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IDENTIDAD PROFESIONAL*

Lic. MARIA CRISTINA MELANO**

INTRODUCCIÓN

Las condiciones del contexto, en los albores del tercer milenio, interpelan
a la sociedad y desafían a las ciencias sociales a la búsqueda y construcción
de paradigmas de interpretación respecto de lo social. El Trabajo Social en
particular es demandado en términos de respuestas acerca de sus
modalidades de intervención.

En este marco, no resulta extraña la inquietud académica en pose de


arrojar luz acerca de la noción de identidad profesional y el consecuente diseño
de su perfil. Resulta lícita la preocupación de los responsables de la formación
acerca del modelo prospectivo que demandará la sociedad del futuro y el grado
de implicancia del trabajo social en su instauración y/o consolidación.

Preocupación que, por otra parte, se ha expresado en múltiples


seminarios, congresos, asambleas y encuentros organizados desde los
ámbitos de discusión académica y/o gremial. Un simple ejercicio de evocación,
permitiría rememorar las distintas enunciaciones, en ocasiones pendulares,
acerca del “deber ser de su rol”, efectuadas en diferentes circunstancias
históricas.
__________________________________________________________

* Trabajo elaborado sobre la base de la comunicación presentada ante el


Primer Encuentro Regional de Escuelas de Trabajo Social del Cono Sur – Santiago de
Chile, Mayo de 1993. ** Profesora Titular de la Carrera de Trabajo Social de la
Universidad de Buenos Aires – Argentina – Docente del C.E.I.T.S
Así, en las tres últimas décadas se definió al Trabajador Social como
“agente de cambio”, “concientizador”, “democratizador”, “acompañante”,
“mediador” de los sectores populares, “profesional”, “trabajador”, “cientista
social”.

Parecería que la definición de su perfil hubiera guardado más relación con los criterios
de deseabilidad predominante al interior del colectivo profesional, que a las características
concretas de su práctica. Pero a su vez, el tema de la identidad aparece como zona de cruce
entre la actividad científica y la actividad político-academica, con tiempos y objetivos
asincrónicos.

Es en este sentido que resulta de interés plantear algunas inquietudes,


que deben ser atendidas en términos del delineamiento y diseño del perfil
profesional y reflexionar acerca de los riesgos que las tipificaciones
académicas suponen.

Este documento, indaga teóricamente acerca de la vigencia científico-


política del tema en cuestión, centrando su punto de mirada en una perspectiva
constructivista del objeto de conocimiento e intervención del trabajo social y en
la validación de su bagaje metodológico-técnico, señalando el papel del registro
en la recuperación de la especificidad profesional.

Enuncia, finalmente algunos lineamientos político-educativos que deben


considerarse en términos de construcción del perfil en las unidades
académicas.

2
IDENTIDAD: ALGUNOS COMPONENTES

La noción de identidad es quizá una de las más multifacéticas,


complejas e intrigantes de las ciencias humanas.1

Sugiere la existencia de un par opuesto: la alienación, que se intenta


romper y señala la búsqueda de un sujeto que procura tornarse en objeto de
conocimiento y re-conocimiento, distinguiendo que tiene de común con otros y
en qué se diferencia de ellos.

Quizá el primer punto de partida de este ejercicio, lo constituya la


revisión de su historia y en el caso de la profesión remite a sus raíces y a los
móviles que dieron origen a su surgimiento e institucionalización.

Ellos se vinculan a los procesos de laicización de la acción social, en


que convergen las necesidades del capitalismo, una vez producida la
Revolución Industrial, con los móviles orientadores de la Revolución Francesa,
que dan lugar al surgimiento de un nuevo régimen: el liberalismo.

