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Capítulo 1

Concepto y perspectivas de la pequeña empresa


latinoamericana
El empresario-emprendedor y la pequeña empresa
Al repasar el crecimiento económico de los países del tercer mundo, se parecía el intento de los
economistas de imponer sus modelos de desarrollo económico basados en los recursos naturales
como la clave y el capital en el proceso empresarial. Ahora las cosas se han modificado de manera
drástica. El objetivo se centra en la innovación, la tecnología, el involucramiento de diversas
disciplinas (sociología, antropología), la generación del conocimiento, la productividad y la
competitividad, entre otros aspectos; todos ellos y muchas más se utilizan con la intención de
explicar las variaciones en el proceso empresarial presente y futuro de nuestras economías.

En las últimas décadas, Estados Unidos ha sido uno de los motores de desarrollo económico de las
pequeñas empresas, impulsado por un constante y renovado espíritu empresarial (véase la figura
1.1). Hay datos e información donde, sin demasiado esfuerzo, se puede apreciar que, en esa
nación, incluso en nuestros días, la pequeña empresa no ha disfrutado de una distinción en
particular y ahora es como la nueva esperanza en la cual debemos tener fe.

La crisis económica de 2008 y 2009, conocida como la crisis económica mundial que comenzó en el
año 2008 y que se originó en Estados Unidos, fue la causante de los principales factores de la crisis,
como los altos precios de las materias primas, la sobrevalorización del producto, una crisis
alimentaria mundial, una elevada inflación global y una recesión en todo el mundo, así como una
crisis crediticia, hipotecaria y de confianza en los mercados.

Muchos consideran que no se trataba de una verdadera crisis, sino que más bien era una
oportunidad de crecer y tener nuevas ideas dado que el término crisis carece de definición técnica
precisa per está vinculado a una profunda recesión.

La crisis financiera de 2008 se desató de manera directa debido al colapso de la burbuja


inmobiliaria que se dio en Estado Unidos en el año 2006 y que provocó, aproximadamente en
octubre de 2007, la llamada crisis de las hipotecas. Las repercusiones comenzaron a manifestarse
de manera grave desde inicios de 2008, contagiando primero al sistema financiero estadounidense
y después al internacional, lo que ocasionó una profunda crisis de liquidez y causó, indirectamente,
otros fenómenos económicos como una crisis alimentaria global y diferentes derrumbes bursátiles.

En estados Unidos, el año 2008 inició con una grave crisis crediticia e hipotecaria que afectó a la
fuerte burbuja inmobiliaria que venía padeciendo, así como el valor del dólar anormalmente bajo.
Como bien señala George Soros en su libro El nuevo paradigma de los mercados financieros
(Taurus, 2008) “El estallido de las crisis económica de 2008 puede fijarse oficialmente en agosto de
2007 cuando los banco centrales tuvieron que intervenir para proporcionar liquidez al sistema
bancario”. Tras varios meses de debilidad y pérdida de empleos, el fenómeno colapsó entre 2007 y
2008, causando la quiebra de medio centenar de bancos y entidades financieras. Este colapso
arrastró los valores bursátiles, así como la capacidad de consumo y ahorro de la población,
alcanzando así, cifras de desempleo de más de 9% (agosto de 2009) como consecuencia del
cierre de miles de pequeñas empresas que no aparecen en las estadísticas, así como las grandes y
gigantes conocidas por todos.

Lo anterior son sólo algunos de los factores que afectan y seguirán afectando a la economía por
algunos años, pues seguramente la recuperación será lenta y más aún si hablamos de pequeñas
empresas.

Iniciar una nueva compañía es una de las aventuras más inseguras que se puede imaginar; lo
irónico es que se vislumbra como una alternativa, en la que quien enfrenta dicho riesgo debe
ocupar toda su energía y voluntad de gestar, iniciar e impulsar su negocio; de ahí el nombre de
empresario, que es el capitalista innovador; a diferencia del capitalista que usaba las innovaciones
para hacer dinero. En la década de 1950, algunos medios en Estados Unidos apostaban por la
desaparición del pequeño empresario conforme fueran apareciendo las grandes corporaciones y la
capitalización. Ahora sabemos que no es cierto, y la promoción y deseo por crear empresas va en
aumento. En su libro América, el periodista Richard Louv brinda algunas explicaciones respecto de
la expansión empresarial:

La tendencia de pasar de una economía manufacturera a una economía de servicios


(principalmente de información); la situación estimulante para permitir la desconcentración
demográfica (menos regulaciones, menos impuestos); el crecimiento de la producción en masa de
bienes y el incremento de bienes y servicios de creación individual; la familia donde trabajan
ambos esposos y hasta los hijos; la actividad empresarial es una válvula de escape a las presiones
económicas donde la gerencia media, al parecer, se está estrechando.

Por su parte, Joseph Schumpeter subraya, en la definición del empresario, su papel de primer y
más importante innovador que realiza los cambios que llevan a cabo el desarrollo económico, lo
cual corresponde de forma lógica a la definición del término “emprender”: ”actividad exitosa para
iniciar, mantener o desarrollar con mucha pasión y determinación un negocio redituable”.

Escritores como Albert Shapero consideran que la actividad empresarial (o formación de


empresas) incluye la creatividad y toma de iniciativas en el amplio sentido de la palabra, y que el
papel principal del empresario es organizar y movilizar los recursos productivos, asumiendo los
riesgos que ello implica en ambientes inseguros.

