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Teoría neodarwinista de la evolución

La noción de que la naturaleza de cualquier sistema es intrínsecamente inestable y está sometida a perpetua
alteración es una idea filosófica que se introduce en las ciencias positivas a lo largo del siglo XIX. Dentro del
concepto evolutivo cabe establecer, con Lewontin, una serie de principios -cambio, orden, dirección, progreso y
perfeccionamiento- y clasificar las distintas teorías por el número de ellos que incluyen en su formulación. De
hecho, sólo el principio de cambio es común a todas las hipótesis evolutivas, puesto que el orden, concebido en
términos absolutos y no sólo como artefacto clasificatorio útil, presupone preconcepción de al menos una
situación totalmente ordenada, a la que pudiera referirse el grado de ordenación de las demás. Si el verdadero
orden existiera, la aceptación de los tres principios restantes, señala Lewontin, es casi una consecuencia
inmediata, puesto que dirección sólo implica la existencia de una secuencia lineal de estados, cuyo grado de
ordenación es más semejante cuanto mayor sea su proximidad en ella. Progreso presupone dirección moral, es
decir, un grado ascendente de ordenación en la secuencia, y el perfeccionamiento añade a la teoría un elemento
utópico, en cuanto considera la posibilidad de, mejora de la meta alcanzada. Evolución orgánica
Es difícil, pues, que una teoría evolutiva rigurosamente científica y, por tanto, comprobable empíricamente,
acepte, al menos sin reparos, más principios que aquel que establece, que el estado actual de un sistema que
evoluciona es el resultado de un cambio, más o menos continuo, realizado a partir de la situación inicial; cambio
que debe ocurrir con cierta frecuencia y no de manera esporádica, originado por causas que son, en sí mismas,
inmutables. De la aceptación de estos postulados se desprende el que la evolución siga en marcha.
La concepción estática del Universo, anterior a la introducción de la hipótesis evolutiva, presuponía la aparición
de especies, en número y aspecto idénticos a los actuales, mediante un único acto creador que habría tenido
lugar en un momento del pasado cercano. Las diferencias existentes entre los individuos de una misma especie
por lo que se refiere a cualquier característica definible se consideraban desviaciones anómalas de la noción
platónica de prototipo ideal, único para cada especie, al cual pueden referirse, por defecto, los tipos presentes.
El único estudio posible al que podían someterse los seres vivos era la confección del catálogo de la creación,
de acuerdo con los principios sistemáticos establecidos por Linneo.
En contraposición a lo anterior, la visión evolutiva mantiene que la vida no se ha presentado siempre bajo las
mismas formas, que las actuales descienden de otras preexistentes y que todas ellas tienen, en último término,
un origen inorgánico lejano. La edad de la Tierra se calcula hoy en unos 10.000 millones de años; la aparición
de la vida se estima que ocurrió hace unos 5.000 millones, y la del hombre, hace sólo unos tres millones. Las
distintas formas en que la vida se manifiesta no han surgido teleológicamente, dirigidas y diseñadas hacia un fin
y de acuerdo con un plan concreto, sino que se producen como respuestas a las características, asimismo
mutables, del medio en que habitan. El prototipo linneano no existe y son, precisamente, las diferencias entre
los individuos de una especie lo que importa.
El evolucionismo pretende reemplazar un concepto estático del Universo por otro dinámico y explicarlo
invocando exclusivamente causas naturales. Puede considerársele como el final de un proceso intelectual que
comenzó desplazando a la tierra del centro del Universo y que, más tarde, desaloja al hombre, en cuanto ser
orgánico, del centro de la creación.
Con la aceptación de los principios evolutivos aparece la Biología como nueva disciplina que reúne las tres
condiciones que califican a una ciencia: organización sistemática del conocimiento, formulación de hipótesis
lógicas para la explicación de los fenómenos conocidos y posibilidad de contrastación empírica de éstas. La
diferencia esencial entre la Historia Natural y su hija, la Biología, reside en que la segunda proporciona una
teoría explicativa comprobable, en el sentido popperiano del término, de los hechos que describe la primera. El