La instauración de un nuevo orden, requería de la creación del Estado y


del debilitamiento del viejo orden (en el cual la Iglesia constituía un actor
protagonico, que ejercía su hegemonía también a través de la Acción Social),
móviles que por otra parte se enlazaban con la racionalidad positivista que
condicionaba las ideas de la época.2

A partir de entonces, va emergiendo el Estado como actor principal, con


funciones de regulador de las relaciones sociales, arrogándose el espacio de
“lo público”, lo que refiere al bien común. Las sucesivas crisis y conflictos que el
modelo capitalista ha generado, dan lugar al surgimiento de diferentes
disciplinas sociales, que recortan parcelas de la realidad como objeto de
estudio, justificando el orden social vigente, suministrando informaciones claves
para la “dominación y/o control de lo diferente y/o desviado”.

1
Ver Notas y Citas al final del texto.
2
Iden.

3
Y se instaura la asistencia o Trabajo Social, desde la perspectiva de
intervención transformadora de los “problemas sociales”, sea para profundizar
las iniquidades sociales, describiendo las ineptitudes de sus “clientes” o para
proponer alternativas reformistas.

De hecho el surgimiento de políticas sociales y su ampliación durante el


modelo Keynesiano, abrieron nuevos espacios a la profesión, en el rol de
ejecutor y menos frecuentemente de diseñador de Políticas Sociales emanadas
desde el Estado. La hegemonía de un nuevo modelo de Estado, el
neoliberalismo, que sucede a la Revolución Científico Tecnológica, la caída de
paradigmas de interpretación científica y de la racionalidad positivista que signó
al siglo que finaliza, señalan la presencia de una crisis civilizatoria, que pone en
cuestión también a los valores sociales y las prácticas profesionales.3

Ante la emergencia de un mundo heterogéneo, complejo, van


desapareciendo las polaridades y emergen las zonas crisis y de cruces entre
disciplinas. El Trabajo Social no es ajeno a este fenómeno: se ha ido
apropiando con fuerza creciente de insumos provenientes de las ciencias
sociales para investigar e interpretar los fenómenos que aborda y de las
tecnologías, el arte y la decodificación y resignificación de los saberes
populares ha incorporado elementos que le permiten la elaboración de diseños
metodológicos- estratégico- táctico para intervenir en la realidad.

En este sentido cabe preguntarse: Debe el Trabajo Social preocuparse


por delimitar sus incumbencias? O concebir a éstas como “fronteras porosas”,
paralelamente puntos de encuentro y de separación?

Debe pensar su identidad desde lo que lo diferencia de otras


profesiones? Desde la búsqueda de hegemonía? Desde la interpretación
unívoca? O desde la posibilidad de construir redes y vínculos con otros
quehaceres? Las predeterminaciones de perfiles tienen anclaje con las
preocupaciones científico-político vigentes?

3
Ver Citas y Notas al final del texto.

4
La intervención en el contexto actual sugiere abordajes
multidisciplinarios, por lo cual cabría preguntarse si una profesión puede
recuperar algo más que fragmentos de su identidad.

La historia, esa gran maestra, señala que los grandes pensadores que
revolucionaron o reformaron concepciones de las ciencias y de las ciencias
sociales en particular (Marx- Freud- Piaget- Foucault entre otros), no actuaron
desde las fronteras atávicas de su profesión o disciplina. Por el contrario,
incursionaron en otras.

Interesa remarcar el riesgo de prácticas profesionalistas que conlleven a


que el Trabajo Social se subordine a legalidades que cristalicen su accionar en
el tiempo. Pero tan grave o aún mayor es el riesgo de que se atrape en redes
corporativistas, que eludan la función de crítica social que indelegablemente
debe cumplir. Inquieta que la búsqueda de identidad y la delimitación de
perfiles “estabilicen a la profesión”, ubicándola en “su lugar” como espacio
cerrado.

Un sociólogo puede ser muchas cosas, ha señalado Bordieu. Un


Trabajador Social también puede serlo...4

Pero por otra parte, y validando el legítimo interés por recuperar su


actoría social y diferenciarse de la de los usuarios de sus servicios, no deben
provocar alerta los riesgos de descuidar los sistemas de préstamos de
influencias, construcciones y transferencias que con ellos establece?

