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JOSE FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

Magistrado Ponente

SP757-2020
Radicación: 50540

Aprobado Acta N.55

Bogotá, D. C., cuatro (4) de marzo de dos mil veinte


(2020).

VISTOS

Con el fin de dar cumplimiento a la orden de tutela de


fecha octubre 10 de 2019 de la Sala Civil de esta
Corporación, se emite sentencia dentro del trámite
adelantado contra CRISTIAN IGNACIO MURILLO MENDOZA frente
al fallo del Tribunal Superior de Ibagué que revocó la
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

decisión absolutoria que en primera instancia se profirió en


su favor.

ANTECEDENTES FÁCTICOS

Los hechos fueron consignados en la sentencia de


segunda instancia así:

A principios del año 2014, José Abacú Hernández


Rojas, residente en el municipio del Guamo-Tolima, fue
buscado por un hombre con el fin de que le vendiera un
ganado. Como no lo encontró, la visita fue atendida por su
hijo Jeison Hernández. El mismo sujeto regresó días
después y se entrevistó con José Abacú Hernández Rojas a
quien le manifestó haber recibido la orden de exigirle el
pago de treinta millones de pesos para que no «corriera
sangre». Ese individuo le hizo saber a Hernández Rojas
datos sobre sus hijos y los negocios que recientemente
había hecho.

A partir de ese momento empezó a recibir llamadas en


las que lo presionaban para que hiciera el pago de esa
suma, a cambio de no hacerle daño a él o a su familia.

La víctima acudió a las autoridades, quienes


coordinaron un operativo en el que se simularía la entrega
del dinero. Es así que el 20 de febrero de 2014, fue
capturado CRISTIAN IGNACIO MURILLO MENDOZA cuando se
aprestaba a recibir la millonaria suma.

ANTECEDENTES PROCESALES RELEVANTES

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

1. Ante la captura de MURILLO MENDOZA, la Fiscalía


solicitó audiencia para su legalización, así como para la
formulación de imputación. La diligencia se llevó a cabo el
21 de febrero de 2014 ante el Juez Segundo Promiscuo
Municipal del Guamo-Tolima, autoridad que avaló la
aprehensión del imputado por haberse producido en
situación de flagrancia, al tiempo que formalizó en su
contra imputación como presunto autor del delito de
extorsión agravada en modalidad tentada, conducta
descrita en el artículos 244 y 245 numeral 3 del Código
Penal, cargo que MURILLO MENDOZA rechazó.

Se le impuso medida de aseguramiento de detención


preventiva en centro de reclusión.

2. El escrito de acusación se presentó el 10 de abril de


2014 y se formuló el 7 de mayo siguiente en el Juzgado
Tercero Promiscuo Penal Municipal de Conocimiento del
Guamo-Tolima.

3. El procesado fue liberado provisionalmente por


vencimiento de términos, según así lo ordenó el Juez
Primero Promiscuo Municipal de Control de Garantías del
Guamo-Tolima en auto de 9 de diciembre de 2014.

4. Concluidas las audiencias preparatoria y de juicio


oral que adelantó dicha autoridad, la misma, el 30 de junio
de 2015, emitió fallo de primera instancia en el que absolvió
al procesado. Se alzó en apelación el representante de la
víctima y el delegado fiscal.

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

5. Al resolver el recurso de apelación el 24 de marzo de


2017, el Tribunal Superior de Ibagué revocó el fallo de
primer grado y en su lugar condenó al procesado como
autor del delito de extorsión agravada en la modalidad de
tentativa, imponiéndole la pena de 96 meses de prisión y
multa de 2000 salarios mínimos legales mensuales
vigentes.

Se libró orden de captura contra CRISTIAN IGNACIO


MURILLO MENDOZA al habérsele negado la suspensión
condicional de la ejecución de la pena y la prisión
domiciliaria.

6. El fallo de segundo grado fue recurrido en


casación por la defensa del acusado. La Sala inadmitió la
demanda en AP 4693 de 24 de julio de 2017 .

7. El procesado recurrió a la acción de tutela con el


fin de que se garantizara el derecho a la doble conformidad.
La Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, amparó el
derecho y ordenó a la Sala de Casación Penal “dar trámite al
recurso de impugnación especial”.

8. Es así que se admitió la demanda y se convocó a


audiencia para su sustentación, la cual se llevó a cabo el 21
de enero pasado. En esa misma diligencia se advirtió a
defensa y procesado que se trataba de garantizar el derecho
a la impugnación especial, por tal motivo, ambos y por
separado, expusieron abiertamente las razones por las que
impugnaban la sentencia condenatoria proferida por
primera vez en segunda instancia.

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

LA DEMANDA

Se postula un cargo de violación indirecta de la norma


sustancial contra la sentencia de segunda instancia así:

La defensa acude a la causal tercera de casación,


alegando la trasgresión de los parámetros para apreciar las
pruebas, postulando un falso juicio de legalidad y un falso
raciocinio.

1. El primer yerro lo hace recaer en el informe policial


que contiene la trascripción de la llamada telefónica
presuntamente realizada por el procesado a la víctima con
el objeto de hacerle la exigencia económica, por no haber
sido descubierto en la oportunidad prevista en la ley.

Precisa que el escrito de acusación se presentó el 11


de abril de 2014 y que la trascripción se realizó el 2 de
mayo posterior, frente a lo cual agrega, “su producción fue
tiempo después de radicado el escrito de acusación” y, por
tanto, tenía que ser excluida en la audiencia preparatoria,
ya que nunca fue enunciada por el acusador como un
elemento material probatorio que llevaría al juicio.

Como norma violada cita el artículo 344 de la Ley 906


de 2004, puesto que tal medio de convicción no pudo ser
controvertido por la defensa, lo cual, sostiene el
demandante, comporta el desconocimiento del debido
proceso de CRISTIAN IGNACIO MURILLO MENDOZA.

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CASACIÓN N° 50540
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Lo anterior, habida cuenta que la víctima hasta el 22


de abril de 2014 aportó a la policía judicial el disco
compacto que contenía la conversación grabada en la que
se le exigía un dinero, cuya transcripción se produjo el 2 de
mayo de ese año y sin el respectivo cotejo de voz.

Añade que la citada transcripción fue dada a conocer


hasta la audiencia preparatoria, lo que comporta un tardío
descubrimiento probatorio que implica la exclusión del
elemento de convicción por ser ilegal.

