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Liliana B. Madrid
Introducción
Agnes Heller, elabora una visión sobre la vida cotidiana que —aunque sumamente
compleja— permite esclarecer las vías de acceso a la identificación de las mediaciones
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Para ampliar véase capitulo desarrollado por el Lic. Manuel Mallardi.
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Lo expuesto fue retomado del capitulo de la Dra. Andrea Oliva.
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entre los procesos universales y particulares. La autora explica —con el fin de aproximarse
a la subjetividad de los hombres en la vida cotidiana—, que los individuos desarrollan en
su historia un conjunto de actividades a fin de garantizar su reproducción que constituye
su vida cotidiana y, a su vez, posibilita la reproducción social. De este modo, cada hombre
particular concreto se reproduce de un modo distinto que sus semejantes, aunque en el
marco de su inserción en la división social del trabajo, lo que hace que dichas actividades
(comer, dormir, etc.) sean idénticas sólo en planos elevadamente abstractos.
Consecuentemente, la autorreproducción “…es, por consiguiente, un momento de la
reproducción de la sociedad” (Heller, A. 1977: 20).
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En este articulo se entenderá que la
“Cuestión Social” debe ser aprehendida como el conjunto de las
expresiones de las desigualdades de la sociedad capitalista madura, que
tiene una raíz común: la producción social se hace cada vez mas
colectiva, el trabajo se torna cada vez mas social, mientras que la
apropiación de sus frutos se mantiene privada, monopolizada por una
parte de la sociedad (Iamamoto: 2003, 41).
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posibilidad de visualizar en toda su complejidad diversas manifestaciones de la cuestión
social.
Si bien la observación es una práctica que todos los hombres realizan existe
diferencia cuando se estructura desde el sentido común o desde un plano profesional.
Generalmente suele decirse que la primera esta teñida de las subjetividades de quienes
observan y también de quienes son observados, caracterizada por la ausencia de un marco
teórico previo que delimite la acción de observar y que no responde a preguntas o
cuestiones específicas fijadas con antelación. Por el contrario, pensar a la observación
desde el plano profesional señala el acercamiento a la realidad desde una posición definida,
fundamentalmente teórica. Implica una actividad deliberada y consciente, sistemática,
describiendo, relacionando, sistematizando y, sobre todo, tratando de interpretar y captar
significado. La observación se realiza en un marco de “desconfianza” de las propias
convicciones, dudando de ver lo que se ve, contrastando incesantemente datos con datos,
informantes con informantes, interpretaciones propias con ajenas.
Observar en trabajo social no presupone la existencia de un área específica de
intervención profesional, recortada de la totalidad social, como si los fenómenos sociales
se comportaran independientemente uno de otro. La observación en la práctica profesional
del trabajo social debe superar una realidad “recortada”, es decir, la construcción de un
objeto específico de intervención en “lo social” excluyendo de tal objeto los determinantes
económicos, culturales, políticos, etc. porque supone pertenece a otras esferas
profesionales.
Una práctica de estas características no superará la apariencia de los hechos y
tenderá a observar los procesos sociales como “cosas” y desarticulados de una estructura
más amplia. Conocer e interpretar la realidad demanda tener en cuenta las mediaciones
(Guerra, 2000) y no abstraer los fenómenos de las relaciones que los engendran. Caso
contrario, se desarrollará un proceso de naturalización de la realidad social segmentado en
esferas autónomas y considerando los fenómenos como evolución de la naturaleza y no
como construcción de los hombres, práctica considerada deshistorizada. Conocer la
realidad de esta forma condiciona las respuestas y lleva a cambios parciales de la misma
(Montaño, 2000).
La intervención estatal en la era del monopolio soslaya los aspectos económicos e
históricos propios del capitalismo, llevando la cuestión al terreno de las responsabilidades
individuales. Así, los problemas sociales:
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Asumen un carácter compensatorio, no dirigidas a asegurar derechos
universales, sino fundamentalmente como formas de regulación de la
relación capital-trabajo, formas indirectas de salario (ubicadas fuera de
la lógica del mercado y adquiriendo el status de beneficio o dadiva), que
permitan el mantenimiento y la reproducción de la fuerza de trabajo, así
como una forma de legitimación del Estado y de moralización de las
clases subalternas (Parra: 1999, 89).
