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FILOSOFÍA
FRACASO Y TRASCENDENCIA
UNA TENSIÓN DIALÉCTICA EN LA FILOSOFÍA DE KARL JASPERS
TESINA
LICENCIADO EN FILOSOFÍA
Presenta
NOVIEMBRE 2014
León, Guanajuato; a 14 de mayo del 20 14
COMITÉ DE TITULACIÓN
UNIVERSIDAD FRANCISCANA DE MÉXICO
PRESENTE
CAPÍTULO 1
INFLUENCIAS FILOSÓFICAS EN KARL JASPERS
1. Aproximación a la idea de filosofía y el filosofar
en Karl Jaspers………..……………………………………………………………13
1.1. La autenticidad en el filosofar .............................................................. 14
1.2. Relación entre filosofía y ciencia ......................................................... 18
1.3. Jaspers y la filosofía de la existencia .................................................. 20
2. Kant y la filosofía trascendental ................................................................. 26
3. Las excepciones: Kierkegaard y Nietzsche ............................................... 35
3.1. Sören A. Kierkegaard .......................................................................... 39
3.2. Federico Nietzsche .............................................................................. 43
4. Max Weber: el filósofo en persona ............................................................ 51
5. De la fenomenología de E. Husserl a la filosofía de la existencia
de Karl Jaspers ............................................................................................. 57
CAPÍTULO 2
LAS SITUACIONES LÍMITE: REVELACIÓN DEL FRACASO
1. Las situaciones límite en la esquemática del filosofar
de Karl Jaspers .............................................................................................. 65
2. Situaciones límite: a nadie se le exige, a nadie se le prohíbe ................... 72
2.1. La determinación “histórica” ................................................................ 79
2.2. La muerte ............................................................................................ 81
2.3. El sufrimiento ....................................................................................... 95
2.4. La lucha ............................................................................................. 105
2.5. La culpa ............................................................................................. 112
3. La estructura antinómica de la existencia empírica ................................. 119
ii
CAPÍTULO 3
EL FRACASO: ¿REVELACIÓN DE LA TRASCENDENCIA?
1. El lenguaje cifrado de la trascendencia ................................................... 129
2. El fracaso de la existencia empírica y de la “existencia”.......................... 137
2.1. Fracaso y eternización ...................................................................... 142
2.2. El fracaso y la pasión de la noche ..................................................... 147
2.3. El punto evanescente ........................................................................ 151
3. La cifra del ser en el fracaso .................................................................... 154
CONCLUSIONES ............................................................................................162
ANEXO ............................................................................................................177
BIBLIOGRAFÍA………………………………………………………………………180
iii
PRÓLOGO
El valor de la acción de filosofar ha variado demasiado en la historia del ser
humano, tanto así que se pueden ubicar los extremos en ello. Para los griegos
esta actividad era lo más sublime de nuestra esencia, nuestro telos, el camino a
la verdad. Por su parte, algunos medievales la consideraron sólo una sierva y,
cuando las ciencias irrumpieron como el único horizonte de certezas, en la
modernidad, tuvo grandes dificultades para legitimar su existencia, ante la
sospecha de su carácter meramente especulativo. Sin embargo, su presencia
ha sido una constante innegable que no sólo se ha resistido a su supuesta
muerte, sino que ha resurgido en cada momento como inextricablemente ligada
al acto de existir.
iv
inmanencia son sólo los bordes desde donde se transita con la filosofía de
Jaspers, pero de la mano, del autor de este trabajo. Lo que ha de pensarse
como trascendencia se asoma desde el principio del escrito, pero curiosamente
como idea que sólo es dejando de ser tal. La excelente forma en que se le da
cabida en este texto, la va como anunciando, le da su justa ubicación; consigue
ese audaz decir sin decir todo, decir para llevarnos en el recorrido de las
palabras a las vivencias, a las intuiciones, pero evitando las representaciones
perennes, las engañosas…
v
INTRODUCCIÓN
La presencia incómoda de las contradicciones en la vida humana pueden
suponer una exigencia de claridad y de resolución, los problemas dados en la
realidad representan retos para la capacidad racional del ser humano, retos que
revelan no sólo las fronteras de ésta sino también aquéllas que experimenta el
ser humano como existente. Kant intenta poner en claro los límites
cognoscitivos, es decir, saber qué podemos conocer. Difícilmente, aquellas
contradicciones y paradojas inevitables están sujetas a un conocimiento
positivo, más bien, se hacen patentes –no sin angustia- en la existencia real del
ser humano. Moverse constantemente en las paradojas no desafía sólo a la
razón humana sino a toda la vida del hombre. La filosofía de la existencia de
Karl Jaspers ofrece una propuesta que no pretende soluciones a modo de
síntesis sobre un filosofar que necesariamente es un trascender. Para Jaspers,
donde el pensamiento no trasciende no hay filosofía, el trascender como
movimiento en la existencia real nunca existe sin pensamiento, aquí la
importancia de la idea jaspersiana de la praxis filosófica. El filosofar de Jaspers
puede distinguirse por un enorme esfuerzo por mantener al pensamiento y la
reflexión en una tensión irresoluble, aunque sí, evitable.
vi
La dialéctica existencial de Kierkegaard conlleva el supuesto de la libertad
individual del ser humano, éste es quien elige o más bien, se elige a sí mismo
como Individuo o, -como dice Jaspers- como “existente”. Para Jaspers, el
“existir” es considerado como un proceso interminable que exige experimentar
los límites mismos de la “existencia” en las situaciones límite, las cuales –según
Jaspers- enseñan al hombre lo que es fracasar.
vii
Si el fracaso puede ser no sólo fracaso, sino revelación de la trascendencia, se
hace evidente una tensión dialéctica al respecto. En el presente trabajo se
desarrollan tres capítulos que como un proceso, intenta aclarar más
detalladamente lo expuesto hasta el momento.
viii
estos filósofos radica en que ellos no exigen que se les siga, sino que con su
ejemplo invitan a realizar un filosofar auténtico.
ix
En este segundo capítulo se muestra la constante tensión entre el experimentar
situaciones límite y la posibilidad de realización existencial en ellas.
x
La razón de este hecho radica –en el presente caso- en que el punto de partida
se encuentra en lo referente a la experiencia de las situaciones límite como
forma de autorrealización existencial en el ser humano y, no la comunicación.
Esto significa simplemente que el énfasis es puesto en las situaciones límite,
por lo tanto, esto no supone el rechazo o la desvalorización del otro camino o
punto de partida del mismo Jaspers.
xi
CAPÍTULO 1
13
comprometerse consigo mismo en el camino por su realización existencial en el
mundo.
14
“desde lejos”, “fuera de sí mismo”, un filosofar “enmascarado”, sin
comprometerse con lo que se piensa, con lo que se dice, con quien se es en
cuanto su posibilidad de ser:
15
posibilidad siempre abierta, esperando la decisión libre e incondicionada del
individuo.
De tal manera que, para Jaspers, una muy importante tarea de la filosofía
es elevar al plano de la conciencia la apertura al futuro y los límites de toda
configuración de las cosas humanas, y aumentar así la responsabilidad frente a
toda nueva situación concreta [Salamun, 1987: 23]. La filosofía exige
responsabilidad a quien se decide por ella, exige ser consecuente con y desde
la vida misma de quien filosofa.
Para Jaspers, quien se decide por la filosofía, se decide por “sí mismo”,
por el deseo de conocer el fundamento de la realidad consciente de los límites
propios de la finitud humana. Quien se aventura por el camino de la filosofía,
tiene que hacerlo conscientemente desde su propia existencia, no sólo desde
su pensar:
16
Una muy importante convicción de Jaspers es que, el pensamiento filosófico
debe tener siempre una referencia inmediata a la praxis, pero una praxis
peculiar:
17
“filosofía de la finitud”, en los cuales el ser humano como “existencia” posible 1
despierta y se vuelve consciente de sus posibilidades. Así, surge el auténtico
filosofar, sin garantías de plena realización, con la conciencia clara de la
posibilidad de experimentar el éxito o el fracaso.
1
Para revisar la definición del concepto jaspersiano de: posible “existencia” o “existencia”
posible, consultar el Anexo que se ubica al final del presente trabajo, en el cual se encuentra un
listado de términos propios de la filosofía de Jaspers.
2
Este texto está contenido en el libro Entre el destino y la voluntad -el cual se traduce al
español en 1969, año en que muere en Basilea Karl Jaspers-, el cual es una compilación de
diversos textos autobiográficos de Karl Jaspers, entre ellos algunas notas de su Diario que
escribió entre 1938 y 1942. Esta autobiografía hay que distinguirla de otro libro de Jaspers que
se titula Autobiografía filosófica, que escribió en 1964.
3
Filosofía es el título de la obra filosófica principal de Karl Jaspers escrita en 1932. Dicha obra
es la principal fuente bibliográfica del presente trabajo.
18
encuentran en una obra más temprana que se llama Psicología de las
concepciones del mundo (1919). Este libro, aunque pertenece
cronológicamente a su etapa en el ámbito de la psiquiatría, contiene ya las
cuestiones básicas de su futura filosofía de la existencia [Cfr. Salamun, 1987:
16].
La filosofía no puede servir de medio para otra cosa, sin perecer. Cuando
se pregunta por la utilidad de la filosofía no se piensa ya en la filosofía,
sino que se le despoja de su esencia ya al plantear la pregunta […] La
filosofía es origen. O bien, estoy en ella, o bien, extraño a ella, solo la veo
desde fuera. Partiendo de ella puedo preguntarlo todo [Jaspers, 1958, I:
298].
19
de sus propios límites, de sus fronteras. Para Jaspers, en la conciencia de
dichos límites comienza la tarea de la filosofía. Por lo tanto, para Jaspers, el
filósofo debe tener sólidos conocimientos en alguna rama de la ciencia, además
de, vivir en constante contacto con el conocimiento científico [Cfr. Salamun,
1987: 140].
4
Hans Saner fue el último asistente de Karl Jaspers en la Universidad de Basilea.
5
Entre ellos: Emmanuel Mounier en Introducción a los existencialismos; Gladys Portuondo en
La existencia en busca de la razón; Regis Jolivet en Las doctrinas existencialistas; Kurt
Salamun en Karl Jaspers.
20
En términos generales, y tomando las palabras de Emmanuel Mounier, se
puede decir que el pensamiento existencialista es una reacción de la filosofía
del hombre contra el exceso de la filosofía de las ideas y de la filosofía de las
cosas [Cfr. Mounier, E., 1973: 13]
[…] la ideación actual, en cada caso, de las posibilidades del ser del
hombre referido a la trascendencia […] Pero el último sentido de todo
pensar filosófico es la vida filosófica considerada como hacer del individuo
en la acción interior por virtud del cual llega a ser sí mismo [Jaspers, 1958,
II: 216].
6
El traductor de Filosofía (Fernando Vela), introduce una nota aclaradora sobre este término y
su relación con los otros dos. Con la intención de exponer de una manera más clara los
términos, a continuación se presenta de manera íntegra dicha nota:
21
parte de la “existencia” posible que es el ser humano cuando trasciende como
existencia empírica.
“En la filosofía de Jaspers, el término Dasein (literalmente, ser- o estar-ahí) tiene otra
significación que en Heidegger. Para este último sólo el hombre tiene Dasein, y la esencia de
ese Dasein es la Existenz (existencia), o, de otro modo, la existencia es el modo de ser del
Dasein; puede ser auténtica o inauténtica. Pero, en Jaspers, Dasein es el ser- o estar-ahí, tanto
de las cosas y de los sucesos naturales como del hombre y sus productos y creaciones; en
suma, de todo lo que existe empíricamente, lo que vulgarmente se llama realidad. Así nos dice
que “la Naturaleza es el Dasein sometido a las leyes”, y nos habla de la realidad del Dasein
inorgánico. También nos dice: “Todo Dasein particular, y no sólo el hombre, es finito”, y define la
“orientación en el mundo” –las ciencias- como “el conocimiento de los objetos que están en el
Dasein”. El hombre es Dasein, pero sólo posible Existenz, de suerte que, para Jaspers, ésta
viene a ser lo que Heidegger llama existencia auténtica. Para Jaspers, la inauténtica ya no es
Existenz. Por estas razones traducimos Dasein, según los casos, por existencia empírica –casi
siempre- o lo que existe empíricamente, o el existir o tan sólo lo que está ahí, salvo cuando el
sentido es tan claro que no se necesita añadir ningún adjetivo o adverbio. Y traduzco Existenz
(existencia, en el sentido de estas filosofías existencialistas) por “existencia”, siempre entre
comillas”.
22
inevitabilidad. Es la única forma que se presenta la realidad para mí, en la
forma de mi existencia en ella [Jaspers, 1958, I: XXX].
