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MÓDULO V: LA EMOCIÓN.

Texto: Carlson, Neil (2006); “Fisiología de la Conducta”. Cap. 11. Emoción. Ed. Pearson

Las emociones consisten en patrones de respuestas fisiológicas y conductas típicas de las


especies. En los humanos, estas respuestas se acompañan de sentimientos. Es la conducta y no
la experiencia personal, la que tiene consecuencias para las supervivencias y la reproducción.
Por lo tanto, son los objetivos útiles de las conductas emocionales lo que ha guiado la
evolución de nuestro cerebro. Los sentimientos que acompañan a estas conductas entraron en
juego bastante más tarde.

Las emociones como patrones de respuesta: una respuesta emocional está constituida por
tres tipos de componentes:

- Comportamentales: está compuesto por los movimientos musculares apropiados a la


situación que los provoca.
- Autonómicos o Neurovegetativas: facilitan las conductas y aportan una movilización
rápida de energía para realizar movimientos vigorosos.
- Hormonales: refuerzan las respuestas neurovegetativas. Las hormonas segregadas por
la médula suprarrenal (adrenalina y Noradrenalina) incrementan más aun el flujo
sanguíneo hacia los músculos y promueven la conversión en glucosa de los nutrientes
almacenados en los músculos. Además, la corteza suprarrenal segrega hormonas
esteroides, que también contribuyen a que haya glucosa disponible para los músculos.

Estos componentes están controlados por sistemas neurales independientes, aunque pueden
tener un sistema más amplio que las integre.

La mayor parte de las investigaciones sobre la fisiología de las emociones se han limitado a
estudiar el miedo y la ira.

Miedo: los componentes de la emoción si bien están controlados por sistemas neurales
independientes parece ser que la integración de las mismas está controlado por la amígdala en
el caso del miedo.

La amígdala desempeña un papel destacado en las reacciones fisiológicas y comportamentales


ante objetos y situaciones que tienen una relevancia biológica especial, tales como los que nos
indican dolor u otras consecuencias desagradables, o indican la presencia de comida, agua, sal,
potenciales parejas, o rivales, o niños necesitados de atención. Varios laboratorios distintos
han demostrado que hay neuronas en varios núcleos de la amígdala que se activan cuando se
presentan estímulos emocionalmente relevantes.

La amígdala o complejo amigdalino se localiza en los lóbulos temporales. Está compuesta por
varios grupos de núcleos, cada uno de ellos con diferentes aferencias y eferencias. Se ha
subdividió a la amígdala en aproximadamente doce regiones, cada una de las cuales contiene
varias subregiones. Sin embargo, sólo tenemos que preocuparnos de cinco regiones
principales:

