignado a los sindicatos en la normativa laboral.
La participación de trabajadores/as —laboren para el
sector estatal o privado— se reduce a los circuitos forma-
les de la toma de decisiones, y en muchos casos estarán
excluidos de ellos; sin olvidar los límites que impone el
modelo de que tanto empleadores como empleados, es
decir, trabajadores y patrones, participen del mismo
sindicato.
Si se asume como tesis que no existe perspectiva socia-
lista, socialización del poder, la propiedad y el saber, sin la
acumulación de prácticas que consoliden en los sectores
populares, referentes para la organización concreta de
la política y la economía soberanas, entonces habría mucho
que reconsiderar sobre ambas leyes, en particular; y sobre
la noción de economía y soberanía que las sustentan, en
general.
El código de trabajo no permite crear procesos de
experimentación que prueben paradigmas productivos
socializadores, como la cogestión, autogestión y cogestión
de la propiedad estatal. En su defecto, por primera vez en
el período revolucionario, adquiere legitimidad política
una clase capitalista que, conforme a su esencia, luchará por
imponer relaciones de explotación y controlar los procesos
de trabajo que estén bajo su dominio.
Ambas leyes son una exigencia definitoria a la necesi-
dad de debatir ¿desde qué comprensión de la economía
se diseña el modelo productivo cubano?; ¿qué lugar
ocupa en su diseño, ejecución y control, el soberano
(ciudadano-productor)?; ¿qué significado constituyente tienen
los derechos de trabajadoras/es?; ¿qué atención tiene la
disputa capital-trabajo?
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 120

—IV—

Es una exigencia ético-política que la economía real se


debata en los términos de cuál es su propósito y quiénes
los beneficiarios. Tómese en cuenta que ni los capitalistas,
ni la burocracia han sido capaces de colocar, de manera
prioritaria, los intereses específicos de trabajadores/as
en la disputa de sentidos, que implica la elaboración y con-
trol de la política económica y su consagración en la ley.
La soberanía, en tanto contenido de lucha, pasa por
potenciar los derechos de la masa trabajadora, y la toma
de conciencia ciudadana de que la condición de posibi-
lidad de la soberanía popular transita indefectiblemente
por la oposición a la soberanía del capital y de la buro-
cracia.
Todo eso implica que la ciudadanía económica se
ejerza a través de prácticas donde el trabajo estructura
relaciones productivas democráticas —diseño, administra-
ción y control de los procesos productivos—, incluida la
justa distribución de la riqueza socialmente producida y
el consumo responsable.
Solo así se tenderá, en un largo período de transición
(acumulación, retrocesos, contradicción, creación y revo-
lución), a una economía donde las/os economistas sean
servidores públicos del mandato soberano y no técnicos
que subordinen ese mandato a la ciencia; donde sea hege-
mónica no la república del capital sino la república del
trabajo, constitutiva de un modo de producción democrá-
tico que socialice, incluya, y haga más plena la creatividad
colectiva para encauzar un desarrollo que, liberando,
humaniza. Una economía donde nadie sepa ser feliz a
costa del despojo.
Por cierto, ¿alguien dijo que Galeano había muerto?
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 121

Empresa estatal: ¿Qué autonomía


y para quién?
(Mayo 2018)

—I—

C uba consolida el carácter mixto de su economía.


Dentro de este prepondera la empresa estatal socia-
lista, sector que ha tenido varios ajustes en los años
recientes. Con ellos se busca una mayor independencia
en el desenvolvimiento empresarial, el incremento de
la eficiencia y del control de los recursos, la recapitaliza-
ción, una mayor competitividad y descentralización de
la distribución de las ganancias.
Al mismo tiempo, se busca la separación de las fun-
ciones estatales y empresariales, lo que debe redundar
en mayor autonomía, contraria a la burocratización y el
verticalismo en la toma de decisiones del mundo empre-
sarial estatal.
Como parte de las medidas adoptadas, las empresas
pueden crear fondos de desarrollo, inversión y estimulación
a las/os trabajadoras/es, después de cumplir sus compro-
misos; establecer relaciones económicas con cualquier
persona, natural o jurídica; realizar actividades secun-
darias derivadas de su objeto social; vender a precio de
oferta y demanda, después de cumplir sus encargos.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 122

El sistema empresarial estatal cubano queda compuesto,


en lo fundamental, por las organizaciones superiores de
dirección empresarial (OSDE), las empresas y las unidades
empresariales de base (UEB).
Al tiempo que las OSDE se crean a instancias del Consejo
de Ministros, los jefes de organismos de la Administración
Central del Estado (OACE) o por los presidentes de los con-
sejos de la Administración Provincial del Poder Popular;
las empresas son creadas por la OSDE, u otros organismos
competentes, previa autorización del Ministro de Economía
y Planificación. En este esquema, la UEB es la estructura
a partir de la cual se organizan todos los procesos de pro-
ducción o de prestación de servicios.
Estas y otras disposiciones quedaron integradas en el
Decreto Ley No. 334, Sobre la Continuidad y el fortaleci-
miento del sistema de Dirección y Gestión Empresarial
Cubano; el Reglamento para la implementación y conso-
lidación del sistema de Dirección y Gestión Empresarial
Estatal; el Decreto No. 335, Del sistema empresarial es-
tatal cubano; y el Decreto 336, Del Sistema de relaciones
de las organizaciones superiores de dirección empresarial.
Si bien lo ordenado hasta aquí prueba el interés soste-
nido en el ajuste de la principal forma de gestión dentro
del modelo de desarrollo, son notorias algunas contradic-
ciones que comprometen el alcance de una mayor autono-
mía y la disminución del verticalismo y la burocratización.
Los decretos recientes, en lo esencial, reproducen la
estructura vertical que subordina la base a los niveles
superiores en el esquema empresarial. Directivas/os prin-
cipales de cada entidad rinden cuentan y consultan decisio-
nes importantes a la instancia superior donde, además,
se les designa.
Por el contrario, los mismos tienen poderes casi omnímo-
dos al interior de las empresas. Los espacios de dirección
colectiva son prácticamente nominales al no quedar
explícitas sus competencias. Tampoco se describe la con-
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 123

creción de la labor sindical y la participación de trabaja-


doras/es en el proceso de dirección. En estas normas se
reproduce la aprobación de estímulos monetarios en un
nivel diferente al lugar de desempeño.
Para argumentar estas afirmaciones, amplio la lectura
de los decretos con atención a cuatro variables referentes
a la autonomía:

a) Poder de decisión
Directivas/os generales de las OSDE están
facultados para dictar la base reglamentaria
y otras disposiciones; aprobar la estructura y
plantilla para la oficina central; escoger su
equipo de dirección y designar los cuadros, o
proponerlos según corresponda; crear los
órganos de dirección y dictar el reglamento
para su funcionamiento. Para su desempeño,
se auxilia de cuadros, especialistas y trabaja-
dores; asigna funciones y delega facultades.
A nivel de empresa, directores/as generales
tienen funciones similares. Se particulariza la
aprobación del reglamento de las brigadas o
equipos de trabajo socialista de las UBE y de
los puestos claves.

b) Relación entre directivas/os y trabajadoras/es


Directivas/os generales de la OSDE tienen
entre sus prerrogativas: aprobar las acciones
que fortalezcan las relaciones entre la dirección
y las organizaciones políticas y sindicales; aprobar
las medidas para implantar el sistema de
estimulación moral, las acciones que garanticen
la participación de trabajadores/as en la dirección,
así como el procedimiento para ello; aplicar
medidas disciplinarias a estos y a directoras/es
generales de las empresas subordinadas;
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 124

aprobar las medidas factibles generadas del


análisis con las/os trabajadoras/es sobre el
cumplimiento del presupuesto de la OSDE.
Similares funciones cumplen directivas/os gene-
rales al nivel de empresa, dentro de su ámbito
de competencia.

c) Jerarquías en el sistema empresarial


Directivas/os generales de las OSDE tienen
entre sus funciones, proponer a la Junta de
Gobierno la estrategia integral y a la entidad
superior —Consejo de Ministros, Organismos
de la Administración Central del Estado, o
Consejos de la Administración Provincial del
Poder Popular— y al Ministro de Economía
y Planificación la aprobación del traspaso de
unidades empresariales de base; plantear al
organismo competente que se autorice el
pago por concepto de interés económico social,
antigüedad y otros de similar naturaleza.
Directoras/es generales a nivel de empresa
proponen al organismo competente se autorice
el pago por ese mismo concepto y por
condiciones laborales anormales, y también a
la OSDE el plan anual de la empresa para su
aprobación, así como la creación de reservas
provenientes de las utilidades retenidas y sus
cuantías, según corresponda.

d) Decisión sobre los ingresos


Directivas/os generales de la OSDE les compete
aprobar el salario escala de los cuadros, el
tratamiento salarial a trabajadoras/es designa-
dos como especialistas principales; dictar el
reglamento interno de estimulación en pesos
convertibles (CUC). En el caso de las/os direc-
toras/es de empresa, aprueban el salario de
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 125

los cuadros y el tratamiento salarial a los jefes


de brigadas o equipos de trabajo socialista; y
el reglamento interno de estimulación en
CUC, en los casos que corresponda.

El análisis de estas cuatro variables sobre la autonomía


devela que las funciones de sus directivos a nivel de UEB,
ahí donde se produce directamente, se reducen. Estos
tienen que garantizar el cumplimiento de normas, dispo-
siciones y reglamentos establecidos en la empresa; proponer
a esa instancia o a la OSDE, según corresponda, la adop-
ción de los acuerdos derivados de los análisis sobre el
plan. Al interior de las unidades productivas, aprueban
las medidas que aseguren que trabajadoras/es partici-
pen en las tareas del control interno y garantizan que se
eviten los riesgos contra la propiedad estatal.
Las funciones de la UEB y las facultades de sus direc-
toras/es les son expresamente definidas y delegadas por
el jefe de la OSDE, o de la empresa. Sus ingresos perte-
necen a la entidad que las crea y lo que produzca tributa
centralmente a los resultados de aquella. En la norma que-
da explícita la categoría autonomía controlada para la UEB.
Una lectura ampliada sobre la autonomía muestra que,
a lo largo de estos decretos, aparecen nociones que su-
gieren potencialidades participativas dentro del sistema
empresarial estatal. Por ejemplo, el consejo de dirección es
declarado como el principal órgano de dirección de la
OSDE y de la empresa, al tiempo que es función de la OSDE
instar a trabajadoras/es a que participen; y determinar, de
conjunto con la organización sindical, los cargos técnicos.
Sin embargo, en el resto del documento no se definen,
de un lado, los modos de concretar las funciones de los
consejos de dirección; del otro, no se explayan las ma-
neras de organizar la participación de trabajadoras/es.
De manera contraria, queda en manos de los directivos/as
generales dar contenido y aprobar tales funciones.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 126

—II—

El diseño del sistema empresarial estatal cubano distor-


siona el principio de propiedad y gestión social sobre los
medios de producción, basado en el control directo de
las/os trabajadoras/es sobre el proceso productivo. En su
lugar, el poder decisional recae sobre el cuerpo de fun-
cionarios que el Estado designa para administrar la pro-
piedad social, en el entendido de que el Estado representa
al propietario. Surgen así dos sujetos distintos en la empresa
estatal: la/el trabajadora/o y la/el directiva/o, cuya relación
debe ser evaluada en cualquier análisis sobre la autonomía.
El debate y replanteo sobre la empresa estatal no es un
tema nuevo. Un punto recurrente dentro de este asunto
es la baja implicación y compromiso de trabajadoras/es,
dada la distorsión planteada, la que se concreta en la
reducción de la iniciativa y la creatividad a lo técnico, no a lo
organizativo, y menos a lo estratégico dentro de la unidad
productiva.
La participación directa de las/os trabajadoras/os es
formal, y en ocasiones se hace incómoda cuando se esgri-
me el principio de propiedad social, lo que devela la
asimetría de poder al interior de la empresa. Las actuales
reformas no contemplan la revisión de esta distorsión.
Si entendemos como autonomía que las principales de-
cisiones deben tomarse ahí donde acontecen los hechos
económicos, donde se produce o se presta el servicio direc-
tamente, habría que reelaborar las nuevas regulaciones.
Se debe entender, además, que la autonomía de la empresa
hacia afuera tiene que estar condicionada a una relación
democrática hacía dentro, basada en el empoderamien-
to de trabajadoras/es, y no del cuerpo de funcionarios desig-
nados por el Estado para administrar la propiedad social.
Es un desafío para el rediseño socialista de la empresa
estatal remover el verticalismo enquistado en la cultura de
127

dirección, reproducida tanto en métodos de selección de


cuadros ajenos al contenido específico de la producción
o servicio de cada unidad productiva, como en la ges-
tión ejercida en función del control externo y el cumpli-
miento de criterios construidos a otro nivel.
No puede pensarse el rediseño del sistema empresarial
socialista sin que los sindicatos encaminen, prioritaria-
mente, la organización del saber colectivo y su colocación
en todas las decisiones estratégicas a todos los niveles;
y sin que pulsen por el establecimiento de espacios perma-
nentes, legalmente constituidos, para la realización del
cogobierno de trabajadores/as.
Se reclama de los sindicatos recolocar en su función la
centralidad del trabajo, y no reducirla a la ratificación, cum-
plimiento y control de los planes productivos. Deben ir
más allá de la tradicional movilización e impulsar la crea-
ción de espacios permanentes en todo el sistema empre-
sarial donde los colectivos laborales proponga, elijan y
puedan revocar a cada directivo; y aportar así al ensayo
de formas de gestión productiva directa de las/os traba-
jadoras/es en su condición de propietario.
Las pautas anteriores no desatienden como exigencia
para la empresa estatal, dentro del modelo de desarrollo,
mejorar la eficiencia global de la economía.
Es necesario aumentar la base productiva y su calidad
y entender el papel que pueden desempeñar en ello la
desregulación y la descentralización. Pero no deben
separarse los fines y los medios. Es decir, no desatender
que la economía socialista es un medio para alcanzar
fines liberadores, justos, solidarios y humanos.
A diferencia de la economía capitalista, en la que el
aumento de la productividad o la acumulación de ganancias
son fines en sí mismos, por encima, en última instancia,
del equilibrio de la naturaleza y de la armonía en la
sociedad humana.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 128

Por ello el modelo económico socialista exige formas


de propiedad social que garanticen menores niveles de
desigualdad social, con base en la apropiación de la plus-
valía por parte de productores; así como la supeditación
del crecimiento económico al ideal de vida digna para
todos y todas. Esta exigencia actualiza en contenido con-
creto del proyecto revolucionario cubano de nación justa
y soberana.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 129

Trabajo por cuenta propia:


hay tela por donde cortar
(Febrero, 2018)

E l trabajo por cuenta propia alcanza ya el 12% de la


fuerza laboral en Cuba (567 mil 982 personas). Su pre-
sencia se diversifica en ciudades y poblados, se consolida
como referente de prosperidad en el imaginario de algunos
sectores y grupos sociales, y oficialmente se ratifica que
llegó para quedarse en la estructura productiva cubana.
Sus potencialidades, peligros, límites que encierra, ajustes
y la incertidumbre que generan, son asuntos de discusión
para la economía cubana.
Mientras avanza la actualización del modelo económico
de desarrollo se hacen necesarios más ajustes. Las refor-
mas abren espacios a nuevos actores que no lo son ple-
namente sin los derechos y deberes regulados que permitan
su creación, reconocimiento, claridad en sus funciones y
organización. Es necesario ajustar un marco legal transpa-
rente, predecible y no discrecional, que facilite el desarrollo
del mundo productivo estatal y no estatal.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 130

En el caso específico que nos ocupa, el propio término


cuentapropismo es impreciso, lleno de contradicciones
e insuficiente para dar cuenta de la heterogeneidad de
actores económicos que engloba. En su interior conviven
personas que realizan su labor de manera individual;
otras que ponen capital propio o en común y emplean
fuerza de trabajo, así como aquellas cuyos ingresos, más
que de su trabajo, resultan de la renta. Es decir, este tér-
mino que pareciera referir una misma cosa, contiene a
empleadoras/es, empleadas/os y autoempleadas/os.
No es igual una persona que vende maní o caramelos
—la que en ocasiones desarrolla su actividad en situación
de supervivencia— a una que contrata fuerza de trabajo
para laborar en la construcción, u otra que posee un res-
taurante con veinte empleadas/os; o aquella propietaria
de una casa con tres habitaciones para rentar. Diferentes
a todas ellas, al mismo tiempo, es la persona que se ofrece
como empleada para esas u otras labores.
Algunos empleadoras/es gestionan pequeñas y media-
nas empresas privadas, por lo que habría que reconocer
la figura de empresaria/o y legislar sobre ella. De igual
manera, la distinción entre empleadoras/es y empleadas/os
debe trascender al ámbito sindical, pues, a pesar de no
ocupar el mismo lugar, la ley hoy prevé que pueden ser
miembros de una misma organización gremial.
La revisión del trabajo por cuenta propia es una ne-
cesidad teórica, política y práctica. Redefinir o desagregar
el término colocaría a las regulaciones y a las políticas es-
pecíficas más cerca de los actores diversos, así como despe-
jaría el camino para el análisis de la potencial expansión
de otros servicios o ámbitos profesionales.
Al mismo tiempo, permitiría transparentar el debate
sobre las complejidades y contradicciones clasistas ma-
nifiestas dentro de esa diversidad de actores económicos.
Esto permite comprender que al interior de cada forma de
propiedad y gestión existen relaciones de producción
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 131

específicas que también deben ser puestas a debate


—entre ellas la relación entre empleador/a y empleado/a—,
como fundamento para la proyección de políticas dife-
renciadas.
Por ejemplo, el necesario desarrollo de incentivos pú-
blicos, suficientes y adecuados, para grupos sociales en
desventaja que optan por el trabajo por cuenta propia
(microcréditos preferenciales, mercados, capacitaciones,
asesoría jurídica y técnica), lo que apuntaría a impedir que
se genere una informalización precaria, que no rebase el
marco de sobrevivencia e incremente los niveles de pobreza.
Por otra parte, una redefinición sobre el cuentapro-
pismo demandaría la creación de canales de participación
amplios, permanentes y diferenciados que faciliten el diá-
logo entre actores diversos para la elaboración de políticas,
regulaciones y su evaluación, en interés del desarrollo de
esta forma de gestión. Algunos cuentapropistas los piden
insistentemente.
Ubiquemos otra perspectiva para el debate. Con fre-
cuencia se obvia, en la crítica a la política salarial del Estado,
que en el sector cuentapropista, con independencia de
los ingresos más favorables que hoy representa respecto
a los estatales, se reproduce en lo fundamental la añeja
lógica de que el capitalista incrementa su ganancia a través
de la apropiación de determinada cantidad de trabajo no
retribuido a trabajadoras/es.
El capitalista pugna por reducir los salarios y prolongar
la jornada de trabajo, mientras que el trabajador presiona
constantemente en el sentido contrario. Si bien esta ten-
sión puede ser regulada por la ley, la distribución de la
riqueza social entre capitalistas y trabajadores es cada vez
más desigual. No hay datos suficientes para evaluar el
fenómeno en Cuba, pero la observación empírica apunta
a ratificar esa tendencia.
Existe una falsa disyuntiva entre forma de gestión y
propiedad estatal y privada. La misma deja fuera las for-
mas socializadoras del poder en los procesos productivos.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 132