23
Cada ser humano se enfrenta de manera personal ante estas situaciones límite.
La manera en que les hace frente, la actitud y las decisiones que toma ante
ellas, condicionan su realización existencial.
[…] una realidad que se cumple en una vida individual en cada caso […] el
individuo, aunque es origen en cada caso, no está en el comienzo, sino
que pertenece a una tradición filosófica, a un mundo de pensamientos, en
el cual al principio se encuentra como recién llegado […] La existencia
empírica de la filosofía es, por tanto, en primer lugar, obra de hombres
individuales [Jaspers, 1958, I: 301].
24
Para la conciencia que despierta no hay comienzo radical. Nadie comienza por
el comienzo [Jaspers, 1958, I: 10]. En este sentido, Jaspers reconoce la
influencia de grandes filósofos que marcaron decisivamente su pensamiento. A
estos personajes, Jaspers les nombra compañeros del destino de pensar, los
cuales se ofrecen mutuamente ocasión para encontrar desde sí mismos,
originariamente, el camino hacia la verdad, pero no se dicen directa y
definitivamente qué es la verdad [Jaspers, 1953: 250].
Emmanuel Kant, el filósofo en absoluto, sin parangón con ningún otro por
la nobleza de su reflexiva humanidad que se patentiza en la pureza y rigor
de su pensamiento infinitamente móvil, a cuyo través no se ve fondo;
Sören Kierkegaard, radicalmente estremecido, cuya probidad le hace
filosofar ante la nada, por amor al ser, como lo otro posible; Nietzsche, el
psicólogo, desenmascarador implacable de todas las ilusiones engañosas
y vidente de la sustancia histórica en medio de su mundo sin creencias;
Max Weber, que miró frente a frente la indigencia de nuestra época y con
un saber omnicomprensivo la reconoció en un mundo que se desmorona,
al asentarse sobre sí mismo [Jaspers, 1958, I: XXV].
25
obedecerla inequívocamente. La tarea es llegar a través de ella, pero en
un cerciorarse propio, hasta sí mismo; es volver a encontrar en su origen el
propio origen […] Pues el sentido del filosofar es la actualidad [Jaspers,
1988: 117-118]. Nadie es encendido por la verdad transmitida, si no lleva
ya en sí la chispa [Jaspers, 1958, I: 326].
7
Autores como: Frederick Copleston en El existencialismo; Gladys L. Portuondo en La
existencia en busca de la razón; Kurt Salamun en Karl Jaspers; Antonio Pintor-Ramos en
Historia de la filosofía contemporánea; Regis Jolivet en Las Doctrinas existencialistas, entre
otros.
26
kantiano en la idea que Jaspers tiene a cerca del verdadero trascender en su
filosofía de la existencia 8.
8
El tema del trascender y la trascendencia en el pensamiento de Jaspers se abordará
directamente en el capítulo tres del presente trabajo. Por el momento sólo se pretende
presentar las influencias más relevantes sobre su pensamiento filosófico.
27
“trascender” en el pensamiento kantiano es un elemento esencial en la filosofía
de Jaspers. En su obra Filosofía, el mismo Jaspers lo afirma: El trascender en
el pensamiento kantiano pertenece a las funciones elementales de nuestro
filosofar [Jaspers, 1958, I: 53].
Kuno Fisher comenta que, antes de Kant, quería ser toda filosofía una
explicación de las cosas [Kant. 2011: 100]. Con este comentario se expresa el
dogmatismo presente en aquel tiempo, donde se debatían las posturas
empiristas e idealistas de la época:
9
En 1787, publica la segunda edición.
28
La crítica kantiana tiene su historia, así como la influencia de autores que se
encargaron de ejecutar investigaciones sobre el problema del conocimiento
humano. Ellos pusieron sobre la mesa planteamientos “necesarios y urgentes”
que posteriormente Kant sintetiza a modo de crítica, una crítica trascendental 10.
10
El sentido kantiano de la palabra “trascendental” se definirá más adelante en el presente
apartado.
11
Bacon se refiere específicamente a la Física.
29
conocer la esencia de las cosas, pero que mediante la experiencia no se
obtiene un conocimiento de las cosas en general, sino sólo de las cosas
sensibles [Cfr. Kant, 2011: 122].
30
Confieso con franqueza que, la indicación de David Hume, fue
sencillamente la que, muchos años antes, interrumpió mi adormecimiento
dogmático y dio a mis investigaciones en el campo de la filosofía
especulativa una dirección completamente distinta [Kant, 2003: 25].
31
a lo indeterminado [Portuondo, 2012: 112]. Esto no significa el fin del
pensamiento objetivo:
32
este pensar en todo trascender […] Donde el pensamiento no trasciende
no hay filosofía [Jaspers, 1958, I: 47-48].
33
filosofía de la existencia de Jaspers, lo anterior representa una de las
desviaciones más claras frente al pensamiento kantiano, específicamente sobre
la teoría de las ideas de Kant [Cfr. Salamun, 1987: 63].
34
una clara conciencia de sí mismo como libertad. Lo que se logra por el
pensamiento tiene que tener su fundamento e inspiración en la experiencia del
existir concreto del individuo; “existir” entendido no como la capacidad del mero
vivir y sentir, sino de querer, decidir y cumplir [Cfr. Jaspers, 1958, I: 170].
13
Esto se relaciona con la idead de “sencillez filosófica” cita anteriormente.
35
de Hegel había reducido toda realidad a lo meramente racional -aun cuando lo
racional no se entienda exclusivamente lo relacionado al entendimiento-, de lo
finito a lo infinito, basta recordar la máxima de Hegel:”Lo que es racional es real,
y lo que es real es racional”. La existencia del ser humano como individuo se
veía volatilizada, se consumía en lo general, quedaba abolida, simplemente se
le quitaba su realidad.
36
Nietzsche aportan no es alguna doctrina […] sino una nueva actitud pensante
del hombre en el medio de una reflexión infinita [Jaspers, 1959: 16].
37
Jaspers enfatiza sobremanera la decidida misión por parte de Kierkegaard y
Nietzsche de poner ante la luz la crisis y la decadencia de su época, de su vida
temporal e histórica que les tocó vivir; cumplen dicha misión por su ser como
excepción [Jaspers, 1959, 29]. Lo consiguen no por ser representantes de su
tiempo, sino excepción que suscita contrariedad y sirve de piedra de escándalo
[Jaspers, 1959: 20]. Para Jaspers, los dos son excepciones y víctimas [Jaspers,
1988: 139].
Kierkegaard ataca a una cristiandad que según él, no tenía nada que ver
con el cristianismo del Nuevo Testamento [Cfr. Kierkegaard, 2007: 131].
Nietzsche resume el hecho histórico de su época con la frase: Dios ha muerto
[Reale, 2000: 25].
[…] van por una camino que no les sería posible soportar sin un sostén
trascendente […] Ambos dan el salto hacia la trascendencia: Kierkegaard
al cristianismo concebido como absurda paradoja; Nietzsche al eterno
retorno y al superhombre [Jaspers, 1959: 26-28].
38
3.1. SÖREN A. KIERKEGAARD
Lo que hace falta a nuestra época no es la reflexión, sino la pasión
[Kierkegaard, 2007: 50]. Esto lo dice Kierkegaard al ver a su época precipitarse
en la nada de la reflexión falta de base […] una reflexión sin el paso a la acción
[Cfr. Jaspers, 1953: 91-93].
39
Jaspers acentúa todavía más esta paradoja: La existencia está siempre dividida
entre una objetividad en la que se enajenaría, y una subjetividad en la que se
disiparía [Mounier, 1973: 41]. Desde su Psicología de las Concepciones del
Mundo, Jaspers describe esta estructura paradójica del ser humano:
40
También el fracaso es posible; tal vez, hasta inevitable. Al ser consciente de
esta posibilidad, difícilmente, el ser humano encontrará reposo. Vive en tensión
constante entre la autoexigencia de elegirse o dejar de hacerlo.
41
Jaspers, le da una gran importancia en su filosofía al tema de la comunicación,
una comunicación existencial [Cfr. Salamun, 1987: 66].
La vida del ser humano supone estar en constante lucha, pero una lucha
que se asume dentro de un compromiso existencial [Cfr. Salamun, 1987: 52].
Para esto, es necesario tener –como dice Kierkegaard- un poco de tuétano en
los huesos, es decir, un poco de conciencia de la responsabilidad que implica el
existir [Cfr. Kierkegaard, 2007: 77]. También, un mínimo de pasión.
42
Por lo tanto, este instante es “evanescente” en cuanto se cumple, se requiere
volver a intentarlo. Un gran reto, es el transformar en marcha el salto hacia la
vida, es decir, que el decidir o elegir por la propia realización –con todo lo que
implica- se vuelva algo normal. Algo que se acepte libre y constantemente, a
pesar de la posibilidad del fracaso. De otro modo, habrá que resignarse a vivir
sumergido en las inquietudes y placeres del mundo, y quedarse –como dice
Kierkegaard- como aquellos que en las fiestas se quedan sin bailar [Cfr.
Kierkegaard, 2007: 48].
Quedarse dormido en una fiesta, es sin duda alguna, una terrible falta de
respeto. Aun así, esta razón sería un pretexto por no haber bailado. Pero al
estar despierto, la situación exige una acción:
43
Para Nietzsche toda filosofía es una filosofía de fachada, siempre hay algo
detrás, algo que se oculta, tal vez que “inspira”: Toda filosofía esconde también
una filosofía; toda opinión es también un escondite, toda palabra, también una
máscara [Nietzsche, 2009: 264]. Desde esta perspectiva, Nietzsche afirma que
todo pensador profundo tiene más miedo a ser entendido que a ser
malentendido.
14
Con esta idea inicia el apartado anterior sobre Kierkegaard.
44
mismo”. El tener que superarse deriva del hecho de que la vida es intento [Cfr.
Jaspers, 2003: 309-311].
[…] una vida finita, una vida breve, no es acto puro, sino más bien una
posibilidad siempre a partir de otras posibilidades en las que la vida entera
está en juego. Toda vida es un riesgo. Vivir es arriesgarse, lanzarse a una
aventura entre el nacimiento y la muerte […] La vida humana es una
tensión entre la contingencia y la novedad. [Mélich J., 2002: 24].
- Sobre el nihilismo
15
En su libro Filosofía de la finitud, Ed. Herder, 2002.
45
presentación del nihilismo de la época de Nietzsche: O suprimís vuestra
veneración, u os suprimís a vosotros mismos [Jaspers, 2003: 261]. De esta
manera el nihilismo niega todo valor.
16
Luis Jiménez Moreno afirma que: no se puede desvincular las reflexiones sobre la expresión
“Dios ha muerto” y de lo que Nietzsche entiende por nihilismo [Jiménez, 1987: 153].
17
Valores como la Libertad, el Bien, la Verdad, la Belleza. Valores de carácter absoluto,
relacionados con el mundo de la ideas de Platón.
46
La traslación de todas los valores de la esfera del ser y de la trascendencia
a la esfera de lo inmanente de la voluntad de poder, y la conexa
transmutación radical de los valores supremos, constituyen la etapa final y
culmen del nihilismo [Reale, 2000: 34].
18
Apartado titulado “Las excepciones: Kierkegaard y Nietzsche”.
47
Nietzsche, asumir la realidad transformándola. El asumir el nihilismo se vuelve
en una condición de posibilidad de ser, de poder ser. Es por esto que Nietzsche
afirma que la vida misma es voluntad de poder [Nietszche, 2009: 36].
48
Mi fórmula para la grandeza en el hombre es amor fati: no querer tener
nada más, ni adelante ni atrás, ni en toda la eternidad. No sólo soportar lo
necesario, ni menos aun encubrirlo, sino amarlo [Jiménez, 1987: 120].
Volviendo con Nietzsche, así como exige que la vida debe ser aceptada,
y este acto es a su vez una superación de la misma, supone aclarar quién
realiza este proyecto. Para Nietzsche, es el “superhombre”: Yo os enseño el
superhombre. El hombre es algo que debe ser superado [Nietzsche, 1985: 34].
19
Jaspers distingue dos sentidos de la palabra histórico. Cuando la palabra va entrecomillada
(“histórico”) tiene el sentido de la situación histórica personal de un determinado individuo, que
es única, irrepetible, insustituible. Cuando no va entrecomillada, se refiere a la historia en
sentido corriente, a una situación histórica en común. Revisar la palabra en el Anexo.
20
El segundo capítulo del presente trabajo gira en torno al tema de la “situaciones límite” y en
su posibilidad de revelar y enseñar al ser humano lo que es “fracasar”.