Y no es lícito visualizar la contradicción emergente entre esa mirada y


los objetivos específicos del Trabajo Social, vinculados a la democratización y a
la apropiación de saberes por parte del universo poblacional con que actúa?

Cuestiones que remiten a la concepción de la utopía, sin la cual, como


señala un poeta5, la vida se tornaría en ensayo de la muerte...

4
Ver Citas y Notas al final del texto.
5
Iden.

5
LA UTOPIA

Utopía entendida como representación no acabada de un proyecto


social, en construcción permanente, efectuada por actores inconclusos, que
también se construyen a través de procesos que los condicionan, pero que a su
vez confrontan y enfrentan.6

A ella aluden los principios que ha entramado en un tronco filosófico


común, expresado en sus diversas, heterogéneas y hasta contradictorias
practicas, en que ha expresado, a través de lecturas a veces ingenuas, en
ocasiones críticas, su preocupación por la equidad, la democracia, la libertad y
el bien estar social como valores inmanentes de la profesión.

SUS PRÁCTICAS

Ellos nos acercan al tema de sus prácticas y a la definición de espacios


que a través de las mismas se generan. Espacios que guardan relación con los
ámbitos de poder que una profesión ocupa en un contexto dado. Pues las
profesiones abren espacios desde la habilidad de interpretar proyectivamente
los datos de la realidad. Pero también los pierden...

Si se analizan los campos en que el trabajador social desempeña roles


de auxiliariedad y/o subsidiariedad, el hecho mismo de su existencia, señala
dialécticamente la insuficiencia de otras prácticas profesionales y su necesidad
de ampliar sus marcos referenciales y operativos.

Por otra parte no es saludable construir la noción de identidad sin contemplar la


existencia de la diversidad. La esencia misma del concepto excluye la uniformidad. Y
heterogeneidad no es alteridad radical sino diferencia. Si una certeza orienta esta reflexión, es
que la identidad no se alcanza desde prácticas unívocas, sino diversas.

6
Ver Citas y Notas al final del texto.

6
CONSTRUCCIÓN DE LA IDENTIDAD: ANALIZANDO SU OBJETO

El problema de la identidad profesional, se asocia con las funciones que


efectivamente el trabajador social realiza, con la perspectiva teórico-ideológica
desde la cuál tales funciones son orientadas, con el bagaje metodológico-
técnico de que dispone y pone en juego en el proceso, así como la habilidad
con que las implementa.

Y guarda relación con las características del sector de política social


desde el cual efectúa su labor y con los rasgos y demandas de la institución
contratante. Cuestiones que remiten al análisis de su objeto de intervención,
concebido como una construcción plástica y permanente, que se efectúa a
través de las orientaciones teóricas que la sustentan y de las intervenciones
prácticas en que se concretizan.

El objeto de intervención de una profesión, es aquello respecto a lo cual


se investiga y/o interviene. El objeto formal del Trabajo Social, lo que “trata”, se
vincula a su acción y a la práctica social del universo que aborda.

Su objeto de intervención es necesariamente objeto de investigación:


resulta inconcebible pensar que se puede intervenir sin acercarse al objeto
para aprehenderlo y conocerlo a través de sucesivas aproximaciones.7

Un primer acercamiento a su definición sugiere señalar que su objeto es


ese “algo” difuso, llamado “lo social”, con sus matices, diversidades y
contradicciones. Y lo social, es el modo en que los hombres se relacionan entre
si.

La profesión tiene incumbencia respecto a los hombres y sus relaciones


sociales, interviniendo en el transito vinculante entre las necesidades sociales
insatisfechas y los recursos que actúan como satisfactores.