Nada impide que las relaciones de producción contenidas


dentro del trabajo por cuenta propia exploren formas
cooperativas, solidarias, mutualistas, de producir bienes y
servicios, donde el/la trabajador/a no se somete a los
designios salariales de la burocracia ni a las exigencias
económicas de una dueña o un dueño. Donde, por el con-
trario, establece sus propios mecanismos de distribución
de las riquezas, dígase beneficio, ganancia.
Esto exige ir más allá de la comprensión de economía
realmente existente, la que pareciera tener carácter univer-
sal, por encima de la historia, y en esa condición desco-
nectada de nociones como política, ética, moral y justicia.
Contrario a esa comprensión, el debate sobre el cuen-
tapropismo no es solo económico. Este no debe obviar la
cuestión del derecho de las mujeres, las prácticas discri-
minatorias lesivas a la dignidad, la justicia laboral, la res-
ponsabilidad social con el entorno físico y con el desarrollo
local, la creación de espacios para la sistematización de
experiencias y elaboración de recomendaciones para las
políticas públicas.
Sobre este particular todavía queda mucha tela por donde
cortar. El asunto está en qué tijera se usa y por dónde em-
pieza el corte.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 133

Árbol que nace torcido… Cooperativas no


agropecuarias
(Noviembre, 2017)

U na de las tendencias menos felices de las reformas en


Cuba es la inestabilidad en las regulaciones y en los
plazos de evaluación y ajuste. Esto genera incertidum-
bre respecto al fomento, competencias, consolidación
y expansión de las formas de propiedad y gestión econó-
mica que contempla el modelo de desarrollo.
Pero, el caso más significativo, y paradójico, es el de las
cooperativas no agropecuarias, cuyas adecuaciones se
enunciaron en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder
Popular. Más allá de una valoración específica, reiteran
que las cooperativas no agropecuarias nacieron “torcidas”
y los ajustes en el camino, por más que lo pretendan, no
lograrán enderezarlas si no se revisan las fallas de origen.
El primero de ellos es que surgieron para liberar al
Estado de la administración de actividades económicas,
productivas y de servicios, que no se consideren prin-
cipales. Es decir, no se concibieron como una fórmula
alternativa en la que productoras/es puedan gestionar
directamente la propiedad social y potenciar valores de coo-
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 134

peración, reciprocidad y responsabilidad social. No se re-


toma el espíritu del artículo 20 de la Constitución en el cual
se expresa que la «[…] propiedad cooperativa […] constituye
una forma avanzada y eficiente de producción socialista».
En segundo lugar, el carácter experimental que se le con-
fiere incrementa la incertidumbre sobre su futuro, conjugado
con el entuerto administrativo establecido para su apro-
bación y el congelamiento de facto en el que se encuentra.
Todo lo anterior redunda en el carácter paradójico del
proceso. Si bien las cooperativas, por su proyección social,
tienen preferencias en cuanto a impuestos, acceso a créditos,
insumos, entre otras ventajas; y se reitera que son parte
constitutivas del modelo, en la práctica resultan un sí…
pero no. Un cúmulo incesante e incomprensible de escollos
entorpece su desarrollo. Esto puede responder a que, o no
se comprenden a cabalidad los alcances y sentidos del
cooperativismo, o no se quiere asumir su verdadera di-
mensión: concreción del empoderamiento de la clase
trabajadora.
Una tercera falla de origen es lo que pudiéramos
denominar tratamiento de empresa estatal recibido.
Más del 75% de las aprobadas provienen del sector estatal.
Es decir, son inducidas, lo que pone en tensión la poten-
cial evolución de los principios cooperativistas, entre ellos, la
gestión democrática por parte de asociados/as, el interés
o compromiso con la comunidad y, sobre todo, la autono-
mía e independencia respecto a otras formas productivas.
Al indagar en este particular vemos que en el acápite con-
cerniente a los órganos de dirección, previstos en el decreto
ley que las regula, se definió la figura de Presidente de la
Asamblea de Asociados que, dada las prerrogativas con-
templadas, se convierte en un órgano casi unipersonal.
El mismo ejerce la representación, sin límites declarados,
frente a los propios socios y a terceros, así como la potes-
tad de suscribir contratos. Con sus actos puede afectar a
la cooperativa y a los cooperativistas, lo que se concreta
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 135

no solo en casos de ingresos excesivos para los directivos,


sino en robos, relaciones jerárquicas y subordinación del
resto de los miembros de la asociación productiva.
¿Por qué reproducir los roles directivos centralizadores de
la empresa estatal? ¿Por qué estimular la subjetividad del
dueño de facto también presente? ¿Si la Asamblea es el ór-
gano principal de dirección del que dimanan las decisiones
y su control, por qué otorgar tales prerrogativas a su pre-
sidente?
Los indicios de tratamiento de la empresa estatal se
refuerzan en que el presidente de la Asamblea lo es, a su
vez, de la Junta Directiva; y en esa condición propone o
exige que se adopten las medidas necesarias para que se
cumplan recomendaciones de actores externos a la coope-
rativa y controle su cumplimiento. ¿Es una manera novedosa
de repetir el esquema de representante de los trabajadores
y el no control directo de estos? ¿Será una fórmula nueva
para reproducir el control burocrático sobre las unida-
des productivas?
Al conocer las alarmas respecto a la conducta de algunos
directivos de cooperativas, y al tener delante estas distor-
siones originarias, no ha de extrañar que algunos asuman
actitudes y decisiones del dueño privado, o que reproduz-
can las relaciones omnipotentes de un director o una
directora de empresa. ¿Qué debe cambiar, esencialmente,
para que esta distorsión no continúe “torciendo” el árbol?
Si el problema, como parece, es estructural (en forma
y contenido), la solución debe tener el mismo enfoque.
Para “enderezar” el árbol, los órganos de dirección de las
cooperativas deben ser reformulados. Lo cual resulta
necesario, pero no suficiente. Las cooperativas tienen
un principio educativo, cuyo enfoque es ético, político y
democrático. Su alcance y complejidad se resume en un
enorme reto cultural. Un cambio en las maneras de com-
prender las relaciones productivas que no se decretan,
se aprenden en un proceso formativo, fruto de una trans-
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 136

parente y permanente intencionalidad política.


La formación no se reduce a programas de prepara-
ción, con prioridad para sus directivos, donde se privilegian
temas como la gestión de negocios, el sistema de conta-
bilidad y la organización del sistema de control interno.
La formación implica, además y esencialmente, el conoci-
miento, uso y defensa de los derechos de sus miembros,
quienes deben estar en condiciones de ejercer, desde el
consentimiento informado, las nuevas relaciones pro-
ductivas. Formación que implica aprender, en la práctica,
el control y enraizamiento de los derechos.
Por lo tanto, la formación ha de contribuir, igualmente,
a cumplir el principio de que cada socio o socia es un
voto, con independencia del rol que ocupe. Voto desde el
cual, al ejercer la soberanía conscientemente, se acorrale
a la corrupción, a los feudos privados y a las jerarquías
indecentes. Tales hábitos tienen dos rivales de conside-
ración: la transparencia en el uso de la información y el
control colectivo.
Es por ello que los/as asalariados/as deben ser los más in-
teresados en crear cooperativas, ya que las relaciones sa-
lariarles son un contrasentido allí donde se colegia en
asamblea la distribución de las utilidades. De esta manera,
será posible aspirar a que un presidente-dueño-director
no reciba catorce veces más ingresos que los operarios,
a que las funciones administrativas no sean más importan-
tes que las productivas, y que la soberanía de la Asamblea
ponga límites a sus representantes.
Si bien las cooperativas inducidas enfrentan muchas
dificultades, no hay porqué renunciar al intento de crear
en esa transición relaciones más justas y eficientes. Sería
sano valorar también sus logros y resaltar ejemplos de
buenas prácticas existentes.
Sin embargo, deberán incrementarse las coopera-
tivas creadas por grupos motivados, tampoco libres de
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 137

pecado. Y desde esa lógica estimular experiencias produc-


tivas en las comunidades, sobre todos en aquellas en
franca desventaja.
Ha de comprenderse que el sentido de la cooperativa
no es descargar al Estado, sino contribuir a la modificación de
paradigmas económicos enquistados en el sentido común.
Esos que lastran la búsqueda de relaciones más justas
por su alcance social, ético y democrático: espíritu de la
organización productiva cooperativa.
En una revisión integral de este asunto, sería deseable
otorgar autonomía a los gobiernos locales para la apro-
bación de estas, así como la creación de una entidad que,
al tiempo que coordine, viabilice y proteja de toda distor-
sión esta forma de gestión, honre los principios cooperativos
en su modo de funcionar.
El apego a esos principios implica entender que la
cooperativa no es una empresa estatal, ni privada, y que
no hay jerarquías entre directivos y productores dentro
de la gestión democrática, sino mandato colectivo, respon-
sabilidad mutua y comunión de intereses. Lo contrario
será siempre un árbol torcido.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 138

Reformas y derechos
(Julio, 2018)

E l proyecto social socialista cubano ha tenido como cen-


tralidad los derechos sociales. Mejor decir, estos han
sido una prioridad política. En la historia nacional no exis-
tió una relación más estrecha entre desarrollo económico
y derechos sociales que la lograda en los primeros treinta
años de la Revolución.
A partir de las reformas de los años noventa, del siglo xx,
esta relación entró en tensión, no porque perdiera cen-
tralidad en el discurso oficial, sino por los resultados de
las transformaciones acometidas.
En el período de reformas en curso, conocido como
actualización del modelo económico y social, continúa plan-
teado como problema la relación entre reformas y dere-
chos humanos, más específicamente el componente social
de estos. Las preocupaciones sobre este tema se pueden
rastrear en discursos políticos, académicos y en el sentido
común. Es decir, en propuestas programáticas, en análisis
estadísticos y en anécdotas, cada una de las cuales es
válida al colocar matices y perspectivas diversos.
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 139

Frente a este asunto, parto de comprender que reforma


económica no tiene un significado unívoco. En realidad,
como base, tampoco la economía lo tiene. Por tanto, es
bueno aclarar desde qué nociones de economía se parte
y con qué potencialidades cuentan para sustentar el acceso
universal a esa parte de los derechos humanos que son
las artes, la salud, la educación y el trabajo dignos.
Las estructuras, dinámicas y relaciones económicas en
Cuba viven un claro proceso de cambio, con independencia
del carácter que estos tengan. Supongamos que si este
proceso fuera más rápido, amplio e integral, idea defen-
dida por muchas/os, habrá mayor producción, excedentes,
acumulación y gastos para responder en positivo al man-
tenimiento, y mejora, del acceso universal a esos derechos.
Todo lo cual es necesario, pero no suficiente.
Por eso habría que preguntar también ¿desde qué
lugar social se distribuye la riqueza producida?, ¿esta dis-
tribución se asume como mercancía o como derecho?,
¿qué grupos sociales y en qué proporción participan de
la generación, gestión y apropiación de la riqueza?
Estas preguntas develan como enfoque, una vez más,
la relación entre economía y democracia, esta última una
manera específica de ver la política; enfoque que, prác-
ticamente ausente en los análisis sobre las reformas en
curso, es imprescindible para abordar la relación entre
reforma y acceso universal a los derechos sociales.
Otra arista del mismo análisis sería las nociones de
desarrollo que disputan en este escenario de transforma-
ciones. Si este fuera entendido como crecimiento econó-
mico, a toda costa y todo costo; concentración de las
riquezas en sectores y grupos más competitivos frente a
la exclusión de otros, adecuación a las exigencias de ins-
tituciones que consagran al mercado mundial, donde las
variables eficiencia y eficacia omiten las relaciones so-
ciales desde las que se generan; entonces el acceso uni-
versal al arte, la salud, la educación y el trabajo dignos
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 140

tendrán un destino incierto. Noción de desarrollo para la


que la democracia económica tendría poco que aportar.
Si por el contrario, el desarrollo se asume en su acep-
ción potenciadora de la creatividad, las capacidades y
la vida digna del ser humano, en tanto individuo y comu-
nidad, y su contenido integral refiriera a la centralidad
humana como condición del mercado y no a la inversa;
si el alcance del desarrollo se verificara en la vida
cotidiana de todos y todas; hábitat digno, servicio sociales
universales, gratuitos y de calidad, alimentación segura,
variada y sana, distribución justa de las riquezas, espacios
de ocio…; entonces el acceso universal a los derechos
humanos tendría un curso más prometedor. Desde esta
perspectiva la relación economía, desarrollo humano y
democracia serían contenidos de la integralidad demandable
al proceso de reforma.
Para un proyecto de justicia social como el cubano,
entiéndase acceso universal a los derechos sociales, es
condición una reforma económica integral favorable a la
inclusión y la distribución, no a la exclusión y la concen-
tración. Reformas a favor de la vida humana y natural,
y contrarias a los procesos de mercantilización de todas
las relaciones sociales y con la naturaleza.
Para encaminar esta visión se debe definir como estra-
tégico el proceso de democratización económica, al tiempo
que potenciarlo, no solo al interior de las unidades pro-
ductivas —sobre todo estatales, cooperativas, asociativas,
familiares y comunitarias—, sino en los espacios públicos
donde se definan las políticas económicas, a nivel comu-
nitario, municipal, provincial y nacional.
Más concretamente, por ejemplo:

—potenciar experiencias de presupuestos par-


ticipativos y comercio justo facilitadas por los
gobiernos locales, que partan del nivel barrial;
Tercera parte. Más allá de lo económico _ 141

—alcanzar una participación descentralizada en


la definición y control de las inversiones de
capital extranjero;
—potenciar el control democrático dentro de
las empresas que encamine la responsabilidad
social de estas;
—mejorar las condiciones para conectar las expe-
riencias locales con la cooperación internacional;
—ensayar propuestas de economía social y
solidaria en pequeñas y medianas empresas
locales y sectoriales;
—potenciar formas de propiedad y gestión
comunitarias autónomas para la producción
de bienes y servicios, que incluyan salud
comunitaria, alternativas educativas, coopera-
tivas de consumo y de vivienda, y facilitar el
acceso a créditos con intereses mínimos.

No es posible que estos procesos, presentes en Cuba


en diferentes niveles de evolución, progresen por gene-
ración espontánea. Es imprescindible su estímulo, acom-
pañamiento y priorización desde las políticas estatales,
las que también implicarían procesos democratizadores
en la definición de estas y una creciente transparencia en
la información económica.
Este pudiera ser un camino más seguro de reformas
económicas para lograr la sostenibilidad del acceso uni-
versal a las artes, la salud, la educación y el trabajo
dignos. Si el control sobre los derechos no es creciente
y permanente, en cualquier momento estos pueden
quedar relegados por “necesidades económicas”. Ha de
apostarse, entonces, por la acumulación de una cultura
económica emancipadora donde no se asuman los de-
rechos sociales ni como costo de producción ni como
gasto burocrático.
Cuarta parte
Cotidianidad
de la política
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 143

¿Derecho de admisión
o de discriminación?
(Junio, 2017)

U na tarde, después de recoger a mi hijo en la escuela,


fuimos a una cafetería “particular” de las que pululan
en los barrios habaneros. Mientras esperábamos por el
servicio, entró otra persona a hacer su pedido. Colocó
un peso en el mostrador y dijo: —Un café. Era un hombre
sucio y desarreglado, como su ropa. Llevaba un saco
lleno de desusos.
La muchacha se prestaba a servirle una pequeña taza
cuando, salido de no sé qué lugar, apareció un hombre
increpando a aquel que quería un café. Le espetó un ra-
cimo de improperios y lo botó del lugar. —Esto es mío y
aquí entra el que me da la gana. Gritaba casi en convulsión.
La persona que quería un café, y que tenía el peso para
comprarlo, se marchó sin alzar la voz. La empleada per-
manecía atónita, al tiempo que asintió con la cabeza ante el
reclamo del dueño exaltado para que evitara que “gente
así” entrara al lugar.
De los presentes, unos miraban al lado como si nada
pasara. Para otros era obvio que un tipo sucio no debe
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 144

entrar en una cafetería. Además, el dueño decide lo que


pasa en su negocio.
Mi hijo me preguntó por qué habían botado a ese
hombre. La respuesta, salida de mi indignación, fue que hay
personas que al acumular un poco de recursos y al ser
“dueñas” de algo, creen estar por encima de otros seres
humanos y se arrogan el derecho de admisión, perdón,
de discriminación.
¡Cuánto hubiera deseado que ese fuera, además de
extremo, un episodio aislado! Pero no es así.
En otros sitios anuncian que el lugar está lleno cuando
algunas personas que desean entrar no cumplen los
“requisitos” (no declarados) para tales sitios. La manera
de vestir, “el porte”, si llega en carro o no, el color de la piel,
“la clase”, el “tipo” y la posible solvencia frente a los
precios del lugar, son algunos requisitos incuestionables.
Ambos ejemplos se solapan en un sinnúmero de justifi-
caciones. Pero hay lugares donde el asunto está al desnudo.
Estos declaran en la entrada que: se reservan el derecho de
admisión. Claro, puesto a ver, es una manera más decen-
te de decir: —Esto es mío y aquí entra el que me da la gana.
Por supuesto, tienen a su favor que las personas están
avisadas de que pueden no ser admitidas, perdón, que
pueden ser discriminadas.
La discriminación no es cuestión de datos. Es, sobre
todo, cuestión de actitud, de orden y prácticas sobre los
derechos. Pareciera que algunos y algunas comprenden
la prosperidad, el desenvolvimiento económico y la buena
gestión también desde la discriminación. Hay quienes,
de manera conciliadora, la asumen como una lastimosa e
inevitable necesidad.
En cualquier tipo de sociedad es un sinsentido pretender
el control del pensamiento. Pero sí pueden ordenarse so-
cialmente los límites en el que el pensamiento se realiza.
Una persona puede pensar que otra, con determinadas
característica, no debe entrar a algún lugar. Pero ¿es legal
tener en un espacio de servicio, público o privado, un
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 145

anuncio que consagre el derecho de admisión, perdón,


de discriminación?
Esos carteles que pueden ser vistos en La Habana
¿acaso serán el preludio de una realidad más perversa?,
¿acaso serán un tanteo para ir luego más lejos? Por ejem-
plo para decir: en esta playa no entran negros, esta escuela
es para blancos, aquí no entran homosexuales, los sin
tierra vayan a otro lugar; si no eres blanca, joven, delgada
y sin hijo, ni vengas.
No es delirio altruista lo que genera esta preocupación.
Todos esos planteos, maneras de pensar, laten de modo
descarnado en zonas de nuestra vida cotidiana.
Claro, no hay vida social sin orden. El asunto está en
cuál es el carácter de ese orden. Por ejemplo, es anticons-
titucional discriminar a cualquier ciudadano por motivos
lesivos a la dignidad humana. En la Carta Magna se espe-
cifica, al menos para los espacios públicos, que todo
ciudadano tiene derecho a ser atendido en todos los
restaurantes y demás establecimientos de servicios.
¿Acaso la propiedad privada y la eficiencia económica
que le atañe implica otra relación con ese derecho? ¿Acaso
la libertad de lo privado lo es también de discriminación le-
siva a la dignidad humana? Sería deseable que la reforma
constitucional venidera —ojalá constituyente— consagre
el derecho de cada ciudadana y ciudadano de ser aten-
dido en restaurantes y demás establecimientos de servicio,
también para los espacios privados.
Miremos el asunto desde otra perspectiva. ¿Todas las
personas pueden ser admitidas en espacios públicos y pri-
vados? ¿Algunas merecen ser discriminadas? La distinción
de inicio es que la discriminación es lesiva cuando se
enfoca en el origen o atributos simbólicos de las personas.
Sin embargo, la discriminación es positiva cuando se
enfoca en conductas lesivas a la dignidad de las personas.
Por ejemplo, no es lesivo ser negra/o, homosexual,
pobre, mujer, oriental, gorda/o, discapacitada/o, reli-
giosa/o. Por tanto, esos atributos no son discriminables.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 146