En seguida se ocupa del mérito otorgado al testimonio


del ofendido pese a la contradicción en que incurrió acerca
del conocimiento que tenía de José Enrique Cruz Callejas,
pues indicó que no sabía quién era, pero luego se supo que
con anterioridad al hecho había tenido negocios con éste.
En ese orden, si la veracidad de este testimonio queda en
entredicho, lo mismo debe predicarse del CD que aportó al
investigador, contentivo, presuntamente, de una
conversación telefónica que el acusado le hizo con fines
extorsivos, además porque no se tiene claridad en torno a la
fecha de la llamada, ni las razones por las cuales no se
aportó su registro al momento en que la víctima interpuso
la denuncia.

2. Ahora en lo que atañe al falso raciocinio, critica una


glosa del Tribunal, al restarle crédito a una situación
relativa a la venta de un ganado, en tanto la defensa no
aportó prueba documental que acredite la existencia de la
negociación, puesto que considera el demandante, no era
necesario “anunciar ese elemento material probatorio como

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CASACIÓN N° 50540
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documento, cuando precisamente el declarante puede


aportar los documentos que estime necesarios para
sustentar la razón de la ciencia de su dicho. El testimonio
recaudado en juicio oral puede ser complementado por el
declarante con los documentos que a bien tenga aportar
siempre y cuando se relacionen con lo que viene
declarando…”.

Concluye que el raciocinio del Tribunal contradice los


postulados de la sana crítica por desconocimiento de las
máximas de la experiencia, las leyes de la lógica o de la
ciencia.

Como hipótesis afirma que quien planeó el cobro del


dinero fue José Enrique Cruz Callejas al ordenarle a su
empleado, CRISTIAN IGNACIO MURILLO MENDOZA que cobrara
la suma de dinero que la víctima le adeudaba a aquel.

AUDIENCIA DE SUSTENTACIÓN

Procesado

Luego de hacer un recuento de los antecedentes del


proceso, afirma que la sentencia se fundamenta en prueba
ilícita.

El medio de convicción al que se refiere es una


conversación telefónica plasmada en el informe de mayo de
2014 que no fue descubierto al momento de la imputación o
con el escrito de acusación. Añade que el recaudo de esa
evidencia no fue sometido al control de juez de garantías

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CASACIÓN N° 50540
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dentro de las 24 horas siguientes y contraviene los


hallazgos reportados por el investigador que incautó su
teléfono móvil cuando fue capturado, al no hallarse nada
irregular que coincidiera con una conducta extorsiva.

Frente al control posterior, indica que era necesario


porque la conversación contenida en un disco compacto no
fue aportada por la víctima sino por su hijo quien concurrió
al proceso como testigo.

Resalta que el investigador que rindió el informe donde


reportaba el recaudo de este elemento probatorio, es
familiar de la víctima.

El procesado estima que el fallo de responsabilidad en


su contra se sustenta principalmente en la conversación
telefónica contenida en el informe de 2 de mayo de 2014,
medio de convicción que califica de ilícito porque fue
acopiado al juicio con violación del debido proceso, motivo
por el que es una prueba nula de pleno derecho que debe
ser excluida y, consecuente con ello, absuelto del delito de
extorsión.

Reitera su argumento de defensa, según el cual, la


razón por la que fue a recibir un dinero de manos de la
víctima, se explica porque fue enviado por la persona con
quien laboraba en el campo, José Enrique Cruz Callejas, a
efectos de que recibiera ese dinero por una deuda de
ganado que el ofendido tenía con su patrono. Añade que la
existencia de esa obligación fue plenamente demostrada.

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CASACIÓN N° 50540
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Defensa

Al igual que su representado asume que la realidad


fáctica corresponde al cobro de una deuda por la venta de
un ganado que la víctima José Abacú Hernández Rojas,
contrajo con José Enrique Cruz Callejas. Este último le
pidió el favor a su empleado que fuera a recoger el dinero
adeudado, momento en el que fue capturado y señalado de
cometer el delito de extorsión.

Sostiene que en la audiencia preparatoria la Fiscalía


no había hecho mención alguna al informe de 2 de mayo de
2014, el cual daba cuenta de una conversación telefónica
en la que supuestamente se hacían los requerimientos
extorsivos. En ese orden, dicho medio de convicción no fue
descubierto ni solicitado como prueba en la debida
oportunidad.

Recuerda que durante el desarrollo del juicio, el juez


de primera instancia excluyó esa prueba, pero que el
Tribunal al resolver la acción de tutela presentada por el
apoderado de la víctima, ordenó que esa conversación se
tuviera como prueba. Informa que en la decisión de tutela
participó una de las Magistradas que en segunda instancia
emitió la sentencia condenatoria, motivo por el que debió
declararse impedida al configurarse las situaciones
descritas en las causales 6 y 8.

Para la defensa, la víctima denunció una falsa


extorsión con el fin de evitar el pago de la deuda.

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Menciona un documento que la víctima utilizó al


rendir su testimonio en el juicio, del cual la defensa nunca
tuvo noticia y al que el Tribunal dio el alcance de prueba.

Fiscalía General de la Nación

Solicita no casar el fallo impugnado.

Frente al falso juicio de legalidad, fundado en la


ilicitud de una prueba, precisa que en la audiencia de
formulación de imputación el ente acusador no está
obligado a descubrir el material probatorio. Igualmente, que
ese tema ya fue discutido y resuelto en sede de tutela.

Niega que la conversación telefónica no se hubiera


descubierto, ya que la Fiscalía informó de ella a la defensa
en la audiencia de formulación de acusación, lo cual
autoriza la ley porque la acusación es un acto complejo que
no se agota con la presentación del escrito de acusación. En
sustento de lo anterior cita dos decisiones de la Corte
(52561 de 2018 y 36059 de 2011).

Al referirse al cargo de falso raciocinio concluye que no


se demostró ningún error de valoración probatoria. El
documento con el que se pretendió demostrar la
negociación entre víctima y victimario no fue aportado como
prueba. Además, el propio ofendido negó la existencia de la
deuda. Esa exculpación surgió con posterioridad a los
hechos.

Ministerio Público

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

Sostiene que no se acreditó que la prueba tachada de


ilegal haya sido el fundamento de la sentencia
condenatoria. La demanda se dedica a controvertir los
argumentos del Tribunal que derivaron en la
responsabilidad del acusado.

Respecto del presunto error de derecho por falso juicio


de legalidad, afirma que el medio de prueba sobre el que se
hace recaer fue descubierto por la Fiscalía.

No encuentra error en la postura del ad quem cuando


decidió otorgarle credibilidad al testimonio de la víctima
como no a la declaración de Jorge Enrique Cruz Callejas, ya
que esta última no encontró respaldo en otro medio de
convicción.

La petición del procurador delegado es que no se case


la sentencia del Tribunal de Ibagué.

Apoderado de la víctima

Solicita que se mantenga el fallo de condena.

