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,CUESTION E8PANoLA.

CARTAS DIRlJIDAS AL DOCTOR M. -MURILLO

POR

BOGOTA.

IMPRENtA. DE U NAC1:OJr.

1859.

® Biblioteca Nacional de Colombia


atrEsTIQN n~pÁÑOLA.
J.e mal sait tres- hien .••. , ••.•..•.. ' ...••••
qu'une fois I'allianee des natiolls eatholiqlles
eonsolidée. c'en e,l fait des espérances du dé·
sordre et de la ty,annie -.\ u.si, toURses eff)f~'
lendent - ils a empCehpr I'a¡liane" des nations
latilles, a semer entre elles tous les élémelltll
de "istorde .....•.•
Les mces latines, qui avaient civilisé I'ancien
monde, eiviliserent le nouve,m: elles le con-
quirent a la foi, a l'u,';té,
LF.TTRE a 8ft Ilfajesté l'Emperertr
Napoléon 1II, par un homme de
la race latine -Pans, 18:>8. '

Séflor Doctor Manuel Murillo.


No he tenido el honor de oír vuestros discursos en el Senado
porque pertenezco a la Cámara de Representantes, i me acerco
pocas veces a la vuestra. Pero han llegado a mis oídos algunas
de .vuestms palabras, palabras que han resonado dolorosamente
en mi corazon .
• 1 Todo lo malo que tenemos proviene de nuestro oríjen es-
pañol. '
He aquí 10 qne se me ha dicho, he aqní las palabras que se
me han trasmitido. ¿ Es cierto qne las ltabeis pronunciarlo? i Es
cierto tambien qne habeis us¡tdo del adjetivo "degradada," ha-
blando de la noble i dominadora raZa a qne pertenecemos?
Haulad, sel1or. El recinto del Senado es demasiado estrecho:'
no cabe en él la aposta ía de un castellano; es estrecho para oír
a un granadino renegando de sns padres.
Os invito a que dejeis la tribuna i paseis cou vuestras palabras
a la prensa. Quiero lecr en ese magnífico estilo español que poseis,
si es cierto que renegais de nucstra raza, o, si corno lo espero, es
en elucnbraciones filosóficas que habeis apuntado algunos de lIues-
tras nobles defectos.
Hablad. i Sé que en el Senado habeis tenido por antagonista
uno de los espiritus donde brilla la intelijencia de nuestra raza:
me figuro cuántas cosas bellas i sabias os habrá contestado el
sel10r Julio Arbolcda. Pero yo no me COntento con esto: quie-
ro, por mi parte, defender tambien una de las tres cosas que con
frccu;:mcia habeis atacado: la relijion católica, la raza latina i ,
la familia cristiana! !
Vuestro atento apreciador -J. ~.VERGARA1 VERGAlU.

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OARTA PRIMERA . .
Bogotíl, 2'7 de abril do 1859.

No babia juzgado mal de vuestra cortesía: el número 226


del Tiempo lleva la contestacion a la carta que pocos dias ánte&
os dirijí en El PorvenÍl'.
Permitid, señor, que siga usando del tratamiento de vos. Dios
i mi ningnna presnncion, saben que no es por empuñar la trompa
épica, sino por demostraros mi respeto, i porque vuestra inteli-
jcncia reconocida i vuestra alta posicion os hacen superior al que
os habla, que de ám1as cosas carece.
Me esforzaré no solo en rebatiros, sino en escribir de tal
manera que al fin de la jornada no tengais ninguna queja de mí.
Por qué Labia de otenderos? Os estimo, como estimo toda
l>uperioridad intelectual, como desdeño toda superioridad nsica
o peeuniarii\, Por esta segunda razon es que no amo la raza an-
glo-sajona, aquella misma que, segnn vuestros votos, debiera ha-
o bel' realiza'lo la conquista de estos paises p2,ra nuestra felicidad. _
POI' qné habia de ofenderos 1 La cuestion cuyo certámen ha-
beis Aceptado, cl;'tndome el honor de licliar con tan ilustre adver-
sario; la elfestion que debatiremos, repito, es tan noble, t~n ele-
vada, qne rechaza airada todo elTor como toda ofensa. .
Ademas, segnll vuestra carta, vnestra salnd es mala. Permi-
tidme que me interese por ella. Como vuestro artículo toca rá-
pidalll\lnte c.nestiones graves, las contel'taciones para ser concien-
zudas, deben ser detalladas; todas no eaben en un m\rnero del
, Porvenir j i así, por la necesidad de metodizar mis estudios so-
bre ellos, como por no fatigllr demasiado vuestra atencion i la de
los leetores, es preciso ir poco l\ poco. Miéntras tanto, descansad,
señor, i recuperad pronto vuestra salud para que la América es-
pañola siga utilizándose de los servicios de un hombre distingui-
do i laborioso.
Me decis que, "sin prnebl\ alguna i solo quizás por colocar-
me en el magnifico teneno de espiotacion de esta época, añl\do
que quiero defcnder una de las tres cosas que con frecuencia ha-
beis atacado. "
Cometeis una injusticia, señor, creyendo que yo quiero 'hacer
papel defendiendo una cuestion fácil, o llamando sobre mí el fa-
vor de un púb:ico favorable, o esgrimiendo armas demasiado po-
derosas. En primer lugar, yo en defensa de mis convicciones nun-
ca sé si mis palabras van a provocar silbidos o aplausos: tengo
tan poca maña que ignoro la ciencia de la opol'tunidad. 'He
tocado alguna cuelition demasiado fá.ciU No la he evocado por

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fácil sino por sagrada i por querida. Va aplaudirme el público 1
Seguiré hablando. Va a silbarme 1 No por eso he de callarme.
Soi americano español, i tengo profunda admiracion por mis pl'O-
jcnitures: soi cristiano i profeso veneracion por mi gremio cat6-
lico: soi paclrc i csposo, i respcto altamente las leyes de la fami-
lia invenLadas por el cristianismo, i gua1'dadas como un tesoro.
por el catolicismo, N o creais que sea tan necio que porque vivo
en un pueblo cat61ico es que os hablo: hacedme la justicia de
creer que ni esploto ni sé esplotar. Mi tal cual posicion la debo
únicamente a que desde mui j6\'en, ni¡¡o casi, empecé a trabajar
por las trcs cosas quc hc enunciado, i algunas mas en otro órden.
Me declaré cristiano i catolico en 1851, cuando era moda ser lo
con"trario. En la misma época, cuando salieron de mi patria es-
pulsados por cl ciudadano Jencra\ L6pcz i por vos los Padres Je-
suitas, yo rccordaba en voz alta qne a ellos debía mi educacion,
.cosa que me ponia en un predicamento ridículo en frentc de la '
lucida juventnd que vos alcccionábais. En cl mismo año, cuando
una tempestad de ultrajes j de latigazos abrnmaba a los conser-
vadores, yo reclamé este nombre. Tengo amigos que son parte
de mi alma eut,re las filas que vos presidis dignamente; i delante
de ellos, alternando en sus brillantes conversaciones, he dejado
conocer mis opiniones rancias, 1'etl'ógradas para un hombre de 28 "
años. Por qué, pues, he de ceder ante la felicidad si no he cedi-
do ante la desgracia 1 Qné es lo que puedo esplotm', señor 1 El
espíritu público 1 Las simpatías de mis corclijionarios me acom-
pañan desde 1850 porque saben que soi sinceramcnte su herma-
no; las de los partidus contrarios jamas me segnirán porque sa:
ben que desde 1850 me he separado, libre i espontáneamente, de
sus filas: separado, no porque hubiera pertenecido a. ellas, sino
pórqlle ent6nces empezaba a vi\,ir en la socieJad e iba a elejir
camino para mi vida social.
Yo os confesaré una cosa. Si yo fuera miembro de la socie-
dad yankee, si perteneciera a esa raza qne, segun vuestros votos,
debía haber colonizado mi patria para nuestra felicidad, ent6nees
yo seria esplotador como tuda mi raza, Esplotariá la miseria de
la Nlleva Granada para ultrajarla; esplotaria las revoluciones de
'Méjicopara robarle a Tejas j habria esplotado la bnena fé de la
desgraciaclá Centro-América para introLlncir un ejército de pira.
tas a Sllterritorio; habria esplotado la nacion de los Mosquitos
para dominarla a la sombra de mi rei inelio; esplotaria hoi la
noble España plira.sacarle por bien o por malla fértil Cuba; es-
pIotaria la India para envenenar indios con meJios infames de
infame cobardía: esplotaria las revolnciones de, Francia i de Es-
paña; hasta esplotaria, C\l fin, la circunstancia de fiarse en nnes-
tra ninguna lealtad un pasajero ilustre llamado NAPOLEON j
lo recibiria en un boque perteneciente a mi nacíon i a mi raza,

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i luego, haciendo torcer eÍ rumbo a la prora resonante, en vez
de llevar el ilustre pasajero al puerto amigo a donde contaba lle-
gar, lo Ilevaria a amarrarlo, nuévo Prometeo, en nna roca desnu-
da! :Mastodavia, sei"ior: esplotaria la relijion vendjendo biblias
a precios módicos; i por último,_ csplotaria entre jentes crédulas
o interesadas la idea de la mezcla de las 1Y1.zasdegradadas con
razas ¡-oúustas i come¡-ciantes para representar en realidad la fá-
bula de la alianza de los gatos con los ratones.
Otra cosa esplotaria, señor: viendo unñ nacion pobre, pero
altiva i valiente, si esta naeion fuera un bocado apetitoso para
mí, esplotaria el sentimiento de odio contra la metrópoli de su
raza. La haria aborrecer el papümo para estirpar el sentimiento
católico, única valla que no podria saltar: la haria separarse del
pensamiento !salvador de unirse a las naciones de su ?·tlza, de su
?-elijion i de su lengua, para que se mantuviera sola, aislada, ínes-
pe/-i{f, i podcr devorarla. _
Ya veis, señor, ~uántas cosas e~plotaria yo, si fuera miembro
de esa raza que, segun_ vuestros votos, rlebería haber conolizado
estas rcjiones para nuestra felicidad. Pero soi miembro de la
raza española, i por lo tanto, no sé esplotar nada. Mi raza en
cuestiones de talento, de ánimo elevado, de valor, de espíritu e
injenio es poderosa; pero en cuestiones de esplotacion i de astu-
cia, se deja acogotar por los mercaderes. Por eso está pobre Es-
paña, i están pobres las naciones que España fnncló en América.
1pan\ qne os convenzais de que yo no esploto en mi interes
pri,'ado, el nombre de una cuestion vencedora en la Nueva Gra-
nada, os voi a confesar que defenderé i he defendido otra cnes-
tion delicada en un pueblo en que eiertos hombres acaloran cier-
tas ideas. Amo la España: deseo sinceramente que se realic~ mi
fervoro>-odeseo de que mi Gobierno i cl de la Metrópoli celeuren
un tratado de amistad i de comercio. Ruego a Dios para que
formemos esos lazos, i qu<', en la comunieaeion de Jos dos pue-
blos, esta afirme nuestras costumbres españolas, refresque nues-
tras tradieioncs espaiioLas, rectifique los vicios que se h;,n intro-
dncido en nnestro idioma espafiol, i lo que es mejor. anime nucs-
tro fervor relijioso tratando con otro pueulo católico.
Ya veis que si defiendo el catolicismo cuando la reaceion ca-
tólica es tan poderosa, tambien defiendo la causa de España
cuando es moda atacarla e insultarla, cuando tan hábilmente se
esplota esta idea recordando a un pueblo de índole jenerosa los
horrores de la conquista i los banquillos de los pacificadores, pero
cállandole discretamente la felieidal! de que gozaron nuestros pa-
dr9s en los primeros siglos de la colonia, la ereecion de tantos
monumentos gloriosos que nos dejó el Gobierno español, i no re-
• eordándole con lealtad que los horrores de la cOl1€¡uietanofue?'on
heclws p~ los eapañoles que ~e !luedarm~ on España¡ sino por los

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tille vinieron a América, i son nuestros abuelos: los de allá son,
n~estr9s tios. Tengamos bien presente esto; i ha llegado la oca-
sion bien oportuna de preguntaros, señor, a qué raza pertena-
,ceis1 Sois español americano 1 Sois español europeo 1 ~ois indio 1
Sois anglo-sajan? :::loisyankee t ,
En Jos dos primeros casos debe causaros rubor apuntar tan
fielmente como podeis los hechos de la conquista. En el tercer
caso, os corresponde execrarnos, annque yo tendria respuestas
satisfactorias para esto. Yo os diria que el gremio indijena, viji-
lado paternalmente, despues de la colonizacion, por el Gobierno
español, no debe su total ruina a las benéficas ordenanzas espa-
ñolas sino a las leyes grana4inas que lo entregaron al ajiotaje dán-
dole permiso para vender sus tierras, i no vijilando sus escuelas.
Eu el cuarto i quinto caso, es decir si sois anglo-sajon o yankee,
estais en vuestro der:echo para decir cuantas cosas querais én con-
tra de los españoles i de SUS"ilistituciones, aquellas instituciones
en donde los reyes bárbaros de la ráza del Norte aprendieron a
cenocer fa libel'tad del hombre. Estaríais en vuestro derecho para
decir cuanto quisiérais; perp entónces yo en el mio, saliendo de
mís casillas, i no creyéndome mui obligado a la cortesía puesto
que no hablaba con un miembro de mi familia, os diria en lengullo
española qne mentiais: que si mi raza' fué conquistadora i cruel
en el siglo XV, la vuestra es artera e inhumana en el ~igl0 XIX j
os diria que los griegos detuvieron a J éljes con las armas en cam-
po raso; que los romanos sus sucesores dominaron medio mundo
por sus armas i su gloria; que los españoles, sucesores de los grie-
gos i de los romanos, dominaron tres cuartas partes del mundo
por las armas tambien; i eoneluiria diciéndoos que vosotros es-
tais matando de hambre i de sed, en desesperadl)ra agonía, a Po-
louia i a Irlanda; que el martirio intcrminable de esas dos nacio-
,nes es tan largo i tan horroroso, que se -os tiene horror en cual-
qvier punto del globo donde alienta un corazon sensible i cristia-
no. Os diria tambien que los españoles eutraban a la América
como guerreros, i que de treiuta en treinta hombres conquistaban
imperios defendidos por 20,000 hombres armados, miéntl'as que
vosotros vais a la Ind:a i a la China como comerciautes, cubrien-
do con el manto del mercader los audaces i atrevidos deseos del
conquistador ...• Todo eso (~iria; pero a vos, mi compatriota, a
vos cuya elevada i ardiente intelijencia concibe esas ricas e in-
mortales ideas que hacen de nuestra raza española nn objeto ve-
nerable aun en medio del abatimiento i de la pobreza; a vos,
hombre a quien respeto desde año atras, i en quien no he encoJl-
tra.do otro defecto que me disguste sino el de decirme ahora qne
no_habeis escrito nunca contra el catolicismo, cuando ahi esJá la
coleccion del Tiempo i de los demas periódicos en dOl)deh!!bei,s, ,
es~rito, que no me dejarán mentir; que decis ahor.a qJl~ no' habeÍs

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a~'eadoIIHatnil¡a; cuando habeis trabajado t~nto a flwor del roa-'
trimonio civil que, como sabeis, mina por sus cimientos la fami.
lia. cristiana ...• a vos.os hablaré en otro lenguaje. •
i Qué hareis ahora, señor doctor Murillo 1 Si persistis en ne-
gar, i si negais claramente quo no habeis atacado 01 catolicismo,
os vais a..enajenar los ánimos de mil compañeros j si os volveis
atrasi vais a enajenal:Os el afecto sincero que os cobrarán los
miembros de esa Iglesia tan perseguida, por mas triunfante que
hoi os parezca. . • • .
i Térrible disyuntiva para un hembre de intelijencia vulgar!
Pl'lro una cabeza tan bien organizada como la vuestra, esa bella
intelijencia que tiene la solidez de las intelijencias españolas (por-
que por lo español os viene vucstro talento, señor) miéntras yo
medito sobre la degradacion española (como me haceis el honor
de aconsejármelo) esa intelijencia, repito, va a meditar sobre el
bello pensamiento de un granadino: mas valen los elojios sobrios
de la filosofía que los evohes tnmultuarios !... : •• ' .
Persistid, señor: decid me, haciéndome quedar mal delante
del público: "soi católico, apostólico, romanq: los vincuIos que
forma la Iglesia deben ser i son indisolubles;" i un dia despues
tendreis en vuestl'¡l casa un amigo mas .... De qué os serviria
mi amistad 1 De nada j pero de euánto me servÍl'ia "Vuestrabon-
dad, pudiendo ser ya vuestro discípulo en todo! (
Decis cn ·vuestro artículo escrito majistralmente, pues que tra-
bajo me ha costado acertar con algun sofisma, o conocer eTl'dón-
de están ciertos puntos falsos de partida j decis lo siguiente ~"doi
poquísima importancia a la c.uestion de razas, i todo lo refiero a
la influencia de las institucionel políticas, relijiosas i sociales, que
presiden al deselJvolvimiento de los pueblos, i forman sus costum-
bres. Es bajo este aspecto que --yo deploro el oríjen español de
nuestra sociedad i que temo el contacto inmediato con lá anti-
gua metrópoli." ,
Este pensamiento se apoya en dos frases mas en el cuerpo de'
vnestro'articulo j i sobre él os diré dos palabras por ahora. Segun
vos, las instituoiones española!! nos perdieron, i dejaron hondas
raices en· nuestro pueblo. Cuáles de esas institucionés subsisten l
Las políticas 1 Seria deslealtad vuestra haeer creer que en las que
nos rijen hai ni siqniera una coma, ni el mas lijero ·recuerdo de
ellas. LaS' sociales 1 Me alograria: yo de saber que nos quede al-
guna j i queda reducida la cuestion a las relijiosas.
Efectivamente, nos quedan esas: porque no desaparezcan es
que lidiaQlos contra vos mismo, señor 1 Un amigo vuestro dijo un
dia : es preciso para que esto pueblo sea liberal, descatolizarlo.
Allí está el 'mal para algunos granadinos incautos: allí.encuen-
tran un estorbo algunos Jlo'1teamericanos deseosos: allí encontra·
mos-un bien i un'escudo los que vemos la cuestion de Ttjas para

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arriba i de ,Tejas para abajo, como dice un sabio refran espl\f¡ol
que queda todl'lvía entre nuestras mstituciones sociales. .
Por lo demas, despues de la violenta ruptura que separó a
España de Nueva Granadll, yo no encuentro en nuestro pueblo
ningun recuerdo de España que haya cchado hondas raíces, sino
este amor a la relijiqn l'omana, este buen sentido que caracteriza
a mi .pueblo aun en medio de los errores qne le infunden algunos
hombres: esta índole jenerosa i elevada que lo hace mostrarse
tan bravo en la guerra i tan manso el,]la paz. Los primeros que
trabajaron por la libertad en esta tierra, esas nobles figuras a
quienes hemos canonizado con el nombre de pr6ceres, dónde apren.
dieron la libertad 1 Seria con los yankees qne nos habrian hecho
felices si a ellos hubiera tocad'o la colonizacion de estas hermosas
rejiones 1 Tengo sospechas de que no fué así'; i aun me atrevo a
creer que Nariño, Bolívar, Don Camilo Tórres i el sabio Cálda~,
fueron educados bajo las instituciones sociales, relijiosas i pfJlíticas
de España. Encuentro como cosa mui notable (i lo mismo la ha-
llareis vos, pero bajo otro punto de vista) que España no haya
realizado una revoluciou ; pero fácilmente adivino las causas. La
primera está en )a nobleza de sus ánimos, i en esto &e)e parece
_ mucho el actual pueblo ingles. Esas instituciones que tan tiráni-
cas ,os parecen, en su fondo han si'do santas, aunque hayan sido
alteradas algunas veces por tiranos que Jos españoles i america-
no~ españoles execramos. Ved la España bajo )a monarquía de
los reyes católicos: buscad cuidadosamonte si le falta gloria, paz,
prosperidad 1 todo le sobra. Empieza a asomar ]a tiranía de los
validos bajo Cárlos V, i al punto se alzan ]os nobles comuneros.
Son vencidos; pero aquella terrible leccion no es perdida para el
gran eorazon del empera<1or,qne desde aquella época dejó de ser
austl'Í'aco i se hizo español i noble como un español, i alcanzó a
dar mucha gloria i felicidad a España. Algunos de sus hijos i nie-
tos aflijit'ron los ánimos de los libres; i ellos no arrojaron -del
trono a sus tiranos 1 Toleraron los hijodalgos i los ricos-homes
a Fernando VII, por ejemplo, rei vil entre .viles 1 Pues en vez de
cosechar los amargos frutos de una revolucion jeneral qne hubie-
ra devastado la Naeion, esperaron, i :Oios los premió haciendo
que reinara, como reina hoi doña Isabel II, constitucionalmente, i J

es hija esa reina del absurdó tirano que reinó como déspota ab-
soluto!
Echai~ en cara al pueblo español que haya dejado perder sus
colonias en América? N o habmB reflexionado sobre esto! Yo
tendré el honor de examinar con vuestro permiso ese punto j pero
será en otro artículo, porque este se alarga demasiado.
Antes de concluir repetiré que vuestro escrito me dará ma-
terial para alguno's, porque habeis amontonado hechos que debo
examinar, i porque yo, adversario de buena fe, tomaré argumento

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por argumento para no dejar nada sin que yo trate de responder
lo mejor que pueda i Dios mediante. Como de pasada haceis un
cargo a España. por haber .creído en la fábula de que Don Cárlos
estaba hechizado, yo tendré que examinar ese hecho; i tengo de
¡¡amal' a ese articulo" Don Cárlos el hechizado." Ya vereis que
no os será del tod.o desagradable el recuerdo que hagamos dc la
historia española, cnando pasemos a averiguar si lH.bo o no fana-
tismo en ese pueblo de que fueron parte vucst·I'OSabuelos i los
~~ .
Os ruego que me acompañeis con vuestra cortesana ateucion,
i acepteis la espresion de respeto con. que me nombro vuestro
mui atento estimador.

CARTA 2.21.
DECADENCIA DE ESPAÑA.

Bogotá, 5 de mayo de 1859.

