Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
¿Qué es la dialéctica?
“Mientras consideramos las cosas como estáticas e inertes, cada una de por sí, una al lado de la
otra y sucesivamente, no descubrimos en ellas ninguna contradicción. Nos encontraremos con
determinadas propiedades, en parte comunes, en parte diferentes y hasta contradictorias entre sí,
pero que, en este caso, no albergan ninguna contradicción por estar distribuidas entre objetos
diversos. Hasta donde alcanza esta zona de investigación, podemos desenvolvernos con el método
especulativo, vulgar, de la metafísica. Pero, todo cambia de raíz tan pronto como queramos
analizar las cosas en sus movimientos, en su transformación, en su vida, en su influencia recíproca.
Entonces, caeremos inmediatamente en un cúmulo de contradicciones. Ya el movimiento es de
por sí una contradicción; el simple desplazamiento mecánico de lugar sólo puede realizarse gracias
al hecho de que un cuerpo esté al mismo tiempo, en el mismo instante, en un lugar y en otro,
gracias al hecho de estar y no estar al mismo tiempo en el mismo sitio. Y el surgimiento continuo y
la simultánea solución de esta contradicción es precisamente lo que constituye el movimiento.”
“Ya hemos visto que la vida consiste precisamente, ante todo, en que un ser sea al mismo tiempo,
en el mismo instante, el que es y otro.” Friedrich Engels.
Por otro lado, en el campo general de la filosofía, ha existido otra lucha histórica:
materialismo e idealismo. El materialismo parte de que la materia, y por lo tanto la
naturaleza, existe independientemente de nuestra conciencia. Las cosas “no
parecen ser” sino que “son”, más allá de nuestra percepción. independientemente
de nuestra existencia y de nuestra capacidad de comprender los fenómenos de la
naturaleza. Para el materialismo en general el centro de estudio son la materia y
sus manifestaciones. Así nuestra conciencia individual está determinada por
nuestra forma material de vida y reproducción. Para el idealismo sin embargo, lo
primario es la idea situada como independiente de la materia y su entorno, su
centro de estudio es el pensamiento despojado de toda relación con la materia; el
“yo” no está determinado por su entorno material, sino que la existencia real de la
naturaleza depende de “mi” percepción particular. El materialismo parte del
estudio de la materia y las formas materiales de vida y reproducción de los
individuos para comprender e interpretar los fenómenos sociales. El idealismo
pretende interpretar los fenómenos sociales de acuerdo a las “ideas” y a la
“consciencia” individual de las personas, al margen de su conexión con el mundo
que lo rodea. Tenemos entonces la otra oposición que hemos desarrollado en
clase: materialismo versus idealismo.
mismo ocurre cuando el obrero consume sus medios de vida, cualesquiera sean,
al hacerlo se produce a sí mismo como ser humano. El vendedor de fuerza de
trabajo, es a la vez comprador de bienes de vida a través de su salario. Aquí
tenemos un ejemplo de la ley de interpenetración de los contrarios en un
fenómeno social.
Tampoco podemos separar tajantemente, por ejemplo, la vida de la muerte.
Ambos son polos contradictorios, pero al mismo tiempo que nacen y se
desarrollan células en nuestro organismo, otras mueren simultáneamente. La piel
es el órgano que nos separa del mundo, que establece un límite, pero a la vez es
a través de la piel que penetran partículas del mundo que nos rodea, y a la vez
desechamos otras desde el interior del cuerpo. (ejemplos de la naturaleza acerca
de esta ley). Entonces, no se trata de fenómenos aislados, separados, sino que
están todos ellos en permanente movimiento, cambio y contradicción.
Negación de la negación
Ejemplo de la sociedad: las clases sociales. Los siervos de la Edad Media niegan,
podemos decir, la esclavitud antigua (de manera parcial, pero al fin y al cabo los
siervos eran dueños de sus medios de producción más elementales) y a la vez, los
proletarios niegan a los siervos, en el sentido de que como nueva clase social,
dejan de ser dueños de esos medios de producción y pasan a ser trabajadores
asalariados que solo poseen su fuerza de trabajo para vender.