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- Núcleo medial: está compuesto por varios núcleos, que reciben aferencias sensoriales
y la envían al prosencefalo basal medial y al hipotálamo.
- Núcleo Lateral (AL): recibe información sensorial desde la corteza sensorial primaria, la
corteza de asociación, el tálamo y la formación hipocampal. Envía información a otras
partes del cerebro, incluyendo al estriado ventral (una región implicada en los efectos
de los estímulos reforzantes sobre el aprendizaje) y el núcleo dorsomedial del tálamo,
que proyecta al a la corteza prefrontal. El núcleo lateral también envía información a
los núcleos basal (B) y basal accesorio (BA). Los núcleos AL, B y BA envían información
al núcleo central, que es la parte de la amígdala que más nos interesa.
- Núcleo basal
- Núcleo basal accesorio
- Núcleo central: envía proyecciones a regiones del hipotálamo, mesencéfalo,
protuberancia y bulbo, las cuales se encargan de la expresión de los distintos
componentes de la respuesta emocional. La activación del núcleo central provoca
diversas respuestas emocionales: comportamentales, neurovegetativas y hormonales.
Es la región más importante para la expresión de respuestas emocionales provocadas
por estímulos aversivos. Cuando se presenta estímulos amenazantes, aumenta tanto la
actividad neural del núcleo central como la producción de proteína Fos. Si se destruye
este región, los animales ya no manifiestan signos de miedo cuando se enfrentan a
estímulos que se habían emparejados con estímulos aversivos. También se muestran
más dóciles cuando son manipulados por humanos, su nivel sanguíneo de hormonas
relacionadas con el estrés es más bajo y son menos propensos a padecer ulceras u
otros tipos de enfermedades inducidas por el estrés. Por el contrario, cuando se activa
la amígdala central mediante estimulación eléctrica o inyectando un aminoácido
excitatorio, el animal muestra signos comportamentales y fisiológicos de miedo y
agitación y la estimulación a largo plazo del núcleo central produce enfermedades
inducidas por estrés, tales como úlceras gástricas. Estas observaciones sugieren que las
respuestas endocrinas y neurovegetativas controladas por el núcleo central figuran
entre las responsables de los efectos nocivos del estrés mantenido. Esta región es
especialmente importante para el aprendizaje emocional aversivo. Unos cuantos
estímulos provocan automáticamente reacciones de miedo. Lo más importante es que
podemos aprender que una determinada situación es peligrosa o amenazante. Una vez
que se ha producido el aprendizaje, sentiremos miedo cuando nos encontremos en esa
situación. Nuestra frecuencia cardiaca y tensión arterial aumentaran, nuestros
músculos se tensaran, nuestras glándulas suprarrenales segregaran adrenalina y nos
mostraremos cautos, alerta y preparados para responder.

Se produce una respuesta emocional condicionada cuando un estímulo neutro se ha asociado


con un estímulo que suscita una reacción emocional. Frente a un estímulo aversivo
producimos respuesta específica, aquella cuya finalidad es poner fin al estímulo doloroso.
Además el estímulo doloroso también induciría respuestas inespecíficas, controladas por
nuestro sistema nervioso autónomo: por ejemplo, nuestras pupilas se dilatarían, aumentaría
nuestra frecuencia cardíaca y la tensión arterial, respiraríamos más rápido, etc. El estimulo
doloroso también desencadenaría la secreción de algunas hormonas relacionadas con el
estrés, otra respuesta inespecífica. El término condicionado se refiere al proceso del

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condicionamiento clásico. La misma se produce cuando un estímulo neutro le sigue
regularmente un estímulo que evoca alguna respuesta automática. Si un organismo aprende a
ejecutar una respuesta especifica que evita el contacto con el estímulo aversivo, la mayoría de
las respuestas emocionales inespecíficas acabaran desapareciendo. Es decir, si el organismo
aprende una respuesta de afrontamiento eficaz as respuestas emocionales dejaran de darse.

Algunos de los efectos de los fármacos ansiolíticos (disminuye la ansiedad) parece producirse
en el núcleo central. La amígdala contiene alta concentración de receptores benzodiacepinicos,
especialmente las regiones que proyecta al núcleo central y el propio núcleo central contiene
una alta concentración de receptores para los opioides. La infusión bien de opioines o de
tranquilizantes benzodiacepinicos en la amígdala, disminuye tanto el aprendizaje como la
expresión de respuestas emocionales condicionadas. Se mostro, además, que la inyección de
un antagonista benzodiacepinico en la amígdala bloquea los efectos ansiolíticos de una
inyección intraperitoneal de clordiacepoxido. Por lo tanto, los tranquilizantes y los opioides
parecen ejercer su efecto ansiolítico en la amígdala.

La lesión de la amígdala interfiere en los efectos de las emociones sobre la memoria.


Normalmente, cuando una persona tiene que hacer frente a acontecimientos que producen
una respuesta emocional intensa, la probabilidad de que posteriormente recuerde esos
acontecimientos es mayor.

Varios estudios de neuroimagen cerebral han puesto de manifiesto que la amígdala humana
participa en las respuestas emocionales.