ITe reflexionado, señor, al encontrarme de repente compro-


metido con el público í con vos, sobre los motivos que me han
conducido como por~a mano al campo en que me encuentro. La
plaza es anchurosa, los espectadores se cueutan por millares, i
todos miran al osado adalid de una causa que alllan. Por una
parte el amor a la causa que nos hace combatir les inspira un
vivo deseo de que yo venza; por otra, al ver mi escudo sin uiu-
\ gUlla empresa que auuncie victorias ya conseguidas, temen que
mi impericia sea mayor que mi ardimicnto, i que sea vencido el
campeon de sus mas sagrados intereses. Yo siento en mí lo que
sienten todos: mis sentimientos se han elevado con la so.lemnidad
qne me rodea; pero mí valor casi desmaya al veros a vos, anÚ-
guo lidiador, revestido de todas vuestras armas i acostumbrado
ya.a vencel· ..••..••
Pero no, no desmayo, porque \lO soí yo el que lidia, sino mi
causa: he de venceros I
Dispensaume el estilo fignrac10i el símil de que me he valido;
yo he estudiado un poco los poetas españoles porque amo la poe-
sía, i estaba acostnmbrándome a hacer de ese lenglla;je divino el
mío. No lo he logrado, pero tiendo a ello con frecnencia. Esto no
impide, sin elllbargt>, que yo estudie en libros sérios la gran eues-
tion qne discutimos.
Os dccía I}ue habia reflexionado en los motiyos que me habian
tra.ido a este campo; he vuelto a leer mi primera carta, en la que
os excitaba a escribir, i he encontrado demasiado vivo mi arran-

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qU,e. Por si os ha sorprendid<>, voi a esplieároslo. Vos me habiais
ofendido. No sabeis cuánto amo al pueblo projenitor del mio,
,cuánto lo admiro, cuánto deseo conocerlo. Los periódicos i los
viajeros no logran de mí sino mni ¡ijera atencion euando me
hablan de las ,·jctorías de Francia, de la riqncza de la Inglaterra,
de las maravillas de LÓlldres i de Paris. Pero annque sea una
miseria o una desgracia de España la qne me et\entelJ, al oír este
Domure, devoro la pájina o me suspendo de los labios del vi'tjero.
Cnánto he deseado conocer aquel país para besar con respeto Jos
jirones de su manto, aunque sea esto lo único que le quede hoi !
Desde el año- pasado, cn que torpó asiento al lado de los Di-
putados granadinos, quise proponer Jo mismo que ha propuesto el
señor Arboleda; i lo habria hecho, si un amigo a qnien respeto
no me hubiera dicho que tOllavía no estaha bien formada la opi-
nion para que fuera seguro el tl'iUIlfo, nuestro pacífico triunfo.
De repentc, señor, un amigo me sale al cIlcuentro, i me refie-
re vuestras palabras pronunciadas en cl Senado. No habian pasa-
do dos minutos, i ya estaba yo en la imprenta llevando el papel en
que iuan esas pocas líneas! Me habíais ofeIldido !
Me habíais ofendido, i sin embargo, cuán léjos estoi de abor-
receros! Pcro me entretengo eu digresiones: el título, de este
artículo indica de lo que debo ocuparlbe. Os invito a que os des-
cubrais eortesmente la eabe¡¡a, porque voi !l empezar lUi razona-
miento pronnncianuo el nombre de ESPAN A! .
En vuestra contestacion que circula impresa en el número
226 del Tiempo, decis lo siguiente:
"Dije tambien que el pueblo español era un pueblo humillado
i degl'adado, no pucliendo fignrar llOi honorablemente en el con-
greso de las naciones de Europa, despues de haher sido la prime-
ra de ellas. Disenrramos un poco, fijos los ojos en la historia, so-
bre lo que lla sido i es el pueblo español desde la creaeion de la
verdadera nacionalidad española bajo Fernando e Isabel la Cató-
lica, hasta nuestros días." ,
1casi al fin del a~tículo añadis, para corroborar vuestra idea:
"1 todavia no creerá U. que el pneblo español vive degradado,
supuesto que apareció tan grande i es hoi tan pequeño 1"
_ Vos eonfundis las palabras degmdacion i decadencia. Ignoro
si lo habeis hecho poI' distraceion o por hacerme perder el camino
que debo seguir" De ámbas maneras resulta, a todas luces, que
las dos palabras no espresan una misma idea.
La l'aza puede estar degradada, sin que esté la nacion deca-
dente. La naeion puede estar decadente sin que la raza esté c1e-
gr'ldada. No solo histórica, sino grama~icalmente, está probada
mi esplicacion ; i seria menester apelar a un sofisma para destruir
mi argnmento. Se podrá decir, por ejemplo, que una raza o fa-
m'¡!ia que fué briosa i rica, i hoi es humilde, cobarde i pobre, está
. ,

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decadente. Pero entónces lo que haríais seria hacer:uso de la pa-
labra decadente para esplicarme lo que hubiérais dioho con entera
propiedad, diciendo que cstaba degradada. Parto de este princi-
pio para decir quc admito quc 1)1edigais que el7'eino español está
decadente,. i tomando así, claro i pruciso vuestro argumcnto, voi
a probaros que cl reino cspañol no está dccadcnte. En otro artí'
culo os hablaré dElla pretendida deg1'adadon de la raza.
Perl'Uitidme, ántes Je entrar en el campo de la historia, donde
yo voi a hacer buenas mis pruebas, que os manifieste la sorpresa
que me ha causado el juicio qne formais d(' la España, juzgándola
desde los rl'yes católicos (1492) hasta nuestros dias,i que todo esto
lo hayais hecho caber en cincucnta i ocIto renglones! Cuando
Voltaire i sus dos compañcros publicaron la Enciclopedia, hicie- .
ron tambien su juicio de España. Los lectores que 110hayan
leido el tomo 5.° de aquclla obra, artículo Espagne, pucden figu-
rarse las cortesías que contcndr'á un artículo contra la católica
nacion, escrito por aquella pluma devastador'a, elaborado en
aquella cabeza en donde lidiaban dos jigautes: el talcnto i la per-
versidad! ¿'Qué escribiría aquella pluma que no respetó ni la
memoria de Juana de Arc, que es la gloria mas pura del pueblo
que tuvo la desgr'acia de producir a Jos autores de la Enciclope-
dia 1 IIoi Jos literatos tienen en autoridad Je cosa juzgada esa
obra que a nadie ilustra i que todo 10 pervicrte. Pero icuánta fué
mi sorprcsa al ver que vos, señor, hacíais lo mismo i deciais lo
mismo que Voltaire en el artíc'.llo Espagne, donde, en pocas li-
neas, juzga una larga épvca!
No; no es así como se juzga a una nacion, i mucho ménos
a una 11acioncomo esa! Yo tp.ndré que imitaros uu poco en la
rapidez de vuestro juicio, pero con distinto motivo. Las glorias
de España desde Isabel la Católica hasta nuestros dias, no caben
en cien volúmenes, i por eso no quiero encerrarlas en este artícu-
lo. Pero sí nos alcanzará el papel para probaros que eso que veis
en España, todo se puede llamar, ménos de~adencia. Pasemos ya
a la historia. ,
Todos, aun vos mismo, qne tan mal jnicio formai~ del pueblo
castellano, todoR, sin escl::ptnar a los historiadores ingleses, con-
vienen en que el punto mas culminante de la gloria española es
el reinado de Isabel la Católica. Vo~ mismo deeis que ,entónces la
nacion española fué la primera de las de Enropa. Admitido por
vos este ascr~o, lo tomo yo tambien para que salgam08 de un mis- .
mo punto a bnscar consecuencias.
Si hubi6rais vivido en el siglo XIII, de seguro que habríais escla-
mado: "La España decae!" Ent.1'elos reinos cristianos, Castilla
estaba mal rejida por el desgraciado Enriyue IV : Aragon tenia
su justiciazgo bajo el cetro de Jnan n, a quien Navarra obedecia j
, ¡los demas ,reinos eran dominados por los dcsccllClicntes de los

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-13-·
vencedores de Rodrigo i de los vencidos por Pelayo. Ca~tiIla,
sobre todo, Castilla, el núcleo español, era el mas pobre i el mas
desgraciado de los reinos de la Península, i era ese suelo de donde
iba a salir para gloria de Europa el rei mas grande que se ha
visto, la Reina Católica 1 El casamiento de esta con el heredero
de Aragon juntó los dos reinos: los reales cQnsortes crearon la
nacionalidad española arrojando a los moros que, ílamados por
la traicion de don Julian i por las liviandades de Rodrigo, habian
dominado en la Península durante siete siglos.
He aquÍ reunida bajo un solo cetro toda la monarq uía espa-
ñola, compnesta de los reinos de Asturias, Aragon, Castilla, Leon,
el condado de Barcelona, &~. i los diferentes reinos que poseye-
ron los moros. Esta fué la monarquía que fundó doña Isabel 1
en 14112. Decidme, señor doctor Muril~ t no es la misma que
posee doña Isabel n en 1850 1 Dónde está la decadencia 1
Me dil'eis que ha decaido porque le faltan las Américas que
le agregó Isabel la Católica, el Portugal, Nápoles, CeI'deña, el
:Milanesado, los Paises-Bajos, &c. que Je agregó Felipe II 1
Para contestaros, señor, os diré que sí la España vencedora
de tantos reinos fuera de ella los ha perdido, ha sido, no a impul.
sos de la decadencia, sino del curso natural de los sucesos, de las
circunstancias i de la política. Ved a Inglaterra: dos veces con·
quistó la Francia, la primera con la batalla de Azincourt (1422)
i fué una conquista tal, que la Cancillería inglesa estuvo ejercien-
do sus funciones en Paris. La segunda vez en Waterloo, cuando
la liga que llamaron Santa Alianza. 1 bien t queda a Inglaterra
alguna conquista en Francia 1.Porque no tenga la Inglaterra sino
el reino ingles i las colonias, estará decadente?
Ved la .Francia. j Cuántas veces ha estado en riesgo de domi-
nar al mundo, ménos a la España, a quien no podrá vencer nunca
definitivamente! Bajo CarIo-Magno, Francisco I, Luis XIV i
Napoleon J, no llevó sus armas victoriosas a: Oriente, a Italia, a
Rusia, a Austria. i a España 1 I sin embargo, pórque no tenga
Francia sino el .reino frances i algunas colonias, se dirá que está
decadente? '
Os he nombrado los tres reinos mas famosos de Europa, i os
he hecho ver que están en la misma posiciono
Por qué, pues, está decadente la España 1 De dónde habeis
sacadO'eso de que no puede fignrar hoi honorablemente' en el
Congreso de las naciones?
Ahora os voi a decir, aunque vos lo sabeis mui bien, por qué
ninguno de esos tres reinos conserva sus conquistas en Europa.
Lo que los hombres llaman equilibrio eu?'opeo i yo lIam<,>
juicio
de Dios, es la primera causa: la segunda está al alcance de
nuestra vista. Tan lójico, tan necesario era que Franda se inde-
pendizase de la conquista momentánea que logró Inglaterrar oo·

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-14-
mo que España se independizara de la conquista momentánea
que 10l{ró N apoleon, i como era lójico i necesario que Portugal
se indepenG!izara tarde o temprano de la conquista que logró
Felipe n. I por )0 que hace ¡¡ las Américas .•. ' nosotros, parte
del pueblo de venceJores,. no hagamos un baldon para EspHña
del triunfo que conseguimos sobre Morillo! Desde que la poo/a-
cion fué crecida en las colonias, estando estas a hl'ga di~tancja
de la Metrópoli, se hacia ncúsllria la independencia pasando de
colonias a ser provincias españolas o repúblicas libres. l<'ernando
VII tuvo la culpa de que sucediera lo segundo; pero Fernando
VII no era España! .
Exajerad cuanto querais la fuerza i el poder de InglaterJ'a :
pintad con vivos colores el poder de Francia. Os admito la exa-
jeracion mas alta, tanto que no alcancemos a ver siquiera a vues-
tra nacion predilecta. Eu seguida os preguntaré i estará decaden-
te España ocupando el tercel' lugar despues de esos dos pueblos?
Segun vuestra carta, cuando Jlamais a boca llena degmdada
i humillada a la nacion española, se adivina que, en vuestro con-
cepto, España es una República de Andona por la fuerza i una
tribu del Congo por su degradacion. Pues bien: oid 10 que tiene
España actualmeqte, i jnzgareis mejor de su decadencia.
Su marina ocupa el tercer lngar entre hs europeas: cuatro-
cientos buques surjen en sus puertos, i salen de ellos para ir a pe-
dir reparaciones cnaudo su bandera es insultada. En el año pasa-
do, no mas, tres escuadras fueron sobre Méjico en América, so-
bre Marruecos en Africa, so])re las costas de Cochinchina en Asia.
Su ejército es el segundo de EUl'Opa: todavia pudiera r~ali-
zar conquistas, si de conquistas fuera este siglo, si a España le
hubiera sucedido 10 qne a Norte-Améri'ca, que st;lquedó pamdo
en el siglo xrr, por lo que hace a derechos internacionales; o le
hubiera. sucedido Jo que a vos, que os qlledásteis parado en el
Quijote por lo que hace a las letms castellanas.
Su pueblo continúa siendo el primer pnelAo de Europa, con
la sensatez que vosotros asignais al de Inglaterra, con la gallardía
que la historia asigna al de Francia.
, Sus puertos están abiertos libre i libel'alnH'nte para todas las
naciones del mundo; su comercio es vastisimo, sus aranceles
tienen franquicias ele que carecen los pueblos cuyo liberalismo os I

encanta. .
Entre sus mejoras locales se cuenta la obra del canal que
tendrá el nombre de su reina, obra que 5erá concluida, sin dis-
pnta, i que, si se concluye, será una de las primeras obras dc este
. siglo.
Despues de que perdió la fatal riqueza de América, ha podi-
. do volver a ser rica: su presupuesto anual de egresos vale cien
--millones; i para este año ha recetado el doble, con el objeto

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• -15-
de acometer la obra del palacio que en 1862 dcbe recibir la es-
posicion hispano-americana.
Al nombrar está esposicion os doi un argumento mas contra
la dccadencia que asignais al pueblo quc la costea.
El movimiento intelectual es tan poderoso como en Inglaterra
i en Francia: el periodismo es abundante, como que se publican
cerca de ochenta periódicos en Madrid solamente.
Las instituciones' son liberales, tanto i mas que las inglcsas
i mas que las francesas. En España hai partido democrático que
discute libremente sus ideas; i aunquc os parezca error, os sos-
.tengo que tienc libertad de imprenta. Leo los pcriódicos espa-
ñoles, i no encuentro que estén mas atados sus escritores que los
'nnestros. ' '"
Sus Cortes i su Cámara tienen cuestiones de interes europeo;
i la di~cusion es fuerte, libre i elcvada, alternando la prensa sin
ninguna restriccion.
Sus colonias son civilizadas, ricas i prósperas. Diez Jamaicas
de vnestra raza yankce no valen lo que Cuba vale hoi con su
~ran comercio, sus magníficas ciudades, sus dcrechos individuales
1 su prosperidad. Las rentas municipales de esa isla valen mil!()n
i medio de pesos: es colonia, i comparadla, si gustais, con nues-
tra República.libre.
Ultimamente, llj.España no sol!>se sienta honorablemente en
el Congreso de las naciones, sino que es respetada; i no será
tanta la degradacion de su raza, cnando los emperadores i los
guerreros famosos de "Frañcia buscan esposas entre las cspañolas.
En dónde está, pues,"Ia decadencia, señor Murillo? Pensábais
que por no conocer a España no conociamos su historia i su ac-
tualidad, i que así os creeríamos sobre vuestra palabra?
Dónde está, pues, la decadencia de que hablais? Creo que os
. he probado que no existe; pero.si por acaso vuestro espiritu no
tienc la docilidad del mio ante un razonamiento estudiado con
sinceridad i con dcseo de convencer, voi a tratar de b~tiros de
vuestra última trinchera.
Supongamos que sea cierta la decadencia de España: suponga-
mos que no solo no puede sentarse en el Congreso de las nacio-
nes,sino que hasta es mui miserable para portero de ese Congreso.
Demos por cierta i averiguada su decadencia. i os pregunto
~qué ten'emos con eso? i Será ese motivo' tan innoble el qne nos
impide formal' alianza con·un pueblo hermano,mucho mas cuando
la decadencia de nuestra propia nacion está casi dcclarada desde
1849, época en que quisísteis organizarla por ¡a desorganizacion,
i curarla por la enfermedad?
Supongamos que la decadencia de España' 'está juzgada i sen-
tenciada por la historia, mas no por la historia de Robertson, ni
por la ¡J.uestra. Implicaria esa decadencia degradacion en la raza q

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-16-
',Nunea estuvo mas decadente Roma que cuando dominaba al
mundo por sus armas, al mismo tiempo que ella misma era domi-
;pada por sus vicios. I nunca estuvo mas fuerte que cuando per:
dió todas sus conquistas, i quedó soja, pero habitada, no ya por
un pueblo pagano i corrompido, ino por un pueblo cristiano i
modesto!
tOuándo eneontrais mas grande a Roma: el dia en que tenia
los bárbaros en su recinto, o el dia siguiente, cuando llegó Ca-
milo con un ~puñado de hombres i <lijo: Roma no se rescata
. con oro sino con hierro ~ ,
iOuándo la encontrais mas grande; cuando Tiberio, pagana i
vencedora, o bajo los bárbaros en 492, cristiana i vencida ~
Ojalá que nuestra diverjencia de opiniones no sea,tal, señor,
que vos juzgueis una cuestion como miembro de nn pañido hu-
mano, miéntras yo la ju:¡;go como miembro de una Relijion di-
vina!
En eso caso, i siendo mejor mi filosofia que la vnestra,.os ven·
cerillomas pronto!
En mi carta ,siguiente examinaré la cnestion de la, 8upues:ta
degradacion de la raza española.
Esta ya ha pasado de los límites precisos, i me despido,. nent-
brándome mui gustoso vuestro sincero estimador.

CARTA 3.a
DEGRADAOION DE' LA RAZA 'ESPAll'OLA.

Bogotá, maya 1'7 de 1859.

Del millon i medio de individuos que pueblan estas l'ejil)MS,


apénas haorá ciento que conozcan la España. L0S demas, D0S-.se-
. guimos por las relaoiones de los viajeros i por las histoJ.1iasescrita-
en Inglaterra i en Francia. Pero de los historiad-ores españoles,
desde Mariana hasta La Fuente, no oonocemos sino 108nombres.
Me olvidaba nombrar las novelas ,francesas que son las otras
fuentes en, que hemos bebido esos raros conocimientos que po-
seemos sobre la calumniada,península. Dumas i Sct-ibe nos han
dado una idea tan exacta de aquel pais, como la que nos dan del
pais de ,las monas los Viajes de'Enrique Wanton. No es estraño,
, pue8, que vos, señor, os atrevais a decir que el pueblOo'espl\.fiol
está degradado i humillado. Quien os oye hablar con talltaserie
dad de ·la degradacion de: Esp.aña, puede pensar, i con' razon¡ que
,los ,descendientes -do)I'elayo sorohoi 1ln'pueblo de. m~nos.

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,-17-
Si hubiérais distinguido en vuestro artículo inserto en el mi-
mero 226 del Tiempo las dos ideas de degradacion i decadencia,
yo habria terminado mi carta anterior con otro argumento en
contra de la pretendida decadencia, que va a ser el asunto de la
carta en que voi a tratar de la degmdacion. Pero están tan con-
fundidas en vuestro escrito, como si en realidad hubiem sinoni-
mia; i por eso tengo que hablar de la grandeza española ahora
que trato del pueblo español. V oh'amos a abrir la historia.
El admirable ardimiento de los tercios españoles combinado
con la poderosa política del gabinete castellano produjo aquel
imperio en donde nunca se ponia el sol. No me detendré a hablar
de las conquistas que llevaron a cabo nuestras armas; mas no se
olviden estas al seguir la marcha de la política. Constituida la ,
nacionalidad española por los dos reales e posos soberanos, nacio-
nalidad qne subsiste íntegramente, siguió la adquisicion de los
reinos estranjeros. En España ya no quedaban mas enemigós que
los moros, que fueron espulsados en los tres reinados siguientes. La
feudalidad que en Fl'ancia no pudo ser destruida sino por los esf'uer-
zos combinados de cuatro reyes sucesivos, en España habia muerto
de un solo golpe cuando Fcrnando el católico suprimió los tres
grandes maeztrasgos. Libres de luchas interiores, se eutregaron a
las esteriores. El casamiento de doña Juana trajo a su casa el
imperio de Austria, como el jenio de doña Isabel adivinando el
, jenio de Colon habia traido la posesion de las Indias. Las conquis-
tas de Cárlos V habian atado la Italia i la Francia al carro de sus

, victorias. Es decir qne en los últimos dias del gobierno de Cár-


los V el imperio español abrazaba las tres cuartas partes del mun-
do. Al abdicar ese gran guerrero, separó de su corona la de.Austria
que dejó a don Fernando: Felipe JI recibió el resto de aquella
formidable herencia capaz de abrumar al mortal mas grande; i
sinembargo Felipe JI, ese hombre tan calumniado por la historia
inglesa, no solo no fué abrumado por sn poderosa corona, sino que
pudo aumentarle joyas i trofeos. Portugal con todas sns conquistas
de allende los mares vino a sus manos: San Quintin i Lepanto hi-
cieron que el asombro que habia cansado Cárlos V fnera menor
que el que causaba despues Felipe JI. Su casamiento con la reina
de Inglaterra vino a completar aquella série de combinaciones
de tanta grandeza que ningun pueblo ántes ni despues que el
español las ha formado ni podrá formarlas. Si su matrimonio
con doña María hubiera dado frutos, el mundo entero habria
sido español.
La herejía de Lutero sirvió para demostrar que todavía pqdia
ser IIJts grande i mas fuerte el poder del monarca castellano. La
herejía enciende la guerra civil, sangrienta i temible en todo el
norte de Europa i se estiendc al Mediodía. Los reyes de Francia
i de Italia no pueden impedir, por mas esfuerzos que hacen, las
2

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-18-
guerras do relijion, miéntr&s en España las seetas disidentes nQ
pueden lovantar un solo grito, ni derramar una sola gota de sangre.
Felipe II queLla asi constituido no solo jefe del partido católico!
sino que es el guanlian de la iglesia perseguida, i salva al munelo
de qne el ciego protestantismo lo domine. La Iglesia apoya su po-
der temporal en la España, i se celebra asi la nueva reuuion del
Concilio de Trento,que libra la batalla a la Reforma en vez de con-
ceder la capitulacion qne la orgullosa secta csperaba. La grande-
za ele España había llegado a su último punto, (a) i desde en~ónces
comenzó a seguir las leyes naturalcs que Dios ba impuesto a to.;l¡¡
creaeion huínana: nacimiento, desal'1'ollo, deeadeneia i muerte.
La flor, el hombre, la familia las nacioncs, la civilizacion, el
comercio, todos signen estas reg1ns invariables. España las ha se-
guido tambien, i no pudo prolongar su periodo de fuerza, pero sí
pudo impedir qne se determinala el de decadencia. Ningun pue-
blo en el mnnelo ha realizado este prodijio. En todas las naciones,
el último día ele poci"r ha sielo la víspera de disolueion, i Es-
paña al perder su fuerza esterior, ha I'oelido conservar esa actitud
viril que la distingue desde su lucba con Roma hasta el año pre-
sentJ. La grand"za e••terior de Espaíia decae í mnere, pero se slllva
i queda intacta la nacionahdad española .• Jesde el memorable año
de 1598 empieza esa decadencia esterior: la fortuna deja de aellrí-
ciar el pabellon espaíiol ; los tesoros de las Indias han toeallo de
paso en Espaíia, yendo en seguida a los cofres ingle'Ses : la nacion
ingle a tmpieza a cnseíioreal'se de los mares i a dar fuerza a I~
gran cruzada qne levantó contra España. Desde el¡tónces Ingla-
terra a quien nunca quiso cil'shonrar España, comienza a deshonra¡;
a su rival: los historiadores de Albion, secundados mas tarde P91' los
franceses, amontonan calumnias contra los c~pañole ,porque nope'r-
donan ni la conquistll de AlllóriclI por la raza española, ni el apoyo
que esta of¡·occ al inmortal catolil:1S1l10. Las pasiones se de~atan :
las naciones se ligan: algunos españoles alteran el testo de Las
Casas; (b) la conqnista c/e América qne el seíiol' Sarriper Agudelo
llama admimble, (c) es desfigurada pOI' las calul1llJias absurdas que
(a) "Los espaiioles tm'ieron una notable snperioridad ~obre los drmas
pueblos. Ellos se ~eiialaron cn los aclos de jenio: su lengna se hablaba en
Paris, en Vicua, en ~liIan, en Turin : sus Illocllls, Sll manel'll de pensa" i de
escribir subyugaron los ánimos dc los italianos; i desde O[u'los V hasta
principios del rcin,~do de }<'elipe UI, tuvo la España una eonsiderilcion que
no tenian los demas ¡:>ucblos."
(VOLTAInE. Ensayo sobre las costumbres.)
(b) El fcrvorosQ zelp del ilustre Las Cl~sas 10 arrastraba tan léjo~, que
sus brilll\ntcs imiljenes se han tom,~do como he~hos ciertos, i allll se han
sumado como cantidades mate·máticas. Cad" traduceion, O cada nuev"
edicion alimentaba un cero 1\ la suma de indios muertos a manos de sns au-
daces eonqllista~ores.
~e) Reflexiones sobre la Confel1ernci9n Colombiana-18M.)