En su libro Lo pequeño es hermoso, Shumacher destaca la idea del desarrollo de la pequeña


empresa colocándolo en primer lugar como una institución única y no como una réplica de un gran
negocio o empresa. La condición imperativa para ser una pequeña empresa es que sea local antes
de lograr su expansión, además de personal, en el sentido familiar, como propiedad privada ligada
de modo necesario al trabajo creativo. Asimismo, sostiene que, en la pequeña empresa, la
propiedad privada es natural, fructífera y justa, aspecto que no se presenta en la medida y gran
empresas, donde la propiedad privada es mera ficción, pues los propietarios y los empleados viven
del trabajo de otros.

La actividad empresarial es un tema popular en los medios de información y en best-sellers como


Megatendencias. La tercera ola. En busca de la excelencia y mucho otros que marcan la tendencia
hacia el autoempleo y el enfrentamiento de los riesgos, poniendo en entredicho las iniciativas en el
mundo de los negocios. Asimismo, en las escuelas de negocios es frecuente que se impartan
programas empresariales tendentes a mejorar las habilidades empresariales. No es difícil
corroborar cómo el sector de la pequeña empresa está teniendo un papel protagónico y se
presenta como una alternativa muy importante en la recuperación de la economía. Las estadísticas
no nos dejarán mentir: cada día salen a flote empleos, participación de la mujer, incentivos y
programas de apoyo técnico y financiero.

En cambio, en los países latinoamericanos, se les conoce como pequeñas y medianas empresas, o
bien, por su acrónimo: PYMES. Por lo general, los programas que existen se centran en pequeñas y
medianas empresas, sin establecer diferencias significativas en su análisis y soluciones específicas,
y fundan los apoyos o participación de las PYMES en función de su caracterización, sobre todo en
cuanto al número de empleados y sus ventas anuales.

Por otro lado, se sabe poco del empleo y desempleo de las empresas caseras en el mundo, pues
muchas se encuentran sumergidas en la economía informal, incluso la gran mayoría están a escalas
de subsistencias. Se puede afirmar que, de 10 empleados que se generan en el sector de micros y
pequeñas empresas en América Latina, siete son informales; pues, son países conformados en 95%
por micro y pequeñas empresas.

Los programas de asistencia para el desarrollo empresarial de las micros y pequeñas empresas
están dirigidos a establecer la capacidad del apoyo que las instituciones del gobierno pueden
ofrecerles, ya sea mediante sus programas bilaterales o multilaterales, cuyos costos son imposibles
de sostener, por lo que se convierten en grandes elefantes blancos; así, son pocos los que plantean
verdaderos programas o proyectos de solución a sus problemas técnicos y financieros.

Constantemente, dichos programas y proyectos, y otros productos de alianzas responden a la


política nacional o son consecuencia de problemas macros de distinta índole que repercuten en la
situación social o económica de los países y que requieren de modificaciones políticas y ajustes
estructurales, que serían más peligrosos si no se hicieran. Organismos internacionales como el
Banco Mundial (BM), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización de Estados
Americanos (OEA), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la Agency for International
Development de Estados Unidos (AID), la Organización de las naciones Unidas para el Desarrollo
Industrial (ONUDI), la ONU, el Women´s World Banking (WWB), Young Presidents´ Organization
(YPO), entre otros, proponen una política empresarial que utilice el término “empresario” tanto
para negocios o empresas independiente y redituables como para negocios y empresas no
lucrativas en los que el problema de productividad o rendimiento se torna caótico y que presentan
gastos de operación costosos, especialmente en las naciones más pobres. Además, se deben
considerar también las grandes instituciones tanto públicas como privadas de asistencia con
actividad intraempresarial muy grande y en las que se faculta a mujeres y minorías con deseos
empresariales en desventaja.

Asimismo, en el sector empresarial se han generado cambios que buscan promover las llamadas
“industrias chimenea” por medio de incentivos impositivos y otros apoyos para justificar la
importancia del crecimiento de las empresas e industrias caseras en economías locales; además, se
plantean sistemas que apoyen y fortalezcan a compañías de reciente creación, y que se redefinan
programas de financiamiento en los denominados capitales de riesgo, fondos de fomento,
inversionistas ángeles, capital semilla, programa de microcréditos, etc. En forma aislada, aparecen
programas de apoyo y estímulo a las exportaciones, sustitución de importaciones, apoyo a la
creación de empresas de base tecnológica e innovación y competitividad, con la idea de resolver el
problema del déficit competitivo que exhiben nuestros países en desarrollo. El problema financiero
que reclaman las pequeñas empresas y el apoyo que demandan, está ligado al gran problema
económico, social y técnico que rebasa los ámbitos y sectores donde se hallan.

Todo lo anterior hace suponer que los grandes problemas de las pequeñas empresas de países
desarrollados y de países en vías de desarrollo son similares. Entre los principales problemas a que
se enfrentan, podemos citar:
 Poder identificar, capacitar y mantener a los buenos empleados,
 Saber negociar las políticas regulatorias del gobierno,
 La falta de capital,
 La falta de acceso al crédito,
 Saberse cuidar de las grandes empresas,
 La falta de capacidad y habilidad administrativa del dueño de la pequeña empresa.

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