Ira y Agresión: la mayoría de las especias animales presentan conductas agresivas que
implican gestos de amenaza o ataques dirigidos hacia otro animal. Las conductas agresivas son
típicas de especie; es decir, los patrones de movimientos están organizados por circuitos
neurales cuyo desarrollo está en gran parte programado por los genes del animal. Muchas
conductas agresivas están relacionadas con la reproducción. Otras conductas agresivas están
relacionadas con la autodefensa, como las que presenta un animal amenazado por un
depredador.

Las conductas agresivas pueden consistir en ataques reales, o simplemente implicar conductas
de amenaza, que están formados por posturas o gestos que advierten al adversario de que
abandone o será en el blanco de un ataque. El animal amenazado puede mostrar conductas
defensivas (conductas de amenaza o ataques contra el animal que le está amenazando) o
puede mostrar conductas de sumisión (conductas que indican que acepta la derrota y no se
enfrentara al otro animal). Las conductas amenazantes son útiles para el refuerzo de la
jerarquía social en grupos de animales organizados o para mantener alejados a los intrusos del
territorio de un animal. Presenta la ventaja de que no implican una pelea real que puede herir
a uno o ambos combatientes.

La depredación es el ataque de un miembro de una especie a otra de otra, normalmente


debido a que el último sirve de alimento al primero.

Control neurona de la conducta agresiva en animales de laboratorio: el control neural de la


conducta agresiva está jerarquizado. Es decir, los movimientos musculares concretos que se

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realiza un animal para el ataque o la defensa de sí mismo están programados por circuitos
neurales del tronco del encéfalo. El que un animal ataque depende de muchos factores,
incluyendo la naturaleza de los estímulos del medio ambiente que lo provocan y la experiencia
previa del animal. La actividad de los circuitos del tronco del encéfalo parece estar controlada
por el hipotálamo y la amígdala, que también influyen en muchas otras conductas típicas de
especie. Y, por supuesto la actividad del sistema límbico está controlada por sistemas
perceptivos que detectan el estado del entorno, incluyendo la presencia de otros animales.
Una cantidad abrumadora de datos sugiere que la actividad de las sinapsis serotoninergicas
inhibe la agresión. Por el contrario, la destrucción de los axones serotoninergicas del
prosencefalo facilita el ataque agresivo presumiblemente porque suprime un efecto
inhibitorio. La serotonina, como señala otras investigaciones, no inhiben la agresión
simplemente. Más bien, ejerce su influencia controlando las conductas de riesgo, que incluyen
agresión.

En Humanos: diversos estudios han mostrado que las neuronas serotoninergicas juegan un
papel inhibidor en la agresión humana.

La corteza prefrontal juega un papel importante en el reconocimiento del significado


emocional de situaciones sociales complejas y en la regulación de nuestras respuestas ante
tales situaciones. El análisis de las situaciones sociales implica mucho más que el análisis
sensorial; implica experiencias y recuerdos, inferencias y juicios. De hecho, las habilidades
involucradas incluyen algunas de las más complejas que tenemos. Una región de la corteza
prefrontal, la corteza orbitofrontal, juega un papel especial. La corteza orbitofrontal se localiza
en la base de los lóbulos frontales. Corresponde a la región cerebral situada justo encima de
las orbitas oculares (los huesos que forman las cavidades donde se hallan los ojos) de ahí el
término orbitofrontal. La corteza orbitofrontal recibe aferencias directas desde el tálamo
dorsomedial, la corteza temporal, el área tegmenal ventral, el sistema olfatorio y la amígdala.
Sus aferencias se diregen a varias regiones cerebrales, entre ellas la corteza cingulada, la
formación hipocampal, la corteza temporal, el hipotálamo lateral, y la amígdala. Por último,
está comunicada con otras regiones de la corteza frontal. Por tanto sus aferencias le
proporcionan información acerca de lo que ocurre en el entorno y de los planes que llevan a
cabo el resto de los lóbulos frontales y sus eferencias le permite influir en diversas conductas y
respuestas fisiológicas, incluyendo las respuestas emocionales organizadas por la amígdala.