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-19-,
fomontan los enemigos de España: los yanlcees entran a la escena
i continúan la obra de sus abuelos i de sus padres, i el doctor
Mnril10 cierra el Jibro de la historia escribiendo la~ palabl'as
humillado i degradado al pié de las de "pueblo espariol."
La grandeza esteriol' de España decae i muere, pero se salva
la nacionalidad española. 1 vos le eehais en cara esto como una
degradacion, doctor Muril10 I Vos decis que Espafia ya no puedo
fignrar honorablemente en el Congreso de las naciones I Vos
quereis que os confiese que está degradado ese pueblo, solo porque
en 110 tiempo fué grande, i hoí es peqneño. De manera que sU
pasada gloria es lo que constituye esa actual degradacion ~
Entónces su gloria fuó un error 1
Si se hubiera conservado siempre dentro de los límites de
los Pirineos, si no hupiera. sido grande, hoi no sería pequeño ~
Pero qué es lo que llamais pequei1ez1 La España actual ~
Tal vez vos abrigais mas amor por España que el que yo tengo, i
esto os hace desear que nnnr.a hubiera bajado del elevad'Oasiento
de su grandeza; pero eso era imposible, doctor Murillo !
O mas bien, vos en vuestra hostilidan por la metrópoli le ha.
ceis un crímen de que no sea hoi lo mismo que fué cuando Cádos
V ~ Os repito que es un imposible, sefior !
, Volvamos a la historia: ved a Alejandro! Duró mas de una.
jeneracion el cuerpo compacto de sus conquistas? No.
Qnedó :l.lgode ese pueblo de vencedores? No.
V oela J él:jes que con sus flechas cubrió el sol hasta el estremo
de que los griegos pudieran pelear a la sombra. Duró mas de una
jeneracion su conquista? No. 4uedó algo de ese pueblo que pasó
el mar por puente, i lo azotó por rebelde? No.
Ved a Roma! Se podrá compar<tr su humillacion con la quo
vos encoutrais en España 1 No. Qué le quedó de las conquistas
de César i ele'8cipion? Qué quedó a Cal'tago de ]as que hicieron
Asdrubal i Aníbal ?
Ved a Francia! Duraron mas de dos jeneraciones las con-
quistas de Cario Magno ~ No.
Recibió Enrique II las mismas conquistas que había hecho
"Francisco I? No.
Os lo repIto, señor, i os afirmo lo que nadie niega. La flor, el
hombre, la familia, la nacíon i la eivilizacion, nacen, viven, enveje-
cen i mlleren. Andad, o insultad a un hér'Oe anciano porque ya no
es jóven !.... t Por qué ahora dos años no echásteis en cara al
Jeneral Vélez la incapacielad en que estaba de tomar el castillo
q uo en su JU ventud asaltó 1
Por qué no decis que Francia no puede figurar. hoi honorablÜ"
mente en el congreso de las naciones, despuos ele haber sido la
primera de ellas cuando CarIo-Magno, cuaudo Luis XIV i en
tiempo de N apoleon 1

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-20-
Cómo fué que la grandeza esterior de Francia comenzó a de-
caer ~ Porque Dios pasó el cetro del mundo a la nacion espa-
ñola ; i esta perdió su grandeza estcrior, cuando Dios combinó
el débil reinado de Felipe III i us sucesores con los 'poderosos go-
biernos de Jos soberanos francescs Itichelicu, Mazarino i Luis XIV.
A la Inslaterra tambien ha tocado su époea, como a toda nacion :
dejad que concluya la fucrza que no dan los hombres sino la vo-
luntad de Dios, i vereis si el pneblo ingles no vence a todos los
pueblos en degradacion.
Despues de haber terminado la gloria esterior de España en
Felipe Ir, encontramos en la historia rota la espada de ese pue-
blo conquistador, durante el último tercio dcl siglo XVII, i en
tddo el siglo XVIII.
é En esa época es que lo habeis e~tudiado, i de donde habeis
sacado vuestra famosa palabra de degradacion del pueblo? Se-
guid, o seguidme: vos irois buscando un nuevo argumento de de-
gmdacion, i yo iré buscando la primera ocasion en que el pueblo
español se muestre cobarde o valiente, para juzgarlo. Seguidme:
ya hem.os llegado al pié de los mu]'()s de Zaragoza: esa defensa
que rivaliza a las mas grandes defensas: esa ciudad que recuer-
da a Sagunto i a N umanéia é estará defendida por nn pueblo de-
gradado, mbrutecido? Ois ese tumulto i esa vocería 1 Es la
batalla de ailen! El que manda nuestros tercios es Castaños; los
que vencen son un puñado de españoles ...• de[Jmdados! Los
que huyen son los ejércitos de Napoleon !
Santiago, cierra España! El mismo gríto de los que tomaron
a Granada! España está libre, i Napoleon retrocede en el camino
de sus conquistas espantado por el sin par denuedo de aquel pu-
fiad;>de hombres desarmados .... NaI?~leon no encontró,degra-
daclOn en España: dónde la encontrareIs vos, doctor Munllo 1
Pero la prueba que vos exijís es otra, segun lo espresais en
vuestro artículo. Si el pueblo español no cstá degradado, es pre-
ciso que os muestre una rel'olucion contra sus tiranos j solo a ese
precio podeis creer en su dignidad.
En primer Jugar, las instituciones españolas han dado libertad
a los pueblos, aun en tiempos en que la palabra libe1·tiÍd era des-
conocida en los vocabularios de las razas del Norte. Tam bien os
haré recordar la fórmula con que la aristocracia castellana recibia
el juramento a sus reyes el dia ele su coronacion: nos que vale-
mos tanto como vos e que podemos mas que vos .... palabras que
ninguna otra aristocracia del mundo se ha atrevido a dir:jir a sus
amos.
o Cuáles han sido los tiranos? Felipe II supo ser buen español:
si tiranizó,fué a los enemigos de su fé (d) i dc su patria,i comparado
(d) Nótese que la inquisiciort, por ejemplo, quc es una de las cosas con
que mas se ha batallado en contra ue aquel rei, es una represalia que Fe-
lipe JII tomaba contra las estabkcidas por los protestantes. El lector en-
contrará esplicado esto cn la carta siguiclltt', a cuyas Hueas )0 remito.

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-21-
aquel monarca con las ideas i usanzas políticas de su época, fué
un presidente constitucional. El pU,!lblo españbl no ha sido des-
pojado de sus derechos: para qué insurcccionarse?
Me respondereis que los validos hicieron pesar una tiranía ver-
gonzosa sobre los pueblos .... Es cierto que la mala politiea .de
Lerma, de Olivares, de Godoi, humillaba la noble altivez castella-
na j- pero cuál de esos tres dejó <.ledeber su caida a la exijencia
del pueblo 1 Un movimiento solo del pueblo de Madrid arran-
có inmediatamente !I Cárlos IV la exoncracion del príncipe de la
Paz.
Un valido en la monarquía tiene por traduccion en lengua re-
publicana a un Secretario de llacienda. Pues bien: nosotros los
neogranadinos, que nada tenemos de degmdados, no tuvimos que
soportar vucstro ministerio en 1850 i 51? Vos érais, sin disputa,
el miembro mas inf1uente de aquel ministerio. Vuestro claro ta-
lento os hacia el jefe del gabinete, i tuvimos qne tolerar vuestra
tiranía: la mitad de la naciou se insul'J'eccionó i fué vencida. Al
hacer este recnerdo histórico, yo no qniero ofenderos ni ultraja-
ros: ninguna antipatía, uingun odio levanta mi pluma j pero sí
os lo digo, pública i lealmente: vuestra tiranía pesó-sobre noso-
tros Jos conservadores, porque pretendísteis imponernos vuestra.
opinion. El señor Arzobispo i los miembros de la Compañía de
Jesus, nuestros amigos, por uestro gabinete fueron espulsados :
amáb~mos la independencia relijiosa"i cauóniea de nuestra Igle-
sia, i por vuestro gabinete fué atacada. La leí de redeneioll de
censos es vuestra: sabíais que Cárlos Gómez i Antonio Mateus
estaban azotándonos en el Sur, i en vez de dar documentos pú-
blico;; que increparan a aquellos gobernadores sus excesos, los
dejásteis en sus sillas. 1tuvimos que soportar la tiranía que pe-
saba sobre nosotros como un eelTo! Mas nadie se atreverá a de-
cirnos ahora que estábamos ni estamos degradados.
Lo mismo se puede decir del pueblo español.
Deeis vos para corroborar vuestro argmnertto, que los pueblos
se reflejan en los gobiernos .•• Decidme, nos reflejamos nosotros
en vuestra administracion 1 La qel Jeneral Obando, la dictadura
de Melo, reflejaban, por ventura, nuestras varoniles fisonomías?
Seria preciso entónces confesar que el juicio que formó del
pueblo granadino el señor doctor Eizaguirrc, a su paso por Pa-
namá, era esacto! No: el noble i cristiano viajero de quien mas
tarde fuimos amigos, no tuvo razon en juzgar a este pueblo por
su gobierno! La obra del " Catolicismo en presencia de sus disi-
dentes," tiene en el primer tomo i en el capítnlo 2.° una pájina
injusta, contra la cual yo protesto, sin que IDe lo impida el respe-
to i adhesion que profeso al ilustre chileno de quien Bogotá hi-
zo un huésped, de qnien hicieron nuestros corazones 1m amigo
caro!

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-22-
- . Protesto contra esa p:ijina, i protesto contra vuestro juició,
sefior doctor :Murillo.
El reflejo de Espafia no pudo ser sino Isabel la Católica; el
reflcjo dc la Nueva Granada .••• yo no lo conozco. Difícilmente
hallaré un ministerio qne epilogue dignamente la intelijencia, el
carácter liberal, la nobleza, la paciencia magnánima, el valor he-
- róico i las virtudes cívicas qne bacen de este millon de de"'gracia'
dos' nn pnt:blo digno de respeto. i la probidad, ni el jnicio, ni
el progreso, ni las virtudes que distinguen privada i colectiva-
mente al gabinete actual, llenan la medida que tengo en mis sue-
ños de patriota para representar mi nobilísima República!
Mas, volvamos a España.
Os he mostrado su pueLlo cn Bailen i Zaragoza j buscadlo
eu otra vez eu el 2 de mayo.
E",tudiad la lucha qu'e el pueblo de España libraba al mis-
mo tiempo que el de Colombia a Fel'l1audo VII nuestro comun
tirano. /
Qué os parece el glorioso alzamiento de la isla de Leon ?
Qné decis de la rpvolucion liberal que encabezó el noble Rie-
go? Qné juzgais de Sálas i de Quiroga? Nuestro Kariño qne los
acompañaba; Jal'iño el primer enemigo que tuvo el Gobierno
español en América; N ariño el prócer i el patriota, hacia ju~ticia
al pueblo español, i vos se la negais !
En medio dc la guerra a muerte de llUestra independencia,
Madrid nuestro poeta i nuestro prócer, en su oda al Diez de'
.Marzo en Cádiz, encontraba elojios para el paeblo español, i vos
le negais boi hasta la justicia que se concede a un enemigo!
Los incidentes de la guerra ci,-il, los episodios del alzamiento
del pueblo maclrileño contra su infausto rei Fernando VII, no ce-
den en valor maravilloso ni al antigno pueblo español, ni a nin-
guna naeíon del mundo.
1por último, los bandidos mismos que cruzaron el Atlántico,
para traer la Illnerte i el e",terminio a sus hermanos de América j
esos españoles indignos de tal nombre, creeis que estaban degrada-
dos? Crueles i feroces como aparecieron aquí, dejó por eso de
ser notable S:1 valor i admirable su constancia?
Si las huestes de Morillo estaban compuestlls de hombres de-
gradados, entónees, qué gloria es la que dais a Bolívar i a sns ven-
cedores ejh"citos?
Vencimos: el odio a la til'ania que csterminaba las Españas
al mismo tiempo que las Américas, i el amor a la patria, nos
dieron la victoria_ Pero sabed que los mártires de nuestra indepen-
dencia no nos dejaron de ninguna manera como herencia el odio
• al pueblo español; como tampoco las atrocidades que cometieron
los- viles americanos que se asociaron a Morillo nos pUl! n obligar
a que aborrezcamos nuestro mismo nombre.

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-23-·
España espcta allende los marcs que cruzó 0010n para fun-
dar la unidad latina i católica, que los pu blos americanus la con-
sidercn •.omo hermana. Hcrmana nne~tl'a cs hOI, sin quc lo im·
pida la diferencia Je gobicl'l1l>s: hermanos son los que nacieron
a la sOlllura de! trono de Isabel Ir, con los qne al nacer nos en-
contramos lllas noble amo: la República!
lmiéntras esta se halle Jiurc dc la invasion norte-americana,
yo aprovecharé los pocos o muchos años que nos falten de vida,
para nQmurarme cn la mia vuestro sincero apreciador,

CARTA IV.
LA I::-IQUISICION, LA CONQUISTA 1 LA INDEPENDENCIA.

Señor doctor Manuel Murillo. Bogo/d, 23 de mayo de 1859.

La raZa española, apcsar de quc sufrió la inmensa pesadum-


bre dc las leyes de Felipc JI, cousel'la mcjor qne ninguna otra
tama de la gran familia latina, csa sávia vigorosa que vos creeis
encontrar en el Austria, por ejcmplo.
El caballo de batalla que los enemigos de E~paña han hecho
. cameolclil' en e! campo de la historia, los grandes pecados por
dunde cs jU2'gada la mejor nacion europea, SOIl, sin duda, los nom-
bres con que encabczo esta carta. on tantas las calumnias de
quc se ha rodeado al nombre español, i tan inocente está ei pue-
blo de los crimenes de los reyes i de los avcntureros, que no se
defiende con el calor i la astucia que despliega aquel a quien algo
remuerde la eoncicnci'l. Eu vano, sintiendo la iUlllcnsa pesadum-
bre de la acusacion, se han levantado los historiadores e~pañolés,
1 han heeho sonar su voz severa, contradiciendo cn el majestuoso
idioma ca,tellano nn centenal' de esos cuentos, mercancia que la
raza rivai ha puesto a vender en todos los mercRdos del mllndo.
En vano es, porque lo que interesa es que España no se vindique
jamas. La raza antagonista, i aun algunos pueblos latinos, pero
hostiles a España, han despertado los ecos con sus gritos, i han
aturdido al illu!Jdo con su vocería.
Divetsos intereses se han juntado para lidiar contra el noble
guerrero que no pudieron vencer, pero que si se atreven a ca-
lumniar.
~a Inglaterra tuvo interes en que la grancliosa conquista de
Amadca, realizada por su rival, apareciera' como lll1 crimen sin
nombre, sobrecargado de ~odos los horrores imajinables.
El protestantismo se empeñó en probar que la E~paña era
una grande hoguera encendida por la Inquisicion, a donde se ano-
1

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jaban todos los hombres que se habiau a la mano. La relijion ca-
tólica representaba su papel en este drama de candela, i le asig-
naban la mejor parte en las quemazones.
1 miéntras tanto, ellos, 105 protestantes, quemaban a todo el
que no se conveneia de que en España quemaban.
Mas tarde el filosofismo fmnees que produjo la guillotina,
aquella misma secta que lloraba sobre la suerte de los huérfanos
de la China miéntras hacia huérfanos franccses, advirtió con do-
lor los estragos que la Inquisicion habia hecho en España, i acu-
só al Catolicismo i a la España a UD mismo tiempo, i se estasió
deplorando la suerte de los infelices indios que habi ••n rendido la
vida a manos de los españoles; i tanto dolor les hacia olvidar la
suerte de los miles de franceses que rindieron su vida en mauos
de sus verdugos.
Yo he llorado de piedad i de indignacion, os lo aseguro, le-
yendo la trajedia de Alzira, por l\~r. Voltaire-; pero me he sacia-
do de horror con la lectura de la Cabaña del tio Tom, por M.
Harriett Stowee.
Pero de la apreciacion histórica de todos estos hechos resul-
ta que el filósofo verdadero sabe que Jos horrores de la Inquisi-
cion son achacados al Catolicismo, i se indigna con tan vil
mentira.
Sabe que los achacan al despotismo, i no lo estraña.
Piensa sobre la suerte de los huérfanos de la China, i ve que
si son desgraciados es porque no ha ido allá la institucion católi-
ca i latina de San Vicente de Paul, sino las factorías ••••
Reflexiona en seguida sobre los delitos del despotismo i los
de la libertad, i, cosa increible! encuentra que en nombre de la
libertad se ha despotizado mas que en nombre del despotismo!
Medita sobre la snerte de los indios de América, i al buscar
la causa de los crímenes, encuentra al pueblo que quedó en
España libre de complicidad en los crímenes del que vino a
América.
Sigue en sus apreciaciones i encuentra la verdadera ;historia
de la Inquisieion i de la Conquista.
~.~ nastantes horrores tienen en sí ámbas, para que se les junten
'calumniosas invenciones!
La humanidad, qué digo! España misma, maldice aquel
tribunal sanguinario, aquella asociaeion pervertida que tanto hizo
sufrir a los corazones cristianos i sensibles. Pero España, señor
Murillo, no se avergüenza del crímen que no es de ella aunque se
perpetró en su seno, como N neva Granada no se avergüenza del.
crimen que execra, del crimen de las vapulaciones cometidas
en 1851 en medio de ella, pero que no son de ella.
Los gobiernos se estravian, señor! cuando no gobiernan en
Dios i por Dios, cuando no ajustan sus leyes a las del Evanjelio,

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o cuando tuercen su purísimo sentido. Sinembargo, entre los crío
menes de la nacion católica que se estravía, hai algo de perdon i
de grandeza, algo de magnanimidad i de juicio gue 110 se encuen-
tra entre las naciones 110 católicas que viven estraviadas. Así es
que los honores ejecutarlos por los reformadores en el Norte so-
brepujan cn horror i \rencen en inutilidaJ de resultado a los
horrores que Jos católicos estraviados pudieron ejecntar en el me-
diodía de ]a Europa. Fclipe II c1'eyó scrvir al catolicismofomen-
tanda la Inguisicion, gue él no fundó.; pero Enrique VIII de In-
glaterra venció a'todos los monarcas católicos en el modo con
que fundó el protestantismo.
Se ha dicho, en primer lugar, que )a Inquisicion pertenece al
catolicismo. Esta es una mentira calumniosa quc inútilmente se
'ha qnerido hacer pa al' como verdad histórica: la invencion de
aquel tribanalno pertenece a In. Iglesia, sino a los hombres. Los
reyes católicos fueron sus fundadores, aquellos mismos reyes cuya
virtud i política, cuya grandeza i sabiduría han encontrado, no
diré un historiador, sino un admir'ador en Prescott, autor nada
sospechoso para vos, señor !lfurillo.
La Inquisicion considerada solamente como institucion polí-
tica (porque nunca fué otra cosa) tuvo dos épocas: una desde
Isabel ]a Católica, i ent6nces se puede decir que fué inofensiva a
la humanidad: otra desde Felipe 'II hasta su estincion, i entón-
ees fué hostil, ascsina e imperdonable. Pero al traves de los hor-
}'ores con que fué falseada, se alcanza a comprender la bondad de
sus resultados políticos, i ]0 agudo i admirable del pensamiento
que pre idió a su creacion~
Desgraciadamente no conocemos la Inquisicion sino por las
novelas. Schiller, Marmontel i otros poet:ls han tornado cuadros
aislados, i exajerado en las pinturas, hasta el punto de que, los que
no hemos acudido a la historia, habiamos llegado a creer verdades
todas las imájencs dl:llnovelista.
U n autor célebre, cuyo criterio filosófico hace de sus obras
una autoridad, i de su nombre un apoyo, dice, hablando de la
Illquisicion: "La Ioqnisicion con todos sus rigores en Francia i
en Esparra fué un privilejio de la corona mas bien que un tribu-
nal romano. En España, sobre todo, apénas salida de su lucha
postrera con los moros, compuesta de elementos tan diversos, tan
hetel'ojéneos i tan inflamables, si se hubiese dcjado crecer la here-
jía, sr~habria convertido en un desmembramiento i en una confu-
sion tal ¡¡ue en ~u seuo habría perecido la nacionalidad española
en medio de guerras intestinas que no se pueden imajinar i de
que no hubieran sido sino una sombra las guerras de relijion que
devastaron la Francia. En lugar de este desmembramiento, de
esta confusion i de esta ruina, presentó España el ~espectáculo de
la civilizacion mas precoz, sin contrat1iccion, entre todas las p'e los

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demas paises de Europa, i que tan solamente ha sido detenida en
su marcha por la súbita aeumnlaeion de riquezas que soL re ella
derramó el Nuevo Mll11do, i pon:! retroee~o de activid:'d quc esta
acnnllllacion llevó consigo," (AcGl's'¡ o XICOLAS, Del Pj'otes-
tanti!>7Ito i todas ¡¿en'jiu!>, en 8U j'flaclon con el 8OciulÍ87J'1o,)
Ioid ahora lo que dice Bálmcs, e~a gloria de E~paña cuyas
obras se os olviJó citar cnando hablá~tcis del Quijute i de las
Memorias de Godoi j oid lo que dice el primer filósofo de este
siglo:
"En efecto, i como ya llevo indicado mas arriba, para el comun
de los lectores que no cuidan de examinar a fondo las cosas, que
se dejan llevar candorosamente a donde quiere el sagaz autor,
que abrigan un corl'lzon sensible i dispucsto a interesarse por el
illfortulllo i qué medio mas a propósito para excitar la indig-
naciou, qUl.' prescntar a stl vista negi'os calabozos, caballetes, sam-
benitos i hogueras? En medio de nuestra tolerancia, de nnestra
suavidad de costumbres, ue la benignidau ue los cét<1igoscrimina-
les i qué efecto no debe producir el resuc,tar de golpe otros si-
glos con su rigor, con su uurcza, i todo exajerado, todo agrupado,
presentando en un solo cuadro las desagradables escellas que an-
duvieron oClll'riendo en difcrentes lugares, i en el e~pacio de lar-
go tiempo? Entónce teniendo el arte de recordar que todo esto
se hacia. en nombre de un Dios de paz i de alIJor, se ofrece mas
vivo el eohtrá~tc, la imajinacion se exalta, el coraZOll se inrligna j
i resulta que el clcro, los \llajistrado~, los reyes, los papas de aque-
llos tiempo;;, son cousiderados como nna tropa de verdllgos que
se complacen en atormentar i desolar a la humanidad. Los escri-
tores que así han procedido no se han acreditado por cierto de
mui concienzudos j porque cs regla que no dcueu perder nunca
de vista ni el orador ni el escritor, que no es !ejítimo el movi-
miento que excitan en el ánimo, si áutes no le convencen o no le
suponen convencido j i ademas es una especie de mala fe el tra-
tar únicamente con argumentos de sentÍlniento materias que por
su misma naturaleza solo pueden examinarse cual con~'ienc, mi-
rándolas a la luz de la fria razon, Eu talcs casas no debe empe-
zarse Iiloviendo, sino convcuciendo : lo contrario es engaflar al
lector.
"Hai tamlien <¡ne hacer otra observaeion importante que indi-
ca una de las eausas del rigor desplegado erl los siglos posteri9-
res. Cabalmente la Iuquisicion tuvo que empezar sns procedi-
mientos contra herejcs maniqueos, es decir, contra los sectarios
qlie en todos tiempos habian sido tratados con mas dureza. En el
siglo XI, cuando no se aplicaba a los herejes la pena de fuego,
eran eseeptuados de la regla jeneral Iv8 maniqueos j i hasta en
tiempo de los emperadores jentiles eran tratados esos sectarios
eón mucho rigor j pues que Dioc!eciano i Maximiano publicaron

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·~m el año 200 un edicto que condenaba a diferentes penas a los
maniqueos que no abjurasen sus dogmas, i a los jefes de la secta
a la pena de fueg-o. Esos sectarios ban sido mirados siempre como
graudes criminales: su castigo se ba considerado neccsario, nQ
solo por lo que toca a la reJijion, siuo tamuien por lo relativo a
las costuJ1Ib"es i al buen ónlen de la sociedad. Esta fué ll!la de
las causas dcl rigor que se introJnjo en esta materia; i añadién-
dose el carácter turbulento que presentaron las sectas que blljO
varios nomures aparecieron en los siglos XI, XII i XIII, se ati-
nará con otro de los motivos que produjeron eseenas que a noso-
tros nos parecen inconcebibles.
"Estudiando la historia de aquellos siglos, i :fijando la atencion
en las turbulencias i desastres que asolaron el mediodia de la
Francia, se ve con toda claridad, que no solo se disputaba sobre
este o aquel punto de dogma. sino que todo el órden social cxis-
tente se hallaba en peligro. Los sectarios de aquellos tiempos
eran los precursore eJe los del siglo XVI, mediando empero la
diferencia de que estos últimos emn en jeneral ménos dcmocráti-
cos, ménos aficionados a dirijirse a las mllsas, si se esceptúan los
frenétieos anabllptistas. En la dureza de costumbres de aquellos
tiempos, cuando a ellusa de largos siglos de trastornos i violen-
cias, 'la fuerza habia llegado a obtener una preponderancia exce-
siva i qué podia esperarse de los poderes que se v<"iau amenaza-
dos de un peligro semejante? Claro es qne las leyes i su aplica-
cion habian de resentirse del espíritu de la época."
(Bálmes-El protestantismo comparado con el catolicismo.)
Creo, pues, que he puesto COIItan podeTúsos ausiliares bien
clara la cnestion, i q.¡.lequcdais ya convencido de que no debeis es-
grimir esa arma. La Inquisieion eS parte de esas instituciones
que, segun vnestro juicio, arrebataron a la raza española su sávia
vigorosa; j os digo qne si fuera cierto que las leyes de Ft'lipe II
tuvierOI1 tan imensa pesadumbre, i si de réras bnbieran influido
en la raza española, la ~oestion estaria l'edueida boi a hablar de
un pueblo que existió. Pero ese pueblo exi~te apesar de esas le-
yeR, i, ó no Jo afectaron ni pesaron sobr:e él, o si pes¡u'on debie-
1'011 aniquilarlo, estermin:\rlo, i si vive, si es_pueblo aún, es por
un milagro.
En este caso, os invito a salndar al pueblo hijo de un milagro:
os convido a creer qne Dios no salva una jeneracion de brutos
sino de hombres, i que cuando la salva, no es para que vuelva á
morir de oscnra muerte, sino para que cumpla un destino glorio-
so qne le esconcie en su porv~nir.
Saludemos el porvenit de España! EIl~ está reviviendo bace
muchos años: sns destinos no importan a los nuestros sino como
los de una naeion hermana, i debemos complacernos.
Abandonando la Inquisicion, apartándonos de la 50mbri& fa-

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chada del palacio en que funcionó aquel tribunal que detestamos,
pasemos, en busca de mas risueñas escena. i paisajes, a los puer-
tos e~pañoles. De ellos surjen las escuadl as que llevau Jos aven-
tureros a nuestra hel'lllosa América: vamos COlJ ellos a nuestro pa-
trio suelo, i examinemos los hechos de la Conquista!

CARTA V.
LA CONQUISTA I LA INDEPE1WE:'<CIA.

Señor doctor Manuel Murillo. Bogotd, 2 dejunio de lS1í9.