Observar los fenómenos de la realidad social desde una racionalidad que supere la
segmentación, la naturalización y la dehistorización conseguirá distanciarse de respuestas
a la cuestión social que sólo se enfrentan en sus refracciones (Netto, 1997), sus
manifestación puntuales y superficiales, donde las causas de fondo son ignoradas y las
consecuencias observadas como causas.
La cuestión social es atacada en sus refracciones, en sus secuelas
aprehendidas como problemáticas cuya naturaleza totalizante, si es
asumida consecuentemente, impediría la intervención. De ahí surge la
categorización de los problemas sociales y de sus vulnerabilizados, no
solo con la consecuente priorización de las acciones sino sobretodo con
la atomización de las demandas y la competencia entre las categorías
demandantes (Netto: 1997, 22).
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La observación implica un proceso de toma de decisiones. Esto señala que en
función de los objetivos no se observará “cualquier cosa” sino aquellos aspectos que
refieran al tema o problema en cuestión, tanto en términos de investigación o de
intervención y en función del posicionamiento socio-político definido. Indicadores
generalmente considerados en los informes sociales, cuya información proviene de la
observación, en muchas oportunidades son poco o nada significativos ante el problema que
motivó la realización del mismo se lo considere desde uno u otro posicionamiento. El
observar es una actividad social que en tanto practica conduce a considerar la actividad de
observar como una relación social y este aspecto influye en la formulación de las
interpretaciones que se realizan.
La observación no esta exenta de riesgos y peligros respecto a la plenitud y la
perfección de su recogida de información dado que muchos fenómenos no son observables
directamente y están latentes a niveles muy profundos. Por otro lado, también en algunos casos
el fenómeno a observar establece un vínculo emocional con el observador y éste pone en
marcha ciertos mecanismos que lo “ciegan” impidiendo ver lo que realmente existe o le “hacer
ver” lo que en verdad es inexistente. En este sentido, no puede desconocerse la relación cultural
entre observado y observador y el peligro de utilizar un planteamiento cultural propio y
distorsionar con él el conocimiento de la realidad, más aun cuando la noción de cultura que
puede prevalecer remite a un concepto jerárquico.
Es posible advertir que la observación de algunos aspectos representa la existencia
de prejuicios y valoraciones previas sin la información suficiente para realizar afirmación
de ese tipo. Observaciones que se realizan durante una entrevista en el domicilio de un
sujeto, que luego se ven reflejadas en informes sociales y refieren, por ejemplo, al orden
del mobiliario, el estado de conservación o las condiciones de higiene, remiten a
posicionamientos teóricos, políticos, culturales, aunque nada tengan que ver esos aspectos
con el motivo de la intervención.
Informes sociales que se realizan con el fin de solicitar el ingreso a determinado
programa alimentario para una familia deberían motivar la observación sobre aspectos
vinculados a los ingresos económicos, ocupación, cantidad de miembros de la unidad
domestica, tenencia de la vivienda (egresos por el pago de alquiler), situaciones de salud,
vinculación con organizaciones con servicios alimentarios y sus características, acceso a
planes y programas alimentarios -cantidad, calidad, frecuencia y particularidades- para
señalar los aspectos fundamentales que no pueden ser evitados en el proceso de
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observación. La situación de indigencia y/o pobreza se traduce para una familia en límites para
satisfacer, fundamentalmente, las necesidades alimentarias de la unidad domestica, por lo
tanto, estos aspectos señalados que marcan ingresos–egresos y posibilidades de alimentarse
tienen mas trascendencia que la observación sobre el mobiliario, su disposición en el hogar,
higiene, estado de conservación, artefactos que dispone en el hogar (heladera, TV, otros) o los
servicios particulares (telefonía, televisión por cable, etc.).
Observación y conocimiento
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La observación en las prácticas de intervención y de producción teórica
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Sobre las diferencias entre conocimiento teórico y situacional, véase Montaño (2003).
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actividad es fundamental la apropiación de la teoría, como recurso explicativo de los
procesos sociales y la elaboración de conocimiento situacional con el fin de intervenir
critica y efectivamente en los procesos. Así, esta actividad no es subalterna de la actividad
“científica” sino que ellas se comportan como complementarias siendo igualmente de
importante. El profesional de campo no tiene porque ser subalterno del académico, y
viceversa; así como el conocimiento situacional no es menos importante que el
conocimiento teórico y viceversa (Montaño, 2000). Este posicionamiento respecto de la
observación en Trabajo Social refuerza la idea de superar el divorcio teórica-práctica e
intenta dejar de reproducir el concepto de que todo trabajador social debe, para ser critico,
elaborar conocimiento teórico.
