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ECOSISTEMA EMPRENDEDOR (EE)

Autores: Juan Federico, Sabrina Ibarra García y Hugo Kantis

Introducción

Numerosos estudios, desde diferentes perspectivas teóricas, reconocen la importancia que


tiene la actividad emprendedora para el crecimiento y desarrollo de los países. Las empresas
nuevas y jóvenes suelen ser consideradas como importantes generadoras de empleo y estar
asociadas a la introducción de innovaciones, el cambio estructural, la competencia, la eficiencia
y la diversificación de actividades.

Sin embargo, la evidencia empírica indica que la realidad se comporta de una manera más
compleja: los últimos estudios muestran que sólo una porción de las nuevas empresas que se
crean –aquellas que logran sobrevivir y crecer– son las responsables de la mayor parte de estos
efectos. En América Latina, es más común referirse a los emprendimientos y nuevas empresas
dinámicas.

El emprendimiento dinámico es un concepto que incluye a las empresas gacelas o de alto


impacto, pero también al conjunto más amplio de empresas que, sin tener un ritmo de
crecimiento sostenido y exponencial, registran trayectorias que les permiten no sólo sobrevivir
los primeros años, sino también convertirse en pocos años en (al menos) pymes competitivas
con proyección de seguir creciendo.

Ahora bien, para poder entender el surgimiento de estos emprendimientos dinámicos, es


necesario adoptar una perspectiva evolutiva y sistémica que se aleje de conceptualizaciones
puramente individualistas y que incorpore decididamente las influencias del contexto social,
cultural, económico, político y regulatorio a lo largo de las distintas etapas del proceso de
emprendimiento y de posterior crecimiento y desarrollo de la empresa ya creada.

En este contexto, el concepto de ecosistema emprendedor (en adelante EE) fue ganando
terreno, principalmente, entre emprendedores, instituciones de apoyo y funcionarios públicos.
Popularizado en base a los casos exitosos del Silicon Valley, Israel o a los ejemplos de
Universidades como Stanford o MIT, es cada vez más frecuente encontrar referencias a
ecosistemas virtuosos o a la necesidad de desarrollar los ecosistemas dentro de los discursos y
acciones de los gobiernos.

Sin embargo, como todo concepto nuevo y en construcción, existe en la literatura académica
una amplia proliferación de definiciones y posibles abordajes, generando una importante
dispersión y fragmentación del conocimiento. Quizás por ello, en el último año han aparecido
varios estudios que buscan ordenar y jerarquizar las principales ideas y conceptos detrás del EE.
Además, estas revisiones puntualizan una serie de indefiniciones, críticas y áreas vacantes en
relación al concepto de EE.

Un EE puede definirse como el conjunto de actores, factores, relaciones y procesos que actúan
e interactúan moldeando las condiciones para la creación, desarrollo y expansión de las
empresas en un espacio geográfico determinado.

El EE, por su parte, tiene como propósito explicar el proceso de surgimiento y desarrollo de
nuevas empresas así como su crecimiento posterior. De acuerdo al modelo conceptual
sistémico, el surgimiento de emprendimientos dinámicos es el resultado de un proceso donde
confluyen diferentes factores de carácter social, cultural y económico, que se pueden agrupar

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en tres ejes: (i) el capital humano emprendedor y sus ámbitos formativos, (ii) el espacio de
oportunidades y sus determinantes, y (iii) los factores que pueden promover o inhibir la creación
y crecimiento de las empresas.

El capital humano emprendedor es el factor clave y se refiere a la existencia de una masa crítica
de personas que cuenten con las vocaciones y motivaciones específicas para emprender y lograr
un sendero de crecimiento significativo.

Otro aspecto a destacar en este proceso formativo es el acceso al sistema educativo. Ello incide
en el desarrollo de competencias, por ejemplo para evaluar el potencial y el riesgo asociados a
un proyecto o para desarrollar redes personales que sirvan para apalancar las capacidades y
recursos propias en beneficio del proceso emprendedor.

Un último determinante importante del capital humano emprendedor es la cultura, definida


como el conjunto de valores y creencias dominantes en una sociedad que pueden promover o
inhibir la adopción de conductas más o menos emprendedoras.