7
Ver Citas y Notas al final del texto.

7
Su materia prima ha sido históricamente la pobreza, de ahí que ha
priorizado la atención de aquellos grupos o franjas sociales en situación de
desventaja social. Desde sus inicios, y más allá de sus apariencias
asistenciales, ha operado fundamentalmente en el plano de lo ideológico. 8 A
partir de la laicización de las formas de asistencia, se ha insertado en el ámbito
de las políticas sociales, fundamentalmente estatales, lo que no excluye su
participación e incidencia en el diseño y la gestión de políticas de carácter no
estatal.9

Su objetivo de intervención no es ni ha sido ajeno a las condiciones


sociales que lo determinan. Pero esa determinación no es mecánica, en razón
de que los grupos sociales padecientes de situaciones de injusticia social, son
agentes sociales, suceptibles de expresar sus demandas y de tornarse en
actores sociales y en sujetos, dadas sus posibilidades de actuar
modificatoriamente sobre las circunstancias.

Al propio tiempo, a través de la actividad humana (y profesional en el


caso que nos ocupa), son construidos nuevos objetos.

EL OBJETO ENTONCES ES TAMBIEN LA CONSTRUCCIÓN


REALIZADA A TRAVES DE LA PRACTICA PROFESIONAL,
CONJUNTAMENTE CON LA DE LOS GRUPOS CON LOS QUE EL
TRABAJADOR SOCIAL INTERACCIONA. Tal construcción se realiza a través
de la praxis, entendida como confrontación-interrelación entre teoría-práctica,
en un contexto social determinado.

Al hablar de teoría lo hacemos en un sentido genérico, por entender que


los hechos sociales no se interpretan solamente desde la unicidad teórica, sino
desde la convergencia de múltiples saberes teóricos debidamente articulados.

Interesa hacer hincapié en esta visión constructivista del objeto, en razón


de que parecería una falacia, en el estado actual de la evolución de la ciencia y

8
Ver Citas y Notas al final del texto.
9
Iden.

8
de las disciplinas sociales en particular, defender o pretender objetos de
estudio e intervención acotados o pré-constituídos.

La compartamentalización de las ciencias sociales tributo al positivismo;


su interpretación de la realidad y los objetivos subyacentes de “naturalizar” y al
propio tiempo legitimar al orden social hegemónico. Por el contrario, la
transdisciplinariedad, apertura nuevos espacios de exploración teórica y de
intervención, noveles universos de reflexión y acción.

Resulta conveniente explicitar que las funciones e incumbencias de una


profesión, guardan también relación con las condiciones sociales en que se
producen sus prácticas y con los “discursos” que las sustentan y/o generan.

De ahí que la construcción del objeto profesional, ha estado imbuída de


objetivos, vinculados a los cambiantes contextos históricos.

CONSTRUCCIÓN DEL OBJETO – SU PROCESO

Para abordar su objeto, focaliza desde una mirada generalista, no


parcelada del social, la cotidianeidad del universo poblacional con que actúa,
mirada que involucra necesariamente los aportes de las distintas ciencias
sociales que le proveen los insumos que, debidamente integrados y
procesados le permiten analizarlo y diseñar estrategias de intervención.

Esta característica de los “saberes profesionales”, conocer poco de


muchas cosas, sugiere la aparente pobreza del acervo profesional y
paradojalmente en ella reside su mayor riqueza. Si a la visión integradora, no
atomizada de las problemáticas sociales (aquellas a las que la sociedad o
quienes la padecen definen como tales), incorpora el análisis contextual, la
habilidad y capacidad para dar respuestas en función de la intervención, el
universo operacional de la profesión se amplía.

9
La práctica del Trabajo Social excede a la empiria y al pragmatismo. Es
también teórica. Su investigación excede al plano descriptivo (estudio de lo
dado) y sugiere explicación. Implica conceptualizar, poner nombre a los
hechos, crear nuevas taxonomías, repensar y redefinir términos usuales,
obvios o cotidianos.