CONSIDERACIONES DE LA SALA

En orden a resolver los aspectos propuestos por el


impugnante, la Sala seguirá el siguiente orden
argumentativo: I) Prueba ilícita y prueba ilegal, efectos en el
proceso, regla de exclusión; II) Descubrimiento probatorio,
oportunidad; III) Interceptación de comunicaciones,

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naturaleza y requisitos; IV) Apreciación de la prueba en el


caso concreto.

(I) Prueba ilícita y prueba ilegal-Efectos en el


proceso-Regla de exclusión.

El recurrente invoca el último inciso del artículo 29 de


la Constitución Política, según el cual, “son nulas de pleno
derecho las pruebas obtenidas con violación del debido
proceso”. Dicho mandato contiene un efecto-sanción de
“inexistencia jurídica” y por ende de exclusión, cuando de
medios de convicción “ilícitos” o “ilegales”, se trate.

Por su parte la prueba ilegal o irregular que extiende


sus alcances hacia los “actos de investigación” y “actos
probatorios” propiamente dichos, es aquella que se ha
obtenido o practicado al margen del procedimiento fijado en
la ley.

Sobre la distinción entre prueba ilícita y prueba ilegal y


su repercusión en el proceso, la Sala de Casación Penal, ha
precisado lo siguiente:

Respecto de ambas especies de prueba opera la cláusula


de exclusión, y la jurisprudencia se ha encargado de
matizar el respectivo efecto1, puesto que si se trata de
prueba ilegal el funcionario debe sopesar si el requisito
legal pretermitido es esencial y verificar su trascendencia
con el fin de determinar su exclusión, ya que si la
irregularidad no tiene ese carácter el medio probatorio
puede continuar obrando dentro del proceso.

Por el contrario, tratándose de pruebas ilícitas siempre


opera la cláusula de exclusión probatoria, excepto en unos
1
«Cfr. CSJ SP 8 jul. 2004, Rad. 18451; SP 1 jul. 2009, Rad. 26836 y 31073».

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precisos casos en los que la nulidad se extiende a toda la


actuación, lo cual ocurre cuando la prueba es obtenida
mediante tortura, desaparición forzada o ejecución
extrajudicial, imputable a agentes del Estado2.

No obstante, la Ley 906 de 2000, artículo 455, prevé


criterios que permiten morigerar la cláusula de exclusión y
atenuar los efectos del artículo 23 de la misma obra, como
son el vínculo atenuado, la fuente independiente, el
descubrimiento inevitable y los demás que establezca la
ley.

Esta Sala precisó que con el fin de establecer cuándo un


medio de prueba reflejo debe ser excluido, el funcionario
judicial debe realizar un juicio de ponderación que, en
armonía con los criterios citados con anterioridad,
comprende las siguientes pautas:

“a) En primer lugar, hemos de partir de una fuente probatoria


obtenida, efectivamente, con violación del derecho fundamental
constitucionalmente conocido y no afectada simplemente de
irregularidad de carácter procesal, por grave que ésta sea, que
para el caso de las entradas y registros tendría que consistir
en algunas de las infracciones, con trascendencia
constitucional por agredir ilícitamente al derecho fundamental
a la inviolabilidad del domicilio.

b) La nulidad constitucional de una prueba en el proceso no


impide la acreditación de los extremos penalmente relevantes
mediante otros medios de prueba de origen independiente al
de la fuente contaminada, pues si no existe una «conexión
causal» entre ambos ese material desconectado estará desde
un principio limpio de toda contaminación.

c) Por último, y esto es lo más determinante, no basta con que


el material probatorio derivado de esa fuente viciada se
encuentre vinculado con ella en conexión exclusivamente
causal, de carácter fáctico, para que se produzca la
transmisión inhabilitante, sino que debe existir entre la fuente
corrompida y la prueba derivada de ella lo que doctrinalmente
se viene denominando «conexión de antijuridicidad», es decir,
desde un punto de vista interno, el que la prueba ulterior no
sea ajena a la vulneración del mismo derecho fundamental
infringido por la originaria sino que realmente se haya
transmitido, de una a otra, ese carácter de
inconstitucionalidad, atendiendo a la índole y características
de la inicial violación del derecho y de las consecuencias que
de ella se derivaron y, desde una perspectiva externa, que las
exigencias marcadas por las necesidades esenciales de la

2
«Cfr. CC C-591, 9 jun. 2005. En el mismo sentido CSJ SP. 10 mar. 2010, Rad. 33621, SP
2 jun. 2014, Rad. 37361 y SP 5 agt. 2014, Rad. 43691».

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tutela de la efectividad del derecho infringido requieran al


rechazo de la eficacia probatoria del material derivado.”3.

En conclusión, siempre que exista una relación


inescindible entre el acto violatorio de una garantía o
derecho fundamental y el elemento de convicción obtenido,
la prueba derivada debe ser excluida, lo cual implica la
imposibilidad de repetirla a fin de depurarla, cuando
exista una relación de causalidad entre la prueba ilícita y
la nueva prueba lícita a la que se arriba con base en el
conocimiento arrojado por el elemento de juicio ilícito. Por
ello, la doctrina especializada en la materia ha señalado
que “no debería admitirse su subsanación o convalidación mediante
la práctica de un nuevo reconocimiento con todas las garantías o
mediante su simple ratificación en el acto del juicio oral al estar
viciado en su origen.”4. Así, la ineficacia de la prueba ilícita se
extenderá también a todos aquellos elementos probatorios
obtenidos de forma lícita, pero que han sido descubiertos
gracias a los resultados obtenidos con una prueba ilícita.

Lo anterior, por cuanto el vínculo entre la fuente ilícita y la


prueba derivada de ella no es ajeno a la vulneración del
mismo derecho, sino que se presenta como su fruto, de
manera que la protección debida al derecho fundamental
solo será simbólica sino se excluye el material obtenido y
derivado de la prueba espuria»5.

Desde una interpretación constitucional se debe


considerar que tanto en los eventos de ilicitud como de
ilegalidad probatoria, lo que se genera es el mismo efecto de
exclusión e inexistencia dentro del proceso, resultado que
se transmite a las evidencias o elementos materiales
probatorios que dependan, sean consecuencia o sólo
puedan explicarse en razón de las pruebas ilícitas o ilegales.

La expresión “nulas de pleno derecho” en manera


alguna puede asimilarse a la nulidad procesal, sino a la

3
«Cfr. CSJ SP 5 agt. 2014, Rad. 43691».
4
«Cfr. Manuel Miranda Estrampes, “El concepto de prueba ilícita y su tratamiento
en el proceso penal”, J.M. Bosch Editor, Barcelona 1999, p. 91».
5
CSJ SP, 29 May. 2019. Rad. 48498.

