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TEMA 5

NATURALEZA Y CULTURA.

En este tema vamos a abordar la interacción entre naturaleza y cultura para


comprender cómo surgió nuestra especie y cómo surge o se hace cada individuo humano. Es
decir, el papel de “lo biológico” y lo cultural (a escala macrotemporal) en relación a nuestro
linaje evolutivo y (a escala mesotemporal) en relación al desarrollo de cada persona.

La pregunta filosófica fundamental a que responde este tema sería la pregunta por el
origen, la pregunta por nuestro origen. Pero derivadamente, también la pregunta por nuestra
idiosincrasia y nuestras posibilidades, y de aquí por nuestras luces y sombras. Recordemos el
comienzo antropológico del curso: el ser humano está necesitado de sentido, y busca
comprender el mundo, lo que le incluye a sí mismo. Ésta era la condición para transformar la
realidad y aprovecharla, adaptándonos a ella. Como dijimos entonces, tenemos dos vías o
estrategias para hacer esto: la mítica y la racional. Vamos a explotar, naturalmente, la vía
racional, pero una vía racional que sería en este caso filosófica y científica a la vez.

1. Naturaleza y cultura en la antropogénesis

1.1 Fijismo y transformismo; Lamarck y Darwin.

El término “antropogénesis” se refiere al largo proceso natural por el que nuestra especie
ha aparecido (estamos hablando de millones de años). Pero para poder siquiera plantear esta idea
e investigar en ella, hemos tenido que avanzar desde una concepción “fijista” o estática de la
vida a otra “transformista” o dinámica. La primera es la más propia de los mitos, y concibe que
la vida apareció tal y como la conocemos, y de una vez y para siempre. La segunda considera
que la vida ha ido cambiando desde su comienzo, y que por tanto muy poco debe parecerse la
que tenemos delante a la de aquel momento. Entre las pruebas e indicios que tenemos para saber
que la vida ha cambiado desde su aparición están los paleontológicos. Por ejemplo, hemos
encontrado restos de especies animales y vegetales

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que no existen hoy, pero de las cuales algunas guardan un gran parecido con especies existentes.
Pero la idea de “evolución” contiene más que la de “cambio”. Estamos hablando de
cambio a mejor. En resumen, la idea de evolución implica una organización o reorganización tal
de los “diseños” de vida que éstos se integran en un sistema ecológico dado. O, como diremos,
una organización tal que se “adaptan” o ajustan a un contexto natural dado. En este sentido el
cambio es “a mejor”. Sin embargo, en la historia de las ideas transformistas podemos distinguir
hipótesis que proponen una degeneración de las especies desde el origen de la vida (Georges-
Louis. L. de Buffon, 1707-1788), e hipótesis que proponen una evolución de las especies (que,
en rigor, se remontan hasta siglos antes de Cristo: entre los griegos, hay propuestas de los
presocráticos Anaximandro -aprox. 610-546-, Anaxágoras -500-428- y Empédocles -aprox. 494-
434-, que adelantó la teoría de la selección natural, y en China, simultáneamente, del taoísmo,
entre los siglos VII a II antes de Cristo). Entre las teorías evolucionistas modernas, destacan dos:
la de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) y la de Charles Darwin (1809-1882).

La de Lamarck, primera teoría evolucionista moderna, está definida por dos leyes
básicas:

● “La función hace al órgano”: el uso frecuente y repetido de un órgano produce


cambios en su estructura.
● “Los caracteres adquiridos se heredan”: las modificaciones de un órgano se
transmiten de generación a generación.

Un ejemplo del propio Lamarck lo constituye el cuello largo de las jirafas. Según los
principios de Lamarck, ante la escasez de alimentos en el suelo los ancestros de las jirafas se
habrían ido esforzando por alcanzar las hojas en las copas de los árboles, y de esta manera sus
cuellos habrían sufrido un alargamiento (por la primera ley de Lamarck). Esos cuellos alargados,
entonces, habrían sido heredados por su descendencia, y ello generación tras generación (por
segunda ley de Lamarck). El resultado final sería la especie de las jirafas tal y como las
conocemos hoy en día.

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Claramente, la teoría de Lamarck tiene un carácter “teleológico” o finalista. Esto
quiere decir: el individuo tiene una necesidad, y como fruto de esa necesidad realiza acciones
para satisfacerla, y ello, como hemos visto, llevaría a la modificación de alguna parte de la
estructura del animal. Este finalismo no se da, sin embargo, en la propuesta de Darwin, base de
la teoría aceptada en la actualidad. El filósofo inglés se basó en dos ideas fundamentales:
● La variabilidad de la descendencia: entre los descendientes tras cada reproducción, hay
siempre cierta variedad de características.
● El proceso de selección natural.

Ambos factores se combinarían de la siguiente manera. Las pequeñas diferencias entre


unos individuos y otros serían con frecuencia relevantes para la supervivencia y reproducción.
Por ejemplo, ante la escasez de alimento en el suelo, las jirafas con el cuello más largo tendrían
ventaja, podrían alimentarse mejor y tener, por tanto, más posibilidades de reproducirse. La
evolución de las especies sería, entonces, un resultado de la supervivencia y reproducción de
los más aptos en un contexto natural determinado. Los rasgos de los que llegan a
reproducirse (que son los que les dan una ventaja diferencial) se transmiten, precisamente
por reproducirse, a la siguiente generación. Esto, acumulativamente en el tiempo, es lo que
da lugar a las modificaciones de las formas de vida, y a la aparición (por ejemplo) de nuestra
especie.

La teoría darwinista de la selección natural se apoya en la combinación de azar y


selección del más apto o el mejor ajuste al medio.

MATERIAL COMPLEMENTARIO.

Con el siguiente vídeo puedes reforzar lo esencial de la teoría de la selección natural:

“Ciencia express: selección natural”, 3’30” (https://youtu.be/Cz6VTtlQksE).

1.2 Hominización y humanización.

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La hominización se refiere al proceso de evolución biológica por el cual fueron
fijándose en nuestro linaje características anatómicas y fisiológicas en base a la selección
natural. La humanización, en cambio, se refiere a un proceso de evolución cultural.
(Entendemos “cultura” en un sentido amplio, antropológico: como el conjunto de
conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otros hábitos o
capacidades adquiridas por el ser humano en sociedad. Por tanto, se incluye tanto lo “material”
como lo “inmaterial” producido por el ser humano, en síntesis.) Pero hominización y
humanización han interaccionado para que la especie “homo sapiens” aparezca: la primera ha
puesto bases materiales (por ejemplo, neurológicas) para la posibilidad misma de la cultura
humana, que tanto nos diferencia, y la misma cultura, en su evolución desde que comenzó, ha
ido transformando las condiciones del contexto bio-evolutivo (de la hominización), de manera
que ha ido constantemente redireccionando las modificaciones anatómicas y fisiológicas.
Gráficamente:

EL MAPA DEBERÍA CONTENER UN BUCLE DE RETROALIMENTACIÓN, CONECTANDO LA ÚLTIMA CAJA CON LAS
ESTRUCTURAS POSIBILITADORAS DE CULTURA: POR ESTE MEDIO PODRÍA HABER IDO GENERÁNDOSE
PAULATINAMENTE TODAS ESAS ESTRUCTURAS Y LA CAPACIDAD CULTURAL HUMANA QUE CONOCEMOS (APARTE DE
OTROS RASGOS NO DIRECTAMENTE RELACIONADOS CON LA CULTURA Y SUS BASES ORGÁNICAS). PORQUE ESAS
ESTRUCTURAS EN SU CONJUNTO Y LA CAPACIDAD CULTURAL COMO TAL NO APARECIERON DE GOLPE. HAY QUE
TENER EN CUENTA, APARTE, QUE CUALQUIER CAMBIO DEL CONTEXTO TIENE QUE PERMANECER EL TIEMPO
SUFICIENTE COMO PARA QUE TENGA EFECTOS EN LA FORMA DE SELECCIÓN NATURAL.

Por ejemplo, ciertos cambios fisiológicos, incluidos los neurofisiológicos, hicieron


posible la instauración cultural de las prendas de vestir y el fuego para darnos calor (no

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descubres relaciones causales en el mundo: piel de animal-calor, fuego-calor-,... si careces de
determinadas estructuras neuronales). Sin embargo, una vez establecidos estos elementos culturales, el
abrigo natural (el pelo) habría dejado de tener la importancia que en un principio tenía, y de esta forma
la menor cantidad de pelo en los descendientes habría dejado de ser “penalizada” por la selección natural
(la reproducción de individuos con más pelo habría sido igual de probable que la de individuos con
menos, con lo cual, en relación con el uso eficiente de energía durante el desarrollo, la cantidad de pelo
ha disminuido con el tiempo).

Otro ejemplo: algunos cambios biológicos (boca, laringe, neurofisiología) habrían posibilitado un cierto
protolenguaje, muy rudimentario, pero que habría dado lugar a una red comunicacional concreta
(elemento cultural), y una vez establecida cualquier cambio biológico que mejorase la integración en y
aprovechamiento de ella quedaría fijado por selección natural (así podría haber ido apareciendo el
lenguaje tal y como lo conocemos, y por tanto la cultura tal y como la conocemos).

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Concretemos ahora algunos hitos del proceso de hominización, en primer lugar, y del
proceso de humanización, después, de cara a la aparición de nuestra especie.

El grupo de los homínidos, al que pertenece nuestra especie, se separó de la línea


evolutiva que conduce a los chimpancés hace unos 4,5 millones de años (en verdad, el margen
aceptado está entre los 4,5 y los 7). El rasgo característico que diferenció a partir de este
momento a los homínidos respecto de los otros primates es la (1) bipedestación: la locomoción
erguida sobre dos extremidades. La bipedestación fue un cambio adaptativo como consecuencia
de un cambio climático hace 5 o 6 millones de años en África Oriental. El bosque dio paso a
grandes extensiones de sabana (zonas secas de escasa vegetación), y en este nuevo contexto, la
posibilidad de caminar erguido tenía grandes ventajas. Una ventaja decisiva está relacionada con
la liberación de las extremidades superiores, pues permitió la posterior modificación de las
manos de forma que fueron entonces capaces de coger objetos con fuerza y delicadeza.

La marcha bípeda fue posible por una serie de cambios evolutivos anatómicos, como el
acortamiento de la pelvis y la reorientación de la unión de columna vertebral con cráneo. La
capacidad de las manos para agarrar objetos con fuerza y delicadeza fue posible por otro cambio
anatómico fundamental: la (2) oposición del pulgar al resto de dedos, colocándose en otro
plano. Esto hace posible una pinza de precisión.

El tercer cambio biológico importante es el (3) aumento del tamaño del cerebro,
asociado a un aumento de la inteligencia, y posible por cambios anatómicos como la reducción
de la mandíbula. Cuando hablamos de inteligencia, puede ser más justo y objetivo precisar que
hablamos de la “inteligencia humana”, pues aunque en principio nos ha colocado en una
posición de ventaja respecto al resto de especies, no puede asegurarse que sea así siempre y bajo
cualquier circunstancia o consideración. Entre los rasgos de dicha “inteligencia”, destacaremos
cuatro, todos necesarios para la capacidad de transformar el medio conscientemente (y así
adaptarnos de manera activa al medio):

● La autoconciencia. Sin la capacidad para diferenciarnos del resto de cosas del mundo
(sin el “esquema mental” yo-mundo), sería imposible planteamiento alguno de
intervención sobre el mismo (como, por ejemplo, la producción de herramientas).

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● La capacidad simbólica. La posibilidad de idear intervenciones sobre el mundo depende
de poseer un “espacio de representación” mental, una dimensión de sentido que sirva de
“laboratorio” mental. Esto es precisamente lo que ofrece la capacidad simbólica (como
vimos, el símbolo es convencional y arbitrario, y por tanto no refiere a nada fijo en el
mundo, sino a algo meramente posible -el significado del símbolo está desplazado del
“aquí y ahora”).
● La libertad. Es decir, la capacidad para elegir entre un abanico de posibilidades de
acción. Esto permite que dicha intervención sobre el mundo sea “consciente”; es decir,
voluntaria, verdaderamente dirigida, y por tanto la adaptación al medio verdaderamente
activa. (Todo animal, todo objeto en verdad, modifica el medio por el mero hecho de
existir; la diferencia en el animal humano reside en que lo hace como fruto de una
planificación, y de manera consciente y voluntaria.)
● La proyección (en el tiempo). Gracias a que “vivimos” en pasado, presente y futuro
tenemos la posibilidad de planificar e idear procedimientos de consecución de lo que
sea; es decir, marcarnos pautas, métodos. O sea, la misma técnica, la relación “medios-
fines”. La capacidad de anticipación, la previsión permanente de acontecimientos,
implica una consciencia del futuro, una “proyección”, que aporta la base para idear los
pasos que deben darse “para” que el acontecimiento que nos interesa se dé (una
herramienta determinada, un animal cazado, un aliado... una asignatura aprobada, una
búsqueda de información eficaz, un estado de forma óptimo,...).

En el proceso de humanización, por otro lado, tuvieron especial relevancia dos


acontecimientos: la aparición del (1) lenguaje y la aparición de la (2) técnica. Como parte de la
evolución cultural, más que del lenguaje (que como hemos visto es resultado de determinadas
estructuras fisiológicas, incluidas las neurológicas), habría que hablar de lo que nuestros
ancestros pudieron hacer con el lenguaje. El lenguaje es un sistema de comunicación de carácter
combinatorial y productivo que, a partir de elementos simples finitos, es capaz de generar un
número potencialmente infinito de mensajes distintos. Entre otras cosas, esto permitió
comunicar y acumular conocimientos: es decir, dio forma a la cultura en un sentido específico
humano. Como ejemplo de la aparición de la técnica, destacan el uso del fuego y el

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uso y fabricación de herramientas. El fuego permitió que nuestros ancestros se proporcionaran
calor, ahuyentaran a las fieras y cocinaran los alimentos. El uso y (sobre todo) fabricación de
herramientas hizo posible la caza, la preparación de alimentos, o la fabricación de refugios y de
prendas de abrigo. Como hemos anotado antes, todas estas adquisiciones debieron crear
condiciones que influyeran en el mismo proceso de hominización.