Sin embargo, la conducta racista, homofóbica, explotadora


de cualquier signo, machista, acosadora de otras personas,
sobre todo de las mujeres, la violencia agresora, el fun-
damentalismo y las estructuras de la pobreza son lesivas a
la dignidad, por tanto son discriminables.
La reacción ante estos carteles que declaran el derecho
de admisión, perdón, de discriminación, no debería ser
quitarlos. En su lugar, una opción pudiera ser reescribirlos,
ser más conscientes y consecuentes y decir: En este lugar
nos reservamos el derecho de discriminación.
Claro, ya las dueñas y los dueños decidirán y declararán
a quién o a qué discriminan.
En cualquier caso la ley tendrá su posición al respecto.
La gente decidirá si mira para el lado, si se siente cómoda
o si se indigna.
Las personas empleadas acatarán el contenido del
cartel o se resistirán. Un hombre en harapos podrá, o no,
tomarse un café. Mi hijo me preguntará si discriminar es
justo y yo le responderé: —Depende…
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 147

Hamburguesa con conciencia de clase


(Mayo, 2017)

N o son pocos los espacios en La Habana donde se


pueden encontrar ofertas de hamburguesas. Varia-
dos sabores, texturas, grosores, añadidos y aderezos las
caracterizan. Hamburguesas de pollo, cerdo, res y “ave-rigua”
pueden ser encontradas al interior de diferentes calidades
de pan; como diferentes son los barrios, las estructuras, el
color, la música, las/os dependientas/es y el confort de
los sitios donde se ofertan.
En algunos lugares se puede consumir para’o, en otros
sentados, y hasta con servilletas. Si el bolsillo y el estómago
aguantan, pueden llegar de a dos, con doble queso, jamón,
bacón e inclusive con huevo frito y piña si usted se ani-
mara. Tan variadas como los tipos de hamburguesas, su
presentación y los lugares donde pueden encontrarse,
son las envolturas para llevar: la tradicional jabita de
nylon, el termo pack a la medida, o un cartucho de nuevo
tipo estampado con la identidad del lugar. En ocasiones
puede llevarse, sin costo adicional, una tarjeta de pre-
sentación para que no pierda el camino y vuelva pronto.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 148

Las condiciones para “chocar” con una hamburguesa


son variopintas. Estas nos dan una imagen diversa,
enriquecida y pintoresca de lo que va siendo, al menos,
La Habana. No todas las hamburguesas son para todos y
todas. Los precios no corren sus cortinas para todos los
bolsillos. El glamour no está al alcance de todas las bocas.
El drama de las desigualdades sociales al alcance, y las
que se prefiguran, es cada vez más claro. Algunas per-
sonas consumen las hamburguesas de setenta, ochenta
y cien pesos, sumando el jugo de fruta natural o batido, y
algún helado para retocar. Otras las consumen de veinte
pesos, acompañado de un “jugo natural” de polvito. A veces
incluyen el aderezo amargo de contar cada gota de mo-
neda nacional que tienen al alcance.
Para que esto no sea una imagen simple o una carica-
tura demasiado gruesa, lo condimento con algunos matices.
Por ejemplo, hay quienes pueden consumir, en una oca-
sión especial, las hamburguesas más buenas. Por otra
parte, están quienes no tienen reparos ni “puritos”, cuando
la premura o la economía lo dictan, en consumir las ham-
burguesas más malitas; esas que muestran sus niveles
menos honorables en espacios de gastronomía estatal
con precios que pueden oscilar entre los tres y los diez
pesos.
Tampoco la elección es estrictamente hija de las posibi-
lidades; este producto cárnico apetecible, rápido de ela-
borar y degustar puede ser consumido como status: dime
qué hamburguesa comes, y dónde, y te diré quién eres.
Si esto no es suficiente para comprender el aderezo
clasista de las hamburguesas, comparto otra perspectiva
del mismo asunto.
Hasta aquí lo hemos visto del mostrador hacia fuera,
más concretamente, desde quienes las demandan. Ahora
echemos una mirada del mostrador hacia dentro, es
decir, desde quienes las ofertan.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 149

Estimulado por una persona conocida, me di a pre-


guntar en algunos de esos establecimientos, ¿qué pasaría
si llegara McDonald a Cuba? Las respuestas, interesantes
en gestos, tonos y contenidos surcan dos tendencias, de
una parte: —Entonces trabajo para McDonald, a lo mejor
me pagan más; de otra: —¡Va!, se me jode el negocio
porque esta gente se lo traga todo.
Lo interesante es que la primera respuesta sale de las
personas asalariadas, por lo general mujeres jóvenes que
cumplen con los estándares de belleza al uso. La segunda
sale de los dueños, por lo general hombres “maduros”.
En esas respuestas desenfadadas se manifiestan dos clases
sociales, acaso sin suficiente conciencia de su condición.
Claro, puede ser que al final crean que son lo mismo:
trabajadores por cuenta propia. Pero bueno, eso no es lo
importante ahora. Lo cierto es que el contenido clasista
de las hamburguesas, al menos en La Habana, viene
incluido en su oferta y consumo.
Seamos conscientes o no, nos importe o no, ahí está
ese sabor que solo puede ser reconocido si somos sen-
sibles a él. Lo más simpático y llamativo, hasta motivador
si se quiere, es que el aderezo de las clases sociales se
repite una y otra vez. No importa el producto o servicio
que se quiera considerar. Lo podemos sentir, si lo de-
seamos, en un helado o en unos camarones al ajillo; en
una palangana para bebé o en un círculo infantil privado
o público; en unas vacaciones en Playa Amarilla o en un
paseo por el Mediterráneo.
El asunto en cuestión no es la hamburguesa. ¿Eso que-
da claro, no? Ella es, al tiempo que una justificación delei-
tante, un botón de muestra de las desigualdades sociales
que se repiten y crecen, que se manifiestan sin pudor, se
asientan, se naturalizan. Desigualdades que reciben como
antídoto de larga data ser ignoradas o justificadas política,
teológica, ontológica y económicamente. Justificaciones
que solo son recursos para la desensibilización.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 150

Es obvio que en estas páginas no hay la más mínima


intención de hacer una guerra sin cuartel contra el
consumo de hamburguesas. Como es cierto que no hay
que complicar las cosas y que comérselas puede ser eso
y más na’. Pero es igual de cierto que podemos degustar
no solo la hamburguesa sino la realidad que la circunda.
A eso invita la dimensión espiritual de comprender
quién soy, más allá de un ser vivo, incluso social, que se
alimenta. A eso invita la opción, junto a Martí, de no ser
de esos hombres y mujeres que pasan por la vida, comen,
beben e ignoran que pasaron. Y es esa la sugerencia de
estas páginas: comer, en alguna que otra ocasión, una
hamburguesa con conciencia de clase.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 151

Un día que se parezca a lo que somos


(Mayo, 2018)

E n la madrugada me despierta un bullicio inusual.


Altavoces, cantos, gente de un lado a otro que ríe y
habla alto, guaguas que se hacen sentir a golpe de claxon.
Es Primero de Mayo.
Los días previos llegaron a ser tediosos por la cantidad
de mensajes públicos, quizá por su mala factura que
incluye lenguajes viejos y porque, al ser diseñados desde
arriba, no condensan la diversidad de criterios, particu-
laridad y enfoques existentes en los diferentes sectores
y territorios del país.
Sin embargo, el bullicio madrugador, el convite de ami-
gos y amigas, y algunas razones difusas, logran movilizar
a la caminata, la celebración, la alegría y la concurrencia
fraterna que se genera los primeros de mayo.
He escuchado que la gente va obligada a la plaza porque
pueden perder el empleo o algún privilegio. Tal vez exista
por ahí una experiencia de esa índole, pero personas
obligadas y sometidas no es lo que se respira en un día
como este. Mi experiencia desde niño es que la gente
la pasa bien, inclusive lo hacen en familia.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 152

Sin dudas, el Primero de Mayo es un día de celebración


para las cubanas y los cubanos. Pero… ¿es solo eso?,
¿qué se celebra realmente?, ¿sería posible ponerle otros
contenidos, con la alegría incluida?, ¿preparar el desfile
no podría ser, también, la elaboración de consignas y
pancartas diversas?, ¿cómo nos conecta este día con
trabajadoras/es de otros lugares?
Es importante recordar que el Primero de Mayo es un
día simbólico en el que la clase trabajadora se moviliza
contra las formas de opresión y celebra sus luchas. Las con-
signas se relacionan con demandas concretas en cada
momento, región y país, también con posicionamiento
frente a episodios coyunturales. Entre los temas más re-
currentes están el aumento salarial, el respaldo a las fuer-
zas políticas que impulsan el derecho de trabajadoras/es
y la negación a quienes benefician a la clase empresarial;
defensa de la soberanía nacional contraria a las arbitra-
riedades de las transnacionales y en solidaridad con las
luchas en otras partes del mundo.
El caso cubano tiene sus particularidades. Las consig-
nas son menos concretas: unidad, compromiso, victoria…
A las mismas se les podría preguntar: ¿unidad respecto a
qué?, ¿compromiso de quiénes y con qué?, ¿cómo se
concretan las victorias?, ¿qué relaciones guardan estas con
los intereses específicos de la clase trabajadora?
Miremos este asunto en su contexto. Cuba vive una
acelerada restructuración socio-clasista, sin embargo, las
manifestaciones políticas organizadas se mantienen sin
cambios esenciales. Esto quiere decir que hay una reali-
dad que no logra develarse en toda su complejidad.
Por ejemplo, los trabajadores y las trabajadoras, quienes
no poseen los medios de producción y solo cuentan con
la fuerza de trabajo por la que reciben un salario insufi-
ciente, tienen delante los intereses de sus empleadores,
estatales y privados. Sin embargo, según la ley, se afilian
a un mismo sindicato y parecieran compartir en igualdad
de condiciones las mismas metas: sostenibilidad y pros-
peridad.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 153

Súmese a este cuadro el caso específico del campo,


donde el campesino poseedor de tierra difiere del jor-
nalero que solo la trabaja. Otro tanto ocurre con la capa-
cidad decisora de la burocracia, sector que mantiene el
poder detrás del buró. Este, sin ser elegido ni controlado por
la clase trabajadora, decide en su nombre.
¿Las diferencias que se asientan en el proceso de reforma
deberían traducirse en las consignas del Primero de Mayo?
¿Desatender esta realidad diluye el carácter clasista de
la celebración? ¿El apoyo al gobierno recién elegido implica
que se reconozcan las complejidades que esta realidad
genera?
Qué tal si entre los carteles del desfile aparecieran
demandas tales como elección de los directivos empre-
sariales por trabajadoras/es; poder de decisión sobre la
distribución de beneficios en las empresas; protección
legal verificable al derecho de empleadas/os en el sector
privado; más poder a los sindicatos frente a los directi-
vos empresariales; prioridad a las cooperativas… Qué tal
si esas demandas entraran en la agenda del nuevo
gobierno.
Cuando pensamos afectivamente en lo que ha represen-
tado el Primero de Mayo en Cuba por décadas, es una
buena cosa que las cubanas y los cubanos tengamos
un día de celebración en nuestras plazas públicas. Si lo
pensamos en clave de desafíos, habría que asumir la
diversidad contenida en la unidad y su derecho a mani-
festarse. Es cierto que no seremos un país más fuerte solo
por develar nuestras diferencias, pero tampoco lo sere-
mos si las ocultamos.
Poder manifestar nuestras diferencias será otra moti-
vación para que el bullicio inusual de la madrugada, los
altavoces y cantos, la gente de un lado a otro que ríe y
habla alto, las guaguas que se hacen sentir a golpe de
claxon, sean augurios de una jornada fraterna, más
consciente y más parecida a lo que somos.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 154

El juego de educar en el amor


y la libertad
(Octubre, 2017)

U na niña juega a ser maestra. Delante de algunas


muñecas y de un par de amigos, gesticula con un
puntero improvisado. Vocifera que algo está mal y exige
repetir la lección. Cerca, mamá y papá sonríen con orgullo.
Así lo muestra la televisión. La educación es un acto polí-
tico permanente. La niña que juega a ser maestra ensaya,
a través de su conducta, valores. Está siendo educada y
también educa.
La sociedad es un complejo y amplio sistema educativo
que produce, reitera y naturaliza un tipo de orden, de
relaciones y de funciones sociales. La sociedad es la matriz
de su propio sistema educativo, compuesto por muchas
instituciones, entre las cuales la familia, la escuela, la co-
munidad y los medios de comunicación son las más
robustas.
Pero, la escuela enseña a niños y niñas a “portarse
bien”, a aprender las lecciones y a respetar a sus maestras
y maestros. Para ello es respaldada por familiares que
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 155

comparten ese sentido y lo refuerzan, y por la comunidad


barrial, eclesial o de otra índole, que premia a quienes
responden a ese patrón y castiga a quienes no. En este
ciclo se naturaliza que las cosas son así porque no podrían
funcionar de otro modo.
La escuela tradicional, de la que Cuba no se ha despren-
dido esencialmente, castra la creatividad innata, el ansia
de descubrir como método natural de aprendizaje. Mutila el
juego, la alegría y el goce como forma de apropiarse de la
realidad. El constante proceso de error-acierto, espiral del
conocimiento humano, no está entre las esencias pedagó-
gicas más extendidas.
Esta escuela es un “parqueadero de niños y niñas”,
quienes deberían llevar al colegio solo la cabeza porque
el resto del cuerpo es un estorbo: “Bajen la cabeza”; “no
miren para atrás”, “no se rían”, “hoy no tienen receso”,
“van a ir para la escuela de conducta”, “no saben nada”,
“todo lo hacen mal”. Frases que, multiplicables en conte-
nido y forma, son una letanía indetenible.
La escuela tradicional es un tedio. Su función es fabricar
obediencia y reprimir rebeldías. Es un lugar en el que la
riqueza de lo diferente se empobrece en la homoge-
neización. Donde la diversidad es un dato y no un recurso
para el aprendizaje. Donde todas y todos tienen que
aprender lo mismo y al mismo tiempo. Allí las identidades
se diluyen en un rango entre 60 y 100 puntos, y en el
juicio dicotómico bruto-inteligente.
Una escuela que no forma en los valores que proclama.
La solidaridad, el compañerismo, la cooperación, el respeto
al diferente, la aceptación y la ética no germinan dentro de
un orden escolar de obediencia, de autoridad parcelada,
del temor como recurso y la desatención a la experiencia de
vida como fuente de aprendizaje.
Por otra parte, esta es una escuela que evalúa resul-
tados y no procesos. En la que aprender es reproducir reglas
ortográficas, fórmulas matemáticas y datos históricos que,
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 156

por lo general, sirven bien poco por su desconexión de la


vida cotidiana. Una escuela que adiestra en las preguntas
y las respuestas y desactiva la propensión al porqué con la
que las y los infantes reconocen el mundo.
Esta escuela tampoco se centra en educar las relaciones
humanas desde el diálogo, el disenso, del pensamiento
crítico, la mediación de conflictos y la búsqueda de con-
sensos; ni en el significado y concreción de la vida en
comunidad, por lo que individualiza el saber y no con-
diciona su construcción colectiva.
Así se obvia que la democracia, el poder y la justicia
se aprenden en la práctica cotidiana, y que la escuela debe
contribuir a que se ensaye la toma de decisiones, la elección
y la gestación de alternativas, individual y colectivamente.
Escuela tradicional en la que el orden y la disciplina no
dan sitio a la ternura. No se prioriza enseñar a expresar
las emociones ni a gestionarlas. Tampoco se constituye
en sentido educativo el cuidado de la felicidad y la alegría
que genera la autoestima. Escuela donde no se apuesta por
la responsabilidad que implica aprender a manejar la con-
ducta.
Lo anterior no niega que cada septiembre traiga felici-
dad al abrirse las puertas escolares en cada rincón cubano.
Las niñas y los niños, con toda la ansiedad colocada en el
pupitre, encuentran un stock de materiales que les espera y
un colectivo de maestras que les acompañarán. Realidad
posible por el principio político de que los apuros econó-
micos no nieguen al sistema escolar su carácter universal
y gratuito. Condición que tenemos que defender con las
manos y con el alma.
Pero debemos ir más allá. Hemos de apostar por una
revolución pedagógica que haga más pleno y sostenible el
espíritu liberador de la Revolución.
Una revolución que supere lo ya logrado, que lo
enriquezca, que corra los límites una vez más.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 157

Un sistema de educación que contribuya a producir


ciudadanos y ciudadanas sostenedores de la república
con todos y para el bien de y todos. Sistema cuya función
sea educar en y para la libertad, la democracia y la feli-
cidad. Para el cual la relación libertad, ternura y comunidad
sea un principio constituyente.
Aspiremos a que la niña que juega a ser maestra sienta
que: podemos vivir sin saber logaritmos, pero no sin
saber relacionarnos con los otros y las otras; que estudiar
no es un acto de consumir ideas, sino de crearlas. Que es
más libre la persona con capacidad de comprender que
aquella que solo acumula información. Y que invite a la
pedagogía del placer en el proceso de descubrir la verdad.
Comprendamos que la solidaridad, aceptación, coope-
ración, humildad y el amor, como hábitos de vida, son
aprendizajes que exigen su propia estructura social para
reproducirse.
Aspiremos, entonces, a un sistema de educación que
asuma la escuela, la familia, la comunidad y los medios
de comunicación como espacios de creación de la vida
plena, digna y tierna que ha de sustentar la sociedad
humana. Llamémosle socialismo, Reino de Dios o como
nos parezca. Espacios educativos donde se explaye el
precepto de que se educa en el amor amando y en la
libertad liberando.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 158