¿Qué es, exactamente lo que hace la corteza orbitofrontal? La evidencia sugiere que sirve
como de intermediario entre los mecanismos cerebrales implicados en las respuestas
emocionales automáticas (tanto aprendidas como no aprendidas) y los mecanismos
encargados del control de conductas complejas. Este papel incluye utilizar las reacciones
emocionales para guiar nuestra conducta y controlar las reacciones emocionales que suceden
en diversas situaciones sociales.

Investigaciones sugieren que las respuestas emocionales nos proporcionan a menudo un


elemento importante en la toma de decisiones. Cuando consideramos una opción que
previamente ha tenido resultados negativos, se produce una respuesta emocional
desagradable y esa respuesta nos predispone contra esa elección. Las lesiones prefrontales (y

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también las lesiones de la amígdala), parecen impedir esta respuesta emocional anticipatoria y
los sujetos cometen errores a pesar de que sus elecciones están teniendo malos resultados.

Los datos sugieren que las reacciones emocionales guían los juicios morales así como las
decisiones que implican riesgos y recompensas personales, y que la corteza prefrontal también
juega un papel en estos juicios. Un juicio moral puede estar guiado por reacciones emocionales
y no es simplemente el producto de un proceso de toma de decisiones lógicas.

Si la corteza prefrontal contribuye a mediar el papel de las emociones en el juicio moral, el


daño de esta región debería menoscabar tales juicios. Como hemos visto, las tendencias hacia
las conductas antisociales están asociadas aparentemente con la disminución del volumen de
la corteza prefrontal. Si la lesión prefrontal se da en una fase temprana, la persona nunca
aprenderá a incorporar sus reacciones emocionales en los procesos de toma de decisiones.

Podría parecer que nos estamos alejando del tema de esta sección ira y agresión. Sin embargo,
conviene recordar que muchos investigadores creen que la violencia impulsiva es una
consecuencia de la falta de regulación emocional. La amígdala juega un papel importante en la
aparición de la ira y de las reacciones emocionales violentas, y la corteza prefrontal juega un
papel importante en la supresión de tales conductas. La conducta antisocial podría asociarse a
una disminución en el volumen de la corteza prefrontal; por lo tanto, la activación de la corteza
prefrontal puede reflejar este papel como inhibidor de la conducta agresiva.

Los asesinos de sangre fría, calculadores, depredadores, aquellos cuyos crimines no iban
acompañados de ira y enfado, mostraban una actividad prefrontal normal. Probablemente, el
aumento de la activación en la amígdala refleja un aumento de la tendencia para manifestar
emociones negativas y la disminución de la actividad de la corteza prefrontal refleja una
disminución de la habilidad para controlar las emociones propias. Hay cierta evidencia acerca
de la implicación de la corteza prefrontal en el control de otras emociones distintas a la ira.

La corteza prefrontal recibe una gran proyección de axones serotoninergicas. Los datos indican
que las aferencias serotoninergicas a la corteza prefrontal activan esta región; por ello un nivel
anómalamente bajo de liberación de serotonina puede provocar una disminución de la
actividad de la corteza prefrontal.

Resumiendo, la corteza prefrontal parece proporcionar información acerca de los estados


emocionales en curso y las consecuencias predecibles de nuestras acciones a las regiones del
cerebro implicadas en los proceso cognitivos lógicos, racionales. Esta información desempeña
un papel crítico en nuestra capacidad de regular y controla nuestras respuestas emocionales,
incluidas las que podrían acabar en ira y violencia. El papel inhibidor que la serotonina juega
en la agresión y en la asunción de riesgos puede reflejar el hecho de que la serotonina activa la
corteza prefrontal y de este modo incrementa la capacidad de esta región cerebral para
controla estas conductas.

Control hormonal de la conducta agresiva: muchos tipos de conducta agresiva están


relacionados de alguna manera con la reproducción. La mayoría de las conductas
reproductoras están controladas por los efectos organizadores y activadores de las hormonas;

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por ello, no debe sorprendernos que las hormonas afecten a muchas formas de conducta
agresiva, al igual que afectan a las conductas reproductoras.

