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Áreas residenciales

La función residencial, es decir aquella orientada a dar alojamiento a la población, es


fundamental en la organización del espacio urbano. Las ciudades poseen distintos
barrios residenciales, cuyas diferencias expresan las desigualdades sociales existentes.
Las diferencias entre los barrios no es algo reciente sino que es heredado del pasado
colonial donde se diferenciaban los ciudadanos ilustres en barrios más centralizados en
cambio del resto de la población que se los dejaba en los barrios de la periferia.
En las nuevas épocas ya ajenas a esas características coloniales, para las familias es
cada vez más difícil y costoso conseguir vivienda digna en las ciudades que pueda
satisfacer sus necesidades correctamente, esto es debido a por una parte la situación
económica del país y la distribución del ingreso.
Por lo tanto las familias deberán optar por otras opciones para conseguir vivienda
como alquilar, la autoconstrucción, la vivienda social o la vivienda precaria en
asentamientos informales, que se conocen con el nombre de villa miseria.
Los barrios de clase acomodada por lo general están muy bien ubicados, cuentan con
condiciones edilicias y de equipamiento privilegiadas y ocupan los terrenos más aptos,
estos barrios al ser diseñados para la clase alta obviamente los agentes que manejan el
mercado de la vivienda van a vivir en ellos además de que sus residentes tengan
excedente para poder seguir mejorando el barrio por lo tanto los agentes van a querer
seguir manteniendo e invirtiendo en esta clase de barrios.
Los barrios obreros y populares en consecuencia de la pobreza y la precarización
laboral no tienen condiciones edilicias y de equipamiento idóneas para satisfacer
correctamente las necesidades, al no poder acceder a las viviendas provocan la
densificación en estos barrios y de manera incorrecta, al ser estos barrios donde vive
una parte importante de la población al no contribuir para los intereses de los agentes
económicos en el corto plazo llegan a ser olvidados pero al mi parecer son los barrios
con más crecimiento potencial y una inversión a futuro dependiendo de la mejora de la
economía.
Los barrios pobres, estos presentan condiciones aún peores que los barrios populares
y tocan la marginalidad, estos barrios son producto de que la vivienda sea un bien de
mercado ya que la gente lo usa como un recurso de emergencia al hecho de la falta de
vivienda o no encontrar la misma, estos barrio al no ser de todo legales porque
usualmente se toman tierra se ocupan de forma ilegal no tienen reconocimiento de la
empresas proveedoras de servicio y tampoco del estado, además de estar construidos
en zonas poco aptas y en la periferia de las ciudades.
Los barrios planificados son construidos por organismos del estado a través de
distintos planes y programas públicos orientados a proveer de vivienda a la población
que no puede acceder a ella esto como consecuencia del problema habitacional. Estos
barrio muestran dos caras distintas donde encontramos barrio bien construidos y
estructurados y conectados correctamente con el resto de la ciudad, en cambio del otro
lado vemos barrios en una marginalidad que sus condiciones edilicias son deplorables y
contribuyen a un problema urbanístico para una ciudad ya que no se logran adaptarse a
ellas ya que estos están en zonas de mal acceso especialmente en zonas periféricas.
Los barrios cerrados son un fenómeno que aunque no es reciente se ha acrecentado
en las últimas décadas, estos barrios son zonas residenciales alejados de las ciudades en
busca de un estilo de vida más tranquilo es especial con grandes zonas verdes parecidas
a un country o por el otro lado barrios cerrados más urbanizados, pero lo que
comparten estas variantes es que están diseñados y construidos por una pequeña élite
que puede costear el elevado costo de vivir en estas urbanizaciones por lo tanto sería un
buena inversión para los agentes de vivienda ya que es un mercado nuevo y creciente.
En conclusión, la función residencial desempeña un papel crucial en la configuración
del espacio urbano, delineando diferencias sociales arraigadas en la historia colonial que
persisten en la actualidad. La dificultad para acceder a viviendas dignas en las ciudades,
influenciada por la situación económica y la distribución del ingreso, obliga a las
familias a explorar diversas opciones, desde alquilar hasta habitar asentamientos
informales como las conocidas "villas miserias".
Los barrios acomodados, estratégicamente ubicados y dotados de condiciones
privilegiadas, reflejan la disparidad socioeconómica. Mientras que estos barrios
mantienen una inversión constante, los barrios obreros y populares, marcados por la
pobreza y la precarización laboral, sufren una falta de condiciones adecuadas y una
dosificación inadecuada. A pesar de su potencial de crecimiento, a menudo se ven
relegados en la agenda económica a corto plazo.
Los barrios pobres, resultado de la vivienda como bien de mercado y su uso como
recurso de emergencia, exhiben condiciones aún más precarias y marginales.
Construidos ilegalmente en zonas inapropiadas, carecen de reconocimiento estatal y de
servicios básicos, exacerbando los problemas urbanísticos y la marginalidad.
Los barrios planificados, surgidos de programas públicos estatales para abordar la
falta de vivienda, presentan un panorama dual. Mientras algunos están bien construidos
y conectados, otros muestran condiciones deplorables, contribuyendo a desafíos
urbanísticos. Esta dicotomía resalta la importancia de un enfoque integral en la
planificación urbana.
Los barrios cerrados, una tendencia en aumento, refleja la búsqueda de un estilo de
vida exclusivo. Construidos por una élite que puede costearlos, representan un mercado
en expansión para los agentes de vivienda. Sin embargo, este fenómeno también plantea
interrogantes sobre la equidad y la sostenibilidad en el desarrollo urbano.
En última instancia, la configuración de los barrios residenciales no solo refleja
desigualdades sociales arraigadas, sino que también destaca la necesidad de abordar de
manera integral y equitativa los desafíos asociados con la vivienda en el desarrollo
urbano. La inversión en comunidades marginadas y la implementación de políticas que
fomenten la accesibilidad y la sostenibilidad son esenciales para construir ciudades más
justas y cohesionadas.

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