:Mis pequeños intereses me llevaron al campo en la semana


pasada, i este fué el motivo porque se atrasó la presente carta.
Vuelvo ahora a continuar esta correspondencia, a la cual no
deseo otro resultado que enjendrar en el ánimo de algun lector
la idea de estudiar sériamente la euestion española.
Pasó, o debe haber pasado, el tiempo en que no encontrába-
mos otra mejor Illanera de solelDnizar nuestra gloriosa indepen-
dencia, que acumulando adjeti,'os contl'3 el leon ibero .•.•
Elleon ibero fué el nuestro: en sus cuarteles estaban nues-
tras glorias: con él, de pues de la Cruz, se realizó la conquista de
estos paises, cuyos naturales fueron vencidos por nuestra raza.
En ese corto viaje que tuve que hacer i por el cual interrum-
pí mis cartas,fuí a uno de los pueblos que rodean a Bogotá, la ciu-
dad española. Allí ví la iglesia junto a la ca a señorial j allí, como
e todos los demas pueblos de nuestras comarca~, pude observar
el tropel de indíjenas que acuden el domingo a recibir la ben-
dicion del Dios que les anunciaron los conquistadores: parado
en el !Jalcon del castellano, meditaba yo sobre la suerte de los
americanos i sobre la conducta de los españoles.
En mi última carta dejé los buques que zarpaban en los puer-
tos iberos, listos para arrojarse a ese mar sordo i profundo que al
fin dominaron. La Conquista era la que reunia primero las <;ara-
belas en que vino Colon, i en seguida las numerosas velas que
mas tarde condujeron a Cortez i a Pizarro, a V¡ddivia i a Queza::'
da, a Américo i a Magallánes, a. Belalcázar i a Hobledo, a toda
esa pléyade de héroes que acometieron i dieron relice cima al
mas gl'andio~o hecho que rejistra en sus pájinas la historia. hu-
mana.
La jigantesca empresa de la conquista está vinculada en la
raza española, como Ilna gloria esclllsiva. El sublime pensamien-
to de Colon habia sido calificado como de ulla locura en todas
las cortes de Europa a donde habia llegado, annncianuo un nne-
vo imperio a los reyes,i rejiones uesconocidas al comercio. La lucha
atroz entre el jenio i la ignorancia, entre la ca10rosa conviccion

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del inspirado i la "fria burla de los profanos, llevaba el desaliep-
to i la amargura al ánimo de Colon, cuando encontl'ó con el pri-
mer tlOmbre <le buena voluutad, con el primero que vió en el pen-
f'aruiento del marinA jellovef', no una locura siuo un prodijio.
Ese hombre de lmena voluntad era "Marchpna.
Pocos años dcspucs hubo en ese suelo <!;.pafiol otra persona
que acojiera igualmcnte ~u idca, i le chera los medios de realizar
a los ojos del mundo su nunca vista locnra. El marino partió de
Palo§. i encontró nuestra patria, .halló nuestra América.
Gloria a Colon! Gloria a Isabel 1!
Escuchad, señor Murillo : vos habeis dicho que sentíais que la
conquista de estos pai cs no sc hubiera hecho por la raza ingle-
sa, como sucedió en la América del Norte.
Teneis que convcnir cn que la conquista se debia hacer natu-
ralmente por la nacion qne realizara el descubrimiento: esto cra
natura1.
"Yo descubrí, yo conqn:sto," cs uua frase que nadie estraña.
"Tu descubriste: yo conquistaré, es un absurdo, corno es abo
surdo la esplotacion de toda idea ajena en perjuicio del que la
inventó i la reveló al mundo, i está en disposicion de perfeccio-
narla.,
Pues bien: el descubrimiento no podia ser becho sino por
la raza española .... Los signos intelectuales que la caracterizan,
lo mismo que los que esplican la historia de la raza inglesa, me
aseguran la prueba de esta asercion,
En aquella época en que las ciencias no estaban adelantadas,
i en que las verdades científicas no podian pasar sino como cál-
culos, los grandes descubrimientos en todo sentido no podian ser
llevados a efecto por el estudio cuanto por la inspiracion i el ar-
dimiento intelectual. Es decir, que esos hombres de naturaleza
apasionnda, de pasiones jigantescas, de abnegacion esquisita, de
espíritu aventurero, fuertes con su fe relijiosa qne boi se llama fa-
natismo, orgulloS'Os con su valor, confiados en sus fuerzas,'los es-
pañoles, en fin, esos españoles que tan mal papel representan hoi
ante los frios mercaderes qne se han enriquecido con nuestras con-
quistas ; los españoles eran los únicos que podian Iamzarse en pos
del pensamiento de Colon. .
Desde que existen las dos razas, este ha sido el camino ordi-
nario que han segnipo. La primera raza 'crea; la segunda per-
fecciona. IIoi mismo vemos a los ingleses perfeccionando todo lo
que inventaron los españoles i algo de lo que inventaron los
franceses.
De manera que si yo suprimo la raza qne desarrolla, nues-
tras creaciones se alzarán como soles, para perderse como se han
perdido tantas cosas de qu", el lujo intelectual de la raza espafio-
la no ha hecho caso. 1sí vos suprimis la raza creadora, nos ha-

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liaríamos con diez millones de operarios sin trabajo, esperando
en vano la inspiracion que nunca q·uemará su fria naturaleza.
Pero Dros qnc es tan sál::io como nosotros ignomntcs, no qnicre
aniquilar cl mundo suprimiendo esas dos fuerzas combinadas que
dan por rcsultado la libertad, el vapor, el telégrafo, la impl'enta!
1dejando a la raza latina, o mcjor diloho, a la raza espaíiola, el
reinaúo del espíritu, constituyó junto a su imperio el reinado ma-
terial de la raza jerlllánica.
El señur Samper ha dicho en la pájina 13 do sus" Reflexio-
nes sobre la Federacion colombiana" :
"Dos grandes razas se han hecho, desde siglos atras, los repre-
sentantes de los dos elementos humanos. La raza jermánica, na-
cida en las rejiones heladas del N arte, se ha encargado de fundar
el poder del dinero, de la industria, de la materia, de las máqui-
nas. Fulton i Morse no han sido mas que apariciones 16jicas de
ese mundo, material. Milton, Shakespeare, Byron, Grethe i Schi-
ller no han sido sino fenómenos allí.
"La raza latina, constituida en las rbjk)lles ardientes del Medio-
día, en las rejiones de la Grecia, Italia, España i la Galia france-
sa, ha fundado i mantenido )a soberanía del espíritu, es decir, de
las ciencias, de las bellas artes, del heroismo, de la gloria, del eo-
razon rebelado contra el egoismo del cálculo i del dinero.
"t Cnál de los dos elemeutos triunfará? Desgraciada. la huma-
nidad si la balanza se llegase (l. inclinar de un lado solo I Ella no
vive sino del equilibrio, de la armonía de esas dos fuerzas impe-
riosa5. Roto el equilibrio, las sociedades se desquiciarian.
"Dejad ,,1espíritu industrial sin contrapeso dominando el mun·
do, i todos 105pueblos se corromperán hasta el exceso: tendreis
nuevas Gomarras i Sodomas.
"Dejad qne el espiritnalismo solo impp.re sobre la tierra, iIml
sociedades morirán de miseria, de hambre, de consuncion.
1, Es llecesario que la lncha exista, para que el equilibrio se
mantenga i dé por resultado la civilizacion o el progreso uni-
vcrsal."
Despnes de esa hermosa pájina, yo no tengo nada que añadir
en favor de mi' tésis: nada, sino haceros notar otra vez que la
raza espaíiola qne era de todas las naciones latinas la que establ\
en mejor posicion, fué la que naturalmente debió conquistar por-
que era la que poJia descubrir; i siendo ella la que debió con-
quistar, ella filé la que debió poblar i hacer suya en toqo sentido
la gloriosa adqn:sicion.
A):J.orasí podemos examinar la Conquista.
Se ha tachado de párbaros, de crueles, de sanguinarios, de fe-
roces, de supersticiosos, de fanáticos a los cspaíioles. Ya veis, se·
fiar, que no olvido ni un solo aújeti,·o. El carácter que distingue
a los espaiioles de la conquista, decis vos en vuestro articulo, Clí
el desprecio de la vida propia i ajena .•••

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(
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Yo no sé si me engaño; pero creo que vuestra sonora frase
no es otra cosa que una hermosa definicion del valO1', i que que-
riendo hacer un cargo a los españoles, les liabeis be,'ho nl1 elojlO.
Efectivarnentr, el desprecio de la vida p¡"opia es lo quc constituye
el valor: i quó cosa es el desp¡"ecio de la vida ajena? U na consc-
cuencia del desprecw de fa vida p¡·opia. El s('gundo micllIuro de
vucstra frase es casi una redundancia; pues no pneden destruir
la regla jeneral algunas escepciones, porque si han existido hom·
bres qne desprecien su vida i respeten la ajena, estos hombres
no se encuentran sino en el tipo divino del misionero católico. 1
digo católico, porquc es sabido qne el misionero protestante no
desprecia la vida ajena, pero cn cambio se guarda muí bien de
despreciar la vida propia.
Pcro fucra dcl misionero católico, quién es el béroe humano,
cuál el guerrero que respete la vida ajena? Tingnno.
Así, pues, tenemos por vuestras mismas palauras qne cl con-
quistador español era valiente; i yo agr( go el titulo de héroe al
calificativo modesto qne vuestras palabras le dan.
-i Cuánto se ha escrito i se ha dicho sobro los horrores de la
conqnista! Pero yo daré por primem respuesta un verso de
nuestro poeta Ortiz :
" Nuestros padres pecaron; mas la historia
"Ménos pájinas cmentas contaría
" Si la conquista hiciél'llse algnn dia
" De El1ropa por cm~lquiel'a otra nacion ?"
Figuraos, seüor, a los franceses i a los ingl('ses, a Jos alema·
nes i a los rnsos, a los italianos i a los portngeses conqnistando ;
areeis que algnna nacion de Cf'as huLiera sido D111S1111J]1l1lla, i hu.
biera dl'jado de embriagarse a la vista del 01'0 en ml1ntoJ1('~, Jc la!?
per/fls en c: scadas, de las cjudade~ indijenfls cargarlas de riqnezas?
Lástimfl grande fno)qne los españoles mancJlaran sns triunfo$
con la Jestruccion de millarc de inJio~ qne podian haber conser-
vado. Vos i yo hubiéramos qnerido qne e ta conqnista se llubiese
hecho pacíficamente: vos i yo, en fin, exijimos que lQS pncblo$
guerrcros (kl siglo XIII respetaran los derechos como se respetan
en el siglo XIX.
Pero állluos nos olridamos de muchi~ima~ cosas que e~ preci-
so tener en eucllta, i que disminuyen en seis octavas. pltrtes la
responsabilidad que pesaba soLre nuestros ..... fcroces, iba a de-
cir, pero 111 e acuerdo quiénes son, i digo: sob¡'e nue~t¡'os pad1'es. .
Esas cosas qne es preciso tener en cnenta, son: la época, las
ci1'cunstancias, la falta de sancion inmediata, las ideas dominantes,
los lugares, la naturaleza de los hechos, la falta de impunta., i el
estado de las naciones ame¡·icanas. De la apreciacion jniciosa de
todas .estas circunstancias reunidas, debe salir la verdadera S()r¡-
tencia, justa i acertada, EObre los ospaíioles.

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1 esa sentencia será, no lo dudeis, a favor de ellos.

.. La epoca. Pedirle a un hombre del siglo XIII la civilizaci<ffi


del siglo XIX, es cxijira un salvaje del Andaquí que renuncie en
meclia hora a ]a flecha i tome inmediatamente un libro de fiJo-
sófía.
Las ci?·cunstancias.Cuando se piensa en que nn pnñado dc hom-
bres entraban a imperios dilatados, i libraban combates a muerte
a miles tic guerreros armados i astutos, se viene en conocimiento
de que no erau el Jobo que devora ovejas, sino el ]con que lutha
i vence.
La falta de sancion inmediata. Ponedme a homl>res, a aven-
tureros ciegos i arrojados cometiendo crímenes cn un desierto,
aplaudiéndose l1110S a otros, i rivalizándose en valor, i ved si es
posible que el derecho de las naqiones vencidas clamara mas al- .
to que el derecho de los vencedores.
Las ideas dominantes. No os citaré muchos ejemplos, por-
que con uno solo me basta. Todct la Europa, notacllo bien, tuvo
tales creencias respecto de Jos indios, que nos morimos de lásti-
ma i de risa cuando leemos hoi Jo que se escribia entonces. La
filosofía discutió sobre si Jos indios descendían del primer hom-
bre o del primer mono. Robertson tiene a este resp~¿to cosas
curiosísimas: entre otras muchas. suprime enteramente la inte-
lijencia en los indios, disparate ilue rebatió victoriosamente el
apreciable jesuita Velazco, nuestro compatriota. A la manera de
aquel filósofo que echó a andar delante del que negaba el n:lo-
vimiento, Velazco, contestando el cargo de torpeza, exhibió los
nombres de todos los indios que, con educacion europea, se ha-
bian señalado i héchose glóriosos tanto en las ciencias abstractas
como in las artes liberales. Sabido es llOi, por ejemplo, que la
constitucion del iudio americano rechaza perpetnamente )a sífilis,
i que necesita de una corrupcion estraordillaria para llegar a
contraer aquel nlal europeo; pues bien: no faltó un ingles que
dijera que el gálifo venia de la raza india. Con tales i<leas sem-
bradas en espíritus incultos ¿ el'eeis que se pudieran pe<1ir Illuchas
consideraciones a favor de pueblos a quienes se les negaba ]a ra-
cionalidad ~
El lugar. En medio de desiertos interminables, de rejiones
vastísimas, dividi<1as de Enropa por el Atlántico, sin comunicaeion
frecuente con la Metrópoli,era imposible qne el pueblo ni el gobier-
no español impidieran los excesos que eometian su aventureros sol-
dados. Vos, señor, habeis sido jefe de un gobierno,i nos podeis decir
si apesar de vuestra inteJijencia i patriotismo, apesar de que gober-
nábais un pais civilizado i poblado, con Jeyes anteriores, i anterior-
mente constituido, os era darlo atender lo mismo al retirado can-
ton,a la humilde i lejana parroquia que a la ciudad capital que tenia
el honor de daros hospedaje. Imposible! i si fuera posible, cuan

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'-38 -
triste os seria cargar con una responsabilidad tan enorme i t~n
superior a las fuerzas humanas! Solamente Dios vela por el rei
i el vasallo, al mismo tiempo que por el insecto que se arrastra
bajo la boja de un bosqne oscuro,
La natul'aleza de los hechos, Bu~cad cuidadosamente en la
historia de todas IRS conqnistas, i vel'eis que el carácter de rapi.
ña, de crueldad i de esterminio han seguido i siguen siempre las
haces _de todo triunfador. Sin embargo, solo nna conquista ha
dado a los vencidos su relijion, su lengua, sus costumbres,
su nacionalidad, sus artes, i sn fuerza; i esa conquista fué la
nuestra, la de Españá,
Lafalta de impl'enta. Si el periodismo hubiera existido ba-
jo Isabel la católica, cuan fácil habria sido denunciar al mundo •
los crímenes de la actualidad! Vos en el Tiempo, yo en el Porve-
nir, si la conquista se real1zara ahora, uniriamos nuestr:ts voces
protestando contra todo abuso, contra toda fuerza material; i me
venceríais en talento, pero no en filantropía; yo os vetlceria en
constancia a favor del oprimido, pero no podria venceros en habili·
dad para poner en claro sus derechos. Sin embargo, tal vez no
hubiéramos uniJo nuestras voces, porque vois que habeis revivi·
do las acusaciones de crímenps lejanos cuando se trata de aliarnos
con dnlí nadon hermana, siempre que se ha tratado de anexar·
nos, C? sea entregamos a una nacion hóstil" os habeis callado res~
pecto a los c1'ímenes acl'l1ales de esa nacíon que, segun vuestro
juicio, debiera haber conquistado estas rejiones! Ob, señor! mu-
cha ~ena Irte causa ver que vuestra intelijencia ha fallado a favor
de los yankees como conquistadores en contra de los españoles co-
mo conquistadores, sabiendo como sabers que la destrl1ccion actual
de los indios norteamerir,anos por medio del veneno, del aguar·
die\1ooi de los pertos de pre-sa, és el mas clamoroso crimen etue
los siglos han presenciado! Vos me direis, señor, que los españo-
les tuvieron un Las-Casas que atravesara trienta veces los mares
para llevar al trono español la cristiana esposicion que de la con-
quista se haciá, i que no por eso se minoraron los horrores. Mas,
- yo os contestaré, que demasiado lidiaron los españoles cohtra sus
indócílcs guerreros para que fueran humanos; que escriMs están
las leyes de Indias, lás cédulas i ordenanzas para que las consn1-
teis, i m,e digais si faltó interes o prevision por los desgraciados
hijos de este suelo. '
Es'tado de las naciones americanas. Esta, en fin, es la última
circunstancia de las que yo recuerdo, que minoran Jos cargos sin
justificar enteramente la comluGta de los conquistadores, Los la·
tinos ,tenian una máxima filosófica apoyada n una teTl'iole ver-
1

dad; Quern Dcus vult pérdel'e, decian, priu8 dementat. La divi-


cían t1'(lela esclavítud, decia diez siglos después un pnbliclsta
francés; i en ninguna parte se vieron mejor cumplidas tan tristes
•. - , ,3

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-34-
observaciones de la naturaleza humana, como en las naciones
que se alzaban sobre el suelo de América, a la época en que Cor-
tez tocó en Méjico, Pizarro en Quito i Ql~ezalla,en el pais de los
Chibchas. Los bandos i parcialidades que, mas que el valor de
los cnemigos, destruyer~m a Granada en España, i dieron cuenta
de la libertad de la noble Italia, cuando los Güelfos i los Gibeli·
nos; los bandos i parcialidades qne actualmente están llevando,
a la carrera, nuestra Nueva Granada a la esclavitud, a la disolu-
cion j los bandos fueron los que entregaron los desgraciados in-
dios a los audaces conquistadores. Motezuma, Atabnalpa, :guas-
car, i Tisquesusha fueron los p 'incipales verdugos de sus nacio-
nes. Que el polvo les sea leve, i no pesen sobre sns tumbas las
cadenas de sus descendientes!
N o soi fatalista, señor, pero encuentro en la América del si-
glo XIII algo que no sé esplicarme, algo que abría el campo a
los conquistadores, parecido a la cólera de Dios, parecido a'lo
que sentia en si aquel bárbaro que decia: "hai algo en mí que me
empuja a saquear a Roma,"
Ese algo siempre es terrible: yo no lo esplico porque soi ig-
norante. No soi fatalir,ta, lo repito, í mi¡¡ ideas como católico,
respecto de la Divinidad, están llenas de fé i de esperanzas, son
casi risneñas j pero me sobrecoje ese "algo" que sienten las na-
ciones i los individuos, cuando Dios empapa en ira su dedo invi-
sible i lo pone sobre una carne para abril' nna llaga que obligue
a los médicos de las naciones i de los individuos a mirarse sor-
prendidos, como los módicos de Galerio, cuando luchaban contra
la lepra de aquel emperador! Sí! tengo miedo 'a ese "atgo:"
terno que alguna vez lo sientan irresistiblemente los inmorales
Estados del Norte respecto de esta desgraciada nacion~ eu donde
yo percibo" algo" que me dice que nuestros nietos no vivirán en
nuestras casas! ••••••••
Réstame para terminar esta breve meditacion sobre la Con-
quista, contestar vucstro último cargo acerca de la misma Con-
quista: la supersticion, elfanatismo de los españoles.
Entendámonos, porque debemos entendernos: hace trescientos
años que el mundo protestante est~t llamando "fanático" al
mundo católico. La España, en donde están firmemente arrai-
gadas las creencias romanas, ha sido llamada fanática. Es ese
fanatismo el que increpais? Si es ese, os doi una mala noticia:
están tan fanáticos todos los espaíioles del mundo, i tan fanáticos
somos los hispanos-americanos, que debemos perder la esperanza
de que la raza l,)spañolacon todas sus ramas se vuelva protestante.
8Improbais el hecho de traer una relijion, i ser esta la católica,
a las nacioncs sojuzgadas? Pues sabed que esa es la única parte
tolerable 'de la conquista: ella clavó la Cruz sobre los Andes, i
por es? ' mil cosns mas, bendita sea! . Los españoles trajeron al-

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5)
-35-
tal', i ap6nas llegaban a unll comarca, hacian iglesia: en derredor
de la iglesia se levantaban las ciudades .••• Santo fanatismo!
Pero tal vez os hago una injusticia: vos no improbais el
anuncio de la relijíon católica, sitio la crueldad de linos pocos
hombres que, a la sombra de la Cl'llZ, derramaban sangre ••••
Esos hechos 'Pertenecen a uno, treinta o cien individuos: yo Jos
execro tauto i mas que vos; pero las escepciones no constituyen
la regla. .
Decis tambien en vuestro artículo qne "los españoles no vi-
nieron a fundar familia ni civiJizacion en América," i no sé en
qué pellsábais, sefior, cuando dijísteis tamaña mentira histórica.
Que los primeros descubridores no vinieran a fundar la sociedad,
se supone; pero de la segunda espedicion para adelante t a qué
venian esos hombres que al llegar hacian casas, sino a fundar
sociedades? i Con quó objeto traian la mansa res, el caballo i el
perro amigos del hombre, la útil azada i el arado i todas las
semillas que pueblan nuestros campos artificiales, alIado de las
que América producia? t Para qné levantaban sólidos edificios
que existen aún? para qué colgaron puentes sobre nuestros sal-
vajes i pintorescos torrentes? por qué elevarou nna capilla en cada
eminencia i cuadraron una plaza de mercado en cada ciudad?
Si nO era para quedarse i fundar sociedad española entre los bos-
ques !latíos, no sé para qué hacian todo lo que hicieron.
No estrañeis, señor, que yo me esfuerce en defender a los con-
quistadores: desde el principio os dije que esta era una cnestion
de familia, i no habeis querido creerlo. A I maldecir la raza
española un hispano-americano, escupe al cielo. No estrañeis, os
lo repito, que trate de vindicar la memoria de los compañeros de
Juan de Olmos i de Anton de Olaya, descubridores del valle de
los Alcázares eop. Quezada, encomenderos i fundadores de la
buena ciudad que nos dió cuna i me dará sepulcro, si Dios !nc
deja morir entre los que hablcn mi lengua i profesen mi relijion.
No sé si Olmos i Olaya fueron pobres o ricos, pecheros o hidal-
. gos: cónstame solo que eran abuelos de mis padres, i que por
mui mala que sea su sangre, por mis yenas corre. Tengo el ca-
pricho de amar!os,i estar mas contento con que ellos descubriesen
estas rejiones que no los súbditos de Enriquc VIII, de quiellcs
si yo descendiera, habria hcredado su lengua i tal vez su relijion.
Las historias de la leva Granada no han eternizado la me-
moria de csos dos españoles uniéndola a la de algun hecho crimi-
noso ejecutado -por ellos: tengo satisfaccion en figurarme que en-
traron en el número de los pspañoles que "iuicron a habitar estas
rejiones sin odiar ni oprimir a sus habitantes.
Desgraciados indios que vivís en la llanuras del Bogotá, i que
no posceis ya ni un palillO de tierra! Los españoles os qnitaron
vuestra nacionalidad, i sus hijos \ \l(dra tieua: 110 hai,uno solo

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-3a.-
entre vosotros que haya sido llevado a un colcjio,pobres jornaleros 1
Os han hécho olvidar vuestro armonioso len~uaje i os han obligado
a servir de soldados en nucstras guerras civIles, en cuyos triunfos
nunca habeis tenido ni el mas pequeño intereso Con una opresion
moral, con un abandono fel'oz, cada dja mas indisculpable, han lo-
grado dañar la conformacion fisica de vuestro cerebro, hasta el
estremo de que ya no sabeis pensar, ni sobre vuestra suerte. Mas, si
algun pensamiento os anima alguna vez i lo empleais en meditar
sobre estas cartas· que dirijo al Dr. Mnrillo, no vayais a hacerme
la injusticia de pensar que yo, al defender los conquistadores, os
ataco. No, nacion desheredada: yo en vez de aboneceros, siem-
pre os he amado i respetado. ¡Plugniese a Dios que yo fuera
indio como vosotros para incitaros a trabajar en reconstituir vues-
tra nacionalidad, para trabajar por .que vuestros hijos aprendieran,
las artes i las ciencias europeas, i haceros así fuertes como ellos!
Hasta he soñado alguna vez con ser vuestro, i me he lisonjeado
con la idea de hallar 'padres entre los chibchas! Pero no"os per-
tenezco, no soi vuestro hcrmano sino por el comun Oldjeni por
la relijion que abrazásteis. La causa que hoi defiendo no es con-
tra vosotros, sino contra los quc cnlodan la memoria de vuestros
conquistadorcs, apesar de que son sus llijos j contra los qUE;se'
"atreven a hah/ar de la independencia cuando vosotl'OS sois los
verdaderos esclavos. Dormid en paz, héroes muertos: vivid en
paz, indios cautivos! El Selior no señaló entre los dias que creó,
aquel en qne debiera lucir la verdadera independencia americana:
la independencia de 105 indios!
Si el DI'. Murillo hablara a favor de vosotros únicamente, i si
hubiera trabajado a favor de vosotros, yo habria hablado solo
para ayudarle. Pero si él habla contra nuestra raza, es a favor
de una raza mas estraña todavia, la de los enconados opresores de
vu~stros hermanos, la raza de los que, al oprimiros, no nos deja-
rian ni el consnelo de aliviar vuestros dolores en el seno de una
relijion verdadera i consoladorr.!
Esto, señor MUl'illo,diria a los desgraciado!! indios si me oye-
ran j pero hasta de oídos carecen! A los indios podl"ia oir yo
duras palabras contl'a los nobles aventureros de España; pero a
vos, hijo ele uno de ellos, que .renegais de vuestra raza, para enco-
miar la de viles aventureros, a vos os contestaré todo lo coutenido
en esta carta que va haciéndose mui larga.
En la siguiente examinaremos la Independencia, i habremos
concluido con los cargos jeneralcs contra esa nacion ;. porque la
tésis que tan sin razon sentásteis, sosteniendo que la España no
tiene de qué gloriarse, en punto a letras, sino el Quijote i las me-
morias de Godoi, será cargo que tratarcmos entre los particulares
para poder particulariza?' i eternizar, si es posible, asercion tan
cstraña.

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-37-

CARTA QUINTA.
LA INDEPENDENCIA.