49
Nietzsche se resume en la palabra creación [Camus, 2010: 92]. El superhombre
de Nietzsche es más bien una orientación, no una meta. Una orientación que
promueve la superación del ser humano, de arriesgarse por alcanzar algo
mejor, algo que todavía no se ha alcanzado. Tender al superhombre es optar
por la capacidad de proyecto en la propia existencia, de riesgo y de siempre
aspirar a más [Cfr. Jiménez, 1987: 111].
21
El tema de la “trascendencia” en Karl Jaspers se abordará al final del segundo capítulo y en
gran parte del tercero.
50
Así lo interpreta Jaspers, pero saber o asegurar a partir de la obra dejada por
Nietzsche, que éste efectivamente vivió sin Dios, es una de tantas preguntas
que quedan abiertas.
51
Nietzsche, en el sentido de que Weber, representa para Jaspers un paradigma
de su época:
Max Weber, que miró frente a frente la indigencia de nuestra época y con
un saber omnicomprensivo la reconoció en un mundo que se desmorona,
al asentarse sobre sí mismo [Jaspers, 1958, I: XXV].
52
anhelos. Al interesarse por la totalidad de la realidad, necesariamente tuvo que
estudiarla fragmentariamente.
22
En esta sección, Jaspers aborda el tema de la trascendencia y del lenguaje cifrado de la
misma (lenguaje indirecto de la trascendencia). En esta sección, Jaspers desarrolla el tema del
fracaso.
53
A partir del testimonio de Weber, Jaspers expresa que lo esencial del ser
humano es el “crear sentido”:
La idea de crear sentido era tan importante en Max Weber, que desde
esta perspectiva forjó su visión de la ciencia, en contraposición al objetivismo
positivista de su época. Éste aspecto es igualmente valorado y en parte
asumido por Jaspers.
Una ciencia empírica no puede enseñar a nadie lo que se debe, sino tan
sólo lo que se puede y –en determinadas circunstancias- lo que se quiere
[Salamun, 1987: 133].
54
trata de un postulado o un ideal aproximativo y no de la afirmación de una
neutralidad de hecho de la ciencia [Cfr. Salamun, 1987: 135]. De esta idea se
desprende en Weber un recurso metodológico utilizado por él en el campo de la
investigación sociológica –específicamente su “sociología comprensiva”-
conocido como los “tipos ideales”.
La finalidad del tipo ideal es el lograr una mayor precisión y rigor de los
conceptos usados en las investigaciones históricas y sociales.
55
Jaspers era el romper una y otra vez los encasillamientos y sistemas que se
producen en el proceso vital humano, es decir,
56
estructura y sus límites recaen en el ámbito de la filosofía. El objetivo
fundamental de Jaspers es despertar aquella conciencia del ser a partir de la
cual el hombre se hace consciente de las posibilidades de su propio sí mismo,
de la libertad existencial y de la trascendencia [Cfr. Salamun, 1987: 139]. De
esta manera va tomando lugar la dimensión existencial en el pensamiento
filosófico de Karl Jaspers.
24
Especialmente el cartesianismo con su absoluta confianza en la diosa razón.
57
de ofrecer respuestas últimas y definitivas. En este contexto, se empieza a
escuchar la idea de “el final de la filosofía” [Cfr. Pintor-Ramos, 2002: 165].
25
Brentano en Psicología desde el punto de vista empírico, afirma el carácter intencional de la
conciencia; dice que la intencionalidad es lo que tipifica los fenómenos psíquicos [Cfr. Reale-
Antíseri, 2010: 278].
58
“mirada ingenua”. Esto significa el “suspender” el juicio sobre: a) todo lo que
dicen las doctrinas filosóficas, b) todo cuanto dicen las ciencias y, c) toda
“actitud natural”. La “actitud natural” es la creencia primitiva en la existencia real
y extramental del mundo, tal como aparece [Cfr. Reale-Antíseri, 2010: 285] 26.
Para Husserl, la conciencia constituye el “residuo fenomenológico”, es decir, lo
que queda después de la epoché (reducción fenomenológica).
26
Este suspender o poner entre paréntesis no significa la negación de la existencia del mundo,
sino que, se realiza esta suspensión con la finalidad de adoptar una nueva actitud, actitud que
toma a los objetos como fenómenos, ésta es una actitud fenomenológica.
59
La influencia de la fenomenología en Jaspers no atañe solamente a su filosofía
de la existencia. Ya desde su práctica psiquiátrica y psicológica, comenta que
utilizó la fenomenología de Husserl:
60
El otro supuesto –ya mencionado anteriormente- radica en que Jaspers reclama
para la filosofía una dimensión práctica que deberá encauzar el pensar hacia la
vida práctica del sujeto.
27
Para Jaspers existen varias formas del ser-yo, a saber, como existencia empírica (Dasein),
como conciencia en general, y, como posible “existencia”. Las definiciones de cada uno de
estos conceptos se encuentran dentro del Anexo.
28
Según la cual todo lo que es, en tanto es para mí, tiene que ser para mi conciencia, la cual se
hace presente.
61
Otra diferencia de vital importancia entre la fenomenología de Husserl y la
filosofía de la existencia de Jaspers radica en que, en la fenomenología, las
“rupturas” que las situaciones límite imponen al “flujo” autorreflexivo de la
conciencia parecen no tener cabida [Portuondo, 2012: 98].
29
Jaspers describe “lo trascendente” como lo que, en absoluto, nunca puede llegar a ser objeto
como existencia empírica, y nunca como ello mismo se hace presente a la conciencia como
“existencia” posible [Jaspers, 1958, I: 59].
62
Se puede decir, que Jaspers se resiste a toda costa ante el intento de encasillar
a la “existencia” en la conciencia. Jaspers no concibe la “existencia” sin
referencia a la trascendencia. Sin trascendencia, la “existencia” perdería el
auténtico ser-sí-mismo [Cfr. Jaspers, 1958, I: 59].
Jaspers comenta que, la totalidad del hombre descansa en algo más allá
de toda objetividad concebible, que él permanece, por así decirlo, “abierto”, que
el hombre siempre es más de lo que él conoce, o puede conocer sobre sí
mismo [Cfr. Portuondo, 2012: 103]. Pero, esta “totalidad” ¿descansará en la
trascendencia? y, si es así, ¿tiene el ser humano la posibilidad de acceso a
dicha trascendencia? En otras palabras, el ser humano ¿puede llegar a ser –por
decirlo de una manera- “posible trascendencia”?
63
CAPÍTULO 2
30
Esta “esquemática del filosofar”, se refiere a la expuesta por Jaspers, específicamente, en la
estructura de su obra Filosofía. En este apartado se presentan algunos elementos importantes
que pueden ayudar a una mejor lectura sobre el tema de las situaciones límite en la filosofía de
Karl Jaspers.
65
El intento de seguir filosofando, nace en Jaspers de un profundo deseo de
perseguir siempre lo absoluto [Cfr. Gabriel, 1974: 154]. Existe una angustia en
Jaspers provocada por el despertar a la conciencia de sí mismo. Desde esta
conmoción, se percata de que todo “perece”, por lo tanto se pregunta sobre qué
es lo que “verdaderamente existe”.
Entonces, Jaspers expone a su parecer, las clases o los modos del ser.
El ser como: ser-objeto, ser-yo 31 y, ser-en-sí [Cfr. Jaspers, 1958, I: 3]. Otra
forma de nombrar a estos modos del ser es la siguiente: al ser-objeto, como el
todo, que es el mundo; al ser-yo, como lo original que es la “existencia” y; al
ser-en-sí, como lo uno, que viene a ser la trascendencia. A esta división,
Jaspers le llama la articulación del filosofar 32[Cfr. Jaspers, 1958, I: 32].
[Esta búsqueda] se dirige al mundo para orientarse en él, impulsa más allá
del mundo al apelar a la mismidad como posible “existencia” y se abre a la
trascendencia. En el camino que hace por el mundo aprehende lo
cognoscible, para desprenderse de ello, y así se hace orientación filosófica
en el mundo; saliéndose de la mera “existencia” en el mundo suscita la
actividad de la propia realización y así se hace aclaración de la
“existencia”; evoca el ser y se hace metafísica [Jaspers, 1958, I: 33].
31
Las formas del “ser-yo” son: existencia empírica, conciencia en general y posible “existencia”.
32
Es lo que G. Portuondo le llama la “esquemática del filosofar”.
33
A la “búsqueda filosófica del ser” también se le puede entender como los tres modos de
trascendencia o de trascender [Cfr. Salamun, 1987: 38; Portuondo, 2012: 69].
66
trascendente 34, siendo la aclaración de la “existencia” el impulso que mueve el
trascender en este proceso que conduce a la posibilidad de la realización
“existencial” [Cfr. Portuondo, 2012: 69]. Para Hans Saner, la filosofía de Karl
Jaspers tiene como objetivo la realización de la existencia [Jaspers, 1969: 19].
Los “modos del ser”, en correspondencia con los “modos del trascender”,
constituyen, en su recíproca relación, la esquemática del filosofar [Cfr.
Portuondo, 2012: 69].
34
En lo referente al “pensamiento trascendente”, revisar el apartado “Kant y la filosofía
trascendental” del primer capítulo del presente trabajo.
35
La finalidad de ofrecer esta brevísima síntesis de los modos de trascender que propone Karl
Jaspers, no es la exposición y/o explicación detallada de la estructura de cada uno de ellos.
Simplemente, el objetivo de presentar esta síntesis, es para facilitar al lector, la ubicación dentro
de la filosofía de la existencia de Jaspers –específicamente, la expuesta en su libro Filosofía-,
de los elementos temáticos y conceptuales que se abordan a partir del presente capítulo en
adelante.
67
jaspersiana: Lo que como fruto del pensamiento no fue ya antes una función de
la vida, es un fruto inauténtico [Jaspers, 1969: 19]. De esta manera, Jaspers
defiende el ethos de la filosofía 36 [Cfr. Jaspers, 1953: 16].
36
Jaspers critica al método fenomenológico de Husserl de ser indiferente ante este ethos de la
filosofía.
68
G. Portuondo describe la conciencia absoluta como la “actitud existencial” 37 que
busca aclararse a través de su propio cuestionamiento, de la búsqueda de la
trascendencia y de sus propias decisiones y acciones [Portuondo, 2012: 81].
37
Karl Jaspers también llegó a utilizar este concepto de “actitud existencial” [Jaspers, 1958, II:
136].
69
Jaspers resume así el comienzo del filosofar:
38
Este concepto de autorreflexión está directamente relacionado con el concepto de reflexión
infinita que Jaspers amerita a Kierkegaard y Nietzsche.
70
Yo examino en la autorreflexión, volviéndome a mí desde las cosas en el
mundo, mis actos, mis motivos y sentimientos con el criterio de si soy y
quiero ser ellos mismos. Yo pregunto, por ejemplo, si en ellos conquisto la
paz del alma, en que me reconozco a mí mismo, si en ellos conservo mi
pureza, si son los que corresponden a lo que reconozco como razón moral,
si en ellos yo soy auténticamente [Jaspers, 1958, I: 435].
71
Sólo mediante el fracaso ante estas situaciones es como el ser humano es
arrojado al núcleo de su interioridad, donde “encuentra verdaderamente” un
apoyo trascendente y una “fuerza vital” a partir de la cual, desarrolla nuevas
“actitudes y sentimientos frente a la vida”, y ante sí mismo [Cfr. Salamun, 1987:
69].
72
dimensión subjetiva, ya que, una situación, una vez hecha consciente, incita a
un comportamiento [Cfr. Salamun, 1987: 67].
También comenta Jaspers que, estas situaciones son como un muro con
el que chocamos y ante el que fracasamos. Son situaciones que no están
sujetas a explicarse, sino que, sólo se pueden esclarecer [Cfr. Jaspers, 1958, II:
67].
73
pero ante las situaciones límite, no existe jardín por más maravilloso que sea,
en el que se puedan eludir [Cfr. Villarino, 2009: 244].
El concepto de “límite”, significa para Jaspers, que hay otra cosa, pero
que esta otra cosa no existe para la conciencia en la existencia empírica [Cfr.
Jaspers, 1958, II: 67].
Salamun menciona que, el hombre que está afectado por las situaciones
límite y que las vive conscientemente, choca con límites básicos de su ser y
adquiere una conciencia de la incertidumbre y de la limitación de su vida [Cfr.
Salamun, 1987: 68]. Las situaciones límite son expresión de la finitud de la
“existencia”, pero también de su posibilidad [Cfr. Portuondo, 2012: 191].
39
Recordar la definición que Jaspers da de “existir”: El verdadero estar-presente es “existir”. Es
la capacidad, no del mero vivir y sentir, sino de querer, decidir y cumplir [Jaspers, 1958, I: 170].