El enfoque sistémico también considera, como segundo eje conceptual, a aquellos factores que
influyen sobre la existencia de oportunidades de negocios. Dentro de este eje se incluyen a las
condiciones de la demanda reflejadas por el dinamismo y tamaño de la economía, pero también
es clave el perfil de las empresas que conforman la estructura empresarial.

El último eje de esta visión sistémica se relaciona con aquellos factores que inciden sobre la
conversión de los proyectos en empresas, y su posterior desarrollo. En primer lugar es
fundamental que los emprendedores accedan a una oferta apropiada de financiamiento para
crear y hacer crecer sus emprendimientos. Pero también es clave la existencia de capital social,
es decir, de relaciones de confianza que faciliten la construcción de redes de contacto con otros
actores relevantes (empresarios, instituciones, etc.) y el acceso a los recursos. Asimismo, la
creación y desarrollo de las nuevas empresas se verá directa o indirectamente afectada por el
rol del gobierno.

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Acuerdos y diferencias en las definiciones de ecosistema

En términos generales, todas las definiciones tienden a coincidir en resaltar que un EE consiste
en un conjunto de actores y factores contextuales interrelacionados, localizados en un espacio
determinado.

Aspectos comunes en las definiciones de ecosistemas:

1.Ecosistema

✓ Conjunto de actores
✓ Elementos del contexto social, económico, cultural
✓ Interconexión
✓ Visión sistémica
✓ Retroalimentación
✓ Límites geográficos locales

2.Emprendedor

✓ Como figura distintiva


✓ Emprendimiento como un proceso de descubrimiento y explotación de oportunidades
✓ Resultado esperado:
a) Emprendedores exitosos
b) Emprendimiento productivo
c) Emprendimiento de rápido crecimiento
d) Desarrollo local
✓ Instrumento para realizar política de apoyo al emprendimiento

¿Qué elementos componen un ecosistema emprendedor?


Tal como se mencionó, un EE se define como el conjunto de actores y factores contextuales que
se encuentran interrelacionados y que en su dinámica inciden en los procesos de surgimiento y
desarrollo de nuevas empresas. Quizás este aspecto es uno de los más tratados por la literatura
hasta el momento. Sin embargo, en su mayoría, los estudios se limitan a ofrecer un listado (más
o menos comprensivo) de actores y elementos del contexto, sin establecer claramente las
relaciones de causa y efecto entre cada uno de ellos. De esta manera, gran parte de lo que hoy
sabemos sobre el EE queda en una instancia descriptiva, reduciendo así su aporte al proceso de
diseño de políticas.

Para comenzar a entender el fenómeno es preciso entender que un primer elemento central de
todo EE son los emprendedores. El emprendedor es quien “vive” el ecosistema y conoce sus
limitaciones, por lo tanto, cuenta con la información para construirlo, mantenerlo y
retroalimentarlo. Además, los emprendedores juegan un papel clave en el desarrollo orgánico
de los EE a partir de la recanalización de sus propias energías emprendedoras a partir de la
creación de nuevas empresas (emprendedores seriales) o asumiendo nuevos roles de liderazgo
en diferentes instituciones de apoyo del EE, así como en el desarrollo de la industria de capital
emprendedor. Este fenómeno, conocido como reciclaje emprendedor constituye uno de los
principales indicadores de la vitalidad de un EE. Otro de estos indicadores de vitalidad es la
presencia de “campeones del EE” (blockbusters), es decir, emprendedores que han logrado un
crecimiento importante de sus empresas siendo capaces de convertirlas en grandes firmas. Estos

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campeones locales dan visibilidad externa y legitimidad interna (como modelo de rol) al EE, al
tiempo que sirven como importantes atractores de talento y recursos.

En segundo lugar de importancia están las instituciones y organizaciones que brindan


diferentes tipos de servicios y recursos a los emprendedores, tanto de manera directa como
indirecta. Dentro de las primeras aparecen las incubadoras, las aceleradoras, los profesionales
especializados en el apoyo a nuevas y jóvenes empresas y los mentores. Así también están los
diferentes actores del financiamiento, que van desde los fondos que invierten en capital semilla,
las plataformas de crowdfounding, los inversores ángeles y las redes que los nuclean hasta los
fondos de inversión en etapa temprana y los de capital emprendedor.

Entre las instituciones y organizaciones que ayudan a que surjan emprendimientos se pueden
contar, en primer lugar, a las instituciones de CTI que suelen tener el potencial de contribuir a
la generación de conocimiento convertible en oportunidades para la creación de empresas de
base tecnológica ligadas a las actividades de I+D que en ellas se realizan.