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inexistencia jurídica del medio de convicción, que no implica


retrotraer el proceso a etapas anteriores, sino a ignorar, a
tener por inexistente, el elemento de juicio obtenido en forma
ilegal o ilícita, según se configure cualquiera de las
situaciones antes reseñadas.

Sin embargo, la doctrina constitucional, en sentencia C


591 de 2005, reguló las situaciones en las que ante casos de
prueba ilícita, la sanción no era la mera exclusión del medio
de convicción así logrado, sino que sus efectos se extendían a
la legalidad y constitucionalidad del proceso, debiéndose
optar por la declaratoria de nulidad, por ejemplo, cuando el
medio de convicción es obtenido a través de la comisión de
un delito de lesa humanidad6.

El vicio de legalidad que se denuncia, tanto en la


demanda de casación, como en la impugnación especial, no
se refiere a alguna de las situaciones que hacen ilícita la
prueba, mucho menos aquellas que imponen la invalidación
del proceso. La queja apunta a la ilegalidad de un medio de
convicción porque en su recaudo e incorporación al juicio se
incumplieron los requisitos contemplados en la ley,
concretamente, el control constitucional posterior que
compete al juez de garantías y su falta de descubrimiento a
la defensa. En esa medida, la defensa tanto material como
técnica solicitan que no sea tenido en cuenta y, en
consecuencia de ello, se deje en firme el fallo absolutorio, ya
que la materialidad del delito de extorsión y la
responsabilidad que le asiste el acusado, se fundaron en
dicha prueba.

6
CSJ AP, 6 Jul. 2011. Rad. 36626.

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Se trata de la transcripción de una llamada telefónica


recibida por la víctima José Abacud Hernández Rojas en la
que una voz masculina le hace un requerimiento extorsivo.
Esa conversación fue grabada por el ofendido en un disco
compacto, el cual fue entregado por el señor Hernández
Rojas a un funcionario de la Policía Judicial el 22 de abril de
2014 cuando rindió una entrevista. El investigador Leiber
Hernández Rojas procedió a la transcripción del audio al día
siguiente e integró la misma a su informe de 2 de mayo de
2014, junto con la declaración de la víctima.

Precisado lo anterior, como quiera que la ilegalidad de


la prueba se predica de su falta de descubrimiento y del
control posterior de que trata el artículo 237 de la Ley 906 de
2004, seguidamente se abordarán estos dos aspectos.

II) Descubrimiento probatorio

En reiteradas oportunidades la Sala se ha ocupado del


tema al que le ha dado especial importancia dentro de la
estructura del proceso, puesto que de un adecuado
descubrimiento depende el correcto ejercicio del
contradictorio.

En uno de sus últimos pronunciamientos7 sobre el


particular, la Corte reiteró que dar a conocer a la contraparte
las pruebas con las que demostrará su teoría del caso o
desvirtuará la del adversario, es la única forma de garantizar
el ejercicio del derecho de defensa8, al tiempo que comporta

7
CSJ AP, 7 Mar. 2018. Rad. 51882
8
CSJ CSJ AP, 13 Jun.2012. Rad. 32058; CSJ AP, 8 Nov. 2011. Rad. 36177

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un presupuesto para el desarrollo de las audiencias


preparatoria y de juicio oral, veamos:

« El adecuado descubrimiento probatorio, y la solución


de los conflictos que se presenten al respecto, son
pasos indispensables para la enunciación, solicitud y
decreto de las pruebas. Lo anterior es así, entre otras,
por las siguientes razones: (i) esa información le permite
a la defensa definir su estrategia, lo que incluye la
selección de las pruebas que considere útiles para
rebatir la hipótesis factual de la Fiscalía o para
sustentar la suya, en el evento de que opte por
presentar hipótesis alternativas; (ii) además de conocer
las pruebas que sirven de soporte a la teoría del caso
del ente acusador, la defensa puede servirse de esa
información para los fines inherentes a su función; (iii)
el conocimiento suficiente que debe lograrse a través del
descubrimiento probatorio, es presupuesto para
analizar y, de ser el caso, rebatir, los argumentos de la
Fiscalía sobre la pertinencia de las pruebas, y
presentar los alegatos que eventualmente sean
procedentes en torno a la conducencia y utilidad de las
mismas; (iv) de esta manera, el Juez puede contar con
suficientes elementos de juicio para decidir sobre la
admisibilidad de los medios de conocimiento; etcétera» .

Ahora, sobre los momentos en los que las partes


pueden descubrir material probatorio, desde la casación
CSJ SP 21 Feb. 2007. Rad. 25920, reiterada en CSJ SP179,
18 Ene. 2017. Rad. 48216, se estableció lo siguiente:

«El primero coincide con la presentación por el fiscal


del escrito de acusación ante el juez de conocimiento, el
cual debe contener, entre otras exigencias, ‘el
descubrimiento de pruebas’ consignado en un anexo.
El acusador está en la obligación de entregar copia de
dicho escrito al acusado, a su defensor, al Ministerio
Público y a las víctimas (artículo 337)”.

El segundo se consolida en la audiencia de


formulación de acusación, acto en el cual, según el
artículo 344, ‘se cumplirá lo relacionado con el
descubrimiento de la prueba’, pues la defensa podrá

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CASACIÓN N° 50540
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solicitar al juez de conocimiento que ordene a la fiscalía


el descubrimiento de un elemento material probatorio y,
a su vez, ésta también podrá ‘pedir al juez que ordene
a la defensa entregarle copia de los elementos
materiales de convicción, de las declaraciones juradas
y demás medios probatorios que pretenda hacer valer
en el juicio’”.

El tercer momento se presenta en la audiencia


preparatoria, en cuyo desarrollo, según así lo norma el
artículo 356, numeral 2, de la Ley 906 de 2004, el juez
dispondrá ‘que la defensa descubra sus elementos
materiales probatorios y evidencia física’”.

Por último, el inciso final del artículo 344 prevé que,


de manera excepcional, también en el juicio oral es
posible realizar el descubrimiento probatorio. Ello será
posible en el evento en que alguna de las partes
encuentre un elemento material probatorio y evidencia
física muy significativos [sic] que debería ser
descubierto. De ocurrir lo anterior, agrega la norma, lo
pondrá en conocimiento del juez, quien, oídas las
partes y considerado el perjuicio que podría producirse
al derecho de defensa y la integridad del juicio,
decidirá si es excepcionalmente admisible o si debe
excluirse esa prueba.