Arcaicas definiciones poca luz arrojan a la explicación de fenómenos


cambiantes en contextos también mutantes. Cuando se conceptualiza, se
produce un ordenamiento de los datos que hablan de los hechos y se da un
primer paso hacia la organización que la tarea científica conllena e impone.

El siguiente es categorizar los hechos, entendiendo que tal operación


permite encontrar los nexos comunicantes entre los diferentes conceptos que
caracterizan al fenómeno.

A partir del establecimiento de categorías coherentemente


interrelacionadas son elaboradas las perspectivas teóricas que iluminan la
práctica del Trabajo Social. Todo conocimiento busca establecer relaciones
causales con más precisión, lo cual no elude la provisoriedad de su carácter.

Es decir que en ese proceso de construcción, el Trabajo Social se


incluye en la realización de operaciones de por sí heterogéneas:

 Se involucra en el contexto de investigación, procurando


aprehender las relaciones causales de los hechos, en el de interpretación, que
incluye necesariamente el análisis crítico de los factores sociales causantes del
problema en relación al cual interviene, y en el de la acción, diseñado y
proponiendo alternativas suceptibles de realización, lo cual implica suministrar
o administrar recursos y/o pergeñar estrategias para su obtención. Es desde
ese lugar, por su imbricación con el plano táctico y “sus supuestos saberes” en
torno a los satisfactores que es demandado socialmente y contratado
institucionalmente.

 La construcción del objeto supone entonces claridad de objetivos


y al propio tiempo ductilidad para reformularlos en función de necesidades y

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demandas cambiantes, formación teórica, diseño estratégico metodológico, que
incorpora necesariamente al contexto, entendido como las condiciones,
características y particularidades en que la práctica profesional, localizada
temporo-espacialmente se desenvuelve y la lectura coyuntural de los procesos,
considerando la relación de fuerzas existentes en el ámbito de la intervención.

 Tal construcción sugiere, paralelamente ruptura, crítica


deconstrucción teórica así como imaginación y creatividad en las propuestas,
entendiendo por creatividad la generación de respuestas fluídas (variadas) y
originales (poco previsibles).

La complejidad y diversidad de ámbitos de política social en que los que


el Trabajo Social se imbrica y los diversos niveles (marco y micro social, en los
diferentes procesos metodológicos) en que se incluye, dan cuenta de la
ductilidad y dinamismo de este “mettier” y de la variedad de sus intervenciones.

Si actúa a nivel micro social o de ejecución y a través de su intervención


refuerza su dimensión educativa, promoviendo en los usuarios la selección de
conductas inteligentes y variadas, útiles a la resolución de sus problemas, a
través de prácticas que sin desdeñar la asistencia la intencionalizan desde la
perspectiva de la instauración-restauración de derechos socialmente
cercenados, puede tornarse en movilizador o favorecer cambios en relación a
la organización social.

Los móviles de equidad, libertad y seguridad, declamativamente


orientadores de las políticas sociales, deberían ser rectores de aquellos
profesionales que se inserten a nivel de planificación, asesoría y/o evaluación y
monitoreo de las mismas.

El producto: su recuperación. El registro: faz develadora de la identidad


profesional.

Ese objeto que el Trabajo Social produce, no es necesariamente visible


o tangible, pudiendo vincularse a transformaciones en las condiciones sociales

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de los usuarios o a las modificaciones aptitudinales o actitudinales que estos
experimentan a partir del atravesamiento de la práctica profesional.

Es por el producto que se distingue y reconoce lo construido; lo cual no


es óbice para valorar el proceso que lo posibilitó. Analizar y evaluar el producto
de la práctica profesional no significa visualizar los procesos de acción e
interacción desde una perspectiva mecanicista o conductista.

Por el contrario, este planteo sugiere una búsqueda en pos de rupturas


con la alienación que genera una práctica difusa e inasible hacia la
construcción de la identidad. Recuperar la práctica, develar los procesos de su
construcción y su producto se tornan en imperativos para la profesión.