- Agresión entre Machos: los adultos machos de muchas especies luchan por el
territorio o por conseguir a las hembras. Como hemos visto, la androgenización
temprana tiene un efecto organizador. La secreción temprana de andrógenos en el
desarrollo modifica el cerebro, incrementando la sensibilidad a la testosterona de los
circuitos neurales que controlan la conducta sexual masculina. De forma similar, la
androgenizacion temprana tiene un efecto organizador que estimula el desarrollo de
circuitos neurales sensibles a la testosterona que facilita la agresión entre machos. El
efecto organizador de los andrógenos sobre la agresión entre machos es importante
pero no constituye un fenómeno de todo o nada. La administración prolongada de
testosterona acaba provocando agresión entre machos, incluso en roedores castrados
inmediatamente después del nacimiento. La androgenizacion temprana sensibiliza los
circuitos neurales, cuanto más temprana sea la androgenización, más eficaz será la
sensibilización. Asimismo, los andrógenos estimulan la conducta sexual masculina
interactuando con los receptores de los andrógenos en neuronas localizadas en el área
preoptica medial (APM). Esta región también parece importante como mediadora de
los efectos de los andrógenos sobre la agresión entre machos. Los machos atacan
fácilmente a otros machos, pero no suelen atacar a las hembras. Esta capacidad para
discriminar el sexo del intruso parece basarse en la presencia de feromonas
específicas. La mutación dirigida contra la proteína esencial para la detección de
feromonas en el órgano vomeronasal suprime la capacidad del ratón macho para
discriminar entre machos y hembras.
- Agresión entre hembras: la agresión entre hembras, al igual que la agresión entre
machos, parece facilitada por la testosterona. Las hembras de algunas especies de
primates muestran alrededor del momento de la ovulación una mayor propensión a
pelear. Este fenómeno se debe probablemente al aumento del interés sexual y del
consiguiente acercamiento de los machos. Otro periodo de pelas se produce justo
antes de la menstruación. Durante este periodo las hembras tienden a atacar a otras
hembras.
- Agresión maternal: la mayoría de los progenitores que ejercen cuidados activos sobre
su descendencia defiende a ésta con firmeza frente a los intrusos. La agresividad
maternal se inicia, de hecho, durante la gestación. Al igual que la construcción del
nido, parece ser estimulada por la progesterona. El inicio de la agresión en ratones
gestantes se da cuando los niveles de progesterona experimentan un aumento
significativo. La tendencia de los ratones hembra lactante a atacar a los extraños esta
inducida por estímulos provenientes de las crías. Si se aparta a los ratones recién
nacidos de la madre, ésta no se vuelve agresiva. Hay dos estímulos activadores que
parecen ser importantes: la succión y los olores.

Efectos de los andrógenos sobre la conducta agresiva humana: la cuestión no es si la


socialización tiene un efecto, que por supuesto lo tiene, sino si las influencias biológicas tales
como la exposición de andrógenos tienen también un efecto. La androgenizacion prenatal
aumenta la conducta agresiva en todas las especies que se han estudiado. Luego de la
pubertad, los andrógenos empiezan a ejercer también efectos activadores. Los niveles de

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testosterona en los niños comienzan a aumentar en torno a la pubertad, periodo en que
asimismo aumentan la conducta agresiva y la lucha entre varones. Resulta difícil obtener
pruebas científicas rigurosas de que los andrógenos aumentan la agresión en humanos. La
eficacia del tratamiento con antiandrogenos todavía no se ha establecido de manera
concluyente. En ningún estudio correlacional podemos estar seguros de que los niveles de
testosterona elevados provoquen que las personas se conviertan en dominantes o agresivas;
tal vez su éxito en el establecimiento de una posición dominante incremente sus niveles de
testosterona en comparación con los de los individuos que dominan.

Comunicación de las Emociones: muchas especies animales, incluida la nuestra, comunican sus
emociones a otros mediante cambios posturales, expresiones faciales y sonidos no verbales
(tales como suspiros, gemidos y gruñidos). Estas expresiones ejercen funciones sociales;
indican a otros individuos como nos sentimos y aun más importante lo que es probable que
hagamos.