74
para experimentar las situaciones límite con los” ojos bien abiertos”, es
necesario que el hombre recurra a lo que Jaspers nombra como saltos.
Los tres saltos van, de la realidad empírica del mundo, en vista del
problematismo de todo, a la sustancial soledad del cognoscente universal;
de la consideración de las cosas, en vista de mi forzosa participación en el
mundo del fracaso, a la aclaración de la posible “existencia”; de la
existencia empírica como posible “existencia”, a la existencia real en las
situaciones límite. El primero conduce al filosofar en imágenes del mundo,
el segundo al filosofar como aclaración de la “existencia”, el tercero a la
vida filosófica de la “existencia” [Jaspers, 1958, II: 71].
75
Tal realización, la lleva a cabo el hombre desde su conciencia “histórica”, en su
“historicidad”, es decir, en la apropiación constante de su realidad existencial en
sus diversas manifestaciones [Jolivet, 1976: 287].
Esta apropiación se realiza mediante el amor fati 40. Para esta realización
es necesario el tercer salto.
76
Ante la realización decisiva, la posibilidad -presente en el cognoscente (de
saber) y en el filosofante (de aclararse)- se relativiza. En este sentido, Jaspers
comenta que:
Una aclaración muy importante que hace Jaspers, es que, todos los
saltos están relacionados mutuamente, se suscitan alternativamente; de
manera que, no se le debe concebir de manera desvinculada, ya que, cuando
se pierde esta mutua relación, los saltos se tornan en deviación [Cfr. Jaspers,
1958, II: 71]. El perder el vínculo entre los saltos es tan posible como la misma
acción de realizarlos.
41
En este sentido se puede comprender la famosa frase: “Más vale malo por conocido que
bueno por conocer”; es decir, la actitud de cerrarse al riesgo de lo novedoso en la vida, de
acomodarse en el seguro terreno de lo “conocido”.
77
El esfuerzo por adueñarse de las situaciones límite a base de apoyarse en el
conocimiento objetivo de la misma, está condenado al fracaso. Como “sapiente
universal” (conciencia en general), el hombre vivencia en el fracaso una
absoluta soledad, en el sentido de experimentar un desamparo y una
impotencia al pretender explicar y solucionar racionalmente el choque con las
situaciones límite [Cfr. Salamun, 1987: 70].
42
Esto se puede entender también como: tomar sobre sí el destino individual.
43
Continúa la cita: Pero así como el saber puede destruir, puede llevar también a la “existencia”
a su profundidad, al llevarla a su verdadera trascendencia.
78
concebir a la “existencia” sin su respectiva y exigente tarea de realizarla. Sin
embargo, esta exigencia –apelando al sentido de lo posible en el pensamiento
de Jaspers- , es también, una posibilidad. Lo esencial es decidir ante la
aparente contradicción que expresa Jaspers: todo en el mundo es
completamente indiferente y todo en el mundo puede tener una importancia
decisiva [Jaspers, 1958, II: 73]. Aunque, ya anteriormente, se puede percibir el
sentido ético de la propuesta jaspersiana, en este punto se hace patente:
79
El papel de la apropiación interior tiene un carácter apodíctico en la
determinación “histórica”, es decir, sólo mediante la apropiación interior de las
contingencias azarosas, es como se aclara verdaderamente esta situación
límite, ya que, existe una tendencia en el ser humano a desligar el “yo” de sus
“circunstancias”. En este sentido, Jaspers apela al acto de asumir libremente la
insustituible “historicidad” [Cfr. Jaspers, 1958, II: 86].
44
“Amar el destino” se entiende aquí como, la elección originaria de la aceptación del destino
como mío.
80
la misma. El amor fati no produce una “vida feliz” en la existencia del ser
humano, sino la posibilidad de “comprometerse existencialmente” con la propia
vida.
2.2. LA MUERTE
Dice Pascal que, la grandeza del hombre es grande, porque conoce su
miseria [Cfr. Pascal, 2003: 153]. Esta idea se relaciona con su “Principio del
bien pensar”:
Aun cuando el universo le aplaste, el hombre sería más noble que lo que le
mata, porque él sabe que muere […] toda nuestra dignidad consiste en el
pensamiento. Esto es lo que puede ensalzarnos […] [Pascal, 2003: 155].
Hay personas que sólo piensan con el cerebro […] otros piensan con todo
el cuerpo y toda el alma, con la sangre, con el tuétano de los huesos, con
81
el corazón, con los pulmones, con el vientre, con la vida [Unamuno, 2003:
18].
Unamuno agrega que, no basta pensar, sino que hay que sentir el propio
destino [Cfr. Unamuno, 2003: 19]; Jaspers dice que, además de sentirlo, hay
que “amarlo”, tal como es, en el amor fati. Resulta interesante y, llama la
atención, el pronunciamiento por parte de estos autores, como de algunos
otros, sobre la necesidad de aceptar y asimilar el propio destino en vistas de
una realización existencial, si es que se busca.
82
No hay muerte como concepto general en la situación límite, sino que, sólo es
general como hecho objetivo [Jaspers, 1958, II: 92]. Villarino –comentando a
Jaspers-, dice que el conocimiento objetivo de la muerte –al ponerla en un
tiempo indeterminado en el futuro- tiene dos efectos. El primero es que el ser
humano olvida que tiene que morir. Al olvidar que tiene que morir, el ser
humano deja de relacionarse con su propia muerte. El segundo efecto es que,
el criterio del ser se torna la perduración temporal: yo vivo más y soy más
cuanto más tiempo vivo” [Cfr. Villarino, 2009: 261].
83
Camus se refiere al tipo de hábitos que surgen de un estado de aburrimiento,
de tedio de la propia vida, de falta de interés. Vuelve a decir Camus: Se pasan
los días fácilmente en cuanto se adquieren hábitos [Camus, 2001: 11].
El “hábito de vivir” jamás podrá surgir del compromiso del amor fati, sino
de la actitud –si es que se puede decir actitud- de cerrar conscientemente los
ojos ante el peligro de la vida. Este hábito puede ser también una forma de
olvidar la inevitabilidad de la muerte en la vida humana.
84
es el corte más profundo en la vida empírica. Ante la muerte de la persona
amada, las siguientes palabras de Jaspers expresan no sólo un pensamiento,
sino un sufrimiento, un dolor:
85
Jaspers enfatiza la importancia de la comunicación en la realización personal,
así como se puede llegar a uno mismo en la experiencia de las situaciones
límite, de igual modo, la comunicación existencial representa otro posible
camino. El dolor ante la muerte del prójimo viene a ser una expresión de la
comunicación fundada existencialmente.
86
Para Jaspers, la verdadera comunicación es aquella en donde cada quien se
cerciora de su propio ser y, lo “conoce” en cuanto que, “se produce” con el otro
en la misma comunicación. Esta comunicación dice Jaspers, no existe
empíricamente, sino que su aclaración es una tarea filosófica [Cfr. Jaspers,
1958, I: 451].
45
Puede suceder que, aunque se haya realizado una verdadera comunicación con quien ha
muerto, y por ende, sea posible cerciorarse de su presencia existencial, quien se ha quedado,
se encierre en la pérdida de la existencia empírica del ser amado. Es por esto la expresión
“posible fidelidad”.
46
“Cuando la muerte de otro es conmoción existencial y no tan sólo un proceso objetivo
acompañado de intereses y afectos particulares, entonces la “existencia” queda, por su virtud,
alojada en la trascendencia” [Jaspers, 1958, II: 93].
87
La muerte se convierte en situación límite al determinarse en la muerte del
prójimo, sin embargo, para Jaspers, la determinación decisiva de la muerte
como situación límite, es la propia muerte, mi muerte.
88
Para Jaspers, el silencio del no saber absoluto propio de la muerte, interpela a
la vida práctica del ser humano, es decir, el estar relacionado con la propia
muerte, se produce una exigencia en su comportamiento ético. Esta exigencia,
lo orilla a conducir y experimentar su vida con vistas a la propia muerte.
Haciendo referencia a Pascal, se puede decir que, tal exigencia, revela al ser
humano los riesgos del divertirse, es decir, dejar pasar el tiempo sin sentirlo, sin
sentirse uno mismo; para quien opta por la diversión, el gozo consiste en el
olvido; la desdicha, en estar a solas con uno mismo [Cfr. Pascal, 2003: 173].
89
El afán de vida del hombre como existencia empírica, tiende fácilmente al deseo
de encerrarse en sí mismo, es por esto que Jaspers, cita los ejemplos
anteriores. Sin embargo, el mismo Jaspers, contempla otra posibilidad de
valorar las acciones y criterios del ser humano, en cuanto, existencia empírica.
Dice que si una acción es esencial como manifestación de la “existencia”, aun lo
que objetivamente es inocuo puede tener esa importancia y valor.
90
Cioran afirma que:
Una de las mayores ilusiones que existen es olvidar que la vida se halla
cautiva de la muerte […] Que el hecho de que la sensación de la muerte
sólo aparezca cuando la vida es trastornada en sus profundidades, prueba,
de una manera evidente, la inmanencia de la muerte en la vida [Cioran,
2009: 45].
47
La expresión Ilimitada voluntad de vivir se relaciona con el “afán de vida” que se ha
mencionado anteriormente.
91
Actualmente, en un contexto donde se vive un creciente individualismo, una
lacerante indiferencia entre seres humanos y, una creciente falta de valoración
de la vida, la posibilidad de la muerte como situación límite parece reducirse
cada vez más. Para Jaspers, la muerte se hace situación límite al determinarse
en la muerte del prójimo 48, aun más, en la del ser amado. Sin embargo, en un
contexto como el descrito anteriormente, la muerte del prójimo va dejando de
ser una situación límite, ya que, como dice Nietzsche: Nuestro prójimo no es
nuestro vecino, sino el vecino de nuestro vecino; es decir, mientras más alejado
se sitúe al prójimo, menos compromiso se tiene ante él, o por decirlo de otra
manera, ser indiferente se vuelve más sencillo.
Parece ser que, la muerte del prójimo ya no afecta tanto, la muerte que
afecta y que duele, es la de los “míos”, mi familia, mis amigos y hasta ahí. Los
“míos” tienen rostro para “mí”, el prójimo no, porque es un prójimo sin rostro ni
nombre concreto.
48
Sin olvidar también, la determinación de mi muerte, es decir, la propia muerte. En este caso
se elige la muerte del prójimo sólo en función de expresar la siguiente crítica.
92
El ser humano como posible “existencia”, se angustia no por dejar de ser sino
por no llegar a ser [Cfr. Villarino, 2009: 263]. La existencia empírica en su afán
de vida se angustia ante “el dejar de ser” de la muerte biológica, por esto, tiende
a convertirse en completa desesperación y, por lo tanto, lo único que le parece
posible es el vivir en el olvido. Dice Jaspers que, el afán de vida relativiza la
angustia existencial, niega la “existencia” y produce la angustia confusa ante la
muerte [Cfr. Jaspers, 1958, II: 97-98].
Jaspers afirma que hay que aprehender la nada que hay en la muerte, en
tanto que se piensa en la existencia empírica: sólo partiendo de esta nada
puede surgir la certidumbre de la verdadera “existencia” [Cfr. Jaspers, 1958, II:
97].
93
Los dos tipos de angustia ante la muerte hacen aparecer el horror de la muerte
de dos formas: como existencia empírica que no existe propiamente, y como
no-ser radical [Cfr. Jaspers, 1958, II: 99].
94
Jaspers comenta que no existe una actitud persistente respecto a la muerte que
se pueda anunciar como exacta. Ya que el ser humano se mantiene en camino,
la consideración de la muerte, ya sea la del prójimo o la propia, se va
transformando en la medida que éste va siendo como es, en tanto que
“existencia”.
Por lo tanto, es posible que haya momentos en la vida en que, por querer
“comprender” la muerte de la persona amada por medio de frías y siempre
insuficientes racionalizaciones, se pueda caer en patetismos. Aunque Jaspers
pone sobre la mesa la posibilidad de arrostrar serenamente la muerte, nunca
estará de más ofrecer un respetuoso silencio ante el misterio incomprensible.
2.3. EL SUFRIMIENTO
Al parecer, no resulta muy difícil identificarse con el sufrimiento ni con el
dolor que supone cualquier tipo de sufrimiento:
No hay que ir muy lejos, ni siquiera es necesario salir de la propia piel, leer
libros, documentarse, para saber lo que ya desde siempre hemos sabido:
que el dolor existe, que todos lo conocemos y, que es la cosa mejor
repartida del mundo [Ávila R., 2005: 104].