También están las empresas (grandes y pyme) cuyas demandas pueden alimentar el espacio de
oportunidades para los emprendedores. Incluso más, en los últimos años, las empresas –
fundamentalmente las grandes– han avanzado en el acompañamiento y apoyo a estos
emprendedores creando aceleradoras y fondos de inversión propios en el marco de estrategias
de innovación abierta .

Otro actor destacado en materia de formación y apoyo a los emprendedores son las
universidades, actores que en muchos casos han tomado el liderazgo del proceso de
construcción del EE. Muchas de las universidades suelen tener incubadoras de empresas o
centros de emprendedores para acompañar proyectos, tanto surgidos desde sus propios
estudiantes o graduados como del resto de la comunidad. Sin embargo, su papel más importante
es el de la formación de vocaciones y capacidades emprendedoras entre sus estudiantes,
mediante diferentes formatos y estrategias pedagógicas, fomentando una cultura favorable
hacia el emprendimiento.

En este último sentido, los medios de comunicación también tienen un importante rol alentando
las motivaciones y promoviendo la difusión de modelos de rol.

Un tercer grupo de elementos del EE lo conforman las condiciones macro. Algunas son
específicas del emprendimiento y la innovación, tal como ocurre con la cultura, en tanto que la
mayoría incide sobre el desarrollo de la actividad económica en general. Entre estas últimas es
posible mencionar las condiciones de la demanda, las características del mercado de trabajo y
capital humano y el acceso a una infraestructura adecuadas.

Otro dato de contexto que también es destacado por algunos autores como constitutivo de los
EE es la calidad de vida que alcanzan sus habitantes. Sin embargo, tan importante como la
existencia de los actores son las interrelaciones que existen entre los mismos. Y aquí el
ingrediente esencial es el desarrollo de relaciones de confianza y capital social. Algunos autores
hablan también de “atmósfera industrial” de Marshall, para definir al contexto general que
naturaliza la comunicación y facilita el intercambio. En particular, un fenómeno que caracteriza
a los EE más vitales es la existencia de los denominados dealmakers. Se trata de actores
(exempresarios, emprendedores, inversores, miembros de instituciones, profesionales o
gerentes) que por llevar más de un “sombrero” y por su trayectoria han desarrollado un
importante acervo de contactos de alta calidad. Ellos actúan facilitando las relaciones en el
interior de los ecosistemas. Por ejemplo, por participar como miembros de boards de

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instituciones y empresas o por ser inversores y al mismo tiempo estar trabajando como
mentores en algunas instituciones de apoyo.

¿Qué aspectos específicos distinguen al ecosistema emprendedor de otros conceptos


similares?
Llegados a este punto es clave identificar la especificidad del concepto de EE en relación con
otros conceptos similares ampliamente desarrollados por la literatura, principalmente el de
clusters y el de sistemas de innovación. El propósito es dilucidar qué aspectos novedosos
incorpora el concepto de EE que no son tenidos en cuenta por los enfoques anteriores y que lo
colocan en mejores condiciones de explicar el fenómeno de emprendimiento. La primera
diferencia entre estos conceptos se relaciona con el output esperado, esto es el fenómeno que
los lleva a modelizar lo que sucede para que este resultado se produzca. En el caso de los
clusters, el resultado esperado es el incremento en los niveles de competitividad sistémica del
territorio y de la competitividad en el nivel de la firma (Porter, 2000). En los sistemas de
innovación, por su parte, la finalidad última es explicar la generación de nuevos conocimientos
y su transferencia al medio productivo, de manera de incrementar la actividad y los esfuerzos
innovadores en el nivel de las empresas .