Expresión Facial de la Emoción: respuestas innatas: Darwin sugirió que las expresiones
humanas de emoción han evolucionado a partir de expresiones similares en otros animales.
Según él, las experiencias emocionales son respuestas innatas, no aprendidas, compuestas por
un complejo conjunto de movimientos, principalmente los músculos faciales. Así, la expresión
de burla de un hombre y los gruñidos de un lobo son patrones de respuesta determinados
biológicamente, ambos controlados por mecanismos cerebrales innatos, igual que toser y
estornudar. Darwin encontró, que personas de distintas culturas utilizaban los mismos
patrones de movimientos de los músculos faciales para expresar un determinado estado
emocional. Darwin plante que la expresión facial de la emoción hace uso de un repertorio
innato, típico de especie, de movimientos de los músculos faciales. Los estudios transculturales
como las investigaciones con niños ciegos confirman que estas expresiones son innatas.

Aunque las expresiones faciales de las emociones parecen ser innatas, todos somos
conscientes de que los demás pueden percibir nuestras expresiones de emoción. En
consecuencia, a veces intentamos ocultar nuestros verdaderos sentimientos intentando
permanecer impasibles o incluso mostrando una emoción distinta a la que realmente
sentimos. En otras ocasiones, podemos exagerar nuestra respuesta emocional para
asegurarnos de que los demás perciben como nos sentimos. Aunque los patrones de
movimientos musculares que acompañan a un determinado sentimiento están determinados
biológicamente, estos movimientos pueden, hasta cierto punto, modulares.

Las culturas así como las situaciones, influyen en nuestra expresión de las emociones. La
expresión emocional normalmente sigue determinadas normas de manifestación: normas que
indican bajo que situaciones debemos o no manifestar signos de ciertas emociones.

Los investigadores no han determinado todavía si otros medios de comunicar las emociones,
tales como el tono de voz o los cambios posturales, son aprendidos o innatos.

Base neural de la comunicación de las emociones: reconocimiento: una comunicación eficaz


es un proceso bidireccional. Es decir, la capacidad de mostrar el estado emocional mediante
cambios en la expresión resulta útil solo si otras personas son capaces de reconocerla.

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Reconocemos los sentimientos de los demás mediante la visión y la audición (viendo la
expresión facial y oyendo el tono de voz y las palabras que eligen). Muchos estudios han
puesto de manifiesto que el hemisferio derecho juega un papel más importante que el
izquierdo en la interpretación de las emociones. Estos estudios se basan en el hecho de que
cada uno de los hemisferios recibe información directa de la parte contralateral del entorno.
Cuando una persona mira de frente, los estímulos visuales a la izquierda del punto de fijación
(vistos con ambos ojos) son transmitidos al hemisferio derecho y los estímulos situados a la
derecha son transmitidos al hemisferio izquierdo. Por su puesto, los hemisferios intercambian
información a través el cuerpo calloso; de manera similar, aunque cada hemisferio recibe
información auditiva de ambos oídos, las proyecciones contralaterales son más abundantes
que las ipsilaterales. Por lo tanto, cuando se presenta un estímulo en el campo visual izquierdo
o al oído izquierdo, el hemisferio derecho recibe una información más especifica que la que
recibe el hemisferio izquierdo. Muchos estudios han mostrado que el hemisferio izquierdo es
superior al derecho en el reconocimiento de palabras o secuencias de letras, pero que el
derecho detecta mejor las diferencias en la expresión facial de las emociones. De manera
similar, los sujetos pueden comprender más fácilmente el contenido verbal de un mensaje
presentado al hemisferio izquierdo, pero detectan con más precisión el tono emocional de la
voz presentada al hemisferio derecho. Estos resultados sugieren que, cuando se escucha un
mensaje, el hemisferio derecho valora la expresión emocional de la voz mientras que el
izquierdo valora el significado de las palabras. Los investigadores hallaron que captar la
emoción a partir del significado de las palabras aumentaba de la actividad de los dos lóbulos
frontales, aunque más del izquierdo que del derecho. La comprensión de la emoción a partir
del tono de voz provocaba un aumento de la actividad solo en la corteza prefrontal derecha.