Está planteado un dilema


(Junio, 2018)

U na anciana se encarga del agua en su edificio. Quita


y pone el motor, recoge dinero entre los vecinos si hay
alguna avería y gestiona lo necesario cuando la cisterna
se contamina. Vive en uno de esos edificios del Vedado
que la gente conoce como capitalista por la fecha y la calidad
de su construcción. En una ocasión pidió a los vecinos
regular el consumo de agua pues habría afectaciones.
Una inquilina, quien compró uno de los apartamentos
para alquilarlo, le dijo rotundamente que no podía pe-
dirles a los turistas que ahorren agua porque eso le afecta
el negocio.
No muy lejos, en la misma barriada, un arrendador
de habitaciones entró en conflicto con los vecinos que
viven encima de su casa porque molestan el descanso de los
extranjeros. El juego de los niños, el ir y venir cotidiano, el
paso por áreas comunes de ambas viviendas atenta contra
la estabilidad del negocio. En el momento álgido del con-
flicto, el arrendador planteó como alternativa a los vecinos
que se mudaran o le vendieran la casa.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 159

En el mismo Vedado, es notoria la compra y remode-


lación de añejas casas. Algunas personas, sobre todo ma-
yores, son tentadas a vender y se desplazan a zonas
menos favorecidas. En lugar de los antiguos propieta-
rios se asientan personas “prósperas”.
No es un secreto que la renta de habitaciones es uno de
los negocios más lucrativos. Esta actividad económica
genera encadenamiento con otras labores: jardinería, tra-
bajo doméstico, venta de productos diversos, transporte,
albañilería, carpintería de todo tipo. También es fuente de
importante contribución fiscal. En no pocos casos se esta-
blecen redes entre arrendadores que posibilita acceso
más estable a clientes y potencia el incremento del confort
y la calidad del servicio, así como la estética de los barrios.
Al interior de este grupo existen prácticas y tarifas gene-
ralmente compartidas y se conforma una suerte de iden-
tidad social y clasista que, en ocasiones, implica que otras
personas sobran.
¿Existirá un punto medio para esta tensión? ¿La anciana
del edificio, los vecinos sin recursos y los que venden
porque no les queda más remedio son daños colaterales
de la prosperidad de unos pocos? ¿Estas contradiccio-
nes quedan fuera de lo atendible para la actualización del
modelo? ¿La solución vendrá de las fuerzas autoregu-
ladoras del mercado, o serán paleadas por el efecto
derrame? ¿La función del Estado se reducirá a asistir a las
personas más desfavorecidas?
Frente a este fenómeno tenemos básicamente dos
variables: a) el derecho a la prosperidad mediante la venta
de un servicio de calidad; b) el derecho a una convivencia
digna para quienes no son prósperos. La relación entre
ambas no se da de manera natural y espontánea. Dependerá
siempre de las decisiones políticas, de los cuerpos legales
que las respalden y de la toma de conciencia de quienes se
implican en esa relación.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 160

Este asunto es una manifestación más de la tensión per-


manente entre el control social que garantice un orden
justo y digno y la maximización de la ganancia que tiende
a subordinar la realidad social, natural y humana. Más es-
pecíficamente, devela la contradicción entre el acceso a
una vivienda digna como derecho y la mercantilización
de este como solución.
Por otra parte, el acceso y disfrute de la vivienda es
uno de los datos más críticos dentro de la creciente
desigualdad por ingresos que signa nuestra realidad. La so-
lución asumida hace algunos años fue convertir la vivienda
en una mercancía realizable para quien pueda compararla,
o una inversión de capital para quien pueda rentarla.
En paralelo, el Estado mantiene, por un lado, magros
programas asistencialistas para responder a las situacio-
nes extremas, y para las que no lo son, pretende facilitar
soluciones por esfuerzo propio. Por otro lado, potencia
el desarrollo inmobiliario con elevados estándares que
benefician a una minoría, sobre todo foránea. Lo llama-
tivo es que no se incluyeron soluciones comunitarias o
cooperativas para el problema de la vivienda. El cuerpo de
soluciones vigente es de matriz individual y mercantil.
Añádase el debate sobre el retorno de la hipoteca, por
ahora solo para la segunda vivienda de descanso prevista
por la ley. Este dato me resulta alarmante por el entendido
de que la hipoteca es la forma más perversa de mercanti-
lización del derecho a la vivienda y la subordinación de
este a la maximización de las ganancias y la acumulación.
Usted podrá corregir estas líneas con ejemplos de per-
sonas que arriendan sus viviendas y respetan la convi-
vencia con sus vecinos, inclusive usted puede ser una de
ellas. Yo puedo sumar varios nombres a esa lista. Usted
podrá apostar porque la ley regule esta relación. Yo creo
que es un paliativo necesario que puede adelantar un
tramo de justicia, pero no será solución suficiente. Usted
podrá argumentar que la gente quiere su propia casa, no
fórmulas de propiedad común.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 161

Yo coincido con el diagnóstico pero no lo asumo ni


como condición natural ni como inamovible.
Por más contradicción moral que pueda causar, el agua
es un bien común hasta que no afecte mi negocio. Los ve-
cinos son buenas personas hasta que no comprometan
mis ganancias. El derecho a una vivienda adecuada se
constriñe a mi posibilidad de compararla. Ojalá todos
puedan tener una casa y una convivencia digna, pero al
final la solución de otros no es un problema mío.
El punto no es que unas personas sean egoístas y
de mala leche y otras solidarias y conciliadoras. No se
reduce a una cuestión de opción personal, aunque tam-
bién lo es. No basta que la ley medie ante las desigual-
dades.
El tema es más profundo, refiere a un patrón de
prosperidad tendiente a la maximización de la ganancia
como fuerza constitutiva de la realidad que, al mismo
tiempo, pulsa contra todo lo que lo obstaculice, inclusive
contra los derechos de otros seres humanos. Patrón que
encasilla la prosperidad en la acumulación material indi-
vidual e impugna cualquier alternativa comunitaria.
¿Estas particularidades se atenderán en una nueva
regulación sobre los edificios múltiples? ¿La prosperidad
podrá florecer sin comprometer el derecho de terceros?
¿Quiénes y dónde definen y controlan las soluciones frente
a esta tensión? ¿Qué institución protege a las víctimas de
la prosperidad excluyente?
El dilema está planteado ¿Usted qué opina?
162

Paternidad responsable como derecho


(Junio 2018)

É l está junto a ella en todas las consultas. Cuida su


alimentación sana y estable. Ambos comparten planes
y gestiones. Viven las alegrías y las tensiones que genera
la espera. Él la apoya en los ejercicios que la preparan
para el momento del parto. Esta imagen, afortunadamente,
se repite cada vez más en los espacios públicos y privados
en Cuba.
Sin embargo, cuando llega el día cero, él, ansioso y de-
seoso de estar cerca, no puede entrar. Tiene que esperar
en los bajos del hospital. No le permiten vivir el parto de su
compañera ni el nacimiento de su bebé. No tiene derecho,
en ese proceso, al disfrute de la paternidad responsable
por la que optó. ¿Dónde queda la norma que lo prohíbe o
lo permite?
Otras son las manifestaciones de la misma contradicción.
Por ejemplo, ellos deciden compartir el tiempo de cui-
dado durante los primeros doce meses, protegidos legal-
mente por la ley de maternidad-paternidad. Él participa
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 163

en el trabajo reproductivo, es decir, del cuidado de las/os


pequeñas/os. Ambos tienen similares ingresos por igual
trabajo, por tanto, compartir ese tiempo no es una al-
ternativa económica sino una elección afectiva.
Hasta aquí todo bien, pero, en el entorno social surgen
dudas, cuestionamientos y enjuiciamientos por la actitud
de ambos, lo que se traducen en sentencias como: la madre
es la que sabe cómo cuidar a un bebé; el hombre en la
casa se embrutece, en realidad él no quiere trabajar.
Vivir la paternidad responsable, aun cuando es un de-
recho protegido por la ley, en casos como este genera la
presión social que incluye esa extraña propensión a resistir
el cambio y descalificar a quienes lo intentan. ¿La educa-
ción no debería plantearse la naturalización de este de-
recho?
También sucede que al llegar el momento de los cui-
dados fuera de casa, más específicamente el proceso de
ingresar al círculo infantil, las preguntas importantes son
a la mamá. Su estado de salud, sus datos laborales, sus
condiciones e historia de vida durante el primer año de
maternidad. En ese momento no es imprescindible, pero
pueden añadir los datos del papá.
Él participa en el proceso de adaptación. Está atento a las
explicaciones que brindan. Pero la referencia, la última
palabra, el otorgamiento es con mamá. Ah, claro, también
el papá. Vivir la paternidad responsable no implica solo
actitud, resistencia y norma, también es un desafío edu-
cativo.
Tomemos por caso que esta pareja decide separarse.
Abogada mediante, intentan pactar el tiempo de cuidado
y disfrute de su nené. La patria potestad le corresponde a
ambos pero la guarda y custodia solo a uno de los dos.
La ley prevé que —a no ser en caso de probada incapa-
cidad—, la madre es prioridad. Él, quien asume responsable
y afectivamente su paternidad, sugiere que ambos
disfruten en igualdad de condiciones la guarda y custodia.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 164

Propone, además, que las condiciones de convivencia en


los dos espacios sean pactadas para que no se afecte la
educación del bebé.
La ley no prevé esta opción como derecho. Solo es po-
sible si es voluntad expresa de la madre. Al fin, acuerdan
un tiempo que es flexible, pero injusto, porque esta pater-
nidad alternativa y amorosa no es un derecho protegido
en estas circunstancias. De manera general, la norma
vigente enfatiza las obligaciones de los padres “tradi-
cionales” y no consagra los derechos de quienes eligen ir
más allá.
La paternidad responsable está incluida entre los
temas de equidad entre hombres y mujeres. Hace parte
de procesos más abarcadores como las luchas feministas
y la búsqueda de un nuevo tipo de masculinidad. Poten-
cia esencialmente relaciones de género liberadoras.
Con mayor o menor comprensión sobre esos procesos,
lo cierto es que no son pocos los padres que aparecen en los
ámbitos públicos y privados, de manera estable, dispuesta
y afectiva, asumiendo en la paternidad otra masculinidad.
¿No debería la ley consagrar esta opción como derecho?
Los roles de mamá y papá, tradicionalmente adosados,
tienden a moverse. La disciplina, el rigor, el regaño como
único recurso, la distancia afectiva y el ser de la calle se
desdibujan como rasgos paternos. La comunicación, el
acompañamiento amoroso, la sensibilidad, la responsa-
bilidad con los roles domésticos empiezan a transfigurar
aquel carácter heredado y reproducido.
La opción personal es un paso necesario, pero no sufi-
ciente. Otro tipo de paternidad exige otro tipo de derecho.
Las normas deben ser diseñadas para vivir con amplitud
y plenitud ese camino. También exige un permanente
proceso educativo, lleno de matices que miren el asunto
en su integralidad y alcance liberador.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 165

El pelo, la escuela y la libertad


(Noviembre, 2018)

—¡No puedes entrar con el pelo así!


Lo establece el reglamento escolar…

L a adolescencia es una etapa en que la diversidad se


muestra de manera singular. De un lado, con tensión y
conflicto; del otro, con desenfado y plenitud; atravesada
siempre por un embrollo de afectos y desafectos. En ese
tiempo, generalmente, nadie se parece ni a sí mismo.
Se busca, se abandona, se cambia, se retoma; es un mo-
vimiento caótico y maravilloso. Aceptarse más, hacerlo
menos, inventarse y reinventarse, son signos tormentosos
de crecer.
Resulta entonces contradictorio que en la escuela se
exija igual pelado, corte de pantalón, nivel para la saya,
uso discreto de prendas femeninas, no masculina; además
del mismo aprendizaje programado, en idéntico tiempo
y escala evaluativa. ¿Por qué les obligan a ser iguales cuan-
do no lo son, peor aún, cuando necesitan no serlo?
La escuela cumple el antiquísimo mandato de unifor-
mar la diferencia, de ponerla bajo control. Cumple su rol
de decir a cada persona: repite, obedece, moldéate, o en
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 166

término más coloquial: entra por la canalita. Esto es a lo


que se le llama disciplina.
Sería bueno preguntar: ¿quiénes diseñan el molde y
quienes construyen los canales?, ¿desde dónde?, ¿con qué
fines?
La escuela pareciera estar diseñada para que la liber-
tad quede fuera durante las horas de clase. Lo irrefutable
es que los adolescentes tienen una relación especial con
su libertad, la disfrazan de rebeldía e intentan buscarla
una y otra vez. Se aplastan el pelo, lo disimulan con el
cuello de la camisa, idea pretextos para no cortarlo, se
escurren de las miradas celadoras. Escamotea así al: no
se puede, está prohibido, es un error, estás sancionada/o.
¿No sería más útil y sencillo que la escuela acompañe
la educación de los y las adolescentes en relación con la li-
bertad, la propia y la de los demás, la individual y la colec-
tiva? ¿No sería más placentero educar la responsabilidad
que declarar la disciplina?
Qué tal si la escuela, en un proceso abierto y democrá-
tico para ese conjunto que son los docentes y estudiantes,
pactara normas de convivencia y su control, incluyendo
el uso del uniforme.
El ABC sobre la adolescencia subraya la experimentación
constante que en ella se vive. Esta, al igual que la rebeldía
intrínseca que se le imputa, debieran ser asumidas como
el gusto de aprender sin imposiciones, el no querer negar
quienes son. La escuela debiera facilitar un proceso edu-
cativo que les ayude a conocerse, reconocerse y aceptarse
en la riqueza de su diversidad, sin jerarquías ni homo-
geneidades impuestas.
La escuela tiene una misión educativa, instructiva, for-
mativa y capacitadora, pero su fin ha de ser la virtud, la
decencia, la libertad y la felicidad; su objetivo prioritario:
potenciar la autoestima, el relacionamiento humano y la
vida en comunidad.
Comprender es un proceso mucho más vivo, dinámico,
rico y natural que acumular acríticamente un montón de
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 167

información seleccionada sin diálogo. Es más sano y via-


ble enseñar a pensar y a cómo aprender, y no qué aprender
y qué pensar.
La escuela debería comprender que repetir lo esta-
blecido y poner en mute lo que realmente son, piensan
y sienten, asfixia a la adolescencia. Además de agotar,
limitar y sabotear la plenitud de quienes optan por en-
señar.
Sobrevivir con miedo a suspender, sufrir una expulsión
por cosas sin sentido, o quedar al margen del carril profe-
sional por no cumplir lo establecido no es el camino para
generar personas de bien: libres, solidarias y afectivas.
Tampoco hace bien a quienes enseñan prohibir, limitar,
sancionar y normar sin diálogo como base de las prácticas
educativas.
Mejores augurios tiene una escuela que señale cuali-
dades y aciertos, y no solo errores o defectos; que además
tenga más presente el esfuerzo y progreso que los resul-
tados. Una escuela donde prevalezca la pedagogía del
ejemplo, con igualdad, justicia y donde el placer de apren-
der y enseñar sea el primer motivo para llegar diariamente.
Quizá cuando la escuela entienda que las personas son
únicas, diversas, especiales e irrepetibles, y lo asuma
como una riqueza infinita y no como un peligro al acecho,
abandonará la pesada tarea de producir grupos homogé-
neos, uniformados y disciplinados, y dejará de mutilar el
mundo de sueños y esperanzas a donde corre la libertad
cuando le dicen:
—¡No puedes entrar con el pelo así!
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 168

Igualdad de género:
espíritu donde florece la libertad
(Septiembre, 2018)

U n hombre toma conciencia de su condición de machista.


Descubre las naturalizaciones, matices y sutilezas de
esa condición. Encuentra huellas claras en su historia de vida:
acoso, desprecio, cosificación, posesión, subestimación e
ignorancia. Da un paso más allá. Toma conciencia de ser
resultado de la cultura de la dominación, la que ostenta
en la desigualdad de género una de las joyas más precia-
das de su corona.
Descubre la historia de mentiras, injusticas y deforma-
ciones en la relación entre mujeres y hombres. Historia
de negación de derechos; de desigualdad social progra-
mada, de división del trabajo, de arremetidas contra la
dignidad y la identidad, de colonización del lenguaje, de
castración de los afectos, de mutilación de la plenitud sexual.
Historia sustentada en sentencias religiosas, científicas y
del sentido común que consagran la superioridad del ser
macho, varón, masculino por sobre el ser hembra, mujer,
femenina.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 169

Este hombre descubre el entramado social, clasista,


cultural y político de su machismo: el patriarcado. Sistema
contra el cual decide luchar. Resuelve enfrentar no solo
su aprendizaje y hábito de vida personal, sino las estruc-
turas políticas y subjetivas que sustenta la desigualdad
de género.
Se abre así, ante él, un camino lleno de dificultades y de
tentaciones. Asume, con el canto del poeta, que el que sigue
buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar.
Las sillas de los moralismos y dogmas inquisidores, de la
desaprobación y la exclusión, del castigo a quien pretende
mover los límites, de la descalificación a quien sueña
y obra en bien.
Entre todas, la silla de mayor tentación es la de los
privilegios que resultan del patriarcado. Este hombre,
resuelto a desaprender su machismo, ha de renunciar a
tener mejor salario por igual trabajo, a tener perspectivas
más promisorias para el empleo, a subestimar el trabajo
reproductivo, a llevar ventaja en la vida pública y distancia
del trabajo en comunidad.
Pero, este hombre ha de cambiar la visión de mujer-
cosa-inferior y superar las concomitantes emociones
fatuas que lo llevan a ser tolerante, cortés, delicado, pro-
veedor, condescendiente. Ha de asumir que los vocablos
nosotros, ellos, los hombres no contienen ni representan
al nosotras, ellas, las mujeres, sino que las invisibiliza las
subordina.
Este hombre tendrá que romper sus sometimientos
adosados al machismo. Exponer las fragilidades ocultas,
el llanto suspendido, la emoción domesticada. Tendrá que
deshacerse de la rudeza a prueba de fuego y de la razón
incólume, del control permanente sobre sí y sobre todo lo
demás. Tendrá que desaprender la ternura como debi-
lidad y asumirla como su humanización, y aprender los
placeres de la humildad, posible cuando crea y sienta el
valor de la mujer como su semejante.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 170

Renunciar a los privilegios es una apuesta radical por


la redistribución del poder. Entraña poner a disposición
de la mujer el poder que él ocupa de más. Contribuye
al desmonte de las relaciones opresivas y al empode-
ramiento colectivo contra las injusticias de género.
Crece en espíritu cuando renuncia. Crece en libertad y
en ternura. Pero no es suficiente. Este hombre no irá más
allá si no se reconoce, también, como parte de una his-
toria de resistencias, de un acumulado complejo de lucha
por la igualdad social de la diversidad humana. Lucha para
que rija un orden liberador en muchas dimensiones: indi-
vidual, clasista, comunitaria, social, racial, etaria, étnica,
heterodoxa.
Lucha que abarca, en un mismo empeño, los territorios
políticos y espirituales. Para la cual la convivencia, la mu-
tualidad y la igualdad deben reconocerse en las políticas
del Estado y en el estado del alma. Para la cual la espi-
ritualidad significa conquistar la ternura como esencia de
la ley; como contenido de vida cotidiana en el taller, en la
escuela, en el barrio, en el parque, en el hogar. Esencia y
contenido alcanzables solo cuando la igualdad de género
sea un sentimiento naturalizado en el Derecho.
Tomar conciencia de su ser machista, luchar contra ello,
le exige a este hombre cambiar el paradigma de sus rela-
ciones sociales, recrear el espíritu de amor que mueve la
redención, saber que su libertad será, también y esen-
cialmente, en la libertad de la mujer. Le exige comprender
que es parte de una totalidad a la que no se llega con una
lucha aislada o enquistada en su justeza.
Este hombre descubre que el desafío político y espiritual
de la igualdad de género exige comunión de sentidos entre
mujeres y hombres. Lo que no significa obviar que las con-
diciones de partida difieren. Mientras la mujer desafía a
la dominación en sus expresiones más perversas, de las
que lleva marcas pavorosas en la piel y en la historia, el hom-
bre consciente renuncia a sus privilegios de dominador.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 171

Este se suma a una batalla que, por su carácter, no es


formalmente suya, sino una lucha femenina a la que
decide servir pero que, independiente de su deseo, le exige
transformar nociones y prácticas de la masculinidad como
un imperativo para la igualdad de género.
Crear comunión de sentidos implica entender que:

—la igualdad con justicia va en muchas direc-


ciones. Es un proceso radical de ruptura y
creación. No se trata de cambiar un tipo de
dominación por otra. Tampoco de amoldar
las agendas justas al interior de un orden
intrínsecamente desigual y deshumanizador,
sin plantear su superación. No se trata de
maquillar leyes vetustas, sino de crear un
Derecho en el que quepan todos los derechos,
esencialmente el de la mujer y el del hombre
a vivir su dignidad en armonía y en ruptura
permanente con las relaciones patriarcales;

—la libertad está en la igualdad social de las


diferencias humanas. Exigencia para alcanzar
una espiritualidad profunda en su dimensión
humana femenina y humana masculina, no
como pacto de contrarios, sino como identi-
dades de una mutua plenitud.