Para tener una visión global de la dimensión del tiempo y variedad de especies
involucradas en la evolución biológica y cultural que ha terminado en el Homo sapiens,
conviene tener presente el siguiente mapa conceptual:
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ARQUEOLOGÍA Y PALEONTOLOGÍA COLABORAN PARA QUE PODAMOS TENER UNA VISIÓN COMO ESTA. PERO HAY
QUE TENER ALGUNAS PRECAUCIONES. LOS NOMBRES DE LOS PERIODOS REFIEREN AL TIPO DE CULTURA GLOBAL

DESARROLLADA. LAS DATACIONES DEBEN TOMARSE COMO UNA APROXIMACIÓN, DADO QUE LAS EVIDENCIAS

ARQUEOLÓGICAS DIFIEREN EN ALGUNA MEDIDA ENTRE LOS DIFERENTES LUGARES DE SU HALLAZGO, Y


NATURALMENTE LOS HALLAZGOS NO COINCIDEN PERFECTAMENTE CON (TODOS) LOS OBJETOS REALMENTE
UTILIZADOS POR EL SER HUMANO Y SUS PREDECESORES NATURALES (TODO ESTO ESTÁ A SU VEZ CONDICIONADO
POR EL DIFERENTE INTERÉS Y CONSIGUIENTE INVERSIÓN ECONÓMICA EN ESTUDIOS EN LOS DIFERENTES LUGARES
DEL MUNDO). TAMBIÉN HAY QUE TENER EN CUENTA QUE LAS DISTINTAS ESPECIES Y SU DISTRIBUCIÓN EN EL TIEMPO
Y VINCULACIÓN CON DIFERENTES CULTURAS (OLDUVAYENSE, ACHELENSE, MUSTERIENSE,...) PUEDEN VARIAR
SEGÚN LA FUENTE QUE CONSULTEMOS EN POCO ESPACIO DE TIEMPO: HAY FRECUENTES REINTERPRETACIONES DE
LOS DATOS, Y DE VEZ EN CUANDO SURGEN PRUEBAS DE NUEVAS ESPECIES. A VECES, EN EL CASO DE LAS CULTURAS,
SE TRATA DE MERAS CONJETURAS (POR TANTO, LOS DATOS SON MÁS VARIABLES SI CABE).

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Hay que remarcar que la “prehistoria” tiene más que ver con la historia natural que con
la historia (cuyo comienzo se sitúa tradicionalmente con los primeros documentos escritos,
3.300 a. C. en Oriente Próximo, un poco después en el resto del mundo humano), a pesar de la
común pero equívoca forma de referirse a todas estas diferentes especies involucradas (“el ser
humano” o “el hombre”). La edad de piedra, primer gran periodo de la prehistoria, comienza
con la primera especie del género Homo (2,5 MA); la edad de los metales, segundo gran
periodo, se desarrolla entre el 4.000/3.000 a.C. y el 1.300 a.C. Si habláramos de “prehistoria
verdaderamente humana”, según esto, se trataría del periodo entre el Paleolítico medio
(alrededor del 150.000 a. C., aunque llegamos a Europa hace unos 50.000) y el tercer
subperiodo de los metales, la Edad de Hierro (en torno al 1.300 a.C.).

MATERIAL COMPLEMENTARIO 1.

En el siguiente vídeo puedes recordar la teoría de la selección natural de Darwin y reforzar


ideas básicas en torno a la hominización y la humanización:

“La evolución del ser humano: hominización y humanización”(Unboxing Philosophy), 6’43”


(https://youtu.be/9Mm0K0D1YzM).

MATERIAL COMPLEMENTARIO 2.

El siguiente vídeo documental constituye una propuesta para ilustrar en detalle y de manera
atractiva el camino concreto que nuestro linaje evolutivo ha sufrido hasta nuestra especie. (NO
es un material de estudio, sino exclusivamente para recrearse y profundizar de manera
completamente opcional.)

“La odisea de la especie”, 1h.29’ (https://youtu.be/vRX7ThHz4Lk).

MATERIAL COMPLEMENTARIO 3.

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El planteamiento de este tema es básicamente inmanentista. La siguiente propuesta de película
“trae a tierra” nuestras creencias trascendentes de una manera particular:
“The man from Earth”, 1h.27’ (https://youtu.be/33AoJDIh3kw).

ACTIVIDAD.

Visiona por orden los siguientes fragmentos de la película 2001: Una odisea en el espacio:

1) https://www.youtube.com/watch?v=ypEaGQb6dJk (“2001: A Space Odyssey -The Dawn


of Man”), 9’33”.
2) https://www.youtube.com/watch?v=avjdKTqiVvQ (“2001: A Space Odyssey (1968):
From Bone to Satellite Scene (1/6)”), 2’42”.

Interpreta el fragmento de 2001 que acabas de ver. Tienes que usar la mayor parte de los
siguientes términos: bipedismo, liberación de la mano, oposición del pulgar en la mano,
útiles/herramientas, intervención/transformación de la naturaleza, autoconciencia,
libertad/capacidad de decisión o acción (frente a reacción), pensamiento, distanciamiento de la
realidad, concebir/concepción, planificación/técnica, herencia cultural/aprendizaje,
prematuridad, maduración lenta, perfectibilidad, progreso.

2. Naturaleza y cultura en la formación del individuo humano.

Como hemos visto, la cultura humana no hubiera podido aparecer sin la modificación de
estructuras orgánicas como la mano y, de manera especial, sin la aparición del voluminoso y
rugoso cerebro que tenemos. La autoconciencia, la capacidad simbólica, el lenguaje, etc., y toda
la creatividad humana (en cualquiera de sus modalidades de inteligencia: lógico-matemática,
musical, lingüística, etc.) tienen un sustrato neuronal. “Funcionan” en virtud de estructuras
precisas. Y estas estructuras neuronales deben tener necesariamente una orientación innata o
genética, pues en caso contrario no podría entenderse cómo es posible que tales capacidades
surjan en los humanos y no (por ejemplo) en los orangutanes. Entonces, para el desarrollo del
lenguaje, por ejemplo, es necesario que el niño crezca en un contexto

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de habla, en el seno de un grupo social, pero ninguna criatura no humana aprende a hablar por
el mero hecho de permanecer en un tal contexto: hace falta una capacidad innata para aprender
a hacerlo. Lo mismo puede decirse de cualquier actividad técnica, artística o relacionada con el
conocimiento: siempre hace falta un “input” o entrada de información, aprendizaje, pero el
aprendizaje es imposible si no hay encuentro entre dicho input y estructuras biológicas capaces
de hacer algo con él (procesarlo de forma útil). Somos “seres culturales”, sí, pero porque
tenemos un “cerebro cultural”; es decir, diseñado (por selección natural) para desarrollar cultura:
para incorporarse a un mundo de cultura, y contribuir de alguna manera y en alguna medida al
flujo constante de creaciones humanas (por ejemplo, contando lo que aprende). Cultura que es,
recordemos, la gran clave de nuestra extraordinaria capacidad de adaptación.