La representación somatosensorial de lo que se siente cuando se hace la expresión percibida


nos proporciona las claves que utilizamos para reconocer las emociones que expresa el rostro
que vemos. Otros investigadores señalan que la capacidad de los pacientes con lesiones en el
hemisferio derecho para reconocer las expresiones faciales de la emoción correlaciona con su
aptitud para percibir estímulos somatosensoriales.

Necesitamos la información visual para reconocer las expresiones faciales de las emociones,
pero esta información no parece provenir de las regiones de la corteza de asociación visual
encargadas del reconocimiento de rostros concretos. La lesión de la corteza visual de
asociación puede causar prosopagnosia (incapacidad para reconocer rostros concretos). Sin
embargo, si las lesiones no implican a otras partes del cerebro, no afectan a la expresión facial
de la emoción. Reconocer rostros es independiente del reconocimiento de las emociones.

Aunque las lesiones de la amígdala deteriora los reconocimientos visuales de las expresiones
faciales de emoción, varios estudios han demostrado que estas lesiones no parecen afectar a
la capacidad de las personas para reconocer emociones en el tono de voz.

Varios estudios sugieren que la amígdala recibe información visual, que utilizamos para
reconocer las expresiones faciales de la emoción, directamente desde el tálamo y no desde la
corteza visual de asociación.

¿Por qué es importante la mirada en el reconocimiento de las emociones?:

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- En primer lugar es importante saber si una determinada expresión emocional va
dirigida hacia uno mismo o hacia otra persona.
- La neocorteza que bordea el surco temporal superior parece proporcionar este tipo de
información. Las lesiones de dicha región alteran la capacidad de los monos para
discriminar la dirección de la mirada de otro animal, pero no su capacidad para
reconocer los rostros de otros animales.

La lesión de los ganglios basales altera la capacidad para reconocer la repugnancia: es una
emoción provocada por algo que sabe o que huele muy mal, por una acción que consideramos
de mal gusto. La repugnancia es una expresión facial y característica.

Base neural de la comunicación de las emociones. Expresiones: las expresiones faciales de las
emociones son automáticas e involuntarias. No es fácil producir una expresión facial realista
de una emoción cuando realmente no sentimos lo que pretendemos expresar.

- Paresia facial volitiva: está provocada por el daño en la región motora primaria
correspondiente a la cara o a la fibra que conectan esta región con el núcleo motor del
nervio facial que controla movimientos de los músculos responsables de la expresión
facial. Lo interesante de esta paresia facial volitiva es que el paciente no puede mover
voluntariamente los músculos faciales pero si que es capaz de expresar una emoción
genuina con esos músculos.
- Paresia facial emocional: está provocada por la lesión de la región insular de la corteza
prefronal, de la sustancia blanca del lóbulo frontal, o de partes del tálamo. Este
sistema conecta con el sistema responsable de los movimientos voluntarios de los
músculos faciales de manera voluntaria, pero no pueden expresar emociones con el
lado afectado.

Estos dos síndromes indican claramente que los mecanismos cerebrales responsables de los
movimientos voluntarios de los músculos faciales son diferentes de los mecanismos que
controlan la expresión involuntaria y automática de las emociones mediante los mismos
músculos.

La corteza cingulada anterior podría estar implicada en el movimiento muscular que produce la
risa. Asimismo, la corteza prefrontal ventromedial subyace a la risa.

El hemisferio derecho desempeña un papel más importante en el reconocimiento de las


emociones a partir de la voz y de la expresión facial de otras personas. La misma
especialización hemisférica parece ser válida para la expresión de las emociones.

Los análisis de grabaciones de video también pusieron de manifestó que las expresión
emocionales se inician antes en el lago izquierdo en la cara. Estos hallazgos sugieren que la
especialización hemisférica de la expresión emocional surgió antes de que apareciera nuestra
propia especie.