HEGEL
La filosofía para Hegel va a ser una ciencia en la medida que pueda establecer
proposiciones de modo sistemático y dentro de un sistema. Por ello la ciencia
debe tener un método. El método para conocer el desarrollo del Espíritu que se va
conociendo a sí mismo no puede ser distinto a ese desarrollo, ya que el Espíritu va
pensándose en cada uno de esos momentos en que se aliena. Así que el método
va a tener vigencia tanto en el plano objetivo como en el ámbito del pensamiento,
cuando analizamos ese movimiento del Absoluto. Entonces, el método es el
desarrollo del Espíritu, que va tomando conciencia de sí en ese mismo desarrollo.
Pero, hagamos una observación: una cosa es el sistema, otra cosa es el método.
El problema de la filosofía en general, al menos de la filosofía clásica occidental,
es el de superar todas las contradicciones, (lógica del sentido) explicarlo todo,
llegar a un punto final. Y esto también le pasa a Hegel, aunque plantee a la
contradicción como algo esencial a su método dialéctico. Superar todas las
contradicciones, una tendencia “natural” del espíritu humano, lo propio de la lógica
racional, es una necesidad de alcanzar algo así como la “verdad absoluta” en
términos de explicación, aún aunque digamos que no existe esa verdad absoluta o
es inalcanzable. Por eso, vamos a dejar pasar este “pecado” de la filosofía y, en el
caso de Hegel, nos concentraremos en su método. A este método vamos a
llamarlo DIALECTICO. Hemos visto que en este proceso el Espíritu pone lo Otro
que es lo opuesto y lo negativo respecto de sí. Pero esto negativo no permanece
como tal si no que es recogido y superado por el Absoluto en este desarrollo que
lo conduce a su auto conocimiento. Este proceso continuo así en un indefinido
camino de oposiciones. Así el Espíritu se va enriqueciendo en esta marcha de
oposiciones en las que consiste la dialéctica. Así, como todo lo real es racional,
(recordando qué es lo real para Hegel, como dijimos unos párrafos antes) la
oposición (unidad y lucha de contrarios) va a ser una de las leyes de la dialéctica,
una de las leyes de la razón. Entonces, primer momento de la dialéctica del
Espíritu: es el acto por el cual este pone lo Otro de sí mismo fuera de sí. Es el
momento de la Tesis. Esto que el Espíritu pone es lo Universal que se ha
particularizado. Esto Otro va entonces a pasar a ser otra cosa. Esta nueva cosa
producida es la negación de lo anterior y la llamamos por ello la Antítesis. Ella es
lo negativo respecto a lo anterior, pero en cuanto este negativo se refiere a sí
mismo también encuentra su propia negación. Es el momento de la Síntesis entre
estos dos primeros momentos, es el momento de la negación de la negación. Pero
la síntesis no es simplemente la negación de los momentos anteriores sino
también la conservación y superación de ellos. Recordemos la Aufhebung:
suprimir, conservar y superar. Veamos por ejemplo que en matemática esto se ve
con claridad: menos por menos, es decir negación de la negación, es más. O sea,
síntesis. Todas las cosas se mueven en base a esta ley de la dialéctica, que es la
inter penetración de los contrarios. La esencia es la oposición. La relación entre la
madre y el feto puede constituir un ejemplo interesante. La madre embarazada
establece con el feto una relación de unión y oposición a la vez. Porque el feto
debe pugnar por salir, por realizar su propio desarrollo. Necesita de la madre pero
a la vez debe separarse de ella. Digamos: la madre embarazada es la Tesis. El
feto en desarrollo es la Antítesis, negación de lo anterior porque se opone a
mantener indefinidamente la situación del embarazo. Y el nacimiento sería la
Síntesis, negación de la negación, un nuevo ser. Así, en el desarrollo dialéctico
nada se pierde de manera definitiva sino que se conserva a un nivel superior de la
inmediatez individual. Así el Espíritu va reuniéndose consigo mismo. En el Todo
coexisten de ese modo todos los contrarios. Como la lógica de Hegel considera lo
Absoluto desde el Ser que está detrás de sus manifestaciones, decimos que en
algún sentido estudia con esta lógica a Dios. Por eso esta lógica, si bien es
dialéctica, tiene un trasfondo metafísico. (la filosofía en tanto sistema). Estudia el
pensamiento puro que va pensándose a sí mismo. La lógica Hegeliana contiene
las tres partes: la teoría del Ser, la teoría de la Esencia y la teoría del Concepto.