Lo dicho muestra que el viejo debate entre innatismo y empirismo, entre lo innato frente
a lo aprendido en el desarrollo de las personas, o en antropología entre “naturaleza” y “cultura”
o entre “lo biológico” frente a “lo cultural”, es un falso debate: no se oponen, sino que se
complementan. El filósofo de las ciencias cognitivas Gary Marcus así lo dice en su obra El
nacimiento de la mente: “el aprendizaje no es la antítesis del carácter innato, sino uno de sus
productos más importantes”. Siguiendo con el ejemplo paradigmático, podemos aprender
cualquier lengua porque tenemos una capacidad innata (se entiende, genéticamente orientada)
para ello. Según el lingüista y filósofo Noam Chomsky, una “gramática generativa universal”.
También podemos aprender cualquier canción porque tenemos una capacidad musical natural
para aprenderla. O también podemos adquirir cualquier conjunto de valores morales porque
somos seres morales, es decir, seres con una capacidad para valorar como bueno o malo en sí las
acciones y estilos de conducta de las personas. Respecto a esto último, el propio Darwin propuso
la idea de un “círculo de la compasión” innato, producto de la evolución biológica, que permite
incluir más o menos tipos de seres como seres con derecho a consideración moral (como
posibles pacientes morales, a los que se les puede hacer bien o mal). El filósofo Peter Singer, en
el siglo XX, lo ha llamado “el círculo de la moralidad”.

Hasta la flexibilidad e imprevisbilidad humanas, la gran cantidad de conductas humanas


posibles, ese aparentemente irreductible “libre albedrío”, tendría bases biológicas, según el
psicoligüista y filósofo Steven Pinker. Según Pinker, esa flexibilidad sería el resultado de la
existencia en el cerebro humano de una cantidad inimaginablemente grande de

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instintos (los “diminutos circuitos neuronales”, dice) en competencia por determinar la conducta
en cada caso (Cómo funciona la mente). La flexibilidad e imprevisibilidad en la conducta de las
personas se debería, no a que tengamos menos instintos (mito que habría que derribar), sino
precisamente a que tenemos más, muchos más.

Ahora bien, sucede que el ser humano nace de manera prematura: antes de haber
experimentado un desarrollo suficiente como para enfrentarse al mundo, más o menos, por sí
solo. De hecho, nacemos completamente vulnerables, completamente dependientes de los
cuidados de nuestros padres y parientes. Ello ha sido, en parte, consecuencia del bipedismo: el
estrechamiento de la pelvis necesario para la postura erguida y la bipedestación hizo imposible
que el bebé naciera más tarde, en un momento de mayor tamaño. Pero esta circunstancia se ha
combinado con un “truco” de la evolución que, a la postre, nos ha permitido tener la gran
capacidad cultural que tenemos, tanto a nivel individual como colectivo. Es decir, nos ha
permitido un desarrollo tras el nacimiento largo y abierto a las circunstancias del ambiente
(lo que permite un aprendizaje, directo y también mediante la cultura local, para la adaptación al
mismo). Esto ha propiciado que haya seres humanos en prácticamente cualquier lugar del
planeta, pues en cada lugar hemos aprendido lo necesario para adaptarnos a él. Por otro lado, la
propia dimensión humana de aprendizaje, simbólicamente mediada, carece de límites: podemos
aprender, en cualquiera de los múltiples ámbitos de nuestra inteligencia, hasta el ocaso de
nuestra salud. Ello precisamente por nacer prematuramente, en situación de acabar de
“hacernos”.

Nacemos inacabados, pero por ello mismo abiertos a “acabamientos” muy dispares, y
además “asintóticos”; es decir, somos indefinidamente “perfectibles”. Lo que no quiere decir
que seamos indefinidamente maleables o moldeables por la experiencia o el aprendizaje: nos
limitan aquellos rasgos anatómicos y fisiológicos que (particularmente en el cerebro) hacen que
seamos capaces de lo que somos capaces (y no de otra cosa). Nuestro indefinido proceso de
aprendizaje se circunscribe a ámbitos predeterminados de inteligencia.

ACTIVIDAD.

Lee el siguiente texto y contesta a las cuestiones que le siguen:

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“Es posible que todos estemos equipados con un programa que, ante una afrenta a nuestros
intereses o nuestra dignidad, responde con un sentimiento desagradable y ardiente que nos lleva
a castigar o exigir una compensación. Pero qué se entienda por afrenta, en qué situaciones
pensamos que es permisible fruncir el ceño, y a qué tipo de compensación creemos tener
derecho son cosas que dependen de nuestra cultura. Los estímulos y las respuestas pueden
diferir, pero los estados mentales son los mismos, con independencia de que en nuestro idioma
se pueden expresar perfectamente o no. Como en el caso del lenguaje, sin algún mecanismo
innato para la computación mental, no habría forma de aprenderse los papeles de una cultura que
realmente haya que aprender. (…) las categorías de conducta familiares –las costumbres
referentes al matrimonio, los tabúes sobre la comida, las supersticiones tradicionales, etc.-
ciertamente varían entre las culturas y se deben aprender, pero los mecanismos más profundos
de la computación mental que las genera pueden ser universales e innatos. Las personas pueden
vestir de diferente forma, pero es posible que todas pugnen por alardear de su estatus a través de
su aspecto. Pueden respetar exclusivamente los derechos de los miembros de su clan o pueden
extender este respeto a cualquiera de la tribu, la nación-Estado o la especie, pero en todos los
casos se divide el mundo entre los ‘del grupo’ y los ‘que no son del grupo’. Pueden diferir en los
resultados que atribuyan a las intenciones de los seres conscientes, de modo que algunos
pensarán que los artefactos se fabrican deliberadamente; otros, que las enfermedades proceden
de conjuros mágicos de los enemigos; y aún otros, que todo el mundo fue obra de un creador.
Pero todos ellos, para explicar determinados acontecimientos, invocan la existencia de entidades
con unas mentes que batallan por alcanzar unas metas.”

(Steven Pinker: La Tabla Rasa.)