Las lesiones del hemisferio izquierdo no suelen deterioran las expresiones vocales de emoción.
Por el contrario, las lesiones del hemisferio derecho sí que deteriora la expresión, tanto
mediante los músculos faciales como mediante el tono de voz de las emociones.

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Con la prueba de wada se ha obtenido información interesante acerca de la especialización
hemisférica de la expresión de las emociones. La prueba de wada se aplica a personas que van
a ser sometidas a cirugía para extirparles un foco epiléptico. Comprueba las funciones de uno
de los hemisferios cerebrales evaluando al paciente mientras que el otro hemisferio está
anestesiado.

Vimos que la amígdala está implicada en el reconocimiento de la expresión facial de la


emoción. Las investigaciones indican que no está implicada en la expresión emocional.

Sentimientos de Emoción: hasta el momento hemos examinado dos aspectos de las


emociones:

- La realización de los patrones de las respuestas ante la situación que provoca la


emoción
- La comunicación de estados emocionales a otros miembros.

La teoría de James Lange: la teoría postula que las situaciones generadoras de emociones
producen una serie de respuestas fisiológicas apropiadas, tales como temblores, sudor e
aumento de la frecuencia cardiaca. Las situaciones también producen conductas, tales como
cerrar los puños o luchar. El cerebro recibe retroalimentación sensorial de los músculos y de
los órganos que producen dicha respuesta, y esta retroalimentación es lo que constituye
nuestros sentimientos de emoción. James sostiene que nuestras sensaciones emocionales
están basadas en lo que vemos que estamos haciendo y en la retroalimentación sensorial que
recibimos de la actividad de nuestros músculos y órganos internos. Somos observadores de
nosotros mismos. Por lo tanto los dos aspectos de las emociones tratados en este capítulo (los
patrones de respuestas emocionales y las expresiones de las emociones) originan un tercer
aspecto: los sentimientos. No se atribuye todos los sentimientos de emoción a los órganos
internos; también decía que la retroalimentación desde los músculos era importante.

La teoría de jame es difícil de verificar experimentalmente porque intenta explicar los


sentimientos de emoción, no la causa de las respuestas emocionales y los sentimientos son
sucesos privados.

Retroalimentación de las emociones simuladas: james destaco la importancia de dos aspectos


de la respuesta de emoción: las conductas emocionales y las respuestas neurovegetativa.

Varios experimentos sugieren que la retroalimentación que aporta la contracción de los


músculos faciales puede afectar el estado de ánimo de las personas e incluso alterar la
actividad de su sistema nervioso autónomo.

Las expresiones simuladas alteraban la actividad del sistema nervioso autónomo. De hecho,
distintas expresiones faciales producían patrones de actividad hasta cierto punto distintos.

¿Por qué un determinado patrón de movimientos de los músculos faciales habría de causar
cambios en el estado de ánimo o en la actividad del sistema nervioso autónomo? Quizás la
conexión ente ambos es el esresultado de la experiencia; es decir, puede que el que ocurran
determiandos movimientos faciales junto con cambios en el sistema nervioso autónomo de

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lugar a un condicionamiento clásico, de tal manera que la retroalimentación de los
movimientos fáciles llega a ser capaz de provocar las respuesta neurovegetativa.

El valor adaptativo de las expresiones emocionales radica en que comunican sentimientos e


intenciones a los demás.

Quizás la imitación proporciona uno de los canales por los que los organismos comunican sus
emociones. Por ejemplo, si vemos a alguien con aspecto triste, tendemos a asumir una
expresión triste. La retroalimentación de nuestra propia expresión nos ayuda a ponernos en el
lugar de la otra persona y aumenta la probabilidad de que respondamos ofreciendo consuelo o
ayuda. Y quizás una de las razones por las que obtenemos placer al hacer sonreír a otro es que
su sonrisa nos hace sonreír y sentirnos felices nosotros mismos.

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