La investigación y sistematización de las experiencias e instrumentos


metodológicos implementados, constituyen medios por excelencia para
identificar y analizar la actoría social del Trabajo Social, su especificidad, lo que
produce y como lo logra.

Resulta de interés asimismo, recoger las prácticas de los sectores


usuarios, lo que efectivamente hacen al igual que sus discursos y la explicación
que los mismos agentes dan a los procesos en que se involucran. Ellos
expresan la alteridad, a través de la cual también es factible construir la
autoimagen.

En tal sentido debería preocupar al Trabajo Social confrontar las


representaciones simbólicas que tiene de los usuarios, las que éstos tienen de
sí mismos, los imaginarios respecto del rol profesional y las prácticas efectivas
de los actores. También la práctica orientada teórica y metodológicamente e
implementada a través del conjunto de tecnologías sociales disponibles que
define la identidad.

Por las razones expuestas interesa en este análisis enfatizar el papel


fundamental del registro y la reflexión teórica acerca de las intervenciones
profesionales. En el proceso de construcción del objeto, se generan saberes,

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que se ponen en juego en la cotidianeidad, y aparecen como “naturales”,
“invisibles”, vinculados a destrezas, habilidades o actitudes.

Parecería que poco se reflexiona y menos aún se teoriza en relación a


ellos. Constituyen tecnologías sociales, cuyo “know-how” en términos
metodológicos debiera develarse. “El conocimiento se construye a partir de la
ruptura con las prenociones y sus condiciones de credibilidad, con las
apariencias del sentido común, sea popular, político o científico”...

Sartre ha señalado en algún lugar que “un hombre es lo que hace, no lo


que dice un papel” y esto vale también para las profesiones. Y el registro es un
medio para develar aquello que el Trabajo Social “hace”.

A MODO DE INTERROGANTE

Si se acuerda con la concepción de que la identidad se construye, que


no es un proceso acabado, es válido delimitar acotadamente el perfil
profesional?

“En la medida que el rol no está claramente definido, existe un amplio


marco de posibilidades, de negociación del rol en las diferentes instituciones en
que es desempeñado, sobre la base de claridad en su definición por el
profesional y de la competencia demostrada en el campo al que quiera
acceder”. 10

Y la amplitud de espacios que la profesión genere, guardarán


necesariamente relación con tal competencia.

Hipótesis que cobra mayor validez en tiempos de emergencia, y/o


reconversión de saberes, y sugieren la necesidad de un profesional con visión
prospectiva, capacitad anticipatoria y flexibilidad en sus respuestas.

10
La autora no mencionó el autor de esta cita.

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LAS UNIDADES ACADÉMICAS EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA
IDENTIDAD

Reflexionar entonces acerca de que posicionamientos educativos caben


a las instituciones en tiempos de “incertidumbres”, “turbulencias” e inequidades
sociales y “desfronterización de las disciplinas sociales...”

En primer lugar asumir su rol de instituciones educativas, en las que se


jerarquice y resignifique el valor del conocimiento, como ámbito de creación,
recreación y transmisión de saberes y valores. En este contexto, en que los
conocimientos se tornan rápidamente en caducos y deben ser
permanentemente reconvertidos, las unidades académicas deben devenir en
usinas de aprender a aprender.

Por otra parte, no es secundario el papel que deben cumplir en relación


con el diseño y la aplicación de tecnologías sociales para operar en el marco
de políticas sociales e institucionales. Como ámbito de investigación, deben
temer como meta rectora la búsqueda de la verdad, en torno a las prácticas
políticas, sociales y profesionales que con la acción social se vinculan.

Se trata de alcanzar un producto profesional que tenga el rigor teórico


del cientista social con posibilidades de análisis e inserción crítica en los
ámbitos laborales, el dominio de estrategias del político y del administrador
para la utilización de recursos y habilidad metodológico–táctica y técnica para
diseñar con creatividad de artista respuestas y alternativas a las cuestiones
sociales que aborda.