1) Resume el texto.
2) Elabora dos columnas. Pon en una todo aquello que, según el texto, debería ser
considerado aprendido o cultural, y en la otra lo que debería ser considerado innato o
propio de la naturaleza humana universal.
3) Explica, entonces, qué función tiene lo innato y lo aprendido en el desarrollo de todo
individuo humano.

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4) ¿Es posible sacar alguna conclusión en relación con la igualdad de todos los seres
humanos a pesar de sus diferencias? Explícala.

3. La teoría sintética, el azar y el sentido de la existencia de la especie.

La teoría de Darwin no es en sí la teoría aceptada actualmente. Ella sola deja aspectos


cruciales a saber: cómo se transmiten los rasgos de padres a hijos, y cuál es la causa de la
variabilidad que existe entre los descendientes. Hicieron falta los descubrimientos de Gregor
Mendel (1822-1884) sobre las leyes de la herencia y el descubrimiento del ADN, presente en
todas nuestras células. La teoría de la evolución actual, la “teoría sintética de la evolución”,
trataría sobre todo de “genes”, algo así como las unidades mínimas de la herencia, frente a la
teoría darwinista, que hablaba de “rasgos”. Sería en términos de genes como se describiría la
variabilidad de la descendencia, sobre la que operaría la selección natural. Y dicha variabilidad
es debida a dos factores esenciales:

● la combinación que se produce en la reproducción sexual (que no es absolutamente


universal en la naturaleza: considérese la partenogénesis, por ejemplo); ● las mutaciones
del ADN.

La teoría sintética nos dice que entre los individuos hay una gran variedad de perfiles
genéticos, es decir, de mezclas características de genes, genes que determinan cómo somos, qué
podemos hacer y qué podemos aprender. Entonces, como decimos, son los genes la unidad de
selección, aquello que en última instancia va a perpetuarse en función de los “beneficios” que
traiga al individuo: en función de la medida en que le permite reproducirse.

Según la teoría sintética, unos determinados genes promoverán el desarrollo de ciertas


características y funciones que permitirán un mejor o peor aprovechamiento de las
características del contexto en el que el individuo vive. A partir de aquí, en la medida en que
resulten más provechosos esos genes tenderán a mantenerse en la existencia en la siguiente
generación, y así, generación tras generación se van manteniendo o modificando los genes. La
referencia clave para medir el éxito de los genes es, naturalmente, la reproducción. Genes que
promueven la reproducción del individuo en que actúan, precisamente por promoverla,

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tenderán a seguir en la siguiente generación. De aquí la tesis del biólogo Richard Dawkins
acerca de El gen egoísta. Para Dawkins, en definitiva, los organismos, como son los seres
humanos, no vienen a ser más que máquinas de supervivencia, “medios” de los genes para su
replicación a través de la reproducción.

Con todo, el panorama teórico que queda dibujado así, es el de una evolución de la vida
absolutamente ciega. Es decir, las constantes modificaciones de las formas de vida a lo largo de
la amplísima historia natural no seguirían finalidad alguna, serían el resultado de la interacción
entre el conjunto de genes existente, conjunto completamente azaroso (resultado de
combinaciones y mutaciones aleatorias), y el ajuste circunstancial entre las funciones que los
genes permiten y las características de un contexto dado, que tampoco siguen ninguna regla.
Gráficamente:
Esta conclusión puede resultar tremendamente desalentadora para el orgullo humano,
para el tradicional antropocentrismo. Pero es la única conclusión coherente con nuestro
pensamiento causal-físico, en contraposición al pensamiento social que domina el pensamiento
mítico tradicional. Aunque esta herida en el orgullo humano va más allá de tradiciones
religiosas, porque también se produce en el ámbito secular/racional: como apunta Nietzsche (que
ya toma nota del pensamiento de Darwin) en Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, el
ser humano (en especial el filósofo) cree ser el centro del universo con total ingenuidad,
“inventor” del conocimiento y presunto dominador de la naturaleza a su alrededor, pero no es
más que una especie más en un “apartado rincón de la galaxia”, en un planeta que en algún
momento desaparecerá y habrá quedado en el olvido para siempre en los abismos del espacio y
el tiempo del universo.

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Podemos, si queremos, utilizar nuestro pensamiento social y atribuir rasgos humanos a la
realidad (voluntad, inteligencia, deseos,...), pero con el pensamiento físico-causal no tenemos
más remedio que aceptar que la emergencia del ser humano y de cada uno de nosotros no es más
que un estado de equilibrio transitorio en los sucesivos estados de equilibrio de la materia
desde el comienzo del universo.

MATERIAL COMPLEMENTARIO.

El siguiente vídeo presenta de manera atractiva algunos fragmentos de la obra citada de


Nietzsche. Este uno de los más grandes filósofos de la historia, nos viene a contar, en resumen,
por qué no tiene sentido objetivo nuestra existencia y no somos más importantes que otras
especies animales, pero también cómo, por lo mismo, podemos ser libres y jubilosos creadores
de sentido. No estaríamos aquí por ningún propósito independiente, objetivo, pero precisamente
por esto somos completamente libres de crear nuestros propósitos, nuestros valores, nuestro
sentido.

https://youtu.be/Bhz8zGFnncE (“Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral”,


14’.)

4. “Mente física” vs. “mente social”: la “teoría del diseño inteligente”.

La pregunta orienta las posibles respuestas. Siempre. Por esto si preguntamos “quién” (si
usamos nuestro pensamiento social, nuestra psicología intuitiva para comprender el
funcionamiento de la naturaleza) necesariamente obtendremos como respuesta un “alguien”, sea
quien sea y con las características que sean. La llamada “teoría del diseño inteligente”
constituye una nueva presentación del creacionismo, que es, como sabemos, de carácter
mitológico. Alude, pues, al sentido común social para defender que nuestro origen, y el origen
de toda la vida, es un “alguien”, un agente con un poder suficiente para tal realización, y busca
pruebas de la intervención directa de Dios. Se basa en el argumento teleológico, ya en la quinta
vía para la demostración de la existencia de Dios de Tomás de Aquino (1225-1274), pero se
apoya en la presentación de William Paley, filósofo y teólogo inglés

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(1743-1805), que sí admite la posibilidad de una “creación indirecta”, a través de leyes de la
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naturaleza (se trataría de una posición denominada “deísta” ). El argumento básico se resume
en esto: dadas las especiales características de la vida, en sus diferentes formas, dada su
apariencia de diseño complejo, debe haber un diseñador. En las palabras de Paley en 1802:

Si, cruzando un brezal, me tropezara con una piedra, y fuera preguntado cómo llegó la piedra
allí, podría posiblemente responder que, por lo que yo sé, había estado en ese lugar desde
siempre: y no sería fácil mostrar que esta respuesta es absurda. Pero supongamos que hubiera
encontrado un reloj en el suelo, y fuera preguntado cómo llegó el reloj a ese lugar. Difícilmente
podría plantearme la respuesta que había dado antes; esto es, que por todo lo que yo sé, el reloj
había estado ahí desde siempre. Pero, ¿por qué no debería servir esta respuesta para el reloj en
la misma medida que para la piedra? ¿Por qué no es igualmente admisible en el segundo caso
como en el primero? Por esta razón y ninguna otra, viz., que al inspeccionar el reloj,
apreciamos (lo que no podemos hacer en el caso de la piedra) que sus diversas piezas están
elaboradas y dispuestas conjuntamente con un propósito, e.g., para producir movimiento,
estando tal movimiento regulado de tal forma que indique la hora del día; que, si sus diversas
partes hubieran sido formadas de distinta manera que como están, o situadas de cualquier otra
forma, o en cualquier otro orden, que como han sido situadas, o bien no se produciría ningún
movimiento en absoluto en la máquina, o ninguno que sirviera para su utilidad, la utilidad que
de hecho tiene. (…) Tras haber sido observado el mecanismo (…), la inferencia, creemos, es
inevitable: que el reloj ha debido tener un creador [maker], que ha debido existir, en algún
tiempo y en algún lugar u otro, un artífice o artífices que lo hicieran con el propósito que hemos
encontrado que tiene, y que tuvo a bien su construcción y dispuso su utilidad.

(Teología Natural)

1
En esta posición filosófica, un dios (al menos) tiene el papel de una hipótesis explicativa: para explicar lo observado
o razonado. Entiende además que, una vez creado el mundo, se desentiende de él. No depende de ninguna tradición
religiosa, de revelación o dogma algunos. Surgió como consecuencia de las discusiones teológicas de la Reforma
Protestante (ss. XVI-XVII), y fue después la postura principal entre los filósofos ilustrados (ss. XVII-XVIII).

18
Paley utiliza esta situación hipotética como analogía para demostrar la creación del universo
y sus criaturas por Dios, apoyándose en el diseño inteligente observable en las formas de vida
conocidas. Su ejemplo predilecto es el del ojo de los vertebrados, tan perfectamente diseñado
que no puede más que pensarse que un agente inteligente tuvo que haberlo creado. El universo
todo también funcionaría tan perfectamente como un reloj, de modo que sería como tal otra
prueba de su existencia.

Con este argumento estamos ya, no sólo ante un planteamiento teleo-lógico de la


naturaleza (la teoría de la evolución de Lamarck es teleológica), sino también ante un
planteamiento teo-lógico. La naturaleza tiene, toda ella y todas sus partes, una finalidad (es
teleológica), precisamente porque ha sido creada con arreglo a tal finalidad por Dios (la
naturaleza es teo-lógica: responde a la intención de un dios, de Dios). Hay personas (pocas) que
defienden la tesis del diseño inteligente como científica, aunque es completamente ignorada por
la comunidad científica. Se mantiene que la disposición, no sólo de las partes que constituyen
los organismos, sino también de nuestro planeta con respecto al Sol, o ciertas características
generales del Universo son tales que no pueden ser debidas al azar; que sólo pueden entenderse
bajo la hipótesis de un agente inteligente.

Aparte de todo lo dicho, un problema al que se enfrenta este planteamiento es que, si de


verdad la vida fuera fruto de un acto de inteligencia (especialmente si se trata de la máxima
inteligencia) no se entiende cómo es posible que haya defectos en los diseños biológicos.
Defectos como el desprendimiento visceral que sufrimos los humanos como consecuencia de la
bipedestación o los problemas en el parto consecuencia del acortamiento de la pelvis (necesario
para la bipedestación).

Por improbable que parezca la aparición de la vida en base a la combinación azarosa de


acontecimientos, no es más que eso: una apariencia. Apariencia resultado de valorar la situación
bajo la escala temporal de una vida humana, o de generaciones de vidas humanas. Pero la
evolución del universo no se rige por la escala humana. Para comprender cómo es posible que
diseños complejos surjan del azar sólo hay que tomar en consideración la inmensidad del
espacio en el universo y del tiempo transcurrido desde el comienzo del mismo. Tomemos la
siguiente analogía: es como si tuviéramos a un animal enloquecido en un laboratorio de química.
Lo único que parece que puede salir de esa situación es una sucesión continua de desastres. Pero
introduzcamos un espacio y recursos grande en el laboratorio, y

19
(sobre todo) un margen de tiempo muy muy grande (medido en miles de millones de años): con
seguridad, en algún momento alguna combinación de elementos químicos resultará estable,
podrá ser una cosa más dentro del laboratorio. Algo así ocurriría con la evolución del universo y,
en particular, con la aparición y evolución de la vida, con toda la apariencia de un diseño
complejo inteligente.

ACTIVIDAD.

Lo cierto es que, en último término, podemos igualmente explicar la aparición o evolución del
universo, con las características que tiene (incluida la vida), con nuestro “cerebro físico” que
con nuestro “cerebro social”. Podemos igualmente “cuadrar causas”, hacer uso de lo que
Aristóteles llamó la “causalidad eficiente”, e inducir agentes gobernantes de la naturaleza a
partir de lo que observamos en ella. Y dentro del manejo puramente físico, “científicamente
aséptico” de la cuestión, podemos encajar lo que parece ser un devenir azaroso de los hechos
en el universo (punto en común de teorías filosóficas antiguas y de la teoría física del caos) con
nuestra necesidad de explicación (de cuadrar el devenir bajo leyes), más o menos lo que
hacemos al aceptar la teoría sintética de la evolución. La conclusión que hemos encontrado,
por este camino, es que nuestra existencia, como especie y (por tanto) como individuo es
contingente (aunque a posteriori, una vez comprendida, nos parezca necesaria). Pero, decimos,
radicalmente, sin más consideraciones o metas, es igualmente válido este camino racional-físico
que el camino antropomorfista. Incluso pueden combinarse ambas perspectivas (como hace
Paley y algunos científicos), y considerar que el universo y la vida han aparecido por
concatenaciones causales complejas pero en virtud de leyes inicialmente establecidas por un
agente inteligente. Pero conviene asumir que de verdad y radicalmente ambas posiciones son
posibles: que es posible un universo desamparado y un universo gobernado. Los siguientes
textos ayudan a relativizar (desabsolutizar) ambas alternativas (y por tanto, precisamente, ver
que ambas son posibles).

Lee cada uno de los textos siguientes y contesta a las preguntas:

Texto 1: “el orden esperado”.

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“Conviene evitar una inveterada confusión en lo que hace a las nociones de orden y desorden. Si
barajamos un paquete de naipes y después, al echar las cartas al azar, nos aparecen
rigurosamente ‘ordenadas’ según los cuatro palos de la baraja, y del as al rey, nos quedaremos
estupefactos: parece increíble que el azar haya producido tanto ‘orden’. Pero más estupefactos
quedaremos si un profesor de estadística nos explica que este supuesto orden tiene tantas
probabilidades de haber salido como ‘otro cualquiera’. El caso es que cualquier combinación de
naipes es un ‘orden’, y nuestra sorpresa por la primera combinación sólo es función de nuestra
previa definición de orden. Dicho de otro modo: lo que llamamos desorden es, ante todo, un
orden distinto del que esperábamos. Hay que asumir la pluralidad de ‘órdenes’. Con nuestro
hábito de privilegiar a determinado orden habíamos reprimido su correspondiente desorden, es
decir, habíamos reprimido la infinidad de las alternativas; en suma, habíamos reprimido el
pluralismo.”