La Independencia de Colombia i de la América. entera ha s~-


do un hecho universalmente aplaudido. El mundo terrestre nece-
sita CillCOpal'tes: el mundo moral necesita tambien para sn do-
minio cinco partes. La creacion de grandes nacionalidades enro-
pells en nuestro continente era un beneficio universal, i pOI'lo tan-
to la Europa tenia qnq felicitarse de elIQ,porque ella ha represen-
tado al mundo en la civilizacion cristiana, como Asia lo represen-
tó en la civi!Jzacion antigua, como Am.él'ica lo repl'esentará en la
civilizacion vcnidera.
I la Europa tenia qne felicitarse de ese suceso, porque aun-
que al crear esas nacionalidades les habia dado una parte de su
fuerza i de su vida, en cambio lograba la inmensa ventaja de aco-
modar a todos sus hijos desheredados, constituyendo en naciones
la parte exhuber,¡nte de sus pueblos.
Quién habrá, pIlCS,que no acepte i no bendiga la creacion de
laAmérica europea?
I aceptando a América, quién podría rechazar a Colombia i
I el que tiene el lejitimo i jnstisimo orgullo de envanecerse
por haber nacido en el territorio colombiano, pudiera no victo-
rear su indepe,ndencia !
Yo la amo, señor, i hago algo mas, porque la admiro; i mas
aún, porque desplles de la relijion que profeso, que es pan para mi
alma, nada encuentro de mas grande que la creaciou de nn pue-
blo libre irrevocablemente, que ha levantado sns banderas sobre
su territorio libre para siempre, en cuya asociacion encuentro de-
rechos i garantías para mi conciencia i mi cuerpo.
Pero despnes de Colombia i de nuestr'iS hermanas america-
nas, nada eucuentro' mas grande i nada mas puedo ama!' sobre la
España. Las relaciones de esta nacion con la nnestra, i el papel
que cada una representó respecto de la otra en la guerra de la
independencia, serán el objeto de la presente carta.
Tenemos que volver a la Conquista POI' un instante.
Os gustan las comparaciones, señor? ~:redireis que ademas de
ser odiosas, nna comparacion nllnca es razen: conveflgoen ello;
pero hai casos en que viene tan bien! I para una intelijencia corta
i finita como la del que os propone el estudio de estas cuestiones,
nada hai mas útil que un símil, porque metodiza entónces su ra-
ciocinio, i va a un resultado por un camino previsivamcnte trazado.
Fiugraos, señor, que al fin de los Llanos de Casanare, cerM
de nuestras incógnitas fronteras, allá en esa hoya del padre Ama-
.zonas, se descubre de repente una comarca que la jeografia nC)!

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-38-
ha incluido en su dominio: figuraos que esa comarca, o cualquiera
otra, gracias al razonamiento sicmpl'e calmado, i siempre observa-
dor de nuestro diplomático Madrir1, resulta Gr parte integrant.e
del territorio de Nueva Granada, bien deslindados los derechos de
csta do los dc nuestro podcroso i foli,.;vccino el imperio del Brasil.
Ya hall Llegado las primeras noticias dc los veneros riquísi-
mos: algunos esploradores parten a buscar a la instable diosa de
la Fortuna entre csas selvas maravillosas, i vucl\'eD, no cargados de
racimos como los esploradores dc Josuó, sino de granos de oro,
como los esploradorcs de Colon. Junto con la fama de las aurífe-
ras corricntes, viene la del clima ameno i el suelo fórtil: hai allí
una nacion salvaje que disfruta en paz de las injentes riquezas
que pasan en sueños delante de nosotros. La poblacion se alarma
. de alegria i de novedad: todos los pobres piensan en la realiza-
cion del viaje; todos los ricos sueÍlan i calculan en las ventajas de
la espedicion. Ko se toman en cuenta los peligros, ni los olimas'
insalubres del camino: se sabc quc no todos los quc partan cn-
trarán a la tierra de promision; pcro ninguno crcc quc él es el
escojido para entregar su cadáver solo i desnudo en la selva en-
marañada que va a atravesar.
En este estado están Jas cosas: el gobierno da tambicn algu-
nos pasos; el congreso sc reunc: vos sois scnador: ya habeis
meditado sobre las ventajas que reportará nuestra patria al aUegar
aquellas inDlcnsas riquczas quc ora:pisa indifcrente i supersticioso
el desnudo i salvaje habitador del Andaquí. Vuestro patriotismo
os inspira; el conocimiento que teneis de nuestro pueblo bajo,
pobre i resentido contra Jos ricos, os pone fácilmente en el cami-
no de una mejora social, o por lo mónos de un alivio. No se ha
de decir que otro ántes que el doctor Murillo desenvolvió los
grandes plancs i profundas combinaciones para utilizar aquella
hermosa adquisieion: en vuestro ardoroso amor por la patria ya
veis la estirpacion de todo cheque i de todo vale: ya sonais en
el dia e11 que .Mackintosh, apoyado por Clarendon, no ultraje el
decoro nacional amenazando con bloqueo si no le pagan: veis a
vuestra patria libre, jibre, porque ha desaparecido ese odioso pa-
rágrafo invisible qne agregamos mentalmente al primer artículo
de nuestra CODstitucion : '
"La república es soberana, i no podrá ser patrimonio de ningu-
na familia ni persona .•••
" Siempre que pague los dividendos de la deuda inglesa. "
En fin, el horizoute se aclaró con montes <.le oro: el ~'ayo ya
no bajat:á sO~l'enuestra bandera de áurea lanza. Estamos salva-
dos; i vos sois el primero que ha desarrollado planes sobre el ri-
co Caquetá.
Quó encontrais ~Lasta aqui de reprensible ~ Nada. Pues ha-
cedme la justieia de ver en nuestra sitnacion la de España.
Sigamos con la eomparacion.

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-39-
Los aventureros parLen de Bogotá; pero quiénes son esos
aventureros ~ Seríais vos ~ Dejaríais yuesLra casa i vuestra posi-
cion, vuestros estudios i vuestras coronas para ir a arrostrar la fle-
cha del indio i la macana del caquetano ~ Iríais a desafiar la in-
clemencia bajo el árhol del desierto, cuando aquí en un clima
suave i en abrigado albergue, no deja de ser delicada YllCstrasa-
lud ¡ No: vos no iríais, ní iria el doctor Ospina, ni ef señor Ancí-
zar, ni el doctor Madrid, ni los redactorcs del Tiempo, ni los se-
cretarios de Estado, ní los abogados ricos, ni los arzobispos, ni
Jos comerciantes j,lustrado~, ni los poetas, ni los médicos de nu-
merosa clientela, ni' Jos que distrntan de la vida en placeres, o del
dinero en negocios. Quiénes,iran ~ Todos los deshercdados de la
sociedad: todos los qu carecen de dinero, de edllcacion, de po-
sicion, de ,ambiciones pacíficas. Quiénes iran ~ Los artesanos po-
bres, los hijos de familia, los soldados.
Sucedió otra cosa en España ~
Llega aquella turbamulta, i tonlla posesion de ese pais que
tiene un dueño, i cuyo dueño vive en él. i Ataque a los derechos
de los salvajes! Los reclamaríais vos, siquiera ~ Os pondríais en
el camino a impedir la inmigraeion? Se os ocurriria siquiera,
se le ocuriria a alguno que haeian mal 111le8trosfuturos colonos
en buscar sobre la superficie del suelo el lugar que mas les eon-
viniera ~
Llega aquella turbamulta, i, como torrebte al fin, arrastra
cuanto encuentra a su paso. :Malhecho, mui mal heeho; pero no
se puede pedir otra cosa de hombres a\'entureros que no llevan
entre sus filas nn hombre como vos para que no deje desbordar a
ese puebl9 peregrino i conqnistador gue ha dejado de asustarnos
eon amenazas de revolucion si no hace el gobierno esto o aquello,
para ir a labrarse por sí solo una brillante suerte.
Pero, me diríais vos, no faltará quien diga desde allá lo que su-
cede para que el gobierno ponga remedio. No os fieis en 'esta
esperanza, señor: el gobierno no pondrá remedio ....•
Decidme, no os he pintado en esta segunda parte de mi com-
paracion la situacion de España ~ Qué encontrais de reprensible
en el Bogotá que se queda i en el Madrid que se queda ~ Qué de
malo en el Murillo que no ha podido ir al Caquetá, ni en el Cis-
néros que no'pudo venir a América ~
Sigamos:
El pueblo estraviado en inmensos bosques i en miles de vere-
das que habia ahondado el ehacal pero no el hombre, ha llega-
do al fin a su destino: se dió cita para el Dorado, i allí lo en-
contramos. Llegó, i tras los horrores ejecutados, busca lo que le
falta, busca el pueblo, la cl'eacion del hogar i de los goces de
familia, la constitucioll política i las garantías individu¡¡.les, por-
que tiene ya mucho oro, pero lIecesita cómo asegurar la posesion
de su oro.

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-4Q-
Busca lo que le falta, que es todo, porque ya sabeis que el
oro llena los bolsillos, pcro nunca el corazon.
Se instala en nacion subordi)~ada al Estado de Cundina-
marca, o bien forma un Estado aparte, pero obe(leciendo al Go-
bierno jeneral de la Conf('deracion. Qué cosa mas natural ~ Gra-
nadinos eran los que partieron, granadinos los que viven al pié
de su Dorad~: habrían dejado de S\lr granadinos en el hecho
de pasarse al Caquetá~.
Ya tenemos la colonia granadina: decid me, no os parece
idéntica a la colonia española ~
Sigamos.
El pueblo os ha elejido para Presidente, en competencia con
el jeneral llcnan i con no sé quién mas: estamos en 1862.
Vos rejis pacdi.camente los ocho Estados de la Confederacion,
que, con el nue\'o Estado del Caquetá, serán nueve.
Vos teneis que obedecer i hl\cer obedecer las leyes jenerales
de la ConfederacioQ j i si un Estado os pide que le presteis au-
silio para sufocar una conspiracion entre su seno, seria mal visto
que os denegáseis. PUIlSbien: figuraos el Estado del Caquetá
compuesto de individuos qne fneroJ;lbogotanos i caueanos, i ahora
no lo son; que los que fueron de Boyacá i de Santa1)der, de Neiva
i de Mariquita, se rebelaron contra vuestro Gobiel'llo.
i Qué haríais, señor ~ Lo que hicisteis e hicieron vuestros bi-
zarros compañeros, lo que hizo mi bravo amigo el doctor Vicen-
te B enera, co"tra los que se revolucionaron en Santandel con- l

tra yuestro gobierno: batidos i vencerlos, i ...• -Perdonarlos, di-


reis vos. ~(Jonvenido j i perdonarlos, despues de batirlos i ven,-
cerlos.
, No haríais esto en el Estado del CaqllCtá ~
Que no triunfa la revolucioT)! No hai nada perdido para la so-
beranía del Gobierno. Que triunfa POI'fin i se Hama " República
, soberana del Caquetá! "Qué baremos con ellos ~ Yo por mi parte
diré: dejarlos en paz i rogar ~l cielo para que sell,nfelices.
i No enooutrais en vuestra posicio~ cO,mojefe actlHll del Esta-
do de Santander, o en la vuestra tambien como jefe futuro de la
Confederacion; no eucontrais, repito, pintada la situacion de Espa-
ña con respecto a sus colonias? ,
Triunfaron estas! Tanto mejor p¡tra nosotros! Gloria a Dios,
i de~pues de él, paz en la tiel'l'a a Nar ñ) que inició la indepen-
cia i acompañó a Bolívar a quien tocó tenllinarJa! •
Pero sig'tmos: los años han pasado rápidamente: estamos ya
en 1899 . .El Estado del Caquetá tielJe veinte ciudades i 1m mi-
Ilon de habitantes: sus buques surcan graciosamente las aZ\lles,
ondas del Putumayo idel Guaviare, i van a recibir mercancías. bajo
su libre i estrellada bandeJ:a, atravesando las turbia;; agUI\S de),ji-
gar¡tesco Amazonas.

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-41-
"Mióntras tanto el E.tado de Cundinamarea, la metrópoli anti-
gua de la colonia, del virejnato, de la República i la Confedera- •
eion; nuestro Estado está pobre i enfermo, i es desgraciado ape-
sal' de sus grandes reeuerdos ]¡i~tóricos, apesar de que tiene jér-
menes vitilles, vigorosos aú n, Despucs de la re\'olllclonj no han
vuelto a comunicarse oficialmente con el Caquctá: Jos unen to-
davía la tradiciones, la lengua, la rclijion i la simpatía, pcro
nunca se encnentran ni se cruzan en el camino de la amistad iJ
del afecto. Un hijo del Estado del Ca'llletá ha oido decir mu-
chas veces a su padre: "hijo mio, el pais de tus abuelos'cs un her-
moso suelo, habitado por UII pueblo jencroso. Tú eres cristiano;
ruega a Dios por todos tus prójimos, pero l'uégale áutes por tus
hermanos. " Así dil'¡\ uu buen viejo, ya mui viejo, a un adolescen-
te eaquetano, que se hará coutar con placer i oirá. con eutel'l1eci-
mieuto la vida de N ariño, el sacrificio de la Pala, el heroismo de
Rieaul'te i la 1I1nerte ele Mouseñol' r.losqncra: se sabrá de memo-
ria los versos de Madrid i de V árgas, de J::)nlazari de Caro: co-
nocerá de memoria as biografias de todos los hombres que hon-
raron con sus virtudes o su ciencia al antiguo suelo p:\trió, i se
lisonjear¡í. de tenllr algun 1¡IZ0 que lo una a Rufino Cuervo, como
mo lisOlljeo yo d:> ten l' alguno que me uua a Mauuel José Qnin-
tana. 1por qué no hauia de suceder así ~ I

Pues bien: ese jóveu ama a su Caqnetá, su patria, sobre todo;


pero ama tambien otro pais qne queda mas allá de sus fronteras ri-
sneñas: ama a Cundinalll8rca, a Bogotá; a Bogotá, de donde en
1850 salieron sus abuelos o sus padres para ir a espantar la~ fieras
del desierto, i a disputar sus guaridas a los salvajes para formar una
nacion entre los bosques.
Ese jóven, o ese viejo, si la escena pasa doopues, habla de su
antigua patria, i no faltará. uno que le diga lo que vos nos ha-
beis dicho de España; i al llegar a aquello de que" no nos ligan
lazos con uuestros padres naturales," se asombrará al oirlo, por-
que la voz de la sangre le estará diciendo lo <'ontrario.
Vos, señor, que entónces dormireis en vnestro sepulcro, os e1;-
tremecereis deOdolor en él, cuando oigi1is a vnestros deseendien-
.tes recapitular vucstras faltas i la de toda la jeneracion en que
vivisteis para sacar argumentos de esclusion contl'a nosotros.
Vos direis entónces en vuestra tu 111 ba que son injust.os; i que si
ese es el progreso del siglo XXI,es por cierto un ruin progreso.
Vos recordareis, señor, que en la guerra civil de 1840, las
provincias se proclamaron independientes: fneron veoeidas i los
lazos jenerales se reanudarol). Figl1l'aos qne vencieron: ten-
drián raza n en pregonar su hostilidad contra la capital ~
Decis en vuestro articulo que 10 que parece apostasía contra
Bolíva.r i nuestros padres, es ir a mendigar reconocimiento i rela-
ciones de la corte española. De ninguna manera: nadie irá a

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mendigar, porque abrir una comunicacion necesaria no es pedir
limosna. Desde Bolivar hasta clultimo soldado de nue~tros hé-
roes do la indepenueneia, no es cierto que ninguno nos baya dejado
un testameuto de odio) de esclusion contra un pueblo inocente
respecto de nosotros, contra un pueblo que si se dcbilitó en Eu-
ropa, fué porque trasladó la mitad de su fuerza a América; i esa ,
mitad de su fuerza somos nOSOLr(¡S,son las naciones españolas
que vi,'en en este continente.
i Triste cosa es ver yue uu triunfo que debe inspirar clemen-
cia i olvido, inspira tolerancia i esclusion j i que una derrota que
debiera inspirar orgullo i odio irreconciliable, no desata los vin-
culos que unian al velJcido i al vencedor ! Ved, Rino, cómo nues-
tro triunfo desfitó nnestros lazos j i ved los héroes de las comu-
nidades en Castilla i de las J ermanias en Valencia cómo han ''u cIto
a ser hermanos de sus vencedo.res: ni Acuña ni Padilla podrian
hoi decir que la guerra era a muerte ni el odio perpetno, aunque
cayeron ellos vencidos j porque fué a lavol' de un del'echo, i no en-
contl'a de un pueblo, que lidiaron.
Nucstra rcvolucion no se hizo contra E paña, ni siquiera con-
tra su gobierno: leed el acta de nuestra independencia, i vereis
que apesar de la actitud vigorosa del pueblo, i de la debilidad en
que estaba el virei Amar; a pesar del enojo que causó la grose-
ría del español Llorcnte, que fué la chispa que prendió esa ho-
guera; ved que apesar de todo, no se proclamó otm independen-
cia que la municipal.
Pero quión Ilel'ó a cabo la obra de la emancipacion colonial?
Poned esa revolncion en España i la vereis vencida i olvidada
con Riego, como vemos otra vencida i olvidada con Obando
i Carmona en Nueva Granada. * Por qué sucumbe Riego allá
i triunfa Bolívar aquí? Imposible fuera parangonar dos pneblos
cuya situacion los dIferencia hasta el estremo de ser uno
metrópoli i el segundo colonia. Nos hace triunfar la~ locali-
dad: aynda al triunfo el raro valor de nuestro ejército in-
dependiente; asegura la victoria el estremo en que nos puso
el proceder sangriento de J'llorillo i de Sámano, de Enrile i
de lleres: dos españoles i dos americanos. No hai duda que
una de las cansas eficientes, fuera do la virtud cívica de
nuestros pneblos, fué la mala cleccion de jefes que hizo quien
no podia eJejir nalla bueno, aquel FerJIando VIl de desventu-
rada memoria. i Pesen sobre él nuestras desgracias! Pcro el pue-
blo, la nacion española qne simpatiza con nuestra independeJ?cia;
el pueLlo liberal de España a quien se debe que la segunda es-
• Bien cntcpdido. que yo no pienso en igualar las tendencias de esas
dos revoluciones, qnc cn la nuestra lo que lidiaba em. la ambicion, i cn la
, espaüola qnicn la inspiraba era la lihertad, 1'01tlo ámbas como hechos i na-
da. mas, '

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pedicion no venga a nuestro pais, desorganizándola en Cádiz j
ese pueblo no es nuestro tirano, sino nue tro amigo!
No faltara quien, escaso de datos, se escandalice al oir que el
pueblo español simpatizó con nuestra independencia, i reproduz-
ca el antiguo argumento de los excesos cometidos por los llama-
dos" pacificadores." Mas yo contesto, que la espedicion enviada
por Feroando VII no era España: que Fernando VII no era Es-
pafia j que Morillo no era España, como Ilores i Enríle no eran
América: suplico que se estudien Jos datos que doi para que cese
así el escándalo. lie nombrado la espedicion que acuartelaba e
Cádiz a órdenes de .1:\.bisbal,pronta a marchar sobre América,
tres vecd llJas fuerte que la de Morillo i que venia destinada n.
vengar los veucidos en J unin i J3oyacá. Aquella espedícion 110
hubiera triunfado de nuestros héroes, convenido j pero j cuán-
tas vidas preciosas gral .ldinas hubiéranse estinguido en los cam-
pos de batalla! Pne bien: esa espcdieion formada por el tÍJ'a-
no COITIUll, fué desorganizada por el pueblo español. Al mismo
tiempo de nuestro levantamiento libeml, teniau lugar en España
otros alzamientos ignalmente liberales que sai,'aron el nuestro.
La espresion de la literatura es siempre un buen dato para
juzgar de los sentimientos de una nacion. Los poetas cantan todo,
i los sentimientos nacionales, el odio i el amor en lo conexiona-
do con el patriotismo, tienen &iempre una espresion ilimitada.
Sicndo así, como es sin disp\lta, busquemos en la literatura espa-
ñola, i no encontl'lireis sino simpatía por lJosotros, muchas veces
aprobacion, siempre respeto i amistad, algunas veces silen<.:io,
nunca odios ni encono. Durante la gnerl'a pudo haber desbordes
i desahogos por escrito, no solo contra nosotro ,SillO contra los
revolucionarios de España j pero hai que tener en cuenta que
quienes escribían, escribian al servicio ele la tiranla reinante i
del absolutismo de FerlJando: esos !JO eran el pucblo, no eran
España.
Los historiadores representan naturalmeutc un papel impor-
tante : la voz de ellos etemiza los sentimientos nacionales. Bus-
quemos en 103 de España, i no encontrareis ni mas ¡Ji lllénos que
en los poetas, respecto a nosotros. Las historias españolas de este
siglo están en este sentido: he leido Cal} mncha detencion algu-
nas de ellas. Don Ednardo Chao, autor contemporáneo qUl'J trae
su historia hasta 18,18, al hablar de la guerra de América, la Jla-
ma l6jica i providencial, i lo único que exhibe contra nosotros es
01 cargo ele habernos separado de la asociacion española precisa-
mente en los momentos de mayor conflicto para la madre patria,
en los de la in.yasion francesa. Cargo es este que no puedo acep-
tar, porque precisamente en las épocas de conflicto jeneral o~
cuando se desorganizan las nacionalidades j i no se puede tachar
de- poca lealtad [l las colonias que proveían por su suerte

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en el momento en que Napoleon queria darnos. un amo mas
odioso, si eabe, que el monarca que mendigaba de él el título de
hijo adoptivo de aquella cstraña Majestad.
Nunca podré olvidar la nobleza de la prensa española en es-
tos últimos tiempos respccto de las naciones americanas. Entre
otros hechos el sigui"cnte merece una predileccion naturalmente
especial para los amOl;canos. Tratábase en el año pasado de los
ataqnes contra los españoles en Méjico: un dip,ntado qniso de-
fender a los agresore", i uno de los periódicos españofes, La Amé-
1'ira, lo rebatía diciendo: "no, el señor diputado nunca podrá jus-
tificar la conducta de nne tros ingratos he¡·manos." Tal TI1oJera-
cion en el leguaje i tan sentida espresion demuestran cuáles son los
sentimientos nacionales de Españ'a por sus antiguos hijos.
1 volviendo a la gloriosísima guerra de nuestra independen-
cia, yo no podré creer nunca que ella nos haya dejado tallegado'de
odio contra España que sea esta la única nacion con qnien nos
denegnemos a entrar en tratados de amistad. Tanta intolerallcia
estaria, bien en los intolera,ntes, pero sienta mui mal en vos, señor
:Murilio, que habeis proclamado la tolerancia absoluta como cá-
non político i relijioso.
Confio en que las reflexiones que he IJecho sobre J.a indepen-
,dencia no me atraerán el cargo de godismo, por interpret¡ll' mal
mis sentimientos. 1por si acaso hubiere algun Jector, aunque seais
vos mismo, señor,que se equivoqne ha ta ese punto, protesto des-
de ahora, i declaro que la revolncion colombiana no tiene un ad-
mirador mas ardoroso que yo, entre los hombres de mi época, en-
tre los que nacimos cuando ya se habia disnelto la ConfederacioiJ.
Colombiana, i nos hallamos, al nacet', granadinos 'simplemen-
te. No habiendo tomado parte en los odios qne em-enenaron
los últimos dias de Bolívar, no h~ aprendido sino a amarlo, como
que es él la espresion de ]a, libertad americana. No hllbiendo vis-
to cOITer los rios de sangre de la guelTa que 1I0S <lió nomul'e í li-
bertad, no puedo tener otra parcialidad en mi juicio que el re-
cuerdo de que en esos ríos de saqgre formó olas la de Jos miem-
bros de mi familia que dierou su vida como buenos en pro de su
patria, i dejándome tan jeneroso ejemplo.
Bien hicieron los que pelearon, i bien Jos ql1C murieron! Pe-
ro bien harcmos nosotros los que estarnos sin cesar pidiendo na-
cionalidad española en el mundo! Los que qneremos una liga ame-
ricana, una eonfedcl'acion continental glorificada con el nombre de
Colon, sombreada por la bandera de Bolival', unidos por una reli-
jion, uua lengua i un ínteres, necesitamos, no proteccion en .Eu-
ropa, sino herIDanos en España, para que la. nacionalidad españo-
la viva i pese en el mundo.
N uestras dos hermanas colombianas, Venezuela i Ecuador,
tienen formadas esas relaciones ,que pedimos lbs ~que no aparta-

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mos de la memoria a Bolívar, pero que nos negamos a continuar
esta proscricion atroz e indis::ulpable ele todo lo. que sea español,
es decir, todo Jo gue sea hermano!
1 vos, señor, que en Jengua cRpaiiola maldecis de España, re-
flexionad en 10 gue tengo el Lonor de someter a vuestra clara
intclijeucia, no olvidándoos que para toda cncstion oc ~Ievl\doca-
rácter i ajena de toda ,lDezquina pequeñez, u,ndreis, no un
ansiliar sino un soldado; no una cabeza ambiciosa sino un eora-
zon español-americano, en vuestro Olas seguro servidor.

CARTA SESTA.

DÓNDE E8TÁ ESPARA.