La orientación de una formación de grado generalista, evita los riesgos


de fragmentación de conocimientos sobre los hechos sociales,
correspondiendo al pos grado los objetivos de especialización.

La formación pré-profesional debe necesariamente:

 Aposentarse en los insumos de las ciencias sociales que


proveen al Trabajo Social los soportes teóricos que le permiten

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comprender la estructura social y los procesos históricos en que se
originan y desarrollan.

 Facilitar los mecanismos que posibiliten la comprensión y la


crítica al modelo hegemónico, la lectura contextual y coyuntural de
los procesos y problemas sociales que aparecen en la realidad y el
análisis de los corpus teóricos disponibles y los modelos
comparativos de intervención.

 Favorecer con clara orientación docente, el procesamiento


de insumos por parte del alumno. La acción educativa no debe ser
dogmática ni adoctrinadora, por el contrario su función es desafiar al
alumno a realizar operaciones de pensamiento que permitan a éste
aprehender, evocar, comparar, analizar, confrontar, deconstruir,
construir y reconstruir contenidos. Contenidos que necesariamente
debe ser validados y jerarquizados. Ellos dan origen a la relación
educando-educador, expresando los mutuos deseos de enseñar y
aprender, constituyéndose en lugar de encuentro de saberes. La vida
supone heterogeneidad, diversidad. El totalitarismo aniquila las
divergencias; el pluralismo las torna en cuestiones en relación a las
cuales se construye, lo cual permite ampliar las representaciones
respecto de la sociedad, el estado y la profesión y como correlato los
imaginarios acerca de los ámbitos de intervención de ésta. En estos
términos, también deben incluirse las transformaciones y conexiones
profundas entre saberes científicos, saberes populares. Ambos
expresan intentos de búsqueda de verdad.

 Facilitar la transferencia de contenidos a situaciones


desafiantes, a través de instrumentos de aprendizaje y evaluación
que permitan alterarlos, adecuarlos, transformarlos ante situaciones
cambiantes.

 Orientar la formación metodológico-técnica en términos de


que el alumno seleccione, aplique y evalue estratégica y tácticamente

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la misma, investigue y devele su “KNOW–HOW” y las diseñe y
rediseñe ante situaciones contextuales y coyunturales cambiantes,
en diversos ámbitos laborales y condiciones socio-políticas.

 Huelga aludir a las implicancias e involucramientos entre


las relaciones teoría-práctica, producto y proceso de la intervención
profesional, tema que por ser objeto de abundante bibliografia y
tratamiento en los ámbitos académicos, consabidos consensos no
serán descriptos en esta.

 Quizá unas breves líneas del tema de los planes de


estudio, permanentes blancos de las depositaciones de las
dificultades en la formación. Parecería que las carreras de Trabajo
Social los cambian permanentemente con la ingenua esperanza de
que tales cambios resolverán los problemas.

Obvian en esa mirada que detrás de cada plan, los actores suelen
desarrollar “curriculum ocultos” cuya desviación respecto de las
intencionalidades que en los planes se explicitan resulta de difícil evaluación.

Un plan es un intento de actividad articuladora, que procura dar


coherencia a un proyecto educativo. Su éxito no depende sólo de la letra, sino
de la apropiación que hagan de él los actores involucrados y la articulación
consensuada entre los mismos. Y sus fracasos no pueden eludir la
responsabilidad de las intervenciones docentes y el lugar o no lugar de la
coordinación técnica como instancia articuladora en su aplicación.

Las condiciones contextuales sugieren un margen importante de


materias optativas en su diseño, que permitan adecuar este instrumento a los
cambios societales, a partir de diagnósticos sustentados en fuertes vasos
comunicantes con el mundo del trabajo, y a los nuevos ámbitos profesionales
que emerjan a raíz de aquellos, con sus consecuentes demandas en el plano
laboral.