Así, entonces, como lo ha precisado la jurisprudencia de


la Corte, ‘se colige sin dificultad que no existe un único
momento para realizar en forma correcta el
descubrimiento, ni existe una sola manera de
suministrar a la contraparte las evidencias, elementos y
medios probatorios. Por el contrario, el procedimiento
penal colombiano es relativamente flexible en esa
temática, siempre que se garantice la indemnidad del
principio de contradicción, que las partes se desempeñen
con lealtad y que las decisiones que al respecto adopte el
juez, se dirijan a la efectividad del derecho sustancial y
al logro de los fines constitucionales del proceso penal».

Para el presente asunto se denuncia el descubrimiento


tardío de los resultados del informe de Policía Judicial de
mayo 2 de 2014, que da cuenta del recaudo de una
conversación telefónica con su respectiva transcripción,

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CASACIÓN N° 50540
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sostenida entre la víctima y el hombre que lo estaba


extorsionando.

Con el fin de establecer si la defensa fue sorprendida


mediante el acopio al juicio de este material probatorio, es
pertinente rememorar los antecedentes del proceso desde la
presentación del escrito de acusación por ser este el
momento a partir del cual se inicia el descubrimiento.

El escrito de acusación se presentó el 10 de abril de


2014. Dentro de la relación de las pruebas y evidencias con
las que contaba la Fiscalía y que llevaría al juicio, aludió a un
informe de campo pendiente de entrega.

En la audiencia de formulación de acusación que se


llevó a cabo el 7 de mayo de 2014, la Fiscalía puso de
presente la existencia del informe de 2 de mayo de 2014,
anunciando que las evidencias y elementos probatorios allí
reportados serían solicitados como prueba en el juicio.
Igualmente, que el citado informe contenía las entrevistas de
la víctima José Abacú Hernández Rojas, Jeison Hernández
Cuevas, Yaneth Hernández Cuevas y la transcripción de una
llamada telefónica entre la víctima y el presunto extorsionista
aportada «por un testigo».

En la audiencia preparatoria de 4 de junio de 2014,


ambas partes al ser interrogadas acerca de si el
descubrimiento probatorio fue completo, las partes
respondieron afirmativamente9. La defensa indicó que se le
había hecho traslado de todos los anexos a la acusación. Al
elevar la petición probatoria, la Fiscalía solicitó el testimonio
9
Minuto 2.25 y siguientes del registro de audio de la audiencia preparatoria.

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del investigador Leiber Hernández Rojas con quien


incorporaría las pruebas reportadas en su informe de mayo 2
de 2014.

En esa fase procesal, la defensa solicitó la exclusión del


«informe de policía», al considerar que frente a la conversación
telefónica trascrita no se había suscrito el control posterior
que regula el artículo 237 del Código de Procedimiento Penal.

Como se observa, es desacorde con el trámite procesal


que la Fiscalía no hubiera descubierto los medios de
convicción referidos en el informe de 2 de mayo de 2014,
tanto así que la solicitud de exclusión de uno de ellos, no se
fundó en esta causa, sino en el incumplimiento de otro
requisito legal previsto para actos de investigación como lo
son las interceptaciones telefónicas.

Es por lo anterior que una de las quejas en las que los


recurrentes fundan la ilegalidad de la prueba, no está
llamada a prosperar, pues lo cierto es que la contraparte
cumplió con su deber de descubrimiento oportuno, antes de
la solicitud de práctica de pruebas.

Frente a la otra situación con base en la cual se solicita


la exclusión de la conversación telefónica por ilegalidad, esto
es, la omisión de someterla a control posterior, la Corte se
pronunciará en el siguiente capítulo.

III) Interceptación de comunicaciones

Es un tipo de acto investigativo que implica la invasión


al derecho a la intimidad, por ello se establece una reserva
20
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

judicial en las actuaciones que impliquen esta clase de


interferencias, lo cual se traduce en que debe mediar orden
de autoridad judicial competente.

La Constitución Política en su artículo 250 autoriza al


ente de persecución penal a realizar esta clase de
actividades por ser la Fiscalía General de la Nación el
organismo en el que recae la obligación constitucional de
investigar aquellas conductas que revistan las
características de un delito en los que el daño o riesgo para
el bien jurídico es de importante interés para el Estado.

Frente a comportamientos delictivos de menor


impacto, la misma norma constitucional, modificada
mediante el Acto Legislativo 06 de 2011, permite que
particulares ejerzan la acción penal a través de la figura del
acusador privado regulada en la Ley 1829 de 2017. De
todas formas, ciertas actividades investigativas quedan
reservadas para el ente de persecución penal porque
conllevan a la invasión de garantías constitucionales de
primer orden.

Por regla general, cualquier actividad investigativa de


la Fiscalía que implique la interferencia de derechos
fundamentales como la intimidad, el buen nombre o la
inviolabilidad del domicilio, requiere de mandato previo y
escrito de autoridad judicial competente.

Sin embargo, existen actos de investigación que por su


naturaleza deben ejecutarse de manera inmediata y con
total sigilo. Por ello, frente algunos no se requiere la orden
previa de un juez, pero sí la del fiscal, dirigida a policía
21
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

judicial, cuyo resultado, en todo caso, requiere el control


posterior por parte de la autoridad judicial competente. Así
se indicó en la sentencia C 336 de 2007:

«La relativa flexibilización que el numeral 2° del artículo


250 de la Constitución introduce respecto de los
registros (que pueden recaer sobre archivos digitales o
documentos computarizados), allanamientos,
incautaciones e interceptación de comunicaciones, en el
sentido de permitir un control posterior del juez de
control de garantías, puede explicarse en la necesidad
y oportunidad del recaudo de la información, en cuanto
se trata de diligencias que generalmente están
referidas a realidades fácticas que pueden estar
propensas a cambios repentinos, o que podrían
eventualmente ser alteradas en desmedro del interés
estatal de proteger la investigación».

Para desarrollar el mandato previsto en el artículo 250


numeral 2º superior, la ley procesal penal autoriza a la
Fiscalía a interceptar las comunicaciones de los ciudadanos
con el fin de recopilar información útil para la investigación
del delito. Obtenidos los resultados, serán dados a conocer
al juez de garantías para que establezca que los mismos se
recopilaron en forma lícita y que la orden que los motivó
contiene las razones necesarias que justifican la invasión
del derecho a la intimidad por parte del Estado.

Como se observa, en desarrollo de un proceso penal


sólo la Fiscalía General de la Nación 10 está autorizada para
disponer la interceptación de las comunicaciones de los
ciudadanos y en todo caso su labor queda sometida al
control del juez penal.