Otro de los puntos de contraste es el rol preponderante que para el EE tiene el emprendedor. El
reconocimiento del proceso emprendedor como una actividad individual socialmente embebida
marca la relevancia de incluir en particular aquellos factores del contexto que influyen de
manera decisiva en la formación del stock de capital humano emprendedor (incluyendo desde
los aspectos motivacionales hasta el grado de desarrollo de actitudes y capacidades
emprendedoras). Tal es el caso de las condiciones sociales de las familias de las cuales surgen
los emprendedores, así como los diferentes ámbitos en que estos adquieren sus competencias
y desarrollan su acervo de capital social: el sistema educativo y las empresas o ámbitos en que
trabajan. Estas cuestiones no se encuentran incorporadas en ninguno de los otros dos enfoques
anteriores que parten de empresas ya existentes y no problematizan cómo estas tienen origen.
Además, tanto en el caso de los clusters como de los sistemas de innovación el foco está puesto
sobre las organizaciones (sean estas empresas, universidades, el gobierno o centros de I+D)
mientras que en el EE el foco también está puesto en los proyectos de organizaciones (los
emprendimientos) y en los emprendedores, incorporándose la dimensión humana de una
manera más explícita.

Asimismo, a la hora de analizar el rol de las empresas, los enfoques de clusters y sistemas de
innovación no distinguen entre empresas de diferentes edades ni dinamismo, asumiendo
igualdad entre los start ups y otros tipos de empresa. Solo el tamaño se incorpora como variable
para captar la heterogeneidad entre las empresas y los posibles efectos diferenciales que estas
pueden tener sobre el desempeño del sistema así como el impacto del sistema sobre estas.

Por otra parte, el EE incluye actores similares a los demás enfoques pero en este marco asumen
nuevos roles. Asimismo, existen aspectos de contexto comunes que en el caso del EE adquieren
ciertas especificidades asociadas a las características distintivas del proceso emprendedor y las
empresas jóvenes. Entran dentro de esta categoría la cultura, el mercado de trabajo y las oferta
de servicios profesionales. Tal es el caso de las universidades y las empresas. Mientras que las
primeras tienen en el sistema de innovación un rol clave en la generación de conocimientos y la
formación de capital humano, para el EE estas también son esenciales en la formación de
capacidades emprendedoras y para fomentar la cultura del emprendimiento. Por otro lado,
están las empresas que no solo son un actor productivo relevante, como en los clusters y

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sistemas de innovación, sino que dentro del EE cumplen un rol de “organización incubadora”,
esto es, son el principal ámbito de adquisición tanto de conocimientos técnicos y comerciales
como incluso de contactos valiosos para emprender.

En particular, en el marco del EE se incluye una mayor especificación e identificación de los


actores y fuentes de financiamiento característicos de cada etapa del proceso emprendedor.
Esta descripción incluye no solo a los tradicionales bancos, programas públicos de
financiamiento y fondos de capital emprendedor, que en mayor o menor medida se observan
en los clusters o sistemas de innovación, sino también a otras figuras como los inversores
ángeles, los fondos de inversión en etapa semilla o tempranas y las plataformas de
crowdfounding. Se trata de una desagregación mayor del eslabón del financiamiento, derivado
de su importancia dentro de cada etapa del proceso emprendedor, así como de la variedad de
actores que juegan en cada una de ellas.

¿Qué rasgos específicos adoptan los EE en el caso de los países menos desarrollados?

En el caso de los ecosistemas latinoamericanos la dinámica privada todavía es muy débil lo que
lleva a que el Estado tenga un papel vital en la génesis, desarrollo y fortalecimiento de estos
ecosistemas. No quiere decir esto que los Estados no estén presentes en los casos de los
ecosistemas más desarrollados, de manera especialmente visible en etapas previas de su
desarrollo a la hora de contribuir al surgimiento de actores y mercados faltantes (por ejemplo,
capital emprendedor privado); sino que enfatiza el hecho que en los contextos menos
desarrollados el Estado asume un rol de liderazgo mucho más preponderante en el desarrollo
de actores y mercados que el privado.

Otro contraste fuerte entre los ecosistemas más desarrollados y los que están en desarrollo
tiene que ver con la dinámica inversora y de financiamiento. No solo en cuanto a la densidad de
actores sino a la diversidad de fuentes, incluyendo alternativas de financiamiento adecuadas
para cada etapa del ciclo de vida del emprendimiento y sus necesidades. Ciertamente el
desarrollo de una industria de capital emprendedor para etapas tempranas depende de un
conjunto de factores regulatorios y de incentivos, pero estos deben estar acompañados de la
existencia de una masa crítica de proyectos y nuevas empresas potentes y con potencial de
crecimiento, lo cual nos devuelve a la relevancia del flujo de proyectos (deal flow) como primer
contraste comentado entre los contextos más y menos desarrollados.

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