(Salvador Pániker: Aproximación al origen, Kairós, 2016, I, Preámbulo, p. 30.)

1) Resume el texto con tus palabras, citando lo que te parezca importante o representativo.
2) ¿Por qué dice el autor que todo desorden es un orden? Primero explícalo, y después cita
lo que te parezca representativo.
3) ¿Crees que “reprimimos” en nuestro día a día también la “infinidad de alternativas”?
Razónalo y pon ejemplos.
4) Si es cierto que “reprimimos órdenes”, como científicos y como personas, ello debe
cumplir alguna función en nuestra vida. ¿Cuál o cuáles crees que pueden ser? 5) Piensa en
la adivinación, la astrología y la proporcionalidad/matematicidad del universo (y en el
hecho particular de que cuantas más veces lanzamos un dado, más se igualan el número de
veces cuyo resultado es par e impar). Infórmate usando internet si lo crees necesario (en
algunas páginas web puedes incluso simular un número cualquiera de lanzamientos de
dado, y comprobar el número de lanzamientos-par frente a impar). Contesta
razonadamente, utilizando la lógica del razonamiento del autor: ¿por qué algunas personas
creen en la adivinación, la astrología y la ordenación matemática (intencionada) del
universo?

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Texto 2: “la verdad como perspectiva de la especie”.

“Si alguien esconde una cosa detrás de un matorral, después la busca de nuevo exactamente allí
y, además, la encuentra, en esa búsqueda y en ese descubrimiento no hay, pues, mucho que
alabar; sin embargo, esto es lo que sucede al buscar y al encontrar la verdad dentro de la
jurisdicción de la razón. Si doy la definición de mamífero y a continuación, después de examinar
un camello, digo: he ahí un mamífero, no cabe duda de que con ello se ha traído a la luz una
nueva verdad, pero es de un valor limitado; quiero decir, es antropomórfica de pies a cabeza y no
contiene ni un solo punto que sea verdadero en sí, real y universalmente válido, prescindiendo de
los hombres. El investigador de tales verdades tan sólo busca en el fondo, la metamorfosis del
mundo en los hombres; aspira a una comprensión del mundo en tanto que cosa humanizada y
consigue, en el mejor de los casos, el sentimiento de una asimilación. Del mismo modo que el
astrólogo considera las estrellas al servicio de los hombres y en conexión con su felicidad y su
desgracia, así considera un tal investigador que el mundo en su totalidad está ligado a los
hombres; como el eco infinitamente repetido de un sonido primordial, el hombre, como la
reproducción multiplicada de una imagen primordial, el hombre. Su procedimiento consiste en
tomar al hombre como medida de todas las cosas, pero entonces parte del error de creer que
tiene estas cosas ante sí de manera inmediata como objetos puros.”

(Friedrich Nietzsche: Sobre verdad y mentira en sentido extramoral.)

1) Resume el texto con tus palabras, y cita lo que te parezca importante o representativo. 2)
El término “antropomórfico” significa aquí algo distinto a lo que significaba en el tema 1.
Explica cuál es ese significado. Después busca el significado del término
“antropocentrismo”. A continuación, cita una parte del texto que aluda al
antropomorfismo, según el significado que has anotado, y otra en que aluda al
antropocentrismo. Justifícalo en ambos casos.
3) ¿Qué quiere decir la expresión “comprensión del mundo en tanto que cosa
humanizada”?

22
4) ¿En qué consiste la ingenuidad del investigador a que se refiere el autor? ¿En creer que
hay verdades (cuando no las hay)? Justifica la respuesta, citando lo que parezca
representativo.
5) En función de la respuesta a la pregunta anterior, ¿qué diferencia puede haber entre
creer que el mundo ha sido creado y es gobernado por un ser inteligente, y creer que ha
surgido y evolucionado por un proceso físico de estados de equilibrio de la materia?

Texto 3: “la falta de sentido histórico”.

“Todos los filósofos tienen en su activo esta falta común: partir del hombre actual y pensar que
en virtud del análisis pueden llegar hasta el fin propuesto. Involuntariamente, se representan al
hombre como una aeterna veritas, como elemento fijo en todas las variantes, como medida
cierta de las cosas. Pero todo lo que el filósofo enuncia respecto del hombre, es un testimonio
acerca del hombre mismo en relación a un espacio de tiempo muy limitado. La falta de sentido
histórico es el pecado original de los filósofos; muchos llegan hasta tomar en su ignorancia,
como forma fija de que es necesario partir, la forma más reciente del hombre, tal como se ha
producido bajo la influencia de religiones determinadas y aun de tales o cuales sucesos políticos.
No quieren comprender que el hombre, que la propia facultad de conocer, es resultado de una
evolución, sin que falten algunos que hacen derivar el mundo entero de esta facultad de conocer.
Lo esencial del desenvolvimiento humano ha pasado en tiempos remotos, muy anteriores a estos
cuatro mil años que conocemos; en éstos puede ser que el hombre no haya cambiado mucho.
Pero el filósofo ve «instintos» en el hombre actual, y admite que estos instintos corresponden a
cifras y cálculos inmutables en relación a la humanidad y que pueden darle una clave para la
inteligencia [comprensión] del mundo general; la teología está construida sobre este hecho;
hablan del hombre de los cuatro mil años últimos como de un hombre eterno, con el cual tienen
desde su principio relación directa natural todas las cosas del mundo. Pero todo ha
evolucionado; no existen hechos eternos ni verdades absolutas. Por eso la filosofía histórica es
para en adelante una necesidad, si la acompaña la virtud de la modestia.”

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(Friedrich Nietzsche: Humano, demasiado humano.)

1) Resume el texto con tus palabras, y cita lo que te parezca importante o representativo. 2)
En relación con lo visto en el tema, ¿a qué se refiere el texto con “el hombre de los cuatro
mil años que conocemos”? ¿Y con “lo esencial del desenvolvimiento humano? ¿Cuál de
ambas está relacionada con la acusación de “falta de sentido histórico”? Justifícalo.
3) ¿Por qué dice que “no existen hechos eternos ni verdades absolutas”? ¿Qué tiene que
ver “lo esencial del desenvolvimiento humano”, según lo visto en el tema? 4) Para el autor,
¿sería el mundo en sí verdaderamente “matemático” o matematizable? ¿Por qué?
5) ¿Encuentras algún problema especial en la misma expresión “no existen hechos eternos
ni verdades absolutas”? Explícalo.