La lógica estudia el pensar puro, el pensamiento como lo Absoluto. El
pensamiento busca su fundamento pero la verdad del pensamiento no está en
ninguno de sus momentos sino en la totalidad de él. ¿Dónde buscar el fundamento
de ese Todo que es el pensamiento? La única respuesta es que el fundamento
sea el Todo mismo, el Absoluto. Pero a este Absoluto no lo puedo pensar como
algo determinado sino como lo puramente indeterminado. Así el Ser del Absoluto
es algo indeterminado. El Ser puede determinarse en lo múltiple: un árbol, una
persona, pero en sí mismo no es ninguna de esas cosas, por eso decimos que es
indeterminado. Es el fundamento de que esas cosas sean. El Ser, al no tener
ninguna determinación, es puro vacío, es entonces negación de todas las cosas.
Es como una Nada respecto a todas las cosas de las cuales es el fundamento. El
Ser y la Nada son entonces la misma cosa. En el origen tenemos la contradicción
entre el Ser que no es y la Nada que es. Esta contradicción del origen es el
fundamento de todas las contradicciones que siguen habitando en cada una de
ellas. La verdad es el devenir, es la síntesis que reúne a los opuestos, pero en el
cual aquellos siguen coexistiendo. La contradicción permanece. Así, por el devenir
se supera la abstracción del Ser y de la Nada y se logra el primer concepto
concreto. En el Absoluto todo es devenir, igual que en Heráclito. A través del
devenir, el Ser sale de su indeterminación, pone a otro frente a sí. Se pone en ahí
como existencia. De este modo digamos, existiendo en algo el Ser no es Ser-en-si
sino Ser-ahí. Pero consideremos esto: si un Ser-ahí es determinado es que posee
una cualidad que lo distingue de otro. Pero al ser la cualidad lo que determina la
existencia es por la cualidad que la existencia es en sí misma negativa, es
negación. Esta negación significa que la cosa esta dentro de los límites que le
marca su cualidad y por ello no es otra cosa. Pero esta negación del Ser-ahí no es
la Nada abstracta. Así que esto existente limitado es su cualidad es algo finito. Y
justamente lo que la hace ser tal es su finitud. Su finitud es entonces la verdad de
la cosa- la muerte es entonces lo más propio de sí mismo. Lo finito entonces es un
ser para la muerte. Como lo plantea Anaximandro. En relación a lo finito, pues, la
hora de su nacimiento es la hora de su muerte. Pero lo finito, como todo en la
dialéctica, se niega a sí mismo, y lo contrario es la infinitud. Lo infinito es el destino
de todo lo finito. Así lo finito niega su propia negación y deviene infinito. Pero
cuidado, que lo infinito así considerado encuentra su límite en lo finito, y al
encontrar un límite, su negación, su oposición, deja de ser infinito. A este infinito
imperfecto Hegel lo llama la mala Infinitud. Hay otro Infinito, el verdadero, que se
va realizando en lo finito en un proceso dialéctico. Se realiza a través de las
distintas manifestaciones de lo finito. Este infinito es el Absoluto, el Espíritu. La
esencia es la verdad del Ser. La esencia es reflexión, el movimiento del devenir. El
Ser se muestra en la esencia, aparece en ella. Entonces la esencia es una
apariencia, que así, en principio, es negativa. Pero el pensamiento ve en ella un
reflejo de sí mismo que le permite seguir siendo lo que es. La esencia, que así
retorna a su fundamento que es el Ser, es a su vez el fundamento de la existencia.