95
como particulares solamente, es decir, no llegan a afectar a la existencia
empírica en su totalidad [Cfr. Jaspers, 1958, II: 102].
96
anterior representa como una especie de “negación” de claridad: al renunciar a
la claridad renuncio también a combatir racional y eficazmente mi sufrimiento
[Jaspers, 1958, II: 103].
97
Tal vez, la sima –a la que se refiere Jaspers- es también, entre los que quieren
ser dichosos a toda costa, y, los que quieren dejar de ser desgraciados. Tanto
los unos como los otros luchan contra lo mismo, a saber, el sufrimiento.
98
pospone y se le ponen obstáculos. Por lo tanto, ni la serenidad ni la obstinación
se absolutizan como actitudes ante el sufrimiento.
99
En virtud de este saber, la felicidad 49 se pone en cuestión y fracasa. Agrega
Jaspers:
49
Aquí, felicidad entendida o referida al ser humano sólo como existencia empírica. También se
puede entender este “tipo” de felicidad, a la felicidad característica del “estadio estético”
expuesto por Kierkegaard.
100
excepcional de Kierkegaard y Nietzsche. Refiriéndose a Kierkegaard, Jaspers
dice que, esta apropiación, no se trata de venir a parar al sufrimiento, sino de
descubrir que se está dentro de él. Dice que, para Nietzsche, el sufrimiento no
es lo último, sino aquello que debe transformarse siempre en fuerza vital, y
ésta, es goce supremo [Cfr. Jaspers, 1967: 335].
50
Jaspers no habla de una resignación positiva o negativa, sino de una resignación activa o
pasiva. La resignación la entiende como el reconocerse incapaz de asimilar la situación [Cfr.
Jaspers, 1967: 329]. Ante esta incapacidad, Jaspers presenta dos actitudes a elegir. En
Jaspers, la valoración ética, no recae directamente en la resignación, sino en la actitud que se
elige ante ella.
101
Jaspers distingue entre el sentido concebido y el sentido creado activamente
[Cfr. Jaspers, 1958, II: 104]. El sentido concebido es aquél que se logra
mediante un ejercicio intelectual, es de carácter general; a éste se refiere
cuando habla de la “inutilidad” de preguntar por el “sentido” en la resignación de
no comprender. Por otro lado, el sentido creado activamente, viene a ser, aquél
que se logra o elabora mediante la inmersión del individuo en la situación límite,
en este caso, del sufrimiento. Este sentido es de carácter particular, único. A la
resignación activa le corresponde el sentido creado activamente, en la
resignación pasiva, se renuncia a todo sentido.
102
Dice Villarino al respecto: sin la negatividad del límite no se alcanzará la
trascendencia [Villarino, 2009: 258]. El individuo que opta por la resignación
activa ha experimentado el límite de su “existencia”, la “auténtica función del
límite” consiste en señalar a la trascendencia, sin dejar de ser inmanente
[Jaspers, 1958, II: 68]. De esta manera, el sufrimiento, así como las demás
situaciones límite, remite a la trascendencia. Es oportuno recordar que, para
Jaspers, la “existencia” es lo que se refiere y relaciona consigo mismo y en ello
con su propia trascendencia [Cfr. Jaspers, 1958, I: 14].
51
Jaspers afirma que la “existencia” está siempre en relación con su propia trascendencia.
Jaspers entiende la trascendencia como lo absoluto. Acerca de esta relación entre “existencia” y
trascendencia en el pensamiento de Karl Jaspers, se intentará ir aclarando un poco más al final
del presente capítulo y en la primera parte del próximo.
103
Por lo tanto, se deja de eludir el propio sufrimiento, así como el de los otros. Se
decide arrostrarlo, entrar en él con los ojos abiertos, reconociéndose en los
demás:
Camus habla de una dignidad común a todos los hombres, ante la cual
habrá que rebelarse en caso de que se llegue a atentar contra ella.
Desafiantemente, Camus pregunta: ¿Por qué rebelarse si no hay, en uno, nada
permanente que preservar? [Camus, 2010: 24]. El acto de rebelión es solidario,
compasivo ante el dolor y sufrimiento de los otros: el mal que sufría un solo
hombre se hace peste colectiva [Camus, 2010: 31]. La compasión saca al
individuo de su soledad. En esto se basa el pronunciamiento de Camus: Me
rebelo, luego existimos [Camus, 2010: 31].
104
deseado ni buscado, sino admitido en su inevitabilidad, a juicio de Jaspers,
testimonia la gran dignidad del hombre [Cfr. Villarino, 2009: 259].
2.4. LA LUCHA
Para Jaspers, la lucha y la culpa son situaciones límite que el mismo ser
humano produce, es decir, él mismo las elabora, no en el sentido de que sean
queridas por él, sino como el fruto inevitable de su propio existir [Cfr. Villarino,
2009: 265]. El ser humano, al estar en ellas como situación límite, se hace
consciente existencialmente con ellas y busca apropiárselas de una u otra
manera [Cfr. Jaspers, 1958, II: 105].
52
Esta idea está presente en Jaspers, ya desde su obra Psicología de las concepciones del
mundo, a la cual se ha hecho referencia anteriormente .
105
Entonces, que la vida es lucha, sólo es consciente el hombre, por eso sólo a él
le cabe encubrirla o falsearla como de hecho lo hace en la existencia empírica
[Villarino, 2009: 265]. El hombre en la lucha por la existencia empírica busca la
ampliación del espacio vital [Cfr. Jaspers, 1958, II: 105-106]. Se presentan
factores que limitan y condicionan este actuar humano, como los son la
presencia de las relaciones de poder, que comúnmente desembocan o
conllevan el ejercicio de la violencia en sus distintas manifestaciones.
Jaspers señala dos formas distintas de lucha que más adelante se van a
desarrollar más ampliamente. La primera es la lucha mediante la fuerza; ésta
puede limitar, oprimir, constreñir, pero también, crear espacio (ampliación del
espacio vital). El riesgo en esta lucha, es la posibilidad de que el ser humano
sucumba, es decir, pierda su existencia empírica. La segunda forma de lucha
es, la lucha en el amor; esta lucha –dice Jaspers- carece de violencia, es la
puesta en cuestión entre los individuos sin la pretensión de victoria, sino con la
voluntad de lograr una patentización existencial. Las probables desviaciones en
esta lucha son que, el ser humano puede encubrirse, esquivarse y fracasar
como “existencia”, en otras palabras, el ser humano pierde su mismidad [Cfr.
Jaspers, 1958, II: 107]. La situación límite de la lucha –en sus dos distintas
formas-, en la vida del ser humano, se lleva a cabo de manera “dialéctica”.
106
A pesar de la verdad sobre este último aspecto, dice Jaspers que,
inevitablemente se vuelve a presentar una cierta violencia, y para ello, expone
dos hechos que lo demuestran.
107
Por medio de los dos hechos expuestos anteriormente, Jaspers quiere
demostrar que la lucha es condición y límite de toda existencia empírica, y que,
se trata de evitar esta realidad cuando el ser humano crea confusamente una
vida en que reinaría para todos el derecho, la paz, juntamente con las
condiciones de la existencia [Cfr. Jaspers, 1958, II: 109].
108
pensamiento de la aclaración de la “existencia” no provee de soluciones y/o
respuestas prácticas contundentes ante la problemática empírica del ser
humano, simplemente la aclara. Es tarea del ser humano el tomar decisiones
“históricas”, el aprehender existencialmente las situaciones límite donde a su
vez, éste, se realice en comunicación verdadera con los demás.
Jaspers hace una crítica a la idea de que el poder no fuera más que el
vehículo de la realización del derecho, y que el derecho sólo buscaría el poder
para realizarse [Jaspers, 1958, II: 112-113]. Para Jaspers, este pensamiento,
muy difícilmente puede tener realidad empírica.
109
mundo en su totalidad desde sus fundamentes, sino sólo realizarme en él desde
mi propio origen [Jaspers, 1958, II: 114].
110
de sí mismo, es decir, el hecho de que cada cual pone sus fuerzas a disposición
del otro igual que de sí mismo [Cfr. Jaspers, 1958, II: 116]. Se decide estar en
franquía ante el otro y ante sí mismo.
111
El riesgo estriba –según Jaspers- en que:
Por lo tanto:
2.5. LA CULPA
En Filosofía, Jaspers concibe la culpa, primeramente, como “causa”; sin
embargo, la culpa como situación límite, está estrechamente relacionada con el
sentido de “responsabilidad”, no sólo en su dimensión ética, sino, sobre todo,
existencial. Sobre la primera referencia de la culpa, dice Jaspers:
A partir del reconocimiento del efecto de los propios actos –así como de
las consecuencias no pensadas ni queridas por éstos-, surge la culpa al
intervenir la conciencia moral concreta. Ante esta culpa, el ser humano –como
existencia empírica- busca aliviarla y sanarla, busca purificarse, desligarse.
112
El horror producido ante los efectos de la propia acción, es despertado por la
conciencia que cobra el ser humano, al reconocer la multiplicidad de
posibilidades previas al acto mismo y al momento de haber elegido tal acción.
En otras palabras, sucede comúnmente que cuando se realiza determinada
acción, ya sea de mayor o menor relevancia para el ser humano, se elige ella
entre tantas otras posibles. Se puede decir que, en todo momento se cuenta
con múltiples posibilidades de acción y, se elige sólo una; la atención y la
mirada se concentran en “lo elegido”, no tanto en lo “no elegido”. El ser humano
es causante de lo no elegido; al descubrirse los efectos de éste, surge el horror
ante la culpa:
La manera de eludir la culpa y, que por lo tanto deja de ser una situación
límite, es precisamente pensar que la culpa es una decisión, una elección, no
un límite [Cfr. Villarino, 2009: 272]:
Es posible ver la culpa como algo finito, como algo inevitable, es posible
concebir sólo deudas particulares, no la culpa esencial; entonces el hombre
se encuentra aquí no en la situación límite, sino que, en un optimismo ético,
conforma una vida que él percibe como posiblemente libre de culpa [Jaspers,
1967: 358].
113
El ser humano desea liberarse absolutamente de la culpa, desea lo que dice
Jaspers, alcanzar la pureza de alma [Cfr. Jaspers, 1958, II: 119]. Sin embargo,
dice Jaspers: Yo no sé en absoluto lo que es mi alma pura [Jaspers, 1958, II:
119]. Nadie conoce una pureza absoluta; la culpa, en la situación límite,
siempre se da a pesar de un actuar éticamente irreprochable [Villarino, 2009:
276]. Ante esta realidad, Jaspers propone el “concebir” la “realización de la
pureza” como tarea infinita en la tensión de la vida temporal [Cfr. Jaspers, 1958,
II: 119].
114
En la culpa como situación límite, se considera al hombre como responsable de
ser él mismo, responsable de su resolución 53, entendida ésta, como la “elección
de sí mismo”. En la resolución, el hombre se hace absolutamente responsable
de sí mismo [Cfr. Jaspers, 1958, II: 42]. Por lo tanto, dice Jaspers que, la
indecisión patentiza que todavía no me he encontrado [Jaspers, 1958, II: 41].
Jaspers afirma que, en esta situación límite, persiste […] lo que por mí
acontece sin quererlo directamente […] En la situación límite, el actuante, se
considera responsable de su acción. La responsabilidad significa la disposición
a tomar la culpa sobre sí [Cfr. Jaspers, 1958, II: 120-121].
53
Dice Jaspers: Resolución y ser-sí-mismo son la misma cosa [Jaspers, 1958, II: 41].
115
Esta responsabilidad originaria, es decir, que procede de la raíz existencial del
ser humano, se relaciona con la idea de Lacroix sobre la creación continuada
del yo por el yo; Lacroix tiene una frase que puede iluminar lo anterior: somos
menos responsables de lo que hacemos que de lo que somos. [Aranguren,
2000: 267]. Difícilmente, el ser humano reflexionando desde sí mismo en
libertad, podría desviar la mirada de este inevitable sentido y llamado a la
responsabilidad de la recreación de sí mismo; de nuevo, “difícilmente”.
116
Experimentar la culpa como situación límite, supone vivir en constante tensión,
en la cual –afirma Jaspers-, el hombre trata de remontarse. Dice Jaspers:
No se trata ya, por tanto, de ser inocente, sino de evitar aun realmente la
culpa evitable, para llegar a la auténtica, profunda e inevitable culpa –pero
también entonces sin encontrar sosiego [Jaspers, 1958, II: 121].
117
Cuando la “existencia” posible del hombre se hace real por medio de la decisión
y elección, la libertad del sí mismo encuentra su límite. La posibilidad de la
trascendencia sólo existe en el seno de la libertad misma [Jaspers, 1958, II: 59].