5. Las contrapartidas negativas del potencial humano: la muerte, la explotación, la ansiedad.

Precisamente por nacer inacabados, los seres humanos somos indefinidamente


perfectibles. Por nacer sin medios para adaptarnos directa e inmediatamente a nuestro contexto,
podemos adaptarnos a cualquier contexto; como dijimos, mediante órganos cognitivos de
aprendizaje innatos. De especial importancia eran nuestra libertad, autoconciencia y capacidad
simbólica. Gracias a ellas, en resumen, podemos aprender de lo que tenemos a nuestro
alrededor, y planificar y desarrollar técnicas que transformen nuestro contexto, según dijimos. Y
podemos, con la mediación del lenguaje, transmitir todo lo que sabemos, de toda índole, a los
demás, generando así la cultura específicamente humana (un bagaje común de recursos de todo
tipo), y dotando a nuestra especie de una capacidad de adaptación y expansión sin igual (en
2021 se ha calculado que somos casi 8.000.000.000 de animales humanos en el planeta).

La distinción o esquema mental sujeto-objeto, o yo-lo otro, consecuencia de la


autoconciencia, es clave, así como el esquema medios-fines. Pero éste no sería posible si no nos
proyectáramos en el tiempo. Porque concebimos el futuro podemos plantearnos metas.
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Sin embargo, precisamente porque nos proyectamos concebimos nuestra muerte, y la de los
demás. Esta una de las mayores preocupaciones de la humanidad surge, entonces, de las mismas
características que nos hacen grandes. Podemos planificar, aplicar técnicas y, así, transformar
indefinidamente el contexto en el que estemos, y de esta manera adaptarnos a cualquiera de
ellos; pero el trauma de pensar nuestra finitud es un precio que hemos tenido que pagar a
cambio. Las religiones tienen su origen y fundamento, en parte, precisamente en esta tragedia
humana. Las religiones, y muchos desarrollos filosóficos: es vinculable con la filosofía del
absurdo de Camus (el sentimiento del absurdo surgiría bajo el supuesto de que vivimos para
algo, y al apreciar que no es el caso), o con la idea del “ser-para-la-muerte” del existencialista
Heidegger (la muerte, en cierta manera, da sentido a la vida, porque posibilita el proyecto vital
de cada uno: como toda narración, debe tener un principio y un final), o la filosofía vitalista de
Nietzsche. En síntesis, pensar la muerte implica automáticamente la pregunta por el sentido de la
vida: si morimos, qué sentido tiene el tiempo que estamos hasta el inevitable momento final. ¿Es
un tránsito hacia otra cosa? ¿Tiene un valor absoluto, independiente, que se aprecia aunque no se
comprenda (con la razón)? ¿Es absurda la misma pregunta, o un falso problema?...

Por otra parte, la planificación y la técnica tienen unas consecuencias negativas directas.
En primer lugar, la libertad y posibilidad de idear los mejores medios para aprovechar el
contexto para nuestro beneficio no tiene, en principio, limitaciones. La explotación
irresponsable e irrespetuosa de la naturaleza, incluida la destrucción de la biodiversidad, es,
entonces, una consecuencia. Y la consecuencia subsiguiente, que ya sufrimos, es el
empeoramiento de las condiciones del planeta para nuestra propia supervivencia. En este
sentido, hay investigadores que apoyan la idea de que el surgimiento del COVID-19 ha tenido
mucho que ver con la pérdida creciente de biodiversidad. En los siguientes vídeos puedes
encontrar una ilustración de estos problemas (los tres primeros de forma sensacionalista, pero
por ello mismo poniendo el énfasis que estos problemas merecen):

https://youtu.be/WfGMYdalClU (“MAN”, 3’37”.)

https://youtu.be/p7LDk4D3Q3U (“The turning point”, 3’27”.)

https://youtu.be/jid2A7ldc_8 (“Wake up call”, 5’58”.)

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https://www.youtube.com/watch?v=hENe_R_Xfmw (“Coronavirus: un desafío a nuestro
modelo global”, 14’16”. El vídeo presenta datos de primavera de 2020, pero globalmente dice lo
que nos interesa.)
Las guerras y la explotación humana (todo tipo de esclavitud imaginable) también son
consecuencias de la técnica y la planificación. Y también la sociedad consumista-hedonista en
la que vivimos, en base a una invención incesante de deseos (el marketing) -y por tanto también
de insatisfacción. Los siguientes vídeos ilustran de una forma creativa estos problemas:

https://youtu.be/cxUuU1jwMgM (“El empleo” -o la moderna esclavitud-, 6’24”.)

https://www.youtube.com/watch?v=eGh5T5IP9Jg&list=PLNNwvjZa3wXlfa5-sBQbNT3AW
ajC1rkDt (“Happiness”, 4’51”)

En relación con la pura y más común cotidianidad, por otro lado, nuestra capacidad
simbólica hace posible la discriminación social. Esto es, juzgar a un individuo por su
clasificación, más acertada o menos, bajo cierta categoría social (recordemos que hay
discriminación positiva y negativa). Una categoría social no es más que un concepto general,
fruto de la abstracción, que expresa unas pocas características personales. Esto es, un símbolo, o
el referente inmediato en la mente de un símbolo: por tanto, nada real, aunque causa de muchos
sufrimientos e injusticias. En el siguiente vídeo se muestra la facilidad y la arbitrariedad de las
clasificaciones sociales:

https://youtu.be/fXBXOaLcMZg (“El vídeo danés que nos recuerda lo fácil que es encasillar a
las personas”, 3’.)

Por último, no puede dejar de mencionarse la ansiedad patológica. Nuestra proyección


(en el tiempo) potencia la aparición del miedo a sucesos dañinos, que, si es constante o no se
ajusta a las probabilidades reales de esos sucesos, se considera una enfermedad. En este caso, la
situación de la persona se caracteriza, en resumidas cuentas, por la pre-ocupación permanente
(frente a la “ocupación”).

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Insistimos: todos estos problemas, característicamente humanos, dependen
(paradójicamente) de las mismas características que nos hacen tan especiales, tan exitosos
en sentido adaptativo. El filósofo español Salvador Pániker (1927-2017) propone, entonces,
como solución a todos ellos en su conjunto (y otros problemas humanos), una estrategia de
“retroprogresión” para volver en cierta manera al “origen”, a una cierta raíz animal de la que
salimos. En síntesis, nuestra naturaleza cultural sería lo que nos aleja del origen, creando una
“fisura”, pero lo que al mismo tiempo nos permite volver, en espiral, cerrando un círculo,
mediante lo que llama el “proceso crítico”. Esta vuelta necesariamente utilizaría la vía mística,
como consecuencia última del proceso crítico, y la meta, el origen, coincide con/se superpone a
lo que en las filosofías religiosas orientales se ha llamado el “Tao” o el “Vacío”. El desarrollo de
nuestra cultura estaría yendo ya en este sentido, aunque cuánto pueda durar el proceso es
incierto.

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