Vos habeis dicho que sentíais qUAla conquista de estas


rejiones se hubiese hecho por Jo raza española, i no por la
raza inglesa que conquistó el N arte.
Es decir que seutís que vue:;tra misma rnza hayn ganado
ese prez, que el:ltá vin(;ulado en nuestra familia españólu como
urJa gJ..ria imperecederu.
t:l hombre que tenga por padre a un lnbriego inculto i
pobre, puede no amarlo, si tan ingrato es así: pUl¡ldedes¡',re-
ciarlo, para entrar de llano en plano en el nÚ~1ero de los móns-
truos. Todo e~to Se concibe difícilmente, pem se concibe tli.
quiera Mus si ese individuo dijera: "oj:ila fuera mi padre don
Fulano de tal que es rico i culto i cortesano. en Vt'Z <.Ielpatan
que me dió el ser "j seria no solo un móntltruo sino un mente-
cato de primer órden. Se concibe lo primero, i se esplica por
la perver:;idad; pero no se entiende lo segundo, ni se esplica,
porque peca contra una lei sin eseepciow's, contra el amor
propio, contra la vanidad material del humbre.
Ese ejemplo e~pli(;a nuestra posicion, o mejor dicho, vues-
tra posicion, señor doctor :Murillo. ,
Los ingleses pueden decir, i están en su derecho para de-
cirIo; "es una lástima que nosotros tan grandes i tan fuertes,
tan sábios i tan ri(;os, tan hermosC's i tan comedidos, tan es-
pirituales i tan creyentes, no hayamos conquistado la Nueva
Granada, en lugar de esos e~pañoles. tan pobres i tan torpe~,
tan necios i tau feos, tan débiles i tan funáticos .••.•••• "
Esto se concibe: ellos pueden decirlo.
Pero no se concibe que nosutros digamos; "es una lástima
que nosotros hayamos ejecutado tal hecho, Q gocemos de tal

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bien; nosotros que somos unos bárbJros, o por lo ménos hi-
jos de bárbaros."
Esto no se coocibe ni se esplicn. Al decirlo, haremos pa-
tente que nos falta lo que a todos los hombres sobra, ya que
no la digni<.1ad varonil, por lo ménos el amor propio.
Yo estoi en m i derecho para probaros que vuestro padre
i señor era un inculto, un salvaje, un gañan, i al decir esto, yo
no pecaria sino contra la caridad que prohibe la: ofensa i el
desprecio; pero vos estais en el deber de probar que era un
hombre respetable por sus virtudes, i teneis que enorgulle-
ceros de su pohreza miéntras mas rico senis, porque eso re-
d unda en honor vuestro, i de su incivilida<.1miéntras mas
culto seais, porque con esto daríais una prueba indirecta de
vuestro mérito. Vos no debeis permitir que nadie ultraje In.
memoria de vuestro respetable padre.
:Me <.1ireisque el caso 'es diferento, porque un padre tOctt
mas de cerca que unos lejanos abuelos. Ot:l contestaré que
para el caso es lo mismo, porque el exámen de si nuestra raza
es mala o buena, oferlde hasta el amor propio de la carne,
como el ataque al padre i al hermano.
Vos babeis gritado a la. raza anglo-sajona;" sois mejores
que nosotros! " 1yo be contestado: "no hai tal j" somos me-
jores que vosotros! "
Que ,juzgue entre vos i yo todo lector, sin escepcion nin.
guna; que juzguen hasta los yankees que lean estas eartas.
Todos dirán que yo soi apasionado por mi raza, pero que
sigo lójicamente las leyes de la naturaleza que se observán
en todo el universo.
Todos dirán que vos sois mui intelijente i mui sagaz es-
critor, pero que dais un ejemplo de humildad indefinjble que
pudiera trad uClrse por humiJlacion, indigna mil veces de un
espíritu como el vuestro.
Hasta el que crea que el pueblo español es idiotn, tiene
que confesar que no nos corresponde a nosotros probar que
es un idiota.'
Vos me c1ireis que nosotros no somos España, i os con-
vencereis de que lo somos, si os tomais la pena de leer hasta
el fin esta nueva carta, que tengo cl honor de dirijiros.
En vuestro artículo decis que no conviene que nuestro
pueblo tenga comunica<:ion con el espnñol, porque seria peor
nuestra situacion. Segun vos, 1::Ishondas raíces que ecbarsm
entro nosotros 1::Isinstituciones civiles, políticas i relijiosat:l de
España, es lo que no nos deja avanzar en el camino de la li·
bertad. Yo os he negado que tuviéramos recuerdos de las
instituciones políticas: veamos las dQmas.
Si nosotros dijéramos que no convenía tratar con los Y\ln-

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kces; si dijéramos que no se podia permitir que el Tiempo in-
sertara artículos de Montsalvage, prohijados por vos como
Redactor j ~i dijéramos que se debía impedir que circularan
artículos como los de " San Pedro estuvo en Roma?" "San
Pedro no fué papa! " que vos cseribísteis,o adoptásteis por lo
ménoEl,en tanto estremo que todo¡¡¡ creen que son vuestros j S1
dijéramos que todo eso no se podia permit1r porque no nos
dejaria andar en el camino de la iglesia católica, vos seríais
el prImero que gritara: intolerancia! barbarie!
1sin embargo, vos ,nos prohibís hoi la comunicacion con
España para que no peligre la libertaq.
Entre paréntesis, os pregunto: ¿ fiué es mas sagrado, la
relijion o la libertad?
Pasemos a otra cosa, ántes ue probaros que somos Es-
paña. Por mui hostil que seais a la raza española, teneis que
convenir en que su carácter c1istintivo,inc!uycndo snsbllenns
i malas cualidadeil, es tal, que se engrandece en grande escala,
i se anula casi en pequeños teatl'Os. Esto no es una paradoja:
con individualidades pudiera probar este curioso estudio.
Un amigo vuestro, casualmente, que no nombro porquo no
hui necel:lidad, es de tal naturaleza como negociante, que en
media hora desenvuelve el plan de un negocio jigantesco en
qu<,Jse gana miles de pesos. 1sin embargo, aqueHil poderosa
intelijencia estuvo aniquilada, muerta i desconocida miéntras
fué pobre, porque no tenia el don do los pequeños cálculos:
sabe doblar capitales u uu rico, pero ignol'a hasta la estupi-
dez cómo enriquecer a un pordiosero. Así es num~trn raza:
de ciento hace eien mil, d14 nada no pasa a uno. El ingles
por el contrario, paciente i obstinado i sin el estorbo de la imu-
jinucion ardiente, de cero pasa a uno, de uno a dos, ele ciento
a ciento i uno, de diez mil dos a diez mil tres. He aquí el ca-
rácter de árnbas razas: la Ilue~tra necesita de engrandeci.
miento. Nosotros no somos pequeños, intelectualmente ha·
blando, porquo somos españoles: buscad nos teatro, estímulo,
espacio, ruido i gloria. Al ingles buscadle trabajo 1 dejacllo
quieto. . .
Pero si lIevais nuestra raza granadina a la inglesa, nos
vereis tan- atónitos ante SllS fábrica,., que parecerá que 19np-
ramos hastn la circunstancia de que fué un español el verda·
dero inventor del vapor. Todo DOS cauBurá sorpresa i nos
scrá estrnño: nunca podrá nuestra raza confundirse con la
suya; 1 en el largo espacio ele los siglos, vereis siempre a la
familia española que se incrustó en la inglesa, conservar su
carácter. No de otra manera se distinguen por mucho trecho
las aguns azules de un rio do nuestras sierras, sin mezclarse
con las turbias ondas del rio de los valles, do que es tribu·

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tario i forma una corriente aparte entro las dos corrientes
enemio-as que la llevan prisionera i al fin le ahogan entre sí
i la ouligan a perderse eon su limpidez i sus flores, entre las
rebntadns ondas que arrastl'lln árboles i cieno.
Llevadnos por el eontrario al frente de otras ramas de
nuestra raza, i vereis a unas i otras engrandeeerse rápida-
mente al encontrar hermandad en pasiones i earaetéres. Po-
neis uno que representa una rama de la raza española i uno
que representa la otra, i en lugar de sumar dos, tendreis que
sumar ocho o ciento al ver lns resultados.
Eehad un rio por la llanura, borrándole su canee: el ele,·
mento líquido que no asimila el8ólido, se perderá easi, i un dia
deilpues apénas divisareis un espejo delgado que brilla al sol·
sobre la alf()J11bruverde, Dónde está el rio? Lo sel á ese poco
de agua que va'ga de gota en gota por entl'e el eésped ? Pero
juntad ese mismo rio a otro i esperadlos mas abnjo : os pare-
cerá al verlos bajar juntos, alegres i aluorozados, que bajan
tres; tf\nto es lo que se aumentan las fuerzas cuando se
asimilan!
Juntadnos, pues, a Espai1a, juntadnos a todas las ramas
de nuestra g¡'ande i podl'l'osa familia, porque aisladas paré-
cerán las naciones quc no cargan 1'evoZ,ver sino espada.
Pero vos lo qtle quereis es yue se Lorre sobre la fuz de la
tierra ~stu raza que no puede andar en el camino de la libero
tad! 1 eomo vos i"ois parte de esta raza sC1'vil, teneis que
quedaros fuera, del art:a, para que so salve solamente la fa-
milia del Noé ingles. Quereis que nos suprimamos todos, i
dejemo,; el glouo habit"do únicaQ1ente pOl' los ingleses para
que el m\ll1do se~ feliz! Alabo vuestra abnegaeion, Reñor; i
a nornbl'tJ ele SUlI PaLIo, el llIas zeloso de todos los npó,;toles,
os felicito de ser c:lpaz de un s:lor ficio qne él no hubiera
aceptado! . -\.drniro vue¡,;tro heroismo ; i a nOlllbre de Ricuurte
i de Leonidas, los d"s héroes mas prcclaros de Jos dos mun-
dos, os doi la enbOl Abuena, porque a ellos solamente se les
v ocurrió morir por Jos suyos, pero nunca pensáron en morir
por sus enemigos.
Yo he sentado el principio de un argumento: he dicho _
que dos nlleiones idénticas, que plled:tO a8imilarse, !lumarán
tres cuando se junten las Jo::;; por lo tanto, he pedido eomu-
ni"acion ('tln la España, Tengo -que probar la segunda parte, a
saber, que nmwtros somos t.:"paña para qlle me coneedais la
consccuencia, Vamo,;, pues,al verdad(~ro objeto de csta cal'ta :
dónde e"lá Ei"ptlña ?
En Europa, me dirán los jeúgrafos: junto a Francia, me
dirán otros; a orillas del Meditérráneo, me dirán los terceros.
Eso no es lo que yo pregunto: dónde está España?
" Allá tras de un rincon de tierra i agua"

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me contestará otro, parodiando un verso de un poeta gra-
nadino, que yo elojiaría, si le fuese permitido al que t~nto
ha elojiado ya, al que elojia todo lo que le parece hermoso.
No es eso tampoco lo que yo pregunto: dónde está
España?
España está en A¡oérica, contestaré yo mismo; España
está en N ueva Granada. Está en toda la América; pero pro-
bando que está en mi patria, pruebo lo primero, porque mu-
tatzs mutandis, nuestra historia es la misma de todas las na-
ciones hispano-americanas.
España se trasladó a América: destruyó la América sal-
vaje,) creó la América española, europea en todo. No pudie-
ra decir lo mismo de otros pueblos respecto de sus conquis-
tas. Inglaterra, por ejemplo, no ha destruido la India salvaje:
ántes la fomenta: les lleva idolillos que salen de las fábricas
de Albion: el único presente europeo que les ha llevado, han
sido los licores fuertes. Inglaterra comercia con todo, hasta
con la concieneia: por eso es rica, porque compra i vende
todo. Eólpaña está, comparativamente a Inglaterra, pobre. Es-
paña no vende ni compra muchas cosas: da de balde la civi-
lizacion católica.
Dónde está España? En la Nueva Granada.
O nosotros somos hijos de la nacion española, i entónces
nuestra causa es comun con su causa; o no somos sus descen-
dientes, i entóncas debemos hablar con gratitud de la nacion
que nos 10 dejó hecho todo.o casi todo.
No hai medio, señor Murillo !
Dónde está ERpaña? :Mirad! Nosotros estamos engreidos
con nuestra República: Ve'lIDOSprimero la parte material de
esa República porque no nos pertenece por entero.
Las montañas fueron descuajadas por los españoles, i las
mudades se fundaron entre los troncos. Los que renegamos
de España. no hemos fundado una sola ciudad. ,
Las ocho capitales de los ocho Estados son españolas. Los
cafn.inos que las comunican, son españoles: malos o buenos, no
son nuestros. Cartajena con su demarcacion, sus muros i sus
castillos, sus 'iglesias i la mayor parte de sus edificios, son
tecuerdos que dejaron los uescenclientes de Heredia. Popayan
con su demarcacion, sus bellas iglesias, i gran parte de sus
edifi<Jios,con su rna~nífieo puente, cuyo atrevido arco abraza
todo el raudal del Cauea, todo es español.
. Tunja no tiene hoi sino ruinas, si se atiende 10 que fué en
la historia; pero esas ,ruinas son de obras españolas.
El Socorro \:lS ciudad española.
8antamarta es ciudad española.
Medellin ha recibido las mejoras de su la.borioso pueblo
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entre los recuerdos que dejaron los descendientes de Roble-
do: toda la ciudad es española, hermoseada por ese pueblo
rico i patriota.
Bogotá, la capital, es esp'añola: tiene treinta templos, de
los cuales veintinueve son e:3pañoles, i el último, la Catedral,
fué desbecbo i reedificado en tiempo de la l{epública: tiene
cinco puentes españoles entre la ciudad. Tencmos casas pre-
ciosas, de gusto i solidez; son las reedificaciones de casas
españolas, cuyo gU:3to era malo, porque fueron hecbas en los
primeros años de la colonia.
Salid a la sabana por el N arte: ese primoroso puente de
cinco arcos, de pintoresca arquitectura, que llamamos del
"Con\nn," es obra española. Zipaquirá, la de la rica salina,
es ciudad española. Salgamos por el Occidente. En primer
lugar encontraremos, parándonos en San Victorin,o i volvien-
do a mirar bácür la bella Bogotá, que la ciudad se reedifica,
pero que no aumenta casi llada en su demarcacion Sigamos,
al galope de 'nuestros caballos h ¡jos de los que trajeron los
enviados de Isabel la Católica. Ese '('amellon recto durante
una legua fué rectificado por el vire,i Espeleta: el puente de
Amnda es español: el puente Gmnde, magnífica obra que
comunica las dos partes de la sabana, es obra española. En
el rio Serrezuela en(:ontraremO:3 un hermoso i sólido puente
de piedra labrada: es obra española. Si seguimos por el Sur,
torciendo por Cuatro-Esquinas, encontrarcmos el mismo rio
en donde los españoles no hicieron puente de piedra, por cu-
ya razon no tenemos sino un mal puente de palos, apesar de
que este camino es el segundo en importancia para la Repú-
blica.
De los edificios consistoriales tenemos los dos del Congre-
so: la Cá.mara del SenadD se reune en un edificio español, a
la de Representantes en la antiguu capilla Castrense. La casa
de correos nacionales, la gobernacion del E ••tado, los tribu-
nales, el hospital, el hospicio, el hospital militar i el Semi-
nario, son obras españolas.
Nosotros hemos hecbo o compuesto algunos caminos so-
bre las mismas líneas que descubrieron los españoles: bemos
hecho algunos edificios sobre los cimientos de lOEantiguos.
No seré yo el que denigre a mi oar.a patria, ni el que le
enrostre un mal hecho, o un bien omitido; pero al ajustar
cuentas, no seré yo tampoco el que haga una injusticia a
, Espaíla. .
Esta rápida reseña de la parte material, omitiendó como
he omitido mucho, da idea de la dominacion española.
Alguno me dirá que no hemos hecho gran cosa por nues-
tra guerra de la independencia al principio, por' nuestras

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frecuentes conmociones interiores en seguida. Esta es, sin
duda, una buena razon; pero los españoles no estuvieron mas
descansados que nosotros. Al fundar las ciudades, tenian en
una mano la espada del guerrero, i en la otra el hacha del
carpintero o del agricultor.
No scrian tan tiranos 1 Los tiranos destruyen i acumulan
tesoros pam sí: el gobierno que gasta para los pueblos, pre-
ciso es confesarlo, no será tan tirano! '
:Basemos a la parte moral.
Tenemos de España:
La relijion ;
La lengua;
El earácter nacional i
J~as costumbres i
El nombre,
La re1ijion es la misma: la creencia profunda i leal es la
misma. Su lengua es la nuestra: le hemos hecho algunas al-
teraciones, pero es natural que el purismo sea monopolio de
la metrópoli de la lengua. Las colonias en la Galia no llega-
ron nunca a hablar ellatin como lo hablaban en Roma.
El carácter nacional es el mismo: las andaluzadas son
diarias en algunos de nuestros pueblos: la gravedad caste-
llana la encontrais idénti¡;a a la 'de algunos pueblos de la
Nueva Granada. Ciertas provincias tienen reminiscencias vi-
vas de algunas de Espaí'ia, de cuyo nombre no quiero acor·
darme, El valor i abnegacion, la jenerosidad de alma aun en
los estravíos, el sello de intelijencia i de injenio descuidado i
el entendimiento perezoso, calenturiento i apasionado al mis-
mo tiempo, son el distintivo de la raza española; i ved si no
es tambien ese nuestro retrato. El cartajenero activo, el
cancano comerciante i agricultor, el popayanejo reflexivo e
intelijente, el pastuso laborioso, el socorranó traba,il\dor e
injenioso, el bogotano de condicion liberal, franco i alegre i
de buen entendimiento, el pueblo bajo de toda la República,
susceptible de grandes pasiones i de grandes movimientos i
el abandono de las riquezas materiales; todo recuerda uno
por uno los ·diferentes rcino~ de España, de donde salieron
nuestros projenitores. Tene¡pos tambien algunos tipos que
representa la' a~aricia sajona, la formalidad inglesa, la f¡'ivo-
lidad i la brillantez francesa, algo de la inercia indíjena i pero
esto no nos diferencia de E::lpaña: ántes nos asemeja mas,
pues lo mismo sucede allá, si hemos de creer a Larra, Me-
soneros i La Fuente. La condicion del ingles es dura i ner-
viosa i no recibe nada estraño: la del frances no recibe sino
lo que le causa placer i gloria: la del espaiíol es blanda i bi-
liosa, i no desecha nada. De allí provienen estas aparentes
rarezas; pero en un, dia dado se alzan los sentimientos natu-

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rales, i aparece el español en su puesto i con sus propias fac·
ciones.
Las costumbres son las mismas, apesar de las alteraciones
accidentales prod ucidas por el trato con otras Ilaciones.
El nombre nacional es el mi~mo ': somos otra GranaCla, en
recuerdo de la que conquistó Isabel J.
El tipo raizal o santafereño e~ ei mismo de "A Madrid me
vueh'o." Nuestros partidos pollticos no creais que son inven-
cion nnestra. Vuestro partido gólgota no es el furioso parti-
do liberal de Froncia, el de bombas en el teatro: razonadores,
astutos e intelijentes como sois, sois los mismos del partido
liberal eR España. El partido draconiaco ¿ no es el mismo reac-
cionario i absoluto en que se apoyó Fernando VII en España,
comose apoya en el ele la Nueva Grannda cierto héroe de nues-
tros dias, por quien profesan un fanatiRffiO profundo BUS parti-
darios? El pnrtido conservador, despacioso en su anclar, me·
surado, inútil para las conspiraciones, relijioso i apegado a sus
tradiciones, no es el mismo brillante partido conservador de
Francia: es el de España, ménos en su realismo. Nuestras
guerras ciVIles no son los horrorosos i brillantes levantamien-
tos de Paris : son los pronunciamientos de España.
Nuestra gmn revol ucion colombiana no tiene ese cnrácter
terrible de la que hizo rodar el trono i la cabeza de CárJos I
en Inglaterra, ni de la que desenterró lo!! huesos de los reyes
de Francia. Bolívar es Pelayo: nuestras victorias son como
las suyas. Nuestra independencia colombiana es como la na-
cionalidad española. .
Dónde está pues, España? Está entre nosotros: somos
un reino español federado: somos una noble república que
bien merece comunicar el espirítu de sus hijos con el de los
hijos de Iberia.
No tengais temor, pues, señor M.urillo! Si creeis que nos
dañará España, advertid que nosotros somo's i nunca dejare-
mos de ser España, i así és inútil la intolerancia i la eselu-
sion Si creeis como yo, que los pueblos que se distinguen
por caractéres 'intelectuall s, se engrandecen con la comunica·
cion, dejad nos cumplir nuestros deseos. No .lcvanteis en el
Senado vuestra voz liberal para oponeros a alianzas pacíficns.
Habeis gastado vuestra vida hasta aquí lidiando por estable-
<jer la, tolerancia absoluta: no gasteis la otra parte lidiando
por establecer la intolerancia. Sed lójico, señor: si favoreceis
a los protesta tes, favoreced tambien a los católicos. Si po os
habeis opuesto hasta ahora a ningun tratado de tantos malos
• tratados como hemos hecho, no os opongais al que abrirá el
camino que trajo en su segundo viaje Colon, de las costas es-
pañolas a las granadinas.
Vuestro mas seguro estimador.

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OARTA OOTAVA.
DON CARLOS EL llECIIIZADO.

Bogotá, ago .•to 8 de 1859.

Scñor: Median mnchos dias entre la fecha de mi última car-


ta i la pl:cscnte. Aun cuando vos no me hayais hccho el honor de
notar cstc silencio repentino, yo' me apresnro a di¡;cnlparme.
Ni la grande considcracion en qne os tengo, ni el apego natural
que siento por la cuestion española, han sido mancillados: cir-
cunstancias independientes de mi voluntad han sido la sola causa. ,
r hoí vuelvo, despues de saludaros, a continuar estas cartas:
vnelvo, mas 110 con las fuerzas que se adquieren en un largo des-
canso, sino maltratado por los quehaceres ordinarios que yo com-
plico siempre con las cargas que me impongo. Si yo hubiera des-
cansado, señor 1 si me hnbiera sido dado aprovechar este mes
trascurrido, en leer despacio el monton de libros que están ante
mi vista, absorbiendo esos tesoros de erudicion i de estilo, que yo
tengo que hojear rápidamente! .... entónces, señor, mi escaso in-
jenio apareceria grande con la fuerza de mi lójica, porque seria
la Jójica de los hechos documentados, la mejor i la mas sana de
todas. Pero, aunque sea siguiendo mi propio juicio, i sin otra guia
qué mis ideas adquiridas desde ántes, sigamos el camino. l'lor
fortuna esta cuestíon es vencedora, aunque esté bien atacada i
mal defendida. QUQseria si se le defendiera bien!
Ademas, como la cuestion española no es de interes actual
sino permanente, en cualquier tiempo se puede anudar el hilo in-
terrumpido, i siempre vendrá a tiempo.
"Qué le parece a U. nn pueblo a quien hacen creer que su
rei está heehizado?" me dijisteis, señor, en vnestro artículo, ha-
blando del pueblo español; i esas pocas palabras encierran una
acusacion de estupidez i de insania contra el pueblo ibero, que
es preciso contestarlas aparte. .
Antes de pasar a la historia, es preciso que distingamos clara
i terminantemente una idea.
Acusais a los reyes de España? .Esto implica algo 'contra el
pueblo español?
Si acusais a los reyes, sabed que yo no los defiendo. Ni para
qué defenderlos, si su causa no está ligada a la del pueblo? Qué
consecucncia se saca de los crímenes o errores de un solo hom-
bre, para poder tf>l'Darla acusacion contra el pueblo que rijió ese
hombre?
Pero por mui indiferente qne sea para mí, como 10 es en ver-
dad la vindicacion o la reprobacion que se conceda a los reyes de
Europa, siendo yo americano i democrático j no me es indiferente,

® Biblioteca Nacional de Colombia


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sin embargo, cuando aquella vindicacion o improbacion envuelve
la de un pueblo entero, i mucho mas si ese pueblo es España o
Nueva Granada.
Por otra parte, señor, yo espero qne la nacion europea que
esté libre de pecado en este punto, alce su piedra i la arroje al
trono español.
Reyes ha tenido la España que con su memoria han hecho
ruborizar las mejillas de mas de un castelleno ; pero reyes ha ha-
bido tambien en Francia i en Inglaterra, i czal'es en Rusia i em-
peradores en Austria, que están en peor caso que el peor de nues-
tros antiguos reyes.
Os fijásteis por de pronto en la desventurada figura de don
Cárlos el Hechizado; pasad, si gustai , la mirada al trono frances,
i decidme si Enrique III fué mejor dotado que Cárlos, i si el úl-
timo de los reyes de la casa de Angulema gozó de mejor suerte
que el último de los monarcas de la casa austro-goda.
Dios concede su espiritu de victoria i engrandecimiento a una
o dos jeneraciones réjias j pero, quién que haya'estudiado Ja his-
toria se admirará de no encontrar esa centella de gloria sino en un
padre i en su hijo, a lo sumo ~ Qué lector no está acostumbrado
a ~er decadente i débil todo nieto de todo conquistador ~ Las
gradas de los tronos están contadas por Dios: al llegar a cierto
número,-se desploman: de otra manera, hasta dónde se hubiera
elevado el trono de Cárlos V, el de Luis XIV i el de Napoleon I ~
Sus doseles se hubieran teñido con el color de la nubes, al Ile-
gal' a ellas: la muerte uo hubiera alcanzado entónces a heril' a
aquellas nobles frentes que podian coronarse, ya no de oro, 'sino
de estrell as.
Ved al fundador de la cuarta dinastia francesa: qué gloria!
qué poder 1 Pero ved sus nietos: qué abyeccion, qué decadencia!
Enrique IV recupera la gloria i vivifica la monarquía, al entrar
de heredero por Jos tres reyes estériles que le precedieron j i
Luis XIII i Luis XVI parecen hijos, no de Enrique IV el Grande,
sino de Cárlos IX i los dos Enriques tan pequeños!
Iguales lecciones se pueden aprovechar en la historia inglesa:
los Plantajenet, los Tudor, los Estuardos, los York, todos forman
ese hacinamientQ de gloria i degradacion que se encuentra en
toda familia humana; qne el raro ejemplo de la etemidad en la
fuerza i en la juventud, solo lo ostenta en el mundo la famili'l. di-
vina que se llama relijion católica. Allí, señor, no hai tronos cai-
dos por cualquier viento, ni reyes decapitados por cualqui!-lrare-
volucion, Pero en las cosas humanas todo es tristei miserable; i
no hai que sorprenderse de encontrar a un don Cárlos el Hechi-
zado de nieto del César Cárlos.
Mucho se ha desfigurado la verdad histórica en los anales de
la supersticion, en los del teatro i en las leyendas populares. Es-