10
Otras entidades que ejercen funciones de Policía Judicial como la Procuraduría
General de la Nación, también están facultadas para ordenar la interceptación de
comunicaciones dentro de los procesos que adelanten de acuerdo con sus
competencias constitucionales (Sentencia SU 414 de 2017)

22
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

En la sentencia C-509 de 2007, se indicó cúal es la


autoridad competente para ordenar una interferencia de
esta clase:

«[…] Asimismo, el artículo 2º del Acto Legislativo 03 de


2002, que modificó el 250 de la Carta, en el numeral 2°
dispuso que corresponde a la Fiscalía General de la
Nación, en ejercicio de la obligación constitucional de
investigar aquellas conductas que revistan las
características de un delito, “Adelantar registros,
allanamientos, incautaciones e interceptaciones de
comunicaciones. En estos eventos el juez que ejerza las
funciones de control de garantías efectuará el control
posterior respectivo, a más tardar dentro de las treinta
y seis (36) horas siguientes, al solo efecto de determinar
su validez.”

En consecuencia, la competencia para ordenar las


mencionadas diligencias con ocasión de una
investigación penal, sometida al procedimiento
aplicable a partir del Acto Legislativo 03 de 2002, ha
sido asignada al juez de control de garantías, previa
solicitud de la Fiscalía General de la Nación, o a ésta en
casos excepcionales, de acuerdo con la ley.

Otras autoridades adscritas a la jurisdicción ordinaria


que, según la respectiva competencia funcional, podrían
emitir una orden en ese sentido, serían la Sala Penal de
la Corte Suprema de Justicia, las Salas Penales o
únicas de los Tribunales Superiores y los Jueces de la
República en lo penal».

Es por lo anterior que esta actividad investigativa bajo


ningún punto de vista puede ser desplegada por la víctima,
aun cuando se le reconozcan facultades probatorias dentro
del proceso, tales como aportar y solicitar medios de
convicción en orden a hacer efectivos los derechos a la
verdad, justicia y reparación (Sentencias 454 de 2006 y
C209 de 2007).

23
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

Ahora bien, no se puede confundir la grabación de una


conversación telefónica por uno de los participantes en el
diálogo, por ejemplo, la víctima, con una interceptación de
comunicaciones. Esta última corresponde a un
procedimiento en el que se restringe la garantía del secreto
de las comunicaciones entre particulares para captar el
contenido de las mismas, siendo un acto policial,
previamente ordenado por la autoridad judicial en el que los
investigadores son los que escuchan la conversación.

Por su parte, la grabación de una comunicación por


un participante en ella, consiste en dejar un registro de
audio de una conversación propia, con el fin de utilizarlo
como prueba contra el interlocutor o un tercero. Por tal
motivo, la víctima de un delito puede aportar ese medio de
convicción con vocación probatoria en el juicio, siempre que
se cumplan los presupuestos de descubrimiento, solicitud y
acreditación de dicho elemento.

No se precisa de una orden previa de autoridad


judicial competente para su recaudo porque cuando quien
graba la conversación es quien interviene en ella, ninguna
trasgresión se configura al derecho fundamental al secreto
de la comunicación privada.

Solo de manera excepcional el registro de audio puede


hacerse público, si en este interviene la víctima de un delito
y es quien realiza la grabación. Así lo replicó la Corte
Constitucional11, acogiendo algunas decisiones de la Sala de
Casación Penal:

11
CC ST 233, 29 Mar. 2007

24
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

« “resultan legalmente válidas y con vocación probatoria


porque, como desde antaño lo ha venido sosteniendo la
Sala, su práctica no requiere previa orden judicial de
autoridad competente en la medida en que se han
realizado, respecto de su propia voz e imagen, por
persona que es víctima de un hecho punible, o con su
aquiescencia y con el propósito de preconstituir la
prueba del delito, por manera que no entraña
intromisión o violación alguna del derecho a la intimidad
de terceros o personas ajenas”(Sala de Casación del 6
de agosto de 2003. Radicación 21216)»

«“Lo prohibido, (…) es la grabación en la modalidad de


interceptación de terceros, pues se entiende que el
interés protegido en lo material es la injerencia indebida
de una persona en la comunicación de otra, de lo cual no
hace parte. Por tanto, si una tercera se inmiscuye en una
conversación ajena, y la graba, la prueba así obtenida
será ilícita, pero si la grabación es realizada por quien
participa en ella, no habrá motivos para afirmar su
ilicitud, menos aún, si está siendo víctima de un delito”
(Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Penal,
sentencia del 15 de agosto de 2001»

Con todo, a juicio de esta Sala, la tesis acogida por la


Corte Suprema es inaplicable en el caso concreto, pues
no se refiere a la situación fáctica del tutelante. La
jurisprudencia transcrita claramente hace alusión
a la prueba adquirida por la víctima, en la que
ella, limitando con su misma intimidad, por
medios propios o previa autorización, permite la
captura de su imagen y su voz con el fin de develar
la existencia de la conducta ilícita que la
victimiza. Es el caso de la persona que de manera
voluntaria habilita el conocimiento judicial de sus
comunicaciones privadas, previendo que con ello se
procese la conducta que la afecta. Es una prerrogativa
que no puede extenderse al victimario y que claramente
favorece a quien directamente puede disponer de su
derecho».

En el presente asunto, la defensa en la audiencia


preparatoria solicitó la exclusión de una conversación
telefónica en la que participaba la víctima como receptor de

25
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

una llamada que le hizo un hombre para exigirle una suma


de dinero a cambio de no atentar contra su vida.

En su criterio la prueba se obtuvo como resultado de


una interceptación de comunicaciones, razón por la que
debió ser sometida al control posterior a cargo del juez de
garantías de acuerdo con las previsiones del Art. 237 del
Código de Procedimiento Penal. Precisó que no se trató de
una conversación recopilada por la víctima, sino por un
tercero –hijo del ofendido-, quien sería citado como testigo
al juicio. Por ello, calificó de equivocada la apreciación del
juez de conocimiento cuando negó la exclusión de la prueba
porque se trataba de un diálogo telefónico recaudado por la
víctima del delito, entonces la Fiscalía estaba relevada de
acudir ante el juez de garantías.

Como la juez de conocimiento negó la petición de la


defensa, interpuso recurso de apelación, el cual fue
decidido en forma favorable, ya que la segunda instancia
(juez penal del circuito), consideró que el medio probatorio
contentivo de la conversación, no fue sometido a cadena de
custodia en los términos del artículo 225 de la ley procesal
penal. Tampoco al control posterior del juez de garantías
para revisar la legalidad en la obtención del «documento».