Un hombre toma conciencia de su condición de ma-


chista y la enfrenta. Opta por una comprensión feminista
de la historia y enaltece su masculinidad. Entonces flo-
recen, en su espíritu de igualdad, la libertad y la felicidad.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 172

Una cosa es robar y otra cosa es robar


(Abril, 2017)

D ías atrás estuve en una cola. Esta vez a la puerta del


mercadito de un CUPET. Era entrada la mañana y se
suponía estuviera abierto. Para ser más exacto, abierto al
público. La gente que allí trabaja ajetreaba dentro, pero
no estaban despachando. Era hora del arqueo (recuento)
de caja.
Los comentarios en la cola iban y venían, y un tema se
encimaba en el otro. Uno en particular me motivó. Se decía
que hubo un robo en ese lugar hace unos días y por eso
cerraban a distintas horas para hacer el arqueo.
Una de las personas que, como yo, esperaba para entrar,
sentenció de manera tajante: —Eso no pasa en el capita-
lismo; ahí el dueño te bota si te coge robando. Sentencia
que dio paso a variados ejemplos. Un familiar tal, en tal lugar
me contó tal cosa. Yo estuve en la tienda tal, en tal lugar y
vi tal cosa. Cada uno de esos tales reforzaba, engrandecían,
sublimaban y reafirmaban que: ahí el dueño te bota si te
coge robando.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 173

Me hubiera gustado preguntar, claro que solo como


justificación para conversar mientras esperaba que ter-
minaran el arqueo de caja, ¿qué pasa en esos lugares
tales cuando el dueño capitalista le roba al que puede ser
botado?, ¿lo pueden botar a él también?
Claro, lo pueden botar, o cerrarle el negocio que es lo
mismo, si no paga los impuestos, si vende o almacena
productos ilegales, si no está en buen estado de conser-
vación lo que oferta, entre otras cosas. Todas esas son
también maneras de robar.
Sí, pero ese es un botao’ desde afuera. Me refería a si
la gente que trabaja en el lugar y no son dueños pueden
botar al dueño si descubren que este roba. Me pareció
una pregunta tonta de inicio pues ¿cómo puede robar si
él es el dueño?
Mis respuestas demoraban en ser claras. Decidí entrarle
al asunto por otro costado. En un negocio tal en un lugar
tal, similar en tamaño y personal al de un Cupet, donde
hay un dueño y son decenas de empleados y empleadas
quienes cargan, cuidan, despachan, venden, anuncian y
muchas cosas más que se hacen en tales lugares, ¿de qué
forma podría robarles el dueño si él prácticamente no toca
las mercancías? Por el contrario, es obvio que en el bolsillo,
en la mochila o en el abrigo de las personas empleadas
se puede ir una mercancía cualquiera de más, incluyendo
dinero.
A final del día, de la semana o del mes, cada cual recibe
un pago por lo que trabaja. Sin embargo, las cuentas siem-
pre son más abultadas para el dueño. Cuando digo más
abultadas es en relación a la suma de cada una de las per-
sonas empleadas. Claro, eso es natural, el dueño gana
más. Sí, pero ¿cómo es que gana más si él solo no puede
realizar el trabajo de decenas de personas?
Ya en este punto de la reflexión, al que llegué compara-
tivamente de manera más lenta que la aparición de otras
opiniones resurgidas en la cola, supuse que esa también
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 174

es una manera de robar. Entonces, ¿por qué los empleados


no botan al dueño que les roba parte de su contribución
en la generación de beneficios? Debe ser que no queda
tan claro que eso también es robar.
He sabido de lugares donde, por ejemplo, el contrato de
trabajo es por ocho horas y se trabajan doce; sin embargo,
el salario que reciben es por ocho. También los hay don-
de no existe ese problema pues no hay contratos.
Me pregunto ¿quién se queda con los beneficios produ-
cidos en esas horas de más? ¿El dueño? De ser así, ¿eso
no es robar?
Ah, pero también sé que en otros lugares se trabaja
ocho horas, respetando el contrato, donde en las primeras
seis ya has trabajado en relación al pago salariar que te
correspondería por ocho. ¿Y las otras dos horas a dónde
van? ¿Eso no es robar también?
Entonces creo que una cosa es robar y otra cosa es
robar. Un robo es cuando un empleado o empelada, sea
en el capitalismo o en el CUPET, se apropia indebidamente
de una mercancía, sea esta dinero o no. Otro robo es
cuando el salario que se recibe a cambio de una cantidad
de trabajo sea menor a la cantidad de trabajo realizado.
Casos en que la diferencia va a otro bolsillo menos labo-
rioso o a una administración autoritaria.
Pero, ¿qué tal si le damos vuelta a la comprensión sobre
este asunto?, ¿qué tal si en realidad las empleadas y em-
pleados que roban están redistribuyendo las ganancias,
sin conciencia de ello, aunque sea de forma distorsio-
nada, irregular, individualista, egoísta y con daño a terceros;
pero al fin una manera de complementar ingresos en
relación a lo que aportan con su trabajo?
Qué tal si se entendiera que la gente roba, también,
porque es robada de manera permanente en estructu-
ras productivas de bandidaje, desigualdad, autoritarismo,
despilfarro o ineficiencia. Las que se basan en relaciones
salariales donde empleadas y empleados son cada vez
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 175

más una mercancía y cada vez menos ciudadanos y ciuda-


danas del proceso productivo. Estructuras que lastran la
capacidad de lectura crítica de la realidad y que se na-
turalizan en sentencias tales como: en el capitalismo el
dueño te bota si te coge robando.
Visto más a fondo, estas estructuras no solo potencian
robo de ganancia y conciencia, sino de justicia, de dere-
chos, de vida y dignidad.
Roban también la historia al contar que el problema
está en los asalariados y no en las estructuras salariales
injustas.
De entenderse así, la respuesta pudiera encaminarse
a transformar esas estructuras, no a botar a los asala-
riados ni exculpar a los capitalistas.
Si las personas del Cupet y de las tiendas tales en los
lugares tales participaran democráticamente en la redistri-
bución de las ganancias que ayudan a crear con su trabajo,
robar sería otra cosa.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 176

Cuba, Marx y la política revolucionaria


(Febrero, 2018)

T uve un primer acercamiento a escribir sobre este tema


al ser convidado a participar en el tribunal de docto-
rado donde Wilder30 lo defendería. Al diluirse esa posi-
bilidad, volví a saber del texto cuando se organizó su
presentación primera, ya en formato de libro, en el Instituto
de Filosofía, donde el autor, amablemente, me obsequió un
ejemplar. Así, una vez más, comencé a sumergirme en esta
narración sobre los contextos del pensamiento de ese
contundente filósofo y político nombrado Carlos Marx.
Acaso la nota más destacable de este texto. La lectura iba
a pasos lentos, subordinada al rol de papá a tiempo com-
pleto que ha ocupado mis meses recientes, cuando llegó
la invitación de Wilder para este día y mi grato e inmediato
compromiso con la presentación.
30
Wilder Pérez Varona. Licenciado en Psicología (UH, 2004) y Doctor
en Ciencias Filosóficas (2017). Profesor del Instituto de Filosofía de
La Habana. Investigador de esa institución. Entre sus publicaciones
se encuentra: Marx: política y enajenación, Editorial filosofi@.cu, La
Habana.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 177

Después de leer cada párrafo y dejarme interpelar por


las tesis que redondea el autor, tuve, de un lado, la temida
página en blanco, del otro, el montón de sensaciones y pro-
vocaciones que suele dejar un libro útil. ¿Qué decir sobre
el texto? ¿Cómo decirlo? La respuesta se complicaba, para
bien, en el hecho de no tener nada esencial que añadir al
excelente prólogo, por breve y bien escrito, que Yohanka
León31 ofreció a esta edición.
Escojo entonces no hablar directamente del libro, entre
otras cosas porque ya ustedes lo leerán. Me concentro
en comentar por qué me ha sido útil leerlo. Además, toda
presentación es una incursión personal, ningún libro
lleva implícito una sola lectura posible. El resultado es
siempre singular para el lector que la realiza. El momento
de cada persona que lee es un catalizador particular para
el contenido de cada libro.
En lo que a mí compete, hace algún tiempo me ronda
una preocupación, concreta y compleja al mismo tiempo,
¿cómo actualizar las maneras revolucionarias de producir
política en Cuba? Desde ella dialogué y controvertí con
las ideas que Wilder tejió de manera paciente, valiente y
con destacable claridad en sus análisis respecto a la polí-
tica, más concretamente, a la política emancipadora en la
obra de Marx.
Wilder retoma viejas ideas, no en onda retro, ni como
alarde de ilustración, ni reducidas a meras reliquias del
pensamiento humano, ni narradas de manera criptica,
como si el acceso a ellas fuera privilegio de pitonisas y
sacerdotes que develan la verdad al común. Por el con-
trario, muestra que el lenguaje también es un terreno
político, y que el contenido de esa política es siempre una
31
Yohanka León del Río: Licenciada en Filosofía por la Universidad
Estatal de Bielorrusia, Minsk. Master en Pensamiento Latinoame-
ricano por la Universidad Central de Las Villas (UCLV) y Doctora en
Ciencias Filosóficas por el Instituto de Filosofía, donde actualmente
es Investigadora del Grupo de estudio América Latina: Filosofía
social y Axiología, (GALFISA) y Profesora Titular de Filosofía de la
Universidad de La Habana. (N. de las E.).
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 178

opción para quien escribe. Muestra que las ideas no ganan


altura por lo abigarrado de su presentación, sino por trans-
parentar sus esencias y por la confortable compresión de
lo cotidiano que podemos lograr con ellas.
Su narración me es útil porque recrea al Marx que
fraguó, en su experiencia de hombre histórico contextual,
las preguntas y las propuestas que tributó, al decir de
Wilder, como «proceso a un tiempo político e intelectual».
Aquel quien fue testimonio de su propia tesis que con-
sagra que más allá de interpretar el mundo ha de asumirse
su transformación, con centralidad en la emancipación
frente a todo tipo de opresión. Centralidad a la que de-
dicó su saber, su tiempo, su angustia y su trascendencia.
Dos reafirmaciones hallé en la lectura; primero, Marx
no da repuestas infalibles al problema de la política revo-
lucionaria en Cuba, pero sí provee un método de análisis
dialéctico y lógico, atento a las contradicciones y anta-
gonismos del proceso real, fuente de conceptos vigentes
que sirven al imperativo moral, aquí y ahora, de confrontar
aquel problema. Segundo, el horizonte utópico pierde sen-
tido cuando no es interpelado por la política realmente
existente; y es reverso del mismo equívoco desatender
tal horizonte con la mirada exclusiva en la política real.
Las páginas de este libro de Wilder las asumo como un
retorno cubano a códigos imprescindibles para repensar
y emprender la política y el poder como instrumentos en
la disputa histórica de la clase productora; de un lado
frente al capitalismo, y del otro, frente a las distorsiones
institucionales e interpretativas que ha sufrido su pro-
yecto emancipador.
Esta lectura me ayudó a entender que no será viable
repensar las maneras de hacer política revolucionaria en
Cuba sin actualizar debates y experiencias vitales.
Por ejemplo, sobre:

—el Estado que enajena de la política a ciuda-


danas/os y a productoras/es, cuyo rediseño es
condición para conquistar la democracia;
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 179

—el partido ligado a la clase productora, cuyos


miembros no se constituyen en clase que dirige
a los trabajadores, sino en fuerza que les ayuda
a autodirigirse;
—la sociedad civil, distorsión surgida del secues-
tro de lo político por el Estado, cuya restitución
parte de asumir la política como actividad social,
dígase, la politización ampliada de la sociedad;
—el sujeto pueblo, que se concreta políticamen-
te en su condición dual de ciudadano y de
productor;
—la crítica a la economía, que pasa por asumir
que la emancipación social está en una nueva
unidad entre economía y política, no reducida
a un horizonte puramente teórico, sino imperativo
en el dominio de la práctica histórica de la
clase trabajadora.

Leer el trabajo de Wilder me ha servido de impulso para


moldear en respuestas la preocupación sobre cómo ac-
tualizar las maneras revolucionarias de producir política en
Cuba. Desafío que, traduciendo a Marx, apunta a crear y
asentar una libertad desconocida por el Estado coercitivo
burgués y por el Estado burocrático. Pasa por asumir como
su contenido esencial la lucha de la clase productora contra
la clase apropiadora capitalista, y contra la clase adminis-
tradora en el socialismo vigente. Se concreta en evitar que
el Estado y el partido se desarrollen como entes indepen-
dientes, por encima o contrarios, a la sociedad política de
los ciudadanos-productores.
Solo me resta agradecer a Wilder Pérez Varona su con-
tribución, y reafirmar, con muchísimo aprecio, la utilidad
que noto en su labor para el empeño de repensar y
rehacer la política emancipadora en Cuba.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 180

Política, verdad y ternura32

L o bueno, si breve, dos veces bueno. Sentencia evidente


en las páginas de este cuaderno. Estas, además de
bien escritas, transparentan el espíritu martiano que las
mueve, aun cuando el Apóstol no sea citado permanen-
temente en ellas.
Y es natural que así sea. El espíritu de Martí no vive en
una longaniza de referencias, sino en la comprensión del
mundo traducida de modo diáfano en la vida, los sueños
y las luchas redentoras de hoy. El espíritu martiano es
una actitud política liberadora sellada por la verdad y la
ternura.
Los textos que ofrece Julio Antonio Fernández Estrada
develan su alma martiana, su estirpe revolucionaria, crea-
tiva y bella. Muestra la utilidad de reconciliar política y ter-
nura, y con base histórica y moral, defender la verdad.

32
Prólogo a Marx: política y enajenación de Wilder Pérez Varona,
Editorial filosofi@.cu, La Habana, 2017. (N. de las E.).
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 181

La sencillez de sus escritos reitera, como lección perma-


nente, que las verdades lo son sin retoque, sin maquillaje
que las disimule, sin palabreos que anticipen disculpas al
derecho a la libertad que se concreta en decirlas.
En una época de mentiras institucionalizadas, de cer-
tezas mutiladas, de moralismos políticos descontextuali-
zados —donde el carácter selectivo de la memoria es más
recurrente— cuando pareciera que nada tiene sentido,
que los sueños de ayer solo merecen ser negados, que la
historia es un recurso tedioso para argumentos conser-
vadores, que la vida pública no tiene matices ni decencia;
decir la verdad es un acto revolucionario, y decirla con
ternura un acto de redención humana.
Julio Antonio muestra luces donde otros y otras deve-
lan solo sombras. Muestra heridas donde otros y otras
prefieren no mirar. Frente a esas luces y heridas, toma par-
tido, alza la voz, propone, crea y rescata sueños.
Para él Cuba es amor. No uno presumido, universalista
y sin costos. Su amor es militante, desafiante, concreto,
por momentos angustioso y no cabe en todas las mo-
chilas porque con él asume una posición revolucionaria
ante la vida.
Desde ese amor se compromete con la realidad que
necesita debates políticos, propuestas actualizadas en la
lucha por la soberanía y opción preferencial por los pobres
que cargan en la espalda la producción material de la
realidad y están distantes de su disfrute. Desde ese amor
apuesta por la nación inclusiva y liberadora.
Sistema político, república, constitución, derechos, vida
cotidiana, historia de lucha, socialismo, ética, estética… son
asuntos permanentes en este compendio.
Estos temas no se asumen ni como glosario estéril ni
como dogmas corruptores, sino como territorios que
concretan el proyecto liberador de la nación cubana,
pensado, sentido y actualizado.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 182

No es un milagro la aceptación que estos breves textos


han tenido entre el público cubano. Tampoco lo es el rechazo
suscitado entre algunas y algunos. Julio Antonio le habla
a una Cuba de contradicciones, pluralidades y polaridades.
Lo hace con una posición definida a favor de la justicia
social, la dignidad humana, la belleza y la felicidad.
Julio Antonio, convencido de que «no son inútiles la
verdad y la ternura», traduce en acto político su convicción
al asumir, también con el Apóstol, que «en la verdad hay
que entrar con la camisa al codo».
Estar de acuerdo no es el único resultado posible al
leer su texto. Inclusive la discrepancia que genera es tam-
bién su valor. Pero sin dudas muestra cómo desde la pasión,
la ética y el compromiso liberador de sus textos, Julio
Antonio Fernández Estrada batalla a favor de una república
cubana socialista con todos y para el bien de todos.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 183

Cuba, el tornado y la política


(Febrero, 2019)