® Biblioteca Nacional de Colombia


-55-
paña ha sido una mina inagotable en este punto. Los poetas in-
gleses, franceses i [.lemanes han usado i abusado superabundante-
mente del repertorio rejío español. Schiller hace (le la figura poco
notable del príncipe don Cárlos una figura grandiosa: aumenta
su edad i pondera sus circunstancias para ponerlo de veinti-
cinco años, galanteando a la princesa Isabel, cuylt" celad dismi-
nuye con el objeto de que puedan representar entre los dos el
idilio i luego el drama que Jes asigna i que ellos no soñaron nun-
ca. El "puebloque nunca hojea ni compulsa los archivos, se empa-
pa en las impresiones que le brinda el teatro; i he aqui una tra-
dicion alterada para siempre.
i Cómo no se habia de apoderar la fábula de un cuento que
ofrece tantas situaciones dramáticas como el de un rei que tenia
diablos entre el cuerpo, i que habia bebido maleficios entre el
chocolate ~ Qué mas se querian los fabricantes de leyendas i de
dramas de grandes espectáculos, que un palacio real en donde se
practicaban las vistosas ceremonias del exorcismo i donde se po-
clia hacer figurar brujas i vestiglos ~
Los mismos poetas españoles no han descuidado tan curiosa
mania: Jil i Zárate, entre otros, tambien llama a su mesa a la
corte de don Cárlos i les hace hablar mui bellos versos i decir
cosas que, en su mayor part.e, no dijeron nunca probablemente.
Vamos ahora a ver qué hubo realmente en este cuento: abra-
mos la historia.
Fatal i doloroso fué el sino que ¡>residió a la vida de don
Cárlos: estaba cond~nado a morir endiablado, porque aunque el
diablo no se hubiera aposentado entre su cuerpo, lo habria he-
cho la casa de Austria, que fué el verdadero maleficio: en su de-
fccto no hubiera dejado de hacerlo la casa de Francia. La natu-
raleza habia dado un cuerpo débil a aquel hombre que iba a cu-
brirse con tau pesada púrpura, i le habia escaseado las fuerzas a
aquel brazo que iba a sopoitar el grave peso de un cetro tan po-
deroso. Precisamente cuando la España necesitaba mas de un
jenio como Cárlos Vo Felipe IJ, al frente de su angustiosa situa-
cion, vino a rejir sus destinos este desventurado príncipe. Fran-
cia debilitada en su último reinado caballercsco; exhausta por los
reinados <.lébilesde los hijos del último caballero; apénas reco-
bradas sus fnerzas bajo el gran rei Enrique IV, vuelve a encon-
trar la enfermedad i el aniquilamiento bajo Luis XIII. Pero Ri-
. chelieu aparece en la escena: él comienza esA obra sorda ele de-
fensa i ataque que siguió Mazarino i que prepararon el fuerte i
poderoso reinado de Luis XlV. Miéutras la Franci!l se preparaba,
la España se debilitaba; i cuando necesitaba de un Felipe II qué
oponer a un Luis XIV, se encontró con un don OárIos el Hechi ..•
zado o por hechizar!
"La caducidad inevitable de la monarquía (dice el marqués

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de Mancera en lf\ consulta de 6 de agosto de 1694, sobre la enes-
tion Sucesion) ya sea venida del poder del rei de Francia, o ya
heredada del príncipe electoral de l3aviera, ni es oculta a V. M,
ni remota. Su impotencia universal en todas sus partes i miem-
bros se viene a los.ojos, por falta de cauos, por defecto de habi-
tadores, por inopia de caudal rejio i privado, por entera privacion
de armas, municiones, pertrechos, fortificaciones, artillería, baje-
les, i lo qre es lilas, de disciplina militar, ¡Javal i terrestre; por el
nniversal desmayo, &c."
Ya veis que la situacion pública pintada por Mancera era un
verdadero hechizo; i atendido este retrato, qne es el nnestro
tambien, se me ocurre preguntaros: t no os parece que nosotros
08tamos hechizados igua!mente ?
Añadid a tan lamentable estado de cosas la actitud hostil,
interesada, indelicada, cruel i ambiciosa de las dos casas de Aus-
kia i de Francia, quienes, sabedoras de la impotencia del monar-
00 español, echan suertes sobre su monarquía, como los judíos
sobre la túnica de Jesucristo: jnntad a todo esto la presencia en
la corte de una esposa austl'iaca, un confesor austriaco i un embaja-
dor austriaco: cambiad la esposa austriaca por una esposa france-
sa i agregad otro emba,;ador: figuraos aquel volcan de intrigas,
• de vilezas, de ambiciones, jirando todas al rededor de un cuerpo
enfermo, i pesando sobre un moribnndo, i decidme si necesitaba
mas diablo, ni mas maleficio, i si no habria de sobra con qué equi-
vocarse la cándida buena fe de Ífai Froilan Diaz, que fué el pri.
mero que dió en creer que su monarca estaba hechizado.
Qué papel represcntaba ni podia representar el pueblo espa-
ñol en estas ruines combinaciones? En qué es culpable la heroi·
C6 nacion a quien tocaban en suerte tal corte i tales tiempos?
Sed justo, señor; abrumad con vuestro enojo a la casa de
Austria tres veces fatal para la E paña, pero no hagais un cargo
por esto al pueblo español
Sigamos con esta rápida ojeada sobre el gobierno de don Cár-
los. D~spues de la paz de Aquisgran,triste efeméride que abre aque-
lla époc'l lastimosa, vienen las intrigas i las luchas de don Juan
de Austria i el padre Nithard (ahí está el Austria.) En segui-
da la guerra entre España i IIolanda (ahí está la Francia.) La
rebelion de Meeina (Francia.) Privanza desastrosa de Valenznela,
restos de la del padre Nithard (Austria.) Privanzas de don Juan, de
Medina Celi i Oropesa, restos de las pasadas (Austria.) La rei-
na i sus amigos (Austria.) Cuestion de sueesion (Aus~ria i
Francia.) Ministerio de Portoearl'ero (Francia,) Como no con-
duce a mi objeto estenderme sobre estas cuestiones estrañas a la
euestion española, aunque relacionadas con ella j 'como entónees
eseribiria no una carta sino un tomo j i últimamente, como os
Impongo mui instruido en la historia, no hago mas sino apuntar

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-57-
los nombres que iudican los succsos principalcs, haciéndoos notar
quc la injerencia en la corte venia de Austria i Francia, i que el pue-
blo español no se acusa ni le remuenJe la conciencia en nada, alre-
cuerdo de aquel tejido de infamias i de bastardas ambiciones.
Todo esto hai que tencr cn cuenta para venir a la historia de
los hechizos del reí que voi a referir en compendio, para dejar se-
parada la verdad histórica de la verdad dramática, repitiéndoos
que )2oco o nada me importan las faltas o los errores de los reyes,
siempre que se deje en paz la mcmoria de una nacion como la
España, cnya cansa defiendo porque {:reo firmei:nente que somos i
no dejaremos dc ser de España.
Vamos a los hechizos.
"No era nuevo en España, i acontecia lo propio en otros pai-
ses en el si~lo XVII, atribuir a Jos malos espíritus o a obra de
hechicería, o bien a acto de encantamiento, cicrto estado, ya fi-
sico, ya moral, de los reyes i de otros pcrsonajes ilustrcs," dice un
historiador ~spaño1. La época era atrasadil, i la supersticon jeneral
ti todos los paises, señor, como mui bien lo sabeis; i por qué,
pues, encontrais como demérito especial a la España, el qne algu-
nos hubieran creído en los tales hechizos?
La estremada flaqucza i desfallecimiClito fisico que desde mui
temprano se habia notado en elrei, junto con algunos movimien-
tos ~ouvnlsivos de que en determinadas épocas padecia, unido a
que siendo un hombre de mni rccta concicncia, obraba en ocasio-
nes de una manera opuesta, hicieron creer que estaLa hechizado.
El inquisidor jencrell~ocaberti, hombre fanático i crédulo, se ligó
con el confcsor del rei, varon de sano oorazon, de cortos alcances
i ninguna ciencia, quienes cometieron mil simplezas, sosteniendo
una correspondencia ridícula con el vicario de las monjas de
Can gas, sobre el morlo i el tiempo en que se habian entrado los
espíritus infernalés en el cuerpo del rei.
No eran solamente los fanáticos de España los que acalora-
ban estas ruines cosas: el emperador Leopoldo tOl'lJÓ cartas, i
mandó una informacion auténtica becha por el obispo de Viena,
de lo que dijeron unos energúmenos exorcisados en la iglesia de
Santa Sofía.
Da pena tener que decir que las dos reinas que sucesivamente
ocuparon el trono español, austriaca la una i francesa la otra, con-
tribuyeron no poco a alterar mas i mas la salud de su esposo,
dando márjcn cou est a ruines habladurías: Al padre Díaz se le
siguió por la inquisicion un sumario que fué mni ruidoso; ,i este
pobre hombre pagó severamente, no sus crímenes, sino su credu-
lidad i sn ignorancia.
El monarca, atormentado por los exorcismos, por las intrigas
i p~r los intereses implacables que defendían entre su misma casa
sus dos esposas, sus confesores i sus cortesanos j caminando rápi·

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damente al sepulcro por todas estas circunstancias i por SUB ha-
bituales achaques, mUl'ió al fin,dejando su cotona en herencia a
su Illas próximo pariente, el nieto del rei de Francia.
Concluyó así la dinastía austriaca i empezó la casa de Barban
que actualmente gobierna al calumniado i jeneroso pueblo. que
vos, señor Murillo, no amais.
I poniendo fin a esta carta, vuelvo a nombrarme vuestro mui
seglll'o servidor

CARTA NONA.
LA LITELATURA ESPA1'íOLA.

Bogotá, agosto 30 de 1859.

" Despues del Quijote nada notable, esceptuando solamente


las memorias de Godoi, en todo lo que no sea la verdad his-
tórica! "
Estas palabras pronunciadas por vucstra boca me hubiera
d.ldo mucho en q,ne pensar si se refirieran a una nacion cuya len-
gua, cuya literatura me fneran tan estrañas como lo es para mí
la Rnsia, por ejemplo.
Oh! si vos hubierais asegurado que la Rusia o la China no
han producido en tres siglos ni una sola obra notable, yo ¡os
creería tal vez, pero abrumado de a~miracion ante semejante
maravilla.
Porque es una maravilla que un país no produzca ni una sola
obra notable en los siglos XVII, XV III i XIX, es decir, en la vís-
pera i en el dia en que el e~íritu humano ha llegado a un gra-
do de desarrollo que nos mataría de asombro, si nosotros mis-
mos no sintiéramos tambien la influencia del siglo de Napoleon!
Pero, pase esa maravilla por lo que hace ;.¡ la China; mas por
lo que hace a las naciones europeas .... Señor, nn os creo, ni
puedo creeros.
Eso es como si me dijerais que en todo este tiempo ni la In-'
glaterra ha perfeccionado una máquina, ni la Francia ha reali-
zado una revolucion, ni los yankces ban cometido un solo acto
de inmoralidad, ni las repúblicas americanas han tenido una sola
conmociono
Todo esto es ]0 mismo que decir que España no ha tenido ni
una obra notable dl11'ante tres siglo~.
No veis que al decir todo eso, le quitareis a cada uno lo que
es suyo, su parte i su herencia?
Todo os lo creería, si lo refirierais a una naeion estrafia; pero

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aseverar semejante cosa de la literatura española; decirle esto a
uno que habla en lengua española, i que lo diga un hombre pú-
blico de América ~..• Señor! .qué irán a dccir en Europa de Jos
americanos!
Un escritor español qne ha producido OBRASNOTABLES,des-
. pues del Qnijote, un individuo que se llamaba Maria.no José de
Larra, español por todos cuatro costados, i cuyo nombre, mui eo-
nociqo en Europa i en América, no habrá llegado a vuestro oído,
trae un cuento que viene ahora como encf\rgado. Permitidme
que 10 reimprima. )
Habia en Sevilla, creo, una vieja que esta1,)a suscrita a la Ga-
ceta de Madrid, la cual leía, conforme sus ocupaciones domésti-
cas se lo permitían, pero guardando siempre órden rigurosa-
mente cronolójico en la lectma. De esto resultó, que la pobre an-
ciana se atrasó porte~to;amente, tanto, que iba en el año de 1808,
i la escena pasaba en 1820. Pues bien, al llegar a los partes ofi-
ciales que anunciaba la invasion francesa, la escelente lectora,
tiró la Gaceta i se levantó a emigrar; i lo hubiera hecho, si no
le hubieran hecho notar que hal'Ía doce años quc habían pasado
aquellos sucesos i con ellos la cruel nccesidad de espatriarse. •
]\fe figuro sinceramente i sin ningun asomo de ironía, toda
vuestra vida en estos últimos años. Como empezásteis la carrera
púplica mui jóven, las ajitaciones de la política, no os han deja-
do tiempo sino para estudiar las cuestiones relacionadas con ella j
os habeis hecho un sabio en ellas, pero por lo que hace a 'aCha-
ques de letras españolas os habeis quedado en el año de 1808 de
la Gaceta.
Alguna vez, en ocios repentinoR, habeis reflexionado que un
hombre de vuestra posicion, ·dotado de tan bella intelijencia i
tan esperto en ciencias sél'ias, necesitaba aquellos conocimientos
agradables de que ha menester a cada paso un hombre de mun-
do, como lo sois, i un redactor de periódicos importantes, como
lo habei~ sido. Ent6nees quisisteis, pueR, adornaros con algunas
nociones de literatura, i tomásteis la castellana para estudiarla
desdc su nacimicnto, es decir, desde IIita i Jos romanceros, basta
nuestros dias. A.sí es como es1mdia un hombre superior, que quie-
re poseer una ciencia!
1fuisteis, de mui buena fe en vuestros estudios j me figuro
que esto pasaría en 1847 para adelantE'. Pero Ileg6 el año de
1849 en que se inauguró la administracion L6pez, de cuyo gabine-
te erais el mas distinguido miem bro: siguió la oposicioú en qne tan-
to nombre os adqui\'Ísteis ; luego la dictadura de 1854 que "OS com-
batísteis como soldad,o valiente, despues de haberla combatido
como escritor temible; en pos vinieron los trabajos de la Federa-
eion; i por p.\timo vuestra formacion del Estado de Santander i
vuestra azarOSa presidencia en qúe tuvísteis que lidiar con tantos

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-60-
obstáculos, entre ellos la revoluciono oo. En liu, desde 1849 para
acá, vos no habeis tenido nunca un dia en que no os veamos, sol-
dado infatigable del espíritu, guerreador teuaz i afortunado, 'siem-
pre con la pluma en la mano.
r vuest¡'os estudios interrumpidos ~ Se cortaron precisamente
en la edad de 01'0: acababais de leer a Calderon i Lope, a Que-
vedo i Cervántes, cnando vinieron las ajitaciones de la política.
Así, pues, os habeis qnedado en el Quijote. Desde ese libro
sin segundo para acá, no habeis hojeado siqniera ninguna otra
obra cspañola, a escepcion de las m.emoriasdel Principe de la Paz,
que entraron en vnestros cstudios históricos.
r es tan cierto qne os quedásteis en el Quijote, que estoi se-
guro que no conoceis el Buscapié del mismo autor, que salió a
luz por la primera vez hace ménos de diez años.
r no me negareis que todo ha pasado así: no me negareis
tampoco que estudiásteis mucho los antiguos. clásicos españoles;
si no, en dónde habriais hecho el estudio de vuestro idioma que
con tanta elegancia manejais ~ Porqne vos sois un buen escritor;
i vuestra figura que siempre se me escapa como político, porque
no amo a los políticos, la tengo siempre presente como escritor,
porque amo mucho a los jite ratos.
Yo voi a snpl1r vuestra falta de tiempo, contandoos lo que es
esa calnmniada Espaíiu, en punto a letras. No tomaré la cnes-
tion de Cervántes para arribu, porqu.c eso no lo negais j i porque
sabeis, como yo, que en la literatura enropea, si atendemos al pe-
ríodo trascnrrido entre la invasion do los Bárbaros i el siglo
XVI, no habia otras que pudieran llamarse literatura, sino la ita-
liana i la española.
• Vos sabeis que la rusia, ahora no mas empieza: que la ale-
mana no es mui vieja, que la inglesa empieza en Milton i Sakes-
peare i la francesa en Voltaire.
La italiana empieza en ViIjilio, i la española al pié del Cid.
No os hablaré, pues, de la anterior a CeJ'vántes j i puesto que
tomflis como punto de partida el Quijote, examinemos desde la
época de Cervántes hasta nuestros dias.
El Quijote es un libro maravilloso: todos los idiomas vivos
se han disputado su traduccion j creo que pasa de un centenar
las ediciones ernditas que de él se han hecho: el relijioso respeto
con que lo miran todos los literatos, la ciencia que empIcan to-
dos sus espositores, desde los mas elevados personajes j todo hace
de él una rareza bibliográfica. El Quijote es la biblia de la len-
gua española: es la biblia humana. -
Fué i es de moda: toda obra sucumbe: los clásicos se van
como los dioses ele Roma, i el Quijote queda. Tres siglos va a
hacer que Sancho Panza está arrancando cordiales carcajadas a
todo lector: tres siglos que don Quijote, el pretendido loco, está

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-G1-
conmoviendo el coraza n ron RU sabiduría: tres que sos dichos
inmortales son refranes de todas las'lenguas. Doscientos srsenta
años hace que el Quijote es el encanto de los hombres de letr(ls, al
mismo tiempo que forma la alegría de la última \'ejezuela en su
velada, i el solaz cl~1último estudiante en SUR ocios.
Tan inmensa., tan espontáuea, tan universal ovacion hecha a
un libro, no la ha gozado nuuca ningun otro. Eu suma, exami-
nando la literatura de cada naciou se encuentra que ningllna
ha producido una obra tan notable como esta, eminentemente
clásica, i enteramente española. Pero como la España tuvo la
gloria de producir una obra tan notable, hoi se le retuerce su
misma gloria, i se le qniere probar que porque no ha hecho dos
veces ese sublime esfuerzo del injenio humano, está pobre. I al
decir esto, no os habeis acordado de las demas naciones.
Gritad a Francia i a Inglaterra que son pobres porque no han
producido nn solo Cervántes. Os contestarán indlgnaclas que si
no tienen un Quijote, si tienen mil obras maestras.
1 cuando decis a Espaíia qne está pobre i degradada porque
no ha producido dos Cervántes, os contcsta indignada, por mi
boca; que si no ha producido dos, ha sido el único pueblo del
mundo que ha tenido uno: que bien puede esconder el Quijote,
esa gloria hispano-universal, i todavía le quedan tantas obras
ma,estras cuantas pueda mostrar cualquiera otra nacion del
mundo.
Pasemos ya a examinar todo los otros timbres literarios con
que se adorna la España, eu los siglos XVI, XVII, XVIII i XIX,
dejando a Cervántes i sus contemporáneos i antecesores sepul-
tados en ese bosque de J,aureles que vos mismo eoufasais.
Cervántes, que en 1605 estaba creando sus tiltimas obras deja
libre al siglo XVI para que lo jnzguemos separado de su influen-
cia i de su gloria. ' -
Os olvidásteis, señor, de las poesías de Fernando de llerrera
i de Francisco de Rioja, al primero de los cnales se le dió el dic-
tado de divino, como se le concedió al segundo el título de prín-
cipe de la poesía española.
No teneis en cuenta ni el Shakespeare español" Fénix de los
injenio~, aquel Lope de Vega que todavia despierta una admira-
cion tan grande, ni a Quevedo i Calderon ni toda esa pléyade de
jenios que brillaron despues de Cervántes, constituyendo la mejor
'parte de gloria para aquel siglo XVI tan glorioso para España.
Para nada fi&\,nran en vuestros jnicios los dos Aljensoil\s, ni
Villégas, ni Jil Polo, ni Gutierre de Cetina, ni el príncipe de Es-
quilache, ni cincuenta mas entre los líricos; ni San Juan de la
Cruz, Santa Teresa ni Frai Luis de Leon, A vila i Granada entre
los escritol'es sagr~dos, jénero en el cual España pnede vanaglo-
riarse de tener mas literatos, mas perfectos escritorl3s i en mas

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-62-
abundancia que en ninguna otra nacíon. O1vidásteis a Ercilla,
aquel héroe español que inmortalizaba a los enemigos que su es-
pada vencía. Olvidásteis qne Corncillc, aquel padre del teatro fran-
ces aprcndió este arte divino tr¡tduciendo el Cid de Guillen de
Castro, i que en el estudio de nue~tros dramáticos fné cjonde se
formó el autor de Cinna i los iloracios, así como en el estudio de
aquel clásico frances se formaran los escritores que fueron ele-
vando las letras francesas al alto punto de gloria que marca el
reinado de Luis XIV. I

No habeis seguido la marcha del teatro español desde Lope


hasta Cañizáres j i por el periodo de decadencia que tuvo des-
pues de ese último, juzgais de la gloria antérior, í menospre-
ciais la que le sigui6, cuando Moratin, Quintana, Jovellanos i Sl\S
sucesores.
lIaceis una notable injusticia no considerando como obras
notables las históricas de Mariana, IInrtado de Mendoza, Solís,
Toreno, La Fuente i Constallza i ciucuenta !Das, quc no es nece-
sario hacer un curso de literatura española, sin apuntaros breve-
mente vuestra injusticia.
Estudiando la E paña en sus armas, en su política, en su co-
mercio i en sus letras, sobre todo, en la primera mitad del siglo
XVI~I solamente, fácil es hallar muchos IIrgumentos con que in-
juriar su alto i merecido renombre; pero juzgar a una gran na-
cion por un período de cincuenta años, sería como sentenciar en
un espediente por la vista no mas de una de sus fojas.
Sí j en aquel triste período, despues de la entrada de los Bor-
bones al goce de la herencia real del .desgraciado don Cárlos, es
donde se presenta su miseria tan grande casi como su anterior
gloria i poderío j es donde se advierte, no Sil decadencia ni su
muerte,' como malamcnte habeis querido bacernos creer, sino la
paralizaeion accidental de sus fuerzas VItales, la suspension de sus
gloriosas conquistas i creaciones. .
Todas las naciones empero, tienen esas parálisis que no siem-
pre son mortales: todas llegan a un punto en que tienen que des-
andar parte o el todo de su camino: algunas retrogradan tan
visiblemente que vuelven al seno del caos de donde salieron: otras,
como España, compran a favor de un descanso corto i forzado,
el derecbo de aparecer con su anterior robustez, í vuelVe a gozar
de sujllveutud casi inmortal.
Vos que no crecis en la influencia del gobierno: vos que lo
suprilLis enteramente en vuestras bipótesis políticas, vais a en-
contrar un nuevo error en mí, o mejor dicho, vais a enconttar-
me 16jico con los puntos dogmáticos de mi escuela, cuando me
oigais decir, como os digo, que el gobierno de España era el
que reunía sus fuerzas en un punto i la bacia fuerte, o el que
despl).es los dispersaba i la bacía aparecer débil.