El apoderado de víctimas acudió a la acción de tutela


por estimar que la referida decisión comportaba una vía de
hecho. La tutela fue resuelta por el Tribunal Superior de
Ibagué el 29 de septiembre de 2014, autoridad que ordenó
admitir la prueba cuya exclusión había ordenado al juez de
conocimiento, toda vez que no era requisito someterla al

26
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

trámite indicado en el artículo 237 del Código de


Procedimiento Penal.

El fallo de tutela fue impugnado por el juez accionado


y por la defensa del acusado. El recurso lo decidió la Sala
Penal de la Corte Suprema de Justicia en decisión de 13 de
noviembre de 2014, confirmando la de primer grado12.

Es así que el juicio contra CRISTIAN IGNACIO MURILLO


MENDOZA se reanudó y el medio de convicción sobre el que
recayó la controversia, se incorporó al juicio a través del
testimonio del investigador Leider Hernández Rojas, quien
ratificó haber tomado entrevista a la víctima y recibir de
éste un audio, cuyo contenido trascribió.

La defensa tanto material como técnica, vuelven a


retomar la discusión al impugnar la sentencia condenatoria
emitida en segunda instancia, insistiendo en la ilegalidad de
la conversación telefónica porque no se agotó el control
posterior a su recaudo.

Sin mayor dificultad observa la Corte que ni el


procesado o su defensora, logran distinguir entre la
interceptación de comunicaciones como un acto de
investigación a cargo de la Fiscalía General de la Nación, y
la grabación de una conversación por quien participa en
ella.

Es evidente que en el diálogo que la defensa predica


ilegal, intervino José Abacú Hernández Rojas en calidad de

12
Esa decisión fue adoptada por los Magistrado José Luis Barceló Camacho y
Fernando Alberto Castro Caballero.

27
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

sujeto pasivo del delito, por eso contó con la posibilidad de


grabar la llamada y consignar su contenido en un disco
compacto. Su condición como víctima además le permitía
acopiar evidencia y, por no tratarse de una interceptación
de comunicaciones, estaba relevado de contar con una
orden judicial previa y de agotar el control posterior a que
se refiere el artículo 237 del Código de Procedimiento Penal.

Y aquí corresponde aclarar que contrario a lo


sostenido por la defensa, la conversación no fue entregada
por el hijo del ofendido a la Policía Judicial al rendir
entrevista.

Lo primero que se debe precisar es que el contenido


del informe policial que daba cuenta del aporte de la
conversación, fue ratificado por el funcionario que realizó
las tareas investigativas allí descritas, las cuales aluden a
que en la entrevista rendida por José Abacú Hernández
Rojas, éste manifestó haber grabado una de las llamadas
extorsivas que recibió, al tiempo que aportó el respectivo
registro de audio.

El policial afirmó haber recibido esa grabación de


manos de la víctima. La confusión surge porque en el acta
de la audiencia de formulación de acusación se consignó
que con el informe de 2 de mayo de 2014, se aportaría la
«transcripción de grabación de llamada a un testigo (Jeison
Hernández)»13 de donde la defensa asumió que la grabación
había sido aportada por este testigo y no por la víctima,
pese a que en la entrevista de José Abacú Hernández Rojas

13
Acta de audiencia de formulación de acusación de mayo 7 de 2014. Fl. 18
cuaderno original 1.

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

quedó consignado que hacía entrega de disco con un audio


de una llamada.

Así las cosas, emerge claro que el medio de convicción


que luego se acopió como prueba al juicio, no adolece de los
defectos de legalidad denunciados por la defensa y podía ser
apreciado junto con el restante material probatorio.

Los defectos relativos al mérito asignado a los medios de


convicción y su autenticidad, se analizan a continuación.

IV) Apreciación probatoria

Además de los ataques a la legalidad de la conversación


telefónica tantas veces mencionada y respecto de los cuales
la Corte ya se pronunció, la defensa también pone en
entredicho su poder demostrativo porque el elemento que la
contenía –CD- no fue sometido a cadena de custodia, no se
estableció su autenticidad, tampoco que uno de los
interlocutores fuera el procesado o que la conversación
corresponda con lo que trascribió el funcionario de Policía
Judicial.

Todas estas quejas quedan resueltas al remembrar lo


acontecido en juicio oral. La citada conversación hizo parte
del informe de Policía Judicial de 2 de mayo de 2014 rendido
por el patrullero Leiber Hernández. Esta persona acudió al
juicio como testigo, ratificó el contenido del citado informe y
se refirió a la conversación telefónica. Dio cuenta de la forma
en la que recopiló el material al ser entregado por la víctima

29
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

cuando la entrevistó, el que sometió a cadena de custodia


para luego proceder a la transcripción del audio, utilizando
un formato de Policía Judicial destinado para este tipo de
procedimientos.

Para la Corte, la autenticidad de la evidencia no está en


entredicho. Se estableció el origen legítimo de las grabaciones
allegadas al juicio y que el contenido del audio corresponde
con la transcripción, pues así lo sostuvo el investigador cuya
declaración no logra ser rebatida por la defensa. La estrategia
a que acude para restarle credibilidad es alegar que el
patrullero es familiar de José Abacú Hernández Rojas,
circunstancia que tampoco se demostró. Por el contrario, el
testigo al ser interrogado por la juez de conocimiento acerca
de si era pariente de la víctima, porque así se lo solicitó la
defensa, contestó negativamente, afirmación que no fue
desvirtuada.

Ningún respaldo probatorio ofrecen los recurrentes al


atacar la autenticidad de la prueba, simplemente exponen
unas apreciaciones propias sin eco en el material probatorio
allegado al juicio. No tienen en cuenta que el contenido del
diálogo, coincide en todos los aspectos narrados por la
víctima en su testimonio acerca de los términos en los que se
le hizo la exigencia económica que no solo fue por teléfono,
sino personalmente cuando el aquí procesado fue a buscarlo
a su finca con ese fin.

La autenticidad de la evidencia tampoco se afecta porque


no se hubiera realizado cotejo de voces, ya que otros medios
de convicción robustecen la conclusión acerca de que fue el

30
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

acusado el autor de esa llamada. Al momento de su captura


el teléfono que portaba le fue incautado y como lo indicó el
investigador Leider Hernández, se trataba del mismo número
del que llamaban a José Abacú Hernández a extorsionarlo y
el procesado visitó en más de una oportunidad a la víctima
en su finca, así lo narraron el ofendido y su hijo. Sumadas
todas estas circunstancias, arrojan como resultado cierto que
la razón por la que MURILLO MENDOZA fue a recoger un dinero
de manos de José Abacú Hernández Rojas, obedeció a la
exigencia que él hizo directamente a cambio de no atentar
contra su familia.