centro de esta teoría es el concepto evolutivo, que abarca a todos los seres vivos y actúa de igual forma en
cualquiera de ellos, constituyendo, por tanto, la generalización más importante que ha producido la Biología
como ciencia.
Contribución de Darwin
La gran contribución de Darwin a la ciencia no ha sido la introducción del concepto evolutivo en la formulación
de una teoría compatible con la descripción conocida del mundo orgánico, lo cual se debe, principalmente, a
Buffon y Lamarck, sino la proposición del mecanismo de selección natural, por medio del cual puede ocurrir la
evolución. El redescubrimiento del mendelismo en 1900 proporciona los conocimientos genéticos básicos que
se incorporan al darwinismo en la llamada teoría sintética o neodarwinista, cuya materia básica es la Genética
de Poblaciones; así adquiere el evolucionismo la capacidad de predicción cuantitativa de que debe disponer una
verdadera hipótesis científica. De todas las teorías evolucionistas propuestas hasta hoy, sólo el darwinismo y el
lamarckismo y sus modificaciones e hibridaciones pueden ser objeto de comprobación experimental. El grado
de corroboración actual de la teoría neodarwinista es tal que se ha hecho, con palabras de Maynard Smith,
imprescindible en Biología, en el mismo sentido en que lo es, en Física, la mecánica de Newton o cualquiera
otra teoría que incluya dicha mecánica por reducción. La teoría neodarwinista se apoya en las siguientes
consideraciones:
1. El único carácter a tener en cuenta es la eficacia biológica(«fitness»), definida para cada individuo como su
contribución de descendientes a la generación siguiente. En este atributo se engloban muchos otros
(morfológicos, fisiológicos, de comportamiento), siendo sus componentes principales viabilidad y fertilidad.
2. El concepto de eficacia biológica debe considerarse aplicado a los individuos de una población, definida
como conjunto de individuos que forman una unidad de reproducción en el tiempo y en el espacio. Estas
poblaciones poseen la capacidad de incrementar exponencialmente en número, aunque tal potencialidad
raramente se manifiesta.
3. En las poblaciones naturales, la eficacia biológica es una característica variable y esa variabilidad es, en
parte, heredable.
Selección natural
Como consecuencia de lo anterior, ciertos individuos de una población aportarán un número inferior de hijos a
la generación siguiente que otros. Si la menor eficacia de los primeros es heredable, su contribución de
descendencia a la población, al cabo de un cierto número de generaciones, será nula, puesto que, como hemos
indicado, el tamaño de las poblaciones naturales suele ser estable. Este proceso de eliminación en el tiempo,
reflejo de la competencia entre individuos con, distintas eficacias biológicas, es el bautizado como selección
natural por Darwin.
Queda claro así cómo la competencia no tendría consecuencias si ocurriera entre individuos igualmente
eficaces, ni supondría repercusiones futuras si, a pesar de existir diferencias en eficacia, éstas no fueran
heredables. Por otra parte, la competencia tiene lugar entre los individuos de una misma población y, si no fuera
así, el proceso no induciría cambio, pues la competencia entre especies tiende a la perpetuación de situaciones
de equilibrio de tipo semejante a las que surgen en los sistemas predador-presa. Por último, es importante
destacar que el individuo más eficaz no es el más fuerte, ni el más inteligente, ni el más astuto, sino,
sencillamente, el padre del mayor número de hijos.
Una vez postulada la existencia de un mecanismo hereditario capaz de transmitir información a través de las
generaciones, que posea también la posibilidad de mutación de esa información, el proceso de selección natural
resulta, en términos prácticos, inevitable. El calificativo eficaz puede aplicarse con mucha mayor justicia a los
genes, en el tiempo, que a los individuos pertenecientes a una generación dada. La acción de la selección natural
lleva consigo el que, al cabo de las generaciones, se impongan en la población réplicas exactas de los genes más
eficaces de que eran portadores los individuos que la componían en el pasado, pero, con toda probabilidad,
ninguno de los individuos vivos de esa población en un instante futuro poseerá una constitución genética
idéntica a la de cualquiera de sus antepasados.