Por esto dice Jaspers: Cuando en mi existencia empírica soy “existencia”, llego
a ser real por virtud de lo Uno [Jaspers, 1958, II: 120]. Este “Uno” es otro
nombre que Jaspers le da a la trascendencia. Por virtud de la trascendencia, la
“existencia” posible del hombre, en virtud de su libertad, se hace “real”, se
realiza la “existencia”. Así lo sintetiza Jaspers: La realización de la “existencia”
en lo Uno encuentra la indeleble culpa en haber rechazado las posibilidades del
“existir” [Jaspers, 1958, II: 122].
54
El tema del lenguaje cifrado de la trascendencia, se abordará al principio de tercer capítulo de
este trabajo.
118
3. LA ESTRUCTURA ANTINÓMICA DE LA EXISTENCIA EMPÍRICA
A partir de la reflexión de la naturaleza de las situaciones límite, resulta evidente
un aspecto común en todas ellas, esto es, que, ante ellas, a la persona no le
queda más remedio que definirse en cada situación, es decir, que ha de
apropiarse de ellas. La apropiación se puede entender como, todo lo que de
una forma u otra hago mío y lo convierto en parte de mi realidad personal, de mi
personalidad [Cfr. Aranguren, 2000: 176-177].
Como existencia soy más que existir. Este “más” radica en mi libertad,
radica en mi decisión, en la que yo me decido […] Yo soy en mi decisión,
incluso entonces, cuando yo me decido por la nada, soy yo también en
ella. En y con mi decisión se enraiza mi ser como mismidad mía: “Yo soy el
ser decidiendo (decisivo)” [Gabriel, 1974: 161].
Por lo tanto, las situaciones límite revelan las contradicciones íntimas, las
antinomias del existir [Gabriel, 1974: 157].
119
Al respecto, dice Jaspers:
Todas las formas o intentos de evitar o eludir estas situaciones –tal como
se han presentado en los apartados anteriores-, pueden verse como una
muestra de cómo, al ser humano no le agrada mucho el problematizar su
realidad. Al no problematizar estas situaciones, pierde relevancia el preguntarse
sobre el sentido de la muerte, del sufrimiento, de la lucha, de la culpa, ya que,
se decide verlas con un falso optimismo que hace pensar o creer que son
situaciones que el ser humano puede dominar o evitar. ¿Qué sentido tiene
preguntar por un mundo completamente ordenado, consistente, seguro,
tranquilo, racional, claro? En este caso, no sería absurdo considerar –como
mínimo- la sospecha como punto de partida.
120
El elemento común de las situaciones límite de la muerte y el sufrimiento, de la
lucha y la culpa, se concibe por la idea de la estructura antinómica de la
realidad empírica [Cfr. Jaspers, 1958: 126].
[…] como existente, tan sólo llego a ser mí mismo en la situación límite de
las antinomias […] Si pretendo conocer, en vez de las cosas de mundo, un
ser en sí como absoluto, entonces me veo enredado en antinomias […] Si
quiero conocer lo verdadero como una finalidad objetiva de la acción […]
yo incurro en contradicciones al imaginar ideales y utopías posibles
[Jaspers, 1958, II: 127].
121
Lo anterior lleva a Jaspers a plantearse, como él mismo llama, la última
situación límite incomprensible:
Lo que para nosotros pudiera ser consistente sería el ser absoluto; lo que
para nosotros se hace consistente no es más que existencia empírica. Lo
absoluto existe para nosotros, desvaneciéndose por el hecho de que la
libertad es real [Jaspers, 1958, II: 129].
En este sentido, Jaspers dice que, “la existencia empírica tiene que ser
para que el ser sea”, es decir, para el ser humano, el ser absoluto o la
trascendencia, existe sólo en su manifestación “histórica”; en la manifestación –
que siempre se desvanece- se experimenta el ser, pero “la manifestación no es
el ser” [Cfr. Jaspers, 1958, II: 129].
122
En la experiencia de las situaciones límite se revela esta evanescencia de la
manifestación del ser. El ser, fracasa en su manifestación y, de este modo, se
hace posible su patentización para el ser humano. Es por esto que Jaspers
afirma que las situaciones límite enseñan al ser humano lo que es fracasar [Cfr.
Jaspers, 1988: 19]. La historicidad de la realidad empírica consiste en este
continuo fracaso de las manifestaciones del ser que el hombre experimenta por
virtud de ser sí mismo como libertad. La libertad del ser humano está limitada y
condicionada por su misma existencia empírica, es decir, no hay libertad
absoluta en el ser humano, ya que esto supondría un desligue total entre lo
empírico y lo posible.
123
Por esto mismo, llega a decir Jaspers:
Además:
124
CAPÍTULO 3
Las situaciones límite, por el hecho de que desgarran todo ser hermético y,
por tanto, muestran el problematismo de todo lo que conocemos […] en
ellas se busca lo que produce la certidumbre de la “existencia”, sobre cuya
base se hace posible la mirada de la trascendencia [Jaspers, 1958, II: 509].
Desde este punto de vista, el vivir con sentido la vida humana –para
Jaspers- no se reduce al cumplimiento de las posibilidades existenciales, sino
que comporta el estar en relación existencial con aquello que fundamenta tal
cumplimiento, que, sin ello, serían imposibles esos momentos de realización y
de certidumbre existencial, esto es, a saber, la trascendencia.
126
un adentrarse hasta las fronteras, un mirar sin estorbos, desde la línea
fronteriza, la anchura y la lejanía sin fronteras de la otra parte, del “más
allá”. En ésta llega la trascendencia a verse en las fronteras de la
existencia, en las “situaciones límite” […] mediante las cuales
experimentamos al vivo la existencia como el modo de nuestro existir,
circunscrito por la trascendencia. Así se imprime la trascendencia en una
forma caracteriológica dentro de la existencia como carácter negativo de
su limitación y finitud, que se destaca en el choque y fracaso. La
trascendencia se hace, por esto, manifiesta dentro de las situaciones límite
como acotamiento y confinamiento [Gabriel, 1974: 221].
127
J. Wahl sintetiza muy claramente lo expuesto anteriormente:
128
1. EL LENGUAJE CIFRADO DE LA TRASCENDENCIA
Lo que la trascendencia sea, nunca puede ser, para Jaspers, un contenido del
conocimiento, ya que si existiera esa posibilidad, se convertiría en un ser
determinado [Cfr. Jaspers, 1958, II: 356]. La idea anterior muestra una de las
grandes dificultades presentes en la idea de trascendencia y su posible
interpretación, en el pensamiento de Karl Jaspers.
55
Ante esta idea, se ratifica la importancia que tiene la experiencia de las “situaciones límite” en
la filosofía existencial de Karl Jaspers.
56
Para Jaspers, el primer camino es la trascensión formal, el segundo, las referencias
existenciales a la trascendencia y, el tercero, es el escrito cifrado de la trascendencia. Por
razones metodológicas, el presente apartado consiste en desarrollar el tercer camino que
propone Jaspers, ya que más adelante, Jaspers habla del fracaso como cifra; sin embargo, es
importante señalar que, para Jaspers, la trascensión formal es el límite del pensamiento como
fracaso del pensar: se puede pensar que hay lo que no se puede pensar. Este “pensamiento
trascendente”, como tesis formulable consiste en la negación [Cfr. Jaspers, 1958, II: 393-426].
El apartado sobre Kant, en el primer capítulo, hace referencia directamente a este tema.
129
Dice Jaspers:
130
existencial. Es por esto que el ser humano sólo puede ser posible “existencia”,
nunca puede convertirse en “existencia” absoluta, en libertad absoluta, donde
ya no habría necesidad de lucha existencial, mucho menos, la referencia a una
trascendencia. Negar la trascendencia es negar el hombre como posibilidad.
57
Lo remarcado en cursiva es propio para enfatizar la idea en Jaspers de que, la cifra es
“ininterpretable” en el sentido de alcanzar una comprensión como conocimiento general.
131
Portuondo hace énfasis en que, Jaspers:
132
En virtud de esta certidumbre existencial del ser-sí-mismo, el hombre como
posible “existencia” se percata de la presencia de la trascendencia. Esta
presencia de la trascendencia, que se manifiesta “históricamente en la
existencia empírica, se presenta como “cifra”. La cifra es el ser que hace de la
trascendencia una presencia [Jolivet, 1976: 312]. La cifra viene a ser como el
“vehículo” de la trascendencia:
58
La cifra, para Jaspers, no está sujeta a una interpretación en el sentido de llegar a un
conocimiento general y válido para todos; su “sentido” o “significado” no puede ser fijado, sino
que en la apropiación existencial necesariamente tiene que desvanecerse. Para Jaspers la cifra
es intuible [Cfr. Jaspers, 1958, II: 518].
133
Tomando en cuenta lo anterior, Jaspers aclara que, de la trascendencia, el
hombre sólo percibe tanto como él mismo llega a ser. Agrega que:
134
En el lenguaje cifrado, la realidad empírica se convierte en cifras para la posible
“existencia”. En este sentido, dice Jaspers que, no hay nada que no pueda ser
cifra. Jaspers habla del mundo, ya sea la naturaleza, la historia, la “conciencia
en general”, el hombre y el arte, como cifras de la trascendencia [Cfr. Jaspers,
1958, II: 543] .
Por el hecho de que el mundo no es una revelación directa, sino tan sólo
lenguaje, el cual, sin llegar a tener validez general, sólo es perceptible
“históricamente” en cada caso a la “existencia”, y aun entonces no se
puede descifrar definitivamente, por todo esto la trascendencia se
patentiza como oculta. Está lejana porque es inasequible como ella misma.
Es también lo extraño, lo enteramente otro. Viene como desde su lejano
ser a modo de poder extraño en el mundo, y habla a la “existencia”, a la
que se acerca sin mostrarse en cada caso más que como cifra [Jaspers,
1958, II: 535].
135
desde la cual, es posible una lectura distinta de la experiencia del fracaso. Se
puede decir, aunque ciertamente de una manera un tanto precipitada o
aventura hasta el momento que, si no se fracasa, todo es comprensible y todo
es absurdo, todo se contradice y todo se justifica [Cfr. Olson, 2012]. Una
posición “fronteriza” mantiene al hombre en constante tensión existencial hacia
la trascendencia, lo cual, le permite cerciorarse de sus posibilidades de
realización en cada situación “histórica”.
Optar por una posición “fronteriza” no significa querer huir del mundo y
de su realidad, sino que –según Jaspers-, la realidad, como cifra, es el milagro,
es decir, lo que acontece aquí y ahora [Cfr. Jaspers, 1958, II: 548]. Desde este
punto de vista, la realidad empírica es donde se manifiesta la trascendencia, el
llamado nietzscheano del amor fati sigue resonando con mayor intensidad en la
conciencia existencial del hombre. Siguiendo lo anterior, dice Jaspers:
136
La misma evanescencia de esos instantes de realización existencial, hace
posible que no quede agotado ni fijado el sentido de la propia “existencia” en el
devenir “histórico”, ni tampoco que, la tensión del ser humano hacia la
trascendencia se disuelva irreparablemente. Por esto mismo, Jaspers afirma
que:
Las cifras son verdaderas sólo en la cifra del fracaso, el cual es visto por
su lado fáctico con sinceridad positivista, y existencialmente es aceptado
seriamente en las situaciones límite [Jaspers, 1958, II: 599].
59
Específicamente, en el tema de las situaciones límite, expuesto en el segundo capítulo del
presente trabajo, se ha intentado relacionar el sentido de lo aquí dicho.
137
Por lo tanto, antes de abordar directamente el fracaso como cifra de la
trascendencia, se tratará a continuación –a modo de una breve retrospectiva- el
múltiple sentido del fracaso fáctico y del fracaso de la “existencia”, vislumbrado
ya anteriormente.
Es por esto que, para Lacroix, la forma suprema del fracaso, hasta del
fracaso intelectual, no es el error o la ignorancia, sino el olvido [Cfr. Lacroix,
1967: 83]. Reflexionar sobre el fracaso, no significa en manera alguna, una
actitud pesimista, o un intento de justificar la falta de iniciativa o de decisión en
el ser humano, que se presentan de hecho en el día a día de su propia vida. Por
otro lado, la reflexión sobre el fracaso, no significa, mucho menos, el optar por
una actitud soberbia y aparentemente desafiante contra él, con la falsa e
ingenua ilusión de eliminar su presencia posible en cada empresa o proyecto
humano. Más bien, la reflexión sobre el fracaso, viene a ser –siguiendo a
Jaspers- como una forma de “arrostarlo” con “los ojos abiertos”, tratar de
descubrir sus “posibilidades” más allá de la aparente ruina que provoca.