Modalidades de la observación13
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Resulta interesante complementar la lectura de este punto con los aportes realizados en por la Lic. Cecilia
Pérez respecto de los registros escritos en trabajo social.
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Ver Artículo Mallardi en este texto.
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calidad alimentaria de un niño con diagnostico de malnutrición o la disponibilidad de
planes o programas alimentarios y las posibilidades de provisión que estos señalan para la
familia. La situación demandará volcar los sentidos hacia la visualización de las
características aparentes de la asistencia alimentaria tales como frecuencias de entrega de
los alimentos, criterios de acceso, cantidad y tipo de alimentos, entre otros aspectos
visualizables en la medida que exista conocimiento respecto de la política alimentaria
estatal y de otras organizaciones en la zona donde resida la familia o grupo sujeto de la
intervención profesional. Este tipo de observación puede valerse de diversos instrumentos
capaces de registrar información sobre el problema de estudio.
Observación del proceso: propone un observador cuya actividad se caracteriza por
extenderse en el tiempo pues implica cierto involucramiento con una familia, grupo,
comunidad o institución para desempeñar algunos roles dentro del conjunto, a la par que
ir recogiendo los datos que procura. Como ejemplo de este tipo de observación puede
señalarse la intervención sobre un escenario de salud-nutrición como lo es la malnutrición
en niños. Este implicará el desarrollo, al mismo tiempo de otras tácticas que permitan
advertir sobre concepciones acerca de la salud y la enfermedad, modos particulares de
crecer, adquisición de bienes con el ingreso económico del grupo familiar, definiciones de
quien compra, estrategias de supervivencia, acceso a servicios de salud y percepción de los
usuarios del mismo, entre otros. Esta información solo es accesible en el desarrollo de
estrategias y en este proceso se ejerce una observación que debe superar la visualización
de lo aparente en la búsqueda de lo latente.
Según los medios utilizados pueden diferenciarse entre observación estructurada y no
estructurada. La primera consiste en reconocer y anotar los hechos a partir de categorías de
observación poco estructuradas. La utilización de registros de información que no están
predefinidos otorga la posibilidad de apuntar diversos aspectos considerados pertinentes por el
profesional. Esto dependerá de su posicionamiento respecto del problema y las potenciales
líneas de acción, como así también el marco institucional en el que se encuentre y las
condiciones socio-históricas en curso. La observación deberá dar cuenta de la heterogeneidad
de la vida cotidiana en la búsqueda de lo potencialmente singular de la situación objeto de
intervención. Otorga una ventaja permitiendo la reconstrucción de la situación a partir de
aspectos que el profesional considera necesarios y pertinentes, pero al mismo tiempo estos se
corresponden con su lógica particular. El ejemplo de la indagación en los informes sociales
acerca de la existencia o no de determinados bienes y servicios en
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los hogares pobres tal vez se presente como válido para diferenciar una posición conservadora,
donde la revisión de algunos servicios probablemente definirá la asignación de algún recurso
de asistencia social en cuestión, y otras posiciones que revisarán, por ejemplo estrategias de
acceso y sostenimiento por las cuales disponen del mismo.
La práctica profesional también contiene un tipo de observación denominada
estructurada porque apela a procedimientos más formalizados para la recopilación de
datos, estableciendo de antemano instrumentos y formas de registro. Refiere a la utilización
de formularios que definen qué información será la necesaria para evaluar el acceso a
determinados beneficios, prácticamente sin opción a incorporar aspectos definidos como
pertinentes por el profesional interviniente.
Bibliografía consultada
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Bilbao, España, 1996.
Sabino, C. El proceso de investigación. Ed. Lumen-Hvmanitas. Bs. As., 1992.
Sierra Bravo, R. Técnicas de Investigación Social. Teoría y ejercicios. Ed. Thomson.
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Taylor, S. y Bogdan, R. Introducción a los métodos cualitativos de investigación. La
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Villarreal Montoya, B. Las Ciencias Sociales: Historia y significado a fines del Siglo XX.
Ed. Oscar de Leon Palacios. Guatemala, 2002.