La exculpación que ofreció el procesado no tiene asidero.


La víctima negó rotundamente haber realizado algún negocio
de ganado con el supuesto patrón de CRISTIAN IGNACIO
MURILLO MENDOZA, José Enrique Cruz Callejas. La defensa no
demostró esta hipótesis delictiva. Aunque Cruz Callejas
acudió con ese objetivo al juicio, su testimonio no ofrece
credibilidad, ya que está siendo investigado por estos hechos
como presunto partícipe y además de su declaración no
allega otro medio de convicción que respalde la existencia de
la negociación. Sin bien su padrastro dijo en juicio que la
transacción se realizó por el monto de treinta millones de
pesos, esta declaración tampoco respalda lo que señaló
MURILLO MENDOZA, pues es evidente el interés del testigo en
favorecer a su familiar. Si en realidad la venta de reses
explicara la conducta del procesado, algún soporte
documental debió tener el comprador para demostrar la
legalidad de los semovientes.

31
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

Con el fin de contar con este soporte, Jorge Enrique Cruz


Callejas al rendir testimonio dio lectura de un documento
relativo a la compra del referido ganado entre él y José Abacú
Hernández. Como bien lo concluyó el Tribunal, tal
documento carece de aptitud probatoria en el juicio porque
no fue descubierto ni solicitado como prueba, por tanto, no
se logró establecer su autenticidad, tampoco se ejerció la
debida contradicción sobre el mismo y se desconocen las
razones por las que una prueba de tal importancia, vino a
aparecer casi un año después de ocurrido el hecho.

Las pruebas allegadas, son más bien indicativas de que


nunca se realizó el negocio referido por el acusado. Su
supuesto emisario Cruz Callejas, no era conocido por
dedicarse al negocio de la venta de ganado o por ejercer
alguna actividad agropecuaria. Así lo señaló la testigo Yaneth
Cárdenas al informar que conoce a Jorge Enrique Cruz
Callejas hace más de 20 años por ser residente del municipio
del Guamo-Tolima.

En un afán por demostrar esta situación, José Enrique


Cruz Callejas inició un proceso judicial meses después de la
captura del acusado al que no compareció para hacer valer
su presunto derecho, según lo expuso la víctima cuando
cumplió con una citación de la autoridad judicial.14

Emerge claro que el citado negocio no es más que una


invención para favorecer al procesado, porque además de que
no se demostró su existencia, surge el testimonio de la
víctima y de su hijo, así como el registro de una de las
llamadas extorsivas, con los que se acredita que José Abacú
14
Declaración rendida en sesión de juicio oral de marzo 25 de 2015.

32
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

Hernández Rojas fue víctima de extorsión por parte de


CRISTIAN IGNACIO MURILLO MENDOZA.

Otro de los vicios probatorios que denuncia la defensa,


tiene que ver con que durante su testimonio, José Abacú
Hernández Rojas utilizó un documento que fue apreciado por
el Tribunal al margen de los requisitos legales para que
pudiera ser incorporado. No precisa la defensa de qué
documento se trata y cuál fue el poder demostrativo que se le
asignó. Ello por cuanto es desacorde con lo acontecido en la
audiencia de juicio oral que el testigo hubiera tenido que
consultar algún escrito para rendir su declaración.

Por último, la defensa propone un posible


desconocimiento al principio de imparcialidad, porque una
de las integrantes de la Sala de decisión del Tribunal que
profirió en fallo en segunda instancia, emitió la decisión de
tutela que ordenó al juez de conocimiento, decretar una
prueba que había sido excluida.

Es cierto que se trata de la misma funcionaria. Sin


embargo, el tema analizado en la acción de tutela –legalidad
de la grabación de una conversación telefónica-, no fue
tratado nuevamente en el fallo de condena porque ninguna
de las partes volvió a formular la controversia. En la
decisión de tutela ninguna consideración se hizo acerca de
la responsabilidad del acusado, motivo por el que la
funcionaria en manera alguna comprometió su criterio
como para verse inmersa en alguna de las causales de
impedimento y recusación que la obligaran a separarse del
conocimiento del asunto.

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

En todo caso, la omisión del impedimento, por regla


general, no afecta la validez del proceso, criterio
recientemente reiterado en CSJ AP 3193, 6 Agost. 2019.

Del estudio que antecede, con claridad se observa que


ninguno de los argumentos presentados por los
impugnantes puede prosperar. Ni los propuestos en la
demanda casación como tampoco aquellos expuestos en la
audiencia convocada por la Corte para garantizar el derecho
a la doble conformidad.

A este respecto huelga precisar que frente al escrito


que presenta el procesado en el que desiste del recurso de
casación pero insiste en la impugnación de la condena
proferida por primera vez en su contra en sede de segunda
instancia, la Corte a través de la presente sentencia ha
dado respuesta a todos y cada uno de los aspectos
planteados por éste como por su defensa al momento de
sustentar la impugnación que, si bien, ello sucedió en la
audiencia convocada una vez admitida la demanda de
casación, se permitió a los recurrentes, defensa y
procesado, extender sus argumentos más allá de los
contenidos en el libelo casacional y por fuera de la
formalidad que implica la sede extraordinaria.

Así las cosas, teniendo en cuenta que la Corte verificó a


profundidad la corrección de los fundamentos probatorios del
juicio de reproche, garantizando de este modo el derecho
fundamental a la impugnación de la sentencia que condenó al
procesado por primera vez en segunda instancia, la Sala no la

34
CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

casará y la confirmará de acuerdo con el principio de doble


conformidad judicial.

En mérito de lo expuesto, la CORTE SUPREMA DE


JUSTICIA, SALA DE CASACIÓN PENAL, administrando
justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de
la Ley,

RESUELVE

NO CASAR la sentencia de segunda instancia dictada por el


Tribunal Superior de Ibagué contra CRISTIAN IGNACIO MURILLO
MENDOZA por el delito de extorsión agravada en la modalidad de
tentativa.

En consecuencia, atendiendo el principio de doble


conformidad judicial, se confirma el fallo condenatorio dictado
por primera vez en segunda instancia.

Contra esta decisión no procede ningún recurso.

Comuníquese y cúmplase,

PATRICIA SALAZAR CUELLAR

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CASACIÓN N° 50540
Cristian Ignacio Murillo Mendoza

JOSÉ FRANCISCO ACUÑA VIZCAYA

EUGENIO FERNÁNDEZ CARLIER

LUIS ANTONIO HERNÁNDEZ BARBOSA

JAIME HUMBERTO MORENO ACERO

EYDER PATIÑO CABRERA

NUBIA YOLANDA NOVA GARCÍA


Secretaria

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