138
actitudes y formas de acción en el sentido existencial. Su olvido viene a
significar su negación y el consentimiento de una pasividad ante él.
Para una consideración del sentido del fracaso, Jaspers aclara que,
solamente para el hombre hay fracaso, es decir, la experiencia del fracaso es
una experiencia propiamente humana. Por lo tanto, el ser humano es el ser que
puede y debe ser consciente de esta experiencia, para poder después tomar
una postura ante ella; de hecho, esto último, para Jaspers es inevitable: el
fracaso le provoca [al hombre] conducirse respecto a él [Cfr. Jaspers, 1958, II:
604]. El ser humano, como existencia empírica, como “conciencia en general” y,
como posible “existencia, experimenta el fracaso; de manera que, tal
experiencia, no resulta inequívoca para él: si permanezco en la situación del
hombre, entonces diferencio [Jaspers, 1958, II: 605].
139
Ante su idea del fracaso, Jaspers se remite a lo que revela la experiencia de las
situaciones límite, es decir, las antinomias del existir [Cfr. Gabriel, 1974: 157]:
En las situaciones límite se hace patente que todo lo que para nosotros es
positivo está enlazado a lo negativo correspondiente. No hay nada bueno
sin malo posible y real, ninguna verdad sin falsedad, ni vida sin muerte; la
realización, al riesgo y la pérdida […] En toda realidad empírica yo puedo
percibir la estructura antinómica [Jaspers, 1958, II: 605].
140
Si el mundo es un mundo inacabado, por lo tanto de empeños, el ser humano
es igualmente un ser de empeños, un ser que tiene que estarse construyendo
constantemente, en este “proceso”, es inevitable sustraerse al riesgo de
fracasar en los intentos. Para Lacroix:
141
de elegir y decidir, en el acto existencial. Sin este salto, el ser humano se
quedaría simplemente como un espectador que “contempla” cómo van pasando
frente a él sus oportunidades de “existir”. Haciendo referencia a Kierkegaard, se
puede decir que, se quedaría “sin bailar”, sentado cómodamente en los
aposentos de un sueño nunca realizado. Sin embargo, sigue siendo posible que
se ponga de pie, y se mueva un poco; sigue siendo posible afrontar el riesgo a
fracasar; a nadie se le exige, a nadie se le prohíbe [Cfr. Jaspers, 1958, I: 166].
Sin embargo, sin este acto existencial, el hombre no fracasa como sí mismo,
simplemente porque no estaría en riesgo de fracaso.
142
El ser humano, en la experiencia empírica de sus empresas y tareas en el
mundo, busca de una manera u otra, completarlas del todo, ponerle punto final
a cada acción, cerrar de manera perfecta los ciclos de su quehacer. Pero dice
Jaspers que, sólo una ceguera voluntaria puede abandonarse plenamente ante
tales pretensiones. Por lo tanto, el fracaso es lo último y supremo [Cfr. Jaspers,
1958, II: 606].
143
posible, como posible “existencia”, experimentar la eternidad en esos instantes
evanescentes. La experiencia de lo absoluto requiere el fracaso de lo no-
absoluto.
144
resignación clarividente, que lo que fue instante, como presente cumplido,
no está perdido [Jaspers, 1958, II: 607].
Jaspers asevera tajantemente que, este ser, únicamente brilla para aquel
que se le acerca arriesgándose [Cfr. Jaspers, 1958, II: 607], para aquél que le
busca gimiendo [Cfr. Pascal, 2003].
145
que tiene duración y consistencia. La cifra no se descubre cuando lo
quiero, sino cuando hago todo lo posible por evitar su realidad. Se
descubre en el amor fati, pero sería un error el fatalismo que se conforma
anticipadamente y, por tanto, no fracasa [Jaspers, 1958, II: 608].
He aquí el sentido del amor fati como condición para la experiencia del
ser. Buscar voluntariamente el fracaso y quererlo viene a ser lo contrario al
amor fati. En el amor fati se abraza la posible “existencia” en la existencia
empírica, se compromete el ser humano con su historicidad y ejecuta planes de
realización, emprende proyectos y pone todo lo que puede en cada situación
para cumplirlos:
146
situación, son constantes ante el fracaso, se disponen a él, mas no lo invocan,
no lo quieren. Los primeros, probablemente, al buscar el riesgo, lo que buscan
es la gloria, la corona de olivo, los diplomas; los segundos, crean posibilidades
para sí mismos y para los demás, y no cesan de intentar realizarlas desde sus
límites. Éstos, se eternizan en el mundo, los otros, en la nada:
147
Yo quiero consistencia para experimentar el fracaso en su plenitud, en el
cual solamente se me descubre el ser […] Solamente cuando entro sin la
menor reserva en el mundo y sufro lo que por su destrucción me depara
puedo experimentar realmente el fracaso como cifra. En otro caso no
existiría más que la ruina universal indiferente y sin fundamento [Jaspers,
1958, II: 610].
Sin embargo, el día no lo es todo, en el límite del día se oye otra voz, la
voz de su ocaso, la “voz de la noche”. Esta voz produce incertidumbre, temor,
148
inquietud y, por el hecho de rechazarla no significa que permita sosiego [Cfr.
Jaspers, 1958, II: 466].
149
Es en este sentido que, Jaspers afirma, que todo lo que perece tiene que haber
sido [Cfr. Jaspers, 1958, II: 611], ya que la noche enseña que todo lo que llega
a ser tiene que ser destruido; pero, no por esto, no hay que hacer nada, todo lo
contrario, hay que entrar sin reservas al mundo y su destrucción para poder
experimentar el verdadero fracaso [Cfr. Jaspers, 1958, II: 473]:
Claro que el día –dice Jaspers- no puede querer el fracaso; sin embargo,
no tiene que quererlo sino disponerse sin reservas. Para Jaspers, esto, sólo lo
hace un hombre que es trasparente para sí mismo, es decir, aquél en el que
hay una confianza, el que está dispuesto a escuchar las preguntas y los
argumentos; este hombre es infinitamente flexible y tiene una disponibilidad sin
150
reservas [Cfr. Jaspers, 1958, II: 472-473]. Max Weber, era –para Jaspers- un
ejemplo de este tipo de ser humano:
Tal vez, se trata de hacer lo que se pueda concibiendo que el límite del
día está en la noche, que por lo tanto, hay que tomar conciencia y posición:
Se puede decir que, para que un fracaso sea verdadero y, por lo tanto,
revelador de la trascendencia, éste tiene que disponerse a la noche, en la cual
se desvanece completamente la realización del día. Es necesario llegar a ser
real para fracasar auténticamente [Cfr. Jaspers, 1958, II: 473].
151
empírica [Cfr. Jaspers, 1958, II: 611-612]. Y, sólo en esta manifestación –dice
Jaspers- aprehendo el ser [Cfr. Jaspers, 1958, II: 130].
Los logros o éxitos del ser humano parecen realizarse sólo en instantes
supremos de su vida, es decir, la lucha existencial supone mayor duración que
la misma realización de las posibilidades:
152
la “existencia”, cada paso y cada situación de la vida, exige la entereza del
hombre.
Sin lucha, sin haber asimilado el riesgo de fracasar y aun así haber
actuado existencialmente, no habría esos instantes, esas alturas en la vida
humana, al menos, difícilmente se reconocerían. Al parecer, es más fácil
reconocer y desear lo duradero y consistente, el éxito, para el ser humano,
puede llegar a identificarse con la permanencia y, ciertamente, se puede
relacionar con esos momentos de gloria, sin embargo, la única permanencia
posible es la de la lucha, la del riesgo al fracaso; lo demás, se desvanece.
Cuando el ser humano se permite reflexionar acerca del empeño con que
realiza sus posibilidades, cuando es consciente de que nada está garantizado y
aun así pone todo el peso de su ser en cada decisión y situación; cuando se
permite transgredir las leyes de lo convencional y decide colocar los acentos de
su vida en aspectos hasta entonces subestimados de la misma, tal vez y, sólo
entonces, le será posible reconocer y aceptar lo evanescente de sus victorias
existenciales:
153
3. LA CIFRA DEL SER EN EL FRACASO
El deseo de la existencia empírica a absolutizarse por medio de la duración y de
la consistencia, se ve ofuscado por la inevitable evanescencia de la
manifestación “histórica” de la trascendencia en la realidad empírica. El ser
humano, al tomar conciencia de esto, comienza a dirigir “una mirada distinta” a
su mundo. Consciente de que sólo puede aprehender el ser en su
manifestación empírica y, esta manifestación se caracteriza por su
evanescencia, se da cuenta de que el ser en la realidad empírica del mundo no
sólo está encubierto, sino invertido [Cfr. Jaspers, 1958, II: 615].
Es por esto que Jaspers afirma que, el ser, sólo se hace patente en el
fracaso de aquello en que él está [Jaspers, 1958, II: 615].
Dice Jaspers que, quien ve realmente lo que es, parece tener que mirar
la inmóvil noche de la nada [Jaspers, 1958, II: 618]. La noche, le permite al
hombre “abrir los ojos” ante el fracaso de la ilusión de la realidad empírica [Cfr.
Jaspers, 1958, II: 469], ya que, en esta última, se quería, mediante
construcciones intelectuales, “captar la totalidad”, pero –según Jaspers-, lo que
sucedía era que, “se encubría la realidad” [Cfr. Jaspers, 1958, II: 618]. No por
esto, comenta Jaspers, el hombre deja de trascender como existencia empírica,
es decir, no por esto, anula su deseo de conocer el mundo empírico,
simplemente es consciente de que lo que llega a conocer no es el ser absoluto.
154
Por tal razón, dice Jaspers que, vivir sin trascender no es más que vivir en la
desesperación más radical, abandonado a la nada [Jaspers, 1958, II: 618].
El fracaso mismo, como ser de la nada, no es todavía más que cifra […] La
última cuestión es qué sea la cifra del fracaso, ahora todavía posible,
cuando, más allá de todas las interpretaciones, sin embargo, el fracaso no
muestra la nada sino el ser de la trascendencia. La cuestión es si desde el
fondo de las tinieblas puede lucir un ser [Jaspers, 1958, II: 618].
Es posible que esas tinieblas a las que Jaspers hace referencia, sean
aquellas provocadas por la destrucción de la ilusión, que suponía que el ser es
la realidad empírica. Para Jaspers, el auténtico fracaso exige de la existencia
empírica finita dejar intacto el ser de la trascendencia. He aquí que, Jaspers,
pone sobre la mesa la posibilidad de que brille un ser desde el fondo de las
tinieblas, desde el fondo del fracaso de la realidad empírica.
155
Por otro lado, dice Jaspers que, ante el ser, a la vista de la extensión del
fracaso, cesa en la existencia empírica juntamente con el pensamiento el
lenguaje. Ante el fracaso de lo construido en la realidad empírica, sólo queda el
silencio, el silencio del no-saber [Cfr. Jaspers, 1958, II: 618]. Si se intenta dar
una respuesta al porqué del fracaso del mundo, no sería un fracaso universal, el
cual supone el fracaso del pensamiento que pretendería explicar la razón
intelectual del fracaso experimentado. Lo cierto es que, el fracaso consumado
por la pasión de la noche, rechaza toda claridad de interpretación. La posible
claridad se desvanece para la conciencia ante el fracaso de la realidad
empírica. El silencio surge ante la imposibilidad absoluta de justificarlo por la vía
puramente racional. El silencio se hace presente en ese límite en que es posible
la certidumbre de la trascendencia. La cifra del fracaso es ininterpretable, en el
sentido de una validez objetiva general. La certidumbre de la trascendencia se
hace presente en virtud de agotar las posibilidades de la “existencia”, del hacer
todo para evitar el fracaso en la lucha del ser-sí-mismo, que también se
desvanece en el acto existencial por virtud de una libertad culpable que se
arriesga.
Sólo ante la cifra ininterpretable el fin del mundo se torna ser […] el silencio
está, ante la cifra ininterpretable del fracaso universal, en relación con el
ser de la trascendencia, ante el cual el mundo ha perecido. El no-ser de
todo ser que nos es accesible y que se patentiza en el fracaso es el ser de
la trascendencia [Jaspers, 1958, II: 619].
156
Para Jaspers, el fracaso, es el fundamento que envuelve todo ser-cifra, es
decir, la visión de la cifra como la realidad del ser, surge únicamente en la
experiencia del fracaso [Cfr. Jaspers, 1958, II: 619]. La cifra como presencia o
manifestación de la trascendencia, tiene que desvanecerse, ya que su
apropiación es existencial en cada caso, en esto radica su fracaso [Cfr. Jolivet,
1976: 312]. Esta apropiación se da en la medida en que el ser humano es “sí-
mismo”, sin embargo, no hay una permanencia del ser humano en su
realización existencial, esta es evanescente:
Lo esencial es que el ser como libertad nunca pueda cobrar una realidad
empírica en el sentido de consistencia […] La posibilidad de la libertad […]
como realidad empírica, existe en el movimiento en que desaparece como
realidad empírica cuando es propiamente [Jaspers, 1958, II: 612].