En la medida que la esencia tiene una existencia es una cosa. La realidad es la
unidad entre la esencia y la existencia. Pero a primera vista la realidad se muestra
como contingente, no necesaria. Las cosas que son sería posible que fueran de
otro modo. La categoría de realidad se ha tornado en posibilidad. Cuando todas
las condiciones de una cosa están presentes, todas las condiciones, esta entra en
la existencia, ya no es una posibilidad sino una necesidad. Ahora la cosa tiene
necesariamente que ser real. Entonces la verdad de la necesidad no está en las
condiciones sino en el resultado. Esta necesidad, puesta en el resultado, en la
cosa real, es la sustancia. La verdad de la sustancia es el concepto. Con el
concepto, entramos en el reino de la subjetividad y la libertad.
¿Qué es la historia para Hegel? Si la lógica era el estudio de Dios, del Absoluto,
tal como está en su ser eterno, antes de la creación de la naturaleza, la historia es
el estudio de ese mismo Dios (Absoluto) pero en tanto desarrollo, es decir en el
tiempo, en el proceso de autoconocimiento del Espíritu. Si la razón rige al mundo,
sostiene Hegel que la historia universal ha transcurrido racionalmente. Los
hechos históricos nos muestran tres categorías: la primera es la variación. Es el
cambio de los individuos, pueblos y Estados. Pero frente a este aspecto negativo
de la muerte de una forma de vida, una nueva vida surge en la historia que recoge
lo que ha heredado de la anterior. Este es el rejuvenecimiento del Espíritu y es la
segunda categoría. La tercera categoría surge ante la pregunta que nos hacemos
frente a esos cambios. Aquí buscamos el sentido de este proceso y su posible fin.
La historia es el desarrollo del Espíritu en el tiempo así como su desarrollo en el
espacio es la naturaleza. El tiempo es la negatividad corrosiva en la que el Espíritu
va anulando cada una de sus manifestaciones, que vuelven a él. El Espíritu, como
forma infinita, acaba con todo lo finito. Así, como la verdad es el Todo, cada
momento finito del Espíritu es parcialmente verdadero y parcialmente falso. El
Espíritu universal va realizándose y auto conociéndose a través de formas
determinadas. Esas formas son los pueblos. La filosofía de la historia considera al
Espíritu universal en una manifestación determinada, es decir el pueblo. Este es
su objeto de estudio. Cada pueblo va desarrollando su propio espíritu, para poder
conocerse y realizarse. Cumplido ya su destino, encuentra la decadencia y la
muerte como pueblo histórico. Cae en la costumbre y se limita a vegetar. Es como
si en su desarrollo el pueblo no pudiera gozar de su propio fruto, resultado de su
progreso. El fruto se transforma en simiente del pueblo por venir, que a su vez ha
de hacerle madurar. Por eso, un pueblo protagoniza solo una vez el proceso de la
historia. A la muerte de un pueblo, sucede la vida de otro nuevo. El Espíritu
universal destruye su determinación y pasa a otra nueva. Es el proceso de su auto
conocimiento. Los individuos hacen madurar y desarrollar el espíritu de un pueblo.
Pero el individuo solo existe como parte de ese pueblo. No lo trasciende. El
individuo es hijo de su pueblo, e hijo de su tiempo histórico. Pero al individuo lo
mueve la pasión, que junto con la razón constituye la urdimbre de la historia. El ser
humano se va haciendo a sí mismo mediante su actividad. Va adquiriendo y
ganando su libertad. Pero esto que realiza con esfuerzo y con lucha sirve también
a los fines del Espíritu, del Absoluto. De este modo, la Razón se sirve de los seres
humanos para realizarse a sí misma. Para Hegel, los grandes hombres y mujeres
de la historia son los que captan el espíritu de su pueblo y lo hacen suyo como fin
universal. Ellos no inventan ni imponen nada. Han sabido escuchar la voz de su
pueblo y la transforman en bandera de su lucha. Pero la historia no es el terreno
de la felicidad, sino más bien el de la lucha, el enfrentamiento y la muerte. Todo
ello, para conquistar el Espíritu lo universal, su auto conocimiento.