Formación de Nuevas Especies


Una especie se define como el conjunto de organismos capaces de reproducirse entre sí y que tienen
descendencia fértil. En la actualidad, se piensa que la formación de una nueva especie surge como consecuencia
de tres procesos:
- Aislamiento de la población
Un grupo de individuos puede quedar aislado del resto de la población debido a una emigración o a una
barrera que puede ser física, ecológicas o etológicas.
- Diferenciación gradual
Al principio, cada una de las poblaciones aisladas tenían la misma constitución genética que la población
primitiva pero las mutaciones originan variaciones dentro de la población aislada. La selección natural
favorecerá la supervivencia de los individuos cuyos caracteres les permitan adaptarse mejor a las nuevas
condiciones del medio, siendo las poblaciones adaptadas a los cambios más diferentes a los individuos de la
especie original.
- Especiación
Si el aislamiento es prolongado, la población es tan diferente a la primitiva que pierde la capacidad de
cruzamiento con esta o el individuo que nace es estéril. Al cabo de muchos años la acumulación de variaciones
da lugar a la diferenciación en especies distintas.
Evolución humana
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La evolución humana u hominización es el proceso de evolución biológica de la especie humana desde sus
ancestros hasta la actualidad.1 El estudio de dicho proceso requiere de un análisis interdisciplinario en el que se
complementen conocimientos desde ciencias como la genética, la antropología física, la paleontología,
la estratigrafía, la geocronología, la arqueología y la lingüística.
El término humano, en este contexto, se refiere a los individuos de la especie Homo sapiens. Evidencia
morfológica, genética y molecular han determinado que la especie viva más cercana a Homo sapiens es el
chimpancé (Pan troglodytes).23 De esta manera, el estudio específico de la evolución humana es el estudio del
linaje, o clado, que incorpora a todas las especies más cercanas a los humanos modernos que a los chimpancé.
Evidencia molecular4 y paleontológica5 han estimado que el ancestro común entre Homo sapiens y Pan
troglodytes, vivió en África entre 5 a 7 millones de años (Ma). A partir de esta divergencia, dentro del
linaje hominino continuaron emergiendo nuevas especies, todas ellas extintas actualmente a excepción
de Homo sapiens.

ESTUDIO DEL ADN


El ADN es conocido como la molécula de la herencia y contiene la información necesaria para la
generación de todos los organismos eucariontes. Su descubrimiento, estudios y aplicaciones resultaron
en el salto a una nueva era, la era del ADN o Genómica. El significado de sus siglas revela su
composición molecular, Acido DesoxirriboNucleico y su estructura en doble hélice cada día es más
conocida por todos.

El ADN fue por primera vez aislado por un biólogo suizo llamado Frierich Miescher en el año 1869.
Este científico que estudiaba la composición química de los leucocitos (glóbulos blancos), describió de
sus experimentos que las propiedades de la sustancia aislada rica en fosfatos, sin azufre y resistente a
proteasas no correspondía a lípidos ni proteínas. A esta nueva molécula, presente en todos los núcleos
celulares, Miescher la llamó nucleína. Luego, con la identificación de su naturaleza acídica se le asignó
el nombre genérico de ácido nucleico.
En los años 20, Phoebus Levene, en sus estudios de la estructura y función de los ácidos nucleicos,
logró determinar la existencia de ADN y ARN, además de que el ADN está formado por 4 bases
nitrogenadas Timina y Citosina (pirimidinas), Guanina y Adenina (purinas), un azúcar (desoxirribosa) y
un grupo fosfato. Determinó que la unidad básica del ADN estaba conformada por fosfato-azúcar-base
nitrogenada a la cual llamó nucleótido.
Luego con los aportes de Griffith en 1928, los hallazgos de Avery en 1944 y los experimentos de
Hershey-Chase en 1952, se logró determinar que el ADN es la molécula responsable de la herencia. Un
año después Rosalind Franklin y Maurice Wilkins, Francis Crick y James Watson lograron dilucidar
mediante estudios de difracción de rayos X, la estructura molecular de doble hélice del ADN, lo que les
valió el premio Novel de fisiología y medicina en 1962.
Ya en el siglo 21, los avances en la tecnología del ADN específicamente en los métodos de
secuenciación, han conducido al conocimiento de toda la información genética de una variedad de
organismos, como el humano, ratón, pez cebra y A. thaliana, posibilitando enormes avances en
disciplinas tan diversas como la biomedicina, paleontología, agricultura, medicina forense entre otras.

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