E n Cuba la solidaridad se concretó. Mucha gente optó


por hacer, dar y estar frente a los destrozos dejados
por el tornado33 que golpeó varios municipios habaneros.
Las experiencias, anécdotas y reflexiones sobrevenidas,
al tiempo que están llenas de escombros, dramas y vir-
tudes humanas, recuperación y solidaridad, nos invitan a
leer con hondura y discernimiento a Cuba, su sociedad,
su gente y las maneras de hacer política.
Estos días nos dejan algunas lecciones importantes,
a saber: los problemas dramáticos del pueblo empujan a
la unidad como solución; Estado y sociedad no tienen fron-
teras nítidas cuando se prioriza acompañar y proteger a
la gente que, angustiada, maldice las ausencias y dilacio-
nes, al tiempo que bendice las cercanías afectivas y ma-
teriales, vengan de donde vengan; la pregunta ¿y tú qué

33
Fuerte y devastador evento meteorológico, de categoría EF-4, que el
27 de enero de 2019 azotó los municipios habaneros de El Cerro,
10 de Octubre, Regla, Guanabacoa y Habana del Este. (N. de las E.).
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 184

has hecho? es un buen antídoto contra las/os cronistas


de desastres; la prioridad del protagonismo personal o del
control estatal hacen igual daño a la solidaridad colectiva;
el problema no es quién sí o quién no, dónde sí o dónde
no, cuando se trata de resarcir a la gente más jodida; un
presenciaso soluciona y humaniza más que un twitazo;
la realidad está en los barrios y no en Facebook; la sen-
sibilidad individual y colectiva pueden mucho cuando
activan la autogestión para ser útil y servir.
Este episodio, sobre todo, nos deja una pregunta tras-
cendente: ¿por qué no hacemos cotidiano lo que ahora
parece una excepción? Por ejemplo, la preocupación cons-
tante por las personas que viven en situación de pobreza
—las más afectadas por eventos naturales y sociales—;
el hábito de compartir lo que tenemos sin que medie una
relación mercantil; el rescate del trabajo voluntario en la
comunidad, sin más interés que ayudar a quien lo nece-
sita y sin más beneficio que el bienestar que genera servir
a los demás.
Podemos hacer cotidiano, también, que los límites entre
el Estado y la sociedad se diluyan. Poner en común los
intereses, coordinar esfuerzos y reconocer que la socie-
dad civil legitima su riqueza en la solidaridad y el empeño
colectivo.
Además, podemos, entre todas y todos, diseñar un
modelo que, al desterrar los recelos mutuos, naturalice,
potencie y enriquezca la articulación entre el Estado y
la sociedad. Un modelo que parta de comprender que la
solidaridad, la creatividad y las alternativas comunitarias,
culturales y económicas, tienen muchos caminos posibles
fuera de la mercantilización y la centralización castrantes.
La buena gente cubana trasluce lo mejor para afrontar
este desastre. No perdamos el impulso y reconstruyá-
moslo todo, mejor que como estaba antes, incluyendo
las maneras de hacer política, para que el bien común
sea, cotidianamente, una preocupación de todos y todas.
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 185

Motivar con Inocencia


(Abril, 2019)

U n adolescente me dijo tajante: —No me gustó la pelícu-


la Inocencia.34 Había sido una pesadez estar ahí sin
poder hablar, ni mirar para el lado, ni comentar nada.
De inicio no entendí la relación de lo que me contaba con
esa película que ha gustado un montón. Conocí entonces
que en su aula cumplieron la tarea de verla. Ese día coin-
cidió con una visita a la escuela, de esas que exigen las
mejores galas a la disciplina, al orden y la buena conducta.
Logré cambiar el foco de la conversación y adentrarme,
más o menos, en su opinión sobre la película: ¿Qué te
pareció? ¿En qué pensaste? ¿Qué sentiste con esa his-
toria? En clave de notas, dejó ver que le hubiera gustado
otro final, en el que fueran salvados todos los estudiantes.

34
Película cubana del realizador Alejandro Gil. Auspiciada por el
Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic) y
con guión de Amilcar Salatti, la cinta está inspirada en el atroz
fusilamiento de ocho estudiantes de medicina en 1871 por las
autoridades coloniales españolas. (N. de las E.).
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 186

Además, sintió rabia por el abuso. Los voluntarios le


parecieron unos fulas35. Su afirmación más inocente fue:
—Yo no sabía que eso había sido así.
Tengo la certeza de que la película sí le había intere-
sado, de lo contrario no habría hecho esas lecturas.
Pero lo cierto es que no le gustó verla del modo en que lo
hizo. Las emociones encontradas le llevaron a confundir
el cómo lo vivió con el qué vivió.
De buenas intenciones está lleno el camino a la desmo-
tivación. El tipo de relación que se establece en el proceso
de aprendizaje condiciona el resultado.
Una película como Inocencia da mucha tela por donde
cortar para dialogar con los y las adolescentes: los ma-
tices de la historia; el rigor de la injusticia; lo humano en
la solidaridad, el odio, el miedo y el coraje; los malos y los
buenos; la juventud, lo ingenuo y lo rebelde; la patria, la
política, la libertad. Pero al mismo tiempo puede ser un
tedio si el diseño del espacio es rígido, aburrido, si limita
el diálogo, si reduce las opiniones al binomio correcto-
incorrecto y si confunde silencio con motivación.
Puede ser una oportunidad perdida si se pregunta con
tono de examen, si los y las adolescentes son dejados a
su suerte, sin más remedio que atropellar sus sensaciones
y conclusiones. Peor, al dejarles sin la oportunidad de
compartirlas, aunque fuera con el mismo caos que las
viven.
En ese tipo de espacio es casi imposible dar batalla a
las ideas simples y reproductivas, a los mensajes tontos,
a las fórmulas de vida baratas y a la estupidez a chorro
que agrede la cotidianidad de las y los adolescentes.
Tales espacios deshabilitan la posibilidad de ver la
vida de otra manera, matizada, diversa, compleja. Donde
la pregunta ¿qué sientes? revolucione las perspectivas
con las que comúnmente aprenden a mirar el mundo.
Espacios donde se hace engorroso comprender que sentir
35
Se dice en el habla popular del cubano al referirse a personas que
no son buenas. (N. de las E.).
Cuarta parte. Cotidianidad de la política _ 187

y pensar son parte de la condición humana y que la


disputa histórica entre libertad y opresión no está diluida
en el tránsito del pasado al presente.
Espacios donde se suman opiniones, o solo se oponen
unas a otras. Donde no se propicia descubrir valores en la
perspectiva del otro y la otra. Espacios donde hablar con
las imprecisiones de quien dice lo que siente, es alimento
para la descalificación. Donde no se aprende el gusto de
descubrir en otras palabras lo que ella o él también
sienten.
Tú, que ahora lees estas líneas, podrías preguntar cómo
lo haría diferente, sin tanta teoría. Podrías esgrimir querer
verme delante de muchachas/os tales, en la escuela tal y
en el horario tal. Podrías afirmar, además, que esto suena
muy bonito, pero que la realidad es otra.
¿Qué piensan sobre la valentía, el miedo, la justicia?
¿Qué sentido tiene la dignidad? Así comenzaría yo un
diálogo con adolescentes antes de ver Inocencia.
Les pediría luego que se pusieran lo más cómodos
posible —sin ignorar que pueden confundir comodidad
con “relajo”—. Que busquen otras respuestas a esas
preguntas en la película que verán.
Durante el tiempo que dure la proyección, observaría cada
gesto, cada emoción, cada postura o palabra. Ese cúmulo
de información que nos dan permanentemente y del que
ni nos enteramos.
Al terminar les preguntaría ¿cómo se sintieron? Sus mis-
mas respuestas, reacciones y gestos me permitirían com-
partir, paso a paso, pregunta a pregunta, siempre en
diálogo, los valores en los que creo, sin tedio, sin estriden-
cia, como quien conversa desde sus certezas sin pretender
imponerlas.
Motivaría, con Inocencia, el gusto de sentir y pensar, en
presente, la historia. Motivaría, con las y los adolescentes,
mis propias emociones, mis propios aprendizajes y mis
propios asombros.
Y tú, que lees con suspicacia estas letras, ¿cómo lo
harías?, ¿te atreverías a intentarlo?
Quinta parte

Constituido,
constituyente
y Constitución
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 189

Diez consejos para un debate Constitucional


(Agosto, 2018)

E l 19 de abril las cubanas y cubanos supimos, de manera


oficial, que tendremos una nueva Constitución, que po-
dremos pronunciarnos sobre sus contenidos y proponer
modificaciones, y que luego, con el voto directo y secreto,
podremos refrendarla o no.
Esta Constitución es un nuevo pacto social. Es la puesta
a punto de las reglas generales que regirán las relaciones
de los sujetos sociales, económicos y políticos de Cuba en
lo adelante.
Definir los contornos constitucionales de la nación no
es un asunto menor. Se puede coincidir o no respecto a
su alcance, a las fuerzas políticas que confluyen para su
elaboración, a la calidad del pacto que se esgrime, a los
métodos y límites del proceso y a la concepción que sus-
tenta sus principales postulados; pero no tiene caso negar
su rotundo valor político, normativo e histórico.
Si bien un proceso constituyente sería más democrático
que la consulta popular a la que se te convoca, no es menos
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 190

cierto que esta es una oportunidad poco frecuente por


su dimensión ética, ideológica, legal y política. Parto de esa
comprensión y anoto algunos consejos para tu participación
en el proceso:

1. Aprovecha la oportunidad
La consulta popular es una oportunidad para
validar tu condición de soberano. Aferrarte
a los límites que veas en el proceso no te permitirá
colocar tu visión, tu opinión, tu propuesta.
En política no existen espacios vacíos, el que no
ocupas alguien lo hace por ti. Si no te ocupas
de la constitución alguien lo hará por ti.

2. Sueña el país que quieres


Sueña primero el país que quieres, cómo
pretendes que se organice, qué principios son
para ti esenciales. No pongas barreras a tu
sueño. No obvies ningún detalle. Mira en el
pasado, en el presente y hacia el futuro. Qué te
gustaría mantener, qué cambiar, qué añadir.
Lee, estudia e interpela el proyecto de cons-
titución desde tu propio sueño.

3. Haz valer tu derecho


No pidas disculpas por opinar, por afirmar o
por discrepar. Es tu derecho manosear cada
palabra, punto y coma del proyecto de Ley de
leyes que regirá el país. Nadie te hace un favor
al escucharte ni le compete velar por la “pureza”
de tu criterio. Eres el soberano, ciudadano y
ciudadana, es tu derecho. Eres el sujeto más
importante del proceso y la consulta su
momento más democrático.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 191

4. Debate políticamente
Los desafíos de la Constitución son políticos,
no meramente técnicos. Las/os juristas, los/las
correctores de estilo traducen al lenguaje jurí-
dico el mandato tuyo, el soberano, tu sueño
de país hecho opinión política. No pueden
desestimar tu criterio por cuestión de lenguaje.
Recuerda que ningún lenguaje es neutral,
todos son, en última instancia, la traducción
de una concepción del mundo, una posición
política, un interés privado o público que se
concreta en propuesta.

5. Contempla la historia
Los momentos cumbres de la liberación cubana
produjeron sus propias normas, principios y
ordenamientos. Los sueños no se limitan al
futuro. Mira el pasado constitucional liberador.
Valora qué defender de lo alcanzado, de lo
ya escrito en la historia de muchos modos.
Recuerda que ningún momento histórico parte
de cero. No es una ley natural renunciar o afirmar
los contenidos de lucha y las utopías. Cualquier
renuncia o afirmación, también en materia cons-
titucional, es siempre una decisión política.

6. Enriquece tus criterios


Los asuntos diversos y complejos que están a
debate se resisten a una sola opinión posible.
Busca informaciones y perspectivas disímiles.
Confronta tu propia opinión, argumenta y elige.
Escucha sobre todo el criterio distinto, tal vez
no lo sea tanto. La democracia es también
diálogo de saberes. Nadie es dueña/o de la
verdad. Comprender es más útil al debate
democrático que juzgar como primer acto.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 192

7. Trabaja en propuestas colectivas


Si bien participas desde tu condición personal,
no eres un individuo aislado. Tienes un lugar
social concreto, con visiones del mundo e
ideas que te colocan en un grupo social, en
una colectividad específica, gremial, territorial,
ideológica, clasista, cultural. Comparte tu opinión,
enriquécela con el criterio de otros y otras,
crea una idea colectiva, colégiala y defiéndela
en esa condición superior.

8. Asume que la última palabra no está dicha


Ninguna propuesta puede asumirse como
definitiva previo a la consulta popular. Eres tú,
el soberano, quien acepta o no los argumentos,
los rehace o coloca otros. Nada es así porque
sí. Detrás de cada afirmación y palabra hay
posiciones diversas que tienes todo el derecho
a rebatir, enriquecer o reafirmar. Las palabras
están cargadas de símbolos que también son
políticos aunque aparenten ser insustanciales
en sí mismas.

9. Ponle atención al método


Este no es un espacio para aclarar dudas.
Es para proponer, debatir y decidir. Es necesario
estudiar el documento previamente, comprender
su estructura, sus lógicas, tener claridad en
los temas que contiene y las posiciones que
difieren. Presenta tu argumento sin descalificar
a priori a quien piensa diferente. Respeta las
comprensiones diversas sin renunciar a tus
ideales. No dejes ningún tema para después.
A cada asunto una propuesta, a cada pro-
puesta un debate y una decisión, por consenso
o por voto.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 193

10. Haz propuestas concretas


El debate sobre el Proyecto de Constitución
no es una reunión de servicio, una tribuna
abierta, ni una rendición de cuenta. Es el
momento de argumentar con precisión, de
exponer ideas claras, de defender principios,
y sobre todo, de hacer propuestas concretas.
Cada título, capítulo, sección, artículo y disposición
deben ser analizados de manera específica
y con rigor. Es cierto, el debate se condiciona
por un documento elaborado, pero no está
determinado que cada punto, coma, principio,
sustitución u omisión quede. También depende
de ti. Este debate es una oportunidad personal
para defender visiones colectivas. Es un mo-
mento político para convertir en Carta Magna
el sueño de país que tienes como soberano.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 194

Siete puntos sobre el


Proyecto de Constitución36

A suntos disímiles se debaten refiriendo al Proyecto de


Constitución. De ellos pretendo apuntar, de manera
muy breve, solo siete.

1. Proyecto país
A diferencia de lo constituido en 1976, en el
actual proyecto no se plantea la superación
de los regímenes de explotación de unas per-
sonas sobre otras. En su lugar se perfila un
lugar de llegada donde el Estado conciliará
los intereses ciudadanos, aun cuando en la
práctica estos reproducen, en algunas zonas,
relaciones de explotación. El horizonte se
constriñe significativamente.

2. Contenido y forma socialista


En los postulados del proyecto el socialismo
tiene su sustento en el PCC como única fuerza
36
Inédito (N. de las E.).
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 195

política organizada, como garante de la unidad


nacional. Al mismo tiempo, la justicia social y la
equidad parecieran ser los contenidos esenciales
del carácter socialista. El Estado funge como
conciliador de las clases sociales emergentes y
organiza la distribución de las riquezas como
garantía de su carácter socialista. Este planteo
reduce el alcance socialista previsto en la
norma aprobada en 1976.

3. Lugar de la clase trabajadora


Queda desplazada la clase trabajadora como
sujeto revolucionario, prioritario en la atención
del Estado. El proceso de empoderamiento de
esta, el control directo en los espacios públicos
en general, y productivo en particular, no se
perfila como carácter del socialismo propuesto.
Se exacerba al carácter del Estado como
representante del pueblo en su condición de
propietario de los medios de producción y no
la potenciación práctica de la gestión directa
por el propietario.

4. Sociedad civil
El proyecto desconoce el lugar creciente,
dinámico y diverso de la sociedad civil dentro
del mapa de actores sociopolíticos. El pequeño
avance de reconocer otras formas asociativas
no alcanza para dar cuenta y contemplar el
lugar de la sociedad civil. Llama la atención
que en la Conceptualización del Modelo esta
es desarrollada y asumida junto al Estado, la
familia y la ciudadanía. El diseño previsto en el
proyecto tiene dos inmensas polaridades en
el Estado y la ciudadanía y un tenue enunciado
en las organizaciones de masas y otras formas
asociativas.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 196

5. Derechos, deberes y garantías


En este punto es donde más avances se notan.
El enfoque de los derechos humanos se amplía,
aun cuando aparecen algunas acotaciones que
limitan su potencialidad y el mercado pareciera
tensionar algunas de sus posibilidades. Se pre-
sentan los derechos y deberes a nivel individual
y no aparecen referencias a aquellos que
corresponderían a la sociedad civil. Es notoria
la ausencia del amplio enunciado de concreciones
de derecho a la educación, la salud, movilidad
en el territorio y acceso y disfrute de espacios
públicos, consagrados en la Constitución vigente.
Es notoria la ausencia, además, del tribunal de
garantías constitucionales que contribuya a
fortalecer tales derechos.

