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2021
Diplomatura en
Derechos Humanos y Contextos de Encierro
Lic. Belén Anahi Rivadero
1
10. LO CARCELARIO
Resumen
1
Todo este trabajo estuvo realizado en base a la bibliografía: Foucault, M. (1976) “Vigilar y Catigar. Nacimiento de
la prisión”. México: Siglo XXI, 2009. Y las notas tomadas durante las clases del Módulo 1 de la Diplomatura en
Derechos Humanos y Contextos de encierro, 2021, dictado por Daroqui Alcira, López Ana Laura y Motto Carlos.
Diplomatura en
Derechos Humanos y Contextos de Encierro
Lic. Belén Anahi Rivadero
En cuanto al “archipiélago carcelario”, plantea que es una red carcelaria sutil,
desvanecida, con instituciones compactas, pero también con procedimientos carcelarios
y difusos que se han encargado del encierro arbitrario, masivo, mal integrado de la época
clásica. Aunque sin prisión compacta, hay una serie de dispositivos con mecanismos
carcelarios: sociedades de patronato, obras de moralización, oficinas de socorro y
vigilancia, ciudades y alojamientos obreros. El “archipiélago carcelario” transporta la
técnica penitenciaria al cuerpo social entero.
Se pueden enumerar algunas características del "archipiélago carcelario" y del
"sistema carcelario":
1. Este vasto dispositivo establece una gradación lenta, continua e imperceptible
que permite pasar de manera natural del desorden a la infracción. El sistema carcelario
empareja las dos series de lo punitivo y lo anormal. Lo "carcelario", con sus formas
múltiples, difusas o compactas, sus instituciones de control o de coacción, de vigilancia
discreta y de coerción insistente, establece la comunicación cualitativa y cuantitativa de
los castigos; pone en serie o dispone, siguiendo empalmes sutiles, las pequeñas y las
grandes penas, los premios y los rigores, las malas notas y las menores condenas.
2. Lo carcelario permite el reclutamiento de los grandes delincuentes.El sistema
carcelario no rechaza lo inasimilable arrojándolo a un infierno confuso: no tiene exterior,
es la sociedad panóptica, la armadura omnipresente. El delincuente no está fuera de la
ley, está en el corazón mismo de la ley, o al menos en pleno centro de esos mecanismos
que hacen pasar insensiblemente de la disciplina a la ley, de la desviación a la infracción.
El delincuente es un producto institucional, es el archipiélago carcelario el que asegura,
en las profundidades del cuerpo social, la formación de la delincuencia a partir de los
ilegalismos leves, la recuperación de éstos por aquélla y el establecimiento de una
criminalidad especificada.
3. El efecto más importante del sistema y el archipiélago carcelarios es que logra
volver natural y legítimo el poder de castigar y rebajar por lo menos el umbral de
tolerancia a la penalidad. Tiende a borrar lo que puede haber de exorbitante en el ejercicio
del castigo. La forma prisión difundida legaliza y legitima el poder disciplinario, que así
elude el exceso de abuso. La prisión continúa la labor que innumerables mecanismos de
disciplina de la sociedad, realizan; y "naturaliza" el poder de castigar y el de disciplinar.
4. El sistema carcelario ha hecho valer una nueva forma de ley: un conjunto mixto
de legalidad y naturaleza, de prescripción y constitución, la norma. La red carcelaria con
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formas compactas o diseminadas, con sistemas de inserción, distribución, vigilancia y
observación es el gran soporte de la sociedad moderna, el poder normalizador.
5. El tejido carcelario asegura las captaciones reales del cuerpo y su perpetua
observación. Define un aparato de castigo conforme a su economía de poder y de acuerdo
al instrumento para la formación del saber que se requiere. Su funcionamiento panóptico
le permite desempeñar este doble papel. Así, de la justicia inquisitoria se ha centrado en
la justicia examinatoria. El sistema carcelario constituye una de las armazones de ese
poder saber que ha hecho históricamente posibles las ciencias humanas. El hombre
cognoscible es el efecto-objeto de esta invasión analítica, de esta dominación-
observación.
6. La prisión tiene, a pesar de haber sido fuertemente criticada desde su aparición,
extrema solidez. Ahora bien, cuando se trata de modificar el régimen de encarcelamiento,
el bloqueo no viene de la sola institución judicial, lo que resiste es la prisión en todas sus
determinaciones, vínculos y efectos extrajudiciales. A medida que la medicina, la
psicología, la educación se van quedando con una parte mayor de los poderes de control
y de sanción, el aparato penal, en compensación, podrá medicalizarse, psicologizarse,
pedagogizarse; y, con ello, se hace menos útil el eje que constituía la prisión, cuando por
el desfase entre su discurso penitenciario y su efecto de consolidación de la delincuencia,
articulaban el poder penal y el poder disciplinario.
Si algo político está en juego en torno de la prisión, no es saber si será correcta o
no. El problema actualmente está en el incremento de la importancia de estos dispositivos
de normalización y toda la extensión de los efectos de poder que suponen, a través del
establecimiento de nuevas objetividades. En la posición central que ocupa, la prisión no
está sola, sino ligada a una serie de otros dispositivos carcelarios que aparentemente son
distintos, pero que tienden a ejercer un poder normalizador. Estos dispositivos se aplican
en torno del aparato de producción y lo que rige estos mecanismos es la necesidad de un
combate y las reglas de una estrategia.
Las nociones de institución, de represión, de rechazo, de exclusión, de
marginación, no son adecuadas para describir, en el centro mismo de la ciudad carcelaria,
la formación de las blanduras insidiosas, de las maldades poco confesables, de las
pequeñas astucias, de los procedimientos calculados, de las técnicas, de las "ciencias" a
fin de cuentas que permiten la fabricación del individuo disciplinario.
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10. LO CARCELARIO
Síntesis