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Lo expuesto sugiere la adscripción a la concepción de que no es útil ni
estratégico “delinear perfiles acotados o exhaustivos” que inmovilecen a la
profesión, sino por el contrario resuelta pertinente pergeñar líneas que,
sustentadas en las sendas que la profesión ha construido, permitan dar dúctiles
respuestas a la sociedad del futuro.

La profesión continúa teniendo credibilidad en la sociedad, aún ante la


vigencia de valores profundamente exitistas.

Pero su presencia en el ámbito de lo público en términos de


posicionamiento respecto de las concepciones y visiones que sustenta sobre
las problemáticas que aborda y sobre las posibilidades del ejercicio profesional
continúa siendo débil. Será porque la sociedad es poco proclive a oir sus
discursos? O porque la profesión no se expresa? Si se plantea como
articuladora entre necesidades de diversos universos poblacionales y la
sociedad global, no debería hacer algo al respecto?

Esta tensión, junto a las de democracia–discriminación, eficiencia–exclusión será


alguma de las tantas que la profesión deberá abordar.

Y las unidades académicas no pueden estar ajenas a ellas...

CITAS Y NOTAS

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1.-Al respecto véase EVERS Tilman: Identidad- La raíz oculta de los
nuevos movimientos sociales – Revista Punto de Vista – Buenos Aires, 1985.

2.-En DONZELOT J. La polícia de la Familia – Valencia, 1979 y NISBET.


La formación del pensamiento sociológico – Buenos Aires: Ed. Amorrortu, 1969
pueden encontrarse elementos para establecer esta relación.

3.-Respecto del contexto actual, hemos delineado sus características en


Instituciones y Trabajo Social en el escenario actual – Revista Serviço Social &
Sociedade – São Paulo: Ed. Cortez, 1991.

4.-BOURDIE, P. El oficio del sociólogo.

5.-Aludimos a SERRAT, Joan Manuel, en su música “Utopía”.

6.-La expresión utopía fue utilizada por Tomas MORO en 1516 en Sobre
el Estado óptimo y sobre la desconocida isla Utopía. Deviene del griego “ou”,
no y “tópos”, lugar: lugar que no existe. BARTHES, Roland se refiere a ella
diciendo “las utopías sirven para obtener el sentido”. POPPER las define como
sistema acabado, que conlleva a la inmovilidad, a la impotencia, por ser
inviable.

7.-Puede tratarse de una investigación documental, bibliográfica o


descriptiva, que no prevenda generar teoría, sino seleccionar, ordenar y
clasificar datos a fin de aprehender los fenómenos e intentar explicarlos.

8.-Al respecto se sugiere consultar a ALAYON, Norberto. Asistencia o


Asistencialismo. Pobres controlados o erradicación de la pobreza? Buenos
Aires: Ed. Humanitas,1989.

9.-El campo de las Políticas Sociales excede al ámbito estatal. Preferimos hablar de
estatal y no público, por entender que lo público, o sea lo atinente a todos los referentes al bien
común, no necesariamente pasa por el Estado. Las condiciones actuales sugieren redefinición
del concepto, tradicionalmente asociado a las Políticas emanadas desde el Estado. Definimos a
las Políticas Sociales como el conjunto de intervenciones y procesos que desarrollan
instituciones y/o organizaciones con el objetivo explícito de dar respuesta a cuestiones
problemáticas, necesidades y/o demandas, que generan la atención, participación y/o
movilización de actores de la sociedad civil. No excluyen la existencia de objetivos implícitos,

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no necesariamente coherentes con los que se manifiestan. Cualesquiera fueren el carácter, la
génesis y los objetivos de tales intervenciones, se realizan bajo el marco normativo del Estado.
Sus acciones y/u omisiones abren o cierran espacios societales y dan lugar a la emergencia o
la desaparición de actores.

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