6. Límites democráticos
La estructura del Estado y gobierno se
hipertrofia en sus órganos nacionales. Lejos
de cumplirse algunas expectativas referidas,
por ejemplo, a la ampliación del tiempo de
sesiones de la Asamblea Nacional del Poder
Popular y la elección directa del Presidente del
Consejo de Estado, lo que aparece en una
columna de mando por designación que va
desde la figura del Presidente, Primer Ministro
y gobernadores. Cargos definitorios del nuevo
modelo son designados y no elegidos. La estruc-
tura asamblearia se reduce y prevalecen cargos
personales por sobre órganos colegiados, lo que
es un retroceso democrático en comparación
con las estructuras vigentes.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 197

7. Contradicciones
El actual proyecto reitera la contradicción del
carácter del PCC como fuerza superior, ahora
profundizada con la declaración de la supremacía
constitucional. Súmese la afirmación reiterada
de que la soberanía reside en el pueblo y que
la Asamblea Nacional es el órgano superior de
representación del Estado. El mismo PCC que
ahora redefine sus horizontes en una formulación
más abstracta como la unidad nacional, conserva
un rol determinante en esta normativa y por
encima de ella. La contradicción que arrastra el
Artículo 5 se profundiza en el nuevo escenario.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 198

¿A dónde van las palabras que


no se quedaron…?
(Septiembre, 2018)

T odo proceso de reforma parte de acumulados, nunca


de cero. Por esa razón, si bien es imprescindible anali-
zar los añadidos que trae el Proyecto de Constitución
cubana, también lo es observar las omisiones respecto a
lo que ya estaba. Que la actual Carta Magna esté en des-
pedida no se explica solo por el nuevo momento histórico
y por la adecuación a las transformaciones realizadas.
También por los ajustes tácticos y estratégicos en la com-
prensión sobre los horizontes de la Revolución, los su-
jetos que la componen, la relación entre ellos y el entorno
global que la condiciona.
Coloco mi atención en aquellas palabras constituyentes
de 1976, y omitidas ahora, las que no sucumbieron ni en
el año 1992 ni en el 2002, y que hablaban de sentidos, de
posicionamientos, las que referían hacía dónde, cómo, para
quiénes y en qué condiciones internacionales se cons-
tituyó aquel proyecto de país.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 199

En la Ley de leyes ahora propuesta, el Estado no rati-


fica estar consciente de que los regímenes sustentados
en la explotación del hombre por el hombre determinan
la humillación de los explotados y la degradación de la con-
dición humana de los explotadores. El Partido, fuerza
superior que organiza y orienta los esfuerzos comunes,
no declara más el objetivo final de edificar la sociedad
comunista, como orden que supere aquellos regímenes.
Tampoco se destacan como sujetos del proceso a los
obreros, campesinos, estudiantes e intelectuales. Este no
será un Estado socialista de trabajadores.
¿Qué sucedió con aquellas palabras-sentidos de alto
calibre? ¿Pasaron de moda? ¿Ya no sirven para explicar la
realidad? ¿Fueron un error? ¿Acaso describen un hori-
zonte demasiado ancho en un mundo demasiado hostil?
¿No podrán ser pronunciadas “por ahora”? ¿Quedan aga-
zapadas para volver en otro momento histórico?
Los pocos y tenues argumentos esgrimidos para explicar
por qué no están más refieren que los tiempos han cam-
biado, que debemos ser prácticos y no teóricos, debemos
parecernos más al mundo; y, además, técnicamente ya
estaban fuera de los documentos de la reforma y el Parla-
mento no se refirió a ellas en los debate previos. Para re-
dondear, aparece una idea lapidaria: nadie sabe qué es
el comunismo.
Me atrevo a afirmar que no son muchas las personas
que vemos en estas omisiones un problema de fondo.
Es asombroso que cientos de miles de miembros del PCC y
de la UJC no se den por enterados, o que noten la omisión
como algo “natural y dialéctico”. Súmese que en la se-
sión plenaria del Parlamento donde se debatió el pro-
yecto, donde el 96% de sus miembros pertenecen a las
filas de esas organizaciones nominalmente comunistas,
solo se escuchó a dos personas extrañarse de que no
apareciera la palabra comunismo en la nueva Consti-
tución, y solo dos defendieron consagrar las potestades
de las/os trabajadoras/es en las decisiones económicas.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 200

Nada es de extrañar. Los sentidos primeros de esas pa-


labras han sido trastocados por décadas. Las palabras
mismas fueron adormecidas desde los años 90. Están
olvidadas por el desuso. No se re-significaron desde otras
maneras de hacer política directamente por el pueblo en
su condición dual de productor-ciudadano. Por el contra-
rio, algunos referentes concretos y cotidianos con el que
muchas personas las relacionan no motivan suficien-
temente salir a defenderlas. Al mismo tiempo, tales
palabras-sentidos no son muy bien vistas en el entrama-
do de instituciones y relaciones internacionales en las
que el Estado cubano se inserta.
Si bien no deja de ser dramático que los trabajadores
y las trabajadoras no salgan a luchar por ellas, por sus
significados primigenios, es un hecho que la clase tra-
bajadora no hace política para sí, capacidad atrofiada por
años. La conciencia de clase es un amasijo complejo y con-
tradictorio dentro de un escenario donde la utopía colecti-
va y dignificante cedió paso a la utopía de la prosperidad
individual. Escenario donde la lucha entre socialismo y
capitalismo “pasó de moda”, o al menos sus postulados
generales parecen quedar lejos de los apuros por repro-
ducir la vida cotidiana, cada vez más asumida como un
asunto personal.
El problema no se reduce a que la gente sea mala o
buena, a qué esté cansada o apática, ni a que detrás de
los cambios haya, o no, malas intenciones. El problema
está en los prolongados déficits de la política revolucio-
naria, de su raquitismo clasista, democrático y liberador.
Para ser más exacto, en los límites revolucionarios de las
políticas en curso, tanto doctrinales como organizativos.
Una pregunta central para desagregar este asunto es:
¿quiénes y desde dónde se tomó la decisión de dar este
giro?
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 201

Pero: ¿Acaso la clase trabajadora, organizada políticamente,


consciente de sus desafíos históricos y cotidianos, renuncia
a un Estado que la proteja como prioridad, que la potencie
como clase y que se amolde a sus intereses? ¿Acaso
sustituyó su derecho constitucional a participar en la
elaboración y ejecución de los planes productivos, por
una participación activa y consciente en lo establecido por
el Estado que la representa? La respuesta es ¡no!
Mírese otra perspectiva: ¿Quiénes redactaron durante
cinco años las pautas del proyecto constitucional? Un pe-
queñísimo comité de altos funcionarios del Estado que,
además de hacerlo a puerta cerrada, solo pretendían
corregir los límites constitucionales padecidos por el proceso
de reforma. ¿Quiénes integraron la comisión parlamentaria
para redactar el proyecto? Esencialmente personas con
cargos directivos, miembros de un Parlamento compuesto
por dirigentes en poco más del 70%. ¿Quiénes valorarán opor-
tunamente las propuestas surgidas en la consulta popular?
Quienes han tomado estas decisiones pertenecen al
sector que históricamente se erigió en representante polí-
tico y administrativo de la clase trabajadora, del pueblo
dueño de los medios de producción que la Revolución
arrebató a los explotadores: llámesele burocracia, funciona-
riado, dirigentes o vanguardia, aun cuando estos términos
no significan lo mismo.
Esegruposocialqueen1976declaróconstitucionalmente
realizar la voluntad del pueblo trabajador —afianzar la
ideología y las normas de convivencia y de conducta pro-
pias de la sociedad libre de la explotación del hombre por
el hombre— declara hoy un Estado organizado con todos
y para el bien de todos, el cual actúa en representación y
beneficio del pueblo como propietario y busca fortalecer
la unidad nacional conciliando los intereses de los ciuda-
danos. En estos nuevos derroteros, el Partido Comunista de
Cuba, fuerza dirigente superior del Estado y la sociedad,
trabaja por preservar y fortalecer la unidad patriótica de
los cubanos.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 202

¿Qué significa conciliar los intereses de los ciudada-


nos? ¿Qué significa la unidad patriótica? Nada más y nada
menos que poner de acuerdo a ciudadanas/os cuyos lu-
gares socioclasistas son desiguales. Unas/os se apropian
del trabajo ajeno, otras/os administran los recursos y las
políticas, y están las/os que solo cuentan con su fuerza de
trabajo. Estos últimos, la compleja y heterogénea clase tra-
bajadora, contará ahora con menos potestades en medio
de dos fuegos: la incipiente burguesía nacional, por un
lado, y la fortalecida burocracia empresarial estatal junto
a la contradictoria burocracia sindical, por el otro.
En la práctica, el Estado actual se erige en árbitro polí-
tico, doctrinal y jurídico de un orden que pretenderá con-
ciliar, armonizar y estabilizar las relaciones entre quienes
explotan y quienes son explotados, y donde la clase tra-
bajadora seguirá representada por un grupo social ajeno
a ella, el mismo que, paso a paso, sustituyó el inevitable
repliegue táctico del proyecto revolucionario socialista cu-
bano en los años 90, por una visión estratégica de cons-
trucción del socialismo clasista, donde el Estado “conciliará”
los intereses de “los ciudadanos” y distribuirá las riquezas
con “equidad y justicia social”.
En su reconfiguración, el Estado no se plantea como
prioridad del mundo del trabajo. ni constitucionalmente
el fomento y desarrollo de instalaciones y planes vacacio-
nales, la organización de círculos infantiles, seminternados
e internados escolares, casas de atención a ancianos y
servicios que facilitan a la familia trabajadora el desempeño
de sus responsabilidades. No postula más el reconoci-
miento del trabajo voluntario, no remunerado, realizado
en beneficio de toda la sociedad, en las actividades indus-
triales, agrícolas, técnicas, artísticas y de servicio, como
formador de la conciencia comunista del pueblo trabajador.
Tampoco mantiene un amplio sistema de becas para
estudiantes y trabajadores, ni propicia que los trabajadores
se incorporen a la labor científica.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 203

Un término que condensa el nuevo momento consa-


grado en la propuesta de Constitución es el de construc-
ción del socialismo. En la visión de Marx —la que parece
haber pautado el texto constitucional de 1976— socialismo
significa período de transición al comunismo, no un fin
en sí mismo, como parece consagrar la actual propuesta.
Al mismo tiempo, el revolucionario alemán comprendía
que el socialismo constituye, necesariamente, una
sociedad contradictoria y conflictiva en el empeño de
superar las relaciones productivas (materiales y
espirituales) generadas por el capital y forjar nuevas
relaciones que asuman como centralidad el trabajo. En él
se crea no solo lo que comemos y vestimos, en él nos
creamos y creamos aquello en lo que creemos.
Obviar estas comprensiones ha reducido el alcance
revolucionario de las políticas socialistas. Por ejemplo,
mucho se ha hablado sobre el papel de los incentivos
“morales” y “materiales” para aumentar la productividad
de las/os trabajadoras/es y su nivel de conciencia, pero
poco sobre los incentivos políticos, tales como el control
democrático de la economía, el Estado y la sociedad,
mediante los cuales crean, deciden y controlan las
políticas, sin opresión ni tutelaje de clase social alguna.
Como recuerda el filósofo cubano Jorge Luis Acanda,37
es sólo mediante la participación y el control de su vida
productiva que la gente desarrolla un interés y un sentido
de responsabilidad por lo que hacen para ganarse la vida
cotidianamente. La democratización de la producción
—tanto de la artística, como de la pedagógica y de la
económica— es un proceso profundamente cultural, y
por ello político.

37
Véase Jorge Luis Acanda: Por una cultura revolucionaria de la
política. Concepción y metodología de la educación Popular, tomo I,
Editorial Caminos, La Habana, 2013.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 204

Es cierto que el mundo realmente existente condiciona


el alcance de los proyectos progresistas, y, sobre todo,
de aquellos con matriz anticapitalista. Es cierto que en
circunstancias tales los horizontes tienen que ser ajustados
y el deber ser emancipador no es la mejor política, la más
viable. Otra cosa bien distinta es desechar el horizonte y
convertir la necesidad en virtud; y otra cosa es no pretender,
en las nuevas circunstancias, los mismos objetivos, lo que
significa no poner a prueba la creatividad revolucionaria
para acumular fuerzas y experiencias.
La gran osadía de Cuba ha sido asumir como desafío
histórico un proyecto liberador socialista en clave comunista.
Para ser más preciso, ha sido una osadía enorme enfren-
tar a fuerzas que proclaman, divulgan y reiteran que ir en
contra de los designios del capital, en general, y de Estados
Unidos, en particular, es un sinsentido.
Es precisamente por eso que perder las coordenadas,
palabras-sentidos, dentro de un escenario histórico adverso
es peligroso políticamente para el proyecto liberador de
la clase trabajadora, la única que ha pretendido superar
todas las formas de explotación y alcanzar la entera dig-
nidad del ser humano. Pretensión esencial que, por cierto,
se conoció como comunismo.
La transición socialista, forma política de ese proyecto,
consiste en una lucha constante por la edificación de
espacios, instituciones y prácticas sociales antagónicas
con aquellas que reproducen el dominio de la burguesía o
la inoperancia de la burocracia. Significa una transfor-
mación total del sentido común, de lo que siempre se ha
considerado como natural y lógico.
Entonces, la comprensión anterior permite asegurar
que la garantía del socialismo no radica en una manera
única de organización política revolucionaria, ni en una uni-
dad nacional abstracta, sino en la capacidad de crear, de-
fender y potenciar relaciones democráticas populares
que propicien que el mundo del trabajo y su ciudadanía
administren la vida material y espiritual, privada y pública.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 205

Hacia dónde, para quiénes y con quiénes, son pautas de


un horizonte que deben quedar bien definidas, sobre todo
cuando las circunstancias obligan a repliegues tácticos,
por ahora, como lo es la conciliación de clases y convivir
con relaciones socioproductivas explotadoras. Repliegues
que corren el riesgo de trastocarse en estratégicos, per-
manentes, y ser presentados como estado ideal.
Hay palabras que arropan sentidos esenciales. El uso
o desuso de ellas también es una posición política ante
la realidad. Apurarse en barrerlas como hojas secas es una
actitud política. Luchar por sus contenidos y formas revolu-
cionarias, aun en escenarios que no lo aconsejan, también
lo es.
Solo mediante la posesión directa de su propiedad
social, las trabajadoras y los trabajadores se pregunta-
rían ¿a dónde van las palabras que no se quedaron…?
y saldrían a luchar por ellas, por lo que representan en su
vida cotidiana.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 206

¿Para qué necesitamos un Presidente?


(Octubre, 2018)

E l Proyecto constitucional en debate nos trae, en el orde-


namiento político, una de sus modificaciones más drás-
ticas: incorpora la figura de presidente de la República.
Sobre esto pareciera que lo más polémico es el límite
de edad previsto, los períodos en los que puede perma-
necer una misma persona en ese cargo y si debe o no ser
votado de manera secreta, directa y libre por la ciuda-
danía. También se debate si esta figura tiene demasiadas
prerrogativas o, por el contrario, tiene las manos atadas.
Incluso se diserta sobre la forma de gobierno: ¿seremos
presidencialistas, parlamentarios o un poco de ambos?
Pareciera que existe consenso respecto a esta inclusión.
De hecho, aun antes de que se hiciera público el proyecto y,
sobre todo después de las elecciones de abril (2018), se
esparció una suerte de demanda compartida: votar direc-
tamente por el presidente. Aunque obviamente no fue tenida
en cuenta por quienes aprobaron el proyecto, supongo
que sustenta la idea del consenso.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 207

Aun frente a esos argumentos, me aventuro a preguntar:


¿necesitamos la figura del presidente?, ¿para qué?
El argumento más o menos claro que hay detrás de esta
propuesta pudiera apuntar a la búsqueda de mayor efi-
ciencia en la gestión estatal y gubernamental. ¿Eficiencia
respecto a qué?
Supongamos que respecto a la agilidad en la toma de
decisiones, a la celeridad para responder a las urgencias,
a la operatividad ejecutiva y legislativa. Pudiéramos aña-
dir, además, mayor eficiencia en la lucha permanente contra
las trabas burocráticas, así como una mejor condición
para arbitrar las relaciones entre los actores diferentes
—y los antagónicos— que describen la realidad cubana.
Tal vez para que Cuba se parezca más al mundo. ¿Parecerse
en qué?
Este enfoque sería suficiente si dejamos fuera del aná-
lisis la variable democracia, aun en su significado mínimo
de gestión colectiva de la política. Otro camino pudiera
tener en cuenta una comprensión de la eficiencia que
contenga la democracia socialista, entendiendo por esta
el permanente proceso de socialización del poder y las
formas políticas que lo garanticen.
Simplifiquemos eso en la lógica siguiente: un grupo de
personas que para tomar decisiones colegian criterios,
visiones y representaciones diversas, resulta más eficiente
como fórmula de gobierno que las que puede tomar una
sola. Además de ser más justo, inclusivo y abarcador. Lo an-
terior no excluye la posibilidad de que una persona puede
representar operativamente a ese conjunto y tener dentro
de él funciones específicas.
Es importante recordar que en Cuba no existe la figu-
ra de presidente del país. El orden institucional surgido
en 1976 concibió un Consejo de Estado y un Consejo de
Ministros, encabezados por un presidente, cuyo principio
constituyente está en la forma colegiada y deliberativa
de los órganos de gobierno.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 208

Sin embargo, esa norma ha experimentado una per-


manente desviación, una suerte de esquizofrenia entre
el diseño político y su implementación. Aquel principio vio
reducido su potencial democrático en una práctica política
basada en el carisma personal que, durante mucho tiempo,
contribuyó a reforzar en el sentido común el valor de con-
tar con un presidente, un líder, una voz unipersonal. Valor
que parece ser asumido como condición natural de toda
organización política y desde el que se presume que otras
formulaciones son inoperantes.
El hecho concreto es que no se tuvo en cuenta suficien-
temente que la tradición socialista consagra variadas formas
de gobierno colegiado: consejos, comunas, comité, asambleas;
las que, en última instancia, condicionan los espacios repre-
sentativos, también necesarios, funcionales y orgánicos al
gobierno colectivo; y colocan otros sentidos y exigencias
a los liderazgos individuales, al controlarlos desde y subor-
dinarlos al bien común.
La comprensión personalista del diseño propuesto se
contradice con la tradición socialista republicana encar-
nada en el gobierno colegiado. Una cosa es corregir las
desviaciones y otra renunciar a ese principio. Retomar este
asunto como variable para el análisis, pone entre signos
de interrogación la pertinencia de las figuras unipersonales
que trae el proyecto, que incluye, además del presidente
de la República, al primer ministro y al gobernador.
También en el sistema de tribunales aparece la ten-
dencia personalista en la posibilidad de que las decisiones
judiciales sean tomadas individualmente por jueces pro-
fesionales, sin estar conminados a colegiar entre varios,
incluyendo a los jueces legos. Nótese que, aunque están
fuera del contenido de la propuesta de Constitución, el
poder de las/os directivas/os al interior de la empresa es-
tatal socialista y de las instituciones del gobierno, así como
de quienes encabezan las organizaciones políticas y de
masas, reafirman este signo.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 209

Otro presupuesto de la tradición socialista democrática


poco atendido es el que consagra la supremacía de la ele-
gibilidad y revocabilidad de los cargos públicos por sobre
la designación. Esta es una disyuntiva esencial respecto a los
modos en que el soberano controla a sus representantes.
Solo el presidente es elegido, y de manera indirecta. El pri-
mer ministro y el gobernador son designados a propuesta
de él, por lo que, en la práctica, estos últimos serán esla-
bones de su cadena de mando.
Puede que estemos frente a un diseño técnicamente
más eficiente para dirimir conflictos, para distribuir rique-
zas y para el control estatal; pero no políticamente más
democrático para el control popular de la gestión de un
Estado que se proclama representante del pueblo. Elegir
personas no reduce todo el acto democrático, pero sin
elección la democracia es una entelequia.
Entonces, ¿es el socialismo antidemocrático per se? No.
Lo es el verticalismo, la personalización de los procesos, los
limitados mecanismos de control popular, el estrechamien-
to de la política y de lo político.
Para intentar el socialismo de otra manera probemos
un gobierno con mandato popular, con órganos colegia-
dos y deliberativos a todos los niveles, donde podamos
elegir y revocar todos los cargos públicos en el Estado,
el gobierno, la fábrica, la escuela, en las organizaciones
políticas y sociales.
Reconstruyamos democráticamente el pasado que está
inconcluso. Para eso, no necesitamos el presidente que
nos están proponiendo.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 210

La Constitución y el pollo de la bodega


(Agosto, 2018)

L legué a casa de una persona muy cercana, entré a su


cocina en el momento que “limpiaba” el pollo de la
bodega.

—¿Leíste los nuevos cambios de la Constitución?,


le pregunté con toda intención de molestarla.
—No, pero lo haré para ver si van a duplicar la cuota
de pollo, me respondió sin quitar los ojos de su
labor.