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-63-
Todo pueblo, i mucho mas un pueblo meridional; produce
chispas aisladas, chispas que se desprenaen sin cesar: el que las
deje perder, el qne les permita atravesar aisladas el espacio, ese
no hará nada para la gloria i el poder de su naeion; pero el que
las renne i las dirija, ese formará una hoguel'll que tendrán que
ver de cnalqniera parte del mundo. • '
Yo ostoi persuadido, señor, i cada dia me persnado mas de
que la centralizacion de la fuerza es la yida: los pensamientos,
así como los soldados no vencen solos: como ellos necesitan un
capitan. 1así como el capitan es el que se llama el v,'nced01' en
una batalla, cuando los soldados que dú-ijió fueron los que ven-
cieron, así tambieu el hombre que, al frente de una nacion,
recoje i concentra la vitalidad del espíritu, es el que vence, es el
que da su nombre a su siglo.
El siglo de Luis XIV es el siglo de las letras en Francia: el
nombre d,e aquel monarca que nunca hizo versos ni escribió tra-
jedias, ~s el emblema de la gloria literaria d'e aquel país. Por
qué? por qué uo decimos el siglo de .Moliere, por ejemplo, ni el
de Bossuet, ni el de Hacine?
Ah! porque Moliere, ni Bossnet, ni Racine hubieran sido 10
que fueron, bajo Cárlos vn o Luis XI!
Tal sucedió en España: armas, letras, comercio i poderío,
todo menguaba ,1\ medida que la raza de us reyes, esa raza de
águilas de los Borbones, menguaba. La Espaí1a que a tan alto
pnnto llevó su gloria literaria bajo Felipe II llamado el tÍ/-ano,
iba decayendo visiblemente bajo los sucesores de es'e gran rei,
hasta que bajo Cárlos III no era ya ni la sombra de &uimájen.
Pero viene Cárlos IV: jnntu a I,osdefectos qne oscurecen como
°
una venda las cualidades de aquel rei, brillan se adivinan por
sus roonltados esas eualidades, como en su antecesor. Mudad en
la lista de los reyes de España el nombre de Cál'los III i poned
en su lugar, el de Florida-blanca" i hubierais visto, señor, cómo
hubiera despertado la literatura,a medlda que el impulso hubie-
ra sido mas fuerte por ser mas directo.
A fines del último siglo, los espíritus estaban ya preparados
para recil>ir a Jovellanos: la España era ya digna de recibir a
Moratill, a Cienfuegos i Cadalso: mas todavía, era en todo dig-
na del jenio que apareció encabezando el restal>lecimiento de las
letras, i marcando esta época actual, esta gloria cotltemporánea
que cada dia crece con un escritor ,notable.
Ya eomprendereis, señor, que voi hablando de Quintana.
Quintana que no hubiera sido figura estraña ni inferior entre
las de Calderon i Lope, Cervántcs i Quevedo: Quintana que es
el eslabon de oro que junta el siglo de Felipe II con el de Isabel
II: Quintana que borra por su mérito solo un siglo de cultera·
nismo i de, decadencia: Quintana, repito, mui bien podía haber

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-64-
recibido el honor de que vuestra pluma lo señalara como una
gloria de España.
llabeis leido a Quintana, señor? Cuando os fastidieis de es-
tas mezqninas lnchas de ndestros partidos: cuando os ensucieis
demasiado en esta plaza de mercado llena de lodo, en que anda-
mos disputando una bandcra uesgarrada i un sillon dcstrozauo,
i qucrais olvidar un poco la tierra, leed a Quintana. Rai en él
bastante filosofía, bastante elel'acion, bastante literatnra, bastante
diecion poética, las suficientes dotes en fin, pam elevar el alma 1
En lugar, pues, de (Iccir; "despnes del Quijote nada nota-
ble j" mui bien podíais haber dicho: "despues de Cervántes to-
davía tiene a Quíntana." Pudíerais haber variado de vuestro se-
vero juicio i endulzar algo vuestra ríjida sentencia, aunque no hu-
bierais leido sino a lIuerta el competidor de l\lol'atin. La Raquel
os hubiera reconciliado con Espf\ña; i cuánto mas si hubieras
leido el Pelayo ! ~
lloi, señor, hoi que creis a la España decadente i degradada,
hoi España se presenta en la lkpública de las letras adornada no
solo de sus antiguos timbres, sino adquiriendo nuevos trofeos.
Breton no pertenece a UDaraza degradada: Breton, la deli-
cia de los teatros. •
Ral'tzembuch, el autor dol admirable drama de los .Amantes
de Teruel, tiene derecho a protestar contra la inculpacion de de-
cadencia para las letras que cultiva.
Larra que es mejor i mas espiritual que ninguno de vuestros
escritores franceses que en el jénero de aquel que haya escrito,
Lana pnede tambien censuraros de error.
Martinez de la Rosa, Somosa, Oeholl, Lista, Esproneeda, el
duque de Rívas, GarciaGutiérrez, Trueba, .Aiguals de Izco, las
señoras Coronado i Avellancda, Mesonero Homallo, Modesto la
Fuente, González, Caballero, Flóres, Constanzo .... pondria nna
lista demasiado larga, i yo no voi a instruiros, sino a recordaros
alguno de los ¡mbres de esa ultrajada España.
Ya que habeis estudiado su decadencia desde Lope hasta Ca-
ñizáres, os pido en justicia que estudieis su renacimiento desde
Jov~lIanos hasta Castelar que es, segun creo, el mas jóven de los
actuales escritores.
Estudiad su teatro desde el Delincuente honrado hasta el Tro-
vador. Sn lirismo desde Mpratin i Quintana hasta Trueba: en la
historia hasta la Fnente: en la Dovela hasta Caballero: en el
periodismo hasta La América: cstudiadlo en todo sentido, en
cada uno de los ramos del espíritu, trayendo vuestra lectura
hasta 1859.
Despnes de ese estudio deciclnos vuestra opinion: estoi segu-
ro que nos será favorable. -
1 digo 1W8 porque repito por la última vez que la injuria no ••

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-6,3-
(lSsolamente a España, sino a la familia española que vive en
América i qne es i no ha dejado de ser Espaiia. \
I Un dja variareis de opinion, señor, porque solamente de los
necios es propio perseverar en el error, corno dijo un filósofo anti-
gno; i cuando varieis, vos, alma española por todos cuatro cos·
tados, digno representante de la mas ilustre sección de las razas,
por vuestra admirable intelijencia i por vuestro espíritu, entón-
ces me esplicareis a mí, ignorante defensor de una nacion dema.
siado ¡;Joriosa, Jos altos destinos a que está todavía llamada 'nues-
tra família. Entónces me hareis palpar como se ha de vencer el
mercantilismo ciego del siglo XIX, encaminándolo a que sea una
mano del espíritu: nunca el espíritu mismo.
Termino, repitiendoos la sincera espresion de mi respeto.

Cuestión española.
( DESPEDIDA. ). •

Voi a separa¡'me ya do un .campo en que me colocaron ulla


injusticia i una conviccio11.
La injusticia cometida por el doctor Murillo calificando de
degradada i decadente una nacion que pesa en Europa i que es
madre de diez pueblos que pesan en América.
La conviccion séria qne tengo de que los pueblos españoles se
debilitan porque se afmncesan o se inglesan, permitáseme el uso
de estas dos palabras.
Nos esforzamos en perder nuestro carácter propio, sustitu-
yéndole un carácter prestado, falso, inadecuado: seducidos por la
falsa opulencia de una raza mercantil, o por el falso brillo de pue-
blos sibaritas, i creemos que toda la civilizaeion cristiana no consis-
te sino en esas tristes máquinas.
Hai jentes que de buena gana perdonarian que el desarrollo
de la ciencia no nos hubiera traido sino un buque de vapor,
aunque no hubiera emancipado la mujer, ni libertado el pensa-
miento, ni traido la nocion de libertacl, ni abolido el derecho de
guerra.
Está en nuestra raza el depósito sagrado de los intereses in-
telectuales; en la otra el depósito de los intereses inJustriales.
Dios, que no hace sus obras a médias, hizo completa su creacion,
i nosotros queremos dañarla haciendo que triunfe el vapor i la
electricidad sobre los inventores de la electricidad i del vapor.
Yo quiero, yo deseo que conservemos nuestro carácter con
todos sus rasgos, i que no seamos tan estólidos que nos avergon-
cemos de ser como somos. En la infinita dilatacion de nuest.ras
fuerzas, no en el cambio de estas por fuerzas ajenas; en la fe en
nuestro destino: no en la impotente rabia de no ser otra cosa,
es que debemos buscar la mejora.

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-66-
Los destinos, empero, se cumplen. La América camina a
unirse j i cnando se presente nnida en Europa i alce su voz en su
idioma, solo un pueblo la entenderá i la comprenderá, porque
ha oicio su propia lengua j i en ese idioma divino devolverá el
saludo a su hermana. '
Ese pueblo será la España europea.
La España, que en su laJ;go descanso habrá recobrado todas
sus fuerzas, será el aliado natural i conveniente de América.
Para entónces nadie 8e acordará de Morillo ni de Bámano j
que nada importarán dos insectos en el camino donde .se encuen·
tren dos pueblos fuertes.
Miéntras tanto, debemos luchar contra el yankeismo que es el
mercantilismo i el protestantismo: las dos plantas parásitas que
matan el árbol del espíritu.
Durante el curso del tiempo en qne he escrito estas cart{ls,
he recibido favores q"ue devuelvo-en una sola espresion de pro-
funda gratitud, ya porque ellos eran cóncedidos a mi causa, o por.
que eran dirijidev>al insignificante defensor de esta causa eterna.
Re recibido la colaboracion de los dos distinguidos sujetos
que, bajo el nombre de "Uu español americano" i del de "Un
soldado colombiano," se han puesto a mi lado en pro de la cues-
tion c&pañola. Aunque mi gratitud sea un débil presente, yo les
ofrezco mi respetuosa gratitud.
Particularmente he espresado los mismos sentimientos a los
individuos que se me han dirijido en particular, de algunos puntos
de la Rcpública: ya que no han querido dar sus nombres al
público, no haré pública sino la confusion que me causa su bondad
para conmigo. '
No aireviéndomo a luchar con el eminente escritor .Auedesde
Paris ha seguido la lecturá de mis artículos, le dejo la corona en
sns manos, re ervándome solo ~l derecho de haeerJe en carta
particular algunas reflexiones, cal! el respeto debido a su talento
i al nombre americano que posee. El señor Samper Agndelo
debe estar seguro de que he leido su interesante carta con tanto
placer i tanto orgullo como el que senti cuando leí en 1855 sus
•.•Reflexiones sobre la Confederacion Colombiana."
'Ent6nces estaba yo ausente de mi patria, i no pude estrechar
esa mano qlie sirve de amanuense a tan noble espíritu.
Roi él está léjos de nuestra patria, i tampoco puedo tender
mis' palmas al viajero que ha ido a España sin odios, i ha salido
de allí estimando a su pueblo. _
Al despedirme del público, llevo conmigo la mas profunda
gratitud por todos los que han sido induljentes conmigo, i por
los redactores de periódicos que se han dignado animar en sus
columnas al débil adalid de una causa que todos aman: la de
nuestros padres.-Bogotá, noviembre 14 de 1859.
J. M. VERGARA 1 V¡¡RGARA.

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NOTAS.

Desde 1821, en que se separaron sobre el campo de batalla para no


volver a verse, los dos ejércitos ¡;ranadino i español, los hijos de ambas
naciones no han tenido siuo una eomunieacion tan corta, que no se puede
llamar ni con tal nombre. Uno que otro hijo de España atraviesa de vez
en cuando por 1:\ Nueva GrHuada. Uno que otro viajero granadino tras-
monta los Pirineos i llega l\ estudiar de paso las costumbres del pueblo de
donde salieron nuest"os padres. Se supone que esta fHlta de eOllJunieaeion
con el pueblo español, haec que sean mas cstrcchas nuestras relaciones con
los pueblos ingleses i franceses; i de aquí resulta que, sin dejar nuestras
custumbres española., vamos mezclándolas con las de aquellos pueblos, i
por mui buenas que aquellas sean, siempre ¡'esulta lo que a los papagayos
de Idarte, quo
Del franees i castellano
Hicieron tal pepitoria, &e.
Costumbres, lenguaje, eomereio, alimentos, lujo, hasta los sentimien-
tos relijiosos, todo es compuesto de una base española i el resto es estran-
jera. De manera que somos hispano-angla-franceses, miéntras determi-
namoS otra cosa.
Como he dicho, desde 1821 nos separamos, i desde entónees ni una
voz sola se ha levantado por España, aunque esté mas difundido de lo
que se cree el afecto a aquella naeion. Prueba de ello es el modo como
han sido recibidas estas cartas. Se necesitaba una pel'sona que no tuviera
miedo al nombre de [Joelocon que cm de presuDlirse que lo R,dudal'Ían: yo
he hablado, i sinembargo, nadie me ha dicho una palabra ofensiva. Esto
prueba que sí hai seutimientos afectuosos por España en nuestros pueblos.
Pájína 18 .
.Algunos espaiioles al/em?! el texto ele La.~ Casas, &:c.
Es cosa bien notable en la historia dG las conquistas, el papel que re-
presentó este venerable relijioso. Solo la naeion española, tan noble como
es en sus sentimientos, ha producido un hombre que atraviese treinta
veces el mar por denunciar a sus,eompañeros; i que los denuncie, no por
viles pasiones, sino por amor a la justicia, Este heróico relijioso es digno
de sn patria.
Pero no hai que creer ineautumente todos los horrores que cuenta Las
Casas. En primer lugar, 61 no pudo contar el número de indios muertos,
para que pudiera decir a punto fijo, tres miltrmes, por ejemplo; i el nú'
mero que diga no pasa de un cálculo, En segundo lugar, cada traductor
carg,\ba la mano al llegar a los númel·os. El que examinc hoi con buen
critcrio las obras oJ'ijinales de este relijioso, eOlllprenderi\ que 6[nl) dice
tanto como le suponen, i que de lo que dice se debe rebajllr algo. Sin
emba"go, no se puede ni se deiJe negar que los conquistadores cspaiioles
ej ecutaron hechos el'irninosos con los indios, pero tampoco se q,-,eda-
ban cartas tratándose de sus mismos compaüeros. Pizarra, que hizo aju~-
ticiar a Atahualpa ¿ no hizo tarobien ajusticiar a Almagro? Pizarra no

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·.•....
68-
murió asesinado? No murió ucla misma manera Robledo? No cOrl'ió
igual suerte Núñez de Balboa?
Todo esto lo que indica es que aquenos osados aventureros,estaban a mil
leguas de la autoridad. El pueblo español, la verdader~ nacion española,
no hubiera permitido la mucrte de Atahualpa ni la de Pizarra. Los Reyes
mismos de España no lo hubierari hecho: enos han sido frecuentemcnte
ingra tos, nunca asesinos.
Pájina 20.
Seg1tidme : ya !ternos llegado al pié de los muros de Zaragoza.
Yo incurrí en la JUisma falta 'en que han incurrido los españoles:
posponer Zaragoza a Jel:ona. Es cierto que la defensa de aquella fué un
hecho gloriosísimo, del cual se debe vanagloriar cl heróico pueblo espa-
ñol; pero fué mas notable i mas heróico ~ue la inmortal defensa de
J erona? Esta ciudad uo tenia muros, i a faLa de ellos pusieron sus cuer-
pos los defensores. Un número triple de fmnceses la asediaba, en tanto
que los sitiados no solo eran inferiores en número, sino que estaban ani-
quilados de hambre i de fatiga. 'fan grande era el eorazon del octojenario
Jeneral Alvarez que dirijia la defensa, que nunca pensó en capitular, aun
des pues de que por una resistencia de tres meses, podia decir, sin perder
su acrisolado honor: "he hecho mas de lo posible, pero ya es imposible
hacer mas." Un dia propuso un individuo de la plaza que se rindieran
porque hacia dias que se habian agotado todas las'provisiones. El anciano
Alvarez contestó que nó resueltamente.
-1qué comeremos? le dijo el interlocutor.
-1Jos cabanos que nos qucdan.
-1 despues ••.. ?
-Nos comeremos a los traidores como tú que propongan que nos
rindamos, replicó el J eneraJ.
Para comprender a qué estado de hambre i de escasez llegaron, no
hai mas que decir el falJUloso precio a que se vcndian los ratones i los
gorriones, cazados con injeniosos ardides i fatigas; i para comprender el
mérito i la he,'oícid:ld de la defensa, basta saber elll1odo como les canee·
tli6 la eapitulacion el jeneral frances, dejándoles tOdos los honores de las
armas i permitiéndoles quc se retiraran sin ninguna condicion, apesar de
que el grupo de combatientes que salió de la plaza era tan escaso e iba tan
}'endido de ham1Jre, que Ulla sola compañía de las numerosas fuerzas fran-
cesas, hubiera podido atajarlo: los ~alvaba, empero, la admimcion que
habían ,despertado entre sus enemi;:;os. Para todos los lletalles de esta
defensa, véanse, entre otros muchos documentos, los boletines fmnceses i
la historia contemporánea de España por don Eduardo Chao.
Pájina 43.
No.jltUara quien, escaso de dato.~, .'c escandalice al oi,' que el pueblo
espa¡1ol simpatiz6 con nuestra independencia ..
El que quiera saber cómo nos miran en España, i qué clase de ~enti·
mientas hll abrigado por sus colonias la España oficial, moléstese en leer •
los actos de las sesiones de las Cortes, que encontmrÍL en los números 57,
58 i:59 del Noticioso de ambo .• Jh",dos. (28 de enero, 4J 11 de febrero,
oe 1837.) La proposicion que se votó i fué aprobada por el voto undnime
de 140 diputados, fué la siguiente que presentó la Comision especial.
" Artículo único. Las Cortes jenerales del Reino autorizan al Gobier-
llO de S. M. para que no obstante los artículos 10, J 72 i 173 de la COllsti-
tucion promulgada en Cádiz en 1812, pueda concluir Tratados de paz i
amistad con los nuevos Estados ue
la América Española sobre la base del

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-69-
"econocimiento de 811 independencia i RENUNCIA de todo derecho territorial o
de soberanía por parte de la antigu~ metrópoli, siempre que en lo demas ./
juzgue el Gobierno que no se comprometen ni el honor ni los sentimientos
nacionales. "
Los nobles españoles que compusieron la Comision especial i presenta-
ron esta proposicion, fuemn }'errer, Tat'allcou, Cuetos, Arana, Flórez Es-
trada, Onís, Domenech, Seoane i Nevares.
La discusion fué iarga (duró tres dias) luminosa, perfectamen~e razo-
nada i respetuosa por los Estados Americanos. Muchos de los dIscursos
que eptónces se pronunciaron, son nuestra mejor defensa, He leido todos
los discursos con el objeto de eseojer i reproducir aquellas frases que de-
muestren mas Jos sentimientos eal'iñosos de España i sus hijos por los Es-
tados Amel'ieanos; pero me he eneontt'ado en grande confusion, porque
no sé cuál escojer. Todos los Diputados hablan con bondad de nuestras
de~graeias, con tristeza de nuestros odios, con firme improbaeion de los
excesos de Jos Pacificadores. Hefiero al lector en 1111 todo a aquella memo-
rable sesion, i ofrezco tener constantemente a la mano el tomo en qne se
refiere, para que lo lean todas las personas que quieran imponerse de tan
noble e -importante cuestiono
Pájina 43.

Reproduzca el antiguo argumento de los excesos cometidos por los" paciji-


cadól·es." Mas yo contesto que la espedicion enviada por Femando VII,
no era Espa11a: que Femando V-JI no era Espaiia: que Morillo
no era España, como Reres i Enrile no el'an .América ••••
N o todos los lectores habrán parado la ateneion en un dato histórico
de la mayor importancia, a sabe,r, que la devastadora guena que nos hi-
cieron los espafioles para sujetarnos no era dirijida solamente por españoles;
muchos horrores debemos a indignos americanos. Véase la prueba. He
nombrado ya a Eurile i Héres: el primero era habanero, el segundo vene-
zolano. Aquel horrible Tribunal de sangre que se instaló en Bogotá bajo el
nombre de Tribunal Permanente, i que envió al cadalso a Várgas, Leiva,
Carbonell, Contréras, Gutiérrez, Lozano, Pombo, Yalenzuela, Benitez, Las-
tra, Baraya, Ayala, Yélez, Caneio, &.', era compuesto de los individuos
cuyos nombres siguen, con su estraecion al frente.
Galluzo ........•....•..••.......•... Español.
Méres., . , ...•...•..... , . Venezolano.
Letamendi ..•.....•...••..... ' . id.
Quero •...•......••..•.............. id.
COl'dero .........•...••... , ..•...•.. id.
Ademas, todos los testigos que declararon contra nuestros próeercs
cran americanos. •
En cambio de estos viles americanos, tu'vimos por próceres i mártires
de la independencia 11 José Hamon Leivll i el Conde de Casa Valencia,
e8pa¡ioles.
Pájlna 64.

Al hacer una rápida revista de los poetas modernos de España, omiti


tres nombres que estaban en un lleápite separado i en papel suelto. Por
equivoeacion no fué ese papel a la imprenta.
En ese llcápite hacia una mencion especial de Bálmes, Donoso Cortés
i A. Sallvedra.
El primcro tiene una nombradía unh·ersal. Filósofo de la escuela ca-
tólica, gl'an polítici> i notable escritor; tales son las faccioncs de esa gran-

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-70-
de i hermosa figura. Sus obras entran en el corto número de las obras no-
tables de elite siglo. Una temprana muerte cortó la carrcra de ese ecle-
siástico que ha merecido, entre otros gloriosos aplausos, el siguiente clojio
dado por un juez compctente a los ojos dcl mundo ilustrado.
"Se quiere entrar en el fondo? ... ¿ Se quiere analizar la civilizacion,
distinguir cada uno de sus elcmentos, estudiar su filiacion, i sabcr si es el
PI'otestantismo o el Catolicismo quien tiene derecho para reevindicar ese
honor, saber cuál ha sido la parte positiva o negativa de una i otra doctri-
na en esta grande elaboracion? ¿ Se desea quedar completamente satisfe-
cho sobre esta grande i curiosa obra? llEcno ES1'ÁEL TRABAJO,i un TRA-
BAJO A LA ALTURADE SU OBJETO,u1'l trabajo verdaderamente largo, profun-
do, elevado, es tenso, lleno, i al mismo tiempo filosófico j liberal, en la
buena accpcion de la pulabl'U. Jaime Búlmes en su excelente j bellísima
obm: m Protestantismo comparado con el Catolicismo, &." ha dispensado
n cuaiquie.-a el escribir tlcspucs de él sobre esta matel'Í't ....
Esta bella. obm, pues, viene a completa.r la nuestra. i no podemos rué-
nos que referimos a ella. Lo que va.mos n dccir de nuestra cuenta no pue-
dc ni aun remotamcnte suplir su Icctura: es una lijera tienda al pié de IIn
gmndioso monumcnto." (.A.CGUSTO NICOLAS. Dcl Protestantismo i todas
las herejias en su relacion con cl socialismo. Libro lII. Capítulo l.)
lié aquí, pues, que sí hai un español en este siglo que produzca obras
notables: trabajos largos, profundos, elcvados, cs/ensos, &:."
Pasemos a Donoso Cortés. El lenguaje de este escritor i su profunda
filosofía han hecho ya de su nombre un nombre conocido donde quiera que
se habla la lengua española.
Se le p.odrán impugnar sus opiniones por los que no piensen como él ;
pero no se le podrá negar que ha producido ooras notables.
Queda el Duque de Rívas considerado nada mas que como autor del
Moro Espósito i sin tener en cuenta sus bellísimos romances. El Moro Es-
pósito es casi tan popular como el Quijote, i ps una de las obras mas nota-
bles de España. Nada le falta. lnteres dramático i novelesco, carácter
esencialmente español, versificacion inimitable; todo en 61 ea notable.
El erudito lo encuentra bueno, porque es clásico: el pueblo lo encuen-
trA,.bueno, porque es bello. Para el primero ticne la recomendacion de que
observlt las reglas del bueno i sauo gusto; para el segundo tiene el jnteres
de que le habla nI corazon. Esto ea tambien el elojio del Quijote.
El Moro Espósito, como el Quijote, es de las pocas obras que se leen
muchas ycces porque nunca cansa su lectura.
Su popularidad es de buena leí.
Quieu haya leido una vez los Miaterios de Paris, se los sabe de memo-
l'i:t i no los lee la segunda. Quien haya leido tres veces el ;\101'0 Eapósito,
quiere leerlo por la cuarta vez, i eu cada lectura se fija en una uueva belleza.
Meneion especial hariamos tam!Jien de Breton i de Trucba i de tantos
otros escl'itores populares j pero nos arredra la tltrea de examinar tantas
obras que nadie impugna, que totlos aman, i que sillembargo, con unn sola
plumada, sin nombrarlas, se echan por tierra.
" Despues del Quijote .••. nada notable! "

Las ert'atas, a l:t discrecion del Icctor, como dice mi amigo el doctor
~radiedo al fin tle sus poesías. _
Escritas lIIuí de prisa estas cartas, naturalmente estarán llenas de omi-
sionea. COI'l'ejidas tanlbien de prisa, han quedado con et'l'atus cul'Íosas que
110 ,lebeu eal'gar solamente sobre el autol'. El lector las salvará mental-
meute i pel'donar:t todo. Dolltlc encuentre "España pa'l'cccl'á aislada,
lea" perecerá aislada, i así en todas las demas que piadosamente juzgue
que no me pertenecen.

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91

INDICE.

Pújinn
4)UESTION española .•......••.•.•.•..............•...•...•.. a
4)ARTA l. - . 4
CARTA 11. - Decadencia de España ....••....••...•••.•.•... 10
4)ARTA I1I.- Degradacion de la raza española .•.•.•••..•.•.•• 16
CARl'A IV. - La Inquisicion •.••.••••..•.•.••••.•..•.•••... 23
4)ARTA V. - La Conquista................... • ••••.•••••• 28
nRTA VI. - La Independencia ..••...•.•...•.••••••..••..• 3'7
nRTA VII. - Dónde está E~paña? . . .• . . •. • . •. • .•••• • •.•••. 45
nRTA VIII.- Don Cárlos cl hcchizado ..•...•••.•.•.•••.••.•. 53
nRTA IX. - La Literatura española .........•..••..•...•••. 58
DESPEDIDA . 65
NOTAS .•••••••••••••.•••.••••••••••.•••••.•.••••••••.•••. 6'7

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