La cifra sólo puede ser leída por el ser humano desde sí mismo, si
pretende encontrar un sentido “fuera de sí”, fracasa inevitablemente porque en
la cifra habla la trascendencia pero sólo para aquél que se dispone
existencialmente a escucharla, en la cifra se hace presente la trascendencia
pero sin agotarse en ella, el silencio de la cifra radica en su ininterpretabilidad
objetiva. El silencio es el silencio del mundo en ruinas, pero en esas ruinas
puede brillar un ser, el ser de la trascendencia. Por decirlo de una manera, este
157
ser, necesita del hombre en su posición fronteriza, donde todo puede parecer
acabado y sin sentido al igual que todo puede cobrar un sentido.
60
Aquí, Jaspers se refiere a la fe filosófica, un concepto que elabora sistemáticamente después
de Filosofía. Sin embargo, una de sus “definiciones” es la siguiente: (La fe filosófica) es la
confianza del hombre “en su posibilidad” y, al mismo tiempo, también la fe en “la esencia de la
trascendencia” que se realiza a través de la existencia, pero que se oculta a ella [Salamun,
1987: 154].
158
puede ser la antesala de una postura nihilista, pero ahora se le ve de frente
“desde” y “en” la misma angustia, se arrostra con los ojos abiertos.
159
Sin embargo, para Jaspers, la resignación puede ser “pasiva” y “activa”. La
pasiva consiste en la actitud nihilista y fatalista, donde el hombre se abandona a
la angustia y al devenir de las cosas como simple espectador, al abandonarse
sin resistencia a la realidad, niega el fracaso como posibilidad.
61
En lugar de serenidad, Paul Ricoeur utiliza la palabra paciencia: “Cette tensión vécue entre
l´angoisse et la paix a un beau nom: elle s´apelle Patience” (Esta tensión vivida [experimentada]
entre la angustia y la paz tiene un bello nombre: se llama Paciencia) [Ricoeur, 1947: 433].
160
trascendencia, pero ni en ese instante se posee. Dice Jaspers: la vista se hizo
clara; en esta claridad, el mundo se torna inefablemente bello en su riqueza
fundada en la trascendencia, sin embargo, aun cuando el hombre encuentre
“su” paz, nunca hay en la existencia temporal una respuesta última que sirva
para todos y para siempre [Cfr. Jaspers, 1958, II: 621-622]; lo que sigue en pie
es la posibilidad de hacer en el fracaso la experiencia del ser [Cfr. Ricoeur,
1947: 433]:
161
CONCLUSIONES
162
ambas a la vez y sin realizarlas completamente. En el filosofar jaspersiano el
ser humano es llamado a trascender, a trascender su realidad empírica, este
trascender no existe sin pensamiento. “Filosofar es trascender”; donde el
pensamiento no trasciende no hay filosofía [Jaspers, 1958, I: 48]. Por lo tanto, la
praxis filosófica es una acción interior en la que se llega al ser-sí-mismo. Para
Jaspers, existe auténtica filosofía en la medida en que existe una relación
intrínseca entre el pensamiento y la vida, sin embargo, esto no quiere decir que
la finalidad última sea su plena identificación.
163
época. Jaspers centra su atención de manera especial en las figuras de
Kierkegaard y Nietzsche.
164
Para Nietzsche, el acto propio de “crear” atañe únicamente al “Superhombre”,
para Jaspers, al ser humano como posible “existencia”. Existe un factor o
requisito indispensable para los dos, a saber, el amor fati. Si el ser humano es
capaz de crear, es decir, de trascender, es indispensable la conciencia y la
aceptación incondicional de la propia determinación “histórica”, sin la cual, la
creatividad humana consistiría puramente en fabricar sueños efímeros de
trascendencia. El “sí” a la vida de Nietzsche se convierte en el “sí” a la
existencia empírica y sus paradojas, como condición de posibilidad de
aclaración existencial en Jaspers. El anuncio, tal vez fatalista, del nihilismo en
Nietzsche resuena en el pensamiento paradójico del fracaso de Jaspers. No
hay descanso ni sosiego absoluto ni permanente para quien asume su realidad,
sólo la decisión de volver constantemente a la tensión entre la trascendencia o
la nada.
Nietzsche invita a interpretar, no, lo que se dice, sino lo que hay detrás
de todo aquello que se dice: “toda palabra es una máscara”. Jaspers recurre al
lenguaje cifrado como forma de interpretar la realidad empírica, en la cual, se
manifiesta la trascendencia.
165
cognoscibilidad. Jaspers ve en Weber una “existencia filosófica”, esta existencia
se caracteriza por la conciencia de lo absoluto, de la trascendencia. Debido al
carácter absoluto de la trascendencia, ésta sólo se puede aprehender de
manera fragmentaria, por caminos indirectos. Esto lo demuestra Weber, de
manera muy concreta, en la visión que tiene acerca de la “objetividad científica”;
Weber propone una ciencia “comprensiva”.
166
límites propios de la finitud humana. La filosofía kantiana descubre los límites
de la razón humana o, al menos lo intenta. Sin embargo, el ser humano no es
sólo lo que conoce ni lo que puede conocer, de hecho, tal vez, su mayor
conocimiento es la molesta presencia de sus límites cognoscitivos, es decir, no
le es posible conocer todo ni conocerse a sí mismo totalmente, siempre queda
la angustiosa e inquietante incertidumbre de lo desconocido. En este punto es
posible, que surja en la conciencia humana un acto de rebeldía. Kierkegaard,
puede significar para Jaspers, un hombre rebelde, un hombre que se rebela
contra la masa. La rebeldía existencial de Kierkegaard cala hondo en la persona
de Jaspers.
167
propuesta del amor fati nietzscheano. Para Jaspers, la determinación “histórica”
forma parte de lo que él mismo llama “situación límite”. El ser humano se
encuentra siempre en alguna determinada situación, no sale de una sin entrar
en otra. Existen situaciones que son dadas inevitablemente en la existencia,
situaciones ante las cuales, que el ser humano choca y fracasa, situaciones que
no cambian, sólo lo hacen en su modo de manifestarse, a estas situaciones,
Jaspers les llama “situaciones límite”. Son situaciones límite porque se
experimentan en el límite de la “existencia”.
Para Jaspers, las posibilidades del ser humano, así como las
manifestaciones de la trascendencia, están inevitablemente condicionadas por
su determinación “histórica, es decir, el ser humano existe “históricamente” en
el mundo, si le es posible trascender el mundo, es sólo desde esta condición.
Por lo tanto, la “historicidad” viene a ser una condición de posibilidad para el
trascender jaspersiano.
168
Lo que es destruido por la muerte es la apariencia, no el ser mismo. A partir de
la idea anterior, Jaspers pone sobre la mesa, la posibilidad y sólo la posibilidad
de una serenidad profunda ante la muerte. Esta serenidad, difícilmente, podrá
estar fundada en una aceptación absoluta de ella, por esto mismo, Jaspers
afirma que, para el que “existe” en la situación límite, la muerte no es ni amiga
ni enemiga. De esta manera, Jaspers revela una tensión antinómica en la
experiencia de las situaciones límite.
Por lo tanto, una de las afirmaciones que más esclarecen las situaciones
límite es que, ellas revelan las contradicciones íntimas del existir, las inevitables
paradojas de la vida humana, las contradicciones que se agudizan cuando se
trata de pensarlas claramente. La vivencia de estas situaciones supone para el
ser humano, el saber posicionarse ante ellas, es decir, como posible
“existencia” en el límite de la misma.
169
tocado en la propia raíz; es tocado en la propia raíz de sí mismo como posible
“existencia”, es decir, es tocado en su libertad.
170
la cual siempre se desvanece. En la experiencia de las situaciones límite se
revela la evanescencia de la manifestación “histórica” del ser.
171
humano con la trascendencia nunca se realiza de manera directa, la
trascendencia nunca se presenta como tal, sino que se manifiesta
“históricamente” comprometida en una objetividad metafísica, la cifra.
172
para Jaspers, la realidad empírica es el “milagro”, es decir, el “aquí” y el “ahora”
de su posibilidad de “existir”. La tensión hacia la trascendencia se relaciona con
mantener una “posición fronteriza”, aquí, la lectura del fracaso es distinta.
173
En este momento cobra sentido la frase de Jaspers: “todo lo que perece tiene
que haber sido”. La ley del día de la que habla Jaspers hace posible este
compromiso con la realidad y su realización, por la pasión de la noche todo
parece absurdo y sin sentido, todo perece. El fracaso es la experiencia de que
lo terminado y perfecto es lo que también se desvanece. De manera que se
hace presente la última y suprema posibilidad de la existencia empírica: “llegar
a ser real para fracasar auténticamente”. Por lo tanto, estar en la frontera entre
el día y la noche es la condición para experimentar la trascendencia en virtud
del fracaso.
Jaspers afirma que, este silencio está, ante la cifra ininterpretable del
fracaso, en relación con el ser de la trascendencia, ante el cual “el mundo ha
perecido”. El no-ser de todo ser que nos es accesible y se patentiza en el
fracaso es el ser de la trascendencia.
174
Para Jaspers, la cifra es configuración del mundo, mediante las cifras se lanza
una mirada distinta al mundo, esta mirada se realiza desde las fronteras
existenciales del ser humano.
175
pesimismo y una negatividad sin sentido. Habrá que asumir esta angustia
inherente a la realidad, ya que en esta angustia se puede presentir una caída
abismal o también la posibilidad de renunciar por un momento al suelo firme por
el que tanto se trabaja a plena luz del día. La noche exige paciencia, el ser
humano es capaz de ella, de conquistarla en un proceso interminable como
interminable es la posibilidad de descubrir el brillo de un ser en el fracaso.
176
ANEXO
A continuación se presentan una serie de conceptos jaspersianos, sólo con la
finalidad de proporcionar una mejor orientación en la lectura del presente
trabajo.
Jaspers dice que las proposiciones propias de la conciencia en general son las
siguientes: “Yo no sólo esto ahí como la vida, sino que sé que estoy ahí; y, yo
pienso que sería posible que yo no estuviera”.
177
“Existencia”: Es lo que nunca es objeto; es origen, a partir del cual yo pienso y
actúo, sobre el cual hablo en pensamientos que no son conocimientos de algo;
“existencia” es lo que se refiere y relaciona consigo mismo y en ello con su
propia trascendencia [JASPERS, 1958, I: 14].
Ser-yo: Es el ser que sabe de sí como sujeto pensante. Las formas del ser-yo
son: existencia empírica, “conciencia en general” y posible “existencia”.
178
Conciencia absoluta: Jaspers también le nombra actitud existencial. Es la
certidumbre del ser de la “existencia” [Jaspers, 1958, II: 133]. Dice Jaspers: es
la conciencia de mi esencia […] se refiere a lo más íntimo de la “existencia”
misma [Jaspers, 1958, II: 138].
Acción interior: Es la acción por la cual el ser humano llegar a ser sí mismo.
En la acción interior, dice Jaspers: yo soy consciente del propio origen para mí,
tal como ahora soy. En la acción interior yo soy responsable de mi ser como
resultado de mi acción interior [Jaspers, 1958, II: 213-216].
179
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOGRAFÍA PRINCIPAL
JASPERS K., Razón y existencia. Cinco lecciones, Nova, Buenos Aires, 1959.
JASPERS K., Los grandes filósofos - Los fundadores del filosofar: Platón,
Agustín, Kant, Tecnos, Madrid, 2002.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
180
CAMUS A., El malentendido, Alianza, Madrid, 2007.
KANT E., Prolegómenos a toda metafísica del futuro, Porrúa, México, 2003.
181
MARTÍNEZ P., Karl Jaspers, la filosofía: entre la existencia empírica y la
trascendencia, tesis presentada para obtener el grado de Maestría por la
Universidad Iberoamericana, México D.F., 2004. Recuperado de:
http://www.bib.uia.mx/tesis/pdf/014421/014421.pdf
NIETZSCHE F., Más allá del bien y del mal, Alianza, Madrid, 2009.
RICOEUR P., Gabriel Marcel et Karl Jaspers, Editions du Temps Présent, Paris,
1947.
182
SALAMUN K., Karl Jaspers, Herder, Barcelona, 1987.
UNAMUNO M., Del sentimiento trágico de la vida, Losada, Buenos Aires, 2003.
183