Me reí a carcajadas de esa salida tan ocurrente y desen-


fadada. Al rato, le metí cabeza a lo que había pasado,
amplié el zoom a la vida cotidiana de esa persona y sentí
que el comentario también me angustiaba.
¿Cuánta gente saldrá a los estanquillos a buscar el tabloide
con el Proyecto de Constitución? ¿Cuántas le encargarán
a un vecino o amigo que se los consiga? ¿Qué espera la
gente que pase con ese documento?
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 211

Supongo que tienes tu propia respuesta, o que al menos te


hagas la misma pregunta. Lo cierto es que la nueva Cons-
titución pasa por delante de mucha gente que no quita los
ojos del pollo de la bodega, es decir, de su vida cotidiana.
Gente que no se molesta ni en suponer lo que trae de nuevo,
además del tema del matrimonio de los homosexuales
y de que no hay doble ciudadanía pa’ nadie.
Estoy pensando volver a la cocina de esa persona y,
cuando menos se lo espere, preguntarle qué le parece
eso de que tendremos presidente de la República. Seguro
me dirá:

—Claro, es lo que le faltaba a la primera dama.


O le suelto que pronto habrá un gobernador en La
Habana.

Imagino su mirada, entre irónica y cansada, diciéndome:

—Eso es nombre na’ma, a la bodega seguirá viniendo


café con chícharo.

Claro, ni de broma la provocaré contándole que qui-


taron la palabra comunismo de la Constitución. No alcanzo
a imaginar su respuesta. Pero sí le diré que no se regulará
la acumulación de riqueza… ahí sí que levanta la cabeza y
me suelta: —Pregúntate qué comen y dónde lo compran
los que nunca sacan los manda’o de la bodega.
¿Está mal preguntarle a la política todo el tiempo desde
la bodega, desde el pollo de dieta, desde el casi café?
¿Quién tiene que acercarse a quién, la Constitución a la
bodega o viceversa? ¿Qué hace falta para que una tenga
que ver con la otra?, ¿para que una importe tanto como
la otra?
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 212

Qué bueno sería llegar a la cocina de esa persona querida,


verla “limpiar” el pollo y preguntarle ¿qué te pasa?, y que
me dijera, realmente perpleja:

—Me enteré que ya no habrá república socialista


de trabajadores, ni se declarará la lucha contra
la explotación del hombre por el hombre.
Además, no entiendo como un parlamento
donde casi la totalidad es del PCC o de la UJC, se
les quedara afuera la palabra comunismo.

Qué bueno sería llegar y que me dijera:

—Tengo una duda, ¿esa república con todos y para


todos distinguirá entre quienes sacan los mandados
el día primero y quienes nunca lo hacen?

O por ejemplo, que me diga:

—Pa’ colmo, con la pila de mujeres que hay en la


Asamblea Nacional, el Proyecto de Constitución
sale sin lenguaje de género. Espérate, tampoco
sé si habrá o no tribunal constitucional. Lo que
me parece bien es que la gente pueda reclamar,
ir directo al grano cuando tenga bateo con el
Estado, sin tener que hacer cartas a las once mil
vírgenes cuando digan digo, donde dice Diego.

Qué bueno sería que esa persona me viera llegar y me


mande pa’l carajo porque está cuadrando unas propues-
tas con algunas personas del barrio pa’ poner la cosa fula
contra las justificaciones a media tinta y defender sin
pelos en la lengua lo que piensan. Por ejemplo, que los
trabajadores y las trabajadoras gestionen su propiedad
social; y ya que va a haber un presidente, cosa que no
cuadra mucho, al menos votar por ese cargo directamente.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 213

También pa’ darle chucho a la chealdá esa de Intendente


y meterle cabeza bien a lo del gobernador, que además,
tampoco es votado por la gente.
Qué bueno sería que esas personas, esas muchas
personas que ni se enteran, ni les motiva, ni les importa
ir al estanquillo, sintieran que la Constitución tienen que
parecerse a la vida cotidiana que sueñan, que sintieran
que esta hora es también su hora, piensen lo que piensen y
pase lo que pase. Qué bueno sería que siguieran los deba-
tes de la Asamblea Nacional como lo hacen con Sonando
en Cuba,38 y que aplaudan a los diputados y diputadas de
la popularidad, es decir, a quienes mejor representen al
pueblo. Qué bueno sería que sintieran que la Constitu-
ción tiene que ser el mejor cuchillo para picar el pollo de
la bodega.
Qué bueno sería, cuando todo termine, entrar a la cocina
de esa persona querida y que me reciba con un abrazo
y me diga:

—Esta Constitución nos quedó como pa’ chuparse


los dedos.

38
Programa de participación de la televisión cubana que ha tenido
tres ediciones: 2015, 2016 y 2017, con un formato que incluye
una selección previa de la cual se ofrecen fragmentos a los
telespectadores, así como los momentos en que se da la noticia
del avance de a la primera ronda eliminatoria a los clasificados en
visitas sorpresivas a sus hogares. (N. de las E.).
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 214

Derecho a no hacer silencio


(Noviembre, 2018)

A unque no tenga nada esencialmente nuevo que aportar,


opto por no hacer silencio sobre un tema que ha sus-
citado reflexiones y escarceos. Escribo sobre él porque
es tiempo de dejar claro dónde me coloco y por qué.
Estoy a favor del Artículo 68 del Proyecto de Constitu-
ción. Es justo, osado y revolucionario. Es un hálito de van-
guardia dentro del texto. También una postura política
contraria al dogma ciego, a la tradición castrante, al con-
servadurismo sordo y a la intolerancia grosera. Además,
prueba que apostar por la justicia es siempre una deci-
sión política, como lo es asumir los costos que tales apuestas
pueden acarrear.
Es cierto, este no es el único ni el más importante tema
que aparece en el Proyecto. Pero es un asunto que, por las
razones más diversas, se ha instaurado en nuestra realidad
como una suerte de parte aguas que despierta atención,
pronunciamiento, movilización y lucha.
Sobre el aspecto que refiere el artículo, el matrimonio
igualitario, han aparecido opiniones complementarias,
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 215

conciliadoras, diferentes y antagónicas. Es interesante


que, fuera del contenido mismo, este viene a ser un botón
de muestra del escenario de disputas que vive Cuba. Es decir,
tan interesante como el tema hacia adentro, lo es el entor-
no que lo condiciona, lo tensiona y se manifiesta desde él.
Al mismo tiempo, una lectura más amplia de lo que
acontece alrededor de este particular hace suponer que las
contradicciones en la sociedad cubana incrementarán
los modos de manifestar sus contenidos.
La fuerte irrupción de este tema en nuestra realidad
nadie la previó o preparó. Tampoco surgió de manual al-
guno sobre justicia social y pasos para su defensa. Lo cierto
es que nos dimos cuenta que la unidad en la diversidad,
con justicia y con derechos, es una asignatura pendiente
de revisión.
Esto añade un dato más a la urgente necesidad de
actualizar los términos de la justicia social, pilar del proyecto
histórico de la Revolución cubana.
El tema del matrimonio igualitario no cambia nada en
mi vida corriente, ni para bien ni para mal. Cualquiera
puede levantar este argumento, y es cierto.
Soy heterosexual y formo parte de un modelo de
familia “doctrinalmente correcto”, razones suficientes para
no meterme en este asunto, para que estas discusiones
no me den “ni frío ni calor”. Sin embargo, cuando soy
tentado a permanecer en esa zona de confort, recuerdo
el poema, Guardé silencio, de Martin Niemöller:39

Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas,/


guardé silencio,/ porque yo no era comunista,/
39
Martin Niemöller (1892-1984) dijo este poema en su sermón de
Semana Santa en la ciudad de Kaiserslautern (1946), entonces con
el título «¿Qué hubiera dicho Jesucristo?». A pesar de su inicial apoyo
a Hitler, a partir de 1933 fue uno de los primeros y más tenaces
críticos del nazismo y constituyó un movimiento de resistencia
denominado Iglesia Confesional. Arrestado por la Gestapo en 1937
y declarado culpable de traición, fue confinado a los campos de
concentración de Sachsenhausen y Dachau. Salvó la vida de milagro.
(N. de las E.).
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 216

Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,/


guardésilencio,/porqueyonoerasocialdemócrata,/
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,/ no
protesté,/ porque yo no era sindicalista,/ Cuando
vinieron a llevarse a los judíos,/ no protesté,/
porque yo no era judío,/ Cuando vinieron a
buscarme,/ no había nadie más que pudiera
protestar.40

Entonces resuelvo usar el derecho a no hacer silencio,


y afirmar así la certeza de que la lucha por la justicia es
una vocación, no una sumatoria, a conveniencia, de dere-
chos puntuales. La lucha por la justicia es un horizonte
que ensancha permanentemente la dignidad humana y
pone límites a quien la proscribe, no importa en busca de
quien venga.

40
Publicado en «https://www.milenio.com/opinion/irene-selser/
danos-colaterales/cuando-vinieron-por-mi-ya-no-habia-nadie-
mas». (N. de las E.).
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 217

Trazas del proceso constitucional


(Enero, 2019)

C on la puesta a punto de la nueva Constitución cierra,


en lo esencial, el proceso de reformas iniciado en el
año 2007. Sin embargo, la nueva Ley de leyes no se explica
solo por la adecuación a las reformas, sino por los ajustes
al proyecto país; los contenidos y formas socialistas, el lugar
de la clase trabajadora, los derechos, deberes y las ga-
rantías ciudadanas y de la sociedad civil, los límites y alcan-
ces democráticos en las estructuras gubernamentales.
Más allá de los contenidos, el proceso constitucional
transparentó algunos datos de la realidad cubana que tras-
cienden el documento mismo, y que en su conjunto, tocan
los cimientos de la cultura política cubana y colocan el
análisis en clave de desafíos. A continuación los resumo:

Primer dato
La pluralidad ideológica develó de manera integral
sus perspectivas diversas: socialistas, liberales,
socialdemócratas. Si bien esta pluralidad es más
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 218

notoria en círculos intelectuales, cuyos ámbitos


de expresión fundamental son las llamadas redes
sociales, diferentes espacios dan cuenta de estos
signos, independiente del nivel de elaboración de
las opiniones.

Segundo dato
Como particularidad del dato anterior, el movi-
miento político con ropaje de fundamentalismo
religioso mostró músculos públicamente. Por vez
primera en muchos años aparece una fuerza
organizada con visos de oposición al orden
existente, con cierta capacidad de movilización y
conexión con fuerzas políticas-religiosas fuera de
Cuba y contrarias a los postulados socialistas.

Tercer dato
Los debates y propuestas se dieron, en lo fun-
damental, en dos canales, uno oficial y el otro no
oficial. El primero contiene todos los espacios
legitimados por la institucionalidad política que
condujo el proceso. El segundo engloba espacios
a los que nunca se hizo referencia en las pre-
sentaciones oficiales.

Cuarto dato
El conservadurismo político, el reformismo econo-
micista, y la preservación de la política social son
tendencias actuantes entre los principales grupos
decisores. Dentro de la aparente unanimidad se
dejaron ver diferentes enfoques de análisis entre
quienes presentaron el proyecto y sus enmiendas.
Incluso mostraron posturas contradictorias sobre
un mismo asunto en una y otra etapa del proceso.
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 219

Quinto dato
En relación con el dato anterior, las corrientes que
apuntan a una mayor apertura al debate popular,
de un lado, y las tendientes a preservar los espacios
centrales de decisión, por otro, mantienen su pulseo.
Si bien el proceso tuvo carácter democrático en el
hecho de la consulta, mostró limitaciones impor-
tantes de este carácter.

Sexto dato
Se describe una mayor estabilidad en el acceso a
cierta información proveniente de las instancias
de gobierno y sus principales representantes.
No obstante, faltan análisis que las contrasten,
debate de ideas sobre los temas tratados, y con
ello una mayor diversidad de enfoques que contri-
buyan a cualificar las opiniones de la población.

Séptimo dato
El giro propuesto hacia la prevalencia del Estado
de Derecho se obstaculiza con la insuficiente
cultura jurídica de la población evidenciada en
el proceso. Esto se notó con fuerza en el propio
Parlamento donde, salvo algunas excepciones,
faltó rigor en los debates político-jurídico a los
que aspira cualquier reforma constitucional.
El Parlamento no representó la riqueza, rigor y
diferencias de opiniones generadas al interior
de la sociedad durante la consulta.

Octavo dato
En relación con el punto anterior, predominó un
enfoque jurídico en los espacios informativos
oficiales, lo que limitó las lecturas políticas que
entraña cada elaboración jurídica. Pareciera que el
debate sobre la Constitución fuera un asunto
Quinta parte. Constituido, constituyente y Constitución _ 220

meramente técnico. Súmese que las variables


para aceptar, o no, determinadas propuestas
fueron confusas, contradictorias. Esto ratifica la
discrecionalidad de la norma latente en la cultura
política cubana.

Noveno dato
El creciente llamado a una mayor participación
popular en las decisiones aún se reduce a informar
y recoger opiniones, no a la presentación de
propuestas que impliquen consultas vinculantes o
referéndum. Al mismo tiempo, prevaleció la opinión
individual y no las posturas consensuadas en
organizaciones, gremios, sectores o territorios.

Estos datos se traducen en desafíos políticos, más allá de


la nueva Constitución, refrendada el 24 de febrero de 2019.
Desafíos que pueden ser esbozado en las siguientes pre-
guntas: ¿La nueva Constitución será un referente efectivo
para la participación popular? ¿Se conseguirá despegar
económicamente a la par que garantizar la justicia dis-
tributiva? ¿Se ampliarán las condiciones para una ma-
yor participación de la sociedad civil en la definición de
las políticas públicas? ¿Se potenciará la creación de una
cultura jurídica ciudadana? ¿Qué cambios se operarán en
la cultura política cubana?
221

Materiales consultados

Documentos VII Congreso del Partido Comunista


de Cuba, aprobados por el III Pleno del Comité
Central del PCC y respaldado por la Asamblea
Nacional del Poder Popular el 1 de junio de
2017: «Conceptualización del Modelo Econó-
mico y Social Cubano de Desarrollo Socialista»;
«Bases del Plan Nacional de Desarrollo Econó-
mico y Social hasta el 2030: Visión de la Nación,
Ejes y Sectores estratégicos»; «Lineamientos
de la Política Económica y Social del Partido y
la Revolución».
Castro, Raúl: «Discurso en la sesión constitutiva de
la VII Legislatura de la Asamblea Nacional del
Poder Popular», Palacio de las Convenciones,
La Habana, 24 de febrero, 2008, Año 50 de la
Revolución.
Castro, Yudi: «El desafío de poner a producir las
tierras ociosas, en Granma, La Habana, 17 de
agosto, 2017.
222

Cobo, Narciso: «Cuentapropismo y pequeña empresa:


una mirada desde el Derecho», en «https://
web.archive.org/web/20210121010018/
https://cubaposible.com/cuentapropismo-y-
pequena-empresa-una-mirada-desde-el-
derecho-2-aa6-aa-aa8-4-aa/».
Díaz, Ileana y Dayma Echevarría: «Mujeres empren-
dedoras en Cuba: análisis imprescindible», en
Miradas a la economía cubana. Análisis del sector
no estatal. Editorial Caminos, La Habana, 2015.
Espina, Mayra Paula: «Reforma económica y polí-
tica social de equidad en Cuba», en Cuba: los
correlatos socioculturales del cambio económico,
Editorial Ciencias Sociales, Ruth Casa Editorial,
La Habana, 2015.
Mesa-Lago, Carmelo: El estado actual del bienestar
social en Cuba (I, II, III y IV), en «https://web.
archive.org/web/20210211005952/https://
cubaposible.com/bienestar-social-en-cuba-i/».
Monreal, Pedro: «Los salarios estatales en Cuba.
¿Cálculo residual o condición indispensable?»,
en«https://elestadocomotal.com/2017/06/23/
los-salarios-estatales-en-cuba-calculo-
residual-o-condicion-indispensable/».
_______: «El mercado, lo privado y la desigualdad: del
relato al dato», en «https://elestadocomotal.
com/2017/06/14/el-mercado-lo-privado-y-la-
desigualdad-del-relato-al-dato/».
Núñez, Marta: «La cara del género en el “cuentapro-pismo”
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Repensando la empresa no estatal socialista»,
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223

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Penín, Lisbet: «Elecciones: preguntas y respuestas (II y III)»,
en «http://www.cubadebate.cu/?s=
Elecciones%3A+preguntas+y+respuestas», 20 y
24 julio 2017.
Pérez Ariadna A. y Evelio Tellería: «Trabajo por cuenta
propia. Perfeccionamiento continúo», entre-
vista a Marta Elena Feitó Cabrera, viceministra
de Trabajo y Seguridad Social, en Trabajadores,
lunes 14 de agosto, La Habana, 2017.
Puig, Yaima: «Primero consolidar, luego avanzar»,
en Granma, miércoles 9 de agosto, La Ha-
bana, 2017.
Rodríguez, José Luis: «La economía cubana. Actuali-
zando el 2016 y una primera mirada al 2017 (IV)»,
en Cubadebate, 25 de agosto, La Habana, 2017
Terrero, Ariel: «Amenazas de la lentitud», sección
Economía con tinta, en Granma, 27 de octubre,
La Habana, 2017.
Torres, Ricardo: «Un nuevo modelo económico en
Cuba: el rol del sector privado», en Miradas a la
economía cubana. Análisis del sector no estatal,
Editorial Caminos, La Habana, 2017.
Valdés Paz, Juan: «Prólogo», en Algunas claves para
pensar la pobreza en Cuba desde la mirada de
jóvenes investigadores. Publicaciones Acuario,
Centro Félix Varela, La Habana, 2013.
_______: «Prólogo», en Miradas a la economía cubana.
Análisis del sector no estatal, Editorial Caminos,
La Habana, 2015.
224

—Zabala, María del Carmen: «Equidad social y cam-


bios económicos en Cuba: retos para la aten-
ción a la pobreza y a la desigualdad», en Cuba:
los correlatos socioculturales del cambio económico,
Editorial Ciencias Sociales, Ruth Casa Editorial,
La Habana, 2015.
_______: «Los estudios sobre pobreza en Cuba.
Un preámbulo necesario», en Algunas claves
para pensar la pobreza en Cuba desde la mirada
de jóvenes investigadores, Publicaciones Acuario,
Centro Félix Varela, La Habana, 2013.

A continuación los documentos consultados para el


artículo Obama y la Revolución. Diálogo con José Martí.

Martí, José: Obras Escogidas, Editora política, La


Habana, 2002.
«Bases del Partido Revolucionario Cubano.
El Partido Revolucionario Cubano».
«El 10 de abril».
«La proclamación del Partido Revolucionario
Cubano».
«El Partido».
«El partido revolucionario a Cuba».
«Para Cuba».
«A Cuba».
«La Revolución».
Martí, José: Obras Escogidas en tres tomos, Tomo II,
Editora Política, 1979.
«El 10 octubre».
«Vindicación de Cuba».
«Cómo se crea un pueblo nuevo en los Estados
Unidos».
«Congreso Internacional de Washington».
«Nuestra América».
«Discurso Conmemoración 10 octubre 1891».

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