En la historia universal, según Hegel, solo puede hablarse de los pueblos que
forman un Estado porque solo así los pueblos superan su inmediatez natural y se
ponen en contacto con lo universal. Solo en el Estado el hombre conoce y goza de
libertad y puede desarrollar una existencia racional. El Estado seria entonces la
realización de lo Racional en la esfera de lo práctico, la marcha de Dios en el
mundo. La historia comienza con el estado. Lo anterior, en este planteo, es del
orden de la prehistoria. La historia universal es entonces para Hegel el desarrollo
del Espíritu para llegar a ser para-sí, lo que en-sí mismo es. Es el desarrollo de su
autoconocimiento. En ese desarrollo, según el planteo de Hegel, el espíritu sigue
la misma marcha que sigue el sol. Nace en el este y llega a su plenitud en
occidente. En la primera fase, el Espíritu no tiene conciencia de su libertad y
entonces los hombres no son libres. Solo uno es libre, el déspota. Sería el caso de
los pueblos orientales. La conciencia de la libertad surge con los griegos y por eso
han sido libres. Pero los griegos y romanos supieron que algunos hombres son
libres, pero no que el hombre como tal es libre. (capítulo aparte sería
contextualizar estas concepciones desde una perspectiva de género, pero bueno,
leamos a Hegel como alguien de su tiempo, en pleno auge del patriarcado
cultural). Según el planteo sin duda interesado de Hegel, solo las naciones
germánicas han llegado, en el cristianismo, a la conciencia de que el hombre es
libre como hombre. Recordemos que el desarrollo del espíritu es una vuelta hacia
sí mismo. Enriquecido por su autoconciencia y su libertad, es el fin de la historia.
INTRODUCCIÓN A MARX
Marx nace en Treveris, Alemania, en 1818. Con fuerte influencia religiosa judeo
cristiana por influencia de su padre (judío convertido al cristianismo), rompe con la
religión en 1843 y, siguiendo al filósofo Feuerbach, ve en la religión una forma de
alienación, pero segunda en relación a otra anterior. Es decir, el hombre se refugia
en la religión en virtud de una pérdida de sentido, de una alienación anterior.
Recordemos que para Hegel la alienación estaba sostenida como mecanismo de
autoconocimiento y autorrealización del Espíritu, que llegaba al final del proceso al
saber absoluto.
Para Marx, esta concepción carece de sustento material. El ser humano es un ser
natural, y requiere de la naturaleza, que está fuera de sí, para satisfacer sus
necesidades. Pero el ser humano no es un ser pasivo frente a la naturaleza, como
sí lo son las otras especies animales. Es activo, es una praxis frente a ella.
Entonces, está en una relación dialéctica con ella, y se relaciona con ella y con los
objetos que a ella le pertenecen, con su praxis: su praxis es su trabajo. El ser
humano trabaja y así modifica a la naturaleza. Pero es un Ser social, no un ser
aislado: es más, es el conjunto de las relaciones sociales que lo constituyen. Al
transformar la naturaleza, se transforma a sí mismo (dialéctica, unidad y lucha de
contrarios). Entonces, la esencia del ser humano va a ser, en definitiva, su trabajo.
Porque a través del trabajo, modifica la naturaleza y se modifica a sí mismo. Pero
veamos este detalle: el trabajo no sólo hace a la esencia del ser humano, sino que
además se objetiva en productos, en las obras que resultan de la actividad
humana. Todo funciona bien al comienzo, en un sistema de comunismo primitivo,
en el que la sociedad primitiva produce lo que necesita para su consumo. Sin
embargo, la producción de un excedente genera el hecho de que un grupo dentro
de esa sociedad, se apropie de ese excedente, a través de su administración, (y
ya se va definiendo como una clase social por encima de las otras) y para ello
crea un Estado, que en definitiva va a utilizar para sostener esa ventaja de
apropiación del excedente productivo. Por eso Marx va a definir al Estado como
un organismo al servicio de la clase dominante, justamente utilizado por ella para
sostener esa dominación sobre las clases explotadas y oprimidas. Se produce
entonces la primera forma de división del trabajo: los que trabajan y producen, los
que administran y se apropian del excedente.
Plusvalía: expresión monetaria del valor que el trabajador asalariado genera por
encima del valor de su fuerza de trabajo.