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Teléfono móvil ¿cómo se

deduce para efectos fiscales?


192020
Mar
Adrián Alfonso Paredes Santana
Licenciado en Contaduría Pública y
en Derecho por la Universidad de Guadalajara; Maestro en
Impuestos por el Instituto de Especialización
para Ejecutivos; Diplomado en Estudios Avanzados en
Derecho Administrativo por la Universidad San Pablo CEU
Madrid y catedrático de la Universidad Panamericana,
Instituto de Especialización para Ejecutivos y del Centro de
Estudios del Derecho de la Empresa «CEDE»
Twitter: @RCEmx
Para comenzar debemos tomar en cuenta la Norma de
Información Financiera (NIF) C-6, relativa a “Propiedades,
planta y equipo”, de donde se extrae que un activo es aquel
bien que tendrá como finalidad su utilización para el
desarrollo de las actividades u obtención de ingresos de la
entidad, y no la de ser enajenados dentro del curso normal
de sus operaciones. De esta manera se puede identificar
cuando se adquieren bienes con fines de participación en
la generación de la actividad de la empresa, bien sea la
fabricación de bienes o la prestación de servicios, y
aquellos que son parte de la mercancía para venta.
Ahora, considerando lo anterior en definitiva se adquiere
para los fine es de desarrollo de la actividad de la entidad;
por lo que ahora nos referiremos a lo establecido en el
artículo 32 de la Ley del Impuesto sobre la Renta (LISR),
donde se establece que se consideran inversiones los
activos fijos, los gastos y cargos diferidos y las
erogaciones realizadas en periodos preoperativos, de tal
suerte que se nos remite al concepto financiero antes
descrito en primer lugar.
Por su parte, los gastos son erogaciones que afectan los
resultados del período en que éste fue incurrido, en el
entendido que la utilidad de esa salida repercute
únicamente en ese ejercicio y no en los posteriores, como
lo haría un activo fijo, al utilizarse para la generación de
ingresos en diversos. Además, tomemos en cuenta que la
“depreciación” en término financieros es el procedimiento
que tiene como fin distribuir de una manera sistemática y
razonable el costo de los activos, menos su valor de
desecho, si lo tienen entre la vida útil estimada de la
unidad. Por lo tanto, la depreciación contable es un
proceso de distribución y no de valuación, esto conforme al
párrafo 39 del boletín C–6 de las NIF.
Por lo tanto, se puede concluir en que no se trata igual una
erogación proveniente de un gasto a la de activo fijo, pues
se debe identificar si será utilizado únicamente en el
ejercicio, o bien, durante más de un ejercicio. Que en el
caso que nos ocupa, un teléfono móvil tiene un duración
por regla general corresponde a más de un periodo, en
consecuencia se deberá deducir mediante el
procedimiento de inversión y no de gasto, pues son importa
su valor sino su función y su vida útil para los fines de la
empresa.
Una vez concluido de manera general que se trata de un
activo fijo, ahora corresponde determinar su tasa de
deducción anual máxima como inversión. El artículo 34 de
la LISR establece un listado de artículos, en dónde no se
encuentra uno que refiera a los teléfonos móviles o
celulares, por lo que sería necesario aplicar aquella tasa
que mejor se ajuste a la descripción, esta es la mayor
problemática, aumentada aún más por el tema de la
capacidad de funciones que deja de ser un teléfono móvil
propiamente, y se convierte en una herramienta
tecnológica multifuncional, como una computadora. Por lo
que no encontramos ante dos posibles porcentajes que les
correspondan:
 Equipo de oficina, con una tasa aplicable del 10% anual;
o
 Computadoras portátiles, con una tasa del 30%.
Desde un punto de vista personal, criticable como siempre,
considero que se trata por esa multifuncionalidad que tiene
más semejanza a una computadora portátil, pues tienen
prácticamente las mismas capacidades que un equipo
portátil, navegación en Internet, manejar software de
oficina, realizar transacciones bancarias, e incluso, me
atrevo a decir que es superior a un computador, pues tiene
la capacidad de toma de fotografías y vídeos. Sin
desviarme del tema, esta reflexión también es aplicable
para las tabletas, o como mejor las conocemos bajo su
anglicismo “tablets”.
En conclusión, estamos ante un activo fijo de acuerdo a los
términos financieros y fiscales por su función dentro de
una empresa y se trata más de un equipo de cómputo que
propiamente un mobiliario de oficina, aplicando un tasa
anual de deducción por inversión del 30%; que también se
ajusta a la vida útil promedio que tiene por el grado de
obsolescencia, así como conveniencia. Cualquier
tratamiento que decida aplicar, debe contar con los
elementos jurídicos que lo justifique, a fin de evitar
cualquier riesgo, más aún cuando la autoridad no tiene
emitida su postura ante situaciones como ésta.

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